Está en la página 1de 54

Página 1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.

Página 2
Sólo mantente alejada de Pete Ferro. ¿Qué tan difícil puede ser eso?
Pero cada vez que me doy vuelta el hombre está allí con esa cara hermosa
y esos labios perversos. Me clava en el lugar con ojos que son cincuenta
tonos de azul. Me convierto en alguien más, una mujer que se siente viva y
desafiante. Estoy harta de ser lo que todos quieren. Hay una mujer dentro
de mí gritando por liberarse, y sé exactamente cómo liberarla de su
esclavitud. Cada centímetro de mí está excitado, todo lo que tengo que
hacer es seguir adelante.

Life Before Damaged: The Ferro Family #4

Página 3
3 DE AGOSTO, 6:45 P.M.

L
a cena es una aventura interesante. La mesa de los Ferro está
lo suficientemente cerca de la nuestra, de modo que puedo ver a
sus ocupantes claramente, pero están demasiado lejos para
oírlos. Muchas mujeres (solteras o zorras) han babeado sobre su mesa. Las
más descaradas lograron asegurar lugares junto a Pete, y su hermano
menor Jon, sus citas silenciosamente frunciendo el ceño desde otras
mesas. Una mujer joven que no aparenta la edad suficiente para beber ha
tomado el asiento de honor (o de escándalo) junto al señor Ferro.
El único feroz hombre Ferro que falta es Sean, el mayor y el más loco
del lote. Probablemente está demasiado ocupado compareciendo en la
corte como para asistir a una recaudación de fondos. No puedo imaginar
ser acusada de algo así. Ese hombre es de piedra. Día tras día, se sienta
en la corte sin derramar ni una lágrima, y su espalda tan tiesa como una
vara. Es como si estuviera hecho de acero. No de acero como Superman,
sino más como un metal frío, insensible; del tipo que es fuerte, hermoso y
mortal.
Jonathan parece una versión extrovertida, feliz y con suerte de sus
hermanos mayores. Sonríe excesivamente, pero tiene un aire relajado en
él. Está cómodo en su propia piel. Tal vez ese es el truco; parecer súper
seguro de ti mismo. Tal vez en realidad está temblando por dentro. Mi
mirada se desliza sobre él. Nah, ese tipo es pura confianza. Sin ningún
pensamiento débil en su linda cabeza.
El nivel de manifestaciones públicas de afecto en su mesa haría que
un director porno moje sus pantalones. Francamente, me resulta
embarazoso. Si hubiera sido cualquier otra familia, mi padre tendría
algunas palabras certeras con ellos y les diría que busquen la puerta.
Pero esta es la familia Ferro.
Página 4

Las reglas generales no aplican. Demonios, ninguna regla aplica.


Estas personas hacen las reglas, luego las rompen cuando les conviene.
Hacen lo que quieren, y mierda, eso me molesta. Daría cualquier cosa por
tener ese tipo de libertad. Saber que lo despilfarran en filantropía es
repugnante. Haría algo increíble, algo tan Gina que morirías por verlo;
como abrir una escuela de danza para niñas en un gueto de Long Island.
El baile es una puerta a la disciplina y a la fuerza. El pensamiento me
hace sonreír. Estaría ayudando a los niños, y haciendo la diferencia. Los
Ferro reservan su poder para el egoísmo, la maldad y el pecado. Si la
prostitución fuera legal, dirigirían un burdel en cada esquina. Las chicas
usarían uniformes de pacotilla con FERRO garabateado a través de las
tetas y el trasero. Me rio nerviosamente preguntándome cuántas chicas
tienen ese nombre tatuado en su trasero. La mitad de la mesa, seguro.
La joven posiblemente-menor-de-edad sentada junto al señor Ferro
coquetea descaradamente con él, guiñando el ojo como si una luciérnaga
hubiese volado directo en su ojo. Incluso inclina sus tetas hacia la estoica
señora Ferro, quien está sentada al otro lado de su esposo. Esa chica tiene
un deseo de muerte.
He estado saliendo con Erin demasiado. Mi madre estaría
horrorizada de mis pensamientos y mi elección mental de palabras. Por
supuesto, incluso la forma en que pienso debería ser perfecta.
Mamá diría: “Lo que pasa por tu mente con el tiempo cruzará tus
labios, así que asegúrate que tus pensamientos sean elocuentes y
significativos. Menos es más”. Alguna cosa así. Creo que estaba
enamorada de un escritor cuando era adolescente. Parece irracionalmente
aficionada a LOS ELEMENTOS DEL ESTILO de Strunk & White. No, no es
genial. Es un libro sobre escribir bien y conciso. Me hizo leerlo un millón
de veces para que pueda pensar bien y conciso.
Estar cerca de Erin y Pete últimamente, cambió mis pensamientos
de rápido y conciso a lento y sinuoso. En lugar de un río rápido y recto, mi
cerebro se convirtió en un arroyo sinuoso serpenteando de un lado a otro.
¿Es eso tan malo? Me gusta pensar lentamente, examinando todos los
ángulos. No significa que soy densa, solo cuidadosa de ver lo que
realmente pasa. Si voy demasiado rápido, me pierdo las pequeñas cosas y
estoy cansada de vivir mi vida sucintamente.
¡A la mierda eso! Ahora soy sinuosa. Gina la relajada y ruda.
De acuerdo, esa es una mentira total, pero puedo sentirla dentro de
mí muriendo por salir. Ella ha sido empujada a los recovecos de mi mente
desde que tenía dos años. Seguramente todavía lleva medias a rayas,
Página 5

zapatos brillantes, y un tutú anaranjado y rosado. Debería usar eso para


la próxima fiesta de papá. Se moriría. Sonrío suavemente, imaginándolo.
Estoy saliendo de mi ensoñación con el tutú rudo y relajado cuando
la señora Ferro se pone de pie, y desliza discretamente un pedazo de papel
en la mano de Jonathan. Su hijo lo agarra entre sus dedos y lo abre en la
palma de su mano. En un parpadeo, ha desparecido. Ningún papel.
Siempre oí que los Ferro podían hacer desaparecer cualquier cosa.
Aparentemente, Jon heredó esa habilidad; gracias a Dios solo están
usándolo en notas debajo de la mesa.
Me siento tonta por estar comiéndomelos con la mirada, pero es
difícil ignorar la piel destellante, los vestidos apretados y las tetas
plásticas. Meto otro bocado en mi boca, masticando la ternera como un
caballo comiendo un conejo. Pero qué demonios. Hago una mueca y quiero
escupirlo. Estaba tan ocupada viendo a Jon que no tengo ni idea de lo que
acabo de meter en mi boca. Sin querer lucir como una idiota, sigo
masticando pero sabe mal, y no como ternera. Hay una baba ácida que me
hace querer escupirlo. Oh, mierda. Si esto está rancio, voy a vomitar.
Tengo dos segundos para decidir: ¿tragar o vomitar?
Odio vomitar. Girándome discretamente, me inclino hacia adelante
como si fuera a agarrar mi bolso.
—¿Qué necesitas, nena? Oh, puedo pasarte eso. —Anthony se
mueve y agarra mi bolso antes de que yo pueda conseguirlo. El problema
es que ya abrí mi boca y la comida masticada viene cayendo. Aterriza como
una masa viscosa en su mano—. ¡Gina!
Empiezo a toser para cubrir el paso en falso, un intento lamentable
que no engaña a papá. Me matará. Unos cuantos ojos se posan en
nosotros, incluyendo los de Pete. Él sonríe.
Imbécil.
—¿Estás bien? —pregunta Anthony. Se limpia la masa viscosa de
carne así como la baba de su mano con su servilleta y la bota debajo de la
mesa. Gracias a Dios por los manteles largos.
Asiento y sorbo de mi copa de champaña.
—Sí, gracias. Simplemente me atraganté.
Pete debe ser capaz de oírme, porque dice en voz alta:
—Cosa de principiante, ¿cierto Symone? —La mujer ronronea,
apoyándose en él, riendo con esa voz sensual suya.
Página 6

Doblemente imbécil.
Frunzo mi boca hasta hacer una mueca diminuta, pero es mi
expresión malvada de voy-a-golpearte-hasta-matarte. Al parecer, es
irreconocible. Unas cuantas personas se ríen, incluyendo a Pete cuando se
mueve para susurrar en el oído de su cita. Sus hinchados labios
exagerados se retuercen hacia arriba.
Para hacerme amarla aún más, la mujer empuja su gorda y babosa
lengua en el oído de él, una y otra vez, su mano un poco demasiado alta en
su regazo para apretar su muslo. Se está follando el oído de Pete mientras
tantea su entrepierna. Qué sofisticado. Mientras tanto, sus ojos azules me
atraviesan, sin apartar la vista. Me tiene clavada en el lugar con esos ojos
tan sensuales y no puedo respirar.
Me demoro, cautivada durante demasiado tiempo, observando a su
cita no tener ningún efecto en él. Finalmente aparto la vista cuando ella
hunde su cabeza delante de sus labios, cortando nuestra conexión.
¿Podría odiarlo más? Estúpidos Ferro y sus estúpidas vergas. Si Pete está
tratando de burlarse de mí o conmocionarme, molestarme o ponerme
celosa de alguna manera, le espera otra cosa muy diferente.
Una brillante lluvia de ideas me inunda. Agarra un impermeable
Ferro, porque vas quedar sumergido con mi atractiva genialidad.
Arqueando una ceja, permito que una sonrisa tímida se extienda por mi
boca. Agárrate, Ferro.
Mi plan de represalia es sutil y sale fácil en mi mente. En la realidad,
bueno, no tanto. Cuando me estiro debajo del mantel, coloco mi mano
discretamente sobre el bulto para nada excitado de Anthony. No me
demoro en su muslo; solo voy directamente a las golosinas y agarro.
—¡Regina! —chilla una octava o tres demasiado alto mientras golpea
sus manos con fuerza sobre la mesa. Cuando lo hace, su palma golpea su
tenedor, enviando una cantidad generosa de alimento catapultada por el
aire. Soy golpeada en la cara con una pila blanda de baba verde. Esta
cuelga en el lugar antes de deslizarse lentamente por mi cara y caer sobre
mi vestido blanco; con la excepción de esa rebanada de champiñón
Portobello salteado que todavía está pegada a mi frente. Justo en el medio,
entre mis cejas. Jodidamente espectacular.
Cerrando mis ojos, deseo que el suelo se abra y me trague entera.
¿Cómo se llama eso? Un pozo negro. ¡Vamos, pozo negro! Simplemente
agrieta el suelo y succióname al infierno; tiene que ser mejor que esta
fiesta.
Página 7

Anthony habla de nuevo, menos sorprendido esta vez.


—Lo siento, nena. Mi mano resbaló por alguna razón. —Me frunce el
ceño mientras lo dice, la severa molestia en su voz me cabrea.
Todo el mundo alrededor de la mesa comienza a escabullirse. Mi
madre está en modo pánico, quejándose sobre mi vestido mientras
Anthony me entrega mi servilleta. La suya tiene un pedazo de comida en
ella de mi anterior demostración de grosería.
Siento los ojos de Pete en mí, pero no me atrevo a devolverle la
mirada. Preferiría morir. Su cita es más suave que el culo de un bebé.
Mientras que yo, bueno, soy yo. Regina la limpiadora de entrepierna. Dios,
esto no podría empeorar. ¿Qué hombre salta cuando recibe alguna
atención en sus regiones inferiores? Ni un solo Ferro. Apuesto a que uno
de ellos está recibiendo una paja ahora mismo y ni siquiera gime. Mi chico
chilla y salta como una jodida bailarina.
—Regina, cariño, tal vez deberías entrar y cambiarte —me dice
mamá como si fuera una niña que acaba de ensuciar su ropa en el patio
de juegos. La condescendencia en su voz me hace pensar que vio mi
intento de afecto público. Apesta doblemente.
Tragándome mi orgullo, y cualquier mierda que quedó en mi boca,
me aparto de la mesa.
—Si me disculpan. —Coloco mi servilleta en mi plato, empujo mi
silla hacia atrás, lista para levantarme. Todos los hombres se paran al
mismo tiempo, y yo asiento hacia ellos.
—Diviértete, cariño. Volveré en unos instantes. —Anthony ofrece su
mejilla, la cual quiero golpear, pero le doy el esperado beso casto y me
apresuro hacia la casa.

Página 8
3 DE AGOSTO, 7:52 P.M.

