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Tales de Mileto y el principio de causalidad.

El paso del mito al logos es un tema clásico en la historia de la filosofía griega. Trata del tránsito de una forma de
pensamiento centrada fundamentalmente en los mitos, a otra de carácter lógico, científico y filosófico. John Burnet
ha concebido dicho cambio como un salto repentino. Otros como Francis McDonald Cornford lo ven como una
transición paulatina y sucesiva. Para muchos, este movimiento termina con Platón. Yo en lo personal, creo que es
un fenómeno mitificado, pues asumo que tal salto responde a una simbólica y tradicional idealización de un
proceso histórico específico. Los hombres, griegos y no griegos, antes de dicho paso, ya hacían uso de la ciencia
antigua, tenían un ámbito profano de su experiencia que coexistía armónicamente con el ámbito de lo sagrado, y
por ende mítico. Los hombres después de dicho paso, siguen creyendo y cultivando mitos a través de sus
religiones, el arte, el Estado, los medios de comunicación y la anticuada, pero vigente y eficaz, tradición oral. Es
verdad que hay sociedades más centradas en sus mitos, como las indígenas mexicanas y grupos no occidentales
de otras latitudes, pero también, dentro de la cultura occidental se ha gestado una serie de mitologías que son
asumidas con mayor o menor fuerza entre distintas comunidades. Así pues, el mito guadalupano -y otros relatos del
cristianismo-, los mitos estatales de la fundación del país, como el grito de independencia, los niños héroes, el mito
revolucionario, o los mitos milenaristas, heroicos, de enemigos, complots, etcétera que el cine cuenta y recuenta -y
no se cansa de contar-, son un botón de muestra de un tipo de pensamiento que opera saludable y robustamente
desde lo más entrañable del ser humano, como operaban entre los egipcios sus narraciones hace 3000 años.
No obstante, en otro sentido, el paso del mito al logos, es un interesante fenómeno que permite explicar
el nacimiento de la filosofía y la ciencia griegas sin que hubiese una separación real entre ellas en aquella época.
El principio de causalidad
La autoridad de Aristóteles ha puesto como punto de partida de la Filosofía a Tales de Mileto. Él es el
primero en pensar de otra manera y es fundador de la primera escuela de pensamiento filosófico que exploró la
pregunta por el cosmos y su arjé, pero también tomó posición sobre muchos otros problemas de carácter
antropológico sin hacer divisiones tajantes entre lo humano y lo natural. Así que como dice Conrado Eggers Lan,
“no tenemos que quedar atrapados en los viejos esquemas de los manuales que discernían una primera etapa
<cosmológica> en la filosofía griega (con los presocráticos), otra <antropológica> (con Sócrates y los sofistas) y
finalmente una etapa <sistemática> (con Platón y Aristóteles)”.Esta perspectiva permite explorar la posibilidad de
que los milesios hayan sido precursores y partícipes indirectos de la gestación de la Lógica (en cuanto disciplina),
generando una actitud nueva hacia las explicaciones míticas que derivó en la gestación tácita del principio lógico de
causalidad o razón suficiente (uno de los principios lógicos supremos).
En un sentido ontológico este principio, es fundamental en el conocimiento científico, supone que todo
proceso tiene una causa, y según Eli de Gortari “establece que cada efecto es una consecuencia de una causa o
de varias causas antecedentes”. Ahora bien, de acuerdo con Jesús Mosterín y Roberto Torreti, la causalidad es
central en la interpretación ordinaria de acontecer, cuyos, sucesos procesos y situaciones son vistos como efectos
(consecuencias, resultados) imputables a causas que los producen y sin las cuales, se pinsa, no habrían podido
ocurrir como ocurrieron. Aunque la palabra se emplea poco e la conversación diaria, la idea está presente por
doquier, en la connotación de verbos corrientes como “empujar”, “llevar”, “sacudir”, “cortar”, “juntar”, “matar”,
“hacer”. El prototipo de la causa es claramente el agente humano, que obra sobre las cosa o sobre sus semejantes
para efectuar los cambios que desea o impedir situaciones que juzga adversas. Pero la noción se aplica sin
dificultad a los agentes animales, y se ha extendido también desde tiempo inmemorial a toda clase de “fuerzas”
ocultas o aparentemente manifiestas en las cosas inanimadas. (Y no es inverosímil que la común creencia en
agentes sobrenaturales –dioses, hadas, demonios- se nutra en parte del afán de hallarle una causa –un
responsable- a todo cuanto sencillamente ocurre).
He ahí la conexión con el pensamiento mítico. También se rige por la causalidad. Ernst Cassirer en su
filosofía del mito denomina en el pensamiento mítico un principio teleológico que entiende que las fuerzas de la
naturaleza y la magia revelan voluntades divinas o demoniacas, teniendo como supuesto filosófico una visión
cósica-sustancial que concibe a las cosas como originarias.
Son tradicionalmente, en las sociedades de corte mítico, los magos, los sacerdotes, los chamanes, los
brujos los custodios herméticos e invocadores de dichas fuerzas. Y en Grecia, ya no sólo ellos operaron, sino
también los filósofos y los médicos fueron quienes se dedicaron a su estudio y divulgación con un enfoque público
y secular (salvo en el caso pitagórico). No es de extrañar que Tales de Mileto, el primer filósofo de Grecia, se
educara en Egipto con sacerdotes, empapándose de su sabiduría científica y mítico-religiosa, y por ende postulara
que el agua es el principio de todas las cosas. Aunque los egipcios sólo se consideraban a sí mismos personas, y
reservaban el término “hombre”, sólo para ellos. Los extranjeros no lo eran, pero cuando uno llegaba a Egipto, vivía
ahí, aprendía su idioma y cultura, se convertía en persona. Así que, Tales se instaló ahí e hizo persona.

