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UNIDAD II

LA TEORÍA OBLIGACIONAL

DERECHO ROMANO II
Módulo 2
La teoría
Obligacional

Fuente: www.arsmediatio.com

Abog. Graciela Jacqueline Ricciardi Página 11


DE LAS OBLIGACIONES
A) Estructura del contenido:

El concepto romano de la palabra “obligatio”, sus elementos y fuentes. La


clasificación de las obligaciones según diversos criterios. Se analizan las causas y
las consecuencias de la inejecución de las mismas. Las garantías reconocidas en el
Derecho Romano para asegurar el cumplimiento de las obligaciones.

Finalmente se hace una descripción de varios medios de extinción de las


obligaciones.

B) CONTENIDO:

3.1. Concepto. Definición de las Institutas de Justiniano. Elementos

Petit (1999: 277-278-279) dice “Hemos visto que los


derechos que componen el patrimonio de los
particulares se dividen en derechos reales y en
derechos de crédito. Hemos concluido en estudio de
los derechos reales; nos falta hablar de los derechos
de crédito. Se les llama también obligaciones. El
derecho de crédito es, en efecto, una relación entre
dos personas, de las cuales una, el acreedor, puede
exigir de la otra, el deudor, un hecho determinado,
apreciable en dinero. Ahora bien; esa relación puede
ser considerada desde dos puntos de vista diferentes:
del lado del acreedor es un derecho de crédito, que
cuenta en el activo de su patrimonio; del lado del
deudor, es una obligación, una deuda que figura en su
Fuente: jcdonceld.blogspot.com
pasivo. Los jurisconsultos romanos se sirven
exclusivamente de la palabra obligatio en un sentido muy amplio, para designar el
crédito lo mismo que la deuda.

Las Instituciones de Justiniano definieron así a la obligación: es un lazo de


derecho que nos constriñe en la necesidad de pagar alguna cosa conforme al
derecho de nuestra ciudad. La obligación está así comparada a un lazo que une

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una a otra a las personas entre las cuales ha sido creada: es por otra parte, un
lazo puramente jurídico. Pero si sujeta al deudor, si limita su libertad…

De la definición de la obligación surgen los tres elementos de que se compone: a)


Un sujeto activo, el acreedor; puede haber uno o varios. Al acreedor pertenece el
derecho de exigir al deudor la prestación que es objeto de la obligación. El
derecho civil le da, como sanción de su crédito, una acción personal; es decir la
facultad de dirigirse a la autoridad judicial para obligar al deudor a pagarle lo que
le debe… b) Un sujeto pasivo, el deudor. Es la persona que está obligada a
procurar al acreedor el objeto de la obligación. Puede haber en ella uno o varios
deudores, como uno o varios acreedores. c) Un objeto. El objeto de la obligación
consiste siempre en un acto que el deudor debe realizar en provecho del acreedor,
y los jurisconsultos romanos lo expresan perfectamente por medio de un verbo
facere, cuyo sentido es muy amplio, que comprende aun la abstención. Al lado de
esta fórmula general son más precisos ciertos textos. Distinguen en tres
categorías los diversos actos a los cuales puede ser obligado el deudor y los
resumen en estos tres verbos: dare, praestare, facere.

Dare, es transferir la propiedad de la cosa, o constituir derecho real. Praestare, es


procurar el disfrute de uan cosa sin constituir un derecho real. Facere, es llevar a
cabo cualquier otro acto, o aun abstenerse.

La obligación tiene siempre por objeto un acto del deudor, que está personalmente
obligado.”

Otros autores, entre ellos Trovato Fleitas (2009:98) cita al vínculo jurídico como
elemento de la obligación en los siguientes términos” Es una relación jurídica entre
dos o más personas. Consiste en el deber del deudor de cumplir la prestación, es
decir, observar un determinado comportamiento positivo o negativo desde que la
obligación nace, hasta que queda totalmente extinguida. Puede ser causada por el
contrato, el delito, el cuasicontrato y el cuasidelito y el acreedor tiene los medios
coercitivos (acciones) para compeler al obligado al cumplimiento de la prestación

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o, en su defecto, su equivalente pecuniario. Es el elemento que permite distinguir
la obligación, de otras relaciones no jurídicas entre los particulares.”

3.2. Proceso de evolución histórica. El nexum. La Lex Poetelia Papiria

Di Pietro y Lapieza Elli (2001:255-256) afirman” Las obligaciones más antiguas


son aquellas que tiene su fuente en hechos ilícitos, es decir que resultan de la
comisión de un delito (delictum) pero haciendo referencia a los delicta privata
(delitos privados) y no a los crimina publica (delitos públicos)… También en el
derecho antiguo se conocieron algunos ritos jurídicos capaces de crear
situaciones obligatorias. En realidad, fueron más bien pocos, pudiendo
mencionarse el nexum y la sponsio. Más tarde aparecerá la stipulatio.

El nexum es acto per aes et libram; es decir, utilizando el rito del sobre y la
balanza. Este rito debía suceder en presencia de no menos de 5 testigos y su
contendido resulta bastante obscuro, aun cuando parece ser-situación bastante
controvertida- que el deudor, que era él hablaba, se comprometía a pagar la
deuda “automancipando” su propio cuerpo. Lo cierto es que si no pagaba, el
acreedor podía ejercitare contra él la manus iniecto.

La responsabilidad emergente del nexum va a sufrir una alteración hacia el 326


A.C., cuando luego de una revuelta popular provocada por la conducta de un
acreedor respecto de un deudor por el nexum, se aprobó la lex Poetelia Papiria,
según la cual se habría atenuado la responsabilidad del cuerpo del deudor para
permitirse, en cambio la ejecución del patrimonio.”

3.3. Las fuentes de las obligaciones según la Instituta de Gayo las


Instituciones de Justiniano

Petit (1999:280-281) expresa “De las cuatro fuentes de obligaciones admitidas en


la época clásica del Derecho Romano, las principales y más antiguas son los
delitos y los contratos. (Gayo, Instituta)

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Siendo la obligación una restricción a la libertad del deudor, se comprende que no
puede hallarse uno en ese estado de dependencia más que en razón de causas
bien determinadas… Entre los primeros romanos, agricultores y guerreros,
extraños al comercio y la industria, las necesidades eran muy limitadas; el
préstamo de dinero, en cambio, bajo sus diferentes formas, bastaba a
satisfacerlas. El castigo de los actos ilícitos, que llevaba consigo una pena
pecuniaria, era una fuente de obligaciones mucho más abundante. Pero, cuando
Roma ha entrado en relaciones con otros pueblos, la riqueza se ha acrecentado, y
cuando una civilización más adelantada ha hecho nacer necesidades nuevas, el
círculo de las transacciones se ha ensanchado. El derecho ha debido sancionar,
en un gran número de casos, el convenio de las partes, al mismo tiempo que lo
somete a formas determinadas para garantizar la sinceridad. Al mismo tiempo,
unas leyes extendían y completaban la lista de los delitos cuya represión era
preciso asegurar. Así se desarrollaron los contratos y los delitos.

