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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACION LABORAL

Magistrada Ponente: ISAURA VARGAS DIAZ

Radicación No. 29432

Acta No. 48

Bogota, D.C. trece (13) de junio de dos mil

siete (2007)

Resuelve la Corte el recurso de casación

interpuesto por NICOLAS DE J. OSORIO GALVIS contra la sentencia

proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, el

27 de enero de 2006, en el proceso instaurado por el recurrente

contra la sociedad ALIMENTOS NACIONALES A.N.P. S.A.- EN

LIQUIDACION.

I. ANTECEDENTES

NICOLAS DE J. OSORIO GALVIS demandó a la

sociedad ALIMENTOS NACIONALES A.N.P. S.A.- EN LIQUIDACION

para que fuera condenada a reintegrarlo al cargo de administrador, y


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a pagarle los salarios y prestaciones dejados de percibir desde el

despido hasta que se haga efectiva la reinstalación junto con las

costas del proceso. En forma subsidiaria, para que se le ordene el

pago de la indemnización por terminación del contrato sin justa causa,

debidamente indexada y las costas del proceso.

Para lo que rigurosamente interesa al recurso basta

decir que fundó las pretensiones en que le prestó sus servicios

personales a la demandada como administrador, desde el 28 de

enero de 1986 hasta el 10 de marzo de 2003, con un salario básico

de $540.000.00 y promedio de $700.000.00; y que para el 10 de

marzo de 2003, fecha en la que se le terminó el contrato laboral,

gozaba de fuero circunstancial.

En la contestación del libelo incoativo, la sociedad

convocada a juicio se opuso a la prosperidad de las peticiones

formuladas y propuso las excepciones de inexistencia de toda

obligación, falta de legitimación en la causa, prescripción,

inexistencia del fuero circunstancial, pago, compensación e

imposibilidad de cumplimiento de las pretensiones (folios 26 y 27

cuaderno 1).
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Concluido el debate, el Juez Doce Laboral del

Circuito de Medellín, que fue el de conocimiento, decidió la litis en

sentencia de 10 de junio de 2005 (folios 94 a 97 cuaderno 1),

absolviendo a la sociedad demandada de todas y cada una de las

súplicas incoadas en la demanda inicial e impuso costas al actor

(folio 351 cuaderno 1).

II. SENTENCIA DEL TRIBUNAL

La alzada se surtió por apelación del demandante y

culminó con la sentencia acusada en casación, mediante la cual el

Tribunal Superior de Medellín, por medio de su Sala Laboral,

confirmó en su integridad el fallo del A quo (folios 108 a 114

cuaderno 1).

Para ello, y en lo que al recurso interesa, el juez

colegiado, después de decir que “el juzgado del conocimiento,

con apoyo en la prueba recaudada, dedujo que el demandante no

gozaba del fuero circunstancial para el momento de ser despedido

por la empleadora, puesto que no se encontraba en discusión, y por


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tanto, en pleno vigor, ningún conflicto colectivo que se hubiera

iniciado en la empresa con la presentación del pliego de peticiones,

ya que en el proceso no se acreditó, con prueba fidedigna, como lo

sería la prueba escrita, que la representación sindical que existiera

en la empresa, le hubiera presentado al empleador un pliego de

peticiones y que el mismo no se hubiere solucionado, por el tiempo

en el que ocurrió la desvinculación del demandante” (folio 112

cuaderno 1), concluyó que “el testigo HORACIO SALDARRIAGA

SOTO (fls. 91), quien dijo ser el Presidente del Sindicato, en su

declaración juramentada afirmó que él había sido despedido de la

demandada el 10 de mayo de 2002 y que había presentado el pliego

de peticiones al día 19 de junio de 2002, o sea, cuando no era

trabajador de la empleadora, hecho que tampoco encuentra apoyo

probatorio en el informativo. Repetimos, no hay en la actuación

constancia escrita de la presentación del pliego de peticiones, pues

ni siquiera se allegó la prueba de la existencia y representación del

sindicato y era fatiga probatoria que debía cumplir la parte

demandante”(folio 113 cuaderno 1).

De otra parte, el juez de alzada asentó que “la

empleadora procedió prevalida de una justa causa para desvincular


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al demandante, soportada en que él fue negligente en el manejo de

los dineros recaudados en el punto de venta de la demandada que

le correspondía manejar, ubicado en la carrera setenta de esta

ciudad, pues de haber sido cierto que se le informó el día domingo 2

de marzo de 2003 que ‘encaletara’ bien el dinero porque su

inmediato superior no lo podía recoger, debió ponerlo a buen

recaudo en el banco en las primeras horas del día lunes siguiente,

pero no hizo tal, dando lugar a que fuera hurtado en las primeras

horas de la tarde del día lunes, con grave detrimento para los bienes

de la empresa demandada. En la diligencia de descargos a que fue

sometido el demandante por los hechos descritos, claramente

reconoció que conocía el procedimiento para el manejo de valores”

(folio 113 cuaderno 1).

