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¿Por qué reprimes tus emociones?

Culturalmente nos hemos educado a guiarnos “racionalmente”, bajo el lema “pienso,


luego existo”, restando importancia a las emociones. A nivel social, las emociones han
sido etiquetadas y estigmatizadas como positivas (alegría, sopresa, curiosidad) o
negativas (dolor, rabia, miedo, tristeza).
Durante muchos años hemos estado bajo esa mirada, y bajo este paradigma. Las
emociones, eran algo tabú, y había que reprimirlas, negarlas, camuflarlas o
calmarlas como fuera, para que no se notasen. Expresiones tales como: No llores, sé
fuerte, no tengas miedo, ¿te suenan?
Una de las causas de la represión emocional son las creencias emocionales que
recibimos a nivel social pero también familiar como:
 No tienes que estar triste.
 No es para tanto.
 Hay gente que está mucho peor, anímate.
 No tengas miedo.
 Sonríe, que la vida son dos días.
 No te enfades, no pasa nada.
 Eres un cobarde.
 Tienes que ser fuerte
 No seas débil
Las emociones no son negativas de por sí 
Pero años después se ha demostrado que las emociones no son buenas ni malas,
simplemente son, tal cual, expresiones neutrales de cada uno de nosotros, que ponen en
evidencia inevitablemente una necesidad concreta de ser humano.

Evolutivamente,nos han permitido sobrevivir cómo especie. Se expresan a través del


cuerpo,  de los gestos, de la expresión de la cara, así como de nuestros
pensamientos. Las emociones son reacciones instintivas para actuar, ante
situaciones y circunstancias diversas.
Las emociones nos brindan la oportunidad para actuar de una forma diferente ante una
situación concreta, nos guían para saber cómo actuar dependiendo de qué situación para
facilitar la toma de conciencia de lo que nuestro cuerpo está experimentando. Nos dan
una referencia de lo que nos sucede en un momento determinado, y la energía adecuada
para actuar en cada situación.

Cada una de las emociones son señales que nos ayudan a prepararnos para responder a
diferentes situaciones de nuestra vida. Así por ejemplo, a través de la rabia podemos
saber que alguien ha traspasado nuestros límites. El dolor nos indica que ha aparecido
pena o una herida profunda.

El miedo nos comunica nuestra necesidad de seguridad, el placer nos ayuda a darnos
cuenta de que nuestras necesidades están satisfechas en ese momento,

la tristeza nos pone de manifiesto lo perdido, la frustración nos expresa que tenemos
necesidades no atendidas, la confusión nos expresa que estamos procesando
información contradictoria para nosotros mismos. Cada emoción tiene su propio
mensaje e intensidad, y nos ayuda hacia el autoconocimiento.
Las consecuencias de reprimir emociones  
Existen toda una serie de emociones que muchos consideran negativas o incómodas,
como la tristeza el miedo, la rabia, etc., que a veces tendemos a tratar de reprimir,
negándolas, ignorándolas y si es posible, tratando de no sentirlas.

Para reprimir nuestras emociones, necesitamos una cantidad de energía muy grande,
porque lleva mucho más desgaste físico, mental y emocional, el suprimirlas, que el
sentirlas. Aunque deliberadamente queramos reprimirlas, no va a ser posible, ya que
encontrarán su camino de otra forma ( rigidez en el cuerpo, insomnio, control,
contracturas etc.).

¿Cómo saber si tienes emociones atrapadas o reprimidas?


 No sientes nada, vives anestesiado de tus emociones y sentimientos.
 Explotas por cualquier cosa, estás irritable.
 Te sientes bajo de ánimo, sin ganas de hacer nada.
 Sientes dolores y tensiones físicas, llegando incluso a enfermar.
 Tienes insomnio y problemas para conciliar o mantener el sueño.
 Sufres estrés y tienes tendencia a querer controlarlo todo en exceso.
Esto es debido a que cuando reprimimos las emociones, en vez de proyectarlas hacia
fuera, las estamos proyectando hacia dentro, y la energía pues se queda en nuestros
músculos y en nuestro cuerpo.

Reprimir nuestas emociones provoca en nuestro cuerpo, dolores y molestias de


todo tipo, además de enfermedades físicas y mucho estrés. Hay que pensar que la
energía, no se destruye sino que se transforma. Entonces, si evitamos expresar la
emoción ( que es energía pura) se puede transformar incluso en enfermedades de todo
tipo, somatizando lo que sentimos.

El control de las emociones, una falsa gestión


Una de las estrategias más comunes que utilizamos para intentar gestionar nuestras
emociones más incómodas, es el control. Se cree que si controlamos nuestras
emociones estas desaparecerán milagrosamente, pero no es así. En realidad, si
tratamos de controlar el miedo, nerviosismo, impotencia, rabia, lo único que ocurre, es
que la emoción se intensifica mucho. Entendemos controlar por intentar desconectarlas,
racionalizarlas, reprimirlas, y negarlas. El hecho de controlar nuestras emociones, de esa
forma solo hace que dejemos de estar en contacto con nosotros mismos.
Shapiro: “Toda emoción reprimida, negada o ignorada queda encerrada en el
cuerpo”.
Cuanto más fuerte es la represión, más explosiva y potentente será la emoción liberada.
Es decir, que la respuesta será desmesurada. Las emociones que quedan atrapadas
buscan una salida . Esto forma parte de la naturaleza de las emociones, porque deben
sentirse y expresarse. Si nos negamos a dejar que salgan a la luz, las emociones se
esforzaran por lograrlo. Las emociones que mantenemos reprimidas terminan por
escaparse de la mente inconsciente.

Estrategias para expresar y gestionar nuestras emociones


Una de las claves para gestionar de forma eficaz las emociones, es que en vez de
negarlas y reprimirlas permitamos que fluyan, esto no quiere decir que si
estás enfadado con tu amigo, le hagas daño, ni transgredas sus limites. Fluir quiere
decir, que atiendas a esa emoción, que le hagas caso, porque seguramente te está
dando un mensaje. Ser consciente de nuestras emociones, ponerles nombre y
atenderlas adecuadamente,
Sería una buena fórmula para empezar:

 Reconocer la sensación corporal que tenemos en el cuerpo


 Dejarnos sentir esa sensación (por ejemplo, un nudo en la garganta).
 Una vez identificamos la sensación, buscar qué emoción hay detrás de la
sensación.
 Si sabemos el nombre de la emoción perfecto, nos la permitimos sentir,
sin juzgarla ni censurarla.
 Si no sabemos el nombre de la emoción tampoco pasa nada, nos
permitimos sentir, la emoción igual..
 Vemos que por muy incómoda que sea la podemos gestionar.
 Importante no engancharnos en la emoción y dejar que pase para que no
se nos cargue en nuestra mochila emocional.
Nuestro cuerpo a través de la sensación nos va dando pistas de qué emoción traemos,
pero para cada persona una sensación puede estar relacionada con una emoción
diferente. Poder prestar atención a nuestras emociones, en el momento, nos ayuda a
comprendernos mejor, a ponerles nombre y también a poder regularlas posteriormente.
O más bien, dejar que fluyan, para que se autorregulen. 
Como hemos visto las consecuencias de reprimir las emociones para tu vida no solo
no ayudan sino empeoran la situación. Cuanto más reprimas lo que sientes, más
difícil va a ser también relacionarte con los demás. Así que te recomendamos que no
esperes un minuto más y te pongas en marcha para empezar a relacionarte con tus
emociones desde otro lugar más sano para ti.

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