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Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
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a gente no cambia. No pueden. Es algo sencillo de entender y,
sin embargo, todo lo que veo en el multimillonario Pete Ferro me
hace pensar que estoy equivocada. ¿Será este macho alfa capaz
de amar después de todo? Eso debería ser una buena cosa ya que estoy
comprometida con él y una boda se acerca rápidamente, pero quería al
caballero del caballo blanco digno de una historia de amor. En su lugar,
conseguí un romance oscuro que no puedo explicar.
Una vez que todas las peleas quedan atrás, hay otro hombre bajo la
superficie de ese exterior sensual buscando una segunda oportunidad en
la vida. Hay más en él que una sonrisa sexy y un cuerpo hermoso, pero
oculta esas partes de su alma lejos de todo el mundo; excepto de mí.
Me siento atraída por ese hombre; el mujeriego ardiente que es en
realidad un poeta, el rompecorazones con ojos azules profundos y sonrisa 3
torcida. No puedo enamorarme de él porque eso rompería mi corazón y ya
queda tan poco.
11
19 DE OCTUBRE, 3:25 P.M.
17
19 DE OCTUBRE, 3:41 P.M.
21
2 DE NOVIEMBRE, 2:43 A.M.
umo.
Mi nariz se arruga ante el olor acre. Intento respirar a través
de mi boca en su lugar, pero el olor de los vapores abrasadores
hace que mi garganta se cierre.
Fuego.
Abro los ojos, en pánico, sentándome en mi nueva cama, en mi
nueva habitación en la mansión Ferro, empapada en sudor frío. Las llamas
están por todas partes, rodeándome. Estoy atrapada. 22
Jadeo, intento gritar pero no puedo hablar. Estoy pidiendo ayuda,
pero no tengo voz. Estoy sola, y nadie puede salvarme. El terror desgarra
mi cuerpo a medida que me aprieto en un rincón de la habitación.
Lentamente, las llamas se transforman en formas humanas.
Personas ardiendo que se estiran con los brazos llameantes para atraerme
al infierno con ellos.
Retrocedo en mi cama frenéticamente hasta que estoy presionada
contra la intrincada cabecera de madera, y grito de nuevo. Manos
chisporroteante me agarran y tiran de mí, mi piel se ampolla debajo de su
toque. Escaneo la habitación con mis ojos, desesperada por una salida. Un
camino claro, estrecho, conduce desde mi cama hasta la puerta, pero la
suite es grande.
Tengo que correr. Es la única salida.
Salgo de la cama a toda prisa, unas manos ardientes agarrando mis
piernas desnudas mientras corro. Soy más rápida; puedo hacer esto. Ya no
soy débil, y me libero. Paso por la sala y llego al gran vestíbulo junto a la
puerta principal de madera. Pongo las manos en la manija y me doy
cuenta que el metal está congelado. Arranco mi mano llena de ampollas y
miro detrás de mí.
La ardiente multitud se está acercando a mí, sus rostros amorfos
entran en foco. Son Philip, Zeke, y sus compañeros de paracaidismo. Me
están llamando, atrayéndome y pidiéndome que me una a ellos. Los ojos
de Philip por lo general amables están llenos de venganza.
Envolviendo mi mano con el dobladillo de mi camisón de dormir,
pruebo la manija una vez más. La puerta se abre, y salgo corriendo,
esperando estar en el jardín delantero, pero no es así. Debo haber ido por
la puerta equivocada porque hay pasillos que se extienden sin fin en
cualquier dirección.
El hielo cubre las paredes. Está muy frío aquí. Mi aliento sale en
blancas bocanadas de vapor, y sostengo mis brazos fuertemente alrededor
de mí para mantenerme caliente. No sé adónde ir. Ya nada parece familiar.
Me doy vuelta a mi izquierda y corro, descalza. Con una puntada en
mi costado, corro por un interminable pasillo helado por lo que parecen
horas. El hielo impenetrable cubre todas las puertas. Sigo corriendo.
Finalmente veo el final del pasillo. Una sola puerta libre de hielo frente a
mí. Pruebo la manija. No está ni caliente ni fría al tacto, así que la giro.
