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Fuente bibliográfica:

García Cuadrado, J. A., Antropología filosófica. Una introducción a la Filosofía del


Hombre, EUNSA, Pamplona 2011, pp. 21-42.

Resumen de lectura: (Prof. Franklin León)

I. LA ANTROPOLOGÍA

1. La Pregunta Sobre El Hombre:

«¿Quién soy yo?»; «¿qué he de hacer de mi vida para que sea una vida plena?»; «¿existe
otra vida después de la muerte?»

el hombre cuanto más conoce la realidad y el mundo tanto mejor se co- noce a sí mismo
como ser único en su género,

calificándose como “hombre” precisamente en cuanto “conocedor de sí mismo”»

Sófocles «muchas son las cosas misteriosas, pero nada tan misterioso como el hombre»

Y San Agustín mismo afirmaba: «Ni yo mismo comprendo todo lo que soy»

Pascal: somos incomprensibles a nosotros mismos.

Según Marcel, el hombre es un misterio, y no un problema, puesto que éste último es un


asunto a responder de modo extrínseco (como puedo resolver un problema de
matemáticas); pero un misterio es un asunto a resolver «desde dentro»

el hombre es el único ser de la naturaleza que se cuestiona acerca de sí: «Preguntar por su
propia esencia sólo el hombre puede hacerlo.

2. Delimitación Del Término «Antropología»

La etimología de la palabra «Antropología» proviene del griego anthropos (hombre) y


logos (tratado o ciencia).

En un sentido más amplio, “antropología” puede designar todos aquellos conocimientos de


orden histórico, psicológico, sociológico, lingüístico, etc., que aborden desde distintas
perspectivas el “fenómeno humano” (“ciencias humanas”).

Tipos de Antropología:
a) Antropología física o natural (etnografía). Es el estudio del hombre des- de el punto de
vista físico; es decir, estudia los rasgos corporales, morfológicos y fisiológicos de los
individuos o grupos humanos, según las diversas localizaciones geográficas y climáticas.

b) Antropología cultural o social (etnología). Esta disciplina se centra en el análisis de la


historia, estructura y desarrollo de las diversas culturas humanas. «Es la ciencia que estudia
los modelos típicos de comportamiento de un grupo humano

c) Antropología filosófica o Filosofía del hombre. Es un estudio sistemáti- co del hombre


por sus causas últimas y principios esenciales del ser y obrar hu- manos . Éste es el centro
de nuestra reflexión: nos proponemos estudiar al hom- bre en su globalidad.

Para evitar la ambigüedad del término «Antropología» nos referiremos a ella también como
«Filosofía del hombre»

3. Objeto De Estudio De La Antropología Filosófica

«¿qué es (esencialmente) el hombre (todo hombre)?». Evidentemente en la respuesta se


encuentra también presente la propia subjetividad, pero no como un individuo particular,
sino como sujeto perteneciente a la naturaleza humana.

La Filosofía del hombre, en cuanto disciplina filosófica, se propone como objeto de estudio
el hombre en sus dimensiones esenciales. Es decir, mira al hombre no desde sus aspectos
accidentales o cambiantes, sino desde la unidad que proporciona el saber último sobre la
realidad. La parcialidad del objeto de estudio es propia de las ciencias particulares, que con
diversos métodos se proponen analizar algunas dimensio- nes específicas de su objeto.

Corresponde a la Antropología filosófica realizar la síntesis de esas disciplinas particulares


desde una perspectiva metafísica. En definitiva, podemos afirmar que «el objeto de la
antropología filosófica es el estudio filosófico del hombre, es decir, el estudio de su
esencia, para encontrar una respuesta a la pregunta: “quién es el hombre”, tomado en la
unidad y en la globalidad de su existir y de su naturaleza»

Dificultades para pensar la antropología filosófica:

a. el existencialismo de Sartre niega que exista una esencia del hombre. Una
concepción del hombre —típicamente moderna— coloca lo más específicamente
humano en el hecho de que el hombre posee una «plasticidad» tal que puede
comportarse «como un dios o como una bestia». Gracias a su libertad, el hombre es
dueño de su propia existencia y pue- de «hacerse a sí mismo». No posee, por tanto,
una naturaleza fija y estable: el su- jeto humano, mediante su obrar libre va
configurando su propia esencia.
b. Imposibilidad de conocer al hombre como objeto: Max Scheler es el filósofo que
con mayor claridad se planteó esta dificultad. Según él, la persona humana es
«inobjetivable» desde el conocimiento intelectual. A diferencia de lo que sucede
con el resto de los seres naturales, el hombre no es un «objeto» sino un «sujeto».
Considerarlo como un «objeto» lleva consi- go la pérdida de su especificidad. El
hombre no es una «cosa» en el mundo (un qué) sino una «persona» (un quién).
Conocer «objetivamente» no significa «hacer un objeto del hombre»; quiere decir
que, como sucede con cualquier otra realidad, al hombre puedo «ponerlo frente a
mí» (obiectum) y, a través de su obrar llegar a descubrir algunos aspectos esenciales
que me sirvan para responder de manera cada vez más plena a la pregunta radical
¿qué es el hombre? Es cierto que no podemos tener un conocimiento pleno del
sujeto personal, pero «el problema no está, por tanto, en la objetividad, sino en el
carácter parcial de ella. El objeto no se nos da nunca de modo pleno, ni intensiva ni
extensivamente. Captamos aspectos»
c. Culturalismo: la naturaleza humana no existe como tal, porque siempre se
encuentra concretada en una determinada cultura. Cada cultura es autónoma con
respecto a las demás, y posee unos parámetros propios (de tipo estético, social,
moral, etc.) que no son accesibles a otras culturas. Si se apela a una instancia su-
perior (la naturaleza humana) en realidad se está erigiendo una realidad cultural
como modelo universal, sin tener en cuenta que cada cultura es en sí misma valio-
sa, independientemente de los valores de otras culturas. Como se puede observar el
culturalismo es en el fondo un relativismo cultural; el único modo de superar el
relativismo es mediante la reflexión filosófica, la cual tiene por objeto la verdad en
sí misma, más allá de las condiciones históricas o culturales. Es cierto que la
filosofía nace y se desarrolla en una cultura determinada, pero la trasciende.
d. Un posible reductivismo es el materialismo. Para el materialismo el hom- bre sólo
se compone de un principio, la materia, de tal manera que no existe una diferencia
esencial entre el hombre y los demás seres vivos. Toda la realidad es materia, que
existe desde siempre y por lo tanto no ha sido creada por nadie. La materia
evoluciona según unos procesos inmanentes y en sus estados más avan- zados se
presenta como conciencia. En realidad, lo que denominamos alma o es- píritu no
son más que «epifenómenos» (manifestaciones) de la materia. Además, si el hombre
es nada más que materia, entonces es susceptible de ser completa- mente
comprendido desde las ciencias experimentales, que se caracterizan por el uso
exclusivo del método empírico-positivo.

e. Espiritualismo: La pregunta «¿qué es el hombre?» se reduce a «¿cuál es la esencia


del alma?». Esto es lo característico del espiritualis- mo, de marcado sabor
platónico. La gran dificultad para los espiritualistas es ex- plicar el hecho de
experiencia de que el hombre «está» en un cuerpo y, por eso, en realidad su
problema se reconduce al de las relaciones entre el alma y el cuerpo.

4. La Precomprensión Del Hombre Como Espíritu Encarnado

El punto de partida para conocer al hombre: sabemos pero no sabemos:

Para acceder a lo esencial del hombre es preciso partir de su obrar, que es lo más
manifiesto para nosotros. Este proceso de acceso a la realidad esencial del hombre es lo
que constituye el método o modo de proceder de la Antropología filosófica.
para poder formularse este interrogante, el que pregunta antes debe tener una idea de sí
mismo […] «En la medida en que buscamos conocer lo que somos, ya lo sabemos […]
Si podemos distinguirnos, es que nos conocemos. Y, sin embargo, no. Ante un in-
terrogatorio mínimamente agudo, no sabemos dar cuenta con precisión de lo que somos
y de quiénes somos. Esa distancia entre el saber y el no saber obliga a ca- minar, a
cubrir ese tramo, y eso es el método. Para ponerse a andar, a reducir la paradoja de que,
sin duda, sabes, pero caes en la cuenta de que no sabes, hace falta primero de todo
tropezar, quitarte la seguridad primera, y así caer en la cuenta de que no sabes».

Conocemos al hombre desde la experiencia:

nuestro conocimiento del hombre no ha de partir de cero. En efecto, el conocimiento


espontáneo (el sentido común) nos proporciona valio- sas informaciones acerca del ser
humano. Es todavía un conocimiento vago y no sistemático, pero puede constituir el
punto de partida de nuestra investigación.

Superioridad del hombre en la naturaleza:

El conocimiento espontáneo nos revela la distinción esencial con otros seres de la


naturaleza. Y no sólo se capta la distinción, sino también una cierta «supe- rioridad»
con respecto al mundo animal y vegetal, por no hablar del mundo ina- nimado. ¿En qué
radica esa superioridad? No lo sabemos con precisión pero nos percibimos a nosotros y
a quienes conviven con nosotros como realidades mucho más valiosas que las cosas,
plantas y animales.

Dimensión espiritual del hombre:

percibimos espontánea- mente el miedo a la muerte, el deseo de justicia, el amor a la


verdad y a las per- sonas, el ansia de felicidad, etc. Todas esas experiencias subjetivas
nos sirven para postular, al menos teóricamente, una dimensión que trasciende lo
instintivo y material: es decir, nos hablan de la dimensión espiritual del hombre.

