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Rev Cubana Salud Pública 2001;27(2):77-88

POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS
EN SALUD PÚBLICA
Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP) São Paulo, Brasil

MASCULINIDAD Y GÉNERO*

Ellen Hardy1 y Ana Luisa Jiménez2

RESUMEN: Sexo, género y masculinidad son conceptos que frecuentemente se consideran


sinónimos. La masculinidad de un nuevo ser puede comenzar a construirse antes del embarazo y
continúa después del nacimiento. Relaciones de género son los patrones de comportamiento en que
el poder y la desigualdad favorecen al hombre y postergan a la mujer. La diferencia de poder entre
género se observa, por ejemplo, en el deterioro de la salud física y mental de la mujer que resulta del
trauma de la violencia doméstica. El precio de la masculinidad se refiere a la «necesidad» de
someterse a situaciones violentas que puede resultar en muertes prematuras. Para llegar a la
igualdad entre los géneros es necesario terminar con la separación entre los espacios masculinos y
femeninos. Hace falta una mayor participación de la mujer en el espacio social y en una inserción
más igualitaria del hombre en el espacio privado.

DeCS: MASCULINO; FEMENINO; RELACIONES INTERPERSONALES; IDENTIDAD SEXUAL; CALIDAD DE


VIDA.

La palabra masculinidad sugiere la idea los hombres tienen las mismas actitudes y
de hombre y el título de este trabajo podría comportamientos definidos como masculi-
sugerir que vamos a referirnos solamente a nos, ni todas las mujeres carecen de este
los hombres, haciendo una apología de ellos tipo de rasgos. Como veremos más adelan-
o al contrario, que el objetivo es te, la masculinidad parece tener una serie
desprestigiarlos. Sin embargo, el título no de ventajas, por las cuales los hombres
excluye la feminidad, inseparable y com- aceptarían de buen grado cumplir los roles
plementaria de la masculinidad. Ni todos masculinos y las mujeres desearían adop-

*
V Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Medicina. Isla de Margarita, Venezuela, 7 al 11 de
junio de 1999.
1
Departamento de Obstetricia y Ginecología. Facultad de Ciencias Médicas.
2
Centro de Pesquisa de Dolencias Materno-Infantil de Campinas (Cemicamp).

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tar por lo menos algunas de las característi- cualidad llamada “masculinidad” puede ser
cas atribuidas a ellos. elevada a la posición de virtud, en la medi-
Sin embargo, como la masculinidad, de da que la hombría se humanice y permita en
la misma forma que la feminidad, son cons- ella la participación de las mujeres. Actual-
trucciones sociales, la adhesión de hom- mente, los varones enfrentan el dilema de
bres y mujeres a una o a la otra dependerá cómo ser “hombres” y al mismo tiempo ser
de la educación que reciban en la infancia y justos con las mujeres. El dilema de las mu-
de las influencias a que sean sometidos a lo jeres es cómo hacer las cosas que los varo-
largo de su vida. Pero nada impide que los nes hacen y reafirmarse como mujeres.
hombres adopten algunas conductas con-
sideradas femeninas y las mujeres conduc-
tas masculinas. Cuando esto ocurra tendrán Sexo, género
que enfrentar conflictos de distinta grave- y masculinidad
dad, en la medida en que la sociedad en que
viven acepte o rechace estos desafíos a la Se hace necesario definir sexo y géne-
norma. ro porque frecuentemente estos conceptos
La aceptación o rechazo de la masculi-
son considerados sinónimos. Sin embargo,
nidad, como norma que prevalece en una
se trata de categorías diferentes porque las
sociedad, tiene un impacto importante en
características anatómicas determinan el
la calidad de vida de los hombres y de las
sexo al cual pertenece el individuo, mien-
mujeres. Esto explica la necesidad de anali-
tras que género es una construcción social
zar cómo ella se construye y qué importan-
que define lo que significa ser de un sexo o
cia tiene para la vida en sociedad, por ejem-
del otro en la sociedad (Careaga, 1996).
plo. Desde esta perspectiva, comenzamos
El diccionario define “sexo” como la
abordando la construcción de la masculini-
conformación particular que distingue el
dad, las relaciones de género y el precio de
macho de la hembra, en los animales y en
la masculinidad. Estos aspectos fueron en-
los vegetales, atribuyéndoles un papel de-
focados desde una perspectiva holística,
terminado en la procreación y otorgándo-
que incluyó presentar al varón como una
les ciertas características distintivas. El sexo
construcción genérica, inserto en una so- es definido por las características biológi-
ciedad y en constante interrelación con cas de hombres y mujeres, tanto aquellas
otras personas. específicas de la anatomía y funcionamien-
El último tema presentado es llamado to del aparato reproductivo femenino y
“Camino hacia la democracia de las relacio- masculino, como los caracteres sexuales
nes de género”. Consideramos que este es secundarios determinados por la acción
el punto crucial del trabajo, porque no solo hormonal específica de cada sexo. Las per-
lleva implícito propuestas de cambio que sonas nacen con un sexo biológico y este
nos conduzcan a un relacionamiento me- acaba determinando la forma como serán
nos desigual y con más equidad de oportu- tratadas socialmente por los padres, la fa-
nidades y de responsabilidades sino que milia y por la comunidad a la que pertene-
también implica una redefinición de los ro- cen, para llegar a ser hombres y mujeres
les que el hombre y la mujer han desempe- con atributos aceptados socialmente. Este
ñado durante demasiado tiempo. proceso varía de una sociedad a otra y tam-
Finalmente, se hace necesario recor- bién de acuerdo con el tiempo histórico en
dar lo que dice Mansfield (1998): que la que estas personas están insertas.

