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T. Todorov (comp.

)
J. Apresjan
F. G. Lounsbury

Investigaciones semánticas

Ediciones Nueva Visión


Buenos Aires
Advertencia del traductor

La traducción de un texto que encara un estudio sobre el lenguaje


Implica siempre el problema de la traducci6n de los ejemplos,
causada por las diferencias de funcionamiento lingüístico entre
lengua y lengua. En el presente volumen hemos optado por adap-
tar al español los ejemplos del original, aunque esto nos obligara
a proponer formas que, si bien análogas desde el punto de vista
del fen6meno lingüístico pertinente, se alejaban a veces bastante
del original. En esos casos hemos reproducido en nota los ejem-
plos usados por el autor.

Solo en tres casos hemos mantenido los ejemplos en el idioma


original:

a) cuando se trata de un estudio realizado sobre un sector espe-


cifico de una lengua particular (Apresjan, Lounsbury);

b} cuando se trata de textos literarios con mención del autor;

cJ cuando la interpretación que el autor da de un fenómeno lin-


güístico es demasiado particular para transponerla a otro fenó-
meno sin correr el riesgo de desvirtuar su pensamiento.
T. Todorov
Investigaciones semánticas 1

Durante un largo período, la semántica fue la pariente pobre de


las ciencias lingüísticas. A pesar del gran número de teorías ge·
nerales y de estudios concretos que se encuadran en su marco,
se puede llegar a decir que hasta hace muy poco la semántica no
existía como ciencia.

Después de 1960, aproximadamente, se realizaron interesantes


investigaciones tanto en Franela como en los Estados Unidos, en
Gran Bretaña y en la Unión Soviética. Nuestra primera lntenctón
fue la de reunir y publicar todos los estudios importantes realiza-
dos en el extranjero y que suelen ser los menos conocidos en
Francia. Pero la extensión de los textos sobrepasa en gran medi-
da las posibilidades del presente volumen; por lo tanto publica-
mos aquí solamente algunos de esos textos representativos, mien-
tras nos limitamos a discutir los demás en la introducción. Hemos
añadido también un trabajo nuestro en el que las ideas de J. J.
Katz y de J. A. Fodor, así como de U. Weinreich, se aplican al ám-
bito de la lengua francesa.

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Teorías generales

Para poder progresar, la semántica necesita una concepción glo-


bal. En este sentido, el Curso de Lingüística General de Saussu-
re, punto de partida de la lingüística moderna, no ofrecía más que

1 Quiero agradecer tanto a 105 señores Uriel Weinreich y A. J. Greimas que


han puesto a mi disposición algunos textos antes de su publicación, como a
mis amigos Nicolas Ruwet y Delphlne Perret que me han ayudado en este
trabajo. Las referencias bibliográficas que se encuentran en el texto se re-
fieren a la bibliografía crítica incluida al final del presente volumen.

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algunos elementos dispersos. Se hacía necesario, entonces, co-
menzar a forjar esta concepción, y para ello se presentaron dos
caminos diferentes: uno, orientado hacia una teoricidad extrema:
el otro, orientado hacia un extremo practlclsrno: por un lado, la
glosemática; por el otro, la lingüística descriptiva que se inscribe
en la tradición de Bloornfleld.

Es difícil juzgar la validez del primero de estos caminos, puesto


que no superó nunca el estadio de los prolegómenos; el carácter
abstracto de la doctrina no permitió, en efecto, que se realizaran
aplicaciones de ella. Nosotros no creemos que esta ausencia de
aplicaciones pueda explicarse por la dificultad con la cual se acce-
de a los textos de Hjelmslev: teorías aun más complejas que la
suya han conocido una gran extensión. Por el contrario, la gran
claridad de la exposición fue lo que atrajo a muchos lingüistas
hacia la doctrina de los glosemáticos. La verdadera razón de su
esterilidad se encuentra en el hecho de que son sus propios prin-
cipios los que hacen que la doctrina sea inverificable; su rigor se
vuelve contra ellos mismos y se convierte en la razón de su lrn-
potencia. En los Prolegómenos, por otra parte, Hjelmslev deja muy
poco espacio para el estudio de la significación: la substancia, es
decir, lo que una palabra significa, está para él fuera del objeto
de la lingüística. Solo la forma de la substancia, ese enrejado
abstracto que las palabras componen con sus correlaciones, debía
interesar al glosemático ortodoxo. Aun la gran distinción entre los
tipos diferentes de designación que son la denotación y la conno-
tación no fue ilustrada jamás suficientemente y terminó convir-
tiéndose en fuente de confusiones.

En los pocos artículos consagrados especialmente a los funda-


mentos de la semántica, la doctrina glosemática no se hizo más
concreta. Por el contrario, quedó limitada, ya sea a algunas refle-
xiones generales sobre la naturaleza de la significación, ya sea a
algunos principios de dudoso valor, como en este caso: "Una des-
cripción estructural solo podrá efectuarse a condición de poder
reducir las clases abiertas a clases cerradas" (Hjelmslev, 1959,
p. 110). Curiosamente, este imperativo está a continuación de un
pasaje en el que Hjelmslev destaca que el léxico no está constl-
tuido por clases cerradas. Es claro, sin embargo, que en el voca-
bulario de una lengua no hay más que clases cerradas; hacer tal
declaración equivale, por lo tanto, a renunciar al estudio del léxico.
Y, más aun, una teoría incapaz de dar cuenta de esta cualidad
esencial del lenguaje, la de poseer un léxico constituido par clases
abiertas, no puede tener la pretensión de alcanzar una suficiente
conformidad con la realidad lingüística. Si es verdad que la intro-
ducción de una nueva palabra en el léxico no cambia para nada la

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estructura semántica global de la lengua, es éste un fenómeno
que debe ser explicado y no reducido.

la actitud de la lingüística descriptiva norteamericana fue diferen-


te, aunque sus resultados hayan sido los mismos. Bloomfield pro-
clamaba que el estudio de la significación no atañe a la lingüística
sino a las ciencias concretas que estudian talo cual parte de la
realidad (así manzana significa una fruta que . . . para el botánico,
pero no para el lingüista) o a una neuropsicología que podría
alcanzar la esencia de la significación estudiando las fibras nervio-
sas de nuestro cerebro. Puesto que no existía una psicología se-
mejante, fue la psicología behaviorista la que se encargó del asun-
to: los textos se sucedieron unos a otros; se construyó una teoría
(Osgood); pero el único resultado positivo para la lingüística fue
el aprender que en realidad existía un significado de las palabras.
del cual, por el momento, ella no debía ocuparse (la "significación
pragmática", en los términos de Apresjan). Los lingüistas norte-
americanos siguieron fielmente los mandamientos de Bloomfield;
y sus manuales simplemente excluyeron la semántica. Así Archi-
bald A. Hill, en lntroduction to linguistic Structures, concede 4
páginas (sobre 496) a la semántica, las cuales le bastan para decir
que, aunque importante, el campo de la significación atañe a una
"supra-lingüística". Para él, el único significado propiamente lin-
güístico es el que nos permite decir si dos unidades son las "mis-
mas" o si son "diferentes".

No dedicaremos aquí demasiado espacio a una tercera teoría, la


de los lingüistas ingleses, que recientemente se ha intentado pre-
sentar como la única que haya permanecido ajena a estos puntos
de vista extremos. Por un lado, en semántica esta teoría no exis-
tía, hasta estos últimos tiempos, más que como una expresión de
deseos (ver Dixon, 1964, y sobre todo Lyons, 1963). Por otro lado.
las premisas de las cuales parte. que se hallan en los escritos
de J. R. Firth, están lejos de ser evidentes. No citaremos más que
dos de ellas: "Cada palabra utilizada en un nuevo contexto se
convierte, por esto mismo, en una palabra nueva" (Firth, 1957,
p. 190). "Mi propio enfoque de la significación en lingüística ha
sido siempre independiente de dualismos tales como espíritu y
cuerpo, lengua y pensamiento. palabra e idea, significante y sig-
nificado. expresión y contenido" (p. 227).

Una débil luz teórica apareció con la teoría de la información, que


ha ejercido gran influencia sobre la lingüística durante los últimos
quince años, sin que en el momento actual sea fácil distinguir las
huellas que ha dejado en ella. Esta teoría identificaba la emisión
del lenguaje con las cadenas de Markoff. sucesiones de símbolos

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en los cuales la probabilidad de aparición está dada por los sím-
bolos precedentes. Esta probabilidad se encuentra en proporción
inversa a la cantidad de información proporcionada por una pa-
labra. Esa relación parecía abrir un camino al estudio objetivo de
la significación; pero el camino era ilusorio. Como lo habían des-
tacado por otra parte los creadores de la cibernética, esta informa-
ción concernía únicamente al símbolo considerado como objeto
material, no a su significado. Shannon ya había insistido en el
hecho de que este último quedaba fuera de su teoría, puesto que
el carácter inesperado de un mensaje no tiene ninguna relación
con su valor semántico. Aunque un enunciado se repita varias ve-
ces, no por eso pierde su significado (Carnap y Bar-HilleI, 1953).
los escasos estudios que fueron más allá de estos límites (los de
MacKay sobre el interrogativo y el imperativo) terminaron por de-
sembocar en un análisis del contexto que salía del marco de la
lingüística.

Existe, por último, otra tradición que podría enseñarnos mucho


sobre la estructura semántica de una lengua, pero que rara vez
se ha elevado al nivel de las teorías: los lexicógrafos obran coti-
dianamente como semánticos activos, pero no se han preocupado
nunca por enunciar las premisas sobre las que se apoya su tra-
bajo.

Volvamos ahora la atención hacia los aportes que vienen de cam-


pos no lingüísticos. Se trata ante todo de la filosofía y de la lógi-
ca, que se han preocupado mucho por los problemas del lenguaje.
las primeras nociones que ellas han brindado a la lingüística son,
por otra parte, antiguas. La Lógica de Port-Royel ya las conocía y
les había dado los nombres de comprensión y extensión. La intro-
ducción de estos conceptos en la lógica moderna se debe sobre
todo a Frege. ~ste distingue tres aspectos, y no dos, en el signifi-
cado de una palabra: en primer lugar la reierencte, que designa lo
que la palabra quiere decir; luego el sentido, que expresa cómo
esta palabra formula su significado, y por último la Imagen asociada
a esta palabra por cada usuario de la lengua. El lucero del alba y
el lucero de fa tarde, o Walter Scott y el autor de Waverfey tienen
la misma referencia pero no el mismo sentido. Además, "el mismo
sentido no está siempre ligado, aun para la misma persona, a la
misma imagen. La imagen es subjetiva: la imagen de una perso-
na no es la de otra" (p. 59). Esta diferenciación entre la imagen
asociada y el sentido estuvo prácticamente borrada en la termino-
logía de Hjelmslev, quien, retomando los términos de J. S. Mili,
llamaba a los dos, sin gran distinción, la connotación. De esta ma-
nera Hjelmslev escribe: "En cierto estadio de su transformación
cronológIca, una lengua nacional o regional connota, respectiva-

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mente. una nación definida o una región definida. Nación o región
designa la cultura nacional (o regional) en un sentido amplio: las
tradiciones, las creencias ( ... ) el comportamiento, etc." (1961).
Ahora bien, es precisamente este "sentido amplio" el que no ha
sido de ningún provecho para la lingüística. Está claro, en efecto,
que lo que atañe a la imagen asociada (y que es a menudo el ob-
jeto de las investigaciones de los psicólogos norteamericanos) no
forma parte, por eso mismo, del objeto de la lingüística. la noción
de connotación ha llegado a ser, de hecho, una cobertura apta
para todo, puesto que se ha usado para designar toda significación
diferente de la referencial. Sin embargo, las funciones que una
palabra puede tener dentro de la lengua son muy numerosas; tal
generalización se revela, por lo tanto, inútil. ¿Qué interés pode-
mos tener en denominar con el término común de connotación dos
efectos de sentido tan diferentes como el de tutú en relación a
automóvil y el de bufoso en relación a revólver? 2 Ch. Bally ya los
diferenciaba claramente cuando hablaba de "caracteres afectivos
naturales" y de "efectos por evocación".

La distinción entre sentido y referencia (o intensión y extensión,


en la terminología de Carnap) parece suficientemente clara en los
casos límite, pero lo es mucho menos en los otros, que son la
gran mayoría y que, hasta el presente, somos incapaces de distin-
guir can los medios formales que poseemos. Esto es lo que ha
provocado, en el campo de la filosofía, un ataque contra esta dis-
tinción (llevado a cabo fundamentalmente por Quine). los lin-
güistas, en cambio, están más o menos de acuerdo en el hecho de
que deben estudiar únicamente el sentido; así Benveniste escribe:
"Cuando se dice que tal elemento de la lengua, corto o extenso,
tiene un sentido, se comprende con eso una propiedad que este
elemento posee, como significante, de constituir una unidad distinti-
va, opositora, delimitada por otras unidades, e identificable por los
hablantes nativos, para quienes esa lengua es la lengua. [ ... ] Ca-
da enunciado, y cada término del enunciado, tiene también un re-
ferendo, cuyo conocimiento está implicado por el uso nativo de
la lengua. Ahora bien, decir cuál es el referendo, describirlo. ca-
racterizarlo específicamente. es una tarea diferenciada, a menudo
difícil, que no tiene nada en común con el correcto manejo de la
lengua".

Con todo, en la práctica, sentido y referencia se encuentran a me-


nudo confundidos. Por eso U. Weinreich, que tiene perfecta con-
ciencia de esta distinción fundamental, proponía, hace algunos

2 El autor utiliza los ejemplos del francés crtn-crin y violen, f1ingue y fusil,
que son análogos a los que aquí damos en español. [N. de la T.]

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años, una forma canónica para la definición de una palabra en el
diccionario, la que sería puramente extensional: "Es útil concebir
el significado de una unidad como el conjunto de condiciones que
deben ser satisfechas si esta unidad denota. .. Una definición le-
xicográfica tendrá la forma siguiente: X denota si CI y C2 y ...
Cs: por ejemplo dI y d2 Y .,. d," (donde X es la unidad en cues-
tión; CI, C2 ... las condiciones que se deben cumplir si X denota;
d., c6 ... ejemplos de denotata) (1962, pp. 29-31). Las constantes
confusiones parecen deberse al hecho de que estas nociones no
están todavía integradas en el trabajo cotidiano de los lingüistas y
de que su discusión permanece en el estadio de los buenos deseos.

Los lógicos, con mayor insistencia, han intentado introducir en


lingüística sus métodos y su terminología (Bar-Hillel, 1954; Car-
nap, 1955). Pero esos ensayos han sido bastante nefastos para la
lingüística misma. Esta lamentable situación se debe, sin duda, al
hecho de que los lógicos creen que sus lenguajes son homólogos
a la lengua natural y que ésta tiene la misma estructura que aqué-
llos, si bien de una manera menos precisa. Pero no hay nada de
eso. Los lenguajes de los lógicos, todos ellos construidos sobre
los modelos de Russel y Whitehead, son lenguajes de contexto in-
determinado, es decir, lenguajes en los que el significado de un
símbolo no depende de su contexto. El caso de la lengua natural
es exactamente inverso, y no se trata de diferentes grados de la
misma cualidad, sino de cualidades opuestas.

De la misma manera la mayor parte de las nociones lógicas reto-


madas por la lingüística se han revelado impracticables. Tomare-
mos aquí solo dos casos. Según Ch. Morris (1938) todo proceso
semiótico comprende tres aspectos: sintáctico, semántico y prag-
mático. Solamente la siñtaxis se ocupa de las relaciones entre los
símbolos; la semántica, en cambio, se interesa por las relaciones
entre los símbolos y alguna otra cosa exterior a ellos. Aunque
una formulación como ésta pueda mostrarse correcta en el caso
de los lenguajes artificiales, de ninguna manera refleja el verda-
dero estado de cosas que existe en la l.engua natural. Allí tamo
bién las relaciones semánticas son relaciones entre símbolos: "en
particular entre lo definido y los términos de sus definientes"
(Weinreich, 1966, 4, 1). A pesar de esto, numerosos lingüistas han
intentado aplicar esta fórmula a las lenguas naturales; para evitar
las contradicciones, Revzin lleqó a proponer una división de la fun-
ción semántica que distinguiera la función semántica por un lado
y, por el otro, la función categorial. Esta última sería una relación
de tres términos: "El signo A relaciona el objeto a con la catego-
ría C" (1962, p. 18). El verdadero objeto de la semántica debería
ser, en su opinión, precisamente esta función categorial.

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También de los lógicos se tomó prestado el término y la nocion
de metalenguaje: una lengua ideal que se utilizaría para discutir
la lengua-objeto. Con esto, sin embargo. se subestima el hecho de
que este metalenguaje no existe "objetivamente" y que los tér-
minos de los que nos servimos en él forman parte en realidad de
nuestra lengua natural, de la lengua-objeto. Este hecho es muy
rico en consecuencias. Recordemos aquí solamente, a manera de
ejemplo. que la definición de un término, que en lógica goza de una
legalidad particular, posee exactamente las mismas característi-
cas formales (sintácticas) que las otras frases de la lengua na-
tural (Weinreiéh, 1966, 3.441 Y 4, n.
Estas consideraciones están dirigidas esencialmente a los pocítt-
vistas, pero se podría observar que existe también una filosofía
"lingüística" o "analítica" que hace del estudio de la lengua na-
tural (y no de un sistema formal) el centro de sus preocupaciones.
Dos de sus aspectos. sin embargo, la vuelven inaceptable como
modelo de teoría Ilnqüístlca. En primer lugar, los principales
representantes de esta corriente (Wittgenstein, Austin) no han que-
rido jamás abordar una sistematización coherente de sus concep-
ciones sobre el lenguaje; más aun, han intentado, por el contrario,
hacer imposible esta sistematización. En segundo lugar, esta fi-
losofía se ocupa esencialmente de los casos particulares de la
"referencia", abordando así un campo que está, en sí mismo, al
margen del objeto de la semántica lingüística.

Podemos cerrar este breve panorama de las relaciones entre la


lógica y la lingüística con estas palabras de N. Chomsky: "Una cosa
es aplicar la lógica para construir una teoría lingüística clara y
rigurosa y otra, totalmente diferente, esperar que la lógica. o cual-
quier otro sistema formal, sea un modelo de comportamiento lin-
güístico" (1955, p. 45).

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Análisis distribucional y análisis sémico

En ausencia de una teoría lingüística global que hubiera podido


definir el lugar de la semántica, quedó abierto el camino para las
concepciones particulares, que se desarrollaron a lo largo de los
últimos treinta años. El objetivo implícito de estas investigacio-
nes no fue, en la mayor parte de los casos, explicar el funciona-
miento de los elementos semánticos de una lengua, sino describir
su vocabulario. Nos encontramos entonces más bien en el cam-
po de la lexicología que en el de la semántica. Como es obvio.
dos interrogantes surgen de inmediato a propósito de este ob-

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jetivo: ¿puede realizarse este trabajo de una manera exhaustiva?
y luego: ¿para qué sirve esta descripción?

La casi totalidad de las investigaciones lexicológicas ha centrado


su interés en una característica esencial del lenguaje: la falta de
correspondencia biunívoca entre el sonido y el sentido. En otras
palabras, contrariamente a lo que ocurre en una lengua ideal ima-
ginaria, la lengua natural utiliza a menudo los mismos sonidos
para designar sentidos diferentes (polisemia), y sonidos diferen-
tes para designar sentidos idénticos, o por lo menos semejantes
(sinonimia). Los múltiples trabajos de los lexicógrafos se refieren,
en efecto, a estos dos temas, conocidos ya por los primeros se-
mánticos.

Tomemos en primer lugar la sinonimia. Este fenómeno ha sido


estudiado con el nombre de campos semánticos y las investigacio-
nes en este sentido se justifican, desde la perspectiva de un es-
tudio general, por la siguiente hipótesis: la estructura semántica
de una lengua está constituida por mlcroestructuras; en el interior
de una microestructura (campo semántico) los elementos consti-
tutivos tienen relaciones precisas y formalizables; una vez estu-
diados los diferentes campos, se procederá a la misma operación
en el interior del léxico entero. Dos problemas más concretos se
plantean en este marco: ¿cómo delimitar los campos semánticos?
y ¿cómo estudiar las relaciones entre unidades? A la primera pre-
gunta, subestimada por los semánticos, suele darse habitualmente
una respuesta "intuitiva". Esta solución se disimula frecuentemen-
te detrás de muchas reflexiones que no logran modificar en abso-
luto su imposibilidad de explicar los hechos. Recordemos que los
primeros ensayos sistemáticos dirigidos en este sentido se en-
cuentran en el Tratado de estilística francesa de BalIy. Ni él ni
Wartburg, que propuso más tarde un esquema diferente para la
distribución del- léxico francés, dieron respuestas serias a esta
cuestión.
Si tratamos de ver qué hay detrás de esta intuición, nos encontra-
remos con una forma de recortar la realidad propia de una cultu-
ra determinada. Dicho de otro modo. no se clasifican nunca las
palabras, sino los objetos o 105 conceptos. Se desprende de esto
una consecuencia evidente: tal trabajo dará resultados positivos
cuando estos objetos (animados o Inanimados) posean una estruc-
tura precisa en la realidad o cuando estos conceptos formen parte
de un vocabulario muy homogéneo o convencional, como lo son
las terminologías científicas. Como es obvio, los datos obtenidos
de esta manera nos informan sobre las estructuras de pensamiento
de un pueblo determinado y. por consiguiente, pertenecen mucho
más a la antropología que a la lingüística.

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No puede sorprender entonces que en la actualidad este tipo de
estudios goce de extraordinario favor entre los antropólogos norte-
americanos. El artículo de Lounsbury que traducimos y presenta-
mos en este volumen es uno de los mejores ejemplos al respecto.
Otros trabajos giran en torno de los parentescos, los colores, las
taxonomías populares de las enfermedades, la orientación, las par-
tes del cuerpo, los pronombres. Pero basta con salirse de estos
campos privilegiados para dejar de obtener resultados positivos;
y nosotros no compartimos las esperanzas de Lounsbury de que
pueda llegarse a dividir el léxico entero en campos semejantes.

Se han realizado muchos intentos de delimitar estos campos de


manera "objetiva". La solución más seria es, en este sentido, la
que representa, entre sus exponentes más destacados, J. Apres-
jan. Según esta concepción, los campos semánticos (sinonímicos)
están compuestos por las palabras de una clase gramatical que
tienen una distribución idéntica. El desarrollo de este razonamien-
to está fundamentado y expuesto con mucha precisión en el artícu-
lo que publicamos aquí. Sin embargo, son los fundamentos a priori
de la teoría los que merecen un examen más atento. Este pro-
cedimiento supone que el sentido de las palabras está determi-
nado por sus propiedades gramaticales, y el principio que sirve
de punto de partida para llegar a esta conclusión está formulado
por Z. Harris: "Dos morfemas que tienen significados diferentes
difieren también en alguna parte de su distribución" (p. 7). De es-
to pueden sacarse fácilmente algunas conclusiones complemen-
tarias: los morfemas con distribuciones diferentes tienen signifi-
cados diferentes: los morfemas con distribuciones idénticas tienen
significados idénticos (o semejantes), etc. Más tarde, Apres-
jan redujo esta dependencia a una relación simple: "No toda dife-
rencia semántica se manifiesta en una diferencia sintáctica, pero
a cada diferencia sintáctica corresponde una diferencia semántica
esencial" (1963, p. 109). Pero el problema inicial (¿son las clases
lexicales subdivisiones de las clases gramaticales?) queda aún
abierto. No siempre hay razones claras para aceptar la hipótesis
que aquí comentamos, y las objeciones de principio, formuladas
por Revzin (1962), permanecen sin respuesta. Para citar un solo
ejemplo que va al encuentro de un hecho de distribución muy
simple: en español, las palabras terminar, último y fin no podrían
estar jamás en un mismo campo semántico, puesto que pertene-
cen a clases gramaticales diferentes. Sin embargo, la proximidad
de su sentido es evidente y una teoría semántica está obligada a
dar cuenta satisfactoriamente de este hecho.

Para evitar algunos defectos de este tipo, Apresjan utiliza datos


estadísticos, pertinentes en el campo del habla, pero no en el de

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la lengua. El desarrollo posterior de su teoría se encamina hacia
dos direcciones estrechamente ligadas: por una parte, Apresjan
llega a completar su modelo sin recurrir a las estadísticas; por la
otra, refina aun más el análisis distribucionaJ. Utiliza para esto
dos procedimientos: matiza los tipos de distribución dividiéndo-
los en obligatorios, facultativos (que pueden ser completos o in-
completos) y nulos, y se sirve además del análisis transformaclo-
nal. Tomando esta noción en un sentido diferente del que le dan
N. Chomsky y sus colaboradores, afirma que "si diferentes frases
admiten las mismas transformaciones, podemos afirmar que ros
núcleos utilizados para compararlas son idénticos semánticamen-
te" (1962 b, p. 153). El estudio de las transformaciones posibles
es el que le permite también eliminar las estadísticas de la pri-
mera parte de su trabajo.

Tales perfeccionamientos, cuyos resultados son indiscutibles, no


evitan, sin embargo, las dos objeciones resumidas por el propio
Apresjan: "en primer lugar, la misma fórmula distribucional puede
disimular significados diferentes; por otra parte, las variantes de
uso, que intuitivamente identificamos, realizan en realidad fórmu-
las distribucionales diferentes" (1952 b, p. 152).

En su defensa, Apresjan declara que él estudia no ya el sentido,


sino un signlficado sintáctico que da cuenta de las posibilidades
de combinación propias de cada unidad lexical (sus valencias).
Esta última formulación revela claramente el aspecto tautológico
de su razonamiento, aspecto del cual pecan, por otra parte, todos
los análisis distribucionales: el resultado al que se llega mani
fiesta que las unidades reunidas en una misma clase, si tomamos
como base sus combinaciones sintácticas, tienen las mismas po-
sibilidades de combinaciones sintácticas.
Existe, por último, otro método para delimitar Jos campos semán-
ticos: es el que se basa en procedimientos que utilizan tests o
muestras estadísticas; pero este método no hace más que sustl-
tuir la intuición del especialista por la de los aficionados.

Llegados a este punto, hay una conclusión que se impone: por el


momento no disponemos de criterios formales que permitan deli-
mitar los campos semánticos. Más adelante, cuando tratemos el
análisis del significado, veremos más detalladamente las conse-
cuencias de este hecho. Por ahora nos limitaremos a decir que tal
conclusión deja abiertas dos posibilidades: creer que un día se
llegará a encontrar este criterio y obrar desde ya como si se hu-
biera logrado, o volver a cuestionar la justificación de los estudios
sobre los campos semánticos. La semántica estructural eligió, en
este sentido, la primera de las respuestas.

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Volvamos ahora a nuestra segunda pregunta: ¿cómo estudiar el
significado de las unidades incluidas en un mismo campo? Los
resultados que se han obtenido en este aspecto nos parecen mu-
cho más interesantes. Como lo destaca con justeza Lounsbury, hay
dos métodos posibles. El primero, el método analítico, consiste en
tomar todas las palabras incluidas y tratar de descomponer el sig-
nificado de cada una de ellas en elementos simples. Puesto que
en gran parte de los casos estos elementos son idénticos para las
distintas palabras (lo que difiere es la manera como se combinan),
se llega a una reducida lista de "dimensiones" abstractas. Por
ejemplo, las palabras burra y gata poseen ambas el rasgo femeni-
no o la dimensión sexo. El segundo método es más bien sintético:
se eligen algunas unidades consideradas como elementos básicos
y, con ayuda de las operaciones lógicas que hemos formulado, se
obtienen finalmente las definiciones de todas las unidades i nclul-
das. Este segundo método, del cual Lounsbury da un esclarecedor
ejemplo, es el que utilizan ciertos equipos de traducción automá-
tica (MPPL, 1964).

Nos detendremos aquí más largamente sobre el primer método,


que es el que tiene una difusión mucho mayor (en Francia lo utili-
zan B. Pottier y A.-J. Greimas). Este método se deriva, como puede
verse, del análisis fonológico en rasgos distintivos perfeccio-
nado por Jakobson, y se lo conoce con el nombre de análisis como
ponenciel (entre los antropólogos americanos), análisis sémico
(M. Joos, Greimas) o análisis en factores semánticos (Apresjan.
Ivanov). <:omo en fonología, se trabaja aquí acoplando los térmi-
nos en oposiciones binarias o ternarias. De esta manera, la com-
paración entre largo y ancho nos muestra el rasgo común horizon-
talidad; la comparación de alto y largo indica la presencia de los
rasgos opuestos verticalidad y horizontalidad. Del mismo modo, la
comparación de puf, taburete, silla, sillón y sofá revela que esta..:
palabras están compuestas por los mismos seis sernas tomados
en combinaciones diferentes: para sentarse, sobre patas, para una
persona, con respaldo, con brazos, de material rígído. La palabra
silla, por ejemplo, se definirá por la presencia de los cuatro pri-
meros sernas (Pottier, 1963).

Pueden señalarse varias dificultades que aparecen en el desarrollo


de este análisis semántico en rasgos dlstlntlvos:

1. En este trabajo se está obligado a tomar como punto de parti-


da la referencia de las palabras y no su sentido. En consecuencia.
e! más pequeño cambio que se dé en la realidad extralingüística
obliga a modificar el inventario de los semas de la lengua estudia-
da. Tal modificación tiene consecuencias mucho más serias de

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las que produce la introducción en el léxico de una palabra nueva.
El número de sernas que nos permiten una descripción exhaustiva
del vocabulario de una lengua debe ser claramente inferior al nú-
mero de unidades que describimos; si el procedimiento que con-
siste en introducir un nuevo serna por cada palabra nueva es ine-
vitable, deberemos poner en tela de juicio los propios principios
de este análisis. Imaginémonos que alguien invente hoy una
nueva forma de silla, por ejemplo la que levanta cada tres minutos
a la persona sentada; nos veríamos inmediatamente obligados a
introducir este serna en la estructura semántica del español. Al
mismo tiempo, al poner el acento sobre la referencia y no sobre
el funcionamiento del lenguaje, se omiten ciertos datos necesa-
rios para impedir la producción de frases como la silla se levantó
sola, la silla tiene fiebre o la silla tiene cuarenta y nueve de pre·
sión; o por lo menos para asegurar que, en caso de producirse
frases de este tipo, nos sintamos impactados por ellas, como era
la intención de Boris Vian cuando las escribía.

2. Se identifican los sernas, positivos o negativos, que componen


una palabra oponiendo esta palabra a las otras del mismo campo
semántico. Pero hemos visto ya que no tenemos ningún método
seguro que nos permita fijar en alguna parte los límites de este
campo. El número de comparaciones es, pues, prácticamente infi-
nito, como lo es el número de sernas posibles. Si retomamos el
ejemplo citado más arriba, podríamos agregar a la palabra silla
sernas como no-comestible (comparándola con arveja), transporta-
ble y social (comparándola con montaña), y así sucesivamente.
Podría objetarse que a nadie se le ocurriría comparar la palabra
silla con palabras tan alejadas de ella por su sentido; pero basta
ensayar la aplicación de los procedimientos de análisis componen-
cial al léxico común para chocar de Inmediato con dificultades de
este tipo, que requieren mucho mayor ingenio para ser superadas.
La solución que evitaría tal infinidad de sernas podría fundarse so-
bre un metalenguaje bien articulado (es decir, podría atribuir a
todas las unidades índices que marcarían sus relaciones con los
otros términos: relaciones de inclusión, exclusión, implicación,
identidad, etc.). Pero esta solución estaría amenazada por el mls-
mo peligro que señalábamos para la aplicación de las teorías de
los positivistas lógicos a la Ienqua natural: el de atribuir a esta
última una estructura que de ninguna manera posee.

3. Lounsbury y Apresjan nos previenen en cuanto al hecho de que


ellos no toman en consideración todos los usos posibles de una
palabra, sino solamente uno o algunos muy próximos entre sí. Pe-
ro señalar el defecto de un método no implica en absoluto supe-
rarlo. Si se considera cada palabra como monosémlca, se admite

20
una abstracción tal que tiene, en el lenguaje, una realización cer-
cana al cero. La palabra alto revela ciertos sernas si se la toma
con el sentido que tiene en una expresión como una montaña el-
tal pero revelará otros bien diferentes si la pensamos en contex-
tos tales como: una nota alta, una alta opinión, la alta Edad Media,
el alto Bhin, etc. Para poder dar una fórmula sémica de palabras
polisémicas tenemos que aceptar la existencia de definiciones
disyuntivas (que es lo que Lounsbury evita en su artículo). Es evl-
dente también que los problemas de sinonimia y polisemia deben
encontrar soluciones complementarias y no aisladas. La explica-
ción que da Lounsbury, basada en los significados metafóricos, no
convence del todo, puesto que rara vez nuestra Intuición nos ln-
dica con exactitud cuáles son 105 usos propios y cuáles los figu-
rados.
4. Procediendo de esta manera se obtienen siempre conjuntos de-
sordenados, es decir, conjuntos en los que los semas están todos
en el mismo nivel. Si bien es cierto que una gran parte del léxico
presenta tales aglomeraciones, queda en pie el hecho de· que al-
gunas veces ciertos rasgos tienen una posición jerárquica dife-
rente (superior o inferior) con respecto a los otros y, de este mo-
do, componen configuraciones (en la terminología de Weinreich).
Aparece aquí un defecto que es propio de todas las aplicaciones
que quieren extender a otros campos' el uso de una técnica ela-
borada para un campo específico. Al creer en el poder de esta
técnica particular, suele darse la inclinación a deformar la natu-
raleza de 105 hechos observados o a pretender ignorarlos para
evitar las contradicciones. ~ste es un defecto bien conocido a cau-
sa de las recientes extensiones de 105 métodos lingüísticos a las
otras ciencias humanas. Parecería, en cambio, más justificado el
camino inverso: si una técnica no se muestra eficaz en un nuevo
dominio homólogo, habrá que interrogarse sobre su precisión
y adecuación en el primer dominio. Algunos estudios recientes
han mostrado, por otra parte, la existencia de una jerarquía entre
los rasgos distintivos de los fonemas.

5. Podríamos preguntarnos si se debe simplemente al azar el he-


cho de que s610 los campos privilegiados, con una substancia es-
tructurada, se prestan bien al análisis, mientras que en el caso
de campos tales como "la Incertidumbre", "los animales domés-
ticos", "las acciones con un fin", etc., el análisis resulta poco con-
vincente y, a decir verdad, no muestra la presencia de una es-
tructura lingüística formal. No olvidemos que todos los trabajos
logrados se han realizado sobre los mismos pequeños grupos de
palabras, sustantivos y pronombres, que se retoman en diferen-
tes lenguas, cuando, en realidad, el léxico comprende decenas de
miles de unidades.

21
Con todo, estas dificultades, aunque son muy serias, no desacre-
ditan el análisis del significado de los morfemas en elementos
más simples. El análisis sémico no tiene más que unos diez años
de existencia y varios aspectos de la teoría serán, sin duda, re-
visados y perfeccionados. Es de desear, al mismo tiempo, que se
emprenda un estudio semejante sobre el léxico entero de una
lengua desarrollada (digamos sobre las 5.000 palabras más fre-
cuentes); tal empresa será muy superior al muestreo que se realiza
actualmente. Entonces no podrá hablarse más de campos privi-
legiados, se podrá tener una justa apreciación de las efectivas po-
sibilidades de economía en el lenguaje descriptivo y se nos apa-
recerán un sinnúmero de problemas que hoy no estamos en con-
diciones de percibir.

