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Anexo 1:

Tecnologías para la mitigación del cambio climático e impacto ambiental en los


últimos 5 años

Resumen

El presente artículo aborda el tema Tecnologías para la mitigación de impactos


ambientales y del cambio climático en el Perú en los últimos 5 años del impacto
positivo que ha generado todas las nuevas propuestas presentadas en diferentes
situaciones vulnerables que presenta el actual Perú. Al ser consiente de estos
problemas se ha generado conciencia social mostrando los siguientes medidas
digilitizacion y medidas, la tecnología robótica, configuración de los EIDS y todas las
consecuencias que este ha tenido debido a la escaza de medidas de acción.

Palabras claves: mitigación, configuración EIDS, digitalización

Abstract

This article addresses the topic Technologies for the mitigation of environmental
impacts and climate change in Peru in the last 5 years of the positive impact that has
generated all the new proposals presented in different vulnerable situations that
presents the current Peru. Being aware of these problems has generated social
awareness showing the following measures digilitizacion and measures, robotic
technology, configuration of EIDS and all the consequences that this has had due to
the lack of action measures.

Key words: mitigation, EIDS configuration, digitization.


1. Introducción

2. El discurso ilustrado religioso en España

El primer punto por desarrollar en esta investigación busca conocer el discurso


ilustrado religioso español, es decir qué ideas tenían los ilustrados españoles en torno
a la Iglesia, y con ello a la jerarquía, los sacerdotes y demás.

Las relaciones entre el Estado español y la Iglesia tuvieron un cambio


vertiginoso, a raíz del advenimiento de la dinastía de los Borbones tras la coronación
de Felipe V como rey de España. Richard Herr, sostiene que los borbones orientaron
sus objetivos eclesiásticos a lograr un acuerdo con Roma. El ejemplo más claro lo
constituye el Concordato de 1753, mediante el cual el rey se reservaba el derecho de
nombramiento de las autoridades eclesiásticas y las rentas que recibía antes el Papa.
Este último, además, renunciaba al privilegio que le eximia de contribución a las tierras
de la Iglesia. (1988, p. 11)

A partir de cita podemos ver que el cambio que promovió la dinastía de los
Borbones consiste en establecer vínculos estables con la Iglesia de Roma. Entre las
principales decisiones que se tomó para estabilizar la situación Estado – Iglesia, está
dejar en manos del rey la elección de las autoridades eclesiásticas, esto constituye el
nombramiento de obispos, beneficios eclesiásticos que dependía exclusivamente del
monarca.

Es con Carlos III, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, que la política
borbónica en materia eclesiástica experimentaría un nuevo ajuste al buscar subordinar
la Iglesia al Estado. Las diferentes medidas dictadas contra el clero secular y regular
“tuvieron por finalidad otorgar al estado un mayor campo de acción y poder de control
sobre el cuerpo eclesiástico.” (Guibovich 1993, p. 2). Así, podemos resumir la política
de Carlos III en cuatro objetivos principales: control del Estado sobre la Iglesia, mejorar
la disciplina de las órdenes, mejorar la calidad del Alto Clero y depurar las
manifestaciones externas de la religiosidad.
Junto a esta política real, un pequeño sector de la población empezó a
reflexionar a la luz de las ideas procedentes de Francia, dando lugar a una serie de
críticas respecto a la Iglesia como institución, mas no al dogma católico. Como lo
menciona Herr, ni la fe ni el dogma católico corrían peligro; ya que los escritos
irreligiosos de los filósofos franceses no llegaron a despertar interés entre los
españoles. Un ejemplo de esto lo constituye la obra de Voltaire, ya que, si bien en
círculos españoles se admiraba su poesía, no ocurría lo mismo con sus ataques a la
religión y argumentos respecto a las inconsistencias de los dogmas sagrados. Tales
ideas ni gustaban ni interesaban a los españoles (1988, p 70).

