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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

Magistrada ponente

SL4711-2018
Radicación n.° 49356
Acta 38

Bogotá, D. C., treinta (30) de octubre de dos mil


dieciocho (2018).

La Corte decide el recurso de casación interpuesto por


ASTRID SEGEBRE SERRANO, contra la sentencia
proferida por la Sala de Descongestión Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, el 31 de
agosto de 2010, en el proceso ordinario laboral que instauró
contra la compañía AMERICAN AIRLINES INC -SUCURSAL
COLOMBIA.

I. ANTECEDENTES

Astrid Segebre Serrano presentó demanda ordinaria


laboral para que se declare que el despido ilegal que se le
hizo con motivo del cierre de la demandada es ineficaz y

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que, el contrato de trabajo sigue vigente en los términos del


artículo 140 del CST. Por lo anterior, pidió que se la
condene al pago de los salarios, prestaciones sociales,
cesantías y sus respectivos intereses, primas de servicios,
primas de navidad y vacaciones, causadas desde la fecha
del despido hasta que finalice realmente el contrato; que se
declare la nulidad de la conciliación celebrada entre las
partes; que se ordene el pago de la sanción establecida en el
numeral 3° del artículo 99 de la Ley 50 de 1990, así como
de los aportes a la seguridad social y parafiscales, tiquetes
aéreos, bonos de alimentación, dotaciones, lo ultra y extra
petita y las costas del proceso (f.° 2 y 3).

Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que


laboró al servicio de la demandada en la agencia de
Barranquilla, desde el 20 de agosto de 1990, recibiendo
como último salario mensual $1.483.506; que el 7 de abril
de 2002, la empleadora cerró las oficinas de la agencia en
Barranquilla, sin previa autorización del Ministerio de
Trabajo -hoy de la Protección Social- y que el 14 de mayo de
2002, instauró la correspondiente denuncia, ante el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Seccional
Atlántico.

Relató que mediante Resolución 001224 del 24 de


septiembre del 2002, el referido Ministerio declaró que la
empresa cerró de manera ilegal las instalaciones en
Barranquilla, a partir del 7 de abril de 2002 y, en
consecuencia, le impuso una sanción equivalente a 30
salarios mínimos legales mensuales vigentes, decisión que

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fue confirmada, en sede de reposición y de apelación, a


través de las Resoluciones 000163 del 11 de febrero de
2003 y 000667 del 13 de mayo del mismo año.

Agregó que el cierre ilegal de la empresa, trajo como


consecuencia la ineficacia de su despido y afectó la validez
de la conciliación celebrada entre ella y la demandada el 24
de abril de 2002, al haberse fundado en un acto
previamente ilegal. Por último, indicó que agotó la vía
gubernativa.

Al dar respuesta a la demanda, la sociedad convocada


al juicio se opuso a las pretensiones por carecer de
fundamentos legales y fácticos y, en cuanto a los hechos,
dijo ser ciertos los referentes a la existencia del contrato de
trabajo, su extremo inicial, el último cargo ejercido, la
asignación salarial, la investigación e imposición de la
sanción a que se refiere la actora –pero precisó que era un
asunto ajeno al contrato de trabajo-; los demás, no los
admitió o dijo que no tenían tal calidad.

Explicó que el contrato terminó por mutuo acuerdo


entre las partes y que así consta en el acta de conciliación
que hizo tránsito a cosa juzgada, por lo que no hay lugar a
reabrir la discusión, máxime si no está afectada por ningún
vicio que la haga inexistente o nula.

En su defensa, propuso las excepciones de


prescripción, ausencia de causa, inexistencia de las

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obligaciones perseguidas, cobro de lo no debido, falta de


título, buena fe y compensación (f.° 107 y 108).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Quinto Laboral del Circuito de


Barranquilla, mediante fallo del 26 de marzo de 2009,
declaró probada la excepción de prescripción y, en
consecuencia, absolvió a la demandada de todas las
pretensiones incoadas en su contra. Se abstuvo de imponer
costas (f.º 206).

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala de Descongestión Laboral del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, en sentencia
del 31 de agosto de 2010, revocó el fallo apelado en cuanto
había declarado probada la excepción de prescripción y, en
su lugar, declaró probada la excepción de cosa juzgada;
confirmando la absolución. Se abstuvo de imponer costas
en la alzada.

