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INTRODUCCION

Esta es la carta de presentación de José Antonio Fernández Bravo.


Doctor en Ciencias de la Educación, investigador y escritor, este docente
madrileño también cuenta con tres maestrías sobre lógica, formación del
profesorado y diseño educacional. Aunque la palabra que mejor define a
Fernández Bravo es “maestro”. Su pensamiento educativo se alimenta a
partes iguales del amor y de humor, esto es lo que nos muestra. Observar y
“enseñar desde el cerebro del que aprende” son los pilares de su fórmula
pedagógica. “Dedico mi vida a escuchar a los niños. Se trata de amar lo que
haces, amando a aquel al que diriges lo que haces”, asegura. Es autor de más
de un centenar de obras sobre educación y aprendizaje. Goza de
reconocimiento nacional e internacional por su carácter innovador y por la
brillante adaptación de la función docente en la didáctica de la matemática.

Maestro de maestros, Fernández Bravo está convencido de que “una de las


finalidades de la educación es adquirir conocimiento, pero también lo es la de
desarrollar la observación, la intuición, la creatividad, el razonamiento, y las
emociones”. Y sentencia: “Hoy damos mucho contenido y generamos poco
conocimiento”. Por tanto reflexionaremos desde un punto de vista personal
las argumentaciones y los consejos que Fernández Bravo, menciona en su
video, “Cuaderno de viaje de un maestro”, donde nos enseña que se debe
enseñar desde otras perspectivas.
“CUADERNO DE VIAJE DE UN MAESTRO”

“SUEÑO CON EL QUE ENSEÑA, EL DESPERTAR PARA EL QUE APRENDE;


CONSTRUYENDO LA ESCUELA QUE NO EXISTE, PARA EL ALUMNO QUE
NO LLEGA”

Teóricamente, el maestro del siglo XXI es un formador de ciudadanos,


capaces de leer los contextos locales y globales que lo rodean y de responder
a los retos de su tiempo. Es un facilitador que domina su disciplina y que, a
través de metodologías activas, ofrece las herramientas necesarias para que
los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes, aprendan a
vivir con los demás y sean productivos.

Desde el momento en que nacemos, nos la pasamos aprendiendo. De esta


manera, procesamos información y construimos "esquemas mentales" del
mundo para poder reflexionar, tomar decisiones y actuar. El aprendizaje es
tan importante y tan central en la vida que por eso se vuelve primordial tratar
de comprender qué es, cómo se produce y cómo se pueden mejorar los
procesos, en lo individual y en lo social.

El aprendizaje puede realizarse de distintas formas; una de ellas se da de


manera guiada, pautada y asistida. Por ejemplo, las personas solemos
aprender a leer y a escribir si otra persona nos lo enseña explícitamente.
Sobre las prácticas planificadas y mediadas se sustentan las acciones
desarrolladas por las instituciones educativas. En este sentido, los contenidos
curriculares y objetivos para cada etapa, los modelos pedagógicos y la
distribución del tiempo en la jornada escolar se apoyan o deberían hacerlo- en
supuestos sobre cómo aprendemos. Es así que el diálogo entre las múltiples
disciplinas puede contribuir al desarrollo de una educación de mayor calidad
que provea las bases para que todos aprendan y desarrollen plenamente el
máximo de su potencial, pero desde el punto de vista de Fernández Bravo, él
dice y pone como ejemplo: “una maestra le preguntó a una niña: “¿Sabes
leer?” Y la niña le dijo: “Leer no sabo”. Dice: “¿Y escribir?”. “Escribir, sí”.
Tanto se extrañó la maestra que le dijo: “A ver, escribe”, y la niña hizo un
garabato ininteligible. La maestra, sorprendida, le dijo: “¿Qué pone ahí?”. Y
dice la niña: “Si ya le he dicho que no sé leer”. Es imprescindible escuchar
para educar.” Partiendo desde ahí hay que tener en cuenta que para poder y
saber enseñar hay que tener muchas habilidades pero entre las más
importantes que recalca es que un buen maestro debe saber escuchar y que
para él se enseña desde el cerebro del niño “Aprendí a enseñar desde el
cerebro del que aprende”; como el mismo afirma. En mi punto de vista es
desde ese pensamiento que un buen maestro logra su objetivo puesto no está
enseñado, desde lo que él ya sabe y maneja busca la manera que el niño lo
asimile y lo comprenda desde su percepción, es como el mismo dice hay que
aprender a ser maestro desde la experiencia de enseñar; porque según
entiendo cada niño es un mundo y el enseñar es un viaje, siempre y cuanto
tengamos en cuenta que como maestros tenemos el deber de adaptar nuestra
mirada a su mirada infantil, ver el mundo desde su perspectiva, desde su
mundo fantástico, desde su mundo inocente, para de esta manera entender
porque hacen lo que hacen y dicen lo que dicen, y en definitiva “escuchar” es
la mejor herramienta para lograr este objetivo, como Bravo mismo dice:

¿Qué me enseñaron los niños? Todo. Me enseñaron que no existe


método de enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente
humana.
“Me enseñaron que cuando mi método falla, que cuando lo que yo tengo
planeado no llega a producir el aprendizaje deseado, no puedo decir que el
que tiene dificultades es el niño que me mira. Tengo que plantear
modificar el método que llevo. Porque yo creo que no hay método de
enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente humana”.
“Esto me lo enseñaron. Me enseñaron a callar para que hablaran
ellos. Son tus silencios los que conquistan su voz. Me enseñaron todo. Y me
siguen enseñando todo”.
Observar, escuchar y enseñar desde “el cerebro del que aprende”, parecen
ser los pilares fundamentales de la pedagogía de Fernández. Pero además de
esto está el amor, el amor por su trabajo y el amor por aquellos a quienes
dirige su trabajo: los niños. Es cierto, un maestro con vocación y amor hacia
lo que hace y a quienes enseña buscas las herramientas para que los niños
aprendan y sean ellos los que busquen el conocimiento.

En este sentido, según él, los objetivos de quien enseña deberían ser
provocar sonrisas en el que aprende, abrir la mente para escucharles,
despertar la curiosidad, “desarrollar la creatividad y las creatividades, la
curiosidad y las curiosidades, la inquietud y las inquietudes”. Además,
permitir que crean en sí mismos, “lograr que sean los creadores de algo
y que sean conscientes de ello… que participen con el mundo y que
dialoguen con el universo utilizando la claridad, el empeño, el trabajo
y el amor”. Es como el mismo dice: “Que voy a hacer para que el niño
resuelva un problema, sino que debo hacer para que el niño quiera resolverlo”
esa es la labor de un maestro, pienso que cuando un maestro logra que a un
niño le motive aprender y busque por el mismo la respuestas a sus propias
inquietudes está haciendo una buena labor, porque pienso que como
maestros se debe saber que no solo se imparte conocimiento específico
sobre un tema, se debe enseñara para la vida; desde la experiencia como
estudiante cuando un maestro entraba a dar una clase y solo habla del tema
en cuestión que nos enseñaba, era la clase más aburrida para mí, porque
pensaba, “para que se desgasta tanto hablando sobre un tema del cual se
puede leer en un libro” y jamás en esas clases ponía atención, pero en
cambio, cuando un maestro llegaba a enseñarnos el tema, desde su propia
experiencia, como si de cierta manera entendiera que es lo que queríamos
escuchar y por ende aprendíamos mucho más rápido y eficiente el tema que
nos quería mostrar haciendo la enseñanza más didáctica más entretenida y
mucho más divertida. Hay que saber y comprender que así como nosotros
nos gustaban que nos enseñaran, hay niños que quieren que sepamos como
ellos quieren aprender, para enseñar desde la experiencia desde un contenido
espontaneo; pero claro está, sin dejar a un lado que el propósito es impartir
conocimiento, pero sabiendo que este conocimiento no tiene que ser
aburrido, es enfocarnos en mostrar que aprender en divertido y emocionante.

En ese sentido, y como el mismo Fernández Bravo dice, los objetivos de quien
enseña es canalizar las respuestas de los niños con ejemplos y contra
ejemplos, con la formulación de preguntas, cambiar la afirmación y la
información, por la interrogación y la duda, plantear retos y desafíos que los
obliguen a decir “tu, prueba”. Por qué lo grande que tiene un maestro es que
no elige a quien enseña, si no que acepta lo que tiene”

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