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Ya tenía muchos cursos y no quería abrir más.

Sin embargo, ella me sedujo con su


deseo de aprender, su pedido insistente: "Hace años quiero ser tu alumna".

Con pocas ganas y con mi atención puesta en otra cosa, comenzamos. Cada clase, ella
me recordaba por qué había elegido esta profesión. Interesante.

Tanto se habla de los educadores motivando a los alumnos, poco se habla de los
alumnos motivando a los educadores.

Se exige que el profesor despierte en los aprendices las ganas de aprender. Es


imperativo que sus clases sean interesantes, divertidas, relevantes, innovadoras,
modernas... Los alumnos evalúan con ojos inexpertos y críticos si ese docente vale la
pena ser tomado en cuenta.

Difícil labor la del educador, cuando los aprendices le demandan que sea dinámico
como los videojuegos, que se adapte a su estilo de aprendizaje, que se convierta en un
experto en marketing de su propia materia.

Sin embargo, acá fue diferente. Acá la que no tenía ganas era yo. La que me motivó e
inspiró fue la que deseaba aprender de todas formas. La que me pedía que compartiera
lo que sabía, la que escuchaba con ganas, la que exprimía cada instante de la clase como
si fuera un lujo. Ella me demostró que es bueno que los profesores motiven a sus
alumnos, y también es hermoso que los educadores tengamos motivos para preparar con
alegría una clase, sabiendo que va a ser aprovechada, disfrutada, valorada.

Ya llevo muchos años enseñando, motivando alumnos, acompañando coachees,


generando proyectos, inspirando a muchos. Tal vez ahora sea una buena idea dejar que
me motiven a mí. Quienes tienen ganas, acá estoy.

Imaginemos un mundo en el cual los alumnos les piden a los docentes que les enseñen,
que compartan con ellos sus saberes, que les den tareas para aprender más, que los
desafíen más allá de sus comodidades y perezas. Tal vez, si esto sucediera, mis colegas
podrían mantener la llama que tenían encendida cuando iniciaron sus profesorados, aún
después de varios años de ejercer como docentes.

Tal vez los profesores ya no tendrían que "luchar" con los adolescentes para que hagan
sus cosas sino esperar a que ellos vengan a pedir guía, asistencia, conocimiento y el
punto de vista de alguien con experiencia...

A mí, personalmente, me da mucho placer ser seducida por quienes desean aprender... A
partir de ahora, me abriré a esa posibilidad a modo de invocación y creación de un
nuevo modo de ofrecerme amorosamente como educadora..."

Laura Szmuch.
Magíster en Psicología Cognitiva y Aprendizaje
Investigadora sobre Motivación docente.

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