Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Diccionario de la tolerancia
Colección vitral
Traducción
Héctor Arruabarrena
CC: 20565
ISBN: 958-04-6199-6
I . “Lo que hace similar tanto a un ser humano como a otro es el he-
cho de que cada uno lleva en sí la figura del otro”, escribe el filósofo
francés contemporáneo Jean-François Lyotard (“I diritti dell’altro”, en I
diritti umani, Milán, Garzanti, 1994), interrogado sobre la cuestión de
los derechos del ser humano. Le hace eco el poeta de origen argelino
Edmond Jabes: “como para el dátil, de las raíces a la palma, el otro es
parte mía” (Uno straniero, Milán, SE, 1991).
Por lo tanto, no puedo decir “yo” sin contemplar a su vez un “tú”, un
“otro” en el que me reconozco.
Pero si esta “alteridad” nos pertenece y dialoga desde el nacimiento
con cada uno de nosotros, ¿por qué es tan difícil comprenderla en la
realidad cotidiana (de hoy y el pasado)? ¿Por qué la guerra, la violencia,
el racismo, el prejuicio?
Sabemos cuántas son las formas y las modalidades de rechazo y ex-
clusión de los “otros”, extraños a “nuestro grupo”, e incluso estamos
dispuestos a individualizar las razones, atenuar culpas y responsabilida-
des. Aspiramos a un “mundo mejor”, pero todavía queda una pregunta
abierta: ¿será posible, alguna vez, comprender verdaderamente a los
otros?
Sin duda, conocimiento y comprensión deben estar en la base de una
convivencia civil entre personas que, habitando en un mismo lugar,
provienen de culturas, tradiciones y etnias distintas. Todavía “el elogio
de la tolerancia” y el recíproco respeto de las diferencias, el estímulo al
diálogo, que parecen prevalecer en la mayoría de las poblaciones, no
corresponde con las prácticas sociales que atraviesan una Europa en el
centro de movimientos migratorios y conflictos entre grupos étnicos.
Simultáneamente, con el afirmarse, en la época moderna, de una socie-
dad integrada en una suerte de “aldea global” —somos, seremos cada
vez más, ciudadanos del mundo—, el enfrentamiento y el entrecruzarse
de civilizaciones y tradiciones, distintas por valores, leyes y expresiones
de vida, se convierten, de hecho, en algo más complejo.
El “relativismo cultural” que ha garantizado en muchos aspectos el
diálogo a distancia entre culturas diferentes (por lo cual, por ejemplo, un
cristiano, aun considerando fuera de la ley la poligamia, sabía respetar la
norma musulmana que la consiente), parece no bastar para favorecer la
integración de personas que son llamadas a construir un futuro común
pero sin un origen común (los musulmanes que vienen a vivir a Italia,
en efecto, no pueden practicar la poligamia). Quien convive con “noso-
tros” debe aceptar “nuestras” reglas. Prosiguiendo con el ejemplo, es
obvio constatar cómo la familia occidental es, en lo que se refiere a
leyes y principios, más respetuosa de la paridad de la dignidad de sus
miembros, en particular de la mujer y de los menores. Pero, ¿esto vale
para todas las expresiones de las culturas extrañas a la nuestra? ¿Sólo
nosotros podemos pedir que ciertas conquistas sociales sean universa-
les? ¿Estamos seguros de que nuestra cultura occidental es inmune a
errores y desviaciones? Y sobre todo, ¿cómo pueden convivir con pleno
respeto culturas distintas en la “aldea global”?
2. COMPONENTES DE LA COLONIZACIÓN
3. LA TRATA DE ESCLAVOS
En el siglo XIX se abre una nueva fase del colonialismo: si, ante-
riormente, los europeos se habían lanzado a otros territorios para contro-
lar, en forma directa, los lugares de producción de materias primas para
importar al continente europeo, hacia la mitad del siglo XIX, la volun-
tad de dominio estuvo estrechamente conectada con el gran desarrollo
capitalista de países como Inglaterra, Francia y Alemania. Se trataba,
entonces, de crear mercados donde colocar los productos europeos y
garantizar “con una presencia político y militar” la seguridad de las
inversiones financieras en las zonas de subdesarrollo.
Uno de los ejemplos más notables de este nuevo curso estuvo repre-
sentado por el intento de repartición legal de África durante la Confe-
rencia Internacional de Berlín, en 1885: en esa ocasión, en efecto, fue-
ron definidas las áreas de interés de cada Estado europeo a fin de evitar
eventuales conflictos durante el proceso de repartición del continente
africano.
En 1880, los europeos ocupaban sólo una décima parte del continen-
te africano, pero en los veinte años siguientes llegaron a apoderarse de
todo el resto. “Lo hacen pensando en tener la necesidad de proteger
ocupaciones territoriales anteriores; luego lo hacen porque está al alcan-
ce de la mano; después lo hacen para superar al vecino; se termina ha-
ciéndolo por placer, porque, en los momentos difíciles ‘siempre puede
servir', incluso, aunque sólo sea como moneda de intercambio. En todas
partes los métodos son más o menos los mismos: el bluff y los tratados
se alternan con la liquidación de cualquier resistencia y, si es necesario,
se masacra; no es posible describir en detalle esta fiebre rapaz de la que
sus grandes campeones fueron, indiscutiblemente, Gran Bretaña, Fran-
cia, el rey de Bélgica Leopoldo II y, hacia el final, la Alemania de Bis-
marck (J. Ki-Zerbo, Historia del África negra, Madrid, Alianza, 1979).
Este “talón de hierro” de los europeos ha durado hasta nuestros días.
Hasta ahora hemos hablado de África, pero Asia no permaneció in-
mune al colonialismo europeo: a fines del siglo XIX Francia completaba
la conquista de Indochina, Inglaterra poseía la India entera y Birmania;
los holandeses habían ocupado Indonesia, y China era dividida en zonas
de influencia entre las potencias europeas, antes de disgregarse definiti-
vamente con la invasión japonesa.
Incluso Italia tuvo un papel no indiferente en el proceso de coloniza-
ción: la ocupación del puerto de Massaua, en Eritrea, en 1885; el naci-
miento de la colonia eritrea y el protectorado italiano en Somalia en
1890; la guerra con Etiopía (o Abisinia) en 1896; hasta llegar a la colo-
nización de Libia en 1911-1912, la conquista de Etiopía en 1935-36 y la
constitución del África Oriental italiana, durante el veinteño fascista.
LA COLONIZACIÓN OCCIDENTAL
EN LOS PAÍSES DEL TERCER MUNDO
Países colonizados Países colonizadores Periodo de Colonización
África
Angola Portugal 1575-1974
Camerún Francia 1884-1960
Costa de Marfil Francia 1889-1960
Etiopía Italia 1936-1960
Ghana Inglaterra 1874-1957
Kenia Inglaterra 1894-1963
Madagascar Francia 1885-1960
Mozambique Portugal 1510-1975
Nigeria Inglaterra 1884-1960
Senegal Francia 1850-1960
Sudán Inglaterra 1899-1956
Uganda Inglaterra 1894-1962
Zaire Bélgica 1885-1960
América
Argentina España 1536-1816
Bolivia España 1532-1825
Brasil Portugal 1516-1821
Chile España 1540-1810
Colombia España 1510-1810
Cuba España 1515-1898
Ecuador España 1534-1809
Guatemala España 1524-1821
Haiti Francia 1498-1804
México España 1522-1820
Perú España 1536-1821
República Domini-
cana España 1506-1824
Uruguay España 1680-1811
Venezuela España 1527-1811
Asia
Birmania Inglaterra 1852-1948
Camboya Francia 1863-1949
Ceylán Inglaterra 1815-1948
China Europa 1858-1911
Corea (Norte y Sur) Japón 1907-1948
Filipinas España 1564-1954
India
Pakistán Inglaterra 1757-1947
Indonesia Países Bajos 1755-1949
Vietnam Francia 1883-1954
Medio Oriente y Magreb
Argelia Francia 1830-1962
Egipto Inglaterra 1882-1951
Irak Inglaterra 1920-1930
Líbano Francia 1920-1943
Libia Italia 1911-1945
Marruecos Francia 1912-1956
Siria Francia 1920-1943
Túnez Francia 1881-1956
R Bairoch,”Colonie”, en Enciclopedia Einaudi, vol. 3.Turín. Einaudi, 1978.
BASIL DAVIDSON
“Madre negra”
BASIL DAVIDSON (1914) SE OCUPA DESDE HACE MUCHOS
AÑOS DE CUESTIONES AFRICANAS Y HA EFECTUADO IM-
PORTANTES ESTUDIOS SOBRE LAS CIVILIZACIONES DEL
CONTINENTE NEGRO, EN SUS RELACIONES CON EUROPA Y
OCCIDENTE. HA DADO UNA PRECIOSA CONTRIBUCIÓN A LA
COMPRENSIÓN DE ÁFRICA. ENTRE SUS OBRAS: HISTORIA DE
ÁFRICA (BARCELONA, EDICIONES FOLIO, 1992).
Han pasado casi quinientos años desde que Europa y África (el Áfri-
ca continental, la tierra de los negros), comenzaron a conocerse y a ce-
rrar las primeras relaciones comerciales.
Después de este descubrimiento recíproco, africanos y europeos co-
nocieron cuatro siglos en los que se alternaron amistad y hostilidad, bien
y mal, ganancias y pérdidas; y durante todos estos años, la suerte de
África y Europa estuvo íntima e inextricablemente unida. Comenzó
luego la conquista europea; hoy, en fin, se ha llegado al término del
sistema colonial y al nacimiento del África independiente. Así, se cierra
el ciclo: renacen ahora y toman nuevas formas aquellas relaciones basa-
das sobre la igualdad y el respeto de la propia dignidad que eran una
experiencia normal en aquellos primeros años.
Pero, ¿por qué la historia tuvo este curso? ¿Por qué la conquista eu-
ropea llegó tan tarde y luego de tanto tiempo y a menudo después de
una larga experiencia común, gran parte de África cae en una imprevista
y absoluta sujeción a Europa? Sabemos que los españoles ocuparon
América Central, que los portugueses se apoderaron de Brasil, que los
franceses y británicos penetraron en la franja costera de América septen-
trional, y que todos izaron sus banderas victoriosas en los países de
Oriente. Pero África permaneció inviolada hasta el siglo XIX. Luego,
casi de un momento a otro, vastas regiones africanas se convirtieron en
colonias europeas.
Se podría hacer la pregunta de otro modo. ¿Por qué Europa se exten-
dió así extraordinariamente y creció en potencia y en riqueza, y África
no hizo lo mismo? ¿Por qué los primeros condottieri europeos trataron a
los africanos con el respeto que se debe a sus congéneres, mientras que
en una época posterior, arrinconando el pasado u olvidándolo, se llegó a
considerar a los africanos como seres inferiores por naturaleza?
{...] Muchos autores han estudiado el lado europeo y americano de la
experiencia esclavista, pero poco o nada ha sido escrito sobre las conse-
cuencias que el comercio de los esclavos tuvo en la propia África. Asi-
mismo, el esclavismo hizo naufragar rápidamente todas las relaciones
de alianza y amistad, y tuvo efectos profundos, hasta decisivos, sobre el
destino de muchas comunidades africanas. No se puede entender nada
de su historia en estos siglos si no se tienen en cuenta, desapasionada-
mente, los profundos efectos que ha tenido el esclavismo.
[...] Durante largos años, la “Madre Negra”, África, debía poblar
América con sus hijos e hijas.
Para encuadrar el ambiente y recrear el espíritu particular, así fuerte
y obstinadamente confiado pese al sufrimiento y la muerte, comenzaron
a percibirse algunos contrastes.
Había miseria, una miseria extrema. Era tan frecuente la muerte, en
América, que la población entera de esclavos debía ser renovada cada
año. Los documentos son bastante elocuentes.
En 1829, un inglés de nombre Walsh viajó a Brasil en una embarca-
ción británica, la North Star. En un punto del Atlántico sur siguieron y
detuvieron a una nave negrera. Walsh subió a bordo y luego describe lo
que ha visto: los horrores del Middle Passage (el viaje de un esclavo
desde África hasta América). El cargamento de la nave negrera estaba
compuesto por quinientos individuos, mujeres y hombres (la tripulación
había arrojado al mar a cincuenta y cinco personas en los diecisiete días
de viaje), y estos esclavos “...estaban todos encerrados bajo llave y en-
grillados. El espacio era tan limitado que uno se sentaba entre las pier-
nas del otro, y estaban tan hacinados que, tanto de día como de noche,
no tenían ninguna posibilidad de extenderse ni de cambiar de posición.
Puesto que pertenecían a dueños distintos y eran transportados por cuen-
ta de ellos, estaban todos marcados como ovejas, con distintas marcas
de acuerdo a su patrón. Estas estaban impresas en el pecho o en los bra-
zos y, cómo me informó el oficial de segunda con perfecta indiferencia,
la marca se imprimía con un hierro caliente...”. Walsh estaba escandali-
zado, pero sus compañeros de viaje, “que habían pasado tanto tiempo en
las costas africanas y habían visitado tantas naves”, durante el servicio
de inspección contra la trata de esclavos, dijeron que esta nave negrera
era “una de las mejores que habían visto”. La altura de los espacios en
que estaban recluidos los esclavos era de aproximadamente un metro,
mientras que en otros barcos no superaba los cuarenta y cinco centíme-
tros; durante la travesía del Atlántico, por lo general, los esclavos eran
encadenados al cuello y a las piernas, y aquí no lo estaban.
Tales escenas eran frecuentes, se repitieron mes tras mes durante
aproximadamente trescientos años luego de que Walsh se fuera de Bra-
sil. Esta era la degradación física ligada al comercio. Había, además,
una degradación moral de los esclavos y de los esclavistas: al reducir a
los africanos a la esclavitud, los europeos ofendían, incluso, a su propia
naturaleza humana. Llegaron a creer que los africanos no habían cono-
cido nunca un orden social racional y que los esclavos africanos no me-
recían nada mejor de aquello que recibían.
GIORGIO ROCHAT
“El colonialismo olvidado”
GIORGIO ROCHAT (1936), HISTORIADOR Y DOCENTE UNI-
VERSITARIO, HA ESTUDIADO LA HISTORIA DEL EJÉRCITO
ITALIANO, ARGUMENTO SOBRE EL CUAL HA PUBLICADO
DIVERSOS ESCRITOS.
PRIMERA PREMISA
SEGUNDA PREMISA
I. LA IDEA DE CONQUISTA
2. LA CONQUISTA DE AMÉRICA
4. LA “CIVILIZACIÓN EUROPEA”
5. LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA
STEVEN RUNCIMAN
“La apelación del Papa”
STEVEN RUNCIMAN (1903) ES UN HISTORIADOR INGLÉS
EXPERTO EN HISTORIA BIZANTINA. ADEMÁS DE LA HISTO-
RIA DE LAS CRUZADAS, DEL QUE SE EXTRAE EL SIGUIENTE
TEXTO, HA ESCRITO LOS MANIQUEOS DE LA EDAD MEDIA.
CÓDICE FLORENTINO
“El cuento de los indios”
El Códice Florentino es un texto escrito en lengua
náhuatl y “recodificado” en latín gracias a la obra
de algunos religiosos franciscanos en el que aparece
la historia de la conquista de América vista por los
indios. Nos da una idea de nuestros antepasados eu-
ropeos, así como eran vistos por un pueblo que lue-
go fue esclavizado y exterminado.
6. LA COLONIZACIÓN Y LA MISIÓN
TOMÁS DE AQUINO
“¿Convencer a creer?”
TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) FUE TEÓLOGO DE LA CU-
RIA PAPAL DESDE 1259 A 1268. EN SUS OBRAS SE EMPEÑA
EN INTEGRAR FILOSOFÍA Y FE, ARISTOTELISMO Y CRIS-
TIANISMO. TODAVÍA, MIENTRAS LA FILOSOFÍA ES BÚSQUE-
DA RACIONAL SOSTENIDA POR PRINCIPIOS EVIDENTES, LA
FE PRESUPONE LA REVELACIÓN DIVINA. ENTRE SUS OBRAS
RECORDEMOS LA SUMA TEOLÓGICA Y LOS COMENTARIOS A
ARISTÓTELES.
ARTÍCULO 8
SI LOS INCRÉDULOS DEBÍAN SER OBLIGADOS A CREER
3. CARACTERÍSTICAS DE LA DICTADURA
HANNAH ARENDT
“Dictadura y consenso”
HANNAH ARENDT (1906-1975) ESTUDIÓ FILOSOFÍA EN
ALEMANIA Y FUE ALUMNA DE KARL JASPERS. CUANDO
SURGIÓ EL NAZISMO EMIGRÓ A FRANCIA Y LUEGO, EN
1941, SE TRASLADÓ A LOS ESTADOS UNIDOS. SU OBRA ES-
TÁ MUY ATENTA A LOS PROBLEMAS DEL VIVIR HUMANO EN
LA SOCIEDAD Y SENSIBLE A LA ELABORACIÓN DE IDEAS
QUE FAVORECEN LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA CONTRA
TODA FORMA DE AUTORITARISMO Y VIOLENCIA.
VLADIMIR ZAZUBRIN
“Enemigos del comunismo”
VLADIMIR ZAZUBRIN (1895-1938) ESCRIBIÓ LA PRIMERA
NOVELA CONTRA EL DOMINIO DE LA DICTADURA COMU-
NISTA SOVIÉTICA: LA SCHEGGIA (LA ASTILLA), UNO DE LOS
MÁS TREMENDOS ACTOS DE ACUSACIÓN CONTRA LA “DIC-
TADURA DEL PROLETARIADO”.
V. Zazubrin, La scheggia,
Milán, Adelphi, 1990.
JUDAÍSMO
I. ¿QUIÉN ES EL JUDÍO?
“El racismo actual que se desarrolla a nivel político sobre todo des-
pués de la Primera Guerra Mundial, tiene sus orígenes lejanos y es el
resultado del encuentro y la fusión de pensamientos distintos, alejados
entre ellos: el estudio científico de las razas, el nacionalismo, una acti-
tud mística e irracional en política” (Diccionario de política, dirigido
por N. Bobbio, N. Matteucci, G. Pasquino).
El estudio de las razas (en la actualidad destituido de todo fundamen-
to científico), comienza durante el Iluminismo, pero el análisis de los
caracteres somáticos, en particular los del rostro para deducir las carac-
terísticas psíquicas de una persona, se remontan a la antigüedad. El paso
siguiente cumplido en el siglo XVIII, es la determinación de las caracte-
rísticas psicológicas (que resultarán totalmente infundadas), ligadas a la
raza: el negro es considerado cercano al reino animal porque es perezo-
so, indolente, sensual, fantasioso, no racional; el amarillo tendría poca
imaginación, sería materialista y capaz de realizarse solamente en los
negocios; el blanco, es decir el hombre de raza aria, tendría cualidades
que son superiores a la sensualidad de los negros y al materialismo de
los amarillos. Estas concepciones se desarrollan en el siglo XIX, con la
teoría de la herencia de los caracteres raciales y a través de una interpre-
tación libre del pensamiento de Charles Darwin (1809-1882): la selec-
ción natural que consiente la supervivencia de quien se adapta al am-
biente se transforma en el derecho a la supervivencia de la raza de hom-
bres que pertenecen a aquella que formula las teorías y que es conside-
rada superior a las otras. La mezcla entre las razas se convierte así en
una verdadera y propia obsesión.
El nacionalismo, por el cual la patria es considerada superior a las
otras, y el impulso a la conquista de colonias, da luego nuevo vigor a las
teorías racistas; la idea de nación se separa de la de pueblo y se arraiga
en los conceptos de raza y sangre: los dos elementos que parecen consti-
tuir una identidad nacional “pura”.
