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Las Encíclicas Sociales.

Las Encíclicas Sociales escrito y editado por Constanza Romo son los pronunciamientos oficiales del Papa
sobre temas sociales dirigidos a los obispos, creyentes y a toda la humanidad. Conforman en su conjunto la
doctrina social de la Iglesia Católica.

Desde León XIII con Rerum novarum (sobre las cosas nuevas)' sobre la cuestión social en 1891, a ella se siguen
refiriendo los pontífices, Pío XI en Quadragesimo anno (a cuarenta años) sobre las cuestiones laborales en
1931, Juan XXIII en Mater et Magistra ('Madre y Maestra) sobre los campesinos en 1961, después Pacem in
terris (Paz en la Tierra) en 1963, Pablo VI sobre Populorum progressio (el progreso de los pueblos) en 1967 y
Ochenta Aniversario sobre los nuevos problemas sociales en 1971. Laborem Exercens en 1981,Juan Pablo II, el
'Trabajo Humano', 'Solicitud de la cosa social', Sollicitudo rei socialis con temas sociológicos y metodológicos
de la situación de la humanidad en 1988, Centesimus annus (Centésimo año) cosas nuevas de hoy en 1991,
cuestiones agrícolas, Veritatis splendor en 1993, esplendor de la verdad y Evangelium Vitae de 1995, sobre la
vida humana, evangelio de vida sobre el valor de la vida. Y la última Encíclica social Caritas in veritate de
Benedicto XVI.

Los aspectos comentados o el enfoque asignado de política social, se desarrollan ampliamente el tema de los
valores, las creencias y las ideologías y obviamente los derechos humanitarios desde una perspectiva católica.
Por tanto deben considerarse como los pronunciamientos de la Iglesia Católica ante los cambios de la sociedad
y el mundo y por tanto prescripciones normativas de lo correcto y justo.

Históricamente representaron en su comienzo, sobre todo Rerum Novarum, una respuesta a las demandas y
agendas políticas de los partidos y movimientos políticos de orientación obrera o socialista o anarquista. Siendo
la base para la creación del socialcristianismo como movimiento social y político desde fines del siglo XIX y
comienzos del XX.

Además han servido como marco conceptual en las actividades de los sociólogos de orientación católica. La
amplitud social dentro de las encíclicas es grande si bien las primeras se referían a los derechos sociales de los
trabajadores, también hacían referencia a los patrones y la relación entre ellos. Posteriores encíclicas tratan del
rol de diversas instituciones en la vida social como lo son las comunicaciones sociales y el pacificismo.

En el caso de Latinoamérica sirvieron de inspiración en la redacción del Documento de Puebla (1979). Así
como la base, aunque no apoyada oficialmente, de la Teología de la Liberación.

Encíclica   Traducción   Papa   Año  


Rerum novarum (RN) De las Cosas Nuevas León XIII 1891
Quadragesimo Anno (QA) En el Cuadragésimo año Pío XI 1931
Mater et Magistra (MM) Madre y Maestra Juan XXIII 1961
Pacem in Terris (PT) La Paz en la Tierra Juan XXIII 1963
Populorum Progressio (PP) El Desarrollo de los Pueblos Pablo VI 1967
Al Acercarse el Octogésimo
Octogesima adveniens (OA) Pablo VI 1971
[Aniversario]
Laborem Exercens (LE) Trabajo Laboral Juan Pablo II 1981
Sollicitudo Rei Socialis (SRS) Preocupación por la Cuestión Social Juan Pablo II 1987
Centesimus Annus (CA) Centésimo Año Juan Pablo II 1991
Caritas in veritate La caridad en la verdad Benedicto XVI 2009
DOCTRINA, SOCIAL, IGLESIA

 DOCTRINA: Enseñanza que se da para instruir a alguien. Serie de conocimientos, teorías, opiniones,
etc., defendidos por una persona o grupo.

 SOCIAL: Perteneciente o relativo a la sociedad humana o a las relaciones entre las clases de la
sociedad. Se dice de los animales que habitan en colonias.

 IGLESIA: Institución religiosa fundamentada por JESUCRISTO. Conjunto de pueblo y clero creyente
en Jesucristo. Cada una de las comunidades cristianas.

Interpretación

*Partiendo de las tres distintas definiciones, podemos, más o menos concluir acerca en lo que consiste la
Doctrina Social de la Iglesia.

Por lo visto, trata de la comunidad de Cristo difundiendo una serie de conocimientos, teorías, opiniones y
enseñanzas a toda la humanidad de velar por las relaciones entre las personas, sean quienes sean, o cualquier
otro asunto perteneciente a la sociedad humana. *

¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia?

La Doctrina Social dela Iglesia es una ciencia que entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan de
la realidad del hombre, éstas son:

 Lo religioso

 Lo social

 Lo económico

 Lo político.

Consiste primordialmente en todas las enseñanzas de la Iglesia Católica relacionadas con el tema de la justicia
social, llevar a cabo cambios que sirvan al verdadero bien del hombre, instaurar a las personas un nuevo modo
de conocer y leer la realidad, les ayuda a abrirse a horizontes más amplios, al servicio de cada persona
conocida; el pobre, el anciano, el extranjero, la viuda... Impone la facultad moral de ejercer el derecho para
llegar a la justicia, la cual es el fundamento principal de esta doctrina.

Sin embargo, cuando se va a comenzar la elaboración de un nuevo conocimiento, lo más razonable es empezar
desde la raíz, para obtener un mejor entendimiento acerca de lo que se está próximo a aprender, es decir, de lo
simple, llegar a lo complicado.

Esta disciplina no es nueva y para entenderla mejor, tenemos que saber de donde proviene. Debemos conocer
sus empieces tanto históricos como bíblicos...

"Hoy la doctrina social de la Iglesia se centra especialmente en los hombres y las mujeres puesto que ellos
están comprometidos en una red compleja de relaciones dentro de las sociedades modernas. Las ciencias
humanas y la filosofía son útiles para interpretar el lugar central de la persona humana dentro de la sociedad
y para proveer un mejor entendimiento de lo que significa ser un ser social. Sin embargo, la verdadera
identidad de una persona es revelada completamente a través de la fe, y precisamente es de la fe de donde
comienza la doctrina social de la Iglesia. Si bien se sirve de todas las contribuciones hechas por las ciencias y
la filosofía, la doctrina social de la Iglesia está apuntada a ayudar a la humanidad en el camino de la
salvación" (Centesimus Annus, # 53-54).
Los principios en el corazón de la enseñanza de la Iglesia son:
o La vida, la dignidad y los derechos de la persona humana. La medida de cada política está en cómo protege la
vida humana, promueve la dignidad y respeta los derechos humanos. Este principio es el fundamento de la
enseñanza de la Iglesia sobre la guerra, la paz y la vida social.
o La opción preferencial por los pobres. En la doctrina social católica los pobres y vulnerables tienen el primer
lugar en nuestras conciencias y políticas. Si bien el lenguaje es nuevo - es un lenguaje que proviene de América
Latina - ha sido abrazado por toda la Iglesia como la expresión contemporánea de Mateo 25: seremos juzgados
por todo lo que hayamos hecho por los más humildes, "por los más pequeñitos".
o La solidaridad. Este es un principio esencial para edificar un mundo nuevo. Es una expresión moral de
interdependencia, un recuerdo de que somos una sola familia sin importar nuestras diferencias de raza,
nacionalidad o posición económica. Las personas de tierras lejanas no son enemigas ni intrusas, los pobres no
son una carga, son hermanas y hermanos, dotados de vida y dignidad, a quienes estamos llamados a proteger.

Raíces de la Doctrina Social de la Iglesia

“En los inicios de Israel no existían todavía diferencias sociales excesivas. El problema no surgió hasta el
sedentarismo de Israel, y en especial hasta después del crecimiento económico de la época de los Reyes.
Una vez fueron consolidadas las diferencias sociales, los profetas sobre todo se pusieron de parte de los
pobres y lanzaron apasionadas acusaciones contra los ricos y poderosos, contra sus desmanes y
codicia.”1

Concluimos pues, que , apenas aparecen las clases sociales, se ve la necesidad inmediata de defender al pobre y
de promover la justicia social , y es ahí cuando comienza la doctrina que trabaja precisamente para lograr estos
objetivos.

Raíces Bíblicas de la Doctrina Social de la Iglesia

 Proclama que toda santidad es justicia.

 Evoca los derechos del pobre, de la viuda, del -extranjero migrante, del desempleado.

 Afirma el derecho de propiedad (Ex 20,15) y frena el acaparamiento.

 Reclama justicia en el contrato de trabajo y de comercio (Dt 2,14-1 5.19).

 Pide la integridad de los jueces (Am 5,7; 6,12) Justicia en el Rey (Pr 16,13).

 Precisa la dimensión moral y religiosa de la injusticia (ls 5,23; 29,21).

 La tierra es de Yavé, los hombres están de paso por ella, son huéspedes del Señor (Lv 25,23ss).