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Si por un lado, la biología determina 1998). La sexualización de la palabra mas-
las características funcionales de la repro- culinidad y sus representaciones simbóli-
ducción de un macho y de una hembra, por cas están asociadas al falo y a los compor-
otro, el ambiente y el contexto social deter- tamientos resultantes del hecho de poseer-
minan las expresiones de los comportamien- lo y de dar pruebas de su funcionamiento
tos asociados a lo que se acostumbra lla- (Parker, 1991). Para muchos hombres, la
mar de masculinidad y de feminidad masculinidad está relacionada con la geo-
(Careaga, 1996). metría del órgano sexual masculino. Este se
Género puede ser definido como una usa como instrumento para medir la virili-
categoría dinámica, construida socialmen- dad y representa la masculinidad (Barbosa,
te, que tiene como base las diferencias 1998).
sexuales biológicas. A partir de estas dife-
rencias se determinan los papeles sociales
de hombres y mujeres. El género es cons- Constr ucción
Construcción
truido en un cuerpo que tiene un sexo defi- de la masculinidad
nido y al que se le atribuyen características
psicológicas, sociales y económicas, lo
La construcción de la masculinidad de
que resulta en acciones y comportamien-
un nuevo ser puede comenzar cuando la
tos específicos, que casi siempre se tradu-
pareja planifica un embarazo o cuando la
cen en relaciones de poder unilaterales:
mujer descubre que está embarazada. Los
dominación masculina vs. sumisión feme-
futuros padres empiezan a imaginarse las
nina (Figueroa & Liendro, 1995; Scott,
características que tendrá el hijo, incluyen-
1996; Szasz, 1999).
do su sexo. Según se imaginen un niño o
Si reconocemos que las características
una niña, los padres tendrán un comporta-
de género de hombres y mujeres son una miento diferente que comenzaría antes del
construcción social y no diferencias “natu- parto, incluyendo la preparación del ajuar.
rales” legitimizadas por la biología, pode- Después del nacimiento, el tratamiento di-
mos entender que género es una categoría ferencial continúa, con la participación de
dinámica que puede ser modificada. Esta todas las personas que se relacionan con el
noción de género permite colocar en jaque niño(a).
el discurso que afirma que las mujeres na- A partir del nacimiento, el bebé de sexo
cen con cualidades “femeninas” que deter- masculino ya comienza a darse cuenta de lo
minan que tengan que desempeñar tareas que se espera de él por tener las caracterís-
domésticas y cuidar de los hijos, y que los ticas de sus órganos genitales. Sin embar-
hombres nacen con cualidades “masculi- go, no basta nacer con un pene para trans-
nas” que presuponen habilidades para ejer- formarse en hombre, hay un camino por
cer el poder en el ámbito público y doméstico. recorrer hasta llegar a serlo. Los primeros
Masculinidad, según el diccionario, es años de vida son fundamentales y respon-
la cualidad de masculino, que incluye la sables por las características del hombre que
virilidad y el ser varonil, enérgico, fuerte y va a surgir (Vieira, 1986).
macho. Se observa que la masculinidad se La familia, la escuela, los medios de
basa en valores físicos que posteriormente comunicación y la sociedad en general le
se transforman en valores morales. Además, enseñan explícita e implícitamente la forma
la masculinidad se ha sexualizado y es tra- en que debe pensar, sentir y actuar como
tada como sinónimo de virilidad (Barbosa, “hombre”. Por ejemplo, no puede llorar,