Llegamos de tal modo a la tercera corriente de pensamiento: la acti-
tud mística e irracional en política, reflejo directo de la acusación que se
hizo en algún momento al positivismo, de sofocar la libre creación indi-
vidual. En contra de una concepción determinista objetiva y racional de
los procesos históricos y sociales prevalece, desde comienzos del siglo
XX, la idea de la supremacía del individuo que dará vida al concepto de
primado de un pueblo, de una raza, de una estirpe a partir de una heren-
cia biológica.
Si el racismo desde sus inicios fue causa de marginación y persecu-
ciones que hicieron a las poblaciones de color víctimas de la “raza”
blanca, es con el nazismo que se apunta al exterminio de las razas con-
sideradas inferiores y en particular, de los judíos. Adolf Hitler, en su
libro Mein Kampf (Mi lucha, 1925), individualiza la presencia de los
judíos en los dos enemigos del pueblo alemán: la socialdemocracia y el
gran capital financiero; por otra parte considera que sólo la raza aria es
la verdadera depositaría del desarrollo de la civilización y de tal modo,
como autentica raza alemana, es también el “pueblo de los patrones”
que debe conquistar y someter a todas las razas inferiores comenzando
por los judíos. Así, el racismo de la tradición se convierte en algo fuer-
temente antisemita (antijudío), pero todavía más: racismo de estado que
encuentra su fundamento, por primera vez, no sólo en las ideas, sino en
las leyes.
Si entonces, también desde la facción judía, la afirmación de una
identidad que evidencia la diversidad (ortodoxia religiosa), ha produci-
do y produce formas de exclusión, luego del desarrollo de las teorías
raciales iluministas y luego del racismo antisemita (que ha llevado a la
destrucción de cerca de seis millones de judíos en las cámaras de gas
por parte del régimen nazi), la balanza de nuestro juicio pende por una
condena, sin posibilidad de absolución del antisemitismo del Estado
nazi, invitándonos a reconocer, en las expresiones ortodoxas formas de
exclusión típicas de todas las comunidades religiosas integralistas (que
ven la verdad sólo dentro de su grupo restringido y de su fe), condena-
bles cuando llegan a agredir a los infieles.
3. EL ANTISEMITISMO EN LA HISTORIA
Pero, la aversión contra los judíos no nace con el nazismo y las teo-
rías de Adolf Hitler sobre la pureza de la raza aria alemana, amenazada
por un presunto complot judío internacional. Se encuentran trazas de
antisemitismo desde los tiempos de la antigua Roma aunque no se trate
de un odio hacia los judíos, sino de una mezcla de incomprensión por la
esencia de su religión, curiosidad por sus ritos y por el separatismo de
su modalidad de vida. Por ejemplo, Apión de Alejandría, contemporá-
neo a Cristo, en su obra Contra el judío, sostiene que los judíos “adoran
una cabeza de asno, se dedican al homicidio ritual y constituyen un pe-
ligro”. No obstante los antiguos romanos eran muy tolerantes con la
religión de los otros, siempre que no amenazase la autoridad del Estado,
como, en vez, sucedió con los cristianos que por este motivo fueron
torturados y perseguidos.
Cuando en el siglo IV después de Cristo, el cristianismo se convierte
en religión de estado, se abre el camino hacia la intolerancia y, sucesi-
vamente, el odio contra los judíos. En esta fase, aun considerando a los
judíos como testimonio vivientes de las Sagradas Escrituras, la Iglesia
les atribuye la culpa por haber provocado la muerte de Cristo. De este
modo, para la Iglesia, los judíos se convierten en un “pueblo deicida”.
No sólo los padres de la Iglesia, como San Juan Crisóstomo o San
Agustín, sostienen este antisemitismo “religioso”, sino que en la liturgia
del Viernes Santo, a partir del siglo vi después de Cristo, es introducida
una oración con el título Pro perfidis judaeis para recitar con la supre-
sión de la genuflexión, obligatoria en otras oraciones (sólo en 1951 el
Papa Juan XXIII corregirá esta oración). Desde la culpa por la muerte
de Cristo es endosado a los judíos todo tipo de horrores hasta que todo
el mal del mundo será proyectado sobre ellos; los judíos se convierten
así en un chivo expiatorio exactamente como en otras épocas lo eran los
herejes o las brujas.
En el curso de los siglos, los judíos fueron acusados a menudo de
profanaciones religiosas (como la que se basaba en la convicción de que
habían robado las hostias compradas para hervirlas y clavarlas con agu-
jas; sucedió en Berlitz, en los alrededores de Berlín, en 1243 donde se
condenó a muchos judíos). En Alemania, Francia, Bélgica, España,
Austria, Polonia tales acusaciones llevaron a trágicas consecuencias
como torturas, expulsiones, confiscación de bienes, sin olvidar los tri-
bunales de la Inquisición española o las expulsiones de España en 1492
o de Rusia. En Rusia, en 1903, y luego en París, en 1905, aparece un
panfleto con el titulo Protocolo de los sabios de Sion, falso, reconocido
de un diálogo satírico del siglo xix que ilustraba un plan judío para el
dominio mundial con dinero y violencia. Por efecto de este antisemitis-
mo religioso, los judíos fueron también culpados de haber provocado
terremotos (en el 1020 en Roma, en 1279 en Ancona, en 1570 en Ferra-
ra), o envenenamientos colectivos del agua (como en Benevento en
1630).
La inferioridad moral con la que se acusaba a los judíos se convierte
entonces en inferioridad jurídica: el IV Concilio Lateranense (1215) les
impone llevar un signo distintivo (en general un circulo de paño amari-
llo cosido sobre las vestimentas, como antecedente de la estrella amari-
lla impuesta por los nazis a todos los judíos de Europa). Pero también se
ponen en práctica limitaciones a sus actividades económicas: desde la
prohibición de adquirir bienes inmuebles hasta la exclusión de las profe-
siones liberales a excepción de la medicina. Por otra parte, la severa
prohibición impuesta á todos los cristianos de dar préstamos con interés
(el precepto evangélico decía: gratis date, Mateo 10.8), estimula a los
judíos, excluidos de todos modos —según los Padres de la Iglesia—, de
la salvación eterna porque fueron asesinos de Cristo, a ser siempre más
activos en dar pequeños préstamos: una actividad comercial que los
expone a menudo al odio del populacho, incapaz de ver las verdaderas
causas de sus miserias.
A partir del Medioevo, la polémica contra los judíos se agravó de tal
modo que provocó expresiones de furor popular, difundidas con impre-
sionante frecuencia en toda Europa. Por ejemplo, durante la Primera
Cruzada (1096), los soldados que se preparaban para combatir a los
infieles en Oriente, consideraban que su deber era exterminar primero a
los infieles que se encontraban sobre suelo europeo, por lo que saquea-
ron muchas comunidades judías de Worms, Maguncia, Colonia, Praga,
etc. Asimismo, en 1348, los judíos fueron exterminados por miles por-
que se los consideraba responsables de la epidemia de peste. Mientras
que en Italia sucedió sólo un caso de violencia (en Parma en 1348), en
Alemania fueron más de dos mil los judíos declarados culpables de la
epidemia, segregados en sus cementerios y quemados, mientras la po-
blación se repartía sus bienes (14 de febrero de 1349).
La emancipación de los judíos de esta forma de antisemitismo reli-
gioso fue lenta, y por cierto favorecida por las ideas de igualdad nacidas
con el Iluminismo y con la Revolución Francesa; todavía, en 1938 el
Papa Pío XI escribía: “A través de Cristo y en Cristo nosotros somos la
descendencia espiritual de Adán. El antisemitismo es inadmisible. Espi-
ritualmente somos todos semitas”.
PRIMO LEVI
“Hebraicidad”
PRIMO LEVI (1919-1987) SE INTRODUCE EN LA LITERATU-
RA LUEGO DEL RETORNO DEL CAMPO DE EXTERMINIO DE
AUSCHWITZ CON SI ESTO ES UN HOMBRE, EL CUENTO DEL
SUPERVIVIENTE MÁS CONOCIDO EN EL MUNDO.
Ya desde estudiante, aquel Hitler que a los seis años había comenza-
do a formar parte del coro y a colaborar en la misa se había embriagado
“con la solemnidad de las fiestas de la Iglesia extraordinariamente es-
pléndidas”; debe haberse convertido en irreligioso a causa de un maes-
tro de religión grosero y autoritario. Sobre ese escolar tuvieron influjo
sobre todo algunas expresiones anti judías del Evangelio de Juan (“hijos
de la luz” = cristianos, “hijos de las tinieblas” = judíos) y también luego
el odio de Hitler hacia los judíos no es pensable sin el clima antisemita
de Austria y Viena, de su Iglesia y su partido socialcristiano. Como es
notorio, desde el Iluminismo, la Iglesia católica austríaca había fomen-
tado el tradicional antisemitismo de la población, es más, hasta lo había
usado como instrumento político, y precisamente tanto contra la monar-
quía como contra la democracia: en primera instancia contra el empera-
dor iluminado José II (hijo de Francisco I y María Teresa), por el cual la
población judía profesaba una gran devoción a causa de su tolerancia;
luego contra el emperador Francisco José I (emperador de Austria y rey
de Hungría), por sus relaciones personales con los judíos y, en fin, con-
tra los burgueses liberales, que en cuanto “infectos de judaísmo” eran
considerados responsables de la caída de la monarquía del Danubio. No
es casual, entonces, que luego de 1918 Karl Lueger, el popularísimo
intendente antisemita de Viena, fundador y jefe del partido socialcris-
tiano, se convirtiera en el primer modelo de Hitler: el primer gran jefe
carismático de las masas.
[...] ¿Qué había sucedido entonces? Viena, un lugar de concentración
de innumerables pueblos y elementos nacionales, hacia el fin del siglo
XIX, se encontraba en una situación de miseria cada vez más grave.
Habían renacido antiguos prejuicios: los judíos que en la ciudad impe-
rial, bien dispuesta respecto de ellos, habían aumentado de 6.200 en
1857 a 200.000 en 1923, habían conquistado una posición cada vez más
relevante tanto en las finanzas, como en el comercio como también en la
medicina y en la justicia, y, en fin, en la prensa y en la Universidad.
Luego de la derrota de Austria en Königgratz en 1866, y con mayor
razón luego de la caída de la bolsa en 1873, los judíos habían vuelto a
ser considerados el chivo expiatorio de la empeorada situación econó-
mica de las masas. Todos los inmensos problemas de la organización
moderna, de la industrialización y el incipiente capitalismo eran adjudi-
cados “a los judíos”. “Los judíos”, se decía, estaban detrás de todo: de-
trás del Iluminismo, del liberalismo y el libertinaje, pero también detrás
del socialismo y el marxismo. Era cómodo, para las iglesias y los parti-
dos burgueses pero también para sectores de la social democracia, en-
contrar un adversario común en la lucha para conquistar el favor de las
masas. “Los judíos” eran considerados como responsables no solamente
de la crisis económica, sino también como conspiradores contra la Igle-
sia, el clero y el orden religioso. ¿Y el católico Adolf Hitler? Él respira-
ba a pleno pulmón ese aire antisemita de Viena y Austria de su juven-
tud.
Pero, asimismo, se debe decir claramente que el antisemitismo per-
sonal de Hitler era esencialmente distinto al antijudaísmo religioso de la
Iglesia, que no condujo nunca a la eliminación física sino a la delimita-
ción y la conversión. Ello era, esencialmente, también algo más que el
antisemitismo de los deudores contra los judíos que prestaban dinero y
no, por ejemplo, contra los médicos judíos. No, el antisemitismo de
Hitler era biológico-racista, y por lo tanto total contra “el judío”, tout
court. Un influjo fundamental sobre el joven Hitler lo habían tenido los
confusos cuadernos de un ex monje, un cierto Georg Lanz de Lieben-
fels; pero también lo influyó un amigo (el “amigo Bernhard”), aquel ex
religioso católico Bernhard Stempfle que había contribuido a la redac-
ción de Mi lucha y que estuvo al lado de Hitler en Munich hasta que
luego, por un error de las S.S., fue asesinado durante el putsch de Rohm
(un intento de golpe por parte del jefe de las S.A. —Escuadrones de
Asalto—, que fracasó y el mismo Rohm terminó asesinado), en 1934
(Hitler se indignó: “¡estos cerdos mataron también a mi buen padre
Stempfle!”).
Ciertamente, habiéndose convertido en jefe del partido, Hitler des-
preciaba a los obispos alemanes por cobardes aunque, como hombre de
poder, podía admirar la organización, la estabilidad dogmática, la litur-
gia de la bimilenaria Iglesia romana y en particular la disciplina de los
jesuitas. Y no obstante haber pagado regularmente hasta su fin los im-
puestos eclesiásticos a la Iglesia católica, pensaba vengarse después de
la guerra de los numerosos párrocos y capellanes católicos silenciosos y
reticentes. Pero lo que Hitler odiaba más que otra cosa en el mundo eran
los judíos.
Seis millones de hombres murieron sólo porque eran judíos, y a ellos
se agregan también quinientos mil detenidos no judíos. La palabra “Ho-
locausto” (introducida por el escritor judeo-americano y sobreviviente
de Auschwitz, Elie Wiesel), denota de todas maneras originalmente, en
la acepción religiosa, un “sacrificio total”. Pero los judíos no querían ser
“víctimas”, querían vivir. Y sus opresores no querían cumplir, precisa-
mente, un “sacrificio”, sino exterminarlos totalmente. Este es el motivo
por el cual hoy muchos judíos prefieren la palabra shoah procedente de
Isaías 47,11 que indicaba una “desventura”, una “catástrofe”.
[...]
Pero no se ha dado hasta ahora una respuesta a la culpa respecto del
Holocausto, concentrándola sobre el “Führer”. Muchos —y en verdad
no solamente los diez millones de inscriptos al partido-, luego de la
guerra se refugiaron en la falsedad. Ciertamente, la campaña aliada del
juicio a los nazis extendida a toda la población inducía también a creer
que quien se había inscripto en los cuestionarios consideraba la cuestión
liquidada. Es así que de principales responsables se convertían en in-
criminados, de incriminados en acompañantes, de acompañantes en
absueltos. Luego, se debían preocupar por la comida y las viviendas, la
reconstrucción de la ciudad destruida, la reorganización de la vida eco-
nómica y la edificación de un estado democrático. Lo que sucedió, ¡¿su-
cedió?!
No es de admirarse que los interrogantes sobre la responsabilidad,
largamente reprimidos, reaparezcan varios años después.
[…]
Imaginemos sobre todo: ¿qué habría sucedido si el episcopado ale-
mán —en vez de capitular, con gran escándalo por parte de muchos
católicos, de frente al nacionalsocialismo, luego de la declaración de
Hitler del 29 de marzo de 1933—, hubiera dado la alarma respecto del
programa abiertamente antisemita de los nazis y protestado públicamen-
te frente a los actos intimidatorios y violentos cometidos contra quien
pensaba libremente?
Imaginemos en segundo lugar: ¿qué habría sucedido si el Vaticano
—en vez de acreditar a Hitler ya desde el 29 de junio de 1933 con un
concordato—, hubiera dado la alarma en Alemania y al mundo respecto
de un hombre cuya desastrosas intenciones habían sido anunciadas de
manera inequívoca en Mi lucha y en el programa de 24 puntos de su
partido, y que ya desde el comienzo de 1933 había promovido el boicot
a los negocios, los médicos y los abogados judíos y otras medidas dis-
criminatorias respecto de los ciudadanos hebreos?
Imaginemos en tercer lugar: ¿qué habría sucedido —así se interroga-
ba luego de la guerra el pastor Martín Niemoller, uno de los pocos ecle-
siásticos opositores—, si los catorce mil párrocos de Alemania —en vez
de callar e incluso acompañar—, hubieran osado hacer frente desde el
comienzo al régimen nazi y hubieran exhortado a la resistencia política?
I. ISLAM Y EUROPA
Judaísmo, cristianismo e islam son las tres “religiones del Libro”, así
llamadas porque su texto fundador es la Biblia. Judíos, cristianos y mu-
sulmanes reconocen un solo y único Dios, pero a partir de este origen
común desarrollan doctrinas, creencias, rituales muy diferentes y asi-
mismo conflictivos.
El islam nace en el siglo vil después de Cristo, en la península árabe,
donde la población seguía prevalen temen te una religión pagana y esta-
ba organizada en confederaciones de tribus. Su fundador es Mahoma,
que declarándose profeta, luego de Zacarías y Jesús, se dirige a los ára-
bes para dar forma definitiva al mensaje divino. La vida de Mahoma se
encuentra en el origen de la religión islámica y es la principal referencia
de todos los musulmanes. El calendario islámico comienza en el año
622 después de Cristo, año de la fuga de Mahoma de la Meca a Medina
y la fundación de la comunidad musulmana. Luego de la muerte de
Mahoma comienza la expansión de los árabes musulmanes que conti-
nuará durante los siglos siguientes con la conquista, primero, de territo-
rios cercanos como Siria, Egipto, África del Norte, los actuales Irán e
Irak para luego llegar a Europa: desde el siglo VIII al XI los musulma-
nes gobernaron en España y en Sicilia. Las conquistas fueron seguidas
por conversiones en masa a la religión islámica, no impuestas, pero
estimuladas también por los menores tributos requeridos a los musul-
manes respecto a los otros infieles.
El texto sagrado más importante es el Corán, documento de gran ri-
queza, estilo y contenido, en el que Mahoma condensa la propia con-
cepción de la religión y la vida de los musulmanes. A ello se agregan
los hadith, que son los cuentos de las afirmaciones y los comportamien-
tos del profeta, cuyas prescripciones confluyen en la Sunna, el conjunto
del derecho consuetudinario islámico. Sobre esta base se superponen las
reelaboraciones de las distintas escuelas de pensamiento teológico, jurí-
dico, de las que al menos cuatro son consideradas oficiales: Maliquita,
Hambalita, Hanafita, Shafiita.
MAYY MUZAFFAR
“Páginas privadas”
ESCRITORA IRAQUÍ, MAYY MUZAFFAR NACIÓ EN BAGDAD
EN 1948.
GIORGIO VERCELLIN
“Derecho islámico y otros sistemas jurídicos”
ENSEÑA LENGUAS Y LETRAS ORIENTALES EN LA UNIVER-
SIDAD DE CA'FOSCARI DE VENECIA. SE HA OCUPADO DEL
ALTIPLANO IRANÍ (IRÁN E AFGANISTÁN, ROMA, 1989) Y DE
LAS RELACIONES ENTRE OCCIDENTE Y LEVANTE (IL “CA-
NONE” DE AVICENNA FRA .EUROPA E ORIENTE, TURÍN,
1991)
4. EL DERECHO DE FAMILIA
7. MATRIMONIOS MIXTOS
THEODOR FONTANE
“Un matrimonio por deber”
THEODOR FONTANE (1891-1898), ESCRITOR ALEMÁN.
MUCHOS DE SUS LIBROS TIENEN COMO FONDO LA SOCIE-
DAD DE SU TIEMPO, QUE ÉL DESCRIBE DESTACADAMENTE.
ES AUTOR DE EFFI BRIEST.
RACHID MIMOUNI
“Mujer y sociedad en Argelia”
RACHID MIMOUNI, ESCRITOR ARGELINO, ES PROFESOR DE
ECONOMÍA EN LA UNIVERSIDAD DE ARGELIA Y OBTUVO EL
GRAN PREMIO DE LA ACADEMIA FRANCESA POR LA NOVE-
LA LA CEINTURE DE L'OGRESSE.
I. ¿QUÉ ES EL PREJUICIO?
A. EL PREJUICIO ÉTNICO
Con la palabra éthnos los griegos antiguos designaban a los grupos
de seres humanos definidos a través de su origen y su condición común.
En las sociedades democráticas de hoy, la palabra “etnia” remite a los
caracteres originarios transmisibles sólo a través de la sangre y en con-
secuencia también a la “suma de hábitos, tradiciones, símbolos y re-
cuerdos de comunidades relativamente restringidas” (G.E. Rusconi, Se
cessiamo di essere una nazione, Bolonia, II Mulino, 1993). El “otro”, el
que nace fuera del grupo étnico, entonces es percibido como un extran-
jero, inferior, culturalmente inasimilable y biológicamente distinto.
