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INSTITUTO PABLO VI.

ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS SOCIALES. CURSO: 4º “A”.

DOCENTE: Santiago D’Anna

FICHA DE CÁTEDRA Nº 1.

UNIDAD INTRODUCTORIA: ¿Cuáles eran las condiciones socio históricas del saber y el
conocimiento antes del surgimiento de las Ciencias Sociales?

(s/f)

Desde sus inicios, la humanidad, ha buscado responder a interrogantes sobre ¿Quiénes


somos? ¿De dónde venimos? ¿Como, por qué y para que nos organizamos? Y para ello ha
construido una multiplicidad de sistemas explicativos de base ritual, mitológica y /o religiosa
que determinaban las realidades humanas según los designios y voluntades de dioses, seres
creadores y fuerzas sobrenaturales. Estos sistemas han servido como instrumentos
legitimadores de poder dentro de las diversas formaciones sociales constituidas a lo largo del
tiempo. Con la consolidación de la modernidad eurocéntrica, entre fines del siglo XIV y
principios del XV, se da lugar a un proceso de resignificación del mundo conocido en todos sus
ámbitos: físico - natural, político, económico, social, cultural-artístico, territorial- geográfico y
religioso- espiritual. Las sociedades, y en ellas, los sujetos (complejos, conflictivos, históricos e
inacabados) que las conforman y constituyen, se convierten en objetos de estudio de nuevos
ámbitos de pensamiento complejo y abstracto que dan lugar a procesos históricos de
construcción de conocimiento científico y social.

En esta unidad abordaremos algunos “momentos históricos”, donde el conocimiento adquirió


características particulares, estrechamente vinculadas con el contexto en que se desarrolló.

Los antiguos: del mithos al logos.

El mito puede ser definido como un relato de carácter sagrado que resulta siempre de una
creación colectiva y remite a un tiempo remoto, pasado e impreciso. En la antigua Grecia
(aproximadamente desde el siglo XII A.C), al igual que otras civilizaciones orientales -sumeria,
caldea, egipcia, fenicia, romana, entre otras – el mito servía para explicar verdades
importantes acerca del mundo y de la vida, ofreciendo fundamentaciones sobrenaturales,
cuyos protagonistas eran dioses y seres sobrenaturales.

En el mundo griego los poetas, autores de los mitos, eran considerados los intérpretes de los
dioses. Es el caso de Homero, quien vivió en el siglo IX A.C y dio vida a los poemas homéricos,
entre ellos La Ilíada y La Odisea, relatos legendarios que remiten a las épicas batallas de la
guerra de Troya. Otro reconocido poeta fue Hesíodo, quien en su Teogonía explica el origen
del mundo a través de la genealogía de los dioses.

Los mitos se caracterizan por:

 Desarrollar un pensamiento antropomórfico. Los protagonistas son hombres o figuras


con forma humana, como dioses y héroes.
 Ser atemporales. Aluden a un pasado remoto e impreciso.
 Ser arbitrarios, las cosas suceden por que sí, por voluntad y designio de dioses y
hombres.
 Ser “aespaciales”. Combinan el mundo físico con el mundo sobrenatural.
 Ser tradicionales. Las creencias pasan de padres a hijos en el marco de una comunidad.
 Ser colectivos. Su autoría suele ser anónima, compartida por un grupo social y le
otorga cohesión.
 Ser fantásticos. Su fuente fundamental para dar explicación de las cosas es la
imaginación.
 Destacar características y sentimientos de la condición humana vinculadas a
relaciones con seres sobrenaturales.

Existen diferentes tipos de mitos:

 Mitos cosmogónicos: Intentan explicar la creación del mundo. Son los más
universalmente extendidos y de los que existe mayor cantidad. A menudo, se sitúa el
origen de la tierra en un océano primigenio. A veces, una raza de gigantes, como
los titanes, desempeña una función determinante en esta creación; en este caso, tales
gigantes, que suelen ser semidioses, constituyen la primera población de la tierra.

 Mitos teogónicos: Relatan el origen de los dioses. Por ejemplo, Atenea surge armada


de la cabeza de Zeus.

 Mitos antropogénicos: Narran la aparición del ser humano, que puede ser creado a
partir de cualquier materia, viva (una planta, un animal) o inerte (polvo, lodo, arcilla,
etc.). Los dioses le enseñan a vivir sobre la tierra. Normalmente están vinculados a los
mitos cosmogónicos.

