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JIMENA ISABEL GODOY FAJARDO

Magistrada ponente

SL666-2019
Radicación n.° 55526
Acta 7

Bogotá, D. C., seis (6) de marzo de dos mil diecinueve


(2019).

La Sala decide el recurso de casación interpuesto por


AMANDA DÍAZ RODRÍGUEZ, contra la sentencia proferida
por la Sala de Descongestión Laboral del Tribunal Superior
de Bogotá D. C., el 30 de noviembre de 2011, en el proceso
que instauró en contra de INVERSIONES SANTA ROSA
ARW LTDA.

I. ANTECEDENTES

Amanda Díaz Rodríguez, llamó a juicio a Inversiones


Santa Rosa ARW Ltda., con el objeto que se declarara, que:
entre ellas existió un contrato de trabajo a término
indefinido, finalizado por ella en razón a las presiones que
sufrió, que estima, constituyen acoso laboral; como

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consecuencia, solicitó se impusiera condena al pago de: la


indemnización por despido; la indemnización por los daños
y perjuicios morales ocasionados por las conductas de
acoso laboral de las que fue víctima, al igual que las costas.

Como fundamento fáctico de sus peticiones, señaló


que: prestó servicios a la demandada entre el 19 de febrero
de 1987 y el 5 de abril de 2006, día en que se vio
presionada a renunciar, devengó como último salario
$1.320.000.oo.

Indicó que luego de verse sometida a presiones


indebidas y tratos humillantes, presentó su renuncia por
justa causa, de conformidad con lo establecido en los
numerales 2 y 3 del art. 7 del Decreto 2351 de 1965, en
concordancia con los literales b, c, d, y k del art. 7 de la Ley
1010 de 2006.

Refirió que los hechos que dieron lugar a su renuncia,


fueron aceptados por el representante legal de la accionada
en audiencia celebrada ante el Inspector del Trabajo de
Chía el 23 de mayo de 2006.

Afirmó que para justificar los actos discriminatorios


que sufrió, luego de su renuncia, el administrador de la
demandada formuló denuncia penal en averiguación de
responsables, insinuando que ella cometió algunas
indelicadezas antes.

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La convocada a juicio, al dar respuesta a la demanda


(f.° 33 a 45), se opuso a las pretensiones. De los hechos,
aceptó: la vinculación laboral, sus extremos y el último
salario devengado por la demandante.

Propuso excepciones que denominó, cobro de lo no


debido, «abandono del cargo», «acto inmoral o delictuoso»,
«ausencia de causales de acoso laboral», «terminación del
contrato por las causales 1 y 5 del Art. 62 del CST», «mala fe
por parte de la trabajadora» y «la genérica».

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Once Laboral de Descongestión del


Circuito de Bogotá D. C., mediante fallo del 29 de mayo de
2009 (f.° 247 a 253), resolvió:

PRIMERO.- ABSOLVER [a] la demandada INVERSIONES


SANTA ROSA ARW LTDA., representada legalmente por (…) o
por quien haga sus veces, de todas y cada una de las peticiones
incoadas en su contra por la señora AMANDA DIAZ
RODRIGUEZ identificada con la C.C. No. 39.538.607 de Bogotá,
todo conforme a la parte motiva de esta providencia.

SEGUNDO.- CONDENAR en costas a la parte demandante,


TASENSE.

TERCERO. - CONSULTAR la presente sentencia con el Superior,


si no fuere apelada por las partes.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Para decidir la impugnación de la demandante, la Sala


de Descongestión Laboral del Tribunal Superior de Bogotá

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D. C., profirió fallo el 30 de noviembre de 2011 (f.° 9 a 18


cuaderno del Tribunal), en el cual confirmó la decisión
apelada, sin costas en la alzada.

En lo que estrictamente interesa al recurso


extraordinario, el Tribunal señaló que resultaba
indispensable verificar, cuáles fueron las pretensiones que
llevaron a la demandante a instaurar la acción, para con
ello, establecer si la resolución apelada era coherente con lo
solicitado y si la inconformidad planteada en el recurso de
apelación, tenía razón de ser.

Afirmó que la actora pretendía, que se declarara que la


accionada incurrió en «despido injustificado indirecto (…)
como víctima de acoso laboral».