Existe también un etnocentrismo que coincide con nuestra legítima ne-
cesidad de raíces y que no comporta hostilidad hacia los otros. La etni-
cidad elevada como valor supremo conduce a la xenofobia, es decir una
reacción agresiva respecto de aquellos que no pertenecen al grupo, pro-
poniéndose como defensa de la propia identidad. La xenofobia compor-
ta acciones y comportamientos hostiles que alientan a echar al intruso:
se funda precisamente sobre el rechazo al intruso que, con su misma
presencia, amenaza la integridad, la “pureza” del grupo.
B. EL PREJUICIO RACIAL
El racismo propiamente dicho transforma las reacciones xenófobas
de hostilidad hacia el intruso y de defensa de la etnia en una verdadera y
propia ideología (es decir en un sistema de pensamiento y de valores
que justifica el racismo). A diferencia del etnocentrismo y la xenofobia,
el racismo recurre a teorías que se dicen fundadas en la biología de la
naturaleza humana (por lo tanto científicas y moralmente aceptables) y
que siempre han terminado por legitimar la explotación de enteros paí-
ses y poblaciones, hasta el exterminio. Se hace oportuno recordar que,
junto con el racismo “clásico” fundado sobre la sangre y los caracteres
somáticos, existe también un racismo cultural, es decir que se basa so-
bre la reivindicación agresiva de una superioridad-diversidad de la cul-
tura de un grupo sobre las de otras colectividades: cultura que arriesga-
ría contaminarse y perder la raíces si se pusiera en contacto con otras
(consideradas inferiores y primitivas).
4. LENGUAJE Y PREJUICIO
NORBERTO BOBBIO
“Reflexiones sobre el prejuicio”
NORBERTO BOBBIO, JURISTA Y FILÓSOFO, ES UNA DE LAS
VOCES MÁS IMPORTANTES DE LA CULTURA ITALIANA Y
EUROPEA. AUTOR DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS, TEX-
TOS DE POLÍTICA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO, ES UN ACTIVO
PARTICIPANTE EN LA DIFUSIÓN DE UNA CULTURA DE LA
TOLERANCIA Y LA PAZ, QUE RESPETE LAS DIFERENCIAS.
DESDE 1984 ES SENADOR VITALICIO. ENTRE SUS LIBROS SE
DESTACAN DERECHA E IZQUIERDA Y DE SENECTUTE.
3. ¿CUÁNTAS VIOLENCIAS?
Una modificación dañosa del estado físico del individuo o del gru-
po”: una frase casi aséptica detrás de la cual se esconde el inmenso y
horrible mundo de las múltiples violencias.
Para comprender cómo el fenómeno de la violencia está tan extendi-
do sería suficiente releer todos los acápites presentes en este libro. En el
tratamiento de cada uno de ellos, en efecto, emerge con evidencia el
“germen” de la violencia: revelan la presencia de un cierto tipo de vio-
lencia, su manifestación bajo cualquier forma.
Es violencia la guerra, pero también es violencia la amenaza atómica
de la guerra fría; era violencia la de la Inquisición contra los herejes,
brujas e infieles; ¿pero quizás no es violencia contra la entera humani-
dad destruir, por intereses puramente comerciales, millones de quilóme-
tros cuadrados de selva amazónica o contaminar los mares y los océanos
con sustancias tóxicas o radiactivas? Ciertamente fue un acto de violen-
cia inaudita el exterminio de los judíos por parte de los nazis, asimismo
como la violencia perpetrada por los europeos contra las poblaciones
indígenas americanas, que duró cuatro siglos; es violencia (bajo nues-
tros ojos), la teorizada y practicada por los llamados naziskin contra los
inmigrantes de color; así como, menos claramente, pero en una cantidad
mayor, adolescentes y mujeres de todo el mundo sufren actos de violen-
cia. También es violencia manifestar los propios prejuicios contra los
homosexuales o aquellos que son injustamente catalogados como diver-
sos (disminuidos, ciegos); ¿y acaso no es violencia matar o mutilar ani-
males indefensos por el solo gusto de hacerlo? ¿O dejar morir, todavía
hoy, de hambre y sed a enteras poblaciones del Tercer Mundo?
Prosiguiendo de este modo, podremos descubrir que, detrás de mu-
chos de nuestros comportamientos y pensamientos, puede ocultarse la
“semilla'' de la violencia.
5. LEY Y VIOLENCIA
6. EDUCACIÓN Y VIOLENCIA
7. MUJERES Y VIOLENCIA
Las mujeres siempre han sido objeto de la violencia por parte del así
llamado “sexo fuerte”. Humilladas, segregadas, encerradas en harem o
“serrallos” a disposición de un señor, obligadas a aceptar maridos que
no deseaban o a ingresar a un convento, obligadas a llevar por “ley”
indumentos que cubren incluso la cara, les han sido negados los dere-
chos más elementales. Es suficiente pensar en el derecho al voto, que en
Italia sólo ha sido concedido en 1948 y en algunos cantones de Suiza
todavía es un derecho negado.
8. LA NO-VIOLENCIA
LUCIANO BOUS
“Violencia de Estado”
LUCIANO BOUS (1925-1993), PARTISANO DURANTE LA
RESISTENCIA ENTRE 1943 Y 1945, HA SUFRIDO LA CÁRCEL
Y LAS TORTURAS POR PARTE DE LAS MILICIAS FASCISTAS.
AMEDEO COTTINO
“La violencia escondida”
AMEDEO COTTINO ENSEÑA SOCIOLOGÍA DEL DERECHO EN
TURÍN; EN SUS ESCRITOS SE OCUPA DE DESVIACIÓN Y PO-
LÍTICAS SOCIALES.
CORRADO STAJANO
“Violencia contra los diversos”
CORRADO STAJANO, PERIODISTA, HA ESCRITO LIBROS DE
DENUNCIA SOCIAL OCUPÁNDOSE DE TERRORISMO Y VIO-
LENCIA. COLABORA CON EL DIARIO CORRIERE DELLA SERA.
NORBERTO BOBBIO
“¿Existe alternativa a la violencia?”
El problema que me preocupa es si existe alguna alternativa a la vio-
lencia.
[...] Hasta que no reconozcamos que existe una alternativa a la vio-
lencia, no tendremos ningún argumento para invalidar la justificación de
la violencia. Parto de esta consideración: la violencia ocasiona horror, y
en particular aquella forma de violencia más extendida, durable, mortal
que es la guerra, pero la guerra y la violencia no solamente han existido
siempre sino que no podemos cancelarlas de la Historia porque, en gran
parte, es producto de la violencia. Ejemplos: los humanistas se conside-
raban herederos de una gran civilización, la de Roma, que había sido
fundada sobre la base de una serie de guerras atroces. Nuestros padres
liberales se consideraban herederos de la Reforma, es decir de un perio-
do de luchas religiosas que habían ensangrentado al mundo por dece-
nios. Nosotros nos consideramos hijos de la Revolución Francesa que
por primera vez instauró un régimen de terror, y de la revolución sovié-
tica que ha terminado en las masacres cometidas por Stalin. Hoy, frente
a la sublevación del Tercer Mundo, nos golpeamos el pecho en señal de
contrición: y bien, ¿podemos imaginar una historia distinta, una historia
en que los grandes imperios de América Central, los viejos estados o los
viejos grupos tribales africanos, no fueran tocados nunca por la influen-
cia europea, y ya no más sujetos por los disparos de otras poblaciones?
Para terminar con un ejemplo que nos toca de cerca: nuestra constitu-
ción republicana, que bien o mal nos dirige desde hace treinta años, nos
ha llegado luego de uno de los periodos más trágicos de nuestra historia,
y, ¿habría llegado si no hubiera estado precedida por esa historia de
lágrimas y sangre? La violencia, hablo de la violencia colectiva que
acompaña a la imagen de “ríos de sangre”, está tan compenetrada con la
historia que es imposible dejarla fuera de esta consideración.
Ninguna condena, sea cual fuere el pulpito que la pronuncie, nunca
ha detenido una guerra. Y lo que es más grave, nunca ha impedido su
justificación moral. No engaña el horror que produce la guerra en gene-
ral, la guerra como prototipo, sobre todo en quien está fuera de la refrie-
ga. Cuando se considera la guerra no en abstracto sino esta o aquella
guerra determinada, no hay una, digo no hay una que no haya encontra-
do buenos argumentos para su propia justificación. Es bien notorio que
una de las causas de la crisis de la guerra justa, problema sobre el cual
fatigaron teólogos y juristas, fue que de hecho nunca se combatió en una
guerra que no fuese considerada justa, en base a las más doctas diserta-
ciones, por parte de los dos contendientes.
Cualquiera que haya meditado sobre el problema de la justificación
de la violencia en general sabe muy bien que el modo más común, tam-
bién el más convincente, de justificar la violencia es el de afirmar que la
propia violencia es una respuesta, la única respuesta posible en ciertas
circunstancias dadas, a la violencia de los otros.
También en un ordenamiento jurídico fundado en el repudio de la
violencia, existe al menos un caso en que la violencia es considerada
lícita, cuando solamente es la respuesta posible a una violencia que el
mismo ordenamiento considera ilícita. En otras palabras, lo lícito de la
violencia depende del hecho que en ciertas situaciones la violencia sólo
es el único remedio posible a la violencia. En suma, lo que permite jus-
tificar la violencia en ciertas situaciones es la existencia de otra violen-
cia, considerada originaria, cuya negación sólo es posible a través de
una nueva violencia que se coloca como derivada. ¿Pero, quién decide
cuál es la violencia originaria y cuál la derivada? Este es el problema.
Un problema que hasta ahora nadie le ha encontrado solución porque la
violencia originaria es siempre, para cada uno de los contendientes, la
del otro. Para dar dos ejemplos extremos, aunque opuestos: la violencia
más férrea de un Estado despótico puede ser, para quien la justifica, la
única posible respuesta a la violencia subversiva, así como la violencia
subversiva de los terroristas puede ser, para quien la justifica, una res-
puesta a la violencia, menos aparente pero no menos real, del “sistema”.
PRIMO MAZZOLARI
“La no violencia”
DON PRIMO MAZZOLARI (1890-1959), SACERDOTE NOTA-
BLE POR SU ANTIFASCISMO Y, EN LOS AÑOS POSTERIORES A
LA ÚLTIMA GUERRA, POR SU COMPROMISO CIVIL EN LA RE-
SOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS DE LA POBREZA, LA DE-
SIGUALDAD CIVIL, LA INJUSTICIA.
En Italia, sobre todo en estos últimos diez años, se han ido multipli-
cando los episodios de racismo antinegro “que como ciertos espejos
deformantes, nos remiten a otra, y muy desagradable, imagen de noso-
tros mismos” (R. Balbi, All’erta siam razzisti, op. cit.).
Episodios de violencia, grafiti sobre las paredes que incitan a echar a
los marroquíes del barrio, o advertencias que aparecen en las estaciones
del metro como “Negros, fuera de Roma”, “Mata al negro” (agosto de
1985), se unen a miles de otras formas de discriminación más o menos
violenta.
Por un lado se niega ser racista, por el otro los episodios de racismo
continúan, y no se ve como protagonistas a los muchachos del barrio,
sino también marginados contra marginados. Se registran casos de ra-
cismo “de autobús” un poco por todas partes en las grandes ciudades
(Roma, Milán, Nápoles, Turín, Florencia, etc.). En 1988 (en setiembre),
“se registra en Roma un nuevo caso [...]: una sirvienta negra de Trini-
dad, luego de un cambio de palabras con otra pasajera (blanca), escucha
decir: ‘Negra sucia, negra maloliente, si no te detienes te hago volar
desde la ventana’” (R. Balbi, op. cit.).
Las encuestas nos dicen que aquella parte de la población que mues-
tra comportamientos racistas es una minoría, y que todavía son menos
quienes pasan de las palabras a la violencia de los actos; vale la pena
recordar que, mientras tanto, los episodios de racismo motivados por el
color de la piel, en nuestro país, han ido creciendo progresivamente y
con el aumento de la inmigración extracomunitaria. ¿Dónde nos llevará
el crecimiento del número de inmigrados de color previsto para los pró-
ximos diez años? ¿Seremos, como pueblo, menos racistas? Es urgente y
cada vez más necesaria una cultura de la confrontación y la tolerancia,
como fármaco preventivo contra toda forma de racismo.
☻
ROY LEWIS
“El color más sensato para la piel humana”
ROY LEWIS (1913), PERIODISTA INGLÉS, HA TRABAJADO
POR MUCHOS AÑOS PARA THE TIMES Y THE ECONOMIST.
KENNETH B. CLARK
“Voces de Harlem”
KENNETH B. CLARK (1916) ES PROFESOR DE PSICOLOGÍA
EN EL COLLEGE OF THE CITY DE NUEVA YORK DESDE
1942. ES AUTOR DE MUCHOS ENSAYOS SOBRE EL PREJUI-
CIO RACIAL Y EL RACISMO ANTINEGRO.
Son tantas las veces mientras trabajo que me asalta la tristeza, que
me vienen ganas de llorar. ¡No soy un hombre, ninguno de nosotros lo
es! No poseo nada. No soy lo bastante hombre como para tener un ne-
gocio: ninguno de nosotros lo es. (Hombre, alrededor de 30 años.)
Si has cumplido los requisitos entonces tendría que ser que quien
llega primero, entra primero; ¿entiendes lo que quiero decir? Blancos o
negros, todos tenemos familia: quien llega primero debería entrar prime-
ro. En vez para ti no es así. Si eres negros, eres descartado automática-
mente de una infinidad de trabajos. Toman tu solicitud y apenas sales de
la oficina, o de donde sea que salgas, la tiran en el cesto, luego de haber-
te dicho que te harán saber antes de quince días. (Hombre, alrededor de
24 años.)
Están aumentando tanto los alquileres que con el trabajo, el trabajo
mísero que tenemos, y el dinero que cobramos, no podemos pagarlo. ¿Y
entonces, dónde vamos? Poco a poco nos empujan siempre más para
que nos vayamos de Harlem. (Hombre, 31 años.)
Puedes ver al negro convencional en el cine o en la televisión, que
camina por la orilla del río con una sandía en mano, los dientes que
brillan y el sombrero de paja en la cabeza. Esto lo ves en la televisión, sí
señor, y los bailarines hacen el tip-tap porque esta es la imagen conven-
cional del negro. Me parece que el negro burgués y el pequeño burgués
buscan alejarse de este cliché. Son ellos los que buscan alejarse. (Hom-
bre, 18 años.)
2. LA ÉPOCA CLÁSICA
3. LA VISIÓN JUDEOCRISTIANA
Desde fines del siglo pasado han surgido numerosos grupos de ho-
mosexuales que organizan su acción tanto para hacer abolir las leyes
discriminatorias y represivas, como para individualizar y ver reconoci-
dos los derechos que consideran atinentes a su condición.
La primera organización homosexual con carácter reivindicativo
surgió en Alemania en 1897; se trató del Comité Científico Humanitario
que estuvo en actividad hasta el advenimiento del nazismo. Sus objeti-
vos eran la abolición de la legislación anti homosexual, la difusión de
estudios e información sobre la condición homosexual, la sensibiliza-
ción de los mismos homosexuales en relación a sus propios derechos.
A partir de los años sesenta, en todo el mundo pero en particular en
Estados Unidos septentrional y Europa, surgieron numerosos grupos y
organizaciones de mujeres y hombres homosexuales que reivindicaron
el derecho a una plena aceptación social de su identidad y la superación
de toda forma de prejuicio y discriminación. El nacimiento de este nue-
vo “movimiento de liberación” se refiere a la manifestación de los gay
en Nueva York (28 de junio de 1969), contra la opresión ejercida por la
policía local. Los efectos de sus reflexiones y sus reivindicaciones se
manifestaron también en el plano legislativo. En los últimos años un
consistente compromiso, también se dirigió a la sensibilización de la
opinión pública sobre el problema de la difusión del sida a través de las
prácticas sexuales en condiciones de escasa seguridad y de otros com-
portamientos considerados como riesgosos de contagio. Es necesario
recordar que el fenómeno del sida ha propuesto nuevamente una ten-
dencia general de discriminación y exclusión de los homosexuales de la
vida social. Por un largo período, en efecto, se ha difundido en la opi-
nión pública la convicción de que el contagio fuese exclusivamente
relacionado con las prácticas sexuales masculinas y el consumo de dro-
gas por vía endovenosa mientras que, obviamente, un contagio que pue-
de darse por vía hemática o sexual puede interesar a cualquier indivi-
duo.
En lo que respecta a Europa, actualmente, los países escandinavos y
Holanda se manifiestan entre los más solícitos en la abolición de las
normas jurídicas y sociales que puedan discriminar la condición homo-
sexual. Recientemente (1993-1994), también el Parlamento Europeo se
pronunció a favor de una ampliación de los derechos conectados a la
condición homosexual y a la superación de cualquier forma de intole-
rancia (previendo, por ejemplo, el reconocimiento legal de las parejas
homosexuales y la prohibición de actos discriminatorios en el derecho
laboral y la función pública, en el derecho penal, civil, contractual y
comercial). Esta apertura signa de modo inequívoco la que el historiador
Philipe Aries (1914-1984), ha definido como una tendencia dominante
en la evolución de los comportamientos sexuales en nuestra sociedad: la
aceptación difundida, aun con muchas resistencias, de la condición de
homosexualidad, no considerada ya más como una anomalía o una cues-
tión social, sino como una cuestión relativa a las tendencias individua-
les. Esta aceptación conduce a considerar que el juicio sobre los com-
portamientos homosexuales no pueda ser expresado más a través de las
leyes u otras reglamentaciones sociales, sino que tendrá que ver con la
propia esfera moral del individuo.
En este sentido es posible comprender también el cambio del juicio
sobre la homosexualidad expresado en la medicina oficial, la que por
mucho tiempo consideró los comportamientos homosexuales como fru-
to de disturbios o anomalías. En 1974, la Asociación de Psiquiatría nor-
teamericana abolió a la homosexualidad de la lista de las enfermedades
mentales, y desde enero de 1993 ha sido cancelada de la lista interna-
cional de enfermedades redactada por la Organización Mundial de la
Salud (OMS).
PARLAMENTO EUROPEO
“Paridad de derechos”
El texto siguiente es parte de la resolución del Par-
lamento europeo, aprobada el 18 de febrero de
1994, en materia de derechos conexos a la condi-
ción homosexual; en ella se deja constancia del
principio de la paridad de tratamiento de las perdo-
nas independientemente de sus tendencias sexuales.
MARTIN SPERR
“Me avergüenzo de ti”
MARTIN SPERR (1944), DRAMATURGO ALEMÁN. EN SUS
OBRAS REPRESENTA (A MENUDO CON UN LENGUAJE DIREC-
TO Y CRUDO), CONFLICTOS DE LOS QUE EMERGE UNA TEN-
DENCIA SUBTERRÁNEA A LA VIOLENCIA Y LA SEGREGA-
CIÓN DE LA SOCIEDAD ALEMANA EN LOS AÑOS SESENTA Y
SETENTA. LAS VÍCTIMAS SON PERSONAS “DIVERSAS” QUE
SON MAL ACEPTADAS POR LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN.
ESCENA TERCERA
Campo de papas.
Bárbara. Luego Abraham con una pequeña valija en la mano. Los
dos están callados.
Abraham. —¡Mamá!
(Ninguna respuesta)
—Mamá...
Bárbara. —¿Llegaste con el autobús? ¿Viniste para llevarte tus co-
sas?
(Abraham calla)
—¿Qué pasa?
Abraham. -Mamá...puedo...
Bárbara. —Te lo han leído en la cara que eres uno de aquellos. ¿En-
contraste trabajo? Quiero saberlo.
Abraham. —No.