C
ambiada, refrescada y libre de adornos de comida, me dirijo de
nuevo afuera llegando a nuestra mesa cuando el postre y el café
están siendo servidos. Los únicos invitados que todavía están
sentados allí son mi madre y la esposa del congresista Gambino; todos los
hombres se han ido.
—Mamá, ¿en dónde están papá y Anthony? —Echo un vistazo
alrededor pero no puedo verlos en ninguna parte. Intento no mirar, pero
mis ojos exploran en dirección a la mesa de los Ferro. Pete y su mujerzuela
también se han ido, y mi corazón se estremece un poco al pensar en lo que
están haciendo.
—Han ido al estudio de tu padre para hablar de negocios con
potenciales inversionistas. ¿Por qué no te unes a nosotras para el café y el
postre? —Consigo arrancar mis ojos del asiento vacío de Pete para mirar
hacia mi madre. Ella mira brevemente hacia dónde yo estaba mirando y
luego de nuevo hacia mí, con preguntas en sus ojos.
—En realidad, me uniré a los hombres. No quiero perderme ninguna
transacción importante. —Empiezo a alejarme, pero mi madre agarra mi
muñeca y me retiene. El movimiento me sorprende hasta detenerme.
Cuando la miro de nuevo, tiene esa expresión puesta; la que
significa que no me va a gustar lo que va a decir.
—No puedes, cariño. Pidieron no ser molestados. —Me mira
disculpándose, pero no hace nada para calmar mi burbujeante
frustración.
Página 9

Se siente como si me hubiesen sacado el aire de un puñetazo.


¿Cómo van a tener la reunión sin mí? Soy parte de la compañía.
—Madre, soy parte de ese equipo. De hecho, si hay alguien que
debería estar ahí, soy yo. Soy la contadora y sabes que papá tiene
problemas con los números. Eso significa que no hay nadie allí que lo
ayude; no hay nadie más. —Ella intenta argumentar, pero sigo adelante,
sin permitirle detenerme—. Nadie se preocupa por él o por esta compañía
tanto como yo.
Mientras me alejo, escucho a mi madre diciéndole a la señora
Gambino:
—Es tan parecida a su padre, decidida, testaruda y temeraria. —
Tengo que sonreír porque tiene razón.
Una vez dentro, me dirijo por el pasillo este, que está en el extremo
lejano de la casa, hacia una sección más tranquila, más reservada. Este es
el ala de la casa donde tenemos nuestra biblioteca, una sala de estar y la
oficina de papá. Es bastante fácil averiguar dónde están los hombres. Todo
lo que tengo que hacer es seguir el olor penetrante de cigarros y el sonido
en auge de la risa masculina.
Cuando alcanzo la puerta, la abro y soy asaltada por una nube de
espeso humo de cigarro que disperso con ambas manos. Inhalando una
generosa cantidad del humo nocivo de segunda mano, mi garganta arde y
se contrae, estimulando un ataque de tos. Los recuerdos indeseados de un
espacio estrecho y lleno de humo me asaltan y es todo lo que puedo hacer
para no tener un ataque de pánico. Los sonidos de gente gritando, la
sensación de agua fría bajando sobre mí, la oscuridad y la muerte poco a
poco trepando en mí, las punzadas agudas de dolor debajo de mis uñas.
Con manos temblorosas, me agarro al marco de la puerta tratando
de recuperar mi compostura. Este no es mi primer ataque de ansiedad
desde el incendio, pero asustarse delante de mi padre y nuestros
inversionistas no es una buena idea. Con la investigación todavía en
curso, no estoy fuera del gancho. Mi mente intenta conectar los puntos,
centrándome en lo que es real. La risa de los hombres, el olor acre
distintivo de los puros y la visión de los hombres tranquilamente sentados
alrededor de la sala charlando. Estoy a salvo. Papá se levanta de su silla
detrás de su escritorio.
—¡Ah, Regina! ¡Qué perfecta sincronización! —Gesticula hacia mí
con ambas manos—. Caballeros, creo que todos ustedes conocen a mi hija,
Regina.
Página 10

Doy un paso tembloroso hacia adelante, en la oficina, buscando una


silla disponible para sentarme antes de que mis rodillas cedan. Los
hombres miran en mi dirección y asienten a la vez, soltando el humo de
sus cigarros y acunando sus vasos de whisky. Anthony está allí, junto con
una media docena de hombres de nuestros diversos círculos sociales y
profesionales, incluyendo al congresista Gambino. Ni una mujer a la vista.
—Caballeros —respondo con una pequeña voz temblorosa. Ahora
que estoy aquí, la determinada barra de acero que tenía en mi espalda se
está convirtiendo en jalea. Todos son tan intimidantes, mirándome fijo
como si no fuera nada más que una diversión en una reunión por otra
parte estresante.
Estoy a punto de tomar asiento cuando papá dice:
—Querida, por favor, ve a decirle a Gerard que quiero mi botella de
Glen Fiddich 50 de la bodega. Gracias y por favor cierra la puerta detrás
de ti cuando salgas. Sabes cómo se siente tu madre con respecto al humo
del cigarro en la casa. —Tiene una sonrisa orgullosa en su rostro, que
agrega un toque agradable al tono condescendiente.
Los hombres, incluyendo a Anthony, estallan en carcajadas como si
todos tuvieran iguales problemas de esposas y pudieran simpatizar. ¿Qué
diablos sabe Anthony sobre problemas de esposas? Después de darle una
mirada castradora, deja de reírse y succiona su cigarro. Tengo dos
opciones aquí. Puedo cerrar mi boca, hacer lo que mi papá dijo y luego
pasar el próximo par de años quejándome silenciosamente para mis
adentros o puedo plantarme ahora mismo.
Decido ir a por ello.
—Papá, ¿puedo hablarte afuera por un momento?
Papá y yo salimos al pasillo y él cierra la puerta detrás de sí. Antes
de que tenga tiempo de interrogarme, suelto:
—También soy parte de este negocio, y necesito ser incluida en las
reuniones. Esos hombres nunca me tomarán en serio cuando me haga
cargo si sigues tratándome como a tu niñita todo el tiempo. —Guau. Un
peso enorme se levanta de mis hombros. Eso se sintió tan bien. ¡Ja!
Debería hacerlo más a menudo. Estoy en mitad de un baile feliz mental
cuando papá pone su mano en mi hombro y me mira con un ligero ceño
fruncido, sacudiendo su cabeza. No. Es. Una. Buena. Señal.
—Regina, tu tiempo vendrá. Cuando lo haga, no tendrás que lidiar
con este grupo de vejestorios, sino con sus hijos e hijas, quienes están ahí
Página 11

fuera mezclándose, como también deberías estar haciendo. —Señala en la


dirección general donde la fiesta transcurre. Me da una palmadita en el
hombro, en serio, ¿qué pasa con que la gente siempre me palmea?, y dice
con voz lenta, como para asegurarse que entienda—: Ahora, dale al
mayordomo el mensaje sobre la botella de whisky y ve a mezclarte afuera.
Disfruta de la fiesta. —Él deja caer su mano y se vuelve hacia la puerta de
su oficina. Siento como si me estuvieran enviando a la mesa de los niños,
sin permitirme escuchar la conversación de los adultos.
—No, papá. Iré a esa reunión y dejarás que estos hombres sepan que
soy tu igual y que debo ser tomada en serio. —Se detiene en su camino, de
frente a la puerta. Cuando se da la vuelta, la mirada que me da es
suficiente para hacer que me duela el trasero. Es la misma mirada que
solía darme cuando era niña y nos atrapaba a Erin y a mí haciendo algo
malo, justo antes de darme una buena paliza. Todavía puedo sentir el
escozor… físico y emocional.
—¿O qué, Regina? ¿Qué es exactamente lo que vas a hacer si digo
que no? —Cuando se da la vuelta, cruza sus brazos sobre su pecho. Es
una pose de “no trates de desobedecerme niña”, pero tiene un punto. No es
como si estuviera a punto de armar una rabieta delante de estos hombres
y él es quien controla la compañía. Ha ganado. Frente a mi silencio,
desdobla sus brazos, endereza la chaqueta de su traje y dice—: Eso es lo
que pensaba. Ahora, ve y deja que me ocupe de mi negocio. Si te necesito
para algo, te llamaré. —Desaparece en su oficina, cerrando la puerta
detrás de él sin otra palabra.
Ahora que estoy sola en el pasillo, satisfago a mi niña interior
desafiante y saco mi lengua hacia la puerta.
—Muy madura, Gina. ¿Siempre resuelves las discusiones así? Pensé
que era el único al que no escuchabas. Puedo encontrar mejores usos para
esa lengua tuya, sabes.

Página 12
3 DE AGOSTO, 8:22 P.M.

E
sto no puede estar pasando. Quiero arrancarme el cabello.
¿Cómo lo hace? Sigue apareciendo mágicamente como un
espeluznante elfo motorizado, apareciendo del aire para robar
las virtudes de las niñas en medio de la noche.
Al oír esa voz, esa irritante, enervada, odiosa, maravillosamente sexy
voz, viniendo desde el otro extremo del pasillo, intento ignorar las
mariposas en mi estómago y giro sobre mis talones para dirigirme en la
otra dirección, hacia el vestíbulo, mis tacones golpeando el suelo de
madera fuertemente y resonando por el pasillo de techos altos.
—Gina —me llama Pete.
Sigo con mi ritmo, alejándome de la voz atractiva que me llama,
eligiendo concentrarme en mis puños y en la sensación de mis uñas
clavándose en las palmas de mis manos en su lugar.
—Gina, por favor deja de alejarte de mí.
Esa voz, la forma en que suplica y dice mi nombre me debilita, pero
tengo que seguir caminando. No puedo estar cerca de él ni dejar que me
toque.
Ahí es cuando siento sus fuertes manos cálidas agarrar mi mano.
Me doy la vuelta para enfrentarlo, mientras mi otra mano se alza volando
para golpear su mejilla. Lo golpeo tan fuerte que casi hace eco. La cabeza
de Pete ni siquiera se mueve, ni siquiera con la mega bofetada que le he
dado, ¡por mi mano que escuece como condenada! Solo me mira, molesto.
—¿Por qué fue eso? —Señala su mejilla, con una mirada enojada en
su rostro.
—¡No me toques! —Su mandíbula se aprieta haciendo que cada
Página 13

músculo de su cuerpo se endurezca. Maldita sea, es tan ardiente cuando


está enojado. Los músculos de su brazo están ondulando y la forma en que
su pecho se mueve de arriba hacia abajo con cada respiración me hace
querer rastrillar mis uñas a través de este. Tiene su casco metido debajo
de un brazo, sus nudillos blancos de sujetarlo tan fuertemente. Una
punzada de decepción se mezcla con mi ira y deseo cuando me doy cuenta
que se está yendo. Bien, de todos modos no debería estar aquí.
—¿Te sientes mejor? —dice a través de los dientes apretados,
refiriéndose a la bofetada.
Parpadeo sin decir nada.
—¿Gina? —Su tono suena un poco más tranquilo. Ya no está tan
furioso, pero no puedo dejar que mis defensas bajen. Tiene esta manera
peligrosa de encontrar mis debilidades y convertirme en una pila jadeante
de gelatina lujuriosa con un guiño y una sonrisa—. ¿Podemos hablar?
Hablar con Pete es una mala idea. Usará sus suaves palabras
poéticas en mí y no seré capaz de mantener mi ira tan necesaria.
Defensivamente, cuadro mis hombros y lo miro directamente a los ojos.
—¿Te sorprenderías si dijera que no tengo nada que hablar contigo?
Él sonríe en respuesta y apoya su hombro en la pared.
—En realidad, eso podría funcionar a mi favor. Necesito hablar y me
distrae cuando sigues tratando de seducirme todo el tiempo.
Jadeando, casi me ahogo con mi propia saliva. ¡Cómo se atreve! Le
pido que me deje en paz, que detenga sus juegos de seducción y él lanza
mis palabras en mi cara. Pete toma una respiración profunda y exhala
lentamente, bajando la mirada.
—Así no es como se suponía que debía salir. —Luciendo exasperado,
tira de su cabello con su mano libre antes de dejarla caer hacia su costado
y gruñir en frustración. Se aparta de la pared y se pasea de un lado a otro
del pasillo—. No tengo mucho tiempo así que tienes que escucharme
atentamente. Me disculpo si te he hecho daño. Esa nunca fue mi
intención.
¿Una disculpa? ¿De él? Este es otro de sus juegos mentales. Tiene
que serlo.
No confío en mis palabras. No quiero que sepa que me hizo daño.
Todas esas veces que se acercó, sólo para alejarse. Tomando la poca
determinación que me queda, me las arreglo para decir con firmeza:
Página 14

—Detente. Te pedí que me dejes en paz.