La Sagrada Escritura

Acercarse a los documentos bíblicos para hallar las raíces de la Doctrina Social de la Iglesia es encontrar
siempre la misma verdad: están atravesados de principio a fin por grandes enseñanzas en materia de lo social,
unas de orden particular, que responden a las circunstancias y vicisitudes de cada momento histórico, y otras de
naturaleza más bien universal, que son la expresión de los principios que al efecto se derivan de una muy
precisa concepción del hombre, del mundo y de la vida, a saber, la del judeocristianismo.

 El Antiguo Testamento

En los escritos veterotestamentarios, sobresale la enseñanza de los profetas. Tanto su mensaje social como
religioso gira en torno al tema de la justicia. El santo es aquel que es justo, es decir, “la conducta religiosa más
significativa de la alianza divina es una conducta social: la justicia”.   En el Antiguo Testamento “ser justo
quiere decir obrar conforme al derecho”; más aún, actuar “no según normas abstractas o ideales, sino según
normas concretas, resultantes de la situación social de cada uno” Por esto afirma Johannes Bauer que la justicia
aparece en la relación entre Dios y el pueblo o el hombre, y de los hombres entre sí. Así, la justicia se vincula
siempre al concepto de derecho, el cual, como lo define Pietro Parente, ...subjetivamente es la inviolable
facultad moral de tener o hacer alguna cosa en utilidad propia, (y) objetivamente es lo que se debe a otro. Así,
resulta manifiesto que el concepto bíblico de justicia viene determinado por la ley. Lo que destacan los profetas
temiendo Dios y amando al prójimo es el derecho. Pero, ante todo, el derecho del humilde, del pobre, del
huérfano, del extranjero, del asalariado; o como bien lo dice Pierre Bigo, el derecho de los que los poseedores
tienden a excluir de la comunidad de bienes y que deben ser reintegrados en ella. La justicia para los profetas,
por tanto, no es primero el derecho de los que tienen como dice el mismo Bigo, sino el derecho primordial de
los que no tienen, el derecho del miembro de comunidad cuando se encuentra en necesidad. Estos, desde el
principio, aparecen como los protegidos de Dios: Yahvé se presenta desde el comienzo como el amigo y
defensor de los pobres y de los oprimidos.

Son abundantes los testimonios escriturísticos que patentizan esta verdad bíblica fundamental. La bondad de
Dios para con los hombres esclavos, pobres y oprimidos se muestra en la primera de todas las Pascuas, en la
liberación del pueblo de Israel:

“Y ahora, al oír el gemido de los israelitas, reducidos a esclavitud por los egipcios, he recordado mi alianza.”
(Ex. 6,5)

Y a partir de aquí, las enseñanzas bíblicas recordarán a los hijos de Israel el deber de la justicia, pues Yahvé fue
el primero en ejercerla con ellos:

“No torcerás el derecho del forastero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda el vestido de la viuda. Recuerda que
fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahvé tu Dios te rescató de allí. Por esto te mando hacer esto.” (Dt. 24,
17, 18)

Pero no sólo es la bondad de Dios la que fundamenta la justicia: también la santidad misma del Señor. En
efecto, las exigencias de la justicia están presentes en la Alianza que Dios pactó con su pueblo, pues éste ha de
practicar la justicia y la bondad a imitación de la santidad de Dios: “Sed santos como Yo soy santo”, repetirá
infinidad de veces el Señor en el Antiguo Testamento.(Lv. 11, 44-45)

No son extrañas, entonces, las múltiples medidas de protección en favor del pobre y del oprimido en la ley de
Yahvé. En el Exodo se puede leer: “No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuistéis vosotros
en el país de Egipto. No vejarás a viuda ni huérfano. Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor... Si
prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él usurero; no le exigiréis interés.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el
vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo (Ex. 22,
20-26)

Isaías también patentiza este deseo de Yahvé: “A mí qué, tanto sacrificio vuestro?” dice Yahvé. “Harto estoy de
holocaustos de carneros y de cebo de cebones... desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo
justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda..”(Is. 1, 11-17) Y más
adelante, este mismo profeta es más enfático aún, al señalar que el ayuno que desea Yahvé consiste en desatar
los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo.
Que el ayuno consiste en partir con el hambriento el pan, y a los pobres sin hogar recibirlos en casa; cubrir al
desnudo y no apartarse de los semejantes.( Is. 58, 6-7) Con la aplicación constante de la justicia, señala este
mismo profeta, los hombres cosecharán, como su fruto natural, la paz:

La paz será obra de la justicia, y el fruto de la justicia, el reposo y la seguridad para siempre. Mi pueblo
habitará en morada de paz, en habitación de seguridad, en asilo de reposo.( Is. 32, 17-18)

Toda la enseñanza del Antiguo Testamento es una permanente invitación a la justicia. Pero a una justicia que va
más allá del simple intercambio: es la justicia del don. Esta justicia no humilla porque reconoce el derecho del
que recibe, un derecho que no nace de la propiedad y del contrato, sino de la mera necesidad. Es decir, el los
escritos veterotestamentarios anuncian de una manera muy singular el gran precepto del Nuevo Testamento: el
del amor cristiano.
 El Nuevo Testamento.

Como bien ha expresado Juan Pablo II, un examen objetivo del Evangelio nos muestra a Jesucristo ante todo
como maestro de la Verdad y servidor del Amor, y son estas características suyas las que explican el sentido de
toda su actividad y de toda su misión. Y esto hace que la doctrina de Jesús no sea una doctrina solamente
espiritual, descarnada. Antes bien, al enseñar un código de los principios éticos religiosos, plasmó el alma de
una nueva sociedad.

En efecto, hay una acción del cristianismo en el orden social que, como dice Higinio Giordani, es directa,
concreta, derivada de la obligación que tiene de asistir al que lo necesita, de cualquier categoría, casta y nación,
obligación en la que se identifica el mayor mandamiento de la ley nueva. Prohibirle, pues, curar a los enfermos,
promover la justicia del trabajo, educar a los niños, hubiera sido vedar a Jesús curar paralíticos y leprosos,
llamar a los niños, y hacer todo lo que hizo para el prójimo; hubiera sido expulsar el cristianismo de la vida,
para confinarlo en la historia. Por esto, el mensaje de Jesús, que se dirigió al hombre de carne y hueso, con su
cuerpo, con su destino social con sus múltiples necesidades, con sus relaciones sociales, ha sido calificado, y
con razón, de intrínsecamente social.

Jesús trabajó en lo profundo del corazón, en el centro orgánico de la vida; Jesucristo trabajó por formar una
sociedad nueva, dándole un espíritu nuevo. Este “nuevo espíritu” no es sino la herencia del Amor: He aquí dice
Juan Pablo II lo que nos ha dejado Jesús en depósito, en herencia: el amor a todos los seres humanos. Un
patrimonio: pobre en apariencia, pero el más poderoso en realidad. Porque, ¿qué otra cosa pide el hombre sino
ser amado? ¿Qué otra cosa proporciona el sentido fundamental a nuestra existencia, si no es esto? De este
modo, la transformación social evangélica comienza con cada persona y se proyecta a la sociedad. Cambiando
el corazón del hombre se construye una sociedad donde reinen la justicia, el amor y la paz. Y este es el enfoque
del Evangelio: Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos,
asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas las
perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.(Mc 7, 21-23) El Nuevo Testamento retoma y trasciende
la justicia de la antigua ley. No basta con dar lo que exige en justicia el intercambio: es la justicia del don, es
decir, del amor. Y este es el que transformando a cada persona, consigue la transformación de la sociedad
entera. Es aquí donde cobra su sentido la obra de Jesucristo, quien con sus enseñanzas y su testimonio asentó
los fundamentos de un nuevo orden social. En efecto, Jesucristo funda un nuevo orden social en cuanto que
constituye el amor en la fuerza de transformación social: todos los hombres, como hijos del mismo Padre, (Mt.
6,9) (Mt. 23, 9) son hermanos,(Mt. 23,8) y como tales deben amarse los unos a los otros sin medida y sin
reserva.(Mt. 13, 34) . En la gran familia humana sólo hay una ley: el amor. No hay otra ley sobre ésta.(Mc. 12,
29-31).. Este es el punto fundamental: “Amor que circula en la familia, y no sale de ella, en la gran familia
humana.”

Reseña Histórica y Encíclicas

La publicación en 1891 de la encíclica Rerum novarum marca el inicio del desarrollo de un cuerpo significativo
de doctrina social en la Iglesia Católica. Presentó las tres coordenadas de la promoción moderna de justicia y
paz (personas, sistemas y estructuras) establecida desde entonces como parte integral de la misión de la Iglesia.
Han habido numerosas encíclicas y mensajes sobre temas sociales en los años posteriores; se desarrollaron
diversas formas de acción católica en distintas partes del mundo; la ética social comenzó a ser materia de
estudio en escuelas y seminarios. Sin embargo, tuvimos que esperar hasta el Vaticano II y la Constitución
Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno para la declaración que representa un cambio en la actitud de la
Iglesia referente a su presencia en el mundo, junto a una llamada a establecer el Consejo Pontificio para la
Justicia y la Paz, para ayudar a la Iglesia a responder a los desafíos en el mundo. Al mismo tiempo, la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia indicaba que el laicado goza de un papel importantísimo en el
cumplimiento universal de la tarea de ayudar al mundo a obtener su destino en justicia, en amor y en paz.