Bárbara. —No. Y lo dices así: no. ¿Por qué no tienes trabajo? ¿Por
qué no? ¡A lo mejor ni lo buscaste! Y yo que creí que lo habías encon-
trado. (Dominándose con dificultad). Escucha Abraham, tienes que irte
de este pueblo. Aquí la gente habla de ti.
(Abraham calla)
—Entonces te quieres quedar aquí. Contigo siempre lo mismo. Estás
fuera un día y la gente me señala con el dedo: la madre de aquel. ¡Y sé
que hiciste otra de tus porquerías! Y ahora empezamos de nuevo.
Abraham. —No.
Bárbara. —¡Siempre lo dijiste! ¡Por qué no te habrás muerto en la
guerra! (Con desesperación). Dios, si no puedo quedarme aquí, enton-
ces tengo que irme. Ahora quiero un trabajo fijo, un lugar mío donde
estar. Estás bastante crecido como para vivir por tu cuenta.
Abraham. —Por qué me pusiste en el mundo si siempre te he moles-
tado, si...
Bárbara. —¿Sabría en qué te convertirías? ¡Ah, si hubiera podido
pensar! Yo... yo, de ti, me avergüenzo hasta morir.
GIOVANNI DALL'ORTO
“El invitado indeseable”
GIOVANNI DALL'ORTO NACIÓ EN 1958. DESDE 1976 ESTÁ
EN EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL. TRA-
BAJA PARA LA REVISTA BABILONIA. HA PUBLICADO VARIOS
ESTUDIOS Y ENSAYOS SOBRE UNA POLÍTICA DE TOLERAN-
CIA Y COMPRENSIÓN DE LA DIVERSIDAD.
GIORGIO BASSANI
“Escuché decir...”
GIORGIO BASSANI (1916), ESCRITOR ITALIANO. SU OBRA
MAYOR ES EL CICLO DE NOVELAS QUE LLEVA POR TÍTULO
LA NOVELA DE FERRARA DEL QUE FORMAN PARTE EL JAR-
DÍN DE LOS FINZI CONTINI Y LOS LENTES DE ORO.
No hay otra cosa que excite más el interés indiscreto de las pequeñas
sociedades que la honesta pretensión de mantener distinguido, en la
propia vida, lo que es público de lo que es privado. ¿Qué le sucedía a
Athos Fadigati luego que la enfermera cerraba la puerta de vidrio del
consultorio detrás de la espaldas del último cliente? Lo no claro, o al
menos el empleo poco normal de las noches que hacía el doctor, contri-
buía a estimular continuamente la curiosidad sobre él. Sí, en Fadigati
había algo no perfectamente comprensible.
Todos sabían cómo pasaba las mañanas, y sobre las mañanas nin-
guno tenía algo qué decir.
A las nueve ya estaba en el hospital, y entre consultas y operaciones
(porque también operaba: no había día que no le tocaran un par de
amígdalas para sacar), estaba ocupado hasta la una. Luego, entre la una
y las dos, no era raro encontrarlo mientras recorría a pie la avenida
Giovecca con su paquete de atún en aceite o el fiambre colgando del
meñique, y con el Corriere della Sera que sobresalía del bolsillo del
sobretodo. Luego almorzaba en casa. Puesto que no tenía cocinera, y la
señora a medio tiempo que le mantenía limpia la casa y el estudio se
presentaba solamente hacia las tres, una hora antes que la enfermera,
tenía que ser él mismo quien se preparaba el indispensable plato de pas-
tasciutta.
Incluso para la cena lo habrían esperado en vano en los únicos res-
taurantes de la ciudad que, en esa época, eran considerados decorosos:
Vincenzo, Sandrina, Tre Galletti; y tampoco Roveraro en el callejón del
Granchio, cuyo cocina casera concitaba a tantos solteros de edad media.
Pero esto no significaba que comiera en casa como al mediodía. A la
noche no debía permanecer nunca en casa. Hacia las ocho, ocho y cuar-
to, en la calle Gorgadello, era fácil verlo en el momento que salía. Se
detenía un instante, miraba hacia lo alto, a la derecha, a la izquierda,
como incierto por el tiempo y la dirección a tomar. Luego se animaba,
mezclándose con la gente que a esa hora, tanto en invierno como en
verano, desfilaba lentamente frente a las vidrieras iluminadas de la calle
Bersaglieri del Po como a lo largo de las mercerías venecianas.
¿Dónde iba? De paseo, vagando por acá y por allá, aparentemente
sin una meta precisa.
Luego de una intensa jornada de trabajo le gustaba sentirse entre la
muchedumbre: la muchedumbre alegre, ruidosa, indiferenciada.
[…]
—Buenas noches, doctor —alguien le gritaba desde atrás.
Y era un milagro si oía, si, transportado lejos por la corriente, se da-
ba vuelta para responder al saludo.
Aparecía solamente más tarde, después de las diez, en uno de los
cuatro cines de la ciudad: Salvini, Rex, Excelsior y Diana. Pero también
aquí, en vez de los lugares de galería, donde las personas distinguidas se
encontraban como en un salón, prefería los últimos puestos de la platea.
¡Las personas distinguidas se sentían incómodas al verlo allí debajo, tan
bien vestido, confundido en medio de la “gentuza popular”! ¿Era de
buen gusto —suspiraban, dirigiendo las miradas a otra parte—, ostentar
el espíritu de boheme hasta de ese modo?
Es bastante comprensible que hacia los años treinta, cuando Fadigati
ya tenía unos cuarenta años, no pocos empezaran a pensar que necesita-
ba prontamente una mujer. Los pacientes susurraban en las salitas del
consultorio de la calle Gorgadello, en espera de que el doctor se asoma-
ra por la puertita reservada a sus periódicas apariciones e invitase a pa-
sar “allá”. Se hablaba de esto en la cena entre marido y mujer, mientras
los hijos con la nariz metida en la minestra y las orejas paradas no al-
canzaban a entender de qué se hablaba. Y luego, más tarde, en la cama
—pero aquí hablando sin contenerse—, el tema había invadido habi-
tualmente cinco o diez minutos de aquella querida media hora, sagradas
por las confidencias y los bostezos siempre más prolongados, que pre-
ceden por norma al intercambio de los besos y las “buenas noches” con-
yugales.
Tanto a los maridos como a las mujeres les parecía absurdo que un
hombre de ese valor no pensase de una vez por todas en formar familia.
Aparte de la índole quizá un poco de “artista”, ¿qué otro licenciado
ferrarés, entre otros cincuenta, podría enorgullecerse de tener una posi-
ción mejor que la suya? Simpático con todos, rico (¡ganaba más de lo
que quería!), socio efectivo de dos de los mayores Círculos ciudadanos,
y aceptado tanto por la media y pequeña burguesía de las profesiones y
los negocios como por la aristocracia, con o sin blasones, de las propie-
dades y las tierras; provisto hasta del carnet del Fascio que, si bien él se
hubiera declarado “apolítico por naturaleza”, el Secretario Federal en
persona se lo había querido dar a toda costa: ¿qué le faltaba, ahora, si no
una bella mujer para llevar todos los domingos a la mañana a San Cario
o al Duomo, y a la noche al cine, con pieles y joyas como corresponde?
¿Por qué no se esforzaba un poco para encontrar una? A lo mejor, he
aquí, a lo mejor estaba absorbido por la relación con alguna mujerzuela
inconfesable, como modista, ama de llaves, sirvienta, etcétera. ¡Como le
sucede a muchos médicos, a lo mejor le gustaban sólo las enfermeras:
por eso mismo las que pasaban todos los años por su estudio eran boni-
tas, procaces! Pero todavía admitiendo que las cosas se desarrollaran en
estos términos (¡y por otra parte era curioso que nunca se hubiera desli-
zado nada preciso sobre este tema!), ¿por qué motivo no se casaba?
¿Quería tener el fin que había tenido el doctor Coreos, el más ilustre
médico de Ferrara (de ochenta años), el que, como se contaba, luego de
haber tenido amores durante años con una joven enfermera fue obligado
por los familiares a estar con ella toda la vida?
En la ciudad se hacía la búsqueda de la muchacha digna, verdadera-
mente, de convertirse en la señora Fadigati [...]: cuando, no se sabe de
donde, comenzaron a escucharse extraños, es más, extrañísimos comen-
tarios.
—¿No lo sabes? Me parece que el doctor Fadigati es...
—Escucha la novedad. ¿Conoces a aquel doctor Fadigati, que vive
en la calle Gorgadello casi en la esquina con Bersaglieri del Po? Bien,
escuché decir que es....
G. Bassani, La novela de Ferrara,
Barcelona, Espasa Calpe, 1993.
UMBERTO SABA
“Ernesto se pensaba mal”
UMBERTO SABA (1883-1957) ES POETA, FORMADO EN EL
ÁMBITO MITTELEUROPEO. SU CANZONIERE REPRESENTA
UNA DE LAS MEJORES SELECCIONES DE POESÍA ITALIANA
DEL INICIO DEL SIGLO XX.
2. RAZA Y RACISMO
Pero, ¿por qué todo esto? ¿Por qué el racismo? ¿Por qué el racismo
está reconquistando por todos lados grandes espacios?
Es casi imposible una respuesta a la primera pregunta. Son muchos
los estudiosos del racismo que colocan el término entre comillas para
significar la indefinibilidad de la noción, mientras que gran parte de
ellos concuerda en el hecho de que es casi imposible una teoría general
del racismo. Pese a esto, las definiciones del racismo son centenas y
esto da fe de la necesidad de conocimiento, los múltiples ámbitos de
investigación y sobre todo la complejidad del objeto “racismo”.
Una buena aproximación a esta cuestión, como sugiere el sociólogo
francés Michel Wieviorka en su libro El espacio del racismo (Barcelo-
na, Paidós, 1993), consiste en partir prioritariamente de las expresiones
concretas del fenómeno, de sus manifestaciones empíricas, aunque sea
verdad que no es posible separar del todo al racismo como sistema de
análisis de los hechos materiales.
Partamos, por lo tanto, de algunas formas visibles de racismo, como
el prejuicio, la segregación, la discriminación. En cuanto a la violencia
racista, que representa el estadio más alto y peligroso del racismo, he-
mos hecho algunas referencias a las distintas y trágicas modalidades con
que hoy se manifiesta en el mundo.
Estas manifestaciones concretas de racismo representan a su vez ni-
veles de guardia que señalan el grado de peligro del fenómeno. Para el
primer nivel, el que refiere al prejuicio más que de verdadero racismo,
sería oportuno hablar de una forma elemental de xenofobia ligada a la
defensa de la identidad colectiva o comunitaria, es decir al sentimiento
de pertenencia a una comunidad, a un grupo: se trata de una forma muy
arraigada en el ánimo humano que tiende a reproducirse a través del
lenguaje cotidiano y de los medios de comunicación.
En general el prejuicio, como dice Wieviorka, da a los miembros del
grupo dominante el modo de tomar conciencia de sus posiciones de
privilegio o de poder, como en el caso de los blancos respecto de los
negros en la sociedad norteamericana.
La segregación y la discriminación son dos formas distintas y muy
concretas de racismo que también pueden combinarse, como sucedió en
Sudáfrica hasta febrero de 1991, cuando se abolió el apartheid. La se-
gregación reserva, al grupo hecho objeto de racismo, espacios propios
que no puede dejar si no con ciertas condiciones restrictivas; la discri-
minación impone un tratamiento diferenciado o penalizante respecto de
las minorías. Como es sabido, la discriminación más difundida es la
ejercida, aun en las muy civiles sociedades occidentales, respecto de una
“minoría” que constituye más de la mitad de la población mundial: las
mujeres.
La segregación y la discriminación nos conducen a los rasgos fun-
damentales del racismo, a su esencia, que permanece inmutable, sin
considerar las formas en las que se mimetiza en las distintas épocas
históricas y en los diferentes países del mundo, denotando un “fenó-
meno social unitario”. En efecto, el racismo está fundado siempre y en
todas partes sobre la práctica de la “exclusión”, en oposición al princi-
pio de igualdad y al concepto de “inclusión”, propio de la democracia,
por la que a todas las personas presentes en el territorio de un país les es
consentido ser incluidas en el sistema de democracia, con iguales dere-
chos de ciudadanía.
La práctica de la exclusión, que hoy es practicada, sobre todo en la
forma de discriminación, sea por los regímenes totalitarios o por mu-
chos países con régimen democrático, caracteriza al “racismo institucio-
nal”.
Esta es una noción que se ha desarrollado hacia fines de la década
del sesenta, y significa que no sólo la sociedad sino la misma máquina
del Estado, a través de las ordenanzas administrativas, está permeada de
racismo; obviamente de un racismo no declarado, pero se sabe que el
racismo no tiene necesidad de aparecer como intencional. Sucede que
con respecto a las minorías étnicas, los sujetos más débiles, locales o
extranjeros, sin domicilio fijo, desocupados, inmigrados, refugiados
políticos, nómades, en muchos países occidentales, Italia incluida, se
ejercen formas de discriminación institucional en distintos niveles: des-
de la falta de aplicación hasta la aplicación discrecional de las normas
vigentes, negando o reconociendo de modo restrictivo el derecho a la
instrucción, a la vivienda, un espacio preparado para los nómades, al
tratamiento sanitario, previdencial y así sucesivamente.
También sucede, como es el caso italiano, que algunos países, intere-
sados por procesos migratorios, no hayan previsto políticas y ordenan-
zas adecuadas para hacer frente a uno de los más complejos fenómenos
de nuestra época: la inmigración. De tal modo el Estado, obstaculizando
el proceso de integración social, constriñe a estas personas a una condi-
ción de marginación social que no corresponde a su proyecto migrato-
rio, basado a su vez en el status de los trabajadores; los transforma de
trabajadores en “pobres”, aplicándoles una etiqueta que les quita la dig-
nidad ante sus mismos ojos pero, sobre todo, frente a los ojos de los
locales.
La imagen de los inmigrados, brindada por el Estado a sus ciudada-
nos, es deformada, alarmante, y contribuye a alimentar el racismo “des-
de abajo”, el así llamado “racismo popular”; el que a su vez, en un
círculo perverso, alimenta el racismo institucional. Etienne Balibar, el
filósofo francés, sostiene que no basta decir que el racismo difundido en
la sociedad penetra y condiciona a las instituciones a partir de las situa-
ciones que expresan “patología social”, sino que es necesario admitir
que el racismo es estructuralmente funcional al sistema de dominio del
Estado.
Sabemos que el racismo de abajo se desarrolla por múltiples razones,
pero cuando el Estado no tiene ninguna cuenta de la dignidad y los de-
rechos de los ciudadanos extranjeros y sus familias, empuja a la g^nte a
hacer lo mismo, ofreciendo un ejemplo autorizado y útil para justificar
actos de racismo.
Si es verdad que el racismo prolifera entre los estratos sociales más
pobres de la población local, que se siente amenazada por “la cercanía
social” de los últimos llegados, sobre todo inmigrados (con los que está
obligada a competir por recursos de todos modos escasos: trabajo, ser-
vicios sociales, casa), también es verdad que el pleno reconocimiento,
por parte del Estado, y la extensión de los derechos fundamentales a
todos los ciudadanos presentes en el territorio de un país pueden contri-
buir a prevenir y contener el racismo.
BRUNETTO CHIARELLI
“La raza de los regímenes totalitarios”
BRUNETTO CHIARELLI (1934) ES PROFESOR DE ANTROPO-
LOGÍA EN LA UNIVERSIDAD DE FLORENCIA. HA SIDO PRE-
SIDENTE DE LA UNIÓN ANTROPOLÓGICA ITALIANA Y DE LA
EUROPEAN ANTHROPOLOGICAL ASSOCIATION. SE HA
OCUPADO DE BIOÉTICA Y ES AUTOR DE NUMEROSAS PUBLI-
CACIONES, ENTRE ELLAS RAZZA UMANA, STORIA E BIOLOGIA.
BENEDETTO CROCE
“El presupuesto racista”
BENEDETTO CROCE (1866-1952) TUVO UNA POSICIÓN
CENTRAL EN LA CULTURA ITALIANA DE LOS COMIENZOS
DEL SIGLO XX. HISTORIADOR, FILÓSOFO Y TAMBIÉN CRÍ-
TICO, SE OPUSO AL FASCISMO EN EL QUE VEÍA UNA DEGE-
NERACIÓN DE LA VIDA POLÍTICA. ENTRE SUS OBRAS MÁS
IMPORTANTES: ESTÉTICA (1902), LÓGICA (1908), HISTORIA
DE ITALIA DESDE 1871 HASTA 1915 (1928).
CLAUDE LÉVI-STRAUSS
“Razas y Cultura”
CLAUDE LÉVI-STRAUSS (1908), ES EL MÁS IMPORTANTE
ANTROPÓLOGO DE NUESTRA ÉPOCA. CREADOR DE LA AN-
TROPOLOGÍA ESTRUCTURAL, HA CONSIDERADO A LA SO-
CIEDAD COMO UN CONJUNTO DE INDIVIDUOS EN COMUNI-
CACIÓN MEDIANTE VARIOS ASPECTOS DE LA CULTURA,
CONSTITUYENTES DE DISTINTOS TIPOS DE LENGUAJE. EN-
TRE SUS OBRAS: TRISTES TRÓPICOS, ANTROPOLOGÍA ES-
TRUCTURAL, LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES DEL PAREN-
TESCO.
El otro, el extranjero, existe; puede ser diverso, pero no por esto infe-
rior. Y es precisamente esta diversidad que tenemos que aprender a
comprender, sin ninguna discriminación preconcebida respecto de los
usos, costumbres y esas diferencias que son sinónimo de alteridad. Si
así fuese podríamos hacer nuestras las palabras del antropólogo Ignacy
Sachs: “Salvaje, bárbaro, civilizado, ¿quién eres? Resulta imposible dar
una respuesta definitivas si se dejan de lado todas las motivaciones tra-
dicionales. Imposible porque esto implicaría que en alguna parte existen
uno o más criterios válidos para responder a cada uno de los términos
mientras que ellos son intrínsecamente inconsistentes. En cuanto tales,
no son más que un espejo de antagonismos antiquísimos, antiguos o
recientes que caracterizaron la historia de las razas. No es casual que
con este término haya sido evocada la diversidad comenzando por la
somática hasta llegar a la filosófica, religiosa o económica de las distin-
tas poblaciones”. Ha sido tortuoso y largo el proceso a través del cual
está madurando la conciencia de que no existen las razas sino hombres
de la misma e idéntica especie. Si hablar simplemente de seres humanos
significa (como dice el historiador inglés Joseph Needham), superar
todos los egocentrismo y rechazar todos los cliché diabólicos sobre el
otro, entonces se puede afirmar con cautela que se están acercando estos
tiempos. El salvaje, el bárbaro y el civilizado entrarían en la biblioteca
de los términos que las distintas culturas usaron en su prehistoria.
Pensando al extranjero, por lo tanto, podremos recordarnos siempre
de lo escrito por el poeta contemporáneo francés Edmond Jabés: el otro,
el extranjero, consiente al sujeto a decir “yo”, es decir, no existiría nin-
guna identidad sin la presencia de una alteridad. Por lo tanto el extranje-
ro está dentro de nosotros, somos “nosotros” en el mismo momento en
que pronunciamos el pronombre personal que en cada lengua nos identi-
fica como seres humanos.
☻
MICHEL DE MONTAIGNE
“Pero, ¿verdaderamente, son bárbaros y
salvajes?”
MICHEL DE MONTAIGNE (1533-1592), ESCRITOR FRANCÉS,
TRABAJÓ COMO MAGISTRADO HASTA 1570, AÑO EN QUE SE
RETIRÓ AL CASTILLO DE PERIGORD. INTERRUMPIÓ VARIAS
VECES SU AISLAMIENTO CUMPLIENDO VARIOS VIAJES: DE
1580-81 ES EL VIAJE A ITALIA Y ALEMANIA DONDE RECO-
GIÓ NUMEROSAS IMPRESIONES.