Es decir, el impacto del pensamiento francés sobre la Iglesia no había


repercutido en la fe de los españoles, pero sí se aceptaba la crítica que desde los
francos se hacía sobre la institución eclesial. Se juzgaba la actitud que toman las
autoridades y el clero, no se consideraba en esta crítica la fe católica.

Este pequeño grupo de ilustrados españoles eran también hombres creyentes


y, en algunos casos, podían ser calificados de creyentes irreductibles. Ello lleva a
autores como Sarrailh a afirmar: "nosotros no creemos que en la España de la
segunda mitad del siglo XVIII haya habido hombres que después de madura reflexión,
negaran la existencia de Dios” (1957, p. 615).

Las críticas de este sector ilustrado iban dirigidas particularmente contra la


riqueza de la institución eclesiástica, en particular por la gran extensión de tierras
baldías que poseían, la opulenta decoración de las iglesias y la situación fiscal
privilegiada que tenían, pues todo ello generaba que los impuestos no estuviesen
distribuidos equitativamente.

A la par, se criticaba que el número excesivo de religiosos alejaba del trabajo


útil a los jóvenes, constituyendo un peso para el Estado. Así Pedro de Campomanes 1
calificaba a los religiosos como "raza parásita y dañosa" (Sarrailh 1957, p. 647).

Sin embargo, la aguda crítica ilustrada no se quedaba en lo económico,


también se dirigía al nivel cultural del clero y a las consecuencias que esto traía. Al
respecto Herr señala que “[...] se acusaba a muchos hijos de labradores y de

1 Pedro de Campomanes fue uno de los representantes del pensamiento ilustrado español. En 1760 fue
nombrado ministro de Hacienda de España. Respecto a la situación de la Iglesia, escribió Tratado de la
regalía de la amortización (1765), en donde señala lo perjuicios que causan a la economía española la
propiedad inmobiliaria de la iglesia.
artesanos de engrosar las filas de la Iglesia con el mero propósito de alcanzar el
prestigio social de ser clérigo [...].” (Herr, 1988, p. 26).

Así, se entiende la razón de la poca instrucción que recibían los religiosos, esta
estaba limitada a la filosofía escolástica. Unido a esto, se puede ver como los
ilustrados criticaban la falta de vocación de muchos de los curas y frailes. Para los
ilustrados el bajo nivel de instrucción de los curas traía como consecuencia que la
religión se nutriera de supersticiones; por ello, se criticaban las procesiones y el culto a
los santos (imágenes) y reliquias por convertirse en una suerte de piedad tonta y
grosera.

Una última crítica contra los religiosos, aunque no tan común como las
anteriores, era la cuestión del celibato. Bajo la idea de que el aumento de la población
contribuiría a la prosperidad de España (es importante recordar que se criticaba el
número excesivo de religiosos que distraía del trabajo a los jóvenes españoles) se
cuestiona que muchos jóvenes dejasen de formar una familia por abrazar el
sacerdocio. Sarrailh afirma al respecto que “una manera de atacar el celibato
eclesiástico consistía en celebrar las alegrías y los encantos del matrimonio.” (1957, p.
647).

Como se ha podido observar las relaciones Estado – Iglesia fue muy


complicada pues se generaron duras críticas en torno a los vínculos políticos, a la
posición del clero en relación con el estado, a la moral de aquel y algunos puntos
propios de las actitudes eclesiales, todo ello sin afectar la fe católica. También, es
importante señalar que, además de agudas críticas, los ilustrados proponían una
reforma que concordase con las ciencias modernas y la nueva filosofía. Se pedía un
retomo a la Iglesia Primitiva, teniendo como base una vuelta a la Biblia (Ley del
Evangelio), donde reinara la humildad, la caridad y la fraternidad.