III. EL RECURSO DE CASACION

Inconforme con la decisión el actor pretende en su

demanda (folios 7 a 11 cuaderno 2), que no fue replicada, que la

Corte case parcialmente la sentencia del Tribunal, para que, en

sede de instancia, revoque la del primer grado y, en su lugar,

ordene su reintegro (folios 7 y 8 ibídem).


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Para tal efecto, le formula cuatro cargos de los

cuales serán estudiados conjuntamente los tres primeros, tal como

lo permite la Ley 446 de 1998.

PRIMER CARGO

Acusa la sentencia de violar indirectamente, en la

modalidad de interpretación errónea, los artículos “62, literal a)

numerales 2, 4, 5, 6, 9, 10, 11, 12, 13; arts. 104, 105, 107, 108, 111,

114, 140, 115, 116,117, 120, 121, 122 del C. S. del T., ley 712 de

2001 art. 39, art. 25 del decreto 2351 de 1965, art. 36 del decreto

1469 de 1978, art. 2 de la ley 50 de 1936, arts. 202 a 201 (sic) del C.

de P. C.” (folio 8 cuaderno 2), a consecuencia de los siguientes errores

de hecho:

“1º) Dar por demostrado, sin estarlo, que <el demandante


no gozaba de fuero circunstancial para el momento de ser
despedido por la empleadora, puesto que no se encontraba
en discusión, y por tanto, en pleno vigor conflicto colectivo
que se hubiera iniciado en la empresa, con la presentación
del pliego de peticiones, ya que en el proceso no se
acreditó, con prueba fidedigna, como lo sería la prueba
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escrita, que la representación sindical que existiera en la


empresa, le hubiera presentado al empleador un pliego de
peticiones y que el mimo(sic) no se hubiera solucionado,
por el tiempo en que ocurrió la desvinculación del
demandante>”, como literalmente lo expresa la sentencia
recurrida”
2º) Dar por demostrado, sin estarlo, que “la empleadora
procedió prevalida de una justa causa para desvincular al
demandante, soportada en que él fue negligente en el
manejo de los dineros recaudados en el punto de venta de
la demandada que le correspondía manejar, ubicado en la
carrera setenta de esta ciudad, pues de haber sido cierto
que se le informó el día domingo 2 de marzo de 2003 que
encaletara bien el dinero porque su inmediato superior no lo
podía recoger, debió ponerlo a buen recaudo en el banco
en las primeras horas del día lunes siguiente, pero no hizo
tal, dando lugar a que fuera hurtado en las primeras horas
de la tarde del día lunes, con grave detrimento para los
bienes de la empresa>, según lo expresa la sentencia”.
3) No dar por demostrado, estándolo, que en la empresa
demandada y al momento de la desvinculación del
demandante, se había presentado un pliego de peticiones
por lo cual aquél gozaba de fuero circunstancial, no siendo
posible su despido sin la existencia de justa causa.
4) No dar por demostrado estándolo, que el actor Osorio
tenía derecho a ser reintegrado a su oficio de
administrador, por el despido injustificado de que fue
víctima, ya que se daba la circunstancia de la presentación
de un pliego de peticiones al momento de su ilegal
desvinculación y sin demostrarse la justa causa alegada
para su retiro, por cuanto no se trajo a los autos el
reglamento interno de trabajo que regía en la demandada y
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el cual fue sustento para la causa de la injusta


desvinculación del recurrente”

Sostiene que el Tribunal no apreció el “acta de la

primera audiencia de trámite que obra a fl. 80 del expediente, en

el(sic) cual se evidencia que, ante la ausencia del representante

legal de la demandada al acto de la conciliación, gozan de

presunción de veracidad los hechos de la demanda, todos ellos

susceptibles de confesión”; y que tampoco el auto por medio del

cual se registra la inasistencia de la demandada a la práctica del

interrogatorio de parte y “según la ley procesal esas no

comparecencias obligatorias, traen como consecuencia el de

presumirse como ciertos los hechos de la demanda susceptibles de

la prueba de confesión” (folio 9 cuaderno 2).

SEGUNDO CARGO

Acusa la sentencia por violar de manera indirecta

los artículos “62, literal a) numerales 2, 4, 5, 6, 9, 10, 11, 12, 13;

arts. 104, 105, 107, 108, 111, 114, 140, 115, 116,117, 120, 121, 122

del C. S. del T., ley 712 de 2001 art. 39, art. 25 del decreto 2351 de
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1965, art. 36 del decreto 1469 de 1978, art. 2 de la ley 50 de 1936,

arts. 202 a 210 del C. de P. C.” (folio 8 cuaderno 2).

Indica que las “violaciones que se produjeron debido

a errores evidentes de hecho, que aparecen de manifiesto en los

autos como consecuencia de la falta de apreciación de varias pruebas

y de la indebida apreciación de otros” (ibídem).