FRANCESCO CIAFALONI
“El extranjero entre nosotros”
FRANCESCO CIAFALONI, POLITÓLOGO, ES INVESTIGADOR
EN EL ISTITUTO DI RICERCA SOCIALE (IRES), DE LA
CGIL (CONFEDERAZIONE GENERALE ITALIANA DI LAVO-
RATORI) DE TURÍN.
F. Ciafaloni, Sisifo,
Turín, 18 de enero de 1990.
IGNACY SACHS
“El extranjero en la descripción de la aventura”
IGNACY SACHS (1935) ES DOCENTE EN LA ÉCOLE DES
HAUTES ÉTUDES DE PARIS. HA PUBLICADO ENSAYOS DE
ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA.
¿Por qué se deja el propio país para ir a otro del que apenas se cono-
ce la posición geográfica? Los factores que determinan los movimientos
migratorios pueden distinguirse en factores repulsivos y factores atracti-
vos. Los primeros comprenden causas de carácter natural (terremotos,
inundaciones), social (conflictos de raza, religión, ideología política) y
económico (descompensación entre población y recursos existentes).
Factores atractivos pueden ser, por contraposición a los repulsivos, la
presencia de sociedades homogéneas y tolerantes, la posibilidad de ab-
sorber mano de obra, una mejoría general de las condiciones de vida y
trabajo.
El estímulo económico, precisamente, es el más fuerte y difundido.
No obstante los pasos adelante cumplidos en los últimos años, los países
en vías de desarrollo tienen todavía menos del veinte por ciento del
rédito per cápita de los países industrializados, el cuarenta por ciento de
la fuerza de trabajo es desocupada o sub-ocupada, respecto de una tasa
media de desocupación en el norte que es de alrededor del 6,7%.
Los movimientos migratorios se han convertido en un elemento fun-
damental en la economía internacional. Las remesas de dinero de los
emigrados a sus países de origen ascienden a setenta mil millones de
dólares por año, es decir una vez y media del nivel de las ayudas oficia-
les provistas por la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos).
Para muchos de los habitantes más pobres de mundo, la migración de
un país al otro, aunque sea peligrosa y difícil, aparece como la decisión
más razonable.
4. EL “DESAFÍO” A ENFRENTAR
RAINER MÜNZ
“Cuatro formas de migración en masa “
RAINER MÜNZ (1954) HA ESTUDIADO SOCIOLOGÍA, DE-
MOGRAFÍA Y FILOSOFÍA. ACTUALMENTE ES DIRECTOR DEL
INSTITUTO DE DEMOGRAFÍA DE LA ACADEMIA DE LAS
CIENCIAS, EN AUSTRIA.
Menu tuvo que leer tres veces seguidas esta carta, y en ciertos párra-
fos explicarle a mamá que lloraba; por las buenas noticias, decía.
INQUIETUD
¡MENU FANTÁSTICA!
Mamá y el abuelo no sabían que Menu, cuando salía de casa por al-
gún mandado o a pasear un rato, no tenía otro pensamiento que correr a
encontrar a este o aquel de los “americanos” para pedir noticias, para
tener información. Muchos, que seguían siendo toscos campesinos, no
obstante el viaje y la permanencia en América, no sabían decirle nada en
especial.
A menudo notaba que uno se contradecía con lo que le había dicho el
otro. Se vanagloriaban de haber ganado mucho dinero pero lo habían
dejado allá, en el banco, porque tenían que volver para retomar sus ne-
gocios.
Alguno, que parecía más sincero, le respondía:
—Querido mío, el mundo es pequeño. Acá nos lamentamos de los
propietarios. Nos pagan mal, es verdad, pero nos tratan como cristianos.
Allá, cuando se cae en ciertas manos... No se sabe a quien recurrir para
defendernos; nos hacen trabajar como esclavos, con la fusta, casi como
si fuésemos animales; y si alguno se rebela, castigo y castigo... Nos
transportan por tren, lejos, a los campos desiertos. Quien quisiera esca-
par se perdería y se lo devorarían las bestias feroces.
—Pero, ¿todos los otros?
—¡Hay algunos con suerte!
Entonces Menu le preguntaba a quien acababa de llegar:
—¿Es verdad esto? ¿Es verdad esto otro?
—Si no fuese verdad no vendría a llevarme a mamá y mis hermanas;
vine a propósito para llevármelas.
Alguno tenía la misma actitud que Cola-pelada; y mentía más fuer-
temente que él.
—Allá cinco liras valen menos que cinco centésimos. Si uno lo ve en
el suelo no lo recoge, como acá ninguno recoge una lira, a menos que
sea un pordiosero.
También él tenía los dedos llenos de anillos, y puesto que abría los
labios casi como para mostrar ios dientes, se veía brillar en su boca un
diente de oro.
—Allá todos —afirmaba él—, tienen uno, dos dientes de oro. Inclu-
so se sacan dientes buenos, a propósito...Está de moda cambiarlos así.
¡Oh! Los sacan sin dolor...Yo me di cuenta cuando vi mi diente en la
mano del dentista.
Y el joven sastre don Pedro Ruffino mostraba a todos ese diente de
oro bien encastrado, brillante, que mostraba con orgullo.
Menu, pensaba que él nunca se sacaría un diente para cambiarlo por
uno de oro. Don Pedro le producía una impresión cómica, por la tenaci-
dad en mostrar esa novedad, que se obligaba a hacer, hablando, una
mueca con los labios como si algo los empujara hacia afuera.
Daba a entender también:
—¿Agujas? Allá no se encuentran ni en las sastrerías. Yo tengo un
negocito comparado con los edificios de diez pisos, pero sería una sas-
trería extraordinaria no aquí en Rabbato... sino en Palermo y Catania.
Diez máquinas de coser, americanas, de las que aquí no se ven... Traba-
jan casi por sí mismas. En noventa minutos, con el reloj en la mano,
puedo entregar, ya listo, lindo y planchado, un traje.—¿En una hora y
media?
—¡En una hora y media!
—¡Buh!
—¿Quién hizo buh?
—Yo —responde un sastre viejo—. ¿Las horas en América son co-
mo las nuestras? ¿O son largas como un día? Y tampoco...
Menu se maravillaba que todos los presentes le dieran la razón a Don
Pedro Ruffino.
—¿Qué sabemos nosotros?
—Esa es una tierra de milagros, aprobaba otro.
¡Un traje de hombre, cortado, cosido y planchado en una hora y me-
dia! Le parecía mucho incluso a Menu. ¿Pero habría creído en el diente
de oro, si alguien se lo hubiera contado?
Así, su imaginación juvenil se encendía de a poco viendo las diez
máquinas de coser en funcionamiento, con el traje cosido y planchado
como si lo tuviera que usar él.
Llegó en esos días otra carta de los “americanos” —en familia no los
llamaban de otro modo a Stefano y Santi—, con un giro de cuatrocien-
tos liras.
—¡Pocas líneas, como si escribir les diera cansancio! —se lamentaba
la señora Maricchia. Lo de siempre: gracias a Dios, estamos bien y es-
peramos que ustedes lo estén; lo infaltable: saluden a los vecinos y a
todos los amigos que preguntan por nosotros, ¡y nada de lo que hacían
allá, de cómo vivían!
Tío Santi sintió que se le ensanchaba el corazón cuando vio en sus
manos tantas lindas monedas de oro que le pagaron en el correo.
I. DEFINICIÓN DE “MINORÍA”
5. MINORÍAS Y CONFLICTOS
GEORGES SIMENON
“Conflictos y fronteras”
GEORGES SIMENON (1903-1989), ESCRITOR BELGA DE
LENGUA FRANCESA, OCUPA UN LUGAR EN PRIMER PLANO
POR SU VASTA PRODUCCIÓN EN LA NARRATIVA POLICIAL,
DE DONDE SURGE COMO PERSONAJE EL COMISARIO MAI-
GRET. CON FRECUENCIA, SUS NOVELAS TRAZAN SUGESTI-
VOS RETRATOS PSICOLÓGICOS Y EVOCAN CON EFICACIA LA
ATMÓSFERA GRIS DE LA PROVINCIA FRANCESA.
Casi en todos los países existen uno o más grupos étnicos cuyos ni-
veles de desarrollo humano están muy detrás respecto de la media na-
cional. Uno de los casos más evidentes y mejor documentados es el de
los negros de Estados Unidos.
Sus desventajas comienzan desde el nacimiento. La tasa de mortali-
dad infantil de los blancos es de ocho decesos por cada mil nacidos vi-
vos, mientras que el de los negros es de diecinueve. Los niños de color
tienen más probabilidades de vivir en familias monoparentales que los
blancos: en 1990, el porcentaje era del 19% para los niños blancos y
54% para los niños negros.
Los niños negros corren mayores riesgos de crecer en la pobreza. El
PBI per cápita de los blancos en 1990 era de 22.000 dólares contra los
cerca de 17.000 de los negros.
Escribe Andrew Hacker, autor de Tivo Nations (1992): “...Las esta-
dísticas producen desazón. Hoy casi dos tercios de los niños negros
nacen fuera del matrimonio y más de la mitad de las familias de color
son comandadas por una mujer. La mayoría de los adolescentes negros
vive sólo con la madre, que en más de la mitad de los caos no está casa-
da. De acuerdo a las ultimas revelaciones, más de la mitad de las muje-
res solteras ya ha tenido hijos, y entre las que tienen entre 35 y 40 años,
menos de la mitad tienen un matrimonio que dure. Estas cifras son de
tres a cinco veces más altas que las de las familias blancas y son nota-
blemente más elevadas que las registradas entre los afronorteamericanos
de sólo hace una generación... Los negros de Estados Unidos son ciuda-
danos norteamericanos y todavía viven como extranjeros en la única
tierra que conocen. Otros grupos pueden permanecer extraños al aconte-
cer cotidiano del país —por ejemplo, algunas sectas religiosas—, pero
lo eligen voluntariamente. Por el contrario, los negros están obligados a
soportar una segregación que no es, para nada, el resultado de una elec-
ción. Estados Unidos puede ser visto, por lo tanto, como dos naciones
separadas entre ellas”.
En efecto, si Estados Unidos fuera dividido en dos “países”, el de la
población blanca ascendería al primer lugar del mundo mientras que el
de la población negra ocuparía el puesto treinta y uno.
3. NACIONES Y NACIONALISMOS
ERNEST RENAN
“¿Qué es una nación?”
ERNEST RENAN (1823-1892), ESCRITOR E HISTORIADOR
FRANCÉS CONFIADO EN LA CIENCIA Y EN EL PROGRESO
COMO CAMINO DE LA RAZÓN HACIA LA PROPIA REALIZA-
CIÓN, FUE UN EXPONENTE DEL POSITIVISMO. FAMOSA, EN-
TRE SUS OBRAS, VIDA DE JESÚS DONDE LA PERSONALIDAD
DE CRISTO Y SUS PREDICCIONES SON SOLAMENTE CONSI-
DERADAS EN TÉRMINOS HISTÓRICOS.
ITALO CALVINO
“La fuerza de las asociaciones”
ITALO CALVINO (1923-1985), ESCRITOR Y ENSAYISTA, HA
DEJADO OBRAS DE NOTABLE IMPORTANCIA. ENTRE SUS
NUMEROSAS OBRAS NARRATIVAS RECORDAMOS EL BARÓN
RAMPANTE, LAS COSMICÓMICAS, EL VIZCONDE DEMEDIADO
Y LAS CIUDADES INVISIBLES, POR OTRA PARTE HA PUBLICA-
DO UNA SELECCIÓN DE CUENTOS POPULARES ITALIANOS E
INTERVENCIONES SOBRE EL DEBATE LITERARIO CONTEM-
PORÁNEO CON EL VOLUMEN UNA PIETRA SOPRA.
6. DEMOCRACIA Y MIGRACIONES
7. ALGUNAS CONCLUSIONES
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
“La democracia”
JEAN-JACQUES ROUSSEAU (1712-1778) ES UNO DE LOS
MÁS REPRESENTATIVOS LITERATOS Y FILÓSOFOS DE SU
TIEMPO. SOSTENEDOR DE UN REGRESO A LA NATURALEZA,
A LA ESPONTANEIDAD, AL INSTINTO, ROUSSEAU COLOCA
COMO FUNDAMENTO DE SU PENSAMIENTO LA BONDAD DEL
HOMBRE! LA CULTURA Y LA REFLEXIÓN SÓLO TIENEN VA-
LOR SI FAVORECEN EL DESARROLLO ORIGINAL, SI LO DE-
FORMAN O LO OBSTACULIZAN SON CAUSA DE CORRUPCIÓN
Y DE MAL. ENTRE SUS OBRAS, RECORDAMOS EL CONTRATO
SOCIAL (1761) Y EMILIO (1762).
Quien hace la ley sabe mejor que todos los demás cómo tiene que ser
aplicada e interpretada. Por lo tanto parece que no podría existir una
constitución mejor que aquella donde el poder ejecutivo esté unido al
legislativo, mientras que esto produciría un gobierno insuficiente sobre
ciertos aspectos, porque las cosas que tienen que ser distinguidas no lo
son, y porque el príncipe es el soberano; no siendo más que la misma
persona, forman, por así decirlo, un gobierno sin gobierno.
No está bien que quien hace la ley la ejecute, ni que el pueblo dis-
traiga su atención de las consideraciones generales para dedicarla a ob-
jetos particulares. Nada es más peligroso que la influencia de los intere-
ses privados en los negocios públicos, y el abuso de las leyes por parte
del gobierno es un mal menor de la corrupción del legislador, conse-
cuencia infalible de los aspectos particulares. Entonces, estando el Esta-
do alterado en su sustancia, cada reforma se convierte en imposible. Un
pueblo que no abusase nunca del gobierno no abusaría ni siquiera de su
independencia; un pueblo que gobernara siempre bien no tendría nece-
sidad de ser gobernado.
Tomando el término en su acepción rigurosa, se puede decir que
nunca ha existido una verdadera democracia, y no existirá nunca. Es
contra el orden de la naturaleza que la mayoría gobierna y la minoría es
gobernada. No puede imaginarse que el pueblo permanezca continua-
mente reunido para atender los negocios públicos, y se ve fácilmente
que ello no podría establecerse con el propósito de las comisiones sin
que cambie la forma de la administración.
En efecto, creo que puedo establecer como principio que, cuando las
funciones del gobierno están divididas en muchos órganos, los menos
numerosos adquieren tarde o temprano la máxima autoridad, aunque sea
por la facilidad para conducir los negocios, a lo cual están habituados.
Por otra parte, ¡cuántas cosas difíciles de reunir supone este go-
bierno! En primer lugar, un Estado pequeñísimo, donde el pueblo sea
fácil de congregar, y donde cada ciudadano pueda conocer ágilmente a
todos los otros; en segundo lugar una gran simplicidad de costumbres
que evite el multiplicarse los negocios y las discusiones espinosas; por
otro lado, la igualdad no podría subsistir sin los derechos y la autoridad;
en fin, poco lujo, puesto que el lujo es efecto de las riquezas, o se con-
vierte en necesario; él corrompe al mismo tiempo al rico y al pobre, a
uno con la posesión y al otro con el deseo de obtenerlo; vende la patria a
la haraganería, a la vanidad; al Estado le saca todos sus ciudadanos para
convertirlos en sirvientes unos de otros.
He aquí porqué un famoso autor (Montesquieu) ha colocado la virtud
como principio de la república, porque todas estas condiciones no po-
drían subsistir sin la virtud; pero por no haber hecho las distinciones
necesarias, a menudo ese ingenio ha sido inexacto, y no ha visto que la
autoridad soberana, siendo la misma en todas partes, el mismo principio
tiene que tener lugar en cada Estado bien constituido, más o menos, es
verdad, de acuerdo a la forma de gobierno.
Agreguemos que no hay gobierno más sujeto a las agitaciones inter-
nas y las guerras civiles que el democrático, porque no hay nadie que
tienda cambiar de forma tan fuerte y continuamente, ni que requiera más
vigilancia y coraje para ser mantenido. En esta constitución es que el
ciudadano tiene que armarse de fuerza y constancia, y decir cada día de
su vida desde lo profundo de su corazón lo que decía el virtuoso Pala-
tino en la dieta de Polonia: Malo periculosam libertatem quam quietum
servitium (Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila).
Si hubiese un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente. Un
gobierno así perfecto no es recomendable a los hombres.
MONTESQUIEU
“La división de los poderes”
CHARLES DE SECONDAT, BARÓN DE MONTESQUIEU (1689-
1753) NACE EN BRÉDE, EN FRANCIA. ESPÍRITU CRÍTICO,
DESCRIBE CON SARCASMO LA SOCIEDAD Y LAS INSTITU-
CIONES DE LA FRANCIA DE SU ÉPOCA, ENCARNANDO MÁS
QUE CUALQUIER OTRO LOS IDEALES DE UN LIBERALISMO
ARISTOCRÁTICO. SU PENSAMIENTO REPRESENTA, EN EFEC-
TO, UN PUENTE ENTRE EL VIEJO Y EL NUEVO. POR UN LA-
DO, CRITICA EL ABSOLUTISMO REGIO PORQUE HA LIMITA-
DO LOS PRIVILEGIOS Y LA LIBERTAD DEL SECTOR AL QUE
PERTENECE, LA NOBLEZA; POR EL OTRO, ABRE EL CAMINO,
CON SUS REFLEXIONES, AL MODERNO ESTADO DE DERE-
CHO Y LA AFIRMACIÓN DE LOS PRINCIPIOS LIBERALES. EL
ESPÍRITU DE LAS LEYES ES UNA DE SUS OBRAS MÁS FAMO-
SAS.
En cada Estado hay tres especies de poderes: el poder legislativo, el
poder ejecutivo de las cosas que dependen del derechos de las gentes, y
el poder ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil.
Gracias al primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes durante
un cierto tiempo o para siempre y enmienda o abroga las que fueron
hechas. Gracias al segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe em-
bajadores, organiza la defensa, previene las invasiones. Gracias al terce-
ro, castiga los delitos, o juzga las controversias de los privados. A este
último lo llamaremos poder judicial y al otro, simplemente, poder ejecu-
tivo del Estado.
La libertad política es aquella tranquilidad de espíritu que la con-
ciencia de la propia seguridad da a cada ciudadano; y la condición de
esta libertad es un gobierno organizado de modo tal que ningún ciuda-
dano pueda temer a otro.
Cuando en la misma persona y en el mismo cuerpo de magistratura
el poder legislativo está unido al poder ejecutivo, no existe libertad;
porque se puede temer que el mismo monarca o el mismo Senado hagan
leyes tiránicas para obligar a cumplirlas, tiránicamente.
Tampoco hay libertad cuando el poder judicial no está separado del
poder legislativo y del ejecutivo. Si estuviera unido al poder legislativo,
el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario:
puesto que el juez sería el legislador. Si estuviese unido al poder ejecu-
tivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor.
Se perdería todo si una única persona, o un único cuerpo de notables,
de nobles o de pueblo ejerciese estos tres poderes: el de hacer las leyes,
el de hacer cumplir las resoluciones públicas y el de castigar los delitos
o las controversias de los privados.
Todo grupo de personas respeta ciertas reglas que les permite evitar
conflictos entre sus miembros. En general, cada uno de nosotros observa
varios sistemas de reglas sin ni siquiera darse cuenta, porque han sido
inculcados desde la infancia o porque se los considera útiles. Para noso-
tros es natural (en otras palabras, nos viene espontáneamente), descu-
brirnos la cabeza cuando entramos a una iglesia, tratar de “usted” a un
anciano o conservar la derecha cuando conducimos un automóvil. Pero
estas reglas son “naturales” sólo para el grupo social al que pertenece-
mos. Basta entrar en otro grupo para ver que allí las reglas naturales son
distintas: los judíos se cubren la cabeza cuando entran a la sinagoga;
algunas lenguas tienen dos o tres formas de cortesía, otras tienen una
sola que vale para todos; en fin, de la otra parte del canal de La Mancha
todos conducen “naturalmente” por la izquierda.