Tales y su ciencia causal


La tesis talesiana sobre el agua como arjé, es una que encierra elementos de un carácter dual: mítico y
lógico. En Egipto, por el contraste geográfico entre las tierras desérticas y de cultivo, se daba una gran importancia
al agua del río Nilo. El agua era la fuente de la vida y el sostén del mundo. Recibía el nombre de Nun, y sobre ella,
la Tierra, que era una plancha plana, flotaba y de ella emergía cada día el Sol después de su travesía nocturna
debajo del mundo y volvía a elevarse sobre el horizonte, por el oriente, emergiendo de las aguas orientales de
Nun, que era un dios cuyo consorte era Naunet, el cielo subterráneo. Esta visión cosmológica de que la tierra era
una plancha flotante y de que el agua era el principio de todo, está inspirada y motivada por la cosmovisión y
mitología egipcias. Pero también en la propia mitología griega encontramos ciertos referentes con dioses
relacionados con el agua, como Poseidón, el hermano de Zeus, el Ponto, dios que se sitúa en los comienzos del
mundo y fue engendrado por Gea, y el matrimonio de Océano y Tetis, quienes tenían por hijos a los ríos, y como
hermanas de esta diosa a las Océanides. Ellos protegían a los jóvenes varones en edad de crecer y eran adorados
por las personas antes de cruzar los cauces de su corriente. Aristóteles comenta en la Metafísica que los griegos
más antiguos habían hecho a Océano y a Tetis el principio de la generación. Sin embargo, cosmogónicamente el
agua en Grecia no fue tan importante, como lo fue en Egipto. Tales, se vio impresionado e influenciado por esa
nación extranjera y seguramente ratificó lo que los egipcios le enseñaron a través de algunas versiones míticas
griegas.
Ahora bien, posiblemente Tales no pensó al agua como Nun, ni siquiera tal vez como al Ponto, o una
personificación real. Es muy probable que estuviera entendiendo que los dioses eran una metáfora para referirse a
una fuerza natural o una estructura ontológica más profunda, ya que dijo que la inteligencia del cosmos es un dios,
todo estaba lleno de dioses, que todo tenía alma (a partir de la observación de los imanes y del ámbar). El alma es,
pues, una naturaleza en movimiento y que se mueve a sí misma. Alma y dioses son un símbolo de algo más
profundo. El principio de causalidad operaba usando palabras mítico-religiosas, pero refiriéndose a estructuras y
ciclos naturales con un enfoque naturalista y científico más que teológico. Sus estudios sugieren esto ya que
estudió el radio del círculo, los ángulos del triángulo isósceles, midió la altura de las pirámides y la distancia entre
los barcos, estudió los movimientos y cuerpos celestes celestes, estudió la causa de los eclipses y hasta predijo
uno, estudió los solsticios y las dimensiones del Sol, señaló que los astros eran como la tierra pero inflamados,
explicó la causa de los terremotos, atribuyéndola a movimientos del agua, la tierra y de los otros astros, incluso
hasta explicó la causa de ciertos vientos atribuyéndosela al oleaje marítimo. Tales encontró relaciones causales en
la geometría, en los cuerpos celestes, en la propia Tierra y en los fenómenos naturales y planteó que todo cuanto
existe tiene un origen, que lo asoció con el agua.
Difícilmente esos estudios y conocimientos podían responder a las tradicionales explicaciones míticas. Más
bien, planteaban que los dioses de los mitos eran fuerzas y estructuras que reflejaban algo más y debían
explicarse. Es pues, el primer griego, que de manera tácita da el giro de un principio teleológico divino a un principio
de causalidad. Dio el primer paso para el nacimiento de un pensamiento más lógico que redimensionó y reubicó al
mito dentro del afán humano por alcanzar la sabiduría.

