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Los agentes públicos solo pueden ser despedidos con justa causa.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación consagró la estabilidad laboral para empleos
públicos en casos de renovación sucesiva de contratos.
La Corte, presidida por Ricardo Lorenzetti, dictó el fallo en la causa promovida por
Marta Madorrán, que trabajó desde 1970 en la Aduana hasta que fue dejada cesante, en
noviembre de 1996. Ahora, Madorrán deberá ser reincorporada y podrá cobrar todos los
sueldos devengados desde ese año. El fallo lleva las firmas de Lorenzetti, Elena
Highton, Carmen Argibay, Juan Carlos Maqueda, Enrique Petracchi y Carlos Fayt. No
firmó Raúl Zaffaroni, que se encuentra de viaje.
El fallo tiene impacto en la administración pública nacional y en la porteña. En muchas
provincias, el empleo público es la principal fuente de trabajo, pero allí la estabilidad en
el cargo depende de lo que establezcan las respectivas constituciones.
Si bien la Constitución estableció una protección casi absoluta contra el despido de los
empleados públicos, un convenio colectivo de 1992 había dispuesto que los trabajadores
de la Administración Nacional de Aduanas podían ser despedidos sin causa justificada,
con el solo pago de la indemnización prevista en la ley de contrato de trabajo. En 1992,
durante la gestión de Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía y con la
reforma del Estado, muchos empleados públicos se pasaron al sector privado.
Florecieron entonces convenios como el ahora declarado nulo por la Corte, que ayer
confirmó un falló de la Sala VI de la Cámara del Trabajo y declaró nulo e
inconstitucional el artículo 7 del convenio colectivo 56/92. Según la Corte, la
Constitución protege a los trabajadores contra el despido y les reconoce el derecho a una
indemnización. Pero, además, en el caso de los empleados públicos, la Constitución
reconoce en el artículo 14 bis -incorporado en la reforma constitucional de 1957- la
estabilidad propia, por lo que no pueden ser despedidos sin justa causa.
Los jueces de la Corte reconocen que los derechos pueden ser reglamentados, pero no
pueden ser desnaturalizados ni alterados.
¿Qué dice el fallo?
La estabilidad en el empleo público es una cláusula desarrollada en el siglo XX por el
constitucionalismo social.
Recuerda que la norma fue incorporada en la Constitución nacional para evitar que el
empleado público esté sujeto a las cesantías en masa, en ocasión de los cambios de
gobierno y para evitar que los partidos que conquistan el poder dispongan de esos
cargos como un botín de guerra. Se busca evitar así la arbitrariedad jerárquica o de la
política partidaria.
La Constitución Nacional protege no sólo a los trabajadores, sino también a la
Administración Pública contra su propio deterioro.
El artículo 16 de la Constitución establece que la idoneidad es una condición para ser
empleado público. El Estado, al despedir al trabajador, debe probar la causa, es decir,
deberá demostrar que dejó de ser idóneo.
Los tratados internacionales incorporados en nuestra Constitución también asignan un
grado similar de protección.
Las atribuciones del presidente de despedir a los empleados públicos están limitadas por
esa estabilidad.
La "estabilidad del empleado público" expresada por el artículo 14 bis "es una cláusula
operativa, según ya lo entendió esta Corte: en su recto sentido la norma proscribe la
ruptura discrecional del vínculo de empleo público y es, así, susceptible de autónomo
acatamiento por las autoridades administrativas".
“PRINETTI, Jorge c/ BAGLEY”, C.N.A.T., SALA III, D.T. 2000 B, pág. 1427.
Tiene por objeto evitar todo tipo de discriminación injusta, pero no las distinciones
sustentadas en méritos particulares”.
En ese punto, indicaron que la Corte también señaló que la garantía de igualdad ante la
ley radica en consagrar un trato legal igualitario a quienes de hallen en una razonable
igualdad de circunstancias, lo que impide que el legislador contemple en forma distinta
situaciones que considere diferentes, en tanto dichas distinciones no se formulen con
criterios arbitrarios de indebido favor o disfavor, privilegio o inferioridad personal o de
clase o de ilegítima persecución.
Estrella era una enfermera, que paso a ser supervisora, eso quiere decir que paso a
personal jerárquico, y no necesita un convenio colectivo de trabajo ni la ley de jornada.
Más allá que empezó a tener diferencias con sus compañeros, también lo vivió en
remuneración de su sueldo, ya que todos los aumentos no serían obligatorios en el caso
de su cargo que tenía. Ósea que de apoco sus compañeras antes enfermeras como ella,
estaban igualando su salario, y es allí donde ella hace una demanda contra el sanatorio.
Y plantea que debe haber una diferencia porque ella era responsable y por el cargo que
se le asigno. Y la corte dice que si se la perjudicó, pero el empleador debería darle un
plus, o sea una brecha lógica de dinero, por la diferencia a su cargo, con respecto a las
otras enfermeras.
Con la firma de los Jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Carlos
Fernando Rosenkrantz, la Corte Suprema revocó el fallo.
El Tribunal destacó que la mera prestación de servicios para una empresa no implica
que la relación sea dependiente y remarcó la vigencia indiscutible de la figura de la
locación de servicios en el derecho argentino.
Por otro lado, el Tribunal descalificó el pronunciamiento porque omitió valorar prueba
según la cual la relación no tenía ninguno de los rasgos típicos de la relación laboral. El
médico era socio de una asociación que tenía injerencia directa dentro del hospital en la
toma de decisiones sobre qué profesionales podían ser admitidos al nosocomio, cómo
debían llevarse adelante las prácticas médicas y cómo eran distribuidos los honorarios.