 Mitos etiológicos: Explican el origen de los seres, las cosas, las técnicas y las
instituciones.

 Mitos morales: Explican la existencia del bien y del mal.


 Mitos fundacionales: Cuentan cómo se fundaron las ciudades por voluntad de dioses.
Un ejemplo es el de la fundación de Roma por dos gemelos, Rómulo y Remo, que
fueron amamantados por una loba.

 Mitos escatológicos: Anuncian el futuro, el fin del mundo. Estos mitos comprenden
dos clases principales, según el elemento que provoque la destrucción del mundo: El
agua o el fuego. A menudo están vinculados a la astrología. La inminencia del fin se
anuncia por una mayor frecuencia de eclipses, terremotos, y toda clase de catástrofes
naturales que aterrorizan a los humanos. El clásico ejemplo es el 'Apocalipsis'.

Este tipo de explicaciones predominan hasta el siglo VII A.C aproximadamente, cuando el
mundo griego se muestra en su máximo esplendor. La polis (ciudad - estado) ha alcanzado su
pleno desarrollo, experimentando distintos tipos de organización política (desde democracias
hasta oligarquías); sellando alianzas y formando ligas militares entre polis. Los intercambios
comerciales entre lejanas regiones posibilitaban un fluido tránsito de costumbres, ideas y
conocimientos, gestándose un espacio cultural griego cuya influencia se extiende más allá de
los mares Egeo y Mediterráneo. Los contactos con Asia Menor y la influencia de ideas egipcias
(sobre geometría), caldeas (sobre astronomía) chinas e indias en materia de técnica, arte,
mitos e ideas religiosas, propician a que en el Sur de Italia, en la Cuidad de Mileto, se produzca
un cambio de mentalidad, dando lugar a la escuela jónica o escuela de Mileto. Surge la
especulación filosófica, entendida como la búsqueda de una explicación, ya no mítica ni
religiosa sino basada en una respuesta racional y comprobable. Paulatinamente, el lugar del
mito fue ocupado por el Logos, entendido como el camino de razonamiento a través del
pensamiento y del conocimiento. Se inicia así un proceso de racionalización del mundo para
dar respuestas a las preguntas sobre la realidad y es la base del desarrollo de la filosofía y las
ciencias. Como todo proceso histórico, el paso de un tipo de explicación al otro, fue dándose
gradualmente, admitiendo cambios y continuidades en las formas de explicar el mundo y
combinando componentes mitológicos y esotéricos.

El pensamiento racional se caracteriza por:

 Indagar cuales son las causas naturales que provocan los fenómenos.
 Desarrollar leyes explicativas de dichos fenómenos.
 Ser innovador y crítico: busca construir nuevas leyes explicativas y cuestiona las
creencias antiguas
 Ser individual. Los argumentos construidos no son anónimos, sino defendidos por sus
autores.
 Ser lógico. Su fuente principal es la observación, la experiencia y la racionalidad crítica.

Durante el mundo antiguo, los primeros pensadores racionales llamados filósofos, se


preocuparon por explicar dos grandes problemas del conocimiento: la naturaleza (período
cosmológico) y el hombre y sus relaciones con el lenguaje, la política, la sociedad y el
conocimiento (período antropológico).

Tales, Anaximandro, Anaxímedes y Heráclito de Éfeso, en los siglos VII y VI AC abordaron el


interés cosmológico (la búsqueda del arjè, principio creador) y Sócrates, Platón y Aristóteles
en los siglos VI y V AC abordaron explicaciones racionales antropológicas.
Los medievales: ¿Dios el centro del universo?

Durante la Edad Media, período que se desarrollo en Europa entre los siglos V y XV
aproximadamente, el conocimiento, el pensamiento y todas las actividades humanas estaban
influenciados desde el ámbito cristiano. Y es que precisamente es el cristianismo como religión
estructurada,  desde el siglo III d.C., quien influye en todos los ámbitos de la vida
del hombre medieval.

El teocentrismo se consolida en torno al conocimiento: Dios va ser el centro de todas las


explicaciones tanto del mundo y de la ciencia y la teología la lupa con que se va a analizarlo
todo. En este mismo sentido, la filosofía se subordina a la teología, pues toda explicación dada
por la primera debería estar supeditada al conocimiento de Dios y de la fe. Por ello, "los
Padres” de la Iglesia comenzaron un diálogo fecundo con los filósofos antiguos, abriendo el
camino al anuncio y a la comprensión del Dios de Jesucristo. Este querer analizarlo todo por la
teología, lleva a un radical cambio de paradigma, posicionando la razón como una sierva de la
fe. Ahora la fuente de todo conocimiento es Dios quien mediante la revelación divina otorga al
hombre la capacidad de conocer las verdades supremas.