Esta clasificación de las fuentes de obligaciones llegó a ser insuficiente a medida


que el derecho romano se perfecciona. Los jurisconsultos, tratando de determinar
las causas de las obligaciones sancionadas por el derecho, reconocen que se
puede estar obligado sin que haya habido contrato ni delito. Gayo, en una de sus
obras, los Aurei, de la cual no tenemos más que fragmentos en el Digesto, estudia
esas otras causas de obligaciones que no son contratos ni delitos, pero que se les
parecen, que son como sus imágenes diversas, variae causarum figurae.

Un análisis más preciso le permite, por otra parte, separarlas en dos categorías
distintas, según que uno está obligado como consecuencia de un contrato, quasi
ex contractu, o como consecuencia de un delito, quasi ex maleficio. Así, un
heredero acepta una sucesión: está obligado a pagar los legados. Sin embargo,
no hay contrato; pero ha habido por su parte un acto de voluntad lícito que se
aproxima al contrato y no al delito: su obligación nace quasi ex contracto. Una
persona lleva a cabo un acto ilícito que no entra en la categoría de los que el
Derecho Romano califica de delito: su obligación nace quasi ex delito- Gayo

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reconoce, pues, implícitamente cuatro fuentes de obligaciones civiles, y esta
división está más claramente formulada en las Instituciones de Justiniano.

3.4. Clasificación de las obligaciones según diversos criterios.

De conformidad a Trovato Fleitas (2006: 101-102- 106- 108-109-110-111) que


dice:

“Según la naturaleza del vínculo:

1. De buena fe (Derecho de Gentes): producían o podían producir deberes


mutuos. Se denominan así porque le permiten al juez, al fallar sobre su
cumplimiento, estimar “ex bono et aquo” lo que el demandado había de prestar al
demandante, compensando las responsabilidades de ambos”

2. De derecho estricto (Derecho Civil): Al no haber prestaciones recíprocas, el


juez se atenía indefectiblemente al rigor de los principios jurídicos.

3. Naturales (Derecho Natural): aquellas no exigibles judicialmente, sin perjuicio en


caso de ejecución voluntaria, de que se pueda reclamar al deudor lo
individualmente insatisfecho.

Según los sujetos intervinientes. En esta clasificación según los sujetos


intervinientes, se prevén la existencia de una pluralidad de acreedores (sujeto
activo) o de una pluralidad de deudores (sujeto pasivo), llegando incluso también,
en algunos casos, a ambas situaciones (pluralidad de acreedores y deudores)

1. Obligaciones mancomunadas o parciarias: Si se trata de una pluralidad de


acreedores, cada acreedor podrá exigir la parte que le corresponde en la
obligación, la cual se divide en pro parte. Ejemplo: si hay varios condóminos, cada
uno de ellos es acreedor o deudor por su parte.

2. Obligaciones Acumulativas: Se perfeccionan en los casos en que existen un


acreedor y varios deudores; o varios acreedores y un deudor. La obligación
simplemente se multiplica, debiendo recibir cada acreedor la totalidad de la
prestación; o cada deudor debe satisfacerla íntegramente.

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3. Obligaciones Solidarias: Este tipo de obligación se da cuando existe un solo
acreedor y varios deudores que se encuentran solidariamente obligados con
respecto al acreedor. En este caso, el acreedor puede exigirle el pago íntegro a
cualquiera de los deudores, que al pagar la totalidad de la deuda, la obligación se
extingue para todos. Y si existen varios acreedores y un solo deudor, este deudor
puede abonar la totalidad de la deuda a cualquiera de los acreedores…Pero la
legislación romana admitió siempre que entre los deudores o acreedores hubiera
una suerte de relación interna, que permita entre ellos el ejercicio de una “actio”.
En el ejemplo en el que los deudores estén formados en una sociedad, el deudor
que había pagado podía exigir que se compartiera dicho pago entre todos.

4. Las obligaciones ambulatorias o propter rem: Se refieren a aquellas en las


cuales el sujeto activo o pasivo o ambos, no estén determinados en el momento
de celebrarse la obligación, pero debiéndose, indefectiblemente, cumplir la
prestación de, o a favor de quien se encuentre en determinada situación. Por
ejemplo, si un caballo daña la cosa del vecino, la obligación recae sobre el que
fuere dueño del animal.

Los casos en que se presentan sujetos variables son:

1. Mantenimiento en buen estado de la pared medianera.

2. Obligación del dueño del esclavo o animal que causa perjuicio, de resarcir el
daño a la víctima.

3. Obligación de pagar el salarium por el trabajo del esclavo que se ha vendido,


debiendo pagarse a quien resulte ser actualmente el dueño.

4. Obligación de recibir agua del predio vecino.

Según el Objeto

1. Obligaciones Genéricas: Son aquellas en las que su objeto no está


individualmente determinado, sino solamente indicado en su género. Tienen por
objeto la entrega de una cosa determinada, sólo por ciertas cualidades naturales o

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económicas que las hacen equivalentes por cualquier otra que presente esas
mismas cualidades. Por ejemplo, un caballo. Notamos que no está determinado
qué tipo de caballo, ni cuál caballo.

2. Obligaciones Específicas: Cuando la prestación consiste en un objeto


claramente determinado. Ejemplo: El esclavo Stico. En este caso, el objeto de la
prestación está determinado y el cumplimiento de la obligación exige dicho objeto
específico y no otro.

Efectos que derivan de estas dos clases de obligaciones. La regla “El género
nunca perece” en una obligación genérica, la elección del objeto a pagar entre los
individuos del género pertenece al deudor, salvo convención contraria. La
limitación establecida es que el acreedor no pretenda una calidad óptima; ni el
deudor se libere entregando una especie de mala o pésima calidad.

Pero, nos encontramos que no ocurre lo mismo en el caso que la obligación esté
determinada específicamente. Por ejemplo, si el deudor está obligado a entregar
el caballo Picaflor; si Picaflor perece, siempre y cuando no haya culpa o
negligencia atribuible al deudor, el obligado se libera de la obligación, lisa y
llanamente porque desapareció el objeto de la obligación.

3. Obligaciones Conjuntivas: Tienen por objeto varias cosas, de manera que el


acreedor puede exigirlas todas. Varias cosas constituyen la obligación,
entregando todos los elementos que componen el objeto de la prestación. Una vez
que el deudor entregó la totalidad de los objetos prometidos, se libera de la
obligación.

4. Obligaciones Alternativas: Tienen por objeto varias cosas, pero de manera que
el deudor se libera pagando una sola. Si una cosa desaparece quedan las otras
para responder la obligación, desapareciendo de esta manera el recurso del
deudor muy utilizado, que ante la desaparición del objeto determinado, la
obligación se extinguía, siempre y cuando lograre demostrar que no fue por culpa
o negligencia suya la desaparición.

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El derecho de elección pertenece al deudor, salvo convención contraria… Para la
legislación romana, aparte de la elección, debía hacerse necesariamente la
tradición de la cosa. Antes de ésta, todos los riesgos o peligros que pudieran
afectarla, estaban a cargo del deudor. Y el deudor que quiere liberarse de tal
responsabilidad, para el efecto debe estimar al acreedor la recepción de la cosa,
ya que pese a ello, si no la recibe o no la retira y se constituye en mora, desde ese
momento están a su cargo (acreedor) todos los riesgos que afectan a la cosa.

5. Obligaciones Facultativas: Específicamente son obligaciones que tiene por


objeto una sola cosa, pero el deudor puede liberarse pagándola con otra.