Aseveró que de la simple verificación y confrontación


de los hechos, que según la demandante eran constitutivos
de acoso laboral, y justa causa para su renuncia, las
condenas impetradas estaban llamadas al fracaso, como
quiera que los motivos en el que se fundó se plantearon de
manera genérica.

Refirió el art. 62 del CST, para luego analizar la carta


de renuncia, de la que señaló se limitó a citar las causales 2
y 3 del art. 7 del Decreto 2351 de 1965 y los ordinales b), c),
d), y k) del art. 7 de la Ley 1010 de 2006, indicando un trato
humillante y discriminatorio, pero sin señalar cuáles fueron
las conductas o hechos constitutivos desplegadas por el
empleador, para tipificar el supuesto acoso laboral.

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De lo precedente, concluyó que la demandante no


logró siquiera indicar a su empleador, cuáles fueron las
conductas que constituyeron violación sistemática de sus
derechos, error que dijo, subyace desde la deficiente
redacción de la carta de renuncia, por lo que consideró
innecesario profundizar en la temática adicional planteada
en el recurso de apelación sobre la falta de análisis de la
prueba en la decisión de primera instancia.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandante, concedido por el


Tribunal, admitido por la Corte y sustentado en tiempo, se
procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende que la Corte case el fallo recurrido, en sede


de instancia revoque la decisión de primer grado, acceda a
las pretensiones de la demanda y se provea sobre costas
como corresponda.

Con tal propósito formula un cargo por la causal


primera de casación, que fue replicado.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia por la vía indirecta, en la


modalidad de «aplicación indebida o interpretación errónea»

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de los numerales 2 y 3 del art. 7 del Decreto 2351 de 1965;


art. 64 y 21 del CST, en concordancia con los ordinales b, c,
d y k del art. 7 de la Ley 1010 de 2006; art, 2341 y
concordantes del CC y, 25 y 53 de la CN.

Señala como errores de hecho los siguientes:

1º. Dar por demostrado sin estarlo, que no existió despido


indirecto de la demandante.
2º. No dar por demostrado, estándolo, que a la demandante le
fueron vulnerados de manera sistemática sus derechos
fundamentales.
3º. No dar por demostrado, estándolo, que la renuncia fue
presentada teniendo en cuenta el acoso de que la demandante
fue objeto durante los últimos días de la relación laboral.
4º. No dar por demostrado, estándolo, que la demandante fue
presionada e intimidada por la parte empleadora, hasta provocar
su renuncia.
5º. No dar por demostrado, estándolo, que en el proceso se adujo
el despido indirecto, debido a las conductas desplegadas por la
empleadora, constitutivas de acoso laboral.
6º. Dar por demostrado, sin estarlo, que el proceso buscaba una
sanción por el acoso laboral y no las indemnizaciones por
despido sin justa causa.

Enlista como «pruebas dejadas de apreciar o


defectuosamente apreciadas», las siguientes:

1º. Acta de audiencia de conciliación celebrada en la Inspección


del Trabajo del municipio de Chía, que obra a folios 18 y 19 del
expediente.
2º. Carta de renuncia por justa causa, presentada por la
demandante (folio 21 del expediente).
3º. Acta de personal, que obra a folio 46 del expediente.
4º. Interrogatorio de parte absuelto por el demandante (sic), que
obra a folios 114 a 115 del expediente.
5º. Interrogatorio de parte absuelto por la demandante, folios 117
a 119 del expediente.

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6º. Testimonio de la señora MARIA CRISTINA DIAZ, que obra de


folios 132 a 134 del expediente.
7º. Testimonio de la señora MARIA ELVIRA JIMENEZ FORERO,
que obra a los folios 236 a 238 del expediente.

En la demostración, precisa que de acuerdo con el haz


probatorio, no cabe duda que estamos frente a un despido
sin justa causa, pues si bien el empleador no tomó la
decisión de terminar el contrato de trabajo, si hizo objeto a
la demandante de incontables atropellos, por lo cual se vio
en la necesidad de presentar renuncia irrevocable,
habiendo procedido el empleador, como retaliación, a
formular una denuncia penal en averiguación de
responsables.

Alega que esa situación se encuentra acreditada con el


acta de celebrada el 21 de mayo de 2006, visible a folios 18
y 19, de la que transcribe el contenido, y agrega que resulta
contundente, por lo que es extraña la afirmación del juez de
la alzada, en el sentido de que no existe prueba alguna de
las presiones de las que fue objeto la actora, pues el mismo
empleador reconoce esa circunstancia.