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debe ser fuerte, no debe mostrar sus senti- relaciones de poder favorables a los varo-
mientos, no puede tener miedo, y debe ser nes.
viril. Estas enseñanzas comienzan a afectar La mayor parte de las religiones tam-
la forma cómo el niño se relaciona consigo bién contribuye a reforzar el poder mascu-
mismo y con los demás. lino, ya que la jerarquía de todas ellas está
Al nacer, el hijo es absolutamente de- absolutamente dominada por hombres y las
pendiente de su madre, figura que ocupa el mujeres ocupan un lugar de total subordi-
lugar preponderante de su vida, especial- nación. A pesar de que ha habido algunos
mente porque satisface sus necesidades fí- progresos en contadas religiones, otras
sicas, ejerciendo funciones que permiten resisten obstinadamente cualquier aproxi-
su supervivencia. Durante el primer año de mación a la igualdad de géneros.
vida existe un alejamiento entre el niño y la La masculinidad posee un elemento
figura masculina, lo que puede afectar la clave que es el poder; ser hombre significa
personalidad de ese individuo (Kaufman, tener y ejercer poder. El poder asociado a la
1994; Vieira, 1996). Esta es una primera masculinidad exige poseer algunas carac-
manifestación de la influencia de los pape- terísticas, tales como ganar, ordenar, lo-
les de género que atribuyen a la madre el grar objetivos y ser duro. Por otra parte,
cuidado del hijo y al padre el proveer eco- las características genéricas atribuidas al
nómicamente a la familia, sin tener respon- hombre, tales como objetividad y raciona-
sabilidades domésticas. lidad, le otorgan un dominio sobre la mujer.
El fin de la relación de dependencia con Aplicado en un sentido amplio, poder tam-
la madre es un proceso que para la mayoría bién significa controlar sentimientos, emo-
se da al final del período infantil. Junto con ciones y necesidades afectivas, para evitar
ocurrir esta ruptura, el niño va asumiendo la pérdida de dominio y el control sobre los
actitudes que corresponden al rol masculi- otros, y también por el temor de que le atri-
no. La figura paterna tendrá una función buyan características femeninas, que son
libertadora, rompiendo el vínculo cerrado absolutamente rechazadas (Kaufman,
entre madre e hijo. En ausencia del padre 1994).
otro hombre tomará su lugar (abuelo, tío, De este forma, la masculinidad se ha
hermano mayor), y en algunos casos la pro- transformado en alineación, ya que implica
pia madre pasa a desempeñar funciones y a suprimir emociones, sentimientos y negar
adoptar actitudes que culturalmente se in- necesidades. El varón llega a temer que si
terpretan como masculinas. La figura pa- experimenta y demuestra sentimientos de
terna se presenta como un conductor que ternura y afecto puede transformarse nue-
enseña orden, disciplina y responsabilidad vamente en un niño dependiente. Se siente
(Vieira, 1986). En ese ambiente de obligado a creer que la mujer le pertenece y
patriarcado es que el niño crece y se desa- que las relaciones con ella deben ser más
rrolla. de poder que afectivas (Vieira, 1986). De
Además de la familia, la escuela (des- esta forma, el varón se aísla no solo de la
de la sala cuna hasta la universidad) refuerza mujer, sino de otros hombres, por lo que
los papeles de género. No sólo los textos raras veces desarrolla una verdadera inti-
escolares reproducen la sociedad patriar- midad con personas de su mismo sexo
cal, los profesores de ambos sexos acep- (Kaufman, 1994).
tan y hasta exigen conductas diferentes de En la medida en que la sociedad carac-
los niños y de las niñas, reforzando las teriza al varón como una persona dura, que