3. La difusión del discurso ilustrado en el Perú

El discurso ilustrado español se trasladó al Perú, a través de dos posibles


medios: el primero, la difusión de libros prohibidos; y el segundo, la reforma de los
estudios en el Real Convictorio de San Carlos en la segunda mitad del siglo XVIII, a
cargo de Toribio Rodríguez de Mendoza. (Presentación de la idea)

3.1 Los libros prohibidos


A partir de la Reforma Protestante, la imprenta alcanzó un notable desarrollo,
por tanto, la creencia de ver al libro como "hereje mudo" se arraigó. Al respecto,
Guibovich plantea que el libro empezó a ser visto como un eficiente portador de la
herejía y el control que se estableció en torno a su impresión, venta y distribución se
justificó en función de tal consideración y con la finalidad de impedir la propagación de
ideas contrarias a la doctrina católica, la moral y el orden político establecido. (1988,
p. 49)

Por ello, los libros que se imprimían en los dominios de la monarquía española
eran sometidos a una doble censura: La primera, era hecha por el Consejo de Castilla,
esta institución otorgaba la licencia de impresión que era requisito para la publicación
del libro; la segunda censura, corría a cargo de la Inquisición, ésta también realizaba
esa censura con respecto a las obras que se publicaban en el extranjero y que
ingresaban a los territorios de Castilla y Aragón.

Pero, la Inquisición de Lima, en la segunda mitad del siglo XVIII, estaba en


decadencia. René Millar, pone como prueba de la decadencia de esta institución el
hecho que ninguno de los procesados por la lectura de libros prohibidos fue
condenado a prisión (1998, p.405).

Asimismo, la postura de Nieto confirma su situación básicamente nominal: “la


actividad de los inquisidores [en el siglo XVII] fue declinando, a causa no de la
disminución de los peligros que podía correr la fe católica, sino por la mayor tolerancia
de los jueces y la disminución de las denuncias” (Nieto, 1980, p. 520, tomo XI).

A partir de la revisión de las investigaciones arriba mencionadas, consideramos


que se puede afirmar que la censura de libros prohibidos fue solo burocrática e
ineficaz. Junto a este deficiente control de libros, debemos mencionar la figura, poco
estudiada, de Diego Cisneros, administrador de las encomiendas de San Lorenzo del
Escorial del Perú, quien organizó el negocio de libros instalando una tienda, y que
valiéndose de su privilegiada posición habría introducido los libros prohibidos.

Añadamos a lo antes mencionado la existencia de licencias para leer y poseer


libros prohibidos. Como lo menciona Guibovich, la licencia que logró obtener un
personaje como Hipólito Unanue nos da una clara idea de cómo se podía conseguir
una. Unanue, a pesar de que en un primer momento se le negó tal permiso, insistió
hasta que la Inquisición, dando muestra de esta permisividad, cedió y finalmente le
otorgó la licencia que tanto buscaba (1988, p.52). Al respecto Defomeaux (1973, p.70)
señala que: "Es indudable que este sistema de dispensas abrió una brecha bastante
grande en el dique que pretendía levantar contra la infiltración de ideas sospechosas
procedentes de países extranjeros”.

Así, a pesar de las censuras provenientes del Estado y del Santo Oficio, circuló
en el Perú un variado conjunto de obras literarias prohibidas expresamente por la
legislación. Con ello, la imagen de una cultura colonial controlada resulta cuestionable.

Nuestro personaje no fue ajeno a la lectura de libros prohibidos, teniendo que


comparecer ante la Inquisición hasta en tres oportunidades por la lectura de los
mencionados libros en 1793, 1801 y 1803, respectivamente. El historiador Lohmann,
demuestra que en ese lapso Vidaurre habría leído no menos de 24 libros prohibidos (al
menos era lo que confesaba), entre los que destacan El espíritu de las leyes de
Montesquieu, el Arte de amar de Ovidio, el Tratado de la naturaleza humana de Hume,
El Emilio de Rousseau y la famosa Historia del predicador Fray Gerundio del Padre
Isla, obra que estuvo muy de moda en la España del siglo XVIII (1950, p. 204).

3.2 La reforma educativa de San Carlos

El segundo canal de difusión para las ideas ilustradas vendría a ser el plan de
estudios de San Carlos, que fue reformado de acuerdo con las nuevas exigencias
ilustradas de Toribio Rodriguez de Mendoza2. San Carlos fue fundado en 1771 para
suplir las necesidades de educación creadas ante la expulsión de los jesuitas en 1767.