En primer lugar, descartó que la acción estuviera


prescrita pues, contrario a lo afirmado por el juez de
primera instancia, la demandante no pretende obtener su
reintegro a la empresa, sino que se declare ineficaz su
despido y, por ende, se le paguen los derechos laborales
causados con ocasión de esa circunstancia, así como la
nulidad del acta de conciliación celebrada con la empresa

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accionada. En esa medida, concluyó que, al tratarse de


pretensiones declarativas, no son susceptibles de
extinguirse por prescripción.

Luego, explicó que, revisada la abundante prueba


aportada al plenario, era posible advertir que el 7 de abril
de 2002, se efectuó el cierre intempestivo de la empresa,
que fue declarado ilegal. Sin embargo, como el 24 de abril
de 2002, esto es, con posterioridad a la fecha del cierre, las
partes celebraron una conciliación ante la Dirección
Regional del Trabajo y Seguridad Social del Atlántico, era
evidente que se presentaba el fenómeno de la cosa juzgada
por lo que no era posible modificar los pactos y condiciones
acordados en ese acto de «amigable composición».

Precisó, además, que no advierte engaño o vicio alguno


en dicha conciliación pues, el lenguaje utilizado fue claro,
sencillo y comprensible y en ella las partes acordaron
libremente poner fin a la relación laboral a cambio del
reconocimiento de una bonificación en favor de la
trabajadora, teniendo en cuenta que la empresa había
cesado sus operaciones en la ciudad de Barranquilla.

Agregó que «teniendo en cuenta que […] la conciliación


celebrada entre las partes se celebró conforme a derecho
ante autoridad competente y fue aprobada bajo el principio
de no violar derechos ciertos e indiscutibles de la
trabajadora ni evidencia ningún vicio del consentimiento […]»
(f.° 303); que allí se admitió que la bonificación compensaba

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cualquier tipo de reclamación laboral futura y que se


declaraba a la sociedad a paz y salvo por cualquier tipo de
deuda, era improcedente lo aquí reclamado.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por la parte demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo
que se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La recurrente pretende que la Corte case la sentencia


impugnada en su «numeral primero parte final que declaró
probada la excepción de cosa juzgada y totalmente el
numeral segundo del citado fallo» (f.° 7), para que, en sede
de instancia, revoque la decisión de primer grado y acceda a
las pretensiones invocadas en la demanda inicial.

Con tal propósito formula tres cargos, por la causal


primera de casación, replicados oportunamente. Teniendo
en cuenta que los dos primeros cargos se fundan en
similares argumentos, denuncian las mismas normas y
presentan imprecisiones técnicas comunes, la Corte los
estudiará de forma conjunta.

VI. PRIMER CARGO

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Acusa la sentencia impugnada por violación directa,


en la modalidad de aplicación indebida de los artículos 62 –
parágrafo único- y 140 del CST; 22 a 25 y siguientes del
CPTSS; 66 y 67 de la Ley 50 de 1990; 5° del Decreto 1373
de 1966; 7 y 9 del Decreto 2351 de 1265, Decreto 1469 de
1978; numeral primero del artículo 5 y 44 del Decreto 1373
de 1966.

En un escrito confuso, la censora manifiesta que las


normas de derecho sustancial reseñadas reglamentan el
asunto planteado en la demanda inicial, esto es, la solicitud
de ineficacia de su despido, de donde se colige la
obligatoriedad de la empleadora de no adoptar una decisión
sin la previa autorización del Ministerio del Trabajo,
presupuesto que ella no agenció, por lo que aquél devino
ilegal, quedando inmersa en las hipótesis de incidencia del
artículo 140 del CST. Agregó que el convencimiento del juez
plural de que no hubo una terminación ilegal del contrato,
es un desatino normativo; que la ineficacia del acto de
terminación del vínculo entre las partes, debe volver las
cosas a su estado inicial, pues este es el verdadero sentido
que debió aplicarse al caso; que el argumento de la cosa
juzgada expuesto por el Tribunal es un presupuesto
inadecuado y que en la conciliación no se expresaron los
verdaderos motivos de la terminación del contrato laboral,
con lo que se vulneraron los artículos 7 y 9 del Decreto
2351 de 1965.

