Está en la página 1de 148

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene
costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus
redes sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e
incluso haciendo una reseña en tu blog o foro.

2
Sinopsis
E
l hogar no se supone que sea peligroso, pero para Sidney lo es.
Regresar a casa significa que tiene que enfrentar su pasado. No
se trata solamente del hombre que hirió a Sidney lo que hace
que sea horrible, sino la familia que no creyó en ella. Estaban muertos para
ella, pero ahora que su madre está muriendo las cosas parecen diferentes.
Es una oportunidad de arreglar las cosas.
Lo que Sidney no se da cuenta es que está arrastrando a Peter en un
curso de colisión con su pasado. Peter debe hacerle frente a los demonios
persiguiéndolo si quiere seguir adelante con Sidney. Está dispuesto a
renunciar a todo por ella, incluso internarse más profundamente en su vida
pasada para ayudarla a seguir adelante. Pero Peter no está seguro de si
pueda superar lo que le sucedió en Nueva York.

3
1
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

D
espués de que Sam se va, Peter recoge su teléfono celular. Su
mirada se levanta y se encuentra con la mía. Es como si su
corazón estuviese atrapado en su garganta. Está pensando
algo, pero no sé qué. Esos ojos zafiro bajan mientras Peter mira hacia el
teléfono acunado en su mano.
—Nos tomaremos nuestro tiempo para salir de aquí y poner un poco de
distancia entre tú y Dean. Tengo que hacer una llamada y luego podemos
resolver los detalles. ¿De acuerdo? —Cuando por fin mira hacia arriba, me
da la sensación de que Peter no me está diciendo algo.
—¿A quién estas llamando?
—A mi hermano. Tengo que preguntarle algo. —Peter gira bruscamente
con determinación en su rostro. Sus rasgos se endurecen, y ya no se ve
4 como el hombre que conozco.
No curioseo y me detengo en la puerta escuchando esa llamada
telefónica. Hay algo entre él y su hermano, viejas cicatrices tal vez. No quiero
hacer la vida de Peter más difícil. ¿Tal vez debería irme? Quiero decir, esta
no es su lucha. Es mía. Sólo porque fallé completamente la última vez no
significa que voy a conseguir que maten a golpes esta vez. Echo un vistazo
hacia mis manos, las cuales están cubiertas de costras. Maldición. No sé qué
hacer. Echo un vistazo atrás hacia la habitación de Peter.
La decisión es tomada de mí cuando se abre la puerta y Peter sale.
Tensión se alinea en su cuello y hombros. Su mandíbula se mueve de lado
a lado como si la conversación que acababa de tener lo cabreó. Sus ojos se
levantan del suelo y encuentran los míos.
—Mi hermano es un idiota.
Le sonrío.
—Él mío también.
Peter me mira por un momento y suspira. Se pasa las manos por el
cabello y se endereza. La ira que estaba allí desaparece, pero no
completamente.
—Necesito contarte algo. —La forma en que lo dice hace que mi
estómago se hunda. El tono, la forma en que aparta la mirada de mí envía
un escalofrío por mi espalda. Las palabras cuelgan en el aire como un mal
presagio.
Peter agarra mis manos y me tira sobre el sofá. Al principio, estamos
sentados uno junto al otro y está sosteniendo mi mano, pero es como si no
pudiese quedarse quieto. Peter está sobre sus pies momentos más tarde,
paseándose. Cada pocos segundos trata de decirme algo, pero no puede
elegir las palabras adecuadas. Peter hace un sonido agravado en el fondo de
su garganta mientras aprieta su mandíbula. Cuando se vuelve y me mira,
sé que hay algo mal.
Los labios de Peter se separan mientras mira fijamente hacia mí.
—No quiero hablar de esto, no ahora, pero tienes que saber algo acerca
de mí. —Traga saliva y mira hacia otro lado.
Me empujo fuera del sofá y camino hacia él.
—Puedes decirme cualquier cosa. —Cuando toco su brazo, Peter se
estremece. El movimiento es muy sutil, pero dice mucho. Me pone nerviosa.
¿Por qué está actuando de esta manera? Bromeo para tratar de aligerar su
humor—. No eres el que puso la ardilla fuera de la ventana del baño,
¿verdad?
Peter suelta una risotada sorprendida y me mira. Me toma en sus
brazos y me jala contra su pecho. Se siente tan bien, tan seguro. Besa la
cima de mi cabeza.
5 —¿Sabes algo acerca de la familia Ferro?
Su pregunta me confunde, pero asiento.
—Síp, ¿quién no lo hace?
—Dime lo que sabes. —Doy un paso atrás y lo miro a la cara, pero no
aclara nada.
Oh- ¿De acuerdo? Esta parece una pregunta extraña, pero le contesto
de todos modos.
—Bien, tienen más dinero en sus bolsillos que Scrooge1 tiene en su
arcón de dinero. La madre es una persona estricta, el padre es un jugador
con una nueva amante cada dos semanas y los tres hijos parece que no
pueden mantenerse fuera de problemas.
»El más joven, Jonathan, estuvo en el periódico el otro día por hacer
algo estúpido, pero la mayoría de la gente se olvida de eso y quedan cegados
por su encanto; y su aspecto. El hermano mayor, Sean, está distanciado; al
menos eso es lo que dice el periódico. Lo mismo ocurre con el hijo del medio.
—No tengo ni idea de a dónde va con esto. Dejo de hablar y espero a que me
dé una pista, pero no lo hace.
—¿Qué más has escuchado?

1 Scrooge: nombre del protagonista de la novela Cuento de Navidad de Charles Dickens. Al


principio de la novela es un hombre de corazón duro, egoísta y al que le disgusta la Navidad,
los niños o cualquier cosa que produzca felicidad.
—En realidad nada. Probablemente las mismas cosas que escuchaste.
—Lo dudo, pero continúa.
Le doy una mirada extraña y pienso en el pasado.
—El hermano mayor fue acusado de matar a su esposa. Él estuvo en
las noticias durante mucho tiempo hasta que se libró. Después de eso, Sean
dejó a la familia y se alejó de todo ese dinero. Los periódicos comenzaron a
llamarlo la maldición de la fortuna Ferro o algo así. Después de que el
hermano mayor se fue, el siguiente heredero era Pete Ferro. Unas semanas
más tarde, él se estaba proponiendo a su prometida en el Rockefeller Center
y… —Dejo de hablar. Mis ojos se abren como platos.
El agarre de Peter en mis manos se tensa.
—Dilo. Termina la historia, Sidney.
Tragando con dificultad, sigo porque no puede ser, no importa cómo de
sorprendentes son las similitudes.
—Y ella fue asesinada. Pete fue apuñalado en el costado. Él pareció
andar sin rumbo por un tiempo, sin tener interés en nada, hasta que un día
desapareció. Se alejó de la fortuna Ferro por completo.
Mientras nuestros ojos se traban me doy cuenta de que esta es su
historia. Mi mandíbula se estremece y no sé qué pensar. Una parte de mí
6 quiere gritarle por no decirme que es el jodido Peter Ferro, pero la otra parte
tiene miedo. Los hermanos Ferro tienen una reputación, y él es uno de ellos.
Me quedo parada ahí demasiado tiempo y dejo escapar:
—Eres Pete Ferro.
Está mirándome; sus ojos azules clavados en los míos. Peter asiente
lentamente. Frota su pulgar sobre la palma de mi mano.
—Síp, lo soy. —Parpadeo, demasiado sorprendida para hablar—. No es
algo de lo que hablo. Es parte de mi pasado, Sidney. Cuando perdí a Gina,
me alejé de todo. Sean se había ido y mis padres no son exactamente útiles.
La solución de mi madre para todo es ver a un psiquiatra. He intentado eso.
Decidí que la mejor manera de seguir adelante con mi vida era empezar de
nuevo, así que lo hice. Tomé el apellido de Gina y terminé mi trabajo
doctoral. —Se encoge de hombros como si no fuese un gran problema—.
Luego vine aquí y te conocí.
—¿Tú eres el hermano de Sean Ferro? —Él asiente. Se siente como que
estoy perdida en un sueño, siendo succionada más y más profundo—.
¿Cómo? ¿Cómo pudiste…? —Vacilo. No sé qué decir. No puedo decir lo que
está corriendo a través de mi mente. ¿Cómo pudiste ayudar a encubrir a un
asesinato? ¿Cómo puedes estar relacionado con alguien así? ¿Cómo puedes
ser Pete Ferro, el jugador, que es igual que su padre?
La gente decía que Peter no amaba a Gina, que era una fusión
matrimonio/negocio, pero eso no es cierto. Peter la amaba. Lo escucho en
su voz. Esa noche lo persigue.
—Lamento no habértelo dicho antes de ahora. No quería que ellos me
encontraran. Quería una oportunidad para empezar de nuevo. Puedes
entender eso.
—Esto no es lo mismo. ¡Lo que yo hice no es lo mismo! Huí de alguien
que me estaba haciendo daño. ¿Cómo pudiste ayudarlo? —¿Cómo pudiste
ayudar a tu hermano a encubrir el tratar brutalmente a su esposa? La
pregunta se aloja en mi garganta. No puedo escupirla porque golpea
demasiado cerca de casa. Algo encaja dentro de mi mente. Me siento
embaucada, como si él me hubiera engañado. La percepción pública de Peter
no tiene nada que ver con el hombre del que me he enamorado. Uno de ellos
es falso, pero no sé cuál. Hace que mi corazón se acelere, y me temo que lo
he perdido, que Peter nunca fue realmente mío; ese Peter no existe.
Arranco mis manos de su agarre y empiezo a retroceder. La expresión
en su rostro no es reconfortante. Peter no me corrige, lo que lo hace peor.
»¿Quién eres tú? ¿Te conozco en absoluto?
—Sidney, me conoces…
—Entonces, ¿por qué se siente como si no lo hiciera? ¿Por qué se siente
como que me has estado mintiendo todo este tiempo? —Las lágrimas hacen
7 que mis ojos piquen, pero no las dejo caer—. Tengo que pensar. Me tengo
que ir.
Peter se dispara en frente de mí y bloquea la puerta.
—No puedo dejarte ir. No con Dean ahí afuera esperándote.
—¿Estoy realmente más segura aquí?
Peter se estremece como si le hubiera abofeteado. Da un paso lejos de
la puerta y la abre.
—Tú sabes quién soy mejor que nadie. Los nombres no importan, no
para mí. Si crees que te he engañado en todo, y que he estado mintiéndote
desde el principio, entonces camina por esa puerta y no vuelvas. —Su
mirada se estrecha mientras espera que decida.
No sé qué pensar, y no puedo creer que me diga eso. Estoy hablando
sin darme cuenta de lo que estoy diciendo. Es todo instinto, y en ese mismo
momento se siente como si hubiera estado girando en un Gravitron durante
veinte años.
—Los nombres significan algo, Peter, o no habrías ocultado el tuyo de
mí. No eres el hombre que yo creía que eras. Ni siquiera puedo… —Niego
con la cabeza y me empujo más allá de él.
Salgo por la puerta y vuelo por la escalera. No me detengo. Peter llama
por mí desde el rellano de arriba. Salto en el auto y salgo del estacionamiento
lo más rápido que puedo. Necesito pensar, pero no puedo. Todo lo que sé
acerca de Peter Ferro choca con todo lo que sé sobre Peter Granz. Nada
encaja; no hay un hilo, ninguna continuidad. Mi mente se devana, en busca
de un hilo, cualquier cosa, cuando se engancha en algo que Peter hizo. En
ese momento pensé que estaba bien, pero asegura a Peter a su pasado,
uniéndolos. Son las amenazas susurradas a Sam y la forma en que mi
hermano se puso blanco como el papel. Las cosas que la familia Ferro puede
hacer, que han hecho, hace que mis lágrimas se transformen en grandes y
feos sollozos.
Me detengo en un estacionamiento y golpeo mis manos en el volante.
Otro mentiroso. Otro hombre que me hizo pensar que es una persona y luego
resulta ser otra. Se siente como si mi corazón ha sido arrancado de mi
pecho. No puedo respirar. Inclino mi cabeza hacia atrás y grito. Si Peter
hubiese dicho cualquier otro nombre de familia, yo sería estúpida por
alejarme; pero él dijo Ferro. Esa familia está tan jodida. No me hace sentir
lástima por Peter; me hace sentir burlada. Él me usó. Peter tejió una red de
mentiras y me tendió en el centro.
Peter ha estado mintiéndole a todo el mundo acerca de todo. Me
pregunto si Strictland sabe quién es en realidad, si lo descubrió cuando lo
contrató. Yo nunca los habría puesto juntos. El Pete Ferro que recuerdo de
los innumerables avistamientos era maleducado, grosero, y nada como el
hombre con el que he pasado los últimos tres meses.
8 He terminado con esto, he terminado con él. No puedo aceptar la pena.
No puedo.
No lo haré.
2
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

C
uando estaciono en frente de la residencia de estudiantes, Millie
está de pie allí con mi maleta ya hecha. Da un paso hacia el
coche cuando me detengo. Después de lanzar mi bolso en el
asiento trasero, dice:
—¿Estás segura de que quieres ir en auto hasta allí sola? —La
preocupación cubre su rostro. Asiento. No confío en mí misma para hablar—
. Puedo ir contigo. Sólo tengo que terminar mi trabajo trimestral y podemos
ir. O puedo ir ahora y pedir al profesor una extensión. No deberías ir sola,
no con tu madre enferma.
—He conducido sola antes. Voy a estar bien, Millie. Termina el semestre
y diviértete con Brent.
La boca de Millie se abre, pero no dice nada más. Cuando cambia el
9 tema, me siento sorprendida.
—¿Dónde está el Dr. Granz?
—No me importa. —Mi agarre del volante se aprieta.
—¿Qué debería decirle cuando venga a buscarte?
Echo un vistazo hacia ella, suspicaz.
—¿Cuando venga a buscarme? ¿Qué te hace pensar que va a venir?
—Brent estaba con un grupo de chicos en el campo Intramural anoche.
Dijo que algo sucedió, que el Dr. Granz estaba allí. La universidad dijo que
él inició una pelea. —Traga con dificultad—. Se rumorea que tú eras la razón
por la que estaban peleando.
Agarro mi cabeza con mis manos y cierro los ojos. Extingo toda la luz,
el dormitorio, el ruido, y trato de dejarlo afuera. Por supuesto que la gente
pensaría eso. Todo el mundo pensaba que estuve jodiendo con mi profesor
durante todo el año. Bien. Lo que sea.
—Sidney… —comienza Millie.
La interrumpo y agarro sus manos a través de la ventanilla. Es un gesto
normal, algo que hago para mantener a Millie centrada cuando estoy
diciéndole algo importante. Ni siquiera pienso en ello.
—No fue así, ¿de acuerdo? Cree lo que quieras, pero no fue… —Las
palabras se secan en mi garganta cuando Millie agarra mis muñecas y gira
mis palmas.
Sus ojos tienen esa mirada conocedora cuando se encuentra con la
mía.
—Sidney, ¿qué pasó? Parece que trataste de arrastrarte a través de una
pared de ladrillos.
Tiro de mis manos hacia atrás y empujo mi cabello fuera de mi cara.
—Nada. —Mi mandíbula se cierra. Quiero irme. No quiero hablar de
ello. No quiero decirle nada. No hay una sola explicación. Una respuesta
genera veinte preguntas más, y no quiero que ella sepa lo que Dean me hizo.
—Eso no es nada.
—Me caí, ¿de acuerdo? Anoche cuando salí de inglés, me caí.
—Entonces, ¿qué pasa con Granz? La gente dice que él…
—Millie —la interrumpo—. Me tengo que ir. Te llamaré y te contaré, ¿de
acuerdo?
Ella asiente, lo que hace que sus rizos rubios se balanceen hacia un
lado y otro.
—Bien, pero creo que estás siendo estúpida. —Ella lo deja abierto, como
si yo fuera estúpida para muchas cosas.
—Te echaré de menos, también. Nos vemos a tiempo para la sesión de
10 verano, ¿de acuerdo? —Millie asiente y se aleja del coche. Se supone que
tomaremos una clase sobre feminismo juntas este verano. Le rogué que la
tomara conmigo, lo que significa que si no estoy de vuelta con mi trasero en
una silla en veintidós días, Millie me matará.
—Más te vale. De lo contrario, me convertiré en una feminazi y serás
mi perra. —Me guiña el ojo de una manera claramente del sur, lo que quita
lo mordaz de sus palabras.
Eso me hace reír.
—Lo seré. Te voy a llamar una vez que me ponga en marcha.
—Bien, pero no me envíes textos mientras conduces a ciento veinte
kilómetros por hora. No quiero decirles a todos en mi elogio que actúas
realmente estúpida a veces. Y, Sidney…
Resisto la urgencia de rodar mis ojos.
—¿Síp?
—No importa lo que esté pasando contigo, siempre cubriré tú espalda.
Lo sabes, ¿verdad?
Aw mierda. Millie me da unos grandes y gordos ojos de ternero. Entre
mis manos, mi estado de ánimo, y los rumores sobre Peter, ella sabe que
algo está pasando.
—Bien —me quejo—. Entra, pero si pides orinar cada cinco segundos,
te dejo al costado de la carretera. —Millie chilla y rebota en el asiento—. ¿No
necesitas ropa?
—Psh. —Agita una mano hacia mí y sonríe—. Ya está en tu maleta. ¿En
serio crees que te haría hacer esto sola? Sé realista. —Millie jala el cinturón
de seguridad a través de su regazo mientras me regaña.
—Linda verborrea de los noventa.
—Chúpala.
Las dos nos empezamos a reír mientras me alejo. Estoy tan
emocionalmente frita y realmente quiero estar sola, pero Millie tiene razón;
no debería tratar de hacer esto por mi cuenta. Tal vez ayude tenerla
conmigo.
Es extraño; una vez esta pequeña ciudad fue mi refugio, pero ahora me
está estrangulando. Quiero poner distancia entre Peter y yo lo más rápido
posible. Mi estómago se retuerce de pensar en él. No puedo creer que es un
Ferro. No puedo creer que mi vida se haya vuelto tan desordenada tan
rápido. Ver a Dean fue bastante malo. No puedo esperar a llegar a la
interestatal y largarme de aquí.

11
3
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

H
ay una larga franja de nada entre la universidad y la siguiente
ciudad. Estoy perdida en mis pensamientos cuando Millie
finalmente dice:
—Entonces, ¿vas a decirme lo que pasó anoche?
Echo un vistazo hacia ella por el rabillo de mi ojo.
—Realmente no quiero hablar de ello.
—Está bien, entonces dime otra cosa. ¿Qué pasa contigo y el profesor
Caliente? Me refiero a que, quiero llegar a eso…
—¡Oh Dios mío! —Pongo los ojos en blanco. No puedo evitarlo.
Agarrando el volante con más fuerza, pienso rápido. Tal vez debería contarle.
Eso es mejor que hablar de Peter. Maldito sea. Todavía no puedo creer que
me mintió. Dejo escapar un resoplido de aire—. Bien. Anoche el imbécil de
12 mi ex-novio apareció y trató de llevarme a rastras. Me caí y el pavimento no
estuvo de acuerdo con las palmas de mis manos, ¿de acuerdo?
Su mandíbula cuelga abierta.
—¡Mierda, no! Nada bien. ¿Qué novio? ¿Por qué te arrastraría por el
estacionamiento? —Arroja un montón de otras preguntas hacia mí hasta
que la interrumpo.
—Dean. Salíamos en la escuela secundaria. Salir es la palabra
equivocada. —Trago con dificultad. Mi garganta está tan tirante. Los
recuerdos se apresuran de regreso, y es todo lo que puedo hacer para
calmarlos y controlar mi voz—. Él me violó. No quiero hablar de ello, pero
pensé que deberías saberlo. —Lo más probable es que Dean y Sam estén
siguiendo la misma ruta para salir de Texas, a menos que tomaran un
camino rural, lo cual es dudoso.
La mandíbula de Millie está colgando abierta. Lentamente, la cierra
mientras sus ojos se ponen vidriosos, y presiona su palma en mi brazo.
—Sidney, no tenía ni idea…
Si llora, voy a llorar. Chasqueo hacia ella sin querer.
—No te disculpes. Odio cuando la gente se disculpa. No cambia nada.
Por eso nunca hablo de ello, ¿de acuerdo? —Ella se ve como si la hubiese
golpeado con una tabla, sentada rígida en el asiento, menea su cabeza en
un movimiento afirmativo.
»Lo siento, Millie. Yo simplemente no sé qué hacer. Dean era todo.
Pensé que me amaba. No sé lo que pasó. En un minuto las cosas estaban
bien, y luego no lo estaban. Suena estúpido, pero ni siquiera estaba segura
de si sucedió. No fue sino hasta un par de veces después. Cuando Dean me
encontró anoche, él estaba aquí con mi hermano. Le conté a mi familia antes
de venir aquí, pero no me creyeron. —Me pregunto si ella me cree. Hace que
mi mandíbula se cierre y mis palabras se detengan. No puedo derramar mis
tripas a las personas que no tienen fe en mí. No puedo confiar en ellas en
absoluto. No después de todo lo que pasó. Se siente como que hay un saco
de arena en mi pecho. Apenas puedo respirar.
Ella me da una sonrisa triste y mira por la ventanilla.
—Yo como que sé lo que quieres decir. No es lo mismo, pero salí con un
chico cuando llegué por primera vez aquí. Quería demasiado, demasiado
rápido. Yo no quería seguir adelante, pero él no iba a dejarme parar. —Hace
una mueca y sé que está recordándolo.
—Uh, Millie. Esa es la misma cosa, a menos que no le dijeras que no.
—Le dije que no. —Está en silencio una vez más.
Quiero golpear algo. No puedo creer que esto le pasó a ella. Todo este
tiempo pensé que estaba sola. Pero no entiendo cómo ella coquetea y actúa
como si nada. Mi reacción me hace cerrarme y apartar a la gente. Los quiero
13 a una distancia segura. Millie es toda sonrisas y risitas vertiginosas. Actúa
como si nada malo le hubiera pasado. Santa mierda, estaba equivocada. El
impulso de decir lo siento me golpea, pero no lo digo porque no me gusta
cuando la gente me lo dice a mí.
—¿Lo viste de nuevo?
—No. Él no creyó que yo valiese la pena el esfuerzo.
—Qué imbécil. ¿Lo denunciaste?
Me da una mirada extraña.
—¿Y qué digo? ¿Yo casi tengo sexo con un chico cuando él decidió tener
sexo conmigo? No, no lo denuncié. Fue mi culpa. No debería haber salido
con él en el primer lugar. Lo conduje a ello.
—Millie, ¿hablas en serio? No es tu culpa. ¿Cómo es tu culpa?
Ella sonríe suavemente y me mira por el rabillo del ojo.
—¿Me estás haciendo en serio esa pregunta? Sabes cómo se siente. La
lógica no asume exactamente el control, y es más fácil admitir que cometí
un error que… —Ella niega con la cabeza y mira por la ventanilla.
Estoy en silencio por un momento. Todo entre Millie y yo cambia en
cuestión de segundos. Ella entiende esto de una manera que nadie más lo
hace.
—Sé lo que quieres decir, pero es más difícil admitir ser dominada así.
Yo solía pensar que las mujeres y los hombres eran iguales en todos los
sentidos, justo hasta que comenzó a suceder. Mi mamá ama a Dean y miró
hacia otro lado. Toda mi familia lo hizo. Mi hermano pensó que yo sólo
estaba tratando de llamar la atención. Esta mañana Sam parecía
preguntarse realmente si yo había estado diciendo la verdad.
—¿Qué le hizo hacer eso?
—Peter. Peter lo hizo. Él tiene una manera de decir las cosas. —Peter
Ferro, no mi hermoso Peter Granz. Peter Granz no existe.
Siento la mirada de Millie sobre el costado de mi cara y miro hacia ella.
—Lo tienes tan mal.
—¿Qué? —Me retuerzo en mi asiento y río nerviosamente—. Yo no…
—Niégalo todo lo que quieras, pero tienes un serio flechazo por el
profesor Peter. Sr. BailoSwing. Sr. TraseroSexy. —Ella sonríe
maliciosamente y me hace un gesto grosero.
—¡Millie! ¡No puedo creer que hayas hecho eso!
Millie ríe histéricamente y se apoya en la puerta.
—Amiga, te das cuenta de que no tiene gasolina, ¿verdad?
—Iba a conseguir un poco cuando lleguemos a Dallas.
14 —Bueno, no voy a empujar el auto cuando nos quedemos sin gasolina.
Será mejor que pares en la próxima salida. Además, quiero un bocadillo. Me
muero de hambre. Me salté el almuerzo para evitar que mi lunática
compañera de cuarto conduzca a través del país sola. Ella está tan loca. No
tienes ni idea.
—Y tienes que hacer pis.
—Y podría necesitar empolvar mi nariz. Eres tan burda, Sidney.
—Lo intento.
Sacudo mi cabeza y salgo de la carretera interestatal. No hay mucho
entre la universidad y Dallas, excepto tierra plana y seca, y ganado disperso.
Árboles Mesquite sobresalen del suelo seco periódicamente con sus ramas
luciendo como dedos marchitos. No hay muchos lugares para parar y mi
tanque no está lleno, así que decido que Millie tiene razón y me desvío.
Empujar el coche con treinta y ocho grados apestaría.
Rodamos hasta detenernos frente a una estación de servicio que tiene
un millón de años de antigüedad. Las bombas no tienen lectoras de tarjetas
de crédito, así que tengo que entrar.
—Esto en cuanto a pagar en la bomba —murmuro, y sigo a Millie hacia
la puerta.
Ella salta delante de mí y hace una línea recta hacia el cuarto de baño.
El interior de la estación de servicio se supone que es rústico, pero sólo se
siente sucio para mí. Hay estantes de comida y máquinas de refrescos. Un
empleado viejo con un bigote tipo manillar está sentado detrás de la caja
registradora. Él no parece parpadear. Me pregunto si está durmiendo con
los ojos abiertos.
Cuando doy un paso hacia el mostrador y levanto mi mirada, miro
alrededor rápidamente. Hay una mujer comprando pan, y detrás de ella,
una fila más allá, hay otra única persona en la tienda. Nuestros ojos se
traban y nos vemos uno al otro al mismo tiempo. Mi corazón late más fuerte
y rápido mientras mi estómago entra en una caída libre.
En ese momento, todo cambia.

15
4
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
sos ojos verdes solían atormentarme cada vez que me iba a
dormir. Siento mi cuerpo tensarse. Recuerda lo que Dean me
hacía con la más mínima provocación. Dean destella esa sonrisa
hacia mí, la que es todo arrogancia y encanto. Camina por el pasillo y viene
hacia mí. Estoy congelada en el lugar. Es como anoche de nuevo. La
conmoción de verlo cuando no lo había esperado me descoloca. Nunca nadie
se detiene aquí. Está muy cerca de la ciudad, pero mi hermano y Dean no
sabrían eso.
Mi pulso se incrementa con cada paso que da hacia mí. Mis dedos se
crispan a mis lados mientras los músculos se tensan, listos para pelear.
Pero Dean no quiere una pelea, no en un lugar público como este. Hay
demasiada gente alrededor. Dudo que Dean vaya a hacer algo. El hombre
parece convertirse en un monstruo sólo por la noche, aunque estoy segura
16 de que si pudiese conseguirme sola ahora él felizmente lo recogería donde lo
dejó.
Dean se detiene frente a mí.
—Hey, nena. —Parece tan malditamente normal. No hay nada
estampado en su cara que diga lo contrario. Desearía que lo hubiese.
Desearía haberlo sabido.
La gente puede tener dos caras así. Una imagen de Peter parpadea
detrás de mis ojos. Qué se jodan. No necesito a nadie.
Vuelvo a mi misma. La ira me libera, y el miedo se escurre lejos.
—No me llames nena, y si das un paso más cerca…
Dean me da una sonrisa de lado y se acerca.
—¿Tú qué, Sidney? Vamos. Los dos sabemos que no lo tienes en ti. —
Él está a un suspiro de distancia de mí. Dean desliza su mano sobre mi
cintura y se inclina más cerca, susurrando en mi oído—. Sólo espera a que
lleguemos a casa y te tenga sola. He aprendido algunos trucos nuevos
mientras no estabas. —Cuando retrocede, estoy congelada en el lugar. Mi
cuerpo está cubierto de una sábana de sudor helado, mientras mi
respiración se engancha en mi garganta.
Millie me salva. Ella rebota detrás de mí con una bolsa de Doritos en
una mano y una lata gigante de té en la otra.
—Deja de recoger chicos calientes en la gasolinera. Ya te dije que a ellos
no les gusta viajar en el maletero. —Levanta la vista hacia Dean y sostiene
su mirada mientras me dice—: La pala lo golpeará en la cabeza cada vez que
golpees un bache.
Asiento como si ella tuviese razón. Millie agarra mi brazo y sigue
hablando, pero esa mirada en los ojos de Dean me asusta. Apenas estoy
respirando mientras esperamos en la fila para pagar por los objetos en
manos de Millie. Se inclina cerca de mí y ríe, como si yo hubiese dicho algo
gracioso. Ella está nerviosa. Su voz está demasiado tensa. Es como si
hubiera descubierto lo que sucedió sin que yo diga una palabra.
—Es él, ¿no? ¿El chico de anoche? ¿Tu ex? —Asiento y sonrío. Por lo
menos trato de sonreír. Mi cara se siente como si estuviera usando una
máscara de una semana de antigüedad que se volvió de plástico. Millie ríe
de nuevo y se inclina hacia mí—. Vamos a pagar por esto y largarnos de
aquí.
La fila se mueve lentamente porque nadie está apurado. Me vuelve loca.
La gente se materializó después de que entramos y nos ganaron en el
mostrador. Millie sigue charlando mientras yo miro alrededor, en busca de
Sam. No hay rastro de él. Echo un vistazo por el rabillo de mi ojo, en busca
de Dean. Siento sus ojos en mi nuca, pero no puedo verlo; no sin girarme.
No quiero hacer eso.
17 Es finalmente nuestro turno. Millie pone sus cosas en el mostrador, y
Amigo Bigote nos hace la cuenta. Millie paga, y nos dirigimos hacia el coche.
Echo un vistazo por encima de mi hombro y veo a Dean observándome
mientras salimos por la puerta. Él tiene sus manos en los bolsillos y está de
pie fuera de la tienda en la sombra. Agita una mano hacia mí.
—¡Hasta pronto, Sid! ¡No puedo esperar! —dice Dean en voz alta
mientras me meto en el coche.
Millie finalmente actúa como si algo está mal.
—Arranca el coche. Larguémonos de aquí. Él te está mirando.
Meto mis llaves en el encendido y giro. El coche ni siquiera trata de
arrancar. Mi mandíbula está apretada. Millie parece darse cuenta de esto,
al mismo tiempo que yo.
—Él le hizo algo al coche.
Trato de arrancarlo de nuevo, pero no hay energía. Mi garganta está
demasiado apretada, y todavía tengo escalofríos, aunque en el exterior hoy
está más caliente que en el infierno. Me siento más segura en el interior del
auto. No quiero salir, pero tengo que mirar debajo del capó. Se siente como
si estuviera en trance. El mundo ya no está girando. El tiempo se detiene.
No quiero sentirme así, y la única manera de hacer que se detenga es
alejarme de Dean.
Pateo la puerta abierta y salgo. Millie hace lo mismo. Abro de un tirón
el capó y miro mi batería. Uno de los cables está suelto. El cable está
desprendido y tendido en la parte superior de la caja plástica de la batería.
Siento su respiración en mi cuello, al mismo tiempo que su voz.
—¿Problemas con el coche, Sid?
—Déjame sola —gruño hacia Dean antes de girar sobre mis talones.
Camino hacia el maletero y agarro las herramientas que necesito para volver
a conectar el cable. ¿Quién hace este tipo de cosas?
Dean está sonriendo de oreja a oreja.
—Puedo arreglarlo por ustedes y comprarles el almuerzo, chicas lindas,
si lo desean.
—No. Vete. —Mi plan es ignorarlo, pero Dean no me dejará en paz.
Sigue rozándose contra mí, tocándome como si fuera un accidente. Me sigue
de nuevo hacia el capó y se empuja entre mí y Millie.
—Estamos bien —le dice Millie—. Deberías seguir tu camino.
—Oh, qué dulce. Tu pequeña amiga piensa que puede protegerte. ¿Qué
pasó con el profesor?
—Vete a la mierda, Dean, estoy enojada ahora. Lo odio. Odio todo
acerca de él, todo lo que me ha hecho. Mi vida habría sido muy diferente si
Dean no hubiese llegado. Le pasaría por encima con el auto si eso
restableciera todo, pero no lo hará.
18
Dean finge ofensa.
—¿Quién te enseñó a hablar así? Tal boca sucia en una chica tan
bonita. Justo de la forma en que me gusta. —Me sonríe. Millie hace un
sonido molesto. Dean la ignora. Mientras estoy bajo el capó, Dean desliza
su mano por mi espalda. Sus dedos se burlan en el borde de mi camisa y
rozan contra mi piel. El toque me hace saltar.
Ya no pienso, sólo actúo. Balanceo mi puño hacia su cara y grito:
—¡Déjame en paz!
Dean está sonriendo, actuando como si esto fuese un juego, hasta que
aterrizo un puñetazo en su mejilla. Ira parpadea en sus ojos. Él me da un
golpe de revés. La llave sale volando de mi otra mano. Millie grita, y puedo
escuchar al empleado viejo gritando, pero no hay palabras.
Dean agarra mi muñeca y empieza a tirar de mí a través del
estacionamiento.
—Camina o te haré desear haberlo hecho.
Trato de quitar sus dedos, pero no puedo. Me dejo caer al suelo con la
intención de hacer que me arrastre. Mis jeans salvan mi piel de ser rasgada
por las rocas y escombros esparcidos. Nadie me ayuda, bueno, nadie más
que Millie. Ella hace algo. Dean grita, y luego me suelta. Mi muñeca está
ardiendo donde me sostenía, y mi mano cruje abierta.
Salto a mis pies y levanto la vista a tiempo para verlo agarrar algo de
Millie y aplastarlo contra el suelo. Millie intenta tomarlo de regreso, pero él
la empuja con tanta fuerza que ella se cae. Millie está gritando. El viejo está
gritando. Y Dean está de pie frente a mí luciendo realmente cabreado.
—Métete en la maldita camioneta. Ahora.
Alguien grita que llamaron a la policía. Es la mujer con el pan. Ella ha
estado acercándose cada vez más y más, pero es demasiado vieja y pequeña
para hacer cualquier cosa.
—Será mejor que te largues de aquí, muchacho.
Dean escupe hacia ella. La mujer da un paso atrás. Dean sisea:
—Entra y déjanos terminar esto solos. Este es un asunto familiar. —
Suena totalmente razonable, pero sus acciones no concuerdan con sus
palabras. La mujer no se mueve.
Mi cuerpo está tan tenso que se siente como si los músculos se fueran
a romper. Este es un nuevo nivel de locura, incluso para Dean.
—Sidney, juro por Dios que voy a hacer que te arrepientas de esto. Tu
madre nos pidió que te buscáramos y actúa como una maldita perra… —Él
llega a mí cuando una voz retumba detrás de nosotros.
—Apártate de ella. —Cada cabeza gira. Medio espero ver a un policía,
pero no lo es. Aún no están aquí. Es Peter, y se ve increíblemente cabreado.
19 Los ojos de Millie se ensanchan, y su cabeza gira de ida y vuelta entre Peter
y Dean. Una parte de mí se siente aliviada de que Peter se presente, pero la
otra mitad no sabe cómo aceptar su ayuda. Por suerte para mí, no tengo
que decidir.
Dean piensa que Peter es el profesor tímido de la otra noche. No se da
cuenta que el hombre de pie en frente de él es un Ferro. Si Dean supiera,
huiría hacia el otro lado. Los Ferro son feroces, y Peter ha estado en más
peleas que sus otros hermanos combinados. No hay forma de ser así de rico
y no atraer la atención de los medios cuando te abres camino a los golpes
desde Manhattan a la isla Fire. El comportamiento imprudente de Peter dejó
atrás un rastro de personas a quienes les encantaría ver la caída de los
Ferro.
Dean da un paso delante de mí. Es un movimiento posesivo.
—Es mejor que vaya a casa y refrene su enamoramiento, Profesor, o…
Peter no se detiene. Camina a través del polvoriento estacionamiento,
directamente hacia Dean, tira su brazo hacia atrás y lo balancea. No es una
oportunidad apestosa, pero Dean no lo espera. Su cuello se tuerce hacia un
lado con el impacto. Peter no se detiene. Él no es el mismo hombre que era
anoche. Algo cambió. Justo cuando él da otra oscilación, Dean se mueve. El
lunático corre directamente hacia Peter, y Dean choca su hombro en el
estómago de Peter. Suena un uf, y los dos se mantienen en ello. Peter gira
alrededor rápidamente y logra agarrar a Dean por la garganta. Jala a Dean
cerca, así los labios de Peter están casi tocando la oreja de Dean. Los ojos
de Peter se traban con los míos mientras dice palabras que no puedo oír.
Los ojos de Dean se estrechan en rendijas mientas Peter lo estrangula,
susurrando amenazas; probablemente las mismas amenazas que hicieron a
mi hermano palidecer.
El viento caliente azota mi pelo lejos de mi cara. Lo aparto,
observándolos a ambos. No puedo creer lo que estoy viendo. Los músculos
de Peter están marcados. Su camisa está pegada a su cuerpo mientras gotas
de sudor ruedan por sus sienes. La mirada que Peter me da dice mucho,
pero esta versión de él me da miedo. Anoche Peter no luchó. Quiero saber
por qué. Pensé que no era un luchador, pero no ahora. Peter Ferro puede
protegerse a sí mismo y a cualquier persona que le importe. Nuestras
miradas se traban. Sólo un segundo pasa, pero se siente como toda una
vida.
Es cuando oigo el arma amartillarse. Me vuelvo para mirar en la
dirección del sonido. El viejo del bigote loco está de pie con una escopeta en
sus manos. Él la levanta para que Dean y Peter estén en su punto de mira.
El viejo escupe en el suelo, a continuación, jadea.
—Lleven esta locura a otro lugar. Ahora.
Peter luce enojado, pero libera a Dean. Ambos se separan, pero cuando
20 sus miradas se encuentran parece que quieren matarse uno a otro.
Dean se aleja con sus manos en el aire.
—No necesito esta mierda. —Camina a través del estacionamiento y se
desliza en la camioneta. El motor arranca, y él se aleja. Lo observo irse,
preguntándome dónde estaba mi hermano durante todo esto.
Peter y Millie me están flanqueando. Ellos se miran el uno al otro antes
de que el anciano deje caer su arma a su lado y camine hacia nosotros.
—No traigan problemas por aquí de nuevo. No son bienvenidos.
Pónganse en marcha.
La boca de Millie está colgando abierta.
—Nosotros no…
Peter niega con la cabeza hacia ella, tratando de hacer que se calle. Él
es amable con el hombre con el arma.
—Le pido disculpas. —Entonces Peter mira a Millie y dice—:
Deténganse en la próxima área de descanso. Las seguiré.
No discuto. Simplemente agarro el brazo de Millie y la empujo en el
auto. El viejo me está mirando como si todo el incidente fuese por mí. La
culpa sube hasta mi garganta, porque en el fondo se siente como que tiene
razón.
5
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

M
illie me mira fijamente con la mandíbula colgando abierta tan
ampliamente que puedo ver sus amígdalas.
—¿Viste eso? ¿Viste al Dr. Peter Granz, un maldito
profesor de inglés, patear traseros ahí atrás? —Millie mete un rizo detrás de
su oreja. Mira hacia atrás al auto negro siguiéndonos y saluda hacia Peter.
Él no devuelve el saludo. Hay un ceño fruncido en su hermoso rostro—. Oí
que le patearon el culo anoche. ¿Es cierto? Quiero decir, ¿qué diablos fue
eso? Él entró al estilo vigilante. Pensé que iba a romper a Dean al medio.
—Peter no se defendió anoche. Él no es… —Hago un sonido agravado
en el fondo de mi garganta. La señal del área de descanso dice que está a
unos cuantos kilómetros. No quiero parar. No quiero hablar con Peter.
—¿Él no es qué? Porque, santa mierda, eso fue tan impresionante que
21 no puedo dejar de apantallarme a mí misma. ¡Un hombre te rescató! —Se
dispara erguida en su asiento y se corrige a sí misma—. No, ¡espera! Él te
salvó dos veces. Sidney…
—Millie, Peter no es lo que parece…
Ella mira hacia atrás. Apreciación está sembrada por todo su rostro,
como si yo consiguiese al hombre que hace que todos los demás parezcan
monos.
—Lo sé…
—¡No lo sabes! Él no lo es. Maldita sea, Millie, presta atención. —Millie
se da la vuelta y me mira, quiero decir que realmente me da un vistazo.
Estoy tan molesta que podría arrancar el volante con mis manos—. Peter es
Peter Ferro. ¿Sabes lo que eso significa?
Sus ojos lentamente se hacen tan grandes como platos. Ella gira su
cabeza y mira hacia atrás al hombre que nos sigue.
—Santa mierda.
—¿Lo ves? —Es obvio una vez que sabes buscar; el pelo oscuro de los
Ferro, la fuerte mandíbula, los impresionantes ojos azules, y ese
temperamento. Todos los hombres Ferro lo tienen, y a los programas de
entrevistas diarios les encanta señalarlo.
Millie asiente.
—Se parece a las fotos que he visto. Todos lo han visto. Pete Ferro es
caliente. ¿Por qué está fingiendo ser un profesor?
—No sé lo que está haciendo. Escucha, no importa lo que diga en esta
parada de descanso, no me dejes sola con él. ¿Lo entiendes? Asiente y di
que sí.
Ella asiente y me da una sonrisa torcida.
—Bien, pero…
— Sin peros. Di que sí. No me importa lo que diga o lo que quiera que
yo haga. Si Peter intenta estar conmigo a solas, di que no. No te vayas. —La
desesperación inunda mi mente. Peter se había ofrecido a venir conmigo. Él
quería que yo llamase a la policía. Quería asegurarse de que yo estuviese a
salvo, y así es cómo me encuentra, en un estacionamiento en el medio de la
nada con Dean arrastrándome por el asfalto.
—Está bien, está bien. No te dejaré, cielos. —Una sonrisa maliciosa se
propaga a través de su cara—. Sabes lo que dicen de Pete Ferro; así que, ¿es
cierto?
Salgo de la interestatal y desacelero el auto. Hay una parada de
descanso con mesas de picnic y un pequeño edificio de ladrillo con baños.
—¿Qué es cierto?
Se ríe y se inclina más cerca de mí. Su mano sigue hacia su boca, como
si estuviera avergonzada.
22 —Su pene… ¿es tan grande como dicen?
—¡Millie! —Me detengo en un lugar de estacionamiento y pongo el coche
en punto muerto.
—No es que como si no lo hubieses oído antes. Pete Ferro, súper
amante de las supermodelos, y sus madres, y sus amigas, y su personal de
cocina, y…
—Síp, lo entiendo. Es un libertino.
—Es un fornido libertino que se lo ha hecho a todas las mujeres de
costa a costa. —Millie está sonriendo como una adolescente enamorada.
Mira hacia atrás a Peter.
—Cállate —le digo y abro de una patada la puerta del coche.
Millie salta fuera detrás de mí. Ella pone sus manos sobre el techo.
—¡Oooh! ¡Irritable! ¿Estás protegiendo su virtud?
Abro la boca, pero Peter me interrumpe.
—No tengo virtud. —La ventanilla de Peter está baja. Él escucha a Millie
mientras estaciona en el lugar junto a nosotras. Apaga el motor y sale. El
rostro de Millie se vuelve rojo remolacha—. ¿Ella te dijo quién soy? —Millie
asiente, pero no mira hacia él.
Peter camina alrededor del coche y viene directamente hacia mí. Se
detiene en seco, como si acabara de recordar lo que pasó cuando me fui.
—¿Estás herida?
Niego con la cabeza. Mi corazón late con fuerza. Pierdo toda mi bravura,
eso me enloquece. En mi cabeza estoy rugiendo como un león, pero sueno
como un ratón cuando en realidad hablo.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me seguiste?
Peter aplasta sus labios y luego me sonríe, como si estuviera realmente
loco.
—Sí, lo hice. No pensé que te irías sin mí. No pensé que te alejarías en
medio de una pelea.
—La pelea había terminado. Dijiste que si me iba no regresara, así que
no lo hice.
Peter deja escapar una ráfaga de aire. Su ira se desvanece y me mira
con tanto remordimiento en sus ojos que quiero fundirme en sus brazos.
Peter me considera por un momento y luego le dice a Millie:
—No puedes saltarte los finales. Regresa a la universidad antes de que
alguien te desapruebe.
—Pero había una emergencia y…
—Esto no cuenta. No puedes ser amable para escapar de los finales.
23 Todos los profesores te desaprobarán. —Peter lanza las llaves de su auto
hacia ella. Millie las atrapa—. Conduce mi coche de regreso. Me quedaré con
Sidney.
—No, no lo harás. Millie viene conmigo, no tú. —Doblo mis brazos sobre
mi pecho. Mi cabeza se balancea de lado a lado cuando digo las dos últimas
palabras. Pude haber vivido en Texas durante unos años, pero sigo siendo
una chica de Jersey hasta la médula.
Peter sonríe hacia mí, entonces le dice a Millie:
—Arroja mi bolso en el asiento delantero. —Millie lo hace. Le doy una
mirada malvada. Mis ojos se salen de mi cabeza mientras me encojo de
hombros, con las palmas hacia arriba. Es una pose de Qué carajos y quiero
decir cada palabra.
Millie me sonríe.
—Creo que esto va a ser bueno para ti. Tienes que ir, y parece como
que ustedes dos tienen algunos problemas que resolver. —Quiero matarla,
pero estoy demasiado sorprendida por su traición para hablar. Sólo me
quedo allí con la boca abierta.
—Y tú —le dice a Peter y se acerca a él, clavando el dedo en su pecho—
, si le haces daño, si le pones un dedo encima, conseguiré el arma de mi
papá y te dispararé. Es una promesa, no una amenaza. —Millie es tan
pequeña y bonita que parece como si él estuviese siendo amenazado por una
muñeca de porcelana.
Peter le sonríe.
—Bien. No me gustaría que fuera de otra manera.
—Malditamente correcto. —Millie me mira otra vez. Estoy tan enojada
con ella que no puedo hablar. Mis brazos están doblados fuertemente contra
mi pecho. Ella sabe cuán traicionada me siento.
—A veces necesitas amigos, Sidney. No puedes hacer todo por tu
cuenta. Deja que alguien te ayude, ¿de acuerdo? —No le digo nada. Millie
sonríe torpemente y se desliza en el coche de Peter, y se aleja, dejándome
atrás.
Peter está de pie junto a mí. Trabaja su mandíbula antes de decir:
—Tenemos que hablar.
—No hay nada de qué hablar.