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rechaza los afectos, principalmente con deseo sexual y la proveedora de ese placer.
personas de su mismo sexo, es fácil enten- La masculinidad, dentro de esa construc-
der que el adolescente que tiene y a quien ción, se mide de acuerdo con la exclusivi-
le gustaría expresar sentimientos de ternu- dad y multiplicidad de sus parejas
ra comience a tener dudas sobre su mascu- heterosexuales. La satisfacción está cen-
linidad. Se entiende que cuanto más exi- trada en los genitales y en la penetración.
gentes son los atributos del macho en una Se caracteriza también por la homofobia y
sociedad, más difícil será identificarse como el rechazo a cualquier feminización de sus
tal. La respuesta puede ser tanto una rup- conductas (Figueroa, 1998; Kaufman,
tura e identificación homosexual como una 1994; Parquer, 1991).
conducta exageradamente machista para Otra función atribuida socialmente al
ocultar y disimular las dudas sobre su pro- hombre es el trabajo remunerado, lo que
pia masculinidad. Casi siempre habrá con- constituye el centro de su respetabilidad
flictos y tensiones frente a la bisexualidad, en la sociedad. El trabajo le permite obte-
a la cual se renuncia inconscientemente ner reconocimiento social y le otorga segu-
optando por la heterosexualidad, sobre la ridad y autonomía (Valdés & Olavarría,
cual se construye la masculinidad 1998). Por eso mismo, la pérdida del em-
(Figueroa, 1998). pleo genera tensiones no solamente eco-
Superadas esas crisis de identidad, la nómicas, sino también afectivas y de iden-
cultura en que los hombres están inmersos tidad. El trabajo remunerado ha pasado a
le enseñaron que la norma supone la impo- ser un papel tan arraigado al varón que la
sibilidad de dominar sus impulsos sexua- pérdida del empleo se traduce en una dis-
les, sintiéndose, por lo tanto, obligados a minución de su masculinidad, tanto desde
no perder oportunidades y creer que siem- la percepción del propio varón como de su
pre, o casi siempre, deben ser satisfechos mujer y de sus hijos (Lew-Starowicz &
sexualmente (Morris, 1999; Gogna, 1998; Wieczorek, 1999). Se ha descrito que los
Villela, 1997). Las conquistas amorosas, la hombres que quedan sin trabajo serían más
erección del pene, la penetración, y las violentos con las esposas e hijos, deprimi-
proezas sexuales son símbolos de dos y hasta más adictos al alcohol
autoafirmación de la virilidad. De esta for- (Katzman, 1991).
ma, la afirmación de su identidad masculi- Por otro lado, el hombre sin trabajo tam-
na exige del varón comportamientos sexua- bién tendría dificultad para asumir las ta-
les que se basan en correr riesgos y en una reas domésticas, pues encuentra que estas
falta de cuidados de ellos mismos y de sus son propias de la mujer y, por lo tanto, des-
parejas. Esta total indiferencia en relación preciables. Esto se explica, por el hecho de
a actitudes preventivas, así como las rela- que no recibió una educación en que esas
ciones sexuales irresponsables, son con- tareas fueran parte de sus actividades
ductas que favorecen las enfermedades de (Careaga, 1996; Figueroa & Liendro,
transmisión sexual (ETS) y el embarazo no 1995).
deseado (Bronfman & Minello, 1995; La masculinidad construida a lo largo
Paiva, 1996; Barbosa & Uziel, 1996). de la vida (poder y control sobre los demás,
En esta cultura patriarcal, la sexuali- superioridad, sexo erótico inagotable, por
dad erótica que está centrada en su propio ejemplo), varía de acuerdo con las caracte-
placer, es una expresión más del poder del rísticas sociales, económicas y demográfi-
varón, en el cual la mujer es el objeto del cas del varón, y del ambiente en que crece

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y vive. Por otra parte, la masculinidad es En el ámbito público, una de las princi-
considerada una cualidad que así como se pales quejas de las mujeres con relación a
obtiene, se puede perder, de acuerdo con la masculinidad, es que las excluye. Se trata
las circunstancias y a la historia de cada de hacerlas creer que es mejor ser frágil,
individuo (Figueroa & Liendro, 1995). sumisa y poco inteligente, cuando en reali-
dad los hombres piensan que es mejor ser
fuerte, agresivo e inteligente. Otra queja es
Relaciones de género que se apropian de las cosas buenas de la
vida... (Freidan, 1963). Por lo tanto, sería
De la misma forma como se construye mejor ser hombre. En el ámbito doméstico,
la masculinidad, la feminidad también inicia el poder no se ejercita solamente a través
su construcción desde antes del nacimien- de la violencia, también puede ejercerse
to y continúa a lo largo de la vida. Los ni- considerando la mujer y los hijos como una
ños son estimulados a jugar en espacios categoría de empleados, dependientes y
abiertos, en la calle, a la pelota, con autos y sumisos, lo que resulta en una falta de au-
a la guerra. Las niñas juegan con muñecas, tonomía y de autocuidado de ellos (Szasz,
imitan las tareas domésticas ejercidas por 1999).
su madre y raras veces les es permitido ju- La desigualdad de poder entre géne-
gar fuera de su casa. Desde pequeños, los ros trae también graves consecuencias para
varones comienzan a percibir su fuerza y la salud de la mujer y, en menor grado, tam-
las niñas su dependencia. Se le enseña a bién para la del hombre. La manifestación
cada uno de ellos el lugar social que ocu- más clara de la influencia de las diferencias
pan, en que el varón siempre tiene poder y de poder entre géneros sobre la salud de la
ventajas. Es común que a las niñas se les mujer es el trauma que resulta de la violen-
mande a lavar los platos o a arreglar la cama cia doméstica. Esta violencia, física, psico-
(de ella y de su hermano) mientras que al lógica y sexual, es otra manifestación del
niño no se le atribuyen tareas domésticas. poder de los hombres sobre mujeres y ni-
Culturalmente son definidos algunos ños, tanto dentro como fuera del ambiente
patrones de comportamiento en donde el familiar (Szasz, 1999). Diversos estudios rea-
lizados en países desarrollados y subdesa-
poder y la desigualdad son elementos que
rrollados y en poblaciones de diferente ni-
favorecen al hombre y donde la mujer debe
vel socioeconómico, muestran una alarman-
postergarse a un segundo plano. La moral
te prevalencia de violencia contra la mujer.
se mide con diferente vara si se es hombre
Albuquerque y otros (1998), estudió las
o mujer: el hecho de tener deslices fuera del causas de muerte de mujeres entre 10 y 49
matrimonio en el hombre es permitido y con- años de edad. Encontró que las muertes por
siderado natural mientras que a la mujer se violencia fueron la primera causa entre las
le exige castidad, fidelidad y guardar silen- mujeres de hasta 29 años. Según el Movi-
cio frente a la infidelidad masculina (Paiva, miento Nacional de Derechos Humanos
1996; Gogna, 1998; Villela, 1997; Barbosa (MNDH, Brasil) compañeros o excompa-
& Uziel, 1996). En familias de bajo nivel ñeros fueron responsables del 72,3 % de
económico la mujer tiene menos indepen- los asesinatos de mujeres en Brasil, en 1996
dencia y menor importancia social. Esta (CFEMEA, 1999).
desigualdad crea mayor obligación de so- Además del trauma físico, que es la
meterse, por tener menos opciones de vida. consecuencia más común, la violencia do-