Las técnicas desarrolladas por el análisis sémico no son su unrco


resultado de valor; esta teoría logra, al mismo tiempo, que se ad-
mitan sus principios. El alcance de éstos sobrepasa ampliamente
el estudio de los campos semánticos, cuyo análisis se convierte
de alguna manera en un rodeo que hay que dar para llegar a la
meta. Podemos resumir estos principios de la siguiente manera:
1. El sentido de una palabra no es una unidad indivisible, sino com-
puesta. (En 1924, J. Tynianov, uno de los formalistas rusos, ex-
presaba claramente esta idea: "No se debe partir de la palabra
como de un elemento indivisible del arte literario, tratarla como
si fuera el ladrillo con el que se construye el edificio. La palabra
puede ser descompuesta en 'elementos verbales' mucho más finos"
[p. 35].) 2. Los mismos "átomos" de sentido (los mismos se mas)
vuelven a encontrarse a lo largo de todo el vocabulario.

El segundo problema señalado más arriba es el de la polisemia.


¿Cómo se pueden. en primer lugar, delimitar los diferentes signi-
ficados de una palabra? Ocurre aquí lo mismo que ocurría en el
caso de los campos semánticos: predominan los métodos intuiti-
vos. La dificultad proviene de la necesidad de establecer un lími-
te entre un efecto de contexto por un lado y, por el otro, el caso
de dos significados diferentes. Evidentemente, se debe establecer
una primera distinción entre el significado vago y el significado
ambiguo. Los lógicos han mostrado de manera convincente que
existe inevitablemente "algo vago" en el interior de cada signo;
pero esta vaguedad no concierne al mecanismo semántico. en el
sentido lingüístico del término. La ambigüedad y la polisemia. en
cambio, son fenómenos propiamente lingüísticos, y, precisamente
por eso, una teoría semántica debe ser capaz de dar cuenta de
ellos. Este problema, que ha sido discutido largo tiempo en el
campo de la fonología, es aun más complejo en el de la semánti-
ca. "El significado que es aportado. por así decirlo, por la unidad

22
mínima debe ser entendido como un significado puramente contex-
tual [ ... ]. Toda unidad se define únicamente por su lugar en el
contexto" (Hjelmslev, 1961 a, pp. 44-45). Pero si los contextos
imaginables de una unidad son infinitos, resulta que también lo
son sus significados: en cada nuevo contexto, la palabra tiene un
significado distinto. De hecho, un postulado semejante implica la
negación de toda semántica. Un ejemplo que ilustra esta actitud
(sin que se inspire en Hjelmslev) es el que se encuentra a me-
nudo en los diccionarios monolingües que pretenden tener tanta
mayor riqueza cuanto mayor es el número de artículos y subartícu-
los que poseen.

La lingüística clásica se ha ocupado muchas veces de este pro-


blema intentando establecer una distinción entre los homónimos
y los sentidos diferentes de una misma palabra. Se quiere afirmar,
de esta manera, que los modelos derivacionales de palabras ho-
mónimas muestran la diferencia que hay entre ellas; pero se olvida
que en un enunciado concreto nos encontramos con la palabra en
sí misma y que debemos describir los índices que la hacen no
ambigua en ese texto (o bien, mostrar cuántas veces aparece como
ambigua esa palabra). En este sentido, Weinreich destaca con jus-
teza que "tal principio solo sirve para la contemplación lexicográ-
fica de una palabra aislada" (1963, p. 162).

De la misma manera se utilizan criterios etimológicos, en particu-


lar para distinguir la homonimia de la polisemia. Pero en una des-
cripción sincrónica esta distinción no parece válida, salvo en el
caso de los homónimos que pertenecen a clases gramaticales di-
ferentes (parto, sustantivo y verbo; corte, masculino y femenino).
La concepción según la cual se llaman homónimos las palabras
que no tienen ningún serna en común, no es en absoluto convin-
cente: de aceptarla, tendríamos que Isebol (sebo y cebo, por lo
menos en la pronunciación del español de América) serían senti-
dos diferentes de una palabra polisémlca (puesto que tendrían en
común sernas como material o no racional, por ejemplo), mientras
que gallo en al cantante le salió un gallo (nota falsa) y en la mujer
compró un gallo sería un caso de homonlmla.!

3 Los ejemplos del francés utilizados por el autor y cuyo comportamiento


lingüístico, a los fines de lo, que se trata en este parágrafo, es análogo a los
que damos en español son, respectivamente: homónimos de clases gramatica-
les diferentes: part ('noticia', susto y 'parte', verbo); volie (mase. 'velo' y fem.
'vela'); palabras con algún serna en común que no serían por lo tanto homó-
nimos: [sof seeu ('balde') y sceau ('sello'); homónimos sin aparentes sernas
en común: cenerd ('pato') en ietre un canard ('dar una nota falsa') y le chauf-
feur 8 mangé un canard ('el chofer se comió un pato). [N. de la T.]

23
Otro procedimiento que se utiliza para distinguir los diferentes
sentidos de una palabra está basado, como en el caso de la de-
limitación de los campos semánticos, en el análisis dlstrlbuclo-
nal. A partir de la misma fórmula de Z. Harrls. se llega (en el ar-
tículo de Apresjan) al siguiente axioma: "En una palabra pollsé-
mica hay una correspondencia biunívoca entre un significado y una
distribución". Se intenta entonces dar cuenta de ros diferentes
sentidos de una palabra por medio de la enumeración de las com-
binaciones sintácticas en las que ésta puede entrar. De esta ma-
nera un diccionario estructural pondría en la misma entrada al-
gunos empleos del verbo francés passer (pasar) tales como le
cemion lui est passé sur le corps (el camión pasó sobre su cuer-
po) y son tntérét pesse avant celui des autres (su provecho es
para él más importante que el de los demás), puesto que ambos
pertenecen a la misma clase sintagmática: "construcción disocia-
ble/ + infinitivo, atributo, adverbio +
preposición y complemento/
+ cero + preposición y complemento y con el mismo valor de
uso" (J. Dubolal.' Al mismo tiempo y por las mismas razones, ese
diccionario clasificaría bajo entradas diferentes los usos de pesser
en expresiones como vous pouvez passer (usted puede pasar) y
il passe sur le pont (él pasa sobre el puente). Como se ve, este
método no discrimina los sentidos que un hablante distingue in-
tuitivamente y, al mismo tiempo, proporciona datos superfluos
(desde el punto de vista semántico): distingue usos que no son
sentidos como diferentes por los hablantes. Una cantidad de fe-
nómenos específicamente semánticos (ambigüedades, anomalías,
etc.) no podrían ser aclarados y resueltos correctamente por un
diccionario semejante; por lo tanto, si los diccionarios fueran pu-
ramente distribucionales, la semántica habría perdido uno de .sus
más poderosos instrumentos.

El esclarecimiento de esta cuestión, que debemos a los esfuerzos


de los lingüistas polacos (Kurylowicz, Zawadowskll, nos pone de
nuevo frente al problema del metalenguaje, señalado más arriba.
En efecto, no podríamos distinguir la nueva acepción de una pala-
bra de la influencia que sobre ella ejerce el contexto, si no tuvié-
ramos la posibilidad de comparar estas acepciones con las otras
palabras que constituyen el vocabulario. Una palabra tiene dos sig-
nificados distintos solo a partir de la posibilidad que tengamos de

4 En español no hay un uso de pasar que sea un equivalente exacto del que
tiene passer en la segunda de estas oraciones: pero puede entenderse el ra-
zonamiento de Todorov si se piensa en expresiones como pasar el tiempo
entre diversiones y pasar la cinta entre las ruedas, en las que pasar pertene-
cería a la misma clase sintagmática aunque su valor semántico es sentido
como diferente. [N. de la r.]

24
identificar cada uno de ellos con una palabra slnónlma diferente
o, para decirlo con la formulación de Weinreich: "El artículo W
del diccionario será designado como poseedor de dos significados
distintos, W 1 y W 2 , si y solo si existe en la lengua un significado
Z1 de un artículo Z, que es sinónimo de W 1 y que no lo es de Wz"
(1966, p. 28). Tenemos entonces que si en la lengua no existe otra
unidad lexical con el mismo significado, no podemos hablar de la
polisemia de una palabra. Esta observación de Kurylowicz prueba
al mismo tiempo el estrecho parentesco que hay entre los dife-
rentes dominios de la semántica: sinonimia y polisemia son pro-
blemas complementarios; ninguno de ellos puede ser explicado ni
comprendido sin el otro.

De esta manera, si encontramos la palabra tomar en el contexto


tomar la sopa, puede ocurrir que nos parezca provista de un sig-
nificado diferente del que tiene en el contexto tomar agua: en el
primer caso y no en el segundo utilizamos una cuchara. Sin em-
bargo, un examen más atento prueba que, en primer lugar, se tra-
ta aquí de una diferencia en la referencia y no en el sentido. Ade-
más, puesto que la lengua no elaboró dos unidades distintas para
designar de una manera biunívoca estas acepciones, no tenemos
nosotros el derecho de plantearlas como diferentes. Por último,
los rasgos adicionales (los sernas que se refieren al hecho de per-
tenecer al ámbito de las comidas o al de las bebidas) provienen de
los complementos sopa yagua respectivamente, y pertenecen, por
lo tanto, a toda la expresión, mientras que el verbo en sí mismo
conserva en ambos casos el mismo sentldo.!

Este problema particular pone en evidencia las premisas metodo-


lógicas sobre las que se basan las diferentes teorías. El límite que
estamos discutiendo es una noción abstracta y, por consiguiente,
convencional. Pero su elección no puede por eso dejar de estar
sometida a cierto número de criterios (posibilidad de integración
en un sistema global, simplicidad y economía, fidelidad a las in-
tuiciones de los hablantes, ligereza operacional, etc.) que nos per-
mitan evaluar las soluciones y establecer si son más o menos
aceptables. La razón profunda de las múltiples confusiones que se
dieron en este dominio parece haber sido la falta de atención pres-

s El francés utiliza el verbo manger ('comer') para la expresión manger fa


soupe ('comer la sopa'), que es la que el autor da como ejemplo en el original.
Pero este comer podría ser sentido, según lo manifiesta Todorov, como di-
ferente del COmer de comer una manzana, por razones análogas a las que po-
drfan diferenciar en español tomar le sopa y tomar agua. También en ese caso.
sin embargo. el serna liquido. responsable de la diferencia, proviene de la pa-
labra soupe y pertenece por lo tanto a toda la expresión y no al verbo. [N. de
la r.]

25
tada a un importante problema: ¿cómo se combinan los significa-
dos de las palabras particulares para producir el sentido de la
frase?

Una segunda pregunta se encuadra en este marco: ¿qué relacio-


nes se establecen entre los distintos significados de una misma
palabra? De nuevo, el análisis sémico se revela fecundo en este
campo. la idea de que la definición de unidad lexical puede ser
no solo conjuntiva sino también disyuntiva encuentra aquí su apli-
cación. Así, siguiendo a Revzin (SSM, 1961) ya Weinreich (1963 a),
podemos presentar la palabra A como una unidad compuesta por
los sernas CI, C2, Ca, que establecen entre sí la siguiente relación:
A/cI . (C2 v csI/. Esta representación se muestra particularmente
lmportante para explicar cómo el contexto define el significado de
una palabra elegido en cada caso particular. Pero por este camino
salimos del campo de la polisemia para entrar en el de la semán-
tica combinatoria: estudio de la combinación de las palabras en
frases, en el cual las palabras polisémicas no son más que un caso
particular. Hay que decir, antes que nada, que estos estudios solo
han comenzado a realizarse en los años más recientes y ha traba-
jado en ellos un reducido número de investigadores (Zawadowsky,
Weinreich, Pottier, Greimas). A pesar de su novedad, estas in-
vestigaciones, de las cuaJes presentaremos algunos aspectos
característicos, han dado ya ciertos resultados alentadores. Tales
estudios se aproximan mucho a una tendencia que examinaremos
en la tercera parte de esta introducción; por este motivo hablaremos
aquí muy poco de ellos.

El proceso de combinación se presenta de esta manera: la pala-


bra joyero 6 puede estar provista en un caso de los sernas animado
y humano y, en otro, del serna objeto material. Cuando esta pala-
bra aparece en un contexto formado por los adjetivos enfermo, ex-
perto, irritable, comprendemos inmediatamente que se trata de su
primera acepción; cuando el contexto está compuesto por los ad-
jetivos nuevo, roto, desfondado, etc., elegimos el segundo signi-
ficado. Se da un paso más si se intenta descubrir el serna común
a todas las palabras de la misma serie; pero entonces se ve la
necesidad de que haya una identidad entre los rasgos de las pa-
labras para que éstas puedan combinarse. Destaquemos que estos
sernas existen en realidad, en una y/o en la otra palabra; no se
trata de un sentido que sería adicional con relación a las dos pa-
labras vinculadas y que aparecería solo cuando éstas se encuen-

(, En el texto original se utiliza como ejemplo la palabra francesa cutslntére


('cocinera' y 'cocina') que constituye, a los efectos pertinentes a esta discu-
sión, un caso perfectamente análogo al español joyero. [N. d. la L]

26
Esta discusión nos conduce a la crítica que puede formularse con
respecto a casi todos los trabajos realizados en semántica hasta
el presente. Se trata de la desdichada independencia en la que
quedan tanto los estudios de la sintaxis como los de la semántica;
unos y otros intentan apoderarse del dominio entero de la lengua,
con el resultado de que, hasta estos últimos tiempos, no existía
una teoría integral para el funcionamiento del lenguaje.

111
Análisis combinatorio

Lo expuesto hasta aquí muestra la existencia de cierto malestar


en el seno de los estudios lingüísticos. Los principios estructura-
listas inspiraban una confianza generalizada; los investigadores
los seguían fiel y concienzudamente; pero los resultados continua-
ban siendo poco satisfactorios. ¿Cómo explicar que la "semánti-
ca estructural" no haya podido desarrollarse? Evidentemente, se
hacía necesario cuestionarse los principios mismos de la inves-
tigación.

La solución que se propuso no vino de los semánticos sino de la


teoría de la gramática generativa, formulada por N. Chomsky, que
llegó a modificar las propias bases de la lingüística.

lo que condujo a Chomsky a una revisión fundamental de la teoría


lingüística fue la falta de precisión en la formulación de esta teo-
ría. La precisión, escribe Chomsky, es útil por muchas razones:
hace que la teoría sea más elegante y más pura desde el punto
de vista lógico; pero es aun más preciosa en cuanto permite mos-
trar cómo una formulación inadecuada desemboca en el absurdo;
de esta manera se puede conocer el origen exacto de su inade-
cuación y comprender mejor los datos lingüísticos. En resumen,
una teoría precisa puede dar resultados positivos: puede brindar
o sugerir soluciones para algunos problemas que no han sido for-
mulados explícitamente. "Las nociones oscuras e intuitivas no
pueden ni llevarnos a conclusiones absurdas, ni procurarnos con-
clusiones nuevas y correctas; no pueden, por lo tanto, ser útiles
en dos aspectos importantes" (1957, p. 5).

La lingüística no podía conformarse ya con un simulacro de pre-


cisión. El primer principio de la gramática generativa fue entonces
la exactitud y la obligación de hacer explícitas todas sus premisas.
Para eso, se dio a la gramática una forma diferente de la que
había tenido hasta ese momento: "El estudio sintáctico de una
lengua dada tiene por objeto la construcción de una gramática que

28
pueda ser considerada como un mecanismo cualquiera que gene-
re las frases de esa lengua" (Chomsky, 1957, p. 11). La palabra
"generar" cobra aquí una importancia particular. Para estar segu-
ros de la precisión requerida, se otorga a la gramática de una len-
gua la forma de un mecanismo que debe seguir las reglas grama-
ticales (y ninguna otra cosa) y debe producir, como resultado
final, frases correctas de la lengua en cuestión (y ninguna otra co-
sa). Pero solo una teoría que haga absolutamente explícitas sus
premisas puede llegar a generar frases correctas. Así, las nocio-
nes de "generativa" y de "absolutamente explícita" se superponen.

Al mismo tiempo, se cambia el centro de gravedad de la investi-


gación lingüística, que deja de ser estática y pasa a ser dinámi-
ca. Ya no es la descripción de un texto prefijado lo que constituye
el fin último del análisis, sino la explicación de un proceso que
vuelve a empezar cada vez. La lengua no es, entonces, ni un coro
pus ni un inventario, sino una posibilidad de generar y comprender
enunciados; es decir, la "facultad del lenguaje". No hay que pen-
sar, sin embargo, que se pretenda sustituir la gramática de la len-
gua por una "gramática del emisor" o del "receptor"; la gramática
de la lengua precede lógicamente a éstas y debe ser establecida
en primer término.
En otras palabras, esta concepción modifica no solo el principio
sino también el objeto de los estudios lingüísticos. La lingüística
estructural clásica hacía, a grandes rasgos, el siguiente planteo:
hay un cuerpo de hechos de lengua; es necesario encontrar las
nociones y relaciones que permitan dar de ellos una descripción
que sea no-contradictoria, exhaustiva y simple. La teoría de la
gramática generativa invierte la relación y se pregunta: ¿qué re-
gIas lingüísticas se aplican consciente o inconscientemente para
producir las frases correctas de una lengua dada? El análisis cede
su lugar a la síntesis; se maneja entonces un sistema de reglas
en lugar de un sistema de elementos. Podría pensarse que se tra-
ta de una simple inversión de orden en el trabajo, o de la presen-
tación diferente de un proceso esencialmente idéntico. Pero un
examen más cuidadoso nos revela que a partir de esta primera
diferencia se desprenden muchas otras, cuyo alcance hoy sólo
comienza a ser medido.

El primer criterio de validez de una gramática está en su capaci-


dad de generar todas las frases correctas de una lengua y sola-
mente estas frases. La noción de "frase gramatical" o "agramati-
cal" adquiere primordial importancia. Nos volvemos a encontrar
aquí con un nuevo aspecto de la distinción saussuriana entre len-
gua y habla. Mientras insistían en la imposibilidad de estudiar el
habla y en la necesidad de ocuparse únicamente de la lengua, los

29
lingüistas se limitaban siempre al famoso "corpus" que represen-
taba un número finito de frases "registradas" y absolutamente
"auténticas". Sin embargo, no toda frase registrada es necesaria-
mente una buena muestra de la lengua en cuestión. De aquí que
haya que poner en el centro del estudio al sujeto hablante, puesto
que es él quien puede, en cada momento, emitir o comprender un
número infinito de frases nunca oídas antes. Al mismo tiempo, se
ubica correctamente la relación entre leyes estructurales y leyes
de probabilidad: las primeras atañen a la lengua y describen la
competencia de los hablantes; las segundas atañen al habla e in-
dican en qué grado estos hablantes respetan las reglas establecí-
das de esa manera.

De acuerdo con los fines que se proponía la lingüística estructu-


ral, los "procedimientos de descubrimiento" ocupaban un lugar
considerable en sus investigaciones. Puesto que era necesario
describir de una "determinada manera" un texto dado, había que
esforzarse por mostrar cómo se llegaba a encontrar esa "manera"
Con la nueva teoría, el problema ha perdido mucha de su impor-
tancia. Como dice Chomsky, nos importa más decir en qué con-
sIste una gramática que explicar cómo hemos llegado a ella. En
compensación, en esta teoría se dedica una mayor atención al
proceso de aprendizaje de la lengua que se desarrolla en el niño;
en él se buscan a menudo las explicaciones para la gramática del
adulto. Uno de los grandes problemas es éste: ¿cómo llega el
niño a poseer, en un lapso tan breve y con la maestría suficiente,
un instrumento como el lenguaje, tan complejo que los lingüistas
aún no han podido explicarlo?

Por último, la teoría de las gramáticas generativas rechaza las


restricciones artificiales que se imponía la lingüística descriptiva:
ésta se rehusaba a proponer explicaciones para los fenómenos
lingüísticos observados y no se permitía contemplar las cuestio-
nes relativas a la existencia real, aunque subjetiva, de los con-
ceptos teóricos. Una gramática generativa se esfuerza por dar
explicaciones; de allí el interés particular que tiene por fenóme-
nos como las diferentes formas de ambigüedades, de anomalías.
etc. Al mismo tiempo, esta teoría intenta mostrar el parentesco
que une ciertas frases sentidas como muy próximas por los ha-
blantes. Es decir, que la gramática generativa trata, por una parte.
de dar cuenta de las intuicIones llnqüfsttcas del hablante y, por
otra parte, de dar una descripción de ellas que pueda servir de
base para la comparación y evaluación de las diferentes descrip-
ciones posibles.
En cIertos aspectos, la gramática generativa está más próxima a
las gramáticas tradicionales que a la lingüística estructural. Con

30
respecto a esto, se ha hablado ya de un renacimiento del men-
talismo en lingüística, rechazado en su momento por Bloomfield en
nombre del mecanicismo. Se descubrió que las raíces de la nueva
teoría estaban en Humboldt, quien, por otra parte, había inspi-
rado a los primeros estructura/istas; también se vieron algunos
antecedentes en Jespersen. Hay, sin embargo, una diferencia pro-
funda entre las dos gramáticas: la gramática generativa hace ex-
plícitas y formaliza todas sus proposiciones, mientras la gramá-
tica tradicional no pasaba de ser intuitiva e implícita.

El primer intento de crear una teoría semántica que estuviera de


acuerdo con los principios de la gramática generativa es el que
hicieron Katz y Fodor en La estructura de una teoría semántica. 8
El principio básico, que queda implícito en ese trabajo, parece
aproximarse a este aforismo filosófico: se puede responder cla-
ramente a las cuestiones pertinentes; las otras son falsas pregun-
tas, no se podrá resolverlas jamás y es inútil empeñar en ellas
nuestros esfuerzos. Queda por saber cuáles son las preguntas vá-
lidas a propósito de la semántica. la discusión de Katz y Fodor
se centra alrededor de dos grandes problemas: ¿cuál es el papel
de una teoría semántica? y ¿en qué consiste una teoría semán-
tica?

Para responder a la primera pregunta se debe partir de la situa-


ción lingüística fundamental: el sujeto hablante emite y compren-
de frases que no había oído nunca en su vida. "El fin de la des-
cripción sincrónica de una lengua -continúan Katz y Fodor- es
determinar qué conoce el sujeto hablante de la estructura de su
lengua que le permite utilizar y comprender sus frases. Este su-
jeto es capaz de utilizar y comprender toda frase tomada del con-
junto infinito de frases de su lengua, a pesar de que, hasta ese
momento, no había encontrado más que un número finito de fra-
ses. Se desprende entonces que el conocimiento que un hablante
tiene de su lengua toma la forma de reglas, que proyectan el con-
junto finito de frases encontradas por casualidad sobre el conjunto
infinito de frases de la lengua. Una descripción de la lengua que
pueda representar de una manera adecuada el conocimiento lin-
güístico del hablante debe, en consecuencia, establecer estas re-
gias." Los autores llaman a este problema el problema de la pro-
yección.

¿Será suficiente resolver el problema de la proyección para cons-


truir una teoría lingüística integral? La respuesta que los autores

8 Extractos tomados de la traducción autorizada por los autores y por el Edi-


tor de Language (aparecidos luego en Cahiers de lextcotoate, VIII, 1966).

31
dan a esta cuestión es al mismo tiempo una respuesta a los que
reprochan a la gramática generativa el haber sustituido la gramá-
tica de la lengua por una gramática del hablante. "Una solución al
problema de la proyección es ciertamente menos que una teoría
completa del lenguaje. En particular, no provee la teoría sobre la
producción del habla (ni sobre su comprensión). Una descripción
de la lengua y una teoría de la producción del habla se diferencian
de la siguiente manera: la primera se pregunta, en última instan-
cia, cómo caracterizar las reglas de la lengua conocidas por el
hablante; la segunda se pregunta, en cambio, cómo el hablante
aplica de hecho estas reglas cuando habla. La primera teoría, pero
no la segunda, deja de lado las consideraciones sobre los pará-
metros psicológicos de la producción del habla (por ejemplo. las
limitaciones de la memoria inmediata, los niveles de motivación.
etc.) y también la descripción de los procesos mediante los cua-
les el niño aprende a hablar corrientemente su lengua (¿condicio-
namiento?, ¿utilización de mecanismos innatos?, ¿combinación de
dones naturales y aprendizaje?). Aunque estos problemas son ex-
teriores a la teoría de una lengua, esta última es esencial para la
teoría de la producción. Es necesario conocer lo que es adquirido
y utilizado antes de preguntarse cómo se lo adquiere y utiliza."

En consecuencia, lo que debemos captar, desde el comienzo, es


la capacidad combinatoria del sujeto hablante. Pero también la
gramática (la sintaxis) se ocupa del problema de la combinación
de palabras en frases. Habrá que mostrar entonces que existen
indicaciones que la gramática no puede ofrecer y que sin embar-
go son necesarias para dar cuenta del funcionamiento lingüístico.
En efecto. la gramática dará. por una parte, descripciones idénti-
cas para frases que difieren en su sentido (por ejemplo, la puerta
está cerrada y la farmacia está cerrada), y, por otra parte, des-
cripciones diferentes para frases idénticas en su sentido (Pedro
golpea a Pablo y Pablo es golpeado por Pedro). Una descripción
completa debe contener, entonces, una parte gramatical y una
parte semántica. Esta prueba negativa de la existencia de fenó-
menos semánticos define, al mismo tiempo, el límite inferior del
campo de la semántica: éste se sitúa entre la semántica y la gra-
mática. Después de un análisis de la situación lingüística funda-
mental, los autores llegan a la conclusión de que una teoría se~
mántica puede y debe proveernos de las informaciones sobre las
ambigüedades no sintácticas, sobre las anomalías semánticas, so-
bre las posibles paráfrasis y, más en general, sobre la manera en
que las palabras se combinan entre sí.

La discusión sobre el límite superior del dominio semántico se re-


laciona con un problema esencial: ¿en qué medida la teoría sernán-

32
tica debe dar cuenta de la manera en que lo que rodea un enun-
ciado (el contexto lingüístico y extralingüístico) determina la
comprensión de ese enunciado? "Las anteriores concepciones de
la semántica, dicen los autores, han definido generalmente los
fines de la descripción semántica de una lengua natural de tal
manera que, para alcanzarlos, una teoría semántica debería dar
cuenta de la forma en que el contexto determina la comprensión
de una frase." Más precisamente, de acuerdo con estas concep-
ciones, si una frase tiene varias interpretaciones posibles, es el
contexto general el que nos permite saber cuál es la que vale; y
la teoría semántica debe dar cuenta de este hecho. "Se pueden
obtener distintas variedades de esta teoría variando los aspectos
del medio sociofísico del cual deben dar cuenta sus reglas y va-
riando los parámetros espaciotemporales de ese medio. Pero es
evidente que cualquier variedad de este tipo de teoría debe obe-
decer a una condición necesaria: su construcción de los contex-
tos 9 debe ser definida para poder representar toda la información
no lingüística exigida por el hablante para comprender las frases.
Puesto que la teoría no puede satisfacer esta condición, es lncorn-
pleta. Existe en efecto una información que determina la manera
en la cual los hablantes comprenden una frase y que no puede
ser representada como parte del contexto de esa frase,"

Además, no es posible en principio que una teoría de este tipo


sea completa, puesto que, para satisfacer la condición necesa-
ria mencionada más arriba, haría falta que la teoría representara
todo el conocimiento que los hablantes poseen sobre el mundo.
"Puesto que una teoría completa de la selección por el contexto
debe representar como parte del contexto toda particularidad del
mundo que el hablante pueda necesitar para determinar la inter-
pretación conveniente de un enunciado, y puesto que cualquier
unidad de información sobre el mundo puede ser esencial para
disipar ciertas ambigüedades, se imponen dos conclusiones. En
primer lugar, esta teoría no puede, en principio, distinguir entre
el conocimiento que el hablante tiene de la lengua y el que tiene
del mundo. En efecto, según tal teoría, una parte de lo que carac-
teriza la capacidad lingüística representa, virtualmente, todo el
conocimiento que los hablantes poseen en común sobre el mundo.
En segundo lugar, puesto que no hay ninguna posibilidad seria de
sistematizar todo el conocimiento del mundo que comparten los
hablantes, y puesto que una teoría semejante exige esa sistema-

9 Usamos "contexto" en sentido amplio, refiriéndonos tanto al contexto pro-


piamente llnqülstlco como a [as circunstancias no Iingürstlcas que rodean una
emisión determinada. Traducimos así, con esta misma palabra. los dos tér-
minos franceses contexte y entourage. [N. de [a T.]

33
t/zación, tal teoría no puede ser, por eso mismo, un modelo serlo
para la semántica. Con todo, ninguna de estas consideraciones
pretende descartar la posibilidad de construir una limitada teoría
de selección para los contextos sociofísicos, siempre que se es-
tablezcan límites suficientemente firmes para la información sobre
el mundo que puede utilizar una teoría para la caracterización de
un contexto. Lo que muestran estas consIderaciones es que una
teoría completa de este tipo es Imposible."

Para comprender mejor las consecuencias de esta afirmación, es


necesario ver, en primer lugar, la importancia que Katz y Fodor
otorgan a la noción de Interpretación semántica de una frase: ésta
incluye tanto el conocimiento del significado de los morfemas par
ticulares como las reglas según las cuales se realizan sus corr
binaciones. Ella nos da, entonces. una información exhaustiva So-
bre todas las ambigüedades. anomalías, paráfrasis, etc., propias
de una frase. la explicación tradicional de la comprensión por el
contexto no dlstlngufa con precisión entre esta capacidad de In-
terpretación y las Indicaciones que nos brinda nuestro conoci-
miento del mundo, la experiencia de situaciones semejantes, etc.
Insistiendo sobre la diferencia entre estos dos tipos de información,
los autores establecen los límites entre lo posible y lo imposible
en las Investigaciones semánticas.

Observemos ahora esta teoría semántica "desde dentro". Vere-


mos que está constituida por dos elementos. El primero corres-
ponde al conocimiento acumulado en un diccionario monolingüe
(su parte deflnlcional); y se llamará, precisamente, el dicctonerto.
El segundo corresponde a lo que distingue al sujeto hablante de
una persona que, sin conocer la lengua, dispusiera de una gramá-
tica perfecta y de un diccionario completo; este elemento puede
ser representado bajo la forma de reglas que nos indiquen cómo
servirnos de la información brindada por el diccionario: éstas son
reglas de proyección. "La distinción entre el diccionario y las re-
gias para utilizarlo -escriben Katz y Fodor- corresponde, en térmi-
nos psicológicos, a una diferencia entre operaciones mentales. El
diccionario es algo que el sujeto hablante aprende unidad por
unidad, más o menos de memoria, y del cual aprende siempre
nuevas unidades. El conocimiento de las reglas para utilizar el dic-
cionario, en cambio, se aprende tempranamente en su totalidad;
este conocimiento entra en juego cada vez que el hablante utiliza
su lengua. El empleo del saber derivado del diccionario en st mis-
mo depende del recuerdo que se tiene de retazos de información
relativamente independientes. Las reglas. por otra parte, impli-
can el ejercicio de una facultad de codificar y de decodificar la
información lingüística. Ellas organizan toda la información sls-

34
temática, no gramatical, que el hablante posee de su lengua, y son
así, en el sentido más fuerte del término, esenciales para el co-
nocimiento de la lengua. En efecto, para conocer una lengua na-
tural hace falta conocer estas reglas, pero en cambio no es nece-
sario conocer más que una pequeña parte de su vocabulario."

"El problema central para una teoría de este tipo es el hecho de


que un diccionario presenta, para cada unidad semántica determi·
nada, sentidos más numerosos de los que ésta posee en una frase
determinada. Así, un artículo de diccionario caracteriza cada sentido
que una unidad lexical puede tener en una frase cualquiera. Por eso,
el efecto de las reglas de proyección debe ser el de seleccionar
el sentido apropiado para cada unidad lexical en una frase, con
objeto de permitir las interpretaciones correctas según cada es-
tructura gramatical de esa frase. las interpretaciones semánticas
que las reglas de proyección asignan utilizando las informaciones
provenientes de la gramática y del diccionario, deben dar cuenta
de la capacidad que tiene el usuario para comprender frases y de-
ben estar dirigidas al enfoque de los siguientes puntos: deben re-
gistrar cada ambigüedad semántica que pueda ser notada por un
hablante; en el caso en que una frase suscite ciertas anomalías,
deben explicar la fuente de sus intuiciones sobre las mismas; de-
ben relacionar correctamente las frases que los hablantes recono-
cen como paráfrasis,"

Examinemos ahora en particular cada uno de estos dos constitu-


yentes. Para que la descripción de un artículo del diccionario pue-
da servir a la teoría semántica, debe tener una forma particular.
Según Fodor y Katz, esta descripción debe estar constituida por
cuatro elementos. El primero (como ocurre en cualquier diccio
nario) brinda indicaciones sobre la clase gramatical a la cual
pertenece la palabra en cuestión (se trata de las "categorías grama-
ticales" o "sintácticas"). El sentido propiamente dicho del térmI-
no está dividido en dos partes: las categorías semánticas y los di-
ferenciadores. las categorías semánticas reflejan las relaciones
semánticas que se establecen entre las unidades lexicales; con-
tienen, entonces, lo que es común a varias unidades. Así "anima-
do", "inanimado", "macho", "hembra", etc., serían categorías se-
mánticas. los diferenciadores, como su nombre lo indica, "están
destinados a reflejar lo que es idiosincrásico" en el significado
de una unidad. las categorías semánticas reflejan esa parte del
significado que es sistemática en una lengua, y dan cuenta de
todas las relaciones formales que hay en el léxico. los diferen-
ciadores, por su parte, "no entran en relaciones teóricas en el
interior de la teoría semántica". Por último, el cuarto elemento
del artículo del diccionario está constituido por las "restrlcclo-

35
nes selectivas", que indican la posibilidad que tiene una pala-
bra de combinarse con otra en determinada relación sintáctica:
el adjetivo blanco debe aplicarse a un sustantivo que tenga la
categoría semántica "material"; por consiguiente, se añadirá a
la palabra blanco la restricción selectiva "material". Para ilustrar
mejor estos elementos, reproduciremos aquí el análisis de la
palabra inglesa bechelor (Katz y Postal. 1964): 10

Bache/or
I
Susto Categorías
I gramaticales

(Human]
I j
(Animal)

(Male)
I
(Mala)
Categorías
J
(Adult)
I
(Young)
I
(Young)
semánticas
I I I
(Never-marrled) (Knight) (Seal)

[Servin'g [Havlng the [When Diierencle:


under the academic without 8 dores
standard of degree mate durlng
another] conferred the
for breeding
completing time]
the first
four years
of college]

[ Restricciones
<°1> <0"> <Oa> <0-1> selectivas

¿ Cómo se llega, en la práctica semántica, a construir un diccio-


nario semejante? 0, para decirlo en otras palabras ¿existe un
procedimiento de descubrimiento para los artículos del diccio-
nario? También aquí Katz y Fodor se oponen a las concepciones
tradicionales: "A menudo se considera indiscutible el hecho de que
una teorfa semántica deba ofrecer un procedimiento mecánico y
realizable que permita al lingüista construir efectivamente un dic-
cionario a partir de una información sobre el comportamiento ver-

JO La ramifIcacIón de significados que permite mostrar el ejemplo proviene


del hecho de que la palabra Inglesa bache/or tiene cuatro acepciones. que po-
drlan traducirse, respectivamente, por: soitero. mancebo, bachiller, foca macho
loven sin compañera. Una manera aproximada de mostrar la misma ramifica-

36
bal de los hablantes. Sin embargo, toda propuesta tendiente a es-
tablecer este procedimiento ha sido un fracaso completo; nosotros
creemos que esto se debe a la propia naturaleza de los hechos.
Pensamos también que los teóricos que insisten sobre la necesl-
dad de un método mecánico para decidir si un artículo de un su-
puesto diccionario es realmente óptimo, se han propuesto un ob-
jetivo demasiado elevado. Creemos que también la imposibilidad
práctica de hallar un procedimiento semejante se debe a la na-
turaleza de los hechos". Este rechazo se inscribe evidentemente
en el marco de los argumentos que N. Chomsky sostuvo sobre el
papel de los procedimientos de descubrimiento en lingüística.
¿Por qué esta forma de descripción de un artículo de diccionario
es preferible a la forma clásica? El motivo principal de esta trans-
formación es el deseo de precisIón que ya mencionamos. Esta
nueva presentación permite, en efecto, la formalización completa
del proceso semántico. "Esta exigencia está concebida de mane-
ra que, una vez dada una exposición formal de las reglas de pro-
yección, se pueda responder por medio de cálculos formales, y
sin la ayuda de la intuición o la perspicacia lingüística, a la pre-
gunta de qué interpretación se da a determinada frase. Entende-
mos por exposición formal una exposición en la cual la aplicación
de las reglas está definida solamente por las formas de los sím-
bolos a los cuales estas reglas se aplican: y en la cual, por otra
parte, las operaciones efectuadas por las reglas para brindar su
'salida' (autput) son mecánicas. La necesidad de una teoría se-

cl6n en español podría obtenerse con la palabra cardenal, para la que se po-
dría dar la siguiente representación:
C9rdenaJ
I
Susto
_Caregari <'5

I
gramaticales

1
(Inanimado)

I
(Humano)
(Dafto flslco)
1
(Rellglosol Coto90 r jas
~cmj(jlicas

[Oue forma rDe la faml- (Equimosis


parte de I S&- Iia del tordo, color violá-
ero Colegio con plumas ceo)
en la Iglesia
Cat6lica]
color rojo en
l. cabeza] I Dtterenctedores

-1 > <0 1
I I
<O;,> ñestrtcctones
$e'cctilfiiS [N. de la T.]

