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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Facultad de Filosofía y Letras


Colegio de Filosofía
Ricardo Gibu S.
González Gracia Sergio Adad
Antropología Filosófica

¿Qué es el hombre?
Pregunta como todas las demás, en apariencia nada especial, con respuesta aparentemente
determinada, pero que en su interior guarda celosamente la respuesta; aquella pregunta que
el hombre se hace de sí mismo, trascendiendo la inmediatez de lo sensible, muestra, como
la historia misma lo muestra, que bien no puede tener respuesta absoluta alguna, que el
hombre está limitado a no conocerse ni siquiera a sí mismo, ya que es para sí un misterio,
es él cuestionador y la cuestión misma, cuestión que no dejara de aquejarlo, pues en tanto
exista el hombre existirá esa introspección.

La pregunta por qué es el hombre, ha sido una pregunta latente a lo largo de la


historia del pensamiento humano, sea explícita o implícita, directa o indirecta, central o
periférica, ha estado presente junto a las grandes preguntas que se ha formulado el hombre,
en su pretensión por comprender el mundo y a sí mismo, y claro, ha sido respondida de
diversas maneras.

El hombre en el pensamiento griego


La respuesta a la pregunta en la edad antigua en occidente, es decir, en el pensamiento
griego, es paralela a las grandes cuestiones del hombre; tales cuestiones se ven orientadas
hacia el estudio del mundo, del cosmos, el ser, y sus leyes esenciales, de tal manera que se
establece una jerarquización del ser, que va de las formas inanimadas, pasando por las vivas
y que culmina en el espíritu, donde yace el ser del hombre, porque en él se reúnen todos los
grados del ser y de la vida, es la unidad superior; con todo su única esencia es su alma,
única realidad, realidad superior, por encima de los acontecimientos mundanos. Así pues el
primitivo pensamiento griego supone ya una dualidad entre el alma espiritual y el cuerpo
material.

Es con el surgimiento de la filosofía propiamente dicha y con los primeros filósofos


que tal pregunta por el hombre queda relegada por la de la naturaleza: Tales trata acerca del
principio primero del que derivan todos los demás; Anaximandro que entiende el cambio
como “culpa y expiación según el orden del tempo”; y Heráclito, quien aporta un
pensamiento antropológico más claro, afirma que el hombre se caracteriza por la
percepción del logos, y el pensamiento, que le da al hombre la capacidad de entender en
sentido del mundo; contra esto Parmenides fija en su filosofía al ser en reposo, aunque
también afirma que el hombre posee la capacidad de pensar, que le otorga la posibilidad de
descubrir la verdad del ser. De esta manera la concepción que se tiene del hombre es de un
ser racional, logos y pensamiento se convierten en conceptos fundamentales para explicar
al hombre.

Es la sofistica, la que da inicio a un pensamiento crítico-escéptico que viene a poner


en duda lo dicho anteriormente y a romper la tranquilidad del pensamiento objetivo “Somos
nosotros ni siquiera capaces de conocer la verdad?.

Es Sócrates quien hace una reflexión directa hacia el hombre superando la posición
de los sofistas, aunque orientándose a los valores y normas morales. El hombre está ligado
a la verdad eterna e inmutable.

Ideas fundamentales para el desarrollo de la metafísica clásica de Platón, quien


afirmaba que el hombre está ordenado por su espíritu al mundo inteligible, frente al mundo
sensible, el alma pertenece al mundo inmutable de las ideas, es por eso que es inmortal. La
esencia y dignidad del hombre yacen en su espiritualidad; mientras lo material y corpóreo
resultan negativos. Se presenta así el dualismo entre espíritu y materia. El alma debe
librarse de las ataduras del mundo material y retornar a su estadio esencial, espiritual. Pero
el espíritu se entiende como razón.