Afirma que si la decisión de dar por terminado el

contrato de trabajo se basó en el reglamento interno de trabajo era

indispensable que “a los autos se hubiera traído dicho reglamento, el

que no se trajo, pieza probatoria fundamental para confrontar los

hechos imputables al recurrente con la normatividad interna de la

demandada, ahora opositora, que permitiera definir que la conducta

que se le imputó a aquél estuviera prohibida en forma expresa en

dicho estatuto interno y que estuviera contemplada como falta grave

que pudiera fundamentar justa causa de despido” (folio 10 cuaderno

2).

TERCER CARGO
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Ataca el fallo de violar por vía indirecta los artículos

“62, literal a) numerales 2, 4, 5, 6, 9, 10, 11, 12, 13; arts. 104, 105,

107, 108, 111, 114, 140, 115, 116,117, 120, 121, 122 del C. S. del T.,

ley 712 de 2001 art. 39, art. 25 del decreto 2351 de 1965, art. 36 del

decreto 1469 de 1978, art. 2 de la ley 50 de 1936 y arts. 202 a 210

del C. de P. C.” (folio 10 cuaderno 2).

Para el recurrente, las violaciones “se produjeron

debido a errores evidentes de hecho, que aparecen de manifiesto en

los autos como consecuencia de la falta de apreciación de varias

pruebas y de la indebida apreciación de otras, al no dar por

demostrado que había un conflicto colectivo sin resolver en la

empresa demandada, al estar presentado un pliego de peticiones por

la organización sindical para el momento del despido del señor

NICOLAS OSORIO, circunstancia que hacía que no fuera posible

jurídicamente su desvinculación sino en presencia de una justa causa

debidamente comprobada, prueba que da la simple lectura de la

primera audiencia de trámite, de fls (sic) 80, acta según la cual se

determinó la inasistencia del representante legal al acto procesal de la

conciliación y que inexorablemente trae como consecuencia que se

den por ciertos los hechos de la demanda, robustecida esa prueba


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también por la que trae el acta visible a fls. 85-86 donde se determinó

citar a dicho representante legal para la cuarta audiencia de trámite

para que absolviera interrogatorio de parte, acto procesal cumplido el

día 29 de noviembre de 2004, al cual no compareció, trayendo como

consecuencia jurídica su ausencia, el de presumirse ciertos los hechos

de la demanda susceptibles de confesión, debiendo haberse dado por

debidamente establecido el conflicto colectivo surgido de la

presentación del pliego de peticiones y por ende, la prohibición de

despedir al demandante, sin justa causa” (folio 10 cuaderno 2).

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

A pesar de que en las proposiciones jurídicas el

recurrente no le indica a la Corte el sub motivo de violación de la ley,

debe entender la Sala en principio que se refiere a la aplicación

indebida, habida cuenta de que la modalidad de violación de la ley

posible por la llamada vía indirecta es ésta.

Para esta Sala de la Corte ninguno de los cargos

tiene vocación de triunfar, por lo siguiente:


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El recurrente se duele de que el Tribunal soslayó los

efectos jurídicos que genera la inasistencia de la demandada a las

audiencias de conciliación y a la de la práctica del interrogatorio de

parte, así como que durante el proceso no se aportó el reglamento

interno de trabajo, pero de entrada se observa que dichas críticas no

fueron materia de controversia en las respectivas actuaciones surtidas

en la primera instancia y mucho menos fueron objeto de

inconformidad en el recurso de apelación, puesto que guardó total

silencio en relación con lo que hoy plantea, tornándose, en

consecuencia, en extemporáneos dichos planteamientos.

Ahora bien, en cuanto al reproche sobre la no

valoración de “la confesión ficta” derivada de la inasistencia del

representante legal de la entidad demandada a absolver

interrogatorio de parte, debe la Sala recordar lo que dijo sobre su

validez en sentencia del 12 de septiembre del 2001, Rad.16496,

posición que hoy se ratifica:


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“El artículo 209 del CPC prevé la posibilidad de que se


posponga la audiencia en que debe surtirse el
interrogatorio de parte correspondiente, en los siguientes
términos:

“Si el citado probare siquiera sumariamente, dentro de los


tres días siguientes a aquél en que debía comparecer, que
no pudo concurrir a la diligencia por motivos que el juez
encontrare justificados, se fijará nueva fecha y hora para
que aquélla tenga lugar...”.

Ahora bien, La confesión ficta o presunta se encuentra


regulada en el artículo 210 del Código de Procedimiento
Civil, aplicable a lo laboral, de la siguiente manera:

“Confesión ficta o presunta. La no comparecencia del


citado a la audiencia o a su continuación, se hará constar
en el acta y hará presumir ciertos los hechos susceptibles
de prueba de confesión sobre los cuales versen las
preguntas asertivas admisibles, contenidas en el
interrogatorio escrito. De la misma manera se procederá
cuando el compareciente incurra en renuencia a responder
o dé respuestas evasivas.
“La misma presunción se deducirá, respecto de los hechos
de la demanda y de las excepciones de mérito, o de sus
contestaciones, cuando no habiendo interrogatorio escrito
el citado no comparezca.
“Si las preguntas no fueren asertivas o el hecho no
admitiere prueba de confesión, la no comparecencia, la
respuesta evasiva, o la negativa a responder, se
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apreciarán como indicio grave en contra de la parte


citada”.

