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Cuestiones Introductorias

Mamífero terrestre bípedo. Animal racional. Mono desnudo. Máquina genética para la
preservación de sus genes. Mecanismo homeostático equipado con un ordenador locuaz. Centro
programado de actividad consciente. Microcosmos alquímico. Pasión inútil. Pastor del ser. Dios
viviente. Bípedo implume. El modo finito de ser Dios. Imagen de Dios. 1... Un espíritu en el
tiempo2...
¿Quién es el hombre?

1. La pregunta sobre el hombre


En la filosofía contemporánea se despierta el interés por una concepción del hombre
mirándolo desde sí mismo. Diversas escuelas, métodos y concepciones se han elaborado
con el fin de responder al problema del hombre. Al estudiar al hombre desde dentro,
desde la conciencia se corre el riesgo de extrapolaciones hasta el punto de caer en un
subjetivismo.
No obstante, la pregunta acerca del hombre ha estado presente desde los inicios de
la historia del pensamiento, junto al tema de Dios y del mundo han sido los tres grandes
problemas o cuestiones filosóficas de siempre. Aristóteles advertía al empezar su
Metafísica que “todos los hombres desean saber” (1,1). Saber es una actividad propia del
ser humano que tiene por objeto toda realidad. El hombre quiero saberlo todo y ese todo,
en cuanto tiene ser, es objeto potencial de conocimiento. Los Presocráticos se preguntaban
por la constitución del mundo, luego Sócrates se interesará por el hombre y todos se
plantean el tema de Dios.
Pero no sólo la historia del pensamiento atestigua la inquietud de saber. El niño
empieza desde temprana edad a preguntar sobre el sentido de las cosas, sobre su porqué,
luego sobre el yo y sobre su origen. Claro que hasta la adolescencia esta no tiene ningún
matiz filosófico, pues para ello se necesita dejar la conciencia de su individualidad y
descubrir la universalidad de esta cuestión, en cuanto afecta a todo hombre en cuanto
hombre.
La Antropología Filosófica tiene como objeto lo radical y esencial del hombre. En
eso se distingue de otras ciencias antropológicas. La filosofía se pregunta por la esencia
del hombre, de todos los tiempos, de aquello radical que me une a lo pasado y me
posibilita el futuro. Todo ello supone responder preguntas y aspiraciones profundas, que
Alejandro Llano lo expresa parafraseando así: “¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿con
quién estoy?... ¿dónde vamos a comer?”
En primer lugar el hombre descubre las cosas, y luego se percibe distinto a ellas. Ha
salido de sí para acercarse a las cosas y vuelve a sí para preguntarse por sí mismo.
De modo acertadísimo lo puntualiza Juan Pablo II en la Fides et ratio: “El hombre
cuanto más conoce la realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su unicidad, le
resulta más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas y sobre su propia
existencia. Todo lo que se presenta como objeto de nuestro conocimiento se convierte por
1
RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis, Antropología teológica fundamental, Sal Terrae, Santander
1988, Prólogo.
2
Esta original definición fue propuesta por Leonardo Polo, y aparece como subtítulo de su libro Quién es el
hombre (1991). “En la actualidad se prefiere hablar del hombre como un ‘espíritu encarnado’, ‘un cuerpo
espiritualizado’, ‘un espíritu en el mundo’ o ‘un espíritu en el tiempo’, etc” (GARCÍA, 2003).
1
ello en parte de nuestra vida. La exhortación Conócete a ti mismo estaba esculpida sobre el
dintel del templo de Delfos, para testimoniar una verdad fundamental que debe ser
asumida como la regla mínima por todo hombre deseoso de distinguirse, en medio de
toda la creación, calificándose como “hombre” precisamente en cuanto “conocedor de sí
mismo”…”
La pregunta sobre el hombre no es una mera actitud especulativa o curiosidad
intelectual como ocurre, por ejemplo, cuando nos preguntamos cómo funciona el ojo de
un insecto. La pregunta sobre el hombre es algo fundamental, pues necesita preguntarse
lo que es para comportarse de acuerdo a lo que es: ¿quién soy yo? ¿qué he de hacer?.
Ningún otro ser del universo se pregunta sobre sí mismo. El hombre al reflexionar sobre sí
llega a la autoconciencia, al autoconocimiento que le define como aduce Juan Pablo II.
El hombre no se limita a vivir, a comer, a dormir… se pregunta esencialmente sobre
su felicidad y ella tiene que ver con sus aspiraciones. Si se pregunta ¿qué he de hacer? Lo
hace buscando lo que debe hacer para ser feliz. Y para ello debe actuar según su condición
de hombre, como ser libre. Los otros seres vivos actúan según leyes fijas de su naturaleza,
con lo cual no tiene sentido la pregunta sobre su modo de actuar, que es único y
determinado. En cambio la existencia del hombre se presenta como un drama: ¿qué he de
hacer con mi vida?. Como vemos, la pregunta sobre el hombre tiene repercusiones
existenciales. Una buena Antropología nos deja en las puertas de la ética, y a la vez una
ética seria presupone la Antropología.
Por otra parte, cuando el hombre se pregunta sobre sí mismo y sobre su origen llega
hasta el problema de Dios. Y así entra en los límites de la Teodicea. Una acertada
concepción del hombre conduce a una acertada visión sobre Dios, y viceversa, un atinado
concepto de Dios me ofrece una profunda visión sobre el hombre. Así, una antropología
cristiana que contempla un Dios personal concibe al hombre como su “imagen y
semejanza”. Dios en su origen, pues si no hubiera Dios, no habría imagen.
El desarrollo de estas ideas en la filosofía medieval se verá conturbado en la
modernidad, que lleva a concebir a Dios como una idea del hombre, que es lo mismo que
decir, que la idea de Absoluto es un producto de nuestra inteligencia. En realidad es una
aspiración de lo que el hombre espera ser.
Se ha llegado a pensar que para que el hombre sea, Dios no ha de ser. El deseo de
reivindicar al hombre no es del todo malo, pues también se ha pretendido contemplarle
como señor de lo creado. Esto no se opone a su ser “imago Dei”. Podemos hablar del
hombre como un “alguien” y no como un “algo” en la existencia. De allí que se prefiera
formular la pregunta ¿Quién es el hombre? Y no qué es. Ciertamente, el hombre no es una
cosa ni un objeto, pero no debemos perder de vista que toda su dignidad no le viene de sí
mismo sino de su dignidad de ser “imagen y semejanza” de su Creador.
También se ha cuestionado hablar de problema, enigma o misterio en torno al
hombre. En cuanto no podemos desentrañar su esencia el hombre es un problema. Gabriel
Marcel prefiere hablar de misterio, pues el problema se plantea desde fuera, pero la
cuestión del hombre debe ser planteada por el hombre como parte de sí mismo, como
misterio. Como enigma, problema o misterio, el hombre nos resulta incomprensible, mas
no por eso podemos renunciar a conocerlo y lo que la filosofía logra es cierto, verdadero y
necesario para nuestra existencia.
La Antropología Filosófica tiene por objeto la esencia del hombre, pero no pretende
agotarla ni aduce que su conocimiento del ser humano sea exhaustivo. Se necesita un
acercamiento multidisciplinar, y aún así nos quedará mucho por conocer.