37
mántica formal deriva de la necesidad de evitar la vacuidad. Una
teoría semántica contiene vacíos en la medida en que, para aplicar
correctamente sus reglas, se cuenta con la intuición o la perspi-
cacia de los sujetos hablantes acerca de las relaciones semánti-
cas. Así, decir que una frase francesa presenta una relación se·
mántica R en el caso en que satisfaga la condición e, no aporta,
en realidad, ninguna información si e está Formulado de tal
manera que no podamos saber si e está o no satisfecho sin remitir-
nos al conocimiento intuitivo del sujeto hablante acerca de rela-
ciones semánticas del tipo de R. Desde este punto de vista, una
teoría formal no contiene vacíos."

El segundo elemento de la teoría está representado por las reglas


de proyección que "dan cuenta de las relaciones semánticas en-
tre los morfemas y de la interacción entre el significado y la es-
tructura sintáctica, determinando así la correcta interpretación
semántica de todas las frases que la gramática genera en número
infinito". Estas reglas pueden ser de dos tipos. El primero (y de
hecho el único que nos interesa) tiene, como datos de partida, la
interpretación de los constituyentes jerárquicamente inferiores y,
como resultado final, la interpretación de los constituyentes supe-
riores. Para que dos unidades puedan combinarse en una relación
sintáctica determinada, es necesario que todas las restricciones
selectivas de una estén contenidas en las categorías semánticas
de la otra. Al mismo tiempo, la regla indica la supresión de las ca-
tegorías semánticas comunes a las dos unidades. Katz y Fodor
formulan cuatro reglas de este tipo que corresponden a cuatro
tipos diferentes de relaciones sintácticas. Habrá, a grandes ras-
gos, tantas reglas de proyección como tipos de relaciones sin-
tácticas hay entre las palabras.

El segundo tipo de reglas de proyección (que ha desaparecido en


el desarrollo reciente de la teoría) debía interesar, sobre todo, a
las frases constituidas por varias proposiciones (es decir, el re-
sultado de una transformación general izada). Estas reglas debían
tomar en cuenta no solo los significados de las unidades lexlca-
les, sino también los cambios en el sentido, debidos a las trans-
formaciones sufridas por la frase analizada. los posteriores
trabajos de Chomsky (1965 a] han brindado, sin embargo, la posibili-
dad de evitar la utilización de transformaciones en un gran núme-
ro de casos; no queda, por consiguiente, más que el primer tipo de
reglas de proyección.

Esta teoría semántica se aproxima en muchos puntos a las teorías


de las que hablamos anteriormente: las categorías semánticas
coinciden evidentemente con los sernas. la descripción de las am-
bigüedades es semejante a las que habían sido propuestas con

38
anterioridad, etc. Pero, al mismo tiempo, la teoría de Katz y Fodor
tiene numerosos rasgos originales que son. a nuestro entender,
los que le otorgan su importancia. Examinemos, en primer térmi-
no, las consecuencias del hecho de que esta teoría esté situada
en el marco de una gramática generativa. Por una parte, su objeto
Yfl no es la descripción estática del vocabulario de una lengua, sino
el funcionamiento del lenguaje, visto bajo su aspecto semántico.
Por otra parte, la exigencia de precisión, ya mencionada muchas
veces, desempeña un papel preponderante; y nunca podrá lnsls-
tirse excesivamente sobre la importancia de este factor. Recorde-
mos que los investigadores se vieron a menudo obligados a dejar de
lado ideas que parecían seductoras a primera vista, pero cuya
formulación imprecisa había ocultado las consecuencias que se
desprendían de ellas. Por último, se puede decir que es ésta la
primera vez que una teoría semántica define claramente su posi-
ción con relación a la gramática y se pone de acuerdo con sus exi-
gencias. En el campo propiamente semántico, su novedad con-
siste en la importancia otorgada al proceso de combinación, en
la formulación de la categoría de "restricción selectiva", etcétera.
En las críticas que seguirán aquí, y que se refieren a la segunda
cuestión estudiada por Katz y Fodor (la representación concreta
de la teoría semántica), se trata de llenar lagunas (o, por lo me-
nos, de señalarlas), más que de corregir errores.
1. Nuestra primera crítica se referirá a la división del significado
de una palabra en categorías semánticas y diferenciadores. Las
investigaciones de Wittgenstein nos enseñaron que no existe un
límite "natural" para la descomposición de una unidad de sentido
en elementos más simples. Este límite, si hay uno, debe basarse
en otros criterios. que provienen del exterior. Desde el punto de
vista de una gramática generativa, la necesidad de asegurar el co-
rrecto funcionamiento del mecanismo lingüístico nos brinda tales
criterios. Pero la división en categorías semánticas y diferencia-
dores, tal como la formulan Katz y Fodor, no refleja suficiente-
mente un Ifmite lingüístico. Es fácil darse cuenta de esto si. se
piensa que, en el funcionamiento normal. las reglas de proyección
exigen que haya una coincidencia entre las restricciones selecti-
vas de una de las unidades y las categorías semánticas de la otra.
Es evidente, sin embargo, que no todas las categorías semánticas
aparecen en las restricciones selectivas; en tal caso, su conoci-
miento no nos sirve de nada. Estas consideraciones nos llevan a
pensar que un primer límite debería pasar entre las categorías
semánticas que aparecen en las restricciones selectivas y las que
no aparecen allí. Así, en el análisis de bache/or hubiéramos man-
tenido categorías como humano, animal, masculino, pero no ca-
tegorías como no-casado, caballero, foca, etc. Ese primer grupo

39
de categorías semánticas hubiera sido suficiente para asegurar
una correcta representación de las amalgamas, de las ambigüeda-
des excluidas, así como de todas las anomalías que podrían re-
sultar del hecho de no respetar las restricciones selectivas (ano-
malías combinatorias). Podríamos llamar clasemas a las catego-
rías de ese grupo y nivel clesemético al nivel en que se detendría
su análisis.
Sin embargo, muchas operaciones que se realizan en el interior
de la teoría semántica exigen un análisis más profundo. Aquí nues-
tra manera de proceder está emparentada con la de Ch. Bally en su
búsqueda de un "término de identificación" (el archisemema de
Pottier) y del modo en que los términos "vecinos" difieren de él.
Tal. análisis podría dar cuenta de fenómenos como la sinonimia,
la paráfrasis, las ambigüedades permitidas por las restricciones
selectivas. Solamente a ese nivel se podría dar cuenta también de
otra clase de anomalías llamadas "lógicas", es decir, las contra-
dicciones y las tautologías. Si una representación de la estructu-
ra del significado se detuviera en el primer límite, no podría ana-
lizar la anomalía que existe en la frase El verde es un rojo, ni ex-
plicar por qué la oración El púrpura es un rojo no presenta una
anomalía semejante. Esta imposibilidad proviene del hecho de
que la anomalía se debe aquí a lo que, según Katz, pertenece al
diferenciador, y esta categoría no entra, por definición, en relacio-
nes teóricas, (Esto explica también por qué Katz, en su tratamien-
to de las proposiciones analíticas y de las contradicciones, se ve
obligado a introducir la noción de elemento seménttco, que anula
la diferencia entre la "categoría" y el "dlferenclador".) En nues-
tra representación verde y rojo tendrían el clasema "color" y las
categorías, respectivamente, "verde" y "rojo", Púrpura tendría la
categoría "rojo" más un dlferenciador, puesto que rojo desempeña
con relación a él el papel de término de identificación. SI se con-
serva el nombre de categorla para estos sernas, podría designarse
como nIvel categorial el nivel de análisis que los estudia.
2. La posición que toman Katz y Fodor con respecto al lenguaje
descriptivo no es suficientemente clara. El problema está en de-
cidir si se trata de un metalenguaje puramente artificial que no
debe preocuparse de las correspondencias con la "lengua ob-
jeto", o si es un léxico descriptivo elegido en el vocabulario de
una lengua. Se puede suponer que las dos soluciones están pre-
sentes en estos autores, puesto que, por una parte, afirman que
"la categoría semántica es una construccíón teórica que recibe su
interpretación en la metateoría semántica" (p. 208), es decir, que
pertenece exclusivamente al lenguaje del descriptor; por otra par-
te, dicen también que ciertas "unidades lexlcales tienen una im-
portancia teórica particular: ellas son, en efecto, las representa-

40
clones de las cateqortas semánticas proplas de la lengua natural"
[p. 187J. ea decir, que tienen una existencia real en la lengua de
que se trata. Nosotros hemos discutido ya algunos aspectos de es-
te problema, Aun si aceptamos {como nos parece correcto} que
para la rengua natural no existe metalenguaje y que en la elección
d~ los térrn inos de la descripción debemos tener en cuenta 'os
recursos de la Jengua estudiada, quedan, sin embargo, muchos
problemas sin resolver. No sabemos sl esos términos forman una
jerarquía perfecta, si están siempre y solamente en relaciones de
exotusícn o rnclusion. Ignoramos también si no hay dos tipos di-
ferentes de exclusión (digamos, por ejemplo, la antinomia y la
neurraüdad): o, en otros términos. si las oposIciones son siempre
binarias.

3. Otro gran problema, dltrcll de estudiar en este perspectiva, es


el de ras releclones entre los dJferentes sentidos de una palabra,
Katz y Fodor dan una representación lineal de esas relaciones,
que se encuentran todas en un mismo nlvel. Sin embargo, es evi-
dente que nosotros sentimos determinados signIficados como
esenciales, prioritarios, y otros como secundarlos. derivados. me-
tafcncos. Todo el problema de la metáfora pasa, por otra parte,
inadvertido. Lo mismo ocurre con respecto a
los valores "ex-
presivos" y "evocadores" de una unidad,

4. Las acotaciones anteriores se refieren principalmente a la llS-


tructura del diccionario; las que siguen conciernen al elemento
repre s El ntad o po r ras "re g ras de preve cct Ón". Katz y Fodor postu-
lan que las categorías semánticas están dispuestas, en el inte-
rior de una unidad, sin ningún orden, salvo el de la economfa de la
representación: al mismo tiempo, uno vez que las unidades se
combinan. sus rasgos siguen fa simple sucesión. Se puede dudar,
sin embargo, de esta un iform ldad de relactones. La más originar
de las contribuciones de Weinreich, que comentamos más abajo.
se sitúa en torno ~ esta cuestión.

5. Katz y Fodor declaran que la Interpretación semántica soto se


de en el interior de una frase. puesto que siempre podemos repre-
sentar dos frases vecinas como una única frase en la cual éstas
estarían unidas por la conjunclén y. sr en la frase stqulente encon-
tramos una indicación que hace desaparecer la ambigüedad de la
primera, podremos siempre realizar una transformación generarl-
zada y unir ras dos frases. Nos parece, sin embargo, que esta so-
lución complica lnúti Imente la tarea del teórico y, además, no co-
rresponde en absoluto al proceso natural que se produce en el
sujeto hablante: éste no procede por medio de transformaciones
para unir la lnformaclón recibida a través de una frase y la inter-
pretación de otra. Tal dificultad podría resolverse si se postulara

41
la existencia de una nueva regla optativa de proyección que fun-
cionaría en el proceso de comprensión de un enunciado:
Si en P1 y P" dos proposiciones de una frase o dos frases directa-
mente vecinas, se encuentra la misma palabra pollsémlce M, hay
que elegir en p~ el (los) significado (s) que no esté (estén) exclui-
do (s) por fas reglds de proyección de Pr, y viceversa.
Nos parece que así es como se procede para eliminar la ambigüe-
dad de la primera proposición en el siguiente enunciado: ¿Tiene
usted un joyero? Sí, lo compré en la tienda "Las Vio/et8s".1l
Evidentemente, esta regla es optativa; nada nos impide utilizar en
una lnmedlata vecindad diferentes acepciones de una palabra po-
ltsémtca. Por el contrario. es éste un procedimiento corriente tanto
en poesía como en los géneros humorísticos y aun en las bro-
mas más comunes: este hecho ha sido señalado ya por Tomachevs-
ky hace cuarenta años (cf. Théorie de la Littérature, 1966). A pe-
sar de esto, la casi totalidad de la producción verbal obedece a la
regla formulada más arriba. Por otra parte, la existencia de esta
regla nos provee de una herramienta útil para facilitar el análisis
semántico del enunciado y dar cuenta de ciertos efectos impor-
tantes para el análisis literario y el psicoanálisis (saltos de un te-
ma a otro). De esta manera, contrariamente a lo que piensa Wein-
reich (1966, n. 38), la teoría semántica estará en condiciones de
explicar este tipo de fenómenos.
Ninguna de las críticas aquí expuestas ataca las bases de la con-
cepclón propuesta por Katz y Fodor; por el contrario, ellas se for-
mulan con la intención de promover la discusión y el ulterior per-
feccionamiento de la teoría.
Una nueva hipótesis que concierne a la estructura semántica del
lenguaje ha sido propuesta en los últimos tiempos; la ha formu-
lado Weinreich (1966), quien, en sus anteriores artículos dedica-
dos a la semántica, había aportado ya varias contribuciones va-
liosas. También esta hipótesis se Inscribe en el marco de una
gramática generativa, pero dedica una mayor atención al desarro-
llo precedente de los estudios semánticos. Weinreich se mantiene
también más cerca de la realidad lingüística; su teoría pierde qui-
zá, por esto mismo. algo de su elegancia, pero los hechos lin-
güísticos no son tan sencillos como para prestarse a una descrlp-
olón que sea a la vez simple y correcta.
IDos ideas originales se hallan en la base de la teoría de Wein-
reich. La primera se refiere a las relaciones que establecen entre

11 En el ejemplo francés: Avez-vous une cutstotere: OuT, le I'al acheté a I'hOtel


Drouot. [N. de la T.]

42
sí los sernas en el interior de un morfema y los morfemas en el
interior de una frase. Destaquemos en primer término que se par-
te de presuponer un isomorfismo entre las relaciones interiores
de un morfema y las exteriores a él. Katz y Fodor presentan estas
relaciones como si formaran conjuntos no ordenados; esto equi-
vale a decir que se podrían cambiar de lugar los sernas en el inte-
rior del morfema sin alterar el sentido del mismo. Para Weinreich,
este tipo de relación, aunque es el más difundido. no es el único
que existe; se dan también relaciones que no permiten la conmuta-
ción. Para retomar las fórmulas de Welnrelch, podemos distinguir
los dos tipos siguientes:
(1) (a, b)·~ (b, a)
(2) (a~b)#(b~a).

En cada una de las fórmulas Q y b son semas cualesquiera, pero en


(2) no podemos cambiar su orden sin alterar el sentido del mor-
fema. Weínreich llama al caso (1) aglomeración (cluster) y al ca-
so (2) configuración. El caso esencial en que serán necesarias las
configuraciones es aquel en que la transitividad está incluida en
la definición del morfema.
Si pasamos a las relaciones entre morfemas descubriremos, de
igual manera, dos grandes tipos de relaciones: el encadenamiento
(/inking) y el no-encadenamiento. Retomando las mismas fórmulas,
se puede definir el encadenamiento como la formación de una
aglomeración de sernas; el no-encadenamiento, como el caso en
e! que no se crea ninguna nueva aglomeración. Si M Y N son dos
palabras, (1) y (2) son casos de encadenamiento; (3), (4) Y (5) ca-
sos de no-encadenamiento.
(1) M(a, b) + N(c. d) = MN(a, b, c. d)
(2) M(a.....,.b)+N(c.....,.d)=MN(a.c~b~d)
(3) M(a ~ bl + N(c) ,~ MN(a.....,. b ~ e)
(4) M(a""'" b) + N(c ~ d) = MN(a ~ b.....,. e ~ d)
(5) M(a, b) + Níc, d) ~ MN(a, b~ e, d).
Las siguientes relaciones gramaticales (en inglés) pueden ser re-
presentadas como encadenamientos: sujeto +
verbo principal. su-
Jeto -+- predicado, verbo principal +
complemento circunstancial de
modo, adverbio descriptivo +
adjetivo, adjetivo +
sustantivo. Las
reglas de proyección de Katz y Fodor solo interesan. según Wein·
relch, a estos casos de encadenamiento.
los casos de no-encadenamiento requieren una nueva subdivisión.
Weinreich propone tres subclases: encaje (nesting), delimitación,
modalización. El enceie es la relación destinada, antes que nada, a
poder dar cuenta de la transitividad. Podemos relacionar enton-
ces la oposición encadenamiento-encaje con la que proponía Seche-

43
haye (1926) entre los "complementos extrínsecos y complementos
Intrínsecos". (En Katz y Fodor esta diferencia se refleja en la forma
ligeramente diferente que dan a la regla Rs.) Destaquemos que,
como lo muestra Weinreich, esta relación no se puede describir
en forma adecuada por medio de la simple adición de un serna de
"causatividad"; pensemos en ejemplos del tipo de Yo leo el fibra.

La delimitación es la relación que se establece entre un morfema y


aquellos que definen su campo de extensión. Pensamos en los ad-
jetivos numerales (cInco ove/as), en los Indefinidos (algunas ove-
jas, ciertas ovejas), en los adjetivos demostrativos (esas ovejas) o
en el artículo (le oveja). Criterios sintácticos impiden añadir estos
casos a los de los otros adjetivos.
Por último, la modalización está definida por Weinreich como "una
instrucción de no Interpretar literalmente la unidad semántica como
puesta, sino de interpretarla con cierta calificación, tal como la
falta de certidumbre sobre la veracidad de la afirmación o el hecho
de declinar toda responsabilidad en cuanto a esa veracidad". Este
es el papel que desempeñan tanto algunos adverbios como quizás,
sin duda, etc., como el modo o el aspecto del verbo (por ejemplo,
ei modo "testimonial" jpreizkaznoj del búlgaro: el sujeto hablante
rehúsa transmitir el mensaje como algo cuya existencia conoce con
certeza).

Estas subdivisiones, plausibles en abstracto, están ilustradas de-


masiado sucintamente. Dejando de lado el encadenamiento, cuya
existencia parece incontrastable, las otras relaciones no poseen aún
una legalidad suficientemente sólida. En el único ejemplo de enes-
je, se trata del sema para sentarse que formaria parte de la des-
cripción sémica de palabras como sill6n, silla, etc. Se nos dice que
este sema está en una relación más particular con los otros sernas,
y esto a causa de la presencia de para. Sin embargo, tal representa-
ción se vincula demasiado a la manifestación que las relaciones ló-
gicas tienen en el lenguaje del que describe. No hay que creer que
el término descriptivo, elegido sin ningún criterio formal. refleje
de una manera biunívoca una determinada relación lógica; en ese
caso podríamos afirmar que existe un número infinito de estructu-
ras sérnlcas para cada morfema, puesto que esas estructuras se
verían modificadas por el más pequeño cambio en los términos de
la descripción (tal como el cambio de una preposición). Sería sufi-
ciente, sin embargo, reemplazar para sentarse por asiento (el rasgo
sin patas quedaría como diferenciador para puf); de esta manera
podrfa representarse una parte de la estructura sémica de la pa-
labra silla como la intersección de los semas asiento y mueble, es
decir, como algo que no difiere en absoluto de la estructura de una
aglomeración del tipo de madre que está constituida por la intersec-

44
ció n de los sernas femenino, generaci6n ascendente, grado 1 y linea
directa.

Pasemos ahora a la delimitaci6n. El mismo Weinreich destaca con


justeza que todo encadenamiento representa de hecho una delimi-
tación; pero entonces no se comprende por qué esta última tiene
un lugar aparte. Nos parece que esta diferencia se puede ilustrar
con la ayuda del siguiente ejemplo: ovele negra está constituido
por la Intersección de oveie y negra; en cambio, la está incluido
en oveja para formar la ove¡e. Pero esta diferencia no nos parece
suficiente para formar un caso aparte.

Consideremos por último la modalizaci6n. Se trata esta vez, sin lu-


gar a dudas, de un fenómeno real y particular; ¿pero es realmente
necesario ponerlo en el mismo nivel de la relación de encadena-
miento? Los verbos y los adverbios de modo constituyen un grupo
con características particulares en el Interior del léxico, que se
destaca por numerosos rasgos [sintácticos, semánticos y a menudo
morfofonémlcos). El estudio de este grupo es ciertamente necesario
y útil, pero no esclarece directamente el proceso general de com-
binación. Señalemos que la lengua poética tiene un sistema particu-
larmente elaborado para obtener ciertos efectos de "suspensión";
la conjunción como, por ejemplo. puede privar de su carácter anó-
malo a la frase que la sigue [las comparaciones). En la lengua
escrita, las comillas desempeñan un papel semejante. Podemos con-
cluir entonces que la existencia de relaciones distintas de la aglo-
meración y, respectivamente, el encadenamiento, es posible pero
que no está, por el momento, bien ilustrada.

la segunda idea fundamental de la teoría de Welnre/ch concierne a


la relación entre los elementos gramaticales y los elementos se-
mánticos de una lengua. Según Katz y Fodor, la teoría semántica co-
mienza a partir del momento en que la teoría gramatical termina. La
semántica dispone de una descripción sintáctica exhaustiva antes
de atribuir determinado sentido a las unidades lex/cales y de some-
terlas a las reglas de proyección. Para Weinreich, estas dos partes
del proceso lingüístico se producen simultáneamente y los dos ele-
mentos se encuentran constantemente en estrecha cooperación.
"Nuestro enfoque -escribe Weinreich- no intenta atribuir a la se-
mántica y a la sintaxis dominios que se excluyan mutuamente: por
el contrario, nosotros insistimos en el hecho de su profunda inter-
penetración" (4, 1). La presentación concreta de estas relaciones
en la teoría de Weinreich será difícil de comprender si no se tiene
presente la teoría sintáctica de Chomsky (1965 a) con la cual Wein-
reich quiere poner de acuerdo su exposición; es por este motivo
que, aunque brevemente, la expondremos aquí.

45
Imaginémonos, antes que nada, que debemos construir un mecanis-
mo (abstracto) que cumpla exactamente las mismas operaciones
que cumpliría un sujeto que hable corrientemente la lengua, y que
tenga exactamente las mismas reacciones que éste tiene en
cuanto a la corrección del discurso. Esta imagen nos perrnltirá
comprender mejor la descripción ·que aquí sigue.
1. Existe, por una parte, una "base" de la gramática (su parte cate-
gorial) que produce secuencias preterminales (preterminal strings).
Por otra parte, existe un diccionario que contiene dos tipos de cla-
ses morfemáticas: las clases menores (preposiciones, conjuncio-
nes. etc.) que se componen de tres elementos: una secuencia de
fonemas, una categoría sintáctica, un haz de rasgos semánticos; y
las clases mayores (sustantivos. verbos, adjetivos, adverbios) que
se componen de dos elementos: una secuencia de fonemas y un haz
de rasgos semánticos. A la base y al diccionario se les aplica una
regla lexical que une cada caso vacío de la estructura sintáctica
con un morfema cualquiera; en el caso de las clases menores, es
necesario que la categoría sintáctica de la clase coincida con la
clase exigida por la estructura sintáctica.

2. El resultado de esta operación es una secuencia lexical terminar.


Esta secuencia sufre a su vez dos operaciones simultáneas:
al está sometida a una serie de reglas transformacionales y mor-
fofonémicas cuyo resultado final es una representación fonética de
la frase, segmento por segmento;
b) está sometida a un proceso semántico. Este último consta a su
vez de dos partes. La primera está asegurada por un calculador se-
mántico; su tarea corresponde, a grandes rasgos, a la de las reglas
de proyección de Katz y Fodor: asegurar la amalgama de la frase.
La segunda parte se cumple por medio de un evaluador: éste evalúa
el grado de anomalra de una frase (si existe alguno) y, de acuerdo
con su resultado, se da o no una interpretación de ella.

3. El calculador, noción central de este proceso, funciona como una


serie de reglas aplicadas a la secuencia terminal. La regla de re-
distribución une los rasgos semánticos contenidos en la estructura
sintáctica abstracta con los rasgos semánticos de los morfemas. La
regla de concordancia obra sobre los morfemas sometidos a la con-
cordancia gramatical (éstos están enumerados por el diccionario).
Esta regla repetirá, como salta a la vista, ciertas reglas de transfor-
mación, pero dará cuenta con ello del efecto semántico de ciertas
concordancias, como ser la del número. La regla de traspaso asocia
los rasgos de traspaso (= las restricciones selectivas) a los mor-
femas que aparecen en la posición sintáctica indicada. Así. en el
sintagma después de ... , se le atribuirá al complemento el rasgo

46
"temporal", aun si éste no lo posee de por sí (cf. después de la
bomba). La regla de supresión descarta el significado de los mor-
femas que componen una locución idiomática (tal que no pueda ser
representada como la suma de sus componentes). El hecho de que
esta operación intervenga tan tarde dentro del procedimiento re-
f1eja la posibilidad de tener en cuenta, para el empleo de una
locución, el sentido propio de cada morfema particular. La regla de
encadenamiento y de encaje ordena los rasgos semánticos en el
orden prescripto por su disposición en el interior del morfema y por
la relación sintáctica presente. la regla de fusión descarta los ras-
gos semánticos que se repiten. La regla de construcción, por ültt-
mo, reacciona a las contradicciones entre los rasgos semánticos y
atribuye diferentes grados de desviación a las secuencias anérna-
las. Por ejemplo, si la estructura sintáctica o los morfemas vecinos
exigen de un morfema que tenga el rasgo semántico "animado",
pero éste posee en cambio el rasgo "inanimado", esta regla atribui-
rá a la construcción una desviación de, digamos, primer grado. Pue-
de verse que esta regla encara los empleos propios de la lengua
poética, como la personificación, etcétera.
Formular la teoría semántica de manera que pueda generar no sólo
las frases perfectamente correctas, sino también frases "desvían-
tes" o "anómalas" es un deseo permanente de Weinreich. Para él,
una descripción que se vea obligada a excluir de su campo todo
empleo "poético" de una palabra falla inevitablemente en la conse-
cución de sus objetivos. El modelo que él propone puede no sólo
generar esas frases sino también indicar con precisión qué regla del
proceso semántico no ha sido aplicada. La importancia atribuida por
Weinreich a esta contribución nos parece, sin embargo, un poco
exagerada: por un lado, una parte de sus Indicaciones podrían apli-
carse igualmente bien a una descripción que excluyera este tipo de
frases (como la de Katz y Fodor): bastaría cambiar el lugar de esas
consideraciones en la economía general del estudio. Por otro lado.
la lengua poética representa una búsqueda consciente de evitar o
transgredir los principios de la comunicación normal; una teoría
que quisiera poder incluir siempre estos usos en su campo de es-
tudio correría el riesgo de ensanchar demasiado sus límites (volve-
remos sobre esto en el artículo dedicado a las anomalías semán-
ticas) .
Con todo, la mayor atención brindada al problema de la relación
entre la semántica y la gramática constituye una cualidad lndlscutl-
blemente valiosa. Es de más en más evidente hoy que los proble-
mas de estas dos disciplinas deben recibir soluciones complemen-
tarias. Toda teoría que intente explicar el funcionamiento del
lenguaje sin presentar una explicación de su mecanismo semántico,
no puede, de ninguna manera, tener la pretensión de ser adecuada.

47
A pesar de algunas serias divergencias entre las escuelas y los
investigadores que difunden la concepción de los campos semán-
ticos, se ha logrado acuerdo sobre una serie de cuestiones fun-
damentales, que pueden ser presentadas de la siguiente manera:

1. El diccionario de la lengua no es una acumulación caótica de


unidades. Por el contrario, se divide en un cierto número de cam-
pos que unen las palabras sobre la base de su comunidad se-
mántica.

2. Cada campo semántico descompone de una determinada rna-


nera, inherente a la lengua dada. ese trozo de realidad que refleja.
Como ejemplo, que ya se volvió trivial, se cita el caso de los
adjetivos que designan colores. En ruso, hay 7 adjetivos para desig-
nar los colores básicos del espectro. El inglés. el francés, el ale-
mán y algunas otras lenguas europeas se conforman con 6 adje-
tivos básicos para los colores. Hay por fin algunas lenguas que
dividen el espectro en 3 y hasta en 2 partes: las lenguas shona
(Rhodesia) y bassa (Liberia) (H. A. Gleason, An Introduction to
Descriptive Linguistics. N. Y., 1961. p. 4). Así, las diferentes len-
gllas descomponen y sistematizan de diferente manera el mismo
material.

3. Se desprende de esto que el contenido de una palabra no es


algo que se baste a sí mismo. Por el contrario, está totalmente
condicionado por las relaciones que se forman en la red de opo-
siciones entre una palabra y las otras del mismo campo. Según la
idea y la termlnologfa de F. de Saussure, la palabra no tiene un
significado sino un valor. Tal manera de formular la cuestión hace
suponer que el aspecto semántico de una lengua puede ser re-
presentado en forma de sIstema, comparable a los sistemas fo-
nológico o gramatical. Como se sabe, sonidos físicamente seme-
jantes o idénticos figuran como fonemas diferentes en el sistema
fonológico de diferentes lenguas. Como resultado de esto se cons-
tituye la estructura del plano de la expresión, que es específico
de una lengua dada. De la misma manera las palabras de dlfsren-
tes idiomas, muy semejantes desde el punto de vista del sentido
[por ejemplo: stnll, blue, bleu, bJau), poseen valores diferentes en
los campos semánticos de esas lenguas. Como resultado, se cons-
tituye la estructura del plano del contenido, también específica
de la lengua dada.

Hablando estrictamente, no deben considerarse estas tesis como


una teoría acabada. Puede definírselas más bien como una hipó-
tesis cuya verdad debe ser probada sobre los materiales de diver-
sas lenguas. J. Trier y varios de sus sucesores se han esforzado

50
en aplicarlas a un materIal lingüístico concreto, pero éste no se ha
prestado en absoluto, o se ha prestado mal, a ese análisis.

La causa del fracaso debe ser buscada, evidentemente, en lo que


exponemos a continuación. La hipótesis de Trier se presenta como
totalmente opuesta a las posiciones de la semántica y la lexico-
grafía tradicional, que encarnan el así llamado enfoque atomista
del significado. La hipótesis de Trler incluye la idea de estructu-
ra. En este sentido él ha roto con la semántica tradicional; sin
embargo, no ha logrado liberarse completamente de su influencia.
En efecto, después de haber desarrollado una nueva hipótesis,
Trier ha intentado verificarla por medio de métodos caducos. Sus
técnicas de investigación han sido tomadas en préstamo de la
semántica tradicional. Su método se revela puramente intuitivo y
no contiene nada de estructural. El Investigador no tiene ningún
criterio formal para clasificar las palabras dadas en un campo da-
do. Está guiado en esto exclusivamente por su sentido común,
es decir, por consideraciones puramente especulativas.

En estos últimos tiempos, se han emprendido varios intentos para


superar este defecto esencial sobre la base de diferentes méto-
dos experimentales. Es indispensable recordar ante todo el tra-
bajo colectivo de los psicólogos soviéticos O. S. Vinogradova y A.
P. Luria, expuesto en la conferencia de Moscú sobre la traducción
automática, en mayo de 1958, así como la teoría psicolingüística
del espacio semántico, creada por Ch. Osgood y su escuela.

Esta teoría se aproxima. hasta cierto punto. a las construcciones


de Trier y de sus sucesores.

En relación con los trabajos de los psicólogos y de los psicolin-


güistas, destacamos los dos puntos siguientes:

1. Los psicólogos soviéticos han intentado elaborar un método


objetivo para la investigación de los lazos semánticos entre las
palabras. En sus experiencias las palabras se unen en grupos de-
terminados (campos semánticos) sobre la base del parentesco es-
tablecido experimentalmente (psicológicamente).

2. Ch. Osgood y su escuela han intentado no solamente obtener


grupos de palabras unidas por cierto parentesco semántico, sino
también analizar los componentes semánticos de los significados
verbales, es decir: descomponer cada significado en un número
mayor de rasgos distintivos semánticos. cuyas combinaciones for-
man toda la diversidad de los significados.

51
Dejando de lado, por ahora, la cuestión de saber hasta qué punto
estos intentos han dado resultado, nosotros pondremos el acento
sobre el hecho de que tales trabajos representan, sin lugar a du-
das, un paso adelante hacia el estudio de los campos semánticos.
que ya se hada necesario por la caducidad de la teoría tradicional.

Ciertos autores califican como semántica estructural la actual teo-


ría de los campos semánticos. Sin embargo, lo que aparece como
plenamente "estructural" en esta teoría es solo la afirmación de
que los campos semánticos dan la posibilidad de representar la
estructura del plano del contenido (del mismo modo en que la fo-
nología representa la estructura del plano de fa expresión). Para
que esta teoría justifIque el nombre de semántica estructural, son
necesarias aún cinco condiciones:

a) Los campos semánticos deben ser divididos objetivamente, y


no intuitivamente como lo hacen Trier y su escuela. En esta pers-
pectiva, son interesantes los experimentos de los psicólogos y
los psicolingüistas mencionados más arriba. El único Inconvenien-
te es que el aparato de investigación utilizado en sus experiencias
el-a tan voluminoso, que es prácticamente Imposible aplicarlo a un
análisis lingüístIco exhaustivo. SI queremos pensar en un camino
ideal, diremos que es indispensable buscar un método lingüístico
de división de los campos semánticos y que un método experi-
mental puede ser usado para la verificación de los resultados
obtenidos.

b) El investigador debe estar convencido de que los campos se-


mánticos que ha obtenido reúnen unidades lingüfstlcas -es de-
cir, significados- y no unidades lógicas -es decir, conceptos-o
Si bien el mismo Trier hace una distinción entre campos lexicales
y campos conceptuales (Wortfeld und Begriffsfeld), éstos. se iden-
tifican bastante a menudo.

c) Los campos semánticos se elaboran sobre una base conceptual,


esto es, a partir de la lógica. Como resultado, aparece un corte
entre la semántica por un lado y las otras disciplinas IJngüfsticas
por el otro (fonología, morfología, sintaxis). El edificio de la lin-
güística se ve así privado de su unidad.