De acuerdo con las normas transcritas, resulta claro que


para que se produzca el efecto probatorio en cuestión,
esto es, la confesión ficta o presunta, deben cumplirse los
requisitos o condiciones en ellas contemplados con el
alcance deducido por la jurisprudencia, vale decir, que el
juez deje expresa constancia en el acta respectiva de la
falta de comparecencia del citado a la audiencia, y una vez
transcurrido el término de tres días contemplado en el
artículo 209, sin que se haya presentado justificación
alguna de parte del citado o que la aducida sea
insatisfactoria, así lo declarará expresamente para que se
surtan las consecuencias del artículo 210, es decir,
habiendo cuestionario escrito, la presunción legal de
certeza de los hechos susceptibles de prueba de confesión
sobre los cuales versen las preguntas asertivas admisibles,
contenidas en el mismo o, a falta de tal interrogatorio, “de
los hechos de la demanda y de las excepciones de mérito,
o de sus contestaciones”, desde luego también en tanto
sean susceptibles de confesión.

Es lógico que, como lo tiene dicho la jurisprudencia de


esta Sala, tal declaración debe ser en audiencia anterior al
pronunciamiento del fallo de primer grado, con el fin de
que la parte afectada con la misma pueda hacer uso de los
medios de impugnación consagrados en el código procesal
del trabajo contra las providencias interlocutorias.

Y es que tales exigencias buscan precisamente garantizar


los derechos fundamentales de defensa y al debido
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proceso del contumaz, al permitirle tener la mayor claridad


respecto de la situación en que queda al ser declarado
confeso y pueda tener la oportunidad de impugnar
oportunamente esta determinación ante el juez o su
superior funcional o trate de desvirtuar por otros medios
los hechos específicos que se presuman ciertos(...)”.

El anterior criterio fue acogido posteriormente

por la Ley 794 de 2003 por medio de la cual se modificó el Código

de Procedimiento Civil.

Nótese que, el A quo mediante auto de fecha 3 de

agosto de 2004 dispuso citar a la parte demandada para absolver el

interrogatorio de parte en la cuarta audiencia de trámite a realizarse

el 29 de noviembre siguiente, audiencia en la cual practicó una

prueba testimonial y no se pronunció sobre aquella. En la misma

audiencia señaló el 10 de junio para audiencia de juzgamiento,

decisión que fue notificada en estrados a los apoderados de las

partes (folio 93 cuaderno 1), sin que la demandante, ejerciera los

mecanismos que le confiere la ley procesal para obtener que el A

quo, antes de proferir fallo, practicara la prueba solicitada o


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declarara la confesión ficta o presunta en relación con los hechos

sobre los cuales procedía.

De manera que si en la sentencia que puso fin a

la primera instancia el juzgador nada dijo sobre la confesión ficta o

presunta, teniendo de presente todas las circunstancias anotadas,

no podía el ad quem, así se lo solicitara la parte actora en el recurso

de apelación, cuestión que, se itera, no sucedió, declarar en el fallo

de segunda instancia confesa a la demandada , ya que desconocería

los claros mandatos del artículo 210 del Código de Procedimiento

Civil, aplicable en el proceso laboral por virtud del artículo 145 del

Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social.

En lo que respecta con la declaración de la

confesión ficta o presunta por la inasistencia de la demandada a la

audiencia de conciliación, el juez de primer grado sostuvo en auto de

15 de octubre de 2003 “ CONCILIACIÓN: No existiendo posibilidad

alguna de llegar a un acuerdo entre las partes por el carácter de

irrenunciabilidad de las pretensiones y por la inasistencia de la parte

demandada, se declarará terminada la primera etapa de esta

audiencia que es la conciliación y por lo tanto se ordena continuar


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con el trámite normal del proceso” (folio 80 cuaderno 1). Esta

providencia fue notificada por estado el 16 de octubre siguiente, sin

que la parte recurrente la haya impugnado, en torno a que el juez

no expresó cuáles hechos serían considerados como susceptibles de

confesión.

En sentencia de 23 de agosto de 2006, radicación

27060, la Corte, alrededor del tema debatido, razonó:

“Con todo, debe tenerse en cuenta que la que el


recurrente aspira se tenga como prueba de confesión
presunta no cumple con los requisitos exigidos por la
jurisprudencia y por la ley para que se configure esa figura
jurídica, de suerte que no sería dable atribuirle al Tribunal
un desacierto por no haberla considerado.