Referente a los documentos que la Iglesia ha promulgado periódicamente desde finales del s. XIX y a lo largo
del s. XX, estos contienen reflexiones acerca de los efectos del desarrollo, la sociedad industrial y el
capitalismo, los cuales constituyen un aporte invaluable en el actual debate acerca de la globalización. La lista
que se incluye a continuación contiene los documentos más sobresalientes de dicho cannon:
 Rerum Novaru, 1891: Esta encíclica fue escrita como respuesta a los efectos de la Revolución
Industrial y es considerada como la base de la Doctrina Social de la Iglesia en la era moderna.

 Quadragesimo Anno, 1931: Esta encíclica es una reflexión sobre las reacciones causadas por la Rerum
Novaru dentro y fuera de la Iglesia.

 Mater et Magistra, 1961: Esta encíclica trata sobre el progreso social y propone una metodología para
la aplicación de las enseñanzas de la Iglesia en situaciones especificas.

 Pacem in Terris, 1963: Haciendo uso de los ideales de la Ilustración y de las ideas a cerca de la Ley
Natural, esta encíclica es una reflexión sobre los derechos de las personas.

 Inter. Mirifica, 1963: Decreto sobre los Medios de Comunicación (Vaticano II).

 Sacrosanctum Concilium, 1963: Constitución sobre la Sagrada Liturgia (Vaticano II).

 Lumen Gentium, 1964: Constitución Dogmática de la Iglesia (Vaticano II)

 Gaudium et Spes, 1965:Constitución Pastoral de la Iglesia (Vaticano II).

 Gravissimum Educationis, 1965:Declaración sobre la educación Cristiana (Vaticano II).

 Ad Gentes, 1965: Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia.

 Dignitatis Hutnanae, 1965: Declaración sobre la libertad religiosa.

 Perfectae Caritatis: Decreto sobre la renovación de la vida religiosa.

 Apostolicam Actuositatem, Decreto sobre el apostolado de los laicos (Vaticano II).

 Populorum Progressio, 1967: Esta encíclica trata sobre el desarrollo económico y social.

 Octogesima Adveniens, 1971: Ochenta años después. de la publicación de Rerum Novarum, esta
encíclica reflexiona sobre el papel de la iglesia en la ciudad.

 Justitia in Mundo, 1971: Publicada por el Sínodo de obispos.

 Evangelíi Nuntiandí, 1975.

 Laboren Exercens, 1981: Reflexión teológica sobre el trabajo.

 Sollicítudo Reí Socíalís, 1987:Reflexión sobre la solidaridad y el rol de la doctrina social de la iglesia
en medio de las constantes transformaciones de la sociedad. -

Los temas que trata La Doctrina Social de la Iglesia son:

 antropología cristiana

 derechos humanos

 el bien común

 solidaridad y subsidiaridad

 destino universal de bienes


 propiedad privada

 propiedad publica

 trabajo y salarios

 huelgas

 sindicatos

 la política y los políticos

 el poder político

 compromiso sociopolitico de los cristianos

 la comunidad internacional

 violencia social

 la fe cristiana y la cultura

 medios de comunicación social

 ecología

SOCIALISMO

Es un término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden
un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal
(parcial o completo) de los sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo.
Aunque el objetivo final de los socialistas era establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado
cada vez más en reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el movimiento
evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo diversos significados en función del lugar y la
época donde arraigara.

Si bien sus inicios se remontan a la época de la Revolución Francesa y los discursos de François Nöel Babeuf,
el término comenzó a ser utilizado de forma habitual en la primera mitad del siglo XIX por los intelectuales
radicales, que se consideraban los verdaderos herederos de la Ilustración tras comprobar los efectos sociales que
trajo consigo la Revolución Industrial. Entre sus primeros teóricos se encontraban el aristócrata francés conde
de Saint-Simon, Charles Fourier y el empresario británico y doctrinario utópico Robert Owen. Como otros
pensadores, se oponían al capitalismo por razones éticas y prácticas. Según ellos, el capitalismo constituía una
injusticia: explotaba a los trabajadores, los degradaba, transformándolos en máquinas o bestias, y permitía a los
ricos incrementar sus rentas y fortunas aún más mientras los trabajadores se hundían en la miseria. Mantenían
también que el capitalismo era un sistema ineficaz e irracional para desarrollar las fuerzas productivas de la
sociedad, que atravesaba crisis cíclicas causadas por periodos de superproducción o escasez de consumo, no
proporcionaba trabajo a toda la población (con lo que permitía que los recursos humanos no fueran
aprovechados o quedaran infrautilizados) y generaba lujos, en vez de satisfacer necesidades. El socialismo
suponía una reacción al extremado valor que el liberalismo concedía a los logros individuales y a los derechos
privados, a expensas del bienestar colectivo.

Sin embargo, era también un descendiente directo de los ideales del liberalismo político y económico. Los
socialistas compartían con los liberales el compromiso con la idea de progreso y la abolición de los privilegios
aristocráticos aunque, a diferencia de ellos, denunciaban al liberalismo por considerarlo una fachada tras la que
la avaricia capitalista podía florecer sin obstáculos.
El Socialismo y la Doctrina Social de la Iglesia

El socialismo es incompatible con la doctrina católica, bien por su concepción del universo y del hombre, bien
porque alcanza a dos instituciones que son pilares de la civilización cristiana, esto es, la propiedad y la familia.
Por el simple hecho de ser hostil a la propiedad y a la familia, el socialismo sería incompatible con la doctrina
católica, aun cuando no tuviera una concepción errónea del universo y del hombre.

Son varias las razones por las cuales la Iglesia Católica y el Socialismo no van “de la mano”, por decirlo así,
entre éstas, podríamos señalar las siguientes:

 Teoría de Evolución: Las distintas teorías de cómo surgió el hombre entran en discusión entre la
Iglesia y el Socialismo. En el libro del Génesis dice: “Hagamos el hombre a nuestra imagen y
semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a
los reptiles que se arrastran por el suelo.”(Gen. 1, 26) He ahí clara evidencia de que, para la Iglesia
creyente en la palabra el hombre fue una creación divina de Dios. Sin embargo, los socialistas, creen y
predican otra teoría evolucionista. Ésta última fue fundada por Charles Darwin (1809-1882) y
manifiesta que el hombre evolucionó a partir de los monos antropoides, pasando por formas homínidas
y finalizando con la especie sapiens.

 “El opio del Pueblo”: Así se expresaría una persona socialista acerca de la religión. Pues piensan que la
finalidad de la Iglesia es dominar a los hombres primero para luego apropiarse de sus bienes materiales,
y la Iglesia, no creyéndolo así argumenta más su rechazo hacia esta ideología.

 “Reclusión Mental”: En un país dominado por el socialismo no tiene la libertad de escoger libremente
en lo que quiere pensar, en lo que quiere creer, ya que es considerado delito creer algo fuera de la
ideología socialista. Es precisamente esta libertad por la cual vela la Iglesia Católica.

Aunque la D.S.I. y el socialismo no tengan los mejores vínculos, tienen una cosa en común: PROMUEVEN LA
IGUALDAD... pero la pregunta es, ¿la aplican?.

 Socialismo: Aquí es Estado tiene el control de todos los medios de producción, por lo tanto, las riquezas
de la nación no están en manos de unos pocos adinerados, así las condiciones para los habitantes el país
serán iguales, nadie tendrá más que nadie. Así que podemos afirmar que aquí sí, dentro de lo que cabe,
se pone en práctica el tema de la igualdad social.

 Iglesia: Lastimosamente, en esta institución, la igualdad no se ve la igualdad ya que los que conforman
la Iglesia, los creyentes, no la practican porque vemos a menudo, si no siempre, que hay pocos que
tienen y la mayoría sin nada, es decir, se asemeja al capitalismo y en él, sí que no hay igualdad.

Los textos pontificios contra el socialismo son muy numerosos. En ellos os papas condenan al socialismo dando
su punto de vista acerca de éste. A continuación se transcribirán algunos para lograr un mayor entendimiento
acerca de la posición de la Iglesia frente al Socialismo.

Pío IX, "Noscitis et Nobiscum", 1849

Trastorno absoluto de todo orden humano."