Mira por el pasillo. Parece que está asegurándose de que estamos
solos y se mueve hacia mí, su voz es ahora baja de modo que soy la única
que puede oírlo.
—Te dejaré en paz, lo prometo, pero déjeme terminar lo que tengo
que decir. Necesito que tengas cuidado. Mantente fuera de problemas y
mantén un perfil bajo, ¿de acuerdo?
Está jugando con mis emociones y estoy harta de que jueguen
conmigo; y no sólo por él. Aprieto mis dientes entre sí e intento no gritar.
—¿Por qué diablos debería escucharte? ¿Quieres asegurarte un
lugar en el comité de control de la vida de Gina? Estoy bastante segura
que hay otro lugar disponible. —Lo miro desafiante.
La reacción de Pete es confusa en el mejor de los casos. Su cara está
contorsionada por la ira, sus ojos están llenos de compasión y su voz está
teñida de tristeza, a pesar de sus palabras penetrantes.
—Eres la mujer más exasperante que he conocido. ¿Por qué no me
escuchas? —Se acerca. Está tratando de intimidarme o seducirme de
nuevo, pero nada está funcionando. Solo estoy molestándome más y más.
—Porque he terminado. He terminado de ser la princesa perfecta,
haciendo esto y diciendo aquello. Todo el mundo quiere que desempeñe el
papel y he terminado de ser el estúpido títere de todos, ¡incluyéndote a ti!
Ve a darle tu venenoso discurso de mierda a otra persona y déjame en paz.
Este hombre es pura emoción cruda, ya sea pasión sensual, ternura
suave o furia ardiente. Sus puños se aprietan y su mandíbula se contrae.
Si fuera un hombre, probablemente estaría ahora en el suelo con un par
de dientes menos. Estoy presionando todos sus botones, y estoy segura
que está haciendo un gran trabajo con su auto-control, pero no me
importa.
Pete toma un par de respiraciones relajantes, y me mira de nuevo.
—No estoy intentado manipularte. Por favor, haz esto por ti. Mantén
un perfil bajo y… —dice con suavidad, mirando por el pasillo de nuevo y
luego coloca una suave mano en mi mejilla, rozando su pulgar contra mi
pómulo—, mantente alejada de mi madre.
Sé que dijo algo porque su boca se mueve y mis oídos oyeron su voz,
pero la sensación de su pulgar suavemente acariciando mi cara está
haciendo que todo lo demás se torne borroso. Me inclino en su mano y él
cierra los ojos. Mi cerebro desacelera, pero finalmente logro entender lo
Página 15

que acaba de decir.


—¿Tu madre? ¿Qué…? —Antes de tener la oportunidad de
preguntarle qué tiene que ver la señora Ferro con todo esto, una puerta se
abre en el otro extremo del pasillo. Es donde Pete estaba parado cuando
salí de la oficina de papá. Quita su mano de mi mejilla y retrocede,
rompiendo la conexión. Una mujer sale por la puerta, arreglándose el
cabello y reajustando lo poco que hay de su falda. Mis ojos se estrechan y
le disparo a Pete una mirada asesina.
—¡Esa es la sala de estar de mi madre! ¿Qué diablos estabas
haciendo allí? —Señalo hacia la puerta de donde salió la mujer.
Su rostro cambia instantáneamente. El mujeriego está de vuelta y mi
estómago se vuelve ácido. Sus ojos se encienden de alegría y su sonrisa
arrogante se plasma en su cara una vez más.
—¿Realmente quieres una descripción detallada? Porque estaría más
que encantado de darte una. O mejor aún, podría mostrarte. Darte una
demostración —responde en un tono petulante.
—¿En serio? ¿La sala de estar de mi madre te excita? —Me rio de él,
intentando insultar su masculinidad—. Guau, ¿tienes algo por el damasco
rosa y las estatuillas Hummel? Sexy.
La boca de Pete se contrae antes de reír, diciendo:
—No, tengo una cosa por las repisas de chimeneas. Son de la altura
perfecta para...
—¡OH DIOS MÍO! —Mi mano se eleva, bloqueando esa hermosa
cara—. ¡Cierra la boca, Ferro, ahora mismo!
La mujer se acerca a nosotros y envuelve sus brazos furtivos
alrededor de la cintura de Pete, una mano hundiéndose en el frente de sus
pantalones, agarrando su entrepierna, justo delante de mí.
—Oye, sexy. ¿Listo para irnos?
Es la Señorita Lame Oreja de la cena. Se tambalea un poco, tratando
de mantener el equilibrio en sus insanos tacones de puta. Sin romper el
contacto visual conmigo, Pete habla con la mujer, entregándole su casco.
—Por qué no me esperas afuera, en seguida estaré allí. —Pretende
que no está siendo manoseado justo delante de mí.
Quiero golpearlo de nuevo, tanto. Lo odio. Lo detesto. Sobre todo,
odio todavía estar atraída por él y que cada vez que lo veo con otra mujer,
Página 16

sea solo un cruel recordatorio de todo lo que no tengo y eso rasgue mis
entrañas. Siento que mis ojos escuecen y empiezan a humedecerse, y
espero que no parezca que estoy a punto de llorar. No quiero que se vaya
con la satisfacción de saber que me lo ha vuelto a hacer.
La Señorita Lame Oreja le da un apretón a su paquete antes de
quitar la mano de sus pantalones. Ella se ríe y se va fuera.
Pete cierra sus ojos y exhala audiblemente mirando hacia el techo.
—Sal de mi casa, ahora. —Parpadeo rápidamente, intentado
controlar mis estúpidos ojos que quieren traicionarme. No mira de nuevo
en mi dirección. Solo se va. No sé qué más esperaba. ¿Tal vez otra
disculpa, una protesta de algún tipo, una súplica para quedarse u otro
toque suave? Me quedo allí un rato, sola, hasta que oigo el ruido de una
motocicleta reviviendo. Miro por la ventana y veo a Pete despegar a una
velocidad vertiginosa, con la mujer montada detrás de él, abrazándolo
fuertemente. Todavía estoy mirando hacia fuera a la calzada circular ahora
vacía cuando mi madre se acerca y envuelve sus brazos alrededor de mi
cintura.
—Ten cuidado, cariño.
—¿De qué? —Parpadeo un par de veces, rompiendo mis
pensamientos.
—Peter Ferro. Vi las miradas que se dieron el uno al otro a lo largo
de la noche y conozco el sentimiento. Esos muchachos son difíciles de
resistir, pero trata de no caer demasiado duro. Son difíciles de amar
porque no saben cómo amar a cambio. Créeme. Tuve un enamoramiento
con su padre hace mucho tiempo, antes de que se casara, antes de
conocer a tu padre y estuve devastada cuando él no sintió lo mismo por
mí. No quiero que te lastimes, cariño. Tienes a Anthony. Puede ser un
buen hombre para ti.
—No te preocupes por mí, mamá. Odio a Pete Ferro.
—Sé que lo haces. —Me ofrece un abrazo reconfortante, el tipo que
sólo una madre puede dar, y salimos juntas a los jardines.

Página 17
EN ALGÚN MOMENTO EN MEDIO DE LA
NOCHE ENTRE EL 3 Y EL 4 DE AGOSTO

—M
mmm.
Un pequeño gemido se escabulle, incapaz de retenerlo
por más tiempo. El agujero de mi estómago revolotea y
mis dedos se agarran al borde duro y estrecho de mi estante. Otra oleada
decadente de placer me barre y arqueo mi espalda, jadeando. Empujo mis
omoplatos contra la pared dura y fría detrás de mí. Gimiendo de nuevo.
Los sentimientos son tan intensos, tan implacables. Estoy perdiendo el
control. Una y otra vez, mis entrañas se estremecen y todo mi cuerpo
empieza a temblar. No creo que pueda aguantar mucho tiempo y no quiero
hacerlo. Estoy lista para ceder. Quiero más. Necesito más.
—¿Te gusta eso? —Su voz sonriente es engreída y muerdo mi labio
asintiendo en lugar de contestar. No quiero admitir que me gusta mucho lo
que me está haciendo. Otro lento y húmedo trazo de su lengua en mi carne
tierna envía sacudidas a través de mi cuerpo entero y jadeo en voz alta.
Estoy al borde. Estoy ahí, puedo sentirlo. Las cosas perversas que está
haciendo con su boca… ¡Oh, Dios! Si me toca de nuevo, si me lame, me
chupa o muerde una vez más, creo que puedo morir. Mis piernas
descansan sobre sus hombros y mis talones se presionan en su espalda
mientras mis dedos se enredan en su cabello sedoso, manteniendo su boca
justo donde la quiero. Se detiene y retrocede justo lo suficiente para que
quiera gritar de frustración—. Dime lo que quieres que haga, Gina.
Me va a obligar a decirlo. Si no lo hago, no me dejará acabar y lo
Página 18

necesito. Estoy lista para explotar. Abro mis ojos y miro hacia los suyos.
Son de un azul brillante y llenos de travesuras. Sólo la vista de él frente a
mí, sus labios húmedos con mi excitación, es más de lo que puedo
soportar.
—Quiero que me hagas acabar. ¡Por favor, Peter! —Se lame los labios
antes de zambullir su cabeza y romperme en un millón de piezas.
Me siento erguida en mi cama, enredada en mis sábanas, un
sudoroso y empapado desorden. Estoy respirando pesadamente y siento la
presión inconfundible pulsando en mi entrepierna. Mi habitación está
oscura, con sólo la débil luz de la luna entrando a través de la pequeña
hendidura entre mis cortinas. Todo está tranquilo en la casa, excepto por
mi respiración pesada y los ronquidos de mi padre desde el otro extremo
del pasillo. Cuando mi ritmo cardíaco comienza a disminuir, siento los
escalofríos del aire de la noche barriendo a través de mi piel húmeda,
dándome escalofríos. Me desplomo de espaldas en la cama, coloco mi
edredón sobre mí y pongo una de mis almohadas mullidas sobre mi
cabeza.
Otro sueño sexual con Pete Ferro. Excepto que esta vez, estaba
sentada en la repisa de chimenea en la sala de estar de mi madre, con las
piernas extendidas y Pete de pie delante de mí, su cara a la altura justa
para… no, no, no… no puedo evocar esas imágenes de nuevo. Aprieto mis
muslos con fuerza, esperando que el interior palpitante se disipe pronto.
Después de una larga pelea de tirar y girar, intentando difícilmente
caer dormida de nuevo, finalmente renuncio y deslizo mi bata blanca de
seda encima de mi camisola de seda a juego y camino hacia la cocina por
un vaso de leche. Esto no está mejorando. De hecho, mis sueños se
vuelven cada vez más vivos con cada encuentro. Nunca supe que en
verdad podrías llegar al clímax en tu sueño.
Me inclino contra la mesada de la cocina oscura y termino mi vaso
de leche. ¿Por qué no puedo sacarme a este hombre de mi sistema? Lo
odio. Pero, por otro lado, siempre está esa pequeña mirada en lo profundo
de sus ojos, como si está escondiendo una parte de sí mismo de mí, o de
sí. Sus palabras son siempre tan confusas. ¿Por qué debería importarle si
mantengo un perfil bajo o me mantengo alejada de su madre, de todas las
personas? Parecía sincero y genuinamente preocupado. ¿Es realmente tan
mala persona como todo el mundo lo hace ver? Muchas veces lo he visto
con una genuina expresión de preocupación en su rostro. ¿Y la poesía?
¿Es sólo parte de su arsenal de seducción? Tantas piezas no encajan.
Pongo mi vaso vacío sobre la mesada y froto mis ojos cansados con
Página 19

los talones de mis manos a medida que camino silenciosamente por las
suaves alfombras de las escaleras que conducen a mi habitación. Con un
pie en el escalón inferior y una mano en la baranda, me detengo, mirando
por el pasillo que conduce a las habitaciones de huéspedes en el piso
principal. Anthony está allí.
Mis padres insisten en que él se quede en una de las habitaciones de
huéspedes, solo. Supongo que se sienten extrañados por el pensamiento
de su hija posiblemente teniendo relaciones sexuales bajo su techo. Miro
hacia el piso superior. La habitación de mis padres está tan lejos de las
habitaciones de huéspedes y, con el ronquido de mi padre, no oirán nada.
Puedo ser silenciosa. Se siente mal querer tener relaciones sexuales con mi
novio después de haber tenido un sueño muy explícito con otro hombre.
No puedo controlar mis sueños, pero seguro como el infierno puedo
controlar lo que estoy haciendo cuando estoy despierta, y ahora mismo
necesito desesperadamente sentir una conexión con Anthony.
Vagabundeo por el pasillo tranquilo hacia su habitación. Giro la
manija de la puerta, la abro lo más silenciosamente posible y me meto a
escondidas. Su respiración es lenta, profunda y estable. Anthony está
acostado de espaldas, con un brazo arriba, cubriéndose los ojos, el otro
descansando sobre su estómago, sobre las sábanas. Una idea aparece en
mi cabeza y sonrío. Voy de puntitas con cuidado hacia el pie de la cama,
dejo caer mi bata al suelo y desabrocho mi camisola de noche. Me meto
bajo las mantas y trato de arrastrarme hacia sus caderas sin despertarlo.
Por lo que puedo decir, él tiene una media erección nocturna en progreso,
haciendo esto todo demasiado perfecto. Estoy nerviosa porque nunca antes
he hecho esto. Y no es porque no quiera o por falta de intento. A Anthony
le gustan las cosas de cierta manera y, bueno, hasta ahora, esto no ha
aparecido en su lista de “cosas por hacer”. Él es más un tipo de amante
convencional no aventurero. Espero poder cambiar su opinión después de
esta noche.
Engancho mis dedos en la cinturilla, a punto de bajar los pantalones
de su pijama, cuando mi imaginación se hace cargo y me imagino a mí
misma haciendo esto con alguien más, alguien con quien acabo de soñar,
y mi excitación vertiginosa se convierte en una agitada oleada de anhelo y
hambre. Vacilo. No puedo seguir imaginando que estoy con otra persona
cuando estoy con Anthony, pero cuando pienso en el hombre delante de
mí, los sentimientos son tan diferentes que cuando pienso en Pete.
Anthony es acogedor, familiar y seguro. ¿No es así como una relación a
largo plazo debería sentirse? ¿Tal vez no puedo superar mi obsesión con él
porque necesito más tiempo con Anthony? Tengo que dejar de pensar
tanto. En serio, quiero decir, segundos antes del primer intento de dar una
Página 20