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méstica provoca una serie de otras conse- den las decisiones acerca de la relación
cuencias para la salud de la mujer, que van sexual (Szasz, 1999; Villela, 1997; Goldstein,
desde una mayor frecuencia del uso de ci- 1996). En este caso, el poder masculino se
garrillos y del alcohol, alteraciones psico- manifiesta por la falta de control de la mujer
lógicas como depresión, hasta manifesta- sobre cuándo, con quién y en qué condi-
ciones somáticas gastrointestinales y ciones tiene relaciones sexuales, lo que se
ginecológicas (Dickinson y otros, 1998). ilustra claramente en la dificultad o imposi-
Una forma de violencia con conse- bilidad de negociar el uso de condón
cuencias particularmente graves es la vio- (Villela, 1997).
lencia sexual, también de alta prevalencia y Otra forma en que el poder masculino
frecuentemente causada por personas influye en la salud de la mujer es a través de
próximas y conocidas de la víctima. De las relaciones intrafamiliares, porque mu-
acuerdo con el Programa Nacional por chas veces se da prioridad a la salud del
Amostra de Domicilios (PNAD, Brasil) de hombre, sea esposo, abuelo o hijo varón,
1988 las mujeres constituían el 63 % de las sobre la salud de las mujeres de la misma
víctimas de agresiones físicas cometidas por familia, independientemente de la real ne-
parientes en el espacio doméstico. Otros cesidad de cuidado (Szasz, 1999; Careaga,
autores (Dearwater y otros, 1998; 1996). La diferencia de género se manifiesta
Dickinson y otros, 1998) observaron que la con relación a la distribución de alimentos
violencia física y/o sexual perpetrada por el y de cuidados en el ámbito doméstico, que
compañero o excompañero sexual, varió favorecen al hombre (Zolla & Carrillo,
entre menos del 5 % y más del 40 % de las 1998; Careaga, 1996). El poder masculino
mujeres estudiadas. Los principales riesgos también puede afectar la salud de la mujer a
de la violencia sexual son las ETS, inclu- través de la falta de libertad para salir de su
yendo el SIDA y el embarazo no deseado. casa, aún para buscar cuidados médicos,
Las primeras pueden llevar a secuelas como ya sea para consulta o para tratamiento. Esa
dolor pélvico crónico, embarazo ectópico y falta de libertad puede deberse a celos o a
esterilidad; el SIDA mata, y el embarazo no simple coerción y al exceso de trabajo (Szasz,
deseado frecuentemente termina en aborto 1999).
provocado. En los servicios de salud también es
Referente a este último, a pesar que en posible observar el poder ejercido por los
la mayoría de los países Latinoamericanos hombres, porque en muchas ocasiones, el
la ley no penaliza la interrupción de un em- proveedor decide lo que es más apropiado
barazo que es resultado de una violación, para la mujer, sobre todo si ella es de bajo
con raras excepciones los hospitales ofre- status socioeconómico. Le indica el méto-
cen estos servicios y las mujeres se ven do anticonceptivo que debe usar sin darle
obligadas a recurrir a abortos clandestinos, la oportunidad de elegir de forma libre e in-
con grave riesgo de complicación y de muer- formada, lo que debería ser la norma. Este
te. Basta recordar que alrededor del 15 % tipo de imposición es aun más grave en el
de todas las muertes maternas en América caso de métodos irreversibles, como la es-
Latina son el resultado de este tipo de abor- terilización femenina (Hardy y otros, 1996).
to (WHO, 1993). Todo esto es resultado de la falta de auto-
Aún en casos en que no hay una vio- nomía de la mujer para decidir y de su des-
lencia manifiesta, otra forma de dominación valorización social en los servicios de sa-
masculina es que al hombre le correspon- lud (Diniz & d’Oliveira, 1998; Faúndes,

