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Obtención de la Plata
La producción de plata se centraba en dos operaciones: la extracción del mineral y su posterior refino para
obtener el metal plata. En este proceso participaban dos empresarios: el minero o propietario de la mina y el
azoguero o dueño del ingenio que molía el mineral, que raramente eran la misma persona. Refinado el metal, se
obtenían las piñas de plata, que luego se reducían a barras o lingotes y, finalmente, llegado el caso, se
amonedaban. La principal clave de su rentabilidad era la explotación de la fuerza de trabajo indígena, cuya tarea
básica era extraer el mineral de las galerías y trasladarlo a la bocamina. La extracción y la molienda eran las
operaciones que requerían más trabajadores.
Trabajadores en la obtención de la Plata Había dos tipos principales de trabajadores: barreteros y cargadores,
dependiendo la proporción entre ambos de la profundidad de la mina. En Potosí los trabajadores más cualificados
se contrataban en el mercado de trabajo libre (minga), mientras los no especializados estaban en la mita. En
Zacatecas los indígenas eran mayoritariamente contratados “naboríes” y en una proporción menor, provenían de
repartimientos o eran esclavos negros. Los salarios de los barreteros eran mayores al ser más especializados. La
introducción de la pólvora a partir del siglo XVIII supuso la aparición de un nuevo especialista encargado de su
manipulación y detonación. La extracción también necesitaba abundante capital para construir galerías, perforar
canales de desagüe para evitar su inundación y comprar los insumos necesarios.
Tipos de extracción de la plata A mediados del siglo XVI comenzó la extracción de plata, obtenida por fundición.
En el Perú se usaban pequeños hornos indígenas, huayras (viento en quechua), cuya técnica era controlada por
los yanaconas. El método requería minerales muy ricos o de alta ley (el porcentaje de metal presente en el mineral)
y tenía dos inconvenientes: no extraía todo el metal y era muy caro por su consumo de energía vegetal, carbón y
madera. Al agotarse los bosques vecinos a las minas, hubo que importar el carbón y la madera desde más lejos,
con su repercusión negativa sobre los costes de explotación. En 1555 se desarrollo el método de patio,
amalgamación con azogue o mercurio, que permitió procesar minerales de Ley más baja. Bartolomé Medina lo
experimentó en las minas mexicanas de Pachuca y a principios de la década de 1570 fue incorporado por la minería
potosina. La introducción del “método de patio” revolucionó la minería y, en cierto modo, implicó su
profesionalización al exigir mayores inversiones para construir molinos hidráulicos o de tracción animal, o nuevos
socavones. El proceso podía durar hasta dos meses, y a partir de su introducción una tercera parte del metal se
obtenía por fundición. El mineral molido se reducía a polvo y, tras ser secado en un patio, el origen del nombre, se
formaban pequeños montículos a los que se agregaba sal y mercurio, teniendo en cuenta que un marco de plata
requería de tres a cuatro de azogue. Finalmente la plata se separaba del mercurio mediante calor. Su ventaja era
la simplicidad del equipo y la tecnología requerida, unida al bajo consumo energético, mientras que sus
inconvenientes eran la lentitud y la dependencia del azogue. En el Perú se descubrió la mina de azogue de
Huancavelica, que durante los siglos XVI y XVII estuvo en plena explotación, aunque a mediados del siglo XVIII su
producción descendió. En México el azogue debía importarse de Europa, especialmente de Almadén, en Ciudad
Real, e Idria.
6- ¿En qué consistió el sistema de flotas y galeones?
En agosto de 1543 se estableció que solo los barcos de 100 toneladas o más, se les estaba permitido llevar
mercancías a las Indias acompañados, como mínimo, en flotas compuestas por diez navíos. Por otro lado, se
instauraron dos salidas al año, una en marzo y otra en septiembre, y cada barco tendría que ser escoltado por un
buque de guerra. Durante todo el reinado de Carlos I, se desarrolló muy paulatinamente la organización del sistema
de flotas y, aunque se dieron órdenes estrictas para que ningún buque saliera al mar sin estar dentro de una flota
compuesta por un mínimo de barcos, hubo muchísimas excepciones a mitades del siglo XVI. Así mismo, todas las
flotas estaban compuestas por barcos designados a un puerto diferente de América, que se diversificaban en dos
escuadras penetrando en el Caribe. Una circulaba hacia el Sur para la zona actual de Venezuela, Nueva Granada
y Darién, y la otra suministraba a Nueva España y Honduras. Los buques diferían mucho en cuanto a las
dimensiones. Parece ser que, en el año 1557, solo había dos barcos armados en la composición de las flotas: la
capitana y la almiranta e, incluso, a veces se les introducía mercancías, a pesar de tener limitada la carga por tener
que llevar un número mínimo de soldados y de artillería para proteger los buques mercantes. Además, describe
como entre los años 1564 y 1566 se establece una organización en la circulación comercial en las Indias que no
variará mucho durante toda la etapa de los Habsburgos. El 18 de octubre de 1564 se estableció una serie de
legislaciones que imponían la salida de dos flotas independientes anualmente para Nueva España y el istmo de
Panamá. La primera emprendería el viaje a comienzos de abril hacia el golfo de México, junto con los barcos que
llegaban a Honduras y de las Antillas. La otra flota emprendería su viaje en agosto hacia Nombre de Dios,
dirigiéndose las naos hacia Cartagena de Indias, Santa Marta y otros puertos de la costa norte de
Sudamérica. Ambas flotas debían mantenerse en América durante el invierno, pudiendo estacionarse en la Habana
a partir del mes de Marzo, para que unos días después, prosiguieran su viaje hacia España y así reducir los riesgos
del mal tiempo. Esta sería la primera vez en el que se hacía referencia a las flotas de Tierra Firme y a las de Nueva
España, siendo flotas distintas pero, a veces,actuando de manera conjunta aunque mantuvieran sus
organizaciones independientes.
En cada flota de Indias había un representante real que se encargaba de vigilar el cumplimiento de las normativas
atribuidas a la navegación. Esto incluía, incluso, a las más altas autoridades como el capitán general y los propios
oficiales. Además de esta figura, se encontraban a bordo de las flotas un contador, un guardia o alguacil por cada
navío, un oficial de artillería y de la propia soldadesca, así como los encargados de custodiar los metales preciosos
conocidos como los maestres de la plata. Por última, habría que señalar toda una serie de carpinteros, enfermeros,
toneleros, etc.
En definitiva, podemos examinar como en la flota de Indias había, por un lado, un conjunto de galeones que se
encargaban de proteger a los buques mercantes y, por otro lado, a los propios mercantes que, a su vez, también
podían ir armados.