mamada no debería ser el momento para una introspección profunda y


trascendental.
Me las arreglo para bajar la cinturilla lo suficientemente bajo para
mis propósitos cuando lo oigo revolverse por encima de las mantas.
¡Mierda! Dejo de moverme. No puedo hacer que despierte todavía. Después
de un gemido ahogado, me pone las manos en la cabeza y suelta una
exhalación larga y prolongada mientras guía mi cabeza hacia él. Para mi
sorpresa y deleite, está despierto y realmente me da la autorización.
—Hola, cariño. Es tu despertador a media noche —digo
burlonamente. Empiezo a bajar mi cabeza, separando mis labios, lista
para tomarlo y deseando probarlo cuando las sábanas se retiran
bruscamente de mi cabeza.
—¿Qué dem… Regina? —Antes de tener tiempo de sumergirme,
Anthony sube sus pantalones de pijama y se sienta en la cama,
retrocediendo lejos de mí tan rápido como puede, mientras enciende la luz
de la mesilla de noche. Ambos bizqueamos muy poco atractivamente. Esa
no era la reacción que esperaba. Necesito intentar otra cosa. Es un
hombre por amor a Dios. Tiene que haber una manera de hacerle entrar
en el estado de ánimo.
Me levanto de la cama y dejo que mi camisola de noche se deslice
lentamente hasta que cae al suelo. Me paro delante de él, usando sólo mis
bragas. Haciendo lo mejor por lucir tan apasionada como sea posible, me
arrodillo delante de él, con las manos sobre sus rodillas. Está sentado en
el borde de la cama, con los dos pies en el suelo, sus piernas separadas lo
suficiente como para poder pasar entre ellas. Mis dedos se deslizan por
sus muslos, encuentran la cinturilla de sus pantalones de nuevo y lo miro
con una sonrisa tímida en mi cara. Hacer esto con las luces encendidas es
un poco más intimidante pero también emocionante. Él me mira con una
mirada de sorpresa en su cara y agarra mis manos.
—Regina, ¿qué estás haciendo? —Mira hacia la puerta cerrada,
luego a mis manos, a mis pechos expuestos, a mi cara. Su cabello rubio
está desordenado y su torso está desnudo. Está más del lado delgado, no
demasiado musculoso, pero no hay ni una onza de grasa en él. Supongo
que se podría decir que tiene un cuerpo agradable. Cuando miro hacia su
cara, el conflicto no empieza a cubrir la mirada que me está dando. Él no
puede estar preguntándome esto en serio, ¿verdad?
—Um, eh… ¿estoy a punto de darte un beso sexy en el lugar
perfecto?
Suena extraño saliendo de mi boca, pero, ¿honestamente cómo
respondes a esa pregunta? ¿Tal vez debería haber ido por la palabra
Página 21

felación, en su lugar? Anthony se levanta y me jala junto con él, con


ambas manos envueltas alrededor de mis brazos. Entro en su abrazo,
arrastrando mis dedos a través de su pecho. Me presiono más cerca,
queriendo sentir mi pecho rozar contra el suyo. Parada de puntillas, me
levanto, pidiéndole silenciosamente un beso. Suelta mis brazos y me
acuna la cara con ambas manos, pero no se agacha para besarme.
—Regina, tienes que volver a tu habitación. No podemos faltarle el
respeto a los deseos de tu padre. Soy un huésped en su casa —susurra.
Vuelvo a plantar mis pies sobre el piso y saco mi labio inferior en un
puchero exagerado. Tal vez la mirada de niña triste funcione en él. ¿Qué
hombre se niega a una mamada de su novia a mitad de la noche?
—Pero te deseo, Anthony. Ahora. Apenas nos vemos hoy en día y,
además, mis dos padres duermen profundamente. Volveré a mi habitación
como una buena niña una vez que hayamos terminado. Pero por favor,
necesito esto. ¿Haces el amor conmigo? —Coloco un beso en su pecho y él
me empuja suavemente hacia atrás.
—No. Como dije, no le…
—No faltarás el respeto a mi papá, sí, lo entiendo. —No tiene sentido
empujar esto más lejos. Lo conozco lo suficientemente bien para saber que
cuando tiene su mente puesta en algo, o más bien cuando su mente está
puesta en no hacer algo, no hay forma de hacer que se mueva.
—Solo deseo, por una vez, que mis necesidades viniesen antes que
los deseos de mi padre. —Me agacho para recoger mi camisón y mi bata y
ponerlos sin una palabra.
—Regina, sé que estás molesta, pero te lo compensaré esta semana,
te lo prometo. Vuelvo al turno de día a partir del viernes. Ven a pasar la
noche entonces. ¿De acuerdo?
Da un paso más cerca de mí y se inclina para darme un pequeño
beso. Intento profundizarlo suavemente acariciando su labio inferior con la
punta de mi lengua, pero se retira demasiado pronto.
—Está bien, pero te extraño —respondo, una vez más decepcionada.
—También te extraño.
Y con eso, regreso a mi habitación, hosca, desanimada y todavía
muy caliente.
Página 22
4 DE AGOSTO, 10:54 A.M.

—A
sí que, ¿cómo estuvo Snobapalooza ayer? ¿Tan aburrido y
monótono como de costumbre?
Erin saca una pieza de su arte de una caja y elimina el
envoltorio protector de burbujas antes de colocarla cuidadosamente sobre
la mesa delante de ella. No estoy muy segura de lo que representa la pieza.
Dado que Erin es más una artista abstracta, no siempre está claro lo que
estaba pensando al diseñar sus cosas. Se especializa en collages hechos
con viejas cosas rotas que la gente arroja a la basura. Su lema va en la
línea de la basura de alguien es el tesoro de otra persona. Es un golpe ante
el consumismo y el consumo excesivo, lo cual es un mensaje fuerte
teniendo en cuenta que viene de alguien que voluntariamente dejó tanto
dinero para hacer lo que ama en un estilo de vida más simplista. Su punto
de ruptura fue en nuestro baile de debutante; sí, esos que están de vuelta
de moda. Ese es un día que nunca olvidaré; dudo que el personal del
Waldorf-Astoria alguna vez lo haga también. Ese fue el día en que ella
huyó de su familia y fue rechazada de la alta sociedad. Ahora, pasa sus
domingos en Brooklyn, vendiendo su arte en una mesa alquilada bajo una
tienda en los mercados de pulgas. Nunca la he visto más feliz.
—En realidad, fue muy buena. Anthony y mi padre pudieron
conseguir un grupo de inversionistas interesados en nuestro proyecto. —
Voy a la parte trasera de la tienda y comienzo a entregar sus piezas, una
por una. Erin bosteza y toma un largo sorbo de su café.
—Anthony y tu padre, ¿eh? ¿Tú no? ¿Dejaron al Bebé en el rincón de
nuevo? —Asiento, sonriendo a medias. Erin siempre se burla de mis
Página 23

gustos en películas. Si hay baile, es una de mis favoritas, sin importar lo


cursi o vieja que sea—. Tu papá es un imbécil si te ha vuelto a ignorar.
Deberías considerar seriamente mudarte conmigo. Tal vez si él ve que eres
una mujer adulta, capaz de vivir por tu cuenta, te respetará más en el
trabajo. En este momento, todavía te ve como una niña porque todavía te
mantiene.
Me encojo de hombros. Tal vez Erin está en algo. Tal vez él no me
está dando el reconocimiento profesional que merezco porque, a sus ojos,
aún soy la princesita de papá.
—¿Qué más? ¿Algún chisme jugoso? —Extiende sus manos y le
entrego la última pieza de arte de la caja. Me siento en una de las sillas y
ella toma la que está a mi lado. Estoy jugando con un envoltorio, haciendo
estallar las burbujas una por una entre mi pulgar y mi dedo índice.
—Bueno, los Ferro estuvieron allí. —¡Pop!
Eso atrapa su interés. Se sienta recta y apoya su barbilla en sus
manos, los codos en sus rodillas. Una mujer camina junto a su mesa, una
jovencita a su lado. La chica parece tener unos 8 años. Ambas están
mirando el trabajo de Erin con curiosidad, la mamá ocasionalmente
golpeando la mano de su hija cuando ella va a tocar cualquier cosa. ¡Pop!
—¡Ooooh! ¿Tu hombre Pete estaba allí? —Asiento de nuevo, todavía
concentrada en el envoltorio de burbuja que tengo en mis manos. Él no es
“mi hombre Pete” por ningún motivo, pero no tengo la energía para debatir
eso con ella. ¡Pop!
—Déjame adivinar. ¿Tu chichi está dolorida, haciéndote difícil
caminar esta mañana, y Anthony está en el hospital por intentar defender
tu honor? —La mujer levanta su cabeza y nos ve con una mirada curiosa.
Sonrío educadamente y ella reanuda el hojeo al trabajo de Erin. ¡Pop!
—No. No pasó nada —digo en voz baja. Esta no es la conversación
que deberíamos estar teniendo en un lugar tan público frente a oídos
jóvenes impresionables. ¡Pop!
—¿Entonces no seguiste mi consejo y te lo follaste hasta hacerle
volar los sesos? ¿Follártelo hasta que las vacas vuelen? ¿No tienes su ADN
debajo de tus uñas por arañarlo como gata en celo? Gina, estamos
decepcionadas. —Erin está apuntando un dedo acusador en mi cara y
habla en un tono lo suficientemente alto para que la mujer al otro lado de
la mesa escuche. Ella jadea y cubre los oídos de su hija antes de alejarse
pisoteando con fuerza. ¡Pop! ¡Pop! ¡Pop! Erin arranca el pedazo de
Página 24

envoltorio de mis manos y lo lanza a un lado.


Suspiro, alcanzo mi propia taza de café, y tomo un pequeño sorbo.
—¿Quiénes componen este plural colectivo al que te refieres?
—Yo, yo y yo al cuadrado. ¿Cómo es que no pasó nada entre Ferro y
tú? Estaba encima de ti la otra noche en el club.
—¡Erin! ¡Lo desprecio! ¡Y, además, tengo novio!
—Sí, y estoy dispuesta a apostar que nuestro muchacho Anthony te
pone tan mojada como el desierto del Sahara mientras que pone a tu padre
tan duro como el Monumento a Washington. En serio Gina, si no
consigues una buena aventura retorcida antes de comenzar tu vida como
el ama de casa perfecta, contando los millones de tu marido y ordenándole
a tu personal doméstico, vas a marchitarte como una ciruela pasa vieja allí
abajo. —Señala mis partes femeninas y cruzo mis piernas en respuesta.
—Eres tan grotesca. Y un poco inquietante. Sabes eso, cierto. —Me
estremezco ante sus imágenes mentales. Nadie quiere imaginar eso.
—Y sabes que tengo razón. Admite que no estás solo un poco curiosa
en cuanto a cómo sería una noche con Ferro Romeo-Romeo-Dónde-Estás-
Romeo. Demonios, odio a la gente rica y aun así lo haría con él.
—Lo harías con cualquier persona y eres parte de la gente rica. —
Pateo su pie con el mío, bromeando.
—Ex gente rica. Odio ser la que señale lo obvio, Gina, pero ¿se te ha
ocurrido alguna vez que tal vez no estás realmente enamorada de
Anthony? ¿Qué pasa si sólo estás enamorada con la idea de él y lo que
representa?
—¿Qué quieres decir con, la idea de él? No es un concepto, Erin. Es
una persona real y, sí, lo amo. —Tomo un largo sorbo de mi café tibio.
Está asquerosamente frío para mi gusto, pero necesito toda la cafeína que
pueda obtener. No he tenido una noche de sueño decente desde la rave del
almacén y mi cuerpo está empezando a sentir los efectos. Estoy caminando
más y más como un zombi y luciendo como uno también, con círculos
profundos formándose bajo mis ojos.
—Lo que quiero decir es que, tal vez te hayas convencido de que
estás enamorada de Anthony cuando realmente, sólo estás enamorada con
la idea de tener el retrato perfecto de la pequeña familia rica con él. Tus
padres lo aman, él está involucrado en el negocio familiar, y va a ser
médico. Esa imagen por sí sola tendría los ovarios de cualquier mujer
Página 25

estallando de emoción. Hablando de ovarios, cómo están las cosas entre el


Dr. Doolittle y tú estos días… y sí, me refiero al sexo.
—Podrían estar mejor.
—Gina, ésta soy yo hablando contigo como tu mejor amiga, no como
alguien que quiere patear el culo de Tony a favor del equipo Ferro. En serio
creo que tienes que arreglar este problema con Tony el Tigre si estás tan
decidida a quedarte con él. Debería estar encima de ti, arrancando tu ropa
con cada oportunidad que tenga y deberías estar babeando por él en lugar
de fingir que es alguien más.
Mis ojos se disparan hacia Erin. ¿Cómo lo supo?
—No soy ciega, Gina. Está escrito por todo tu rostro y tampoco
deberías sentirte culpable por eso. Esto es su culpa. No es normal que un
tipo sea tan indiferente con su chica de la forma en que Anthony lo es
contigo. Deja la puerta abierta para que otro hombre entre y alimente tu
fuego ahí abajo, y simplemente resulta que ese hombre es Pete. Te ha
estado dando toda la atención sexy que necesitas. Eso es todo lo que pasa.
Tienes que hablar seriamente con Tony. Dile cómo te sientes. Si eso no
funciona, despídelo, supéralo y métete en el saco con Ferro. No me importa
lo mucho que tu papá ama a Tony, no puedes pasar toda tu vida estando
sexualmente frustrada. No es bueno para tu cutis. Oye, ¿crees que tal vez
a Tony le van los azotes?
Yyyyy allí va otro cliente sorprendido.
—Idiota. —Me rio. Con base a la mirada que me dio anoche cuando
me atrapó debajo de las mantas con sus pantalones a mitad de camino,
puedo imaginar cómo sería su cara si le pidiera que me azote o mejor aún,
si yo lo azotara.
Erin me da un rápido abrazo.
—También te quiero, nena.