Para devolver a la lingüística esta unidad, los campos semánticos


se deben obtener no sobre una base conceptual, sino sobre una
base lingüística; no tomando la lógica sino la lingüística como
punto de partida. La semántica estructural vendrá a ser, entonces,
el eslabón que sigue a la morfología y a la sintaxis en la cadena de
las disciplinas lingüísticas jerárquicamente dispuestas.

52
d) La teoría estructural de los campos semánticos debe demos-
trar el isomorfismo de la gramática y la semántica.

e} Es igualmente deseable que la teoría estructural de los cam-


pos semánticos garantice, en cierta medida, el análisis componen-
cial de los significados; es decir. la descomposición de los signi-
ficados en rasgos semánticos distintivos. Es oportuno subrayar
aquí que la cuestión del análisis componenclal de los signi-
ficados ha sido formulada pero no resuelta por Ch. Osgood y su
escuela. Como lo demostraron J. Carral y U. Weinreich, el método
del diferencial semántico, elaborado por Ch. Osgood, da la posi-
bilidad de encarar el análisis componencial de uno solo de los
elementos del significado lexlcal: su aspecto emocional. Este
método no incluye los otros elementos, que son los más esencia-
les del significado (J. B. Carroll, Review of The Measurement of
Meaning por Ch. E. Osgood, G. J. Suci y P. H. Tannenbaum, Urbana,
1957: Language, v. 35, n9 1, 1959; U. Weinreich, "Travels through
Semantic Space" Word, v. 14, nC8 2 - 3, 1958).

En el presente trabajo se expone uno de los métodos posibles del


estudio estructural de conjunto de los campos semánticos; este
método ha sido elaborado con el mayor respeto posible por las
exigencias formuladas más arriba. La fundamental técnica de in-
vestigación que ha sido empleada es el análisis distribucional.
Además, el método de substitución, el análisis componencial y
ciertos elementos de análisis transformaclonal han sido utilizados
en diferentes etapas de la investigación. Este método no ha sido
aplicado, hasta ahora, más que al material de la lengua inglesa
contemporánea.

11
Análisis distribucional
de los significados lexicales

La premisa indispensable para el estudio estructural de los cam·


pos semánticos es el análisis distribucional de los significados
lexicales.

Al El concepto de distribución del significado léxico

Según la definición de Z. Harris, se llama distribución de un ele·


mento lingüístico a "la suma de todos los contextos en los cuales
este elemento se encuentra; es decir, la suma de todas las posi-
ciones (diferentes) de un elemento con relación a los otros" (Me-
thods in Structural Linguistics, The Un. of Chicago Press, pp. 15 -16).

53
Si se transfiere este concepto sin ninguna modificación al léxico,
resultará, en la práctica, imposible de utilizar, puesto que la dis-
tribución de la mayoría de los elementos parece casi Ilimitada. Es
más racional, entonces, representar la distribución de cada ele-
mento bajo cierta forma generalizada y no bajo forma de enume-
ración de todos los contextos, sin excepción, en los que puede en-
contrarse.

El concepto de distribución, aplicado al léxico, debe ser modifica-


do también desde otro punto de vista. Parece más racional hablar
de la distribución de las palabras enteras, dado que esto convier-
te a la palabra en la más pequeña unidad semántica de la lengua.
Para el/o convendría considerar que cada palabra no tiene más
que un único significado. Pero tal propuesta entraría en contra-
dicción no solo con la práctica lexicográfica establecida, sino tam-
bién con algunos resultados bastante prometedores de las inves-
tigaciones estadísticas sobre la lengua, en particular con la fór-
mula
s
- = constante
F
que establece una dependencia directamente proporcional entre
la frecuencia de una palabra y el número de significados que pue-
de tener (P. Giraud, Les caracteres stetistiques du vocebulelre, Pa-
rís, 1954).

Evidentemente, el sentido particular es una unidad semántica más


pequeña que la palabra. Es por eso que resulta más oportuno exa-
minar no ya la distribución de las palabras, sino la distribución
de ciertos sentidos de las palabras o, en la terminología de A. S.
Smirnickij, la distribución de las variantes léxico-semánticas de la
palabra.

De acuerdo con esto, la distribución de tal o cual sentido de una


palabra comprenderá dos eiementos: a) el modelo estructural se-
gún el cual una palabra se emplea en determinado sentido. b) la
fórmula generalizada de la aptitud combinatoria de la palabra en
determinado sentido. El papel de estos dos factores ha sido desta-
cado en los trabajos de V. V. Vinogradov, A. S. Hornby, R. S. Gins-
burg, N. M. Amosova, J. Firth, A. Rudskogez, etcétera.

Se puede suponer que los modelos estructurales le serán dados


al investigador en forma de listas. puesto que ellos se deben
obtener, en principio. al terminar el análisis sintáctico de una len-
gua dada. En una etapa preliminar, se puede considerar como mo-
delo estructural particular cualquier fórmula de combinación de

54
palabras en la cual determinada palabra entra, en uno de sus
sígnificados, como uno de sus miembros. Así, para el verbo inglés
se reconocerán, como modelos estructurales particulares, cons-
trucciones de los siguientes tipos: N V+ + N, N + +
V Prp N, +
N + V + A, N + V + Adv, N + V + to + V, etcétera.

Para la designación de los elementos del modelo se emplea una


notación tomada de la lexicografía Inglesa. 13 Hubiera podido em-
plearse una notación destinada especialmente a este fin (cf. por
ejemplo Z. S. Harris, "Co-occurrence and Transformation", Langua-
ge, 33, 1957), pero resultaría menos práctica en las condiciones del
sistema simbólico que hemos elegido.
En lo que concierne al carácter de las combinaciones posibles, se
debe generalizar en categorías que tengan una base estructural en
una lengua dada. La base estructural de la clasificación que hemos
elegido es, en primer lugar, la relación de los sustantivos con el
sistema de pronombres y, en segundo lugar, la relación de esos
mismos sustantivos con el sistema de la formación de las pala-
bras y con la categoría del número. La abundancia de pronombres
en inglés -he /él/, she /ella/, who /quien/, they /ellos/, it /neu-
troj, what /que/-permite, con la ayuda del método de substitu-
ción, definir de una manera biunívoca la pertenencia del sustantivo
a tal o cual subgrupo en la clastftcactón expuesta más abajo. Los
pronombres, frente a otras palabras auxiliares (preposiciones, con-
junciones, etc.l. están considerados aparte, puesto que entran en
el tipo de elementos estructurales fácilmente identificables: para
el inglés, cerca de 150 elementos (Ch. Fries, The Structure of
Enqlisn, N. Y., 1952).

1. Los sustantivos que designan seres animados (símbolo A. subs-


titutos: he, she, who) se oponen a los sustantivos que designan
algo inanimado (símbolo A, substitutos: it, what),

2. Los sustantivos de la clase A se dividen en dos grupos: P (sus-


tantivos que designan una persona; únicos substitutos: he, she,
who) y P (sustantivos que no designan una persona; substitutos:
he, she, who o lt, whet).
3. Los sustantivos del grupo P se dividen en dos subgrupos: P1
(sustantivos que designan personas de sexo masculino; substi-
tuto: he) y P2 (sustantivos que designan personas de sexo feme-
nino; substituto: she).

=
13 la notación empleada es la siguiente: N =
sustantivo; V verbo; Prp = pre-
posic16n; A= =
adjetivo; Adv adverbio; NB = numeral. [N. de la T.]

55
4. Los sustantivos de la clase A se dividen en dos grupos: e(sus-
tantivos que designan objetos concretos) y e(sustantivos que
designan conceptos abstractos). Esta división tiene solo una base
estructural parcial en la lenqua (se apoya en la relación de los
sustantivos de la clasé A con el sistema de formación de las pala-
bras y Con la categoría del número). Se puede esperar que poste-
riores trabajos sobre el material permitirán describir .estructural-
mente también la parte todavía no formalizada.

5. El grupo de sustantivos e se divide en dos subgrupos: e1


(sustantivos que designan cosas; substitutos: it, they) y C2 (sus-
tantivos que designan materias; único substituto: it).

6. Los sustantivos del subgrupo C1 se dividen en dos series: I


(sustantivos que designan cosas aisladas: para un sustantivo en
srnqular el substituto es únicamente it) e T (sustantivos colecti-
vos; para un sustantivo en singular el substituto es tanto it como
they).

Para la elaboración de esta clasificación se ha aplicado, con una


forma algo modificada, el método de eh. Fries (cf. Ch. Fries, tbtd.,
pp, 120-121).

Con ayuda del método de substitución se hubieran podido obtener


aun algunos otros grupos de sustantivos, pero la clasificación que
hemos expuesto se muestra suficiente para los fines de nuestro
estudio. Lo más importante es aquí Jo siguiente: la existencia de to-
das las categorías y grupos del léxico debe estar fundada sobre
rasgos de la estructura. El detalle de la clasificación no puede
continuarse más allá del punto en el que siga apoyándose sobre
talo cual base estructural.

Como dijimos más arriba, la distribución de tal o cual sentido de


la palabra comprende dos elementos: a) el modelo estructural en
el que, una palabra se emplea en determinado sentido, b) la fór-
mula generalizada de la aptitud combinatoria de la palabra en un
determinado sentido. En tanto cada uno de los elementos nombra-
dos pueda expresarse simbólicamente, la distribución de la pala-
bra en un significado dado puede ser codificada, es decir, expre-
sada por una fórmula. Así, la distribución de la palabra good en
el significado "hábil para" puede representarse con la siguiente
fórmula:

P + to be + good + at + e
ejemplo: He 18 good at arlthmetlc (Él es bueno en aritmética).

56
B) DistrIbución, signifIcado y frecuencIa

Cuando se posee una lista de modelos estructurales y una cla-


sificación de los sustantivos que describa su aptitud combinato-
ria, se puede pasar al análisis distribucional de los significados
lexlcales. En una primera etapa, se puede partir de la concepción
tradicional que ve el significado lexical como aspecto interno de
la palabra, que está en correlación de determinada manera con el
concepto, pero que, a diferencia de éste, posee algunas caracte-
rísticas complementarias: significado de una parte del discurso
(según A. 1. Smirnickij), elementos estilísticos y emocionales, etc.
Puede admitirse luego que los significados de las palabras están
dados con anterioridad en una lista, digamos en la lista de un dic-
cionario monolingüe. Es indispensable asociar a cada sentido una
fórmula específica de distribución. Se verá entonces que todos los
elementos de base del significado, incluida su característica esti-
lística y emocional, tienen un reflejo suficiente en su distribución,
es decir, en los modelos estructurales yen su aptitud de combina-
ción. (En esto conslste, aparentemente, una de las manifestaciones
de la ley de conmutación, según la cual las diferentes unidades
del plano del contenido corresponden a las diferentes unida-
des del plano de la expresión.) Y más aun, estos elementos están
ligados a otra característica del significado: su frecuencia.
Puesto que los elementos de base del significado, su distribución
y su frecuencia están ligados uno al otro de determinada manera,
podremos a partir de uno de sus rasgos, y con una fuerte probabi-
lidad, prever o reconstruir todos los otros. Por ejemplo, si sabe-
mos que determinado sentido de una palabra polisémica posee
características estilísticas y emocionales claramente expresadas,
tenemos el derecho de esperar que sea poco frecuente y que esté
ligado a modelos estructurales y fórmulas combinatorias poco fre-
cuentes (especializadas). Si por el contrario sabemos que deter-
minado sentido es frecuente, tenemos todas las razones para es-
perar que sea estilística y emocionalmente neutro y que esté
ligado a modelos estructurales y fórmulas de combinación frecuen-
tes (poco especíalízadas).

Se desprende de esto que, en principio, cualquiera de las cate-


gorías enumeradas puede ser utilizada como punto de partida para
el análisis. Sin embargo, es más cómodo partir de las fórmulas
de distribución y de los índices de frecuencia, porque, en razón
de su naturaleza, estas categorías pueden ser fácilmente eva-
luadas.

Si se la aplica a palabras polisémicas, la dependencia entre los


distintos elementos del significado, su distribución y su frecuencia

57
puede ser formulada de la siguiente manera: las fórmulas de dls-
tribución más frecuentes -es decir, las menos especiatizadas-
se fijan a los sentidos más frecuentes -es decir, los menos es-
pecializados estilística, emocional y semánticamente (sentidos de
carácter más común)-. Las fórmulas de distribución menos fre-
cuentes -es decir, las más especia/lzadas- se fijan a los sentidos
menos frecuentes -es decir, los más especializados estilística.
emocional y semánticamente-.

Aplicada a la serie de sinónimos, la dependencia entre los dife-


rentes elementos del significado, su distribución y su frecuencia
puede ser formulada de la siguiente manera: cuando las fórmulas
de distribución coinciden con los significados de dos sinónimos
distintos, la menor frecuencia es el signo material de la mayor
especialización estilística, emocional y semántica del significado.

Estas tesis han sido verificadas en el curso de numerosos estu-


dios de poca extensión, realizados sobre el material de la lengua
inglesa.

En particular, se ha llevado a cabo un análisis completo de los


verbos to go lirl y to come /venir/ sobre 1.239 páginas de texto
(en el orden de 310.000 palabras), así como un análisis de diez
pares de adjetivos sinónimos se ha realizado sobre 1.095 páginas
de texto (en el orden de las 325.000 palabras).

El gran diccionario Oxford de la lengua inglesa (1933) ha servido


de base para la clasificación de los sentidos de los verbos to go y
tn come. El diccionario de sinónimos de Webster (1951) fue la
base utilizada para establecer los significados comparados de los
sinónimos y, por consiguiente, para establecer la extensión del
material sometido a estudio. la exposición de todo el material
hubiera ocupado demasiado espacio. Dado que las dependencias
mostradas entre los diferentes elementos del significado, de la
distribución y de la frecuencia aparecen con precisión en todos los
casos, consideramos posible exponer aquí dos pequeños cuadros,
meramente ilustrativos, y limitarnos a la interpretación de los da-
tos reflejados por ellos.

En el primer cuadro están representados dos sentidos de los ver-


bos to go Y to come. En cada par de sentidos, el sentido más fre-
cuente se opone a uno de los sentidos menos frecuentes. La fre-
cuencia absoluta del verbo to go en el material inventariado es de
1.231 casos, y la del verbo to come de 830. Destaquemos que la
falla estandarizada en la evaluación de las frecuencias a partir de
8 y menos de 8 es muy grande (de 0,7 para arriba). Sin embargo,

58
puesto que nuestro objetivo no consiste en establecer las frecuen-
cias precisas de las unidades estudiadas, sino en observar de una
manera general la dependencia entre las frecuencias y algunos
aspectos del significado. podemos igualmente utilizar esos datos.
En efecto, aun si la frecuencia de los hechos fuera dos veces más
grande que la observada por nosotros, la diferencia esencial entre
las frecuencias comparadas (cf. 111 Y .7) se conservaría de todas
maneras.

Aptitud Caracterís-
Significado Ejemplo F. Modelo combina- tiea ernocto-
toria nal y estilís-
tica.

1 ir he went 163 n + go pp -
él fue
o
go read
"" 2 anda. something! 3 + v)1
2
vamos [anda, lee
(go P +
algo!

he carne
1 venir
él vino 111 n + come pp -
Ql
E come. come.
8 2 vamos. don't be 7 come, +v P +
vamos a tool!
2
¡vamos,
vamos,
no seas
tonto!

Para los sentidos intransitivos el modelo N -:- V es el más freo


cuente. el menos especializado Algunos modelos más frecuentes.
es decir, algunos sentidos menos especializados, se relacionan
también con ese modelo. Los modelos (V V)! y V, +V! son muy +
poco frecuentes, es decir. muy especializados. Algunos modelos
menos frecuentes, es decir. algunos sentidos más especializados
de los verbos to go y to come, se relacionan también con esos mo-
delos. La aptitud combinatoria está indicada únicamente en fun-
ción del sujeto de la acción. Es evidente que la combinación del
trpo P P es menos especializada y más frecuente que la del tipo P.

Es interesante destacar que, aunque el significado así llamado "de


base" es más libre que los significados periféricos, no es, sin

59
embargo, totalm-ente libre. Como los significados periféricos, aquél
también está ligado a determinada distribución. En otros términos.
una distribución determinada señala un significado determinado.
Así, el primer sentido del verbo to go puede realizarse en el mode-
lo (go +v)!, característico únicamente del segundo sentido. Pero
ese significado no puede realizarse en el caso en que el suje-
to de la acción sea un sustantivo de la categoría C o (cf. the e
magazine had gane: /la. revista ha desaparectdo/: the cherm had
gane: j el encanto ha desaparecidoj). Estas observaciones se apli-
can también. en cierta medida. a los sentidos del verbo to come.

En el segundo cuadro están representados dos adjetivos sinóni-


mos: small /pequeño/ y tiny /muy pequeño, mtnusculo/, que se
comparan únicamente a partir de un elemento de la distribución:
los modelos estructurares. La frecuencia absoluta de smaJl en el
material examinado es de 136 casos, la de tiny de 33.

1 2 3 4 5

A+N N + to be +A ADV + A + N NB + N+ A - PAP + N

sm811 room ro be smelt 8 very smell two sizes too small


cuarto ser pequeño peyment too sma/l tor hltn
pequeño to be tiny un salario dos medidas demasiado
tlny room muy bajo más chico pequeño
ser
Cuarto para él
minúsculo
minúsculo
- - -
smell 120 8 4 2 2

tlny 32 1 - - -

El adjetivo small sirve para expresar la evaluación objetiva del


volumen de un objeto. Estructuralmente esto aparece, por ejemplo,
en el hecho de que el adjetivo emell puede combinarse con las pa-
labras very /muy/. rether /bastante/ (cf. 8 very [rather] smell pay-
ment jun salario muy [bastante] bajo/). Este rasgo semántico está
representado en todos los sentidos y variantes de sentido del ad-
jetivo small, pero en modelos diferentes está representado con un
diferente grado de especialización.

60
Verbo to sbsorb:

1. chupar : e + absorb + C2. Bfotting paper absorbs


lnk: /EI papel secante absorbe (chupa) la
tinta./
2. devorar. acumular : P + ebsorb -:- C. The boy absorbs know-
ledge. /EI niño acumula conocimiento/
3. estar sumergido en : P + to be+ absorb + ed + in + C. He
ls absorbed in reading. /ÉI está absorto
(sumergido) en la lectura';

Verbo to dangla.

1. colgar Itntr.) :e + dangle +from + c. An eye glass


dangling from a ribbon. /Un monóculo
que cuelga de una cinta';
2. mantener suspendido.
columpiar : P + dangle + + +
e befare P. He dan-
gled a toy beiore the child. /~I columpió
un juguete delante del niño';
3. agitar : P + dangle + e+ before + P. He dan-
gled bright prospects befare the mano
/ÉI agitó frente al hombre brillantes
perspectlvas.Z
4. estar pendtente : P1 +
dangle + eiter + P2. The man dan-
gled after his wife. ¡Él hombre estaba
pendiente de su esposa';

Verbo to dere.
'1. osar, atreverse : P + dare + (to) + v He did not dare to
go. /ÉI no se atrevió a ir';
2. enfrentar : P +dare + c. He will dare any denqer.
/ÉI enfrentará cualquier peligro';
3. desafiar : P +dare + +P to + v. He dare me to
jump over the strearh. /ÉI me desafió a
saltar el arroyo.f

Verbo to accede.
1. consentir : P + accede + to + C. He acceded to
the request. /ÉI accedió al pedido./
2. entrar : P + +
+ accede to C. He acceded to
the estate. /ÉI entró en la propiedad /
3. unirse a +
: P accede + +
to 1. He acceded to the
party. /ÉI se unió a la ñesta.,'

62
Para mayor evidencia, citaremos también el adjetivo goOO en fun-
ción predicativa:
1. bueno : n + to be + good. He (the dog. the idea)
is good. IEI (el perro, la idea) es bueno
(a)./
2. bien dispuesto : P + to be + góod + to -1- P. He i s good
to you. /1:1 es bueno contlqo.,'
3. amable : Itfthet + to be + good + of +- P. lt's
good ot.you. lEs amable de tu parte'/
4. útil, saludable : C -1- to be + good + for -1- P. Apples are
good for you. /Las manzanas son salu-
dables para tL/
5. ducho, hábil +
: P +to he good + at + C. He is good
et countlng. '/1:1 es ducho en contar./

Puesto que la distribución aparece como el indicador de uno solo


de los sentidos -es decir, puesto que una distribución no coinci-
de con los diferentes sentidos de una palabra polisémica-, pue-
de decirse que los diferentes sentidos están en relación de dis-
tribución complementaria entre ellos.

Sobre esta base estamos en condiciones de precisar mejor la


descripción de los significados dada por el diccionario que toma-
mos como materia prima para el análisis. Nosotros hemos co-
menzado por atribuir ciertas fórmulas de distribución a todos los
significados de una palabra polisémica que aparecían recortados
como unidades independientes en el diccionario que tomamos co-
mo base. Ahora podemos comparar las fórmulas de distribución de
los diferentes sentidos y unir en un solo sentido aquellos que ten-
gan la misma fórmula de distribución. Si el diccionario desgaja
cuatro sentidos de una palabra dada. pero si la distribución difie-
re solo para dos de ellos y coincide para los otros, tendremos to-
das las razones para considerar que lo esencial para la lengua
es únicamente la diferencia entre esos dos sentidos.

A manera de ilustración citaremos el siguiente caso. En el diccio-


nario de A. Hornby, se distinguen para el verbo to dare los senti-
dos siguientes: 19 "arriesgarse a", "tener el coraje", y 29 "tener el
coraje de", "osar". La distribución de los dos sentidos coincide. es
decIr que. estructuralmente, la lengua no hace distinción entre
ellos, ef. J deren't do it ¡No tengo el coraje de hacer ese]: primer
sentido; How dare you say such a thing ¡¡Cómo osas decir una
cosa semejante! i Cómo tienes el coraje de decir una cosa serne-
I

[antel /: segundo sentido. Por esa razón, los hemos unido en un


solo sentido que se opone netamente, en el plano de la estructura,
a todos los otros sentidos del verbo.

63
Idealmente, la culminación de este trabajo preliminar debe ser la
"copia" de un diccionario monolingüe cualquiera en términos dis-
tribucionales, es decir, en términos de modelos estructurales y de
fórmulas de combinación. Esta copia nos permitirá, al mismo tiem-
po, revisar la división en diferentes sentidos que hemos tomado
de allí. Como resultado puede obtenerse un diccionario de nuevo
tipo. Es probable que un diccionario semejante pueda ser utili-
zado también para las necesidades de la traducción automática.

Hagamos ahora un pequeño balance:

1) La distribución de tal o cual significado se expresa de una ma-


nera suficientemente adecuada a través del modelo estructural que
le es propio y a través de la fórmula generalizada de combinación.

2) La distribución refleja suficientemente todos los elementos de


base del significado lexical de tal o cual palabra. En las palabras
polisémicas, las fórmulas distribucionales más frecuentes, es de-
cir, las menos especializadas, se fijan a los sentidos más frecuen-
tes, es decir, los menos especializados (sentidos de carácter muy
general). Las fórmulas distribucionales menos frecuentes, es decir,
las más especializadas, se fijan a los sentidos menos frecuentes,
es decir, a los más especializados.

3) Dentro de los límites de una palabra polisémica existe una co-


rrespondencia biunívoca entre un significado y una distribución.

4) Los diferentes sentidos de una palabra polisémica están en dis-


tribución complementaria entre ellos.

111
Campos semánticos estructurados

La obtención de una descripción distribucional de los significados


permite pasar a la segunda etapa del trabajo: el establecimiento
de los campos semánticos. En esta etapa no se toma como punto
de partida el significado sino su distribución.

Para determinar el campo semántico, es indispensable aislar la


distribución del significado lexical concreto de la palabra poI isé-
mica. Por consiguiente, hay que tomar únicamente la fórmula dis-
tribucional general, en la cual, en lugar de la palabra concreta,
aparece la designación de la parte del discurso a la cual pertenece
+
esa palabra. Digamos, por ejemplo, en lugar de: P to be + good
+ +
to P, tendremos la fórmula P + to be + +A to+ P, que

64
convendrá no sólo al adjetivo good, sino también a cruel /cruel/,
iust /justo/, kind /amable/, merciless jdespiadado/. etc. En otros
términos. "A" será, en la segunda fórmula, el símbolo de una cler-
ta variable que podrá adquirir, según las circunstancias, talo cual
sentido,
Se plantea ahora la cuestión de saber si en este caso la distri-
bución reflejará algún tipo de significado o será totalmente indi-
ferente a la significación. Es evidente que, al estar aislada de la
palabra concreta, la distribución no puede ser el signo de un sig-
nificado lexical concreto. Sin embargo, algún rastro de significado
lexical concreto se conserva bajo la forma de cierto rasgo semán-
tico que refleja el carácter tipo de este significado lexlcal, así
como de los de otras palabras que tienen la misma fórmula de
distribución. Para la fórmula citada más arriba, es verosfrnll que
este significado tipo sea: "dirigirse a alguien de una u otra ma-
nera", Este significado, como todos los que se le asemejan. re-
sulta diferencial. ya que distingue las palabras empleadas en la
fórmula dlstribuclonal citada, de las palabras empleadas en otras
fórmulas dlstrlbuclenales. Hablando en general, no hay ninguna
razón para tener que definir de una u otra manera los significados
diferenciales de las diferentes fórmulas dlstribuclonales. Confor-
me a la ley de conmutación, no deberíamos hacer más que afir-
mar que la diferencia de estructuras es señal de la diferencia de
significados, y que la analogía de aquéllas es señal de la analogfa
de éstos. Siendo estrictos. deberíamos designar las relaciones se-
mánticas entre las diferentes fórmulas distribucionales por medio
de números o de otros símbolos no semánticos. Sin embargo, por
toda clase de razones, nos es más cómodo definir los significados
diferenciales en lugar de marcarlos con números. Dos ctrcunstan-
cias pueden servir de justificación para tal derogación parcial de
los procedimientos estrictos: 1) en lingüística estructural se ad-
miten definiciones semánticas, siempre que estén justificadas por
la estructura; 2) la legitimidad de nuestras definiciones puede ser
verificada ya sea con el testimonio de un informante, ya sea con
la ayuda de métodos psico-experimentales (cf. más arriba). El slq-
nificadotipo, común a una serie de significados lexicales con-
cretos. puede no existir en forma pura y aislada en una palabra
independiente.
Se puede suponer que existen significados tipo correspondientes
a la fórmula dlstrlbuclonal en su totalidad, y significados tipo que
corresponden a cada uno de los elementos distribucionales por se-
parado (al modelo estructural par un lado y a la fórmula combina-
torIa por el otro). En otros términos. se puede suponer que tanto
los modelos estructurales como las fórmulas combinatorias tienen
un significado tipo determinado.

65
A manera de ejemplo. puede citarse el modelo estructural N V +
+ A en inglés. Si se toma este modelo y se extraen del diccionario
los verbos que pueden tomar el lugar de V. se forma un campo
de significados verbales, muy variados en cuanto a su sentido
concreto. pero unidos por la idea común de estar en cierto estado
o de pasar a cierto estado." He aquí una breve lista de esos verbos
en grupos de palabras concretas: to appear modest /parecer mo-
destn/, to bang shut /cerrar golpeandoj, to become red /ruborl-
zarsa/, to blow open jabrlr de par en par/, to blusb red /ruborizar-
ee], to break loose !zafarse!. to elang shut /cerrar golpeando!,
tn come awake /despertarse/, to continue warm /seguir estando
ttblo/, to lall sick /caer enfermo/, to Ily open /abrlrse de repente/,
to get well /restablecerse/, to grow old jenvejecer/. to go blue
¡ponerse azul/, to hold true Ipermanecer ftel/, to keep young
Imantenerse joven/, to lie flat /estar tendtdo/, to look well /tener
buen aspecto/, to 100m large lacumularse!. to make good /tener
éxlto/, to preve false /resultar falso/, to remaín ignorant/ seguir
en la ignorancia/, to rest easy /quedarse tan tranqullo/, to ring
true !sonar blen/, to tun dry [secerse], to seem qood Iparecer
bueno/. to shine cleer /bríllar/, to show red Iruborizarse/, to slt
stilf !permanecer sentado/, to stand stiff !permanecer en un lu-
gar/, to stay bright !segulr brlllando/, to turn black /ponerse ne-
gro/. to weer thin /desqaetar/. to work loase /aflojarse,' (Ch.
Fries, The Structure of English. N. Y.• 1952. pp. 135-137).

Los campos de significados emparentados. formados de esta ma-


nera. pueden llamarse campos semánticos.

Puesto que existe una correspondencia biunívoca entre un signifi-


cado lexical concreto y su distribución, es posible pensar en ob-
tener campos semánticos suficientemente homogéneos basándose
en las fórmulas distribucionales generales. aisladas de los signi-
ficados concretos. Sobre la hipótesis aquí expuesta se funda el
trabajo que hemos realizado.
Mientras no tengamos a nuestra disposición un diccionario que
contenga una descripción distribucional de los significados, el pro-
blema de la sistematización de todo el léxico de la lengua en
campos semánticos no podrá ser resuelto. Se puede ofrecer. sin

14 Se debe destacar que en Inglés no existe la posibilidad que tIene el espa-


ñol de acompañar prácticamente cualquier verbo con un adjetivo en función
de predicativo subjetIvo (cf. Me saludó distraído; El niño corría alegre; Juan
leyó preocupado la carta; MarIa se mira triste en el espejo; la puerta se abrla
desvencijada sobre el galpón; etc.). En tales expresiones el inglés usarla un
adverbio en lugar de un adjettvo. De allf que el modelo estructural N V + + A
permita Identificar un campo particular de significados verbales. [N. de la T.]

66
embargo, una experiencia limitada, con el apoyo de los métodos
estructurales (distribucionales) de establecimiento y exploración
de los campos semánticos.

Para la realización de la experiencia se utilizó el diccionario in-


glés ya citado de A. Hornby, en el cual los verbos están descriptos
en términos de 25 modelos. Cada modelo lleva un número. (La in-
consistencia de la terminología de Hornby es absolutamente evi-
dente y no necesita comentarios.) Los modelos 4 y 7. por ejem-
plo, están considerados de esta manera:

N9 4. Sujeto +
verbo +
sustantivo o pronombre +
(to be) +com-
plemento: They be/ieved him to be tnnocent. /Ellos lo creían Ino-
cente/.
N9 7. Sujeto + verbo + objeto + adjetivos: Don't get your clothes
dirty. /No te ensucies la ropa';

Los primeros 19 modelos representan los significados transitivos


de los verbos, los 6 restantes, los significados intransitivos. Se
atribuye un modelo definido a cada significado de cada verbo. La
descripción de la gran mayoría de los significados está acompa-
ñada de un número suficiente de ejemplos que confirman la pre-
sencia del modelo establecido para cada uno de los significados.
Para el análisis se eligieron 15 modelos transitivos. Por numero-
sas razones, todas suficientemente probatorias, se excluyeron del
análisis 4 modelos. Los verbos a cuyos significados se atribuye
talo cual modelo han sido tomados de la primera mitad del dic-
cionario de A. Hornby (de la A hasta la L). En las listas se han
Incluido también los significados que el autor del diccionario da,
a manera de ilustración, en la introducción teórica a la obra. Se
han examinado en total alrededor de 450 significados. Los grupos
de significados obtenidos han sido analizados, en la medida de
lo posible, en todos sus aspectos.
Nos parece razonable circunscribir los resultados de este estudio
a las tres cuestiones siguientes:
1) constitución y significado de los campos semánticos; 2) posi-
bilidades de análisis componencial de los significados lexicales;
3) eliminación de los modelos no pertinentes y postulado de archi-
modelos.

1) Constituci6n y significado de los campos semánticos


Entre fas modelos sometidos al análisis, un modelo representado
por tres significados en total ha sido excluido del examen por-

67
Que no permltfa encarar generalizaciones prometedoras. En los
modelos restantes se han descubierto, de manera suficiente, carn-
pos semánticos homogéneos. Esto confirma la hipótesis que ha
servido de base para este estudio y, a nuestro juicio. permite que
sus resultados se consideren satisfactorios. Lo dicho, sin em-
bargo, es insuficiente para una apreciación general de esos resul-
tados, y he aquí la razón: si en determinados modelos se fija un
campo semántico homogéneo, esto no quiere decir necesaria-
mente que los significados a los que se atribuye el modelo dado
se fijen, todos y sin excepción, en este último. Algunos significa-
dos, o pequeños grupos de ellos, pueden quedar fuera del cam-
po semántico.

Por esta razón, para una apreciación definitiva de los resultados de


la investigación es indispensable conocer, no sólo el número de
modelos que proporcionan campos semánticos homogéneos, sino
también el grado de saturación de esos campos. Por "saturación
del campo semántico" entendemos la relación entre el número
de significados que recaen de hecho dentro de ese campo y el
número total de significados registrados en el modelo dado.

la saturación de los campos semánticos, antes de la eliminación


de los modelos no-pertlnentes y la hipótesis de los archlmodelos,
constituía un promedio de alrededor del 80,6 % sobre el total del
material analizado. Después de realizar esas operaciones, la sa-
turación de los campos había aumentado, como promedio, de un
15 % a un 17 %. A nuestro criterio, aun en esas condiciones, los re-
sultados del estudio pueden ser considerados satisfactorios. Para
profundizar la evaluación de esos resultados es Indispensable,
en fin, conocer el número de significados de un modelo. Si, por
ejemplo, en un modelo determinado se registran en total 2 Ó 3
significados, es evidente que esto será insuficiente para sacar en
conclusrén sea la presencia, sea la ausencia de un campo semán-
tico homogéneo en el modelo dado. Cualquiera de estas conclu-
siones sería poco segura, por la gran probabilidad de coincidencias
fortuitas. El mayor número de significados que hemos encontrado
en los modelos analizados es de 96; el más pequeño, de 32.

Citemos, a manera de ilustración, los especfmenes de algunos


campos semánticos que hemos obtenido.

N9 7. Sujeto+ verbo + objeto + adjetivo: Don't get your cfothes


dirty. /No te ensucies la ropa';

El significado del campo semántico es: "fuerza ffslca que obra


sobre un objeto acompañada de un cambio en su estado". El nú-

68
mero de significados en el campo es de 28. El total de significados
en el modelo es de 29. La saturación del campo semántico es del
96.5 %.

Ejemplos: to bang the door shut /golpear la puerta (al cerrarlalj',


to bend something double /doblar algo en dos/. to cleave the head
open /partir la cabezal. to colour something blsck /teñlr algo de
neqro/, to cut the heir short /cortar corto el cabelln/, to drain the
cup dry /vaclar la taza hasta el fondo/, to get one'e feet wet /mo-
jarse los ples/, to hammer metal flat /alisar el metal con el mar-
tlllo/. to (ay the land weste /dejar desierta la tterra/.
12. Sujeto + verbo + sustantivo o pronombre +(that) + propo-
sición: / told htm Itbet) he was mlstaken. /Yo le dije que se equi-
vocaba';

El significado del campo semántico es: "transmisión de Informa-


ción". El número de significados en el campo es 17. la saturación
es del 100 %. Ejemplos: to advlse /aconsejar/. to assure /asequ-
rer], to convlnce Iconvencer/, to inform /informar/. to lnstruct
/enseñar/. to remind /recorder/. to show /rnostrar/, to tel/ Ide-
ctr], to warm /preventr/, etcétera.
NI' 19. A: Sujeto + verbo + objeto indirecto + objeto directo: Our
teecher gave us en Englísh lesson. /Nuestro profesor nos dio una
clase de Inglés./

El significado del campo semántico es: "algo dado. transmisión".