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1996). Sin embargo, la relación de poder le dice que “debe ser y debe comportarse
entre el proveedor de servicios y la cliente como un hombre”. Por otro lado, el cuerpo
es menos jerárquico cuando el proveedor masculino aparece como aquel que busca o
es mujer y el usuario hombre (Castro se expone a riesgos y, por ende, desarrolla
& Bronfman, 1998). la violencia y el enfrentamiento como una
Otra manifestación de desigualdad en forma de obtener respeto de la mujer y de
las relaciones de género se observa en el otros hombres. El varón necesita que su
mercado de trabajo. Lo habitual es que se vida sea ilustrada por hechos heroicos y, al
dé preferencia al hombre tanto en lo que se mismo tiempo, tener historias para contar
refiere al acceso a cargos como al nivel de (Fagundes, 1995; Gastaldo, 1995).
responsabilidad y a los salarios que se le Se observa que en esta sociedad los
atribuyen. Diversos estudios muestran que hombres mueren primero que las mujeres y
los salarios pagados a mujeres son inferio- que habitualmente las causas de muerte re-
res a los recibidos por hombres que ejercen flejan una exposición deliberada de enfren-
las mismas funciones (García, 1998; Lara, tar riesgos y peligros. Las diferencias se
1998; Ravelo, 1995; Stemberg & Wall, 1995). observan en el mayor número de muertes,
Otra diferencia importante es que mientras entre los hombres, causadas por violencia
la mujer que trabaja fuera de la casa, conti- y accidentes y también en la mayor
núa ejerciendo por lo menos algunas de las morbimortalidad por alcoholismo o sus con-
tareas domésticas, lo que constituye la lla- secuencias (Langer & Lozano, 1998;
mada doble jornada de trabajo. Por otro lado, Bronfman & Gómez, 1998). En el campo la-
el hombre que trabaja considera que esto lo boral, existe una división social del trabajo
libera de cualquier obligación doméstica entre el hombre y la mujer en que general-
(Bronfman & Gómez, 1998, García, 1998; mente el varón asume las actividades más
Langer & Lozano, 1998). peligrosas, violentas y que requieren de
mayor capacidad física (de Keijzer, 1995;
Langer & Lozano, 1998).
El precio El hecho de correr riesgo, que se con-
de la masculinidad sidera parte de la naturaleza masculina, se
manifiesta inclusive en la salud
reproductiva, porque habitualmente los
La identidad genérica masculina influ-
varones no se protegen, ni tampoco prote-
ye en la salud del individuo. De acuerdo
gen a sus parejas del riesgo de transmisión
con la cultura en que él está inserto, la mas-
de enfermedades (Guimarães, 1996; Villela,
culinidad se asocia con correr riesgo, con
1997; Gogna, 1998). Una manifestación de
someterse a situaciones peligrosas y vio-
esta conducta masculina es la sobremor-
lentas. La salud masculina es construida de
acuerdo con el contexto social y a lo que talidad en hombres por HIV/SIDA en todo
significa en ella ser hombre. La el mundo con la excepción de África al Sur
morbimortalidad en el hombre es mayor que del Sahara (ONUSIDA/OMS, 1999).
en la mujer, a causa principalmente del efec- La necesidad de responder a una nor-
to de la violencia física y psicológica. Con- ma de masculinidad también afecta la soli-
siderando que la masculinidad es aprendi- citud de la atención en los servicios de sa-
da en la niñez y está centrada en el modelo lud. Para el hombre es muy difícil ocupar el
del héroe, es el padre o la figura paterna el papel de paciente y, con frecuencia, niega
que refuerza esa imagen de hombre, el que la posibilidad de estar enfermo y acude a