Página 26
7 DE AGOSTO, 10:38 A.M.

M
iércoles por la mañana. Comúnmente conocido como el día
joroba. Oh, si tan sólo…
Estoy de vuelta a la antigua rutina, sentada en mi escritorio,
mirando las hojas de cálculo con números y signos de dólar y estadísticas.
De vez en cuando, permito que mis pensamientos se desvíen. Me
reclino en mi silla, masticando la punta de mi pluma y mirando el
periódico frente a mí. El tipo en coma sigue estando en coma y no puedo
dejar de sentirme responsable por él, incluso aunque puede ser una de las
personas responsables de iniciar el incendio. Erin dice que es un idiota y
que me olvide de eso, pero ¿cómo puedes ser un idiota mientras estás en
coma? ¿Está sacándose su intravenosa todo el tiempo, cabreando a las
enfermeras? Bueno, tal vez tiene antecedentes penales y una larga lista de
delitos menores, simplemente no puedo evitar sentir que merecía su propia
oportunidad de redención. Volteo el periódico y golpeo un portarretrato. Lo
pongo de nuevo en mi escritorio y lo miro. Anthony. Dejo escapar un largo
suspiro. Ahora esa es otra cuestión en conjunto.
Las palabras de Erin han alcanzado un acorde fuerte y no puedo
quitármelas de encima. Necesito encontrar una manera de arreglar los
problemas entre Anthony y yo, o seré miserable por el resto de mi vida.
Necesito hacer que esta segunda oportunidad en mi vida cuente. Me niego
a gastarla bordeando lo neutral por el bien de los demás todo el tiempo.
Quiero sentir pasión y calor, y necesito sentirme deseada por el hombre
con quien probablemente me case.
El primer paso es devolver la chispa a nuestra relación. Me prometió
una noche en su casa el próximo viernes y tengo el plan perfecto para
aprovecharla al máximo. Espero que esto funcione. No puedo vivir en una
Página 27

relación sin pasión por el resto de mi vida. Mis padres estarían devastados
si rompiese con él. Tengo que arreglar esto. Estamos tan cerca de estar
comprometidos, es sólo una simple formalidad poner un anillo en mi dedo.
—¿Regina?
La voz de Charlotte sale del altavoz de mi teléfono de escritorio,
haciéndome saltar de mi ensueño. Mi pluma sale volando de mi mano y
suelto un pequeño chillido. Poniendo una mano sobre mi corazón, tomo
una respiración profunda y respondo:
—¿Sí, Charlotte?
—Tengo un mensaje para ti. Tienes una cita para almorzar hoy al
mediodía con Anthony en el café francés junto al hospital, al que
usualmente van. Ah, y he despejado tu agenda para que puedas ir. Puedes
agradecerme trayéndome un croissant de chocolate.
Esto es una sorpresa. ¿Cómo es que nunca me dijo esto y por qué no
me llamó él mismo? Repentinamente estoy esperanzada de que este sea el
giro que estaba deseando. Tal vez mi pequeña escapada nocturna en la
casa de mis padres le hizo pensar en mí de una manera diferente y no
podía esperar hasta el viernes.
—Gracias, Charlotte. Eres la mejor.
Por fin llega la hora del almuerzo. Salgo del auto de la empresa y me
dirijo directamente hacia el café para evitar el sofocante calor de la ciudad.
Mi estómago comienza a quejarse vergonzosamente cuando me golpea el
olor del pan recién horneado y el café. Los camareros van y vienen a un
ritmo rápido, cargando bandejas de sándwiches, sopa, bebidas y varios
pasteles, asegurándose que la comida del almuerzo se sirva lo más rápido
posible. Una agradable música melódica está sonando en el sistema de
sonido y la gente está charlando y riendo. Escaneo la pequeña habitación,
tratando de encontrar a Anthony, pero no puedo verlo en ninguna parte.
No está sentado en nuestra mesa habitual junto a la ventana y estoy
empezando a tener la sensación de hundimiento de que le puedan haber
pedido que se quede en el hospital por una emergencia.
—¿Es usted la señorita Regina Granz? —pregunta un camarero. Me
preparo para la decepción. Tenía razón. Llamó a la cafetería para decirme
que no puede lograrlo. Cuando asiento, el camarero me indica aún más
profundo en la cafetería con su mano, llevándome hacia las escaleras que
conducen al nivel superior.
—Su mesa está arriba y su amigo ya está aquí. La llevaré a su mesa.
Página 28

—Gracias. —El camarero se da la vuelta y lidera el camino. Lo sigo


por las escaleras y cuando llegamos al último piso, escaneo la habitación
tratando de encontrar a Anthony, pero no puedo verlo en ninguna parte.
Por lo general es fácil de detectar porque es tan alto. El camarero sigue
caminando hacia el centro del piso y me detengo en seco sobre mis pasos.
Sentada sola en una mesa para dos está la señora Ferro. Pete me
advirtió que me mantuviera alejada de ella. Nunca dijo por qué, pero
parecía muy inflexible en que me alejara de ella.

Página 29
7 DE AGOSTO, 12:15 P.M.

S
e ve tan imponente como siempre en un traje de vestir
perfectamente adaptado, su cabello impecablemente peinado y
ningún rastro de emoción en su rostro. Miro hacia abajo, con la
esperanza de que no me vea ni me reconozca, pero es inútil porque el
camarero me lleva directamente a su mesa. ¿Qué demonios? Mi ritmo
cardíaco se acelera, sin saber qué hacer.
Cuando llegamos a su mesa, el camarero se aclara la garganta y la
señora Ferro levanta la mirada, con un amago de sonrisa en su rostro.
Apenas está allí, pero no es el habitual ceño fruncido que por lo general
lleva.
—Señora Ferro, la señorita Granz ha llegado —dice el camarero
mientras retira la silla vacía y me hace señas para que me siente. Viendo
que realmente no tengo elección, tomo asiento y la señora Ferro despacha
al camarero. Un silencio incómodo se instala alrededor de nosotras. ¿Qué
diablos estoy haciendo aquí y dónde está Anthony? Estiro mi cuello y miro
alrededor para ver si tal vez está cerca, pero todavía no puedo encontrarlo.
De repente me siento como un animal enjaulado. La señora Ferro baja su
menú y coloca ambas manos sobre la mesa, una encima de la otra.
—Gracias por venir con tan poca antelación. Puedes dejar de buscar
a tu amigo médico, él no vendrá. Te pido disculpas por el pequeño engaño,
pero quería asegurarme que estarías aquí.
Bueno. Tanto por evitarla entonces. ¿Planeó esta reunión? Bien
podría ver de qué se trata esto y salir de aquí lo más rápido posible. A
estas alturas, incluso estoy dispuesta a evitar la comida. Infiernos, tomaré
Página 30

un bagel en la tienda de la esquina junto a la oficina de camino de regreso


si tengo que hacerlo, pero no estaré sentada aquí más tiempo del
necesario.
—Le agradezco la invitación, señora Ferro, pero perdóneme por estar
un poco confundida en cuanto al por qué.
—Educada al extremo. Me gusta eso. Ahora bien, señorita Granz,
déjame explicar. Me doy cuenta de cosas. Muchas cosas. Y no pude evitar
notar la tensión entre tu padre y tú la otra noche. Uno podría pensar que
no estás satisfecha con tu estado actual de empleo. ¿Estoy en lo correcto?
¿Mi estado actual de empleo? ¿Quiere hablar de mi trabajo?
—Me temo que se equivoca, señora Ferro. Estoy bastante satisfecha
trabajando en Textiles Granz. Después de todo, es el negocio familiar.
—Hmmm, también leal. Sí, bueno, por desgracia para Textiles
Granz, tu padre no está aprovechando todo tu potencial. Veo que eres una
joven brillante, señorita Granz, y tu padre está reteniéndote.
Aguanto un resoplido. ¡No jodas, Sherlock! Dime algo que no sepa.
Sólo sacudo mi cabeza y sonrío cortésmente.
—Con todo respeto, señora Ferro, todavía soy muy nueva en la
industria y poco a poco estoy aprendiendo las estrategias, como debería.
Mi padre solo se asegura que no me salte ninguna etapa importante de mi
entrenamiento.
—Ya veo.
Cuando el camarero aparece en nuestra mesa, los ojos de la señora
Ferro nunca me dejan y eso me asusta. Pero mantengo mi calma y coloco
mi servilleta en mi regazo. El camarero pone comida y bebidas delante de
cada una de nosotras. No hice mi pedido aún, así que ver comida delante
de mí es un poco sorprendente. Aún más sorprendente es que mi plato
tiene lo de costumbre, una baguette francesa con jamón de bosque negro y
Brie con una guarnición de ensalada verde recubierta con un balsámico
añejado, acompañado de una taza de café, con crema, sin azúcar. Levanto
la vista de nuevo hacia la señora Ferro y arqueo una ceja hacia ella.
—Como he dicho, señorita Granz, me doy cuenta de cosas. —Ahora
estoy realmente asustada, pero no lo demuestro. ¿Cómo sabe lo que pido
cuando vengo aquí? Ella toma un sorbo de su sopa y apoya su cuchara,
dando golpecitos a la esquina de su boca con la elegancia que sólo
proviene de vivir en la alta sociedad durante años—. Ahora dime. ¿Estás o
Página 31

no trabajando para la nueva división médica de Textiles Granz?


—Sí, lo hago, señora Ferro. Pero como mi padre explicó, soy interna
del departamento financiero, haciendo más que nada trabajo de
observación. —Me encojo internamente ante las palabras de mi padre
saliendo de mi boca, pero no puedo demostrar que hay un poco de
disensión en las filas. Miro hacia abajo a mi plato, pero la vista de mi
sándwich no hace nada por mí. Mi estómago se retuerce nerviosamente y
no puedo soportar la idea de comer nada, pero ella tuvo la molestia de
ordenar así que tomo un bocado de la ensalada, sin querer ofenderla. Es lo
suficientemente liviana para que no me envíe corriendo al baño por un mal
caso de nervios.
—Entonces, ¿cómo va el proyecto? ¿Algún nuevo avance? —Ella
sigue comiendo su almuerzo, esperando que yo responda.
¿Está pescando información privilegiada? ¿Ese es el propósito de
esta reunión? Bueno, si cree que soy el eslabón débil en la compañía, no
tienen ni idea.
—Todo va según lo planeado y estamos muy contentos con nuestro
progreso. Creo que mi padre la puso bastante al corriente la otra tarde,
pero si lo desea, podemos agregarla a nuestra lista de correo, actualizando
a nuestros socios y varios asociados sobre nuestro progreso. —Ahí está.
Educado y profesional.
—Hmmm. ¿Y tu… prometido también está trabajando en esto? —
Está charlando como si estuviéramos en un almuerzo ocioso. Bueno,
supongo que técnicamente lo estamos, pero esta es la señora Ferro. Ella
no hace nada ocioso. Y ahora me pregunta sobre el estatus de mi relación.
—Novio. No estamos comprometidos. Y sí, es el asesor médico de mi
padre y su colaborador.
Ella murmura de nuevo, sin decir nada más. Se gira en su silla y
busca algo en su bolso. Es un sobre manila de color marrón que coloca
delante de sí y golpetea con sus uñas.
—Señorita Granz, tengo una propuesta para ti. Creo que podrías
hacer mucho más de lo que estás haciendo ahora mismo en Textiles
Granz. Tenemos varias posiciones abiertas dentro de la Corporación Ferro
que podrían necesitar a alguien con tu nivel actual de entrenamiento.
Puedo garantizar que tu opinión será valorada y tu posición será
respetada. ¿Dudo que lo consigas estando bajo el pulgar de tu padre?
Empuja el sobre hacia mí y dudo en agarrarlo.
Página 32

—Es sólo papel, señorita Granz. Descripciones de cargos disponibles


dentro de la Corporación Ferro y nuestras compañías adjuntas. Echa un
buen vistazo y reflexiona. Tienes todos los nombres y la información de
contacto allí.
Cautelosa, agarro el sobre y miro dentro pero no retiro su contenido.
Fiel a su palabra, páginas y páginas de archivos con descripción de trabajo
y formularios de solicitud están en este. Admito que mi padre puede ser un
poco dominador y despótico, pero es familia y simplemente no puedo darle
la espalda a eso.
—Gracias por la oferta señora Ferro, pero no voy a dejar la empresa
familiar. Mi lugar está allí, de cualquier forma en que pueda estar por el
momento. —Le devuelvo el sobre, sabiendo muy bien que insistirá en que
conserve los documentos y lo piense más, pero no lo hace. Ella recoge el
sobre y lo mete en su bolso.
—Me gusta tu determinación y tu coraje. No hay mucha gente que
tenga las pelotas, perdona la expresión, para rechazarme. La oferta sigue
en pie. Si lo reconsideras, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Ha
sido un placer volver a verte, señorita Granz.
—Lo mismo digo. —Mentira. Ver a la señora Ferro es todo menos un
placer.
Se levanta de su asiento, agarra su bolso y baja por las escaleras,
dejándome sola en la mesa con un almuerzo para dos apenas tocado. ¿Qué
demonios fue eso?