El número de significados en el campo es 31. la saturación del
campo semántico es del 100 %. Ejemplos: to accord somebody a
warm we/come /dar a alguien una calurosa blenvenlda/, to be-
queath somebody money /Iegar dinero a alguien/. to bring sorne-
body 8 box /traer a alguien una oaja/, to deny somebody nothing
/no negar nada a alqulen/, to hand somebody a book /alcanzar un
libro a alqulen,', to lend somebody 5 dol/ars /prestar a alguien 5
dólares/, to lend probablffty to a theory /dar verosimilitud a una
reoría/, to read somebody a book /Ieer un libro a alguien/. to throw
somebody 8 rope /tirar a alguien una soga/o to tel! somebody 8
story';contar un cuento a alguien/.

2) Posibilidades de análisis componenciel de los


significados lexicales
Corno se ha dicho en el parágrafo precedente, el número de los
significados varia de 96 a 8. Esto se explica por la diferente fre-
cuencia de los modelos que han servido de base para el estable-
cimiento de los campos semánticos correspondientes.

69
gurarse/, to dtscover /descubrlr/. to find /encontrar/, to leem
/aprender/, to decree /decretar/. to demand /exlgir/. to destre
/desear/ to direct /indicar/. to insist /insistir/. to intend /tener
la intención/, to suggest /sugerir/'

Designamos con el N9 11 (por el número del modelo que estable-


ce el campo semántico) el rasgo distintivo semántico de segundo
grado ("acciones propias del hombre"). Atribuimos este rasgo a
todos los 96 significados registrados en el modelo dado y. en par-
ticula~al significado de to demando la fórmula de los significados
de este verbo tomará entonces el siguiente aspecto:

to demend v-« I + /11 + y/o


El estudio del 'Rlodelo N9 11 permite ver que dentro de él se aís-
lan estructuralmente una serie de grupos más pequeños. En par-
ticular, los significados to arrange, to intend /tener la intención/;
to destre, to hate /desear, odlar/: to esk, to beg, to destre /pedir,
rogar/; to decree, to demand, to direct, to enect, to enjoín, to insist,
to suggest /decretar. exigir. indicar, ordenar. proponerlo se distin-
guen de todos los otros significados del campo semántico de "ac-
ciones propias del hombre" por el hecho de que exigen. en la
proposición subordinada que los acompaña, el empleo de uno de
los siguientes verbos auxiliares: shall, should, may, might. Esos
significados están próximos uno con respecto al otro y establecen
entre sí una relación semántica, dado que comparten el significa-
do común "manifestación de la voluntad" (símbolo O). Subraye-
mos que en este caso el carácter más especializado del modelo
(mucho menos frecuente que el modelo N9 11) corresponde ple-
namente al carácter más especializado del significado. Por consi-
guiente, a ese grupo de significados estructuralmente aislados y,
entre ellos, al significado de to demand, puede atrlbufrseles el ras-
go distintivo semántico de tercer grado: el significado común de
"manifestación de la voluntad".

La fórmula del significado del verbo to demand tomará entonces,


en esta etapa del análts!s, el slgulente aspecto:

to demand = I + ~ 11 + /0 + z/~.
En el grupo semántico que mencionamos hay subgrupos más pe-
queños, que pueden ser aislados estructuralmente; en particular.
el subgrupo to decree, to demend, to direct, to enect, to enioin,
to insist, to suggest. Su aislamiento estructural se expresa en el
hecho de que la realización de cualquiera de los significados de
este grupo implica el empleo del verbo auxiliar should en la pro-

72
posición subordinada. Este modelo estructural es aun menos fre-
cuente que el anterior (en el que había la posibilidad de elegir
entre 4 auxiliares) y le corresponde un significado aun más especia-
lizado. Aquí, como en todos los casos anteriores, /a especia/iza-
ción estructural va acompañada de una especialización semántica.
El rasgo distintivo semántico de cuarto grado que caracteriza los
verbos de este subgrupo -y solamente éstos- es el significado
de "insistencia, imperatividad" (símbolo C). Todas las apariencias
indican que el subgrupo dado representa una serie sinonímica. A
todos los verbos de esa serie se les atribuirá el rasgo distintivo
semántico de cuarto grado. Así, la fórmula del significado del ver-
bo fa demand tomará, en esta etapa del análisis, el siguiente as-
pecto:

to demsnd>« I + ~11 + ID + (C + z')/~


donde z' representa los matices de significado. lAS características
estilísticas y emocionales que distinguen to demand de los otros
sinónimos de la serie dada. Todo hace suponer que en la quinta
y última etapa del análisis se pueden encontrar las particularida-
des estructurales que corresponden a esos rasgos; el análisis
componencial estaría, entonces, agotado. Por el momento, sin em-
bargo, no se ha logrado una total claridad en cuanto a la natura-
leza de esas particularidades.

Como puede verse en /0 que ha sido expuesto hasta aquí, en cada


etapa del análisis, tales o cuales rasgos estructurales sirven de
base para aislar componentes semánticos cada vez más peque-
ños. Destaquemos que se puede emplear el índice de una u otra
combinación como rasgo estructural particular, puesto que cual-
quiera de los elementos de distribución es índice de un cierto tipo
de significado. Lo ideal sería tomar en consideración tanto los mo-
delos estructurales como las fórmulas de combinación.

El análisis componencial permite presentar el significado de los


verbos en una pequeña cantidad de componentes. Desde el mo-
mento en que se une al análisis estructural, permite desgajar sig-
nificados elementales, tales que puedan entrar en un gran núme-
ro de significados lexlcales. Esto permite reducir al mínimo el nú-
mero de los significados elementales.

Puesto que la concepción de los campos semánticos estructura-


dos está íntimamente ligada al análisis componencial, este último
proporciona la base para una descripción sistemática del aspecto
semántico de la lengua y para la creación de un diccionario "ideo-
lógico", fundado sobre el principio de economía y sobre el de la

73
"puesta en factor común". propia de la serie de significados del
rasgo semántico. Cf. el esquema siguiente. que refleja el material
cuyo análisis hemos emprendido:

7 +[ ]

11 +
." (
D+ (C + z')
)J
[ , .. ( )

19 + [.... ,.. " ....]


3) Eliminación de los modelos no-pertinentes y postulado
de archimodelos

En el curso del análisis del material ha surgido una considerable


dificultad. En efecto. se ha puesto en evidencia el hecho de que
ciertos modelos engloban grupos bastante heterogéneos de sig-
nificados. Por el momento. no se puede saber con claridad si esto
es el reflejo de un efectivo estado de cosas en la lengua. o si lo
es de los defectos del método con cuya ayuda se ha realizado el
establecimiento de modelos en el diccionario de .A. Hornby. De
todos modos, la dificultad que señalamos no es insuperable. En
los casos muy poco numerosos en que el modelo engloba grupos
semánticos heterogéneos, puede superarse la divergencia semán-
tica con la ayuda de dos operaciones estructurales que hemos
llamado, convencionalmente, eliminación de .modelos no-pertinen-
tes y postulado de archimodelos.

al La eliminación de modelos no-pertinentes


DescrIbiremos esta operación con la ayuda de los modelos nú-
meros 3 y 4:

N° 3. Sujeto + +
verbo sustantivo o pronombre +
(not) to+ in-
finitivo: I edvised him to do lt /Yo le aconsejé que lo htctera.Z

El significado del campo semántIco es "causatívldad o impulso",


la cantidad de significados en el modelo es de 76. La saturación
del campo semántico (antes de la eliminación de los modelos no-
pertinentes y el postulado de archimodelosJ es de alrededor del
80 %. Ejemplos: to cause somebody to do something {empujar a
alguien a que haga algo/. to command somebody to do something
¡ordenar a alguien que haga algo{ to force somebody to do sorne-
thíng {forzar a alguien a hacer algol to Instigate somebody to do

74
somethlng /instigar a alguien a hacer algo/ to invite somebodv to
do somethlng /Invltar a alguien a hacer alao/.

En este modelo hay nueve unidades que forman un grupo aislado


con el significado común de "opinión". d. to believe somebody
to be honest /creer honrado a alguien/. to expect somebody to go
soon /esperar que alguien vaya pronto/, to f/nd somebody to be
dtshonest /encontrar deshonesto a. alqulen/, to grant thls to be
true /confiar en que algo es verdadero/.

N' 4. Sujeto+ verbo + sustantivo o pronombre + (to be) + com-


plemento: I know him to be honesto /Yo sé que él es honrado.Z

El significado del campo semántico es "opinión". la cantIdad de


significados en el campo es 20. La cantidad de significados en el
modelo es 23. la saturación del campo semántico (antes de la
eliminación de los modelos no-pertinentes y el postulado del aro
chimodelo) es del 87 %. Ejemplos: to eccount somebody Innocent
/reconocer que alguien es inocente/, to assert somebody to be
dishonest /afirmar que alguien es deshonesto{. to consider sorne-
body to be honest /considerar honesto a alqulen/, to feel somebo-
c1y to be wrong /sentir que alguien está equivocado{, to hold o to
think somebody to be a foo/ /consíderar o pensar que alguien es
tonto/, to orove somebody to be wrong /probar que alguien está
equlvocadu/.

Así, "según el sentido", deberíamos haber hecho pasar 9 signifi-


cados aislados del modelo N9 3 al campo semántico del mo-
delo N~ 4, pero sus particularidades estructurales (pertenencia al
modelo N9 3) no nos permiten, en principio, realizar este cambio.
Sin embargo, un análisis más atento muestra que esos 9 significa-
dos, a diferencia de 105 otros significados del modelo N° 3, pue-
den realizarse por Igual en el modelo N° 4. No en vano a ciertos
significados (por ejemplo. to believe, to know) se les atribuye. en
el diccionario. tanto el modelo N9 3 como el modelo N0 4. En otros
términos, si nos basamos únicamente en consideraciones estruc-
turales, esos 9 significados pueden ser considerados como perte-
necientes tanto al modelo N9 3 como al modelo N° 4. la elección
definitiva está caracterIzada por la exigencia de una máxima co-
rrespondencia semántico-estructural entre el modelo y el campo.
Por este motivo, para la clasificación de 105 9 significados anali-
zados. se toma únicamente en consideración el modelo N° 4. mien-
tras el modelo N° 3 no es tomado en cuenta Y, por lo tanto. es
eliminado.

75
b) El postulado de archimodelos

Describiremos esta operación con la ayuda de los modelos n(]tl; 5,


6 Y 9 y, parcialmente, de los modelos n"" 7 y 3.

N° 5. Sujeto+ verbo+ sustantivo o pronombre + infinitivo: I me-


de him to do it. /Yo le hice hacer eso.]

Casi la mitad de los significados registrados en este modelo [6


sobre 13) proporcionan un campo semántico con el significado de
"sensación, percepción", cf. to feel somebody come In /sentir que
alguien entra/, to hear somebody slng a song /oír a alguien cantar
una canctón/, to notice somebody go away /notar que alguien se
val to see somebody run in /ver a alguien entrar corriendo/
etcétera.

5 significados tienen el rasgo semántico común de "causatividad,


impulso", cf. to have o to make somebody do something /hacerle
hacer algo a alqulen/, to bid somebody do something /proponer a
alguien hacer algo/, etcétera.

N° 6. Sujeto+ verbo + sustantivo o pronombre +participio pre-


sente: He kept me waiting. /~I me tuvo esperando';

5 significados sobre 9 expresan la Idea común de "sensación, per-


cepción", cf. to fe el somebody coming in /sentir que alguien en-
tra/, to hear somebody singing 8 song /ofr a alguien cantar una
canclén/, to see somebody running in /ver a alguien entrar co-
rriendo/ etcétera.

2 significados tienen el rasgo semántico común de "causatlvldad,


Impulso", cf. to keep somebody wa/tlng /tener esperando a al-
guien/. to leave somebody waiting /dejar esperando a alquíenj',

2 significados tienen el rasgo semántico "toma de conciencia", cf.


to find somebody reading a book /encontrar a alguien leyendo un
libro/.

N" 9. Sujeto+ verbo+ objeto + participio pasado: You must get


your haIr cut. /Debes hacerte cortar el cabello';

~ significados sobre 10 tienen el rasgo semántico común de "cau-


aatlvldad, Impulso", cf. to have something printed /hacer Imprimir
algo/. to leave the window fastened /dejar cerrada la ventanal.
to make one seff respected /hacerse respetar/, y otros 3 slgnifi~
cados tienen el rasgo semántico común de "sensación. percep-

76
ción", cf. to ~eel the houee sheken /sentir temblar la casal, to
beer Italian spoken /oír hablar ltallano/, y otros. En ese modelo
el verbo to flnd puede emplearse también con el sentido de "toma
de conciencia", cf. to find the cup broken /encontrar rota la taza/o

Recordemos que el campo semántico del modelo N9 7 tiene el


significado de "fuerza física que obra sobre un objeto acompaña-
da de un cambio en su estado".

Recordemos también que el significado de "causatividad, impul-


so" caracteriza el campo semántico del modelo N9 3, que, por con-
siguiente, debe ser incluido de igual manera en el análisis.

Así, el análIsis de los modelos nQ! 5, 6, 9 y. en parte, de los mode-


los nCS • 7 y 3 demuestra la presencia de tres grupos de significados:

causatividad ~t~~~~~+V }
impulso { N + V + N + participio presente <t

N + V + N + participio pasado

sensación
percepción {
~: ~: ~:~artlclPIO presente ~~
N + V + N + participio pasado J

toma de
N + V + N + participio presente r
N + V + N + participio pasado
1
y
conciencia
. N+V+N+A
Como se ve, tres grupos diferentes de significados han servido
para caracterizar tres diferentes conjuntos de modelos.
Aunque un mismo modelo aislado pueda aparecer en los diferen-
tes grupos de significados, el conjunto de modelos no se repIte
jamás. Para el análisis de casos como éstos, se puede postular
la presencia en el sistema de la lengua de ciertos modelos y ar-
chimodelos abstractos, cuya aparición real está dada en forma
de conjunto de variantes.

Las variantes "físicas" de un archlrnodelo pueden coincidir con


las variantes de otro archimodelo, pero estructuralmente perte-
necen a unidades diferentes (a los archimodelos a, ~ y y).

Es de primordial importancia destacar lo siguiente: la existencia


de variantes de tales o cuales modelos en relación a los archlmo-

77
delos está confirmada por el análisis transformacional de esos mo-
delos. Las variantes del archimodelo ~ con el significado común
de "sensación. percepción" permiten una serie de transformacIo-
nes naturales, cf. I heard hlm speak English = , heerd him speaklng
English = I heard English spoken by him /Yo 1.0 oí hablar inglés;'
Las variantes del archimodelo y con el significado común de "to-
ma de conciencia" permiten transformaciones análogas, cf. I found
the box emptying (vaciándose) I found the box emptied (vaciada)
, found the box empty (vacía).

Conviene comprobar que las variantes del archimodelo a con el sig-


nificado común de "causativldad, impulso" sólo permiten trans-
formaciones parciales. Sin embargo. también aquí puede estable-
cerse, con suficiente claridad, el modelo y el campo semántico
que le corresponde, utilizando el principio de la "definición por lo
que resta"; después que se han establecido los campos semánti-
cos de los archimodelos ~ y Y. se forma el único campo semántico
del archimodelo a con el resto de los significados sometidos a
análisis.

De esta manera, los significados que pertenecen al archimodelo a


corresponden al campo semántico del modelo N9 3. Los signifi-
cados que pertenecen al archimodelo ~ forman el campo semán-
tico particular de "sensación, percepción". Los significados que
pertenecen al archlmodelo y forman el campo semántico particu-
lar de "toma de conciencia".

La eliminación de los modelos no-pertinentes y el postulado de ar-


chimodelos permiten elevar considerablemente el porcentaje de
saturación de los campos semánticos.

IV
Conclusión

/. La aplicación de los métodos estructurales en semántica ates-


tigua la posibilidad de establecer una descripción sistemática del
aspecto semántico de la lengua. En particular, la aplicación del
análisis distribucional y de algunos elementos de análisis trans-
~ormacional, del método de substitución y del análisis componen-
clal, permite realizar una demarcación estructural de los campo,
semánticos así como una exploración de los mismos. Al mismo
tiempo, esto crea la base para una descomposición de los signi-
ficados lexlcales en rasgos distintivos semánticos constitutivos.

a) La presencia de una correspondencia biunívoca entre significado


y distribución permite demarcar campos semánticos suficiente-

78
mente homogéneos. La homogeneidad de los campos semánticos
se acrecienta después de la eliminación de los modelos no-perti-
nentes y el postulado de archimodelos.

b) El hecho de que los distintos significados de una misma pala-


bra estén en relación complementaria uno hacia el otro permite
obtener campos semánticos que no se encabalguen.

e) El hecho de que los modelos de diferente frecuencia proporcio-


nen clases de significados de diferente grado de especialización
permite demarcar supercampos, campos, grupos y subgrupos je-
rárquicamente dispuestos. Esto crea la base Indispensable para
el análisis componenclal de los significados léxicos.

11. El método propuesto para la obtención de los campos semán-


ticos es, entonces, objetivo. Una vez terminado el trabajo con un
modelo o fórmula de combinación cualquiera, el Investigador pue-
de estar convencido de que en el campo semántico por él esta-
blecido no hay (en los marcos del diccionario sometido a análi-
sis) ni un significado de más ni uno de menos. Utilizando este
método, investigadores diferentes obtienen resultados idénticos.
Los campos semánticos así establecidos reunirán unidades IIngürs-
ticas (significados) y no unidades lógicas (conceptos).

El edificio jerárquico de la lingüística será llevado hasta su tér-


mino, es decir: hasta el nivel semántico. Puesto que el nivel sin-
táctico está directamente ligado al nivel semántico (a través de
los modelos estructurales de combinaciones no condicionadas de
palabras), el método estructural de obtención de campos semán-
ticos permite demostrar el Isomorfismo que existe entre la sin-
taxis y la semántica.

111. El método expuesto no es el único método estructural que pue-


de aplicarse a la semántica.

En nuestro caso los campos semánticos están divididos sobre la


base de modelos estructurales de combinaciones no condicionadas
de palabras. Pero todo hace pensar que cualquier otro rasgo es-
tructural -digamos, por ejemplo, los tipos determinados de suba-
titución que caracterizan las palabras de diferentes clases semán-
ticas (of. la clasificación de sustantivos expuesta más arriba), O·
la relación de IQS palabras con algunos tipos definidos de forma-
ción de palabras. y otras- puede servir de base para la demar-
cación de campos semánticos.

En relación con esto, es indispensable recordar el original y muy


interesante trabajo sobre el estudio de los significados, realizado

79
por P. A. Soboleva sobre la base de criterios (transformacionales)
de formación de las palabras.

Se puede producir la hipótesis de que la elección de tal o cual


método estará determinada por el carácter de la lengua. (Esta con-
sideración es el resultado de las discusiones sostenidas con 1. 1.
Revzin. quien ha manifestado ideas análogas acerca de un tema
emparentado con éste.) Evidentemente, en lenguas de construc-
ción analítica. con una morfologfa pobre y para las cuales un tipo
muy fuerte de determinación del significado es el que proviene de
la combinación no condicionada de palabras, el método expuesto
por nosotros se revela como el más productivo. Para las lenguas
de construcción sintética, con una rica morfología. el apoyarse so-
bre las categorías morfológicas puede resultar el método más
útil y prometedor.

En la aplicación a cualquier lengua y en determinadas condiciones,


es posible que convenga utilizar la mayor cantidad de métodos
para la obtención de campos semánticos. Esto dará la posibilidad
de obtener no uno sino varios modelos del aspecto semántico de
la lengua dada.

Se crearán entonces las condiciones necesarias para verificar has-


ta qué punto es exacto talo cual modelo. Los diferentes métodos
conducirán a la creación de un modelo o de varios modelos, lso-
morfas entre sí. lo que servirá para confirmar su justeza relativa.
Naturalmente, siempre será preferible verificar con la práctica
uno u otro modelo, pero no siempre se pueden reunir las condicio-
nes indispensables para tal verificación.

80
F. G. Lounsbury
Análisis estructural
de los términos de parentescet"

Puede considerarse que el conjunto de términos que designan las


relaciones de parentesco como el padre, el hermano- del padre,
el hermano de la madre, el hIjo de la hermana del padre, etc., y que
determinan el lugar genealógico de un pariente con respecto a
otro, forma un campo semántico. En toda comunidad dada. el uso
lingüístico agrupa esas relaciones en un pequeño número de cIa-
ses de parentesco como padre, tío, primo, etc. El conjunto de las
formas lingüísticas que sirven para designar esas clases en una
comunidad lingüística constituye el vocabulario del parentesco.
Cada una de esas formas es un término de parentesco. La clasifi-
cación impuesta a ese campo semántico por el uso convencional
del vocabulario de parentesco varía mucho de una sociedad a otra.
Nosotros examinaremos solamente un ejemplo de este uso: el
de los indios Seneca, una tribu iroquesa que habita en la parte
oeste del Estado de Nueva York, y que fue estudiada por Lewis
Henry Margan a mediados del siglo XIX.

Puede considerarse qus un vocabularIo de parentesco forma un


paradigma; se lo puede someter, por lo tanto, a un tipo de análi-
sis semejante al de los otros conjuntos paradigmáticos de una
lengua. De esta manera es como analizaremos los datos sobre los
Seneca. La aplicación de este método proporciona resultados que
contradicen la concepcIón clásica, aunque errónea, de los antro-
pólogos sobre la naturaleza del tipo iroqués de sistema de paren-
tesco. Sin embargo, lo que aquí nos interesa no es corregir un
error del análisis antropológico, sino ilustrar un método de aná-
lisis semántico.

15 Publicado en Proceedings of the 9th /nternatfona/ Congress of Ungufsts,


Mouton & Ca. (La Haya. 1964). pp. 1073-1090. Traducido y reproducido con la
gentil autorización del autor y de las ediciones Mouton.

81
I
Nociones preliminares

f) Paradigma

Se considerará como paradigma todo conjunto de .formas lingüís-


ticas en las que:

a) el significado de cada forma posea un rasgo en común con los


significados de todas las otras formas del conjunto,
b) el significado de cada forma difiera del de toda otra forma
del conjunto gracias a uno o varios rasgos suplementarios.

El rasgo común será denominado significado de base del paradig-


ma y definirá el campo semántico que las formas del paradigma
recortan. Los rasgos variables definen las dimensiones semánticas
del paradigma.

2) Dimensión. Rasgo

La dimensión de un paradigma es un conjunto de rasgos mutua-


mente exclusivos (es decir, que no son co-ocurrentes) y que com-
parten las mismas aptitudes (algunas o todas) para combinarse
(para "formar haces") con rasgos de otra dimensión. Un rasgo es
un término de caracterización última en un conjunto de términos
descriptivos. apropiados para el análisis de un paradigma particu-
lar. Así, una dimensión es una "oposición", y los rasgos de una
dimensión son los términos de la oposición. La reducción a opo-
siciones dicotómicas es siempre posible, pero se la adopta sólo
cuando de ella puedan resultar una mayor claridad y una mayor
simplicidad que la justifiquen.

3) Significado

En el parágrafo 1, en lugar de slgnlflcado puede leerse sIgnificado


y/o distribución, sin que eso desvirtúe el sentido que se le ha
querido dar a ese término. J:ste debe ser interpretado de una ma-
nera amplia, que cubra a la vez:
a) los objetos y las condiciones de referencia.
bl ras restricciones y aptitudes partIculares del contexto.
Con todo. en el ejemplo de paradigma de parentesco que se pre-
sentará más adelante. nosotros tomaremos en consideración so-
lamente la referencia.

82
4) Definiciones componencia/es

Un término que pertenece a un paradigma puede definirse de una


manera componencla/ con ayuda de términos que definan sus coor-
denadas en el paradigma. La definición representa un haz de ras-
gos, es decir, una dimensión, o algunas de ellas, entre todas las
dimensiones del paradigma. Ese haz de rasgos establece las con-
diciones necesarias y suficientes que debe satisfacer un "objeto"
para ser un denotatum del término así definido. Los términos cuyos
denotata son únicos constituyen una excepción; el caso más ge-
neral es el de la denotación múltiple. La clase de todos los deno-
tata posibles de un término constituye su designatum. Los rasgos
que definen esta clase, es decir, las condiciones necesarias y su-
ficientes para estar incluido en ella, forman su significatum. La de-
finición componencial de un término es la expresión de su slgni-
iicetum. (Estos términos están tomados de C. W. Morris, "Foun-
dations of the Theory of Signs", Internationa/ Encyclopedia of
Uniiied Science, vol. 1, n9 2, University of Chicago Press, Chicago,
1938; y Signs, Language and Behaviour, Prentice-HalI. Nueva York,
1946.)

5) Definiciones conjuntivas

Una definición componencial representa el producto de una clase


booleana: es, entonces, una definición unitaria o conjuntiva. Su-
ponemos que el significado de todo término perteneciente a un pa-
radigma correctamente definido (es decir, cuyo campo semántico
sea unitario en sí mismo) será susceptible de tal definición. Es
posible que esto indique un grado de confianza mayor que, el que
deberíamos tener por el momento, pero, par lo menos, permite el
análisis de los sistemas de parentesco. El procedimiento que adop-
tamos va desde las definiciones de extensión (hechas por la enu-
meración de los denotata) hasta las definiciones de comprensión
(hechas especificando sus rasgos distintivos). Si no llegáramos
a poder dar las definiciones conjuntivas de todas las clases ter-
minológicas del sistema, habríamos fracasado. Si aceptáramos una
solución de compromiso con respecto a este punto y admitiéra-
mos definiciones disyuntivas (suma de clases, criterios alternati·
vos de pertenencia) en el mismo nivel que las definiciones conjun-
tivas (producto de clases, criterios uniformes de pertenencia), no
habría ninguna razón para poner el análisis en primer lugar (cf. pa-
rágrafo 3). En efecto, las definiciones de parentesco hechas a
partir de la suma de unidades discretas -como las presentadas
más adelante en el cuadro de los datos sobre los Seneca- son
definiciones disyuntivas por excelencia.

83
11
Datos sobre el pElrentesco entre los Seneca

Presentaremos una lista de los términos de parentesco usados


entre los iroqueses, tal como se la encuentra en la lengua de los
Seneea. Cada término designa una clase de parientes en relación
a un "alguien" (ego). Se define la referencia de cada término nom-
brando todos los tipos de parientes más o menos cercanos, asr
como una pequeña muestra de parientes más lejanos, a los oua-
les se les aplica el término. Limitaremos aquí nuestra discusión
a los tipos consanguíneos de parientes.

1) Abreviaturas adoptadas

Los tipos comunes de parientes reciben los siguientes srmbolos:


P = padre, M = madre, F = hermano, S = hermana, s = hijo,
1= hija. (Como recurso mnemotécnico, puede recordarse que las
letras minúsculas designan la generación siguiente.) Las relaciones
de parentesco más complejas están representadas por sírnbolos
compuestos, por ejemplo: IF = la hija del hermano, sSP == el hijo de
te hermana del padre. IsFMM ="Ja hija del hijo del hermano de la
madre de /a madre, etcétera.

Puesto que aquí solo nos ocupamos del sistema consanguíneo, no


tendremos necesidad de los símbolos suplementarios H = marido
(husband) y W= esposa íwlfel, que son necesarios para describir
el sistema de los parentescos políticos.

2) Sexo de la persona (ego)

Todos los tipos de parientes, correspondientes a cualquier térrnl-


no de parentesco, pueden ser eventuales referendos de ese tér-
mino a un ego de uno u otro sexo, salvo cuando se indica expresa-
mente otra cosa. Tal indicación se dará ya sea escribiéndola con
todas las letras (sin abreviatura, como en el caso de la lista de
datos que se da al final de este parágrafo), ya sea por medio de
los sfrnbolos s (hombre) y !i1 (mujer), como en la discusión pos-
terlor. Por ejemplo: s t = el hijo de un hombre, s ~ = el hijo de
una mujer, sS ~ = el hijo de la hermana de un hombre, etcétera.

3) Términos de la traducción

Daremos también los términos españoles que corresponden a los


de los Seneea. En cada caso, ese término es el que nosotros, se-
gún nuestra propia denomlnacl6n del parentesco, utilizaríamos
para referirnos al miembro eje de una clase (es decir, al que o a

84
los que están más estrechamente emparentados con el ego). De-
berá tenerse siempre presente, sin embargo, que esos términos
no son traducciones españolas perfectamente adaptadas. puesto
que no cubren las mismas áreas de denotación. Solo sería posible
obtener traducciones españolas exactas por medio de paráfrasis
descriptivas, y esto después de haber descubierto los rasgos de
clasificación que definen las clases de parentesco Iroquesas. El
uso de términos españoles sirve simplemente para ahorrarle al
lector el esfuerzo de aprender un vocabulario iroqués; sirve tam-
bién para posibilitar la identificación del o de los miembros eje,
es decir, del o de los puntos centrales de cada clase. Los térmi-
nos de la traducción aparecerán siempre entre comillas, por elern-
plo: "mi padre", para indicar que se trata de conceptos lroqueses
y para distinguirlos del significado que estas palabras tendrían
normalmente en español.

hakso:t, "mi abuelo" PP. PM; FPP, FMP, FPM, FMM,


sFPPP, etc.; también PPP, PMM,
etc.

hernih, "mi padre" P; FP; sSMP, sFPP, sFMP; sSPP;


ssFPPP, etc.

hakhno'lseh. "mi tl o" FM: sSMM, sFPM. sFMM; sSPM;


s18MMM, etc.

hahtsi?, "mi hermano mayor" F; s8M, sFP: sl8MM, ssFPP. sIFPM.


ssSMP. slFMM, ssSPP, slSPM,
8sFMP; sIlSMMM. etc., cuando es
mayor que el ego.

he'lké: '. "mi hermano menor" Lo mismo. si es más Joven que el


ego.

IIkya: rse: 'l, "mi primo" sFM, sSP; ss8MM, sIFPP, ssFPM,
sISMP. ssFMM slSPP, asSPM,
sIFMP; sslSMMM, etc.

he.swek, "mi hijo" s, sF; ss8M, ssFP. ssFM, saSP;


sslSMM, ete., de un hombre, pe,
ro: s; sS: aIFM. sIFP. slFM, sISP;
sllSMM, etc .• de una mujer.

heyé:wó:té. "mi sobrino" sS; sISM. sIFP, sIFM, sISF; sllSMM,


etc., de un hombre.

hehséPneh, "mi sobrino" sF; ssSM,· ssFP, ssFM, BSSP;


ss18MM; etc.. de una mujer.

heya:te7. "mi nieto" ss, si; ssF. alF. asS. slS; sssFP,
etc.; tamblón sse, ell, etc.

85
akso:t, "mi abuela" MP. MM, SPP, SMP, SPM. SMM;
IFPPP, etc.; también MPP, MMM.
etc.

no?yéh, "mi madre" M; SM; ISMM, IFPM. IFMM. ISPM,


IISMMM, etc.

ake:hak. "mi tIa" SP; ISMP, IFPP: IFMP, ISPP; IsFPPP.


etc.

ehtst», "mi hermana mayor" s. ISM, IFP; IISMM, IsFPP, IIFPM,


IsSMP. IIFMM. IsSPP, IISPM,
IsFMP, IIISMMM. etc., si es ma-
yor que yo.

khe?ké:?, "mi hermana menor" Lo mismo, 51 es más Joven que yo.

akya:?se:? "mi prima" IFM, ISP; IsSMM, IIFPP, IsFPM,


IISMF. IsFMM. IISPP, IsSFM,
IIFMP; IslSMMM, etc.

khe:awak, "mi hija" 1; IF; Is8M, IsFP, IsFM, IsSP;


/sISMM. etc .. de un hombre. pe-
ro: 1, 18; 118M. IIFP, IIFM, IISP;
IIISMM, etc., de una mujer.

kheyé:w6:té?, "mi sobrina" ¡S, 115M. IIFP, IIFM. IISP, 11ISMM,


etc., de un hombre.

khehsO?neh, "mi sobrina" IF; Is5M, IsFP, IsFM, IsSP, IslSMM,


etc., de una mujer.

kheye.te", "mi nieta" Is, 11; IsF, IIF, 155, liS, IssFP, etc.:
también Iss, IIJ, etc.

Nota. Los datos provienen del libro de Lewis Henry Margan, Systems 01 con-
8anauinity and alfInity 01 the human lami/y, Smitñecnien Contributions to know-
ledqe, n9 216. Washington D.C., 1871. Las formas aqul reproducidas están ates-
tiguadas directamente y/o por confrontación. La transcripción de los términos
de parentesco se realizó según Wallace Chafe, Handbook 01 Seneca Languaga.
New York State Museum and Sc/ence Servlce, Bul., n" 388, Albany, 1963. Solo
se introdujeron allí algunas modificaciones de detalle.

111
Análisis

1) La base del paradigma

Una persona pariente de un ego, según una de las maneras que


indican las variadas designaciones de tipos de parientes Incluidas
en la lista anterior, es también "mi pariente" ekvetenohk.. y se lo

86
puede mencionar como tal. Este término genérico Incluye todos
los términos particulares del vocabulario del parentesco. Inversa-
mente, cada uno de ellos supone todos los tipos de parentesco
enumerados a partir de él. El término define así el rasgo significa-
tivo común exigido por un conjunto de formas si se las quiere
considerar como integrantes de un paradigma. Este rasgo, que
será designado K ("kinsman") en las definiciones de las clases de
parentesco que daremos más adelante, representa, por consi-
guiente, la base del paradigma.

2) La dimensión de los grados de generación

El examen de los datos muestra, en forma manifiesta, que una de


las dimensiones del sistema es la de la generación, que ofrece un
conjunto de cinco rasgos, los cuales representan categorías obli-
gatorias dentro del sistema: la generación ascendiente en dos grao
dos (o más); la generación ascendiente en primer grado; la gene-
ración del sujeto; la generación descendiente en primer grado; la
generacIón descendIente en dos grados (o más). En las definicio-
nes de las clases de parentesco las generaciones serán designa-
das, respectivamente, por G2, G', GO, G-l, G-2.

Las categorías de la generación en Seneca, contrariamente a lo


que ocurre en las que implica la terminología del sistema español
de parentesco, son categorfas no absolutas: las clases de paren-
tesco, entre los Seneca, no permiten establecer un corte entre
generaciones. al contrario de lo que ocurre con algunas de las nues-
tras (un ejemplo similar son en español las clases primo, tío, tía,
que se refieren a cualquier generación). Por otro lado, las clases
de parentesco entre los Seneca permiten agrupar todos los grados
de parentesco en línea colateral, mientras que ninguna de las
clases españolas transgrede el límite de los tres grados de paren-
tesco en línea colateral (y éstos están, además, obltqatorlamente
diferenciados); el grado cero (pariente en línea directa); el pri-
mer grado (hermano, hermana, tío, tía, sobrino, sobrina), y el se-
gundo grado (o más) (primo).

