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De ese más de medio millón de lectores que ha tenido el blog en cinco años (enero 2014-
enero 2019), casi la mitad corresponden al último. El primer año, llegaron aquí un total de 16
mil 535 y este quinto año, 238 mil 44. Además, al día de hoy el blog cuenta con un total 17 mil
919 seguidores. Muy agradecido y sorprendido de que el blog haya tenido este crecimiento en
tan poco tiempo y que sirva a tanta gente como punto de encuentro, trabajo y reflexión.
Para finalizar esta numeralia: he publicado un total de 174 entradas. Las siguientes han sido
las 15 más leídas en estos 5 años. Algunas de ellas, como las primeras dos, tienen también la
ventaja de llevar más años circulando; otras, como la cuarta y la quinta, publicadas el año
pasado, rápidamente se volvieron favoritas:
Luego una nota sobre la serie de actividades del programa “M68: ciudadanías en movimiento”
que funcionó como introducción del texto invitado: Exilios, nacionalismos, represión,
multiculturalidad: panorama de temas políticos para niños y jóvenes, por Jochen Weber
+ M68
Y, precisamente, dos entradas de expertos invitados más que hablan sobre el compromiso
político en los libros, otra tendencia en la LIJ. Una que sí toca específicamente las
dictaduras: La insistencia. ‘El uso de lo simbólico para nombrar el dolor y un recuerdo
de mi tía la triste’: María José Ferrada; y otra que lo hace más tangencialmente: ¿A las
barricadas? Literatura políticamente comprometida: Clémentine Beauvais
Amanda Mijangos y Armando Fonseca.
Cada año he pedido a algún ilustrador querido y admirado una ilustración para celebrar el
cumpleaños de Linternas y bosques. El primer año, Carmen Segovia, ilustradora de mi primer
libro, Para la niña detrás del árbol, y también autora de la imagen del blog, me regaló dos
increíbles ilustraciones con personajes y motivos clásicos de exploración. Para el segundo
aniversario, Flavia Zorrilla dibujó una pareja: una hermosa reinterpretación de Sueño de una
noche de verano, con dos personajes, Titania y el tejedor con cabeza de burro,
encontrándose en el bosque de las hadas. Emmanuel Peña hizo un original cómic para el
tercer año: una divertida pareja de pingüinos que festeja en la selva su tercer aniversario. Un
bosque-vagabundo de cuatro cabezas fue el delirante gif de regalo de Daniela Martagón para
el cuarto año.
¡Vengan esos 5!
5 claves, ejercicios y libros de mediación de 5
lectores linterna
Para celebrar el primer año del blog escribí una suerte de cuento y pequeño elogio en Todo
comienza en el bosque; para el segundo año propuse que aquí leemos libres, breve crónica
de cómo me influyeron distintas experiencias de censura en la apertura de mi blog; el tercer
año invité a Carola Martínez, Ellen Duthie y Germán Machado, tres blogueros críticos que
sigo, a que nos compartieran qué y cómo leen; el cuarto año reuní cuatro nuevos proyectos
imperdibles de mediación, booktube y cultura digital y visual: Cuadernos de la Ballena,
EstoNoVaDeLibros, La Retahíla e Imagenred.
Para este quinto año pedí a cinco reconocidos especialistas —linternas— en mediación
lectora, con perfiles muy diversos pero todos con libros escritos al respecto, que compartieran
alguno de los aprendizajes más reveladores que hubieran tenido en su carrera y algún
ejercicio específico. Estas son sus respuestas vinculadas a sus libros, cinco publicaciones
excepcionales. ¡Muchísimas gracias a María Baranda, Denise Ocampo, Néstor Ramírez
Peña, María Cristina Thomson y Freddy Gonçalves por su tiempo y disposición para
celebrar el primer lustro del blog! (y una disculpa por posponer tanto esta entrada por la serie
de eventos desafortunados en la Biblioteca Vasconcelos). Primero leerán las claves y ejercicio
en voz de los invitados y luego mi reseña de los libros. Recomiendo muy ampliamente cada
uno de ellos. Se han vuelto imprescindibles ya de mi biblioteca.
1. María
Baranda
.
Clave: Profundidad y asombro
La lectura profunda y amada de la poesía. Que así como yo me adentro en la escritura de un
poema, los niños se acerquen, en pleno azoro, a leerlo. La lectura, entonces, debe de tener
esas dos cualidades: profundidad y asombro.