De repente estoy fuera, en los vastos terrenos de la mansión Ferro,
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de pie sobre la hierba verde suave. Estoy a salvo. Me doblo por la cintura,
mis manos descansando sobre mis rodillas, tratando de recuperar el
aliento. Oigo risas desde detrás de un arbusto de rosas cercano y avanzo
en puntillas hacia el sonido. Ojalá no lo hubiera hecho.
Del otro lado del arbusto, Pete se sienta sobre su moto, sin camisa.
La luz de la luna reluce del brillo sudoroso de su piel, definiendo cada
músculo tonificado. Él está sosteniendo una sola rosa en sus manos,
acariciando los pétalos suavemente con sus dedos como si fuera lo más
precioso que poseyera. Las mujeres lo rodean, docenas de mujeres
desnudas. Lo están agarrando, tratando de sacarlo de su moto. Él las mira
con lujuria, con hambre en sus ojos.
Cuando me ve, su expresión cambia. Parece triste, perdido. Camino
hacia él, pero las mujeres desnudas me empujan hacia atrás, siseando,
sus lenguas como serpientes lanzándose hacia fuera. Pete deja caer la rosa
al suelo, y se congela al contacto, haciéndose añicos. Pone en marcha el
motor de la moto y despega, rápido. Acelera sobre el suelo cubierto de
hielo y cuando gira en la esquina por la puerta delantera, veo la rueda
trasera perder la tracción.
El neumático de la motocicleta patina por debajo de él a medida que
la moto acelera hacia delante, y lo arroja contra el pavimento. Su cuerpo
golpeado se desliza hacia la puerta principal, sin frenar. Los rebordes de
metal de la ornamentada decoración al pie de la puerta tienen forma de
puntas de flecha. No lleva casco para proteger su rostro, ni chaqueta para
salvar su piel. Grito tan fuerte como puedo, horrorizada.
Mi voz inunda mi cabeza a medida que el grito de terror desgarra mi
cuerpo.
Levantándome de golpe en la cama, jadeo. Mi voz todavía resuena en
mis oídos. Debo haber gritado. Mi corazón sigue latiendo salvajemente y
mi cuerpo está cubierto de sudor. Parecía tan real. Aunque sé que no lo
era, aunque todo está bien, mis emociones no pueden reconocer la
diferencia. Mi cuerpo todavía está listo para correr o pelear.
Empujo atrás el cabello húmedo que se aferra a mi cara. No hay
fuego… nunca lo hubo. Considero mi entorno nuevo y ahora un poco
familiar, tomando profundas respiraciones calmantes. Estoy a salvo.
Recojo una de las almohadas afelpadas y la abrazo firmemente a mi pecho.
He estado viviendo en la mansión Ferro durante dos semanas. Mi
vida aquí no es tan mala si te gusta el aislamiento frío y sin amor. No he
hablado con Philip desde nuestra ruptura horrible en la zona de aterrizaje.
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Erin intentó pasar varias veces, pero el mayordomo sigue echándola. Todo
lo que puedo recibir de ella son mensajes de texto. La extraño.
Pete es amable conmigo, pero casi nunca lo veo. Jonathan se la pasa
en la casa, pero es un coqueteo empedernido; y su semejanza con Pete me
hace sentir incómoda.
Evito la piscina cubierta y el spa porque parece ser donde el señor
Ferro mantiene a sus prostitutas plásticas. No tengo ninguna inclinación a
entablar conversaciones aburridas con ellas. Si tengo que escuchar de
nuevo las virtudes de las uñas de acrílico, gel y seda de nuevo, voy a saltar
por una ventana.
Me siento como si estuviera en prisión, lo cual es apropiado,
considerando que es donde pertenezco. Las únicas ubicaciones a dónde los
chóferes de la familia Ferro pueden conducirme son a la universidad y de
regreso. Estoy teniendo un caso serio de fiebre de encierro a pesar del
hecho de que este lugar es enorme y tiene todo lo que necesito; todo menos
lo que más cuenta en un hogar.