En efecto, la sanción prevista por el numeral segundo del


inciso 7º del artículo 39 de la Ley 712 de 2001,
consistente en presumir ciertos los hechos susceptibles de
confesión de la demanda cuando el demandado no
comparece a la audiencia de conciliación, se halla
concebida en términos similares a las consagradas en los
artículos 56 del Código Procesal del Trabajo y 210 del
Código de Procedimiento Civil, de tal modo que le resultan
aplicables los mismos requerimientos que a estas para que
pueda conducir a una confesión presunta. En relación con
esas consecuencias ha precisado esta Sala de la Corte que
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es necesario que el juez deje constancia puntual de los


hechos que habrán de presumirse como ciertos, de tal
manera que no es válida una alusión general e imprecisa a
ellos, como la efectuada en este caso, en que el que el
juez de la causa se limitó a consignar en la audiencia
celebrada el 8 de marzo de 2004 (folio 67) que “… Se
presumirán como ciertos todos aquellos hechos
susceptibles de prueba de confesión contenidos en la
contestación de la demanda y en las excepciones de
mérito propuestas en la misma, pues de no admitir esa
prueba, se tendrán entonces como un indicio grave en su
contra”, pero sin precisar, como era su deber, cuáles de
esos hechos se tendrían como ciertos, ni, por la misma
razón, cuáles constituirían indicio grave, prueba que, como
es sabido, no es hábil en la casación del trabajo.

En sentencia del 23 de julio de 1992, radicación 5159, se


explicó por la extinta Sección Segunda de esta Sala lo
siguiente:

“ Considera la Sala que tanto para el caso de la confesión


ficta del artículo 210 del CPC como para el específico caso
del artículo 56 del CPT, se hace necesario que el juez deje
constancia expresa en la correspondiente acta no sólo del
hecho de la renuencia de la parte a la práctica de la
prueba sino las consecuencias que su desacato o
contumacia le acarrearán, puntualizando cuáles son los
hechos que habrán de presumirse como ciertos en la
hipótesis del interrogatorio o que deben tenerse como
probados en el supuesto de la inspección ocular no
realizada por renuencia de la parte obligada a permitirla.
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La circunstancia de que no deba ahora tramitarse una


articulación similar a la que preveía el artículo 608 de la
derogada Ley 105 de 1931 (Código Judicial) al regular las
“posiciones”, no significa que deba dejarse en total
incertidumbre a los litigantes acerca de cuáles hechos
deberán presumirse ciertos por versar sobre ellos las
preguntas asertivas admisibles del interrogatorio escrito -
si se trata de la hipótesis del primer inciso del artículo 210
del CPC-, o sobre qué hechos de la demanda o su
contestación deducirá dicha presunción- cuando de la
hipótesis del segundo inciso se trata-, o, finalmente y
conforme al inciso tercero, si la no comparecencia, la
respuesta evasiva o la negativa a responder únicamente
darán lugar a que la conducta de esa parte se aprecie
como un indicio grave en su contra.

Y si es la inspección ocular la prueba que no puede


evacuarse por la renuencia del litigante que está en el
deber de permitirla, también deben indicarse cuáles
hechos del proceso se tendrían como probados, en los
términos del artículo 56 del CPT.
Así mismo las partes están obligadas a obrar con lealtad y
probidad en sus relaciones recíprocas y frente al juez
durante el proceso, los jueces deben actuar de forma tal
que no sorprendan a los litigantes con sus actuaciones. No
puede pasarse por alto que el espíritu que anima las reglas
sobre el debido proceso exige que las partes tengan
certeza sobre el momento en que, como consecuencia de
la aplicación de cualquiera de los dos supuestos previstos
en los artículos 210 del CPC y 56 del CPT, se invierte la
carga probatoria y quedan en la situación de tener que
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desvirtuar el hecho que la ley presume probado en su


contra.

Esta exigencia que resulta de la aplicación de las reglas del


debido proceso y de los principios específicos de la lealtad
procesal, de la inmediación y de la oralidad, obliga a que
en el proceso ordinario del trabajo, en el cual claramente
se diferencian las audiencias de trámite para producir
pruebas de la audiencia de juzgamiento, se imponga como
una necesidad la determinación oportuna por el juez, a
solicitud de la parte interesada, de los hechos sobre los
cuales considera que se ha operado la inversión de la
carga probatoria, dejándose la respectiva constancia en el
acta correspondiente.

Lo anterior no significa en modo alguno que el juez haga


un prejuzgamiento o adelante la calificación jurídica de los
hechos que deba efectuar en la sentencia. Será luego al
producir el fallo cuando establezca en forma definitiva
cuáles afirmaciones de las partes quedaron
definitivamente demostradas por los diferentes elementos
de convicción aportados al proceso, y, en su caso, qué
hechos de aquellos que la ley ordenó presumir como
ciertos conforme a los artículos 210 del CPC y 56 del CPT,
fueron desvirtuados por otros medios de prueba. Esto en
obedecimiento a lo dispuesto por el artículo 60 del CPT,
que le impone al juez laboral la obligación de “analizar las
pruebas llegadas en tiempo”, al proferir su decisión”.