Al nacer la obligación, se establecen por contrato dicha facultad y el deudor puede


exigir que el pago se realice con la nueva cosa o dinero contenido en el convenio
o título constitutivo.

Existiendo la facultad de pagar con otra cosa, el acreedor está obligado a recibirla.
Un claro ejemplo sería en la “datio in solutio” (dación en pago), en que el deudor
de una suma de dinero, siempre y cuando el acreedor lo consienta, puede exigir la
obligación entregando una cosa; esto ante la imposibilidad de abonar el dinero.
Debe existir indefectiblemente absoluto consentimiento del acreedor.”

Los efectos de las obligaciones

4.1. Efectos generales. Excepciones: La datio in solutio y el beneficio de


competencia

Ghirardi y Alba Crespo (2000:425-426-427) dicen: “La regla general que rige la
ejecución de las obligaciones es que ellas deben ser cumplidas ejecutando fiel e
íntegramente la prestación debida, en el lugar y en el tiempo estipulados. Es decir
que ni el acreedor puede pretender un objeto distinto al contenido en la prestación,
ni el deudor puede pretender liberarse entregando o haciendo algo diferente… Así
mismo el deudor no puede pretender que el acreedor reciba un pago parcial, es
decir que no comprenda la totalidad de la prestación.

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La regla en cuestión reconoce, sin embargo, dos excepciones: la datio in solutum
(dación en pago) y el beneficio de competencia, ya que en la primera el acreedor
recibe un objeto distinto al debido y en el segundo una cantidad menor que la
adeudada.

Datio in solutum: La dación en pago consiste en el cumplimiento de una prestación


distinta de la debida que tiene, no obstante, el efecto de extinguir la obligación.
Ella puede ser voluntaria o convencional, que es la que tiene lugar cuando el
acreedor acepta recibir un objeto distinto al debido, es decir cuando se acuerda
extinguir la obligación mediante el cumplimiento de otra prestación… Pero además
de esta dación en pago, el Derecho Romano conoció otra compulsiva o necesaria
que funcionaba como un beneficium. En efecto, Justiniano en sus Novela dispuso
que los deudores de sumas dinero que carecieran de efectivo y de bienes
muebles, si no se encontraba comprador de sus inmuebles, pudieran exigir al
acreedor que los recibiese según la tasación practicada”.

Beneficio de competencia. Trovato Fleitas (2009:140-141) dice:” Uno de los pilares


fundamentales sobre el cual estaba basado el Derecho Romano y , sobre el cual
nos basamos en la actualidad en lo que se refiere a las obligaciones, es que el
patrimonio del deudor constituye la prenda común de los acreedores.

A fin de evitar que el deudor quedase en al absoluta indigencia y totalmente


imposibilitado de mantener a su familia, no se le ejecutaba todo su patrimonio,
dejándole una pequeña parte con la cual podía sobrevivir y que, en forma
optimista, se preveía que con el tiempo mejorase su fortuna pudiendo saldar así la
totalidad de la obligación… Dicho de otra manera, se conjuga la compasión al
deudor y la rigurosidad del acreedor de saldar toda la obligación que le pertenece.

Se les otorgaba a los cónyuges (en las acciones dotales), a los ex socios, a los
senadores, militares y al ex patrono.

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4.2. La inejecución de las obligaciones. Causas: el dolor, la culpa, el caso
fortuito. Consecuencias de las la inejecución de las obligaciones

Trovato Fleitas (2009:127) expresa “Cuando se da por contraída una obligación,


se da nacimiento a dos circunstancias distintas; por un lado, el acreedor ve nacer
una expectativa- la de cobrar la prestación debida- y, por otro lado, recae sobre el
deudor la responsabilidad de honrar la deuda por la cual se obligó.

Si ese proceso unilateral es cumplido íntegramente por el deudor, la obligación


quedará disuelta, no dando nacimiento a ningún tipo de figura posterior; pero si
esta obligación no es cumplida, se infiere que el deudor estará en responsabilidad
directa de dar cumplimiento a la obligación en forma inmediata, agravando su
responsabilidad si el incumplimiento se produce por una causa imputable a él
mismo (dolo o culpa), debiendo asimismo responder por el retardo en el
cumplimiento, lo que finalmente genera la mora, tomando como base para su
cálculo el tiempo tardado en cumplir la obligación.

Asimismo, además de incumplir la obligación, el incumplimiento genera un término


que determinará la agravación accesoria, calculando inmediatamente los daños y
perjuicios emergentes que igualmente debe abonar el deudor al acreedor”.

Siguiéndole a Trovato Fleitas (2009: 129-130) que nos dice” Hay Dolo cuando,
voluntariamente y con propósito deliberado, el deudor ocasiona un daño al
acreedor, no cumpliendo con su obligación. Puede manifestarse con actos u
omisiones. El dolo demostrado por el deudor consiste en la negativa expresada
exteriormente de diversas formas de abonar la deuda. La intención es
manifiestamente tomada como negativa a cumplir con la obligación.

El dolo no era presumido, sino que debía ser demostrado por el acreedor.

Inejecución culposa. Existe culpa (falta), cuando en deudor no cumple con su


obligación, simplemente por no haber puesto la necesaria diligencia para
cumplirla, sin que medie de su parte mala intención para perjudicar al acreedor.

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Asimismo, nadie es culpable más que de imprudencia o e torpeza, no pudiendo
ser cometida más que por una persona razonable, pero no por un loco, un infans o
un impúber proximus infantiae.

Grados de la culpa

Culpa Grave o Lata: Es aquella que no comete un hombre dotado de la


inteligencia más vulgar. Consiste en omitir los cuidados más esenciales o
elementales y en no hacer lo que todo el mundo consideraría necesario hacer.
Culpa lata es la demasía negligencia, esto es, no entender lo que todos entienden.
Así, una falta grave o lata sería abandonar la casa dejando la puerta abierta,
cuando hay en ella objetos preciosos.

Culpa Leve (culpa levis): Es la omisión de las obligaciones apropiadas a las


circunstancias de los negocios. Pueden ser:

1. Culpa leve en concreto: Aquella persona que omite un descuido que no suele
cometer corrientemente u omite las diligencias a las que corrientemente
acostumbra.

2. Culpa leve en abstracto: Consistía en omitir los cuidados que prestaría un buen
padre de familia, es decir, hacer lo que un hombre cuidado y atento no haría u
omitir lo que el haría.”

Ahora bien del dolo y de la culpa grave o lata siempre responde el sujeto pasivo o
deudor. Sin embargo los casos de la culpa leve deben ser examinados
particularmente aunque los romanos sentaron la regla en virtud de la cual la
persona que obtiene un beneficio considerable de un contrato también tiene una
mayor responsabilidad.

Caso Fortuito y Fuerza Mayor. Según Trovato Fleitas (2009:131) “Caso


fortuito: Es el acontecimiento al que la voluntad del deudor queda completamente
extraña y no puede evitar serle imputado. Es lo que no ha podido preverse o que,
previsto no ha podido evitarse. Lo constituyen los terremotos, las inundaciones y
los demás desastres naturales.

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Casos de Fuerza Mayor (Vis maior): Son hechos provenientes del hombre, por
lo cual no se pueden cumplir las prestaciones prometidas. Constituyen ejemplos,
los impedimentos por orden de las autoridades públicas tendientes a disminuir lis
derechos de los ciudadanos o también una guerra, la cual disminuye o cercena
totalmente la posibilidad de cumplir con las obligaciones contraídas, en razón a la
situación vivida”.