24
6
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
stoy sentada en el asiento del pasajero, mirando por la ventanilla
hacia el cielo nocturno. Me siento un desastre emocional. Es
extraño, pero pensé que ya me había afligido y llorado a mi
madre. Mientras estoy aquí, recuerdos que estaban perdidos hace tiempo
estallan al azar en mi mente. La mano de la muerte es la única cosa capaz
de liberarlos. Me veo a mí misma en un columpio y sé que no puedo tener
más de tres años de edad. Mi madre me empuja, y trato de mirar atrás hacia
ella, haciendo que mi cabello se enrede en las cadenas. Puedo sentir el fuerte
tirón en mi cuero cabelludo como si todavía estuviese sucediendo. Recuerdo
las lágrimas que cubrían mi cara y el miedo que tuve. Mi madre me
desenredó y me abrazó. No es un recuerdo que normalmente recordaría,
pero sale a la superficie ahora. Mi madre me amaba entonces. Me pregunto
qué dirá cuando entre por la puerta ahora.
25 Un escalofrío corre por mi columna vertebral, haciéndome temblar. Es
tarde, bien pasada la hora de la cena. Me froto la piel de gallina con las
manos mientras trato de evitar la mirada de Peter. No hemos hablado desde
la parada de descanso. Me siento tan traicionada por él. Es como si alguien
me hubiese volteado de adentro hacia afuera. No me gusta sentir sus ojos
en mí. Me dan ganas de abrirme y derramar mis entrañas. Quiero a mi Peter
de regreso, pero se ha ido. Ese Peter nunca fue real de todos modos.
Después de pasar unas cuantas salidas más, Peter sale de la carretera.
Estamos en un pequeño pueblo de Tennessee. Es tan montañoso aquí, lo
contrario de donde estábamos en Texas, donde todo es tan plano como una
sartén. Me muevo en mi asiento y miro hacia él. Peter tiene la misma mirada
que ha tenido durante todo el día. No puedo decir si está enojado o molesto.
No me importa.
Síp, sigue diciéndote eso.
Peter entra en un estacionamiento oscuro y conduce hacia la parte
delantera de un antiguo hotel situado en la parte posterior. Una luz amarilla
inunda la puerta principal.
—¿Que estamos haciendo? —No quiero parar aquí. El lugar parece
como si fuese propiedad de Norman Bates2.
—Tenemos que parar por la noche, y este es el único lugar que muestra

2Norman Bates: es el protagonista de Psicosis. El personaje está basado en el asesino en


serie Ed Gein.
cualquier vacante. —Se da cuenta de la expresión de mi cara y añade—: No
te preocupes. Estará bien. He estado aquí antes. —Peter apaga el motor y
sale del coche. Luego camina alrededor, abre mi puerta, y extiende su mano,
esperando que yo salga.
Realmente no quiero salir, pero lo hago de todos modos sin tomar su
mano. Peter sacude su cabeza ligeramente y luego se estira mientras se aleja
de mí. Su camiseta se levanta, y puedo ver su hermoso cuerpo, así como
también el lugar donde está dañado por esa cicatriz horrible. El defecto hace
que me pregunte. Peter puede luchar, pero no lo hizo anoche. Me pregunto
si él se defendió la noche en que el cuchillo fue empujado en su costado. Se
siente como que hay más historia allí, algo más profundo que él no me dijo.
Peter mete sus manos en los bolsillos de sus jeans y me mira.
Curiosidad se propaga a través de su rostro cuando me ve mirando
sorprendida hacia él, pero no hace comentarios al respecto.
—Ven. Consigamos una habitación y tomemos la cena. No hemos
comido en todo el día y si tengo que comer otra barra de cereal yo…
—Te comiste todas las barras de cereal hace cuatro horas. —Es lo
primero que le he dicho desde que salimos. El comentario burlón es ligero.
Por un segundo me arrepiento, pero luego me empujo más allá. Tengo que
decidir qué hacer con él. Miro hacia Peter desde abajo de la cortina de
26 cabello donde he estado escondiendo mi cara todo el día. A la mierda. El
tratamiento silencioso no vale la pena el esfuerzo. Meto la mano en mi
bolsillo y tuerzo mi pelo recogiéndolo en una coleta. Rizos probablemente
están sobresaliendo como cuernos de Satanás, pero no me importa.
Peter camina por delante y agarra la puerta. La sostiene para mí, y paso
dentro. El lugar seriamente me pone los pelos de punta. Peter camina junto
a mí hacia la recepción y toca el timbre. Una anciana, inclinada por la edad,
cojea fuera de la habitación trasera. Ella ajusta sus gafas y sonríe
cálidamente hacia Peter como si lo conociera.
—Peter Ferro. No pensé que te vería aquí de nuevo. —Sus labios
arrugados sonríen cálidamente hacia él antes de que mire atrás hacia mí—
. Este buen hombre se alojó aquí antes. Un Ferro eligió quedarse en mi motel
y no en ese otro lugar en el camino. —Ella está radiante de orgullo mientras
me dice esto.
Peter enciende el encanto y eleva su sonrisa a plena potencia. Toma
sus manos y dice:
—Debido a que este lugar es el mejor. No podía conducir por aquí y no
parar. —Lo juro por Dios, la anciana se sonroja. Peter acaricia su mano
antes de soltarla—. ¿Cómo has estado?
Ella sonríe con timidez y lo espanta.
—No tienes tiempo para escuchar a una anciana parlotear. Apuesto a
que estás hambriento. Aquí está tu pase para ir a cenar al restaurante.
Todas las habitaciones cuentan con una cena caliente. Y aquí está la llave
de la habitación. —La anciana se gira lentamente y agarra una llave del
tablero detrás de ella. Explica mientras se la entrega—. Es la única
habitación que me queda. Lo siento por eso.
No lo entiendo, pero Peter parece que sí.
—Será perfecto. Muchas gracias. —Él le entrega una tarjeta de crédito
y ella le da un manotazo.
—La hora de salida es a las nueve, y dado que esta habitación es la
suite de luna de miel, viene con el desayuno en la cama. ¿A qué hora les
gustaría que sea entregado?
Casi me ahogo.
—¿Qué? No podemos quedarnos en la suite de luna de miel. —Estoy
junto a Peter en el mostrador ahora, lista para saltar sobre el borde para
buscar una opción alternativa—. Debe tener otra habitación.
—Lo siento, cariño, pero no tenemos. Hay una convención que nos tiene
todo reservado. La habitación es muy bonita.
—Pero es una... —¡habitación de sexo! Es para parejas felices, parejas
casadas. ¡No es para nosotros! No digo nada de eso. Las palabras rebotan
en mi cabeza como bolas de boliche estrellándose con cualquier otro
27 pensamiento. El instinto me dice que mantenga el espacio entre Peter y yo,
pero no puedo, y esto hace que sea peor.
Peter está sonriendo hacia mí.
—Es una… ¿qué, Sidney? —Está apoyado en el mostrador usando esa
apretada camiseta con una perezosa y sexy sonrisa. Lo odio.
—Nada.
—No, tú sin dudas pensabas que era algo. Continúa y dinos. —Se está
burlando de mí.
Mi cara se calienta mientras un rubor viaja de mejilla a mejilla. Qué se
joda. Digo lo primero que me viene a la cabeza.
—Es sólo que estoy segura de que es una hermosa habitación y no
quiero estropearla como la última vez. Peter tiene problemas controlándose
a sí mismo. Él hace el amor como un mono rabioso, y las cosas tienden a
romperse. No quiero arruinar su mejor habitación. Eso es todo.
La sonrisa maliciosa de Peter se ensancha, como si la afirmación fuese
cierta. Quería avergonzarlo, pero obviamente no funcionó.
La anciana acaricia mi mano, alejando mi mirada de Peter. Ella dice:
—Lo sé, querida. —Mira a Peter y le hace un guiño. La mirada aniñada
en su cara implica que ella íntimamente sabe lo que quiero decir.
Parpadeo dos veces, segura de que la escuché mal. Eso hace que Peter
ría. Él agarra la llave de la mujer y dice:
—Gracias, Betsy. Te prometo que no voy a romper nada mientras le
hago el amor como un mono salvaje a mi amiga.
Peter me arrastra por la puerta. Cuando damos un paso afuera, el aire
de la noche es espeso y cálido. Huele como a madreselva y jazmín.
Mi boca está colgando abierta.
—¿Tú te…?
Peter no deja de caminar. Se dirige hacia el coche y saca nuestras
maletas.
—¿Yo qué, Colleli?
—¿Te acostaste con ella?
—Me he acostado con un montón de gente. —Peter lleva nuestras
maletas a la habitación y desliza la llave en el agujero. Es una llave de bronce
real con una gran etiqueta de plástico colgando del extremo.
—¿Qué clase de respuesta es esa?
—Es la única respuesta que vas a recibir, ya que crees en lo que has
leído en la prensa en lugar de lo que te he dicho. —Peter entra en el cuarto
oscuro, gira y se detiene abruptamente. Me estrello en su pecho justo
cuando deja caer los bolsos. Su rostro está tan cerca del mío que puedo
28 sentir su aliento cuando habla—. Me cogí a la mitad de la costa este,
¿recuerdas? Las mujeres de todos esos lugares están muy satisfechas.
Puedo añadirte a la lista más tarde si quieres.
La ira surge a través de mí. No me gusta la forma en que me habla.
Cuando dice la última parte, mi temperamento saca lo mejor de mí. Mi
mano vuela y mi palma le da una bofetada en la cara. Peter ni siquiera se
inmuta. Él agarra mi mano y presiona la suya encima antes de que tenga
tiempo de apartarme. La sostiene allí, y esa mirada perdida sale a la
superficie en sus ojos azules.
El pánico me atraviesa. Todavía siento todo lo que sentía por él ayer y
anteayer. Todavía quiero tocarlo, besarlo, y saborearlo. Mi corazón late más
rápido cuando Peter se inclina, cerrando el espacio entre nosotros. Sus
labios permanecen tan cerca de los míos. Si me muevo en lo más mínimo,
nos besaremos. No respiro mientras mi cuerpo se tensa. Su mano, ese más
mínimo toque, está disparando una corriente a través de todo mi cuerpo. La
forma en que me mira hace que mi estómago dé un vuelco. No me gusta la
forma en que me hace sentir, y me encanta, al mismo tiempo. Estoy
atrapada, incapaz de moverme. El momento es eterno. Pienso en cerrar la
distancia; pienso en presionar mi boca a la suya y abrazarlo de nuevo. Mi
mirada se traba en sus labios, y justo cuando me inclino, Peter se aleja. Deja
caer mi mano y retrocede.
—Yo no soy como mi padre… ya no. Un beso significa algo para mí, y
no los comparto con mujeres como tú.
Si me hubiese dado una bofetada, habría dolido menos.
—¿Una mujer como yo? —Él asiente—. ¿Qué demonios significa eso?
Peter se acerca de nuevo, y baja su cara a la mía. Habla rápidamente y
con pasión.
—Una mujer que está cegada por mi nombre, una mujer que no puede
verme como algo más que un Ferro.
Lucho con él. Discuto porque lo necesito. Quiero gritar y golpear mis
manos en su pecho, así que lo hago. Peter no se mueve. Sus ojos se
entrecierran a rendijas como si me odiara.
—¡Me mentiste, maldición!
—Sigo siendo el hombre que era ayer, y el mismo hombre de hace una
semana.
—No, ¡no lo eres! ¡Escondiste la mayor parte de tu pasado y nunca me
dijiste ni una cosa maldita! ¡Eres un mentiroso, igual que él! —Igual que
Dean. Él era todo sonrisas y halagos hasta que se volvió contra mí. El
alcance de la traición de Dean sale y me ahoga, años más tarde, y esto se
siente como la misma maldita cosa. Golpeo mis manos en su pecho de
nuevo. Esta vez, Peter agarra mis muñecas y las lanza a un lado.
Presiona su frente a la mía y sisea:
29
—No soy nada como él. ¿Cómo puedes decir eso? Después de todo el
tiempo que pasamos juntos, ¿cómo podrías…?
Lágrimas escocen mis ojos, pero no caen.
—Después de todo el tiempo que pasamos juntos, ¿cómo pudiste no me
decirme quién eres en realidad?
Frustrado, Peter me libera y grita:
—¡Porque mierda como esta sucede cuando la gente se entera quién
soy! —Respira duro y se pasa las manos por el pelo, tirando con fuerza. La
expresión más triste que he visto nunca pasa a través de sus ojos cuando
se sienta en una silla junto a la puerta y sostiene su cabeza entre las
manos—. Maldita sea, Sidney, no era por ti. Sólo quería empezar de nuevo.
No era por ti.
Lo observo por un momento. Veo la forma en que agarra su cabello
oscuro y luego se pasa las manos por la nuca. Sé que sufriendo, y no me
gusta que ser la que lo está causando, pero no puedo dejar las cosas así.
—Dime por qué no luchaste anoche. Dean se merecía una paliza, pero
no se la diste. ¿Por qué?
Peter me mira. Sus ojos son del tono más oscuro de azul, casi negro.
Me clavan en el lugar y me desnudan. Me siento vulnerable y no me gusta,
pero no me muevo. La luz desde la puerta abierta se derrama en la
habitación. Pinta sombras sobre el hermoso rostro de Peter, lo que lo hace
lucir más duro de lo que es.
—¿Por qué debería responder a eso? Sólo lo vas a utilizar en mi contra.
Resisto la urgencia de tirar de mi pelo y gritarle. Tomando una
respiración profunda, me las arreglo para mantener un tono firme.
—Hay dos versiones diferentes de ti que no encajan entre sí. Me
pregunto si yo estuve con una mentira en los últimos meses. Sé que puedes
luchar. Sé que solías pelear todo el tiempo, pero anoche no lo hiciste. Fue
intencional, y quiero saber por qué.
Peter ríe tan tristemente que me rompe el corazón. Se pone de pie y
camina hacia mí. Mirando abajo hacia mi cara, dice:
—Te di la oportunidad de conocerme así y la arrojaste a la basura. No
doy segundas oportunidades, Colleli. Ya no tienes derecho a preguntarme
algo así. Agarra tu billetera. Iremos a cenar y pagarás lo que el vale no cubra.
Se siente como si él hubiese metido la mano en mi pecho y aplastado
mi corazón, pero no lo demuestro. Mi cara está completamente inmóvil,
relajada como si no me importara. Asiento y digo:
—Muy bien. Tú pagas la gasolina durante todo el día.
La conversación termina, y estamos a millas de distancia de donde yo
quería estar. En el fondo de mi mente esperaba que fuera posible arreglar
30 las cosas con él, que Peter podría convencerme de que es la misma persona
que siempre fue, pero ni siquiera lo intenta. En su lugar, me espanta. No
soy quien hizo esto. Mi decisión de empujarlo fuera de mi corazón se
solidifica. Peter Ferro nunca conocerá cada parte de mí de nuevo.
7
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

L
a cena es lenta y silenciosa. En el momento en que nos dirigimos
de regreso a la habitación, estoy lista para una larga ducha
caliente. Peter desbloquea la puerta y por primera vez, enciende
las luces. Me detengo en seco justo al otro lado de la puerta. Peter se estrella
en mi espalda, casi derribándome. Él agarra mi brazo por encima del codo
y me estabiliza.
—Santa mierda. —La habitación es… no tengo palabras. Mis sentidos
están abrumados con texturas gruesas, terciopelos rojos y satenes. Hay una
alfombra peluda del color de una rosa que cubre el piso de pared a pared.
Una enorme cama en forma de corazón se encuentra en el centro de la
habitación con un espejo en forma de corazón a juego en el techo. Me paro
allí con mis manos cubriendo mi boca.
Peter se empuja más allá de mí.
31 —Ella es una anciana agradable con un gusto interesante. —Peter se
sienta con fuerza sobre la cama y se saca los zapatos. Levanta sus ojos hacia
mí después de un segundo. No me he movido—. Como que luce como un set
porno de los años setenta. ¿Cuál es el problema?
Mis ojos se amplían, y le echo un vistazo.
—Hay un palo para bailar. —Camino hacia adelante y lentamente
extiendo mi mano hacia el palo de bronce en el centro de la habitación. Me
muevo con cuidado, como si pudiera morder.
Peter tiene una sonrisa torcida en su rostro.
—Eres tan mojigata.
Tiro de mi brazo hacia atrás y me vuelvo sobre él.
—¿Estás loco? ¡Esta habitación haría que una persona mojigata tuviese
un infarto! Se caerían sobre la cama y se verían a sí mismos morir en el
espejo del techo. ¡Hay un palo! —Mi voz chilla la última parte.
Peter se quita la camiseta y niega con la cabeza. Lo observo hacerlo y
deseo no haberlo hecho. Su cuerpo es tan hermoso que es difícil mirar hacia
otro lado, pero me las arreglo. Mi estómago hace una pequeña voltereta
antes de girarme.
—Entonces cuelga tu ropa sucia en este y deja de enloquecer.
—¿Qué tipo de pareja casada utiliza un palo en su noche de bodas?
Él sonríe. Peter se empuja fuera de la cama y camina hacia mí. Mira
hacia abajo a mi cara. Está de pie demasiado cerca, y por la expresión en
su rostro, lo está haciendo a propósito.
—Creo que no estarías enloqueciendo si hubieras visto un palo para
bailar antes. Sabes que la mujer en realidad no se coge el palo, ¿verdad?
Mi mandíbula cae. Hago un sonido agudo y golpeo su pecho.
—Sí, lo sé. Y supongo que tú has visto un montón de bailes en uno de
ellos.
—Síp, pero sólo en clubes desnudistas. —Sus ojos me beben. Están tan
oscuros. Él sostiene mi mirada por un momento y añade—: ¿Qué tal una
actuación privada? —Voy a abofetear su cara de nuevo, pero Peter atrapa
mi muñeca y me detiene. Me doy cuenta de que él podría haberme detenido
la última vez, también, pero no lo hizo. Sus ojos parpadean de ida y vuelta
entre los míos—. Deja de abofetearme, Colleli.
—Deja de darme una razón para hacerlo, Ferro.
La mirada de Peter se endurece. Deja caer mi muñeca como si estuviera
hecha de espinas, apunta hacia la cama, y utiliza una voz severa.
—Siéntate. —No suena opcional. Me pregunto qué demonios va a hacer.
Por una vez, no lo cuestiono. Sólo sigo su dedo y me siento en el borde del
32 corazón.
Peter camina hacia el palo y se apodera de este. Él no mira hacia mí.
En cambio, su mirada oscura está hacia abajo y sus largas pestañas ocultan
sus ojos. No sé lo que espero que haga, pero él comienza a moverse. Siento
una sonrisa dibujarse en mi rostro.
—Sé lo que es un palo de baile, Ferro.
—Uh-huh —es la única cosa que dice. Peter se mueve alrededor del
palo, mostrando sus músculos esculpidos hacia mí. Pongo los ojos en blanco
y actúo como si estuviese aburrida. Él sonríe, pero no levanta la vista. Hace
que mi corazón lata. Esa tímida sonrisa es lo que me atrajo hacia él en
primer lugar. Es una de las miradas que Peter me da que hace que quiera
derretirme. Al principio estoy lista para reír, pero después de eso, algo
cambia. La forma en que mueve su cuerpo es excitante. Me siento caliente,
y ciertas partes de mí están exigiendo atención. Trato de dejar de mirar, pero
no puedo.
Cuando Peter alcanza el botón de sus jeans, salto y lo detengo. Mis
manos vuelan a las suyas antes de que me dé cuenta de lo que estoy
haciendo, y lo cerca que estoy de tocarlo de una manera en que no debería.
Mi pulso late con fuerza y todo suena mucho más fuerte; mis respiraciones,
sus respiraciones.
Peter se congela cuando mis manos aterrizan sobre su estómago
tonificado, justo encima de las suyas. Ninguno de los dos se mueve. Por un
segundo simplemente nos quedamos ahí parados. La compulsión de
envolver mis brazos alrededor de él se dispara a través de mí. Quiero sentir
a Peter en mi contra, pero esa puerta está cerrada.
Me muevo y trato de alejarme, pero Peter no me deja. Miro hacia arriba.
Error. Sus ojos me mantienen en el lugar, y todo el aire es despojado de mi
cuerpo.
—Sin tocar, Colleli.
—No iba a… quiero decir, no puedes desnudarte para mí. —Quito mis
manos y doy un paso de distancia, sin aliento.
Él sonríe.
—No iba a hacerlo.
—Entonces, ¿qué estabas haciendo?
—Quitando mis jeans. No ando sin ropa interior. ¿Y tú?
Sacudo mi cabeza. La idea me aterra.
—No.
Peter sostiene mi mirada durante demasiado tiempo. La expresión en
su rostro dice que quiere que las cosas pudiesen ser como eran. Si pudiese
hacer su camino de vuelta a mi corazón, lo haría. Lo que no sabe es que él
33 todavía está allí.
Me estremezco y me aparto. No me gusta esta habitación.
—Te puedes bañar primero. El baño está a la vuelta. —Señala hacia la
pared de color rojo en frente de mí. Asiento y agarro mi bolso.
Cuando doy la vuelta, me quedo boquiabierta ante una enorme bañera
de vidrio color champagne y sigo caminando. Hay una puerta en la parte
posterior. Asumo que la ducha está ahí, pero cuando abro la puerta, es sólo
un retrete. Girando lentamente, miro hacia atrás a la monstruosidad en el
centro de la habitación.
—¿Peter…?
—¿Síp?
—¿Quieres que me bañe en la bañera del sexo?
—Estás en la habitación del sexo, Sidney. Supéralo.
Bien. Qué imbécil. Espío alrededor hasta encontrar el agua y la
enciendo. Lleno la enorme bañera de vidrio, y miro hacia la pared. Desde
donde Peter está sentado no será capaz de verme. Me desvisto rápidamente
y me meto en la bañera de vidrio. No es tan profunda como parece. Mi
corazón se acelera. Si Peter se acerca, conseguirá un vistazo. No hay nada
que oculte algo de mí. Me lavo lo más rápido que puedo y casi me ahogo
tratando de fregar mi pelo.
Después de secarme, saco mi pijama. No es para amigos. No esperaba
tener a nadie conmigo en este viaje, y es el conjunto que le dije a Millie que
empacara. Tengo una raída camiseta blanca y pantalones que son
demasiado cortos para usar. Son ligeramente más largos que mi ropa
interior, pero no cubren realmente nada. No quiero ser mojigata, así que me
los pongo y paso un cepillo por mi pelo. Me quedo parada ahí demasiado
tiempo y me miro a mí misma. Mis pechos están excitados y muy visibles.
No puedo salir y pasar desenfadada junto a Peter así.
—Vamos, Colleli. Necesito entrar allí. —La voz de Peter viene de la
esquina. Sé que él está de pie allí. Saco una toalla del estante y la envuelvo
sobre mis hombros. No hace nada para ocultar mi trasero, pero es lo mejor
que puedo hacer.
Trato de pasar junto a él rápidamente con la cabeza hacia abajo y el
cepillo en la mano. El pelo mojado se pega a mi mejilla mientras miro el piso.
Los tobillos desnudos de Peter atrapan mi atención. Mi mirada se levanta y
veo a Peter parado allí en calzoncillos. Deseo tanto que me sostenga. Deseo
que hoy nunca hubiese sucedido.
—¿Vas a llevar una toalla a la cama?
—Sí y si intentas quitármela, te mataré.
Una de sus cejas se arrastra hacia arriba por su frente.
34 —¿Tan irritable?
—No. Mucho más. No planeaba tener a nadie conmigo. Empaqué
cómodamente, lo que significa que esto es viejo…
—Y está lleno de agujeros. Oh, vamos, Sidney. No es como si fuera a
juzgarte a ti y a tu andrajoso pijama. —Él se estira por la toalla, pero yo
grito y giro lejos.
—¡No me toques! —Mi corazón late violentamente. Aferro la toalla más
apretada para que no pueda tomarla. Sé que estoy exagerando, pero no
puedo parar. Mis emociones están en cortocircuito y el miedo está
vertiéndose en mí.
Peter da un paso atrás y levanta sus manos, con las palmas hacia
arriba.
—No lo hago. No voy a tocarte. Sidney, lo siento. No era mi intención…
—Su voz es tan suave, tan cálida. Aprieto los labios con fuerza y los
mantengo así. Tengo miedo de lo que voy a decir. Peter permanece donde
está—. No te haré daño, Sidney. Pase lo que pase entre nosotros, te prometo
eso.
Echando un vistazo por encima de mi hombro, veo su cara y sé que lo
dice en serio. Mi garganta está muy apretada para hablar, así que asiento y
camino hacia la cama. Mantengo la toalla a mí alrededor y me meto debajo
de las sábanas. Me siento tan estúpida y asustada. No sé si volveré a ser
normal de nuevo, pero me gustaría serlo. Estoy tan harta de sentirme de
esta manera, de reaccionar exageradamente. Ya no puedo leer a la gente. No
confío en mí misma, y si no puedo confiar en mí, ¿cómo puedo confiar en
ellos?
Excepto que Peter está en la misma habitación contigo.
Excepto que Peter te tocó.
Excepto Peter...
Siempre es excepto Peter.

35
8
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

M
i mente vaga en la oscuridad, en busca de recuerdos que
siempre estoy tratando de olvidar. El rostro de Dean entra en
el foco. Sus ojos vívidos brillan como esmeraldas. Sostiene mi
mano y susurra palabras dulces en mi oído. Soy más joven y no temo. Él
dice todo lo que quiero oír. Sonrío y me inclino contra él.
La hierba se convierte en alfombra bajo mis pies, y estamos en el centro
comercial. Mi corazón late más fuerte; mi mente conoce bien este recuerdo.
Me siento enferma, pero no puedo detenerlo. El sueño continúa, y Dean está
sosteniendo mi mano como ha hecho un millón de veces antes. Está
caminando hacia su camioneta en la parte trasera del estacionamiento. Lo
sigo. Confío en él ciegamente. Nos metemos en la parte de atrás, y me besa.
Los labios de Dean cubren mi cuello y se arrastran por mi pecho. Me pone
mareada y nerviosa al mismo tiempo. No estoy lista para estar con él, todavía
36 no. Quiero que vaya más lento, pero me insta a avanzar, diciendo que me
ama.
Oigo su voz como si estuviera al lado de mi oído.
—Te amo, nena. Sólo quiero demostrártelo.
—Dean, ve más lento. —Todavía estoy sonriendo, pero estoy nerviosa.
Lo amo. Quiero estar con él, sólo que no estoy lista todavía. La idea de
entregarme a él me asusta un poco. Voy a estar conectada a él por el resto
de mi vida. Las palabras resuenan en mi cabeza como un gong mientras
Dean presiona besos en mi garganta.
—Juguemos un juego —me dice y agarra una venda que tiene en la
parte trasera de la camioneta. Dean está tendido encima de mí. Mi camisa
se ha ido, y también la suya. Sus ojos siguen yendo a mi sujetador de encaje
negro, antes de regresar a mi cara—. Es como el juego de confianza que
jugábamos cuando éramos niños. Me dejo caer hacia atrás y tú me recoges.
—O te dejo caer.
Él sonríe.
—Exactamente, pero lo llevaremos al siguiente nivel. Tú te dejas caer
primero, luego puedes hacérmelo a mí.
Mi estómago se arremolina en nudos, tanto buenos como malos. Esto
me asusta como el infierno, pero asiento. Dean ata la venda alrededor de
mis ojos, y el mundo se queda en negro. Entonces siento algo rígido
envolverse alrededor de mis muñecas.
—Dean, ¿qué estás haciendo?
—Lo mismo que conseguirás hacerme a mí. Confía en mí, nena.
Ata mis muñecas juntas y tira del cinturón de seguridad todo el
camino. Este encaja, trabándose en su lugar, sosteniéndome inmóvil. Estoy
ciega a lo que está haciendo, pero se siente bien. Sus dedos trazan mis
curvas, tocando suavemente mi estómago y trazando una línea hasta mi
cuello. Mi pulso late más y más rápido. Eso me gusta. Me gusta lo que está
haciendo y cómo me hace sentir. No estoy segura de cuánto tiempo pasa
pero mis muñecas comienzan a doler.
Él arrastra sus labios hacia mi cintura y desabrocha mis jeans. Me
tenso y le digo que se detenga, pero no lo hace.
—Es tu turno de caer, nena.
En ese segundo, todo cambia. Dean no me escucha. Cuanto más le digo
que pare, más rápido se mueve. Él quita mis jeans, y se han ido, junto con
mis bragas. Le ruego. Las palabras fluyen de mis labios una y otra vez.
—Detente. —Pero no lo hace.
Me toca en todos y cada lugar. Me dice que puedo hacerle esto a él
cuando haya terminado. Sigo pensando que esto no está sucediendo, que
no puede ser real, pero siento sus dedos empujarse en mí seguidos de un
37 fuerte dolor entre mis piernas. Trato de trabar mis rodillas juntas, pero las
fuerza a separarse. Los jeans de Dean están abiertos y su dura longitud
presiona en mí.
Me retiro a mi mente. Es la única manera de escapar. Me quedo allí, a
medio mundo de distancia, pero no es lo suficientemente lejos. Dean dice
cosas, pero su voz está ahogada, perdida en el éxtasis. Duele, duele, duele.
Lágrimas fluyen por mis mejillas y dejo de gritar. Gimoteo, en silencio
esperando a que termine. Pero no sé si terminará alguna vez, esto se volverá
a reproducir una y otra vez cada vez que cierre los ojos. Dean se estremece
y se queda inmóvil. Descansa encima de mí, respirando con dificultad
mientras lloro.
El sueño se desdibuja, desvaneciéndose al negro, pero mi corazón sigue
acelerado como si fuera a explotar. Hay brazos a mí alrededor y una suave
voz en mi oído. Peter me sostiene, diciendo palabras tranquilizadoras que
no registro. No estoy completamente despierta, pero no estoy dormida. Estoy
atrapada en el medio. Mi toalla está envuelta a mí alrededor, pero siento la
cálida piel de Peter en mis brazos. Él se aferra a mí con su rostro acariciando
mi cuello. Mis mejillas están frías y húmedas como si hubiera estado
llorando por siempre. Desearía que esto se detuviese, pero nunca lo hace.
La somnolencia se apodera y me derriba de nuevo. Los sueños se
arremolinan a mí alrededor, pero esta vez no me atrapan. La noche pasa, y
cuando despierto, estoy en la cama sola. Me estiro y me siento, buscando a
Peter. Él está acostado de espaldas a los pies de la cama con una almohada
debajo de su cabeza, respirando lentamente, todavía dormido. Lo observo
por un momento, preguntándome si realmente estuvo a mi lado o si lo soñé.
Si yo fuera más valiente, me levantaría y me acostaría a su lado, pero las
cosas ya no pueden ser así; no para nosotros.