Y al ratificar el anterior discernimiento y


hacer referencia a recientes disposiciones legales que, al
modificar el Código de Procedimiento Civil confirman tal
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criterio jurídico, puntualizó en la sentencia del 7 de abril


de 2005, radicado 24292:
“Pues bien, el Tribunal para restarle valor probatorio a la
confesión ficta, con apoyo en la jurisprudencia de la Corte,
infirió que en el sub lite “..no se cumplió el
pronunciamiento previo del a quo sobre cada uno de los
hechos susceptibles de ser probados mediante confesión
ficta, en tal sentido no tendría oportunidad el demandado
de impugnar la decisión del a quo...”.

“Como puede verse, el cargo se orientó a determinar


jurídicamente, que para poder estimar la confesión ficta
obrante en el proceso, basada en la inasistencia de una de
las partes a absolver el interrogatorio que se le solicitó,
conforme al tenor literal del artículo 210 del Código de
Procedimiento Civil, en armonía con el artículo 209
ejusdem, aplicable por remisión según el principio de
integración consagrado en el artículo 145 del Código
Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, no hay lugar
a la exigencia trazada por el fallador de alzada; esto es, la
manifestación particularizada del juez de conocimiento
sobre cada hecho susceptible de prueba de confesión.
“Teniendo en cuenta la inconformidad del censor en
relación con la correcta interpretación de la norma en cita,
como lo pone de presente el ad quem, esta Corporación
ha tenido la oportunidad de interpretar y definir sus
alcances, dejando plasmado con claridad en la sentencia
rememorada en el fallo impugnado y más recientemente
en decisión del 22 de abril de 2004 radicado 21779, lo
siguiente:
“(....) En verdad la confesión ficta que afirma el recurrente
no fue apreciada por el Tribunal, pero aún si se hubiera
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estimado, en manera alguna podía tener valor probatorio,


dado que no basta con la simple constancia dejada por el
Juzgado de la incomparecencia del absolvente como
aquella que corre a folio 147 y que aparece transcrita en el
resumen de la demostración del cargo, porque para su
validez se requiere de la declaración del juez instructor
donde se exprese adecuadamente sobre cuáles hechos
recaerá dicha confesión, actividad que en el sub lite no se
cumplió porque la citada constancia se limitó a reseñar la
solicitud elevada por el apoderado de la parte actora en la
audiencia cuando impetró que <al dictar sentencia se
tengan como ciertos los hechos de la demanda
demostrables a través de la confesión>, omitiéndose
infortunadamente el pertinente pronunciamiento del
juzgado, lo cual no mereció en su momento reparo de las
partes y, en consecuencia, no era factible que el ad-quem
frente a los puntos en discusión extrajera o le diera los
efectos que ahora busca la censura que se le impriman
como confesión ficta o presunta que no fue debidamente
estructurada como lo exige la ley procesal.
Sobre este particular tópico, esta Sala laboral ya se había
pronunciado en sentencias del 12 de septiembre de 2001
radicación 16496 y 9 de abril de 2003 radicado 19474,
donde en ésta última se dijo:

<De otra parte, frente al tema relacionado con la


viabilidad de deducir la confesión ficta o presunta a la
demandada, ante su no comparecencia a absolver el
interrogatorio que había sido decretado, sin aducir causa
justificativa para ello, encuentra la Corte que en ningún
yerro incurrió el Tribunal por la no apreciación de la
circunstancia que destaca la censura, pues sí la tuvo en
República de Colombia
23 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

cuenta. Así se afirma porque para que se estructure esa


figura jurídica no basta que el juez ante quien se practica,
luego de transcurrido el término otorgado por el artículo
209 del C. de P. C. y cumplido el trámite previsto en él,
deje constancia en el acta de la incomparecencia
injustificada del citado, sino que también es necesario que
lo exprese respecto a las consecuencias que el artículo 210
ibídem, modificado por el Decreto Extraordinario 2282 de
1989, prevé en tal hipótesis, esto es, que se presumirán
como ciertos los hechos susceptibles de prueba de
confesión sobre los cuales versen las preguntas asertivas
admisibles contenidas en el interrogatorio escrito o, en su
defecto, de los hechos de la demanda o de su
contestación, o de las excepciones de mérito, cuando no
se presente pliego con las preguntas. Así lo destaca el
Tribunal y lo ha sostenido reiteradamente la Corporación,
entre otras, en la sentencia del 11 de septiembre de 2002,
radicación 18306. Valga anotar que el no compartir el
censor tal jurisprudencia, el cargo lo debió orientar por la
vía directa.