Ghirardi y Alba Crespo (2000: 433-434) nos dicen” La imposibilidad de cumplir


debida al caso fortuito o fuerza mayor, salvo que estuviese en mora, libera al
deudor. Pero ello no ocurre cuando la imposibilidad se debe al dolo o culpa… En
estos casos, la obligación se perpetúa, aunque con un objeto necesariamente
modificado, ya que la prestación inicial resulta reemplazada por una suma de
dinero que representa el interés patrimonial que tenía el acreedor en la
obligación… Las reglas relativas al modo y la medida de la determinación de la
suma de dinero no son las mismas para todos los casos. En algunos la
determinación era hecha por el actor con el control del juez, en otros por éste
mismo.

Así, en las obligaciones de derecho estricto que tenían por objeto un certum (cosa
cierta), la condena no podía ir más allá del verum rei pretium (verdadero precio de
la cosa), es decir del valor venal de la cosa. En cambio, en los juicios de buena fe,
el resarcimiento podía ser calculado con más amplitud.

En el derecho justinianeo se nota una tendencia clara a la generalización del


principio de que la indemnización debe abarcar todas las consecuencias
perjudiciales vinculadas causalmente con el incumplimiento. En el lenguaje de los
comentaristas, ellas pueden consistir en el damnum emergens (daño emergente)
y en lucrum cessans (lucro cesante). El primero es la real disminución patrimonial
que determina la inejecución; el segundo se refiere a la privación del beneficio o
ganancia que el acreedor habría obtenido si la prestación se hubiese cumplido en
tiempo y forma “.

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4.5. La mora. Mora del deudor y del acreedor. Requisitos y consecuencias de
ambas

Arguello (1997:371) expresa:” Se entiende por mora el no cumplimiento culpable


de la obligación a su debido tiempo por el deudor o la no aceptación de la
prestación por el acreedor. Se distingue, pues, el retardo o mora del deudor (mora
debitoris) del retardo o mora del acreedor (mora creditoris).

La mora del deudor, que era la más común, se configuraba con la presencia de
ciertos requisitos. Primeramente, era menester que la obligación fuera válida y
estuviera provista de acción, por lo cual no habría mora si se trataba de
obligaciones naturales. Se requería también un debito obligacional exigible y
vencido que el deudor demoraba en hacer efectivo por causas que le fueran
imputables. Finalmente, en el derecho justinianeo se exigió una intimación o
interpelación que debía formular el acreedor para que el deudor satisficiera la
deuda, mora ex persona.

La mora del deudor tenía el efecto de agravar su responsabilidad, por cuanto en


virtud del principio de la perpetuatio obligationis el vínculo obligacional subsistía y,
en consecuencia, no se liberaba si la cosa perecía después del retardo, a menos
que se probara que el perecimiento igualmente se hubiera producido estando en
poder del acreedor. De cualquier manera el deudor se obligaba por los daños y
perjuicios que la mora provocare al acreedor, a quien debía colocar en igual
situación a la que hubiera tenido de no mediar el retardo. Respondía, además, por
los frutos naturales o civiles que la cosa pudiere haber producido, y tratándose de
obligaciones de dar sumas de dinero, de los intereses del capital debido
computados desde el día de la mora (usaurae ex mora).

Opuesta a la mora del deudor era la llamada mora del acreedor, que tenía lugar
cuando éste rechazaba, sin causa justificada, la oferta de pago íntegro y efectivo
de la prestación debida por el deudor. Rehusado el ofrecimiento, siempre que se
tratara de cosa específica, el deudor sólo respondía de su pérdida cuando mediara
dolo. Si se debía una cosa genéricamente determinada o una suma de dinero y la

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pérdida se producía por causa no dolosa y después de haberse efectuado la oferta
real de entrega, el acreedor no podía exigir dación de ella. Cuando se trataba de
suma de dinero y el obligado depositaba en público la cantidad debida, quedaba
exento de todo riesgo, así como de la obligación de pagar intereses. En el derecho
justinianeo el depósito en público-pago por consignación-fue un modo de extinguir
ipso iure las obligaciones”.

La mora del deudor se extingue por el cumplimiento íntegro de la prestación


debida, y la del acreedor por la aceptación de las ofertas reales de pago de la
obligación. También ambas clases de mora pueden cesar por acuerdo entre las
partes.

4.6. El Interdicto Restitutorio. Concepto. Efectos

Ghirardi y Alba Crespo (2000-434) dicen “Para evitar el fraude a los acreedores se
establecieron remedios. Uno de ellos fue el interdicto restitutorio que otorgó el
pretor para que, dentro de un anio útil desde el día de la enajenación, pudiesen los
acreedores conseguir del tercer adquirente de mala fe la restitución de los bienes
fraudulentamente enajenados por el deudor. Si en tercero no cumplía la obligación
de restituir, se concedía a los acreedores un interdictum fraudatorium (relativo al
fraude) para obtener el valor del objeto y de los frutos pendientes al tiempo de la
enajenación”.

4.7. La Acción Pauliana. Concepto. Requisitos. Consecuencias

Siguiéndole a Ghirardi y Alba Crespo (2000:434-435-436) que afirman “El derecho


justinianeo, mantuvo una acción de origen pretoriano, llamada acción de fraude
pero que ha pasado a las legislaciones modernas con el de acción Paulina. Ella
completa la protección del interdicto restitutorio al comprender casos de
empobrecimiento patrimonial sin que mediara enajenación de bienes, como
ocurría si el deudor hacía pagos o remitía deudas.

Para la procedencia de la acción Pauliana o de fraude era menester la


concurrencia de distintos requisitos.

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En primer lugar, era menester que el deudor hubiese ejecutado un acto positivo o
negativo que determinare un empobrecimiento de su patrimonio.

En segundo lugar era necesario que la acción u omisión del deudor determinase
un perjuicio para los acreedores por provocar o agravar la insolvencia del deudor.

En tercer término, para que procediere la acción el deudor debía haber obrado con
el propósito de perjudicar a los acreedores, lo que se entiende que ocurre cuando
conoce que tiene acreedores y sabe de su propia insolvencia.

También era necesario que el tercero hubiese sido cómplice del fraude pero el
pretor otorgó una actio in factum (acción por el hecho) contra el tercer adquirente
de buena fe en la medida del enriquecimiento, cuando se tratase de actos a título
gratuito.

Finalmente la acción debía ejercitarse dentro del año de producida la enajenación


y sólo contra el adquirente. Pasado ese tiempo y contra sus herederos, sólo podía
intentarse una actio in factum en la medida del enriquecimiento.

El ejercicio de la acción no correspondía a los acreedores actuando


individualmente, sino al curator bonorum vendedorum (curador de los bienes en
venta), que cumplía funciones parecidas a las del síndico de nuestros procesos
concursales.

La finalidad de la acción era la revocación de los actos del deudor ejecutados en


tales condiciones. Era una acción arbitraria que en la época clásica sólo conducía
a una condena pecuniaria si el demandado ni devolvía los bienes enajenados o no
cumplía el arbitratus del juez, esto es la prestación establecida judicialmente”.

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De las Garantías de las Obligaciones.