Retomo del libro: El niño se asoma por el hoyo y mira el mundo. El mundo por dentro, más
adentro, hasta lo hondo. El mundo es frágil, piensa. El niño sabe que hay un secreto en el
sonido, en el silencio, en el tiempo, en el corazón. Su alegría es como un vidrio
transparente. Mete una mano en la boca del hoyo: saca una palabra ondulante: lagartija,
dice. Vuelve a decir despacio: la-gar-ti-ja.
Expresión anónima de los pueblos, la poesía era conjuro y oración a la vez. Y con ella
permitían que los peligros y los miedos que acechaban en la oscuridad tuvieran un cauce, una
salida, un lugar para nombrar la luz y que apareciera, interminable, el día.
Regresar al niño esa experiencia de la lectura como si fuera un “ritual mágico”, permitirle
acercarse a ella desde un lugar privilegiado, especial, donde se develarán ciertos secretos,
dejar que la lectura misma fascine y desafíe su inteligencia y sus interrogantes personales,
permitir que él encuentre nuevos significados en el texto, sean los que sean, hará que la
lectura del poema tenga más interés y sentido para él.
Podríamos decir que un poema para niños es aquel que captura su atención, que no insulta su
inteligencia y que le ofrece un reto a su esfuerzo como lector. Inducir a la lectura de un poema
es también tener una actitud distinta para enfrentar el mundo. Es explorar las inquietudes y
emociones del niño ante el texto, pero no sus habilidades lectoras o su comprensión del
poema. No podemos olvidar que los poemas se componen, entre otros elementos, de ritmo,
imagen y metáfora. Esta última viene del griego meta, que es “más allá” y de phero que es
“llevar, pasar”: “llevar más allá”, por lo mismo, resulta estéril preguntarle a un niño qué
entendió, por ejemplo, con: “el mar duerme en las olas/ y no hay luz que lo vea” (que Sofía
Hinojosa dijo cuando tenía siete años). Más interesante sería escuchar qué imágenes
suscitaron en él estos versos y con qué emociones o inquietudes se queda. Respetar la
experiencia personal de la lectura debería de ser un principio que nos guíe al otorgar un
poema.
Un manifiesto poético y una reflexión sobre la mediación de la poesía, una valiosa antología y
un repaso histórico (con un índice que es en sí mismo una suerte de enigmático poema), una
publicación con mucho vuelo que nos recuerda que nombrar fue el verbo vital para recordar al
mundo y dialogar con él.
2. Denise
Ocampo
.
Clave: Trabajar en red
Mi formación académica es como Analista del Discurso. En esta disciplina, como en el área de
la Comunicación en general, uno tiende a tener mucha conciencia del ciclo de producción y
recepción de un discurso, con los distintos procesos, espacios y actores involucrados. A pesar
de que ser mediadora nunca ha sido una exigencia formal para mi investigación
(lamentablemente, a veces el trabajo práctico y concreto no es lo más cercano a la academia),
he intentado experimentar en todos los espacios que han estado a mi alcance. He trabajado
en editoriales, narrado cuentos en un círculo infantil (guardería), he hecho teatro de títeres y
talleres con niños y con adolescentes, he diseñado e impartido talleres y posgrados en temas
de mediación y en Análisis del Discurso de literatura infantil, he hecho algún que otro rato de
voluntaria en una biblioteca y también en un punto de venta en la Feria del Libro de La
Habana. Todo eso lo he ido simultaneando con mi trabajo como investigadora, incluso durante
mi investigación doctoral.
Regularmente rindo cuentas de mis resultados de investigación a otros mediadores (lo mismo
personas naturales que instituciones), y en general dedicarme a la literatura infantil desde el
campo de la investigación me ha permitido asesorar proyectos editoriales o ser jurado en
concursos, lo que es otra manera de mediar entre la literatura y los niños. Pero, también,
compartir con otros mediadores, así como estar en el terreno yo misma, me retroalimenta con
información que ni siquiera sospecharía desde mi oficina, por mucha bibliografía que
consultara.
Cuando imparto mis cursos de Mediación de Lectura, los convoco para un público diverso:
editores, ilustradores, maestros, bibliotecarios, padres, autores, bibliotecarios, etc. Noto que
para cada uno de ellos resultan muy enriquecedoras las experiencias en otras áreas que no
son la suya, tanto las que yo trasmito como las de sus colegas, y siempre al final valoran esos
saberes entre las ganancias más importantes de haber pasado el curso.