Afirma que en la sentencia atacada se aprecia una


ausencia total de valoración de las pruebas allegadas al
proceso, y sí una verdadera «diatriba» en contra de la
demandante, tachando de confusa la demanda y ausente de
respaldo probatorio de sus pretensiones.

Refiere que no deja de causar preocupación la manera


como la actora es sorprendida en una reunión

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intimidatoria, en la que una persona, ya lejos de la empresa


por varios años, llega a formularle cargos de entidad penal y
en presencia de varias personas.

Manifiesta que la demanda se soportó en esos hechos


y que las pretensiones, lejos de perseguir la imposición de
sanciones por acoso laboral, lo que buscan es la
indemnización por el «despido injustificado indirecto», para
lo cual debe tenerse en cuenta que en la carta de renuncia
se expresan claramente los motivos de la misma.

Luego, señala:

En el interrogatorio de parte absuelto por la demandante,


reconoce que la reunión a la que se alude en precedencia, se
llevó a cabo porque de un momento a otro la señora MARIA
ELVIRA JIMENEZ decide hacer acto de presencia en la
EMPRESA, y reconoce que la señora AMANDA DIAZ RODRIGUEZ
forzó su ingreso a la citada reunión, lo cual demuestra que las
circunstancias que la parte demandante califica de extrañas, si
se dieron, por manera que no se puede aducir que no se hayan
probado las actuaciones irregulares de la empresa en contra de
mi mandante.

Para concluir, afirma que el sentenciador de segunda


instancia dejó de apreciar el testimonio de la señora María
Cristina Díaz, quien señala las secuelas, de tipo sicológico,
que afectaron a la demandante a raíz de las actuaciones
injustificadas de la demandada.

VII. RÉPLICA

La demandada asevera, que el Tribunal luego de


realizar un nuevo estudio de las pretensiones y de las

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pruebas allegadas al proceso, confirma la decisión apelada,


no sin antes hacer referencia a una sentencia de la Sala de
Casación Laboral de la Corte Suprema de justicia, sobre la
necesidad de hacer saber a la parte contraria los verdaderos
motivos que dieron origen a la terminación del contrato
trabajo.

VIII. CONSIDERACIONES

Advierte la Sala que la recurrente incurre en yerro al


aducir que la violación indirecta de la ley sustancial que le
achaca al juez colegiado, se produjo por «aplicación
indebida o interpretación errónea» de las mismas
disposiciones que acusa, olvidando por completo que la
interpretación errónea es una modalidad de violación de la
ley exclusiva de la vía directa de ataque, que no fue la
elegida y que, además, no puede predicarse de manera
simultánea con la modalidad de aplicación indebida de las
mismas disposiciones pues son modalidades excluyentes.

En el marco de flexibilidad que ha prohijado la Corte a


la técnica del recurso extraordinario, el yerro advertido es
susceptible de ser superado en tanto, la única modalidad de
violación de la ley posible en la vía indirecta de ataque, es la
aplicación indebida, por ello, la Sala entenderá que para el
caso, es esta la que invoca la censora.

Ahora bien, se plantea en el cargo, que se encuentra


acreditado en el proceso que la demandada incurrió en

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conductas de acoso laboral que llevaron a la promotora del


juicio a presentar su carta de renuncia.

Para resolver la alzada, el ad quem razonó así:

Es que, si lo que se pretende es probar el acoso laboral argüido


con la propia carta de renuncia que la parte accionante presentó
al día siguiente que fue en la fecha levantada el acta de que da
cuenta el folio 46, dicha aspiración resulta fallida, pues
fácilmente se deducen dos situaciones que desarticula el
supuesto trato discriminatorio y acosador del empleador.

Sabido es por la disposición legal contenida en el parágrafo del


art. 62 del C.S.T. que “la parte que termina unilateralmente el
contrato de trabajo debe manifestar a la otra, en el momento de
la extinción la causal o motivo de esa determinación.
Posteriormente no puede alegarse válidamente causales o
motivos distintos.” En el sublite la misiva de renuncia adiada en
abril 6 de 2006 visible a folio 21, sólo se limita a citar las
causales 2 y 3 del art. 7º del decreto 2361 de 1965 y las del art.
7º de la Ley 1010 de 2006 indicando un trato humillante y
discriminatorio, pero sin señalar o plasmar cuáles fueron las
conductas o hechos constitutivos o estructuradores desplegados
por la empleadora para tipificar el supuesto acoso laboral.