5.1. Las garantías reales y las personales

Trovato Fleitas (2009:119-120) dice “En Roma, el acreedor que quería precaverse
contra la posible insolvencia de su deudor y del riesgo de tener que recurrir con los
demás acreedores a distribuirse a prorrata los bienes del deudor común, podía
valerse de dos categorías de seguridades: las garantías reales y las personales.

Se denominan garantías de las obligaciones a las relaciones sobre cuya base el


acreedor puede hallar satisfacción, en un hipotético caso de incumplimiento de la
obligación, sobre una cosa o sobre una persona distinta del deudor (puede ser un
garante).

5.2. Las garantías personales eran aquellas que eran dadas por una o varias
personas, que se hacían responsables de la deuda contraída por otro. Así
también, se las define como aquellas que brindaban al acreedor un derecho de
crédito contra una tercera persona, llamado fiador, que se obligaba conjunta o
accesoriamente con el deudor principal a honrar la deuda que asumía.

5.3. Las garantías reales consistían en la afectación de un objeto determinado


como garantía de cumplimiento de la obligación. Más bien consistían en la
afectación de una cosa al pago de la deuda.” Constituían la hipoteca, la prensa y
la enajenación con pacto de fiducia, que ha sido objeto de estudio de la asignatura
Derecho Romano I.

En cuanto a las garantías personales emanadas del propio deudor encontramos:

5. a. Las arras. Ghirardi y Alba Crespo (2000:439-440) afirman “Las arras


consistían en una suma de dinero u otra cosa (un anillo, por ejemplo) que en los
contratos consensuales, especialmente en la compraventa, una de las partes
entregaba a la otra con el fin de probar la celebración o conclusión del contrato.
Está función tuvieron durante toda la época clásica. Pero en la época justinianea,

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siguiendo la práctica oriental, adquirieron función penal, es decir, sirvieron para
asegurar el cumplimiento de las obligaciones al perder lo entregado quien no
cumplía con la obligación a su cargo. En cuanto a los efectos, cabe señalar que si
el deudor cumplía la obligación, debía serle devuelto lo entregado como arras. Si
no lo hacía, perdía de pleno derecho lo dado, aunque el acreedor podía exigir el
cumplimiento renunciando a las arras. Finalmente, si el incumplimiento era debido
al hecho del acreedor, éste debía devolver lo recibido más otro tanto.”

5. b. La cláusula penal. Trovato Fleitas (2009:121) expresa “ Era la garantía


personal emanada del propio deudor, considerada como una promesa de realizar
una determinada prestación fijada generalmente en la entrega de un objeto o
suma determinada, en caso de incumplimiento de la obligación principal. Un claro
ejemplo lo constituye el préstamo con interés, en donde se estipula que si el
deudor no restituye la suma en el plazo convenido, abonará en concepto de pena
los intereses punitorios.

5.c. El constituto de deuda propia. Ghirardi y Alba Crespo (2000:440)


manifiestan:”Constituto es el pacto o convención por medio del cual una persona
se compromete a pagar a otra a día fijo una deuda preexistente, cuyo objeto en la
época clásica consistía en sumas de dinero o cosas fungibles y en la justinianea
en todo lo que pudiese ser objeto de estipulación.

El constituto de deuda propia era el concluido entre el acreedor y el propio deudor,


mediante el cual éste se comprometía a pagar su deuda en un determinado día,
adelantando o postergando la fecha de pago, o estableciéndola si ella no
existiera”.

Garantías emanadas de un tercero (Intercessio)

5. d. El constituto de deuda ajena. Arguello (1997:383) expone” Tenía lugar


cuando un tercero, ajeno a la relación nacida entre acreedor y deudor, se obligaba
a pagar a pagar la deuda de éste en un plazo determinado. El constituto de deuda
ajena sólo fue aplicable a las obligaciones de dar sumas de dinero u otras cosas
fungibles, hasta que Justiniano lo hizo extensivo a toda clase de deudas.”

Abog. Graciela Jacqueline Ricciardi Página 28


5. e. El mandato cualificado. Siguiéndole a Arguello (1997:383) que afirma “Esta
figura jurídica, llamada también mandatum qualificatum, era una garantía personal
fundada en el contrato de mandato por medio del cual el fiador-mandante-daba
encargo al acreedor-mandatario- de entregar, en calidad de préstamo a un tercero,
una determinada suma de dinero o una cantidad de cosas fungibles.

En virtud de tal convención el acreedor, en caso de incumplimiento de la


prestación, tenía a su elección dos medios para reclamar el pago de lo debido:
uno, perseguir al fiador por la acción de mandato (actio mandati contraria); otro,
demandar al deudor principal ejercitando la acción de mutuo (condictio certae
pecuniae)”.

5.4. Evolución histórica de la garantía personal: la fianza

Trovato y Fleitas (2009:123-124) expresa en su libro” 1. Sponsio. Era un contrato


formal que sólo podían formalizar los ciudadanos romanos, quedando por ello
excluidos de su utilización los peregrinos. Sólo podían garantizar obligaciones
contraídas verbalmente, generalmente merced al contrato verbal de estipulación.
No se transmitía a sus herederos y se constituía con palabras solemnes. Los
garantes adquirían el carácter de deudores accesorios o adpromissores ya al
constituirse la obligación y si el deudor no pagaba, automáticamente podía ser
obligado al pago del sponsio.

5.5. Fidepromissio. Consistía en el contrato verbal que, en el antiguo Derecho


Romano, se celebraba con la siguiente pregunta y respuesta: fideipromittis y
fidepromitto respectivamente, o sea, empeñas fielmente tu palabra?, seguido de la
respuesta: La empeño fielmente.

Podía ser utilizada, tanto por ciudadanos, como por extranjeros, salvo la diferencia
que estos últimos no podían utilizar el verbo “spondere” (comprometer) sino el
verbo “fidepromitio” (empeñar) Los fidepromissios estaban sujetos a las mismas
reglas que los sponsores; eran verdaderos deudores accesorios y mandatarios del

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deudor principal, Su obligación no pasaba a los herederos, salvo si se trataba de
un fidepromissio extranjero cuyo derecho civil lo permitiera.

5.6. Fideiussio o Fianza. Se la denomina indistintamente como la caución o la


garantía... La fianza deriva de una estipulación o contrato verbal, por el cual una
persona toma la responsabilidad, frente al acreedor principal, por la deuda
asumida por un deudor, también principal. La fianza podía ser voluntaria o también
podía ser impuesta por el magistrado, teniendo en este caso el carácter de una
stipulatio praetoriae (estipluación fijada por el pretor).

Estaba determinado que el fiador podía ser ciudadano o extranjero… La fianza


gozaba de la importante característica de ser una obligación accesoria destinada a
garantizar una obligación principal. Fue el único tipo de garantía personal vigente
durante la época de Justiniano. Se determinó su perpetuidad y era transmisible a
los herederos del fideiussor”.

5.7. Los beneficios concedidos a los fiadores en el Derecho Romano

Explica Arguello (1997:382-383)” En la época clásica el fiador respondía a la par


que el deudor principal y únicamente podía, por medio de los que los modernos
han llamado fideiussio indemnitatis, pagar la parte de la prestación que el acreedor
no lograba hacer efectiva del deudor principal. En aquel entonces el fiador no
contaba con una acción de regreso para exigir del deudor la restitución de lo que
hubiera pagado… La posición en que se encontraba el fiador frente al acreedor y
con respecto al deudor principal y los otros fiadores, en caso de que los hubiere,
fue regulada más equitativamente por el derecho romano a partir de la época
imperial.