Leguía, sostiene que junto a Rodríguez de Mendoza se encontraron Mariano


Rivera y José Ignacio Moreno, como fieles colaboradores para la realización de la
reforma del plan de estudios. En el área de Filosofía los cambios que se implantaron
no fueron sustanciales, simplemente se les dejó libertad en la elección de la corriente
filosófica. Curiosamente esto los alejó del conocimiento de Aristóteles y su Escolástica.
Sin embargo, los cambios que más nos interesan son los que se produjeron en el área
de la jurisprudencia, ya que se implantaron los cursos de Derecho Natural y de
Gentes, así como el curso de Derecho Constitucional, pero, bajo el nombre de
Filosofía Moral. (1922, p. 40 – 41).

Vidaurre no fue ajeno a estas reformas, llevando en San Carlos los cursos de
Derecho Civil, Canónico, Natural y de Gentes, así como Matemáticas y Filosofía; Esta
misma información es repetida por su hijo Pedro de Vidaurre en la biografía que

2 El propulsor de las reformas fue Toribio Rodríguez de Mendoza, quien tuvo una carrera ascendente
dentro del Convictorio. En diciembre de 1771, siendo estudiante del Seminario de Santo Toribio es
nombrado profesor de Filosofía y Teología. En 1785 estando en Trujillo es designado por el nuevo Virrey
Croix como vicerrector, finalmente en 1786 es nombrado Rector del Convictorio.
presentó en el periódico "La Bolsa de Lima" entre abril y mayo de 1841 y que
constituye el primer estudio sobre nuestro personaje. Allí, Vidaurre consigna que
estudió bajo los auspicios de Vivar, Moreno, Morales y Rodríguez. (1929, p. 161) Por
otro lado, Lolmann, también menciona que, al ser interrogado en relación con sus
blasfemias, dice que fue colegial carolino en 1789 y 1790 y que fue recién en 1796
incorporado en el Colegio de Abogados (1950, p.206)

Es decir, en estas citas, se muestra cómo las reformas ilustradas en el colegio


San Carlo, influyeron en su formación. Más evidente aún, es la segunda cita pues
relata su primera comparecencia ante la Inquisición en 1793.

En síntesis, se puede establecer que, efectivamente, la lectura de los libros


prohibidos y la formación de conocimientos ilustrados en el Colegio San Carlo influyó
en el pensamiento de Vidaurre, pues se encontraba con las herramientas adecuadas
para elaborar una critica racional sobre las relaciones Iglesia Estado en su tiempo.

4. El Plan del Perú y las Cartas americanas

En este tercer punto, se presenta las obras que concitan nuestra atención, El
Plan del Perú y las Cartas americanas y cómo desde su lectura se puede observar
cuál era el pensamiento ilustrado que tenía Vidaurre sobre la relación Iglesia – Estado.

Sobre El Plan del Perú el mismo Vidaurre dice que lo escribió en 11 días
(1810) a pedido del ministro de Gracia y Justicia Don Nicolás Maria de Sierra,
agregando que "[...] lo había hecho para comprometer la compasión de aquel
funcionario." (Vidaurre, 1971, p. 14) ¿Esto significaría que Vidaurre desarrolló en esta
obra un discurso "dirigido" y que, por tanto, no nos serviría analizar el pensamiento
ilustrado peruano de la época? No, ya que las mismas preocupaciones que Vidaurre
apuntó en El Plan del Perú siguieron presentes en sus escritos posteriores.

