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El papel de las emociones en los procesos de muerte y pérdida

Sandra Melissa Esparza Garcia

Durante el duelo es normal que se tengan muchas emociones, no solo si el


fallecido es una persona cercana, el solo hecho de asistir a un funeral o saber de
una muerte muchas veces nos evoca emociones como tristeza y desesperanza.
Las principales emociones por las cuales se pasa durante el duelo son la ira, la
tristeza, la negación, la culpa, negociación e incluso depresión; estos se viven
como las etapas del duelo de Kubler-Ross, pero dentro de ellas llegan a existir
muchos sentimientos más, algunos positivos o buenos, como la felicidad y el
amor, lo que lleva a las personas a sentirse confundidas debido a que socialmente
asociamos los sentimientos malos a la muerte.

Muchas veces la partida de un ser querido, además de traer dolor, trae desahogo,
libertad, y tranquilidad debido a la situación que se presentó antes de la muerte,,
ya sea con la familia o el difunto. No está mal tener sentimientos buenos o
positivos, el proceso depende de cada persona, lo que se mantiene en común es
la aceptación y la reflexión que se debe tener al final ya habiendo superado todo.

Pero no solo la muerte causa sentimientos de dolor o emociones negativas,


muchas personas sufren pérdidas significativa es su vida, y con ellas evocan los
sentimientos y emociones propios de una perdida familiar.

Cuando una persona que ignora o niega las emociones fuertes y dolorosas, con el
tiempo se derrumbará emocionalmente y sufrirá ataques de ansiedad, estallidos
irracionales de enojo u otros síntomas neuróticos o psicóticos.

Esto también podrá suceder si una persona trata de manejar sus emociones a
nivel intelectual, racionalizándolas; esto no funciona. Los sentimientos no se
piensan, solo se sienten.

Los pensamientos afectan los sentimientos tanto que estos pueden ser regulados
por medio de los pensamientos. Esto no quiere decir que ya se pueda controlar
las emociones reprimiéndolas y racionalizándolas, sino que no debes permitir que
tus emociones negativas continúen haciéndote sentir mal después de que esos
sentimientos se han vuelto improductivos.

Un punto importante comienzan a ser las palabras, el creer y repetirse que todo es
capaz de resolverse o sobrellevarse ayuda de gran manera en el proceso, porque
se repite a uno mismo que es posible y se llega a creer y tener motivación para
buscar esa forma de aceptar esos sentimientos y utilizarlos de la mejor manera,
haciendo reflexión de la situación a de si mismo.
Los pensamientos son una conversación contigo mismo, estas se pueden
sintonizar para tomar nota de lo que está pasando y te están diciendo a ti mismo,
tu conversación interna crea tu realidad. Así, además de dejarlas fluir se pueden
aprovechar para establecer barreras emocionales y no sentirse completamente
indefenso o impotente emocionalmente, también ampliar los horizontes para crear
un cambio positivo y alcanzar la madurez.

Cualquiera de estos sentimientos guardan un significado muy importante, se


deben expresar pero también identificar, saber exactamente lo que sientes y como
lo sientes ayuda a generar reflexión sobre la perdida y llegar a la aceptación más
rápidamente. Si ignoras las emociones solo terminaras por atrasar lo inevitable e
incluso generar más dolor, no solo a ti sino a todos los que te rodean. También es
importante saber hasta qué punto podemos con las emociones propias y cuando
estas comienzan a desbordarse y causar molestia se debe buscar ayuda.

O´connor, N. (2007). Déjalos ir con amor. La aceptación del duelo. Ed. Trillas
México.

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