El reloj en mi mesita de noche muestra las 2:58 a.m., y no puedo
volver a dormir. Empujando las mantas lejos con mis pies, balanceo mis
piernas sobre un lado de la cama. Vago por la gran habitación y abro la
puerta del armario. Entro, agarro mi bolso de baile de la pequeña cajita de
oro, y empujo la correa a través de mi hombro.
Paso por los pasillos silenciosamente. Lo único que me trae un poco
de alegría es el inutilizado salón de baile que descubrí en mi segundo día
aquí. Es mi salvación. Cuando no estoy en la universidad o estudiando en
mi habitación, estoy bailando en el salón. Bailo hasta que ya no puedo
soportar estar de pie. Bailo hasta que no puedo sentir nada más que dolor
en las puntas de mis pies, o los músculos agarrotados gritando por
descanso.
Al menos puedo hacer frente a ese tipo de dolor. Puedo curarlo con
hielo y hacer que se vaya. Ojalá supiera curar las pesadillas.
Entro y enciendo una de las lámparas. Atenúo la luz para que brille
suavemente, solo iluminando el centro de la habitación tan ligeramente.
Espejos rodean las paredes en varios lugares así como múltiples molduras
de oro las adornan. La combinación de oro y luz pálida hace que sienta
como si velas brillaran alrededor de mí.
También hay cierto olor en esta sala, algo fresco y libre. Está entre
lilas y lluvia. Es un olor feliz, algo de la infancia que no puedo ubicar. El
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techo es como un lienzo, pintado por un maestro. No es una copia de la
Capilla Sixtina o algo que existió hace mucho tiempo, sino que es algo
nuevo, pero atemporal. Los azules claros y blancos barren a través del
techo asemejándolo al cielo. Si lo miras por cualquier período de tiempo,
puedes ver ninfas y hermosos rostros mirando hacia abajo. La forma en
que se hizo la pintura los hace desaparecer, pero es como si estuvieran
allí, observándote, y sin importar si lo notas o no, ellos todavía están allí.
Ato mi cabello en un moño suelto en la parte superior de mi cabeza,
antes de agarrar mis zapatillas del bolso. Enlazo las cintas de mis
zapatillas alrededor de mis tobillos y estiro mis músculos, trayéndolos a la
vida.
Bailo ante la música silenciosa que suena en mi cabeza. Realizo
giros piqué una y otra vez a través de la habitación, el mundo tornándose
borroso a mi alrededor. Mis líneas son perfectas, y todas las posiciones
salen con pulcritud, como debería ser. Los grandes alegros son
compensados por adagios que fluyen lentamente; todo ejecutado mientras
mantengo el máximo control sobre cada músculo en mi cuerpo. Me estoy
manteniendo en una sola pieza en lugar de dejar que los fragmentos
caigan al suelo, encontrando fuerza interna y externa en mi baile.
El tiempo se vuelve obsoleto. Estoy respirando fuerte, cubierta de
sudor, mi camisón aferrándose a mi cuerpo como una segunda piel; se
siente maravilloso. Me siento viva y lista para acabar con el mundo.
Una corriente de vida fluye a través de mí a medida que bailo en el
centro del extenso salón. Las sombras me rodean, pero no hacen ninguna
diferencia. Si mantengo el foco, si controlo el baile, entonces nada me
puede alcanzar aquí. Ni Constance. Ni papá. Nadie.
Empujo mi cuerpo hasta el límite. Mis músculos gritan y mis pies
necesitan atención, pero el dolor me hace sentir viva. Conozco el ardor de
los músculos y la fuerte agonía de las puntas. Lo causo, lo controlo, y
puedo detenerlo.
Ahora estoy respirando con dificultad, y corro por la habitación con
mis brazos extendidos, inclinándome hacia delante, lista para entrar en
otra rutina cuando noto unos ojos de zafiro observándome desde las
sombras. Me detengo abruptamente y sofoco un grito presionando mis
dedos contra mis labios.
26
2 DE NOVIEMBRE, 3:44 A.M.
30
2 DE NOVIEMBRE, 3:59 A.M.
49
2 DE NOVIEMBRE, 4:28 P.M.
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16 DE NOVIEMBRE, 10:06 A.M.
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Diseño
Cecilia.
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