2
2. Delimitación del término “Antropología”
Etimológicamente proviene del término griego , que significa
“Tratado acerca del hombre”. Sin embargo resulta una frase genérica y ambigua, porque
son varias las disciplinas que tienen por objeto al hombre, sobre todo las llamadas
Ciencias humanas. La Antropología Filosófica tiene también como objeto de estudio al
hombre, pero lo estudia en cuanto tal y bajo la luz de la razón. Estas ciencias pueden
agruparse en tres:

2.1. Antropología física o etnografía


Disciplina que tiene por objeto los rasgos físicos y biológicos de los individuos,
razas y grupos humanos asentados en diversas geografías. A ellas se subordinan otras
ciencias como la paleontología, la cronología, etc. Por su carácter descriptivo son ciencias
positivas, con un método experimental. Aquí podemos ubicar también las ciencias
médicas como la patología o la genética. La filosofía no prescinde de los datos que estas
ciencias puedan aportarle, pero va más allá.

2.2. Antropología sociocultural o etnología


Se dedican al estudio del hombre en cuanto artífice de cultura o promotor de
sociedades y civilizaciones como los Mayas, los Romanos, los Chinos. Este tipo de
antropología tiene en cuenta la capacidad del hombre para generar cultura. Esta es una
diferencia esencial respecto a los animales que no hacen más que someterse a su entorno.
En cambio, el hombre es capaz de dominar su medio ambiente y en su afán de adaptarse a
él, es capaz de transformarlo. Luego se trasmite de una generación a otra no heredándola
genéticamente sino por medio de la tradición, a partir de la cual la cultura es aprendida o
educada.
La cultura implica desde la técnica hasta la gastronomía; de allí que se hable de
cultura alimenticia. Y como un rasgo fundamental encontramos la religión, que es parte
de la cultura, aunque no se agota en ésta.

2.3. Antropología filosófica o Filosofía del hombre


Estudio sistemático del hombre, de la esencia y principios del ser y el obrar humano.
Se relaciona con todas las otras disciplinas, pero supone una perspectiva filosófica o
metafísica. No se trata por tanto de una descripción de hechos sino de lo más profundo
del ser humano. Mientras que las otras antropologías despliegan un estudio empírico y
parcial, la antropología filosófica estudia al hombre en su globalidad, llevando a cabo una
síntesis de los diversos aportes de las demás ciencias humanas, sobre lo cual profundiza
desde un plano metafísico.