Se podría continuar: pero por ahora detengámonos aquí y limitémo-
nos a constatar que las reglas de los grupos sociales son distintas y que a
cada uno les parecen buenas las de su propio grupo porque está habitua-
do a comportarse de este modo. Concretamente, se puede decir que cier-
tas reglas son mejores que otras solamente por el hecho de que se exhi-
ben como las más propicias para alcanzar determinados objetivos.
Quien está convencido de esto considera que todas las reglas tienen un
valor relativo, por lo que pueden ser cambiadas. Quien, en vez, está
convencido de que las reglas que observa son las mejores de todas, es
decir que atribuye a ellas un valor absoluto (veremos luego las razones),
no está dispuesto a ponerlas en discusión. La visión relativista es la del
régimen liberal; la visón absolutista es la de los regímenes autoritarios
(en el sentido de que se remite a una autoridad absoluta, indiscutible:
Dios, el duce, el monarca, etcétera).
Los problemas surgen cuando sistemas de reglas distintos entran en
contacto. Si el conductor, habiendo cruzado el canal de La Mancha,
continúa respetando sus propias reglas, termina “naturalmente” produ-
ciendo conflictos sociales que, en este caso, asumen la forma indeseable
de choques frontales. Puesto que ninguno quiere los accidentes calleje-
ros, es necesario encontrar reglas para resolver estos conflictos.
Una solución “pacífica” es la de aceptar las reglas del grupo social
donde se ha entrado. Pero no es tan simple como se puede imaginar a
primera vista: también el más anglófilo de los conductores continentales
termina por encontrarse, al finalizar una curva o en un cruce complica-
do, del lado que para él es justo pero que para los ingleses es equivoca-
do: la buena intención no le evitará los insultos, la multa o el choque.
Una solución “violenta” es la de imponer las propias reglas al grupo
social donde se ha ingresado.
La elección de una de las dos soluciones (y de una de las infinitas va-
riantes que existen entre estos dos extremos), es solamente un problema
de relación de fuerzas.
Si los conductores continentales fueran más numerosos (o simple-
mente más feroces), que los ingleses, luego de algún tiempo los ingleses
mantendrían la derecha, o se extinguirían “naturalmente”.
Las dos soluciones se han verificado históricamente.
La solución pacífica ha sido adoptada, por ejemplo, por los emigran-
tes europeos, que, llegados a América del Norte y del Sur, entre el fin
del siglo XIX y principios del XX, aceptaron las reglas jurídicas (y, en
parte, las sociales; pero no necesariamente las religiosas), de la sociedad
que los acogía.
La solución violenta ha provocado, en varios casos, reacciones di-
versas. Cuando llegaron las cañoneras norteamericanas en 1853/54,
Japón, para evitar una guerra, aceptó costumbres sociales, valores reli-
giosos, políticos y normas jurídicas extrañas a su tradición. Pero las
asimiló del tal modo que, en 1904, derrotó a la Rusia zarista; por prime-
ra vez en la Historia el ejército de una gran potencia blanca perdía una
guerra contra un Estado extra-europeo. En cambio, en la conquista de
América latina, los indios, tanto los de las grandes civilizaciones mayas,
aztecas o incas, como los de las culturas menores, no aceptaron los valo-
res de la potencia ocupante y se opusieron con la fuerza o con la resis-
tencia pasiva. El problema de obligar a trabajar, habitar y rezar de
acuerdo al modelo español, conllevó que quien no quería trabajar, ni
habitar ni rezar de acuerdo con ese modelo hiciera desembocar en el
exterminio casi total de los indios. Colateralmente fue necesaria la trata
de esclavos desde África ecuatorial.
En estos casos (y todavía en muchos otros), el pueblo sometido no
acepta todas las reglas del conquistador, pero intenta salvar lo salvable
del propio patrimonio cultural. De este modo en la población del mismo
territorio conviven varios conjuntos de reglas de origen distinto, en un
equilibrio a veces estable, a menudo precario. Este pluralismo nace no
necesariamente de una conquista violenta. Ello puede encontrar orígenes
históricos distintos, como en el caso de las migraciones de la antigüedad
o en las emigraciones del siglo xix, o bien puede fundarse sobre peculia-
ridades geopolíticas de países como Suiza o Malasia.
5. DERECHOS Y CONFLICTOS
THOMAS RAUCAT
“¿Cuál regla?”
THOMAS RAUCAT, FINO LITERATO Y VIAJERO, NOS HA DE-
JADO EN 1923 UNA VERDADERA OBRA MAESTRA: L'ONO-
REVOLE GITA IN CAMPAGNA, EN LA CUAL EL DESCUBRI-
MIENTO DE ORIENTE SE MUESTRA EN LAS RELACIONES CON
NUESTRA CULTURA OCCIDENTAL.
ITALO CALVINO
“Las reglas de Cosimo y Viola”
Cosimo estaba en el magnolio. Aunque llena de ramas, esta planta
era fácil de acceder por un muchacho experto en todas las especies de
árboles como mi hermano; y las ramas, que resistían su peso, no muy
gruesas y de una madera blanda que rompía la punta de los zapatos de
Cosimo, abrían blancas heridas en el negro del cuero; y envolvía al mu-
chacho en un perfume fresco de hojas, como el viento que las movía,
pasando las páginas en un verdear a veces opaco, y a veces brillante.
[...]
Había un gran silencio. Sólo se veía el vuelo de pequeñísimos mos-
quiteros, gritando. Y se escuchó una vocecita que cantaba:
—¡Oh lá, lá, lá! ha balançoire (la hamaca)...
Cosimo miró hacia abajo. Suspendida de la rama de un gran árbol
cercano se movía una hamaca, en la que estaba sentada una niña de diez
años.
Era una niña rubia, con un peinado alto un poco cómico para una ni-
ña, un vestido azul un poco grande, y la parte de la pollera que ahora se
levantaba por la hamaca estaba llena de puntillas. La niña miraba con
los ojos entrecerrados y con la nariz hacia arriba como dándose aires de
gran dama, comía una manzana a mordiscones inclinando la cabeza
hacia la mano que, simultáneamente, tenía que sostener la manzana y
mantener tomada la cuerda de la hamaca, se daba envión golpeando en
el suelo con la punta de los zapatos cada vez que la hamaca perdía velo-
cidad, y mientras soplaba fuera de su boca los pedazos de cáscara de
manzana mordisqueada cantaba:
—¡Oh, la, lá, lá! La ba-la-nçoire...
Cosimo, encima del magnolio, ya estaba en la parte más baja, y aho-
ra tenía los pies plantados uno en cada rama y con los codos apoyados
en una rama delante de él como en una ventana. El vuelo de la hamaca
le hacía llegar la niña justo debajo de su nariz.
Ella no estaba atenta y no se había dado cuenta. De repente lo vio
allí, con su tricornio y polainas.
—¡Oh! —dijo.
La manzana cayó de sus manos y fue rodando hasta el pie del mag-
nolio. Cosimo desenvainó la espadita, se inclinó desde la última rama,
alcanzó la manzana con la punta, la ensartó y se la ofreció a la niña que
mientras tanto había ido y venido con la hamaca y estaba de nuevo allí.
—Tómela, no se ha ensuciado, sólo está un poco machucada de un
lado.
La niña rubia ya se había arrepentido de haber mostrado tanta sor-
presa por ese muchachito desconocido que había aparecido allí sobre el
magnolio, y había retomado ese aire grave.
—¿Es un ladrón? —dijo.
—¿Un ladrón? —dijo Cosimo, ofendido; luego lo pensó: la idea le
gustó. —Yo sí —dijo, apretándose el tricornio contra la frente. —¿Algo
qué decir?
—¿Y qué vino a robar?
Cosimo miró la manzana que había ensartado con la punta de la es-
padita, y recordó que tenía hambre, que casi no había probado bocado
en la mesa.
—Esta manzana —dijo, y comenzó a pelarla con la hoja de la espa-
dita, afiladísima, en desacuerdo con sus familiares.
—Entonces es una ladrón de fruta —dijo la muchachita.
[…]
A él le vino un rapto de orgullo.
—¡No soy un ladrón de aquellos que conoce usted! —gritó-¡No soy
un ladrón! Decía que sí para no asustarla: porque si supiera en serio
quién soy, moriría de miedo: ¡soy un bandolero! ¡Un terrible bandolero!
[…]
La niña pasó cerca del suelo, en vez de darse el envión frenó rápida-
mente y saltó de la hamaca. La hamaca vacía rebotó en el aire sobre las
cuerdas.
—¡Baje enseguida de allí arriba! ¡Cómo se ha permitido entrar en
nuestro terreno! -dijo, apuntando con el índice al muchacho, malhumo-
rada.
—No entré y no bajaré —dijo Cosimo con el mismo énfasis—.
¡Nunca he puesto pie sobre su terreno, y no lo pondré ni por todo el oro
del mundo!
Entonces la muchachita, con gran calma, tomó un abanico que estaba
apoyado en un sillón de mimbre, y aunque no hacía mucho calor se
abanicaba yendo de atrás hacia delante.
—Ahora -dijo con toda calma—, llamaré a los sirvientes y lo haré
castigar. ¡Así aprenderá a no inmiscuirse en nuestro terreno! -Esta niña
cambiaba siempre de tono, y todas las veces mi hermano se quedaba
perplejo.
—¡Donde estoy yo no es terreno y no es suyo! —proclamó Cosimo,
y estaba tentado de agregar: “¡Soy el Duque de Ombrosa y soy el señor
de todo el territorio!”, pero se contuvo, porque no le gustaba repetir las
cosas que siempre le decía su padre, ahora que había escapado de la
mesa peleado con él; no le gustaba y no le parecía justo, incluso porque
esas pretensiones sobre el ducado siempre le habían parecido fijaciones;
¿qué tenía que ver que ahora también él, Cosimo, comenzase a alardear
de Duque? Pero no quería desmentirse y continuó hablando como se le
ocurría.
—Aquí no es suyo —repitió—, porque el suelo es suyo, y si posara
un pie entonces sí sería uno que se entromete. Pero aquí arriba no, y yo
voy donde me parece, por todas partes.
—Sí, entonces es tuyo, allí arriba...
—¡Claro! Territorio mío personal, todo aquí arriba —e hizo un gesto
vago hacia las ramas, las hojas a contraluz, el cielo—. Sobre las ramas
de los árboles el territorio es todo mío. ¡Diles que vengan a apresarme,
si pueden!
Entonces, luego de tanta fanfarronería, esperaba que ella le tomara el
pelo. En vez se mostró imprevisiblemente interesada.
—¿Ah, sí? ¿Y hasta dónde llega este territorio tuyo?
—Hasta donde se puede llegar yendo por encima de los árboles, por
allá, por acá, más allá del muro, hasta los olivos, hasta la colina, luego
de la colina, hasta el bosque, hasta las tierras del obispo...
—¿Hasta Francia?
—Hasta Polonia y Sajonia —dijo.
Cosimo, de geografía sabía sólo los nombres escuchados de nuestra
madre cuando hablaba de la guerra de Sucesión.
—Pero yo no soy egoísta como tú. Te invito a mi territorio —habían
empezado a tutearse pero ella había sido la primera.
—¿Y la hamaca de quién es? —dijo ella, y se sentó, con el abanico
abierto en la mano.
—La hamaca es tuya —estableció Cosimo-, pero puesto que está
atada a esta rama, siempre depende de mí. Por lo que, cuando estás to-
cando el suelo con los pies, estás en el tuyo, mientras que cada vez que
te alzas en el aire, estás en el mío.
Ella se dio el envión y voló, con las manos apretadas a las cuerdas.
Cosimo, en el magnolio, saltó sobre la gruesa rama que suspendía la
hamaca, desde allí aferró las cuerdas y se puso a hamacarla. La hamaca
iba siempre más arriba.
—¿Tienes miedo?
—No. ¿Cómo te llamas?
—Cosimo... ¿Y tú?
—Violante, pero me dicen Viola.
—Me llaman Mino, también, porque Cosimo es un nombre de vie-
jos.
—No me gusta.
—¿Cosimo?
—No, Mino.
—Ah... Puedes llamarme Cosimo.
—¡Ni en sueños! Escucha, tenemos que hacer pactos claros.
—¿Cómo dices? -dijo él, que cada vez se ponía peor.
—Digo: yo puedo subir a tu territorio y soy una invitada sagrada,
¿está bien? Entro y salgo cuando quiero. Tú, en vez eres sagrado e in-
violable mientras estés sobre los árboles, en tu territorio, pero apenas
toques el suelo de mi jardín te convertirás en mi esclavo y serás encade-
nado.
—No, no bajo a tu jardín y mucho menos al mío. Igualmente para mí
es un territorio enemigo. Tú vendrás aquí arriba conmigo, y vendrán tus
amigos que roban la fruta, quizá también mi hermano Biagio, aunque
sea un poco cobarde, y haremos todo un ejército sobre los árboles y
someteremos a la tierra y sus habitantes.
—No, no, nada de todo esto. Deja que te explique cuál es la situa-
ción. Tú tienes la señoría de los árboles, ¿está bien?, pero si tocas sólo
una vez este suelo con un pie, pierdes todo tu reino y te conviertes en el
último de los esclavos. ¿Entendiste? ¡Incluso si se rompe una rama y
caes, está todo perdido!
I. DEFINICIÓN DE “GUERRA”
2. TIPOS DE GUERRA
ARISTÓTELES
“Condena de las políticas de guerra”
ARISTÓTELES (384-322 A.C.), FILÓSOFO GRIEGO, FUE DIS-
CÍPULO DE PLATÓN. FUNDÓ EN ATENAS UNA ESCUELA
LLAMADA “LICEO” . LAS OBRAS QUE NOS HAN LLEGADO
TIENEN QUE VER CON ESCRITOS DE LÓGICA (BAJO EL TITU-
LO DE ORGANON), DE FISICA (FÍSICA), SOBRE LOS ANIMA-
LES, DE ÉTICA (ÉTICA NICOMAQUEA), LA METAFÍSICA, LA
POLÍTICA, LA RETÓRICA Y LA POÉTICA. SU PENSAMIENTO
TUVO GRAN IMPORTANCIA EN EL MEDIOEVO.
Aristóteles, Política,
Madrid, Alianza, 1997.
PIERRE CRÉPON
“¿Guerra justa?”
HISTORIADOR, ARQUEÓLOGO, ESPECIALISTA EN EL ANTI-
GUO ORIENTE, PIERRE CRÉPON HA PUBLICADO ENTRE
OTROS: LE PETIT RETZ DE LA SPIRITUAUTÉ ORIENTALE,
LES FLEURS DE BOUDDHA, ANTHOLOGIE DU BOUDDHISME
Y LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS.
ANARQUÍA
La expresión deriva del griego y significa “ausencia de organización
estatal”. En el siglo XVIII, el movimiento que se decía “anarquista”
tendía a criticar la autoridad de la nación, exaltando al regreso a un es-
tado de naturaleza paradisíaco, precedente al surgimiento de varios po-
deres estatales; en el siglo XIX, la idea anarquista se traduce en un mo-
vimiento político que toma cuerpo dentro de la clase obrera. Desde ese
momento apunta a la acción espontánea contra el orden de la burguesía,
a la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y a
la supresión de la forma política de estado, surgida con la Revolución
Francesa.
ANARQUISTA
V. Anarquía.
ANTROPOLOGÍA
La palabra remite al estudio del hombre y sus condiciones de vida
naturales, biológicas, sociales y culturales. En el siglo xix, la disciplina
toma dos direcciones distintas: por una parte la Antropología física o
natural que estudia al hombre desde el punto de vista físico y biológico
(intentando definir las “razas” en que subdivide la especie humana); por
la otra, la Antropología cultural o Etnología, que estudia los usos y las
costumbres de varios pueblos, con particular atención en las formas
originarias de vida y organización social. El desarrollo de la Antropolo-
gía física también desembocó en la Antropología racial y en la Eugene-
sia que sirvieron al régimen nazifascista para sostener “científicamente”
su propia política racista.
ANTROPOMÓRFICO
V. Antropomorfismo.
ANTROPOMORFISMO
Atribución de caracteres humanos, tanto físicos como psíquicos (es
decir aspecto, intelecto y sentimientos), a seres distintos de los hombres.
A PRIORI ÉTICO
Juicio de valor que se expresa independientemente de la considera-
ción de los hechos y previamente a toda experiencia.
ARIA, RAZA
Definida por la Antropología física como la raza indoeuropea autén-
tica y originaria, con la llegada del nazismo y su política racista se con-
vierte en la “raza superior” que tiene que ser salvaguardada de cualquier
mezcla con otras razas consideradas inferiores (judíos, gitanos, orienta-
les, etc.). En nombre del cuidado de la raza aria, se justificaron horrores
de todo tipo: desde la esterilización en masa de los “enfermos” y los
mestizos, hasta asesinar a los no-arios en las cámaras de gas, con fusi-
lamientos en masa y otros (hambre, trabajo extenuante, venenos, etc.).
Pero la misma Antropología racial no llegó a demostrar la presencia de
una raza aria en Europa, no sólo porque científicamente el concepto de
raza es imposible de proponer, sino porque los antropólogos y los biólo-
gos se dieron cuenta que era imposible hablar de una raza pura en el
origen de un pueblo: la hibridación, es decir el cruce entre distintas ra-
zas, es la base del desarrollo humano.
ASIMETRÍA
Falta de simetría (es decir de una disposición ordenada y articulada
de las partes que constituyen un conjunto), entre los componentes de un
objeto, de un cuerpo, de un conjunto de elementos (la sociedad).
AUTARQUÍA
El término es una derivación griega y significa, en primera instancia,
“autosuficiencia ética y dominio de sí” (filosofía cínica y estoica), fun-
damentales para conseguir la felicidad. Durante la época de los regíme-
nes totalitarios ha significado “autosuficiencia económica” de un país,
de modo tal que pueda producir internamente todo lo que necesita y
rechazar, así, el libre cambio de las mercancías con otros países (a partir
de 1935 el régimen fascista italiano predicaba y practicaba la autarquía
nacional).
AUTÓCTONO
Literalmente “aquel que ha nacido en la tierra donde vive”. Por ex-
tensión, el término se contrapone a “inmigrado” que, en vez, indica
“persona que vive en una tierra donde no ha nacido”.
AUTODETERMINACIÓN
Acto con el que el individuo se determina de acuerdo a sus propias
leyes, con absoluta independencia de los factores y las causas que no
están en su poder. En derecho internacional, el derecho de un pueblo de
elegir autónomamente su propia organización política.
BICULTURALIDAD
V. Interculturalidad.
BOLCHEVIQUE
Palabra que en ruso significa “mayoría”. Los bolcheviques constitu-
yeron la fracción del partido obrero que, bajo la guía de Nicolás Lenin
(1870-1924), luego del Congreso de 1903, resultó mayoría respecto de
la corriente política de los mencheviques. Fueron los artífices de la Re-
volución de Octubre que dio vida a la Unión Soviética en 1917.
BRAZO SECULAR
Indica el poder civil de la Iglesia, representado en el pasado por los
tribunales de la Inquisición y el Santo Oficio.
BRUJA
Mujer a la que la creencia popular y la ideología religiosa —sobre
todo en el Medioevo, pero también en el siglo XVIII—, le atribuía po-
deres mágicos obtenidos por su relación con el demonio. La persecución
de las brujas por parte de la Inquisición fue una verdadera masacre en
masa.
CAPITALISMO
Sistema económico fundado sobre la propiedad privada de los me-
dios de producción, que coloca en el centro el capital y su crecimiento
continuo (mediante la ganancia), haciendo prevalecer la separación en-
tre quien detenta el capital y es propietario de los medios de producción,
y quien ofrece su propio trabajo en cambio de un salario. En los mode-
los abstractos el sistema capitalista se identifica con un mercado de libre
competencia; en realidad todos los sistemas capitalistas son economías
mixtas, en las que coexisten propiedad privada y pública de los medios
de producción y la libre competencia está limitada por normas legislati-
vas. Si la filosofía capitalista ha producido bienestar en muchas partes
de los países de Occidente, también es la causa del subdesarrollo de
gran parte de las áreas del Tercer Mundo (África, Asia, América latina,
etc.), utilizadas a menudo como “colonias” para empobrecer.