En los primeros tiempos, ese interés por Dios poseyó a los más brillantes y mejores europeos.
Casi se puede decir que se obsesionaron con Dios. Pensaban sobre Dios, estudiaban a Dios,
trataban de descubrir su voluntad y obedecerla, e intentaban descubrir los propósitos que éste
tenía para el mundo y ayudarle a que se cumplieran. Sus vidas giraban en torno a Dios de una
manera como nunca antes se había visto en el Occidente europeo. Las matemáticas y la
filosofía encabezaban los estudios griegos, la política y el derecho encabezaban los estudios
romanos. Ahora, la teología se convierte en la “reina de las ciencias”.

También debemos puntualizar que el pensamiento en la Edad Media, es de corte metafísico.


Los filósofos medievales no se van a interesar, como los griegos y como los modernos, en el
estudio y en el análisis de la realidad física sino en la comprensión de Dios, el Ser Absoluto,
Inmanente y Trascendente. Se plantea de una nueva forma la historia del hombre en sus tres
grandes momentos: la creación a imagen y semejanza de Dios; la caída por la desobediencia y,
finalmente, la redención por la vida, obra y  muerte de Jesucristo. Aparecen dos escuelas
claramente definidas: Por una parte las ideas propuestas por  los padres de la iglesia y Agustín
de Hipona, que conformaron la patrística; de clara inspiración platónica y la escolástica cuyo
máximo exponente es Tomás de Aquino, de inspiración aristotélica.

Agustín de Hipona (354-430) considera que el hombre está formado por dos realidades
separadas: el alma y el cuerpo, ideas cuyo origen se encuentran en el platonismo griego; según
el pensamiento agustiniano, la facultad suprema del hombre es el libre albedrío que se
perfecciona con el amor. El conocimiento sólo cumple una función mediadora.

Tomás de Aquino (1225- 1274) considera que la facultad suprema del hombre es la razón; el
cuerpo y el alma no son realidades separadas: conforman consustancialmente un todo;
siguiendo las ideas desarrolladas anteriormente por Aristóteles. Establece límites entre la fe y
la razón; entre la filosofía y la teología. Afirma la existencia de una única verdad, que puede ser
conocida desde la razón y desde la fe. Reconoce la particularidad y la independencia de esos
dos campos, por lo que cada una de ellas tendrá su objeto y método propio de conocimiento.
La filosofía se ocupará del conocimiento de las verdades naturales, que pueden ser alcanzadas
por la luz natural de la razón; y la teología se ocupará del conocimiento de las verdades
reveladas, de las verdades que sólo puede ser conocidas mediante la luz de la revelación
divina.

Esta concepción del hombre fue la base de la organización durante el Medioevo caracterizada
por el predominio del poder político feudal señorial, económicamente agrícola autosuficiente y
socialmente estamental, jerarquizada y “sagrada”. La iglesia católica legitimó esta
organización y controló el conocimiento y el saber. Predominaba la idea de que todo lo
relacionado con la vida en este mundo tenía poca importancia, ya que la felicidad se
encontraría en la salvación del alma, en la vida eterna. El dolor, el placer, la riqueza y la
pobreza eran vistas como algo pasajero, como una carga incómoda que sería liberada al
momento de pasar al otro mundo, junto a Dios. Al mismo tiempo se afirmaba que las
jerarquías sociales no debían ser alteradas ya que habían sido fijadas en el plan sagrado de
Dios.

Eran muy pocas las personas que sabían leer y escribir. En los primeros tiempos los monjes
copiaban e ilustraban las Sagradas Escrituras y algunos textos clásicos en latín. También
registraban los hechos históricos más importantes y redactaban anales y crónicas para la
posteridad. Se decía que había siete artes liberales, estas eran: gramática, dialéctica, retórica,
aritmética, geometría, astronomía y música; las cuales se dividían en dos grupos denominados
Trivium y Quadrivium.