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un médico en último momento, ya que lo tuación, culpe a su mujer y tenga dificulta-
contrario será asumir un papel pasivo, de- des en encarar el problema, tanto frente a
pendiente y de fragilidad (Careaga, 1996). los servicios de salud como frente a la so-
El modelo aceptado de masculinidad, hace ciedad.
también muy difícil que el varón acepte es-
tar enfermo dentro de su familia y de su
grupo social. El camino hacia
Figueroa (1998), refiere que en asun- la democracia
de las relaciones
tos relacionados a la salud reproductiva, la
discusión de la masculinidad se ha centra-
do en torno a la participación masculina en de género
la anticoncepción, o en asumir el cuidado
de los hijos. Pero no se ha discutido que En este momento se está hablando de
existe en la sexualidad del varón un compo- una crisis de la masculinidad a causa de los
nente de autodestrucción, producto de las cambios ocurridos en el campo cultural,
relaciones de poder que ellos mantienen. El económico y social; parte de estos cambios
análisis de género en salud reproductiva se lo constituye la liberación y mayor integra-
ha limitado a resaltar la desigualdad y la ción de la mujer en el espacio público
discriminación que sufre la mujer por el hom- (Figueroa & Liendro, 1995). La lucha de
bre, así como la exclusión del varón de dife- las mujeres para hacer desaparecer el
rentes responsabilidades. Se ha olvidado patriarcado ha conseguido disminuir la in-
de discutir acerca del sentimiento de aisla- fluencia de este en algunas estructuras po-
miento sufrido por el varón, por tener que líticas, sociales y económicas.
estar constantemente demostrando y ejer- Actualmente, existe un gran número de
ciendo un papel que históricamente ha crea- hombres que aceptan y apoyan los movi-
do su identidad (Figueroa & Liendro, 1995). mientos feministas. Muchos, estando a fa-
De la misma manera, la necesidad de vor o en contra, ya han percibido que el
ser y parecer fuerte, viril se transforma en mundo está cambiando. Algunos de ellos
un obstáculo para que los hombres acep- continúan defendiendo el patriarcado, otros
ten la posibilidad de tener problemas de in- llenos de dudas y temores acompañan el
fertilidad, y difícilmente comparten con la camino, sin decidir qué actitud tomar y por
mujer el proceso diagnóstico, en las pare- último, existen aquellos que entienden que
jas que no consiguen tener hijos. Esta acti- los estereotipos actuales deben desapare-
tud afecta ciertamente a la mujer, que se cer y defienden la igualdad de poder entre
somete a exámenes que no serían necesa- géneros (Kaufman, 1994).
rios, si desde el inicio un simple espermo- La aparición del feminismo ha afecta-
grama hubiera diagnosticado un factor mas- do el desequilibrio de poder que existía en-
culino de esterilidad. Sin embargo, también tre ambos géneros, con una tendencia a
afecta al hombre, porque retarda su diag- mayor equidad entre hombres y mujeres.
nóstico y tratamiento que se hace más difí- Algunos hombres han comenzado a expre-
cil si la enfermedad es evolutiva. Asimis- sar socialmente el problema que significa la
mo, el concepto de que la fertilidad es un mantención de la opresión femenina. Esta
componente importante de la virilidad, hace tenue transformación muestra que el géne-
que el hombre estéril se sienta disminuido ro es dinámico y requiere de reformula-
en su masculinidad, le cueste aceptar la si- ciones y cambios periódicos dentro de las