38
9
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
eter está conduciendo mi coche y yo estoy mirando el costado de
su cara, perdida en mis pensamientos. Él me ignora por unas
pocas millas y finalmente dice:
—¿Puedo ayudarte en algo?
Parpadeo un par de veces y trato de mirar hacia otro lado, pero el sol
sigue estando bajo en el horizonte y totalmente cegador.
—No, sólo estaba tratando de quemar un agujero en el costado de tu
cara con mi visión láser. No funcionó.
Él sonríe.
—Muy maduro.
Levanto la mano a mis ojos, alineo el rostro de Peter en el centro, y
39 aprieto mi pulgar e índice juntos.
—No, esto es maduro. Aplastaré tu cabeza. Vamos, di algo más y lo
haré de nuevo, perra. No tengo miedo de usar estos cachorros. —Aprieto
unas cuantas veces más al tiempo que le doy el mal de ojo.
Peter desacelera el coche y sale a un lado de la carretera, frena, y pone
punto muerto.
—Sal.
—¿Qué? —¿Está loco? Estamos en el medio de la nada justo después
del amanecer en una carretera de abducción alienígena.
—Ya me oíste, Colleli. Sal. Ahora. —Peter patea su puerta abierta y la
cierra de golpe. Me pregunto qué demonios está haciendo, pero no lo sigo.
—¡Es mi coche, imbécil! ¡No puedes decirme qué hacer! —Peter está en
mi puerta. Me sobresalto, y mi corazón trata de saltar fuera de mi pecho. Él
abre de un tirón la puerta y yo prácticamente caigo fuera.
—Sí, puedo. —Estamos al costado de la carretera en la hierba alta.
Bichos están zumbando junto con otra cosa que no puedo identificar.
Me pongo de pie y lo miro fijo.
—¿Qué estás haciendo? No puedes detener el coche y salir.
Me mira como si estuviera loca.
—Yo como que lo hice… —Un camión nos pasa como una ráfaga,
tragándose el resto de sus palabras y arrojando mi cabello en mi cara. Los
labios de Peter continúan moviéndose, y lo siguiente que oigo es—… anoche,
así que conducirás por un rato. —Él se empuja más allá de mí y se sienta
con fuerza en el asiento del pasajero.
¡Qué idiota! Chasquea hacia mí para que regrese al coche. Aprieto los
dientes y me apresuro hacia el lado del conductor. Dejo mi ventanilla baja y
permito que el viento me refresque por un tiempo. Cuando no puedo
soportarlo más, dejo escapar:
—¿Por qué viniste?
Peter tiene su brazo sobre su cara y está desplomado en el asiento. Se
asoma por debajo de su codo.
—¿Disculpa?
—Ya me oíste. No finjas que no lo hiciste. ¿Por qué molestarte en
aparecer si sólo vas a sentarte allí y estar cabreado por tres mil doscientos
kilómetros? —No contesta. En cambio, Peter cubre su rostro de nuevo y
actúa como si fuera a dormir—. ¡Oye! —Golpeo su hombro—. Estoy
hablando contigo.
—¿Por qué crees? Y deja de pegarme. Vas a atraparme por sorpresa y
accidentalmente te daré un puñetazo en la cara o algo así. Ahora, deja de
hablar y déjame dormir un poco, ¿de acuerdo?
40 Mi pulso se incrementa. Tal vez yo no estaba soñando.
—¿No dormiste bien anoche?
—No. —Él no se mueve.
Merodeo la idea de preguntarle si estuvo a mi lado, pero estoy bastante
segura que lo estuvo. Yo soy la razón por la que no durmió anoche.
—Gracias —le digo sin mirarlo. Miro fijamente hacia la carretera.
Esto hace que me eche un vistazo.
—¿Por qué?
Aprieto mis labios. No quiero decirlo. No quiero darle las gracias por
nada, pero debería. Especialmente eso.
—Por anoche. Sé que me despertaste y me calmaste. Entonces actuaste
como si nunca pasó. Yo como que apesto en eso. Así que gracias.
Peter baja sus brazos. Él está en silencio por un largo tiempo. Barba
incipiente delinea sus mejillas, y su pelo es un desastre. Se parece más a
las fotos del periódico de Pete Ferro ahora.
—Sidney, yo… —Su voz se apaga mientras se sienta erguido en su
asiento—. Mejor cambia de carril.
Hay una bandada de pájaros en la carretera. Están asentados allí
tomando sol como si fueran estrellas de cine. Yo lo desecho.
—Se moverán.
Peter está mirando fijo hacia los pájaros mientras habla.
—Actué como si nunca hubiera pasado porque no quería que pienses
que estaba tratando de aprovecharme de ti. —Sus manos se levantan al
salpicadero y se retuerce en su asiento—. Es posible que desees reducir la
velocidad e ir hacia la banquina.
—¿Temes que vaya a pisar a un pájaro? ¿Sabes lo difícil que es pisar a
un pájaro, ni hablar de toda una bandada?
—Síp, bueno, estoy bastante seguro de que tú podrías hacerlo.
—¿Qué significa eso? —Me enderezo en mi asiento y miro hacia él.
—¿Realmente necesito explicar eso después del ataque de la ardilla?
En serio, Sidney, muévete. Una de esas cosas parece un pavo. —Peter se
tensa y sigue mirando entre la carretera y yo.
—No hay pavos tomando sol en la carretera. —Justo cuando lo digo, la
bandada de pájaros despega, como yo pensaba, a excepción de una enorme
ave que decide cruzarse por el carril.
—Uh, Sidney…
—¿Por qué no voló? —El pájaro es tan grande como un carro de
compras y parece totalmente feliz de estar sentado en mi carril. ¿Qué
demonios? Estoy casi sobre él para el momento en que me doy cuenta de
41 que no va a volar lejos. Freno fuerte y desvío el coche, pero el maldito pájaro
sigue caminando. Chilla como un gato en un compactador de basura cuando
el coche casi lo masacra. Esquivo el pájaro y viro sobre la banquina mientras
derrapamos hasta detenernos. Con el corazón latiendo, me doy la vuelta y
miro hacia atrás al maldito pájaro. Peter me da una mirada que dice Te lo
dije. Apunto un dedo hacia él y digo—: Ni una palabra.
Él sonríe.
—No he dicho nada.
—¿Quién espera ver un maldito pavo en medio de la carretera?
—Uh, yo. Te dije, “Hey Sidney, hay un pavo en el medio de la carretera”.
Echo un vistazo atrás a la cosa, y el animal se encuentra todavía en el
carril como si estuviese perfectamente seguro. Si fuera al final del día,
estaría aplastado para ahora.
—¿Qué diablos está mal con él?
—Debe ser uno de esos pavos suicidas de los que siempre estoy
leyendo.
Haciendo caso omiso de Peter, pateo mi puerta abierta y camino de
regreso a donde el pájaro loco sigue felizmente graznando en el carril
izquierdo.
—Aquí pavo, pavo. Sal de la carretera, retardado. —Hago ruidos como
si estuviese llamando a un gato.
Peter camina detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo?
Me enderezo y el pavo me mira, pero el pájaro gordo no se mueve.
—Maldita sea, él es estúpido. No puedo dejarlo allí. Consigue algo del
coche para sacarlo de la carretera.
—¿Cómo qué? No empacaste nada de comida y dudo que quiera un Red
Bull.
—No sé. Encuentra algo.
Peter camina de regreso y excava en el maletero. Él vuelve con algo en
la mano. Realmente no puedo ver lo que es por la forma en que está
sosteniéndolo. Peter se detiene frente a mí.
—Quieres que salve al pavo, ¿verdad?
—Yo puedo hacerlo.
Él levanta una mano y camina hacia la autopista. Sigo mirando por la
carretera, a la espera de señales de vida. Peter se mueve hacia el ave
lentamente, y cuando está a un paso, lanza algo de color rosa hacia éste. Mi
cara se arruga cuando me doy cuenta de lo que tiene; mi sostén. Un bretel
aterriza sobre la cabeza del ave. Peter da un tirón y el pájaro viene hacia él.
42 Peter reduce a la bestia y la sostiene bajo su brazo, mientras que envuelve
el otro extremo del sujetador alrededor del ave. Esto mantiene su pico
cerrado en su mayor parte por lo que la cosa no puede picotearnos.
Cuando Peter me entrega el pavo, parece como si el animal estuviese
usando un acolchado sujetador push-up de color rosa.
—Aquí está tu pájaro. Lindo sujetador, por cierto.
Estoy con el ceño fruncido. El sujetador se ve mejor en el pavo. Mientras
hablamos unos pocos coches pasan.
—¿Qué pasa con él? —Miro hacia la cosa, pero no puedo decirlo. Él ni
se inmuta cuando lo toco, como si sus alas estuviesen dañadas—. ¿Se
supone que los pavos vuelan?
—Creo que no, pero no estoy seguro. No voy por el ganado.
—Bien, es bueno saber que no te cogiste a todo sobre dos piernas. —
Peter murmura algo, pero lo ignoro—. No se ve como un pavo, a excepción
de su colgajo de piel aquí. —Señalo hacia el bulto rojo que cuelga desde su
pico.
—¿Colgajo de piel? —Le doy a Peter una mirada y me dirijo de nuevo
hacia el coche con el pájaro en mis brazos—. ¿A dónde estás llevando eso?
—A un veterinario. Tendría que haber volado.
—Sidney. —Peter agarra mi codo y me da la vuelta—. No puedes llevar
eso con nosotros.
—¿Por qué no?
—Es un ave silvestre. Si se quita ese sostén, va a picotearnos los ojos.
—Tú no podrías quitar mi sostén, así que no creo que él lo haga. Lo
ataré en el asiento trasero. Va a estar bien.
Peter me sigue.
—Yo quité tu sostén, en su mayor parte.
—En su mayor parte no cuenta —le digo mientras me inclino en el
coche y pongo al pájaro en mi asiento de atrás. Para un animal salvaje, en
realidad no parece afectado por el coche, o ser retenido. Tal vez es la mascota
de alguien—. ¿Crees que es un pavo? Quiero decir, es muy oscuro. —Sus
plumas son tan marrones que son casi negras.
Peter suspira.
—Soy profesor de inglés, Sidney. No es un cuervo o un albatros.
Después de eso, estaría adivinando.
Me río a la ligera.
—Ah, aves famosas de la literatura.
—Algo así. —Peter echa un vistazo al pájaro—. ¿Realmente vamos a
conducir a Jersey con un pájaro usando un sujetador en el asiento de atrás?
43 —Síp, sé de alguien que lo curará de forma gratuita.
Peter se desliza en su asiento y se pellizca el puente de la nariz con los
dedos.
—Maravilloso. Ahora es un buen momento para convertirse en
filántropo.
Cierro su puerta y me inclino por la ventanilla abierta. Peter mira por
encima hacia mí.
—¿Quién dice que no lo era antes? Casi tuve sexo por compasión
contigo. Ni hablar de quitar un cadáver de la carretera. —Le guiño un ojo y
camino alrededor del coche.
Cuando me meto dentro, Peter me está mirando.
—Qué halagador.
—Soy toda adulación.
—Y yo soy todo caballerosidad. Salvé a un pavo por ti, loca.
Echo un vistazo en el espejo retrovisor. Mi pavo está mirando por la
ventanilla y llevando mi mejor sujetador. Empiezo a reír y no puedo parar.
Cada vez que miro hacia atrás, la imagen me golpea duro como si nunca la
hubiera visto antes. Tengo un pavo haciendo poses de tocador en mi asiento
trasero.
10
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
eter no reclina su asiento. En su lugar, se sienta allí en el asiento
del pasajero con los ojos mayormente cerrados. Puedo decir que
todavía están abiertos porque sus pestañas revolotean de vez en
cuando al parpadear. Es bien entrado el segundo día y el sol está
poniéndose. Estoy tan cansada, y sé que Peter está agotado ya que no
dormirá con el pavo detrás de su cabeza.
—No te morderá.
Peter mantiene sus ojos algo cerrados con sus brazos sobre su pecho
cuando responde.
—Eso es muy reconfortante, pero preferiría no correr el riesgo.
—Estoy empezando a creer que tienes una fobia a las aves. —La
esquina de la boca de Peter se retuerce como si quisiera reír, pero lo
44 contiene. El pavo se mueve en el asiento trasero y se acomoda de nuevo. Los
ojos de Peter se abren hasta que el animal deja de moverse—. ¿Acaso Big
Bird3 te dio pesadillas o algo así?
—O algo así —dice y cierra los ojos cuando el ave se queda quieta.
¿Qué demonios significa eso? Echo un vistazo hacia Peter. El
salpicadero arroja un suave resplandor sobre él y muestra la definición en
sus brazos bellamente esculpidos y cara. La boca de mi estómago se llena
de pesar, y no tengo idea de cómo deshacerme de ello. Decido presionarlo
un poco, pero dudo que vaya a responder.
—Entonces, ¿qué te hizo decidir ser profesor de inglés?
Peter levanta su cabeza y me mira por el rabillo de su ojo como si fuera
una pregunta estúpida.
—Me gusta leer.
—Wow, qué respuesta maravillosamente profunda y elaborada. Gracias
por arrojar luz sobre esa decisión. Creo que voy a ser profesora cuando me
gradúe, así puedo ser como tú. Cambiaste mi vida. —Le estoy tomando el
pelo, y justo hasta ese último punto mis palabras se sienten ligeras y
juguetonas, pero esas últimas tres palabras son reales. No me di cuenta
hasta que caen fuera de mi boca y llenan el aire como trozos de plomo.
Peter me mira perezosamente por debajo de sus pestañas oscuras y

3 Big Bird: es un personaje perteneciente a Plaza o Barrio Sésamo.


niega con la cabeza.
—Bonito, Sidney, muy bonito.
—Hemos estado sentados uno junto al otro durante dos días y apenas
has dicho algo.
—Igual tú. La única vez que me hablaste así fue cuando estábamos
consiguiendo a tu pasajero de allí atrás. —Peter apunta su pulgar detrás de
nosotros.
La incomodidad se arrastra por mi columna vertebral. Se siente como
si hubiera una mano en mi mandíbula, forzándola a abrirse y haciéndome
hablar.
—Ya no sé cómo hablarte.
Peter se endereza un poco.
—Te das cuenta lo que has hecho, ¿verdad? —Miro hacia él
rápidamente y me pregunto a dónde va con esto—. Increíble. No lo sabes,
¿no?
—Entonces edúqueme, profesor. Dime lo que hice que fue tan
horriblemente erróneo. —Mis manos agarran el volante con más fuerza. Es
por eso que no hemos hablado en dos días. Es porque cada vez que abro la
boca, peleamos, y estoy harta de pelear.
45
—Te volviste contra mí. Tan pronto como te dije mi nombre, actuaste
como una de ellos. —Peter mira al frente y aprieta su mandíbula. Sé que
quiere decir algo más, pero no lo hace.
Mantengo mis ojos en el camino oscuro, viendo las líneas blancas
punteadas pasar zumbando.
—No lo hice. No les mentiste a ellos, quienes quieran que sean ellos.
Peter se encoge.
—Linda gramática.
—Vete a la mierda, Ferro. Me mentiste, como completamente engañada.
Te hiciste pasar por otra persona desde el primer día y nunca me diste una
pista hasta que tuviste que hacerlo.
—Eso no es cierto.
—Psh, claro. Si mi hermano no hubiese aparecido con Dean, no me lo
hubieras dicho para nada. Me habría enterado y sentido igual de estúpida y
utilizada más tarde, cuando algún periodista descubriese quién eres.
Después de todo lo que pasó entre nosotros… —Aprieto los labios cerrados
y trabo mi mandíbula. Deja de hablar. Sé que diré cosas que no debería
decir, cosas de las que me arrepentiré.
Peter suspira e inclina su cabeza contra el asiento.
—Te lo habría dicho, Sidney. Quería decírtelo, pero no es fácil hablar
de ello. Tú de todas las personas deberías darte cuenta de eso.
—Síp, lo hago. Lo entiendo, pero la cosa es que, yo te conté lo que me
pasó. Te lo dije todo. Tú sólo me dijiste la mitad. Si no confías en mí…
—No es así.
—Entonces, ¿qué es? Oh, Dios mío, ¡di algo! Sólo te sientas allí
meditando todo el día como una supermodelo descontenta. ¿Qué demonios
es lo que te pasa? ¡Simplemente di lo que sea que tengas para decir! —Estoy
tan enojada con él. No he derramado mis tripas con nadie como lo hice con
él, y Peter se contuvo. No puedo soportarlo. No puedo tolerar la idea de que
me conocía de adentro hacia afuera y yo ni siquiera sé su maldito nombre.
—¡No puedo, Sidney! ¡No puedo! —Él está gritando ahora, sus manos
vuelan como si no supieran a dónde ir—. Cometí un error, lo sé. Nada de lo
que diga lo arreglará. Nada de lo que haga te demostrará cuánto lo siento.
Te perdí, ¡pero estás sentada junto a mí! —Él agarra el salpicadero y se
vuelve para mirar hacia mí—. Me has destruido. Pensé que podía manejar
esto, pensé que podía…
La diatriba de Peter se interrumpe. Él mira detrás de nosotros al mismo
tiempo que luces intermitentes hacen la discoteca en mi espejo retrovisor.
Peter me mira y se desliza hacia abajo en su asiento con la mano sobre su
rostro.
46
—Mierda. ¿Qué tan rápido estabas yendo?
Lo corto con una mirada malvada mientras salgo del camino. No tengo
idea. Quiero gritar y golpear. Hay un millón de emociones que están
luchando por liberarse en mi interior. Cierro mi mandíbula mientras
detengo el auto y estaciono sobre la hierba al costado de la carretera. Bajo
la ventanilla y me siento allí con las manos en la parte superior del volante,
donde el policía pueda verlas.
Se toma su tiempo caminando. Es un policía estatal. Él es un hombre
mayor, flaco con la piel erosionada y rasgos angulosos. Se inclina dentro y
mira en el coche.
—Licencia y registro por favor… —El hombre parpadea como si sus ojos
estuviesen quebrados y luego inclina la punta de su lapicera hacia el asiento
trasero—. ¿Qué están haciendo ustedes dos con ese animal?
Oh Dios mío. Me olvidé del ave.
—Llevándolo al veterinario. Está herido.
El hombre me mira como si estuviera loca. Luego su mirada se desplaza
a Peter.
—Señor, ¿qué están haciendo con ese pájaro?
—Lo que ella dijo. No puede volar y estaba paseándose ida y vuelta en
la carretera interestatal. Mi amiga no quiere que sea atropellada.
El oficial me da una mirada extraña mientras le entrego mis
identificaciones. Él las mira y dice:
—No mucha gente salvaría a un pájaro así, Srta. Colleli.
—Lo sé. Ellos habrían pedido un tenedor y lo hubieran comido.
El rostro del policía se arruga y se inclina hacia adelante. Mira al pájaro
de nuevo.
—Nadie come esas cosas. Son contenedores de basura vivientes de lo
atropellado.
—¿A qué se refiere? Es un pavo.
El hombre se endereza y ríe, como una gran carcajada ruidosa. Peter
mira hacia el pájaro y luego a mí. Se encoge de hombros. El policía sigue
sonriendo cuando se inclina de nuevo.
—Eso es un buitre, un pavo buitre. —Trata de no sonreír, pero puedo
decir que quiere hacerlo—. ¿Me puede decir por qué él está usando un
sostén, señorita?
—Mi amigo le tiene miedo a las aves y yo no tenía nada más con que
atarlo.
Las cejas del hombre se levantan hasta su sombrero. Se dirige a Peter.
47 —¿Es eso cierto, señor?
—Sí. —Peter me da una mirada. Los ojos del oficial se estrechan
mientras mira a Peter.
—¿Cuál es tu nombre, hijo?
Peter se inclina hacia atrás en su asiento como si no le importara.
—Dr. Peter Granz.
El hombre sigue mirando fijo como si estuviera tratando de colocar la
cara de Peter.
—¿Y no sabes qué tipo de animal era este, un hombre con tu nivel de
educación?
—En verdad no puedo disuadir a esta mujer de hacer algo una vez que
su mente está puesta en ello.
El oficial me mira y luego de nuevo a Peter.
—Bien, sé lo que quieres decir. —Él está en silencio otra vez y luego se
estremece como si alguien le echase agua en la cara. El reconocimiento crece
con su sonrisa—. Te pareces altamente a alguien… eres Pete Ferro, ¿no es
así? —Peter sonríe y asiente—. Bueno, ¿por qué no me dijiste eso? —El
policía estatal sigue hablando, y me siento allí y escucho. Peter está
claramente incómodo con la atención, pero sonríe igual. Habla con el
hombre, de la misma manera que lo haría con cualquier otra persona. Está
claro que el policía está un poco deslumbrado.
Cuando el policía finalmente está listo para dejarnos, me entrega una
advertencia y dice que reduzca la velocidad.
—Asegúrese de que ella lo hace, Sr. Ferro.
Peter sonríe y saluda.
—Lo haré.
Pongo el coche en marcha y salgo, acelerando lentamente. Peter se
encorva hacia abajo en el asiento y presiona sus pulgares a las sienes. Lo
miro por el rabillo de mi ojo y digo:
—Como que me olvidé totalmente del pavo.
Peter mira hacia mí. Hay círculos oscuros bajo sus ojos. Su expresión
está agotada, abatida y totalmente estresada, pero cuando me mira sonríe,
entonces la mueca se convierte en una sonrisa, y ríe.
—Tú rescataste un buitre.
Peter empieza a reír y no puedo permanecer en silencio. Risitas estallan
dentro de mí. Estoy demasiado cansada, demasiado estresada y esto parece
tan gracioso.
—Y tú le pusiste un sostén rosa. —Apenas puedo pronunciar las
palabras. Las lágrimas desdibujan mi visión y mi estómago me duele en el
48 momento en que dejo de reír—. Dios, tuvo que pensar que estábamos locos.
—Él pensaba que tú estaba loca, Colleli, no yo.
—¿La gente siempre actúa de esa manera a tu alrededor?
—¿Cómo? ¿Falsa? —Asiento. Era como si el oficial se hubiese
transformado en una versión brillante de sí mismo. Sus palabras estaban
entusiasmadas y llenas de halagos. Fue como un muro al instante y no
había manera de poder derribarlo una vez que se levantó—. Síp, la mayor
parte del tiempo. Usé el aspecto desaliñado cuando era más joven. Así es
como la mayoría de la gente me recuerda. Si estoy prolijo, podría parecerme
a un Ferro, pero no suelen preguntarme abiertamente así.
Asiento, pensando. Echando un vistazo hacia él, le digo:
—Ya no confías en nadie, ¿verdad? —Peter está de vuelta en su pose
defensiva de No me importa, con sus brazos cruzados sobre el pecho. Es una
postura cerrada y jodida.
—No mucho, no.
La risa se ha ido. Ha sido succionada del coche y en su lugar está la
sensación de vacío y desesperanza. Manteniendo mis ojos en la carretera,
empiezo a pensar en voz alta.
—Estamos tan jodidos, Peter, y no es justo. Pero la vida no es justa,
¿verdad? Ningún volver a empezar, no importa lo mucho que los desees.
Peter me observa en la oscuridad. Puedo sentir sus ojos en el costado
de mi cara, aunque no me giro a mirarlo.
—Sigue adelante, Sidney. Mirar hacia el pasado sólo te arrastra de
nuevo ahí.
—Síp, pero no puedes aprender de este si no miras hacia atrás.
—Has aprendido todo lo que necesitas saber.
Sonrío hacia él.
—No, no lo he hecho. ¿Cómo puedes pensar eso? Cometí un error con
Dean e hice la maldita misma cosa contigo. No puedo juzgar el carácter, en
absoluto. Estaba totalmente equivocada sobre ambos.
Mis palabras golpean duro a Peter. Yo bien podría haber oscilado una
barra de hierro en su estómago. Él no mira hacia mí.
—Eso es lo que piensas, ¿qué somos iguales?
—En el fondo es el mismo engaño, ¿no? —Estoy preguntando en serio,
porque la parte más dura de mi mente dice que sí, pero hay un lugar con
una voz más suave que dice que Peter no es igual en absoluto.
—Tal vez. Una mentira es una mentira. —Peter se pone rígido y se
cierra.
Desearía no haberlo dicho.
49 —Tal vez sí. Tal vez no. ¿Por qué lo hiciste?
La mirada de Peter corta hacia mí. Es tan filosa, tan amarga, que quiero
mirar hacia otro lado.
—No quería que lo supieras. Tienes razón, ¿de acuerdo? Ambos te
mentimos, ambos tomamos cosas que no deberíamos tener, y ninguno de
nosotros se arrepiente de ello.
Parpadeo lentamente como si no acabara de decir eso. No puedo
respirar. Es como si sus palabras fueran un puño que se disparó
directamente en mi estómago. Hay una salida a la derecha por delante.
Estaba a punto de pasarla, y decido bajar en el último segundo. Peter no
dice nada cuando cambio de carril abruptamente.
Nos detenemos frente a un motel y estaciono bajo el alero. A la mierda
con esto. Deseo dejar a Peter en Texas. Pateo mi puerta para abrirla, voy
dentro y nos consigo una habitación. Peter no me sigue.
Cuando salgo con la llave de la habitación, lo veo sacudir su cabeza y
terminar una llamada telefónica. Se pasa los dedos por su pelo oscuro y
mira atrás hacia el Sr. Pavo. Me deslizo en el coche y miro atrás al ave.
—Lo desataste un poco. —El pájaro todavía lleva puesto el sujetador,
pero su pico está libre.
—Síp, él quería hablar.
Me quedo mirando fijo hacia Peter por un momento, preguntándome
qué podría estar pasando por su cabeza, por qué está aquí, y qué quiere de
mí.
—¿Por qué insististe en venir conmigo?
Peter me mira como si estuviera cansado de la pregunta.
—Ya te dije.
—Decir ya sabes, no es una razón. Dime. Sólo dilo.
Peter sacude su cabeza y sonríe.
—Bien. Quieres hacer todo por tu cuenta, pero no puedes. Cuando
estás cerca de ese tipo, Dean, es como si tu cerebro se apagase. Te dejas
atrapar por tu pasado antes de poder parpadear. He leído tu poema, lo veo
en tu cara, y sé lo que pasará si te consigue a solas. Él no te conseguirá a
solas. —La mirada de Peter se bloquea en la mía mientras sus palabras
arden con intensidad. Tengo que tragar, pero no puedo.
—Eres todo caballerosidad. —Solía burlarme de él acerca de eso, pero
ahora no lo estoy.
—Algo así.
Mi corazón está en mi garganta. Nos miramos el uno al otro durante
mucho tiempo y nuestras miradas se funden. Ninguno de nosotros puede
50 mirar hacia otro lado. Es como si estuviésemos perdidos, a la deriva sin
rumbo, siendo incendiados por la vida y todo lo que nos ha pasado. Cuando
mi pulso está golpeando en mis oídos como tambores gemelos, alejo la
mirada. Se siente como que hay una banda de goma en mi cabeza y me tira
hacia atrás, pero me niego a girar.
Estaciono el coche. Cuando Peter se vuelve y sale, lo sigo a la habitación
del motel. Hay una pequeña cama doble, ninguna alfombra peluda, ninguna
excéntrica bañera sexy. Es sólo una habitación simple de un motel viejo.
11
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
l teléfono de Peter suena y desaparece fuera mientras me ducho.
Cuando salgo, aferro la toalla alrededor de mis hombros para
ocultar mi transparente pijama. Mi cabello todavía está goteando
con ese aspecto enredado de recién-salido-del-arroyo. Tengo que esperar a
que Peter se meta en la ducha, así puedo cepillar los enredos.
La mirada de Peter se levanta cuando camina en el interior. Me ve allí
de pie luciendo como una rata ahogada.
—Desaté al buitre y lo puse en la hierba junto al coche. Desde que está
lisiado, no creo que se vaya a ninguna parte.
—¿Pero si un gato lo atrapa?
Peter levanta una ceja hacia mí.
—Creo que el gato tiene que ser el preocupado en ese escenario. Él va
51 a estar bien. Sobrevivió hasta ahora por su cuenta. —Peter se aclara la
garganta mientras se acerca a la cama y excava a través de su bolso. Saca
un par de pantalones de chándal y mira por encima de su hombro a mí—.
Mi hermano llamó. ¿Te importaría si tomamos un desvío a través de Nueva
York? Tengo que conseguir algo de él.
—¿Qué parte de Nueva York? ¿Qué necesitas conseguir? —Me siento
en una silla de mimbre junto a la puerta.
—La ciudad, por lo que no está demasiado fuera del camino, pero
probablemente añadirá un día a nuestro viaje. —Peter se quita su camiseta
mientras está hablando y la arroja en su bolso. Cuando no digo nada me
echa un vistazo. Mis ojos están fijos en sus abdominales. Cada uno está
claramente definido como si Peter hiciera mil abdominales todos los días—.
Mis ojos están aquí arriba, Sidney.
Me sobresalto y parpadeo mientras mi cara arde del rubor
propagándose rápidamente. Las comisuras de la boca de Peter se levantan.
Odio esa sonrisa. Me hace desear hacer cosas estúpidas. Peter se acerca a
mí con ese aire arrogante y se detiene. Sus botas están casi tocando los
dedos de mi pie. Se inclina por la cintura y baja su cara a la mía. El
movimiento me pone nerviosa. Trato de permanecer sentada en mi silla
como si no me importara lo que hace, pero ni siquiera puedo mentirme a mí
misma; estoy atraída hacia Peter en un nivel carnal. Nunca se apaga, y es
molesto como el infierno. Trago con dificultad, preguntándome si va a
besarme. Sus labios están a un soplo de los míos, y él todavía está usando
esa sonrisa sexy.
—¿Sí? —Logro decir. Gracias a Dios mi voz salió. Me siento como que
estoy hecha de rasposos sonidos jadeantes y eso es todo.
La mirada de Peter se sumerge a mis labios, donde permanece
demasiado tiempo. La tensión entre nosotros me hace querer reír o golpear
algo. Energía se está construyendo a través de mi cuerpo mientras mi
estómago se retuerce en rizos. Quiero inclinarme y besarlo. Quiero sus
brazos alrededor mío. Quiero pasar mis dedos sobre las depresiones y
curvas de su pecho, pero no lo hago. Solo me siento allí y levanto una ceja
hacia él, esperando que haga o diga algo.
—¿Hmm? Oh, nada. Sólo pensé que sería más fácil para ti no tratarme
como un prostituto si mis ojos estaban más cerca. —Peter parpadea una
sonrisa maliciosa hacia mí.
Mis labios se contorsionan en una O y luego en una sonrisa juguetona.
—Asno.
Peter no se mueve. Se queda justo ahí, y cuando habla sus labios casi
rozan los míos.
—Mirona.
—Molesto.
52
—Golosa.
—Idiota.
—Espectadora.
—Asno.
Él sonríe.
—Buena remontada, y ya usaste esa.
—Cállate.
—Oblígame. —Peter se ve tan perfecto, tan completamente besable—.
Oblígame, Sidney. —Su voz se reduce a un susurro que es apenas un
susurro cuando lo dice. Sus ojos de zafiro vagan hacia mis labios antes de
regresar a mi cara. Se queda allí, mirándome por debajo de esas pestañas
oscuras.
Mi boca hormiguea, deseando su toque mientras mi corazón se acelera
más y más rápido. De pronto, no tengo palabras y no puedo recordar cómo
hablar. Calor se arrastra a través de mi cuerpo como si alguien hubiese
tirado una manta sobre mí después de sacarla del horno. Mis dedos se
crispan cuando pienso en deslizarlos a través de su cabello. Oh Dios, ¿por
qué está haciéndome esto? Es una tortura tenerlo tan cerca y no tocarlo.
Dos pueden jugar este juego. Levanto mi mano hacia su mejilla, y él se
congela. Tan pronto como mi palma toca la piel de Peter, esa expresión
demasiado confiada se desvanece de sus ojos. Trazo mi mano sobre su
mejilla lentamente. Ninguno de nosotros respira mientras las yemas de mis
dedos viajan sobre la barba incipiente en su mejilla hasta su mandíbula. Me
inclino, como si fuera a darle un beso. En el último segundo, empujo su cara
hacia un lado con la mano que está en su mandíbula y camino por delante
de él, con una sonrisa de satisfacción en mi rostro.
Creo que eso es todo. En el concurso de burlas, soy claramente la
vencedora, pero Peter atrapa mi muñeca. Él me detiene suavemente. Esa
sonrisa confiada se desliza fuera de mi cara mientras me giro de nuevo hacia
él. Peter se apodera de mi cara con una mano en cada mejilla y baja su
cabeza. Todo mi cuerpo se estremece, esperando ese beso. Nuestros ojos
están fijos, cada uno atravesando al otro. Peter deja escapar una respiración
entrecortada e inhala de nuevo lentamente. Siento el aire cálido en mi cara.
La última vez que estuvimos así, la idea de estar con él me dio miedo,
pero ahora tengo curiosidad por ver si podría hacerlo, si me gustaría. Mi
cuerpo está zumbando, pero ninguno se mueve. Es como si hubiera una
pared de vidrio entre nosotros y ninguno pudiera romperla. Los labios de
Peter permanecen justo frente a los míos, separados muy ligeramente.
Cuando sus pestañas bajan, su mirada se centra particularmente en mi
boca. Mis párpados se sienten pesados cuando me toca suavemente. Las
manos de Peter se deslizan hacia atrás en mi pelo, por mi cuello hasta mis
53 hombros. Levanta una mano y acaricia mi mejilla de nuevo.
Estoy temblando durante el tiempo que hace eso. No sé lo que quiero.
Por alguna razón, todavía confío en él; pero no lo hago. Se siente como que
hay dos mujeres viviendo dentro de mi cabeza. Una de ellas está hambrienta
de caricias y la otra es demasiado independiente para desear a alguien, por
ningún motivo. Ella está luchando conmigo, lanzando violentamente cada
imagen, cada recuerdo equivocado hacia mí, pero no me puedo mover. No
quiero alejarme, así que me quedo, disfrutando de su tacto y de la sensación
de su aliento a través de mi piel.
Peter parpadea lentamente. Cada vez que sus pestañas se cierran, creo
que va a besarme, pero no lo hace. Mi corazón late más fuerte en mi pecho,
haciéndome sentir más loca a cada momento. Su mano acaricia mi mejilla
de nuevo, y yo aferro con más fuerza la toalla colgando sobre mis hombros.
Esta vez, cuando las pestañas de Peter bajan, él cierra la distancia. Sus
labios rozan los míos tan ligeramente que se siente como una brisa. Me tenso
cuando lo hace, pero Peter no profundiza el beso. En su lugar, se aleja y me
mira a los ojos. La expresión en su cara me hace presionar mis rodillas
juntas para detener la corriente que está pulsando a través de mi cuerpo.
Él me hace querer cosas que no quería.
Se siente como que me voy a deshacer, pero no me siento asustada, no
esta vez. Hago algo loco y me inclino. Rozo mi labio inferior con el suyo y me
estremezco cuando lo hago. Las manos de Peter están en mi cuello de nuevo,
jugando con el borde de la toalla. Me mira por un momento y se inclina
hacia adelante lentamente. Cuando sus labios tocan el costado de mi cara,
inhalo profundamente y cierro los ojos.
El beso de Peter es tan ligero, tan suave que me hace querer más.
Parpadeo lentamente como si estuviera medio dormida. Se siente como si
estuviera flotando, y no me importa tanto. Da miedo, pero el miedo no me
está asfixiando de la forma en que normalmente lo hace. No pienso en nada.
Alejo los pensamientos, porque ya nada es igual. La manera en que Peter
me toca no es para nada como Dean… Él es para nada como Dean.
El pensamiento me libera. Me levanto sobre las puntas de los dedos de
mis pies y tomo su mejilla con una mano mientras presiono nuestros labios.
Mi beso no es ligero, como el suyo. Es jadeante y exigente. Las palmas de
Peter ahuecan mi cara cuando el beso se profundiza. Me pierdo por un
momento feliz. Ningún pensamiento, ninguna preocupación. Sólo está Peter
y sus cálidos labios suaves que están besándome tan perfectamente que mis
rodillas se sienten débiles.
Cuando se aleja, Peter es todo respiraciones entrecortadas. Su frente
se presiona a la mía mientras me mira desde debajo de sus pestañas. Estoy
respirando demasiado duro también, pero cuanto más trato de controlarlo,
peor se pone.
Los ojos de Peter caen al lugar donde estoy sosteniendo la toalla
54 alrededor de mis hombros. Él me observa mientras baja su mano y se
apodera de la mía. Creo que va a quitarla y me tenso, pero no lo hace. En
cambio, Peter la mantiene apretada y me dice:
—Suelta. Yo la sostendré por ti.
Sus palabras me golpean con tanta fuerza que mi mandíbula comienza
a temblar. Las lágrimas pinchan en mis ojos mientras trato de no llorar.
Había querido estirarme, sostener su mejilla en mi mano y pasar mis dedos
por su pelo, pero no puedo hacer nada de eso si estoy sosteniendo la toalla.
Peter se da cuenta de lo que sus palabras me hacen. Él se inclina y
besa mi mejilla suavemente. El beso me da coraje. Estoy tan nerviosa de que
vaya a bajar la toalla, de que la soltará, pero la oferta es demasiado como
para ignorarla.
Había querido tocar su cara, pero cuando libero la toalla y la mantiene
en su lugar por mí, mis manos van a la deriva hacia su pecho. Arrastro mis
dedos sobre los músculos tonificados, sintiéndolo bajo mis dedos. Antes de
que pase mis manos por su estómago, froto mi pulgar sobre su pezón,
sintiendo la protuberancia de piel debajo de mi mano.
Peter inhala profundamente, pero no se mueve. Parpadea lentamente y
sigue observándome mientras mis manos van hacia el sur. Siento cada
músculo tenso de su estómago hasta que me detengo en la cintura de sus
jeans. Trazo mis pulgares a lo largo de su estómago y alrededor de su
espalda. Siento la cicatriz sobre su costado cuando la yema de mi dedo se
mueve por encima. Me pregunto si él siente el recuerdo cuando toco ese
lugar. Las cicatrices nunca sanan, y cada vez que uno consigue que las
toquen, el recuerdo que las dejó estalla a la vida. Me pasa eso, pero esto es
tan diferente a cualquier cosa que hice con Dean que no hay recuerdos para
recordar, no hay cicatrices de tiernos toques para tratar de reprimir. Esto
es nuevo para mí.
Los ojos de Peter se cierran cuando mi mano se mueve por encima de
su cintura. Sé el recuerdo que está parpadeando detrás de sus ojos porque
se pone rígido en mis brazos. Quiero hacerlo mejor; quiero que se perdone
a sí mismo por lo que pasó. Cuando abre los ojos de nuevo, ellos se traban
con los míos y su dolor ya no se oculta. Se refleja en sus ojos con tanto pesar
que es difícil sostener su mirada. Ya no estoy parpadeando o respirando.
La vulnerabilidad en su cara me hace hacerlo. Levanto mi mano al lugar
donde él está sosteniendo la toalla. Agarro su mano en la mía y la alejo. Mi
corazón late más fuerte, pero no lo suelto. Peter no mira cuando la toalla se
desliza de mis hombros y cae detrás de mí. No puedo ocultar los temblores
que se disparan a través de mí. Me siento desnuda delante de él, a pesar de
que no lo estoy. Peter llevaba menos ropa que yo, pero me siento tan
expuesta. Si él no hubiera reaccionado de esa manera cuando toqué su
cicatriz, no podría haberlo hecho.
55 Pero lo hice, y ahora estoy de pie en una camiseta raída con mis
pezones erectos. No quiero que vea, pero deseo que lo haga. Cuando inhalo,
mi pecho roza contra el suyo. El contacto sin la toalla en el medio se dispara
a través mío como un rayo. Mi respiración se atora en mi garganta, y cuando
miro hacia él, Peter parece igualmente sin palabras.
Su cabeza se agacha de nuevo y me besa más fuerte esta vez. Sus
manos están en mi cara y luego en mi cabello. Viajan sobre mis hombros y
por mi espalda, deslizándose sobre la tela mientras su lengua le hace cosas
perversas a mi boca. La boca de mi estómago cae por el hueco de un
ascensor y no ha tocado fondo todavía. No puedo respirar como una persona
normal. Sueno como si corrí un maratón, aunque no he dado ni un paso.
Peter rompe el beso. Entre respiraciones presiona sus labios a los lados
de mi cara suavemente, gentilmente. Sus manos se mantienen por encima
de mi camiseta. Él no levanta el dobladillo y desliza sus manos debajo. En
cambio, presiona su cuerpo contra el mío mientras me besa sin sentido.
Lo sostengo apretado, clavando mis uñas en su espalda para que no se
desvanezca. Peter empuja mi cara hacia un lado mientras arrastra besos
calientes por mi garganta. Mi cabeza cae hacia atrás y cierro los ojos,
sintiendo cada beso mientras sus labios se presionan en mí una y otra vez.
Cuando se detiene, miro hacia él.
Los labios de Peter están separados, y está respirando con dificultad.
—Deberíamos parar.
Asiento.
—Deberíamos. —Es algo que sé en mi mente, pero mi cuerpo no quiere
reconocerlo.
Peter toma la decisión por nosotros y se aleja unos pasos. Se pasa las
manos por el pelo como si fuera una tortura dejar de tocarme. Cuando mira
por encima de su hombro hacia mí, sus ojos se fijan en mi pecho.
Me quedo parada ahí, erguida, y dejo que se vea. Sé que él puede ver el
contorno de mis pechos excitados y los tonos de piel pálida a través de la
camiseta. Los nervios se arremolinan en mi estómago, pero no me muevo.
Peter no aparta la mirada. Sus ojos permanecen pegados a mi pecho.
Después de un momento, logro decir:
—Mis ojos están aquí arriba, Profesor.
La mirada de Peter se levanta lentamente y se encuentra con la mía
mientras una sonrisa pecaminosa se propaga a través de su rostro.
—Repítelo.
La esquina de mi boca se levanta mientras perezosamente señalo hacia
mi cara.
—Mis ojos están aquí arriba.
56 Peter se acerca a mí, pero sin tocarme esta vez. Se detiene al alcance
del brazo. Un hoyuelo sale a la superficie en su mejilla, y tengo el loco deseo
de lamerlo. Mis ojos revolotean lejos del punto y se traban con los suyos.
—No, la otra parte. Llámame profesor de nuevo. —Peter luce
esperanzado, más como el hombre que conocí en Texas. La mirada que me
está dando es como la que tenía cuando estábamos bailando.
No puedo evitar sonreír como una niña. Miro hacia arriba desde debajo
de mis pestañas y susurro:
—Baila conmigo, Profesor.
La sonrisa de Peter se amplía. Extiende una mano y la agarro, mientras
que la otra mano se desliza alrededor de mi cintura. Si él fuese alguien más,
me preocuparía de que sus botas aplasten mis dedos de los pies, pero Peter
nunca me pisa. Nos balanceamos un par de veces antes de que me haga
girar lejos. Cuando me gira de regreso, me volteo rápidamente en su pecho,
donde me sostiene apretada. Mis manos se deslizan alrededor de su cintura
y sobre la cicatriz. Observo mientras los ojos de Peter se llenan de recuerdos
que no puede controlar. La sonrisa se desvanece como una estrella en la luz
del sol, hasta que ha desaparecido por completo.
Peter parpadea un par de veces, como si estuviera despertando de un
sueño. Me suelta y se aparta. Cuando agarra su sudadera de la cama, se
inclina y recoge mi toalla. Peter se vuelve hacia mí y la coloca sobre mis
hombros y la sostiene apretada delante hasta que la agarro.
Él me da una sonrisa triste y dice:
—Gracias.
Asiento lentamente, sin entender. Se siente como rechazo, pero en el
fondo de mi mente sé que es más que eso. Él está atascado, atrapado en su
pasado tan mal como yo, o posiblemente más.
—Sé que no hay futuro para nosotros —dice—. Arruiné demasiado las
cosas en el pasado y lo entiendo, pero realmente necesito una buena amiga
ahora mismo y sé que tú también. Esto… —Inhala profundamente y
gesticula entre nosotros—… no puede volver a suceder. Ya lo sé, pero…
Lo interrumpo. Me acerco a él y beso su mejilla antes de decir:
—Peter, shhhhh. Soy tu amiga, cuando menos. Y como máximo, ¿por
qué no simplemente esperamos y vemos?
Me mira como si yo fuera un espejismo. Sus ojos están tan amplios,
tan vulnerables.
—No soy el hombre que era antes. Ya no soy Pete Ferro. —Sus ojos se
hunden en la cicatriz que se envuelve su costado—. No entiendes… ella me
cambió de una manera que nunca había creído posible. Dejé de pelear, dejé
de hacer toda la mierda por la que era conocido. Encontrar a la persona
adecuada es el tipo de cosa que sólo obtienes en una oportunidad, y lo
57 estropeé. La perdí.
»Mi vida cambió esa noche y no importa lo que haga, no puedo poner
las cosas como estaban. Entonces te conocí, y pensé que estaba equivocado.
—Él me mira, luciendo completamente perdido—. Cuando vi a Dean, algo
se rompió. Si el viejo no hubiera sacado su arma, Sidney, no sé lo que habría
hecho. No puedo decir si estaba o no justificado, pero cada vez que veo a ese
tipo es como… —Él aprieta sus manos fuertemente y se traga lo que fuera
que iba a decir.
Lo observo porque no puedo apartar la mirada. Esto se siente como un
momento en el que todo se dobla hasta el punto que se va a romper. Sé lo
que quiere decir; lo sé demasiado bien. Tengo miedo de tocarlo, miedo de
dar un paso adelante, pero me las arreglo. Mi mano se desliza sobre su
antebrazo. Los músculos están apretados como si se fueran a romper en
cualquier momento. Peter se sacude cuando mi piel toca la suya. Él mira
hacia abajo a mi mano y luego a mi cara.
—Ya no eres Pete Ferro. Lo entiendo. Yo tampoco soy la misma Sidney
que caminaba por Jersey hace tantos años. Lo que fue tomado de nosotros,
no lo conseguimos de regreso, Peter. Simplemente ha desaparecido. Es como
la tierra después de un incendio, carbonizada hasta un pozo negro y estéril.
Niega con la cabeza.
—No, no para ti. De alguna manera, te deshiciste de ello en su mayor
parte. Lo veo en tus ojos.
—Estoy usando una toalla para ir a la cama, Peter. —Le doy una
sonrisa triste—. Sé que es mental. Lo acepté. Confío en ti y aun así no puedo
soltar esta cosa. —Tiro de la toalla más apretada alrededor de mis hombros.
—Lo hiciste antes.
—Eso fue diferente. —Aparto la mirada. Las emociones corren a través
de mí con una intensidad que me dan ganas de huir al bosque y vivir con
mi pavo. Doy un paso lejos de él, pero Peter toma mi mano. La conexión no
se rompe. Siempre que me esté tocando, se siente como si pudiese ver dentro
de mi cabeza, y eso me asusta más que nada. Hay monstruos allí, recuerdos
que no quiero recordar.
—¿Por qué? —Su voz es tan suave y amable. Es como la cachemira,
delicada y seductora. Si le respondo, esa voz promete muchas cosas que
pensé que nunca tendría. Mi labio inferior tiembla involuntariamente. La
mirada de Peter se clava en la pequeña contracción, levanta su mano y
presiona un dedo en mis labios. Sus ojos parpadean entre su índice y mis
ojos.
»Dime. —Su dedo se desliza lejos, dejando mi boca abierta y jadeando
como si no hubiera aire.
—Yo… —No puedo decirlo.
58 Quiero decirle, pero no puedo. Cierro los ojos y miro hacia abajo, pero
Peter no me deja quedarme así. Su mano se desliza debajo de mi barbilla, e
inclina mi cabeza hacia atrás. Nuestros ojos se encuentran y el resto del
mundo se desvanece.
Quiero ser valiente por una vez. Quiero decirlo y ver qué pasa. Lo he
tratado tan mal y él estaba tan enojado conmigo. El miedo sigue empujando
las palabras por mi garganta, pero se levantan de nuevo, rebelándose como
si tuviesen mente propia. Siento la frase en mi lengua y luego en mis labios.
—Fue diferente antes, pude dejar caer la toalla, porque estaba
pensando en algo, algo que no debería. —Mis labios se separan mientras
estoy parada allí tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Me perdí
en el momento.
Alguien succionó todo el aire de la habitación, porque no puedo
respirar. Me siento como un pez en un anzuelo con la mano de Peter
sosteniendo mi barbilla en alto. Él no me libera; no toma las palabras y me
las arroja de regreso. En su lugar, se inclina besablemente cerca, y susurra:
—¿Oh? ¿Qué estabas pensando que haría que esto se sintiese lo
suficientemente seguro para confiar en mí de esa manera?
Hay un nudo en mi garganta que no puedo tragar. Él me tiene
tambaleándome, colgando del extremo de la linda cadena rosa, y es todo lo
que puedo hacer para no retroceder. Esta conversación me aterra, pero me
excita, también. Su mano es cálida, suave pero firme. Se mueve de mi
barbilla a mi mejilla. Me apoyo en su toque y cierro los ojos.
—Por un momento todo se sentía bien, como si las cosas nunca
ocurrieron. Era como si hubieses aferrado a la chica que yo era y la sacaste
de regreso. Ella no tiene miedo de ti, y todavía está aquí deseando cosas que
yo normalmente no quiero.
—Dime lo que querías, Sidney. —Los ojos de Peter escanean los míos,
buscando, esperando más allá de la esperanza.
Mi mandíbula cuelga abierta, pero ningún ruido sale. Sonaba tan
diferente en mi cabeza. Decirlo en voz alta solidifica el pensamiento y lo hace
real. Peter roza sus labios sobre mi mejilla y se aleja. Sus ojos se desvían a
mis labios como si estuviera pensando en besarme de nuevo. Quiero ser
valiente, así que lo digo y le cuento:
—Te deseaba.
Una tímida sonrisa se desplaza a través de sus labios.
—¿El desear de deseo?
Un rubor pinta mi cara de rojo. Siento el ardor fluir a través de mis
mejillas y no puedo contener mi sonrisa. Trato de mirar hacia otro lado, pero
él no me lo permite. El dedo de Peter está debajo de mi barbilla de nuevo,
inclinando mi cabeza hacia atrás así nuestras miradas se encuentran.
—Quizás.
59 —Cuando tú dices quizás, por lo general significa que sí.
Sonrío.
—Quizás.
12
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
l resto de la noche pasa lentamente. Me muevo y doy vueltas en
el colchón, pero no puedo hacer que mi cuerpo se acomode.
Tener a Peter a los pies de la cama me vuelve loca. Quiero sus
brazos alrededor mío, pero me temo que enloqueceré y le diré que se pierda
si me toca equivocadamente. Ruedo sobre mi espalda y tiro la almohada
sobre mi cara. La toalla es un bulto debajo de mi espalda, toda agrupada y
terriblemente incómoda. Me estoy ahogando con la almohada cuando siento
que es apartada.
Peter me mira con esos ojos preciosos.
—¿Noche de insomnio?
—Quizás. —Ambos reímos en voz baja. Maldita sea. No tenía idea de
que estaba haciendo eso. Hago una nota mental para dejar de decir quizás
60 cuando estoy pensando que sí.
Peter me ofrece su mano. La agarro, y me saca de la cama. Trato de
estirarme hacia atrás por la toalla, pero Peter cierra los ojos.
—Déjala. No voy a mirar. —Tiene sus brazos extendidos, abiertos—.
Baila conmigo.
Meto un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Peter, yo…
—Dijiste quizás. Quizás significa sí. Pero tendrás que guiar ya que no
puedo abrir mis ojos. —Observando a Peter, tomo mi decisión. Él está con
el torso desnudo y lleva un par de pantalones de chándal grises. Apenas lo
puedo ver en la oscuridad. La luz de la calle arroja un resplandor amarillo a
través de la rendija de las cortinas. Ilumina su cuerpo tonificado y sus
brazos abiertos.
Entro en el espacio y tomo sus manos. Pongo una en mi cintura y
deslizo mi palma en la otra. Nuestros dedos se entrelazan y comenzamos a
balancearnos lentamente. Mi corazón late con fuerza a pesar de que hemos
hecho esto un millón de veces. En el pasado, Peter era mi profesor y mi jefe.
Ahora él está medio desnudo con los ojos cerrados. ¿Cómo hemos llegado
hasta aquí? Nunca hubiera pensado que aquí es donde acabaríamos cuando
lo conocí esa noche en el restaurante.
Justo cuando me calmo, algo raspa la puerta. Suena como un clavo
arrastrándose lentamente a través del metal. Los ojos de Peter se abren de
golpe cuando me aferro a él. Me olvido de la toalla y mi andrajoso pijama.
Ese sonido es simplemente incorrecto, como una navaja arrastrada a través
de metal; o como el cuchillo de Dean. Levanto la vista hacia él justo cuando
Peter me mira. Ninguno de los dos dice nada, y entonces el sonido viene de
nuevo.
Peter me libera, dejándome a los pies de la cama. Presiona su dedo en
sus labios y espera a que yo asienta antes de alejarse para mirar por la
rendija de las cortinas. Peter está allí por un momento, cuidando de no tocar
la tela. Camina de regreso hacia mí y susurra:
—No veo nada. Tal vez se han ido. —Pero justo cuando lo dice, el
horrible sonido viene de nuevo. Es más fuerte y por más tiempo esta vez.
Mi mente está jugando conmigo, tirándome hacia el pasado. Destellos
de plata parpadean detrás de mis ojos. Me presiono a Peter.
—Ese cuchillo, el cuchillo de Dean…
Peter me sostiene fuerte. Puedo decir que no quiere soltarse, pero el
sonido viene de nuevo. Tal vez está tallando algo en la puerta. Tal vez
terminará y se irá. Peter susurra palabras de consuelo en mis oídos, pero
nunca quita sus ojos de la puerta. Yo canto vete una y otra vez en mi mente
como si eso en realidad pudiese hacer algo.
61 Las manos de Peter me sostienen con firmeza contra su pecho.
Observamos la puerta, esperando que se abra de pronto, pero el silencio
llena nuestros oídos. Tragando con dificultad, miro hacia él, lista para
hablar cuando algo se estrella en la puerta y al mismo tiempo la manija se
sacude como si alguien estuviese tratando de abrirla. Frenéticamente, busco
alrededor de la habitación por algo con que defendernos, pero no tengo
nada. Mi pulso está rugiendo en mis oídos, así que cuando Peter me suelta
y camina hacia la puerta, enloquezco.
Peter está lleno de testosterona que fluye fuera de él en olas
aplastantes. La cicatriz en su costado parpadea de color blanco puro cuando
él cruza la franja de luz en el suelo. Esta destella sobre su cuerpo como el
escáner de la tienda de comestibles. Antes de que pueda decir nada, Peter
abre la puerta de pronto. Esta se estrella en la pared con tanta fuerza que
la manija hace un enorme agujero.
Peter sale fuera.
—¡Sal, hijo de puta, y resuelve esto ahora! —Sus puños se tensan a sus
costados mientras camina más lejos en el estacionamiento, con los pies
descalzos. Las luces de la habitación de al lado se encienden. Veo el brillo
dorado en el suelo fuera de su ventana, derramándose en el
estacionamiento.
Quiero que Peter regrese. No puedo perderlo. No puedo. Corro tras él
cuando algo se dispara de detrás de un arbusto junto a la puerta. Embiste
directamente en mí, pasando sobre mis pies descalzos con garras.
Grito y caigo hacia atrás, tratando de alejarme antes de notar lo que
está sucediendo. Peter se apresura hacia mí y se detiene. Una enorme
sonrisa rompe por su cara, y la preocupación se evapora. Todavía estoy
acurrucándome hacia atrás como si estuviera siendo atacada cuando
finalmente me detengo y miro hacia la cosa sentada en mis piernas. Mi pavo
buitre me mira de regreso como si yo estuviera loca antes de caminar por
encima de mí. Raspa su pico en la puerta de metal, haciendo un ruido
horrible, y luego se desliza en la habitación.
Con el corazón desbocado, miro atrás hacia Peter.
—¿Qué demonios?
Peter tiene sus brazos cruzados sobre su ancho pecho.
—Bueno, parece que la gran ave de rapiña no quiere dormir en el
estacionamiento.
Estoy mirando fijo, todavía sin creerlo. ¿Por qué?
—¿Por qué esta mierda me pasa a mí? —Apunto mi pulgar hacia las
personas observándonos en la habitación contigua—. No les sucede a ellos.
Peter asiente y saluda hacia ellos con una sonrisa que intenta cubrir
con su mano. Las personas desaparecen de nuevo en su habitación.
—Bueno, para empezar, ellos no sacaron un pájaro cojo de la carretera
62 y lo dejaron llevar un sostén durante todo el día. Si lo repasas como una
persona normal, no estaríamos teniendo esta conversación. —Peter está tan
cerca de la risa que no puede mantener una cara seria—. Por cierto, la
próxima vez que esté salvándote de un pollo gigante, permanece en el
interior.
Peter envuelve su brazo sobre mi hombro y me acompaña adentro,
cerrando la puerta detrás de nosotros.
—Ibas a luchar contra lo que fuera que estuviese ahí afuera, ¿no? —Él
asiente—. ¿Qué hace a un hombre volverse pacifista y dejar de serlo?
—Una cuchillada en el costado cambia a un hombre. —Peter busca
alrededor por el pavo. Está debajo del fregadero, acicalándose—. Uh, Sidney.
No voy a dormir en el suelo con esa cosa en la habitación. Ni siquiera estoy
seguro de si puedo dormir con esa cosa en la habitación.
—Entonces échalo fuera.
Peter mira de nuevo hacia el animal y luego a mí. Se ríe y niega con la
cabeza.
—No, gracias. Además, él simplemente lo hará de nuevo.
—Probablemente un gato trató de comerlo.
Peter deja escapar una carcajada.
—Probablemente se comió al gato y al perro que lo perseguía. Ahora,
está listo para ir a la cama. Si miras muy de cerca hacia su pico… —Peter
está señalando así que me inclino hacia delante para ver lo que ve—, puedes
ver la punta blanca de la cola de un gato.
Palmeo su hombro y río.
—Eres un idiota.
—Vas a invitarme a la cama.
Mi cara se pone en blanco.
—¿Disculpa?
—No voy a acurrucarme con un buitre. Dios sabe lo que él haría con
mis pequeñas partes.
Una sonrisa se arrastra a través de mi cara.
—¿Son pequeñas? Ese no es el tipo de cosa que a una chica le gusta
escuchar.
Peter se sienta a mi lado.
—Te das cuenta de que la respuesta a ese comentario es que deberías
venir y ver por ti misma, ¿verdad? ¿De verdad quieres que diga eso?
Trato de no sonreír. Trato de lucir seria, pero las comisuras de mi boca
se retuercen.
63 —Quizás.
Peter se ríe y me alcanza. Sus dedos hacen cosquillas en mis costados
ligeramente y caigo atrás sobre la cama con Peter inclinado sobre mí.
—¿Puedo dormir con usted, Srta. Colleli?
—Eso es bastante avanzado, Dr. Granz.
—Mantendré mis manos para mí. Te lo prometo.
—Mantendrás todo para ti mismo. —Me mira, confundido. Explico—:
Cuando era más joven, y escuché por primera vez sobre el sexo pensé que
sonaba repugnante. No podía imaginar por qué alguien haría alguna vez
algo así. Pero los bebés son muy lindos y vienen de algún lugar, por lo que
ello debe ocurrir por sí mismo.
—¿Por sí mismo? —Peter me da una mirada confusa.
—Síp, como si… —gesticulo hacia su paquete—… se cuela en el medio
de la noche, mientras que los dos estamos durmiendo y hace el hecho por
sí solo.
Peter deja escapar una carcajada y me abraza con fuerza.
—Lo mantendré en mis pantalones, Colleli.
13
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
n la mañana mientras Peter carga el coche, abro la factura de la
habitación. Parpadeo hacia esta un par de veces mientras el ave
baila fuera del armario o donde sea que durmió y salta en el
coche. Creo que me adoptó, pero no estoy muy segura.
Doblo la parte superior de la página hacia atrás y miro hacia Peter.
—Aquí hay un cargo de $250 por algo. ¿Ordenaste un montón de porno
después de que me quedé dormida?
—No, y por ese precio podría conseguir una prostituta. Déjame ver eso.
—Peter estrella el maletero cerrado y extiende su mano.
Coloco el papel en su agarre.
—Síp, una prostituta con una pata de palo, tal vez.