El emperador Adriano fue el primero que concedió, para el caso de que fueran
varios los fideiussores, el llamado beneficio de división, en virtud del cual el
fiador demandado por el pago podía exigir al acreedor que dividiera la deuda entre
los cofiadores presentes y solventes. Más tarde, con Justiniano, se otorgó al fiador
el beneficio de excusión, por cuyo medio aquél podía exigir del acreedor que

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demandara en primer término al deudor principal y sólo si la deuda no hubiera sido
satisfecha por éste, nacía su obligación de pagar la prestación que hubiera
garantizado… Con Justiniano se creó también el beneficio de cesión de
acciones, que actuaba de la misma forma que la acción de regreso y por cuyo
intermedio el fiador que había pagado la deuda podía solicitar del acreedor la
cesión de las acciones que le correspondían contra el deudor principal. El
beneficio se daba también en favor del fideiussor que hubiera satisfecho la deuda
contra los cofiadores, a fin de exigirles la parte correspondiente, previa deducción
de la cuota que a aquél le correspondiera”.

5.8. El senadoconsulto Veleyano

Petit (1999:333-334) dice “Fue publicado bajo el reinado de Claudio, hacia


mediados del siglo I de nuestra era.

Durante mucho tiempo la mujer romana permaneció en un estado completo de


dependencia. Estaba sometida al poder paterno o a la manus, nada podía
pertenecerle en propiedad; y cuando llegaba a ser siu iuris, y tenía patrimonio, la
tutela perpetua le impedía enajenare las cosas más preciosas, comprometerse y
testar, sin la autorictas del tutor.

A fin de la República, el uso de la manus se hizo más raro, y la tutela perpetua, ya


muy debilitada, perdió bajo Claudio su aplicación más importante. La mujer
conquistó, pues, cierta libertad. Pero parece que con ello resultaron
inconvenientes, pues intervino el legislador para decretar contra la mujer otras
incapacidades. Estuvieron en relación con su nueva situación y tendían a sus
relaciones con terceros. Así se le prohibieron los actos contrarios a la reserva que
conviene a su sexo, los officia virilia, y se colocó en esta categoría toda inmixtión
en los negocios ajenos.

El senadoconsulto Veleyano, al prohibir a la mujer obligarse por otro, se refiere a


este conjunto de disposiciones.

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La generalidad del senadoconsulto prueba que se aplica a toda mujer que tenga
en derecho común la capacidad de obligarse: soltera, mujer casada o viuda, sin
distinción de edad ni condición; y que la obligación está prohibida a la mujer para
con cualquier persona que sea”.

Modos de extinción de las obligaciones

6.1. Clasificación

Fuente: derechoapuntes2011.blogspot.com

De acuerdo a Di Pietro y Lapieza Elli (2001:328) que dicen “ La forma normal


mediante la cual se logra la extinción de una obligación es el cumplimiento de la
prestación debida, es decir, el pago; pero el derecho –en virtud de múltiples
hipótesis que pueden darse en los negocios- reconoce además la existencia de
otros modos de extinción. Generalmente se los suele agrupar de la siguiente
manera:

A) Unas veces la obligación se extingue ipso iure (de pleno derecho), lo cual
significa que mediando el supuesto determinado, el deudor queda
automáticamente liberado.

B) Otras veces, la causal determinada no obsta a la subsistencia de la obligación,


pero el pretor-por razones de equidad-priva a la misma de eficacia concediendo al
deudor que así lo pida una excpetio para detener el progreso de la actio. Estos

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modos se denominan per excepctionem (por una excepción) o también ope
excpetionis (por obra de una excepción)”.

6.2. El pago (solutio). Concepto. Condiciones de validez y efectos

Trovato Fleitas (2009:137-138) afirma “Constituía el modo normal y corriente de


extinguir la obligación. El término “solutio” deriva de solvere que significa desatar.
De esta forma se manifiesta que mediante el pago realizado quedaba disuelto el
vínculo obligacional.

Al pago se lo define como el cumplimiento de la prestación que constituye el


objeto de la obligación. Se infiere asimismo que, al pagar el deudor satisfizo
íntegramente a su acreedor, dando por extinguida la obligación por la cual el
acreedor aguardaba el cumplimiento.

En cuanto a los requisitos de validez del pago:

A) En cuanto a las personas que pagan. En principio únicamente el deudor podía


pagar. Esto se debía a que en primitivas épocas del Imperio Romano, más bien
durante la Monarquía, la cesión de la deuda no estaba permitida. Para que el pago
sea dotado de validez, el deudor debía ser capaz. Luego, con la evolución del
Derecho Romano, el pago podía realizarlos ya un tercero, pudiendo hacer el pago
con conocimiento del deudor en cuyo caso se le aplicaba las reglas del mandato;
pero si el deudor no tenía conocimiento del pago realizado a su favor, se le
aplicaban las reglas de la Negotorium Gestio (Gestión de Negocios Ajenos)

B) En cuanto a la persona que recibe el pago. Debía realizarse exclusivamente al


acreedor, siempre y cuando el mismo fuera capaz. En caso contrario se pagaba a
su legítimo representante. El pago hecho a una persona incapaz no era válido.

C) En cuanto al tiempo. En las obligaciones puras y simples, el pago debía ser


efectuado cuando el acreedor lo solicitara, caso contrario el deudor incurría en
mora. En las obligaciones a plazo, cuando el plazo era estipulado a favor del
acreedor, el pago debía ser efectuado cuando el acreedor lo solicitara y cuando el

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plazo estaba estipulado a favor del deudor, el pago debía ser realizado a la fecha
del vencimiento de la obligación, pero pudiendo el deudor pagarlo antes.

D) En cuanto al lugar. Difería, puesto que si se había establecido un lugar


determinado, el pago indefectiblemente debía realizarse en ese lugar. Pero, si no
se había establecido un lugar expreso y la obligación era de dar cosas ciertas, se
realizaba en el lugar donde éstas se hallaran...Asimismo, si la obligación radicaba
en dar cosas inciertas, el pago debía realizarse en el lugar donde pueda ser
judicialmente reclamado, siendo generalmente el domicilio del deudor. Con la
evolución de las operaciones comerciales, más adelante se creó la “actio arbitraria
de eo quod certo loco”; acción que estipulaba que el acreedor podía reclamar el
pago a su deudor en el lugar en que éste se encontraba.

E) En cuanto a la prueba del pago. De más est;a decir que en épocas primitivas, la
prueba del pago estaba dada por la realización de un acto solemne de extinción…
Pero en épocas posteriores, ya con la evolución del proceso comercial tratándose
de sumas de dinero, se dieron las siguientes reglas:

1. El deudor podía exigir un recibo o “apocha”.

2. También se presumía pagada la obligación cuando el acreedor entregaba el


título de deuda al deudor, lo que equivaldría a entregar el pagaré al deudor, en
nuestra legislación actual.

3. El pago de los 3 últimos años de impuestos, hacía presumir el pago de los


anteriores años.

4. Cuando se quería probar, por medio de testigos, el pago de una obligación, se


necesitaban cinco personas capaces.