Creo, por tanto, que una de las claves de la mediación consiste en tener conciencia de
que se trata de un oficio siempre incompleto, puesto que una misma persona no puede
estar en todos los espacios de la mediación desde la concepción del libro hasta la lectura, ni
ser experto en cada una de las especialidades técnicas de cada uno de esos espacios. Tener
esa conciencia dirige a una segunda clave: la mediación es un oficio colaborativo en el
que cada mediador precisa retroalimentarse con otros. Pensemos algunos ejemplos. El
decisor de políticas públicas para la lectura, para ser certero, necesita la visión de los
maestros y los bibliotecarios para poder elegir títulos, pero también consultar sobre
experiencia editorial. Los padres que quieren familiarizar a sus niños con la literatura desde
la infancia temprana, debieran consultar a mediadores que trabajen con niños, para saber
cómo acercarse mejor a los suyos. Los talleristas para lectores en edad escolar necesitan
estar al tanto de los planes de estudio si quieren hacer ofertas alternativas sin el peligro de
repetir títulos. En resumen, es en red como mejor podemos funcionar.
Ejercicio: Brindis literario
Originalmente diseñé esta actividad para motivar la lectura de novelas epistolares. La organicé
una vez con El corazón de Voltaire, de Luis López Nieves, una historia apasionante construida
con correos electrónicos. También ha funcionado con textos más breves, como el cuento
“Amor de 160 caracteres”, de Eldys Baratute, que consiste en una conversación de sms entre
adolescentes; y con un libro de poesía ideal para niños de primaria, Cartas de un buzón
enamorado, de Mildre Hernández, compuesto por breves mensajes de amor con propuestas y
réplicas, muy hilarantes, que se intercambian distintos personajes. En algún momento me di
cuenta de que puede hacerse también con cualquier diálogo interesante o emblemático.
Materiales: Una bebida apropiada (jugos, refrescos, té), vasos (pueden ser de plástico
reutilizable) y papel opalina o cartulina.
Instrucciones
Ejecución: El mediador debe explicar al grupo, que van a brindar por la obra literaria cuya
lectura compartirán próximamente. También deberá añadir detalles acerca del texto, que
permitan a los presentes realizar algunas inferencias sobre el contenido. Luego él mismo leerá
la primera carta, servirá la bebida en su vaso (no debe beberla aún) e invitará a que lea
aquella persona que crea tener la carta de respuesta. Cuando la respuesta haya sido leída, el
mediador servirá el vaso de esa persona. Así hasta que todos los presentes hayan sido
servidos. Una vez que todos los participantes hayan leído y todos los vasos estén servidos, se
procede al brindis.
.
Libro: Libro infantil y juvenil.
Formación de lectores
Editorial Científico-Técnica del Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2014.
“Hay que recordar que, en su condición de puente entre la creación literaria y la sociedad, el
libro implica una recodificación material de la literatura —toda vez que le otorga un soporte, le
confiere ilustraciones, etcétera— y una recodificación subjetiva —al incluirlo en una colección,
adjudicarle un público, etcétera—. Empero, también hace de la literatura algo mercantilizable y
crea el espejismo de que un libro vendido es un libro para ser leído”. Análisis como estos,
seguidos de muchas preguntas para poner en crisis y sugerir salidas alrededor de la lectura y
los lectores abundan aquí.
Pensar la mediación como una colaboración entre muchos es un eje de este libro, que se
refleja en su organización en cinco partes: 1) “Elección de textos y discurso editorial”, que
abarca el papel de las casas editoriales en el ciclo del libro: la evaluación y selección y la
construcción de un catálogo; 2) “De cuando el perro hace mu. Distintas miradas al niño lector”,
sobre la concepción e imagen construida del lector; 3) “Libros para niños y adolescentes como
sujetos de derechos”, de cómo una buena gestión editorial y promoción lectora pueden
fortalecer los derechos de la niñez y adolescencia; 4) “Curiosas noticias del estado de un
arte”, que pone en cuestión el llamado “boom” de la LIJ y analiza la imagen que circula desde
diferentes medios de que los libros y la literatura infantojuvenil “son algo para comprar,
poseer, coleccionar, y en un segundo o tercer planos y a veces fuera del cuadro, para leer”; y
finalmente 5) “Leer para transformarse. Mediar para propiciarlo”, un inspirador y agudo cierre
sobre el mediador, la vida y la lectura. Este libro por ahora sólo se consigue en Cuba, pero si
está leyendo por aquí un editor, lo recomendaría ampliamente.
3. Néstor
Ramírez Peña
.
Ejercicio: Alberca de libros
Sin duda, una de mis actividades preferidas para trabajar con mediadores, que llamo
“irreverente“, es la “Alberca de libros”.