Como en las Cartas americanas, sin embargo, ¿las cartas fueron escritas con
el propósito de ser publicadas o fue solo al cabo de los años que Vidaurre creyó
conveniente publicarlas? Trataremos de ensayar una respuesta: en el prólogo de la
obra Vidaurre nos da a entender que habría comenzado a escribir las cartas en 1814,
cosa que siguió haciendo con velado entusiasmo: "En el secreto de mi gabinete
continué escribiendo sobre hechos todos ciertos, sobre máximas políticas y sobre
puntos dudosos de la escritura. Fue mi designio únicamente distraerme de las penas
que abatían mi espíritu […]. [A pesar de ello, afirma:] Jamás pensé que se publicasen
[…] [Sin embargo], el bien que puede resultar a la patria me obliga hoy a darlas a la
prensa" (Vidaurre 1973:5).

Tanto el Plan del Perú como las Cartas Americanas son el fiel testimonio del
pensamiento de Vidaurre ya que nacieron libres de toda censura, pues para 1814 la
Inquisición había perdido el poder y control de antaño. Asimismo, muchas de las
cartas se escribieron en el extranjero y no fueron publicadas hasta 1820, cuando la
Inquisición estaba extinguida.

5. El pensamiento religioso de Manuel Lorenzo de Vidaurre

Finalmente, en este último punto, se presentará el pensamiento religioso de


nuestro autor que se ha establecido a partir de la lectura de los textos de El Plan del
Perú y las Cartas Americanas.

Vidaurre, al igual que los ilustrados españoles, no atacó el dogma católico,


ejemplo de esto nos lo dan algunas de sus Cartas americanas. Su formación ilustrada
lo obligaba a decir

Yo necesito especular todas las cosas y combinarlas para darles crédito [...].
[Sin embargo, ante el misterio de la eucaristía él manifiesta]: No hallo misterio
que declarase Jesu Cristo [sic] de un modo más expreso que el de la eucaristía
[...] Respeto los misterios: mis luces no alcanzan a estos arcanos [...] Donde
acaban sus fuerzas [de la razón] me rindo y exclamo: Hay una distancia infinita
entre Dios y el hombre (Vidaurre 1973: 42-43).

Para Vidaurre la solución ante el dogma es simplemente "creerlo". Es decir,


que en este campo la fe debía dominar a la razón: “Dirá usted que esto es muy oscuro
[los dogmas] […] ¿Y hemos de entenderlo todo? No hay otro remedio que creerlo, o
renunciar a Jesu Cristo [sic]." (Vidaurre, 1973, p. 45).

En las dos citas anteriores se pueden observar como la premisa que tiene
Vidaurre por delante es el respeto a la fe, no busca atacarla sino su objetivo esta en la
iglesia como institución. Existe un respeto a los dogmas y a la presencia de Dios en el
actual del hombre. Bajo ninguna circunstancia emite juicio alguno sobre estos temas.

Sin embargo, Vidaurre matiza esta posición, ya que, en otras de sus Cartas
americanas, como las referidas a la Eucaristía (Vidaurre: 1973: 42), Contestación
(Vidaurre 1973: 44) Continuación de la Carta anterior (Vidaurre 1973: 293) en la que
trata sobre la muerte de su hija, desarrolla la idea que solo entiende por la fe aquello
sin lo cual no podría salvarse. Ejemplo de esto lo encontramos en el convencimiento
de Vidaurre de la santidad de la vida de Jesucristo: "¿Y en tantas ansiedades y
aflicciones habrá algo que me consuele? Sí, la santidad de la vida de Jesu Cristo
[sic]." (Vidaurre 1973: 298)

Junto a esto, la razón de un hombre ilustrado lo obliga a alejarse de las


creencias propias de la gente del común, sobre todo en lo que respecta a los
sacerdotes:

Jamás sacerdotes pulsarán mis respetos más allá de la razón dirigida por la fe.
Son para mí hombres sujetos a pasiones. Sé muy bien cuando abusan de la
imbecilidad e ignorancia de los pueblos [¿acaso por qué era un ilustrado?].
Estoy muy distante de presumir que formen en el estado un cuerpo distinto y
superior a las leyes (Vidaurre, 1973, p. 149-150).