64 No mira hacia mí.


—Tú conseguirías un pirata prostituto, no yo. El parche en el ojo te
enciende.
Mi mandíbula cae abierta y boqueo hacia él.
—¿Cómo pudiste decir eso?
—Porque es cierto. Admítelo, te gusta la idea de un hombre usando una
camiseta de pirata con antebrazos fornidos y el olor del mar en su piel. —
No digo nada. Peter me mira y deja caer el papel a su lado.
—Acabas de describir a la mitad de los tipos de Jersey. Maldita sea,
Peter, tengo mejor gusto que eso.
—¿En serio? —Asiento. Él echa un vistazo hacia el coche y luego golpea
ligeramente la factura con sus dedos—. ¿Estás segura de eso? Quiero decir,
tienes un buitre de mascota.
—Es un pavo. Sólo es mal entendido, eso es todo.
—Él va a comerse tu cara en la mitad de la noche, y los $250 dólares
es un servicio de limpieza porque este hotel se supone que es libre de
mascotas.
Pongo mala cara sin pensar en ello.
—No es una mascota. Es una víctima de accidente. Algo arruinó sus
alas.
—Yo me encargo de esto y luego podemos irnos. —Peter comienza a
caminar en dirección al frente del motel. Se detiene cuando llamo tras él.
—Tienes razón, quizás. Me gustarías con una camiseta de pirata.
Peter se da la vuelta con una sonrisa irónica en sus labios.
—Oooh, háblame sucio, nena.
—Quizás.
Peter presiona su mano en su corazón y pretende perder el equilibrio.
—No aquí en el estacionamiento. ¿Cómo puedo controlarme cuando
tienes esa boca?
—Son los labios los que tienes que tener en cuenta. —Parpadeo
después que lo he dicho, sin darme cuenta de lo sucio que sonaba.
—¡Sidney, por favor! Vas a hacer que me sonroje. —Peter me guiña el
ojo y trota el resto del camino hacia el frente.
Me subo al coche y miro atrás hacia el ave.
—Vas a ser un dolor en el culo, ¿no? —El pájaro tiene la cabeza vuelta
hacia atrás con el pico bajo un ala. Se ve mal. Las cabezas se supone que
miran hacia adelante—. Necesitas un nombre. Veamos…
Peter regresa al coche rápidamente y se desliza en el asiento del
65 conductor. Es muy linda la forma en que rebota en su asiento y me sonríe.
Pelo oscuro cae hacia adelante en sus ojos, haciéndolos parecer más azul
que las piedras preciosas. Me olvido de lo que estoy pensando y me pierdo
en el momento.
Peter me sonríe.
—Mirona.
Sonrío duro y miro hacia otro lado.
—Te gusta.
—No he dicho que no. De hecho, me puedes acariciar con los ojos cada
vez que desees.
Resoplo una risa y me acomodo de nuevo en el asiento después de
levantar mis pies y ponerlos en el salpicadero.
—Wow, qué línea de levante.
—No necesito una línea de levante. Ya te tengo, y si la memoria no me
falla, tú eres la que avanzó sobre mí. —Peter tira del coche fuera del
estacionamiento y se dirige a la interestatal.
—Mmm, ya que lo has dicho. Entonces de vuelta a ese día, ¿era una
cosa normal para ti llevar a casa chicas al azar que se sentaban en tu mesa?
Una mirada avergonzada se mueve rápidamente en su rostro y
desaparece en un abrir y cerrar.
—Quizás.
—¿Así que cuando los periódicos decían que eras un playboy, esos
informes eran…? —Estoy pescando, tratando de tener una idea de su
pasado. Quiero saber más sobre él. Escojo un lugar en mis jeans con el dedo
y miro hacia él por el rabillo de mi ojo.
—Un eufemismo. Yo uh… —Él deja escapar una ráfaga de aire y me
mira—. ¿Qué específicamente estás preguntando? —Peter parece nervioso y
agarra el volante con más fuerza.
—Se rumorea que por un tiempo golpeabas o jodías a todo lo que
encontrabas.
—Golpeaba tipos y jodía mujeres, no al revés. Dime que no es eso lo
que estás preguntando; no soy bi y no golpeo damas. —Me mira de forma
rápida y luego vuelve su mirada a la carretera.
—Es bueno saberlo. —Me quedo en silencio, tratando de averiguar qué
pienso de él y cómo se ajusta a lo que ya sé.
—¿Qué pasa contigo?
—¿Qué hay de mí?
—Las mismas preguntas; ¿tienes inclinaciones bisexuales o golpeas
mujeres al azar? Yo podría subir a bordo con ambas cosas, ya sabes.
Las esquinas de mi boca se levantan.
66
—Eres tan estúpido.
—No ha contestado, Srta. Colleli.
Me encojo de hombros.
—Hasta que te conocí pensé que estaba rota. La idea de estar con
alguien así no era atractiva.
—¿Y ahora?
—Ahora, podría estar dándole algunas vuelas a la idea, quizás. —
Aprieto mis dientes y mentalmente me regaño a mí misma mientras mi cara
se calienta. Me inclino y presiono mi cara en mis rodillas.
—Te dije que te gusta avanzar sobre mí. Creo que deberíamos hacerlo
de esta manera. —Miro hacia él, amando que no hiciese ningún comentario
sobre mi cara roja—. No tendré sexo contigo. Tú eres la que decide eso, y yo
seguiré tu ejemplo, ¿de acuerdo? —Agarra mi mano y la aprieta—.
Pensándolo no es malo, ya sabes. Esto significa que estás moviéndote hacia
adelante.
Mi estado de ánimo se desinfla como un globo. Miro por la ventanilla
después de quitar mi mano.
—No, no lo estoy. Sólo estoy cansada de esperar superarlo.
—Sidney, estás más lejos por el camino que yo. Voy a perderte de vista
pronto. Creo que tienes razón: realmente no olvidamos lo que pasó, sino que
lo aceptamos y aprendemos a vivir con ello. No lo he hecho todavía, en
absoluto, pero tú lo aceptas y vives con ello. Desearía… —Su voz se
apaga. Cuando miro hacia él, me doy cuenta de cuán apretada está su
mandíbula, como si la cerrase para no hablar.
—Dime —digo suavemente y alcanzo su mano. Su palma está caliente,
pero la piel en la parte posterior es fría al tacto. Entrelazo sus dedos con los
míos, deseando poder borrar su dolor.
Sonríe con tristeza.
—A veces se siente como si estuviera de pie en el borde de un precipicio
mental. Mis dedos están sobre el borde, y el menor viento me hará perder el
equilibrio. Sé que voy a caer, pero no puedo retroceder. Así es mi vida. Así
es la vida de mi hermano, excepto que él se fue por encima del borde. No
quiero terminar así. Si me quedo parado allí, sé que voy a caer, pero parece
que no puedo retroceder. —Él inhala lentamente y deja escapar un suspiro
tembloroso sin mirarme.
Los árboles pasan a toda velocidad más allá de las ventanillas mientras
el pavo se mueve ligeramente en el asiento trasero. El animal hace un ruido
y se vuelve a dormir.
—Síp, sé lo que quieres decir. Durante un par de años, se sentía como
si hubiera caído en un barranco. Mi estómago estaba en mi garganta todo
67 el tiempo. Me preocupaba por lo que iba a pasarme cuando tocase el fondo.
—¿Piensas que tocaste el fondo? —Asiento—. ¿Qué había?
Pienso en esto por un segundo y sonrío.
—Tú estabas allí. Esa noche en el restaurante, ese era el fondo de mi
hoyo. Eso puso fin a la caída libre, y todo cambió. —Peter asiente, pero no
dice nada—. No puedes controlar todo; tómalo de alguien que sabe. Iremos
de a poco y veremos dónde terminas. Puede que no sea tan malo.
Peter me aprieta la mano y la levanta a sus labios.
—No te merezco.
—No creía que la felicidad estuviese en las cartas para mí, pero luego
te conocí. Te mereces un respiro de todo lo que has hecho que te está
carcomiendo el interior. Deja de pensar tanto y ve a dónde te lleve la vida.
Quién sabe, podrías terminar en un coche con una chica loca y un buitre
travestido. —Peter sonríe cálidamente. Me acurruco en el asiento del medio
y apoyo mi cabeza en su hombro.
14
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

C
uando llegamos a Pennsylvania, Peter se detiene por gasolina.
Me apresuro al baño de mujeres mientras él llena el tanque, y al
salir, me encuentro con mi gemelo; como que literalmente
tropiezo con él. Sam se para delante de mí y me estrello en su cuerpo
delgado. Miro hacia arriba, lista para disculparme, pero entonces veo quién
es.
—Así que viniste. —El cabello de Sam se oculta bajo una gorra de
béisbol. Lleva una vieja camiseta de la escuela secundaria con un par de
jeans. Es la misma apariencia que tenía antes de que me fuera de casa. Los
hombros de Sam están desplomados ligeramente hacia delante de la fatiga.
Él echa un vistazo hacia el refrigerador en la parte trasera de la tienda donde
Dean está de pie con su espalda hacia mí.
Sigo avanzando hacia la puerta. No voy a tener otro altercado en un
68 mini-mercado.
—Por supuesto que vine. —Llego a la parte delantera de la tienda y me
empujo fuera. La puerta activa una campana que hace que mi sangre se
hiele. Siento los ojos de Dean en mí. Vagan por mi espalda como una garra
fría, pero no me detengo. Métete en el auto. Métete en el auto. Métete en el
auto.
—¿El tipo está contigo? —Sam mira alrededor por Peter y lo ve de pie
junto a mi coche, repostándolo.
—Obviamente. Te veré en casa.
Sam. Su mirada se estrecha cuando mira hacia Peter.
—No me agrada, Sid. Luce un poco sacado, como si pudiera quebrarse
y enloquecer o algo.
—Entonces no lo cabrees. —Termino de hablar cuando llego al coche.
Peter mira hacia arriba, y la ira parpadea en sus ojos cuando ve a Sam—.
Vamos, salgamos de aquí. —Me deslizo en mi asiento rápidamente y tiro del
cinturón de seguridad a través de mi regazo. No necesito decirle nada a
Peter. Toma mi señal y se va, pero no antes de mirar fijo a los dos hombres.
Me pregunto si Peter es inestable, pero desecho el pensamiento. Todos
somos inestables en cierta medida. Tener a alguien cuidándome la espalda
no es algo malo.
Después de que estamos en la carretera, Peter pregunta_
—¿Te tocó?
—No, no realmente. Tropecé con Sam. Dean no dijo nada. Sólo me
observó como una enredadera. —Escalofríos corren por mi piel. Los apago
con mi mano, pero toma un tiempo hasta que se van. Echo un vistazo atrás
al pavo y me pregunto si está muerto—. Él no se mueve mucho, ¿verdad?
Peter levanta la vista al espejo.
—Sólo por la noche cuando estoy a punto de tener sexo contigo. Es
como que tuviésemos una chaperona. —Peter parece tenso, como si tuviera
ansiedad líquida fluyendo por sus venas en lugar de sangre—. Cenaremos
con mi hermano esta noche, si eso está bien. Necesito su ayuda con algo.
Asiento, sin realmente entender por qué está nervioso. Sigo mirando
detrás de nosotros, preguntándome a qué distancia están Dean y Sam.
—¿Cuál hermano es?
—Sean, el mayor. Mi hermano menor es un espíritu libre, pero Sean
tiene más los pies en la tierra. Él trata con la mierda, es por eso que quiero
hablar con él. —Peter se ve bien, pero su voz está un poco demasiado
apretada, y sus manos están a las diez y dos en el volante. Él sólo hace eso
cuando está enojado o preocupado.
—¿Qué quieres hablar con él?
69 —Tú y yo. No quiero compartir tu dolor con nadie, y tal vez no tendré
que hacerlo, pero Sean es un tanto impredecible. Necesito saber si puedo
mencionar lo que pasó contigo y tu familia… y Dean.
—¿Confías en él, incluso después de que mató a su esposa?
—Síp, pero tengo que decir que no sé lo que pasó esa noche. Nadie
sabe. Sean nunca habló de ello, pero no creo que la matase. Estaba tan
entusiasmado con el bebé. Simplemente no tiene ningún sentido. —Está un
momento en silencio, pensando.
Me pregunto qué llevaría a alguien a matar. Odio a Dean, pero no quiero
matarlo, no cuando estoy racional o despierta de todos modos. Pero si Dean
fuese atropellado por un camión, no perdería el sueño por ello. Me pregunto
si eso es lo mismo y supongo que en algún nivel lo es.
Echo un vistazo hacia Peter.
—Di lo que quieras. Sólo no quiero toda la historia plasmada en todo el
internet en la mañana. Y no quiero escucharla cuando le cuentes, tampoco.
Dime que vaya al bar o algo así. —Mi estómago se voltea dentro de mí. No
me gusta la idea, pero si Peter siente que necesita a su hermano, creo que
va a ser bueno para él.
Estar separada de mi familia me liberó de alguna manera, pero me
arrepiento. No quería que las cosas terminaran de esa manera, pero no tenía
ni idea de cómo solucionarlo. Esta es una oportunidad para que Peter haga
las paces con su hermano. Quiero animarlo incluso aunque el nombre de
Sean Ferro envía hielo por mi espina dorsal.
* * *
Llegamos a Nueva York bastante tarde. Peter llama a su hermano
cuando llegamos al hotel. Nos duchamos y vestimos rápidamente. Mientras
estoy aplicándome delineador de ojos, veo a Peter caminar por detrás de mí.
Él tiene una toalla alrededor de su cintura y su cabello está húmedo y
despeinado. Desde donde estoy, no puede verme a menos que mire en el
espejo. La pared exterior del cuarto de baño se extiende dentro de la
habitación, dando la ilusión de privacidad. Me congelo y me pregunto si me
vio cambiarme antes. No puedo recordar dónde estaba parado, pero no creo
que estuviera por aquí.
Mis ojos se mueven hacia el movimiento y atrapo un vistazo de Peter
dejando caer la toalla. Él está parado, de espaldas a mí, totalmente desnudo.
El lápiz de ojos se cierne cuando parpadeo rápidamente, contemplándolo.
El cuerpo de Peter es la perfección, a excepción de esa cicatriz en su cintura.
La herida es una delgada línea blanca que se extiende hacia abajo y se
envuelve alrededor de su costado. Su espalda es todo músculo, pero conocía
eso antes.
Lo que estoy mirando fijo, de lo que no puedo arrancar mis ojos, es ese
trasero perfecto. Él es todo músculo tonificado, cada pedacito suyo, y ese
70 trasero no es una excepción. Mi boca cuelga abierta mientras observo,
preguntándome cómo sería tener ese cuerpo desnudo deslizándose contra
el mí con mis uñas mordiendo ese perfecto trasero. No hay un pensamiento
racional en mi cabeza. Solo miro fijo, pensando en sentir cada pulgada de él
debajo de mí, preguntándome cómo sería eso. Es entonces cuando se agacha
para agarrar sus bóxers y estoy a punto de morir. Un aliento se atora en mi
garganta mientras cambio mi posición frente al espejo para tener una mejor
vista. Es entonces cuando me las arreglo clavar el lápiz en mi ojo.
Peter se da vuelta para ver qué sucedió, pensando que no puedo ver su
hermoso cuerpo desnudo. Aprieto mis ojos cerrados y murmuro
improperios. Cuando levanto la vista puedo ver sus hermosos ojos azules en
el vidrio, se traban con los míos, y una sonrisa maliciosa se extiende por
todo su rostro
—¿Me estaba observando, Srta. Colleli?
—No, sólo pensaba en esa cosa pirata que dijiste anoche, entonces yo…
—¿Qué diablos estoy diciendo?
—¿Entonces te apuñalaste a ti misma en el ojo? —Está caminando
hacia mí, lo que me pone tan nerviosa que no puedo soportarlo. Mi corazón
martilla dentro de mí mientras energía nerviosa corre arriba y abajo por mis
brazos. Golpeo el lápiz sobre la mesada y parpadeo varias veces, tratando
de no mirarlo. Nunca he tenido ningún interés en ver a un hombre desnudo
antes. Nunca vi a qué viene tanto revuelo. Quiero decir que no es como si
toda esa zona del paquete peludo fuera atractiva, pero, oh mi Dios, en Peter
es completamente… Ideas rebotan fuera de mi mente y brincan
simultáneamente en un millón de direcciones. Quiero tocar y deslizar mi
mano por su estómago, mis labios hormiguean cuando pienso en besarlo
por debajo del cinturón, y mi lengua; es como si hubiese perdido mi mente.
Pensamientos totalmente extraños giran a través de mí y desgarran las
cosas que puse en mi lista de Nunca voy a hacer eso.
Antes de que lo note, él ha cruzado la habitación, Peter está detrás de
mí. Da un paso cerca de mi espalda y mira por encima de mi hombro a
nosotros en el espejo. Uno de mis ojos tiene más o menos una línea negra
encima desde que dibujé mi cara después de que me apuñalé a mí misma.
Luzco ridícula, pero me tiene sin cuidado. Su proximidad desnuda dispara
tensión a través de cada parte de mí.
—Me estabas observando, Colleli.
—Eres agradable de ver, Granz. —Lo digo demasiado confiada, como si
mirase hombres desnudos todo el tiempo. Entonces, señalo hacia mi ojo rojo
y digo—: Espero que tengas una cosa por los piratas. Estoy bastante segura
de que yo… —Un ruido involuntario emerge de mi garganta cuando Peter
pone sus manos en mi cintura. Estoy tan tensa, tan llena de lujuria, que no
puedo pensar. Nos miramos el uno al otro en el espejo.
Los ojos de Peter están muy oscuros. Su voz es más profunda de lo
71 habitual cuando habla.
—Date la vuelta, Sidney.
Sacudo mi cabeza incluso aunque quiero darme la vuelta y mirar. Estoy
mintiéndome demasiado a mí misma. Quiero más. Lo siento correr en mí.
No quiero mirar; quiero tocar y hacer cosas que nunca pensé que haría. El
sexo oral no suena tan mal en este momento, y me pregunto por ello por un
segundo. Hasta ahora, no estaba interesada en nada, y la idea de sentarme
en la cara de un tipo o arrodillarme y chupar su… ni siquiera puedo
terminar el pensamiento. Mis labios se contraen cuando lo considero, lo que
hace más brillante la sonrisa sexy en la cara de Peter.
Peter vacila, pero luego poco a poco baja sus labios en mi cuello. Su
boca roza contra mí ligeramente mientras sus manos se deslizan a mis
hombros. El tacto es suave pero firme. Mi cabeza se inclina hacia un lado,
y cierro los ojos. Peter se aleja pero no libera mis hombros. Lo miro en el
espejo. Lo único que puedo ver es su pecho.
—Será mejor que nos vistamos y bajemos. —Trato de asentir, pero mi
cabeza en verdad no se mueve. Dios mío, me rompió. No podría formar una
frase coherente en este momento aunque quisiera.
Lo intento, y mi lengua se enreda en mi boca.
—Van a pensar que no terminaremos por ir.
Los labios de Peter se contraen.
—Para alguien que nunca ha hecho el amor, utilizas una gran cantidad
de dobles sentidos. —Me guiña el ojo antes de besar mi mejilla y cruzar la
habitación. Un escalofrío recorre la piel de mi espalda, corriendo por mi
espina dorsal y aterrizando entre mis piernas con un hormigueo que no se
detiene.
Lo que dijo no se registra en un primer momento, y luego, cuando lo
hace me encojo de hombros y sonrío.
—Espera a ver cuántos arrojo después de que estemos juntos.
—¿Es una promesa?
Ningún quizás esta vez. Lo miro en el espejo y asiento.
—Sí.

72
15
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
eter toma mis manos cuando salimos del ascensor. Nervios
revolotean a través de mi estómago. Este hotel es mucho más
lujoso que cualquier otro lugar en el que he estado. Es
desalentador y me hace sentir como que mi vestido negro es deficiente. Peter
lleva un traje que trajo con él. La única razón por la que tengo el vestido
negro es que anticipé necesitarlo para el funeral de mi madre; de lo contrario
no seríamos capaces de entrar en el restaurante aquí. No empaqué ningún
vestido de cóctel. El hermano de Peter escogió este hotel porque ha estado
viviendo aquí.
Peter explica:
—Sean está en la ciudad por negocios, pero se quedó más de lo
habitual. Odia a Nueva York. El tipo se presenta una vez al año y se va tan
pronto como le es posible. —Mira su reloj. Estoy empezando a pensar que
73 Peter está buscando evasivas intencionalmente, lo que está bien para mí.
Cuando salimos del ascensor, puedo ver el restaurante ostentoso frente
a nosotros. Vacilo. Mis pies desaceleran, y Peter se detiene y me mira. No
me gusta decir lo obvio, pero alguien tiene que decirlo.
—No nos podemos permitir esto, Peter. El hotel cuesta una pequeña
fortuna por la habitación. ¿Cómo se supone que vamos a pagar por la cena
también?
—Soy un Ferro, Sidney. Tenemos mucho dinero.
—Pero te alejaste; ese dinero ya no es tuyo. La herencia es de tu
hermano pequeño.
Él acaricia mi mano.
—Tengo suficiente para durar un tiempo, así que no te preocupes por
eso.
Me burlo.
—¿Qué, tienes un fondo fiduciario en alguna parte del que no sé? —Él
asiente como si nada—. ¿Eres rico sin ser el heredero?
—Estaba tratando de separarme del nombre Ferro y hacerlo por mi
cuenta.
—Y yo arruiné eso. —Bajo los ojos al suelo cuando la culpa me ahoga.
Yo arruiné su vida.
Peter levanta mi barbilla y me mira a los ojos.
—Eres exactamente lo que estaba buscando. No era el aislamiento o
incluso alejarme de mi familia; eras tú. Yo te necesitaba. Quemaría el fondo
fiduciario y me alejaría ahora mismo, si eso es lo que se necesita para
demostrarte lo mucho que significas para mí. —Peter mira hacia la
anfitriona, que ha estado sonriendo hacia nosotros a través del cuarto, y
luego de nuevo hacia el ascensor—. Vamos, vayámonos. Olvidemos esto. No
necesito a Sean para esto. —Peter comienza a alejarse.
No puedo entender lo que está pasando por su mente, pero él trató de
tener este encuentro con Sean varias veces. Irse ahora sería una tontería.
Ni siquiera sé lo que Peter espera obtener por esta reunión. Dudo que vaya
a ser un festival de abrazos. No me muevo. Se detiene y me mira.
—El dinero no te importa, ¿verdad?
—Siempre puedo ganar más. Hay otras cosas que son más preciadas.
Yo guardo esas con mi vida.
La forma en que me mira lo dice todo. Se refiere a mí; que quiere
protegerme y cuidar de mí. Este encuentro con su hermano tiene algo que
ver con protegerme, al menos eso es lo que parece.
—Sidney, tengo suficiente para que pasemos a través de esto. Vamos,
74 salgamos de aquí.
Niego con la cabeza y miro hacia atrás a la anfitriona.
—No, esto es lo que querías hacer. Ya he hecho un lío de tu vida. No
quiero volver a hacerlo.
Peter me sonríe.
—No te das cuenta lo mucho que vales, lo maravillosamente perfecta
que eres. Me salvaste, Sidney. No puedo pagar esa deuda, nunca. No
arruinaste mi vida. Tomaste a un hombre roto y lo reviviste. Nadie más podía
hacer eso. Fuiste tú, siempre has sido tú, desde la primera vez que te vi
entrar en ese pequeño restaurante en Texas y caminaste por el salón. No
tienes ni idea de lo afortunado que me sentí de que te sentaras en mi mesa.
Eres una mujer increíble.
Soy muy mala recibiendo elogios, y este es el cumplido más largo, más
impresionante que he conseguido. Quiero mirar hacia otro lado, pero Peter
se inclina y me besa en su lugar. Esto hace que sea más fácil aceptar sus
palabras. Siento como que todo lo que hago es tomar de él, y que yo no le
doy nada a cambio, pero tal vez eso no es exacto. Dejo el pensamiento
descansar. Trataré con este más tarde.
—Te amo.
Él besa mi frente y dice:
—Te amo, también. ¿Estás lista? —Asiento y caminamos al encuentro
del Ferro más loco de todos ellos… Sean.
16
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
eter pasa junto a la anfitriona, y le dice que estamos
encontrándonos con alguien. Ella nos ofrece acompañarnos, pero
Peter ya está cruzando a través del increíble salón. No estoy
segura de a dónde va hasta que Peter desacelera a medida que llega a una
mesa. Peter atraviesa el restaurante desde el costado y se acerca a un
hombre de espaldas a nosotros. Debe haber dado la vuelta al perímetro
hasta que vio a su hermano. No puedo ver a Sean, y estoy nerviosa. No me
puedo imaginar lo que esto debe ser para Peter, pero parece inmutable.
Hay una mujer sentada frente a Sean. Puedo verla perfectamente. Ella
está inclinada hacia adelante, con su pelo oscuro derramándose sobre sus
hombros, diciéndole algo a Sean cuando levanta la vista. Ella deja de hablar
y mira fijamente hacia Peter cuando nos acercamos. Peter está delante de
mí cuando avanzamos hasta su mesa.
75 El agarre en mi mano se aprieta un poco y luego se libera. Me quedo
un paso atrás mientras Peter saluda a su hermano. Me pregunto cómo eran
cuando eran niños, si sabían cuán trágicas sus vidas iban a ser. Ningún
niño piensa que algo como eso sucederá. El futuro siempre es brillante; no
es hasta que estás allí que te das cuenta de que no lo es.
Sean presenta a su hermano a la mujer en la mesa.
—Este es Pete Ferro.
—De hecho, dejé la parte Ferro. Es Dr. Peter Granz —corrige Peter.
La voz de Sean es el sonido más profundo y más hastiado.
—¿Tomaste su nombre?
Peter asiente.
—Se sentía justo después de todo lo que pasó. —Peter cambió su
nombre por el de ella después de su muerte. Eso es tan trágico y hermoso
que tengo que luchar contra el awwwhhh que quiere subir por mi garganta.
Me pregunto cómo es para él. Oír su nombre cada día debe recordarle a
Peter la vida que se deslizó entre sus dedos.
Dicen algunas cosas más antes de que Peter mire hacia mí y me tire
hacia adelante. He estado colgando atrás como un alhelí4. La mujer al otro

