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Discurso Nreligioso PDF
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Resumen
El presente artículo aborda el tema del discurso religioso ilustrado en el Perú a fines del periodo
colonial e inicios de la República (1810 – 1830), para lo cual tomamos como referencia al jurista
que la opinión religiosa de Vidaurre, contenida en sus obras el Plan del Perú y Cartas americanas,
corresponde a la de los ilustrados españoles de fines del siglo XVIII. En el trabajo se analiza el
discurso ilustrado en España, la recepción de las ideas ilustradas en el contexto de fines del siglo
Abstract
This article deals with the theme of the religious discourse illustrated in Peru at the end of the
colonial period and the beginning of the Republic, for which we take as reference the Lima jurist
and politician Manuel Lorenzo de Vidaurre. Throughout the exhibition it is tried to demonstrate
that the religious opinion of Vidaurre, contained in his works the Plan of Peru and American
Letters, corresponds to that of the Spanish enlightened people of the late eighteenth century. The
paper analyzes the illustrated discourse in Spain, the reception of the ideas illustrated in the context
1. Introducción
Alberto Tauro, en el prólogo de El Plan del Perú y otros escritos de Vidaurre1, publicado
en 1971, presenta al célebre político y jurista limeño como un “hijo de su siglo”. Vidaurre es un
sus obras permite observar la recepción del pensamiento ilustrado por parte de un criollo, en lo
referente a la política, al derecho y a la religión. Por ello, el tema que se desarrolla en este trabajo
es el discurso religioso ilustrado en el Perú a fines del periodo colonial e inicios de la República
religioso ilustrado en el Perú a fines del periodo colonial e inicios de la República (1810 – 1830)?,
que el discurso religioso de Vidaurre corresponde a la de los ilustrados españoles de fines del siglo
XVII. En tal sentido, nuestro personaje no fue ajeno a las inquietudes políticas, culturales y
así, se afirma que, “de la lectura del expediente que da pie a esta nota surge el incontenible deseo
1
Manuel Lorenzo de Vidaurre (1773 – 1841) pertenece a la generación de los precursores de la independencia. Como
funcionario colonial, llegó a ocupar el cargo de oidor de la Real Audiencia del Cusco. En tiempos republicanos, tuvo
una destacada participación política. Cercano a Bolívar, fue nombrado presidente de la primera corte suprema de
justicia y plenipotenciario del Perú en el congreso de Panamá. Además, fue elegido, en varias oportunidades, diputado
por Lima. Como jurista, fue el primer codificador del país. Llegó a redactar un proyecto de Constitución. Asimismo,
redactó proyectos de códigos Civil, Penal, Comercial, Eclesiástico y de Procedimientos.
de establecer el parangón, o mejor dicho, el paralelo de Vidaurre no con el filósofo ginebrino, sino
pensamiento de los ilustrados franceses caló en el suyo y en su actuar, que a todas luces reflejaría
los ideales libertarios que se encontraban presente en la mente de los principales actores de la
independencia.
El pensamiento ilustrado religioso estuvo caracterizado por fuertes críticas, aunque estos
provienen de un reducido número de la sociedad. Al respecto, Sarrailh (1957) menciona que las
libertino, pese a estas actitudes, muestran una persistencia incomoda a la búsqueda de la reforma,
Como se puede deducir de la cita anterior, los ataques de los ilustrados no van dirigidos
contra la fe católica ni los dogmas pues se trata de hombres creyentes, van dirigidos contra las
autoridades y la exigencia de un cambio de actitud respecto de la vivencia moral que tenían ellos.
Esta investigación es importante pues busca mostrar las características principales del
español de finales del siglo XVIII, se presentan las siguientes ideas: el discurso ilustrado en
España, la recepción de las ideas ilustradas en el Perú en el contexto de fines del siglo XVIII, el
análisis del pensamiento de Vidaurre en El Plan del Perú y las Cartas americanas y el discurso
El primer punto por desarrollar en esta investigación busca conocer el discurso ilustrado
religioso español, es decir qué ideas tenían los ilustrados españoles en torno a la Iglesia, y con ello
Las relaciones entre el Estado español y la Iglesia tuvieron un cambio vertiginoso, a raíz
del advenimiento de la dinastía de los Borbones tras la coronación de Felipe V como rey de España.
