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Ensayo:

El miedo.

Nombre:
Gabriela Andrea Ossa Grisales.

Docente:
Arley Betancourt Martínez.

Grado: 11-3

INSTITUCIÓN EDUCATIVA TULIO ENRIQUE TASCÓN


2019
Introducción:

A continuación voy a hablar de una de las sensaciones más humanas que puedan
existir: el miedo.

El miedo es una sensación universal e instintiva que abarca todo el espectro de


fenómenos, tantos los conocidos como los desconocidos. Es peligroso
ensimismarnos en su recreación ya que supone algo parecido a una droga capaz
de inmovilizarnos con su estático deleite personal. Parece un refugio atractivo
muchas veces, y es dañino. Es probable que el miedo sea saber, en el fondo, que
las cosas podrían ser de otra forma y quedarnos quietos en vez de hacer algo.
Cuando la imaginación se convierte en el refugio del miedo, es tiempo de tirarse
de cabeza a la realidad.

Desarrollo:

Generalizando, la mayor victoria a la que podemos someter al miedo es a la de


vivir en su máxima expresión sin él. La vida es demasiado corta como para tenerle
miedo. El miedo no se tiene a preguntar, el miedo se tiene a la
respuesta. Cualquier miedo exterior se produce muchas veces por el pánico no
asumido que da la propia vida que se lleva.

 Para algunos, la vida se reduce a esperar que les pasen las cosas que no son
capaces de buscar ellos mismos por miedo o por pereza. Pocas cosas distinguen
más a las personas que la división entre las que le tienen miedo a la vida y las que
le tienen miedo a la muerte. Aunque lo más peligroso es despertarnos un día
y que nuestro miedo se haya convertido en indiferencia, ese día sí que podemos
darnos por muertos.
Llama la atención el miedo que experimentamos ante la incertidumbre, y una de
sus mayores manifestaciones es la temporal. Miedo es sentir que cada vez el
tiempo pasa más deprisa y, sin embargo, nos ocurren menos cosas. A veces,
también, puede torturarnos el miedo constante de que lo que está a punto de
ocurrir no pase nunca. Su manifestación más evidente es en forma de futuro. Uno
de los miedos a los que conviene superar se trata del miedo de habernos dado
cuenta demasiado pronto de que es demasiado tarde. De nuevo, la experiencia a
través de nuestras vivencias actúa como freno de mano y el miedo nos embriaga
al comparar inevitablemente personas, situaciones, cosas y lugares sin que la
mayoría de veces exista un hilo conductor propicio para realizar esas asociaciones
mentales tan arteras. El mayor fracaso es tenerle miedo a volver a fracasar.

Otra forma de miedo terriblemente humana es el miedo a perder. Y no nos


estamos refiriendo únicamente a cosas tangibles, va mucho más allá: nos estamos
refiriendo a la abstracción de las emociones y los sentimientos. En este ámbito
destaca especialmente el miedo a amar. Ese miedo es uno de los que más se
basan también en la experiencia y resulta extraordinariamente añorable la
inocencia perdida de amar sin miedo a perder. El miedo a perder no debiera
devenir en un miedo aún más atroz, devastador y sordo: el miedo a mantener algo
por el mero hecho de hacerlo, por propia inercia. Pocas prácticas cotidianas
erosionan más la pasión por la vida.

Es muy común que todos sintamos miedo al fracaso. Te has preguntado ¿Por qué
la mayoría de las personas que se ilusiona con un proyecto, comienza a sentirse
paralizado por el temor al fracaso? 
El fracaso está en la mente de cada persona y de su forma de interpretar los
posibles resultados de sus acciones. Este temor como la mayoría de los temores
es totalmente iluso e irreal.

El temor al fracaso nos inmoviliza a tal punto que nos cuestionamos si podemos o
no, si debemos o no, si va a salir bien o mal, si avanzamos o nos detenemos. Es
un miedo que nos limita, que nos mantiene inmóviles y al mismo tiempo infeliz,
cuando dejamos de actuar aumentan nuestros problemas y nuestro bienestar
disminuye, nuestras experiencias de vida son cada vez más reducidas, estrechas,
el miedo es el temor a no lograr nuestras metas, objetivo o deseos. El problema no
es tan solo el fracaso sino en lo que significa para cada uno de nosotros y en la
manera que nos calificamos atreves de él.
Nos da miedo el fracaso porque: pensamos que el éxito y el fracaso son los dos
elementos que nos califican como personas, si tengo éxito soy una persona
valiosa, si fracaso no valgo nada y la gente me va a criticar o rechazar, como si de
eso dependiera mi status social. 
El éxito y el fracaso son solo resultados de una conducta o una decisión adecuada
o inadecuada, correcta o incorrecta.

Conclusión:

 El auténtico miedo pareciese que fuera el de mostrarse lo suficientemente


valiente y fuerte como para mostrar debilidad. Atreverse a sentir miedo es una
manera de vencerlo. Sólo a través de experimentar la sensación de miedo
conseguimos vencerlo, pero más allá de vencerlo, conviene educarlo, hacerlo
nuestro sin huir de él y, en definitiva, aportarle el valor suficiente para que deje de
tenérselo a sí mismo. Esa victoria sería similar a la de ilusionar al desaliento en el
ámbito motivacional. Aunque, pensemos por un instante... ¿no será que todo
aquello que no nos da miedo no nos interesa lo suficiente como para merecer la
pena?

Debemos dejar de temerle a casi todo, debemos pensar que somos lo


suficientemente capaces de lograr lo que nos propongamos. Es normal sentir
miedo, se convierte en algo malo cuando permitimos que ese miedo se adueñe de
nosotros y nos paralice evitando que alcancemos nuestros objetivos.

Debemos afrontarlos como una oportunidad para crecer. Cambia tu perspectiva y


mira los miedos como grandes maestros que te desafían a ir más allá de ti mismo.

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