4 Alhelí: es una persona tímida o impopular que no socializa o participa en actividades en


los eventos sociales.
lado de Sean me ha estado mirando, pero no me dijo nada. Ella es amable y
pregunta si los hombres son gemelos. Se ve como una modelo. Su pelo no
tiene frizz y su maquillaje parece que fue pintado por Da Vinci.
—Esta es Sidney Colleli.
Sean se para y se vuelve para mirar hacia mí. En ese momento veo las
similitudes sorprendentes entre los hombres Ferro. Parecen fotocopias, pero
los ojos de Sean son diferentes, más duros. Él inclina su cabeza hacia mí.
—Buenas noches, Srta. Colleli.
—Por favor, llámame Sidney.
—Muy bien, Sidney. —Peter retira la silla junto a Sean y mi corazón se
voltea. Incluso si Peter no cree que Sean esté loco, no estoy lista para
respirar tranquila a su alrededor. Me bajo a mí misma en la silla y luego
Sean vuelve a sentarse. Peter toma el asiento frente a mí y sonríe. Es una
mirada que dice que no me preocupe.
Sean echa un vistazo hacia mí y dice:
—Esta es Avery Stanz, mi… —Me pregunto por qué vacila. Miro a la
mujer y una sonrisa divertida chispea en las comisuras de su boca.
—¿Tu qué? —dice ella, mientras se inclina hacia adelante y agita sus
pestañas hacia él. Sean estrecha su mirada. No puedo decir si están
76 bromeando entre sí o si tienen una relación que está en el raro punto medio
en el que nadie quiere ser el primero en llamarlo por lo que es; salir.
Sean sigue mirándola sin hablar. Me muevo en mi asiento y miro a
Peter. Él me da una mirada que dice que no tiene idea.
Avery sonríe y hace que la presentación por él.
—Soy Avery Stanz, su prostituta favorita. —Ella le hace un guiño a
Sean, al mismo tiempo que mi cara llamea roja. Por un segundo pienso que
se está burlando de él, pero la expresión de su cara dice lo contrario.
Sean se reclina en su silla, y niega con la cabeza. Él sonríe, pero no
puedo decir si quiere estrangularla o abrazarla.
—Hablé con demasiada lentitud. Ahora ambos saben cuán jodidas se
han vuelto las cosas y por qué no he dejado Nueva York todavía. Estoy
seguro de que has notado el cambio de modelo, Pete. Todo el mundo lo hizo.
—Los ojos de Sean se desplazan de nuevo hacia Avery mientras está
hablando. La mirada que le da es tan intensa que no puedo mirar.
Peter observa a Sean, pero no dice nada. El silencio me vuelve loca, así
que abruptamente dejo salir:
—¿De verdad? ¿Te acuestas con hombres por dinero?
Labios perfectamente rosados de Avery pasan de una tímida y sexy
sonrisa a una gran sonrisa. Ella se ríe y me mira como si no me hubiera
notado antes.
—Ah, aquí vamos. Sidney es mi tipo de chica…
—No me gustan las chicas —chillo, lo que hace que Avery comience a
reír. Levanta su servilleta a su boca para amortiguar el sonido porque es
demasiado fuerte para el restaurante. La gente mira hacia nosotros. Estoy
bastante segura de que mi cara se incendió debido a que no hay forma de
que un rubor pudiera hacerla arder así de mal, tanto tiempo.
—Oh, Dios mío, ¡se sonroja, también! —Avery deja caer la servilleta y
me sonríe.
Sean traduce:
—Avery se sonroja una cantidad anormal para alguien en su profesión
y tiene una tendencia a decir cualquier pensamiento aleatorio que vuela a
través de su mente. Cree que eres su hermana perdida hace mucho tiempo
por la expresión de su cara. —Sean hace una mueca después de que
escucho una pelea bajo la mesa. Creo que ella pateó Sean.
—¡Cállate! Vas a asustarla —se burla Avery.
Me inclino hacia delante y levanto mi mano, como si estuviera en la
escuela.
—¿Podemos dejar de hablar de mí como si no estuviese aquí?
Peter intenta no reírse y destella sus melancólicos ojos hacia mí
77 mientras se cubre la boca con la mano para ocultar la creciente sonrisa en
sus labios.
—Oh, Dios mío. La amo. —Avery se levanta y alisa su vestido antes de
caminar hacia mí—. Ustedes hablen de aburridas cosas de hombres.
Nosotras iremos al bar a conocernos mejor. —Avery me toca ligeramente,
pero cuando no me levanto, enreda su brazo con el mío y me tira.
—Um, no me gustan las chicas.
—Síp, entendí eso, cariño. —Ella todavía está riendo hacia mí—.
Vamos. Dejemos a los chicos solos para que puedan hablar.
Oh. Ahora me siento estúpida, bueno, más estúpida. Avery se aferra a
mí mientras cruzamos la sala, brazo con brazo, hacia la barra. Un viejo
asiente hacia ella, y me pregunto si se conocen entre sí. Las cabezas de unos
pocos hombres se giran a medida que caminamos por ahí. Mi vestido es
mucho más conservador que el suyo, así que supongo que están mirándola
a ella. Moriría por tener su cuerpo. Tiene curvas en todos los lugares
correctos.
Ella se inclina, y dice:
—Caminar así pone ideas en la mente de las personas. Esas miradas
que estamos recibiendo son para los dos. Espere a que nos sentemos. Un
tipo caliente pedirá tu número dentro de cinco minutos. —Me guiña el ojo
derecho cuando llegamos a la barra.
Estoy increíblemente incómoda, pero trato de relajarme. Esta chica es
sólo una persona con un trabajo raro. Parece agradable, en verdad. Nunca
habría pensado que era una prostituta si no me lo decía. Aprieto mis labios.
No tengo ni idea de qué hablar. Avery elige por mí.
—¿Así que ustedes condujeron desde Texas? —El camarero se apresura
y Avery ordena dos chupitos.
—Síp, pero no tomo chupitos —digo, asintiendo.
Ella ríe.
—Yo tampoco. Rasgará mi lengua como un gato en un segundo. Espera
y verás.
No puedo leer a esta mujer. No puedo decir si me está tomando el pelo
o si va en serio. El camarero coloca dos diminutos vasos de líquido ámbar.
Ella arranca uno de la barra. Justo cuando me levanto el mío, ella los
tintinea, y dice:
—Mazel tov5. Aquí por los jodidos hermanos Ferro. —Ella se traga el
chupito antes de que pueda hablar, y luego hace las expresiones más
divertidas que he visto en mi vida. Al parecer, no estaba mintiendo acerca
de no ir por el licor fuerte.
No puedo evitar reír. Ella tiene la boca abierta y se abanica
78 frenéticamente. Justo cuando estoy a punto de tomar mi chupito, un
hombre se sienta a mi lado.
—Hey, hermosa, ¿puedo invitarte una copa? —Me doy vuelta y lo miro.
Mierda, él es caliente. El tipo luce como de un anuncio de la revista GQ, con
ojos increíbles y la piel bronceada.
Parpadeo en estado de shock y no respondo. Él mira a Avery.
—Lo siento. ¿Están juntas?
Avery le da una mirada con esos ojos oscuros y se inclina hacia mí
mientras coloca su mano en mi brazo.
—Sí, y yo compraré sus bebidas esta noche. Lárgate.
El hombre sonríe hacia nosotras con una mirada de pura apreciación
mezclada con lujuria.
—Mis disculpas. Disfruten de su velada. —Él se desliza del taburete y
toma la caminata de la vergüenza fuera de la barra.
Me quedo boquiabierta hacia ella.
—¿Por qué dirías eso?
—Porque crees que eres un jodido alhelí y no lo eres. Ahora ya lo sabes.
Los tipos calientes te desean, incluso en esa túnica que llevas. —Ella golpea
la barra y asiente con la cabeza hacia el camarero. Él le trae a Avery otro

5 Frase judía para expresar felicitaciones o desear a alguien buena suerte.


chupito, pero no lo bebe por el momento.
—¡No es un hábito de monja! Pensé que me veía linda. —Miro hacia mi
vestido. ¿Es tan malo?
—Te ves como una maestra de escuela. Es el clásico largo vestido negro
de No-mires-hacia-mi. En América, se llama tipus replantunus. —Ella agarra
mi falda larga y la ondea atrás y adelante—. ¿Qué es esto? ¿Una falda tipo
escoba? ¿Todavía no muestran las rodillas en Texas, o es ilegal?
Echo un vistazo hacia su falda. No es apretada, pero es mucho más
corta. Puedo ver sus muslos bien formados y también puede cualquier otra
persona en la sala. Ella me ve mirando y sonríe.
—No lo hago con mujeres, en caso de que todavía estés nerviosa por
eso. En realidad, no he estado haciendo esto desde hace mucho, y Sean
Ferro fue mi primer cliente.
—De ninguna manera, ¿en serio? —Mis dedos tocan el borde del vaso
del chupito mientras hablamos.
Avery asiente.
—¿Cómo terminaste con el hermano? —Ella mira detrás de nosotras.
Podemos verlos desde aquí. Están hablando con expresiones similares. Es
un poco loco lo mucho que se parecen.
79 Sonrío porque fue tan diferente a mí.
—Me acerqué a él en un estacionamiento y me ofrecí a dormir con él.
Fue una especie de azar. Yo estaba tratando algo nuevo. —No puedo mirarla.
—Parece que funcionó.
—En realidad, él me echó la primera noche. —Al diablo con esto. Estoy
tomando el chupito. Levanto el vaso a mis labios y dejo que el líquido inunde
mi boca, pero es demasiado lento. Comienza a quemar antes de que logre
vaciar el vaso.
Avery se ríe.
—Mierda santa, estás más loca que yo. ¡Trágalo antes de que queme
un agujero en tu cara! —Ella habla demasiado alto. Todo el mundo se vuelve
a mirar hacia nosotras.
Siento demasiados ojos en el lado de mi cara y entro en pánico. No
puedo tragar el licor. Fue demasiado y mis ojos están ardiendo mientras mi
cerebro está en llamas. Empiezo a chillar y abanico mi cara, como si eso
ayudara. Avery me grita que lo trague, pero ahora no puedo. Tengo
demasiado líquido en mi boca y estoy bastante segura de que mi lengua
tiene llamas saliendo de la punta.
Frenéticamente miro alrededor, tratando de encontrar la manera de
escupirlo, pero no hay nada. Ninguna manera de ser elegante. Hay un par
de tipos sentados en unos taburetes bebiendo. El más cercano a ella tiene
un vaso alto. Avery lo alcanza, arroja el contenido en el desagüe al otro lado
de la barra, y lo apoya de golpe en frente mío. Escupo en el vaso tan rápido
como es humanamente posible mientras Avery ríe histéricamente.
—Oh Dios mío, ¡eres igual que yo!
No estoy segura de eso, pero no puedo hablar. Ventilo mi boca abierta
mientras la gente me mira con expresiones conocedoras en sus rostros.
Avery se inclina hacia mí, riendo, y me dice que no raspe mi lengua, ya que
eso sólo lo hará peor. Mis ojos se llenan de lágrimas y corren por mi cara.
El camarero le dispara a Avery una mirada y pone un vaso de agua delante
de mí. Avery mete la mano en su bolso y le desliza un gran billete. Todo está
perdonado, y él en realidad le sonríe.
—Eso fue lo más divertido que he visto en un tiempo increíblemente
largo. —Ella cuelga sobre mi hombro y luego me mira. Sus pequeños dedos
alejan mis lágrimas sin estropear el maquillaje—. Ahí está. Como nueva.
—Eso fue muy desagradable. No puedo creer que haya vomitado. —
Empiezo a reír y no puedo parar. Avery se ríe a carcajadas conmigo. Se siente
como que la conozco de siempre. Es muy raro y no se pierde en mí. No me
llevo bien con mucha gente. Toco su brazo un par de veces y me las arreglo
para decir, totalmente imperturbable—: Eso fue malvado. Realmente.
Túnica.
80 Avery hace sonar una gran carcajada y golpea sus manos sobre su
boca. Risitas frenéticas brotan de las dos y llenan el bar. No puedo respirar,
y estoy muy cerca de caerme de mi taburete. Un hombre trata de
acercársenos, pero ninguna de nosotras puede dejar de reír el tiempo
suficiente para mirarlo. Un segundo después, siento su mano en mi hombro.
La sonrisa se arranca de mi cara mientras giro hacia la persona, lista para
golpear. Ya he formado un puño cuando Avery toca mi mano.
No es un tipo cualquiera. Sean está de pie allí pareciendo demasiado
serio. Sus profundos ojos azules se mueven entre Avery y yo.
—Señoras. —Arquea una ceja hacia mí como en desaprobación—. La
cena está en la mesa. —Él extiende su codo para mí. Vacilo porque no quiero
tomarlo. Mi piel todavía está cubierta de piel de gallina de la primera vez que
me tocó.
Avery se inclina hacia adelante y empuja su brazo lejos.
—Enseguida iremos. Danos un segundo. —Sean se ve molesto, pero se
aleja. Su postura es tan perfecta. Él se lleva de manera diferente a Peter,
pero su paso seguro es el mismo. Avery me saca de mis pensamientos—.
¿Estás bien?
—Síp, estoy bien. —No lo estoy. Estoy demasiado nerviosa para una
persona normal y ella se dio cuenta.
Avery me da una mirada de complicidad.
—Si alguna vez necesitas alguien con quien hablar, he estado en el
infierno y de regreso. Sé cosas, incluso si parezco una idiota la mayor parte
del tiempo.
Aprecio el gesto, y sonrío hacia ella. La mirada que me da dice que ella
sabe lo que pasó en algún nivel. Lo veo en sus ojos.
Asiento y meto mi cabello detrás de mi oreja, rompiendo su mirada.
—De hecho, podría tener una o dos preguntas para ti. —Le digo lo que
estoy pensando, y ella contesta mis preguntas sin juicio.

81
17
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

—P
eter me dice que tú eras su alumna. —Sean me da una
mirada penetrante que dice que carezco de moral.
—Síp, Peter era mi jefe, también. —Yo hurgo en mi
comida.
Peter ordenó por mí mientras nosotras estábamos en la barra. La
comida es buena, pero se siente como si estuviera siendo juzgada y no me
gusta eso. Especialmente por él. Sean me molesta. Él tiene esa cosa de
superior, y no puedo soportar cuando la gente piensa que es mejor que todos
los demás. Tal vez no debería decirlo, pero lo hago. Apoyo mi tenedor en la
mesa y miro hacia él.
—Escucha, si quieres arrojar piedras, probablemente no deberías
haber comprado tu cita.
82 —Oh, filoso. —Avery sonríe y baja la mirada a su ensalada.
Los ojos de Sean perforan en los míos. No bajo la mirada. Él es un
facsímil de Peter con bordes más duros.
—¿Crees que te estoy juzgando?
—Sí.
—No lo hacía —dice, sin dejar de mirarme como si no tuviese modales
en absoluto.
—Entonces, ¿por qué sacarías el tema?
Peter nos mira, pero no interviene. En su lugar, se inclina hacia atrás
en su silla y repiquetea sus dedos, golpeándolos juntos ligeramente y
mirando hacia su hermano.
—Porque pensé que era interesante. —Sean dirige su mirada hacia su
hermano—. ¿Ella es siempre así de confrontadora?
—Sólo cuando la cabreas. —Peter me sonríe y reanuda con su cena.
Sus ojos se desplazan hacia arriba con diversión después de que da un
mordisco.
—Esa fue una pregunta grosera —digo, aún mirándolo fijo. Tal vez
debería dejarlo pasar.
Sean se endereza en su asiento.
—Muy bien. Entonces devuélvela, es el juego limpio, pregunta algo de
igual tosquedad.
—¿Tosquedad?
—Significa grosero…
—Sé lo que significa. Bien, tengo una pregunta. ¿Por qué sigues
llamando a Avery? ¿Por qué no salir con ella como una persona normal?
Sean suena completamente solemne cuando dice:
—Porque no soy una persona normal.
Le doy una cara que dice: Creo que tu respuesta es una mierda.
Avery se inclina hacia adelante y apoya su codo en la mesa mientras lo
mira fijamente.
—Sean, le dijiste que te preguntara. Dile lo que quieras. —Son la pareja
más extraña que he visto en mi vida. Ella es tan ligera, y él es tan oscuro.
Me pregunto si hay más para ellos. Tiene que haber algún hilo común en
alguna parte.
Sean se inclina hacia atrás en su silla y me mira.
—No me agradas.
—No me importa. —Mierda, eso fue contundente. ¿Quién diablos dice
cosas así? Peter está poniéndose agitado, pero niego con mi cabeza
ligeramente. No necesito que me rescate, no de este tipo.
83 Sean hace un sonido de descontento en el fondo de su garganta.
—Le pedí que sea mi amante.
—Qué halagador. —Miro a Avery y puedo decir que la reacción de mi
intestino es correcta; no es halagador en absoluto.
—¿No lo es? —El tono de Sean suena sincero, pero no puede ser.
Echo un vistazo a Avery.
—¿Habla en serio?
Avery asiente.
—Cien por ciento. —Su voz vacila ligeramente, como si le molestara que
no le preguntase más. Lo atrapo y me pregunto si Sean sabe. No parece
saberlo, pero por otra parte parece estar actuando como un imbécil a
propósito.
—Bien, buena suerte con eso, Sean. —No tengo la intención de hacerlo,
pero hago una mueca cuando miro a Peter.
A Sean no se le escapa.
—¿Crees que es inapropiado? ¿Realmente, después de joder a tu
profesor y superior, en verdad crees que tiene el derecho a juzgarme?
—Sean —advierte Avery y mira a Peter.
—Es suficiente —reprende Peter. Eso silencia a Sean, pero lo miro fijo
quemando agujeros en la frente de Sean. Él mira hacia mí.
—Crees que voy tras el dinero de tu familia, ¿no es así? Crees que no
soy lo suficientemente buena para él, que soy alguna gentuza cazafortunas.
¿No es así? —Mi mandíbula se tensa mientras hablo. Lo veo en sus ojos
antes de que tenga la oportunidad de responder, así que lo interrumpo—.
No necesito su maldito dinero. Puedo salir adelante por mi cuenta. Siempre
lo he hecho, y siempre lo haré. Tú, por otra parte morirás miserable y solo.
En los cinco segundos desde que te he conocido, me di cuenta de que Avery
merece mucho más, más de lo que nunca podrías darle. Estás persiguiendo
un sueño. Despierta. —Chasqueo la última palabra hacia él mientras mis
palmas golpean la mesa. La platería se sacude.
Echo un vistazo hacia Peter.
—Lo siento, Peter. No estoy segura de por qué vinimos aquí esta noche.
Peter exhala lentamente y mira a Sean. Hay una advertencia en sus
ojos. Al principio creo que Peter le está diciendo a Sean que retroceda, pero
eso no es todo.
Sean pone los ojos en blanco, como si tanto drama le diera ardor de
estómago. Él golpea ligeramente la culata de su cuchillo en la mesa antes
de levantarlo y usarlo como un puntero, señalando a su hermano.
84 —-Debido a que Peter quiere que vaya con ustedes dos.
18
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

—¿P
eter quiere que tú hagas qué? —Juro por Dios que
el buitre debe haber comido mis sesos anoche
mientras dormía, porque no hay manera en el
infierno de que Sean acabe de decir eso. Peter no
me dijo lo que quería o por qué necesitaba a Sean, pero no me gusta, sobre
todo porque Sean me odia sin razón aparente. Ya es bastante difícil encarar
lo que tengo que enfrentar. No quiero a Sean allí aplastándome también.
Peter se inclina hacia adelante y toma mi mano.
—Es sólo por un día o dos. Ni siquiera tienes que hablar con él. —Sean
no se mueve, pero la forma en que nos mira lo dice todo. Él piensa que soy
una mala influencia para su hermano pequeño. La mirada de Sean regresa
a su plato. Sus labios se separan mientras corta a través de su carne. Peter
se vuelve bruscamente e interrumpe a Sean antes de que pueda hablar—.
85 Cállate y come tu cena.
Avery hurga su comida y come despacio. No sabía de su plan tampoco,
basada en la expresión de su cara.
—¿Cuánto tiempo vas a estar fuera? —Es una pregunta capciosa. Avery
no está preguntando por citas, aunque eso es parte de ello. Ella le está
preguntando a Sean algo más. Me pregunto si se da cuenta.
La voz de Sean se suaviza, pero no se fija en ella.
—Sólo un par de días.
Ella asiente.
—¿Qué sobre esta noche? ¿Y mañana?
—Es tu decisión —responde Sean, sonando como si no le importara.
Avery apoya suavemente su tenedor, luego pone su servilleta sobre la
mesa. Se pone de pie y sonríe hacia Peter y yo.
—Fue un placer conocerlos. —Se vuelve hacia Sean y le da una mirada
que podría castrar a otro hombre. Su voz es fría y completamente
indiferente—. Haz lo que quieras.
Avery se aleja, pero no sé por qué. Se siente como que estaban teniendo
una conversación privada a pesar de que estaban frente a nosotros. Sean
dijo algo equivocado. Él no va tras ella, y Avery no desacelera o mira hacia
atrás. Sabe que Sean no se apresurará tras ella.
Incómodo silencio llena la mesa. Peter se apoya en un brazo, mirando
a su hermano con una sonrisa en su rostro. Sean levanta su mirada oscura
y nota la diversión de Peter.
—¿Qué? —espeta Sean.
—Te gusta, y mucho.
—No es de tu incumbencia. —Sean sorbe un poco de ese líquido
ambarino repugnante de su vaso.
—Por supuesto que no. Sólo digo lo obvio. —La mirada de Peter sigue
a Avery—. Es interesante; eso es todo. La mujer claramente te puso de
rodillas, pero eres demasiado orgulloso para perseguirla. Lástima que ella
sea un bien usado, ¿eh? —Antes de que pueda regañar a Peter por decir tal
cosa, Sean se dispara en posición vertical y agarra a Peter por la garganta.
Sean sisea algo, pero Peter se ríe de las amenazas. Peter arranca las manos
de su hermano y exclama—: Estás tan jodido.
Todo el mundo nos está mirando. Sean vuelve a sentarse mientras Peter
sigue sonriendo como si fuera gracioso. Pateo a Peter por debajo de la mesa,
tratando de detenerlo. Sean está enviando locas vibras en oleadas masivas
y no quiero que nos mate en el estacionamiento.
Peter sacude su cabeza y empuja su pelo fuera de sus ojos.
86 —¿Entonces lo sabes?
Sean aprieta su mandíbula antes de tomar un sorbo de su vaso.
—Por supuesto que lo sé.
—¿Sabe qué? —interrumpo y miro entre ellos.
Cuando Sean no contesta, Peter dice en un tono juguetón:
—Él la ama.
—¿Entonces por qué la dejaste irse tan enojada? —Sean me mira con
veneno en sus ojos. No le gusta esto, pero no tengo ni idea de qué parte
encuentra objetable. Al diablo con esto. Avery fue agradable y este tipo
claramente necesita una patada en el culo—. ¿Necesitas un libro de texto o
algo? Avery sabía que no la seguirías cuando se fue. Ella quería que dijeras
que la querías. Ella quería ir contigo. ¿Qué demonios estás haciendo sentado
aquí si la amas? ¿Cuán dañado estás? —No lo entiendo para nada. Esa
confianza fría salpicada en el rostro de Sean es enloquecedora,
especialmente si él realmente la ama. Sean se mantiene bajo control y
entierra todas las emociones que podrían jugar en su rostro.
Peter no es para nada como Sean. Pueden parecer iguales, pero no lo
son. Peter todavía tiene una ligereza en él. Bromea, sonríe y se burla. Sean
tuvo toda la luz succionada de él hace mucho tiempo. El hombre es una
tormenta esperando matar a alguien.
—¿Por qué debería ir tras ella? —pregunta cruelmente. La forma en que
se sienta en su asiento y no se molesta en mirar hacia mí dice que no podría
importarle menos lo que pienso, pero por otra parte, gente como Sean no
derrocha palabras.
—¿Qué, necesitas una lección o algo? Si la amas, no puedes dejar que
piense que no te importa. ¿Y por qué demonios la estás compartiendo con
otros hombres? ¿O mujeres o cabras? ¿O con lo que demonios lo esté
haciendo? ¿Por qué no la salvaste todavía? ¿Qué estás esperando, una
invitación?
La mirada de Peter parpadea entre mí y su hermano. Cuando Sean mira
en su dirección, Peter sonríe amablemente, como si yo no hubiese puteado
verbalmente a su hermano. Sean le pregunta a Peter:
—¿Y tu opinión es…?
—Mi opinión es que el gran Sean Ferro ha caído. Eres un idiota si dejas
que se aleje. Ella parece tolerarte por alguna razón y la dejaste irse. —Peter
levanta la canasta de pan y arranca un pedazo de un bollo, luego se lo mete
en la boca—. Nadie te tolera a menos que sean de sangre o pagados.
—Ella es pagada —dice Sean con voz cortante.
—Es más que eso, muchacho ciego. Abre los ojos. —¿Cómo puede no
verlo?
87 Sean se gira en su asiento y me mira.
—¿Quieres que Avery venga con nosotros?
Me encojo de hombros y miro hacia Peter.
—No es como si te hubiera invitado. Ah, y me siento adelante. No voy a
sentarme al lado del pavo.
Sean boquea hacia mí. Siento sus ojos en el costado de mi cara.
—¿Qué? —No ofrezco aclaración, aunque me siento mal por el pavo.
Sean mira hacia su hermano. Peter está más allá de divertido, llevando
una enorme sonrisa que hace que sus ojos brillen.
—Oh, habla en serio. Ella tiene un buitre de mascota que parece haber
llamado “el pavo”. Ese no es un nombre muy bueno, Sidney. Y, me gustaría
añadir me siento adelante. Ese hijo de puta picoteará tus ojos si te relajas.
19
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
eter y yo estamos en el ascensor. Dejamos a Sean sentado en la
mesa solo. Ese hombre me preocupa. Me pregunto si eso es lo
que está en la parte inferior del acantilado para Peter. La primera
vez que Peter me habló de Sean, dijo que su hermano estaba hecho un
desastre. Aprieto mi agarre en su mano y me inclino hacia él.
—¿Estabas así?
—¿Qué, como Sean? —Asiento. Nudos retuercen mi estómago. Tengo
un poco de miedo de lo que Peter vaya a decir. Salimos del ascensor en
nuestro piso y caminamos por el pasillo. Peter niega con la cabeza—. No, al
menos creo que no. Sean no es el tipo de persona que lleva su corazón en la
mano.
—Eso es un eufemismo. Maldita sea, y yo que pensaba que tú eras una
88 persona inestable. —Me doy cuenta de lo que he dicho después de hacerlo
y sonrío extrañamente ya que no puedo juntar las palabras y tragármelas
de nuevo.
Peter me detiene antes de que lleguemos a la habitación. Me agarra por
la cintura y coloca una mano a cada lado de mi cabeza para que incline mi
espalda contra la pared. Miro hacia mi vestido, preguntándome sí realmente
estoy usando algo que fue hecho para ancianas. Las faldas tipo túnica son
para abuelitas con tobillos inusualmente gruesos. No recuerdo por qué
compré este vestido.
Una sonrisa ilumina el rostro de Peter. Él mete un mechón de pelo
detrás de mi oreja, diciendo:
—¿Pensabas que era una persona inestable? ¿Yo? Te das cuenta de que
estás en esta relación, también, ¿verdad?
—Síp, pero tú y yo estamos igual de locos, donde Sean está megaloco.
—Levanto la vista hacia Peter—. Él es un poco extraño. ¿Por qué quieres que
venga?
—Porque él es un poco extraño y necesito su ayuda. Dean no se meterá
contigo después de esto. Nadie lo hará. —Peter besa mi frente y toma mi
mano. Caminamos hacia la habitación en silencio. No sé lo que pretende
hacer con Dean. No hay nada que hacer.
—Peter, ¿qué vas a hacer? —No me gusta el tono de su voz, pero al
mismo tiempo me encanta. Odio que Dean hiciese lo que hizo y no le
sucediese nada. Él volvió a mi propia maldita familia contra mí. Lo perdí
todo por su culpa.
Cuando Peter no dice nada, agarro su hombro y le doy la vuelta. Esos
vívidos ojos azules miran de nuevo hacia mí.
—¿Vas a hacerle daño?
—Voy a asegurarme de que no te lastime más. No te preocupes, Sidney.
Ve a casa, habla con tu madre, y ve si puedes hacer las paces con tu familia.
Eso es lo que vinimos a hacer. Deja que yo me ocupe de Sean y Dean.
—¿Qué pasa con Sam?
—¿Qué hay de él?
—Suena como que estás planeando hacer algo. —Mi mirada se desplaza
entre sus ojos, buscando la verdad—. No lastimes a Sam.
—Sam debería haberte protegido.
—Sam es un idiota, lo sé, pero…
Peter besa la coronilla de mi cabeza.
—Tranquila. No le haré daño si él no te lastima. Si se queda parado allí
y no hace nada de nuevo, mientras Dean te golpea, entonces él tendrá un
problema.

89 —Sam no estaba allí.


—Entonces no hay nada de qué preocuparse.
Asiento lentamente. Tener a alguien cuidando de mí es diferente. No sé
qué hacer con los sentimientos que están levantándose en mi interior. Una
parte de mí dice que debería ser capaz de cuidar de mí misma, pero la otra
parte sabe que necesito ayuda. Me transformé en la chica tímida que era
cuando Dean me lastimó la otra noche. Ella reaparece sin importar lo lejos
que he llegado. A veces pienso que mi mente se va a romper, que recibiré
más pena y dolor de lo que puedo tolerar. Espero por Dios nunca ser
empujada tan lejos. Es muy obvio que Sean fue empujado más allá de su
punto de ruptura. La idea de vivir en una mente rota, incapaz de repararse,
me asusta. No quiero esa vida.
Peter abre la puerta y entramos en la habitación. Es pequeña pero
elegante. La cama parece que está hecha de esponjosas ovejas blancas.
¡Púdranse, corderitos! No puedo esperar a saltar sobre ella y toda su
bondadosa nubosidad. La cabecera está llena de almohadas blancas. Se ven
tan suaves y perfectas.
Peter se despoja de su chaqueta y se acerca para sentarse en la cama.
Conozco su patrón a esta altura. Él va a desnudarse y tomar una ducha.
Las mariposas se arremolinan en mi estómago como un vórtice. Pongo mi
mano en el brazo de Peter y lo detengo.
—Espera un segundo. —Peter me mira.
—¿Qué es?
—Yo… —Soy muy mala en esto. Estoy demente. Te amo. Ve con Te amo—
. Soy muy mala en esto. —Oh Dios mío, mi cerebro no me escucha. Miro
hacia abajo, y cuando levanto la mirada de nuevo, Peter tiene una curiosa
expresión en su rostro, sin duda provocada por mi repentina timidez.
—Me gustó la forma en que te plantaste con Sean. —Asiento. No quiero
hablar de Sean. Quiero hablar de Peter. Quiero hacer algo con Peter antes
de que pierda el valor, pero no sé por dónde empezar. Es como si él pudiese
sentirlo. Peter es todo sonrisas suaves y palabras amables. Él inclina mi
barbilla hacia arriba así encuentro su mirada—. ¿Qué estás pensando en
esa hermosa cabeza tuya?
—Quiero intentar algo contigo, pero no sé cuán lejos puedo llegar. —
Me siento rara diciéndolo. Hay una rebelión pasando en mi mente, y ha
estado volviéndose más fuerte cada día. Cuanto más tiempo paso con Peter,
más quiero estar con él, pero no es tan simple. Estoy esperando cerrarme
cuando trato de seguir adelante. La primera vez que traté de estar con Peter
fue lo más lejos que había conseguido con alguien, y aun así, esperaba un
importante salir enloquecida. Ser tocada de esa manera es como acariciar
su cicatriz. No hay manera de olvidar lo que me pasó. Sólo espero que algún
día pueda empujarme más allá de ello, que eso ya no dictará mi vida. Quiero
esto con Peter, pero no sé lo que eso me hará. Ese pensamiento por sí solo
es suficiente para hacerme acobardar, pero ya lancé las palabras ahí. Así
90 que termino preguntando—: ¿Eso está bien?
—Nunca jamás tienes que preguntarme eso, ¿de acuerdo?
Avanzaremos y nos detendremos cuándo y donde quieras. No te presionaré
en absoluto, por lo que tú tienes que tomar la iniciativa aquí. —Él me da esa
sonrisa infantil que tanto amo.
Aparto la mirada. ¿Tomar la iniciativa? No puedo hacer eso.
—No sé cómo.
Peter me alcanza y luego levanta mis manos a sus labios, besando las
puntas de mis dedos.
—Entonces dime lo que quieres, y haré que suceda.
Mi corazón palpita con sus besos, sus palabras. Tal vez pueda hacer
esto. Repito las cosas que Avery mencionó en el bar, las cosas que podría
hacer que no fueran sexo; cosas que me harían sentir lo suficientemente
segura para estar con Peter si quisiera continuar.
La mirada de Peter se oscurece mientras digo las cosas una por una.
—Puedo hacer eso. De hecho, eso suena perfecto.
—¿No será simplemente provocarte hasta el punto que irás a contratar
a una prostituta?
Él ríe.
—No, nada podría hacer que te deje. Y estar contigo así suena perfecto.
No sé si te has dado cuenta o no, pero estoy un poco asustado. Enloquecí
totalmente aquella primera noche que estábamos tomando un café y no
podía ocultarlo. Eso no se ha ido. Las emociones… se siente como traición,
como engañar, incluso aunque sé que no lo es. Ir más lento está bien para
mí, te lo juro.
Le creo. Cada palabra que dice tira de mí más y más cerca. Peter se
inclina y suavemente roza sus labios contra los míos.
—Espera aquí. Vuelvo enseguida. —Asiento. Mi corazón late con fuerza
y me siento frenética, como si necesitara correr. Sacudo mis brazos y pateo
mis piernas, pero no ayuda, así que subo la apuesta. Pateando mi pierna
con fuerza detrás de mí, la sostengo y agito. La energía nerviosa se gasta,
por lo que lo hago de nuevo con la otra pierna. Me doy la vuelta así no pateo
la cómoda o golpeo el espejo mientras trabajo mis brazos, también. Trato de
ser rápida, pero al parecer me tomo demasiado tiempo.
Peter me ve.
—¿Vas a hacer el hokey pokey6? —Está apoyado en la puerta del baño
con los brazos cruzados sobre el pecho, como si hubiera estado allí parado
todo el tiempo. ¿Cómo es que nunca lo atrapo haciendo nada tonto?
Sintiéndome tonta, respondo:
91 —Quizás.
Él sonríe y cruza la habitación. El agua está corriendo en el baño. Peter
apaga las luces de modo que sólo un rayo de luz blanca del baño ilumina la
habitación. Luego camina hacia mí lentamente, perfectamente delineado, y
se detiene cuando estamos cara a cara. Ahuecando mi cara, Peter me
arrastra en un beso. Comienza lento, volviéndose más profundo y más
fuerte. Cuando se aparta ambos estamos sin aliento. Peter mira hacia abajo
a mi vestido negro, entonces sus ojos se desplazan hacia arriba a los míos.
Él alcanza mis manos y las coloca sobre su pecho, guiándome hacia los
botones.
Excitación se dispara a través de mí en una explosión. Trato de no
sonreír, pero no puedo evitarlo y las comisuras de mis labios se inclinan
hacia arriba. Quito su corbata y luego empiezo con los botones. Los deslizo
a través de los pequeños ojales, uno por uno y abro la pechera de su camisa.
Hay una camiseta blanca en el camino. Echo un vistazo abajo a sus
pantalones, al cinturón, y trago con dificultad. Lo alcanzo, tirando del
cinturón y desabrochándolo. No pienso en la ansiedad disparándose a través
de mis venas o en la forma en que está retorciendo mi estómago como un
pretzel. Lo he visto desnudo antes. Esto no es nuevo, pero la última vez él
se desnudó a sí mismo. Las cosas cambian cuando yo soy la que está