Richard Herr, sostiene que los borbones orientaron sus objetivos eclesiásticos a lograr un acuerdo
con Roma. El ejemplo más claro lo constituye el Concordato de 1753, mediante el cual el rey se
reservaba el derecho de nombramiento de las autoridades eclesiásticas y las rentas que recibía
antes el Papa. Este último, además, renunciaba al privilegio que le eximia de contribución a las
A partir de cita podemos ver que el cambio que promovió la dinastía de los Borbones
consiste en establecer vínculos estables con la Iglesia de Roma. Entre las principales decisiones
que se tomó para estabilizar la situación Estado – Iglesia, está dejar en manos del rey la elección
de las autoridades eclesiásticas, esto constituye el nombramiento de obispos, beneficios
Es con Carlos III, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, que la política borbónica en
materia eclesiástica experimentaría un nuevo ajuste al buscar subordinar la Iglesia al Estado. Las
diferentes medidas dictadas contra el clero secular y regular “tuvieron por finalidad otorgar al
estado un mayor campo de acción y poder de control sobre el cuerpo eclesiástico.” (Guibovich
1993, p. 2). Así, podemos resumir la política de Carlos III en cuatro objetivos principales: control
del Estado sobre la Iglesia, mejorar la disciplina de las órdenes, mejorar la calidad del Alto Clero
Junto a esta política real, un pequeño sector de la población empezó a reflexionar a la luz
de las ideas procedentes de Francia, dando lugar a una serie de críticas respecto a la Iglesia como
institución, mas no al dogma católico. Como lo menciona Herr, ni la fe ni el dogma católico corrían
peligro; ya que los escritos irreligiosos de los filósofos franceses no llegaron a despertar interés
entre los españoles. Un ejemplo de esto lo constituye la obra de Voltaire, ya que, si bien en círculos
españoles se admiraba su poesía, no ocurría lo mismo con sus ataques a la religión y argumentos
respecto a las inconsistencias de los dogmas sagrados. Tales ideas ni gustaban ni interesaban a los
de los españoles, pero sí se aceptaba la crítica que desde los francos se hacía sobre la institución
eclesial. Se juzgaba la actitud que toman las autoridades y el clero, no se consideraba en esta crítica
la fe católica.
Este pequeño grupo de ilustrados españoles eran también hombres creyentes y, en algunos
casos, podían ser calificados de creyentes irreductibles. Ello lleva a autores como Sarrailh a
afirmar: "nosotros no creemos que en la España de la segunda mitad del siglo XVIII haya habido
hombres que después de madura reflexión, negaran la existencia de Dios” (1957, p. 615).
Las críticas de este sector ilustrado iban dirigidas particularmente contra la riqueza de la
institución eclesiástica, en particular por la gran extensión de tierras baldías que poseían, la
opulenta decoración de las iglesias y la situación fiscal privilegiada que tenían, pues todo ello
A la par, se criticaba que el número excesivo de religiosos alejaba del trabajo útil a los
jóvenes, constituyendo un peso para el Estado. Así Pedro de Campomanes 2 calificaba a los
al nivel cultural del clero y a las consecuencias que esto traía. Al respecto Herr señala que “[...] se
acusaba a muchos hijos de labradores y de artesanos de engrosar las filas de la Iglesia con el mero
propósito de alcanzar el prestigio social de ser clérigo [...].” (Herr, 1988, p. 26).
2
Pedro de Campomanes fue uno de los representantes del pensamiento ilustrado español. En 1760 fue nombrado
ministro de Hacienda de España. Respecto a la situación de la Iglesia, escribió Tratado de la regalía de la amortización
(1765), en donde señala lo perjuicios que causan a la economía española la propiedad inmobiliaria de la iglesia.
Así, se entiende la razón de la poca instrucción que recibían los religiosos, esta estaba
limitada a la filosofía escolástica. Unido a esto, se puede ver como los ilustrados criticaban la falta
de vocación de muchos de los curas y frailes. Para los ilustrados el bajo nivel de instrucción de los
curas traía como consecuencia que la religión se nutriera de supersticiones; por ello, se criticaban
las procesiones y el culto a los santos (imágenes) y reliquias por convertirse en una suerte de piedad
tonta y grosera.