Indica que:

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Vemos como a la existencia de conminaciones legales al respecto


en el sentido que un ser jurídico, en este caso, debe actuar
conforme los parámetros demandatorios existentes y en punto
del cierre intempestivo de la Empresa, es sin duda y en el mismo
sentido la disposición normativa la encargada de prever un
aspecto contrario que puede acaecer como efectivamente sucedió
en la actitud del normado, como fue la de dirigir su
comportamiento a un hecho que lo deja inmerso en una premisa
sancionatoria.

Es claro el desatino normativo con que la actora se aparta de sus


deberes legales, inmiscuyéndose en terrenos de invalidez de sus
actos, extrae la culpa del patrono de permear la obligación en su
deber de retornar sus actos a un punto de pleno mandato y que
sin dudas viene a direccionarlo el legislador al establecer el
comportamiento de la Empresa como lesivo, asumiendo ipso facto
el carácter de sujeto de obligaciones, debiendo volver las cosas a
su estado inicial.

[…[ Es claro que la PRETENSIÓN O IDÉNTICO OBJETO es


diametralmente opuesta a los considerandos descritos, siendo
que el verdadero conflicto planteado lo es a partir del cierre ilegal
y lo es el del reconocimiento de los derechos conculcados, la una
viene edificada de la entraña de la norma sustancial, la otra,
conciliación, viene edificada de presupuestos de causalidad
íntimamente ligados a inequidades en su proceder y aplicación.
La primera sin duda marca el verdadero derrotero dispuesto por
el orden institucional. La segunda no viene siquiera a expresar el
verdadero motivo de terminación, que sin dudas no lo fue el
mutuo acuerdo develado. Y siendo la primera fincada sobre la
ineficacia del despido, clara simetría con el cierre ilegal en
calificación precedente. La segunda la desarrolla el juez de turno
en clara resistencia efectiva y certera con la norma expuesta y el
asunto planteado (f.° 9).

Aduce que las consecuencias del despido ineficaz no


fueron objeto de conciliación; que la decisión del primer
juez, sobre la ineficacia del despido, está plenamente
respaldada y sustentada en la actuación procesal, por lo
que acudir a la figura de la cosa juzgada, que tiene tres
elementos, como lo hizo el ad quem, es desatender los
presupuestos de ley de esa figura; que así se aceptara la
existencia de la conciliación la misma no desata en el caso

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la cosa juzgada, pues el cierre de la empresa no fue objeto


de pronunciamiento y reparación en el acuerdo; que el
contrato laboral entre las partes se mantiene con sus
consecuencias, sobre los supuestos de la conciliación; que
en este acto no se sopesaron los efectos del despido ineficaz
alegado, por lo que insiste, no se puede predicar la
existencia de cosa juzgada; que los derechos de la parte
demandante permanecen indemnes y que la Corte debe
aplicar los correctivos a que haya lugar.

VII. RÉPLICA

La sociedad accionada considera que el cargo adolece


de imprecisiones técnicas pues en el alcance de la
impugnación no se dice qué debe hacerse con la sentencia
de primer grado; invoca como modalidad la falta de
aplicación pese a que la misma no existe; invoca normas
derogadas; escoge la modalidad inadecuada de conformidad
con la sustentación; enuncia normas procesales y ataca,
por la vía indebida, el acta de conciliación celebrada entre
las partes, por lo que, considera, debe desestimarse.

VIII. SEGUNDO CARGO

Denuncia la sentencia de violar, por la vía directa, por


la «apreciación errónea o falta de apreciación de la prueba de
los siguientes preceptos» (f.° 14) (sic): los artículos 62 –
parágrafo único- y 140 del CST; 22 a 25 y siguientes del
CPTSS; 66 y 67 de la Ley 50 de 1990; 5° del Decreto 1373
de 1966; 7 y 9 del Decreto 2351 de 1265, Decreto 1469 de

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1978; numeral primero del artículo 5 y 44 del Decreto 1373


de 1966.

Considera que el Tribunal incurrió en los siguientes


errores de hecho:

No dar por demostrado, estándolo, que las Resoluciones del


Ministerio de Trabajo, señalan que hubo una ineficacia del
despido.