6El cokey hokey (Reino Unido) o Hokey Pokey (Estados Unidos, Canadá, Irlanda, Australia,
Nueva Zelanda, el Caribe) es una danza participativa acompañada con una melodía
distintiva y estructura lírica. Es bien conocida en los países de habla Inglesa.
quitando su ropa. Tragando la aprehensión, desabrocho sus pantalones.
Libero su camisa y la arrojo al suelo. A continuación, deslizo mis manos
sobre su piel y levanto la camiseta por encima de su cabeza.
Peter está respirando con dificultad, observándome. Mis manos se
arrastran por su pecho, sintiendo los músculos firmes debajo. Me inclino
lentamente, tratando de no pensar en lo que viene o cuán lejos iré, y
presiono mis labios contra su pecho. Avery me dijo que no pensara en el
futuro, ya que eso sólo me enloquecería. Tiene razón en eso. Momentos de
confianza pasan mientras hago lo que sea que tengo ganas de hacer. Peter
inhala una bocanada de aire al tiempo que enrosca sus dedos a través de
mi cabello mientras deslizo mis manos sobre los abdominales marcados de
su estómago. Cuando me aparto, no tengo el valor para mirarlo, aunque
puedo sentir sus ojos en mí.
El ascenso y descenso de su pecho es hipnótico. Mis ojos permanecen
bloqueados en el lugar, mientras inhalo lentamente. El aroma de Peter llena
mi cabeza. Se ha convertido en un olor familiar. Me recuerda a sonrisas,
sudor, y baile. Aplasto mis manos justo por encima de su corazón y me
inclino. Nada me distrae. No hay pensamientos distantes al acecho en el
fondo de mi mente. Me siento a salvo. Sé que no me hará daño. Sé que puedo
detener esto ahora mismo y Peter todavía me seguirá amando.
92 Tensión corre a través de su cuerpo, pero no es sólo deseo. Es más que
eso. Una parte de Peter está conteniéndose porque él también tiene miedo,
pero por diferentes razones. Me mata escuchar el dolor en su voz cuando
habla de Gina. Ella lo cambió de niño imprudente a la versión impecable del
hombre de pie frente a mí. A veces la vida puede hacer eso, cambiar a una
persona. Me pregunto qué cambios estoy provocando en él y espero que sean
buenos.
El pecho de Peter se siente cálido debajo de mis manos. Sus ojos en mi
cara, puedo sentirlos allí acariciándome, pero no he levantado la mirada.
Cuando hecho un vistazo en su dirección, todo el aire es eliminado de mis
pulmones. La mirada de Peter es profunda y oscura con restos de
remordimiento. La última vez que hicimos algo como esto, no llegó a ninguna
parte. Dormí junto a él y, literalmente, dormimos. Antes de eso, él me apartó.
Pero ahora, no creo que lo haga. Creo que quiere más.
Recordando respirar, inhalo una respiración temblorosa y meto un
mechón de pelo detrás de mi oreja.
—¿Es así como se supone que sea?
Su voz es profunda y rica.
—Eso depende. ¿Cómo te sientes?
—Nerviosa, excitada, feliz…
Peter sonríe y asiente.
—Cuando encuentras a la persona adecuada, sí… así es como se siente.
—respira hondo, tratando de mantenerse calmado antes de tomar mi mano
y colocarla sobre su corazón. Está latiendo rápido y duro—. ¿Sientes eso?
Ni siquiera hemos hecho nada aún y así es como reacciono a ti.
Lo observo por un momento, preguntándome si él está bien. Una
sonrisa perezosa delinea los labios de Peter, y su cabello oscuro está
colgando en sus ojos. Levantando mi mano, toco los hilos sedosos y los
empujo hacia atrás. Piscinas gemelas de azul puro están estudiando mi
cara, aprendiendo las curvas de mis mejillas, y leyendo la forma de mis
labios. Peter se estira y deja escapar un suspiro nervioso mientras se pasa
las manos por el pelo.
Reacciono sin pensar. Puedo decir que Peter tiene cicatrices
emocionales. No es algo que pueda cambiar, pero se siente como que ambos
necesitamos esto. Si somos capaces de pasar más allá de esta parte, vamos
a estar mejor. Tomando las manos de Peter en las mías, lo acerco hacia el
cuarto de baño donde el agua todavía está corriendo. La bañera va a
desbordarse pronto. Mis manos encuentran su cintura. Me inclino hacia él
y deslizo mis manos sobre la parte baja de su espalda, mientras engancho
mis pulgares sobre el borde de sus pantalones. Los deslizo hacia abajo y los
pongo a un lado, a continuación hago lo mismo con sus calcetines después
de quitarlos de cada pie. Peter lleva unos bóxers azules que son del mismo
color que sus ojos. Me hace sonreír. Me pregunto si lo hizo a propósito.
93
Cuando termino, Peter está de pie allí usando casi nada y yo todavía
estoy completamente vestida. Peter accedió a dejarme hacerlo de esta
manera; los dos pensamos que sería mejor si yo soy la que tiene el control.
Llego por detrás de mí y siento la pestaña de la cremallera del vestido entre
mis dedos. Tiro de esta hacia abajo lentamente y dejo que la ropa caiga
abierta por delante. Los ojos de Peter observan la tela deslizarse lejos,
revelando un sujetador negro debajo. Me retuerzo sacudiendo el vestido más
allá de mis caderas y lo dejó caer al suelo. Me agacho y deslizo fuera mis
medias. Dudo que eso fuera sugerente, pero cuando me incorporo la
expresión de Peter dice que fue más allá de sexy. Sus ojos me beben con
avidez, pero él no avanza hacia adelante y me toca, todavía no.
Estoy a un paso de él cuando miro hacia abajo a mi sujetador. El cierre
se encuentra en la parte delantera. Mi corazón late con fuerza como si
estuviera a punto de estallar, pero lo desabrocho y dejo caer el material al
suelo. Peter inhala temblorosamente y parpadea una vez, con fuerza, como
si estuviera soñando. Mis ojos se fijan en sus bóxers y la atracción obvia.
Trago con dificultad y doy un paso hacia él. Mis pezones rozan contra su
pecho, y él inhala. Es como aquella noche en el restaurante, pero más, oh
Dios mío, es más.
Lo abrazo con fuerza antes de retroceder y bajar la mirada a sus bóxers.
Bajando sobre mis rodillas, me arrodillo ante él y deslizo mis dedos en su
cinturilla. Quito la prenda y jadeo; no puedo evitarlo. Él es perfecto y erecto
en frente de mí. Mis labios quieren darle un beso ahí, pero no lo hago. Quiero
que las cosas se muevan lentamente. No quiero que ninguno de los dos salga
huyendo.
Después de levantarme y dar un paso atrás, engancho mis pulgares en
mis bragas a juego y las deslizo más allá de mis caderas. Las pateo,
arrojándolas sobre la pila de ropa desechada. Antes de que pueda pensar en
estar allí desnuda y enloquecer, agarro la mano de Peter y lo llevo al cuarto
de baño. La bañera está llena, y las burbujas están vertiéndose en el piso.
La habitación tiene un ligero aroma a vainilla y lavanda.
La bañera es como una pequeña piscina, así de grande. Ambos
podemos flotar de espaldas allí al mismo tiempo. Está anidada en la esquina
de la gran habitación. Peter se mete primero y las partes que me ponen
nerviosa desaparecen debajo de la línea del agua. Doy un paso dentro tras
él.
Avery dijo que esto sería más fácil que saltar directamente a la cama, y
nos da a ambos un lugar donde podemos postergar estar juntos si eso tiene
que esperar. Fue un buen consejo. Mis nervios desaparecen tan pronto como
el agua caliente se traga mis partes traviesas. Cuando miro a Peter, todo lo
que veo son hombros desnudos y una sonrisa maliciosa. Me dan ganas de
besar esos labios.
Al principio, sólo estoy sentada junto a Peter, pero se siente como si
94 estuviéramos a la espera de un autobús, así que pregunto:
—¿Me abrazarías?
—Por supuesto. —Sostiene sus brazos abiertos para mí y me recuesto
en su pecho, de espaldas a él. Peter envuelve sus brazos alrededor de mi
cintura, justo debajo de mis pechos. El abrazo se siente bien. Inclino mi
cabeza en su hombro—. Esto me gusta.
—Me alegro. A mí también.
—¿No es demasiado rápido?
Peter menea la cabeza.
—No, es perfecto.
Nos quedamos así por un rato y luego las cosas cambian por su cuenta.
Sentarse quietos ya no es pacífico. La urgencia de girar y enfrentarlo se está
disparando a través de mí, y no se detendrá. Le entrego el jabón, pensando
que será una buena distracción, pero cuando las manos de Peter se mueven
por encima de mi cuello y brazos, y por mi espalda, quiero más. Esa pequeña
idea inocente me está poniendo lo suficientemente caliente como para hervir
el agua, y por la sensación de esta, Peter está excitado, también. Le quito el
jabón y lo dejó a un lado antes de darme la vuelta para mirarlo.
—¿Puedo? —Realmente no sé lo que estoy pidiendo, pero Peter asiente.
Pongo mis manos en sus hombros y me muevo hacia él. Mi pulso late cada
vez más fuerte mientras separo mis piernas y siento el agua moverse debajo
de mí. Me bajo mi misma poco a poco en su regazo, cuidando de mantener
su dura longitud por debajo de mí. Si Peter inclina sus caderas, estaremos
haciendo mucho más que abrazarnos.
Envuelvo mis brazos alrededor de él y presiono mi cuerpo desnudo al
suyo. Cierro los ojos y me quedo allí escuchando el sonido de los latidos de
su corazón. Hormigueos me llenan, poniéndome caliente en lugares
extraños. El deseo de frotarme contra él me está consumiendo. Trato de
descartarlo, pero el impulso no morirá de nuevo. Levanto mi cabeza y
presiono mis labios en la base de su cuello. Le doy un pequeño beso y luego
otro. Las manos de Peter permanecen en mi espalda. No se sumergen
demasiado abajo o van a lugares que no deberían. Siento su agarre apretarse
mientras los besos continúan. Deslizo mi lengua por su cuello, siguiendo el
instinto y cualquier idea que tropiece en mi cabeza.
Los hermosos labios de Peter están separados como si quisiera decir
algo. Mientras se estira por mí, tira de mis labios sobre los suyos. Mis senos
se deslizan contra su pecho mientras trato de estar más cerca de él. La
lujuria está corriendo a través mío tan fuerte que no puedo ignorarla más.
Lo deseo. Lo necesito. Los besos se vuelven más calientes mientras lucho
contra los sentimientos que tengo, pero me consumen por completo. Jadeo
y me levanto a mí misma fuera del agua un poco.
95 Mi voz es un susurro.
—¿Puedo? —Mis dedos se enredan en el pelo oscuro de Peter. Este se
enrosca alrededor de su nuca, húmedo por el baño.
Sus ojos están clavados en los míos. Traga con dificultad, pero no dice
que sí. Sus manos están todavía sobre mi piel desnuda, sosteniéndome allí.
Hay una mirada lejana en sus ojos como si estuviera en otro lugar, pero sé
que no lo está. Vacilo. No quiero presionarlo si él no está listo. No puedo
imaginar lo que está pasando por su cabeza en este momento.
—Está bien. Podemos esperar.
Peter me sonríe. Es la sonrisa más cálida y más impresionante que he
visto en su rostro. Sus manos encuentran mi cintura.
—Hazme el amor, Sidney. Soy tuyo. Siempre seré tuyo.
La presión sobre mi cintura aumenta. Me inclino hacia él, deslizándome
contra su pecho mientras nuestras caderas se alinean. Siento a Peter debajo
de mí mientras me deslizo hacia abajo en el lugar perfecto. Peter cierra los
ojos y gime mi nombre. Sus manos empujan en mis caderas, inclinándolas,
lo que hace que el movimiento se sienta divino.
Ya no sé lo que estoy haciendo. No tengo ningún plan y ninguna
intención de parar. Hago lo que sea que se sienta bien, lo que sea que haga
a Peter gemir y cerrar los ojos. La expresión de su rostro es perfecta; es
felicidad, lujuria y amor todo derramándose junto. Me levanto fuera de él
una y otra vez. Cada vez delicioso calor se construye dentro de mí. El ritmo
de nuestros cuerpos balanceándose juntos se vuelve más rápido y más
estable. Los dos subimos más y más alto, perdidos en la lujuria. Justo
cuando estallo, Peter encuentra su liberación y se queda quieto. Me deslizo
hacia abajo contra su pecho y lo abrazo con fuerza.
Después de unos momentos, las cosas comienzan a asentarse. Hice el
amor con Peter. Tuve sexo sin enloquecer. Una suave sonrisa se propaga a
través de mis labios y lo abrazo con más fuerza.

96
20
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

A
la mañana siguiente, tengo una gran sonrisa en mi cara que no
puedo ocultar. Cuando me doy la vuelta y echo un vistazo hacia
Peter, él ya está despierto con una expresión idéntica.
—¿Cómo estás? —Su cabeza todavía está sobre la almohada con su
parte inferior del cuerpo enredado en las sábanas.
—Muy bien. —Estoy usando mi pijama porque estoy loca y no puedo
dormir desnuda. Lucho contra el impulso de tirar de las mantas hasta mi
barbilla. Parte de mi cerebro está chillando como una niña de doce años de
edad, ¡Estoy en la cama con un chico caliente! Trato de dejar de sonreír, pero
no puedo, así que tiro de las sábanas hasta cubrir mi sonrisa tonta.
La mano de Peter sale y me detiene.
—No lo creo. Quiero ver esa sonrisa satisfecha en esos labios. —Me
97 mira fijamente por un instante y luego cepilla mi pelo fuera de mi cara—.
Dios, eres hermosa.
Eso hace peor la sonrisa, y me sonrojo aún más mientras la noche
anterior viene de nuevo a mí. A Peter le gusta eso. Él me sostiene en sus
brazos susurrando palabras dulces en mi oído hasta que hay un golpe en la
puerta. Echo un vistazo hacia él, preguntándome quién golpearía la puerta
tan temprano. Es casi el amanecer.
Peter se levanta, se pone bóxers, y camina a través de la habitación
hasta la puerta. Él mira por la mirilla y suspira.
—Es Sean. —Tiro de las mantas sobre mi cabeza y me escondo. Odio a
Sean. No, odio a Dean; detesto a Sean. Creo. Voy a tener que hacer una lista
o algo así.
Peter se ríe después de verme zambullirme debajo de la ropa de cama,
y abre la puerta. Puedo oír sus voces con la manta por encima de mi cabeza.
—Buenos días, Pete. Ha habido un cambio en el itinerario de hoy.
Tenemos que pasar por lo de mamá primero. Jonathan hizo algo y ella está
furiosa. Sabía que no debía quedarme en la ciudad. Y, por mucho que me
gustaría viajar contigo y Sidney, tomaré mi motocicleta. Nos veremos allí en
el almuerzo. No coman sin mí. —Hay un ruido, como si Sean hubiese
golpeado a Peter en el brazo en un abrazo varonil.
—¿Tienes miedo por el pájaro? —dice Peter.
—¿Dónde está la bestia?
—En la perrera de la planta baja. Tuve que pagarles el doble para que
lo aceptaran —explica Peter.
Hay una pausa y Sean añade:
—Y usaste tu nombre antiguo.
—Quizás. —Eso me hace sonreír. Peter lo dice justo de la forma en que
yo lo haría.
—Podrías haberme llamado, ya sabes —dice Sean—. Desaparecer así
puso a mamá más neurótica de lo normal. Ella me hizo rastrearte. Siempre
te encontraré, Peter. Te encontré. Te he dejado solo, porque pensaba que
estabas haciendo lo que tenías que hacer para seguir adelante con tu vida,
pero tengo que preguntarte esto, ¿cuánto significa esta chica para ti? ¿Ella
vale la pena el riesgo?
La voz de Peter es severa.
—Ya te contesté eso ayer por la noche. O me ayudes o no lo haces, pero
no te sientes alrededor cuestionando mis motivos. Ya conoces mis
intenciones. Deja las cosas así. —La voz de Peter cae a un susurro sibilante.
Su tono es cortante y está más que molesto. No sé de qué hablaron ayer por
la noche, pero es dolorosamente claro que a Sean no le gusto en absoluto.
—Bien. Simplemente es una extraña sincronización, eso es todo.
98 Finalmente consigues levantar cabeza y jodes el primer pedazo de culo que
parpadea sus ojos hacia ti… —Hay un fuerte crujido como algo estrellándose
contra la puerta abierta.
Lanzo las mantas hacia atrás y me incorporo para ver qué sucedió.
Peter tiene a Sean apretado contra la pared y los dos chicos parecen que van
a matarse uno a otro. Peter está siseando amenazas cuando me lanzo a
través del cuarto. Sean responde, igual de molesto, pero nada de esto tiene
sentido para mí.
Tiro de Peter y digo su nombre demasiadas veces para contar.
—Suéltalo, Peter. Detente.
Peter da un paso atrás y flexiona sus manos varias veces. Él se pasea
en un círculo rápido, sin apartar sus ojos de Sean. Sean tiene una expresión
de suficiencia en su rostro.
—No estás pensando bien, Pete.
Estoy furiosa. Sean no puede venir aquí y hacer una mierda como esta.
Peter ha estado bien, pero cuando Sean es añadido a la mezcla, Peter se
enfurece. Doy un paso hacia Sean.
—Si él no está pensando bien, es tu culpa, cabrón insensible. Peter ha
sufrido bastante. Ayúdalo o déjalo solo. ¡Deja de antagonizar su mierda por
ninguna razón maldita! —No estoy gritando. La voz que sale de mi boca es
ese tono bajo que mi mamá usaba en mí y Sam cuando hacíamos algo
horrible.
Sean me mira; sus ojos notan la ropa vieja y mi cabello antes de echar
un vistazo hacia la ropa de cama desordenada.
—Hay una razón, señorita. —Él pone los ojos en blanco como si hubiese
olvidado mi nombre y no importara—. Verás, hay personas que son tóxicas,
personas que envenenan a otras. No voy a dejar que le hagas eso a él. Pete
ha sufrido bastante, más de lo tú podrías…
Algo dentro de mi cerebro encaja. Estoy lo suficientemente cerca para
hacerlo, así que lo hago. Empujo ambas palmas en el pecho de Sean y grito
en su cara antes de que pueda terminar la frase.
—¡Tú crees que no he sufrido! ¿Crees que esto es un maldito juego?
Bueno, ¡no lo es! Y sí, conozco como son las personas toxicas, ¡porque estoy
hablando con una ahora! —Lo empujo de nuevo, pero el hijo de puta no se
mueve—. No te soporto.
—El sentimiento es mutuo.
—¿Por qué? Quiero decir, tengo suficientes razones para odiarte, pero
tienes nada sobre mí.
—Quieres más de Peter de lo que puede dar. Tú lo trajiste aquí para
que me pida…
—¡Sean, deja de hablar! —grita Peter, así que no puedo oír a su
99 hermano—. ¡Basta! Ella no pidió venir aquí. Ella ni siquiera sabía quién
demonios era yo hasta el día en que nos fuimos. No quiere ser una Ferro.
Tengo suerte de que no me dejase cuando se enteró, ¡así que corta la mierda!
En ese momento, las puertas del ascensor se abren al final del pasillo
y un hombre de seguridad está caminando hacia nosotros rápidamente. La
mirada de Sean se dirige rápidamente hacia mí.
—¿No sabías quién era él?
Lo fulmino con la mirada y cruzo mis brazos sobre mi pecho.
—Vete a la mierda.
Él sonríe.
—Todo a su tiempo, cariño.
—Lo juro por Dios, Sean… —advierte Peter justo cuando el guardia está
sobre nosotros.
—¿Hay algún problema aquí? —El hombre es viejo y se ve muy
irritado—. Porque puedo armar todo tipo de problemas si ustedes no lo
tienen, ¿entienden lo que estoy diciendo? —Peter y Sean sólo se quedan ahí
parados. El guardia me mira—. ¿Está bien, señorita?
—No, este imbécil nos está molestando. —Señalo hacia Sean. Sus ojos
se amplían antes de estrecharse como si me odiase. No me importa—.
¿Puede sacarlo?
El guardia dice:
—Vamos —para Sean y trata de llevárselo.
Sean me mira fijo, pero hay una sonrisa en sus labios, como si me
respetase por alguna razón retorcida.
—Te metes con él y romperé tu maldito cuello.
—Señor Ferro, por favor, no amenace a otros huéspedes… —dice el
guardia, tirando de Sean hacia la puerta.
Hablo sobre el guardia y grito hacia la espalda de Sean:
—¡Adelante, inténtalo! —Para el momento en que Sean está por el
pasillo, estoy en plena ebullición. Mis manos están apretadas en puños a
mis costados y mi mandíbula está trabada. Cierro la puerta de un portazo y
me doy la vuelta. Peter está detrás de mí, apoyado en la pared con los brazos
cruzados sobre el pecho. Él me mira con cuidado.
—¿Estás tratando de protegerme de Sean? —¿Como si trataría de
protegerlo de su propia familia desastrosa? Peter me está dando una mirada
que dice que él cree que sí.
—¿La verdad? —pregunto, y él asiente—. No sé qué demonios estoy
haciendo. Él me pone tan furiosa y no escucha ni una maldita cosa que digo.
Es como si pensara que es mucho mejor que yo, porque es un maldito Ferro.
Peter me da una sonrisa torcida y se empuja de la pared.
100
—Él piensa que es mejor que todos porque es Sean. Nadie más en mi
familia es así, sólo él.
—¿Nadie más estará preocupado de que estoy detrás de tu dinero?
Niega con la cabeza.
—No, las cazafortunas están tras Jonathan ahora. Sean y yo estamos
segundos. Bueno, yo lo estoy de todos modos. Sean hizo su propia fortuna
haciendo Dios sabe qué. Es inteligente, despiadado y ambicioso, así que por
supuesto hizo su propia fortuna. Yo soy el hermano del medio; el tipo con el
corazón quebrado, que está casi quebrado.
—¿Casi quebrado? Pensé que tenías un fondo fiduciario.
—Lo tengo. Es por eso que los ricos dicen que Pete Ferro es un idiota
que se alejó de un imperio multimillonario. Mi fondo fiduciario es una miseria
en comparación, pero es suficiente para mí y para ti. No puedo comprarte
una mansión…
—No quiero una mansión. Sólo quiero que seas feliz, Peter. —Mi cerebro
está empezando a funcionar de nuevo y recuerdo algo que Sean dijo—. ¿Por
qué Sean pensaba que yo quería algo?
—Sean siempre piensa que todo el mundo quiere algo. Sólo agradezco
que él no esté viajando con nosotros. Vamos. Larguémonos de aquí.
Recogeré tu desayuno y podemos ir hasta la casa de mi mamá y ver lo que
Jon hizo. No es lejos de aquí. Podemos llegar a la casa de tus padres para la
cena. —Hace una pausa y sacude su cabeza—. Tal vez deberíamos
abandonar a Sean y dirigirnos a tu casa ahora.
Peter está tratando tan duro de cuidar de mí, y lo adoro por ello. Por
alguna razón las cosas con Sean se sienten como todo o nada. Peter quiere
la ayuda de su hermano cuando yo vaya a mi casa, y quiero que Dean se
mantenga alejado de mí. Tiene que haber una razón por la que Sean está
tomando un desvío a la casa de su mamá, pero no tengo ni idea de cuál sea.
De cualquier manera, Peter necesita a Sean.
—No, todo está bien, además tendríamos que parar y tomar el almuerzo
de todos modos. Si quieres ver a Jon, podemos ir. Honestamente, no estoy
deseando lo que me espera en casa. Adicionar un par de horas extras al
viaje podría ayudarme a tratar con ello un poco mejor.
Peter presiona su frente a la mía.
—Te ayudaré a través de lo que sea que esté por venir.

101
21
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

L
a finca es impresionante, con cuidados jardines extendiéndose en
todas las direcciones. Una antigua mansión de piedra se
encuentra en el centro de la propiedad y se expande tanto como
una cuadra de ciudad. La casa está situada entre los árboles, y tenemos que
tomar un camino de entrada largo y tortuoso para llegar a las puertas
delanteras. Supongo que es para que la casa no pueda verse desde la
carretera. Yo habría pasado por delante si Peter no me decía dónde doblar.
Estoy familiarizada con esta parte de Long Island, pero no tenía ni idea de
que había casas como ésta aquí. Pensé que la mayoría de las mansiones
eran modernas y estaban sobre la costa sur. Al parecer, hay gente rica que
prefiere el otro lado de la isla con las rocas y colinas. El pavo se da cuenta
de que nos detuvimos y estira el cuello para mirar por la ventanilla.
—¿Qué vamos a hacer con él? —Apunto mi pulgar hacia el buitre en el
102 asiento trasero mientras apago el motor.
Peter parece nervioso, pero cubre su aprehensión rápidamente y
camina alrededor para abrir mi puerta. Estamos en la rotonda del camino
de entrada frente a enormes puertas de madera que forman un arco en la
parte superior. Parece a un castillo.
De acuerdo, simplemente lo admitiré. No tenía idea de que esta era la
vida de Peter. Él parece normal, y la gente que vive aquí no puede ser
normal. Todo sobre el exterior de esta casa es exagerado. Me hace pensar
de los habitantes como la realeza, no empresarios conocedores.
Echo un vistazo a Peter. No tengo idea de cómo su familia hizo el dinero
o de dónde vino. Hay algunas personas que nacieron con generaciones de
riqueza por debajo de ellos. Esa debe ser la situación de Peter porque no
recuerdo oír nada específico. Es dinero antiguo y él está en mi pequeño
coche de mierda con un ave de presa en el asiento trasero.
Nervios atraviesan mi cuerpo tan rápido que apenas puedo
mantenerme quieta. Es el efecto Chihuahua. Esos pequeños perros súper
nerviosos siempre están temblando. Peter ofrece su mano y me saca del
coche. Él deja la puerta abierta, y el pavo salta fuera del asiento trasero y se
aleja.
Peter sonríe hacia el pájaro.
—Diviértete —le dice al animal. Un hombre aparece de la nada y se
desliza en mi coche. Peter dejó las llaves en el contacto.
—¡Hey! ¿Qué estás…? —Mi voz es demasiado alta y en pánico. El tipo
cierra la puerta y empieza a conducir alejándose. Trato de lanzarme lejos de
Peter, pero me retiene.
—Sidney, él trabaja aquí. Está llevando tu coche a los garajes. No estás
en el barrio. Cálmate. —Peter tiene esa sonrisa conocedora en su rostro,
como si se diese cuenta de que tenía toda la intención de correr detrás de
mi coche. Asiento y froto mis manos sobre mis brazos.
—Lo siento, no tenía ni idea. No tenía ni idea de nada de esto. ¿Qué va
a decir tu madre acerca de nosotros? ¿Deberíamos siquiera estar aquí?
Peter se inclina y besa la punta de mi nariz.
—Ella va a pensar que eres increíble, porque lo eres. Es lo que tú
pienses de ellos lo que me preocupa. —Antes de que Peter pueda terminar,
una voz masculina grita hacia él.
—¡Peter! ¿Eres tú? ¡Santa mierda! —El hombre se está moviendo hacia
nosotros desde el jardín lateral. Su paseo se convierte en un trote y luego en
una carrera completa. A medida que se acerca, lo vuelvo a mirar. Cabello
oscuro, brillantes ojos azules y esa misma complexión como Peter y Sean. A
diferencia de ellos, este chico es todo sonrisas; plenas sin nada retenido.
Este hombre parece que podría correr fácilmente por la playa y nunca
romper a sudar. Cada pedacito de él está bronceado, y funcionando como si
103 eso no le perturbara en absoluto. Espero que se detenga cuando está a unos
treinta centímetros de nosotros, pero no lo hace. Peter es arrollado y tirado
en un abrazo de hombre. Hay un montón de golpes en la espalda y una serie
de preguntas.
—¿Dónde has estado? ¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí? —El
hombre da un paso atrás y mira a Peter. Alegría está pintada en su rostro,
y no puede dejar de sonreír. Peter tiene esa media sonrisa que lleva cuando
está emocionado y nervioso—. ¡Maldita sea, es bueno verte de nuevo!
—A ti también, Jonathan. Has crecido. Quiero decir, mírate.
Jonathan sonríe, revelando un hoyuelo que coincide con el de Peter a
la perfección. Su pelo castaño sedoso es un poco más largo que el de Peter
y se enrosca menos en los extremos, dándole ese sexy peinado de recién
levantado que los supermodelos matarían por tener. Lo más llamativo de él
no es el pelo impresionante, los rasgos cincelados, o su mirada azul
radiante; es esa sonrisa. Es casi burlona y me dan ganas de hablar con él
más para averiguar lo que ha causado que esa sonrisa sexy aparezca en su
hermoso rostro.
Después de un momento, Jonathan me mira. Se aparta el cabello de
los ojos y realmente me ve por primera vez. Él mira entre Peter y yo,
resolviendo la situación.
—¿Dónde están mis modales? Jonathan Ferro. Soy el hermano menor
de este tipo. —Él extiende su mano, por lo que hago lo mismo, anticipando
una sacudida firme, pero Jonathan toma mi mano, la levanta a sus labios,
y besa el dorso de mi mano. Cuando tomo una respiración, mi cuerpo se
pone rígido.
Mientras estoy parada en estado de shock, pensando que la gente rica
es rara, Peter se ríe y empuja a su hermano lejos.
—¡Ya basta, Jon! Vas a asustarla.
Jon me sonríe, mirando hacia arriba desde debajo de pestañas oscuras,
y se sonroja levemente.
—Sólo estoy jugando contigo. Entonces, Pete, ¿quién es esta mujer
hermosa? —Él mete sus manos bajo sus brazos después de doblarlos contra
su pecho. Echo un vistazo entre los dos. Se ven tan parecidos, pero los ojos
son diferentes. A pesar de que son del mismo color, los de Jon no tienen esa
mirada torturada que Peter y Sean llevan a todas partes.
Peter me tira enfrente de él y envuelve sus brazos alrededor de mí,
dejando en claro que no somos amigos, somos más que eso.
—Es Sidney Colleli. Estamos de camino para ver a su familia en Jersey.
Jon parpadea y la sonrisa cae de su rostro.
—¿Están por casarse o algo? Porque mamá no le dará la bendición
después…
104
Peter interrumpe a su hermano menor.
—No, no estamos comprometidos ni nada de eso. —Peter suena
melancólico, en lugar de horrorizado, lo que es un buen augurio. Él ganó
algunos puntos por no enloquecer—. En realidad, la madre de Sidney está
muriendo. Nos encontraremos con Sean aquí para el almuerzo.
—Oh, lo siento, Sidney. Eso es duro. —Jonathan toma una larga y lenta
respiración y mira a Peter—. ¿Quieres tu título de regreso?
Peter se ríe como si esa fuera la cosa más divertida que jamás haya
escuchado.
—Por supuesto que no. Consérvalo.
—¿Acaso mamá sabía que ibas a venir?
Peter niega con la cabeza.
—No, no estaba seguro de si habría necesidad de dirigirme en esta
dirección, así que no dije nada.
Jon le da a su hermano una sonrisa de placer.
—Bien, no podrías haber elegido un mejor día para pasar a almorzar.
Papá tiene el trofeo número cuarenta y siete aquí, y si Sean está viniendo…
fuegos artificiales, hermano. ¡Va a ser impresionante! Vamos.
Echo un vistazo hacia Peter, preguntándome qué quiere decir Jon, pero
el tipo ya salió disparado.
—¿Él corre a todas partes?
Peter asiente.
—Más o menos. Ese fue mi hermano menor, el idiota; así es como mi
padre lo llama.
—Agradable. —En realidad, es cualquier cosa menos agradable.
—Síp. Jon como que ganó una reputación de ser, ah, digamos,
impulsivo. Si ve algo que quiere, lo consigue. No hay ninguna previsión en
absoluto, o al menos no que hayamos visto. Él sigue actuando como un
niño, viviendo la vida rápido y duro. Desea a cada mujer hermosa que se
cruza en su camino. Si yo no estaba parado aquí, te habría golpeado con
una deslumbrante variedad de adulación. Él es así de bueno, y por eso se
sigue metiendo a sí mismo en problemas. Esperaba que Jon se establecería
un poco cuando me fui y asumiera algunas responsabilidades, pero al
parecer no. Sean quiere ponerle algo de sentido a los golpes. Jon debe haber
hecho algo más loco de lo normal en esta ocasión.
Todavía estoy atrapada en el hecho de que los rasgos de los hermanos
Ferro son tan sorprendentemente similares. Es como si los tres salieron del
mismo molde.
—¿Cuántos años tiene Jon? Ustedes parecen trillizos. Es un poco
105 extraño.
Peter me da una sonrisa tímida.
—Síp, nos dicen mucho eso. Sean es un poco mayor, alrededor de un
año, y Jon es unos cuatro años más joven. Recién empezaba la universidad
cuando me fui, por lo que lo convierte en un junior el próximo otoño, en el
supuesto de que fue a clase.
Sonrío y miro hacia él mientras caminamos hacia esa enorme puerta
de entrada. Peter enlaza sus dedos con los míos. Sigo hablando aunque los
nervios están llenando mi estómago.
—Apuesto a que tú siempre fuiste a clase, ¿no?
—Yo soy el santurrón de la familia. Sean es la oveja negra, o él sacrificó
a la oveja negra cuando vendió su alma, y Jon es Jon. Eso prácticamente lo
resume todo.
—¿Tú eres el hermano hecho y derecho? Dios mío, ¿quién lo habría
pensado?
Peter ríe y aprieta mi mano con fuerza.
—Todo está en la comparación, nena. Comparado con Sean, soy cuerdo
y civilizado. Comparado con Jon, soy responsable y sensato. Comparado
contigo, bueno, nada se compara contigo, así que digamos que tengo suerte
y dejemos las cosas así. —Él se inclina y me da un beso en la mejilla.
22
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
stoy sentada en una mesa larga con manteles de color claro. Hay
un enorme ramo en el centro con todos los tonos de rosa que se
pueden imaginar. Un largo tallo de cristal sostiene el arreglo
fuera de la mesa para que no bloquee nuestra línea de visión. Rosas de
colores brillantes son los puntos focales con pequeños cristales goteando
sobre los lados; o tal vez esos son diamantes. La cubertería es de un tono a
juego de oro pálido. Empujo el cuchillo con mi dedo, preguntándome cuán
pesado es.
Peter está sentado frente a mí, y yo estoy justo al lado de mi persona
favorita de nuevo; Sean Ferro. Cuando levanta su servilleta, Sean habla en
voz baja para que nadie excepto yo pueda oír sus palabras.
—¿Evaluando si va a caber en tu bolso o no?

106 —Muérdeme.
—Tendré a los guardias revisándote a la salida si cualquier cubierto
falta.
Qué idiota. Es como si estuviera tratando de empezar una pelea
conmigo a propósito. Puedo redirigir mi dardo con un comentario que
debería callarlo.
—Veo que arruinaste las cosas con Avery. Movimiento suave, Ferro. —
No lo llamaré por su nombre a la cara. Se siente demasiado íntimo, como si
en realidad me agradara él o algo así.
Le sonrío a Peter, que está mirando fijo a Sean. Sean se ve
perfectamente civilizado, pero todo el mundo sabe que es una fachada.
La voz de Sean es plana.
—Ella tenía que trabajar.
Parpadeo hacia él, sorprendida. Trabajo significa más clientes, lo que
significa que ella está con otro hombre en este momento. Avery no quería a
otro tipo; lo quería a Sean. No debería decirlo, pero no puedo evitarlo.
—¿Qué hiciste? —Apenas conozco a Avery, pero me siento tan mal por
ella. Sean no se molesta en contestarme, no es que pensaba que lo haría—.
Ella se merece algo mejor.
—Estoy de acuerdo. —Las palabras de Sean pegan, y no tengo ninguna
réplica mordaz. Él no mira hacia mí por el resto de la comida. El hombre es
un enigma con una pizca de psicópata.
Los Ferro tiene la tradición de exigir que todos los niños estén sentados
primero, antes de que sus padres. Peter me dijo que se suponía promover la
unidad de la familia o algo así. Me sorprende que Sean esté aquí con
nosotros. Ha sido tan bastardo que no lo puedo imaginar doblegándose a
los deseos de nadie. Jonathan se inclina hacia adelante con ambos codos
sobre la mesa y luce completamente aburrido. Tal vez ese muchacho es
como un collie muy nervioso y prefiere correr antes que sentarse. Me
pregunto cuál es su historia, qué hizo el hombre para cabrear a toda su
familia, porque Jon parece totalmente tranquilo teniendo en cuenta que su
madre va a estrangularlo en cualquier momento. Por otra parte, la cosa del
abatimiento y la desconexión emocional parece ser un rasgo Ferro. Los tres
lo tienen hasta cierto punto, incluso Peter. En cuanto a Jon y Sean, es ahí
donde las similitudes se detienen; bueno, a excepción de la marca de
angustia estampada en sus frentes. Me pregunto si a Sean le fue dada una
cálida bienvenida como a Peter. Si es así, yo no lo vi.
Unos momentos después de que nos sentamos, el patriarca entra en la
habitación. El Sr. Ferro está bien pasado su mejor momento con el pelo
canoso y una amplia sonrisa en su rostro. En forma no es la palabra
adecuada para describirlo, pero no tiene sobrepeso tampoco. Para hacer las
cosas más interesantes, hay una mujer de su brazo, que está cerca de mi
edad. Ella lleva un ceñido vestido plateado que se sumerge increíblemente
107 bajo, mostrando un muy amplio escote. Ella sonríe hacia los chicos y ondea
las puntas de sus dedos hacia todo el mundo, excepto yo.
Jonathan imita su pequeño ondeo y le guiña un ojo, pero los otros
chicos la ignoran, como si ella se irá en una semana. Observo a Jon
enderezarse cuando su padre entra en la habitación. Al principio creo que
es por respeto, pero la forma en que los ojos de Jon se iluminan cuando
mira a la amante hace que me pregunte si el Ferro más joven está lo
suficientemente loco como para robar la novia de su padre. Maldita sea, y
yo que pensaba que mi familia está en mal estado. ¿Dónde está la señora
Ferro, y por qué aguanta esta mierda? Me gustaría hacer esa pregunta, pero
no la hago. En lugar de ello me siento inmóvil con una sonrisa amable en
mi cara y me pregunto por qué Peter regresó aquí.
Cuando el señor Ferro se sienta y echa un vistazo hacia Sean, está
sorprendido, pero cuando mira hacia Peter, está aturdido. Sus rasgos
conmocionados al instante se transforman en una gran sonrisa. El señor
Ferro se levanta, se aleja de la Barbie Boobie y rodea la mesa. Justo cuando
Peter se pone de pie, el Sr. Ferro le da un abrazo de oso similar al que Jon
le dio antes.
—¡Pete! ¡Es tan bueno verte!
Su padre dispara más preguntas que Jon. Peter en realidad no
responde ninguna de ellas. En su lugar, sólo sonríe y asiente. Cuando su
padre me mira, Peter toma eso como su señal para la introducción.
—Papá, ella es Sidney Colleli. —Peter barre su mano en mi dirección.
Sean ignora completamente la introducción y sigue tecleando en la pantalla
de su teléfono. Lo sacó tan pronto como se sentó. Echo un vistazo hacia Jon
rápidamente y consigo un guiño coqueto, junto con una sonrisa
encantadora.
El señor Ferro tiene una mirada impresionada en su rostro.
—¿Así que tú eres la mujer que trajo a mi hijo de vuelta a la tierra de
los vivos? —Lo dice como si yo hubiese hecho algo milagroso, como si Peter
hubiese estado tres metros bajo tierra. Todo el mundo me está mirando,
incluido Sean.
¿Peter realmente había ido tan lejos? No parecía así cuando lo conocí.
Sabía que él estaba herido, pero el impacto en las caras de todos al ver a
Peter aquí y feliz no se me pasa por alto.
—Él es un buen hombre.
Sean suena aburrido, como si mis palabras le harán caer y entrar en
coma.
—Por supuesto que lo es. Es un Ferro.
—¡Y tú! —El Sr. Ferro le da a Sean una mirada severa—. Te perdiste el
cumpleaños de tu madre y cada fiesta importante en el medio.
—Mis disculpas —responde Sean, sonando completamente apático—.
108 He estado trabajando. —Sean lleva un suéter negro que parece estar hecho
de seda y un par de jeans oscuros. Tiene botas en los pies, y su pelo está
más desordenado de lo habitual. Es un fuerte contraste entre el traje que
llevaba la noche anterior.
Su padre está obviamente irritado con Sean. Está a punto de decir algo
cuando otra voz lo interrumpe.
—Bueno, bueno. Mis dos hijos pródigos han regresado. —Una mujer
mayor con el pelo dorado aparece. Es un corte corto y cónico para su cabeza
en un estilo a la moda. Las frías profundidades de sus ojos la hacen parecer
sin alma. No hay luz en su rostro. Tal vez ella adoptó a Jonathan, porque él
todavía está sonriendo hacia la amante como si planeara lanzarse sobre ella
después del almuerzo.
La Sra. Ferro se acerca a Peter lentamente, evaluándolo. Un traje azul
lavanda la hace parecer regia y totalmente formal.
La voz del señor Ferro es civilizada, pero hay mucha tensión, como si
hubiera décadas de palabras no dichas y preocupaciones.
—Constance.
La Sra. Ferro inclina su cabeza, pero eso es todo. Ella pasa junto a
Peter sin una segunda mirada y toma asiento en la cabecera de la mesa. El
Sr. Ferro se sienta encajonado entre su esposa y su caramelo. Todos y cada
uno de ellos actúa como si esto fuera totalmente normal. Mi madre habría
apuñalado a mi papá con el tenedor de ensalada si él la engañaba, ni hablar
de hacer alarde de alguna mujerzuela y llevarla a comer a nuestra casa.
¿Qué demonios? Echo un vistazo hacia Sean, pero incluso él no puede hacer
comentarios al respecto. Oh, Dios mío, si esto es normal, no es de extrañar
que estén en tan mal estado. La tensión es tan espesa que me está
ahogando.
La Sra. Ferro me mira después de colocar la servilleta en su regazo.
—¿Quién eres?
Echo un vistazo hacia Peter. Su madre es una mujer que da miedo. Su
pregunta suena más como una invitación a irse.
—Soy la novia de Peter. —Puedo decir eso, ¿no? Suena estúpido, pero
supongo que es verdad.
Peter me presenta y está inusualmente tranquilo. Su madre mira por
encima de su nariz desde el otro lado de la mesa.
—Supongo que estás aquí para presentarte a mí, entonces.
Echo un vistazo a Peter y luego a Sean. Jon está sonriendo como si
todo fuera terriblemente emocionante. Niego con la cabeza y la corrijo.
—No, no lo estoy. En realidad estamos de camino a ver a mi madre.
—Oh, así que tú estás visitando a las madres de otras personas, ¿pero
109 no a la tuya? —Sus palabras son pegajosamente filosas. Peter no mira hacia
ella. Dios, no es de extrañar por qué tanto Sean como Peter corrieron rápido
y lejos. La mujer es horrible. Ella es un agujero negro emocional y cualquier
persona que se siente junto a ella será succionada. Echo un vistazo hacia el
Sr. Ferro, preguntándome si es por eso que está atado a la chica caliente.
No puedo dejarlo pasar. Sé que debería; la mamá de Peter tiene todo el
derecho a estar molesta porque su hijo salió corriendo, pero no es así.
—Mi madre está muriendo, señora Ferro. Peter no me dejaría conducir
sola.
La Sra. Ferro se levanta. Sin una explicación, deja la mesa y no mira
hacia atrás. Peter me dice que estará de regreso enseguida y va tras ella.
Sean sonríe.
—Bravo. La cabreaste en menos de cinco minutos. No creo que yo la
haya hecho dejar una habitación así de rápido. Y pensar, que perdí todo ese
tiempo saliendo con comentarios sarcásticos por cuarenta y siete veces allí.
Al parecer, sólo te necesitábamos a ti.
—Ella lo dijo como si estuviéramos haciendo un viaje de placer a
Atlantic City. Hay otras cosas sucediendo. —Mi garganta está apretada. No
voy a explicarme para él—. Disculpen. —Me levanto y camino lejos de la
mesa. Giro por un pasillo y sigo caminando, no tengo idea de a dónde voy.
Pisadas corren detrás de mí. Jonathan aparece, respirando un poco
demasiado duro como si hubiese corrido detrás de mí.
—Salvaste mi culo allí. Ella ha estado esperando masticarme desde que
llegué a casa. Oye, ¿estás bien?
Asiento, aunque no lo estoy. Para esta noche, estaré en casa
discutiendo con mi propia madre.
—Estoy bien.
—Vamos. Peter está en esta dirección. —Jon explica cómo el almuerzo
probablemente se veía muy extraño ya que su padre trajo a su amante—. Lo
hace para cabrear a mamá, pero la mujer no reacciona. Es como si estuviese
muerta por dentro. Papá, por otro lado, necesita un juguete. No voy a poner
excusas por él. Quiero decir, si un hombre se casa debería tratar con ello.
Es por eso que yo nunca diré algún voto por el estilo. —Él se estremece
físicamente como si el matrimonio fuera un destino peor que la muerte—.
Esto toma un interés adicional durante las fiestas. Trato de mantenerme
alejado de este lugar, pero estoy seguro de que lo has oído ya que mis
acciones me preceden; soy el hijo imprudente. —Me mira y sonríe—. En
realidad, no soy imprudente en absoluto, pero ninguno de ellos puede
decirlo porque están todos muertos por dentro. Sé que conociste a Sean;
ejemplo de ello. El tipo es un vampiro, succiona almas desde California
hasta la isla de Nueva York. —Él sonríe y canta las últimas palabras.
—Creo que los vampiros succionan sangre.
110 —La misma diferencia. Es cruel y frío, además la canción lo hace sonar
como un vampiro hippie, lo que es divertido. Hay algo de yuxtaposición
pasando allí. —Él está tratando de hacerme sonreír, pero mis tripas ya se
han trenzado en nudos.
Ofrezco una sonrisa nerviosa mientras doblamos en otro pasillo.
—Entonces tus padres… ¿no están divorciados?
—La palabra con D, no. Mamá no ha querido uno. Ella sólo tolera
cualquier mierda que mi papá arroja y no dice nada. Papá tiene más dinero
si se queda con mamá. Siempre y cuando a la amante no le importe, las
cosas son bastante tranquilas. Con Sean y Pete fuera, no hay mucho que
hacer por aquí.
—Deja de derramarle los asuntos familiares a un extraño, Jon. —Sean
está caminando rápidamente hacia nosotros.
—Sean, deja de ser un imbécil. Tú has visto la forma en que Pete la
mira…
—Lo hice. Ve a terminar el almuerzo. —Sean mira fijo hacia su
hermano, hasta que Jon niega con la cabeza y se aleja.
Observo a Jon caminar por el pasillo. Su andar es tan similar al de
Peter, pero diferente también. Sean grita tras él.
—Escuché lo que hiciste, por cierto. Hablaré contigo más tarde.
Jon se da la vuelta con una enorme sonrisa en su rostro.
—No está abierto a debate, hermano. Es un hecho. —Jon se ríe y se
apresura fuera antes de que Sean pueda decir nada más.
Su mirada de acero se dirige hacia mí.
—Tengo lo que Peter necesitaba. No tiene sentido quedarnos. Vamos a
seguir adelante.
Me pregunto qué necesitaban, pero no pregunto. Sólo asiento y camino
con él hacia el frente del edificio. Cuando damos un paso fuera, el pavo me
está esperando, encaramado en la parte inferior de la barandilla. Mi coche
ha sido traído y está en el centro del camino de entrada.
—¿Me estás echando?
Sean se ríe a la ligera.
—No, estoy haciendo más fácil para ti irte. Hay una diferencia.
—No, no la hay, y tú eres un idiota.
—Es una cuestión de perspectiva. Ponte en marcha. Peter y yo
estaremos allí en breve.
¿Él quiere que me vaya sin Peter? Sean abre la puerta del lado del
conductor. El pavo salta al asiento trasero y se asienta en su posición
normal.
111 —Síp, yo no me voy sin él.
Sean se ve agitado.
—¿Tal vez podría convencerte?
—¿Qué demonios significa eso?
—Significa que puedo darte todo lo que posiblemente puedas desear
para que te alejes en este momento y no vuelvas nunca más. Di tu precio.
—La voz de Sean es totalmente segura de sí mismo. Mete la mano en el
bolsillo de atrás y saca una chequera. No digo nada. Sean garabatea algo y
arranca el cheque, entregándomelo.
Yo despliego el cheque y parpadeo dos veces ante el número. Santa
mierda, eso es mucho dinero. Podría comprar una isla con este cheque y
cada pequeña cosa que posiblemente pudiese desear. Todo lo que tengo que
hacer es meterme en el coche y alejarme. Es lo que quiere Sean. Agarro el
cheque y le sonrío. Me deslizo en el asiento delantero de mi coche, y estoy
segura de que Sean piensa que voy a irme cuando enciendo el coche.
—Buena chica —dice Sean, como si estuviese complacido conmigo.
Dios, qué cretino arrogante. Da un paso hacia el coche para cerrar la puerta,
pero mi pie todavía está colgando hacia fuera. El encendedor finalmente
estalla. Lo agarro y salgo del coche.
—Esto es lo que pienso de tu oferta. —Toco con el encendedor la
esquina del cheque. Esperaba que prendiera fuego y ardiera, pero la cosa
apenas saca humo del papel. Presiono el encendedor al papel una y otra vez,
pero no estalla en llamas. Simplemente hace pequeños círculos por todo el
cheque.
—Muy lindo. Adelante, decora el otro lado también para que coincidan.
Al banco no le importa.
La maldita cosa no arderá. Hago un sonido molesto en el fondo de mi
garganta y arrojo el encendedor en el suelo. Rasgando el cheque en un
millón de pedazos siseo cosas horribles hacia Sean y luego arrojo los trozos
de papel en su cara.
—Tú no me posees. Puedo hacer lo que quiera y quiero a Peter, así que
trata con ello.
Sean se sacude un pedazo de papel de su suéter, pero no reacciona.
—Ya giré el dinero a tu cuenta. El cheque era un modelo. Métete en tu
coche y conduce lejos.
Lo miro fijo en shock. ¡Él no puede hacer eso! ¿Puede?
—¿Qué te pasa? ¿No quieres que Peter sea feliz?
—Sí, lo quiero, y mucho. Sobre la base de todo lo que él me dijo, tú
tienes tu propia mierda con la que lidiar, y no quiero que él esté en cualquier
parte de ella. Lo mejor que puedes hacer por mi hermano es meterte en tu
coche, irte, y nunca mirar hacia atrás.
112
»No importa cuál es su apellido, Pete siempre será un Ferro. Él siempre
tendrá más mierda de la que puede manejar, y realmente no puede cargar
más. Te estoy diciendo cosas que tú ya sabes. Si el dinero no te atrae,
entonces tal vez no deberías pensar en ti misma en absoluto.
»¿Qué es mejor para Peter? Arrastrarlo contigo lo está haciendo
retroceder. Él no debería estar aquí. Este lugar es tóxico; toda nuestra
familia es jodido veneno. Peter lo sabe, pero regresó por ti; él está haciendo
todo por ti, y tú lo has llevado directamente al infierno.
Las palabras de Sean son cortantes. Él las entrega con más pasión de
lo que hubiera creído posible. No hay duda en mi cabeza de que Sean está
protegiendo a su hermano, que él sabe mejor que nadie qué clase de
demonios personales se esconden en esta casa, en este lugar.
Quiero decir que no lo sabía, que no soy egoísta, pero lo soy. Me deslizo
en el coche y dejo a Sean cerrar la puerta. La ventanilla está abajo. Sean se
inclina, diciendo:
—Estás haciendo lo correcto.
No puedo mirarlo. Agarrando firmemente el volante, siseo:
—Quita el dinero de mi cuenta. Si dejas un solo centavo, volveré y te lo
meteré por el culo.
Los labios de Sean se crispan como si quisiera sonreír.
—Muy bien. En el momento en que estés en tu casa, los fondos se
habrán ido.
Ido. La palabra suena en mis oídos. Peter se habrá ido también. Sin
duda Sean le dirá algo que evitará que me busque. Me alejo lentamente con
el corazón en la boca. No tenía idea de lo que Peter tuvo que pasar, y traerlo
de vuelta aquí fue la peor cosa que podría haber hecho.

