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Colegio Internacional Santo Tomás de Aquino 1

Historia de la Filosofía. 2º Bach.

Antropología.
La antropología agustiniana si bien parte de posiciones cristianas,
está argumentada a partir de un profundo sentido psicológico y
coherencia racional.

El ser humano es imagen de Dios. Dios es Eternidad, Verdad y Amor


(Padre, Hijo y Espíritu Santo), y, a su imagen, el ser humano está
constituido por tres potencias: la memoria, por la que se hace
presente el pasado; la inteligencia, que busca la verdad; y la
voluntad, por la que tiende a la felicidad. En su ejercicio, se
reclaman la una a la otra constituyendo la unidad de la vida.

La dualidad cuerpo/alma. El alma es una de las preocupaciones


principales de la doctrina de Agustín. Desde un punto de vista
general, el ser humano es concebido como un compuesto de cuerpo y
alma. El ser humano es un alma que se sirve de un cuerpo.

Desde posiciones platónicas se presenta al ser humano como un alma


que se sirve de un cuerpo, pero desde la componente cristiana se
contempla al ser humano como una unidad de cuerpo y alma.

Según el de Tagaste, el Hijo de Dios, al encarnarse en la persona de


Jesucristo y resucitar tras la muerte, ha dignificado el cuerpo, que ya
no es visto como la cárcel del alma, sino como su templo. El alma se
une al cuerpo por una inclinación natural que le impulsa a vivificarlo,
gobernarlo y velar por él.

El ser humano por el que se interesa Agustín de Hipona no es una


abstracción, no es el ser humano genérico, sino el yo concreto, el
individuo irrepetible que somos cada uno.

Para conocerse a uno mismo, San Agustín propone seguir el camino


de la interioridad, de mirar en la profundidad del alma. La reflexión
de Agustín tendrá una fuerte componente psicológica según la cual
es en el interior del ser humano, en su alma donde debe buscarse la
razón y el principio de su actividad intelectual y práctica. Si
queremos discernir las cosas y situaciones, antes debemos aclarar
nuestra propia conciencia y no engañarnos a nosotros mismos. Este
es el sentido de la máxima in te redi (“Vuelve sobre ti mismo”), tan
parecido al “conócete a ti mismo” socrático. Y el concepto de
confesión tan frecuente en Agustín, significa poner en claro la propia
intimidad. Además en ese viaje al interior del alma es donde el ser
humano descubre a Dios. Cuando el alma vuelve sobre sí misma,
encuentra es su interior una verdad que la supera y que no puede
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tener su origen en ella misma. Esa verdad es Dios. Es, por tanto, en
la interioridad del alma donde se despliega esa tensión hacia la
verdad y la felicidad.

Antes de Agustín, Plotino había señalado la vida interior como


camino hacia la divinidad. Pero mientras Plotino habla del alma del
ser humano de una manera general, Agustín se referirá al alma
individual, a la persona.

Es por tanto necesario hablar de la propia conciencia que para


Agustín es la percepción interior que cada cual tiene de sí mismo; y
en sentido moral, expresa el juicio que nos formamos sobre nuestras
propias conductas. Y es que la conciencia nos permite unificar el
discurrir de la vida interior. La conciencia por la memoria recupera
el pasado, por la atención evita la huida de las cosas presentes, y por
la espera, hace presente el futuro.

Por último sería necesario detenernos en el concepto del pecado. El


ser humano ha recibido de sus progenitores la totalidad de sus
atributos. Por eso, de ellos ha heredado también el pecado original.
Como causa del pecado sobrevinieron al mundo los males que
padece. Pero la naturaleza humana es receptiva y abierta para
recibir la acción de Dios, la gracia divina, que se manifiesta en forma
de impulso interior y deseo de su propia regeneración. Por sus solas
fuerzas, no la alcanzaría, pero Dios es amor que junto con la libertad
humana puede remediar su caída.

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