No dar por demostrado, estándolo, que la verdadera terminación


lo fue el cierre unilateral e intempestivo de la empresa a cargo, y
que la decisión de su ilegalidad e ineficacia está investida del
doble principio de acierto y legalidad.

No dar por demostrado, estándolo, que el conflicto planteado es a


partir del cierre ilegal de la empresa, y que la trabajadora estaba
en libertad de demandar ante la justicia el restablecimiento de
todos y cada uno de sus derechos, no alegarse otras causas que
no reflejaban el verdadero motivo de terminación.

No dar por demostrado, estándolo, que la ineficacia declarada


por el Ministerio del Trabajo mantiene a la trabajadora en un
estado de no solución de continuidad de su contrato.

Dar por demostrado, sin estarlo, que las conciliaciones


expresaron el verdadero motivo de terminación del contrato, sin
sopesarle en el citado acto conciliatorio la figura del cierre ilegal
como motivo del sustrato legal recogido en su oportunidad por la
decisión del Ministerio del Trabajo.

No dar por demostrado, estándolo, que la ilegalidad declarada


del cierre obra en la ineficacia de cualquier acto posterior que del
mismo se deriva.

Explica que, ante un hecho tan evidente, como es la


decisión del Ministerio del Trabajo, lo procedente era «hacer
el verdadero examen de justicia» (f.° 14). Es decir, explica
que como el cierre de la empresa accionada se hizo de

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forma ilegal, esto es, desatendiendo los requisitos que


establece la ley para tales efectos, era deber del Tribunal
aplicar la normatividad vigente para estos casos. Pese a
ello, estimó que el cierre efectuado en estos términos no
producía ningún efecto jurídico, sin consideración a que el
artículo 9° del Decreto 2351 de 1965 consagra las
consecuencias legales que procede para quien obra de esa
manera.

Manifiesta que no entiende por qué el juez de segundo


grado no aplicó las consecuencias conducentes en virtud
del acto ilegal demostrado en este evento, ni tampoco por
qué se desvió del alcance de la norma que lo obligaba a
declarar la vigencia de la relación de trabajo con el
consecuente pago de todos los salarios y prestaciones
sociales causados desde el momento del despido. Insiste en
que la verdadera causa de terminación del contrato fue el
cierre de la empresa y no la supuesta conciliación celebrada
entre las partes pues, «es imposible terminar lo que ya está
terminado», de modo que la decisión de segundo grado va en
contra de lo decidido y sancionado por la autoridad
administrativa.

Considera que el vicio del consentimiento en el acto de


conciliación se demuestra con las resoluciones emanadas
por el Ministerio del Trabajo que lograron esclarecer la
intención torticera de la empresa al culminar sus
actividades y, con ello, el dolo en su comportamiento al
tratar de conciliar lo que fue resuelto por una autoridad
administrativa. Aduce que no es lo mismo la libre

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disposición que pueda tener un empleador de dar por


terminado un contrato de trabajo, a que sea la autoridad
competente quien califique que su actuar es ilegal y, con
ello, todas las decisiones que de ese acto se derivan, por lo
que lo procedente es retrotraer las cosas al estado en el que
se encontraban antes del cierre de la empresa, restituyendo
los derechos conculcados.

IX. RÉPLICA

La entidad accionada explica que cuando se acusan


pruebas por su indebida valoración o falta de apreciación,
la vía por la que debe plantearse el cargo debe ser la
indirecta, pese a lo cual en este caso se escogió la senda
equivocada, imprecisión que, indica, es suficiente para
desestimar el cargo.

X. CONSIDERACIONES

Debe recordarse que, conforme al sistema


constitucional y legal, la demanda de casación está
sometida a un conjunto de formalidades que, más que un
culto a la técnica, son supuestos esenciales de la
racionalidad del recurso, constituyen su debido proceso y
son imprescindibles para que este no se desnaturalice. De
ahí que al evidenciar falencias de tal orden que, además,
resulten insuperables, la prosperidad del ataque no tiene

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lugar (SL8293 -2017). Circunstancia que se advierte en este


caso, tal como se demuestra a continuación:

1. En primer lugar, la forma como está redactado el


primer cargo desconoce los deberes de concreción y claridad
que exige la demanda que sustenta el recurso
extraordinario, en los términos del artículo 91 del CPTSS,
pues contiene una argumentación extensa, confusa y poco
entendible.