Hacia fines del periodo medieval, a partir del siglo XIII, se producen un conjunto de
transformaciones agrícolas, comerciales, financieras y sociales que dan lugar a un intenso
desarrollo de la vida urbana. Algunas ciudades europeas se convierten en activos centros de
intercambios de productos, conocimientos, ideas y técnicas. Los intercambios con Oriente,
muestran a los europeos un mundo hasta entonces desconocido. Se fundan las primeras
escuelas. Algunas dependían de los obispos- catedralicias- otras de los gobiernos de las
ciudades – municipales-. Las nuevas actividades requerían de nuevos conocimientos: escribir
cartas, redactar inventarios, construir cartas de navegación, etc.

En este mismo período se fundan las primeras universidades urbanas como corporaciones de
maestros y estudiantes con plena capacidad para organizar la docencia e impartir títulos o
certificados válidos para toda Europa. Los títulos estaban sometidos a la autoridad del Papa,
aunque tanto maestros como estudiantes deseaban escapar al control de la iglesia. Las
universidades más importantes del período fueron la de París, Cambridge, Bolonia y Oxford
donde enseñaron los grandes filósofos y teólogos del período.

El fin del monopolio cultural católico, que duró alrededor de 10 siglos, se produjo gracias a la
técnica desarrollada por el alemán Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV: la imprenta.
Se empezaron a imprimir tantos libros, que se incrementó la alfabetización –potenciada por la
creación de más universidades, escuelas y bibliotecas- y se amplió el acceso al conocimiento.
Como se hacían muchas copias, los libros eran más baratos y más personas de distintos niveles
sociales o estamentos podían acceder a ellos.
Los modernos: El predominio del hombre y la razón científica.

Entre los siglos XIV y XVI hubo importantes cambios en las formas de pensar y sentir de
algunos grupos sociales de Europa occidental. Comenzó a difundirse una manera de ver y
entender el mundo totalmente opuesta a la que caracterizó al período medieval. Estos
cambios se produjeron en las áreas urbanas y afectaron especialmente a los sectores
burgueses. Estos grupos sociales dedicados al comercio y la producción artesanal,
consideraban que la vida en esta tierra no era solo una estación de paso a otro mundo, sino
algo que debía disfrutarse. Para ello, el esfuerzo, el ingenio, el ahorro y la especulación eran
los caminos para enriquecerse y ascender socialmente.

Mientras que en el período anterior todas las explicaciones racionales estaban supeditadas a
la fe para comprender de esta forma el mundo, en la Modernidad la razón va adquirir
una independencia tal que la llevará a posesionarse como la fuente principal del saber de esta
época.

Con estas transformaciones el pensamiento antropocéntrico desplaza al pensamiento


teocéntrico del período anterior. El hombre se convierte en el centro del mundo y a través del
uso de la razón, puede explicarlo. Reciben el nombre de Humanistas, aquellos pensadores
como el holandés Erasmo de Rotterdam (1466- 1536), el inglés Tomas Moro (1478- 1535) y el
florentino Nicolás Maquiavelo (1469- 1527), que asumirán al ser humano como un verdadero
microcosmos capaz de ser analizado y explicado. Esta nueva mirada sobre el hombre lo
revaloriza como sujeto creador, capaz de conocer y comprender, a través de la razón y la
experiencia, el mundo que lo rodea. Para esto es necesario desarrollar un espíritu crítico, que
se opone a las verdades dogmáticas (absolutas y universales). Se cuestionan los saberes
tradicionales y se releen nuevamente a los pensadores griegos y romanos. Asimismo, algunos
humanistas comienzan a escribir sus obras en las lenguas habladas en sus regiones, para llegar
a más lectores.

En el plano artístico, estas transformaciones se manifestarán en el proceso conocido como


Renacimiento, (mediados del siglo XV a mediados del siglo XVI) donde el ser humano con sus
virtudes y debilidades se convierte en el protagonista de las obras (literarias, pinturas y
esculturas) y se perfila una nueva forma de representación de la realidad que aplica
conocimientos físicos y matemáticos, entre otros. Miguel Ángel Buonarroti (1475- 1564);
Leonardo Da Vinci (1452- 1519); Rafael (1483- 1520) y Donatello (1383- 1466), son algunos de
los exponentes de este período.

La naturaleza dejó de ser algo misterioso y se desarrolló la observación como método para
explicarla. El cuerpo humano dejó de ser un envase del alma sino que ahora podía ser
estudiado y admirado artísticamente. A su vez, el orden del universo se consideró discutible y
surgieron explicaciones racionales novedosas. El interés por dominar el tiempo y el espacio ya
sea por ambición económica o por interés por conocer potencia el desarrollo de instrumentos
de navegación, de conocimientos geográficos y el contacto con Otros modos de vida y Otras
culturas.