Objetivo: Desmitificar al libro como objeto precioso para conocer, seleccionar y leer un acervo
determinado.
Desarrollo:
4. María Cristina
Thomson
.
Desde una propuesta socializadora de lectura grupal que propiciara interacciones dialógicas
donde todos y cada uno de los participantes pudieran expresar sus ideas, divergencias o
dudas libremente, mi propuse averiguar qué impacto estético producía la lectura multimodal
de estos libros en niños ya alfabetizados y qué procesos cognitivos estimulaba en ellos,
lectores independientes y diestros intérpretes de códigos visuales multimodales (internet,
video juegos, cine, TV y otros). También fue mi propósito evaluar si las pautas culturales y/o
socioeconómicas de pertenencia influían o no en su lectura. Completé la propuesta con la
lectura de reproducciones pictóricas inusuales que ampliaran sus habilidades lectoras
visuales.
Destaco esta experiencia didáctica como una de las más significativas de mi carrera docente
dadas las interesantes perspectivas que surgieron desde los planos cognitivo, afectivo y
relacional relativos a los niños y los nuevos aprendizajes aplicables a mi papel de mediadora
que modificaron mis prácticas.
La lectura multimodal resulta un acicate que estimula a los niños a poner en juego
diversas operaciones cognitivas y meta-cognitivas. Los participantes contribuyeron
comentarios orales y escritos donde expresaron sus impresiones, suposiciones o valoraciones
subjetivas, plantearon hipótesis, interpretaciones, comparaciones y críticas: “A mí me
sorprendió que los personajes fueran monos, porque si hubieran sido humanos, la historia no
tendría por qué haber cambiado de ninguna manera” [sobre Voces en el parque]. Sobre
líneas. El libro-álbum en el aula (2014) da cuenta pormenorizada de esta experiencia.
Con el lápiz bien afilado pero sin presionar la punta, Thomson, escribe una bitácora de trabajo
minuciosa y sensible, resultado de un proceso largo de escucha, observación, análisis e
interlocución con una amplia fracción de teóricos y con niños y niñas de quinto grado de
primaria, en igual jerarquía. Los menores aquí tienen mayoría de edad para votar por lo que
les gusta y lo que no, para expresar con textos o dibujos lo que experimentan al ver y leer, y
ello enriquece la cuadrícula sobre la que la autora va trazando sus hallazgos.
5. Freddy
Gonçalves
.
Clave: Libertad y diálogo
Sigo sorprendiéndome en la interacción con familias, bibliotecari@s, maestr@s o
profesionales del área pues descubro la gran capacidad que tiene el adulto de ignorar su
propia adolescencia. Cuando eres mediador y trabajas con jóvenes, es vital que visites tu
pasado, tus nostalgias, para ayudarte a ser un poco más tolerante con el presente de ellos.
Hay que aprender a no subestimar a los jóvenes, el proceso físico, mental y emocional que
implica su desarrollo. Los adultos les exigen, los descuidan, los determinan pero son pocos los
que conversan desde el respeto a sus gustos e intereses. Parece que, a medida que pasa el
tiempo, hay cada vez más miedo o desinterés por escucharlos. Esto más que una revelación,
es un aprendizaje constante.
Súmale a esto que en los últimos quince años hemos visto una importante transformación en
las formas de entender la lectura: los avances tecnológicos, el uso de las redes sociales, los
nuevos formatos en el mercado del libro (y otros discursos), lo que nos obliga como
mediadores a una reinvención constante. O eso nos hacen creer. El tiempo y la historia se
hacen cada vez más efímeros, breves, poco constantes. El mediador, entonces, no sólo es un
puente, es quien debe abrir puertas y ventanas de la casa en la que habita el adolescente,
para que ellos puedan encontrar otras luces, formas, colores, para elevar el pensamiento
crítico cada vez más cercado por esa misma velocidad de los acontecimientos.
Cita del libro [La nostalgia del vacío]: “Lo complejo en medio de este posicionamiento del
joven lector en la actualidad, es hacerles entender que no pierden su libertad ante la presencia
del adulto. El rol del mediador de lectura, hoy más que nunca, cumple una función vital:
comparar su sentimiento de nostalgia con el de ellos. Dialogar y encontrar, en ese
extrañamiento, la posibilidad de un encuentro crítico en la ficción. Hacernos de la emoción
como punto de enclave para profundizar más allá de la anécdota o el enganche de las
historias, e invitarlos a visitar el hecho estético que implica la palabra literaria.”
.