Para Vidaurre, los sacerdotes, no son personas distintas, que al haber recibido
el sacramento del Orden Sacerdotal se tornan en seres especiales. Él puede ver que
están sujetos a los instintos a las pasiones que llevan día a día cada ser humano. Los
sacerdotes podrán ser sujetos de respeto, pero, no por ello se distinguen del resto de
personas.

Pasemos ahora a analizar los escritos de Vidaurre sobre el estado eclesiástico.


Estos en su mayoría giran en torno a los religiosos, quienes son criticados pues sus
ansias de riqueza provocan que olviden sus obligaciones: “Los carruajes primorosos,
las casas de campo, los paseos, las diversiones [...] Para eso la enfermería esta sin
sábana, los legos y sacerdotes valetudinarios, desnudos y las fincas adeudadas con
censos." (Vidaurre, 1971, p. 67). Asimismo, crítica que no quieran cumplir con las
mismas si no reciben un pago adelantado: "(...) no bautizar, casar, ni enterrar si no se
paga con anticipación y a su arbitrio los derechos. ¿Los derechos? Los robos más
enormes y escandalosos." (Vidaurre 1971:40).

Del mismo modo, Vidaurre critica la existencia y calidad de vida que se llevan
en los monasterios. Las críticas se orientan a que no existe la vida común ni la
fraternidad, en lugar de esto reinaban los bandos:
Ningún lugar puede contener tanta especie de lascivias. Fomentan entre si las
pasiones más violentas que se satisfacen aquel momento [...] Se halagan, se
irritan, se dividen, se unen, y tienen con más actividad los transportes que se
observan entre ambos sexos. Un crecido número de domésticas esclavas o
libres se introducen en aquellas detestables máximas [...] Ricamente vestidas,
ociosas respiran la sensualidad en los ojos y movimientos [...] Gomorra era
sombra respecto de los conventos grandes de Lima.” (Vidaurre, 1971, p. 68).

En un planteamiento típicamente ilustrado, Vidaurre proponía la intervención de


Estado para cortar los desórdenes de los monasterios, proponiendo que las rentas que
ellos captaban se apliquen a objetos más útiles a la República.

Respecto a las costumbres de los religiosos, una acusación que se hace


repetida es que no cumplen con sus votos de castidad. Así Vidaurre nos dice que era
costumbre que elijan “en la feligresía las mujeres más hermosas" (Vidaurre 1971: 43) o
que en cada paseo a la capital se repartiesen "las monedas con las meretrices
públicas” (Vidaurre 1971: 43). En cuanto al celibato eclesiástico, la posición de
Vidaurre era clara: Se opone -sin llegar a la violencia- por considerarlo contrario a los
principios fundamentales de la sociedad y pernicioso al estado ya que la sociedad se
privaba de una población que podía ser más numerosa.

En el capítulo VIII del Plan del Perú titulado Religiones de hombres y mujeres,
encontramos la idea que podría estar resumiendo las críticas de Vidaurre en tomo al
comportamiento de los religiosos:

La castidad se queda en el voto, la pobreza cuando faltan los medios de


enriquecerse, la obediencia es forzada y la observan únicamente los
desvalidos. Los provinciales, los priores, los guardianes [...] tienen sus públicas
concubinas. Las celdas son unos gabinetes reales donde compiten el buen
gusto y la riqueza [...] El convento no da otra cosa que el alimento, la más
veces asqueroso a los brutos, pero los prelados tienen mesas regaladas donde
comen con sus amigos y muchos seculares" (Vidaurre, 1971, p. 66-67).

Así, tanto Vidaurre como los ilustrados peninsulares consideran a los religiosos
como raza parásita y dañosa.
Otra crítica común de los ilustrados españoles concernía al bajo nivel cultural
del clero, lo que traía consigo que la religión se llenara de supersticiones. En el
discurso de Vidaurre notamos que esta crítica está ausente, limitándose a plantear que
se estudie Escritura, Teología dogmática, Moral y Cánones para la obtención de un
curato. El tema de las supersticiones también es poco tratado. Vidaurre, a diferencia
de los ilustrados españoles, no lo relaciona con el bajo nivel cultural de los religiosos
sino con sus ansias de riqueza. Al respecto nos dice: "En el púlpito solo se oyen las
voces aterrorizando con el infierno, el fuego, los demonios a los que no pagan bien los
diezmos y primicias [...]” (Vidaurre, 1971, p. 40-41).