3. Relación con otras Ciencias


Para un estudio adecuado del hombre, conviene que el acercamiento sea
multidisciplinar. Por ello, la Antropología Filosófica requiere el estudio de toda ciencia
humana, pero sin prescindir de la metafísica, pues ella le ofrece una visión de conjunto y
la profundización en aspectos esenciales que constituyen al hombre.
La Antropología se relaciona también con la Psicología y la Sociología. La psicología
nos ofrece importantes aportes para el estudio del conocimiento del hombre, tanto
sensible como intelectual, el estudio de las tendencias y sus actos (emociones,
sentimientos y afectos). También todo lo relacionado al apetito racional (voluntad) como
ser libre y con capacidad de amar.
3
Puesto que el hombre es un ser social por naturaleza, conviene acudir a la Sociología
para conocer los aspectos y relaciones referidas al hombre como miembro de una
sociedad.

4. Historia del término “Antropología Filosófica”


Los límites y el método de nuestra disciplina se han ido configurando a lo largo de
la historia del pensamiento. Podemos situar su origen en Sócrates, quien se interrogó
sobre la naturaleza del ser humano, sobre su esencia, sobre su alma y la virtud. Pero no
fue un estudio sistemático ni definió su objeto.
Quien nos ofrece una síntesis es Aristóteles, y lo hace en su obra De anima. Allí
estudia al hombre como parte de una ciencia más amplia que denomina Filosofía de la
Naturaleza. De anima trata lo que es la vida y los tipos de vida: la psique, la sensación y el
entendimiento humano. Es un esquema empleado también en la edad media. El objetivo
principal no es centrarse en el hombre concreto sino especular acerca del alma. Se podría
afirmar que se trata de una perspectiva un poco pobre, pues deja de lado muchos otros
aspectos de la realidad humana. La antropología se reduce al mero estudio del alma,
prescindiendo de lo corpóreo.
En el Renacimiento se intenta un estudio más completo, que atienda todos los
aspectos del hombre, su libertad, el trabajo, su dimensión social, etc.
El término filosófico “antropología” lo usa por vez primera Magnus Hundt en su
libro que llevaba ese título (Anthropologium, Leipzig 1501) y sobre todo en Otto
Cassmann (Psychologia anthropologica, Hannover 1594). La Psicología estudiaba la vida
consciente con un método deductivo.
A partir de esta tradición hace sus reflexiones Descartes, pero no puede resolver el
dualismo en que cae con su distinción res extensa y res cogitans.
Wolff dice que hay dos tipos de psicología: racional y empírica-experimental. La
Psicología racional se sitúa en la línea de los estudios filosóficos de la antropología
medieval. Debemos decir que la antropología está relacionada con la psicología pero no se
reduce a psicología.
La Antropología filosófica propiamente tiene su origen en la segunda mitad del s.
XIX, aunque fue preparada ya en el s. XVIII por la A. de Kant, cuya Anthropologie in
pragmatischer Hinsicht (Antropología en sentido pragmático, 1798) quiere ser ciencia
autónoma, dependiente sólo de la experiencia u observación, aunque no es muy preciso el
cometido que le asigna. Kant llega a decir incluso que la Antropología se esfuerza por
tener la popularidad de ser «leída también por las damas en sus toilettes». Pero en la
Lógica adquiere la Antropología un papel arrollador: «El campo de la Filosofía en su
significación más universal se puede concretar en las siguientes preguntas: ¿Qué puedo
saber?; ¿Qué debo hacer? ¿Qué me es permitido esperar? ¿Qué es el hombre? La primera
pregunta la responde la Metafísica, la segunda la Moral, la tercera la Religión y la cuarta
la Antropología. Fundamentalmente pueden todas ellas adscribirse a la Antropología,
porque las tres primeras cuestiones se refieren a la última» (o. c., 25). Esta última
afirmación de Kant nos da pie para pensar que la palpitación antropológica se halla
involucrada en el decurso histórico de todos los problemas filosóficos. 3
Con Kant se produce un giro metodológico, pues para él la metafísica no es ya la
ciencia primera, sino la Antropología.
La Fides et ratio en su nº 83 nos dice:
3
Cf. GRAN ENCICLOPEDIA RIALP, voz: Antropología.
4
“es necesaria una filosofía de alcance auténticamente metafísico, capaz
de trascender los datos empíricos para llegar, en su búsqueda de la
verdad, a algo absoluto, último y fundamental. Esta es una exigencia
implícita tanto en el conocimiento de tipo sapiencial como en el de tipo
analítico; concretamente, es una exigencia propia del conocimiento del
bien moral cuyo fundamento último es el sumo Bien, Dios mismo”
“No quiero hablar aquí de la metafísica como si fuera una escuela
específica o una corriente histórica particular. Sólo deseo afirmar que la
realidad y la verdad transcienden lo fáctico y lo empírico, y reivindicar la
capacidad que el hombre tiene de conocer esta dimensión trascendente y
metafísica de manera verdadera y cierta, aunque imperfecta y analógica.
En este sentido, la metafísica no se ha de considerar como alternativa a
la antropología, ya que la metafísica permite precisamente dar un
fundamento al concepto de dignidad de la persona por su condición
espiritual”
“La persona, en particular, es el ámbito privilegiado para el encuentro
con el ser y, por tanto, con la reflexión metafísica”.
Entonces: ¿Antropología o Metafísica? El Papa Juan Pablo II ha resuelto esta
confusión. Al respecto, nos advierte que ni una ni la otra por separado, pues ambas se
reclaman mutuamente.
Quien acentúa la antropología puede derivarse hacia un antropocentrismo.
Podemos considerar que con Max Scheler la Antropología nace ya como una verdadera
Ciencia, con un objeto limitado y un método propio.