113
23
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
staciono en mi casa de la infancia después del anochecer. Se ve
justo de la forma en que recuerdo; un gran césped y jardines
llenos de flores. Pensaba que tendría una casa como ésta algún
día. Ahora no sé lo que tendré.
Mi teléfono ha estado en silencio desde que salí de la mansión Ferro.
Pensé que Peter me llamaría. Pensé que vendría tras de mí. No puedo
soportar la idea de no volver a verlo. Me pregunto lo que Sean le dijo y no
puedo dejar de preguntarme dónde está ahora y qué está haciendo.
Apago el motor y abro la puerta. El pavo y yo caminamos por la acera
central de la casa. Toco el timbre. Ya no vivo aquí. Esta no es mi casa, y
estas personas son desconocidas para mí. Mi padre abre la puerta con su
atuendo nocturno habitual de jeans y una camiseta vieja. Él tiene una bolsa
de papas fritas en una mano. En realidad no mira hacia arriba hasta que
114 hablo.
—Hola papá.
Reconocimiento se dispara en su rostro, al mismo tiempo que levanta
la vista. Me mira como si yo fuera un fantasma.
—Sidney. —Papá no dice nada más. Puedo decir que hay una batalla
dentro de su mente. Él está feliz de verme, pero traicionado porque me fui.
Incomodidad me consume. Sé que irme fue lo correcto por hacer, pero
todavía me da pena haberles causado dolor.
—Sam me dijo que mamá está enferma. —Él asiente y abre la puerta
para dejarme entrar.
—Sí, lo está. Las cosas han sido difíciles. Ella ha estado preguntando
por ti.
Asiento y paso al interior. La casa está llena de gente, familia, vecinos
y personas del pasado. La mayoría de ellos miran hacia mí. Ellos no saben
lo que pasó, sólo saben que salí corriendo y rompí los corazones de mis
padres. Ellos no templan su disgusto cuando papá me lleva dentro.
—¡Mi bebé llegó a casa! Estamos juntos de nuevo. —Él aprieta mi
mejilla con tanta fuerza que duele. Le sonrío y trato de no apartarme. Sus
emociones giran, como si decidiese soltarlas. Papá es todo sonrisas y camina
mostrándome de la forma en que solía hacerlo. Él le dice a la gente que ya
me conoce que soy su hija, que su niña llegó a casa. Está tan emocionado
de verme. Él no pregunta dónde he estado, o por qué no se lo dije.
Las lágrimas pican en mis ojos, pero las parpadeo. Irme así lo lastimó
terriblemente. Puedo verlo en sus rostros, y escucharlo en su voz. Papá
suena orgulloso de mí, lo que totalmente me mata. Me fui por una buena
razón. Me fui porque nadie me creyó. Me fui porque les gustaba Dean más
que yo.
Papá me pasea a través de la sala, riendo en voz alta y radiante. Soy
amable y sonrío a pesar de que puedo decir que nadie me quiere aquí. Eso
es cuando veo a Sam apoyado en la barandilla que lleva al piso de arriba a
los dormitorios. Sus brazos están cruzados sobre el pecho. Él mira detrás
de mí en busca de Peter, pero Peter se ha ido.
Sam camina hacia nosotros.
—Te dije que la encontraría y la traería de vuelta. Es bueno verte,
hermanita. —Sam se inclina y me da un abrazo rápido. Todo el mundo
piensa que él es maravilloso, que trajo a su hermana díscola a casa. Si ellos
animan, no seré capaz de soportarlo.
Miro hacia atrás a mi papá.
—¿Qué está pasando con mamá? ¿Puedo verla?
Papá toma mi mano y me lleva a la cocina. Hay menos gente en esta
sala. Mi tía está haciendo algo en la cocina. Hay un sinnúmero de platos
115 cubiertos en papel de aluminio sobre la mesa de la cocina. La colección de
Besa al cocinero de mamá todavía está en exhibición en esta habitación. Por
todas partes donde doy vuelta, hay otra placa o muñeca o delantal que dice
BESA AL COCINERO.
Papá camina hacia el otro extremo del comedor y saca una silla para
mí.
—¿Has comido? Beth, prepárale un plato.
Saludo con la mano a la tía Beth y digo que no, pero ambos me ignoran.
Un momento después, la tía Beth coloca un plato de papel rebalsando de
comida delante de mí.
—Come. Estás demasiado flaca. —Ella me da una mirada de
desaprobación y se vuelve hacia la cocina.
—Papá, ¿qué le pasa a mamá?
—Ella tiene cáncer, niña. Apareció inesperadamente. Un día ella estaba
bien, y entonces no lo estaba. Hicimos quimioterapia por un tiempo, pero
está demasiado avanzado. Ella ya vivió más de lo que esperaban. —Él dice
las palabras estoicamente como si las hubiese dicho un millón de veces
antes.
—¿Por qué no está en el hospital?
—Conoces a tu madre. Ella quería estar en casa. Tenemos todo lo que
necesita aquí. Lo único que nos faltaba eras tú. Estará feliz de verte.
Asiento lentamente, dejando que todo se hunda. Sabía que Sam dijo
que se estaba muriendo, pero no me di cuenta que ella había llegado tan
lejos. Mi estómago se agria. Me lanzo fuera de mi silla y corro hacia el baño
dando arcadas hasta que mi frente está cubierta de sudor. Todo se estrella
contra mí en olas implacables. Remordimiento tan profundo que no puedo
comprender el dolor, el tiempo perdido, el odio y el hecho de que yo no la
perdoné explota en mí. En el fondo de mi mente siempre pensé que habría
tiempo para arreglar las cosas. No era un pensamiento consciente, pero
estaba allí.
Ahora, no hay tiempo. Perdí esa oportunidad y nunca voy a recuperarla.

116
24
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

E
stoy adormecida por dentro y fuera, mirando a la nada. Pocas
horas han pasado desde que llegué a casa, y es demasiado. Mis
emociones se sobrecargaron y entraron en cortocircuito. Lo
único bueno que ha pasado es que Dean no ha aparecido.
Sam me encuentra sentada afuera sola.
—Oye, Sid.
Tomo un sorbo de mi refresco. Mi estómago todavía está revuelto. Es
tarde. La mayoría de la gente en mi casa se ha ido. Ellos regresarán todos
los días hasta que mamá muera, trayendo alimentos y manteniendo a mi
padre acompañado.
—Quería decir que lo siento por la forma en que las cosas sucedieron
en Texas. Debería haber sabido que volverías. Estaba preocupada por papá;
117 acerca de lo que le sucedería si no te presentabas para decir adiós. Él ha
estado sonriendo demasiado últimamente, como si estuviera perdiendo la
cabeza. Cada día mamá se desliza más lejos. Ella despierta menos y ya
apenas habla. Lo único que él quería darle a ella antes de que muera es a
ti. De todos modos, lo siento. Lo manejé mal y no debería haber llevado a
Dean.
Mi hermano rara vez se disculpa. Mis ojos están tirantes, así que
cuando miro hacia él hace que mi cabeza duela.
—¿Dónde está él, de todos modos? —No lo vi en el interior y la idea de
toparme con él en cualquier momento me tiene en vilo.
Sam me mira como si yo hablase sin sentido.
—¿Dónde está quién? ¿Dean? —Asiento—. Él ya no viene. En realidad,
después de que te fuiste, ma le dijo a Dean que lo enterraría en el jardín y
utilizaría la sartén con la que lo matase como su lápida. Fue un poco
intenso.
Lo miro en shock. Todo este tiempo pensé que Dean estaba en mi casa
con mi familia. Me fui porque le creyeron por encima de mí. Sam no se da
cuenta del peso de sus palabras. Él puede ser mi gemelo pero no hay
entrecruzamiento entre nosotros. La empatía no fluye a través de algún
vínculo de gemelos.
Sam me mira con una mirada inquisitiva en su cara.
—¿Qué?
—¿Sabes por qué?
Sam se encoge de hombros.
—No tengo idea. Ella perdió la cabeza cuando te fuiste. Tal vez sólo se
la tomó con Dean. No lo sé.
—¿Pero tú todavía pasas el rato con él?
—Sí, él no hizo nada. Es un buen tipo, Sid.
No voy a tener esta conversación con él, así que no respondo. Retomo
mi mirada en blanco hasta que Sam se levanta y se va. Dean es su mejor
amigo y siempre lo ha sido. Esto me hace preguntarme si Sam se preocupa
por mí en absoluto. A veces creo que debe hacerlo, pero cuando dice cosas
como esta… ya no lo sé.
Mi papá sale y llama mi nombre. Esto reaviva los recuerdos de jugar al
aire libre ya bien entrada la noche y mi padre de pie en la puerta
llamándonos. En las noches cálidas como esta mi mamá haría dulce de
azúcar, por lo que ser llamados a entrar no era tan malo. Siempre he tenido
un diente dulce horrible.
—Ya voy —le digo y salgo del banco. He estado afuera pensando,
preguntándome si hice lo correcto o no, y esperando a que mi madre
despertara. Me dijeron que a medida que su medicamento para el dolor
118 desaparece, ella se despierta. Hay tantas cosas para decirle, pero no me he
asentado sobre ninguna aun.
—Ella está despierta y pregunta por ti. —Papá me sonríe con tristeza—
. Le dije que estabas aquí y ella sonrió. No ha sonreído en años, Sid. Ve
arriba.
Antes de alejarme, echo mis brazos alrededor de él. Papá me devuelve
el abrazo y luego me espanta, diciéndome que suba allí. Subo las escaleras
y me dirijo hacia la habitación de mis padres. Corría por estos pasillos
cuando niña. Si una pesadilla me despertaba, corría a su habitación así
ellos me protegerían. Pero ahora todo está dado vuelta. Mi mamá está siendo
destruida por su propio cuerpo y nadie puede salvarla.
Me detengo frente a la puerta y alcanzo la manija, haciendo caso omiso
de la agitación en mi estómago. Mi madre está despierta, tal vez por última
vez. Tengo que decir lo que he venido aquí a decir.
Entro en su antiguo dormitorio, pero no luce igual. Hay una cama de
hospital con bolsas de suero goteando desde arriba de ella. Mamá está
tendida de espalda con sus párpados pesados. Una manta azul fina cubre
sus piernas y está levantada hasta su pecho, pero sus brazos están por
encima. Cuando me acerco, veo lo que el cáncer le ha hecho, cómo la ha
envejecido considerablemente. Se ve vieja y frágil. Su otrora vibrante cara
esta cenicienta y ahuecada. El pelo oscuro que fluía más allá de sus
hombros se ha ido. La gente solía decir que somos parecidas. El parecido
casi ha desaparecido.
Ella no me ve. Aprieto los labios y doy un paso más cerca.
—¿Mamá?
Mi madre ha estado mirando fijo al frente, pero cuando escucha mi voz,
sus ojos se mueven, buscándome. Entro en su línea de visión, y una sonrisa
dolorosa cruza su rostro. Es tan ligera y se desvanece rápidamente.
—Sidney. Viniste a casa.
Ella levanta sus dedos como si quisiera estirarse hacia mí. Agarro su
mano.
—Estoy en casa, mamá. —Mi garganta se vuelve tan apretada que no
puedo hablar. Mi visión se torna borrosa por las lágrimas.
Su voz es tan débil, apenas un susurro, pero ella me habla. Me cuenta
de sus jardines y pregunta si los bulbos crecieron. Hace tiempo que pasaron
las heladas, pero ella no parece darse cuenta de eso. Escucho su voz y me
maldigo a mí misma por no venir a casa antes. Evité esto porque pensé que
no había nada aquí. No sabía lo que pasó después de que me hubiese ido,
no sabía que ella se volvió contra Dean.
Me arrodillo junto a su cama y hablamos de cualquier cosa hasta que
es hora de su medicina. La conversación deriva a Peter.
—¿Lo amas? —Asiento lentamente—. Entonces no lo dejes ir. —Ella
119 tose y su cuerpo se pone rígido por el dolor. Desearía que esto no estuviese
sucediendo, pero no puedo evitarlo. Nadie puede. Voy a perderla para
siempre.
—¿Quieres que consiga ayuda?
—No. —Ella agarra mi mano con más fuerza—. Necesito decir algo.
Después de que te fuiste, encontré tus libros. Los leí. Quería saber qué era
eso tan horrible que hice para que te desvanecieras así. —Ella está tan débil.
Sus palabras salen en bocanadas poco profundas de aire como si no pudiese
respirar.
—¿Leíste mis diarios? —Tenía varios diarios cuando vivía aquí. La
noche que me fui, los dejé atrás. No había manera de escapar y llevar todo
conmigo.
Ella asiente ligeramente.
—Quería arreglarlo, pero para entonces ya era demasiado tarde. No
sabía. No pude verlo. No hay razón para perdonarme, y no puedo pedirte
eso. Quería decirte que lamento haberte alejado, lo siento tanto, cariño.
—¿Tú me crees? —Mi voz se quiebra con sorpresa. El arrepentimiento
inunda mi pecho, me ahogo en remordimiento.
—Sí, pero es demasiado tarde. Desearía… —Su voz se detiene
abruptamente cuando se tensa del dolor. Cuando pasa, se las arregla para
decir—: Lo siento. —Ella murmura las palabras mientras sus ojos se
cierran. El agarre en mi mano se afloja. Ella apenas está respirando.
—No es demasiado tarde, mamá. Te quiero mucho. Lo siento tanto. —
Mi voz se estremece cuando digo las palabras, y en el fondo de mi mente, sé
que no voy a escuchar su voz de nuevo. No habrá más conversaciones, no
más risas o lágrimas. Eso es todo.
Vuelvo a mi hamaca y espero que pase la noche.
Justo antes de la salida del sol lo escucho; la voz de mi padre. Él gime,
y algo se estrella en el suelo dentro de la casa. Me siento allí incapaz de
pensar. La conmoción me atraviesa una y otra vez. Mis sentidos se
desactivan y mueren dentro de mí. De alguna manera me muevo desde la
hamaca en la parte de atrás hacia la escalera donde veo a mi padre llorando.
Me siento a su lado. Ninguno de los dos habla. Después de unos minutos él
respira hondo y se seca las lágrimas. Agarra mi hombro con firmeza y me
tira contra él.
Sam está de pie en la parte inferior de la escalera, mirando hacia
nosotros con su brillante rostro fantasmalmente blanco. Por un minuto,
Sam se olvida de todo lo demás y sube las escaleras para sentarse con
nosotros.

120
25
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

P
ensé que había llorado a mi madre, pero no lo hice, no así. Pasé
la mayor parte del día en la hamaca trasera mirando hacia la
nada. La tía Beth trató de moverme y empujó varios platos de
comida en mis manos. No comí ninguno de ellos. Cuando los puse en el
suelo, mi pavo se acercó y me encontró. Se comió toda la comida y trató de
comerse el plato, también.
Agarro el plato rápidamente y lo pongo fuera de su alcance.
—Tengo que conseguirte un veterinario para que puedas volar de
nuevo. Caminar debe apestar. Una vez que te hayamos arreglado, apuesto
a que te dirigirás hacia la autopista para pasar el rato con los otros buitres.
—No que alguna vez haya visto uno por allí.
Tía Beth me llama desde el fondo de la casa. Junto el excremento del
121 ave. Tía Beth ya amenazó con rellenarlo una vez hoy. Ella ha estado llorando
y cocinando sin parar junto con las otras mujeres de mi familia; bueno,
todas menos yo. En su mayor parte, ellas me han dejado sola.
—Sidney, estamos faltos de harina —explica ella, sacudiéndose el polvo
de las manos en el delantal que mi madre usó tantas veces. Echo un vistazo
a sus zapatos. Están blancos como si ella hubiese dejado caer la bolsa.
Harina se aferra a sus pantalones. Casi se cae a pedazos cuando trata de
explicar lo que pasó.
Le sonrío para detener las lágrimas.
—Estoy feliz de conseguir más, tía Beth. ¿Quieres algo más mientras
estoy allí?
—No, cariño, sólo la bolsa de harina. Estamos tratando de terminar
todo para mañana. —Se limpia las manos en el delantal y luego me jala en
un abrazo—. Me alegro de que hayas vuelto.
Sonrío y asiento. Es lo que hago cuando la gente dice eso, en parte
porque no sé qué más decir, sino también porque no me voy a quedar.
Nunca tuve la intención de permanecer aquí. Vine a casa para enterrar a mi
madre. Después de eso, me dirigiré de nuevo a Texas. No se lo he dicho a
nadie todavía. Creo que eso va a matar a mi padre, pero no puedo quedarme
aquí. El arrepentimiento me está estrangulando, y cuanto más tiempo me
quedo, peor se pone.
Tía Beth me acompaña a la cocina.
—Oh, lleva mi camioneta. Te estoy demorando. —Ella me lanza sus
llaves. Las atrapo y salgo.
Tía Beth tiene tres niñas y una camioneta que huele a SweeTarts.
Conduzco a la tienda de comestibles a pocas cuadras de distancia, con la
esperanza de que no tropezaré con alguna persona que conozca. Estaciono
su camioneta fuera, porque ella enloquecerá totalmente si alguien golpea las
puertas, antes de dirigirme a la tienda. Encuentro lo que ella quería y agarro
algunos otros elementos antes de salir. Cuando estoy cargando la última
bolsa en la parte trasera de la camioneta, los pelos de mi nuca cosquillean.
Me vuelvo bruscamente, esperando ver a alguien observándome, pero nadie
está allí.
Asustada, me subo a la camioneta y conduzco a casa pensando que
está el asesino del hacha escondido debajo de la fila de asientos. Sigo
mirando hacia atrás, pero nadie está allí. Aun así, la sensación de ser
observada no se desvanece.
Cuando llego a la casa, tía Beth corre fuera para agarrar las bolsas y
desaparece en el interior. Cierro la puerta trasera y doy la vuelta. Dean está
de pie justo en frente de mí. Nuestros cuerpos se rozan, y cuando voy a
salirme del camino, Dean aferra mi muñeca.
—Espera. He estado tratando de hablar contigo.
122 —No tengo nada que decirte. —Tiro de mi mano hacia atrás y me doy
la vuelta, lista para entrar.
—Lamento lo de tu madre.
Lo odio. Odio que lo diga, que piense que tiene el derecho a estar aquí.
Girando lentamente lo miro fijo con cada pensamiento malicioso en mi
cabeza bien visible en mi cara. Ellos empiezan a girar dentro de mi mente.
—Vete al infierno.
Dean sonríe, como si fuera gracioso.
—Me encanta esta nueva tú. El carácter es muy bienvenido, Sidney.
Hace que tus pechos parezcan más grandes de lo que son. ¿Tu nuevo novio
te enseñó a pararte así?
La ira se ha estado construyendo dentro de mí, y cuando menciona a
Peter, apenas puedo contener mi temperamento. No contesto. En su lugar,
escucho al lado pacifista de mi cerebro que dice que me aleje.
—¿En serio? ¿Yo vengo a darte mis condolencias y tú no me invitas a
entrar? ¿Qué demonios, Sid?
—Mi madre amenazó con enterrarte en el jardín. No eres bienvenido en
esta casa.
Él tiene la audacia de reírse.
—Sí, lo recuerdo. Al parecer, ella te creyó sólo un poco demasiado tarde.
La vida es cruel, ¿no? No viniste a tu casa por todo este tiempo porque ella
no te creyó, pero resulta que realmente lo hizo. Qué pérdida de tiempo. —Él
hace un gesto de desaprobación como si toda la situación fuera menor, como
si no le importara en absoluto. Ira corre a través de mis venas tan rápido
que quiero aplastarlo. Quiero hacer que deje de hablar y lastimarlo tanto
como él me lastimó. No puedo dejar que el pensamiento se aleje. Se vuelve
más grande y más brillante dentro de mí mientras Dean se queda ahí como
si yo fuera patética.
Dean nota el cambio, pero no conoce la profundidad de la rosca de la
locura. Él viene detrás de mí y desliza su mano alrededor de mi cintura
suavemente, como si fuéramos amantes.
—Qué tal si hacemos las cosas como solíamos hacerlas. Tengo el mismo
cuchillo en mi bolsillo. Lo sientes, ¿verdad, nena? —Él se presiona a sí
mismo a mi pierna para que yo sienta cuán excitado está junto con el
cuchillo en su bolsillo.
Un pensamiento retorcido se forma en mi mente y no puedo dejarlo ir.
Éste me arrastra, construyéndose rápidamente, volviéndose más oscuro a
medida que crece. Yo digo que no y trato de alejarme, pero sé lo que él quiere.
A él le gusta la lucha, le gusta que tenga miedo. Yo interpreto el papel y
Dean me sostiene apretada. Dejo que me arrastre a su camioneta esta vez.
123 Él me empuja contra la puerta lateral y presiona su cuerpo al mío.
—Sabes que lo quieres.
—Entonces vamos. —Miro fijo a su cara sin pestañear. Quiero decir
cada palabra que digo. Lo quiero a solas. Ahora.
La expresión de Dean cambia. La lujuria llena sus ojos mientras menea
sus caderas contra las mías. El movimiento me da ganas de vomitar y
arrastrarme a mi interior, pero no lo hago. Recuerdo los destellos de plata.
Recuerdo el dolor, pero sobre todo sigo sintiendo el remordimiento de perder
a mi madre con vivida intensidad y es todo culpa suya. Dean me hizo esto,
a ella. Robó todo de mí.
Mi nuca todavía pica como si alguien estuviese mirando. Echo un
vistazo alrededor rápidamente, pero no veo a nadie. La calle está vacía y
oscura, salvo por un poste de teléfono enfrente y su bombilla amarilla.
Supongo que es mi reacción a Dean; después de todo, estar a solas con él la
última vez me arruinó. Mi cuerpo recuerda hasta el último detalle, pero en
lugar de sentirlo de nuevo, no siento nada. Es como si algo dentro de mi
cabeza dejó de funcionar. Esa parte racional de mi mente se soltó y se alejó.
Lo único que queda es este pensamiento que sigue creciendo más y más
oscuro.
Me deslizo en su camioneta y Dean arranca. Mientras conduce, él se
acerca y pone su mano entre mis muslos. Toda la sangre, obviamente, dejó
su cabeza porque no nota la manera en que yo miro, la forma en que
respondo a su toque como si no estuviera allí. El vacío me llena,
consumiendo mis pensamientos y haciendo retroceder cualquier apariencia
de lógica que intente irrumpir. Mi madre está muerta y el hombre sentado
a mi lado destruyó cualquier relación que tuve con ella. Podría haber vuelto
a casa. Habría vuelto si lo hubiera sabido. Rabia silenciosa hierve dentro de
mí. Pensamientos fragmentados vuelan por mi mente como una bruja
atrapada en un ciclón. Están ahí y luego desaparecieron en un instante. Las
consecuencias no importan; nada importa ahora. Lo he perdido todo. Mi
alma se arrastró al interior de mi cuerpo y murió.
Dean sale de la carretera y entra en un estacionamiento oscuro. En la
parte de atrás hay un viejo parque infantil que está abandonado en su mayor
parte, y se ve exactamente como lo recuerdo. El aire de la noche es pegajoso
y prácticamente se aferra a mí mientras camino a nuestro lugar con Dean
por detrás de mí. Es el lugar en que por primera vez me dio un beso antes
de que sus besos se convirtieran en algo más. Hay una pared de concreto
bloqueando la vista desde el estacionamiento. Estamos solos, rodeados de
árboles altos y oscuros y negras sombras.
A medida que nos metemos detrás de la pared, Dean me manosea,
presionando su mano debajo de mi camisa y apretando mis pechos con
fuerza. Él es codicioso y no quiero que me toque, pero no puedo alejarlo; no
todavía. Mi corazón late con más fuerza. Estoy luchando por mantenerme
alerta, pero mi mente se está cerrando, cayendo en el terror de los recuerdos
124 que arden en mi cerebro. Los recuerdos se levantan como cadáveres y
demandan mi atención, pero no cedo a ellos.
Dean me hizo como soy, lo que soy. Acero mi reacción y enjaulo mi
mente. Yo lo traje aquí esta vez, no al revés. Me aseguraré de que nunca me
olvide de la misma manera en que nunca lo voy a olvidar, excepto que esta
vez no seré una conquista. Miro fijamente en blanco mientras Dean me
presiona contra la pared. El hormigón muerde mis codos. Las manos de
Dean están en todas partes; en mi cintura, debajo de mi camisa, en mi
cuello. La punta de su dedo traza la cicatriz por debajo de mi collar,
llameando la escena a la vida en mi mente. Las viejas emociones chapotean
sobre mi mente, apagándome, y rodando de inmediato. Estoy extrañamente
quieta y completamente tranquila, pero él no se da cuenta. Está diciéndome
cosas que son repulsivas. Respirando con dificultad, Dean me presiona con
fuerza contra la pared y mece sus caderas contra mí, empujando hacia mí
desde detrás de sus jeans.
—Sé cuánto quieres mi pene, Sid, y voy a dártelo… una y otra vez, hasta
que me supliques que pare. Te gusta de esta manera; sé que te gusta. Dime,
nena. Dime lo mal que quieres chuparlo.
Dean es tan fuerte. Apenas puedo moverme así y una vez que sus
pantalones caigan, él hará todo lo que dice y algo más. No puedo esperar
más. Presiono mi pecho en sus manos y estirándome hacia abajo deslizo mi
mano en su bolsillo. Dean hace un sonido de sorpresa, como si nunca
pensara que lo agarraría de esa manera. Tocar su basura fue un accidente,
y enmascara tras lo que realmente estaba; su cuchillo. Mis dedos se
envuelven alrededor de la empuñadura y lo agarro de su bolsillo.
Retrocedo y abro la hoja.
—¿Recuerdas esto? —Lo volteo cerca de su cara.
Los ojos de Dean se ensanchan, trata de dar un paso atrás y viene
contra la pared. No hay ningún lugar para ir.
—Sí, ¿quieres que lo use en ti?
Me río, pero no hay alegría en ello.
—Recuerdo todas las veces que lo usaste en mí, todas las cosas que
hiciste. Tengo tantas cicatrices tuyas que no puedo pensar con claridad.
Nadie me salvó de ti, y, sin embargo, aquí estás en el día que murió mi
madre, diciéndome que es mi maldita culpa que me violaran, y que fue mi
culpa que ella nunca me creyó. Oh espera, ella me creyó, y tú lo sabías, qué
divertido. Como ja-ja qué divertido, como trágicamente irónico. —Presiono
el cuchillo en su garganta mientras hablo, apretando la punta en su cuello
cada vez más profundo. La última cadena que me estaba sosteniendo unida
se ha soltado, y está soplando en el viento. Nadie me salvará. Es como la
última vez, y no voy a tener a este hombre esperando por mí en las sombras
nunca más.
125 Dean está maldiciéndome, amenazando con todo tipo de cosas, pero no
puede moverse con el cuchillo donde está sin rajar su garganta. Giro la
punta y veo una gota roja gotear por su cuello. Mis ojos parpadean hacia los
suyos. Siento la tensión en mi brazo, la necesidad de liberar la energía y el
miedo, dentro de mí.
Es ahí cuando escucho su voz. Se mueve a través de las sombras hacia
mí. Al principio creo que estoy alucinando, entonces realmente veo a Peter.
Su pelo oscuro cuelga en sus ojos y su rostro está bajo. Patea una piedra
mientras habla.
—Por mucho que creo que deberías flaquear y cortar su garganta, te
conozco. Sé lo que sucederá después de que lo hagas, cuando haya
terminado. —Peter se acerca.
No puedo moverme. Agarro el cuchillo con más fuerza, pensando que
Peter tratará de quitarlo. No me pregunto por qué está aquí o cómo me
encontró. Veo destellos de plata y pienso que la hoja está sobre mí. Actúo
como si yo fuera la que está siendo atacada y no puedo parar. No quiero
parar.
—Él utilizó esto en mí, esta misma hoja. Me llenó de cicatrices por
dentro y por fuera.
—Sé que él lo hizo. —Peter está a mi lado, pero no toca mi brazo. Él me
mira por debajo de esas pestañas oscuras—. ¿Entonces, qué esperas?
—¿Qué carajo, hombre? —Dean se ve horrorizado. Giro la hoja de
nuevo, y Dean se tensa, tratando de empujar su cuerpo contra la pared.
Observo mientras el corte se profundiza, pero no hace nada para hacerme
sentir mejor.
—Cuando esto termine —pregunta Peter—, ¿qué vas a hacer? Después
de que toda la sangre sea drenada de su cuerpo, después de que muera
delante de tus ojos, ¿qué vas a hacer?
El sonido de mi respiración llena mi cabeza. Siento que estoy en
control, pero no lo estoy. No puedo pensar; no puedo parpadear. No sé la
respuesta a la pregunta de Peter, pero no puedo dejar caer mi brazo. Estoy
trabada en el lugar, mirando al hombre que arruinó mi vida.
—Sé que el nombre del hombre que mató a Gina. Sé dónde vive y sé
exactamente lo que le haría. Me daría una gran cantidad de placer ver la luz
salir de sus ojos.
—Entonces, ¿por qué no has hecho algo al respecto?
—Porque ya lo hice. Una vez me paré donde estás ahora, pero no me
detuve. Tengo que decirte que hacer esto te mantendrá atrapada en tu
pasado por el resto de tu vida. Este hombre te habrá arruinado en cada
manera posible, y día tras día recordarás eso. Incluso después de que esté
muerto, él te perseguirá. Si empujas ese cuchillo en su garganta y terminas
su miserable vida, él gana. Será tu dueño hasta que tomes tu último aliento.
126 ¿Es eso lo que quieres?
Sus palabras me golpean duro. Una serie de emociones se retuercen
muy dentro de mí, tratando de salir de la caja en que las metí.
—Tengo que terminar esto. No puedo tenerlo… —El aliento de Peter
está en mi cuello. Su mano está a mi lado y lentamente se desliza sobre mi
brazo.
—Entonces déjame hacerlo. Déjame ocuparme de esto por ti. Tú nunca
lo verás otra vez. Te lo prometo. Dame el cuchillo. —Peter desliza su mano
sobre la mía mientras habla y cierra su palma sobre la mía. Él tira hacia
atrás un poco y el cuchillo se mueve fuera del cuello de Dean. Él inhala
fuertemente.
Peter me sostiene en sus brazos y besa mi cara mientras mantiene la
hoja del cuchillo accesible. La caja se abre, y emociones violentamente
chocan contra mí, con tanta fuerza que estoy temblando.
—Lo siento, Peter.
Dean se ahoga y presiona sus dedos en su cuello. Se alejan cubiertos
de sangre. Él empieza a gritar:
—Perra loca, voy a hacerte…
La mandíbula de Peter se tensa antes de que él lo haga. Su puño vuela
y golpea a Dean con tanta fuerza que se dobla jadeando por aire. Peter me
libera y golpea su otro puño en el estómago de Dean. Entonces estrella un
puño en la espalda de Dean. Los golpes aterrizan más y más fuerte hasta
que está de rodillas y hay sangre filtrándose en su camisa.
—Suficiente —dice una voz y Sean aparece. Su mano está en el bolsillo.
Los ojos de Sean parpadean hacia mí, y él asiente, como si me estuviese
dando su aprobación o algo.
Peter está sin aliento. Se limpia el sudor de la frente y dice:
—Dile que lo que tiene que esperar si se mete con Sidney de nuevo.
Asegúrate de que sepa exactamente lo que quiero decir. —La tensión de
Peter es palpable. Hasta el último pedazo de él está tirante como si fuera a
romperse.
Todo sucede tan rápido. Se siente como si estuviera en un sueño y no
puedo hacer otra cosa que abrir y cerrar los ojos. ¿Cuándo me volví de esta
manera? ¿Qué me empujaría tan lejos para que realmente le hiciera daño a
alguien? Una parte de mí está disgustada, pero la otra mitad está tan dañado
que espero que Sean asuste como la mierda a Dean. Quiero al hombre herido
por todo lo que me hizo a mí; por todo lo que se llevó. Ese hijo de puta robó
mi vida, y casi me pierdo por completo. Si Peter no hubiera llegado cuando
lo hizo…
Un estremecimiento se arrastra a través mío, y la realidad se pone al
día con mi cerebro. Una fina capa de sudor cubre mi piel. Mi cara está tan
127 malditamente caliente, pero mis brazos están congelados. Antes de que
pueda pensar, me veo obligada a doblarme por la cintura cuando mi cuerpo
trata de expulsar el contenido de mi estómago, pero no hay nada allí, así
que doy arcadas. Peter sostiene mi espalda y habla en voz baja hacia mí.
Sus palabras flotan junto a mis oídos, pero no lo entiendo. Casi maté a
Dean. La idea me golpea duro, y no puedo dejar de temblar.
—Yo me encargo de esto. Sácala de aquí. —Sean agarra a Dean por el
cuello y lo arrastra hacia el bosque. El pánico se dispara a través de mí. No
puedo ser responsable de esto. La gente malvada está hecha de decisiones
como ésta. No puedo permitirlo, no importa lo lejos que fui.
—Espera. —Me atraganto, pero Sean no se detiene. Peter me aleja, y
tengo que luchar contra el impulso de mirar hacia atrás—. No puedes
matarlo. ¡No puedes!
—No va a matar al idiota. Yo lo habría hecho si hubiese venido solo. Es
por eso que Sean insistió en estar aquí hoy, ahora. Él me conoce mejor de
lo que me gustaría admitir. Sean solo está recordándole a ese pedazo de
mierda que los malos actos no quedan impunes. Sean está un poco más
separado emocionalmente que yo. Yo lo mataría sin querer. —Él mira hacia
sus manos como si esto fuese algo que sabe de sí mismo, como si matase
antes.
Sollozos burbujean hasta mi garganta, y tiemblo. Niego con la cabeza y
envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura. Peter me acerca a un coche
deportivo negro. Es de Sean, y la moto también es de Sean. Me deslizo en el
asiento y dejo que el miedo me estrangule hasta el silencio.