El anterior análisis, en síntesis lo que traduce es que el actor (sic)


no logró ni siquiera indicarle o señalarle al empleador cuáles
fueron las conductas de violación sistemática de los derechos de
la trabajadora, deficiencia que subyace desde la deficiente
redacción de la carta de renuncia, que hace innecesario
profundizar en la temática adicional planteada en el recurso de
sobre la orfandad de análisis de la prueba vertida que le endilga
el recurrente a la sentencia de primer grado. Por lo tanto los
argumentos del recurso no sanean la deficiente comunicación y
mucho menos la confusa demanda, quedando así incólume el
fundamento jurídico de la absolución que para la Sala radica
precisamente en la falta de indicación puntual de los hechos y
omisiones que adujo como causales del despido indirecto no
probado.

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Para evaluar si el juez de segundo grado incurrió en la


violación atribuida, acude la Sala a la revisión de la
comunicación en virtud de la cual la demandante renunció,
invocando justa causa imputable a su empleador, que obra
a folio 21 del expediente y es del siguiente tenor:

Bogotá, abril 06 de 2006

Señores
INVERSIONES SANTA ROSA ARW LTDA
Ciudad

Referencia: RENUNCIA.

AMANDA DIAZ RODRIGUEZ, mayor de edad, vecina de Bogotá,


identificada con la C. C. No 39’538.607 expedida en Bogotá,
comedidamente me permito presentar renuncia al cargo que
vengo desempeñando a partir de la fecha POR JUSTA CAUSA
de conformidad con lo normado en los numerales 2º y 3º del
artículo 7º del decreto 2351 de 1965, en concordancia con los
ordinales b), c), d), k) del artículo 7º de la ley 1010 de 2006,
teniendo en cuenta el trato humillante y discriminatorio y las
amenazas que se han proferido en mi contra por parte del señor
Humberto Buitrago Torres en su condición de administrador de la
empresa.

En consecuencia, y dado que he sido presionada para presentar


la renuncia comedidamente me permito solicitarles, se digne
proceder de conformidad con lo dispuesto en el artículo 64 del
CST.

Atentamente,

AMANDA DIAZ RODRIGUEZ

Del texto transcrito se desprende, que la demandante


aludió, como soporte de la justa causa alegada, únicamente
a las normas de los numerales 2 y 3 del art. 7 del Decreto
2351 de 1965, en concordancia con los ordinales b), c), d) y

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k) del art. 7 de la Ley 1010 de 2006, luego de lo cual señaló,


«teniendo en cuenta el trato humillante y discriminatorio,
además de las amenazas recibidas por parte del
administrador de la empresa». Más adelante aseveró que
«fue presionada para presentar tal renuncia».

De lo que viene de decirse, la razón está de parte del


ad quem, pues contrario a lo que aduce, la entonces
trabajadora no invocó de manera clara e inequívoca los
hechos, acciones u omisiones que constituyeron los motivos
por los cuales se vio compelida a renunciar, por el
contrario, hizo una mera enunciación de normas y una
referencia genérica a un presunto trato humillante y
discriminatorio, que no identificó, y a unas presuntas
amenazas que tampoco individualizó, con lo cual incumplió
el deber consagrado en el parágrafo del art. del art. 7 del
Decreto Ley 2351 de 1965, así: «PARAGRAFO. La parte que
termina unilateralmente el contrato de trabajo debe
manifestar a la otra, en el momento de la extinción, la
causal o motivo de esa determinación. Posteriormente no
pueden alegarse válidamente causales o motivos distintos».
(Resalta la Sala).

En punto a la obligación que tiene quien termina el


contrato de trabajo de manera unilateral por justa causa,
esta Sala de la Corte ha sostenido, de manera reiterada y
pacífica, entre otras en la sentencia CSJ SL, 26 may. 2012,
rad. 44155:

El despido indirecto o auto despido es el resultado del


comportamiento que de manera consciente y por iniciativa propia

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hace el trabajador a fin de dar por terminada la relación laboral,


por justa causa contemplada en la ley, imputable al empleador.
Esta decisión debe ser puesta en conocimiento a este último,
señalando los hechos o motivos que dieron lugar a la
misma, además de ser expuestos con la debida oportunidad a fin
de que no quede duda de cuáles son las razones que dieron origen
a la finalización de la relación laboral.