F) En cuanto al objeto del pago. Petit (1999:468-469) afirma “El pago debe
consistir en una ejecución completa de la obligación. No es, pues, válido más que
si tiene por objeto la cosa debida entera. De este principio resultan las
consecuencias siguientes:

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1. El acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa distinta de la debida. Pero
queda libre de aceptar la prestación que le ofrece el deudor en lugar de la que
forma el objeto de la obligación. En este caso hay datio in solutum (dación en
pago).

2. El acreedor no puede ser obligado a recibir un pago parcial: pues recibir una
parte de la cosa debida, es recibir cosa distinta de lo que es debido. Sin embargo,
es libre de consentirlo…”.

Con relación a los efectos del pago Petit (1999:467) dice “La obligación no puede
existir después del pago, puesto que ya no tiene objeto; queda extinguida de pleno
derecho con todos sus accesorios que no eran más que la garantía de su
ejecución y que ya no tiene razón de ser, tales como prenda, hipoteca,
afianzamiento. Que emane del deudor principal o del fiador, el pago íntegro de la
deuda libra a todos los coobligados. Produce igualmente su efecto extintivo en
caso de correalidad (solidaridad); hecho por uno de los deudores a uno de los
acreedores, extingue la obligación respecto de todos”.

6.3. La novación. Concepto. Requisitos y efectos

Siguiéndole a Petit (1999:471) que expresa” La novación es la extinción de una


obligación por la creación de una obligación nueva que es sustituida a la antigua.
He aquí cuál es su utilidad; sucede con frecuencia que un acreedor y un deudor
quisieran, aun conservando el objeto de la obligación, modificar otro elemento de
la misma; por ejemplo cambiar la naturaleza de la obligación, agregar o suprimir
una modalidad, cambiar la persona del acreedor o la del deudor”.

Los requisitos o condiciones de validez son enumerados por Di Pietro y Lapieza


Elli (2001:334-335-336) afirmado “Para que pueda operar la novación son
necesarios los siguientes requisitos:

1) Una obligación anterior. Resulta elemental, puesto que no se puede extinguir lo


que no existe. Esta obligación puede ser de origen contractual, ya delictual;
también una obligación natural o civil.

Abog. Graciela Jacqueline Ricciardi Página 35


2) La concertación de una nueva obligación… la forma normal era mediante el
empleo de la solemnidad de la stipulatio, sin perjuicio de los casos menores de los
nomina transcripticia y de la dotis dictio.

3) El animus novandi. Este requisito será exigido por Justiniano… sólo tendrá
validez cuando se declara expresamente la voluntad novatoria.

4) El mantenimiento en la nueva obligación del mismo objeto de la primera. La


exigencia del ídem debitum (misma prestación) fue propia tanto de la época
primitiva como de la época clásica… Justiniano parece que, por lo menos
implícitamente, aceptó el cambio de objeto en la novación, lo cual resulta usual en
el derecho moderno.

5) Que se agregue algo nuevo (aliquid novi). Este requisito resulta elemental por
cuanto, de lo contrario, no habría ocasión de dar lugar a una novación.

Debemos acá distinguir dos clases de supuestos:

1) Cuando se produzca sin cambiar las partes. En este caso, el “algo nuevo” debe
consistir ya en un cambio de la naturaleza de la obligación, ya en una adición o
supresión de alguna modalidad, como sería agregar o suprimir una condición o un
plazo.

2) Cuando se produzca cambiando alguna de las partes. En este caso puede


variarse la persona del acreedor o del deudor”.

6.4. La compensación. Concepto, requisitos y efectos

Trovato Fleitas (2006:146) dice “Tiene lugar cuando dos personas, por derecho
propio, reúnen la calidad de deudores y acreedores recíprocamente, cualesquiera
sean las causas de una y otra deuda. Las dos deudas pueden extinguirse con
fuerza de pago hasta donde alcance la menor.

Esta figura se da cuando un deudor opone a su acreedor un crédito que tiene


contra éste, de tal modo que los créditos y las deudas se contribuyen entre sí.

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Requisitos para operar la compensación

1. Es necesario que el objeto de ambas deudas sea idéntico, salvo en cuanto a la


cantidad.

2. Es necesario que ambas deudas estén vencidas.

3. Es necesario que las deudas sean líquidas, que su exigencia y cantidad sean
ciertas. Que sean exigibles.

4. Es necesario que las deudas existan entre las mismas personas”.

6.5. La confusión

De nuevo citándole a Trovato Fleitas (2009:145) que afirma” Se establece


cuando, por cualquier circunstancia, concurría sobre la misma persona la
condición de acreedor y deudor. El ejemplo se determina cuando el deudor es
declarado heredero del acreedor.

En toda obligación hace falta, necesariamente, dos partes: un deudor y un


acreedor, puesto que nadie puede deberse a sí mismo. Entonces, si un
acontecimiento reúne en una sola persona las cualidades de deudor y acreedor,
hay confusión de la deuda, extinguiéndose por consiguiente la obligación.

La confusión extingue la obligación de pleno derecho, equiparándose al caso en


que se hubiese dado el pago… La obligación que fue objeto de la confusión,
queda más bien paralizada, en algunos casos por siempre, pero no queda
extinguida en otros casos, cuando por ejemplo las cualidades de deudor y
acreedor que estaban reunidas sobre una persona desaparecen abruptamente,
cobrando vida nuevamente la obligación. Es importante establecer que esta
interesante situación se da cuando, habiendo heredado el deudor del acreedor, el
testamento es declarado inoficioso o nulo, quitándosele la sucesión en virtud a la
nulidad del testamento”.

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6.6. La remisión de la deuda. Concepto y clases

Entre los romanos denominada el Pacto de non petendo o el pacto de no pedir.

Trovato Fleitas (2009:147) expresa “Convención por la cual el acreedor promete


no pedir la prestación de la deuda, es decir, le remite (perdona) la deuda.

El pacto, en época de Justiniano, podía ser de Nom Petendo in Rem (no reclamar
la cosa) o Nom Petendo in Personam (no reclamar a una persona determinada).

La remisión de la deuda se encuentra legislada en el Art. 610 del Código Civil, que
establece “… La obligación se extingue cuando el acreedor conviene en remitir
gratuitamente la deuda. La remisión puede ser expresa o tácita. La aceptación del
deudor hace irrevocable la remisión…”.

6.7. La prescripción

Según Ghirardi y Alba Crespo (2000:460-461) “Puede decirse que en la época


clásica las acciones civiles eran perpetuas, salvo el caso de la querela inofficiosi
testamenti y de la acción relativa al status de un difunto que debían intentarse
dentro de los cinco años por los que las obligaciones respectivas también lo eran,
es decir no se extinguían con el transcurso del tiempo. Por el contrario, las
acciones honorarias eran principalmente temporarias, por cuya razón las
obligaciones honorarias duraban un cierto tiempo, generalmente un anio, como
ocurría con las actiones doli (de dolo), quod metus causa (por causa del temor),
Pauliana, redhibitoria, entre otras.

Teodosio II, mediante una constitución del 424 D.C. dispuso que todas las
acciones prescribieran a los treinta años, salvo el caso de las que tenían asignado
un tiempo menor y de algunas otras como las concedidas a las iglesias y
fundaciones piadosas, al fisco y al emperador que se extinguían a los cuarenta
años.