"...tampoco desconocéis, Venerables Hermanos, que los principales autores de esta tan abominable intriga, no
se proponen otra cosa que impulsar a los pueblos, agitados ya por toda clase de vientos de perversidad, al
trastorno absoluto de todo orden humano de las cosas, ya entregarlos a los criminales sistemas del nuevo
Socialismo y Comunismo"

León XIII, "Quod Apostolici Muneris", 1878

Secta destructora de la sociedad civil


"...aquella secta de hombres que, bajo diversos y casi bárbaros nombres de socialistas, comunistas o nihilistas,
esparcidos por todo el orbe, y estrechamente coligados entre sí por inicua federación, ya no buscan su defensa
en las tinieblas de sus ocultas reuniones, sino que, saliendo a pública luz, confiados y a cara descubierta, se
empeñan en llevar a cabo el plan, que tiempo ha concibieron, de trastornar los fundamentos de toda sociedad
civil. Estos son ciertamente los que, según atestiguan las divinas páginas, 'mancillan la carne, desprecian la
dominación y blasfeman de la majestad' (Jdt. epist. v. 8)".

Secta pestífera.

"A todos, finalmente, es manifiesto con cuán graves palabras y cuánta firmeza y constancia de ánimo nuestro
glorioso predecesor Pío IX, de f. m., ha combatido, ya en diversas alocuciones tenidas, ya en encíclicas dadas
a los Obispos de todo el orbe, contra los inicuos intentos de las sectas, y señaladamente contra la peste del
socialismo, que ya estaba naciendo de ellas” .

"Secta abominable:"

"Poned, además, sumo cuidado en que los hijos de la Iglesia católica no den su nombre a la abominable secta
ni le hagan favor bajo ningún pretexto".

Planta siniestra

..."la Iglesia del Dios vivo, que es 'columna y fundamento de la verdad" (1 Tim. 2, 15), enseña aquellas
doctrinas y preceptos con que se atiende de modo conveniente al bienestar y vida tranquila de la sociedad y se
arranca de raíz la planta siniestra del socialismo”.

Mortal pestilencia

"Los comunistas, los socialistas y los nihilistas son una "mortal pestilencia que serpentea por las más intimas
entrañas de la sociedad humana y la conduce al peligro extremo de ruina".

Negación de las leyes humanas y divinas.

"Los socialistas, los comunistas y los nihilistas ... nada dejan intacto o íntegro de lo que por las leyes humanas
y divinas está sabiamente determinado para la seguridad y decoro de la vida".

El socialismo diverge diametralmente de la Religión Católica

"...aunque los socialistas, abusando del mismo Evangelio para engañar más fácilmente a los incautos,
acostumbran a forzarlo adaptándo19 a sus intenciones, con todo hay tan grande diferencia entre sus perversos
dogmas y la purísima doctrina de Cristo, que no puede ser mayor. Porque,'¿qué participación puede haber de
la justicia con la iniquidad, o qué consorcio de la luz con las tinieblas?”

León XIII, "Diuturnum lllud", 1881

"Mal horrendo"

"...Comunismo, Socialismo y Nihilismo, horrendos males y casi muerte de la sociedad civil"

León XIII,"Humanum Genus", 1884

"Ruina de todas las cosas"

"Porque suprimido el temor de Dios y el respeto a las leyes divinas, menospreciada la autoridad de los
príncipes, consentida y legitimada la manía de las revoluciones, sueltas con la mayor licencia las pasiones
populares, sin otro freno que el castigo, ha de seguirse necesariamente el trastorno y la ruina de todas las
cosas. Y aún precisamente esta ruina y trastorno es lo que, a conciencia maquinan y expresamente proclaman
unidas las masas de comunistas y socialistas.".

León XIII, "Libertas Praestantíssimum", 1888

Turba demoledora.

"...los socialistas y otras turbas de sediciosos, que porfiadamente maquinan por conmover hasta en sus
cimientos las naciones"

León XIII, "Graves de Communi", 1901

Enemigo de la sociedad y de la Religión

"...tenemos necesidad de corazones audaces y de fuerzas unidas, en una época en que la mies de dolores que se
desenvuelve ante nuestros ojos es demasiado vasta, y en que se van acumulando sobre nuestras cabezas
formidables peligros de perturbaciones ruinosas, en razón, principalmente, del poder creciente del socialismo.
Esos socialistas se insinúan hábilmente en el corazón de la sociedad. En las tinieblas de sus reuniones
secretas, a la luz del día, con la palabra y con la pluma, incitan las muchedumbres a la sedición; rechazada la
disciplina de la religión, descuidan los deberes, exaltando solamente los derechos, y atraen a las multitudes de
necesitados, de día en día más numerosos, que, por causa de las dificultades de la vida, son más fácilmente
seducidos y arrastrados al error. Se trata al mismo tiempo de la sociedad y de la Religión. Todos los buenos
ciudadanos deben tomar a pecho salvaguardar una y otra con honra."

Peligro para los bienes materiales, la moral y la Religión

"...era de Nuestro deber, advertir públicamente a los católicos sobre el grave error que se oculta bajo las
teorías del socialismo y del gran peligro que de ahí resulta, no solo para los bienes exteriores de la vida, sino
también para la integridad de las costumbres y para la Religión.".

Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 1965

"...Por este motivo hay que calificar de falsas tanto las doctrinas que se oponen a las reformas indispensables
en nombre de una falsa libertad como las que sacrifican los derechos fundamentales de la persona y de los
grupos en aras de la organización colectiva de la producción."

Socialismo cristiano, una contradicción

"Si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad (lo cual nunca han negado los
Sumos Pontífices), el concepto de la sociedad que le es característico y sobre el cual descansa, es inconciliable
con el verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios; nadie
puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero"

Tabla de Contenido

TEMA PÁGINA

Introducción 1

Justificación 2

Doctrina, Social, Iglesia (interpretación) 3

¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia? 4-5

Raíces de la Doctrina Social de la Iglesia.


 Raíces Bíblicas 5-6

 La Sagrada Escritura

 Antiguo Testamento 6-8

 Nuevo Testamento 8-9

Reseña Histórica y Encíclicas 10-11

Temas que trata la Doctrina Social de la Iglesia 11-12

Socialismo 13-14

Socialismo y D.S.I. 14-18

Conclusiones 19

Bibliografía 20

Bibliografía

 Educación Religiosa Escolar. Grado Once. Editorial Santillana. Medellín 2000. pág. 10-11

 Enciclopedia Microsoft Encarta 2000

 http://www.uaca.ac.cr/acta/2000nov/gsoto.doc.

 http://www.reconquistaydefensa.org.ar/doc-socialismo.htm

 Enciclopedia Autodidáctica Océano. Editorial Océano. Barcelona 1994. p. 1435

Introducción

Cuando una persona pronuncia o escucha la palabra “Iglesia”, inmediatamente la relaciona con Dios, sacerdote,
monja, rezar y una infinidad de cosas, personas o acciones que tienen competencia con esta institución.

Pues bien, por otro lado se habla de la justicia como la función que deberán cumplir los ciudadanos y hacer
cumplir por las fuerzas armadas designadas por la ley, es decir, la justicia en el punto de vista general es asunto
netamente del Estado.

Parece ser que la Iglesia y la Justicia no tienen nada que ver, pero estos dos términos van muy de la mano.

La Iglesia divulga una enseñanza que vela precisamente por el bien común y el cumplimiento de la justicia.
Esta enseñanza se denomina “La Doctrina Social de la Iglesia.”

En el presente trabajo se expondrán los objetivos principales de la doctrina, sus raíces, tanto históricas como
bíblicas y veremos la relación entre ésta y el Socialismo, sus similitudes y diferencias ideológicas y prácticas.

En fin, es un tema nuevo para muchos y útil para todos, porque de esta manera nos damos cuenta de un servicio
más que nos presta la Iglesia.
Justificación

Inicialmente el propósito de este trabajo era simplemente para una nota en el área de religión, sin embargo, a
través de su realización, las razones fueron cambiando.

Uno, como parte indispensable de una sociedad, debe saber cuáles y cuántas son las instituciones que trabajan
por su bien. Afortunadamente he aprendido que la Iglesia es una de ellas. Así que retomando el inicio de esta
justificación, el propósito de este trabajo es aprender cómo, desde el inicio de todos los tiempos y hasta el sol de
hoy, la Iglesia, imitando las acciones y enseñanzas de Cristo, se ocupa de la sociedad tomando al pobre, la
viuda, el extranjero, etc. como los primeros y más necesitados, gestión que no vemos casi hoy en día.

Conclusiones

 El obejetivo PRINCIPAL de la Doctrina Social de la Iglesia es velar por el cumplimiento de la justicia.

 Las enseñanzas bíblicas le aportan a la Doctrina Social de la Iglesia sus dos bases fundamentales: la
justicia y la caridad.

 La Doctrina Social de la Iglesia tuvo sus inicios históricos a fines del siglo XIX, pero tiene su fuente en
la Sagrada Escritura, comenzando por el libro del Génesis y, en particular, en el Evangelio y los escritos
apostólicos.

 En el Antiguo Testamento, el tema fundamental gira en torno a la justicia, mientras que en el Nuevo
Testamento el gran precepto es el del amor cristiano.

 La Doctrina Social de la Iglesia abarca todas las dimensiones del hombre y trata todos los temas que
tengan que ver con su desarrollo físico, emocional e intelectual.