El hombre para Aristóteles se encuentra por encima de todas las cosas debido a su
razón. De acuerdo con su doctrina de materia y forma que son principios esenciales de las
cosas intenta superar el dualismo platónico, concibiendo así al alma como forma del
cuerpo, como su constituyente. El hombre se encuentra en el centro del sistema ontológico,
ya que une todos los grados del ser. Con todo Aristóteles no logra superar el dualismo
platónico, ni tampoco logra concebir al hombre –como tampoco lo logra todo el
pensamiento griego- fuera del elemento cognoscitivo.

El mundo al ser producto de la necesidad, el hombre sujeto a nacimiento y muerte y


los acontecimientos mundanos e históricos carecen de importancia y no son dignos de ser
estudiados, por lo tanto, desvalorados.

El hombre en el pensamiento cristiano


A diferencia de la metafísica del pensamiento griego donde el mundo es regido por lo
universal y necesario, se encuentra la revelación bíblica del Antiguo y Nuevo Testamento
que hacen mensaje la promesa de la salvación para el hombre concreto en la historia, un
acontecimiento libre y personal entre Dios y el hombre.
El mundo no es producto de materia, de lo universal y necesario, sino producto de la
libre palabra creadora de Dios; tampoco el mal existe, sino es la decisión libre y personal
del hombre que se rebela contra Dios. La humanidad desde sus comienzos yace con la
maldición del pecado. A la salvación del hombre se exigen de él actitudes personales
internas, terminando en la libre entrega personal del hombre a Dios, fe y amor con los que
se le es revelada la verdad.

Ahora el hombre ya no es entendido sólo por su razón, sino por su voluntad, amor y
libertad; es superado el dualismo platónico, la materia ya no es diferente a Dios, porque es
producto de él. Se encuentra en el centro del mundo material y del mundo espiritual. Es el
centro del cosmos, reúne todos los grados del ser, yace en un orden objetivo y universal,
cuyo fundamento es Dios, ser absoluto.

El hombre en el pensamiento moderno


Es en la modernidad donde el pensamiento moderno adopta una orientación hacia el sujeto.
A lo largo de la edad antigua y media, imperaba un pensamiento objetivo, el hombre sabía
de su posición y seguridad en el cosmos. Mas ahora se da lugar a un pensamiento subjetivo
que busca establecer un conocimiento seguro desde la subjetividad.

Con los acontecimientos a lo largo de la modernidad: el retorno de lo clásico y


vuelta al hombre del humanismo; la crisis interna que sufre la iglesia católica con la
Reforma; y sobre todo el impacto de la revolución copernicana, la tierra deja de ser el
centro del universo, y pasa a ser un planeta más que gira alrededor del sol; la imagen del
hombre en el universo que parecía tan segura y firme se ve ahora insegura y vacilante, el
hombre pierde toda orientación y sentido de su existencia, es por eso qu se ve ahora
obligado a cuestionarse y a pensarse a sí mismo. El hombre ahora es centro, pero sólo en
cuanto sujeto no en cuanto al ser.

Es Descartes quien inaugura el pensamiento subjetivo, que se basa en la autocerteza


de la conciencia, un yo que está seguro de sí mismo antes que de las otras cosas. Así se
constituye el dualismo cartesiano entre espíritu y materia, conciencia pensante (res
cogitans) y mundo corporal extenso (res extensa). Descartes concibe al hombre únicamente
como razón, eliminando la posibilidad de un estudio de éste como un todo.

Con tal ruptura entre cuerpo y alma, entre espíritu y materia, se da paso a
innumerables debates y a dos grandes corrientes del pensamiento. Por un lado se encuentra
el racionalismo, subordinado a lo espiritual, toda la realidad es realidad espiritual, el
hombre se entiende como razón autónoma. Por otra parte está el empirismo ingles,
subordinado a la realidad empírico-material.