CAPITALISTA
V. Capitalismo.
CASTA
Clase de personas distinguida de todas las otras (originalmente por
nacimiento, luego por religión, ocupación, condición económica y
otros), que tiende a permanecer aislada, a veces por voluntad propia, a
veces por efecto de una ley civil o religiosa muy rígida. Las personas
que componen una casta a menudo gozan o exigen el uso exclusivo de
derechos y privilegios, y pretenden disfrutar de una particular y cerrada
solidaridad de grupo.
CATEQUESIS
Enseñanza, en general oral, de la religión cristiana llevada a cabo por
los sacerdotes o misioneros laicos. La palabra deriva del griego y signi-
fica “instrucción”.
CISMA
Separación de una Iglesia o de una congregación de una fe religiosa,
debido no a divergencias doctrinales sino disciplinarias, litúrgicas, jurí-
dicas.
CIVILIDAD / CIVILIZACIÓN
Para los latinos, el término “civilidad” indicaba la sociedad de los
ciudadanos, es decir de los habitantes de la ciudad, y por tal motivo
durante siglos el término conservó el significado de condición social y
cultural más desarrollada o privilegiada respecto al estado de naturaleza
típico de la vida agrícola. Luego se difundieron otras definiciones del
término, en particular la de “civilización” con la que en la segunda mi-
tad del siglo XVIII, en Francia y en Inglaterra, se designaba el refina-
miento de las maneras, lo pulido de las costumbres y el ánimo con una
referencia implícita a lo que era primitivo, salvaje o tosco. Hoy los dos
términos están en declinación y se tiende a darles un significado omni-
comprensivo de las formas de cultura y organización material e intelec-
tual de la vida y la actividad de un grupo social.
CÓDIGO ROCCO
Alfredo Rocco (1875-1935), ministro de Justicia durante el fascismo;
entre 1925 y 1932 fue el artífice de los códigos penales y los procedi-
mientos penales dictados entre 1930 y 1931, conformes a las exigencias
ideológicas, políticas y económicas del régimen.
COMUNISMO
Ideología política formada con el desarrollo del pensamiento de Car-
los Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895), que le dieron la
primera expresión en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848. En
él, entre otras cosas, se exhibe la hipótesis del pasaje del capitalismo al
comunismo a través de una revolución que tendría como protagonistas a
los proletarios. La sociedad comunista sería precedida por una fase de
transición seguida por la dictadura del proletariado sobre las otras clases
sociales. Pese a la reciente caída del horizonte comunista, a causa de los
errores y las injusticias perpetrados dentro de sociedades que se decían
comunistas, las ideas igualitarias y de justicia social de las teorías de
Carlos Marx han promovido una política de reformas sociales y de cui-
dado de las clases que menos tienen que, originalmente, el Estado bur-
gués liberal no había previsto.
COMUNISTA
V. Comunismo.
CONCILIO
Asamblea de cardenales y otros prelados (obispos), convocados por
el papa o por una autoridad canónica, para discutir y deliberar sobre
problemas de fe, costumbre y disciplina.
CONGRESO DE VIENA
Congreso internacional abierto el lo de noviembre de 1814 para dar
una nueva característica política y territorial a Europa luego de la caída
de Napoleón. Se cerró el 9 de junio de 1815.
CONSERVADOR
Aquel que en política es, por tendencia, adverso a los cambios y las
nuevas ideologías y tiende a mantener y defender el orden constituido.
CORÁN
El término deriva del árabe qur’an, palabra que puede ser traducida
por “recitar” o “lectura en voz alta”. Es el texto fundamental de la vida
religiosa y social del árabe de religión musulmana. La materia del Corán
fue organizada en un libro luego de la muerte del profeta Mahoma.
CONSTITUCIÓN
En los países con régimen democrático es la ley de las leyes, la ley
fundamental del Estado. En ella están escritos los principios que son el
fundamento del estado y su funcionamiento (ordenamiento), pero tam-
bién son afirmados los derechos y los deberes de los ciudadanos en sus
relaciones con la sociedad civil y el Estado. Técnicamente es la más
importante fuente del derecho.
CRUZADAS
Expediciones llevadas a cabo por los cristianos de Occidente para
arrancar la Tierra Santa del dominio musulmán. La primera tuvo lugar
entre el año 1096 y 1099 y llevó a la conquista de Jerusalén; la ultima,
la sexta, fue en el año 1270 y conducida por Luis IX de Francia.
CHIVO EXPIATORIO
El chivo, en la tradición judía era depositario de todas las culpas del
pueblo y enviado, por el sacerdote, al desierto. Por extensión, especial-
mente durante la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en el sím-
bolo que indica a un pueblo (o un grupo de personas), al que se le atri-
buyen todos los males de la comunidad. Los judíos, por ejemplo, fueron
los chivos expiatorios de los nazis.
DELITO DE HONOR
Es así llamado porque se lo comete para vengar la honorabilidad
ofendida del propio nombre y la familia. En muchos ordenamientos
jurídicos es castigado con sanciones menos severas que otras formas
delictivas.
DERECHO CANÓNICO
Conjunto de leyes que la Iglesia se impone a sí misma, en cuanto or-
ganización, y a sus fieles.
DERECHO PRIVADO
Parte del Código civil que regula las relaciones entre padres e hijos y
entre los cónyuges, y que prevé el cuidado de los derechos de los meno-
res.
DIÁSPORA JUDÍA
Del griego “dispersión”. Término usado para referirse a las comuni-
dades judías que viven fuera del Estado de Israel.
DONATISTAS
Adherentes a un movimiento religioso fundado por Donato, un re-
formador y purificador de la Iglesia que exaltaba el martirio, acentuaba
el rigor y rechazaba drásticamente cualquier compromiso. Luego, el
movimiento (siglos IV y V) se impregnó de valencias políticas y socia-
les y adhirieron sobre todo los estratos más humildes de la sociedad.
Fueron perseguidos como verdaderos herejes.
ECUMÉNICO
Es decir universal. El movimiento religioso que se dice “ecuménico”
tiende a la unión de las Iglesias cristianas separadas.
ENCOMIENDA
En las colonias españolas de América, territorios concedidos a los
colonos, a los que también se le confiaban los indios que debían obliga-
toriamente trabajar en los campos y en las minas. El sistema degeneró
en una verdadera esclavitud.
ESCUADRONES
Forma de organización de adherentes a los movimientos fascistas o
nazis. Los escuadrones de acción nazifascista eran violentos y cometían
desmanes de todo tipo, hasta llegar al asesinato de los opositores. En
general es entendido como un método de acción política basado en el
uso de la violencia por parte de escuadrones organizados.
ETNOCENTRISMO
Actitud cultural de hostilidad hacia los “otros” grupos étnicos, su
cultura, sus tradiciones, a la que a menudo corresponde una excesiva
valoración de la propia cultura. El etnocentrismo es una actitud que
favorece el racismo en sus varios aspectos.
ETNOLOGÍA
V. Antropología.
EUGENESIA
Disciplina que se ocupa del posible mejoramiento biológico de la es-
pecie humana.
EVANGELIZACIÓN
Obra de difusión de los Evangelios y la doctrina católica a través de
la predicación. Por extensión “evangelizar” significa también intentar
convencer o convertir a los otros a las propias ideas o convicciones; es
decir hacer obra de proselitismo ideológico y político. No siempre la
evangelización ha sido acompañada por la libre elección del evangeliza-
do.
EVOLUCIONISMO
Teoría que sostiene la idea de que los seres vivientes, los distintos
organismos y el universo entero están movidos por una continua “evo-
lución”, es decir un cambio progresivo que conduciría de un estadio
inferior a un estadio superior. El evolucionismo, propuesto por Charles
Darwin (1809-1882), desde el ámbito biológico llega sucesivamente a lo
social y a todos los campos del saber.
FAMILIA JERARQUIZADA
Fundada sobre el poder del padre de familia y los padres ancianos
sobre las generaciones que los siguen. Era típica de una sociedad prein-
dustrial y campesina y estaba constituida, además de los padres y los
hijos, por abuelos y tíos.
FAMILIA MULTIÉTNICA
Formada por cónyuges de etnias distintas, es cada vez más frecuente
en los países con fuerte inmigración y que han integrado en el seno so-
cial a ciudadanos de procedencia geográfica, cultural, lingüística diver-
sificadas.
FAMILIA NUCLEAR
Típica de los tiempos modernos y de las sociedades industriales
avanzadas. Se compone en general de padre, madre y uno o dos hijos.
FASCISMO
Régimen autoritario y antidemocrático donde todo el poder está con-
centrado en las manos de un “duce”, jefe supremo de todo el aparato
estatal (ejército, poder ejecutivo, legislativo o judicial, información,
economía, etc.). En Italia fue un movimiento político y luego un régi-
men fundado por Benito Mussolini (1883-1945). Conquistó el poder con
la marcha sobre Roma (1922) y sucumbió con el armisticio (8 de se-
tiembre de Í943) y luego con la liberación definitiva de la ocupación
nazi el 25 de abril de 1945. Dictadura monopartidaria, operó desde su
comienzo con la violencia y el asesinato contra los opositores y los ad-
versarios políticos: por ejemplo el diputado G. Matteotti fue asesinado
por haber denunciado el fraude electoral de Mussolini en 1924. Luego
fueron suprimidas las libertades fundamentales del ciudadano, disol-
viendo por la fuerza sindicatos, partidos, Parlamento y otras organiza-
ciones de la vida social italiana. En política exterior adoptó una estrate-
gia agresiva para la conquista de colonias en África y en 1939 efectuó
un pacto férreo con Hitler para la conquista de Europa y el mundo. Italia
entró en guerra en 1940 y fue el comienzo de la disgregación de su ré-
gimen que perdía cada vez más el apoyo originario de la mayoría de los
italianos. El fin del régimen fascista sucede también gracias a las forma-
ciones partisanas, que en los últimos años dieron vida a la guerra de
Liberación nacional.
FASCISTA
V. Fascismo.
FLUJOS MIGRATORIOS
Movimientos de poblaciones desde sus países de origen hacia países
más ricos.
FUNDAMENTALISMO
Tendencia conservadora desarrollada en el protestantismo norteame-
ricano. Hoy, en particular la expresión se refiere a la religión islámica.
De este modo, con fundamentalismo islámico se indica la orientación
política e ideológica musulmana más integrista y antioccidental afirma-
da en los países de Asia y África a partir de los años ochenta.
GENOCIDIO
En el significado actual del término ha sido usado por primera vez en
1944 para indicar la destrucción en masa de un grupo étnico, como su-
cedió con los judíos durante el nazismo, incluso todo proyecto sistemá-
tico dirigido a eliminar cualquier aspecto fundamental de la cultura de
un pueblo. Así definido el genocidio es antiguo como la historia huma-
na, pero sólo luego de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad inter-
nacional, ante los enormes crímenes cometidos por la política racista y
antisemita de la Alemania nacionalsocialista, ha sentido la necesidad de
fijar normas internacionales contra este delito (Asamblea de la ONU del
9 de diciembre de 1948, art. 2).
GHETTO
Originalmente, área urbana delimitada por muros reservada a ios ju-
díos, donde vivían separados de sus vecinos. Los ghettos medievales no
eran cerrados, sino, más que nada, áreas comunitarias de residencia.
Durante el régimen nazi los judíos fueron encerrados en ghettos cerra-
dos, donde morían de hambre e inanición, en espera de ser deportados a
los campos de concentración. Uno de los ghettos más poblados fue el de
Varsovia, donde se encontraban más de seiscientos mil personas, en un
área que anteriormente contenía casi una décima parte. Los judíos vi-
vían en condiciones inhumanas que provocaban enfermedades epidémi-
cas y muerte. En el ghetto de Varsovia se desarrolló también una lucha
de resistencia contra el ejército alemán en abril de 1943. En el régimen
nazi el ghetto era parte del llamado “sistema de concentración” puesto a
funcionar para destruir a todos los judíos, seres considerados de raza
inferior y opositores de Europa: comprendía campos de trabajo forzado,
clínicas de eutanasia, campos de exterminio, ghettos y prisiones de la
Gestapo (la policía secreta del Estado).
GRUPO ÉTNICO
V. Etnia.
GUERRA DEL GOLFO
Iniciada con la invasión de Kuwait por parte de las tropas iraquíes
del dictador Saddam Hussein el 2 de agosto de 1990, y concluida con la
intervención militar de las fuerzas adheridas a las Naciones Unidas y el
cese del fuego definitivo el 6 de abril de 1991.
GUERRA DE VIETNAM
Se alude al enfrentamiento entre Estados Unidos y la República De-
mocrática de Vietnam (de gobierno comunista), a partir de 1965. La
guerra concluyó en 1975 con la reunificación de Vietnam bajo un régi-
men socialista que luego entró en la esfera de la influencia soviética.
Las miles de víctimas entre los vietnamitas y los soldados norteameri-
canos, la ferocidad de las acciones militares, inspiraron libros y pelícu-
las sobre una guerra que vio el surgimiento de muchos movimientos
pacifistas norteamericanos y europeos para rechazarla.
GUERRA ECONÓMICA
Es una forma de presión ejercida por algunas naciones contra otra
nación, para dificultar su vida interna, con el fin de obtener resultados
estratégicos sin el uso de las armas. Ha sido usada por los países de
Occidente contra Irak antes que se desencadenase la Guerra del Golfo y
actualmente por Estados Unidos contra Cuba. Reside en el bloqueo de
las exportaciones y las importaciones, el control de los espacios aéreos y
navales, la clausura de todos los mercados de intercambio, en particular
de los comestibles, medicinas. También se la llama “embargo”.
GUERRA FRÍA
Fase de enfrentamiento político y militar entre el mundo comunista
centrado en la Unión Soviética y la Alianza Atlántica centrada en Esta-
dos Unidos. Su característica ha sido la radicalización ideológica pero
también la de evitar enfrentamientos directos. Comienza en 1946 y ter-
mina solamente con la era de Gorbachov y la caída del muro de Berlín
en 1989.
GUERRA PSICOLÓGICA
Estrategia de ataque mediante amenazas y acciones demostrativas, a
menudo puestas en funcionamiento con atentados terroristas, que tien-
den a debilitar al adversario.
HEREJÍA
Doctrina contraria a la verdad de la fe propuesta por la Iglesia católi-
ca como revelada por Dios. La cuestión de las herejías se remite al siglo
XI, pero parece que solamente en el siglo XII monjes y laicos fueron
protagonistas de las herejías. En particular la herejía cátara, fundada
sobre el dualismo (una suerte de oposición absoluta), entre el bien y el
mal y una rígida práctica ascética, era sostenida por un grupo de creyen-
tes también llamados “los buenos cristianos”. La Iglesia católica persi-
guió las herejías en cuanto constituían un peligro para la afirmación de
la verdad de la fe, y sobre todo para el ordenamiento jerárquico del cle-
ro.
HOLOCAUSTO
El significado original designa una ofrenda sacrificial hecha a través
del fuego. El término, si bien impropio, es comúnmente usado para in-
dicar el exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. La
matanza en masa de los judíos representó el punto culmine del desarro-
llo del antisemitismo nazi. Aquellos que contaron el holocausto, por
haber sobrevivido, lo describen a menudo como un infierno en la tierra.
ILUMINISMO
Movimiento estrictamente cultural del siglo XVIII caracterizado por
la confianza de poder resolver los problemas humanos (sociales y políti-
cos), con las “luces” de la razón, sin apelar a la fe y a la tradición.
IDEALISMO
Toda doctrina filosófica que concibe la idea como principio del co-
nocimiento y la realidad. El idealismo moderno, que se afirma en el
siglo XIX, resuelve toda la realidad en el sujeto pensante mientras que
en el siglo XX se afirma un idealismo llamado “trascendental” que pro-
pone a la realidad como centro de una suerte de conciencia universal.
IMPERIALISMO
Es considerado como una fase superior del capitalismo que amplía su
poder sobre otras naciones y continentes, mostrándose capaz de gober-
nar no sólo las economías y los mercados, sino de influenciar masiva-
mente las decisiones del gobierno de naciones subdesarrolladas o en
vías de desarrollo. De acuerdo a muchos economistas, conservadores o
progresistas, el Imperialismo también es la causa del comienzo de la
Primera y Segunda Guerra Mundial. Se caracteriza por grandes movi-
mientos de capital, concentraciones de la riqueza en manos de pocos
grupos financieros dedicados a la especulación en la bolsa, formación de
áreas desarrolladas y zonas de subdesarrollo, fuertes movimientos mi-
gratorios de mano de obra, elevado derroche de recursos, etc. También
es considerado como una nueva forma de conquista.
IMPERIALISTA
V. Imperialismo.
IMPERIO OTOMANO
Conjunto de dominios sujetos al poder de los soberanos otomanos
desde el siglo XIV al XX. Luego de la Primera Guerra Mundial, el Im-
perio queda reducido a Anatolia, la cual, en 1923, es proclamada como
República de Turquía.
INFLACIÓN
El origen del término es latino {inflaré). Indica el proceso de creci-
miento de los precios y el correspondiente descenso del valor adquisiti-
vo de la moneda. De este modo la inflación transfiere riqueza de los
acreedores (generalmente las familias), a los deudores (el Estado y la
industria).
INQUISICIÓN
Tribunal de la Iglesia católica instituido para la lucha contra la here-
jía a partir de 1184.
INSTITUCIÓN JURÍDICA
Toda institución o ente regulado por un complejo de normas jurídi-
cas, es decir, con carácter obligatorio, y organizado para alcanzar de-
terminados fines sociales.
INTEGRISMO
Tendencia a aplicar de modo no indulgente y absoluto los principios
de una doctrina o de una ideología. Una posición integrista en general
no está dispuesta al diálogo o la tolerancia de las ideas de los otros.
INTERCULTURALIDAD (BICULTURALIDAD)
Enfrentamiento entre modos de vivir y entender la vida social e indi-
vidual a través de la convivencia de personas procedentes de experien-
cias de culturas y lenguas distintas. La biculturalidad prevé, en vez, el
diálogo entre dos culturas distintas. Es de hacer notar que en Italia, hasta
los últimos años noventa, ha prevalecido una monocultura y que el diá-
logo con las otras culturas es una decisión consciente de civilidad.
LAGER
Denominación en lengua alemana del “campo de concentración”.
Bajo el régimen nazi el primer lager, contra los opositores políticos, fue
instituido en Dachau, cerca de Munich. Se trataba de un campo de re-
educación mediante el trabajo forzado. Luego el régimen nazi abrió
miles de campos de concentración en toda Europa y a partir de los fina-
les del año 1941 dio vida a los campos de exterminio (Auschwitz y Tre-
blinka en Polonia y Mauthausen en Austria).También Italia tuvo sus
lager: en Fossoli (Carpi di Modena) fue instituido un campo de trabajo y
tránsito, mientras que campos de exterminio fueron el de Risiera di San
Sabba cerca de Trieste y Gries cerca de Bolzano. En los lager los verdu-
gos nazis torturaban, hacían experimentos médicos y quirúrgicos, homi-
cidios en masa y obligaban a los internados al trabajo forzado de catorce
a dieciséis horas por día con escaso aporte de alimento (a menudo la
ración diaria no superaba las 900 calorías). Los niños, los viejos y los
enfermos eran “seleccionados” para la cámara de gas y sólo quien era
capaz de trabajar podía esperar a sobrevivir. Enfermedades epidémicas,
tifus, diarreas y parásitos de distinto tipo, además del frío y los proble-
mas higiénicos, contribuían a favorecer la alta mortalidad. Las víctimas
de los lager nazi-fascistas en Europa fueron más de once millones, de
los cuales casi seis millones eran judíos.