 Va en contra del Socialismo por el simple hecho de ser hostil a la propiedad y a la familia, acción que va
en contra de todas las normas y prácticas de la Doctrina Social de la Iglesia.

 Diversos papas han condenado al Socialismo tachándola como “Secta Pestífera”, “Secta Abominable”,
“Mortal Pestilencia”, etc.

1 Educación Religiosa Escolar. Grado Once.Editorial Santillana. Medellín 2000. pág. 12

La Doctrina Social de la Iglesia (también, Doctrina Social Cristiana) es un conjunto de normas y principios
referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio
de la Iglesia Católica. El Compendio de la DSI y el Catecismo Católico la definen como un "cuerpo doctrinal
renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y
mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el curso de la historia"
(Comp. DSI 104).

Tal como afirma el Cardenal Martino en la presentación del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, "La
doctrina social cristiana es parte integrante de la concepción cristiana de la vida", con la que el beato Papa Juan
XXIII, en la encíclica Mater et magistra (n. 206), abría el camino, hace ya muchos años, a las sucesivas,
importantes y profundas precisiones de Juan Pablo II: "La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma
parte de la misión evangelizadora de la Iglesia" (Sollicitudo rei socialis, 41); la doctrina social, "instrumento de
evangelización" (Centesimus annus, 54), "anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre"
(ib.).
No obstante la primera encíclica social fue la Rerum novarum, escrita por León XIII el 15 de mayo de 1891, en
el contexto de los eventos de naturaleza económica y social que se produjeron en el Siglo XIX como la
Revolución Industrial y la "Cuestión obrera" dicha inquietud social no da inicio con dicho documento, pues la
Iglesia considera que jamás se ha desinteresado de la sociedad.

La Iglesia deja claro que su doctrina social no es una «tercera vía», un camino intermedio entre el capitalismo y
el socialismo. No tiene nada que ver con una agenda económica o política, y no es un «sistema». Aunque, por
ejemplo, ofrezca una crítica del socialismo y el capitalismo, no propone un sistema alternativo. No es una
propuesta técnica para solucionar los problemas prácticos, sino más bien una doctrina moral, que surge del
concepto cristiano de hombre y de su vocación al amor y a la vida eterna. Es una categoría propia.

La doctrina social, además de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene un destino
universal. La luz del Evangelio, que la doctrina social refleja sobre la sociedad, ilumina a todos los hombres:
todas las conciencias e inteligencias son capaces de captar la profundidad humana de los significados y de los
valores expresados en esta doctrina, así como la carga de humanidad y humanización de sus normas de acción.

La misma expresión “doctrina social” fue usada por primera vez por Pío XI en su encíclica Quadragesimo
anno1 quien cita a León XIII aun cuando reconoce que la preocupación por los problemas económicos y
sociales no nació con la Rerum novarum.

Los grandes cambios del siglo XIX como la revolución industrial y el consiguiente crecimiento de las ciudades
habían producido graves desigualdades sociales y económicas. Se debatía y se luchaba por establecer una justa
relación entre trabajo y capital y de ahí el problema conocido como cuestión obrera. El Papa León XIII afrontó
este tema y el de la propiedad privada en su encíclica que se constituyó en documento de referencia y de
inspiración para todas las acciones cristianas en el campo social.

Cuando en 1931 se cumplen 40 años de la publicación de la Rerum novarum, el Papa Pío XI publica la
Quadragesimo anno donde además de repasar la doctrina anterior y aplicarla a la situación del momento,
afrontó los nuevos problemas ligados al crecimiento de empresas y grupos cuyo poder pasaba fuera de las
fronteras nacionales. Recuerda además la condena del socialismo así como la insuficiencia del liberalismo.

A Pío XII le tocaron los años de la posguerra con otro orden internacional al que dedicó sus intervenciones.
Aun cuando no publicó encíclicas sobre temas sociales, no dejó de recordar a todos a través de sus
radiomensajes, la relación que corre entre la moral y el derecho positivo así como los deberes de las personas en
las distintas profesiones.

Juan XXIII deja dos contribuciones: la encíclica Mater et magistra y Pacem in terris. En la primera habla de la
misión de la Iglesia por construir comunión que permita tutelar y promover la dignidad del hombre. En la
segunda además de afrontar el tema de la guerra (en tiempos de proliferación de armamento nuclear) sino que
afronta el tema de los derechos humanos desde un punto de vista cristiano.

El Concilio Vaticano II trató en la constitución pastoral Gaudium et spes temas de actualidad social y
económica como el matrimonio y la familia, la paz y concordia entre los pueblos, etc.

Con Pablo VI hace su entrada en los documentos del Magisterio el tema del desarrollo en la encíclica
Populorum progressio haciendo hincapié en la necesidad de que ese desarrollo sea de toda la persona y de todos
los hombres.

Juan Pablo II, fuertemente marcado por su experiencia en Polonia, publicó diversas encíclicas sobre temas
sociales. La Laborem exercens que presenta una espiritualidad y una moral propias del trabajo que realiza el
cristiano. La Sollicitudo rei socialis que retoma el tema del progreso y el desarrollo íntegros de las personas
(publicada con motivo de los veinte años de la publicación de la Populorum progressio). Finalmente la
Centesimus annus -con motivo del centenario de la publicación de la Rerum novarum- se detiene en la noción
de solidaridad que permite encontrar un hilo conductor a través de toda la enseñanza social de la Iglesia. Aun
cuando sus predecesores habían tratado temas sociales como orientaciones para la ética social o para la
filosofía, Juan Pablo II planteó la Doctrina social de la Iglesia como una rama de la teología moral y dio
orientaciones sobre el modo en que esta disciplina debía ser enseñada en los seminarios.

Principios de la Doctrina Social de la Iglesia


 Dignidad de la persona humana "Imago Dei"
 Dignidad humana
 Bien común
 Destino universal de los bienes
 Principio de subsidiariedad
 Participación
 Participación social
 Principio de solidaridad
 Solidaridad (sociología)
 Valores fundamentales de la vida social
 Calidad de vida
 La vía de la caridad
 Caridad
 Cultura de la vida

Principales documentos sociales del Magisterio


León XIII

 Rerum Novarum (1891) (Ver texto)

Pío XI

 Quadragesimo Anno (1931) (Ver texto)


 Divini Redemptoris
 Mit Brennender Sorge (1937) (Ver texto)

Pío XII

 Radiomensaje de navidad (1942) (ver texto)

Juan XXIII

 Mater et Magistra 1961 (Ver texto)


 Pacem in Terris ( 1963) (Ver texto)

Concilio Vaticano II
 Gaudium et Spes (1965) (Ver texto)

Pablo VI

 Populorum Progressio (1967) (Ver texto)


 Humanae Vitae 1968
 Octogesima adveniens (1971) (Ver texto)

Juan Pablo II

 Laborem Exercens (1981) (Ver texto)


 Sollicitudo Rei Socialis ( 1987) (Ver texto)
 Centesimus Annus (1991) (Ver texto)
 Veritatis splendor (1993)
 Evangelium Vitae (1995)
 Fides et Ratio (1998) (Ver texto)

Benedicto XVI

 Deus Caritas Est (2005) (Ver texto)


 Caritas in Veritate (2009) (Ver texto)

Notas [editar]
1. ↑ Se lee en el número 20:

De este modo, mostrando el camino y llevando la luz que trajo la encíclica de León XIII, surgió una
verdadera doctrina social de la Iglesia [...]