Una última crítica contra los religiosos, aunque no tan común como las anteriores, era la
cuestión del celibato. Bajo la idea de que el aumento de la población contribuiría a la prosperidad
de España (es importante recordar que se criticaba el número excesivo de religiosos que distraía
del trabajo a los jóvenes españoles) se cuestiona que muchos jóvenes dejasen de formar una familia
por abrazar el sacerdocio. Sarrailh afirma al respecto que “una manera de atacar el celibato
eclesiástico consistía en celebrar las alegrías y los encantos del matrimonio.” (1957, p. 647).
Como se ha podido observar las relaciones Estado – Iglesia fue muy complicada pues se
generaron duras críticas en torno a los vínculos políticos, a la posición del clero en relación con el
estado, a la moral de aquel y algunos puntos propios de las actitudes eclesiales, todo ello sin afectar
la fe católica. También, es importante señalar que, además de agudas críticas, los ilustrados
proponían una reforma que concordase con las ciencias modernas y la nueva filosofía. Se pedía un
retomo a la Iglesia Primitiva, teniendo como base una vuelta a la Biblia (Ley del Evangelio), donde
Convictorio de San Carlos en la segunda mitad del siglo XVIII, a cargo de Toribio Rodríguez de
creencia de ver al libro como "hereje mudo" se arraigó. Al respecto, Guibovich plantea que el libro
empezó a ser visto como un eficiente portador de la herejía y el control que se estableció en torno
Por ello, los libros que se imprimían en los dominios de la monarquía española eran
sometidos a una doble censura: La primera, era hecha por el Consejo de Castilla, esta institución
otorgaba la licencia de impresión que era requisito para la publicación del libro; la segunda
censura, corría a cargo de la Inquisición, ésta también realizaba esa censura con respecto a las
obras que se publicaban en el extranjero y que ingresaban a los territorios de Castilla y Aragón.
Pero, la Inquisición de Lima, en la segunda mitad del siglo XVIII, estaba en decadencia.
René Millar, pone como prueba de la decadencia de esta institución el hecho que ninguno de los
procesados por la lectura de libros prohibidos fue condenado a prisión (1998, p.405).
de los inquisidores [en el siglo XVII] fue declinando, a causa no de la disminución de los peligros
que podía correr la fe católica, sino por la mayor tolerancia de los jueces y la disminución de las
puede afirmar que la censura de libros prohibidos fue solo burocrática e ineficaz. Junto a este
deficiente control de libros, debemos mencionar la figura, poco estudiada, de Diego Cisneros,
administrador de las encomiendas de San Lorenzo del Escorial del Perú, quien organizó el negocio
de libros instalando una tienda, y que valiéndose de su privilegiada posición habría introducido los
libros prohibidos.
prohibidos. Como lo menciona Guibovich, la licencia que logró obtener un personaje como
Hipólito Unanue nos da una clara idea de cómo se podía conseguir una. Unanue, a pesar de que en
un primer momento se le negó tal permiso, insistió hasta que la Inquisición, dando muestra de esta
permisividad, cedió y finalmente le otorgó la licencia que tanto buscaba (1988, p.52). Al respecto
Defomeaux (1973, p.70) señala que: "Es indudable que este sistema de dispensas abrió una brecha
bastante grande en el dique que pretendía levantar contra la infiltración de ideas sospechosas
Así, a pesar de las censuras provenientes del Estado y del Santo Oficio, circuló en el Perú
un variado conjunto de obras literarias prohibidas expresamente por la legislación. Con ello, la
Nuestro personaje no fue ajeno a la lectura de libros prohibidos, teniendo que comparecer
ante la Inquisición hasta en tres oportunidades por la lectura de los mencionados libros en 1793,
1801 y 1803, respectivamente. El historiador Lohmann, demuestra que en ese lapso Vidaurre
habría leído no menos de 24 libros prohibidos (al menos era lo que confesaba), entre los que
naturaleza humana de Hume, El Emilio de Rousseau y la famosa Historia del predicador Fray
Gerundio del Padre Isla, obra que estuvo muy de moda en la España del siglo XVIII (1950, p.
204).
El segundo canal de difusión para las ideas ilustradas vendría a ser el plan de estudios de
San Carlos, que fue reformado de acuerdo con las nuevas exigencias ilustradas de Toribio
Rodriguez de Mendoza3. San Carlos fue fundado en 1771 para suplir las necesidades de educación
3El propulsor de las reformas fue Toribio Rodríguez de Mendoza, quien tuvo una carrera ascendente
dentro del Convictorio. En diciembre de 1771, siendo estudiante del Seminario de Santo Toribio es
nombrado profesor de Filosofía y Teología. En 1785 estando en Trujillo es designado por el nuevo Virrey
Croix como vicerrector, finalmente en 1786 es nombrado Rector del Convictorio.