Página 33
9 DE AGOSTO, 2:51 P.M.

H
oy no puedo. Trabajo doble turno en la noche. Mañana
estoy libre. Te veré entonces. ¡Lo siento!
He estado mirando el mensaje de texto en mi teléfono durante
los últimos 10 minutos, preguntándome qué hacer y cómo responder. Se
suponía que era nuestra oportunidad de condimentar las cosas entre
nosotros y él no puede. No debería estar molesta con él, es su carrera y
tiene que hacer esto, pero creo que estoy probando cómo será ser la esposa
de un médico y es un sabor muy amargo. Siempre seré relegada, sus
pacientes estando primero. Si no puedo lidiar con esto ahora después de
sólo un par de meses, ¿cómo podré soportarlo más adelante, después de
un par de años? Por lo menos para entonces, estaremos viviendo juntos y
conseguiré verlo cuando llegue a casa del trabajo. Puede despertarme en
medio de la noche y…
¡Eso es! Una idea comienza a formarse en mi mente y agarro el
teléfono de mi escritorio. El teléfono suena dos veces antes de que la
persona en la otra línea conteste.
—Hola, Regina. ¿Cómo puedo ayudarte?
—Hola, Charlotte. Voy a tomar la tarde libre. ¿Puedes cambiar el
mensaje en mi buzón de voz en consecuencia y transferir las llamadas
urgentes a mi celular? Oh, y necesitaré tu consejo sobre algo. ¿Tienes un
momento para venir a verme? —Mis dedos están retorciendo el cable
telefónico, desenredándolo y retorciéndolo mientras hablo. No puedo
reprimir mi sonrisa. ¡Esto va a ser asombroso!
—¡Seguro! Estaré ahí enseguida. —Colgamos y empiezo a empacar
mis cosas del día, metiendo todo en mi maletín. No hay forma de que
pueda concentrarme en el trabajo de todos modos, así que ¿por qué
molestarme en fingir? Soy una mujer en una misión de seducción y
Página 34

Charlotte es la persona perfecta para ayudarme.


Un par de horas después, estoy lista para ir al apartamento de
Anthony. He sido exfoliada, encerada, manicurada, pedicurada,
maquillada sensualmente y mi cabello está peinado en rizos flojos apilados
en una pila estratégicamente desordenada en la parte superior de mi
cabeza, retenidos por un solo clip que es fácil de quitar para ese efecto
dramático y provocativo.
Mi piel resplandece arriba hacia abajo gracias a esa loción luminosa
que rociaron por todo mi cuerpo. Charlotte tiene una gran cantidad de
información sobre lo que hace que el corazón de un hombre lata rápido o
mejor aún, cómo conseguir que las mariposas en su pene revoloteen, como
ella dijo. Incluso tenía una copia de Cosmo escondida en su escritorio con
un artículo sobre las esencias para excitar a tu hombre. Es fascinante
cuántos de esos aromas tienen que ver con la comida. Sin embargo, tracé
la línea en la pizza de queso. No hay manera de que vaya a oler como una
rebanada de pizza de un dólar.
Así que ahora he aplicado mi perfume de vainilla en varios puntos de
pulso y placer, oliendo comestible en todos los lugares correctos. Tengo
dos velas, una huele a pastel de calabaza y la otra a lavanda, escondidas
en mi bolso. ¡Sí! Aparentemente, según Cosmo, este es un combo ganador
para hacer que su sangre fluya veloz allí abajo. ¿Quién sabe? El plan es
encender las velas antes de que él llegue a casa y será golpeado
inmediatamente con los olores inductores de erección. Oye, una chica
tiene que hacer lo que una chica tiene que hacer.
Charlotte también me proporcionó los nombres de sus tiendas
favoritas de ropa interior y otra parafernalia sexy. Es seguro decir que me
sorprendieron algunas de las cosas que existen. En serio, ¿la gente
realmente hace todas esas cosas?
Dando una última mirada al espejo, no reconozco a la mujer delante
de mí. Parece una estrella de cine, lista para hacer una escena de amor
ardiente. Mi corsé de satén rosa con encaje negro y cintas hace maravillas
a mi figura. La función del push-up tiene a mis chicas tímidas aplastadas
hacia arriba una contra otra y en verdad ¡se están tocando! ¡Tengo escote!
Las bragas a juego tipo bikini con correas casi no ocultan nada, y tienen
una cintura tan baja. Completado con unas medias negras altas hasta el
muslo que se enganchan al corsé con ligas, el aspecto es perfecto. Es lindo
y delicado aunque asertivo y sexy. Es un aspecto que grita: “Te amo, ahora
fóllame”. Si me rechaza esta noche, luciendo así, tal vez tenga que
cuestionar su orientación sexual.
Página 35

Me meto en un vestido negro envolvente del que será fácil deslizarse


cuando llegue el momento adecuado. Agarrando mi impermeable, me lo
pongo. Regojo mi bolso de noche con mi cambio de ropa para mañana, así
como todos los otros pequeños regalos que compré para esta noche.
Deslizándome en el atractivo par de tacones stiletto color negro que tengo,
estoy lista.
Para el momento en que salgo, nuestro chofer ya me está esperando
en la puerta, paraguas en mano. Ha estado lloviendo a baldes desde la
cena con vientos violentos, truenos y relámpagos. Es una tormenta de
verano perfecta, ideal para una noche de pasión ardiente. Levanto la
capucha de mi impermeable, cuidando no arruinar mi cabello, y el chofer
me acompaña hasta el auto. Una vez que ambos estamos sentados nos
dirigimos hacia la casa de Anthony.
No tengo la llave de su apartamento y él todavía no ha llegado a casa
del hospital, pero entrar en el edificio es fácil. Su vecina es una
encantadora viuda jubilada que adora hacerle galletas caseras. Anthony le
recuerda mucho a su propio hijo a esa edad y ella ha decidido mimarlo en
exceso. Nos invitó a tomar el té en tantas ocasiones, que no tengo ningún
problema en convencerla de que me deje entrar. El vestíbulo tiene ese olor
a alfombra húmeda y cenicero viejo y, en ocasiones, orina. El complejo
está en una parte empobrecida de la ciudad. Se adapta a las necesidades
de Anthony por el momento, pero sé que no puede esperar a salir y
conseguir algo mejor.
Subo los dos pisos para llegar a su apartamento y golpeo
suavemente la puerta de su vecina. Me está esperando con la llave extra
del apartamento de Anthony. Me sonrojo cuando me mira, como si supiese
lo que significan los tacones altos, medias escarpadas y un impermeable.
Además, tengo el cabello apabullante y maquillaje puesto, no hace falta ser
un genio para entenderlo. Sus ojos desprenden una mirada de melancolía,
como si estuviera recordando momentos sensuales y románticos de años
atrás. Es sólo otro recordatorio de que tengo que aprovechar al máximo
cada momento y hacer tantos recuerdos para mí como sea posible
mientras todavía soy joven. Pete tiene razón, tengo que abrazar mi
juventud, pero no será con él. Será con el hombre que amo.
Después de agradecerle por la llave, llevo las correas de mi bolso de
noche más arriba en mi hombro y me dirijo hacia su puerta. Como de
costumbre, puedo oír la televisión sonando dentro. Siempre la deja para
disuadir a los ladrones de irrumpir. Destrabo la puerta y la abro,
asegurándome que su gato no escape. Anthony es una persona de gatos, lo
Página 36

cual es algo lindo. Logro entrar y cerrar la puerta antes de que el Sr. Pussy
escape. Le rasco detrás de las orejas y comienza a ronronear, frotando su
cabeza contra mis piernas.
Tengo un par de horas por delante antes de que él vuelva a casa así
que tendré tiempo para establecer todo. Entre las velas, la lista de
Charlotte de canciones inspiradoras para el sexo, la lencería, el vino, el
perfume, el cabello, el maquillaje… creo que tengo todas las bases
cubiertas. ¡Oh! Estoy olvidando una cosa: ¡las pistas! Charlotte dijo que le
enviara varios mensajes de texto sugerentes, como un rastro de migajas
atractivas, durante toda la noche. Volviéndolo loco en el trabajo para que
se apresure a casa para devorarme. Tan pronto como entro en su
apartamento, saco mi celular y escribo mi primer mensaje de la noche.
¡Hola, cariño! Te extraño. Hay una sorpresa esperándote en tu
cama ;-)
¡Listo! Presiono enviar y empiezo a pensar en el segundo mensaje,
dejando caer mi teléfono en mi bolso. No pasa ni un segundo antes de oír
un tono de timbre en la cocina. Me encamino para ver de qué es el ruido y
mi corazón cae. Su celular está sobre la mesa. Debe haberlo olvidado.
Pongo la llave de su apartamento en la mesa y recojo su celular. Mi
pequeño mensaje enciende la pantalla. Bueno, tanto para ponerlo en
estado de ánimo a distancia. Supongo que lo mejor que puedo hacer ahora
es establecer el lugar para su llegada.

Página 37
9 DE AGOSTO, 7:04 P.M.

C
amino por el pasillo corto que conduce a su dormitorio cuando
empiezo a oír ruidos extraños que provienen de detrás de la
puerta cerrada de su habitación. Es como si alguien estuviera
extenuado, exhalando pesadamente y gruñendo. El pánico comienza a
asumir el control ante la idea de un ladrón irrumpiendo en el apartamento
a través de la ventana de su dormitorio. Esa escalera de incendio siempre
me ha asustado. Dejo caer mi bolso en el suelo y quito mis zapatos,
tomando uno en mi mano, con el lado del tacón hacia fuera. Si es un
ladrón, no hay manera de que pueda escapar con estos tacones y pueden
ser bastante buenos para clavarse en un ojo si es necesario.
Estoy a punto de dar un paso más cerca cuando oigo la voz de
Anthony claramente decir:
—Maldición, sí. ¡Esa es una buena gatita! ¡Ronronea! Dios, me
encanta cuando haces eso. Ronronea con mi pene en tu boca de nuevo.
¡Eso es! ¡Oh, mierda, sí! ¡Ronronea! —Su voz está mezclada con gruñidos y
respiración pesada.
En este punto, mi imaginación se está volviendo loca con imágenes
que son demasiado perturbadoras para describir. Pero lo oí y él está aquí.
No está en el trabajo y está diciendo cosas muy crudas y sexuales. Cosas
que nunca ha dicho a mi alrededor. Cosas que me gustaría que me dijera.
¡Querido Dios! Espero que esté viendo porno y ¡espero que sea del tipo
humano! Doy los pasos restantes y abro la puerta sólo una grieta. Mi
corazón late con fuerza en mis oídos y mis manos están temblando, pero
tengo que asegurarme que no es lo que creo que es.
Mi mundo y mi futuro se hacen añicos en un instante. Anthony está
en la cama, acostado de espaldas, desnudo y apoyado sobre sus codos,
mirando a la mujer que está con él. Ella tiene el cabello largo y negro y no
Página 38

me toma mucho tiempo reconocerla. Es nuestra camarera del restaurante.