Bibliografía [editar]
 Pontificio Consejo Justicia y Paz (Buenos Aires, 2005). Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
Conferencia Episcopal Argentina.
 Pontificio Consejo Justicia y Paz (Madrid, 2005). Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-7914-787-7.
 Enrique Colom Costa (2001). Curso de doctrina social de la Iglesia. Ediciones Palabra. ISBN
9788482395234.
 Domènec Melé (2000). Cristianos en la sociedad: Introducción a la doctrina social de la Iglesia.
Ediciones Rialp. ISBN 9788432132667.
 Rocco Buttiglione y otros (1990). La doctrina Social Cristiana. Encuentro. ISBN 9788474902549.
 Michel Schooyans (2006). La enseñanza social de la Iglesia. Ediciones Palabra. ISBN 9788482399270.
Doctrina social de la Iglesia
 en el
MAGISTERIO PONTIFICIO
RERUM NOVARUM - Carta encíclica del Sumo Pontífice LEÓN XIII sobre
la "condicion" de los obreros - 15 de mayo de 1891.
PACEM DEI MUNUS-  Carta encíclica del Papa Benedicto XV promulgada
el 23 de mayo de 1920 Sobre la reconciliacion cristiana por la paz.
QUADRAGESIMO ANNO - Carta Encíclica del Papa Pío XI en el 40
aniversario de la "Rerum Novarum".
DIVINI REDEMPTORIS - Carta encíclica del Papa Pío XI promulgada el
19 de marzo de 1937. Sobre el comunismo ateo.
MIT BRENNENDER SORGE - Carta encíclica de S.S. Pío XI sobre la
situación de la Iglesia en el Reich Germánico - 14 de marzo de 1937
NON ABBIAMO BISOGNO. Encíclica para la Acción Católica de Italia 29
de junio de 1931.
INTRODUCCIÓN Y TEXTOS DE ALGUNOS RADIOMENSAJES -
Doctrina Social de la Iglesia en Pío XII
SUMMI PONTIFICATUS. Carta Encíclica del Sumo Pontífice Pío XII sobre
los errores y verdades de hoy. Del 20 de Octubre de 1939.
MATER ET MAGISTRA - Carta Encíclica del Papa Juan XXIII en el 70
aniversario de la "Reum Novarum"  Sobre los recientes desarrollos de la
cuestión social a la luz de la doctrina cristiana 15-V-1961.
PACEM IN TERRIS - Carta Encíclica del Papa Juan XXIII. Sobre la paz
entre los pueblos -11-IV-1963.
GAUDIUM ET SPES - Constitución pastoral del Concilio Vaticano II
sobre la Iglesia en el mundo actual. 
POPULORUM PROGRESSIO - Carta Encíclica del Papa Pablo VI.
Promulgada el 26 de Marzo de 1967.
OCTOGESIMA ADVENIENS - Carta Apostólica del Papa Pablo VI en el
80 aniversario de la "Rerum Novarum"
LABOREM EXERCENS - Carta Encíclica del sumo pontífice JUAN
PABLO II. sobre el trabajo humano en el 90 aniversario de la Rerum
Novarum.
SOLLICITUDO REI SOCIALIS - Carta Encíclica del Papa Juan Pablo II.
AL cumplirse el vigésimo aniversario de la POPULORUM PROGRESSIO.
CENTESIMUS ANNUS - Carta Encíclica del Papa Juan Pablo II en el
centenario de la "Rerum Novarum".
DISCURSO DE JUAN PABLO II A LA QUINCUAGÉSIMA ASAMBLEA
GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS en 1995.
ENTREVISTA A KAROL WOJTYLA SOBRE LA DOCTRINA SOCIAL DE
LA IGLESIA en 1978. (pdf)
LIBERTAD CRISTIANA Y LIBERACIÓN. Instrucción para la
Congregación de la Doctrina de la Fe. 22 de Marzo de 1986.
Declaración final de la Asamblea Especial para Europa del Sínodo de
los Obispos para Europa. Del 28 de Noviembre al 14 de Diciembre de 1991 .
(pdf)
PACEM IN TERRIS, UNA TAREA PERMANENTE. Mensaje de su
Santidad el Papa Juan Pablo II, para la celebración de la Jornada Mundial
de la Paz. 1 de Enero de 2003.
EL HOMBRE, LA CULTURA Y LA CIENCIA A LA LUZ DEL MENSAJE
DE CRISTO. Discurso de Juan Pablo II a la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. (pdf)
ECCLESIA IN EUROPA. Exhortación Apostólica Postsinodal. Del Santo
Padre Juan Pablo II a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a los
consagrados y consagradas y a todos los fieles laicos, sobre Jesucristo
vivo en su Iglesia y fuente de esperanza para Europa. 28 de Junio de
2003.
UN COMPROMISO SIEMPRE ACTUAL, EDUCAR A LA PAZ. Mensaje
de su Santidad Juan Pablo II en la XXXVII Jornada Mundial de la Paz -
2004 (1º de enero de 2004).
Carta de los Obispos de la Iglesia Católica sobre la Colaboración del
Hombre y la Mujer en la Iglesia y en el Mundo. Congregación para la
Doctrina de la Fe. Roma, 31 de Julio de 2004.
 

CONGRESO "JUAN PABLO II: 25 AÑOS DE PONTIFICADO. LA IGLESIA AL SERVICIO DEL


HOMBRE"
PONTIFICIA UNIVERSIDAD LATERANENSE
(ROMA, 8-10 DE MAYO)

CONFERENCIA DEL CARDENAL JOSEPH RATZINGER

LAS CATORCE ENCÍCLICAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Sería absurdo pensar que se puede hablar en media hora de las catorce encíclicas de nuestro Santo Padre. Sería
preciso examinar cada una detalladamente, para poder comprender la estructura del conjunto y para captar sus
temas centrales y la línea de su enseñanza. En media hora sólo se puede brindar una panorámica aproximada y
superficial. La elección de los puntos que subrayamos es necesariamente unilateral y podría hacerse también de
modo diverso. Además, una valoración conjunta debería incluir también los demás textos magisteriales del
Papa, que a menudo son de gran trascendencia y pertenecen sin duda al conjunto de las afirmaciones doctrinales
del Santo Padre.

Dicho esto, las encíclicas se deben dividir por grupos de temas afines. Conviene recordar ante todo el tríptico
trinitario de los años 1979-1986, que abarca las encíclicas Redemptor hominis, Dives in misericordia y
Dominum et vivificantem. A la década 1981-1991 pertenecen las tres encíclicas sociales:  Laborem exercens,
Sollicitudo rei socialis y Centesimus annus. Luego están las encíclicas que tratan temas de eclesiología: 
Slavorum apostoli (1985), Redemptoris missio (1990) y Ut unum sint (1995). En el ámbito eclesiológico se
puede situar también la última encíclica, hasta ahora, del Papa:  Ecclesia de Eucharistia (2003), así como en
cierto sentido, la encíclica mariana Redemptoris Mater (1987).

Ya en su primera encíclica el Papa había unido íntimamente los temas de la madre Iglesia y de la Madre de la
Iglesia, ensanchándolos al ámbito histórico-teológico y pneumatológico:  "Suplico sobre todo a María, la
celestial Madre de la Iglesia, que se digne, en esta oración del nuevo Adviento de la humanidad, perseverar con
nosotros que formamos la Iglesia, es decir, el Cuerpo místico de su Hijo unigénito. Espero que, gracias a esta
oración, podamos recibir al Espíritu Santo que desciende sobre nosotros (cf. Hch 1, 8) y convertirnos de este
modo en testigos de Cristo "hasta los últimos confines de la tierra"" (Redemptor hominis, 22). En la mariología,
para el Papa, se encuentran todos los grandes temas de la fe:  no hay encíclica que no concluya con una
referencia a la Madre del Señor.

Y, por último, tenemos tres grandes textos doctrinales, que pueden situarse en el ámbito antropológico: 
Veritatis splendor (1993), Evangelium vitae (1995) y Fides et ratio (1998).
La primera encíclica, Redemptor hominis, es la más personal, el punto de partida de todas las demás. Sería fácil
demostrar que todos los temas sucesivos ya se hallaban anticipados en ella:  el tema de la verdad y el vínculo
entre verdad y libertad se afronta según toda la importancia que tiene en un mundo que quiere libertad pero
considera la verdad una pretensión y lo contrario de la libertad. El celo ecuménico del Papa se aprecia ya en
este primer gran texto magisterial. Los principales rasgos de la encíclica eucarística -Eucaristía y sacrificio,
sacrificio y redención, Eucaristía y penitencia- ya se hallan presentes en sus grandes líneas. El imperativo "no
matarás", que es el gran tema de la Evangelium vitae, es anunciado con gran fuerza al mundo. Como hemos
visto, la orientación del cristianismo hacia el futuro, típica del Papa, está relacionada con el tema mariano. Para
el Papa, el vínculo entre la Iglesia y Cristo no es un vínculo con el pasado, una orientación hacia atrás, sino más
bien el vínculo de quien es y da futuro, y que invita a la Iglesia a abrirse a un nuevo período de la fe. Su
compromiso personal, su esperanza, pero también su profundo deseo de que el Señor nos conceda un nuevo
presente de fe y de plenitud de vida, un nuevo Pentecostés, resulta evidente cuando, casi como una explosión,
prorrumpe en una invocación:  "La Iglesia de nuestro tiempo parece  repetir  cada  vez con mayor fervor y con
santa insistencia:  ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven!" (Redemptor hominis, 18).

Todos estos temas que, como ya hemos dicho, anticipan toda la obra magisterial del Papa, están conectados por
una visión cuya dirección fundamental debemos tratar de describir. Con ocasión de los ejercicios que, como
cardenal arzobispo de Cracovia, predicó en 1976 a Pablo VI y a la Curia romana, explicaba que los intelectuales
católicos polacos, en los primeros años de la posguerra, al inicio habían tratado de confutar, contra el
materialismo marxista convertido ya en doctrina oficial, el valor absoluto de la materia. Pero pronto se desplazó
el centro del debate:  ya no versaba sobre las bases filosóficas de las ciencias naturales (aunque este tema
mantiene siempre su importancia), sino sobre la antropología. El núcleo de la discusión pasó a ser:  ¿qué es el
hombre? La cuestión antropológica no es una teoría filosófica sobre el hombre; tiene un carácter existencial.
Bajo esa cuestión subyace la cuestión de la redención. ¿Cómo puede vivir el hombre? ¿Quién tiene la respuesta
a la cuestión sobre el hombre?, una cuestión muy concreta. ¿Quién puede enseñarnos a vivir:  el materialismo,
el marxismo o el cristianismo?

