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Didáctica del Nivel Medio

NM-Chi-C1y2-A21-3C

La Educación Secundaria Hoy

Alumna: Andrea Alejandra Gomez


Profesor: Mabel Mauro
Tradicionalmente, la escuela de antes seguía siempre el mismo patrón de acuerdo a la
sociedad en la que se vivía. Todos los niños repetían de memoria una y otra vez los
contenidos aprendidos, estaban en clase como meros oyentes, en pupitres individuales y solo
interesaba el resultado final. Era un proceso estandarizado y lineal. Y este modelo es el que
ha perdurado hasta nuestros días.
Sin embargo, este modelo educativo ya no nos sirve, dado que el mundo, en el último medio
siglo, ha cambiado radicalmente. Ahora vivimos en una sociedad innovadora en la que el
motor son las ideas y la creatividad. Gracias a los descubrimientos científicos hemos
aprendido cómo funciona nuestro cerebro, el órgano encargado del aprendizaje, descubriendo
algo que los griegos ya sabían: que no aprendemos repitiendo, de memoria, si no haciendo y
experimentando. Por este motivo es necesario dar un giro de mínimo 180 grados y
transformar la escuela de arriba abajo. Necesitamos una escuela que mediante el aprendizaje
significativo, social y emocional fomente la educación personalizada, que potencie el
desarrollo de cada individuo, que estimule la creatividad, la pasión, el talento y la
cooperación… ya que nuestro futuro está lleno de nuevos retos que requerirán nuevas
soluciones. Y sobre todo necesitamos niños felices, niños que acudan cada día al colegio con
ilusión, motivación y alegría.
Desgraciadamente la mayor parte de las Instituciones Educativas trabajan de espaldas a esta
realidad, a este cambio de visión, y parece que todavía siguen estancadas en aquel modelo
tradicional, en el que el niño era de todo menos protagonista de su propio aprendizaje.
De cierta manera se ha olvidado que lo bueno de la educación está en la experiencia, en la
alegría de descubrir cosas, en la satisfacción de tener una pregunta o una duda y poder buscar
una respuesta y no necesariamente en la propia respuesta.
Muchos niños y profesores (más niños que profesores) en nuestro sistema educativo actual se
sienten aburridos y frustrados porque por culpa de las presiones y la obsesión por los
resultados, éste puede ser uno de los motivos por el que cada vez más niños sufren fracaso
escolar y abandonan los estudios, ya que no ven en ellos ninguna pasión, ninguna emoción. Y
es a raíz de esta fijación con el resultado final donde se ignora la alegría y la satisfacción del
camino.
Enseñar con pasión, creatividad e imaginación tendría que ser algo maravilloso, donde la
educación emocional forme parte de nuestro día a día en el colegio, en el que los niños amen
aprender, amen ir al colegio; y para conseguir esto, sería necesario crear un ambiente donde
prevalezca la armonía, la creatividad, la pasión, la confianza…y que les haga volver, que les
haga ir con ilusión y alegría a las aulas.
Desafortunadamente, para muchos niños, el colegio es como una prisión donde los edificios
ni siquiera suelen ser muy bonitos, donde ellos tienen que estar callados, quietos y sentados
en sus pupitres, y donde todo tiene que estar bajo el control del profesor. Esta manera no es la
mejor forma de motivar a los niños.
Las aulas tienen que ser espacios atractivos, originales, divertidos; donde los alumnos
adquieran conocimientos de una manera diferente a la de ahora, a través de diferentes
actividades, haciendo proyectos y donde la clave esté en la adaptación del profesor a sus
alumnos, y no al revés. Un sistema educativo flexible y personalizado adaptado a las
necesidades e intereses individuales de cada alumno.
Este proceso de aprendizaje debería contar con profesores que disfruten enseñando,
aprendiendo, guiando a sus alumnos y colaborando conjuntamente con los demás
profesionales del colegio.
Tal y como afirma el psicólogo y profesor Antonio Latorre, para cambiar la escuela es
necesario que las prácticas docentes cambien. Y para que estas cambien se precisa un
profesorado capaz de reflexionar, analizar e indagar su práctica docente, que se constituya en
investigador de su propia práctica profesional.
Pienso que el mundo ha cambiado. De hecho, se encuentra en un cambio constante y nosotros
deberíamos adaptarnos a él y aprovechar todo lo que nos brinda. La educación es un bien
común; es compartir, es aprender de otros y que otros aprendan de ti y así debería ser
siempre. Es importante que hoy en día en las escuelas se escuche y se tenga en cuenta al
alumno. Que el centro de todo joven sea él mismo y su desarrollo armónico y global, donde
se trabaje tanto en equipo como de forma individual, ofreciéndoles espacios dinámicos y
herramientas según las necesidades de cada uno. Que aprendan hacer cosas desde la práctica
fomentando en todo momento valores de integración, implicación, de respeto y de
admiración. En definitiva, que tengan ganas de volver al día siguiente.

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