Ejercicio: Náufragos y habitantes
Es un ejercicio rompe hielo inspirado en el álbum La Isla de Armin Greder, que puede tomar
distintos caminos, formas, y permite ampliar el juego de comunicación dependiendo de la
complejidad de cada grupo.
Primero nos dividimos en dos grupos: los que llegan a la isla (los náufragos de la balsa) y los
que están allí (los habitantes de la isla). Procuro, como monitor, no darles mi nombre al
principio para estar en igual condiciones con todos ellos.
Cada uno de los grupos se reúne y debe ingeniarse un saludo de bienvenida. Pueden usar
palabras o gestos, inventados o no. La idea es que cada grupo tenga un saludo personalizado
que no conozca el otro equipo.
Coloco a los dos grupos alineados unos frente a otros. Es decir, los náufragos deben quedar
frente a los habitantes (si hace falta completar un par, me integro a la actividad). Entonces
iniciamos el encuentro. A la cuenta de tres, todos los náufragos, al mismo tiempo, hacen su
saludo de bienvenida a los habitantes. Inmediatamente después, los habitantes saludan a los
náufragos.
En este primer intento, obviamente no nos vamos a entender. Así que, empezando por
cualquiera de los extremos, deben repetir el saludo pero de forma individual. Es decir, ambas
personas (náufrago y habitante) hacen su saludo al mismo tiempo mientras los demás del
equipo lo ven. Apenas terminen, los de al lado deben hacer lo propio. La idea es que, a
medida que vayan pasando las personas, intuyan cómo es el saludo del otro pero también se
den cuenta de que no han logrado saludarse ni decirse absolutamente nada. Puede ocurrir
que, por imitación, a medida que vaya pasando el saludo de un chic@ al otro, se apropien de
gestos del otro y los saludos varíen; sin embargo el resultado es el mismo: no logran
comunicarse.
Al culminar los dos últimos de la fila con el saludo, nos sentamos en círculo. De un lado
estarán los náufragos y del otro los habitantes. En uno de los extremos del círculo habrá una
silla que los mire de frente a todos. Esa silla solemos llamarla: La silla del mono. En esa silla
me siento yo e invito a todos los participantes a que digan la primera palabra que les pase por
la cabeza al verme. Suelo ser yo el que pasa primero para que se sientan en absoluta libertad
de decir cualquier cosa que se les ocurra. Se trata de compartir una primera impresión.
Culminada esa ronda, los invito a que cada uno ocupe la silla del mono. Y se repite la
dinámica, decir qué impresión te causa. Al terminar, la persona observada debe decir su
nombre y si están equivocados o no con esa impresión que da, y señalar alguna cualidad que
tenga (a ver si alguno de ellos acierta o no, en esa primera impresión). Cuando pasan todos,
me vuelvo a sentar yo y digo una cualidad mía y finalmente me presento. En este instante
solemos conversar un poco de los extraños, las primeras impresiones y la mirada del otro en
nosotros mismos.
Para dispersar, y a manera de cierre, los invito a levantarse por equipos, y ver si han estado
atentos y con ganas de comunicarse. Los coloco en fila nuevamente y les invito a que los
náufragos hagan ahora el saludo de los habitantes y viceversa. A ver si pasada la actividad,
logran acordarse. No importa el resultado (que suele ser errado); luego unos enseñan a otros
los saludos originales y juntos, los dos equipos, inventamos un nuevo saludo que incluya lo
mismo: gestos y/o palabras, inventadas o no, de ambos saludos anteriores o de cosas nuevas
que quieran presentar. E incluso (y esto da para otra actividad más compleja y otro taller),
hemos llegado a crear una palabra que signifique Bienvenido (y aquí les dejo la libertad de
que sea bienvenida, o cualquier emoción que los identifique como grupo y tenga que ver con
incluir al extranjero o al otro).
Lo primero que llama la atención de este libro es que parece que fue leído y anotado
por un adolescente. Notas al lápiz escritas al margen, subrayados, flechitas,
asteriscos, corchetes (y cohetes), espirales y dibujos de animales, árboles y barcos
que atrapan al instante. Evidencia de una preocupación formal que atiende al fondo:
hablar de adolescentes colocándose en su lugar. Freddy Gonçalves es un experto en
ello y cada enunciado escrito en este libro es una prueba (oro molido o etnografía
traducida para el mediador que quiera comprender mejor a los adolescentes que tiene
cerca). No es algo que se pueda simular, requiere de una inmersión atenta de muchas
horas antes, durante y después de los encuentros con los jóvenes.