La razón tiene sus razones y métodos diversos pero una de ellas va a imponerse por encima de
todas ellas. La razón moderna por excelencia va a ser la Razón Científico-Técnica. La nueva
tarea del hombre moderno es llevar este tipo de razón científico-técnica, como única razón, a
todos los campos del pensar y el hacer. Su primera expresión fue la Revolución científica.

La Revolución científica.

La Revolución Científica es uno de los grandes acontecimientos que definen al mundo


moderno: comienza con la publicación de la obra del científico polaco Copérnico (1473- 1543)
y culmina con la obra del inglés Newton (1642- 1727), pasando por las aportaciones, entre
otros, del italiano Galilei (1564- 1642) y el alemán Kepler (1571- 1630). Tal acontecimiento no
sólo conduce al mundo de los objetos, sino que se convierte para el espíritu en un medio para
llevar a cabo su propio conocimiento (nacimiento filosofía moderna).

Con ella se quiebra la imagen del mundo antiguo y medieval: el espacio y el tiempo se
ensanchan hasta el infinito. Y la razón es lo único que nos permite entrar en ese ámbito, la que
lo asegura, la que le pone medidas y límites: no en lo físico, sino en lo legal. En la nueva imagen
del universo confluyen tanto el ímpetu por lo singular y concreto, lo fáctico; como el deseo de
lo universal. La observación sensible tiene que aliarse con la medición exacta y de ambas surgir
la nueva teoría natural. Copérnico propone la teoría heliocéntrica que explica que el sol es el
centro del universo y que la tierra gira una vez al día sobre su eje y realiza en un año, una
traslación completa alrededor del sol. Esta teoría será perfeccionada por Galilei y posibilitará
avances en astronomía, matemáticas y cartografía.

Galileo y Kepler concibieron la idea de ley natural en toda su amplitud y profundidad, pero solo
pudieron aplicarla en fenómenos naturales aislados: faltaba por mostrar que la legalidad
rigurosa que regía en las partes podía extenderse a la totalidad y que el universo, en cuanto
tal, era accesible a la comprensión exacta del conocimiento matemático y adecuadamente
abarcable por él. La obra de Newton aporta esta prueba.

Por primera vez se traza una historia física del mundo al margen del dogmatismo y la autoridad
religiosa y que sólo quiere apoyarse en los hechos observables y en los principios universales
del conocimiento teórico de la naturaleza.
(Cuadro extraído de wikipedia)

En el siglo XVII, con el «cogito ergo sum» (Pienso, luego Existo) de Descartes (1596- 1650),
la  interpretación tradicional del mundo sufre una transformación total. Ya  no son
los paradigmas del arjé del mundo ni Dios.  El nuevo eje desde el que se explica la realidad va a
ser la  razón. La ley de las cosas es la razón. La razón es la que decide el existir de las cosas. Hay
un nuevo Señor y Legislador: el Pensamiento. Es el dador de sentido, el que pone reglas y
orden, el que decide lo que es y lo que no es en las diversas esferas del vivir humano. Para
hablar del mundo, de la sociedad, del hombre y de Dios hay que hacerlo desde la racionalidad,
ella es la garantía de realidad y el criterio de verdad.

Todos estos cambios en los ámbitos del conocimiento y del saber impactan en los seres
humanos y con ellos en la sociedad, que buscarán ser explicados, desde su organización hasta
su funcionamiento. El sujeto se convierte en objeto de estudio y nuevas “ciencias” se
constituirán para abordarlo. El contacto con otras regiones del mundo pone en evidencia que
la sociedad euro céntrica no es la única forma de organización social. Esto dará lugar a la
posterior investigación y construcción de explicaciones que justifiquen la imposición política,
económica, militar y cultural del eurocentrismo como cultura superior a todas las existentes
en el planeta.

La Ilustración (movimiento intelectual del siglo XVIII; que analizaremos en la ficha de cátedra
N°2) logra esta victoria de la razón y culmina con ello el proceso que se iniciara en el
Renacimiento. Entrega al conocimiento racional un dominio fijo, dentro del cual ya no exista
obstáculo alguno ni ninguna imposición autoritaria, sino que, por el contrario, podía moverse
libremente en todas las direcciones y, en virtud de esa libertad, llegar a la conciencia plena de
sí misma y de las fuerzas que residen en ella. Razón y progreso son las premisas que permiten
explicar esta cambiante realidad que trae consigo importantes cambios sociales. Cambios que
serán objeto de investigación y explicación.