2. Ahora, pese a que el primer cargo se planteó por la


vía directa, en ella se incluyen cuestionamientos de orden
fáctico, relacionados con la valoración que hizo el Tribunal
al acta de conciliación celebrada entre las partes,
concretamente, que en ellas no se acordó nada relacionado
con el cierre de la sede de la empresa ubicada en la ciudad
de Barranquilla, circunstancia que requeriría un análisis de
la prueba, ajeno a la senda del puro derecho.

Así, el censor reprocha que el Tribunal hubiera


desconocido que la conciliación celebrada entre las partes
se soportó en el cierre de la agencia de la demandada, acto
que, como fue declarado ilegal, en su criterio, afecta la
validez de ese acuerdo. Esas afirmaciones, sin embargo,
exigen que se revisen los términos en los que se acordó la
terminación del contrato de trabajo, a fin de evidenciar las
circunstancias que las partes consideraron relevantes para
ponerle fin y, en virtud de ello, establecer si el

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consentimiento dado por la actora estaba o no viciado de


nulidad por error. En consecuencia, se trata de asuntos
totalmente ajenos a esta vía del puro derecho.

3. Pese a que el segundo cargo se formula por la vía


directa, la modalidad que se enuncia, se soporta en una
supuesta «apreciación errónea o falta de apreciación de la
prueba», con lo cual incurre en una mixtura inadecuada de
vías, aparte de que se desconoce si el error lo funda en una
aplicación indebida de normas o en un mal ejercicio
valorativo de las pruebas.

Al respecto, en sentencia CSJ SL, 25 mar. 2003, rad.


20026, la Corte explicó:

[…] quien escoge como vía de ataque la directa, debe allanarse a


las conclusiones fácticas contenidas en el fallo, así como al
análisis probatorio que efectuó el sentenciador para dar por
establecidos los hechos del proceso, y mantener la controversia en
un plano estrictamente jurídico. Por el contrario, quien opta por la
vía indirecta, discrepa necesariamente de todos o algunos de los
soportes fácticos de la sentencia y, en consecuencia, es en ese
sentido que debe orientar su ataque, sin que esté permitido, en uno
y otro caso, como se señalara en precedencia, entremezclar
indebidamente argumentos propios de cada uno de los
excluyentes senderos.

4. Aunque en el segundo cargo orientado por la senda


directa, se cuestiona la falta de aplicación de las
consecuencias jurídicas previstas en las normas
denunciadas, el recurrente incurre en la imprecisión de
fundarlo en la comisión de seis errores de hecho por parte
del Tribunal, generando una confusión de vías no admisible
en casación. En efecto, debe recordarse que las sendas

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directa e indirecta son excluyentes, habida cuenta que la


primera conlleva un error jurídico mientras que la segunda
la existencia de uno o varios yerros fácticos, debiendo ser
su formulación y análisis diferentes y por separado (CSJ SL
25 may. 2004, rad. 22543).

En ese orden de ideas, lo cierto es que el cargo se


compone de una mezcla inadecuada de géneros de
violación, de una yuxtaposición de argumentos fácticos
como jurídicos, en la enunciación de errores de hecho sin
alusión a pruebas concretas y, a la vez, en reproches sobre
la aplicación de leyes; lo que impide un estudio coherente y
de fondo del recurso.

Las vías directa e indirecta, por su naturaleza, son dos


modalidades irreconciliables de violación del derecho
sustancial, de suerte que el recurrente en casación no
puede endilgar al juzgador de instancia, de manera
simultánea, el quebranto de la ley sustancial por la vía
directa, esto es, con prescindencia de toda cuestión
probatoria y, a la vez, la incorrecta estimación de las
pruebas (CSJ SL 22 feb. 2011, rad. 36684).

5. Con todo, como los argumentos expuestos en ambos


cargos son similares, la Sala advierte que, sin perjuicio de
las imprecisiones técnicas aquí cometidas, ninguno de los
dos prosperaría, por lo siguiente.