IDEA PRINCIPAL

PALABRAS CLAVE

FUNCION DEL PARRAFO

TERMINOS DESCONOCIDOS

TRANSICION: Paso o cambio de un estado, modo de ser, etc., a otro.


AMBITO: Espacio comprendido dentro de ciertos límites reales o imaginarios
TAJANTE: Que no admite discusión o que corta cualquier posibilidad de réplica.
MILESIOS: Los milesios fueron aquellos pobladores que pertenecieron a la escuela de milesia en la ciudad de
Mileto.
CUSTODIAR: Mantener, con su presencia, vigilada una cosa para impedir que sea robada o asaltada, o para
protegerla de algún peligro.
REFERENTE: Cosa tomada como referencia o modelo de otra.
CAUCES: Concavidad del terreno, natural o artificial, por donde corre un río, un canal o cualquier corriente de
agua.
ALMA: Entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material,
constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.
ASTRO: Cuerpo celeste.

AUTORES Y SINOPSIS
JHON BURNET: John Burnet fue un filólogo clásico conocido por sus trabajos sobre Grecia Antigua y el
nacimiento de la filosofía. La TESIS DEL MILAGRO GRIEGO, describe la introducción de la filosofía como una
discontinuidad radical, es decir, que la filosofía vendría al mundo de forma milagrosa y sin pasado.
ARISTOTELES: Aristóteles fue un filósofo, matemático y lógico nacido el 384 a.c en la ciudad Estagira, Grecia. Su
padre fue un reconocido médico del rey Amintas III de Macedonia. A los 17 de años, cuando muere su padre,
Proxeno de Atarneo su tutor, lo manda a la escuela intelectual de Grecia para que estudiara a Platón.
TALES DE MILETO: Tales de Mileto fue un filósofo, matemático, geómetra, físico y legislador griego. Vivió y murió
en Mileto, polis griega de la costa jonia. Fue el iniciador de la escuela de Mileto a la que pertenecieron también
Anaximandro y Anaxímenes. En la antigüedad se le consideraba uno de los Siete Sabios de Grecia
POSEIDON: Poseidón o Poseidón es el dios de los mares y, como «Agitador de la Tierra», de los terremotos en la
mitología griega.
ZEUS: Zeus, en la mitología griega, es el «Rey de los dioses y los hombres», que gobernaba a los dioses del
monte Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigían a
él como tal. Era el dios del cielo y el rayo.
OCEANO: Océano, titán del mar en la mitología griega durante la era pre-olímpica, quien fue hijo de Urano y Gea,
era caracterizado por cubrir de inmensos mares a las tierras de todo el planeta y permitir la vida de todos los seres
que allí habitan, por lo que el horizonte culminaba en él.
TETIS: En la mitología griega, Tetis, la de los pies argénteos, es una ninfa del mar, una de las cincuenta nereidas,
hijas del «anciano dios de los mares», Nereo, y de la oceánide Doris, y nieta de la titánide Tetis, con quien se la
suele confundir en español.

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