Así pues, la cuestión antropológica es una cuestión científica y racional, pero, al mismo tiempo, es también una
cuestión pastoral:  ¿cómo podemos mostrar a los hombres el camino que lleva a la vida y ayudarles a
comprender también a los no creyentes que sus interrogantes son también los nuestros y que, frente al dilema
del hombre de hoy y de entonces, Pedro tenía razón cuando dijo al Señor:  "Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú
tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Filosofía, pastoral y fe de la Iglesia se funden en esta tensión
antropológica.

En su primera encíclica, Redemptor hominis, Juan Pablo II resumió, por decirlo así, los frutos del camino
recorrido hasta entonces en su calidad de pastor de la Iglesia y como pensador de nuestro tiempo. Esa primera
encíclica gira en torno a la cuestión del hombre. La expresión:  "el  hombre es el camino primero y fundamental
de la Iglesia" (ib., 14) se ha convertido casi en un lema. Pero, al citarla, a menudo nos olvidamos de que poco
antes el Papa había dicho:  "Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. Él mismo es nuestro camino "hacia
la casa del Padre" (cf. Jn 14, 1 ss) y es también el camino hacia cada hombre" (ib., 13). Por consiguiente,
también la fórmula del hombre como primer camino de la Iglesia prosigue así:  "camino trazado por Cristo
mismo, camino que inmutablemente conduce a través del misterio de la Encarnación y de la Redención" (ib.,
14).

Para el Papa, antropología y cristología son inseparables. Precisamente Cristo nos ha revelado qué es el hombre
y a dónde debe ir para encontrar la vida. Este Cristo no es sólo un modelo de existencia humana, un ejemplo de
cómo se debe vivir, sino que "está unido, en cierto modo, a todo hombre" (ib.). Cristo nos toca en nuestro
interior, en la raíz de nuestra existencia, transformándose así, desde el interior, en el camino para el hombre.
Rompe el aislamiento del yo; es garantía de la dignidad  indestructible de cada persona y, al mismo  tiempo, es
quien supera el individualismo en una comunicación a la que aspira toda la naturaleza del hombre.

Para el Papa, el antropocentrismo es al mismo tiempo cristocentrismo, y viceversa. Contra la opinión según la
cual sólo a través de las formas primitivas del ser humano (partiendo de abajo, por decirlo así) se puede explicar
qué es el hombre, el Papa sostiene que solamente partiendo del hombre perfecto se puede comprender lo que es
el hombre, y que desde este punto de vista se puede vislumbrar el camino del ser humano. A este respecto,
habría podido referirse a Teilhard de Chardin, que decía:  "La solución científica del problema humano no
deriva exclusivamente del estudio de los fósiles, sino de una atenta observación de las características y de las
posibilidades del hombre de hoy, que determinarán al hombre de mañana".

Naturalmente, Juan Pablo II va mucho más allá de ese diagnóstico:  en definitiva, sólo podemos comprender
qué es el hombre mirando a Aquel que realiza plenamente la naturaleza del hombre, que es imagen de Dios, el
Hijo de Dios, Dios de Dios y Luz de Luz. Así corresponde perfectamente a la orientación intrínseca de la
primera encíclica, la cual, en la prosecución del Magisterio papal, se desarrolló formando, juntamente con otras
dos encíclicas, el tríptico trinitario. La cuestión del hombre no se puede separar de la cuestión de Dios. La tesis
de Guardini, según el cual sólo conoce al hombre quien conoce a Dios, encuentra una clara confirmación en
esta fusión de la antropología con la cuestión de Dios.

Echemos ahora una mirada a las otras dos tablas del tríptico trinitario. El tema de Dios Padre aparece velado,
por decirlo así, en primer lugar, bajo el título Dives in misericordia. Se puede creer que la idea de tratar esta
temática le vino al Papa de la devoción de la religiosa de Cracovia Faustina Kowalska, a la que posteriormente
elevó al honor de los altares. Poner en el centro de la fe y de la vida cristiana la misericordia de Dios fue el gran
deseo de esta santa mujer. Con la fuerza de su vida espiritual, ella puso de relieve la novedad del cristianismo,
precisamente en nuestro tiempo, marcado por la irreligiosidad de sus ideologías. Basta recordar que Séneca, un
pensador del mundo romano en muchos aspectos bastante cercano al cristianismo, dijo una vez:  "La compasión
es una debilidad, una enfermedad". Mil años después, san Bernardo de Claraval, con el espíritu de los santos
Padres, encontró la admirable fórmula:  "Dios no puede padecer, pero puede compadecer".

Considero muy acertado que el Papa haya centrado su encíclica sobre Dios Padre  en  el tema de la misericordia
divina. El primer subtítulo de la encíclica es:  "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14, 9). Ver a Cristo significa
ver al Dios misericordioso. Conviene subrayar que en esta encíclica la digresión sobre la terminología bíblica
de la misericordia divina en el Antiguo Testamento ocupa nada menos que tres páginas. En ella se explica
también la palabra rahamim, que proviene de la palabra rehem (vientre materno), y confiere a la misericordia de
Dios los rasgos del amor materno.
El otro punto central de la encíclica es su profunda interpretación de la parábola del hijo pródigo, en la que la
imagen del Padre resplandece en toda su grandeza y belleza.

Quiero dedicar también unas pocas palabras a la encíclica sobre el Espíritu Santo, en la cual se trata el tema de
la verdad y de la conciencia. Según el Papa, el auténtico don del Espíritu Santo es "el don de la verdad de la
conciencia y el don de la certeza de la redención" (Dominum et vivificantem, 31). Así pues, en la raíz del
pecado está la mentira, el rechazo de la verdad. "La "desobediencia", como dimensión originaria del pecado,
significa rechazo de esta fuente por la pretensión del hombre de llegar a ser fuente autónoma y exclusiva en
decidir sobre el bien y el mal" (ib., 36). La perspectiva fundamental de la encíclica Veritatis splendor ya
aparece aquí muy claramente. Es evidente que el Papa, precisamente en la encíclica sobre el Espíritu Santo, no
se detiene en el diagnóstico de nuestra situación de peligro, sino que hace ese diagnóstico para preparar el
camino a la curación. En la conversión, el afán de la conciencia se transforma en amor que sana, que sabe
sufrir:  "El dispensador oculto de esa fuerza salvadora es el Espíritu Santo" (ib., 5).

He comentado ampliamente -tal vez demasiado ampliamente- el tríptico trinitario, porque contiene todo el
programa de las encíclicas sucesivas y lo relaciona con la fe en Dios. Ahora no tendré más remedio que
limitarme a algunos rasgos esquemáticos de las demás encíclicas.

Las tres grandes encíclicas sociales aplican la antropología del Papa a la problemática social de nuestro tiempo.
Juan Pablo II subraya la primacía del hombre sobre los medios de producción, la primacía del trabajo sobre el
capital y la primacía de la ética sobre la técnica. En el centro está la dignidad del hombre, que es siempre un fin
y jamás un medio. A partir de aquí se esclarecen las grandes cuestiones actuales de la problemática social en
contraposición crítica tanto con el marxismo como con el liberalismo.

Las encíclicas eclesiológicas merecerían una reflexión profunda, que no puedo hacer aquí. Ecclesia de
Eucharistia considera a la Iglesia desde el interior y desde lo alto, y así capta su capacidad de crear comunión;
Redemptoris Mater trata de la prefiguración de la Iglesia en María y del misterio de su maternidad; las otras tres
encíclicas de este grupo presentan los dos grandes ámbitos relacionales en los que vive la Iglesia:  el diálogo
ecuménico -como búsqueda de la unidad de los bautizados en obediencia al mandato del Señor, según la lógica
intrínseca de la fe, que ha sido enviada al mundo por Dios como fuerza de unidad- es el primer ámbito
relacional que el Papa, con toda la fuerza de su celo ecuménico, introduce en la conciencia de la Iglesia con la
Ut unum sint.
También Slavorum apostoli es un texto ecuménico de particular belleza. Por una parte, se sitúa en la relación
entre Oriente y Occidente; y, por otra, muestra la vinculación entre la fe y la cultura, y la capacidad que tiene la
fe para crear cultura, pues llega al fondo y experimenta una nueva dimensión de la unidad.

El otro ámbito relacional atañe a los hombres que profesan religiones no cristianas o viven sin religión, para
anunciarles a Jesús, del que Pedro dijo a los fariseos:  "En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre
nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos" (Hch 4, 12). En la
Redemptoris missio el Papa explica la relación entre diálogo y anuncio. Muestra que la misión, el anuncio de
Cristo a todos los que no lo conocen, sigue siendo siempre una obligación, pues todo hombre espera en su
interior a aquel que es a la vez Dios y hombre, al "Redentor del hombre".