3J La dimensi6n del sexo

Otra dimensión evidente del sistema es la del sexo. Sus rasgos


son masculino y femenino. En las definiciones de clases de pa-
rentesco dadas aquí, se los designará, respectivamente, J y 2

Los rasgos proporcionados por las dimensiones de la generación


y del sexo son suficientes para distinguir y definir cuatro de las
clases de parentesco de la lista:

87
halfSo:t. "abuelo" . o·G2·K.
ekso. t, "abuela" . 9·G2·K.
heye.te» '''nieto'' . S' G-2·K.
kheye.te? "nieta" . ~. G-2·K.

A diferencia de los términos análogos del español, los cuatro tér-


minos Seneca comprenden no solo los parientes en línea directa
sino también los parientes colaterales. Esto puede apreciarse en
las definiciones componenciales que damos aqul, puesto que ellas
no incluyen rasgos pertenecientes a una dimensión de orden cola-
teral (como deberían hacerlo, en cambio, para definir nuestros tér-
minos españoles).

4) Clasificación en la primera generación ascendiente

Se distinguen cuatro clases de parientes en la primera generacl6n


ascendiente: ha?nih ("padre"). no'lyeh ("madre"). hekhnorséh
("tío") y ake:hak ("tía"). Suponiendo que se trate de dos dimen-
siones definidas por esos rasgos dicotómicos, puede intentarse
acoplar los términos.

Puesto que hay cuatro términos, existen tres maneras de acoplar-


los. En primer lugar, podríamos unir "padre" y "tío" y oponerlos
a la otra pareja integrada por "madre" y "tía". El examen de los
datos mostrará que, si lo hacemos así, la oposición descansará
sobre la dimensión del sexo. (Destaquemos que es necesario exa-
minar los datos para poder llegar a determinar esto; no podemos
simplemente suponer que es lo natural ni deducirlos de los tér-
minos de la traducción. La literatura antropológica muestra nu-
merosos ejemplos en los que los sistemas poseen a la vez hom-
bresy mujeres en la clase "madre", así como hombres y mujeres
a la vez en la clase "padre".)

El examen de los datos sugiere también la posibilidad de acoplar


los términos de otra manera. Si se oponen "padre" y "tía" a "ma-
dre" y "tío", la dimensión puede ser caracterizada como lateral
y los rasgos opuestos que la constituyen como "patrilaterales" y
"matrllaterales" Designaremos estos rasgos, respectivamente, por
medio de l't y u, Como puede verse en el cuadro precedente, los
tipos de parientes designados con él término "padre" (ha?nih) son
parientes masculinos de la primera generación ascendente y em-
parentados al ego por parte de padre (patrllateral), mientras que los
llamados "tío" (hakhno?seh) son todos de parte de madre (matrl-
lateral). De la misma manera, los que son llamados "tía" (ake:hak)
son parientes femeninos de esa generación y de parte de padre;
mientras Que los llamados "madre" (no?yéh) se sitúan del lado

88
materno. Esos rasgos de la dimensión lateral combinados con los
de la dimensión del sexo son suficientes para diferenciar las cla-
,ses de parentesco de la primera generación ascendiente. Las de-
finiciones son las que siguen:

herniñ, "padre" . J·:n;·Gl·K.


eke.liek, "tía" . !¡1·:n;·Gl·K.
hakhno?seh, "tío" . s- WG1·K.
no?yeh, "madre" •........... !j1·wGl·K.

Existe, sin embargo. una tercera manera de acoplar esos términos,


que nos conducirá a acoplamientos más o menos racionales o na-
turales, pero que debemos señalar de todos modos: se trata, en
este caso, de reunir "padre" y "madre" y de oponerlos a la pareja
formada por "tío" y "tía". El examen de los datos, tendiente a des-
cubrir un rasgo común a todos los miembros de la clase del "padre"
y de la "madre" y, por otro lado, un rasgo opuesto común a los
miembros de las clases del "tío" y de la "tía". muestra que ésta
es, desde el punto de vista de los propios datos, una manera mucho
menos evidente de realizar acoplamientos. En efecto. para 'realizar-
la, será necesario apelar a un conjunto de rasgos más artificiales.
Éstos son, sin embargo. posibles de definir. Y este hecho es sufi-
ciente para mostrar que se trata, también aquí, de parejas natura-
les: efectivamente, las parejas arbitrarlas y antinaturales no 'permt-
ten jamás descubrir rasgos comunes.

Por consiguiente, se puede definir un rasgo L:::: que se referirá a


todo tipo de pariente en el cual el sexo del pariente designado es
el mIsmo que el de /a relaci6n de parentesco más cercana; y un
rasgo opuesto L# que se referirá a todo tipo de pariente en el cual
e/ sexo del pariente designado es opuesto a/ de /a re/ación de pa-
rentesco más cercana. El segundo de estos rasgos es común a la
vez a todos los miembros de las clases del "tío" y de la "tía",
mientras que el primero es común a la vez a todos'Ioa miembros de
las clases del "padre" y de la "madre". Así, en los tipos FM, sSMM,
sFPM, sFMM, sSPM, etc. ["tíos"), y en los tipos SP. iSMP, IFMP,
ISPP, etc. ["tías"), es exacto que el sexo del pariente o de la pa-
riente designados -proporcionado por el primer término de la re-
lación- es, en cada caso, opuesto al de [a relación de parentesco
más cercana al ego. "E/ sexo de los parientes intermediarios, en ca-
so de estar indicado, no es pertinente para /a estimación." En forma
semejante, en los tipos P, FP, sSMP, sFPP, sFMP, sSPP, etc. ("pa-
dres"), y en los tipos M, SM, ISMM, IFPM. IFMM, ISPM, etc. ("ma-
dres"), el sexo del pariente o de la pariente designados es, en cada
caso, el mismo que el de la más próxima relación de parentesco.
Señalemos que P y M son los casos límite, en los cuales el pariente

~9
más cercano al ego (último término) y el pariente designado (primer
término) coinciden. En los casos de coincidencia, es evidente que
se puede decir que la condición de igualdad de los sexos está sa-
tisfecha.

Con estos tres acoplamientos posibles de los cuatro términos de


parentesco Gl, tenemos una dimensión más, que es necesaria para
otorgarles una característica única. Los rasgos de dos de esas di-
mensiones pueden ser elegidos como rasgos que definen; los de
fa tercera dimensión, en cambio, como rasgos redundantes (redun-
dante está tomado aquí en sentido lógico, no empírico, puesto que
los rasgos de cualquiera de esas dimensiones pueden ser definidos
en función de los rasgos de las otras dos). Puede objetarse que en
el tercer caso nosotros tratamos de Imponer, en el sistema de los
Seneca, un acoplamiento que es natural y razonable desde nuestro
punto de vista. en tanto miembros de la comunidad lingüística es-
pañola, pero que, dado su carácter forzado, no puede ser apropiado
para el sistema Iroqués. Nos reservamos para más tarde nuestra
opinión sobre ese punto. Por ahora, admitimos que existen tres de-
finiciones posibles y alternativas para cada una de las clases de
parentesco de la primera generación ascendiente:

ha?nih, "padre" . <3" L=·Gl.K, o s: ~'Gl'K, O 1t·l::·GI·K.


no?yeh, "madre" . Q·L=·Gl.K, o 2·~·Gl.K, o ~·L=·Gl·K.
hakhno?seh. "tío" " . c!' Ll"·Gl. K, o K, o 1": Ll"·GI. K.
$. Ji'Gl
ake:hak, "tía" ". 2· L.~·GI.K, o !i·tc·GI.K, o tc'Ll"·GI·K.
5) Clasificación en la primera generación descendiente

La lista de los tipos de parientes de la primera generación deseen-


diente proporciona seis términos de parentesco, pero solamente
cuatro de ellos conciernen a cualquier ego.

Examinemos en primer lugar los cuatro términos de "pariente"


de un hombre y, como lo hicimos antes, busquemos todas las rna-
neras posibles de acoplarlos. Podemos comenzar formando pare-
jas según el sexo. "hijo" (he.ewsk) y "sobrino" (heye:w6:te?),
opuestos a "hija" (khe:awak) y "sobrina" (kheyé:wó:té).

Una segunda manera de acoplamiento posible consiste en reunir


"hijo" e "hija" y oponerlos a "sobrino" y "sobrina". Este acopla-
miento -como puede verse en el cuadro que dimos más arriba-
opone una primera clase compuesta por los htjos de un sujeto
masculino y los hijos de matrimonios en los cuales el que está
emparentado con el ego es el hombre, a una segunda clase com-
puesta por los hijos de un sujeto femenino y los hijos de matri-

90
monlos en los cuales la que está emparentada con el ego es la
mujer. Es decir que en la primera clase están incluidos los hijos
del hermano y los de todos los primos, estén éstos clasificados
como "hermanos" (sSM, sFP) o como "primos" (sFM, sSP), y en
la segunda clase están incluidos los hijos de la hermana y los de
todas las primas, estén clasificadas como "hermanas" (lSM, IFP)
o como "primas" (IFM, ISP).

Podemos simbolizar los rasgos de esta oposrcion con las letras


~ y o, que sugieren los términos que describen en parte -aunque
no enteramente- ese tipo de parentesco "fratrifilial" y "sorofilial"

Habría aún una tercera manera de acoplar estos cuatro términos


de parentesco. I:sta consistiría en reunir "hijo" y "sobrina" y opo-
nerlos a "hija" y "sobrino". Aunque este acoplamiento pueda no
gustarnos (y tampoco a los iroqueses), y no ser natural, es sin
embargo posible definir un rasgo que uniría las clases de "hijo"
y "sobrina" (a saber: identidad del sexo entre el pariente desig-
nado y la más lejana relación de parentesco), y un rasgo opuesto
que uniría las clases de la "hija" y el "sobrino" (a saber: oposi-
ción de sexo entre el pariente designado y la más lejana relación
de parentesco). Podemos simbolizar estos rasgos, respectivamen-
te, con R= y R*.

Pueden darse así tres definiciones de cada una de las cuatro cia-
ses de parentesco G-l que conciernen a un ego hombre:

he:awak, "hijo" . 5·13,G-l.K, o e P=·G-l.K, o 0·P=·G-l.K.


khe:awak, "hija" . ~' 0·G-l.K, o ~. Prf·G-l.K, o ""p#o·G-l.K.
heye:wo:te?, "sobrino" .. i!' O'·G-l.K, o s: Prf'G-l'K, o o,p#o·G-l·K.
kheyé:wo:té?, "sobrina" s a·G:"1.K, o ~. P=·G-1.K, o O'·P=·G-l·K.

Si examinamos ahora la clasificación del parentesco en relación


con un ego mujer, tendremos las siguientes definiciones:

he:awak, "hijo" . s- O'·G-l.I{, o s- P"'G-1.K, o o·P"·G-1.K.


khe.ewek, "hija" , .. s o·G-1.K, o s- P=·G-t.K, o o'P='G-l'K:
hehs{j?neh, "sobrino" . o''''G-l'K, o i!·P=>·G-1.K, o 0,P=·G-l·K..
khehsó?neh, ..sobrina" . ~, ,,·G-1.K, o ~. P;F·G-1.K, o 0,p#o·G-1.K~

Ninguna de estas definiciones es invariante con respecto al sexo


del ego. En efecto, las definiciones de "sobrino" (hehs6?neh) de una
mujer son "idénticas a las de "hijo" (he:awak) de un hombre, mien-
tras que las de "hijo" (he:awak) de una mujer son idénticas a las
de "sobrino" de un hombre (heye:wo:té?). Seguramente, habría sido
preferibl~ obtener definiciones invariantes en cuanto al sexo del

91
ego, por lo menos cuando se trata de las mismas formas Jingüísb-
eas (he:awak, khe:awak). Esto puede lograrse tomando una pareje
de rasgos que se definen como los recíprocos de los que se utln-
zaron para obtener en G! el acoplamiento de "madre" y "padre" y 91
de "tío" y "tía".

Definamos un rasgo L=, que será considerado inherente a todo tipo


de parentesco en el cuai "el sexo de la relación de parentesco más
lejana es el mismo que el del ego", y un rasgo opuesto L"", que será
considerado inherente a todo tipo de parentesco en el cual "el sexo
de la relación de parentesco más lejana es opuesto al del ego". El
primero de esos rasgos es común a la vez a todos los miembros de
las clases de "hljo" (he.ewek) y de "hija" (khe.ewek), tanto si es-
tán en relación con un hombre como si lo están con una mujer. El
examen de los datos confirmará que esto es así: por ejemplo, sF ~ •
sS s , ssFM s . slFM s , etc. Observemos que s (es decir. s ~ y
s 9) Y I (es decir, J 6' Y I !j1 ) son casos límite, en los cuales la re-
lación de parentesco más lejana (el segundo término) coincide
con el ego. En tal caso puede decirse que sus sexos son los
mismos.

Podemos entonces redefinir los términos G-1 de la siguiente rna-


nera:

he:awak, "hijo" . s- L=·G-l·K.


khe:awak, "hija" . s- L=·G"';l·K.
heye:wo:te?/hehso?neh, "sobrino" . e- L;06"G-l·K.
kheyé:wo:te? khehso?neh, "sobrina" .. s- L;06 ·G-I. K.

Ahora el término he:awak, en lugar de representar dos palabras ho-


mónimas, forma una sola palabra con un solo significado; lo mismo
sucede con el término khe:awak. Nos quedan además los dos tér-
minos "sobrino" que ya no son sinónimos, y que difieren por un
constituyente suplementario que precisa el sexo del ego; lo mismo
ocurre con los dos términos "sobrina". Este resto es útil, en particu-
Isr en el caso de una lengua emparentada, la de los Tuscarora, que
no posee esta sinonimia suplementaria. Los Tuscarora tienen sola-
mente un término (kheyehwa?ne?), indiferenciado tanto en cuanto
al sexo del ego como en cuanto al del pariente, que corresponde al
significado L~.G-l.K.

6) Clasificación de la generación cero

la generación cero, GO, comprende cinco términos de parentesco.


Cuatro de ellos. los términos hshtsl", he?ke:?, ebts!", khe?ke:? (o
clase slbling). forman un conjunto fácilmente anaIizable, que se

92
apoya sobre las diferenciaciones de edad relativa y de sexo.
El quinto término, akya:?se:?, "primo", tiene una gama de denota-
ciones comparable, en extensión, a la de los otros cuatro términos
en conjunto. En esta gama no se hace ninguna distinción en cuanto
al sexo o a la edad relativa.

Deseamos ahora descubrir una dimensión que permita definir la


diferencia que existe entre las clases slb/lng combinadas (es decir,
la suma de cuatro clases distintas) y la clase "primo". El examen
de los datos revela que hay una, y solo una, posibilidad. En CQRse·
cuencia, definiremos un rasgo A=, que será considerado inherente
a todo tipo de parentesco en el cual el sexo de la relación de pa-
rentesco más lejana es el mismo que el de la relación de parentesco
más cercana, yun rasgo opuesto A<F, que será considerado inherente
a todo tipo de parentesco en el cual e/ sexo de la re/ación de paren-
tesco más lejana es opuesto al de le relación de parentesco más
cercana. El segundo de esos rasgos es común a todos los miem-
bros de la clase "primo" (sFM, s8P, sl8PP, slSMP, etc.). El primero
es común a todos los miembros de las cuatro clases slbling (s8M,
sFP, ss8PP, ss8MP, etc.). Destaquemos que F y8 son los casos
límite, en los cuales la relación de parentesco más cercana y la
relación de parentesco más lejana coinciden (hecho que no surge
simplemente de las designaciones F y 8, pero que puede verse fá-
cilmente si se recuerda que F es sP y/o sM, y que 8 es IP y/o 1M).
F y S son admitidos, por razones empíricas, como tipos de parien-
tes "primarios" en el análisis. Por las mismas razones, la ambigüe-
dad que les es inherente puede ser tolerada.

Podemos escribir ahora las definiciones de los términos de la ge-


neración cero (A+ y A- desIgnan los rasgos de las edades relativas):

hehtslv, "hermano mayor" . A+·~, N=·Go·K.


he?ké: 7, "hermano menor" . A-' ~·A:;:·Go·K.
ehtsi", "hermana mayor" . A+· ~. A=,Go·K.
khe?ké:?, "hermana menor" . A-' ~,A=·Go·K.
a k ya:, ?'" primo /a
" ? se:«; " . A""Go'K.

7) Dimensión de la ramificación

Al revisar las definiciones dadas en los parágrafos anteriores pa-


ra las clases de parientes Gl, G-l y. GO, puede destacarse que:

(a) los rasgos L = Y L<F aparecen solamente en el contexto Gl.


(b) los rasgos L= Y L'" aparecen solamente en el contexto G-l.
(e) los rasgos A= y A'" aparecen solamente en el contexto GO.

93
Es decir. que estos rasgos están en distribución complementarla.
Esto nos puede sugerir que se trata de variantes condicionadas de
una pareja de rasgos que constituye su base. y que pueden agrupar-
se, si se cumple la condición de similaridad, en una sola pareja de
ualdades, en el metalenguaje utilizado para revelar el contenido se-
mántico de los términos de parentesco entre los Seneca. Estos
rasgos pueden así ser reducidos a una oposición, que encontrará
sin duda una más amplia aplicación en el sistema; dejaremos en-
tonces de tener tres oposiciones, cuya aplicación alcanzaría do-
minios mucho más reducidos.

En realidad. la condición de similaridad puede ser fácilmente en-


contrada (esos tres contrastes Implican una comparaclón con la
generación que precede inmediatamente a la del ego y/o a la del
pariente), Podemos tomar entonces L=, L=, y A=, con las definicio-
nes que de ellos han sido dadas anteriormente, como las variantes
combinatorias de un único rasgo de base. De la misma manera, l~.
L,. Y A" pueden ser considerados como variantes combinatorias
de1 rasgo opuesto. Podemos designar esos rasgos con los térmi-
nos tradicionales de, respectivamente. para/e/o y cruzado, aunque
el verdadero significado de esos términos, en su aplicación al sis-
tema de parentesco lroqués, no ha sido claramente comprendido
en el pasado. De igual modo, la dimensión que constituye esos ras-
gos puede designarse con el término tradicional de remiilcecton.
Utilizaremos los símbolos I1 y x para representar los rasgos en la
fórmula de las definiciones.

Bl La estructura del campo

Se pueden reescribir ahora las definiciones de las clases de pa-


rentesco de las tres generaciones del medio. El paradigma entero
puede ser presentado de manera que muestre la estructura de su
campo semántico, inscribiéndolo en un diagrama de cuatro dimen-
siones, una matriz con cuatro columnas o un esquema con cuatro
niveles.

El campo del cual nos ocupamos hasta el presente es el de los pa-


rientes consanguíneos. Los otros tipos de parientes (medios-herma-
nos o parientes polftlcos), así como los términos que los clasifican,
se pueden tratar de la misma manera. Las categorías de parientes
políticos (o los de los medios-parientes consanguíneos) se distin-
guen obligatoriamente de las categorfas consanguíneas y también
unas de otras entre sí. Su clasificación es particular del sistema
iroqués.

El campo no está afectado por las numerosas formas que designan


superclases obtenidas neutralizando las oposiciones de sexo, de

9.~
edad relativa, y de la "dirección" de la generación (es decir, des-
cendiente vs. ascendiente). Esas neutralizaciones se obtienen por
medios gramaticales tomados del sistema de inflexión y de deriva-
ción de la lengua iroquesa. Su existencia no anula la exigencia del
carácter obligatorio que ha sido formulado para establecer las dis-
tinciones que hicimos en los parágrafos precedentes. En efecto,las
formas de neutralización son términos genéricos, apropiados sola-
mente para contextos muy limitados. Su legalidad en el uso (aun-
que no en la gramática) es comparable de alguna manera al término
genérico español padres. "uno de los padres", o al inglés sibltnq, o
a los términos genéricos franceses parent y enient, así como a las
palabras artificiales utilizadas a veces por los antropólogos france-
ses, del tipo de grand-parent.

Los diversos aspectos del sistema de parentesco entre los lroque-


ses no pueden ser estudiados aquí: ello llevaría a extender este
artículo hasta dimensiones desacostumbradas. Sin embargo, hay
una cuestión de interés más general que merece por lo menos un
comentario. Entre las cuatro dimensiones utilizadas para el análi-
sis del sistema consanguíneo, tres -el sexo, la ramificación y la
edad relatlva- representan una oposicIón dIcotómica que tiene so-
lamente dos rasgos; pero la cuarta de estas dimensiones -la qene-
ración- es una dimensión cuya variable puede tomar cinco valores.
A este propósito pueden plantearse dos cuestiones: la primera con-
siste en saber si la dimensión con cinco valores es reductible, de
hecho, a dimensiones definidas por oposiciones dicotómicas; la
segunda cuestión consiste en saber si, en las oposiciones dicotómi-
cas, uno de los miembros puede ser considerado el miembro mar-
cado (rasgo positivo) y el otro, el miembro no marcado (ausencia
o negación del rasgo positivo).

En lo que concierne a la primera cuestión, puede destacarse que,


puesto que los términos de parentesco se integran en conjuntos
recíprocos, es siempre posible analizar exhaustivamente la polari-
dad entre los términos recíprocos como una dimensión particular
de la oposición. Así, en lugar de una dimensión con cinco valores,
como lo es la de la generación (G2, Gl, GO, G-l, G-2), podemos tener
una dimensión con tres valores: el eleiemlento de la generación
(compuesto por los valores absolutos Gl, G2, GO); Y una dimensión
de polaridad (mayor vs. menor) o de dirección de la generación (más
vs. menos). Esta reducción es particularmente apropiada para el lro-
qués en el cual, por ejemplo, un conjunto como el que forman los
dos términos de los "padres" y sus dos términos recíprocos de los
"hijos", está englobado por un término genérico que neutraliza la
dirección de la generación (o su polaridad), así como el sexo de
los términos de base. Así:

95
1[ha?nih + no?yeh} + [he:awak + khe:awakJr = iakyatathawak}
es decir:
i [( o·11·GI.K) + (9'I!'Gl'K)] + [(.!·II·G-l.K) + (~·lI·G-l·K)H =
= ~ 11·G±l.K r
y lo mismo ocurre con los otros conjuntos recfprocos del sistema.
Esta nueva dimensión puede ponerse en el mismo nivel que el es-
tablecido para la edad relativa. En efecto, la relación de polaridad
entre los términos "padres" e "hijos" es semejante a la de los.
términos "stbtinq mayor" y "slbllng menor". Asf:

i[hahtsl? + ahts/?] + [he?ke~.? + khe?ke:?Jr + iakyatate?ké:?r


es decir:
~ [( a·II·A+·Go·K) +
(~'II'A+'Go'K)] + [( ~·II·A_·Go·K) +
+ (~·II·A-·Go·K)H = ill GO x}.
Es posible, entonces, simplificar analíticamente la dimensión de
la generación sin aumentar el número total de dimensiones.

En cuanto a la dimensión con tres valores que nos queda, la del


a/ejamlento de la generación, debo decir que no conozco una bue-
na razón natural para operar su reducción, aunque es siempre po-
sible hacerlo por una decisión arbitraria. Se la puede cortar en
dos lugares: ya sea entre G2 y todo lo que queda, ya sea entre GO
y todo lo que queda. Pueden aportarse argumentos más o menos
válidos para efectuar esta operación, pero siempre a condición
de añadir una dimensión al sistema. Esto es un "gasto", puesto
que serían necesarias dos dimensiones de oposición dicotómicas
para dar cuenta de solo tres valores.

En cuanto a la segunda de las cuestiones que planteamos más


arriba, es decir, la de saber si se puede hacer una distinción en
cada oposición entre un miembro marcado y uno no marcado, pue-
de afirmarse que hay buenas razones para considerar como miem-
bro marcado el primer término de cada una de las oposiciones que
siguen (esas razones provienen esencialmente de la estructura se-
mántica, pero tienen correlatos tanto lingüísticos como sociales):

Polaridad: mayor vs. menor


Sexo: masculino vs. femenino
Ramificación: cruzado vs. parale/o.

La cuarta dimensión del sistema (alejamiento de la generación)


sigue siendo una dimensión con tres valores, a menos que se la

96
reduzca arbitrariamente. Puesto que yo no encontré ninguna ra-
zón, lingüística o social, para dividirla en dos dicotomías taxonó-
micas, no tengo, por eso mismo, ninguna razón para determinar
qué rasgos podrían ser considerados, en ese caso, como marca-
dos o no marcados.

Para justificar la precedente elección de miembros marcados (ma-


yor, masculino y cruzado) sería necesario exponer largamente el
sistema de los prefijos pronominales y transitivos, el sistema del
género, así como el de la derivación de los radicales en la gramá-
tica iroquesa. Sería necesario también exponer la exégesis de
Whorf sobre esos sistemas y discutir un poco más la tipología de
los sistemas de parentesco llamados de "tipo lroqués", Es sufi-
ciente decir aquí que, en cada caso, el miembro marcado es, en
cierto sentido, "particular" y que se opone a un miembro "gene-
ral" o "común". En posición de contraste, el miembro no marcado
es específico; en posición de no-contraste, es general. (Cf. "El
significado general de una categoría marcada consiste en que ella
afirma la presencia de determinada propiedad A [positiva o nega-
tiva]; el significado general de la categoría no marcada corres-
pondiente no especifica nada en cuanto a la presencia de A y se
emplea principalmente, pero no exclusivamente, para indicar la
ausencia de A. En el nivel del significado general, la oposición de
los dos términos se puede interpretar como 'afirmación de A'l'no
afirmación de A', mientras que en el nivel de los significados 'res-
tringidos', nucleares, se encuentra la oposición 'afirmación de A'/
'afirmación de no-A' " [R. Jakobson, "Shlfters, Verbal Categories and
the Russian Verb", en Essais de Linguistique générale, París, 1963,
p. 185].)

Así, el "género común" de los iroqueses es el femenino (y no el


masculino como en español); la base general (el radical común)
de las relaciones padres-hijos es -hawak, y la extensión de la
bifurcación en GO (que opone el sistema "tipo iroqués" al "tipo
cheyenne") pesa bastante poco sobre los iroqueses.

IV
Conclusión

Este artículo ha sido presentado como un ejemplo de análisis es-


tructural sobre un conjunto lexical que cubre y divide un campo
semántico. Se ha señalado que se puede considerar que este con-
junto lexical particular forma un paradigma y puede ser sometido,
por lo tanto, a un análisis semejante al que se aplica a los otros
conjuntos paradigmáticos de una lengua. Algunas nociones gene·

97
rales de lingüística, esenciales para este trabajo, han sido también
definidas o brevemente discutidas, en particular con referencIa a
su utilización en el análisis semántico (las nociones de campo se-
mántico, de paradigma, de base, de dimensión, de rasgo, de defi-
nición componencial; el pasaje de las definiciones de extensión a
las definiciones de comprensión; la posibilidad de dimensiones de
contrastes dicotómicos; y la identificación del rasgo marcado de
una oposición). Hemos indicado también algunas de las razones
que nos hacen preferir las definiciones conjuntivas.

He notado que una reaccIón frecuente entre los lingüistas ante


tales ejercicios sobre el parentesco es la de reconocerles un In-
terés limitado en lo que concierne a los problemas generales del
análisis semántico; se dlce, en efecto, que los vocabularios de pa-
rentesco y sus significados constituyen un dominio particular de
la lexicología que permite la especificación y el análisis de la re-
ferencia con un grado de rigor satIsfactorio; pero que, por esta
misma razón, no son representativos de los problemas generales
de la semántica lingüística y de la lexicología. Yo no quiero hacer
una exagerada publicidad a determinados métodos particulares,
utilizados en el análisIs de la terminología de los sistemas de
parentesco, aunque, a mi juicio, sus posibilidades son, en general,
subestimadas. En todo caso, me gustaría proponer algunos co-
mentarios de interés general a partir del trabajo aquí presentado.

1. El primer punto consiste en saber si existen en la lengua otros


campos susceptibles de ser sometidos a este método de análl-
siso Sobre esta cuestión, yo diré solamente que los antropólogos
han aplicado este u otros métodos semejantes a los vocabularios
que cubren dominios lexicales y culturales de particular Interés para
ellos. Entre éstos, los vocabularios del color, las terminologías
etnobotánicas indígenas, los vocabularios sobre la taxonomía de
las enfermedades en las sociedades primitivas, los de las primi-
tivas cosmologías, los sistemas de conceptos religiosos, etc. La in-
vestigación es bastante reciente y todavía hay mucho que hacer
para desarrollar el método. Un texto de Harold Conklin propone
una visión de conjunto y una bibliografía ("Lexicographical Treat-
ment of Folk Taxonornles", en Problems in LexicogrBphy, compil.
por F. W. Householder y S. Saporta, Indiana Unlv. Res. Genter in
Anthrop., Foik. and Ling., Pub!. 21, 1962).

2. El segundo punto se refiere a las características formales de


la estructura de los campos semánticos. La estructura de los sis-
temas de parentesco ofrece aspectos bastante particulares: en
gran medida es la estructura de un paradigma. Hay que recordar
que aunque haya muchos conjuntos de este tipo en el léxico, éste

98
no es, de ninguna manera, el caso general. Es posible que la taxo-
nomía sea bastante más típica. En el paradigma perfecto, los ras-
gos de cualquiera de las dimensiones se combinan con todos los
rasgos de cualquiera de las otras dimensiones. Por el contrario,
en la taxonomía perfecta no lo hacen jamás; en ella los rasgos se
combinan con un solo rasgo de cualquiera otra dimensión. En el
paradigma perfecto, no hay ninguna jerarquía que no sea arbitra-
ria; todos los órdenes son posibles. En la taxonomía perfecta, hay
una sola jerarquía posible.

Para ilustrar la diferencia, podemos examinar un conjunto de ocho


elementos que forman un campo. Si representan un paradigma.
tres dimensiones de oposición dicotómica son suficientes para
caracterizarlos enteramente (fig. 1). SI representan una taxonomía,
son necesarias siete dimensiones (fig. 11). Las terminologías del
parentesco representan un modelo intermedio entre los dos. un
paradigma imperfecto o asimétrico qua combina principios de los
dos conjuntos. Se puede esperar que en el análisis de campos
semánticos diferentes del de los parentescos se encuentren los
dos tipos de estructuras. El estudio antropológico de las taxono-
mías populares toma en cuenta la existencia de ambos.

F F

al a2 al a2

b1 b2 bl b2 b1 b2 el c2

c11 c2 c11c2 di c2 di c2 d11 d2 ell ul e2 f2 g1 1 g2

3. Un tercer punto concierne a la cuestión de la metáfora. la de-


limitación de un campo semántico, y la poslblltdad de las defini-
ciones conjuntivas. Debo confesar de inmediato que no he inclui-
do todos los significados de los términos de parentesco iroqueses
en la clasificación de mis datos que ha sido hecha en este artícu-
lo. Yo no he incluido, por ejemplo, la luna en la lista de los de-
notata del término "abuela", o a los que envlan el trueno entre los
"abuelos", o la tierra como nuestra "madre", o el sol como nues-
tro "hermano mayor". Tampoco he incluido los empleos metafó-
ricos de los términos "hermano" y "primo", "padre" e "hijo",
"hermano mayor" y "hermano menor" en los discursos de cere-
monia, para designar las secciones de la "Lonqhouse" y de la
confederación política de las Seis Naciones. No he tomado tampoco

99
la aplicación del término "tío" a los "Grandes Cabezas" (bailari-
nes enmascarados de las ceremonias de Midwinter) o, antaño, a
los prisioneros atados al poste. No hay ninguna dificultad para iden-
tificar estos usos como significados "marginales" o "transferidos",
para emplear la terminología de Bloomfield. Para toda unidad le-
xical es posible esperar la existencia de extensiones metafóricas.
Sin embargo, éstas están excluidas del análisis estructural de un
campo semántico; no ha sido nuestra Intención tomar en cuenta
aquí todos los significados de los términos de parentesco Iroque-
ses, sino únicamente de aquellos que caen dentro del campo defi-
nido como el árbol genealógico. Todos poseen en común un rasgo
de significado que falta en las extensiones metafóricas. Determi-
nar el criterio que servirá para la delimitación de los campos es el
primer paso importante en lo que se refiere al análisis semántico.
Determinar las bases de las extensiones metafóricas más allá
del campo es uno de los últimos pasos y, a menudo, uno de los
más interesantes. Normalmente, no es posible reunir todos los sig-
nificados de una unidad semántica bajo una misma definición con-
juntiva. Sin embargo, esperamos que esto será posible para todos
los significados de una unidad que se encuentre en un campo co-
rrectamente definido.

4. Un cuarto punto se refiere a la manera de abordar un problema


de significado. Bloomfield pensaba que "las señales pueden ser
analizadas, no así las cosas señaladas" y que "esto refuerza el
principio de que el estudio lingüístico debe siempre partir de la
forma fonética y no del significado" (Language, p. 162). Para Bloom-
field, el primer paso era, en fonología, el test de identidad o no-
identidad aplicado a 105 significados Ud., pp. 190-192). Yo he su-
gerido en otro lado que el primer paso de la "semántica" podría
ser un test de identidad o no-identidad aplicado a las formas, y
que esto ofrecería igualmente un posible punto de partida ("A Se-
mantic Analysis of the Pawnee Klnshlp Usage", Language, 32,
1956, pp. 158 - 194, sobre todo pp. 190 -192). C. M. Ebeling ha dis-
cutido extensamente esta posibilidad, así como la de la simetría o
del paralelismo entre las construcciones analíticas de la semán-
tica y las de la fonología (Linguistic Units, La Haya, 1960, cap. 111).
Es fundamental un comentario de Jakobson sobre esta cuestión:
"El sentido puede y debe ser establecido en términos de discrimi-
naciones y de identificaciones lingüísticas, exactamente de la
misma manera como las discriminaciones, por su lado, son hechas
siempre teniendo en cuenta su valor semántico" ("Boas, View of
Grammatical Meaning", en Essais de Linguistique générale, p. 203).
El objetivo del análisis semántico de los términos de parentesco
iroqueses solo nos obligaba a saber si dos respuestas de los In-
formantes de Margan eran Idénticas o no Idénticas. Aun Margan,

100
a pesar de ser una fonetlclsta mediocre, ha sabido transmitirnos
eso y damos la necesaria información. Va he utilizado las trans-
cripciones establecidas a partir del análisis de la fonología Sene-
ca realizado por Chafe, simplemente porque las de Margan, tor-
pes e incorrectas, me resultaban chocantes, no porque fuera ne-
cesario estar informado con más precisión sobre las formas. En
cuanto a éstas, es suficiente saber si son diferentes. Podría lla-
márselas, con igual resultado, alfa, beta gamma, etc., o designarlas
con números otorgados al azar.

5. El quinto y último punto se refiere al análisis de las múltiples


denotaciones en el Interior de un campo. Hay que señalar que el
análisis de un campo en dimensiones semánticas y las definicio-
nes componencietes de los elementos que lo constituyen se apli-
can tanto a conjuntos de formas que tienen un denotatum único
como a conjuntos de formas que tienen múltiples denotata. El vo-
cabulario de los términos de parentesco en Seneca ha sido un
ejemplo de este último caso y ha permitido encarar el problema
tfplco de las elo-unidedes, Quiero destacar que hay dos maneras
de tratar el problema, por lo menos en el análisis del parentesco.
Una es por el método de las definiciones de clases enteras, otra
es por el método que utiliza definiciones de /0& miembros de base
y reglas de extensión suplementar/as. Una gran parte del método
lingüístico, tal como lo conocimos en el pasado reciente, se funda
en el primero de estos métodos.