LIBERALISMO
Pensamiento ético-político que afirma la existencia de los derechos
individuales inalienables y asigna al Estado el deber de garantizarlos.
LIBRE CAMBIO
Dirección económica que ve en la libre competencia y en el desarro-
llo de las capacidades de las empresas individuales la condición para el
mejor funcionamiento de la economía. Anteriormente, el libre cambio
era hostil a cualquier forma de proteccionismo económico y a la inter-
vención del Estado en la economía.
MATERIALISMO
Toda doctrina o sistema de pensamiento que ponga como principio
fundamental de toda la realidad a las manifestaciones de la materia y
que también considere la actividad intelectual como un aspecto de ella.
MERCADO DE TRABAJO
Lugar ficticio donde se encuentran oferta y demanda de trabajo. La
demanda está representada por las industrias o por los propietarios de
los medios de producción que necesitan de la fuerza de trabajo, y la
oferta por los individuos o las familias.
MISIONEROS
Con este término se designó a todos aquellos que desempeñan una
actividad de difusión de la fe cristiana en el mundo, como obra de la
Iglesia católica u otras religiones.
MONARQUÍA
Forma de gobierno del Estado donde el poder supremo está en las
manos de un individuo, por derecho de sangre (monarquía hereditaria).
Cuando por efecto de las demostraciones de 1848 las monarquías de
Europa concedieron estatutos y cartas constitucionales se empezó a
hablar de Monarquía ilustrada, la cual, más allá de los privilegios del
monarca y su corte, también veía los derechos del ciudadano.
MONOTEÍSMO
Toda doctrina religiosa o filosófica que afirma la existencia de un
único dios.
MOVIMIENTO FEMINISTA
V. Feminismo.
NACIONALSOCIALISMO
V. Nazismo.
NACIONES UNIDAS
Es la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Originalmente la
expresión fue usada para designar a los países aliados contra las poten-
cias del Eje (Alemania, Italia, Japón), durante la Segunda Guerra Mun-
dial.
NAZISMO (NACIONALSOCIALISMO)
Dictadura, cuyo jefe máximo fue Adolf Hitler, que ascendió al poder
en Alemania en 1933 y fue derrotada por la intervención de las fuerzas
aliadas en los primeros meses de 1945. Tuvo un amplio apoyo popular y
desde temprano pretendía fundar una “Gran Alemania” con la anexión
de Austria, los Sudetes y otros territorios. En 1939 declaró la guerra a
Polonia y comenzó un proceso de ocupación en toda Europa con la in-
tención de germanizar al mundo entero. Su racismo y antisemitismo fue
ley del Estado, así como se sucedieron las persecuciones contra los opo-
sitores, las razas consideradas inferiores y los judíos. Hoy se considera
que el régimen nazi signó una de las épocas más oscuras de la historia
de la humanidad, que todavía se interroga sobre los horrores y los muer-
tos producidos en su nombre.
NAZI
V. Nazismo.
OLIGARQUÍA
Término de origen griego (“gobierno de pocos”), usado en el léxico
político para indicar el ejercicio del poder por parte de grupos restringi-
dos.
ORTODOXIA
Plena correspondencia a los principios de una religión o sistema de
pensamiento filosófico o científico, ideológico o cultural. Por extensión
es ortodoxo quien observa plenamente las reglas y los principios de una
religión o un pensamiento.
PADRES DE LA IGLESIA
Nombre con que, tradicionalmente, son indicados los antiguos escri-
tores cristianos de ortodoxia comprobada, que vivieron entre los siglos 1
y VIII.
PENAS SECULARES
Previstas por el tribunal de la Inquisición, como la tortura, la hogue-
ra.
POPULISMO
Actitud política, cultural o ideológica que generalmente tiende a la
defensa de las clases sociales más pobres, sin referencia a una doctrina
específica.
POPULISTA
V. Populismo.
POSITIVISMO
Movimiento filosófico de la segunda mitad del siglo xix que recha-
zaba toda forma de doctrina “metafísica”, es decir que no hiciera refe-
rencia a los datos de la realidad, y que ponía en la ciencia todo el fun-
damento de su cultura y el progreso social.
PRINCIPIOS SECULARES
Expresión con la cual se instruían los religiosos que dirigían los tri-
bunales de la Inquisición.
PROTESTANTISMO
V. Reforma protestante.
PSICOANÁLISIS
Ciencia fundada por Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo
vienes que dio importancia fundamental al inconsciente en la vida del
individuo, como una zona de la psiquis donde son reprimidos los impul-
sos y los contenidos emotivos, que no pueden expresarse en la vida de
todos los días y en la conciencia. El Psicoanálisis como disciplina pre-
senta dos grandes aspectos: el clínico, es decir sobre la cura de las en-
fermedades mentales y las neurosis, y el cultural que durante el siglo xx
ha influenciado a muchos campos del saber: lingüística, literatura, filo-
sofía, antropología, crítica, sociología, etcétera.
RABINO
“Mi maestro” (en hebreo), es un estudioso de textos sagrados y en
particular un experto en leyes judías; está autorizado, de acuerdo a la
tradición, a decidir sobre cuestiones rituales y de interpretación de
las Escrituras.
REFORMA PROTESTANTE
Movimiento religioso del siglo xvi, que originó el Protestantismo.
Comenzó en 1517 con la circulación de las 95 proposiciones de Martín
Lutero (1483-1546), que discutían las verdades de la Iglesia católica. El
Protestantismo designa el patrimonio doctrinal originado por la Reforma
y las Iglesias que, haciéndolo propio, se separaron de la Iglesia católica,
romana.
RÉGIMEN
Sistema político o forma de gobierno. En sentido despreciativo el
término es entendido como sistema de gobierno autoritario. Un régimen
“centralista” concentra todas las decisiones y el poder en los órganos
centrales del estado sin delegar a las autonomías locales el poder inter-
venir en la vida social de los ciudadanos.
RELATIVISMO
Concepción filosófica que no admite verdades absolutas en el campo
del conocimiento o principios inmutables en el plano de la moral.
RELIGIÓN MONOTEÍSTA
V. Monoteísmo.
RENACIMIENTO
Movimiento cultural formado en Italia hacia la mitad del siglo XV y
desarrollado en toda Europa hasta el siglo xvi. El motivo central es el
descubrimiento del hombre y el mundo en sus significados naturales,
laicos, reales, contra la concepción medieval que privilegiaba lo sobre-
natural.
REPRESIÓN
El término es entendido aquí como el rechazo psicológico de un sen-
timiento o una pasión, por lo tanto como un proceso inconsciente a tra-
vés del cual el sujeto censura y excluye de la conciencia ideas, recuer-
dos, afectos ligados a una pulsión, cuya satisfacción estaría en oposición
con las exigencias del Yo (razón), o el Superyo (conciencia social).
REPÚBLICA DE WEIMAR
Régimen político republicano instaurado en Alemania en 1919 luego
de la Primera Guerra Mundial. Su Constitución, que preveía un Parla-
mento y un presidente de la República, ambos electos por sufragio uni-
versal, fue elaborada por una asamblea reunida en la ciudad de Weimar.
La victoria del partido nacionalsocialista en las elecciones políticas de
1932 puso las bases para el arribo de la dictadura nazi de Hitler, que
asumió la conducción del gobierno en 1933.
RESISTENCIA
A menudo con este término se indica una forma de oposición a la
opresión tiránica. La forma más notoria de Resistencia fue aquella ar-
mada que combatió en Italia y otras partes de Europa (España, Francia,
Grecia, Yugoslavia, etc.), contra los regímenes totalitarios nazifascistas.
Fue llevada a cabo por tropas civiles y militares de los varios Comités
de Liberación. Hoy se intenta dar mucho peso, también, a otra forma de
Resistencia llamada civil, fundada sobre expresiones de solidaridad
concreta y cotidiana respecto de las víctimas de la dictadura.
REVOLUCIÓN FRANCESA
Movimiento que en Francia derrotó al régimen feudal y la monarquía
creando las bases para el nacimiento del Estado democrático moderno.
Su comienzo data del 5 de mayo de 1789.
SACRALIZACIÓN
El proceso que convierte en sagrado o que atribuye un carácter sa-
grado a un fenómeno, una persona o a un movimiento (como sucedió
con las Cruzadas).
SECESIÓN
La separación de un grupo de la unidad política o social a la que per-
tenece.
SHOAH
Término judío con el que se indica la destrucción de los judíos de
Europa por obra de los nazis.
SÍMBOLO
Cosa concreta o idea que evoca una realidad más amplia o una enti-
dad abstracta. Por ejemplo, el color verde en ciertas culturas es símbolo
de la esperanza, la bandera es símbolo de la patria.
SINAGOGA
Del griego “reunión”, templo de los ritos y el culto judíos. En gene-
ral está construida de modo que la fachada se oriente hacia el lugar don-
de se erigía el templo de Jerusalén.
SISTEMA JURÍDICO
Conjunto de leyes que regulan la vida de un Estado.
SKINHEAD
Grupos de jóvenes que a menudo toman ideologías nazis y violentas.
Originalmente estaban organizados en clubes deportivos del fútbol in-
glés.
SOCIALDEMOCRÁTICO V. SOCIALDEMOCRACIA.
Ala moderada de los movimientos socialistas. Originalmente el tér-
mino indicaba a los partidos que hacia finales del siglo xix se separaron
de los partidos obreros marxistas, oponiéndose al proyecto de revolu-
ción de Lenin y proponiendo un pasaje gradual a través de reformas del
nuevo régimen.
SOCIALISMO
Con este término se indica a un movimiento histórico, político y
económico que propone una transformación de la sociedad, por el cual
los intereses colectivos prevalecen sobre los individuales.
SOCIALISTA
V. Socialismo.
SOCIALIZACIÓN
Proceso por el que un individuo aprende y se adecúa a las normas de
comportamiento social. Es sinónimo de inserción en la sociedad o en
una comunidad.
SOCIEDAD MULTIÉTNICA
Una sociedad donde están presentes e integrados los ciudadanos pro-
cedentes de distintas etnias, tradiciones y culturas.
SOLIDARIDAD
Tendencia a sentirse solidarios con los otros, es decir a compartir
ideas y aspiraciones.
STALINISMO
Régimen de Stalin (1879-1953), hombre político soviético, cuyo go-
bierno asumió, a partir de los años treinta, carácter totalitario. Triste-
mente famosas fueron las “purgas” de los años 1932 y 1933 y los proce-
sos entre 1936 y 1937, a través de los cuales Stalin eliminó a todos sus
opositores políticos.
STALINISTA
V. Stalinismo.
TEOCRACIA
Forma de gobierno donde el poder civil y político es sometido a la
autoridad de la religión, ejercida por una persona, una casta o una insti-
tución que se considera delegada de Dios.
TEÓLOGO
Estudioso de teología que analiza la presencia de Dios, sus manifes-
taciones y su relación con el mundo y los hombres.
XENOFOBIA
Odio, aversión hacia los extranjeros y por todo lo que es extranjero.
Actitud que está en la base del racismo.
BIBLIOGRAFÍA
Introducción
Notas sobre los textos.
COLONIALISMO / COLONIZACIÓN
1. La colonización como proceso de expansión
2. Componentes de la colonización
3. La trata de esclavos
4. Nueva fase del colonialismo
5. La descolonización: ¿fin del colonialismo?
Basil Davidson. “Madre negra”
Joseph Ki-Zerbo. “La trata de esclavos”
Giorgio Rochat. “El colonialismo olvidado”
CONQUISTA
1. La idea de conquista
2. La conquista de América
3. El mayor exterminio de la historia
4. La “civilización europea”
5. La responsabilidad de la Iglesia
6. Una historia marcada por conquistas
Steven Runciman. “La apelación del Papa”
Amin Maalouf. “La ruptura entre dos mundos”
Códice florentino. “El cuento de los indios”
Bartolomé de las Casas. “Relación sobre la destrucción de las Indias”
Rigoberta Menchú. “La cultura del respeto”
CRISTIANISMO
1. Religiones monoteístas e intolerancia
2. El paganismo y la herejía en los primeros siglos del cristianismo
3. La cristiandad medieval y la actitud hacia los infieles
4. El Medioevo: la actitud hacia los herejes y la Inquisición
5. Inicios de la Edad Moderna: Inquisición española y romana
6. La colonización y la misión
7. Hacia una Iglesia tolerante
Tomás de Aquino. “¿Convencer a creer?”
Leonardo Boff. “Qué es la teología de la liberación”
DICTADURA
1. Origen del término
2. Dictadura y regímenes no democráticos
3. Características de la dictadura
4. Clasificación de las dictaduras
5. ¿Por qué debemos condenar las dictaduras?
Hannah Arendt. “Dictadura y consenso”
Vladimir Zazubrin. “Enemigos del comunismo”
JUDAÍSMO
1. ¿Quién es el judío?
2. Identidad judía y racismo
3. El antisemitismo en la Historia
4. La “solución final”: ¿cuáles responsabilidades?
5- Identidad judía y “cuestión judía”
Primo Levi. “Hebraicidad”
Raúl Hilberg. “Medidas antijudías eclesiásticas y nazis”
Hans Küng. “El antisemitismo de Hitler y las culpas de la sociedad
civil”
ISLAMISMO
1. Islam y Europa
2. El nacimiento de la religión islámica
3. Los deberes del musulmán
4. ¿Uno o muchos Islam?
5. El musulmán inmigrado y el integrismo
Mayy Muzaffar. “Páginas privadas”
Vittorio Ianari. “Para un mapa de los grupos fundamentalistas”
Giorgio Vercellin. “Derecho islámico y otros sistemas jurídicos”
FAMILIA
1. La familia: un concepto corriente
2. Otros tipos de estructuras familiares
3. Un retrato de familia
4. El derecho de familia
5. Familia y adopción internacional
6. Entrecruzamiento entre familia y multietnicidad
7. Matrimonios mixtos
8. Proceso migratorio, familia y generaciones
Theodor Fontane. “Un matrimonio por deber”
Max Horkheimer. “Familia autoritaria y cambios sociales”
Rachid Mimouni. “Mujer y sociedad en Argelia”
Tahar Ben Jelloun. “Diferencias irreconciliables”
PREJUICIO
1. ¿Qué es el prejuicio?
2. La escala del prejuicio
3. Distintos tipos de prejuicio
A. El prejuicio étnico
B. El prejuicio racial
C. El prejuicio sobre el género
D. El prejuicio sobre la clase social
4. Lenguaje y prejuicio
5. Prejuicio como forma de autodefensa
Norberto Bobbio. “Reflexiones sobre el prejuicio”
Norberto Bobbio. ”Iguales y diversos”
Vittorio Lanternari. “Prejuicio: de la mitología a la realidad”
VIOLENCIA
1. El mito de la violencia fundadora
2. Una definición de violencia
3. ¿Cuántas violencias?
4. El relativismo cultural de la violencia
5. Ley y violencia
6. Educación y violencia
7. Mujeres y violencia
8. La no-violencia
Luciano Bolis. “Violencia de Estado”
Amedeo Cottino. “La violencia escondida”
Corrado Stajano. “Violencia contra los diversos”
Norberto Bobbio. “¿Existe alternativa a la violencia?”
Primo Mazzolari. “La no violencia”
NEGRITUD
1. ¿Cuál es el color del primer hombre?
2. Dos casos de racismo antinegro
3. Lucha contra la segregación
4. El espacio del racismo antinegro
5. El racismo antinegro en Italia
Roy Lewis. “El color más sensato para la piel humana”
Albert B. Cleage. “Malcom X: el orgullo de ser negros”
Kenneth B. Clark. “Voces de Harlem”
Martin Luther King. “El mal será vencido”
HOMOSEXUALIDAD
1. Una mirada de conjunto
2. La época clásica
3. La visión judeocristiana
4. Entre represión y tolerancia
5. Los movimientos homosexuales y el proceso de transformación
cultural
Parlamento europeo. “Paridad de derechos”
Martin Sperr. “Me avergüenzo de ti”
Giovanni Dall’Orto. “El invitado indeseable”
Giorgio Bassani. “Escuché decir…”
Umberto Saba. “Ernesto se pensaba mal”
RACISMO
1. ¿Existen las razas?
2. Raza y racismo
3. Grupos étnicos y poblaciones biológicas
4. Factores genéticos y diferencias humanas
5. Las distintas expresiones del racismo
Brunetto Chiarelli. “La raza de los regímenes totalitarios”
Benedetto Croce. “El presupuesto racista”
Claude Lévi-Strauss. “Razas y Cultura”
Giovanna Zincone. “Racismo en la actualidad y responsabilidad
publica”
EXTRANJERO
1. Extranjero como bárbaro
2. Extranjero como salvaje
3. Extranjero como otro
4. Cultura e interés económico
5. La violencia, signo de falta de civilización
6. Comprender la diversidad del otro
Michael de Montaigne. “¿Pero, verdaderamente, son bárbaros y
salvajes?”
Claude Lévi-Strauss. “Etnocentrismo”
Francesco Ciafaloni. “El extranjero entre nosotros”
Ignacy Sachs. “El extranjero en la descripción de la aventura”
MIGRACIONES
1. Civilización humana y migraciones
2. Europa: tierra de inmigración
3. ¿Por qué dejar el propio país?
4. El “desafío” a enfrentar
5. Extranjeros en Europa: tres estrategias de recepción
Rainer Münz. “Cuatro formas de migración en masa”
Hans Magnus Enzensberger. “Una humanidad en movimiento”
Luigi Capuana. “Hacia América del Norte”
MINORÍAS
1. Definición de “minoría”
2. Minorías religiosas y nacionales
3. Cuidado de las minorías
4. Minorías y reconocimiento de derechos
5. Minorías y conflictos
6. Las minorías étnico-lingüísticas en Italia
Josef Kirchengast - Silvius Magnago. “El rol de las minorías”
Georges Simenon. “Conflictos y fronteras”
Sociedad de las Naciones. “Un país, dos naciones”
Mimma Stefanelli Barbieri - Bruno Nicolini. “Los gitanos en Italia”
NACIÓN / NACIONALISMO
1. “Nación”: nacimiento del término
2. Definiciones de “nación”
3. Naciones y nacionalismos
4. Los movimientos nacionalistas y el racismo
5. La nación, el ciudadano, la ciudadanía
Ernest Renan. “¿Qué es una nación?”
Gian Enrico Rusconi. “La cuestión de la identidad nacional”
Italo Calvino. “La fuerza de las asociaciones”
DEMOCRACIA
1. Cómo se reconoce una democracia
2. Estado democrático y libre expresión del individuo
3. Formas organizativas del Estado democrático
4. División de poderes y Constitución
5. Democracia, tecnología e información
6. Democracia y migraciones
7. Algunas conclusiones
Jean-Jacques Rousseau. “La democracia”
Montesquieu: “La división de los poderes”
Karl Popper. “El dominio de la democracia”
DERECHO
1. Sociedad y reglas de comportamiento
2. Los tres ámbitos normativos: ético, religioso, jurídico
3. El derecho en las sociedades primitivas y en los Estados teocráticos y
totalitarios
4. Derecho y valores
5. Derechos y conflictos
Thomas Raucat. “¿Cuál regla?”
Italo Calvino. “Las reglas de Cosimo y Viola”
GUERRA
1. Definición de “guerra”
2. Tipos de guerra
3. Guerra como actividad humana
4. ¿Guerra justa o guerra como crimen?
Aristóteles. “Condena de las políticas de guerra”
Pierre Crépon. “¿Guerra justa?”
Albert Einstein - Sigmund Freud. “¿Por qué la guerra?”
Ernesto Balducci. “Una nueva posibilidad histórica”
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
Colección Vitral
Pasión intacta
George Steiner
Un antropólogo en Marte
Oliver Sacks
Ensayos de la memoria
Phlippe Aries
La noche
Una exploración de la vida
nocturna, el lenguaje de la
noche, el sueño y los sueños
A. Álvarez
La ficción calculada
Luis Gusmán
La marca de la bestia
Aníbal Ford
La invención de Japón
Alberto Silva
Críticas
Jorge Panesi