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relaciones entre hombres y mujeres debe quedar en el discurso, sino que
(Kaufman, 1994). traducirse en cambios conductuales en la
En los últimos años, la mujer ha conse- vida social y familiar. En salud reproductiva,
guido conquistar un mayor espacio social, llevar a cabo este proceso es doloroso, por-
incursionando en algunos ambientes que que significa para el hombre replantearse la
eran de exclusividad masculina. De esta for- propia identidad para poder asumir respon-
ma, el espacio público está paulatinamente sabilidades que no había aprendido a reco-
integrando a la mujer y pasando a ser res- nocer como propias. Se hace necesario fa-
ponsabilidad de individuos de ambos vorecer la participación del hombre en for-
sexos. Sin embargo, el espacio doméstico ma efectiva, a través de estrategias que lo
continúa siendo de responsabilidad feme- ayuden a reconocer sus necesidades, a ha-
nina y el hombre es solamente un coopera- blar de sí mismo, a analizar las transgresio-
dor cuando quiere y puede (Careaga, 1996). nes de normas y formas de vida, así como a
Algunas disciplinas, como la demogra- propiciar el autocuidado de su cuerpo, ol-
fía y la medicina que tradicionalmente no le vidando estereotipos que lo someten a ries-
habían dado la debida importancia a los gos innecesarios.
hombres en el proceso reproductivo, co- Según Figueroa & Liendro (1995) al-
menzaron a cambiar esta actitud. Las En- gunos cambios que se han producido en la
cuestas sobre Demografía y Salud, antigua- masculinidad, más que resultados de trans-
mente llamadas Encuestas de Fertilidad, formaciones en las creencias y valores de
comenzaron a incluir una muestra de hom- los varones, están causados, principalmen-
bres en los últimos años, después de déca- te, por presiones socioeconómicas que los
das en que solo las mujeres eran entrevis- obligan a aceptar el trabajo de la mujer, es-
tadas. De la misma forma, no se involucraba capando de la norma. Esto resultaría en una
al hombre en la atención al embarazo y al cierta crisis vivida por los hombres al verse
parto, considerándolo responsable sola- impedidos de ejercer ampliamente su domi-
mente de provocar la gestación (Figueroa, nio, como en el antiguo referencial de mas-
1998). Actualmente, se observa una tenden- culinidad.
cia cada vez mayor a estimular la participa- Horowitz & Kaufman (1989) hablan de
ción del hombre en la atención prenatal, en la teoría de la liberación masculina que trata
la preparación para el parto y en su presen- de escaparse de los comportamientos típi-
cia durante el nacimiento. Asimismo, los cos de la masculinidad, tales como la opre-
investigadores de nuevos métodos sión, agresión y dominación de la mujer. Esta
anticonceptivos están mostrando una ma- liberación se daría a través de la discusión
yor preocupación por el desarrollo de mé- e identificación de algunas áreas conflicti-
todos masculinos. vas relacionadas con el sexo, como
Según Figueroa (1998) la perspectiva bisexualidad, actividad y pasividad
de género permite repensar lo que verdade- (Figueroa, 1998).
ramente significa ser mujer y ser hombre, En el ámbito doméstico, las funciones
como una posibilidad para resignificarnos que eran supremacía del varón (autoridad,
como individuos. El análisis de género per- proveedor y protector) se han desvaloriza-
mite también redefinir las diferencias entre do, porque la mujer ha ido caminando pro-
hombres y mujeres desde el punto de vista gresivamente hacia la liberación y la igual-
de las normas morales, y reconstruirlas con dad. Estos cambios provocan conflictos
esta nueva perspectiva. Ese proceso no emocionales en los varones, al sentir que

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su papel está siendo cuestionado. Se vive do que lleve a una transformación del espa-
una crisis de la masculinidad en el ámbito cio social, al mismo tiempo que se discutan
público por el surgimiento de la competen- las condiciones que favorecerían una in-
cia femenina y en lo privado, porque paula- serción más igualitaria del hombre en el es-
tinamente se vislumbra la democratización pacio privado. Para que estos cambios ocu-
de ese espacio (Careaga, 1996). rran, los hombres tienen que llegar a enten-
der que las normas actuales que aparente-
mente les dan las ventajas del poder, al mis-
Comentarios mo tiempo los hacen prisioneros de este-
reotipos que los atan y ahogan en una ca-
misa de fuerza artificialmente construida por
En el camino hacia la igualdad, es fun- la cultura patriarcal.
damental terminar con la separación de los Lo que hemos discutido hasta aquí, no
dos espacios en masculinos y femeninos, y ha tenido la pretensión de decir la última
con los desequilibrios entre los géneros en palabra sino de contribuir construc-
la vida diaria. Se debe aprender a vivir so- tivamente en los esfuerzos para alcanzar
bre una base de igualdad y ese aprendizaje una sociedad en que el sexo biológico de la
debe comenzar a partir del nacimiento. Se mitad de los seres humanos no sea más un
hace necesario un cuestionamiento profun- motivo de discriminación.

SUMMARY: Sex, gender and masculinity are concepts that are frequently considered as
synonyms. Masculinity of a new human being may be built even before pregnancy and continue to
be built after birth. Gender relationships are the patterns of behaviour in which power and
inequality favor man and leave woman out. The difference in power between gender is observed,
for example, in the physical and mental deterioration of the woman resulting from domestic violence
trauma. The price of masculinity is referred to the “need” of being subjected to violent situations
that may result in premature death. To reach equality between gender, it is necessary to close the
gap between male and female spaces. There is the need of a higher participation of woman in the
social setting and a more equal involvement of man in the domestic setting.

Subject headings: MALE; FEMALE; INTERPERSONAL RELATIONS; GENDER IDENTITY; QUALITY OF


LIFE.

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