Los primeros Intentos de análisis componenclal sobre las termi-


nologías de parentesco (Ward H. Goodenough, Property, Kin and
Community on Truk, Vale University Pub!. in Anthrop., nQ 46, 1951;
"Componential Analysis and the Study of Meanlng", Language, 32,
1956. pp. 195 - 216; F. G. Lounsbury, "A Semantic Analysis of the
Pawnee Kinship Usage", Language, 32, 1956, pp. 158-194). asf co-
mo el presente artículo, eligen una aproximación análoga para rna-
nejar los denotata múltiples. Las diferencias de grado en el Interior
de la clase de los denotata de un término son, por supuesto, reco-
nocidas como tales, pero se las considera como no distintivas.

Como ya lo mencionamos, hay otra manera de tratar ese problema.


Esta otra manera consiste en considerar un miembro, o a veces
dos, de una clase terminológica de parentesco como el miembro
o los miembros de base, y de adaptar a ellos la definición de los
términos de parentesco. Los otros miembros de la clase son con-
siderados entonces como extensiones ("metafóricas" en relación
al campo estrecho cubierto por los tipos fundamentales y sus de-
finiciones, pero no "metafóricas" si se las considera en relación
al campo amplio que es el sujeto del análisis).

101
Se da cuenta de estas extensiones por medio de reglas. ~stas
pueden estar formuladas ya sea como reglas de expansión, ya
sea como reglas de reducción. En el primer caso, las reglas hacen
derivar del miembro (o de los miembros) de base los miembros
lejanos de la clase; en el segundo caso, reducen los miembros le-
janos a los que son fundamentales.
Para ilustrar este método, tomaré un ejemplo de un sistema un
poco más complicado que el de los iroqueses porque esto permiti-
rá, quizás, una demostración más convincente de las posibilidades
del método. Hay dos tipos de parentesco llamados "tipo Crow"
(por los indios Crow, entre los que se observó por primera vez
este sistema) que se encuentran en muchas partes del mundo
(en efecto, no hay uno sino muchos tipos Crow). Yo me referiré
a una sub-variedad particular, que podríamos también llamar "sub-
tipo Choctaw". No daré aquí por entero otro sistema de parentes-
co, sino que mencionaré sólo la clasificación de dos tipos parti-
culares de parentesco (para nosotros "primos"), es decir, el hijo
de la hermana del padre /sSP/, que en esos sistemas se lnteqra al
término "padre"; y fa hija de la hermana del padre /ISP/, que se
integra al término "abuela". Ambos pueden brindar una visión rá-
pida de esta variedad particular de sistema de parentesco.
Este sistema se puede generar por un conjunto de tres reglas, que
yo enunciaré aquí como reglas de reducción, y que dan cuenta no
solo de sSP y de ¡SP sino del sistema entero:
1) La regla de oblicuidad: todo hermano de una mujer, en tanto
que pariente, debe ser considerado como equivalente al hijo de
esa mujer, en tanto que pariente: ... F ~ ~ ... s ~ . Se desprende
un corolario que proporciona los lazos de parentesco de los recí-
procos: Toda hermana de un pariente masculino será equivafente
a la madre de ese pariente masculino: S ~ ... ~ M ~ ...
2) La regla de amalgama: todo sibfing (hijo de los mismos padres)
de una persona del mismo sexo, en tanto que pariente, es equiva-
lente a esa persona, que está directamente emparentada con él:
... F ~ ~ ... ~; ... S ~ ~ ... ~. De esta regla se desprende el
corolario que concierne a los recíprocos: todo sibling de un pa-
riente del mismo sexo que él mismo (o que ella misma) será equi-
velente a este mismo pariente en tanto que objeto de referencia:
F~ ... ~ L .. ;S~ ... ~ ~ ...
3) La regla de "medio-sibling": todo hijo del padre o de la madre
de alguien es considerado como el sibling de ese alguien:
sP ~ F;IP ~ S; sM ~ F; 1M ~ S. Esta regla contiene su propio
corolario recíproco.
Por lo que yo sé, esta tercera regla es universal en los sistemas

~02
de parentesco; la segunda es muy extendida, se aplica a numero-
sos sistemas además de éste. pero no es de ninguna manera
universal; la primera, en cambio, es la que se encuentra menos
a menudo y es propia de esta sub-variedad particular de los sis-
temas llamados Crow. Sin embargo, se la puede encontrar en un
cierto número de sistemas no emparentados en diversas partes
del mundo.
Las reglas constituyen un conjunto no ordenado. Cuando las exa-
minamos para saber si son aplicables a la reducción de un tipo
de pariente, si encontramos que alguna de ellas es aplicable, po-
demos estar seguros de que no hay nunca más de una que sea
aplicable en cada estadio particular de la reducción. Y si las enun-
ciamos como reglas de expansión en lugar de enunciarlas como
reglas de reducción (cosa que se puede hacer dando vuelta sim-
plemente las flechas), hay que explorar todos los posibles órde-
nes de aplicación para generar un sistema. Puesto que las reglas
no pueden entrar en conflicto, no hay ninguna razón para ordenarlas.
Podemos ahora aplicar estas reglas a los tipos de parientes el hijo
de la hermana del padre !sSP! y la hIja de la hermana del padre
/ISP/.
sSP --~) sMP (por corolario de la regla de oblicuidad)
----») FP (por la regla de medio-sibling)
--~) P (por la regla de amalgama)
----») "padre" (por definición)
ISP ) IMP (por corolario de la regla de oblicuidad)
----») SP (por la regla de medio-sibllng)
----») MP (por corolario de la regla de oblicuidad)
---~ "abuela" (por definición)

Puede verse ahora cuál es la lógica que permite que el hijo de la


hermana del padre de alguien pueda ser llamado "padre", y la
hija de la hermana del padre de alguien pueda ser llamada "abuela"
Este método alternativo ha sido presentado no sólo para dar
una muestra de la variedad de slsternas en la semántica del
parentesco o para poner en evidencia sus recursos en el pia-
no de la metodología, sino para indicar un punto más general que
concierne a la naturaleza posible de las relaciones entre los va-
riados denotata de una forma. Por el momento, no estamos en
condiciones de mostrar que haya otros campos semánticos en los
cuales algunas reglas generativas puedan dar cuenta de todos los
ejemplos de denotaciones múltiples que conciernen a todas las
formas de un conjunto lexical entero. Sin embargo, se puede su-
gerir, a mi juicio, que la derivación de denotatum a denotatum,
y la formulación de los principios implicados en ese proceso, es
un problema bastante general en la semántica estructural.

103
T. Todorov
Las anomalías semánticas

1. Cuando se habla de anomalías semánticas, se sobreentiende


que hay otros tipos de anomalías lingüísticas. Existen. en efecto,
las anomalías gramaticales (o agramatlcalídades); de ellas habla-
remos poco porque ya han sido estudiadas y porque la mayor par-
te de los problemas que plantean están (provisionalmente) resuel-
tos. Las anomalías semánticas, en cambio. son poco conocidas y
su existencia es negada a menudo. Se dice, por una parte. que
todas las anomalías lingüísticas son agramatlcalldades; ésta era
por lo menos la impresión que dejaban los primeros trabajos de N.
Chomsky. Esa tendencia le valló numerosas críticas que probaron
que para dar cuenta de las diversas anomalías se hacía necesaria
una excesiva complicación de la gramática (que, a pesar de todo.
no llegaba a ser suficiente para explicarlas). En su concepción
actual, N. Chomsky distingue dos clases de anomalías debidas a la
falta de aplicación ya sea de las reglas de subcategorización. ya
sea de las reglas selectivas. En el presente artículo nos ocupare-
mos con exclusividad de estas últimas.

Por otra parte, se dice que las anomalías semánticas no existen.


puesto que todo puede ser dicho. Solo habría. entonces. una dife-
rencia de grado de probabilidad en la aparición de las frases. Con
esto se niega la existencia de una estructura propiamente semán-
tica de la lengua y se renuncia al estudio sistemático de las ano-
malías semánticas. Volveremos luego sobre este punto.

2. Recordemos las principales conclusiones de los estudios que


se refieren a las agramaticalidades. En primer lugar su origen.
Ellas se deben siempre a una aplicación incorrecta de las reglas
sintácticas. Así:

(1) Vous ieire moi rigoler. jUsted hacer mí reír/ (P. Cheyney.
Cet homme est denqereux, p. 64)

105
es incorrecta porque el verbo ietre /haoer1 no concuerda con el su-
jeto de la oración, y porque, además, el pronombre personal moi
/mr/ no tiene la forma ex¡'gida por la construcción sintáctica. La
frase:

(2) La conscience générale de la société, pour le punir de s'étre


arraché a ette, le suicida Ila conciencia general de la sociedad,
para castigarlo por haberse arrebatado a ella, lo sulcldó/ (Artaud,
a, p. 19)
es incorrecta porque el verbo reflexivo se suictder /sulcidarsef se
emplea en ella como transitivo.

Otra cuestión es la que se refiere a la comprensión de las agra-


matlcalidades. ¿Qué es lo que se exige para que podamos como
prender una frase Incorrecta? En otros términos ¿por qué compren-
demos fácilmente ciertas agramatlcalldades mientras otras perrna-
necen opacas? En un principio se creyó que existía un límite
de comprensión, más acá del cual las frases, aun sin ser gra-
maticalmente correctas, seguran siendo comprensibles. Sin ern-
bargo, es suficiente comparar dos frases del mismo nivel de aqra-
maticalidad para persuadirse de que una es comprensible. pero no
así la otra. Por ejemplo:

(3) La silla que me molestaba me encontr6 aquí.

(4) El buey cort6 la sinceridad.

J. J. Katz dio una explicación de esos ejemplos ("Semi-sentences",


en The Structure of Language, N. J., 1964). Para comprender una
frase agramatical, los sujetos hablantes la comparan con un con-
junto finito de frases gramaticales. con ayuda de un sistema de re-
gias. Así los franceses entenderán la frase (1) Vous faire mol rl-
qoler como la réplica de un extranjero (en el caso particular, un
Japonés) que quiere decir (1) Vous me faites riqoler /Usted me
hace reír;'
Si no se posee un modelo correcto con el cual se pueda compa-
rar la agramaticalidad, no se podrá comprender una frase. Recor-
demos que el criterio utilizado para descubrir una anomalía no es
el sistema de reglas de la gramática; por el contrario, este siste-
ma se establece a partir del juicio de gramaticalidad que puede
formularse sobre una frase. El único criterio para descubrir una
anomalía es la intuición de los hablantes.

3. Para estudiar las anomalías semánticas debemos admitir al-


gunos postulados que conciernen al sentido de las palabras:

106
a) el sentIdo de cada morfema se puede descomponer en unlda-
des más simples (sernas, categorías o rasgos semánticos);
b) además de ese sentido descomponible, cada morfema posee
una característica combinatoria que indica qué sernas deben estar
presentes en otro morfema para que este último pueda combinar-
se con el primero en determinada relación sintáctica. Por ejem-
plo, el verbo jeter !arrojar, lanzar! tendrá como característica com-
binatoria (o restricción selectiva): "Sujeto: humano; objeto direc-
to: objeto materia/".16 Por varias razones, estas restricciones se
atribuirán a uno solo de los dos términos que se combinan. El pro-
ceso de amalgama de dos unidades más simples en una unidad
más compleja estará regido por reglas de proyección que tengan
la forma preconizada par Katz y Fodor.

Esta estructura indica de por sí qué clase de anomalías será pro-


piamente semántica: la que agrupa las frases en las cuales los
semas de un morfema no satisfacen las exigencias formuladas
por las restricciones de otro morfema. Sin embargo, aquí el tér-
mino "anomalía semántica" desiqnará todas las anomalías que
pueden aparecer en el sentido de ras palabras; la clase central
de anomalías mencionada más arriba llevará en cambio el nom-
bre de anomalias combinatorias. En ella nos detendremos más lar-
gamente, puesto que su análisis permite plantear ciertos proble-
mas que conciernen a la estructura semántica de la lengua (en
nuestro caso, el francés) y varias cuestiones de interés teórico
general. Con todo, nuestro objetivo no es estudiar la estructura
semántica del francés; esto explica la simplificación operada en
el análisis de algunos ejemplos.

4. Los diccionarios nos dan abundantes informaciones sobre el


sentido de las palabras. Aunque ellos no lo presenten con la for-
ma de un haz de rasgos sémicos, no es difícil establecer la pre-
sencia o la ausencia de un serna. La tarea se hace más compleja
cuando se trata de describir exhaustivamente este sentido.
Formular la característica combinatoria presenta aun más proble-
mas. Aquí no se intenta en absoluto presentar un procedimiento

16 El verbo leter se usa en francés -como los verbos arrojar y lanzar en espa-
1101- en numerosas expresiones en las que su sujeto no es humano (cf. cet
JJbces jette du pus; le fleuve se jatte dans la mer; fa tontalne jette de l'eeu;
le eerpent jette son venln; l'erbre lette de la gomma) o en las que su objeto
directo no es un objeto material (Jeter t'éoouvente: les entems iettem des cris).
Sin embargo Todorov parece pensar que en estos diversos usos se trata en
realidad de sentidos Independientes y, más aun, idiomáticos (cf. p. 109), lo
cual, si bien es difícil de sostener, explica las restricciones selectivas que le
otorga en este ejemplo. [N. de la T.]

107
de descubrimiento para esa formulación, cosa que se revela lm-
posible, sino plantear algunas cuestiones prácticas. Tomemos un
ejemplo simple:

a
(5) Tu seis que ce solr iI y a un crime vert commetre /Tú sabes
que esta noche hay un crimen verde que debe ser cometido! (Bre-
ton y Soupauft, p. 16).

La anomalía se encuentra en el sintagma crimen verde. Verde tie-


ne. como característica combinatoria, el serna "material" mlen-
tras crimen tiene el serna "no-material".

Otra categoría muy común, que causa a menudo la presencia de


anomalías combinatorias, es la de "animado/no-animado" (en re-
tórica se habla de personificación). Así:

(6) La cruche était pleine de finges sang/ants qui avaient da ser-


vir au pansement d'un estre ou d'un rocher ILa tina estaba llena
de lienzos ensangrentados que seguramente habían servido para
la curación de un astro o de una rocal (Péret, p. 25).
Las restricciones propias de pansement /curación/ exigen no solo
la categoría "animado", sino "animal superior" (fa curación de una
mariposa es casi tan incorrecto como la curación de un astro o de
una roca). A veces la precisión exigida llega hasta lo "humano";

(7) Ces odeurs peeslonnés . .. lEsos olores apasionados ... I (Bre-


ton y Soupault, p. 13).
Las restricciones selectivas (como todas las categorías semánti-
cas) entran en relaciones de inclusión o de exclusión. Esto permi-
te una economía en la escritura: si se atribuye a una palabra el
rasgo "humano", puede omitirse ·Ia explicitación del rasgo "ani-
mado".
Pero no todos los casos de anomalía presentan una característi-
ca tan fácil de detectar. A menudo nos vemos obligados a dar una
formulación que a priori parece demasiado particular. Para juzgar
nuestra elección, debemos referirnos a criterios como la eco-
nomía, la exhaustivldad, etc., lo que equivale a decIr que debemos
disponer de un sistema ya elaborado de categorías semánticas
para poder atribuir a un morfema dado tal o cual característica
combinatoria. En la práctica solo es posible evitar la circularidad
de este trabajo procediendo por aproxlmaclones e hipótesis. He
aquí algunos ejemplos:

(8) JI écoute la muslque qui relult sur ses cheussures /1:1 escucha
la música que reluce en sus zapatos/ (Breton y Eluard, p. 20).

108
(9) La lumlére du bougeoir af/umé sur le fauteul/ de pailfe verte
sonne, comme la resplretion d'un corps siment devent le coros d'un
malade endormi /La luz del candelero encendido sobre el sl1l6n
de paja verde suena, como la respiración de un cuerpo amante
frente al cuerpo de un enfermo dormido/ (Artaud, a, p. 30).

En el caso de (8), el verbo relucir exige un sujeto que tenga el se-


rna "visual", pero música no posee ese serna y tiene en cambio
el serna "auditivo". En (9) ocurre lo contrario: el sujeto del verbo
sonar debería poseer el serna "auditivo" y tiene en cambio el se-
rna "visual".

Pero estos casos parecen aún demasiado sencillos si se los como


para con otros casos en [os cuales la única definición posible es
una tautología. Así, para los sustantivos que pueden combinarse
con el adjetivo caótico hay que postular un rasgo "que pueden te-
ner un orden"; ¿y qué habrá que postular en el caso del adjetivo
cerqedo . . . ?

5. Hay dos instrumentos que pueden ayudarnos en el trabajo de


descripción y clasificación de los diferentes sentidos; en rigor, es-
tos Instrumentos termInan siendo salidas de emergencia. El pri-
mero consiste en la existencia de locuciones idiomáticas. No
tenemos necesidad de presentar, en efecto, descripciones que en-
globen los empleos idiomáticos de un término. En general, los idio-
tismos se definen como sintagmas cuyo significado no puede ser
representado por la suma de sus constituyentes. En la semántica
combinatoria encontramos un criterio suplementario para distin-
guir el idiotismo: es una combinación que depende de restriccio-
nes selectivas distintas de las que han sido formuladas para sus
elementos.

La práctica de los diccionarios, que explican los idiotismos sepa-


radas de los sentidos autónomos, es entonces perfectamente co-
rrecta. Por otra parte, muchos sentidos presentados como autó-
nomos por los diccionarios son en realidad Idiomáticos. El fenómeno
provoca aun más confusión si los diversos empleos idiomá-
ticos pueden dar la impresi6n de constituir un sentido parti-
cular. Así los diccionarios franceses dan habitualmente para jeter
un sentido "emitir, exteriorizar", ilustrado por ejemplos del tipo
de: les enfants lettent des cris Ilos niños lanzan qrltoa/, fe serpen:
iette son venin /Ia serpiente arroja su veneno/, I'arbre jette de /a
gamme lel árbol mana gomal (estos diversos usos Ilustran a ve-
ces sentidos independientes), Cada vez la combinación del verbo
y del objeto directo es única, idiomática; no es entonces una ca-
sualidad si son estériles los esfuerzos para encontrar un común

109
denominador de crt, venin y gomme /grito, veneno y goma/ (co-
mún denominador tal que todos los sustantivos que lo posean pue-
dan ser objetos directos de jeter). Sin embargo, hay que tener cul-
dado de no considerar demasiados ejemplos como casos idiomá-
ticos. En un diccionario riguroso, cada idiotismo debe presentar
un apartado particular ¡podemos Imaginarnos entonces la cantidad
de apartados necesarios! Además ¿sería necesario acaso presen-
tar como idiomático el sentido de verbal en comportamiento ver-
balo material verbal?

6. El segundo de los instrumentos que nos ayudan a orientarnos en


la multitud de sentidos es la gramática (más precisamente la es-
tructura sintáctica). los recientes intentos de presentar los sen-
tldos de una palabra en términos de distribución sintáctica (Apres-
jan, Dubois) han mostrado la importancia del modelo sintáctico
para la elección de talo cual sentido. la descripción sintáctica
no es suficiente, sin embargo, para distinguir los sentidos; ella
constituye solamente la condición necesaria para esa distinción.

Se puede formular la hipótesis de que nosotros tenemos concien-


cia de la estructura sintáctica de la frase antes de tomar conoci-
miento del significado de los morfemas aislados. No se afirma
con esto una prioridad de la sintaxis, sino que se intenta más bien
una explicación "económica", conforme a las posibilidades del
cerebro humano.

Para retomar el verbo ieter, en la construcción sujeto. + verbo +


objeto directo no nos encontramos con sentidos como los de tl jette
les coeurs dans le désespoir /él arroja los corazones en la deses-
peranza/ o iI ¡ette le désespoir dans les coeurs /él arroja la deses-
peranza en los corazones/ (notar aquí la inversión de las restric-
ciones selectivas), puesto que en estos dos casos la presencia del
complemento circunstancial (de lugar) es obligatoria. En un apar-
tado del diccionario, la diferenciación semántica debe, pues, em-
pezar en el interior de los modelos sintácticos.

7. Existen restricciones semánticas combinatorias para todas las


relaciones sintácticas; pero no todas estas restricciones son tan
precisas. Algunas relaciones sintácticas pueden poseer caracte-
rísticas muy detalladas (determinante + determinado; sujeto +
verbo; verbo + objeto; sustantivo +complemento del sustantivo),
mientras otras tienen un grado menor de fusión con el resto de
la frase. Los complementos circunstanciales de lugar, por ejemplo,
parecen obedecer solamente a restricciones del tipo "material/
no-material". Algunas relaciones sintácticas deben, inclusive, re-
presentarse con una forma ligeramente diferente. Pensamos en las

110
frases predicativas que tienen un sustantivo de cada lado de la
cópula (en aquellas en las que el predicado está formado por ver-
bo + adjetivo o adverbio, la relación puede presentarse como de
determinación). En ese caso, la combinación correcta exige que
el término que sigue a la cópula no tenga más categorías semán-
ticas que las que tiene el término que la precede (lo Inverso es,
en cambio, posible). En otras palabras, el segundo sustantivo debe
ser más general que el primero. Esto abona la Idea tradicional de
que el tema se reconoce por una extensión menor que la del pre-
dicado. Sin embargo, hay, en los textos literarios, numerosas trans-
gresiones a esta regla. Así:

(10) Le son de sa volx est une cicatrice /EI sonido de su voz es


una cicatriz/ (Breton y Eluard, p. 23).

(11) C'est le cheval qui est le soleil /Es el caballo el que es el


sol/ (Artaud, b, p. 16).

(12) Les montagnes sont du temps perdu /Las montañas son tíern-
po perdido/ (Sollers, Dreme, p. 31].

Esta facilidad en la creación de anomalías proviene, en parte, del


hecho de que en todas estas frases la cópula podría estar seguida
por un adverbio de comparación; veremos más adelante que como
tiene la facultad de suprimir el carácter anómalo de una expresión.

8. Después de estos ejemplos, podemos plantearnos la siguiente


pregunta: ¿cómo se llega a comprender las frases anómalas? Pa-
ra comprender una frase agramatical se la compara con frases
correctas; esto no es necesario en nuestro caso. Por el contrario,
las más de las veces es difícil imaginar una frase correcta de sig-
nificado idéntico a la frase anómala.
En algunos casos favorables. se procede evidentemente por
analogía. Pensamos sobre todo en las descripciones sensoriales. lla-
madas sinestésicas en retórica. Los ejemplos (8), (9), (10) Y qui-
zás (7) se pueden comprender de esa manera. También por analo-
gía, o más bien por comparación con un cliché sintáctico, com-
prendemos:

(13) Tentation de se ietre servtr une consommatlon nouvelJe: par


exetnple, une démolition au platane /Tentación de hacerse servir
una consumición nueva: una demolición a la bananal (Breton y
Soupault, p. 82].
Se puede recurrir también a otras figuras retóricas. como la slnéc-
doque:

111
(14) t'eeu de Jevef et fes ffgnes de nos mstnes dlrlgeront fe monde
/EI agua de Javel y las líneas de nuestras manos dirigirán el mun-
do/ (Breton y Soupault, p. 11).

Dado que las restricciones del sintagma verbal en relación al su-


Jeto son del tipo "animado/no-material", se debe tomar el egue
de Javel como una sinécdoque, en el sentido de "higiene", y las
lineas de nuestras manos en el sentido de "quiromancia". Pero los
ejemplos (5), (6). (11) y (12) solo se explican en un orden "poéti-
co"; volveremos sobre esto. El hecho de que las anomalías gra-
maticales, pero no las semánticas, son Interpretadas como la de-
formación de frases correctas explica la preferencia que la poesía
tiene por las segundas. En efecto, en el primer caso, no se dice
nada más de lo dicho en la frase correcta; a lo sumo, se le añade
el serna "incorrecto". En el segundo caso, las palabras toman un
sentido nuevo que no se podrla expresar de otra manera.

Una característica importante del proceso de combinación es el


hecho de que la restricción selectiva y uno de los sernas del mor-
fema vecino sean Idénticos. El sintagma presenta asl una redun-
dancia y nosotros suprimimos esa restricción redundante. Pero en
una anomalía, la restricción no se ha satisfecho; por eso no tene-
mos el derecho de suprimirla y se añade al sintagma como un
serna suplementario, aunque incompatible con el morfema veci-
no. Es la presencia de las restricciones la que nos lleva a Imagi-
narnos de determinada manera antes que de otra el fenómeno
descriptivo. Las relaciones sintácticas que se establecen en estos
casos obedecen a una jerarquía rigurosa. En el ejemplo (5), la pa-
labra verde exige el rasgo "material", pero todo el sintagma de-
sempeña la función de objeto directo del verbo cometer, que exi-
ge el rasgo "no-material"; la palabra verde se toma entonces en
sentido "figurado", pues el rasgo "no-materlal" es dominante. SI
tenemos la frase:

(5 a) Hay un crimen verde en el cuarto de al lado, el complemento


circunstancial "material" permitiría que verde impusiera sus res-
tricciones, y la palabra crimen se tornarla en sentido figurado (por
ejemplo, en el sentido de "resultado de un crimen"); además, en
(5 a) crimen es objeto directo de hay. lo que permite interpretarlo
en un sentido "material".

9. Se ha visto que la anomalía no tiene siempre el mismo grado


de intensidad. Es fácil ver las razones de este fenómeno, pero es
más difícil decidir en abstracto cuáles son las anomalfas más
fuertes. Nos limitaremos aquí a proponer algunas breves consi-
deraciones.

112
La intensidad depende en primer lugar del carácter más o menos
general de las categorías que se transgreden. Una anomalfa de-
bida a la contradicción "material/no-material" no tiene el mismo
valor que una anomalía que se funda sobre "animal superior/ani-
mal inferior". La intensidad depende luego de la forma que toma la
jerarquía de las categorías semánticas. En los casos de una elec-
ción binaria (o, si la presentación es exclusivamente binaria, en el
caso de que las categorías no se repitan), la anomalía es sentida
como diferente de los casos en los que la elección es, digamos,
ternaria. Así la dicotomía "masculino/femenino" provoca una ano-
malía de grado no igual a la que provoca la oposición "auditivo/
visual", en la cual se pueden añadir, en el mismo nivel, otras ca-
tegorías (táctil, olfativo, etcétera).

Se puede decir entonces, de una manera más general, que la ano-


malía es más fuerte en el caso en que uno de los morfemas posea
una categoría semántica que sea un antónimo perfecto de la ca-
tegoría exigida por la característica combinatoria del otro morfe-
ma. Por otra parte, tal anomalía puede ser interpretada mucho más
fácilmente.

10. Los casos que hemos considerado hasta ahora tenían una ano-
malía dentro de una oración simple. ¿Existe algún caso en el que
las proposiciones de las que se parte sean correctas, pero en el
que la oración que las reúne presente una anomalía semántica?
Dentro de la perspectiva de la gramática transformacional. no exis-
te tal posibilidad. Esto se debe al hecho de que toda frase es con-
siderada como el resultado de una transformación que une dos, o
más, proposiciones subyacentes; y, por definición, las transfor-
maciones no alteran nunca el contenido semántico det enunciado.

Sin embargo, se encuentran, sobre todo en los textos literarios,


aparentes excepciones a esta regla. En realidad, se trata de ano-
malías gramaticales. Uno de esos casos concierne a la regla de
transformación que une dos secuencias lexicales por medio de
conjunciones como y, pero, etc., y que exige que las dos secuen-
cias tengan la categoría "abstracto" (o "concreto") en común:

(15) On crolrelt voír deux iemelles grises, hebillées de laques et


de découragement /Parecería ver dos hembras grises, vestidas de
harapos y de desaliento/ (Michaux, p. 97).
Aquí la anomalía gramatical se debe al hecho de que harapos es
concreto; desaliento, abstracto. Esta figura es lIamada"zeugma".
Un caso parecido, pero que ofrece un grado mayor de agramatlca-
lidad, es el siguiente:

113
(16) Le che! de l'Etet s'engage avec véhémence dans son dtscours,
avec véhémence mais en chemise IEI jefe del Estado se empeña
con vehemencia en su discurso. con vehemencia pero en camisa/
(Michaux. p. 151).

Aquí no sólo vehemencia y camisa tienen las categorfas gramati-


cales antónomas "abstracto"j"concreto", sino que los dos com-
plementos tienen también funciones sintácticas diferentes: uno se
refiere al sujeto, el otro a la primera proposición por entero.

Veamos otro caso más complejo:

(17) De toutes les iecons qu'e le tournesol d'eimer la lumiére, le


regret est la plus belle ombre sur le cadran solaire /Oe todas las
maneras que tiene el tornasol de amar la luz. la añoranza es la
sombra más bella sobre el cuadrante solarf (Breton y Eluard, p. 11).

La anomalía que nos interesa está disimulada detrás de todo un


haz de incorrecciones gramaticales y semánticas, La anomalía
pertinente no está en los indicadores subyacentes (en la estruc-
tura profunda de la frase). Ella se debe al hecho de que la año-
ranza no puede ser una manera (del tornasol de amar la luz); tam-
bién la transformación que une las dos proposiciones en una frase
no es correcta; estamos entonces de nuevo frente a una ano-
malía gramatical. Este ejemplo nos muestra hasta qué punto llega
la interpenetración de la sintaxis y la semántica.

11. Algunas anomalías de la frase tienen un carácter puramente


semántico. Pero para dar cuenta de ellas debemos ampliar las
hipótesis teóricas iniciales y postular una regla de combinación
suplementa ri a:

Si en Pi y en P2 , dos proposiciones de una frase o dos frases di-


rectamente vecinas, se encuentra la misma palabra polisémica M,
hay que elegir en P2 aquel (o aquellos) significado(s) que no esté
(no estén) excluido(s) por las reglas de proyección de Pi, o a la
inversa.

Esta regla da cuenta de la Incorrección que los hablantes sienten


intuitivamente en una anécdota o un chiste, basados sobre la po-
lisemia. La poesía, que busca la ambIgüedad, y luego la homoni-
mia, viola constantemente esta regla; la retórica ha consagrado
este procedimiento con el nombre de antanaclasla. Así:

(18) Sens motifs eppsrents, tout iJ coup un Emanglon se met a


pleurer, soit qu'il voit trembler une !euille, une chose légere, ou
tomber une pousslére, ou une feuille en sa mémoire tomber. fro-
lant d'eutres souvenirs divers, lointeins .... /Sln motivos aparen-

114
tes, de golpe un Emanglon se pone a llorar, ya sea que vea tem-
blar una hoja. una cosa leve, o caer un polvillo. o una hoja caer
en su memoria, rozando otros recuerdos diversos, lejanos ... /(M i·
chaux, p. 36).

Tanto feuille /hoja/ como tomber /caer/ están tomados aquí en


dos sentidos diferentes. Puede verse que la transgresión de esta
regla no genera anomalías de la misma intensidad que las consi-
deradas anteriormente. Una frase como ésta nos da más bien la
impresión de un Juego con el lenguaje. Sin embargo, el discurso
habitual obedece a esa regla; se la puede pues caracterizar como
una regla estilística más que semántica y darle solamente un
valor optativo.

12. La lengua posee un medio para suprimir el carácter anóma-


lo de una expresión. Este medio puede ser llamado, por analogía,
la modalizaci6n. De ordinario, la modalización es la expresión de
una particular relación que el hablante establece con su propio
mensaje; puede tratarse de una certeza, una suposición, una duda,
etc., y se expresa ya sea por medio de palabras apropiadas (como
los adverbios y locuciones adverbiales puede ser, sin duda, segu-
ramente, etc.l, ya sea por el modo o el aspecto del verbo. Existe
entonces la posibilidad de que el hablante no tome a su cargo toda
la responsabilidad de la combinación semántica que articula en
un momento dado. Esta posibilidad se realiza con palabras del tipo
de como, una especie de, podría decirse, etc. La lengua poética
conoce bien este particular poder del como, y lo ha utilizado hasta
tal punto que como ha terminado por significar también "obra poé-
tica", lo que atenúa nuestras exigencias de corrección frente al
texto.

Señalemos aún dos empleos poco comunes de la modalización. El


primero concierne a la lengua escrita: la bastardilla y las comillas
tienen allí el mismo valor que las locuciones mencionadas más
arriba. El segundo caso proviene de la lengua seudoclentrflca. Los
que desean aprovechar la precisión de los términos científicos
sin hacerse cargo de las responsabilidades que de allí se despren-
den [sea una exigencia de rigor, sea simplemente la posibilidad
de ser considerados "científicos"), anteponen locuciones modali-
zantes a los términos tomados en préstamo. Se dirá asl: una es-
pecie de lenguaje; una verdadera estructura; por así decir, un sig-
no, etcétera.

13. Pasemos ahora a las anomalías semánticas constituidas por


ciertas proposiciones analíticas y contradictorias. Las llamaremos
anomalías lógicas.
Para dar cuenta de las anomalías combinatorias, no teníamos neo
cesldad de analizar por entero el significado de una palabra. En
efecto, esas anomalías resultan del hecho de que las cateqorfas
semánticas de un término no satisfacen la característica combI-
natoria (las restricciones selectivas) de una palabra que se como
bina con él. Se ha visto ya que las categorías exigidas por las
restricciones están lejos de cubrir todo el contenido semántico de
una palabra, puesto que son siempre bastante generales. Las ano-
malías lógicas, en cambio, tienen que ver con todo el significado
de una palabra y exigen, por lo tanto, que se profundice el análl-
sis del sentido en rasgos semánticos.

Este análisis nos permite definir dos clases de palabras: aquellas


cuyo contenido está completamente cubierto por categorías que
comparten con otras palabras, y aquellas que poseen en su sen-
tido una parte idiosincrásica, que podemos llamar, con Katz y Fo-
dor, un diferenciador. Esta concepción se aproxima bastante a los
esquemas intuitivos de Ch. Bally, quien suponía que, en un grupo
de palabras próximas en cuanto a su sentido, existía un núcleo
idéntico, en relación al cual todas las otras palabras del grupo
poseían una diferencia idiosincrásica.

14. Definimos las proposiciones analíticas de la siguiente manera:


Una proposición analítica es una proposición que es verdadera pa-
ra todos los denotata de cada uno de sus elementos xi, X2, ••. Xn •
En otras palabras, una proposición analítica no se puede contrade-
cir en el interior de la lengua en cuestión (Weinreicn, Explorations
in Semantic Theory, 3.441). Dos criterios dividen las proposiciones
analíticas en clases diferentes. El criterio de "estructura sintác-
tica" define dos e/ases: las proposiciones formadas por medio de
una cópula (que tienen la forma Sujeto + Predicado), y las propo-
siciones que no contienen cópula. El criterio de "constituyentes/e-
xicales" también define dos clases: las tautologías y las no-tauto-
logías. Las tautologías contienen dos veces la misma secuencia
lexlcal, las no-tautologías contienen dos secuencias diferentes. Es-
tas definiciones, aunque imprecisas, serán suficientes para nues-
tro análisis (Katz ha dado una formulación precisa de las tautoto-
gías en "Analyticity and Contradiction in Natural Language", en
The Structure of Language). Añadamos que todas las proposiciones
analíticas formadas sin cópula son tautologías; lo contrario no es
verdadero.

Examinemos, en forma sucesiva, cada una de las clases que he-


mos definido. La clase formada por las proposiciones con cópula
no-tautológicas se subdivide en dos grupos: las definiciones y
(evidentemente) las no-definiciones.

116
las definiciones son proposiciones del tipo siguiente:
(19) El cribado es la acción de cribar un objeto cualquiera.