El hombre: cuerpo y alma:

en la historia de la conciencia filosófica ha habido un consenso casi generalizado en


destacar dos principios en el hombre: cuerpo y alma, o ma- teria y espíritu. De esta
manera, Platón concebía al hombre como un alma ence- rrada en un cuerpo, mientras
que Aristóteles definía al hombre como un «animal racional». En la actualidad se
prefiere hablar del hombre como de «un espíritu encarnado», «un cuerpo
espiritualizado», «un espíritu en el mundo» o «un espíri- tu en el tiempo»,

Necesidad de conocer alma y cuerpo:

la presencia en el hombre de dos elementos hetereogéneos (alma y cuerpo, o espíritu y


materia) reclaman que el método de la Antropología filosófica sea capaz de acceder
tanto a las dimensiones materiales como espirituales de la persona humana. En caso
contrario obtendríamos sólo una visión incompleta y deforme de lo que es la persona
humana.

5. El Método De La Antropología Filosófica

el descubrimiento de la persona humana no es instantáneo o evidente; se debe proceder


por pasos sucesivos, comenzando por los aspectos más conocidos y accesibles a nuestra
experiencia y culminar con los principios más radicales de su modo de ser.

la corporeidad y la espiritualidad se encuentran intrínsecamente presentes, de modo


unita- rio, en toda actividad humana porque forman parte de su modo de ser. Esta
concepción unitaria del hombre fue formulada por la Escolástica.

Una visión equilibrada que integra las otras dos vías se la debemos a Tomás de Aquino,
para quien el hombre se encuentra en el horizonte entre la realidad espiritual y la
material, entre la eternidad y el tiempo. En definitiva, para acceder a la realidad humana
hemos de distinguir diversos planos de estudio:

Áreas de investigación de la antropología:

a) Plano de la exterioridad. Se trata de considerar de modo experimental al ser


humano, como un «objeto» más dentro del mundo material. Este método científico
es necesario para descubrir aspectos de la esencia huma- na, pero resulta
insuficiente porque el hombre no es sólo un objeto físico suscep- tible de
observación experimental, sino que es fundamentalmente un sujeto, una persona (un
«quien»), con una dimensión espiritual, que escapa a la observación empírica.

b) Plano de la interioridad. Para «desentrañar» la realidad humana hay que acceder al


hombre «desde dentro», es decir, describiendo los estados de conciencia del sujeto
humano. En este análisis consiste el método fenomenológico propuesto por Husserl
y otros autores contemporáneos como Max Scheler. Según la metodología
fenomenológica, se ha de analizar el obrar humano desde la propia existencia,
mediante la descripción de los fenómenos vitales a partir de cómo se presentan a mi
subjetividad. la vía fenomenológica nos abre la puerta al sujeto humano, pero es
preciso dar el salto al fundamento ontológico del mismo. «No es posible detenerse
en la sola experiencia; incluso cuando ésta expresa y pone de manifiesto la
interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión especu-
lativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya»

c) Plano metafísico. Desde este punto de vista la Antropología filosófica: «se


constituye como una síntesis de conocimientos aportados por las ciencias
biológicas, las ciencias humanas y ciencias sociales, en el plano filosófico, lo que en
último término significa una comprensión metafísica de los conoci- mientos
aportados por las ciencias positivas al conocimiento del ser humano»

Metodología de la AF:
La metodología propia de la Filosofía del hombre requiere trascender el plano de la
experiencia (ya sea objetiva o subjetiva) hasta alcanzar un conocimiento último de
la compleja realidad humana.

Los pasos metodológicos:

la noción de «experiencia» es susceptible de recibir, en el caso de la Antropología


filosófica, un doble tratamiento: desde la exterioridad y desde la interioridad.

la esencia o naturaleza no se descubre de modo inmediato, sino a través del obrar.

el modo correcto de proceder de la Antropología filosófica sería partir de la descripción de


los fenómenos y del obrar humanos (ya sea desde la exterioridad objetiva o ya sea desde la
interioridad subjetiva), para pasar después a un análisis inductivo que desvele lo esencial
del mismo.

Humanismo cristiano:

el estudio antropológico nos revela que el hombre es un ser abierto al infinito, un ser con
ansias de eternidad, llamado a una plenitud (en el orden inte- lectual y volitivo) que no se
ve consumado plenamente en este mundo. El carácter finito de la persona humana que
reclama la infinitud que colme sus deseos de felicidad muestra que todo hombre posee al
menos implícitamente el deseo de Dios.

en la tradición cristiana la pregunta sobre el hombre está entrelazada con la pregunta sobre
Dios. En efecto, desde la Revelación judeo-cristiana se afirma que el hombre es «imagen y
semejanza de Dios». Por lo tanto, para el pensamiento cristiano acceder al misterio del
hombre es ac- ceder al misterio de Dios, a través de su imagen en el hombre: podemos
conocer mejor a Dios a través de la comprensión de la persona humana ya que ésta es
imagen divina.

Debate:

Grupos: 1.materialistas, 2.espititualistas, 3. culturalistas, 4. existencialistas, 5. filósofos


integrales.

1. ¿Qué es el hombre?

2. ¿Desde dónde podemos estudiarlo?

3. ¿Qué evidencias presentan para defender su postura desde la experiencia concreta?

4. Presente algunas críticas a otras concepciones del hombre distintas a la suya


5. Haga alguna pregunta a una concepción adversa a la suya

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