Además, el médico solo cobraba si realizaba prácticas médicas.
La Corte hizo hincapié, finalmente, en circunstancias adicionales indicativas de la
ausencia de relación laboral (el actor era monotributista y emitía facturas, nunca hizo
reclamo alguno durante siete años y no invocó ni probó haber gozado de licencias o
vacaciones pagas).
Como este es un fallo de la década del 90, y muy defendido por las empresas y muy
criticado por los laboralistas (se presume que se lo dicto para bajar línea a los tribunales
inferiores), en donde prácticamente se vació el contenido del art 30, es decir, si esto no
es actividad normal específica y habitual entonces que es!? Y en el fallo procura y
nombra también al fomento de la empresa y a la no afectación del comercio.
Esto fue evolucionando (aunque fue repetido por la corte y acatado por los tribunales
inferiores en varias ocasiones) hasta que de a poco se fue relajando, de la siguiente
manera: la corte empezó a rebotar los recursos extraordinarios que no respetaban el fallo
Rodríguez de los tribunales inferiores, es decir, dejando hacer tácitamente.
Bien vale recordar que donde el fallo “Rodríguez” resolvió a mérito de interpretar al art.
30 de la LCT que no correspondía reclamar responsabilidad solidaria por créditos
laborales de un empresario que suministrare a otro un producto determinado,
desligándose expresamente de su ulterior procesamiento, elaboración y distribución, el
“nuevo criterio” de la Corte para el juzgamiento de la responsabilidad solidaria a partir
de “Benítez” implicó abandonar el criterio restrictivo de extensión, sosteniendo que para
definir la aceptación o el rechazo de la solidaridad, debía probarse la existencia de “una
unidad técnica de ejecución entre la empresa y su contratista, de acuerdo a la implícita
remisión que hace la norma en cuestión (el art. 30), al art. 6del mismo ordenamiento
legal”. Se infería entonces de “Benítez” que la solidaridad dependía de la prueba de esa
unidad, referida al establecimiento, que está precisado en el art. 69 de la LCT como un
segmento de la empresa, que hace a sus fines.
Lo valioso, y que debe significarse de los fallos “Rodríguez” y “Benítez”, es que más
allá de los efectos de uno y del otro, la Corte verdaderamente quiso fijar doctrina,
estableciendo criterios y pautas para la valorización en la materia del Artículo 30. Así
fue como, en definitiva, instó a los jueces de grado a considerar los hechos y pruebas de
cada caso concreto.
Como corolario, debemos decir que la pregunta disparadora del presente artículo de
opinión queda (lamentablemente) inconclusa y abierta a raíz del fallo comentado.
Entendemos que la Corte Suprema no ha realizado un análisis pormenorizado de la
actividad de distribución y venta de diario, por un lado, ni tampoco ha buscado tratar las
distintas aristas que, desde Rodríguez con Compañía Embotelladora, persisten sin
criterio unificado hasta el día de la fecha.
Esto se patentiza, en el ámbito de nuestra disciplina, con las sentencias dictadas por la
Corte en los casos "Carballo" y "Palomeque", referidos a la responsabilidad laboral de
los socios y administradores de las sociedades comerciales derivada de los arts. 54, 59
y 274 ley 19.550. En base a esas decisiones se generó una profusa doctrina y
jurisprudencia que sostenía la necesidad de adecuarse o remitirse al "criterio" sentado
por el Alto Tribunal en dichos precedentes.
Así lo dispuso el supremo tribunal nacional en los autos “Recurso de hecho deducido
por Gabriel Lipovetzky, Jacobo Lipovetzky y Sergio Lipovetzky en la causa
Palomeque, Aldo René c/ Benemeth S.A. y otro"
El expediente llegó a la Corte luego de que los codemandados recurrieran en queja la
sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones del trabajo que modificó la de primera
instancia y les extendió solidariamente la condena.
Y agregó que dicho fallo, fue apelado por Benemeth S.A. que se agravió de la admisión
del rubro comisiones y por la actora disconforme con la liberación de responsabilidad
de los socios directores de la firma rechazando la cámara el recurso de la demandada y
admitiendo el planteo de la actora.
Expresó el representante del Ministerio Público Fiscal que figura acreditado que el actor
fue registrado por la empleadora en fecha posterior a la real y en una categoría que no
era la propia como así también la existencia de pagos no registrados.
El procurador, afirmó que toda sentencia debe contener una derivación razonada del
derecho vigente con arreglo a las circunstancias comprobadas de la causa y estimó que
en el caso bajo examen la sentencia no cumple dichos recaudos, en tanto que no ha
quedado acreditado que estemos en presencia de una sociedad ficticia o fraudulenta,
constituida en abuso del derecho y con el propósito de violar la ley.
Asimismo puntualizó que tampoco se advierte... que estén reunidos los elementos
necesarios para considerar que entre los codemandados a título personal y el actor
existía un contrato de trabajo.
Así, el Procurador concluyó que desde esta perspectiva, no alcanzo a advertir que, el
contexto probatorio del caso posea virtualidad suficiente como para generar la
aplicación de una causal de responsabilidad en materia societaria de orden excepcional,
sin la suficiente y concreta justificación; ... Una vez radicado el expediente en la Corte,
ésta hizo suyos los fundamentos del Procurador y dejó sin efecto la sentencia apelada
remitiendo las actuaciones al tribunal anterior para que se dicte un nuevo fallo con
arreglo al presente.