Hemos visto las principales críticas de Vidaurre entorno al estado eclesiástico,


pero ¿cuáles eran sus propuestas? En primer lugar, pedía una vuelta a la Iglesia
Primitiva. Esto se ve claramente en El Plan del Perú, su visión del paradigma del
sacerdote presenta una postura conforme a las normas de vida de la "primitiva iglesia":

Se debe confesar que tenemos curas dignos de compararse con los de la


primitiva iglesia [...] Los curas de Arica y Tacna eran incomparables [...] eran
sus casas la franca botica del pueblo y el refugio de los miserables. Sus
iglesias en el mayor culto y aseo. Se dedicaban a la administración de
sacramentos, no valiéndose de los compañeros sino en un caso extraordinario
y preciso. Distribuían sus rentas en limosnas y sus costumbres eran puras e
irreprensibles (Vidaurre, 1971, p. 42).

Así, los cambios que se presentan a lo largo del texto Plan del Perú, Vidaurre
presenta una serie de preceptos relacionados con el estado eclesiástico. Nosotros
creemos que estos preceptos no buscaron destruir el poder de la Iglesia, ya que, por el
contrario, lo consideraba necesario pues entendía a la religión como un ordenador de
la sociedad. Su intención habría sido reglamentar la vida religiosa.

Entre las propuestas más radicales encontramos la relacionada a los


monasterios, aunque reconoce que los conventos recoletos necesitan muy poca
reforma llega a plantear su extinción total: “No solo desapruebo los claustros, sino que
concibo no debe haber en todo el mundo ni un solo convento ni monasterio."
(Vidaurre, 1971, p. 70). Aquí el problema de fondo es estrictamente económico, pues
nuestro personaje no entendía el porqué de las grandes rentas que los monasterios
manejaban.
Finalmente, se encuentra en Vidaurre una cuasi propuesta de tolerancia de
cultos, una idea atípica de los ilustrados. Nuestro personaje se muestra gratamente
impresionado por el culto y el modo de vida protestante:

No veo allí imágenes, reliquias, misas, confesiones, pero veo adorar a Dios [...]
los sermones llenos de máximas de verdadera piedad, las costumbres más
arregladas [...] al poner en paralelo cristianos y protestantes diré, que la gracia
favorece más a estos: por lo regular hay entre ellos más humanidad, más
honradez, más virtudes [...]" (Vidaurre, 1973, p. 281).

La cita anterior permite afirmar que la condición de ilustrado de nuestro personaje lo


lleva a plantear que no habría motivo para condenar a hombres que creen en el
verdadero Dios, aunque nieguen la venida del Mesías.

En síntesis, se puede observar en los textos de Vidaurre el pensamiento


religioso ilustrado de influencia española.

6. Conclusión

Finalmente, esta investigación demostró que los ilustrados españoles


expresaban su crítica frente a los vínculos Estado – Iglesia a partir de la
institucionalidad de la iglesia y no a partir de la fe católica, en ese sentido su propuesta
era la vuelta a la iglesia original, la que inicio Jesucristo y tiene como fundamente la
palabra de Dios. Así, se ha podido observa que esta influencia ilustrada española llego
a Vidaurre a través de la lectura de los libros prohibidos y de su formación en el
Colegio San Carlo. Esta influencia se muestra en los textos Plan del Perú y Cartas
Americanas en donde se encuentra desarrollado su pensamiento ilustrado religioso.

En conclusión, la posición de Vidaurre en torno al dogma católico, la riqueza de


la Iglesia, los monasterios y su deseo de volver a una Iglesia primitiva presentados en
los textos analizados muestran que sus preocupaciones e intereses son los mismos
que los ilustrados peninsulares de fines del siglo XVII.
Referencias Bibliográficas

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