Leguía, sostiene que junto a Rodríguez de Mendoza se encontraron Mariano Rivera y José
Ignacio Moreno, como fieles colaboradores para la realización de la reforma del plan de estudios.
En el área de Filosofía los cambios que se implantaron no fueron sustanciales, simplemente se les
dejó libertad en la elección de la corriente filosófica. Curiosamente esto los alejó del conocimiento
de Aristóteles y su Escolástica. Sin embargo, los cambios que más nos interesan son los que se
de Gentes, así como el curso de Derecho Constitucional, pero, bajo el nombre de Filosofía Moral.
(1922, p. 40 – 41).
Vidaurre no fue ajeno a estas reformas, llevando en San Carlos los cursos de Derecho Civil,
Canónico, Natural y de Gentes, así como Matemáticas y Filosofía; Esta misma información es
repetida por su hijo Pedro de Vidaurre en la biografía que presentó en el periódico "La Bolsa de
Lima" entre abril y mayo de 1841 y que constituye el primer estudio sobre nuestro personaje. Allí,
Vidaurre consigna que estudió bajo los auspicios de Vivar, Moreno, Morales y Rodríguez. (1929,
p. 161) Por otro lado, Lolmann, también menciona que, al ser interrogado en relación con sus
blasfemias, dice que fue colegial carolino en 1789 y 1790 y que fue recién en 1796 incorporado
Es decir, en estas citas, se muestra cómo las reformas ilustradas en el colegio San Carlo,
influyeron en su formación. Más evidente aún, es la segunda cita pues relata su primera
Vidaurre, pues se encontraba con las herramientas adecuadas para elaborar una critica racional
En este tercer punto, se presenta las obras que concitan nuestra atención, El Plan del Perú
y las Cartas americanas y cómo desde su lectura se puede observar cuál era el pensamiento
Sobre El Plan del Perú el mismo Vidaurre dice que lo escribió en 11 días (1810) a pedido
del ministro de Gracia y Justicia Don Nicolás Maria de Sierra, agregando que "[...] lo había hecho
para comprometer la compasión de aquel funcionario." (Vidaurre, 1971, p. 14) ¿Esto significaría
que Vidaurre desarrolló en esta obra un discurso "dirigido" y que, por tanto, no nos serviría analizar
el pensamiento ilustrado peruano de la época? No, ya que las mismas preocupaciones que Vidaurre
Como en las Cartas americanas, sin embargo, ¿las cartas fueron escritas con el propósito
de ser publicadas o fue solo al cabo de los años que Vidaurre creyó conveniente publicarlas?
Trataremos de ensayar una respuesta: en el prólogo de la obra Vidaurre nos da a entender que
habría comenzado a escribir las cartas en 1814, cosa que siguió haciendo con velado entusiasmo:
"En el secreto de mi gabinete continué escribiendo sobre hechos todos ciertos, sobre máximas
políticas y sobre puntos dudosos de la escritura. Fue mi designio únicamente distraerme de las
penas que abatían mi espíritu […]. [A pesar de ello, afirma:] Jamás pensé que se publicasen […]
[Sin embargo], el bien que puede resultar a la patria me obliga hoy a darlas a la prensa" (Vidaurre
1973:5).
Tanto el Plan del Perú como las Cartas Americanas son el fiel testimonio del pensamiento
de Vidaurre ya que nacieron libres de toda censura, pues para 1814 la Inquisición había perdido el
que se ha establecido a partir de la lectura de los textos de El Plan del Perú y las Cartas Americanas.
Vidaurre, al igual que los ilustrados españoles, no atacó el dogma católico, ejemplo de esto
nos lo dan algunas de sus Cartas americanas. Su formación ilustrada lo obligaba a decir
Yo necesito especular todas las cosas y combinarlas para darles crédito [...]. [Sin embargo,
ante el misterio de la eucaristía él manifiesta]: No hallo misterio que declarase Jesu Cristo
[sic] de un modo más expreso que el de la eucaristía [...] Respeto los misterios: mis luces
no alcanzan a estos arcanos [...] Donde acaban sus fuerzas [de la razón] me rindo y
exclamo: Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre (Vidaurre 1973: 42-43).