Nótese que el reproche hecho por el recurrente se


centra en la supuesta falta de aplicación que el Tribunal

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hizo del artículo 9° del Decreto 2351 de 1965 pues, pese a


haberse declarado, por autoridad administrativa, que el
cierre hecho por la accionada a las instalaciones de la
agencia de Barranquilla era ilegal, no aplicó las
consecuencias jurídicas que de ello se derivaban,
concretamente, la declaratoria de vigencia de las relaciones
laborales y, con ello, el pago de los salarios y prestaciones
sociales causados desde el momento del despido.

Sin embargo, lo cierto es que el Tribunal no desconoció


que el cierre de la empresa fue declarado ilegal pues, de
hecho, admitió que «el cierre intempestivo e ilegal de la
empresa fue declarado por las autoridades administrativas
del trabajo a partir del 7 de abril del año 2002, fecha que fue
constatada por las autoridades administrativas del trabajo y
plasmadas en los distintos actos administrativos» (f.° 315).
Lo que sucedió fue que, con independencia de esa
circunstancia, concluyó que en este caso no era viable
aplicar las consecuencias jurídicas previstas en esa
normativa, en la medida en que las partes, con
posterioridad al cierre de la empresa, acordaron dar por
terminado el contrato de trabajo a cambio de una
bonificación que recibió la trabajadora por valor de
$29.141.278 (f.° 26), pacto que, al no estar viciado de
nulidad, era motivo suficiente que justificaba la terminación
del vínculo, sin consideración al referido cierre
intempestivo.

Así las cosas, no es cierto que el Tribunal hubiera


incurrido en un yerro jurídico al no aplicar las

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consecuencias que suponía el cierre de una de las sedes de


la accionada, sino que, como la terminación del vínculo, en
todo caso, es un hecho indiscutido que se encontraba
soportado en un acuerdo conciliatorio, era éste y no aquel el
que permitía entender que el despido se enmarcaba dentro
de la legalidad y que el empleador no le debía ninguna
suma de dinero por concepto de salarios y prestaciones a la
trabajadora –en virtud de la bonificación que se acordó para
tales fines-.

De modo que, al existir una razón que justificó la


terminación del contrato de trabajo, la cual operó con
posterioridad a las eventualidades que se presentaron en la
empresa, al momento del primer despido, es claro que el
Tribunal no erró al no aplicar las consecuencias jurídicas
establecidas para este evento, en los términos sugeridos por
la censura.

Por lo demás, los alegatos que invoca el recurrente


para soportar la supuesta invalidez del acta conciliatoria,
exigirían el estudio específico de esa prueba, lo que, como
se dijo, no es posible hacerlo por esta senda directa.

Por todo lo anterior, los cargos se desestiman.

XI. TERCER CARGO

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Acusa la sentencia, por la vía indirecta «de contener


decisiones que hacen más gravosa la situación de la parte
que apeló la primera instancia» (f.° 19).

Explica que el juez de segunda instancia debía resolver el


recurso de apelación, en los estrictos términos en que fue
planteado, lo que, para el caso, suponía únicamente
evidenciar el error en la declaratoria de la excepción de
prescripción -que no procedía en este evento- y, luego de
ello, «entrar al análisis sólo de lo estrictamente solicitado en
la demanda como es el pedimento certero y justo del despido
ilegal […] no variar su aplicación en terrenos distintos […]» (f.°
19).

Indica que, al tratar asuntos ajenos a los planteados en


la alzada, se agravó la situación del apelante único, por lo
que no podía entrar a mirar la cosa juzgada de una
conciliación que no nació a la vida jurídica por estar
precedida de un acto ilegal del empleador, a saber, el cierre
intempestivo de la empresa. Agrega que no puede hablarse
de cosa juzgada ante pretensiones con objeto distinto.

XII. RÉPLICA

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La accionada estima que el cargo está mal planteado, ya


que «no hay acusación por la vía indirecta cuando según dice
el recurrente hace más gravosa la situación de la parte que
apeló la primera instancia» (f.° 31), pues esta circunstancia
es propia de la segunda causal de casación. Agrega que
verificadas las partes resolutivas de los fallos de primer y
segundo grado se advierte que no se afectó el principio de
no reformatio in pejus, ya que ambas sentencias contienen
una decisión absolutoria.

