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NEUROCIENCIA Y PSICOLOGÍA CONDUCTUAL: CRITERIOS Y APORTES

PRESENTADO POR:

ANGELA MARIA MOJICA TIBADUIZA


CODIGO: 3220121023

UNIVERSIDAD DE IBAGUÉ- FACULTAD DE HUMANIDADES


PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
ANALISIS FUNCIONAL APLICADO
SEMESTRE 2017 A
IBAGUÉ
Neurociencia y psicología conductual: criterios y aportes

Para comenzar, la psicología y las neurociencias han estado relacionadas a lo largo del

tiempo, mas por la desconfianza mutua que por el trabajo conjunto, y esto se ha debido

principalmente a la forma como ha sido enmarcada la psicología, como una disciplina que se

ocupa de lo intangible, la mente, la vida interior, los procesos mentales y cuya forma de

investigación está muy lejos del rigor científico, metodológico y centrado en lo biológico, propio

de las neurociencias (Pulido & Calzada. 2010).

Pero dicha percepción más allá de ser errada obedece en mayor medida a la época y a la

tendencia de las personas a cotidianizar el argot psicológico, restándole objetividad a su labor, e

implantando una visión generalizada y reduccionista de lo que es la practica psicológica, razón

por la que por mucho tiempo las neurociencias intentaron alejarse lo más posible de los

preceptos psicológicos, por parecer basados en mentalismos, desprovistos en mayor medida de la

objetividad a la que se ciñen las ciencias en camino a búsqueda del progreso (Richelle, 1992).

Sin embargo, y más allá de la resistencia impuesta entre ambas disciplinas, al descubrirse en

el quehacer diario de una forma u otra, sus campos de conocimiento terminarían cruzándose. Por

un lado la neurociencia que estudia el cerebro y trabaja a través de lo experimental, encontró por

el camino similitudes con la psicología conductual, en tanto ambas intentan acercarse a su objeto

de estudio desde la experimentación y en cuanto a que ambas se encuentran limitadas por un

dilema fundamental: ¿cómo concebir una psicología sin cerebro y una neurociencia sin mente?

(Bunge.1998)

Dicho interrogante plantea el punto de partida para lo que será el puente entre ambos campos

de estudio, con el fin de encaminarse a la búsqueda de un paradigma mucho más integrador y sin

sus limitaciones actuales, tales como la tendencia del conductismo a eliminar o apartar de su
discurso algunos de los aspectos más interesantes de la psicología como: los estados mentales; ó

la predisposición de la neurociencia a centrarse solo en aspectos estructurales del sistema

nervioso (Benarós,Lipina & Segretín, 2010) . Dicha tendencia a generar abordajes más

integrativos, conlleva a la aparición de Neuropsicología y más específicamente de la

Neurociencia- conductual, que busca hacer una puesta en común no solo de los principios

metodológicos previamente establecidos, sino de una visión interdisciplinar que permita un

cambio de enfoque (Giménez & Murillo, 2007).

Por otra parte, en razón al cambio de paradigma hay que tener presente que obedeció a un

proceso de varios años en los que la neurociencia por su parte al coincidir con la psicología

conductual, le aporto elementos importantes para la praxis, tales como: dar respuesta a preguntas

aun sin explicación aparente, otorgar sustento teórico para desarrollar nuevas terapias, y

posteriormente dar paso a la reevaluación de la eficacia de las terapias presentes en el momento.

En consecuencia, los descubrimientos de la neurociencia sobre el funcionamiento tanto

normal como anormal del sistema nervioso, proporciono en primer lugar a la psicología

conductual las luces que le faltaban después de muchos años de experimentación. En un

momento donde muchos psicólogos conductuales trabajaban para entender las dinámicas y

relaciones causales presentes en la conducta; el conocimiento sobre el substrato neuronal dio

explicación a algunos del porqué de la conducta, incluso cuando esta parecía no ajustarse a los

patrones establecidos previamente en procesos de asociación, entre una serie de estímulos y las

posibles respuestas elicitadas (Salgado, 1995).

Posteriormente, el conocimiento de la neurociencia permitió dar paso a una reflexión

profunda sobre las terapias prevalentes en el momento, a la vez que se dio paso a una evaluación

objetiva sobre los resultados de las mismas y su eficacia para tratar trastornos de personalidad,
ansiedad y de la conducta sexual. Este hecho permitió que la psicología conductual diera sus

primeros pasos hacia el perfeccionamiento de sus técnicas y saco a relucir la importancia de

trabajar en el desarrollo de nuevas terapias, para abordar problemáticas que escapaban al

dominio conceptual de la psicología conductual, pero que necesitaban ineludiblemente ser

atendidas (Morales, 2003).

Para finalizar es muy importante tener en cuenta de acuerdo con la revisión y lo dicho por

Martínez (1993) que: 1) las discusiones epistemológicas presentes en las distintas ciencias en el

siglo pasado, no deberían primar actualmente ante la necesidad de realizar abordajes más

interdisplinares y asumir una visión mucho más práctica.2) No darse la oportunidad de encontrar

principios en común con campos de estudio vanguardistas, puede ralentizar o imponer obstáculos

para lograr el progreso que se busca en el ámbito científico; y 3)toda disciplina/ ciencia por más

satisfactoria que resulte en su metodología y enfoque, no debe darse por completa e irrefutable,

ya que el cuestionamiento, la crítica y la duda, son inherentemente necesarias para el avance.


Referencias

Bunge, M. (1985) .From Mindless Neuroscience and Brainless Psychology to

Neuropsychology. Annals of theoretical Psychology. Plenum press – New York. Vol. 3 pp.

115-133. Recuperado de: https://books.google.com.co/

Benarós S, Lipina S., & Segretin, M. (2010) Neurociencia y educación: hacia la construcción

de puentes interactivos. Rev Neurol. Vol.50, pp. 179-86. Recuperado de:

http://www.neurologia.com/

Giménez, M., & Murillo, M. (2007). Mente y cerebro en la neurociencia contemporánea: una

aproximación a su estudio interdisciplinar. Scripta theologica. Vol. 39. Núm. 2. Pp. 607-635.

ISSN 0036-9764. Recuperado de: http://dadun.unav.edu/

Martínez, S. (1993). Método, evolución y progreso en la ciencia. Rev. Hispanoamericana de

Filosofía.Vol. 15. Núm. 73. Pp.37-69. Recuperado de: http://www.filosoficas.unam.mx/

Morales, H. (2003).Las neurociencias y las psicoterapias. Pontificia universidad católica del

Perú. Rev. Ciencias humanas Vol. 7. Num.1 Recuperado el de: https://www.psiquiatria.com

Pulido, M., & Calzada, J. (2010) .El Análisis Experimental de la Conducta: Algunos modelos

experimentales de interés para las neurociencias. Revista Mexicana de Neurociencia. Vol.

11, Núm. 4, pp. 296-301. Recuperado de: http://www.medigraphic.com/

Richelle, M. (1992) .Skinner, mentalismo y cognitivismo. Anuario de psicología. Núm. 52. Pp.3-

15. Recuperado de: http://www.raco.cat/

Salgado, E. (1995) .El rumbo de las ciencias del comportamiento: del conductismo a las

neurociencias. Revista reflexiones.Vol.36. Núm. 1. Recuperado de: http://www.kerwa.ucr.ac./

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