Precisa la Sala, que el contenido de la carta de despido


corresponde a manifestaciones de parte que requieren para su
confirmación de otros medios probatorios que corroboren
lo dicho, (...)

Y en la Sentencia, CSJ SL14877-2016:

1.- Del despido indirecto

La Sala comienza por recordar que el contrato de trabajo puede


llegar a su fin por diferentes razones; bien porque mutuamente lo
acuerdan las partes o bien por la decisión unilateral de alguna de
ellas con justa o sin justa causa. En este último evento, tanto
empleador como trabajador tienen la obligación de
manifestar a la otra parte, la causal o motivo de esa
determinación sin que posteriormente pueda alegar
válidamente causales distintas.

El despido indirecto producto de la renuncia del trabajador, se


configura cuando el empleador incurre en alguna o algunas de
las cuales (sic) previstas en el literal B del art. 7º del Decreto
2351 de 1965 que modificó el art. 62 del CST y, aunque si bien
en principio se ha señalado que al primero le basta con acreditar
la terminación del contrato de trabajo para impetrar
judicialmente los efectos de su terminación injusta, en este caso,
la carga de la prueba se invierte de manera que, además, le
corresponde demostrar que la decisión de renunciar
obedeció a justas causas o motivos imputables al segundo
(fls. 99 a 102).
(Resalta la Sala).

Conforme a lo precedente, son dos claras e


inexcusables obligaciones las que debe cumplir, quien

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termina unilateralmente el contrato de trabajo invocando


justa causa imputable a la otra parte, la primera,
manifestar de manera clara y precisa los hechos o motivos
en que se fundamenta – lo que no cumple con la sola
enunciación de normas legales o reglamentarias- y, la
segunda, que tal acto sea oportuno, es decir, en la fecha en
que comunicó su decisión pues, con posterioridad no podrá
alegar hechos diferentes.

Ahora bien, si lo que pretende el trabajador es obtener


judicialmente del ex empleador el pago de la indemnización
por los perjuicios que le ocasionó la ruptura unilateral del
contrato de trabajo, la carga probatoria varía según se trate
de despido o renuncia justificada, como se explica a
continuación.

Si la extinción del vínculo contractual tuvo origen en el


empleador, al (la) trabajador (a) le basta con demostrar el
hecho del despido, trasladando al ex empleador la carga de
la prueba de los hechos – acciones u omisiones - que le
fueron imputados como constitutivos de justa causa. Si el
accionado no cumple con tal obligación procesal, obtendrá
decisión adversa, es decir, la condena indemnizatoria.

Cuando fue el (la) trabajador (a) quien puso fin al


contrato, como en el caso bajo estudio, no es suficiente la
acreditación de tal hecho con la presentación de la
respectiva carta, ni constituye prueba de la justa causa lo
que haya afirmado en el documento de renuncia; sino que,
le compete demostrar plenamente, las acciones u omisiones

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que de manera precisa imputó al empleador, para lo cual


podrá acudir a cualquiera de los medios de prueba
legalmente admitidos. Si no cumple con este imperativo no
le será favorable la sentencia.

En el sub lite, la consideración del Tribunal según la


cual, la demandante no logró siquiera indicar al empleador,
cuáles fueron las conductas de violación sistemática de sus
derechos, que el colegiado calificó como «deficiencia que
subyace desde la deficiente redacción de la carta de
renuencia (sic), que hace innecesario profundizar en la
temática adicional planteada en el recurso sobre la orfandad
de análisis de la prueba vertida», no logra ser derruida por el
memorialista pues, en la sustentación del recurso
extraordinario además, incurre en otro grave yerro al
denunciar como «dejadas de apreciar» o «defectuosamente
apreciadas», los mismos medios de prueba.

Con todo, si se pasara por alto el referido error y


revisara la Sala las otras dos de aquellas documentales
acusadas -Acta de audiencia de conciliación celebrada en la
Inspección del Trabajo del municipio de Chía, de folios 18 y 19
y el Acta de personal que obra a folio 46 del expediente -, que
tienen el carácter de pruebas calificadas para fundar un
cargo en casación laboral, encontraría que de ninguna de
ellas puede inferirse, cuáles fueron los tratos humillantes y
discriminatorios en que pudo haber incurrido el empleador, y
mucho menos se evidencia, la existencia de amenazas - sin
identificación- de las pudiese haber sido sujeto la trabajadora
por parte del administrador de la empresa.