Para Vidaurre la solución ante el dogma es simplemente "creerlo". Es decir, que en este
campo la fe debía dominar a la razón: “Dirá usted que esto es muy oscuro [los dogmas] […] ¿Y
hemos de entenderlo todo? No hay otro remedio que creerlo, o renunciar a Jesu Cristo [sic]."
En las dos citas anteriores se pueden observar como la premisa que tiene Vidaurre por
delante es el respeto a la fe, no busca atacarla sino su objetivo esta en la iglesia como institución.
Existe un respeto a los dogmas y a la presencia de Dios en el actual del hombre. Bajo ninguna
Sin embargo, Vidaurre matiza esta posición, ya que, en otras de sus Cartas americanas,
como las referidas a la Eucaristía (Vidaurre: 1973: 42), Contestación (Vidaurre 1973: 44)
Continuación de la Carta anterior (Vidaurre 1973: 293) en la que trata sobre la muerte de su hija,
desarrolla la idea que solo entiende por la fe aquello sin lo cual no podría salvarse. Ejemplo de
en tantas ansiedades y aflicciones habrá algo que me consuele? Sí, la santidad de la vida de Jesu
Junto a esto, la razón de un hombre ilustrado lo obliga a alejarse de las creencias propias
Jamás sacerdotes pulsarán mis respetos más allá de la razón dirigida por la fe. Son para mí
Para Vidaurre, los sacerdotes, no son personas distintas, que al haber recibido el
sacramento del Orden Sacerdotal se tornan en seres especiales. Él puede ver que están sujetos a
los instintos a las pasiones que llevan día a día cada ser humano. Los sacerdotes podrán ser sujetos
Pasemos ahora a analizar los escritos de Vidaurre sobre el estado eclesiástico. Estos en su
mayoría giran en torno a los religiosos, quienes son criticados pues sus ansias de riqueza provocan
que olviden sus obligaciones: “Los carruajes primorosos, las casas de campo, los paseos, las
diversiones [...] Para eso la enfermería esta sin sábana, los legos y sacerdotes valetudinarios,
desnudos y las fincas adeudadas con censos." (Vidaurre, 1971, p. 67). Asimismo, crítica que no
quieran cumplir con las mismas si no reciben un pago adelantado: "(...) no bautizar, casar, ni
enterrar si no se paga con anticipación y a su arbitrio los derechos. ¿Los derechos? Los robos más
Del mismo modo, Vidaurre critica la existencia y calidad de vida que se llevan en los
monasterios. Las críticas se orientan a que no existe la vida común ni la fraternidad, en lugar de
Ningún lugar puede contener tanta especie de lascivias. Fomentan entre si las pasiones más
violentas que se satisfacen aquel momento [...] Se halagan, se irritan, se dividen, se unen,
y tienen con más actividad los transportes que se observan entre ambos sexos. Un crecido
Gomorra era sombra respecto de los conventos grandes de Lima.” (Vidaurre, 1971, p. 68).
para cortar los desórdenes de los monasterios, proponiendo que las rentas que ellos captaban se
Respecto a las costumbres de los religiosos, una acusación que se hace repetida es que no
cumplen con sus votos de castidad. Así Vidaurre nos dice que era costumbre que elijan “en la
feligresía las mujeres más hermosas" (Vidaurre 1971: 43) o que en cada paseo a la capital se
repartiesen "las monedas con las meretrices públicas” (Vidaurre 1971: 43). En cuanto al celibato
eclesiástico, la posición de Vidaurre era clara: Se opone -sin llegar a la violencia- por considerarlo
En el capítulo VIII del Plan del Perú titulado Religiones de hombres y mujeres,
encontramos la idea que podría estar resumiendo las críticas de Vidaurre en tomo al
reales donde compiten el buen gusto y la riqueza [...] El convento no da otra cosa que el
alimento, la más veces asqueroso a los brutos, pero los prelados tienen mesas regaladas
donde comen con sus amigos y muchos seculares" (Vidaurre, 1971, p. 66-67).
Así, tanto Vidaurre como los ilustrados peninsulares consideran a los religiosos como raza
parásita y dañosa.