Con la que había estado coqueteando inocentemente. Está sobre sus
manos y rodillas con el pene muy erguido de Anthony en su boca. La
mujer también está desnuda, excepto que está usando una bandana con
orejitas de gato grises y… ¡OH DIOS MÍO! Necesito lejía para mis ojos.
¿Eso es una cola de gato saliendo de su culo? Mi cerebro está funcionando
mal, tiene que estarlo. No veo un cinturón sosteniendo esa cola en su
lugar, lo que debe significar que la cola realmente sale de ella…
¡Mierda, mierda, mierda! ¿Tiene un plug anal con cola de gato?
Incluso después de cerrar los ojos, toda la escena sigue ahí, para
siempre grabada a fuego en mi cerebro. Su cabeza balanceándose de
arriba hacia abajo a lo largo de su eje, la mirada de placer en su rostro,
sus sonidos de éxtasis y su… ronroneo. No puedo decir nada. ¿Cómo
puede hacerme esto? La traición es demasiado para manejar y me siento
desmoronándome en pedazos. Su gruñido es cada vez más fuerte y sigue
diciendo cosas, cosas sucias que he querido oírle decir, pero no está
diciéndomelas a mí. Se las está diciendo a… ¡Kitty!
Creo que voy a vomitar. No puedo enfrentarlo. Necesito irme. No me
han visto ni me han oído todavía, así que retrocedo lentamente, recojo mis
cosas y salgo del apartamento. Justo cuando abro la puerta, me detengo.
Anthony está gruñendo más y más fuerte y está claro que acaba de llegar a
su clímax y sólo me rompe el corazón. El Sr. Pussy consigue escapar esta
vez, pero no intento meterlo en el apartamento. ¡Una persona de gatos mi
culo! ¡O el culo de ella! ¡O… ugh! No me importa si me oyen. Cierro la
puerta de un portazo y corro, con los zapatos en una mano, el bolso en la
otra y fragmentos de mi corazón roto esparcidos en su piso.
No me molesto en llamar a mi chofer porque para el tiempo que le
llevaría a llegar aquí, estaría empapada hasta los huesos en este aguacero.
Además, no quiero darle tiempo a Anthony para alcanzarme. Me pongo mis
zapatos, aseguro la capucha de mi impermeable sobre mi cabeza y le hago
señas a un taxi. Una vez sentada dentro, le digo donde quiero ir y apoyo
mi cabeza contra la ventanilla de cristal fría. Es sólo ahora que me doy
cuenta que las lágrimas están corriendo por mis mejillas, mezcladas con la
lluvia.
Me engañó. Todas esas palabras sobre el coqueteo inocente y de
cómo estaba bien. No estaba tratando de aliviar mi culpa, estaba tratando
de aliviar la suya. Todas esas veces que se negó a hacer algo remotamente
erótico o sensual conmigo, no es porque no le gustara. Nunca me deseó en
absoluto. Tampoco fui lo suficientemente buena para él.
Independientemente de la confianza que tuviera, me desmorono en el
Página 39

olvido y me enfrento a una pregunta que sigue sin respuesta: ¿Qué hay de
malo conmigo?
Mi teléfono vibra en mi bolso. Es él. Sabe que lo sé.
9 DE AGOSTO, 8:20 P.M.

D
urante todo el viaje en taxi, mi teléfono se prende con mensajes
de texto, llamadas entrantes y alertas de correo de voz hasta
que finalmente decido apagar la maldita cosa. No puedo lidiar
con su culpa, no ahora mismo. ¡Oh, Dios! ¿Cómo le explico esto a papá?
¿Y qué significará para la empresa? La traición corta profundamente y
siento que he sido golpeada en el estómago con una bola de demolición.
¿Qué hice mal? Debo haber hecho algo para empujarlo hacia esa otra
mujer, pero no puedo entender qué hice.
Demasiadas cosas han sucedido últimamente y hay mucho en juego.
El incendio, los heridos, traicionar a mis padres, mi experiencia cercana a
la muerte, la traición de Anthony, Pete. Mi mente está dando vueltas en
círculos locamente mientras trato de darle sentido a todo. Esta es mi vida.
Mi segunda oportunidad. ¿Qué voy a hacer con ella ahora? No tengo novio,
ni futuro prometido, ni futuro marido. Tengo un padre que no me da el
respeto profesional que merezco. Tengo un trabajo que apenas puedo
tolerar. Tengo un cuerpo que es claramente indeseable por los hombres. Y
tengo el baile, mi único rayo de luz en la oscuridad.
Las ventanas traseras del taxi están empañadas con la humedad de
la lluvia y el calor del verano. Pequeñas gotas de agua se abren paso por la
ventanilla como lágrimas, muy parecidas a las mías. Con un dedo, sigo el
rastro que dejan atrás, perdida en mis propios pensamientos rotos. El taxi
se detiene, y es sólo cuando el conductor me llama con el total, que me doy
cuenta que estamos aquí. Paso mi tarjeta en la máquina, agarro mis cosas
y salgo. La lluvia sigue cayendo a raudales así que corro tan rápido como
puedo hacia la puerta.
Página 40

Al entrar al club, la música de la banda está sonando y la gente está


riendo, bailando y teniendo un gran tiempo de antaño. Es una noche
especial. Ricky sólo tiene una banda en vivo en raras ocasiones y cada vez,
atrae a una gran multitud.
La gente que me rodea está animada pero en este momento, incluso
sonreír me parece doloroso. Si lo intento, mi cara podría romperse. Cada
parte de mí se siente expuesta y desplegada como si tuviera un signo de
neón enorme por encima de mi cabeza parpadeando la palabra “Fracaso”
para que todos puedan verla. Me pregunto si alguien puede decir lo que
sucedió con solo mirarme. Me pregunto si se están riendo a mis espaldas,
pensando en la pobre niña tonta que no fue lo suficientemente buena para
satisfacer a su hombre.
Me abro paso hacia la barra y encuentro el primer taburete
disponible. Ricky está trabajando en la barra, vestido con su traje de
gánster de los años 40 y coqueteando con la clientela femenina como de
costumbre. La familiaridad de la vista es algo reconfortante. Después de
tomar el dinero de su cliente y guardarlo, escanea la barra por su próximo
cliente. Ahí es cuando me ve. Ahí es cuando me da la mirada. Es la mirada
que no quieres recibir cuando estás tratando de ser fuerte. Es la mirada de
lástima. Mi labio inferior comienza a temblar y me derrito en un charco de
sollozos, justo allí en medio del club de swing.
Antes de saberlo, unas manos están sobre mis hombros, dándome la
vuelta y abrazándome. Reconozco la colonia y caigo en el abrazo. Descanso
mi cabeza en el hombro de Ricky, con la esperanza de no manchar de
maquillaje su camisa blanca. Los asientos a mi alrededor se han liberado
porque nadie quiere estar cerca de la chica llorando.
—Hola, muñeca. ¿Qué pasa?
Sacudo mi cabeza. No puedo hablar de eso. Es demasiado
embarazoso.
—Erin está reunida con la gente de una galería de arte esta noche
así que no está aquí, pero puedo llamarla y pedirle que te recoja cuando
termine. Ven a sentarte en mi oficina por un tiempo, ¿de acuerdo?
Si voy a su oficina, querrá hablar y no puedo hacerlo. Las heridas
todavía son demasiado frescas y sólo quiero dejar de pensar por un
tiempo. Tal vez venir aquí fue un error, pero este es el único lugar que me
ha traído cualquier tipo de alegría real en el último mes. Ha sido mi escape
de la realidad y esperaba que me ayudara a olvidar.
Simplemente sacudo mi cabeza otra vez y Ricky retrocede un paso,
Página 41

considerando mi apariencia. Por las miradas que me está dando, debo


lucir horrible. Él usa sus pulgares para limpiar las lágrimas de mis
mejillas y me da una sonrisa débil.
—Te diré qué, ve a refrescarte un poco y tendré una bebida lista para
ti cuando regreses. Parece que necesitas una, una dura. —Ante la palabra
dura, rompo en lágrimas una vez más, recordando lo duro que estaba
Anthony cuando lo atrapé. Estoy perdiéndolo.
Acepto su consejo y me voy a refrescar. Mis piernas se sienten tiesas
y mis pies son como plomo pero logro llegar al lavabo, un paso a la vez y
hago mi mejor esfuerzo por hacerme parecer medio decente otra vez. La
mayor parte de mi maquillaje todavía está en su lugar, pero tengo que
ocuparme de un caso leve de ojos de mapache. Mis hermosos rizos se han
encrespado, así que simplemente retiro el clip y dejo que mi cabello caiga
más allá de mis hombros. La misma mujer me está devolviendo la mirada
fija como más temprano hoy pero por alguna razón, ya no se ve tan bonita.
Ella se ve… sólo un poco tolerable. Sin importar lo mucho que lo intente,
nunca seré lo suficientemente buena.
Cuando regreso a la barra, Ricky vierte dos chupitos de ron y ambos
los echamos hacia atrás, golpeando los vasos al revés sobre la barra
cuando hemos terminado. Quema cuando baja por mi garganta y la
sensación es distractora. Me siento en el taburete, con las piernas
cruzadas y empujo la falda de mi vestido para cubrir la parte superior de
mis medias altas y ligas. Durante toda la noche, Ricky no hace ninguna
pregunta, sólo sigue llenando los vasos, uno por uno. Pronto, me siento
mucho mejor en cuanto al mundo en general y todo a mi alrededor es
divertido y difuso. Cuando Ricky consigue un pequeño descanso de
camarero, me pide que baile y voy de buena gana. Un vago recuerdo del
fiasco de la tanga de la primera vez me hace dudar. Estoy vestida un poco
mujerzuela debajo de mi vestido y sólo se necesitará un pequeño giro para
mostrar mucho más de lo que me siento cómoda. Antes de pedirle que no
haga ningún levantamiento o lanzamiento, mi mente frustrada está
mandando todo a la mierda y me quedo callada.
Empezamos a bailar y mi mente se apaga. Es un Jive, el cual es
divertido, alegre y juguetón. Cuando la música empieza, comenzamos a
rebotar en las puntas de nuestros pies, pisando rápidamente y
tentándonos mutuamente al principio. Los movimientos son difíciles con
los tacones altos, pero consigo hacer los pasos sin tropezar o caer.
Él está interpretando a un tipo enamorado, sus manos sobre mí y yo
Página 42

soy la chica que se mantiene apartándolo. Después del primer par de


compases, realmente entramos en el baile. Mi pulso está palpitando
ferozmente, mi corazón en alza y con cada salto, giro y lanzamiento, olvido
cada vez más. Sus manos me mueven con confianza y puedo dejarme
llevar sin pensar. Esto es por lo que vine, a perderme en la música, en el
movimiento del contacto físico. Él me guía a través de cada movimiento
con confianza y facilidad. Puede ser ligeramente bajo, con sólo un metro
sesenta y cinco, pero cuando baila, parece que tiene dos metros. Su
presencia escénica es notable.
Vuelvo mi espalda hacia él y doy un paso lejos en burla, pero me
arrebata la mano y me vuelve a voltear hacia él, girándome alrededor de su
cuerpo y a través de su espalda. Hacemos variaciones de esto una y otra
vez, siempre manteniendo nuestros pasos rápidos a ritmo con la música.
Somos puras manos y pies, tirando y empujando uno contra el otro,
girando e inclinando, moviéndonos fluidamente con la música. Me envía
deslizándome bajo sus piernas y me levanta de un tirón otra vez, enviando
todo mi cuerpo hacia arriba en el aire, pateando mis piernas detrás de mí.
Al final de la canción, he olvidado completamente dónde estoy, hasta que
la banda toca la última nota. La canción ha terminado demasiado rápido y
Ricky me hace finalizar en una inclinación baja, mi cabeza casi tocando el
suelo y puedo sentir su cálida respiración en mi cuello. Desde esta
posición, todo el mundo en la habitación se ve de cabeza, incluida la
persona con esos ojos de zafiro que perfora agujeros en mí. Es Pete. Él está
aquí. Está al revés pero está aquí y no está solo.

Página 43
9 DE AGOSTO, 9:38 P.M.