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De lo precedentemente expuesto, se concluye que la


parte recurrente deja incólume el fundamento esencial de la
decisión de segundo grado según el cual, la demandante no
indicó al momento de la terminación del contrato de trabajo,
los hechos u omisiones que adujo como causa para el
despido indirecto, soporte que quedó libre de ataque, porque
limitó su discusión a alegar:

El sentenciador aduce, contra la evidencia probatoria, que no se


demostraron los hechos que desataron la decisión de la
demandante de presentar renuncia al cargo, cuando es el propio
representante legal de la empresa demandada quien señala que
se llevaron a cabo algunas actuaciones en contra de la
demandante, debido a la sospecha que existía de la comisión de
hechos contra el patrimonio de la entidad, siendo corroborada esta
situación con el acta de la reunión de personal donde la señora
MARIA ELVIRA JIMENEZ (FOLIO 45) aparece sin invitación
alguna, y en compañía de su esposo con el único propósito de
formular unos cargos en contra de mi cliente, quien se ve precisada
a exigir su presencia en la diligencia sui generis que se lleva a
cabo; en la misma el administrador HUMBERTO BUITRAGO dice
sin empacho alguno que no puede trabajar con mi mandante,
quedando totalmente corroboradas las manifestaciones que Ella
(sic) hace sobre el acoso de que ha sido víctima.

De lo anterior, contrario a lo que afirma la parte


impugnante, no se evidencia que la trabajadora haya sido
objeto de acoso laboral, de malos tratamientos, de
humillación, ni de presión para que renunciara, sin olvidar
que no es al juez, sino a quien alega la comisión de hechos o
actos violatorios, a quien le compete identificar claramente al
momento de finiquitar el vínculo, los motivos de la decisión,
sin que pueda alegar con posterioridad otros diferentes.

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De lo que viene de decirse, el reproche que se le hace


al juzgador de segunda instancia, por falta de apreciación o
errónea valoración de las pruebas enlistadas resulta inane,
porque como bien se afirmó en la sentencia objeto de
revisión, «se hace innecesario profundizar en la temática
adicional planteada en el recurso sobre la orfandad del
análisis de la prueba vertida que le endilga el recurrente a la
sentencia de primer grado».

Ahora bien, nada aporta al debate extraordinario el


acta de la audiencia celebrada ante el Inspector del Trabajo
del Municipio de Chía, el 23 de mayo de 2006, pues se trata
simplemente de un documento público que contiene el
resumen de la actuación adelantada, con posterioridad a la
extinción del vínculo contractual (5 de abril de 2006).

Tampoco sirven para la solución del problema


planteado en casación, los interrogatorios de parte del
representante legal de la demandada y de la demandante,
pues de las respuestas en ellos obtenidas, que señala la
recurrente, no se advierte confesión judicial de conformidad
con lo establecido en el art. 195 del CPC, vigente en dicha
época, porque, además, no podían precisar en esa diligencia
judicial los hechos que no individualizó la actora en su
carta de renuncia, el día de su dimisión.

Dado que no se acreditó yerro en la valoración de las


pruebas calificadas, no puede la Sala entrar a analizar la
acusación presentada frente a la testimonial, que no tiene
ese carácter.

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De lo expuesto, el cargo no prospera.

Las costas en el recurso extraordinario serán de cargo


de la parte recurrente, para lo cual se fijan como agencias
en derecho al suma de $4.000.000.oo que serán incluidas
en la liquidación que realice el juez de primera instancia de
conformidad con lo establecido en el art. 366 del CGP.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley, NO CASA
la sentencia dictada el 30 de noviembre de 2011 por la Sala
de Descongestión Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá D.C., dentro del proceso ordinario
laboral seguido por AMANDA DÍAZ RODRÍGUEZ, contra
INVERSIONES SANTA ROSA ARW LTDA.

Costas como quedó dicho.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al tribunal de origen.

DONALD JOSÉ DIX PONNEFZ

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JORGE PRADA SÁNCHEZ

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