En conclusión, ante la evidencia de no haberse cumplido


por parte del juez del conocimiento lo antes detallado y
que la parte demandante no cuestionó esa postura
omisiva a través de los mecanismos procesales pertinentes
y en las oportunidades previstas en la ley, ningún reparo
le merece a la Sala la consideración del Tribunal de no
deducir la confesión ficta o presunta que reclama la
recurrente en casación se le dé efectos, lo que era
esencial para el éxito del cargo teniendo en cuenta la
sustentación del fallo impugnado> (Resalta la Sala)...”
República de Colombia
24 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

“Así la cosas, y siguiendo las anteriores directrices, que se


encajan perfectamente al asunto que ocupa la atención a
la Sala, se tiene que para imprimirle validez a la confesión
ficta, no solo se requiere de la constancia dejada por el
juez instructor respecto de la incomparecencia del
absolvente, sino además de la declaración expresa sobre
cuales hechos en forma específica ha de recaer dicha
confesión.
“Pero cabe agregar, que la interpretación que antecede,
quedó acorde con la posterior reforma procesal que se
cumplió al expedirse la Ley 794 de 2003, cuyo artículo 22
modificó el artículo 210 del C. de P. Civil, estipulando que
en los eventos en los que ha de presumirse como ciertos
los hechos susceptibles de ser cobijados por el medio de
convicción en comento “...el juez hará constar en el acta
cuáles son los hechos susceptibles de confesión
contenidos en el interrogatorio escrito, en la demanda, las
excepciones de mérito o sus contestaciones, que se
presumen ciertos” (Destaca la Sala).
“Visto lo anterior, no resulta errado el razonamiento del
Tribunal en el sentido de que mientras no se cumpla
cabalmente con ese pronunciamiento previo del a quo
dejando claridad sobre “cada uno de los hechos
susceptibles de ser probados mediante confesión ficta”, no
era dable frente a los puntos en controversia, deducir
confesión alguna o imponer las consecuencias señaladas
en el artículo 210 del C. de P. Civil; exigencia aquella, se
repite, es colegible del correcto entendimiento y alcance
de la norma, como lo ha reiterado la jurisprudencia antes
y después de la reforma que introdujo la Ley 794 de 2003.
“La verdad es, que de la constancia dejada por el a quo
atinente a la no presentación del absolvente, que se
República de Colombia
25 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

plasmó en audiencia en los siguientes términos:


“...Observa el Juzgado la presente diligencia viene
señalada para absolver interrogatorio de parte al
representante legal de la demandada, el cual no se
encuentra presente en la audiencia, y como quiera que se
le habían dado los tres días para justificar su no
comparecencia en audiencia anterior y este tampoco lo ha
hecho se tendrá que aplicar la sanción contenida en el
artículo 210 del C.P.C. aplicado por analogía al proceso
laboral...” y de la declaración que se realizó a reglón
seguido “....Seguidamente la señora juez le indica al
apoderado de la parte demandante que, aun cuando no es
necesario, por cuanto ya se dijo que se aplicarán las
sanciones del artículo 210 del C. P. C., se le aclara que se
tendrán por ciertos los hechos susceptibles de confesión
contenidos en la demanda...” (folio 64), no se extrae la
mentada individualización de los hechos, y es más en el
caso objeto de estudio resulta insuficiente que se haga
una simple remisión a “los hechos susceptibles de
confesión contenidos en la demanda”, cuando en la
primera audiencia se reformaron sustancialmente los
mismos, según el escrito visible a folio 43 a 46, siendo
necesario que se hubiera dejado libre de cualquier duda lo
concerniente a cuáles aspectos o supuestos fácticos son
los que se declaran como confesos.
“Del mismo modo, no es desacertada la conclusión del
Juez colegiado, en el sentido de que esa confesión ficta en
la manera que el fallador de primer grado la fijó, impidió al
demandado impugnar la decisión correspondiente, pues
esta es una de las consecuencias de la inobservancia de
los presupuestos que trae la norma”.
República de Colombia
26 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

Por último, en lo que concierne con que durante el

proceso no se aportó el reglamento interno de trabajo, basamento de

la terminación del contrato de trabajo, sólo basta reiterar que esta

alegación no fue materia de inconformidad por la demandante

durante el debate procesal, ni mucho menos al momento de

interponer la apelación, por lo que no es el recurso extraordinario el

escenario propicio para invocarla si en las instancias guardó total y

absoluto silencio al respecto.

No sobra agregar que el censor endilga yerro por “la

falta de apreciación de varias pruebas y la indebida apreciación de

otras” y en el desarrollo del cargo su argumentación se dirige es a

expresar su inconformidad por no haberse allegado al proceso,

situación que en sana lógica descarta de por sí la eventualidad de

yerro en su apreciación o por omisión.

CUARTO CARGO

Acusa el fallo de violar por vía directa los artículos

“62, literal a) numerales 2, 4, 5, 6, 9, 10, 11, 12, 13; arts. 104, 105,

107, 108, 111, 114, 140, 115, 116,117, 120, 121, 122 del C. S. del T.,
República de Colombia
27 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

ley 712 de 2001 art. 39, art. 25 del decreto 2351 de 1965, art. 36 del

decreto 1469 de 1978, art. 2 de la ley 50 de 1936, arts. 51 C.P.T y

175, 251, 253 CP.C., por exigir el fallador de segundo grado, en la

sentencia que es materia del recurso extraordinario de casación,

prueba solemne, ad substantiam actus, para demostrar el conflicto

colectivo surgido en la empresa demandada, con la presentación del

pliego de peticiones que existía al momento de la desvinculación del

señor NICOLAS OSORIO, cuando en realidad la legislación colombiana

así no lo contempla de esta manera” (folio 11 cuaderno 2).