5. Objeto de estudio de la Antropología Filosófica


¿Qué estudia la Antropología Filosófica? La esencia o naturaleza humana. Estudia al
hombre en sus aspectos radicales, no lo circunstancial o accidental, sino lo esencial.
Estudia al hombre y sus operaciones esenciales.
Estudiar al hombre es profundizar de tal manera que se trasciende la barrera de la
individualidad, e incluso la frontera de lo sociocultural, para abarcar al hombre en su
totalidad y bajo una dimensión metafísica.
No obstante, no todos los pensadores han estado de acuerdo en delimitar el objeto
de estudio. Por razones pedagógicas podemos agruparlos en dos tipos de posturas:
Quienes niegan la naturaleza o esencia del hombre y los que sostienen que no se puede
conocer.

6. Método de estudio
Como se puede apreciar una visión acertada de lo que es el hombre requiere
muchos presupuestos metodológicos. Por ello veremos a continuación cuál es el método
adecuado cuando se tiene como objeto de ciencia al mismo hombre.
Primero distingamos tres planos de estudio:
a) Plano de la exterioridad. Propio del método experimental, que considera al hombre
dentro del mundo material. Dicho método debe atender a otros niveles de
conocimiento, para no quedarse sólo en datos empíricos ni en un estudio parcial.
b) Plano de la interioridad. Para desentrañar la realidad humana también hay que
acceder al hombre desde dentro. En este análisis consiste el método

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fenomenológico. De este modo se describen los fenómenos vitales a partir de cómo
se presentan a mi subjetividad.
c) Plano metafísico. Una aproximación real al hombre no puede limitarse a lo
experimentable porque nos da una visión materialista del ser humano. Por ello se
hace necesario un plano metafísico que permite superar los meros datos empíricos.
La metodología propia de las disciplinas filosóficas nos permiten trascender el
plano de la experiencia y los meros estados subjetivos. De este modo se puede
llegar a lo más radical de la persona humana y al fundamento mismo de todo
aquello que la constituye como persona.
A estos tres planos corresponden tres vías de acceso:
 La vía cosmológica
Considerar al hombre como un ser más dentro del mundo creado, con rasgos
comunes a las demás criaturas, frente a los seres vivos (de allí el acierto de Aristóteles de
definirlo como “animal racional”). Es situarse en el plano de la exterioridad y atendiendo
a las ciencias positivas, que pueden aportar mucho a la investigación filosófica y al acceso
de la racionalidad.

 La vía de la conciencia
Se inicia con la concepción moderna del hombre y se sitúa en el plano de la
interioridad, estudiando al hombre desde su mismidad y llegar a descubrir así los estados
de la conciencia. La fenomenología los analizó, teniendo jugosos resultados. Consiste en
aplicar un método no desde afuera sino en primera persona.
 La vía metafísica
Desde luego que puede haber otros modos para acceder al estudio del hombre.
Incluso estas dos perspectivas expuestas han de ser trascendidas si se quiere alcanzar el
plano metafísico. La Antropología intenta hacer la síntesis de estas dos vías, elevando la
mirada sobre el hombre hacia un estatuto ulterior, viéndolo como ser participado,
observándolo desde la causalidad, no sólo eficiente, sino desde la causa formal y final.
Para acceder a estos conceptos se emplea el método analógico.
Leonardo Polo, a este respecto, habló de un “método sistémico”, pues se trata del
estudio de una realidad donde todo se relaciona con todo, como bien lo expresa su
exposición de lo que significa sus manos, su sistema respiratorio junto a su inteligencia,
etc. en su libro Quién es el hombre.

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