XIII. CONSIDERACIONES

Tal como lo puso de presente la parte opositora, la


reformatio in pejus es una causal autónoma en la casación
del trabajo, de manera que resulta ser una inconsistencia
involucrarla con temas propios de la causal primera, como
impropiamente lo hace el censor, cuando formula el cargo
por la vía indirecta.

En efecto, las dos únicas causales de casación parten


de presupuestos diferentes pues, en la primera, es un
quebrantamiento de la disposición que, constituyendo la
base esencial del fallo, consagra los derechos reconocidos o
desconocidos por el fallo recurrido, al paso que, en la
segunda, el defecto de la sentencia radica en hacer más
gravosa la situación del único apelante o de la parte en
cuyo favor se surtió la consulta. Son dos causales
autónomas, por lo que no es dable mezclarlas en un mismo
cargo (CSJ SL 4 jul. 2001, rad 15885).

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Aparte de lo anterior, debe recordarse que el principio


procesal de la reformatio in pejus significa que el juez de la
apelación no puede modificar la sentencia de su inferior en
perjuicio del apelante único. Ello se detecta por la simple
comparación entre la parte resolutiva de la sentencia de
primer grado con la resolutiva de la sentencia de apelación,
en orden a determinar la desmejora en contra del único
apelante. Pero si las dos resoluciones son iguales, como
aquí ocurre -ya que, aunque por diversos motivos y como
consecuencia de haber prosperado excepciones distintas
planteadas por la parte demandada, la del Tribunal
confirmó la absolución del juez- la reforma en perjuicio del
apelante único no se produce.

Es más, la Sala advierte que, en el fondo, el asunto


que reprocha el actor no tiene que ver, propiamente, con la
causal segunda de casación, sino con otro aspecto procesal
de la alzada que consiste en definir si el juez de la apelación
estaba facultado para pronunciarse sobre aspectos que, en
su criterio, desbordaban su competencia.

En efecto, lo que al censor le resulta cuestionable es


que el Tribunal se hubiera pronunciado sobre un asunto
que no fue planteado en el recurso de apelación, lo que, en
estricto sentido, se ajusta más a un estudio sobre la
presunta violación del principio de congruencia entre el
fallo y lo apelado, que a la agravación de la parte resolutiva
de la sentencia de segunda instancia.

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Sin perjuicio de dicha imprecisión, lo cierto es que el


hecho de que en el recurso de apelación se hubiera
reprochado la declaratoria de prescripción que hizo el juez
de primera instancia y que el Tribunal hubiera advertido un
yerro en esa decisión, no implicaba que, por esa sola
circunstancia, tuviera que acceder favorablemente a la
súplicas formuladas en la demanda inaugural, sin ninguna
otra consideración pues, sin perjuicio de que la acción no se
considerara prescrita, el ad quem debía estudiar la
procedencia o no de los derechos salariales y prestacionales
pretendidos, de modo que, si como se vio, se puso de
presente que operaba el fenómeno de cosa juzgada en
relación con esas peticiones, en virtud de la conciliación
celebrada por las partes, lo viable era absolver a la
demandada.

Entonces, el proceder del Tribunal, contrario a lo


expuesto por la censura, no supone un exceso de las
facultades conferidas al juez colegiado ya que era no sólo
admisible, sino ineludible, pronunciarse sobre las demás
circunstancias que permitían analizar la procedencia del
derecho, entre ellas, si sobre este asunto ya existía o no un
pronunciamiento judicial previo que configuraba la cosa
juzgada, tal como ocurrió en este evento, lo cual, se repite,
no viola el principio de la reformatio in peius, máxime que la
cosa juzgada puede ser declarada de oficio por el juzgador
de instancia (artículo 306 CPC, hoy 282 CGP).

En consecuencia, el cargo se desestima.

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Radicación n.° 49356

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la parte demandante. Se fija como agencias en derecho
la suma de $3.750.000, que se incluirá en la liquidación
que se practique conforme a lo dispuesto en el artículo 366
del Código General del Proceso.

XIV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia proferida por la Sala de Descongestión
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, el 31 de agosto de 2010, en el proceso
ordinario laboral que instauró ASTRID SEGEBRE
SERRANO, contra la compañía AMERICAN AIRLINES INC
-SUCURSAL COLOMBIA.

Costas como se indicó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

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Radicación n.° 49356

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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