M
is ojos se traban con los suyos. Ricky intenta sacarme de la
pista de baile, pero no puedo moverme.
—Gina, regresa a la barra conmigo. —Ricky envuelve su brazo
alrededor de mi cintura e intenta conducirme hacia la barra, pero mis pies
están congelados en su lugar. Los ojos de Pete caen a la mano de Ricky en
mi cadera y su mandíbula se aprieta fuertemente.
Ricky se inclina y dice en mi oído:
—Muñeca, esta es una mala idea. Vuelve a la barra, te prepararé
otra bebida.
Las manos de Pete se apuñan y sus ojos se estrechan. El brazo de
Ricky cae de mi cintura y lo registro vagamente murmurando para sí
mismo. Debe haber vuelto a la barra porque estoy de pie sola en la pista de
baile, rodeada de gente bailando a mi alrededor. Me quedo pegada al lugar,
bueno, a excepción de la oscilación ocasional por intentar mantener mi
equilibrio. Hay una mujer de corto cabello rubio y puntiagudo, y
demasiados piercings en los oídos como para contar, sentada junto a Pete.
De acuerdo, para ser honesta, no puedo contar sus piercings porque tiene
tres orejas izquierdas que siguen entrando y saliendo de foco. Está usando
un top de corte muy bajo que deja muy poco a la imaginación,
especialmente teniendo en cuenta que no está usando sujetador debajo y
es obvio que tiene sus pezones perforados también. ¡Maldita sea, eso es
sexy! Quiero esos. No los suyos, sino en mí. Piercings, eso es. Quiero mis
pechos perforados. Mierda estoy ebria.
Ella se está inclinando, diciendo algo en su oído y arrastrando una
larga uña rojo sangre a través de su pecho. La mirada de él se desprende
de la mía para observarla y le dice algo en su oído.
Página 44

Mi mandíbula cae abierta y mi temperatura aumenta. Todo lo que


quiero es darle una bofetada a esa perra. No me importa quién sea. Ahora
mismo, ella simboliza todo lo que no soy. Ella es Kitty-plug-anal, la
pelirroja de la rave, la modelo de lencería de la orgía y la lame oreja de la
repisa de chimenea todas en una.
Un joven se acerca a mí y pone una mano en la parte baja de mi
espalda, diciendo:
—Hola, dulzura. ¿Buscas un compañero de baile? —Rompiendo mi
fantasía vengativa de arrancar esos aros de pezón.
Parpadeo un par de veces y sacudo mi cabeza.
—No ahora. —Miro hacia el tipo. Es atractivo, de mi edad,
contextura media, cabello castaño claro, camisa polo de manga corta y
pantalones caqui. Parece un cuadro perfecto y limpio de un chico
universitario de fraternidad. Miro de nuevo hacia Pete, que todavía me
mira furiosamente mientras que la chica pezón de metal mordisquea el
lóbulo de su oreja. El chico que está a mi lado está a punto de alejarse
cuando le sonrío dulcemente y agregó—: Pero podría necesitar una bebida.
Mi nombre es Gina.
Él sonríe en respuesta y simplemente contesta:
—Kendall. —Me conduce hacia su mesa, su mano en mi espalda
baja. Siento los ojos de Pete en mí y simplemente me importa una jodida
mierda. Él tiene a su puta, yo tengo a mi chico de fraternidad. Y mañana
voy a perforarme los pezones, porque eso es en serio caliente. Tal vez
debería hacerlo esta noche mientras estoy ebria porque mañana podré
olvidarlo. Oh demonios sí, esa es una gran idea. ¡Mejor. Plan. Del. Mundo!
Kendall se sienta y me presenta a los otros miembros de Sigma Tau
Delta y sus citas. Gesticula hacia el asiento junto a él. Sonriendo, dejo el
asiento vacío y opto por el regazo de Kendall, con un brazo sobre sus
hombros. Intento arduamente no reírme del nombre de su fraternidad,
Kendall es un STD1.
Hablamos, reímos, pedimos un par de rondas de bebidas y con cada
una que bajo, me pongo más achispada a medida que Kendall se pone más
vivaracho, con una mano abriéndose paso hacia arriba por debajo de mi
falda hasta que encuentra la correa de una de mis ligas. Sus ojos se
ensanchan y siento que se endurece contra mi cadera. No se siente
excitante para mí, pero no le impido que me toque. Parece que me desea y
Página 45

realmente necesito sentirme deseada ahora mismo. Incluso si es de

1 STD: referido a las siglas de la fraternidad, aunque también se usan como siglas para
“Sexually Transmitted Diseases” al español “Enfermedades de Transmisión Sexual”; de
ahí a que le cause risa.
alguien quien en realidad no me atrae. Es guapo y es inteligente, así que
no es tan malo, pero falta algo.
No hay chispa, ni calor, es sólo un toque.
Kendall mete mi cabello detrás de mi oreja con una mano mientras
la otra se arrastra más arriba a lo largo de mi muslo, casi llegando a mis
bragas y se inclina para murmurar:
—¿Quieres salir de aquí, Jenny? —La forma en que lo dice suena tan
sucio, como si acabase de pedirme que tenga sexo con él. Pensando en
ello, supongo que lo hace, ¿cierto? Ha estado llamándome Jenny por los
últimos 20 minutos más o menos el cual es un apodo lindo o ya ha
olvidado mi nombre real. Estoy pensando que es lo último… ¿o lo primero?
¡Oh, a la mierda! Es la opción donde se ha olvidado mi nombre real. Estoy
demasiado ebria para pensar. No me molestaré en corregirlo. Esto no es
personal, es físico. Los nombres no son importantes. Si quiere follarse a
una Jenny en lugar de a una Gina, mejor para él. Parece que nadie quiere
follarse a una Gina de todos modos así que en realidad no puedo
agarrármelas con él.
No tengo la oportunidad de reflexionar sobre su pregunta o incluso
tratar de averiguar cuál será mi respuesta. Una mano aparece delante de
mí y una voz familiar y rica dice:
—¿Baila conmigo?

Página 46
9 DE AGOSTO, 11:37 P.M.

L
evanto la mirada y veo a Pete parado allí, sin sonreír, con la
mano todavía extendida.
—Uh, amigo, Jenny está conmigo —responde Kendall. Pete solo
pone sus ojos en blanco hacia Kendall y agarro la mano de Pete y me
levanto del regazo de Kendall. El mundo comienza a girar fuera de control
y estoy a punto de caer pero Pete me sostiene.
—Vamos, Jenny. Hora de estirar un poco las piernas.
Me rio ante el uso que hace Pete del nombre que Kendall me dio.
—¿Puedes creer que el tipo no podía ni siquiera recordar mi nombre?
Continuaba a cada rato con: “Oh, Jenny. Fóllame Jenny. Eres tan caliente
Jenny”. —Sigo riendo porque “Jenny” es, como, ¡la palabra más divertida
de todos los tiempos!
La expresión de Pete se suaviza un poco, ofreciéndome una pequeña
sonrisa y me lleva a la pista de baile, con un brazo alrededor de mi
cintura. Ese simple contacto me hace más que cualquiera de los anteriores
avances de Kendall. Me siento viva, como si alguien hubiera encendido
todas mis terminaciones nerviosas. Oigo a Kendall protestar por detrás,
diciéndome todo tipo de nombres degradantes y el apretón de Pete en mí
se aprieta.
Cuando llegamos a la pista de baile, nos situamos en el borde y
pongo mis manos en las suyas y nos quedamos allí, mirándonos el uno al
otro. Sonrío, incapaz de no burlarme de él.
—¿Me estás acechando Ferro? Pensé que no te gustaba bailar.
¿Dijiste que era para maricas? —Mi sonrisa vacila y mi mente comienza a
vagar en territorio peligroso. Maricas… vaginas… gatos. ¡¡¡Estúpido, jodido,
tramposo, imbécil amante de los plug anales con cola de gato quien nunca
Página 47

realmente me amó en absoluto!!! Mi ira se enciende y mis ojos comienzan a


arder.
Pete no parece captar mi cambio de humor, porque responde con un
tono igualmente burlón.
—Sucede que me gusta la música en vivo y este club parece ser el
único lugar donde puedo verte mostrar tus bragas y escuchar música en
vivo al mismo tiempo. Por cierto, si no te importa mi pregunta, ¿qué
mierda hacías allá atrás con uno de esos estúpidos de STD?
—Intentaba echar un polvo. —Ahí está. Simple, directo, honesto.
¡Oh, mierda! ¿Acabo de decir eso?
—¿Dónde está Andrew?
—Anthony.
—Como se llame. ¿Dónde está y por qué estás tratando de acostarte
con toda la clase entera de pregrado en inglés?
—Espera, ¿cómo sabes que esos chicos tienen especializaciones en
inglés?
—Responde la pregunta, Gina.
—Esta noche es Jenny. Y no. Querías bailar, así que cierra esa
perfectamente hermosa boca tuya y baila. Si no, vuelve con tu puta y yo
volveré con el mío.
Pete no responde; al menos, no con palabras. Con un tirón enérgico,
me jala hacia él y por un momento, el tiempo se suspende en la
competición de miradas más caliente y llena de odio del mundo. Comienza
a guiar con fuerza, recordando los pasos básicos que le enseñé la última
vez y agregando algunos suyos. Para alguien que no le gusta bailar, me
sorprende una vez más lo bien que es en ello. Su coordinación es
apropiada y sus caderas se balancean y ¡jodido infierno santo sus caderas
se balancean increíble! Sus movimientos no son tan avanzados como los
de Ricky, pero los movimientos que conoce, los ejecuta perfectamente.
Me gira hacia fuera y luego de regreso y llego chocando contra su
pecho. Me sostiene ahí por un par de segundos más de lo que debería,
arrastrando una de sus manos por mi cintura, hacia mis caderas. Con una
mano, eleva uno de mis muslos hasta su cadera, dejando que sus dedos
suban por mi muslo, debajo de mi falda, hasta que alcanza la parte
superior de mi muslo y toca mi piel. Cada lugar donde me toca está en
fuego y no puedo evitar recordar cómo, procediendo de alguien más,
exactamente ese mismo toque no hizo nada por mí hace unos momentos.
Página 48

Su pulgar acaricia la piel justo por encima del borde del dobladillo de
encaje en la liga y su mirada se hunde y mira hacia abajo a lo largo de mi
cuello, hacia el escote de mi vestido.
Cuando me mira de nuevo a los ojos, los suyos están llenos de
lujurioso calor y le sonrío. Cuando regresa a la expresión lúdica, nuestra
danza pasa rápidamente de la furia al coqueteo. Trato de alejarme de él,
pero rápidamente me alcanza y me sorprende volteándome, como Ricky me
enseñó esa primera noche. Cuando aterrizo, Pete me da media vuelta y me
mantiene cerca. Mi espalda presionada a su pecho. Sus brazos están
envueltos alrededor de mí sosteniéndome allí, una mano apenas debajo de
mi garganta y una en mi cadera, las puntas de sus dedos peligrosamente
cerca de donde quiero que me toque. Su pesado pecho presionando en la
parte superior de mi espalda y definitivamente puedo sentir algo muy duro
presionar contra mi trasero. Está excitado y eso me está haciendo ansiarlo
más. Empuja suavemente mi cabello hacia atrás con la punta de su nariz,
su aliento caliente en mi piel. Inclino mi cabeza hacia un lado, queriendo
darle un acceso más fácil a mi oído o cuello, a donde sea que esté yendo.
Demonios, puede tener ambos si quiere, siempre y cuando haga algo.
—¿Estás intentando matarme con esa ropa interior tuya? —gruñe en
mi oído.
Su tono, sus palabras, su aliento en mi mejilla, es demasiado. Mis
huesos se derriten.
—No la usé para ti. Y para que sepas, eso es sólo una parte. Es una
pena que nunca estás interesado en terminar lo que empiezas. Te estás
perdiendo la mejor parte, Ferro.
Cuando me vuelve a girar para enfrentarlo, me retiene en el lugar
firmemente en sus brazos. Pongo ambas manos sobre su pecho y puedo
sentir sus músculos firmes debajo de la tela empapada que se aferra en su
piel. Subo sobre las puntas de mis pies y levanto mi cara hacia la suya,
tratando de acercarme. Él se inclina hacia abajo, con ambas manos en mi
espalda, sosteniéndome cerca y nos quedamos allí, mirándonos el uno al
otro. Ambos estamos respirando duro y rápido por el baile, haciendo que
nuestros pechos se presionen el uno al otro. Una de las manos de Pete
sube por mi espalda para acunar mi nuca, sus dedos enredados en mi
cabello y me mira, como si se estuviera preparándose para besarme. Sus
labios se separan y se inclina hacia abajo sólo otro centímetro. Él va a
besarme, simplemente lo sé. Estamos a sólo unos milímetros de distancia.
Puedo probar su aliento en mi boca y quiero desesperadamente sentir la
Página 49

suavidad de sus labios en los míos. Quiero ese beso tan mal.
—Esta no eres tú. No puedo dejar que te hagas esto a ti misma.
¿Dónde está tu novio, Gina?
Muerdo mi labio inferior y luego sonrío maliciosamente al
comprender que nada me está reteniendo. Soy libre.
—¿Qué novio?

Continuará…

Página 50
Esto no puede estar sucediendo.
Tal vez salir disparada al club y
embriagarme fue una mala idea, pero
no podía soportar todo lo que ocurrió.
Todo lo que quería, era olvidar por un
rato. Después de bailar con el hombre
equivocado toda la noche planeé
olvidar todo lo que me preocupaba
mientras rodaba en su cama. El
problema es que el hombre es Pete
Ferro y yo soy yo. Es un plan horrible
volverse pecaminosa y sudorosa con él,
pero es exactamente lo que necesito.
Una noche sin conexiones, sin
preocupaciones, y un hombre que no
esté detrás de mi dinero o mi familia.
A la mierda. Voy a probar suerte.

Life Before Damaged: The


Ferro Family #5

Página 51
H.M. Ward nació en
Nueva York, y vive en Texas.
Estudió teología, ciencia que le
fascina. Le encantan las
historias que combinan la
teología, la cultura y la vida.
Siempre le ha gustado
crear. Desde pequeña ama
escribir y pintar. Opina que
ambas se complementan entre
sí en su mente. Dice: ¨Mis
palabras se extienden como la
pintura sobre el papel, y me
gusta recrear un encuentro
emocional entre el lector y la
experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la
suerte de encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y
melancólicas y la música. Toca el violonchelo, y competía cuando era más
joven.

Página 52
Traducción
Pau Belikov

Corrección, recopilación y revisión


LizC

Diseño
Cecilia.

Página 53
Página 54

También podría gustarte