Otra crítica común de los ilustrados españoles concernía al bajo nivel cultural del clero, lo
que traía consigo que la religión se llenara de supersticiones. En el discurso de Vidaurre notamos
que esta crítica está ausente, limitándose a plantear que se estudie Escritura, Teología dogmática,
Moral y Cánones para la obtención de un curato. El tema de las supersticiones también es poco
tratado. Vidaurre, a diferencia de los ilustrados españoles, no lo relaciona con el bajo nivel cultural
de los religiosos sino con sus ansias de riqueza. Al respecto nos dice: "En el púlpito solo se oyen
las voces aterrorizando con el infierno, el fuego, los demonios a los que no pagan bien los diezmos
Hemos visto las principales críticas de Vidaurre entorno al estado eclesiástico, pero ¿cuáles
eran sus propuestas? En primer lugar, pedía una vuelta a la Iglesia Primitiva. Esto se ve claramente
en El Plan del Perú, su visión del paradigma del sacerdote presenta una postura conforme a las
Se debe confesar que tenemos curas dignos de compararse con los de la primitiva iglesia
[...] Los curas de Arica y Tacna eran incomparables [...] eran sus casas la franca botica del
pueblo y el refugio de los miserables. Sus iglesias en el mayor culto y aseo. Se dedicaban
extraordinario y preciso. Distribuían sus rentas en limosnas y sus costumbres eran puras e
Así, los cambios que se presentan a lo largo del texto Plan del Perú, Vidaurre presenta
una serie de preceptos relacionados con el estado eclesiástico. Nosotros creemos que estos
necesario pues entendía a la religión como un ordenador de la sociedad. Su intención habría sido
Entre las propuestas más radicales encontramos la relacionada a los monasterios, aunque
reconoce que los conventos recoletos necesitan muy poca reforma llega a plantear su extinción
total: “No solo desapruebo los claustros, sino que concibo no debe haber en todo el mundo ni un
solo convento ni monasterio." (Vidaurre, 1971, p. 70). Aquí el problema de fondo es estrictamente
económico, pues nuestro personaje no entendía el porqué de las grandes rentas que los monasterios
manejaban.
Finalmente, se encuentra en Vidaurre una cuasi propuesta de tolerancia de cultos, una idea
atípica de los ilustrados. Nuestro personaje se muestra gratamente impresionado por el culto y el
No veo allí imágenes, reliquias, misas, confesiones, pero veo adorar a Dios [...] los
sermones llenos de máximas de verdadera piedad, las costumbres más arregladas [...] al
poner en paralelo cristianos y protestantes diré, que la gracia favorece más a estos: por lo
regular hay entre ellos más humanidad, más honradez, más virtudes [...]" (Vidaurre, 1973,
p. 281).
La cita anterior permite afirmar que la condición de ilustrado de nuestro personaje lo lleva a
plantear que no habría motivo para condenar a hombres que creen en el verdadero Dios, aunque
de influencia española.
6. Conclusión
Finalmente, esta investigación demostró que los ilustrados españoles expresaban su crítica
fe católica, en ese sentido su propuesta era la vuelta a la iglesia original, la que inicio Jesucristo y
tiene como fundamente la palabra de Dios. Así, se ha podido observa que esta influencia ilustrada
Colegio San Carlo. Esta influencia se muestra en los textos Plan del Perú y Cartas Americanas en
los monasterios y su deseo de volver a una Iglesia primitiva presentados en los textos analizados
muestran que sus preocupaciones e intereses son los mismos que los ilustrados peninsulares de
Herr, R. (1988). España y la revolución del siglo XVII. Madrid: Aguilar Maior.
evolución de las ideas políticas en el virreinato peruano a principios del siglo XIX.
Nieto, A. (1980) La Iglesia Católica en el Perú. En: Mejía Baca, Juan (ed) Historia del Perú.
Sarrailh, J. (1957). La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. México D.F.: Fondo
de Cultura Económica.
Vidaurre Rivera, P. (1929). Biografía de Manuel Lorenzo de Vidaurre. Boletín del Museo
Bolivariano, 6, 160–179.
Vidaurre, M. (1929). Relación de los méritos y servicios de Don Manuel Lorenzo de Vidaurre y
Encalada del Consejo de su Majestad oidor decano de la Real Audiencia del Cuzco
Vidaurre. M. (1971). El Plan del Perú. En: Tauro, Alberto (ed.). Los ideólogos: El Plan del Perú
2. Introducción
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3. Cuerpo
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4. Conclusiones
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5. Referencias bibliográficas
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