(20) El umbral es le plancha de entarimado o laja de piedra que


recubre el espacio de la abertura de una puert-a.
Es suficiente substituir la definición del término por el término
mismo para obtener una tautología.
El grupo siguiente está constituido por las proposIciones con có-
pula que no son tautologías ni definiciones. Este grupo está muy
cerca de las proposiciones sintéticas. Contiene ante todo las de-
finiciones incompletas. Por ejemplo: (19 a) El cribado es una ac-
ción; (20 a) El umbral es una plancha de entarimado o lele de pie-
dra. Estas proposiciones analíticas no son definiciones ni tauto-
logías (se reconoce aquí la forma per genus proxlmum et dIfferen-
tlam speciflcam).
Un problema particular es el que plantean las palabras que tienen
un dlferenclador. En efecto, estas palabras no pueden tener ver-
daderas definic-iones, puesto que el significado del diferenclador.
idiosincrásico, no puede ser expresado por ninguna otra palabra de
esa lengua. los diccionarios comunes proponen, en esos casos,
ya sea una tautoloqía disimulada, ya sea una definición lncom-
pleta (el segundo grupo de la primera clase); así:
(21) El dará es una especie de maíz del que hacen pan fas árabes.
Hemos mencionado esos dos grupos para mostrar que no todas
las proposiciones analíticas presentan anomalías semánticas. So-
lo las dos clases siguientes (las tautologías) son percibidas como
proposiciones anómalas.
He aquí algunos ejemplos de tautologías:

(22) Un millón de pesos es un millón de pesos.

(23) Una mujer es una mujer.

(24) Pasó lo que pas6.


(25) El vendedor de helados vende helados.H

17 Las oracIones francesas que usa el autor en el punto 14 y que, para una
mejor ejemplificación en español, no siempre hemos podido traducir IIteralmen.
te, son: (19) Le dorsge est l'ectkm de dorer un objeet quetconaue; (20) Le seuil
eet la feuille du parquet ou dalfe de pierre qul recouvre l'elr d'une embrasure
de porte (Nouveau Larousse lllustré): (21) Le dora est une sort de gong lapo-
nets (Larousse); (22) Un sou c'esr un sou; (23) Une femme est une temme;
(24) Ca veut dtre ce que (}8 veut dire; (25) Le vendeur de g/sees vend de gf8-
ces. [N. de la T.]

117
Los ejemplos (22) y (23) son tautologfas formuladas en una propo-
sición con cópula, (24) y (25) no contienen cópula. Los hablantes
de esa lengua perciben como anomalías ras proposiciones de este
tipo, salvo en casos particulares como lo son nuestros ejem-
plos (22), (23) Y (24). La existencia de tales casos no puede ha-
cernos olvidar que las tautologías son anomalías, ya que aquí se
juega con la polisemia. No olvidemos por otra parte que nosotros
nos ocupamos de la lengua y no del habla; por lo tanto no nos
interesan las circunstancias particulares que justifican la existen-
cia de una frase anómala.

15. Es raro encontrar tautologias en el lenguaje corriente, y no


tendríamos por qué ocuparnos de ellas si la lengua no hubiera ela-
borado un simulacro de proposiciones analíticas. Esto es lo que
son, evidentemente, los lugares comunes que expresan, así se di-
ce, verdades universales; es decir que son, al igual que las pro-
posiciones analíticas, incondicionalmente verdaderos. Así:

(26) El que nada no se ahoga.

(27) Nunca mucho cuesta poco.

Estas frases no son proposiciones analítlcas. pero se nos aparecen


como tales, Tanto en (26) como en (27) esta impresión está cau-
sada porque se niega la equívalencía de palabras que contienen
categorías semánticas antónimas (nadar y ahogarse, mucho y po-
CO).18

Otro caso tiene una difusión aun mayor: decimos y escribimos


tautologías todo el día sin darnos cuenta de ello. Se trata en ese
caso de proposiciones analíticas que nosotros tomamos por sin-
téticas (caso simétrico e inverso a los lugares comunes).

16. Las proposiciones contradictorias son un fenómeno comple-


mentario de las proposiciones analíticas, ya que están formadas
por su negación. Ellas son, por consiguiente, falsas para todos los
denotata de cada uno de sus elementos. Se pueden producir fá-
cilmente proposiciones contradictorias añadiendo una negación a
cada una de nuestras proposiciones analíticas. El resultado es par-
ticularmente espectacular en el caso de las tautologías.

18 los ejemplos franceses son: (26) Petlt poisson devlendrs grsnd. donde -di-
ce Todorov- "la confusión está asegurada por la antonimia de los adjetivos
y por el sentido 'transitorio' del verbo", y (27) Qul vivrs verre donde "uno de
los verbos contiene las categorlas semántIcas del otro", [N. de la T.]

118
La relación de contradicción es, entonces, la transposición del fe-
nómeno de antonimia al nivel de la frase. Pero la lengua dispone
a menudo de palabras particulares para designar dos fenómenos
contrarios. La proposición:

(28) Los que bailan bien bailan mal

será pues también una contradicción. De una manera más general,


puede decirse que hay contradicción cuando se ponen en relación
de igualdad dos palabras que comprenden categorías semánticas
no idénticas provenientes del mismo campo nocional. Hablando
de igualdad, pensamos en las proposiciones con cópula o en las
frases que provienen de transformaciones generalizadas. Así la
frase:

(29) Esta mesa redonda es cuadrada

será una contradicción, sin que por eso todas las mesas sean ne-
cesariamente redondas o cuadradas. Pueden verse ya las posibi-
lidades de juegos de 'palabras que ofrece la polisemia para las pro-
posiciones contradictorias (como, por otra parte, lo hace para las
tautologías). Pensemos, por ejemplo, en una frase como:

(30) Un elefante chico es grande.

Los textos literarios ofrecen a veces ejemplos de contradicciones:

(31) Et iI Y a six hommes, I un pour cheque soleil / et un septiéme


homme I qul est le sclell tout cru / habl/lé de noir et de cheir
rouge. / Or, ce septiéme homme / est un chevel, / un cheval avec
un homme qui le mene. j-Mais c'est le cheval / qui est le soleil /
et non l'homme IV hay seis hombres, uno para cada sol, y un sép-
timo hombre, que es el sol completamente crudo, vestido de neo
gro y de carne roja. Ahora bien, ese séptimo hombre es un caba-
llo, un caballo con un hombre que lo lleva. Pero es el caballo el
que es el sol, y no el hombre/ (Artaud, b, p. 16).

No entraremos aquí en el detalle de los problemas de las contra-


dicciones.

17. Como ocurría para las proposiciones analíticas, la lengua tamo


bién posee un simulacro para las proposiciones contradictorias.
Eso son las peredoiee, llamadas, con razón, "lugares comunes al
revés". Las paradojas tienen la forma de proposiciones contradic-
torias integradas por antónimos, pero, de hecho. las categorías se-
mánticas opuestas no provienen del mismo campo nocional. las

119
paradojas están muy difundidas (mucho más que los lugares co-
munes) en los textos literarios:

(32) La lune, grande, inmense comme un porte-monnaie... ILa


luna, grande, inmensa como un monedero ... ¡ (Péret. p. 11).

(33) Confiants dans la dupllcité de la neture humaine ... ¡Confia-


dos en la duplicidad de la naturaleza humana ... ¡ (Michaux, p. 95).

Para que hubiera una verdadera contradicción en (32), la palabra


monedero debería tener la categoría semántica "pequeño", cosa
que no sucede. Por otra parte. la anomalía está aquí debilitada por
el como. El segundo caso tampoco es una verdadera contradicción,
aunque las restricciones de confiado y los sernas de duplicidad
puedan tener elementos antónimos.

Otro caso de paradoja es aquel en el que la frase es el producto


de una transformación generalizada:

(34) Un iour la peinture de Van Gogh, armée et de iievre et de


bonne senté, reviendre . .. ¡Un día la pintura de Van Goqh, arma-
da de fiebre y de buena salud, volverá ... ¡ (Artaud, a, p. 61).

Ni la secuencia armada de fiebre, ni la de armada de buena salud.


contienen en sí mismas una contradicción o una paradoja; pero su
combinación es contradictoria en la medida en que las secuencias
buena salud y fiebre son antónimos.

18. Pasemos ahora a las anomalías referenciales o antropol6gicas,


llamadas así porque su carácter anómalo proviene. ante todo, de
la extrañeza de lo que se describe.

Una concepción bastante corriente considera todas las anomalías


semánticas como anomalías referenciales. Se ha afirmado, y se
afirma todavía, que una frase parece extraña porque el aconteci-
miento que describe es extraño, porque no hemos visto nunca un
acontecimiento semejante y no podemos entonces referirnos a
nuestra experiencia pasada. Así el carácter correcto de una frase
terminaría siendo una función de la probabilidad de la frase y, de
manera indirecta, de la probabilidad del acontecimiento descripto.

No nos ocuparemos aquí de reunir argumentos contra esta tesis,


trabajo ya realizado más de una vez. El examen de las anomalías
combinatorias y lógicas prueba que, en todos esos casos, no se
trata de una probabilidad más o menos grande sino de una regla
que se transgrede y que se puede restablecer, cada vez, a partir

'120
de la transgresión. La relación entre el grado de anomalía de esas
frases y su probabilidad no es significativa; algunas frases tnco-
nectas son, sin duda, pronunciadas por nosotros muchas veces en
el día, mientras que otras, correctas, no han sido ni serán pro-
nunciadas jamás.

Tomemos tres frases generadas por una máquina:

(35) Los maridos vuelcan el perro negro.

(36) La lámpara fortalece las familias violentas.

(37) Los lentos cimientos y los libros comienzan la nieve.

¿Se puede decir que en estas tres frases "uno se desliza de la frase
casi banal a la absurdidad"? (Pottler, "Vers une sémantique moder-
ne", p. 131). La probabilidad del acontecimiento que se describe
en (36) y (37) es igual a cero, en (35) es cercana al cero. Esta
gradación "probabilística" refleja en realidad el número de las ano-
mallas combinatorias presentes: (35) no contiene ninguna, (36)
contiene una sola (las restricciones selectivas del verbo no son
satisfechas por el sujeto), (37) contiene tres (lento se aplica solo
a los sustantivos que poseen el serna "movimiento", comenzar
exige como sujeto una noción abstracta o un ser animado, y como
objeto directo, un proceso o una acción). Esta explicación basada
en la estructura nos parece más instructiva que la evocación de
las probabilidades.

Un factor importante nos incita de igual modo a no recurrir a las


probabilidades. La probabilidad de realización de un acontecimien-
to no es medible y, aun si lo fuera, no interesaría a la lingüística.
La probabilidad de cualquier frase es tan mínima que podemos
siempre considerarla nula; además, se sabe que aun en el caso
de frases que no hemos oído jamás, podemos decir si contienen
o no una anomalía. Por consiguiente, tratar de explicar las anoma-
lías combinatorias por la posibilidad equivale a renunciar a una
explicación de ese importante fenómeno.

La teoría semántica, por su lado, no puede darnos ninguna base


para la discusión de ,las anomalías referenciales. Esta imposibili-
dad resulta de los Ifmltes de la teoría semántica en general, esta-
blecidos por Katz y Fodor. Para elaborar un esquema clasificatorio
que pudiera indicarnos todas las anomalías referenciales, nos ve-
ríamos obligados a clasificar nuestros conocimientos Integrales
sobre el mundo, conocimientos que se modifican a cada instante.
Tal ensayo chocaría, por otra parte, con la propia naturaleza del

121
lenguaje, que es abstracto en relación al mundo real y que ofrece
solo una designación convencional. Si la teoría semántica tuviera
que registrar como anómala la expresión el sol azul, debería indicar
para sol la categoría semántica "amarillo" (o "rojo"). Pero en ese
caso ya no podría detenerse la enumeración de las propiedades
del sol, porque ellas son, en efecto, infinitas: se deberían propo-
ner de igual modo las categorías "redondo", "caliente", "brillan-
te", etc., a pesar de lo cual no tendríamos ninguna certeza de se-
ñalar con nuestra descripción toda posible anomalía.

Las anomalías referenciales están entonces en el límite de las


anomalías semánticas.

19. Por eso, en lugar de un estudio sistemático, esbozaremos so-


lamente algunas clases de anomalías referenciales, tal como las
encontramos, en particular. en 105 textos literarios.

La primera clase será aquella en la que la impresión de extrañeza


proviene únicamente del carácter inverosímil del acontecimiento
descripto.

(38) Le sang chaud des ebellles est conservé dans des bouteJlles
d'eeux minérales /La sangre caliente de las abejas se conserva.
en botellas de agua mlneral/ (Breton y Soupault, p. 88).

Podrán distinguirse aquí dos subclases: en la primera se agrupa-


rán las rarezas "físicas"; en la segunda. las "sociales".

(39) Ce tire, volutnlneux comme du cotan hydrophile, avait la pro-


priété de fendre les pavés en quetre lEsa risa, voluminosa como
algodón hidrófilo, tenía la propiedad de partir en cuatro los ado-
quines/ (Péret, p. 16).

(40) Les bandits lont un stage dans la po/ice/los bandidos nacen


un interinato en la policía/ (Michaux, p. 122).

En el primer ejemplo se reconoce todavía una figura retórica (la


hipérbole); el segundo, a pesar de su carácter paradójico, solo
es extraño para determinada sociedad.

Pero no todas las anomalías referenciales resultan tales por el ca-


rácter lnverosfmil o Inimaginable del acontecimiento que descri-
ben. Esta explicación solo puede darse para las frases que tienen
un sentido concreto, pero no para las que tratan de una manera
abstracta o que describen un universo inexistente. Así aparece
una nueva clase de anomalías, en las cuales la rareza concierne

122
únicamente a la enunciación de la frase. pero no a su contenido,
al aspecto performativo del discurso, no al constatativo.

(41) Les égoutlers du paradls conneissent bien ces rats bfancs


qui courent sous le treme de Dieu /Los poceros del paraíso cono-
cen bien esas ratas blancas que corren bajo el trono de Dios/ [Bre-
ton y Soupault, p. 81).

Franqueamos aquí el límite de lo fantástico. Lo fantástico (o me-


jor la conciencia de leer un texto fantástico) produce también una
modalización; muchas frases que hubiéramos considerado anoma-
lías referenciales son admitidas por el hecho de encontrarse en
una novela oe ciencia-ficción.

He aquí, en conclusión, un ejemplo complejo que reúne casi todos


los tipos de anomalías de las que hemos hablado hasta el mo-
mento:

(42) Deouis que le monde est une coupe de champagne, les cheni-
l/es et les plumeesiéree obéissent iJ la lo; de Newton qui leur or-
donne de laver la va/selle des off/ciers avec des feuilJes de cac-
tus /Desde que el mundo es una copa de champagne, las orugas
y las vendedoras de plumas obedecen a la ley de Newton que les
ordena fregar los platos de los oficiales con hojas de cactus/ (Pé-
ret, p. 18).

20. No hay que creer que con esta concisa descripción hayamos
agotado toda la variedad de las anomalías que se pueden encontrar
en un enunciado lingüístico. Hemos querido examinar solamente
las que están más estrechamente vinculadas a la estructura de la
lengua. El estudio de las demás concierne a la lógica o a una lnves-
tigación filosófica que vaya en la dirección de los estudios de la
filosofía lingüística (la escuela de Oxford).

Recordemos aquí, a título de ejemplo, la clase de los "enunciados


poco felices", señalada precisamente por J. Austin en sus inves-
tigaciones sobre el "performativo". Los enunciados performativos
se distinguen de los demás porque no tienen una referencia autó-
noma. sino que su referencia es el enunciado mismo (Benveníste
llama sui-reierencieles a estos enunciados).

(43) Le prometo venir mañana B las tres

no desIgna un acto que sea Independiente del discurso; más bien


designa el hecho mismo de pronunciar estas palabras (es decir
que el enunciado designa el acto de enunciación). Puede verse ya

123
por qué tipo de circunstancias "poco felices" están amenazados
estos enunciados: es suficiente que el sujeto que habla no tenga
el derecho de asumir el acto que designa con sus palabras, para
que estos enunciados se vuelvan insensatos. Imaginemos que un
amigo, que no haya trabajado nunca en la policía ni en otro servi-
cio del Estado, declare de improviso:

(44) Ordeno la evacuación de la ciudad.

Sería éste un ejemplo de enunciado "poco feliz".

21. Tampoco hay que creer que los Hmites entre las diferentes cia-
ses de anomalías sean precisos y rigurosos.

Consideremos en primer lugar el Hmlte entre las anomalías antro-


pológicas y las anomalías combinatorias. Si las miramos en una
perspectiva histórica, son precisamente las condiciones antropo-
lógicas las que proporcionan las restricciones que caracterizan el
proceso de combinación de las palabras (o, por lo menos, algunas
de esas restricciones). Y se puede esperar que ciertos cambios
en la vida hagan desaparecer ciertas obligaciones semánticas e
impongan otras nuevas. Por otra parte, la fuerza de la costumbre
puede hacer pasar algunas combinaciones de la clase de los im-
probables (antropológicos) a la clase de los prohibidos (combina-
torios). Tomemos la siguiente frase:

(45) l/s alment les demeures parlantes, les maisons a iecede cou-
verte de selns roses et bien formés, et des meubles, dedans, gra~
ves, sombres, mais constellés d'yeux lAman las moradas que ha-
blan, de fachada recubierta de senos rosa y bien formados, y los
muebles adentro. graves, sombríos, pero constelados de ojos/ (Mi-
chaux, pp. 90·91).
la restricción Impuesta por recubIerto de es el rasgo "material",
pero desde el momento en que es altamente improbable que se cu-
bra alguna cosa con partes del cuerpo humano, es posible que nos
veamos obligados a añadir la restricción "no humano"; lo mismo
ocurre en el caso de los muebles constelados de ojos.
El límite entre las anomalías antropológicas y las anomalías lógicas
es aun más fluido; puesto que nuestra lógIca no es en realidad uní-
versal: pertenece a nuestra realidad, a nuestra condición humana,
y proviene, al fin de cuentas, de una antropología. En la frase:

(46) .. ". qui parcourt la terre en simulant la heine por tout ce qu'iJ
embrasse / ... que recorre la tierra simulando odio hacia todo lo
que besa/ (Breton y Eluard. p. 11)

124
estamos frente a una ambigüedad. En nuestra sociedad, besar es
un símbolo de amor, el antónimo del odio, y es difícil imaginar có-
mo se puede simbolizar el odio con los besos. Sería sin embargo
una ingenuidad creer en la universalidad de tal signo: la antropo-
logía nos enseñó a no tomar como absolutos los rasgos propios
de la civilización occidental.

El límite entre las desviaciones lógicas y las combinatorias es re-


lativamente más neto. pero tiende también a esfumarse cuando
las clases semánticas no poseen más que un número muy reduci-
do de elementos. Así en el ejemplo:

(47) JI a encare le souvenir du lendemain, le souvenir d'aventu-


res atroces dans un broui/lard de pendu /~I tiene todavía el recuer-
do del mañana, el recuerdo de aventuras atroces en una niebla de
ahorcado/ (Breton y Eluard, p. 17),

la secuencia el recuerdo del mañana está en el límite entre las


anomalías lógicas y las anomalías combinatorias.

22. No por casualidad buscamos la mayor parte de nuestros ejem-


plos en textos literarios. la lengua poética es un dominio parti-
cularmente rico en anomalías: Intentemos ahora sacar las con-
clusiones de esta observación.

Digamos desde un principio que las anomalías semánticas (o grao


rnatlcales] no son, de ninguna manera, los únicos efectos lingüís-
ticos propios del discurso poético. Son los estudios estilísticos los
que se proponen como tarea preparar largas listas de "efectos de
estilo" en las cuales. al lado de los ejemplos que hemos clasifica-
do como anomalías, aparecen toda clase de figuras retóricas, elip-
ses, etc. Recordemos algunas de estas figuras cuya función en la
lengua poética se aproxima mucho a la de las anomalías.

Un efecto muy frecuente, sobre todo en poesía, consiste en rela-


cionar dos palabras muy diferentes en su sentido pero semejantes
en su estructura fónica (la paronomasia). la rima es, evidentemen-
te, un caso particular de este efecto; pero la prosa también lo co-
noce. Por ejemplo:

(48) La plupart des tribus s'ebsteneient de fui remettre aucun trl-


but /la mayor parte de las tribus se abstenían de enviarle tribu-
tos/ (Mtchaux.p. 157).

Hay otro efecto que, curiosamente, comparten tanto el relato po-


licial como la novela moderna. Consiste en la supresión de toda

125
explicación: leemos ya sea una descripción que proviene solo de
las sensaciones, ya sea un diálogo entre personajes, pero no sa-
bemos ni dónde se encuentran esos personajes, ni quiénes son, ni
qué está en realidad sucediendo en ese momento. El relato policial
utiliza ese procedimiento para aumentar el "suspenso",

Otro efecto es propio de casi toda la literatura posterior a Mallar-


mé. Consiste en la débil ligazón semántica entre frases sucesl-
vas. Quizás un análisis semántico podría describir este fenómeno
como una multitud de categorías semánticas o como una débil
redundancia de esas categorías. Acostumbrados a esa redundancia
por la lengua cotidiana, comprendemos con dificultad el mensa-
je poético.

Intencionalmente, hemos enumerado en desorden estos casos. Vol-


veremos sobre lo que parece asegurar su profunda unidad.

23. Esas transgresiones del lenguaje raras veces son gratuitas.


Con esto queremos decir que el poeta, en la mayor parte de los
casos, trata de justificar la anomalía creada. Así, en muchas fra-
ses anómalas, encontramos elementos exteriores a la anomalía
cuyo objetivo es hacer que las frases sean más naturales. Por
otra parte, muchas de las frases que hemos citado eran las pri-
meras frases de un parágrafo; lo que las sigue explica de una u
otra manera la impresión singular que esas frases nos habían de-
jado. Se entrevé allí una ley general de la creación artística, que
Revzin formuló así: "El poeta crea un universo en el cual están
Justificadas frases que no tendrían sentido en la lengua".

Por otra parte, esta tendencia produce a veces nuevos juegos de


palabras. Este fenómeno se puede caracterizar de manera más ge-
neral como una anomalía lingüística que deja de serlo gracias a
una referencia muy particular. Así la frase:

(49) Les Vénus dont les mains absentes caressent les cheveux des
poétes, ,. /Las Venus cuyas manos ausentes acarician los cabe-
llos de los poetas ... / (Breton y Eluard, pp. 11 - 12)

no es una anomalía lógica como podría parecer a primera vista.

24. Es la estilística la que se ocupaba, y que aún hoy se sigue ocu-


pando, de los fenómenos de los que acabamos de hablar. ¿Qué lu-
gar puede ocupar esta discIplina en nuestra perspectiva?

En el momento actual, su posición no es envidiable. Situada a


mitad de camino entre la lingüística y la literatura, como un ma-

126
yordomo con dos amos, no es bien recibida por una ni por otra.
y puede decirse que con buenas razones.

Hemos visto que la lingüística (y más en particular la semántica)


es la única que puede describir de manera satisfactoria numero-
sos "efectos de estilo". ¿Es posible qua la estilística haya sido
creada solo porque no existía una teoría semántica integral? No
sería entonces una casualidad si encontramos Ideas siempre vá-
Iidas sobre la semántica en el Tratado de estillstica francesa de
Bally.

Hace ya treinta años Jakobson decía: "Los hechos de estilo no


se pueden oponer a 105 hechos de lengua; el inventario da los 'po-
sibles' y el valor de sus oposiciones están dados en la lengua (en
el significado saussurlano del término)", Así la lingüística no de-
ja lugar para una estilística que se quiera desarrollar a su lado,
tanto más porque esta última rehúsa someterse a las exlqenclas
de rigor que la primera pretende satisfacer.

Por el lado de las relaciones entre estilística y análisis literario


la situación no es mejor. Los intentos de los estilistas para ex-
plicar una obra a partir de su léxico, de su sintaxis. etcétera, han
fracasado en la medida en que permanecieron fieles a su programa.
En efecto, tal aproximación ignora la existencia, en la obra litera-
ria. de un sistema distinto del de la lengua. que se sitúa en el ni-
vel del relato. Sin subestimar la importancia de la lengua para un
texto literario, no hay que olvidar que ésta desempeña en él un
papel subordinado. Así el análisis literario debe empeñarse ante
todo en un estudio del relato. de las leyes de su funcionamiento;
y el aspecto lingüístico constituye solamente el objeto de una par-
te de ese estudio.

No hay que hacerse Ilusiones sobre el valor explicativo de nues-


tros análisis de las anomalías en relación a la literatura. Todas las
anomalías explicadas no nos ayudan casi nada a la comprensión
de las obras de Artaud, de Breton o de Michaux. Por su inutilidad
eh cuanto al análisis literario, una explicación lingüística vale tan-
to como un hecho de la biografía del autor. Tocamos con esto un
punto importante que puede volverse materia de confusión. La
atención que prestamos a las anomalfas propias de los textos li-
terarios no significa en absoluto que establezcamos una relación
de proporción directa entre el número de anomalías y la cal idad
estética del texto. Algunos textos de alienados serían sin duda los
más ricos en anomalías semánticas. Aquí estamos interesados en
uno de los rasgos de la lengua poética y no en el valor de la obra
literaria.

127
25. Recientemente, M. Rlffaterre ha hecho una propuesta para re-
construir la estilística. En su concepción. todo efecto estllfstlco
estaría constituido por dos elementos: el efecto en sí mismo (el
"contraste") y lo que lo rodea (el "contexto"). Esos dos elementos
formarían la pareja que realiza la oposición, tan del gusto de los
lingüistas, de marcado y no-marcado. Así no existiría ningún efec-
to fuera del medio que se le opone.

Pero esta teoría no esclarece suficientemente cuáles son las le-


yes de las anomalías, tal como las analizamos anteriormente, y no
las diferencia de los otros "efectos de estilo". Es verdad que nos
chocará más una anomalía situada en un texto donde no habla-
mos encontrado ninguna hasta el momento, que otra situada en
un texto en el cual pululan las anomalías. Pero la anomalia segui-
rá siéndolo en ambos casos. La razón para ello es que la anomalía
no es el resultado de una débil probabilidad de aparición sino de
la transgresión de una ley estructural.

Existe. sin embargo. un caso en el que nos parece oportuno hablar


de términos marcados y no-marcados: es el efecto por evocación.
Dos fenómenos semejantes son llamados de esta manera: ya
sea que la palabra evoque un medio social particular en el que
ella es usada en especial (o, más precisamente. textos que evo-
quen ese medio, dado que se trata de una relación metonímica);
ya sea que evoque cierto estilo de habla (familiar. admlnlstratlvo,
científico). El mismo efecto se puede obtener con un modelo sin-
táctico. Es evidente que en el caso de la evocación el efecto existe
5010 si el término está fuera de su medio. ya que en él no hubiera
asombrado a nadie. Esta manera de ver los hechos, que se aveci-
na a las antiguas clasificaciones de estilos en elevado (sublime),
atemperado y simple (vulgar), nos parece el único objeto apro-
piado para un estudio estilístico. Pensamos aquí en las ideas
propuestas hace tiempo por algunos de los formalistas rusos (Yacu-
binsky, Voloshinov) así como en algunos trabajos más recientes,
en particular los de Vinogradov.

26. Hay otro intento, el de Jakobson, de dar una base y una expli-
cación única a todos los fenómenos de este tipo. Según Jakobson,
el mensaje IIngüfstlco posee una función que consiste en poner
el acento sobre sí mismo. Esta función, cuya primera Imagen se
encuentra en los trabajos de los formalistas rusos, ha recibido
diferentes nombres: estética (Mukarovsky), poética (Jakobson), es-
tilística (Riffaterre).

Esta noción puede ser comprendida de dos maneras diferentes.


La primera (que podría extraerse de los ejemplos de Jakobson),

128
más estrecha, limita ese acento al aspecto fónico de [a palabra. Por
eso la poesía es rica en rimas, aliteraciones, paronomasias, y,
por otra parte. utiliza el metro organizado.

la segunda interpretación es más amplia y comprende las dos ca-


ras del signo. En ese caso, proviene de la función poética todo
efecto ligado al mensaje en sí mismo, y no a la referencia. a aque-
llo de lo que se habla.

Nos parece que se pueden plantear algunas objeciones serias tan-


to a una como a otra interpretación. SI nos limitamos a la primera,
estaremos obligados, por una parte, a reconocer que los escrito-
res no se sirven de la función poética en sus escritos en prosa; y
Que. por otra parte, esta función no reúne más Que una pequeña
porclon de los procedimientos poátlcos (especialmente en algunas
épocas). SI se acepta la segunda. no hay más límites posibles:
todo efecto en el significado de un mensaje es debido a su forma
lingüística particular; de cualquier manera, solo podemos acceder
a la realidad descripta a través de esta descripción lingüística.

Sin pretender buscar una explicación única para todos los proce-
dimientos poéticos, nos parece que se puede encontrar una ley
general que explicaría la relación entre lengua poética y lengua
común y en la cual se podrían inscribirlas justas observaciones
de Jakobson.

27. Buscaremos ahora el común denominador de todas las ano-


malías, de todos los procedimientos poéticos de los que hemos
hablado. Este común denominador -lo hemos nombrado numero-
sas veces- es la violación del lenguaje.

Hemos observado que las anomalías combinatorias consisten en


la transgresión de una regla semántica bien definida. Compren-
demos ahora el papel de las frases que se mantienen "Incompren-
sibles": ellas designan ante todo esta función de transgresión, y,
por ello mismo, su propio carácter poético.

De la misma manera, las anomaHas lógicas no obedecen a la ló-


gica implíeita en el discurso y producen una confusión en el lec-
tor. Las anomalías referenciales quedan Incomprendidas a causa
del carácter Inhabitual del enunciado que las contiene.

Puede verse aun mejor la función que, en esta perspectiva. tienen


los juegos de palabras: la aproximación de dos palabras diferentes
en cuanto a su sentido pero semejantes fonéticamente es tam-
bién un medIo de producir confusión y de dificultar la compren-

129
sión. ~se es también el objetivo de los procedimientos estilísticos
del tipo de la excesiva brevedad en la descripción o de la falta
de relación entre las frases vecinas.

Ahora nuestra conclusión se puede formular de la siguiente ma-


nera: el lenguaje comunicativo trata de ser claro, de asegurar
una comunicación infalible, de evitar las confusiones. Una de las
funciones de la lengua poética es Ir en contra de estas leyes, de
transgredirlas. Es la retórica la que ofrece el inventario más
completo de las anomalías lingüísticas; se comprende ahora por
qué hemos relacionado tan a menudo tal tipo de anomalía con tal
figura retórica. Se podría Inclusive intentar una reclasificación
de las figuras retóricas según el tipo de reglas infringidas. Habría
infracciones a los principios del lenguaje, a las reglas de la gra-
mática, a las reglas semánticas, alas leyes del enunciado, etcétera.

Nos podemos preguntar entonces por qué se oyen tan a menudo


consejos del tipo de: "Si quiere leer buen francés (o buen espa-
ñol, etc.l, lea a los grandes escritores". En lugar de escribir una
lengua normativa, fácil de comprender, los poetas crean constan-
temente anomalías, escriben contra las leyes del "buen uso". La
explicación del consejo reside, evidentemente, en otra cosa: por
"grandes escritores", se entiende, en general, a los clásicos. Y la
influencia de la literatura sobre la evolución de una lengua es tal
que las anomalías de Vlctor Hugo o de Baudelalre son sentidas hoy
como ejemplos de estilo correcto y aun elegante.

28. Queda una cuestión que debe ser planteada: ¿por qué los poe-
tas violan las leyes del lenguaje? Podemos formular esta misma
cuestión de una manera diferente: ¿si existe una transgresión,
cuál es la prohibición que se transgrede?

Nuestra respuesta no será en absoluto exhaustiva. Tampoco ten-


drá nada en común con el razonamiento científico.

Si se ha experimentado la necesidad de transgredir las leyes del


lenguaje es que se lo ha sentido como un Impedimento. Dado que
el lenguaje es el único intermediario entre el hombre y el mundo, el
mundo está disimulado y enmascarado tras él; y él es el que lm-
pide el acceso al mundo. Así, la fuerza que ha empujado al hom-
bre a superar el lenguaje en la poesía proviene de la misma fuente
que el deseo, presente hoy como antes en la meditación filosófica,
de interrogarse sobre la posibilidad de traducir fielmente el ob-
jeto del pensamiento por medio del lenguaje. En la actitud de los
poetas se percibe una reacción intuitiva frente a la profunda lrn-
potencia del lenguaje que nos condena a seguir siendo sus prl-

130
sioneros para siempre. Sin embargo, la transgresión poética, co-
mo cualquier otra transgresión, no nos lleva a un estado en que
el impedimento desaparece; es una transgresión malograda, pero
que tiene el mérito de crear el objeto de la contemplación esté-
ttca."

19 Esta respuesta me ha sido sugerida en parte por mi amigo O. lnanc. Para


la elección de los textos surrealistas he seguido los consejos de Georges
Sebbag. He aquí las referencias: A. Artaud, Van Gogh. le suicidé de la société,
K éditeur, 1947 (a); A. Artaud, Pour en finlr avec le jugement de Dieu, K édi-
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Ph. Soupault, Les Champs magnétlques, Au Sans Parell, 1920; A. Breton y P.
Eluard. t'tmmecotée Conceptlon, ~dltlons Surréallstes, 1930. Los ejemplos de
Michaux han sido extraídos del libro "Voyage en Grande Garabagne" (AlIIeurs,
Galllmard, 1948) y yo los tomo, del mismo modo que su análisis, de la tesis
de lingüística de la señorita Delphine Perret. Quiero manifestar aquí mi agra-
decimiento a todos ellos.

131
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La primera parte del libro presenta una exposición teórica. la segunda es una
ilustración de la primera (con el ejemplo del vocabulario de Platón). Una visión
de conjunto critica sobre la teoría semántica, en la perspectiva de la Un-
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sagrada a los métodos de análisis semántico en la traducción automática.
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de 58) presentadas a una conferencia sobre el estudio formal del sentido. El
libro ofrece una buena visión de conjunto de los estudios semánticos actual-
mente en curso en la URSS.
Relchenbach, H. (1948), E/ements of Symbol1c Log/c, New York. Relchenbach es,
entre los lógicos, el que se ha Interesado más de cerca en 10B problemas 1In-
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turnys I ststlstlchesktx metodov Iss/edoV8n//a slovarnogo sostava jazyka (Resú-
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Ziff', P. (1960), Semantlc An8/ysis, Cornell Univ. Press, lthaca, New York.

137
Indice

Advertencia del traductor 7

T. Todorov
Investigaciones semánticas 9
1. Teorías generales 9
11. Análisis distribucional y análisis sémico 15
111. Análisis combinatorio 28

J. Apresjan
Análisis distribucional de los significados y campos semán-
ticos estructurados 49
l. La cuestión del carácter semántico del léxico y la teoría
de los campos semánticos 49
11. Análisis distribucional de los significados lexicales 53
111. Campos semánticos estructurados 64
IV. Conclusión 78

F. G. Lounsbury
Análisis estructural de los términos de parentesco 81
1. Nociones preliminares B2
11. Datos sobre el parentesco entre los Seneea 84
111. Análisis 86
IV. Conclusión 97

T. Todorov
Las anomalías semánticas 105

Documentación y bibliografía crítica 133


Durante un largo periodo, la semántica fue la pariente
pobre de las ciencias lingüisticas. A pesar del gran
numero de teorras generales y de estudios concretos que
se encuadran en su marco, se puede decir Que hasta
hace muy poco la semántica no existla como ciencia.

Pero en la década de 1960 se realizaron varias


investigaciones en Francia, Estados Unidos.
Gran Bretaña y la Unión Soviética. Algunos de los textos
resultantes se incluyen en este volumen: otros son
objeto de análisis y discusión. El volumen comprende
también una biblíografla critica sobre el tema.

Semiótica. y epistemología

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