Los posmodernos: ¿La verdad o las verdades?

El pensamiento a fines del siglo XX y principios del XXI, en el período Postmoderno se


caracteriza por una serie de críticas entabladas a la vida Moderna. Esta crítica va dirigida
contra todo aquello que da sentido a la Modernidad, el modelo de razón utilizado, los valores,
el tipo de hombre y sociedad que defiende.

En primer lugar, esta época se caracteriza porque la Verdad Absoluta se ha debilitado, hasta el
punto de que  no se habla de "verdad" sino de "verdades", es decir, la verdad depende de los
distintos sujetos.

Igualmente, la razón, que pretendía ser la liberadora del hombre, acaba dominándolo.


La historia no ha tenido el final feliz esperado, ha sido una historia manipulada y
manipuladora. El protagonista de esta historia se ha convertido en un sujeto pasivo y alienado.
Desde la razón se ha querido fundamentar todo. Lo que se ha conseguido con esta razón
disfrazada de ciencia, ideología y poder es el triunfo de los totalitarismos de todo tipo. Han
sido los metarrelatos los que justificaban y legitimaban tal orden de cosas. La razón moderna
ha originado el gran discurso monocorde, dogmático e intransigente. De este tipo de razón hay
que librarse. Estamos en un tiempo nuevo, tiempo de pequeños relatos,
de contratos temporales, de pequeñas palabras, de discursos débiles. Frente a la razón
legitimadora y objetivadora hay que defender la razón  plural, local, pequeña y cercana.

La razón moderna con su defensa de la objetividad, de lo incondicionado y absoluto ha


tiranizado la vida. Por eso hay que descubrir la subjetividad como guía, la fragmentariedad
como criterio. El sentimiento -y no la razón unilateral- debe orientar el tiempo nuevo. Hay que
seguir a A. Findielkraut (1949) cuando dice: «Vivimos en la hora de los sentimientos; ya no
existe verdad ni mentira, estereotipo ni invención, belleza ni fealdad, sino una paleta infinita
de placeres, diferentes e iguales". El sentimiento significa expresión, aceptación de pequeñas
verdades no por su objetividad sino por consentir. 

Los metarrelatos dadores de sentido son falsos. Sólo cabe el vacío, el caos, la dispersión y la
falta de fundamento. La Historia con mayúscula es un engaño. Ha sido inventada por
los historiadores para justificar y dar coherencia a los acontecimientos. La historia total,
neutra, enciclopédica, es desplazada por historias pequeñas, que reflejan una particular
perspectiva, es decir un punto de vista de los varios que el hecho o proceso histórico puede
manifestar.

Si el pasado no tiene relevancia y el futuro es sombrío lo único que  cuenta es el hoy. Fallaron
los modernos al sacrificar su presente  preparando el futuro. Estamos en el tiempo del «ya»,
del «carpe diem». La Felicidad futura, el Progreso, la Revolución y otros lemas similares
son agua pasada. Como no hay compromiso ni con el pasado ni con el futuro, como no hay
vinculación alguna con nada ni con nadie es natural que la ética dé paso a la estética. Nada
está prohibido.

Como expresa este texto, el conocimiento y el saber son históricos. Producto de


construcciones humanas que buscaron responder a los intereses y necesidades de la época en
que se desarrollaron. Por ende, el conocimiento y el saber son inacabados e imperfectos. La
humanidad y las múltiples realidades socio históricas que la caracterizan, serán nuestro objeto
de estudio durante el cursado de nuestro espacio curricular.

BIBLIOGRAFÍA.

AAVV (2015). Historia. América y Europa entre el siglo XV y fines del siglo XVIII. Santillana en
línea.
CHEVALIER, Jacques. Historia del Pensamiento. Tomo III: El pensamiento moderno "De
Descartes a Kant". Madrid: Aguilar, 1963. 733 pág.
CHEVALIER, Jacques. Historia del Pensamiento. Tomo II: El pensamiento Cristiano. Madrid:
Aguilar, 1967. 838 pág.

www.wikipedia.com

www.monografias.com

www.niversitas.over-blog.es

www.eumed.net

www.filosofia.net

www.webdianoia.com

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