Veamos, por último, las tres grandes encíclicas en las que la temática antropológica se desarrolla bajo diversos
aspectos. Veritatis splendor no sólo afronta la crisis interna de la teología moral en la Iglesia, sino que
pertenece al debate ético de dimensiones mundiales, que hoy se ha transformado en una cuestión de vida o
muerte para la humanidad. Contra una teología moral que en el siglo XIX se había reducido de modo cada vez
más preocupante a casuística, ya en los decenios anteriores al Concilio se había puesto en marcha un decidido
movimiento de oposición. La doctrina moral cristiana se debía formular nuevamente desde su gran perspectiva
positiva a partir del núcleo de la fe, sin considerarla como una lista de prohibiciones.

La idea de la imitación de Cristo y el principio del amor se desarrollaron como las directrices fundamentales, a
partir de las cuales podían organizarse los diversos elementos de la doctrina. La voluntad de dejarse inspirar por
la fe como luz nueva que hace transparente la doctrina moral había llevado a alejarse de la versión
iusnaturalista de la moral en favor de una construcción de perfil bíblico e histórico-salvífico.

El concilio Vaticano II había confirmado y reafirmado estos enfoques. Pero el intento de construir una moral
puramente bíblica resultó imposible ante las demandas concretas de la época. El puro biblicismo, precisamente
en la teología moral, no es un camino posible. Así,  de modo sorprendentemente rápido, después de una breve
fase en la que  se  trató  de dar a la teología moral una inspiración bíblica, se intentó una explicación puramente
racional del ethos, pero la vuelta al pensamiento iusnaturalista resultó imposible:  la corriente antimetafísica,
que tal vez ya había contribuido al intento biblicista, hacía que el derecho natural pareciera un modelo
anticuado y ya inadecuado.

Se quedó a merced de una racionalidad positivista que ya no reconocía el bien como tal. "El bien es siempre
-así decía entonces un teólogo moral- sólo mejor que...". Quedaba como criterio el cálculo de las consecuencias.
Moral es lo que parece más positivo, teniendo en cuenta las consecuencias previsibles. No siempre el
consecuencialismo se aplicó de modo tan radical. Pero al final se llegó a una construcción tal, que se disuelve lo
que es moral, pues el bien como tal no existe. Para ese tipo de racionalidad ni siquiera la Biblia tiene algo que
decir. La sagrada Escritura puede proporcionar motivaciones, pero no contenidos.

Pero si las cosas fueran así, el cristianismo como "camino" -así debería y quisiera ser- resultaría un fracaso. Y si
antes desde la ortodoxia se había llegado a la ortopraxis, ahora la ortopraxis se convierte en una trágica ironía: 
porque en el fondo no existe.

El Papa, por el contrario, con gran decisión volvió a dar legitimidad a la perspectiva metafísica, que es sólo una
consecuencia de la fe en la creación. Una vez más, partiendo de la fe en la creación, logra vincular y fundir
antropocentrismo y teocentrismo:  "la razón encuentra su verdad y su autoridad en la ley eterna, que no es otra
cosa que la misma sabiduría divina. (...) En efecto, la ley natural (...) no es otra cosa que la luz de la inteligencia
infundida en nosotros por Dios" (Veritatis splendor, 40). Precisamente porque el Papa es partidario de la
metafísica en virtud de la fe en la creación, puede comprender también la Biblia como Palabra presente, unir la
construcción metafísica y bíblica del ethos. Una perla de la encíclica, significativa tanto filosófica como
teológicamente, es el gran pasaje sobre el martirio. Si ya no hay nada por lo que valga la pena morir, entonces
también la vida resulta vacía. Sólo si existe el bien absoluto, por el que vale la pena morir, y el mal eterno que
nunca se transforma en bien, el hombre es confirmado en su dignidad y nosotros nos vemos protegidos de la
dictadura de las ideologías.

Este punto es fundamental también para la encíclica Evangelium vitae, que el Papa escribió a petición
apremiante del Episcopado mundial, pero que es igualmente expresión de su apasionada lucha por el respeto
absoluto de la dignidad de la vida humana. La vida humana, donde se la trata como mera realidad biológica, se
convierte en objeto del cálculo de las consecuencias. Pero el Papa, con la fe de la Iglesia, ve la imagen de Dios
en el hombre, en todo hombre,  sea pequeño o grande, sea débil o  fuerte,  sea  útil o parezca inútil. Cristo, el
Hijo  mismo  de Dios hecho hombre, murió por todo hombre. Esto confiere a cada hombre un valor infinito,
una dignidad absolutamente intocable.
Precisamente porque en el hombre hay algo más que mera bios, también su vida biológica resulta infinitamente
valiosa. No queda a disposición de cualquiera, pues está revestida de la dignidad de Dios. No hay
consecuencias, por más nobles que sean, que puedan justificar experimentos sobre el hombre.

Después de todas las experiencias crueles de abuso del hombre, aunque las motivaciones pudieran parecer muy
elevadas moralmente, esas palabras eran y son necesarias. Resulta evidente que la fe es la defensa de la
humanidad. En la situación de ignorancia metafísica en la que nos encontramos, y que resulta a la vez atrofia
moral, la fe se muestra como lo humano que salva. El Papa, como portavoz de la fe, defiende al hombre contra
una moral aparente que amenaza con aplastarlo.

Por último, debemos considerar la gran encíclica Fides et ratio, sobre la fe y la filosofía. El tema de la verdad,
que marca toda la obra magisterial del Santo Padre, se desarrolla aquí en todo su dramatismo. Afirmar la
cognoscibilidad de la verdad, o sea, anunciar el mensaje cristiano como verdad reconocida, se ve hoy en gran
medida como un ataque a la tolerancia y al pluralismo. La verdad se convierte incluso en una palabra prohibida.

Pero precisamente aquí entra en juego, una vez más, la dignidad del hombre. Si el hombre no es capaz de llegar
a la verdad, entonces todo lo que piensa y hace es puro convencionalismo, mera tradición. Como hemos visto,
no le queda sino el cálculo de las consecuencias. Pero, ¿quién puede abarcar realmente con la mirada las
consecuencias de las acciones humanas? Si es así, todas las religiones son sólo tradiciones, y naturalmente
también el anuncio de la fe cristiana es una pretensión colonialista o imperialista.

El cristianismo no está en contradicción con la dignidad del hombre únicamente si la fe es verdad, pues no daña
a nadie; más aún, es el bien lo que nos debemos recíprocamente. Como resultado de los grandes éxitos en el
ámbito de las ciencias naturales y de la técnica, la razón ha perdido la valentía ante los grandes interrogantes del
hombre:  sobre Dios, sobre la muerte, sobre la eternidad, sobre la vida moral. El positivismo se extiende sobre
el ojo interior del hombre como una catarata. Pero si estos interrogantes, decisivos al final para nuestra vida,
quedan relegados al ámbito de la pura subjetividad y, por tanto, en definitiva, de la arbitrariedad, nos hemos
quedado ciegos por lo que atañe a nuestra realidad de hombres.

Partiendo de la fe, el Papa pide a la razón que tenga la valentía de reconocer las realidades fundamentales. Si la
fe no tiene la luz de la razón, se reduce a pura tradición, y con ello declara su profunda arbitrariedad. La fe no
necesita la valentía de la razón por sí misma. No está contra ella, sino que la impulsa a pretender de sí las
grandes cosas para las cuales ha sido creada. Sapere aude:  con este imperativo Kant describió la naturaleza del
iluminismo.

Se podría decir que el Papa, de un modo nuevo, apela a una razón que se ha hecho metafísicamente pusilánime: 
Sapere aude! Pretende de ti misma poder hacer grandes cosas. A esto estás destinada. La fe -así nos dice el
Papa- no quiere hacer que calle la razón, sino que la quiere liberar del velo de la catarata que, frente a los
grandes interrogantes de la humanidad, está ampliamente extendido sobre ella.

Una vez más, se ve que la fe defiende al hombre en su realidad de ser humano. Josef Pieper expresó una vez
este pensamiento:  "En la época final de la historia, bajo el señorío de la sofística y de una pseudofilosofía
corrupta, la verdadera filosofía se podrá unir en la unidad primordial con la teología" y afirmó que así, al final
de la historia, "la raíz de todas las cosas y el sentido último de la existencia -que quiere decir:  el objeto
específico de la filosofía- será visto y considerado sólo por los que creen".

Ahora bien, nosotros no estamos, en la medida en que se puede saber, al final de la historia. Pero corremos el
peligro de negar a la razón su auténtica grandeza. Y el Papa considera, con razón, que la fe está llamada a
impulsar a la razón a tener nuevamente la valentía de la verdad. Sin la razón, la fe fracasa; sin la fe, la razón
corre el riesgo de atrofiarse. Está en juego el hombre. Pero, para que el hombre sea redimido, hace falta el
Redentor. Necesitamos a Cristo, hombre, que es hombre y Dios, "sin confusión ni división" en una única
persona, Redemptor hominis.

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