128
26
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

A
l día siguiente, Peter está parado junto a mí mientras coloco una
rosa sobre el ataúd de mi madre. Nos quedamos hasta que todo
el mundo se ha ido. Sam está sentado a un lado de mí y mi padre
en el otro. Papá mira inexpresivo. No ha llorado desde la mañana en que ella
murió. Me sonríe cuando me ve y dice que me parezco a ella. Sus palabras
me persiguen. Cada vez que miro en un espejo para cepillar mi cabello o
asegurarme de que no he manchado de maquillaje toda mi cara de tanto
llorar, veo la cara de mi madre. Hay fotos de ella por toda la casa. Aquellas
en las que ella tiene mi edad son las que más ruido me hacen. No tengo ni
idea de cómo era su vida. Pasé de ser una niña a ser un adulto y me fui sin
saber realmente quién era ella.
Pienso en mamá a menudo y desearía haber tenido más coraje para
volver antes, pero mirar hacia atrás no me ayuda a seguir adelante. Peter
129 sigue diciéndome eso. El luto a los muertos es necesario. Llorar es necesario,
pero hay un punto en que las lágrimas se convierten en sonrisas y los
recuerdos no están llenos de dolor. Espero que ese día llegue pronto, pero
hasta ahora no lo ha hecho.
Conducimos de regreso a casa en el coche de Sean. Peter está
tomándolo prestado hasta que nos dirijamos a Texas. Me muevo en mi
asiento. Cuando hablo, no miro hacia Peter.
—¿No tienes miedo de que te apuñale?
No hemos hablado de lo que le hice a Dean, pero los pensamientos
flotan a través de mi mente. Peter mira hacia mí. Siento su mirada en el
costado de mi cara.
—No, has pasado por muchas cosas, Sidney. Y la falta de criterio de su
parte hizo de él un blanco andante.
—Las cosas que me dijiste aquella noche… ¿Cómo sabías lo que estaba
pasando por mi cabeza?
Peter no responde de inmediato. Él agarra el volante con más fuerza y
se centra en la carretera. El viaje de regreso desde el cementerio es largo, y
Peter toma una ruta menos directa para que podamos hablar.
—Lo sé porque he tenido la misma oportunidad. La noche que Gina fue
asesinada, me volví en contra de uno de los tipos y lo apuñalé con su propio
cuchillo. No podía parar. No podía pensar. Fue instinto. El recuerdo está ahí
en el fondo de mi mente. Todavía puedo sentir el cuchillo en mi mano y
sentirlo rasgar a través de su carne. Es cegador y vence toda buena obra
que he hecho. Dejé de pelear por ella. Cambié quién era yo, pero en lo más
profundo de mi alma seguía siendo el mismo hombre. Mataría de nuevo si
eso la trajese de regreso.
»Es por eso que Sean te envió lejos. Él sabía que me rompería si era
empujado demasiado lejos, puesto que ya lo hice una vez antes. No sabía lo
que pasó. Después de que te fuiste, le pregunté a Sean, pero él me dio una
historia y la creí. Dijo que necesitabas un tiempo a solas, lo que parecía
raro.
»Entonces Sean me dijo un montón de mierda acerca de cómo le exigiste
dinero; incluso me mostró tu cuenta bancaria con todo el dinero que
transfirió. Él jugó sucio. Alguien me hizo eso antes, y él sabía que eso me
desalentaría. Sean me engañó. Lamento haber dudado de ti. Lamento que
me tomó tanto tiempo llegar hasta aquí.
»Te seguí anoche a la tienda y luego al parque. No entendía por qué te
fuiste con Dean después de que luchaste como el infierno la última vez que
él intentó algo. Es por eso que te seguí, y al parecer Sean me estaba
siguiendo para asegurarse de que no ponía al tipo en el suelo. Así que para
responder a tu pregunta, sabía cómo te sentirías después de apuñalarlo,
porque yo lo he hecho. No quería que te sintieras así, nunca. Quiero ese
130 fantasma desaparecido, pero lo mejor que puedo hacer es desterrarlo por un
tiempo. Te amo, Sidney. Desearía poder hacer más. Desearía poder hacer
que todo desaparezca.
No sé qué decir.
—¿Mataste a alguien?
Peter asiente, y el arrepentimiento se muestra a través de su rostro.
—Fue en defensa propia, pero un asesinato es un asesinato. El tipo se
desangró y murió camino al hospital. Él murió por mi culpa. No importa lo
que haga, eso está siempre allí. Es por eso que sabía lo que estabas
pensando, porque esa noche pensé lo mismo.
—No tomé dinero de Sean. En realidad, le dije…
Peter me sonríe.
—Lo sé. Él me dijo de camino aquí que le dijiste que empujarías
cualquier dinero extra en su culo. Él es ese tipo de imbécil. Lo moleré a
golpes más tarde si te hace sentir mejor. —Él está bromeando, un poco, tal
vez.
—Por lo menos alguien cuida de ti.
—Sí, supongo. —Peter entra en mi calle y conduce hasta detenerse
frente a la casa de mis padres. Hay luces encendidas, y sé que está llena de
gente y comida—. ¿Tenemos que entrar ahora mismo?
Peter niega con la cabeza y apagar el motor.
—No, no tenemos que hacerlo. Vamos a caminar alrededor de la
manzana. Vamos. El aire fresco te ayudará.
Peter camina alrededor y me saca del coche. Empezamos a caminar, y
su teléfono vibra. Alguien sigue enviándole mensajes de texto.
—¿Quién es?
—Jonathan. —Peter sostiene mi mano, mirando al frente mientras lo
dice.
—¿En serio? ¿Qué quiere?
—Bueno, él quiere que yo maneje a este lugar en Islip y vea por qué
mamá quiere matarlo. También quiere que me quede cerca. El muchacho
entrometido descubrió que estoy actualmente sin empleo y ha estado
haciendo ofertas de trabajo extravagantes.
—¿De verdad? —Peter asiente con una leve sonrisa en su rostro—.
¿Qué le dijiste?
Peter patea una roca con su zapato.
—Le dije que no me interesaba. Quiero que te tomes todo el tiempo que
necesites con tu familia. Jon siempre puede encontrar a alguien más para
arreglar su último y mayor error.
131 —Peter… —Me detengo en seco y miro hacia él—. No puedes decir esas
cosas. No tienes ni trabajo ni dinero.
Se encoge de hombros.
—Tengo suficiente para mantenerme a través de esto. Además, no es
como si te fuera a dejar ahora; eres mía, cuerpo, mente y alma.
Me preocupo por él y eso se muestra en mi cara. Tal vez él es como su
hermano menor, caminando con la cabeza en las nubes un poco. La gente
necesita dinero para vivir, y Peter no parece tener prisa por conseguir otro
trabajo. Después de la forma en que dejó la universidad, ni siquiera estoy
segura de que pueda ser empleado en otro lugar. Puedo imaginar las manos
de Peter completando una solicitud de empleo:
RAZÓN POR LA QUE DEJÓ EL ÚLTIMO TRABAJO: Dormí con mi
estudiante.
Técnicamente, no era estudiante de Peter cuando durmió conmigo, a
menos que eso sea literal y alguien esté contando dormir, pero se ve igual
de contundente. Hubo rumores volando alrededor de nosotros dos mucho
antes de que ocurriera algo. Sonrío, pensando en el pasado. No tenía idea
de que me gustaba tanto.
Peter aprieta mi mano.
—¿Qué está pensando esa hermosa mente tuya?
—Acerca de cómo nos conocimos y que no tenía ni idea de que las cosas
terminarían aquí. Me alegro de que lo hicieran. No cambiaría ni un segundo
de esos meses.
Peter levanta mi mano hacia sus labios y me sonríe.
—Lo mismo digo. Y estoy tan contento de que finalmente me dieras un
poco de café porque estaba seriamente reseco y no tenía idea. Como
ninguna. —Él está sonriendo hacia mí—. ¿Y ahora qué? ¿Nos dirigiremos de
nuevo a Texas o nos convertiremos en gente de Jersey? —Peter da la vuelta
y seguimos caminando, alrededor de la esquina. Nos dirigimos de nuevo
hacia mi casa. Puedo ver la luz del porche desde aquí junto con montones
de coches estacionados por la calle como una cadena de hormigas guerreras.
—¿Gente de Jersey? ¿Quién habla así? Tú eres de Long Island, y no
creas que no me di cuenta de ese todo “Soy de Connecticut”, mentiroso,
porque lo noté. Se suponía que tienes un acento horrible en alguna parte,
Sr. Neoyorquino, junto con un desprecio natural por nada impresionante
que venga de Jersey, como yo.
—Yo no mentí. Llegué a Texas a través de Connecticut.
—La misma diferencia, embustero.
—No del todo, chica del café. —Peter me detiene a unas pocas casas de
distancia y me mira a los ojos con una sonrisa sexy en su rostro—. Y me
doy cuenta de que esquivaste mi pregunta, lo que me hace pensar que no te
132 has decidido todavía.
—Realmente no sé qué hacer. —Meto mi cabello detrás de mi oreja y
tomo una respiración profunda para mantenerme firme. Emocionalmente,
me siento tan fuerte como un pañuelo de papel mojado—. He perdido tanto
tiempo. Todavía tengo un padre y a la hermanastra fea allí. Se siente como
que no debería huir esta vez. Tal vez pueda arreglar las cosas o simplemente
empezar de nuevo.
—Espera un segundo. ¿La hermanastra fea es el Sr. Pavo o Sam?
Porque puedo ver el título ajustarse a cualquiera de ellos bastante bien.
—Deja de hablar mal del Sr. Pavo. —Por supuesto que me refiero a
Sam. Él es un idiota, pero todavía es de la sangre. No quiero darlo por
perdido de nuevo, no sin tratar de arreglar las cosas primero. Echo un
vistazo hacia la casa y luego de nuevo hacia Peter—. Así que, ¿cuándo
escuchaste su nombre?
—¿El de Sam? Acabas de decirlo, y lo descubrí. Cenicienta, la
hermanastra fea, el celoso hermano. Lo entiendo. —Peter golpetea con su
dedo índice en su sien—. Olvidas lo inteligente que soy.
Me río y lo golpeo.
—¡No eso! El pájaro. ¿Cómo sabías como lo llamé?
—Oh. —Peter agarra mi mano y empieza a caminar de nuevo—. Te
escuché hablando con él cuando te encontré. Fue justo antes de que tu tía
saliera y te pidiera que fueras a la tienda. Quise correr hacia ti y sostenerte
en mis brazos, pero me enteré de lo que pasó y puse las piezas juntas.
Aparecer demasiado tarde fue un movimiento estúpido de mi parte, y no
estaba seguro de si me querías cerca. Cuando le diste tu cena al buitre, lo
llamaste Sr. Pavo. Pensé que era lindo. Deberíamos conseguirle una pajarita
o algo así.
—Ya no escucharemos a Sean, como nunca, ¿de acuerdo?
—Esa es la idea más brillante que he oído jamás. De acuerdo.

133
27
Traducido por Pau Belikov
Corregido por flochi

G
olpeteando mis pulgares rápidamente a través de la pantalla,
contesto el texto de Millie y pongo mi teléfono sobre la mesa.
Han pasado varios días, pero no he regresado todavía. Millie
hizo los cálculos y se dio cuenta de que estoy cortando muy cerca. Le digo
que no se preocupe y cuelgo el teléfono. Simplemente no quería dejar a papá
todavía. Le gusta tenerme alrededor. La única vez que sonríe es cuando
entra en una habitación y me ve. Siempre hay sorpresa en su rostro, como
si hubiera olvidado que regresé.
Peter mira hacia mí. Papá ha estado dejándolo dormir en el sofá, lo que
ayuda mucho. Si no puedo dormir, me vengo abajo y me siento con Peter en
el sofá. Él envuelve sus brazos alrededor de mí y miramos fijo hacia la
televisión hasta el amanecer. Logro desmayarme por unas horas a la vez.
Sigo recordándome a mí misma que el tiempo disminuirá la prensa en mi
134 corazón, que finalmente aflojará la abrazadera y seré feliz de nuevo.
Peter pincha sus panqueques. Tía Beth sigue cocinando para nosotros.
Al principio pensé que ella estaba aquí por papá, pero creo que está aquí por
ella. Mamá y mi tía eran buenas amigas, y puedo decir que mi tía se siente
mejor cuando está en la cocina cocinando. Voy a ponerme tan gorda…
bueno, el Sr. Pavo va a estar mórbidamente obeso. El pájaro come cualquier
cosa que no termino, y realmente le gusta el tocino. Estoy pensando en sacar
una libra de tocino crudo fuera del paquete y dejarlo caer desde el techo así
se desparrama por el patio. Será como en los viejos tiempos para el ave,
excepto por los camiones.
—Deja de acopiar tocino para esa bestia. —Peter se estira y roba una
tira de mí.
—¡Hay mucho más tocino, cariño! —grita Tía Beth desde la cocina.
Arrebato la tira justo cuando Peter está a punto de comerla, y muerde
el aire. Me río y la arrojo por la puerta trasera hacia el Sr. Pavo.
—Consigue el tuyo.
—No acabas de hacer eso —dice Peter después de parpadear en estado
de shock. Él tiene el pelo oscuro alborotado, dos días de barba incipiente en
su hermoso rostro, y un toque de alegría en sus ojos. Una camiseta oscura
se aferra a su pecho y hace que sus ojos parezcan más azules de lo posible.
Sin previo aviso, Peter se inclina hacia mí y me hace cosquillas en el costado.
Estuve a punto de saltar de mi asiento, tratando de evitar sus manos,
pero la tía Beth está allí. Ella lo golpea con el dorso de la espátula.
—Nada de eso en la mesa, joven.
Me río porque él es doctor y mi tía lo regaña como a un niño. Es
histérico, y Peter no tiene idea de qué hacer con ello. Finalmente se traga su
sonrisa y dice:
—Lo siento, señora. No va a suceder de nuevo.
—¿Señora? —Tía Beth se le queda mirando—. ¿Cuántos años crees que
tengo?
Señalo a Peter y río.
—Vamos, Dr. Granz, besa su culo y di lo siento.
Luce confundido. Esa frase es respetuosa en Texas, pero aquí las
mujeres actúan como que significa que son viejas y decrépitas. Sigo riendo
disimuladamente hacia él y obtengo una bofetada con la espátula, también.
Tía Beth sacude su cabeza hacia mí.
—Modales en la mesa, Sidney. Y deja de alimentar a esa cosa. Nunca
se irá si le estás dando tocino todos los días.
—Nunca me iré si me sigue alimentando con tocino todos los días —le
dice Peter a la tía Beth.
135 Era lo correcto para decir porque ella sonríe.
—Oh, detente. —Luego toma su plato y le dice—: Deja que te traiga un
poco más.
Peter menea sus cejas después de doblar los brazos sobre su pecho.
Inclina su silla hacia atrás por lo que está sobre dos patas y me da la sonrisa
más arrogante que he visto jamás.
—Le agrado más que el pavo.
—A todo el mundo le agradas más que el pavo.
—¿Que pasa contigo?
—¿Por el momento, o en general? —No lo miro. Tomo un bocado de la
magdalena, o lo planeo, pero Peter lo barre fuera de mis manos y el dulce
aterriza en mi plato.
Hago un giro en cámara lenta y veo a Peter lucir satisfecho de sí mismo.
—Apestas.
—Te gusta.
Mi mandíbula cae en una sonrisa sorprendida y empujo sus hombros.
La silla se desliza por debajo de él, y Peter se viene abajo al suelo. Tía Beth
elige ese momento para aparecer en el umbral.
—Basta ya de esto. Si quieren actuar como niños, entonces vayan
afuera. —Ella coloca el tocino en el plato de Peter, lo recoge y lo mete en su
mano antes de aplaudir hacia nosotros—. Vamos. Agarren sus cosas y
coman en el patio. ¡Fuera!
Tratando de contener la risa, agarro mi plato y salgo por la puerta,
mientras muerdo mi lengua. Peter sigue en pos de mí con una expresión de
asombro en su rostro. Cuando estamos en la hamaca, él se sienta a mi lado
y dice:
—Ella nos echó.
Empiezo a reír en voz alta y empujo su hombro.
—Eres tal culo.
—Sidney, céntrate en algo más que mi culo. Creo que acabamos de
cabrear a tu tía. Ella nos desterró al patio con el pájaro. —El Sr. Pavo elige
ese momento para pasearse espeluznantemente hacia adelante, en busca de
comida. Le lanzo el tocino de Peter—. Oh, no acabas de hacer eso.
—Creo que lo hice. ¿Qué va a hacer al respecto, profesor? —Inclino mi
cabeza hacia un lado y doblo mis brazos sobre mi pecho.
Peter ríe y se lanza hacia mí. Mi plato de comida sale volando con la
mitad de este aterrizando sobre mí y el resto cayendo al suelo debajo de la
hamaca.
—¡Apestas!
136
—Ya lo has dicho. —Peter me empuja hacia atrás, así que estoy
acostada sobre mi espalda en el columpio y él se inclina sobre mí. Él no fija
mis muñecas, así que no enloquezco. Además hay yema de huevo goteando
por mi frente como si hubiera recibido un disparo en la cabeza por un pollo.
Peter sumerge su dedo en la sustancia viscosa de color amarillo y la arrastra
hacia abajo a mis mejillas y hace un corazón.
Chillo, pateo, y río. Me las arreglo para empujarlo fuera y Peter cae del
columpio. Ruedo y aterrizo encima de él. Agarrando la comida caída, tomo
unos huevos revueltos y trato de empujarlos en su boca con pasto y todo.
—Come, Ferro. Vamos, abre grande.
Una sonrisa terriblemente malvada cruza su cara, lo que me hace
seguir.
—Sidney, por favor, no es la hora del café todavía. —Él se echa a reír
tan fuerte que todo su cuerpo se sacude conmigo encima.
—Di eso de nuevo. Te desafío.
—Háblame sucio… —Peter no termina la frase porque meto los huevos
en su boca. Él está sonriéndome. En vez de escupir la comida caída, la
mastica y dice—: Está un poco crujiente.
—¡Oye! —grita papá desde el porche de atrás—. Bájate de él. ¡No me
hagas conseguir la manguera, Sid!
Mi rostro se pone rojo como la remolacha y me deslizo fuera de Peter
sentándome duro a su lado. Peter no puede dejar de sonreír. Él mira a mi
padre y saluda. Mi padre niega con la cabeza.
—Tú no quieres estar en mi lista, chico. Termina con una pala y un
largo viaje en coche, si sabes lo que quiero decir. Embarázala y arruinaré tu
vida, muchacho. —Papá camina dentro sin esperar respuesta.
Peter y yo nos miramos el uno al otro y ambos empezamos a reír como
locos. Después de unos minutos Peter se recuesta sobre el césped y dice:
—Yo no te embaracé, ¿verdad? Sólo para que conste, necesito saber ese
tipo de cosas así puedo comprarte una casa a ti y al bebé y correr como el
infierno cuando tu padre se entere.
—No estoy embarazada, Peter. Estoy tomando la píldora. He estado con
eso desde las cosas que pasaron con el imbécil. —Levanto mis rodillas hacia
mi pecho y envuelvo mis brazos alrededor de mis tobillos—. Entonces,
¿quieres los 2.5 hijos, la pequeña casa, y toda la cosa de la cerca?
—Quizás. —Sonríe con tanta fuerza que sé que me está burlando y
significa Infiernos, sí—. ¿Qué pasa contigo?
—Quizás. Probablemente dependa de quién me esté embarazando y
comprando la casa, ya sabes. Pequeñas cosas como esas.
—Yo. —La voz de Peter es muy seria—. ¿Qué pasa si yo fuera quien te
137 sostiene en la noche, cada noche? ¿Qué pasa si yo fuera el padre de tus
hijos? ¿Y el padre sustituto de tu buitre? ¿Qué pensarías de eso?
Golpeteo mi dedo en mi labio como si estuviera reflexionando sobre el
pensamiento.
—¿Habría baile?
Él asiente.
—Siempre. ¿Habría tocino?
Me río.
—Por supuesto. ¿Qué es el sueño americano sin tocino?
—Tendrás que prometer amarme sin importar la medida, ya que la
cocina de tu tía y la enorme cantidad de tocino darán lugar a la gordura. —
Peter mete sus manos detrás de su cabeza. No hay nada regordete en él, y
come como el buitre.
—Sólo si prometes amarme para siempre y me das un suministro de
por vida de café. Resulta que me gusta mucho el café. —Le guiño un ojo y
ya no puedo contener mi sonrisa. Se propaga a través de mi cara y se filtra
dentro de mí—. Los últimos días han sido tan difíciles y tan maravillosos,
también. No quiero que te vayas, pero sé que tienes que hacerlo. Las cosas
no pueden seguir así para siempre.
—¿Quién dice que no pueden? —Peter mira hacia la comida por todo el
suelo. El Sr. Pavo ha regresado y está picoteando un pedazo de salchicha
junto a los huevos y los restos de magdalena. Peter se apresura hacia la
comida derramada, espantando al ave. Levanta la magdalena que he tratado
de comer varias veces y la sacude—. Planeé toda esta cosa romántica, pero
déjame preguntarte esto… ¿quieres casarte conmigo?
Creo que está bromeando. Me meto mi pelo detrás de mi oreja y me
burlo de él.
—Te gusta el café, también, admítelo.
Peter camina hacia mí de rodillas y me entrega la magdalena.
—Me encanta el café. Te amo.
Agarro la magdalena y la miro.
—¿Qué?
—Sé que los dos no podemos comer alimentos que cayeron al suelo,
pero ¿qué si buscas la sorpresa en su interior?
—¿De qué estás hablando? —Río y lo miro. ¿Qué hizo? Empiezo a
desarmar la magdalena hasta que algo duro golpea mi dedo. Después de
sacudir las migajas, me quedo sosteniendo anillo de diamantes entre mis
dedos. Miro el anillo y luego de vuelta a Peter—. ¿Estás realmente
preguntándome?
138 —Sí, quiero pasar el resto de mi vida haciéndote feliz. ¿Quieres casarte
conmigo, Sidney?
Mi cara se arruga en la peor expresión que puedo imaginar. La risa y
las lágrimas se desenfocan y chillo como una oveja. Peter sonríe con
incertidumbre, esperando mi respuesta, pero no puedo hablar. Lanzo mis
brazos alrededor de su cuello, casi derribándolo, y sacudo la cabeza.
—Sí, ¡Sí!
Peter me recoge y me da vueltas. Ambos gritamos y reímos hasta que
me baja. Entonces Peter grita hacia la puerta trasera:
—¡Ella dijo que sí! ¡Pueden venir afuera ahora!
Echo un vistazo hacia él, sorprendida, y luego hacia la puerta. Mi tía
se precipita hacia nosotros con una sonrisa llorosa en su cara y la espátula
todavía en la mano. Ella nos abraza a los dos al mismo tiempo y es un lío
de balbuceo incoherente.
Cuando nos alejamos, papá está de pie allí, luciendo severo.
—Dije en serio lo que dije. Cuida de ella.
—Lo haré, señor. —Peter le da la mano a papá antes de que él se vuelva
hacia mí y me abrace tan fuerte que mi cabeza explota.
Sam está detrás de ellos, luciendo como Sam. Está haciendo pucheros
hoy porque Dean decidió mudarse porque así lo quiso. Como si el hombre
empacase sus cosas y huyera. Cuando Sam me contó eso, estaba tan
contenta que tuve problemas para ocultarlo. No hay ninguna posibilidad de
ver a Dean de nuevo en absoluto. Después de que Sean y Peter terminaron
con él, Dean se fue con el rabo entre las piernas. Dean no le dijo nada a
Sam, sólo que había terminado con este agujero infernal y tenía que largarse
a un lugar mejor.
Sam intenta fingir felicidad.
—Felicidades, Sid. Me alegro por ti. —Él me da un rápido abrazo y luego
se acerca a Peter—. No me hagas patearte el culo si la maltratas.
Observo para ver la reacción de Peter y espero que no golpee la cabeza
de Sam fuera de sus hombros. Sam siempre dice cosas equivocadas y ahora
no es la excepción. Peter le da a mi hermano una sonrisa de lado y lo jala
en un abrazo de oso como el que mi padre acaba de darme.
—Ni lo pensaría, chico. ¡Y siempre quise un hermano varoncito como
tú! —Sam se aleja con una mirada divertida en su cara mientras que el resto
de nosotros reímos. Sam finalmente sonríe y ofrece su mano a Peter. Se
estrechan las manos y se inclinan, diciéndose más cosas que no puedo oír.
—Sabía que ella estaba detrás de tu dinero, Pete. ¿Por qué más diría
que sí? —Me vuelvo rápidamente sobre mis talones. Sean está de pie detrás
de todos, viéndose con aire satisfecho. Él tiene esa chaqueta de cuero y botas
de motorista, y se ve más allá de escalofriante con su casco bajo el brazo.
139 Estoy segura de que mi padre se alegra de que escogí a Peter y no a Sean.
—¡Imbécil! —dice Peter con orgullo—. ¡Viniste! —Peter tiene a su
hermano en sus brazos en dos segundos. Ellos se palmean uno al otro en la
espalda y luego en la cara, como han hecho desde que eran niños.
—Por supuesto que vine. Cuando dijiste que le estabas dando un anillo,
quería asegurarme de que ella no se lo comiese por accidente. ¿Quién pone
un anillo en una magdalena? —Sean mueve su cabeza en señal de
desaprobación, como si fuera una manera estúpida de proponerse.
—¿Siempre eres cortés? —pregunto y doblo mis brazos sobre mi pecho,
mirándolo.
—¿Me estás haciendo en serio esa pregunta? —Sean trata de ocultar
una sonrisa mientras camina hacia mí y me entrega una cajita—. Aquí.
Echo un vistazo alrededor.
—Si el Sr. Pavo está aquí dentro sobre una almohada…
—Sólo abre la caja, listilla. —Sean se da la vuelta, pero las miradas
hostiles que está recibiendo de papá y la tía Beth lo hacen girarse de nuevo.
Quito el papel para revelar una pequeña caja de color negro.
Honestamente, temo abrirla. Echo un vistazo a Peter.
—¿Sabes lo que es? —Sacude la cabeza y se acerca.
—La gente suele encontrar la respuesta a ese tipo de pregunta quitando
la tapa. —La mirada de Sean atrapa la mía. Su expresión está casi
desafiándome a abrir la caja, lo que me asusta totalmente. Busco alrededor
por mi pavo, seriamente preocupada esta vez—. Por el amor de Dios. —Sean
se estira hacia delante y levanta la tapa. Hay una almohada dentro de la
cajita. Enganchado a la almohada hay un pequeño lazo que está sosteniendo
una llave de bronce en su lugar.
Desato el lazo y levanto la llave.
—¿Qué es esto?
—La pequeña casa con la cerca blanca, menos los dos niños, porque yo
no estoy haciendo eso contigo. —El tono sarcástico de Sean hace que Peter
extienda su mano y le dé un tortazo a su hermano en la parte posterior de
la cabeza.
Me quedo mirando fijo la llave.
—¿Nos compraste una casa?
—Sí, pensé que les gustaría. —Niego con la cabeza y trato de entregarle
la llave, pero Sean retrocede, diciendo—: No hay devoluciones, Sidney.
—Bien. —No sé qué decir ni qué preguntar. El regalo es demasiado y
extremadamente inesperado. Pienso en un centenar de razones por las que
no puedo aceptarlo, pero algo en la forma en que Sean se para me deja saber
140 lo difícil que es esto para él, que está realmente tratando de arreglar las
cosas, pero sabe que él apesta completamente en esto. Toda la situación es
incómoda. Sean ha sido un pelmazo desde el primer día. No sé qué hacer
con esta versión del hermano de Peter.
Me trago el malestar y pregunto:
—¿Dónde está?
—Lejos de aquí, al menos a cuatro cuadras en esa dirección. —Sean
señala y las comisuras de sus labios se contraen como si quisiera reír—. He
oído que las segundas oportunidades son difíciles de conseguir y quise
asegurarme de que ustedes tuvieran la suya.
—¿Nos compraste una casa? —dice Peter finalmente, y suena tan
sorprendido como yo.
—¿Por qué todo el mundo me mira como si estuviera loco? ¿Dónde iban
a vivir? Necesitaban una casa, ¿no? —Sean mira a la tía Beth por
confirmación, esperando que ella esté de acuerdo.
Sus cejas se han deslizado debajo de su pelo rizado. Usa un tono de
Vamos a dejarle saber a Sean que compró la cosa equivocada, pero es amable
con él, como si tuviera cinco años de edad.
—Los regalos de compromiso son generalmente tarros de galletas,
querido. Algo pequeño. Una casa no es pequeña.
Eso hace reír a todos. Sean sonríe y deja que la risa salga.
—De acuerdo, les compraré una casa más grande para la boda.
—No, ¡no! Una casa es un montón. —Estoy de pie delante de Sean,
mirándolo a la cara. Por un segundo me parece ver lo que Avery ve cuando
lo mira, pero luego las paredes se disparan y se ha ido—. Pensé que no te
agradaba.
—Yo nunca dije eso —responde Sean.
—Uh, sí, lo hiciste. Dijiste algo en la línea de “Te aborrezco”.
Se encoge de hombros como si no importara.
—Sí, bueno, resulta que estaba bromeando. Tú tienes más agallas que
la mayoría de los hombres, lo que es algo para ser admirado.
—¿Me admiras?
—Yo no he dije eso. —Sean sonríe y se aleja de nosotros. Habla sobre
su hombro mientras se va—. Cuida de ella, Peter. Estaré en la ciudad un
par de semanas más tratando de concluir unas cosas y salvar a Jonathan
de sí mismo. Ese chico va a conseguir ser repudiado a la velocidad que va,
y no los quiero tratando de tirar todo lo del heredero de vuelta en mi
dirección. De todos modos, ven de visita siempre que quieras y trae a tu
prometida.
Sean desaparece por el lado de la casa. Después de unos momentos
141 escuchamos un motor de motocicleta acelerar mientras despega. Hasta ese
momento, todo el mundo estaba mirándose el uno al otro como si Sean fuera
una especie de Santa Claus demente.
Dejo escapar un suspiro.
—Bueno, eso fue inesperado y un poco raro.
—Mucho. Sean odia a todos, pero tú te lo ganaste. —Peter pellizca mi
mejilla y se ríe mientras lo golpeo. Ser agradable con Sean es demasiado
extraño.
—Probablemente nos compró una choza con una letrina.
Papá habla por primera vez durante esta conversación.
—Que yo sepa, no había casas estilo vagabundo sobre Sycamore. Creo
que el hombre realmente les compró una casa.
Peter toma mi mano y la presiona en sus labios.
—¿Quieres ir a ver a tu nueva casa, futura Señora Granz?
—Totalmente. Tengo que verlo para creerlo. Si le agrado a Sean, toda
mi teoría del eje-de-mal como que está frita ya que Sean era el jefe supremo.
—Esto me hace preguntarme por qué Sean levantó tantas paredes de púas
alrededor de sí mismo. Es como si él no quisiera que nadie le diera una
segunda mirada, mucho menos acercarse.
Toda la familia nos sigue mientras conducimos hacia la dirección que
aparece en el interior de la caja. Sean la tenía escrita en la tapa de la caja
en una escritura elaborada. Cuando la abrí, no me di cuenta de lo que era.
Pensé que era el almacén de dónde consiguió la llave, no la dirección de
nuestra nueva casa.
Cuando Peter y yo paramos fuera de la casa, es tan linda que no puedo
contener mi emoción. Es una pequeña Cape Cod7, pintada de gris y blanco,
con un gran lazo azul en la puerta. El parque delantero ha sido cuidado con
jardines de flores como los que mi madre tenía. Margaritas, alegrías del
hogar y hostas de grandes hojas están en todas partes. Parece como si Sean
copió sus jardines con exactitud y los puso aquí. Aprieto mis labios tan duro
como puedo, temerosa de que voy a ponerme a llorar.
Peter me saca del coche y camina de la mano conmigo por la acera de
piedra hacia la puerta principal.
—La llave, señora Granz. —Se la entrego a Peter, y abre la puerta.
Echo un vistazo hacia atrás a las flores y la pintura fresca.
—¿Cómo hizo esto tan rápido?
Peter se encoge de hombros.
—Es Sean. ¿Cómo hace todo? —Peter toma mi mano y la coloca
alrededor de su cuello antes de barrerme fuera de mis pies. Yo grito cuando
142 me alza en brazos.
—¿Qué estás haciendo?
—Bueno, esta va a ser nuestra casa. Tengo que cargarte sobre el
umbral. ¿O prefieres cargarme? —Peter me sonríe.
—Te llevaré el día de nuestra boda.
—Trato. —Peter me lleva dentro y se detiene. La casa es hermosa y está
totalmente amueblada. Mi mandíbula cae, y no hay manera de considerarlo
todo lo suficientemente rápido—. Wow. —Peter gira poco a poco, todavía
sosteniéndome. Hay una cocina nueva, decorada con electrodomésticos de
acero inoxidable, mesada de granito, y el conjunto bistro más lindo que he
visto nunca. Los suelos oscuros de esa habitación desembocan en la sala de
estar donde estamos parados. Hay un mullido sofá blanco, estanterías
integradas, una chimenea de esquina, y una enorme televisión. Mi papá
gruñe con aprobación y toma asiento en el sofá.
Peter gira de nuevo y se enfrenta a una estrecha escalera que conduce
a las habitaciones de arriba.
—¿Quieres ir a ver?
—Diablos, sí. Después de ver esto, quiero subir corriendo las escaleras.

7Cape Cod: Se trata de una amplia construcción de madera baja, por lo general una planta
y media de alto, con un techo moderadamente empinado terminado con frontones, una
gran chimenea central y muy poca ornamentación.
—Peter me baja y sube la escalera conmigo. Hay un pequeño cuarto de baño
en el pasillo y un segundo dormitorio encantador, con cama, mesa de noche
y una cómoda silla—. Esto es tan bonito.
Peter entreabre la puerta de la habitación principal y dice:
—Te va a encantar esto. —Ando tras él y trato de mirar alrededor, pero
Peter tira de la puerta así no puedo ver. —Mientras estaba hablando con
Sean, mencioné algunas cosas. No le dije que hiciera nada de esto. Él lo
descubrió por sí mismo.
Río nerviosamente.
—De acuerdo, ahora me estás volviendo loca. —Peter sonríe
suavemente y empuja la puerta abierta. Me quedo congelada en el umbral—
. Oh, Dios mío, es hermoso. —Donde quiera que miro es perfecto. La
habitación es de colores suaves, un azul muy pálido con gordas molduras
blancas. El suelo oscuro está teñido con un brillo que es tan brillante que
puedo ver mi reflejo. Una gran cama está contra una pared con una cabecera
acolchada que tiene pequeñas joyas ubicadas en los flecos. Una colcha
blanca suave está por encima, y tela transparente fluye desde el techo hasta
el suelo, cubriendo la cabecera de la cama. En la esquina hay un tocadiscos
antiguo. Camino hacia este lentamente, pensando que es una reproducción
de una vieja victrola, pero cuando estoy de pie sobre este miro dos veces.
143 Señalo hacia el tocadiscos—. ¡Oh, Dios mío! ¡Es auténtico!
Peter está caminando en el armario; al menos creí que era un
armario, pero su voz hace eco.
—Lee la etiqueta del disco.
Echo un vistazo al disco negro y chillo.
—¡Es Benny Goodman! ¿Cómo encontró esta cosa? —Enciendo el
reproductor, con cuidado de no rayar el disco, y escucho una de mis
canciones favoritas—. Oh, Dios mío, Peter. ¿Podría ser más perfecto?
—No sé. No has visto esta habitación todavía. —Él saca la cabeza y
dice—: Ven a echar un vistazo.
Camino a través de la pequeña puerta, pensando que se trata de una
sala de almacenamiento o algo así, y entonces quedo boquiabierta. El ático
fue convertido en un baño principal gigante. Una bañera blanca con patas
se asienta bajo un tragaluz. Gabinetes blancos cubren las paredes con
grandes espejos centrados encima de fregaderos de cobre martillado.
Baldosas de diminutos vidrios azul pálido brillan dentro de nichos en las
paredes, y una hermosa ducha enorme está ubicada en la esquina de la
habitación. Me quedo parada allí, mirando.
—¿Cómo tuvo tiempo para hacer esto?
Peter camina detrás de mí y envuelve sus brazos alrededor de mi
cintura.
—La respuesta obvia es que él comenzó esto la noche en que te conoció,
pero eso parece increíble basado en la forma en que se comportó.
—Sólo un poco, sí.
—Le dije que quería casarme contigo, que eras la elegida. Sabía desde
esa noche en adelante que yo hablaba en serio sobre ti. —Peter me da la
vuelta en sus brazos—. Este es un infierno de regalo.
Asiento y sonrío.
—Esto significa que no tengo que dejar a papá, y que tú y yo podemos
tener un nuevo comienzo, pero ¿qué pasa con el trabajo?
Peter me libera y saca su teléfono de su bolsillo trasero. Él golpea
ligeramente la pantalla mientras habla.
—Dado que estaremos compartiendo una cuenta bancaria, deberías
conocer nuestra situación financiera. Aquí… —Me entrega su teléfono—,
echa un vistazo.
Lo tomo y miro hacia abajo en la pantalla. Parpadeo un par de veces,
pensando que estoy viendo mal. Cuando levanto la vista, Peter está
sonriendo.
—Dijiste que estabas quebrado. —No entiendo. Él está cargado. Peter
no tiene que trabajar si no quiere, como nunca jamás. Hay más dinero en
144 su cuenta de lo que Sean me ofreció en la mansión Ferro.
—Dije que no era el heredero y que estaba bien, y lo estoy. He invertido
mi fondo fiduciario y lo hice bien. Vivía de mi salario por lo que este fue
creciendo. No soy tan rico como Sean o Jon, pero estoy lejos de quebrado.
—Peter me sonríe—. Te dije que cuidaría de ti. ¿Realmente pensaste que no
tenía nada?
Asiento y empujo mis ojos de nuevo en mi cara.
—Bueno, sí. Tu sala de estar estaba llena de muebles rayados. Parecía
más un dormitorio que la casa de un profesor.
Se encoge de hombros.
—No era un hogar para mí, así que no gasté mucho para arreglarlo. No
había ninguna razón para hacerlo, no hasta que te conocí.
—¿Entonces no tienes que trabajar? —Peter niega con la cabeza—. Pero
apuesto a que deseas enseñar.
Él asiente y camina hacia mí.
—Sí, me gustó estar en un salón de clases.
—Tendremos que hacer algo al respecto.
—En realidad —dice Peter y levanta la vista hacia mí desde debajo de
esas pestañas oscuras—. Ya lo hice. ¿Recuerdas que mencioné que Jon es
impulsivo? Bueno, él compró algo por aquí un par de años atrás.
—¿Qué compró?
—Una escuela privada. Estaba tratando de impresionar a una chica
caliente.
—¿No lo hacemos todos? —No puedo imaginar cómo eso ayudaría a
Jon a impresionar a una chica, pero suena bastante correcto sobre la base
de lo que Sean y Peter dijeron acerca del Ferro más joven.
Peter ríe y dice:
—La Preparatoria Jonathan Ferro está a una hora de aquí y necesita
un profesor de inglés.
—¿Entonces es así, profesor?
Él asiente.
—Después de que mi madre enfureció, Jon dijo que me haría rey si lo
ayudaba a lidiar con mamá y su última inversión. Cuando me di cuenta de
donde estaba ubicada esta escuela, le dije que sí. El único problema en mi
malévolo plan maestro era si tú querías volver a Texas o decías que no
cuando te pidiese matrimonio. Creí totalmente que el pavo se iba a comer
tu anillo, por cierto… hablando del pájaro gordo, ven aquí. —Peter se mueve
hacia la ventana y tira de la cortina—. Compruébalo tú misma.
Miro hacia abajo y veo una enorme rama justo al lado del patio con un
145 pájaro grande y negro sentado en ella.
—Aw, Sean entregó al Sr. Pavo después de que nos fuimos.
—Entonces… —Peter me vuelve hacia él—. ¿Vamos a quedarnos aquí
o regresamos a Texas?
—Parece que es el momento de empezar de nuevo y este es el lugar
perfecto, la casa perfecta, con el perfecto futuro marido.
Peter me toma en sus brazos y hunde su cabeza, presionando sus
labios a los míos. Cuando se retira, dice:
—Te amo, Sidney Colleli.
—Yo también te amo, Peter Granz. Ahora dame un poco de ese café del
que siempre estás hablando.

Fin
Sobre la autora
H.M. Ward nació en Nueva
York, y vive en Texas. Estudió
teología, ciencia que le fascina.
Le encantan las historias que
combinan la teología, la cultura
y la vida.
Siempre le ha gustado crear.
Desde pequeña ama escribir y
pintar. Opina que ambas se
complementan entre sí en su
mente. Dice: ¨Mis palabras se
extienden como la pintura sobre
el papel, y me gusta recrear un
encuentro emocional entre el
lector y la experiencia¨.
146
Es una romántica
empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la suerte de encontrarlo y
mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y melancólicas y la música.
Toca el violonchelo, y competía cuando era más joven.
Damaged puede leerse como una serie independiente o como parte de la
“Familia Ferro”
Créditos
Traducción
Pau Belikov

Corrección y Revisión
Flochi

Diseño
Cecilia

147
¡Visítanos!

148

También podría gustarte