Es Kant quien intenta superar ambas corrientes racionalismo y empirismo. Su


reflexión sobre la razón pura, donde logra sintetizar ambas, será de capital importancia para
la posteridad, sin embargo, no logra colocar al hombre para su análisis en su totalidad. Mas
sin en cambio se logra avistar una inclinación hacia el estudio del hombre en las preguntas
fundamentales de la filosofía que Kant formula en su lógica: “¿Qué puedo yo saber? ¿Qué
debo hacer? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué es el hombre? -a lo cual Kant agrega- A la primera
pregunta responde la metafísica, a la segunda la moral, a la tercera la religión y a la cuarta
la antropología, ya que las tres primeras preguntas están relacionadas con la última”. Por lo
que se sigue, la cuestión por el hombre es el fundamento de la filosofía.

Años después el idealismo alemán combatirá contra tal concepción limitada de la


razón humana para convertirse el sujeto trascendental en sujeto absoluto, concepción del
hombre como ser racional absoluto, sin tomarlo en cuenta en su totalidad.

Décadas después se abre paso a un estudio antropológico muy diverso que a


resumidas cuentas se puede reducir en tres grandes corrientes del pensamiento:
materialismo y evolucionismo; existencialismo y personalismo y la fenomenología y
ontología del hombre.

El giro Antropológico

Materialismo y evolucionismo

En esta corriente el hombre es una realidad material como todas las otras cosas, constituido
por los mismos elementos y sujeto a leyes del universo. No existe más que el ser y el
acontecer materiales. Por otro lado encontramos al positivismo, el cuál se considera el
precursor del materialismo sin ser el mismo. Se llega así, a una concepción mecánica del
hombre, el cual reduce su conocimiento a los contenidos de la pura experiencia, es simple
objeto de un estudio científico natural, empírico, psicológico y sociológico. Por otra parte el
materialismo hace la siguiente afirmación: “todo es materia, solo existe la realidad
material” que termina por ser una tesis metafísica.

Es en el siglo XIX donde aparece el materialismo científico, que afirma que todos
los fenómenos y procesos de la vida, incluso de la espiritual, hay que explicarlos en
consecuencia a través de fuerzas y leyes físico-químicas que operan solo en el mundo
mecánico. Posteriormente aparece la teoría evolucionista defendida por Darwin, que
intenta explicarla mediante la Teoría de la selección natural que se cumple con la lucha por
la existencia. Por otra parte pero apoyándose en la teoría de la evolución Nietzsche afirma
que la evolución no puede realizarse en la vida humana por la selección natural, sino
mediante la voluntad de poder, que es producto de la libertad humana. Así mismo Marx y
Engels, se ven influenciados científicamente por la doctrina de Darwin, y filosóficamente
por Hegel, aplicando la realidad a la historia, donde el autentico factor es el fundamente
material de la vida: la situación económica, la relación de producción y consumo,
producción y fuerza laboral que condiciona toda la realidad del hombre. Con todo Marx
solo logra explicar el ser del hombre en su sociedad.

Existencialismo y personalismo

El precursor de este pensamiento es Pascal que considera al corazón por encima de la


razón, concibe al hombre entre la nada y la infinitud y su experiencia existencial. Es
Kierkegaard quien elabora un análisis de la existencia del hombre e inaugura la filosofía
existencialista que no hace más que recalcar la finitud y contingencia del hombre de
angustia y preocupación, el fracaso, el ser para la muerte.

Fenomenología y ontología del hombre

El análisis antropológico se ha convertido en un análisis apartado de las ciencias


particulares y la especulación filosófica, esto se debe fundamentalmente a Max Scheler,
quien pretende aclarar la singularidad del ser espiritual personal y la posición del hombre
en el conjunto del mundo y de la vida. Así esta antropología se ha convertido en una
orientación central teniendo dos alternativas: la primera partiendo de lo material de la
investigación científica particular para después reducirlo a una imagen filosófica del
hombre; la segunda, es establecer un punto de partida filosófico, teniendo una cierta
distancia con las ciencias particulares para exponer fenomenológicamente la
autoexperiencia del hombre, y así poder analizar la esencia del mismo.

De esta manera el hombre ha tratado de comprender su situación a lo largo de su historia,


porque él mismo esta sujeto a la historia. Arrastra las preguntas acerca del sentido y valor
de su existencia.

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