Acota que “al decir el Tribunal que <en el proceso

no se acreditó> con prueba fidedigna, como lo sería la prueba escrita

<la presentación del pliego de peticiones”, violenta la ley que no exige

esta clase de prueba, ya que es válido otro medio diferente al

documental, cuando se trate de acreditar el mero hecho de llevar al

conocimiento del patrono, las peticiones que formulan los

trabajadores organizados en sindicato”(folio 11 cuaderno 2).

V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
República de Colombia
28 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

Como quedó dicho el Tribunal, para confirmar la

absolución de primera instancia, después de sostener que “el

juzgado del conocimiento, con apoyo en la prueba recaudada,

dedujo que el demandante no gozaba del fuero circunstancial para

el momento de ser despedido por la empleadora, puesto que no se

encontraba en discusión, y por tanto, en pleno vigor, ningún

conflicto colectivo que se hubiera iniciado en la empresa con la

presentación del pliego de peticiones, ya que en el proceso no se

acreditó, con prueba fidedigna, como lo sería la prueba escrita, que

la representación sindical que existiera en la empresa, le hubiera

presentado al empleador un pliego de peticiones y que el mismo no

se hubiere solucionado, por el tiempo en el que ocurrió la

desvinculación del demandante” (folio 112 cuaderno 1), concluyó

que “el testigo HORACIO SALDARRIAGA SOTO (fls. 91), quien dijo

ser el Presidente del Sindicato, en su declaración juramentada

afirmó que él había sido despedido de la demandada el 10 de mayo

de 2002 y que había presentado el pliego de peticiones al día 19 de

junio de 2002, o sea, cuando no era trabajador de la empleadora,

hecho que tampoco encuentra apoyo probatorio en el informativo.

Repetimos, no hay en la actuación constancia escrita de la

presentación del pliego de peticiones, pues ni siquiera se allegó la


República de Colombia
29 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

prueba de la existencia y representación del sindicato y era fatiga

probatoria que debía cumplir la parte demandante”(folio 113

cuaderno 1).

Para el recurrente “al decir el Tribunal que <en el

proceso no se acreditó> con prueba fidedigna, como lo sería la

prueba escrita <la presentación del pliego de peticiones”, violenta la

ley que no exige esta clase de prueba, ya que es válido otro medio

diferente al documental, cuando se trate de acreditar el mero hecho

de llevar al conocimiento del patrono, las peticiones que formulan los

trabajadores organizados en sindicato”

A simple vista observa la Corte que el cargo, como

los planteamientos en que se apoya, son ajenos a las premisas en

que soportó la decisión el Ad quem, pues en esencia lo que ataca no

son los argumentos propios del Tribunal, sino los que consideró éste

fueron la base del juez de primera instancia.

De suerte que, las críticas formuladas por la


República de Colombia
30 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

censura deben extenderse a los verdaderos razonamientos y

argumentos del juzgador de segundo grado, siendo insuficientes las

acusaciones parciales o aquellas que controviertan consideraciones

no contenidas en la providencia impugnada, como aquí ocurrió, por

cuanto al dirigir de tal modo la crítica deja subsistentes los reales

soportes sustanciales del fallo, por lo que nada conseguirá si se

ocupa de combatir fundamentos no tenidos en cuenta por el

juzgador, porque así tenga razón en la crítica que formula, la

decisión seguirá apoyada en los verdaderos que dejó libres de

ataque.

Sin embargo, de entender que el juez de apelación

se equivocó al exigir que para acreditar la mera presentación del

pliego de peticiones se requiere de una prueba solemne, dicho yerro a

nada conduciría, porque el recurrente no logró derruir los otros

estribos de la sentencia, por ejemplo el de haber dado por

demostrado que al actor se le terminó el contrato de trabajo con justa

causa, colofón suficiente, entonces, para que el fallo permanezca en

pie.
República de Colombia
31 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

A la mano de las anteriores reflexiones el cargo no

sale avante.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de

Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre

de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la

sentencia dictada el 27 de enero de 2006, por el Tribunal Superior

del Distrito Judicial de Medellín, en el proceso que NICOLAS DE J.

OSORIO GALVIS promovió contra la sociedad ALIMENTOS

NACIONALES A.N.P. S.A. – EN LIQUIDACION.

Sin costas en recurso extraordinario.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al

Tribunal de origen.
República de Colombia
32 Expediente 29432

Corte Suprema de Justicia

ISAURA VARGAS DIAZ

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERON GUSTAVO JOSE GNECCO MENDOZA

EDUARDO LOPEZ VILLEGAS LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ

FRANCISCO JAVIER RICAURTE GOMEZ CAMILO TARQUINO GALLEGO

MARIA ISMENIA GARCIA MENDOZA


Secretaria

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