En los términos antes señalados, puede decirse que el Derecho Romano aceptó el
instituto de la prescripción liberatoria como modo extintivo de las obligaciones,

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consistente en el transcurso del tiempo e inactividad del acreedor. O sea, que los
dos elementos de la prescripción son que haya pasado el tiempo establecido por
la ley y que el actor se haya mantenido inactivo… Los efectos de la prescripción
liberatoria han dado lugar a controversia entre los romanistas, pues si bien en
muchos textos se dice que subsiste la obligación como natural, se trata de pasajes
anteriores a la constitución de Teodosio II…de allí que los autores hayan
sostenido algunos la subsistencia de la obligación prescripta como natural y otros
la extinción total, es decir sin que subsista una obligación natural”.

6.8. La transacción. Concepto, requisitos e efectos

Este modo de extinción de las obligaciones de conformidad a Arguello (1999:394-


395) se da cuando “El pacto por el cual las partes, mediante concesiones
recíprocas, ponían fin a un pleito planteado entre aquéllas o evitaban un litigio por
sobrevenir, ya versase sobre obligaciones o derechos de origen extra-contractual,
se denominaba transacción (transactio).

Para que el pacto de transacción pudiera actuar como modo de extinción ope
excepctionis de las obligaciones, era necesaria la presencia de ciertos requisitos.
En primer término, que la obligación de que se tratara fuese litigiosa o, cuan do
menos dudosa, es decir discutida judicialmente o insegura para las partes, sin
importar el grado de posibilidad que éstas tuvieran de hacer triunfar sus
pretensiones. Era menester, además, que los sujetos se hicieran concesiones
recíprocas, renunciando o sacrificando parte de sus exigencias, porque si así no
procedieran se estaría en presencia de un acto de liberalidad y no ante una
transacción.

Efecto de la transacción era la extinción de las obligaciones a las cuales las partes
habían renunciado al celebrar el acuerdo. Tratándose, por tanto, de obligaciones
litigiosas, producía consecuencias análogas a la cosa juzgada o al juramento
decisorio que ponían fin al litigio. Las garantías que acompañaban a las
obligaciones objeto de la transacción también se extinguían, dado su carácter
accesorio”.

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6.9. La cesión de créditos. Concepto. Modos de llevarse a cabo. Efectos

“El modo primero que conocemos en la evolución jurídica romana, de acuerdo a Di


Pietro y Lapieza Elli (2001:277-278) fue la novatio cuando se operaba un cambio
de los acreedores. Inducido por el acreedor A, el deudor B accedía a prometer por
una stipulatio que le dirigía a C a pagarle a éste el objeto de la prestación debida
anteriormente.

Técnicamente, no es una cesión de crédito, ya, que por los efectos novatorios el
primer crédito se extinguía transformándose en la nueva obligación.

Tenía el inconveniente de que había que contar con el asentimiento del deudor,
quien era libre de prestar el mismo o no…se extinguían los accesorios-garantías,
intereses-, a menos que se hubiese tomado la precaución de constituirlos
nuevamente.

Para poder obviar estos inconvenientes se recurre al mecanismo procesal. Quien


quiere transmitir el crédito designa a la persona que será la nueva acreedora como
cognitor o procurator en rem suam, quedando éstos facultados para accionar en
su nombre reclamando el crédito, de tal modo que una vez cobrado lo retenían
para sí.

Justiniano, mediante un trabajo de los codificadores que interpolaron una


constitución de Alejandro Severo y otra de Gordiano, determinó que si mediaba
una notificación- denuntiato- efectuada por el cesionario al deudor, éste no se
liberaba pagando al acreedor cedente, ya que debía hacerlo al cesionario.
Prácticamente con ello se llega a admitir la transmisión del crédito”.

6.10. La transferencia de la deuda. Concepto. Efectos

Di Pietro y Lapieza Elli (2001: 279) dicen “Si la cesión de créditos presentaba
problemas, éstos se ven acrecentados para la cesión de deudas, ya que el iuris
vinculum de la obligatio representaba una atadura o ligadura estrictamente
personal.

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Sin embargo, se podía lograr algo semejante mediante la novación con cambio de
deudor-expromissio-, la cual representaba la extinción de la obligación primera
para dar nacimiento a la nueva.

También se podía recurrir al sistema ya señalado para la cesión de créditos de


acudir a un representante procesal- cognitor o procurator- facultándolo para
dejarse demandar por el acreedor, de tal modo que con la técnica de la
transposición de nombres la condemnatio recaerá sobre el que asumió la deuda”.

C) CONCLUSIONES:

Hemos desarrollado numerosos conceptos de fundamental importancia para


el estudio y la comprensión del Derecho Romano.

Las acciones, excepciones e interdictos como medios de defensa de los


derechos subjetivos. La in integrum restitutio como la última ratio en materia
procesal en cuanto a la defensa de los derechos entre los romanos, que se
aplicaba en casos específicamente determinados por la ley.

El Negocio Jurídico como todo acto humano, licito que produce


consecuencias o efectos jurídicos. Sus elementos esenciales, accidentales y
naturales. Los vicios que pueden darse en la manifestación de voluntad de
una persona, sus efectos. El valor del silencio como manifestación de la
voluntad para los romanos y el derecho actual.

Además la teoría obligacional, concepto romano y moderno de la obligación,


sus elementos constitutivos, las fuentes de las obligaciones según Gayo y
Justiniano. Los efectos de las obligaciones, las causales de inejecución, el
dolo, la culpa y el caso fortuito, sus consecuencias. Los remedios
procesales que le protegen al acreedor frente a la realización de actos
fraudulentos de parte del deudor.

Las garantías reales y personales de las obligaciones. El senado consulto


Veleyano, su trascendencia para el Derecho Romano.

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Los diversos medios de extinción de las obligaciones ya sean que se
produzcan ipso iure o por la vía de la excepción: el pago, la novación, la
compensación, el pacto de no pedir, la confusión, entre otros.

Bibliografía

1. Arguello, L.R. (1997) Manual de Derecho Romano. Buenos Aires: Astrea.

2. Di Pietro, A. y Lapieza Elli A.E. (2001) Manual de Derecho Romano. Buenos


Aires: Depalma.

3. Ghirardi, J.C. y Alba Crespo J.J.( 2000) Derecho Romano. Argentina: Eudecor.

4. Ghirardi, J.; Santillán Núnez, M; Alba Crespo, J.J.;Rolfo de Costamagna, M.L.;Di


Pietro, A. (1998) Profundización en Derecho Romano. Cuestiones Actuales.
Córdoba: Alveroni.

5. Petit, E. (1999) Tratado Elemental de Derecho Romano. Buenos Aires:


Universidad.

6. Trovato Fleitas, G.J.( 2009) Derecho Romano. Instituciones de Derecho


Privado. Asunción: Marben.

7. Washington Rodriguez, A. y Galetta de Rodriguez,B. (2006) Diccionario Latín


Jurídico. Locuciones latinas de aplicación jurídica actual. Buenos Aires: García
Alonso.

8. Zoltan Mehesz, K. (1998) El Pretor y la Jursiprudencia Pretoriana. Asunción:


Bibliográfica Jurídica Paraguay S.R.L.

Abog. Graciela Jacqueline Ricciardi Página 42

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