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La crisis Baring

Índice
INTRODUCCIÓN

Argentina es un país que debido a su estructura productiva, a su subordinación a


los capitales extranjeros y a su ausencia de una industria fuerte y consolidada que
la haga autárquica, se ha visto afectada por las más variadas crisis a lo largo de
su historia económica.

Una de estas crisis es la crisis Baring, la más conocida y la más importante de las
crisis del siglo XIX. Una crisis que debilitó al modelo primario-exportador pero que
paradójicamente, consolidaría a dicho modelo económico al recuperarse la
economía con posterioridad a la crisis.

Esta crisis está enmarcada dentro de lo que se conoce como Segundo Orden
Mundial, período económico internacional que será analizado en primer lugar.

Se describirán los aspectos y hechos económicos más relevantes entre 1.870 y


1.890 en lo que respecta a los factores dados y adquiridos del modelo en cuestión
y para ir viendo la evolución económico-financiera que irá explicando cómo se
gestó el escenario previo a la crisis.

Respecto a la etiología de la crisis Baring, se irán detallando las distintas


opiniones de los diversos autores que estudiaron el fenómeno bajo análisis.

Finalmente, se irá profundizando en las medidas que se adoptaron para salir de la


crisis.
CONTEXTO ECONÓMICO INTERNACIONAL

La economía mundial en esta etapa funcionaba de un modo simple, basándose en


una división internacional del trabajo propuesta por David Ricardo y en el marco
del librecambismo postulado por la Escuela de Manchester (Adam Smith, John
Stuart Mill, David Ricardo, Robert Malthus, Jean Baptiste Say).

Por un lado, estaban los países industriales, donde Inglaterra tenía la hegemonía 1.
Estos países exportaban capitales y mercancías e importaban productos
primarios. Por otro lado, estaban los países periféricos, que exportaban esos
productos primarios e importaban productos manufacturados. Además,
necesitaban capitales extranjeros para organizar su economía. “El 40% de las
manufacturas y bienes de capital iba hacia Asia, Sudamérica, África y Oceanía,
mientras que Gran Bretaña, Alemania y Francia constituían el 45% del mercado de
materias primas y alimentos. Por otra parte, entre 1815 y 1920, el continente
americano absorbió el 97% de la inmigración intercontinental 2”.

Ferrer denomina a este período de la globalización “Segundo Orden Mundial,


fundado en una transformación profunda del desarrollo económico, la organización
social y las relaciones entre los países y las civilizaciones entre los integrantes del
sistema internacional3”. Gran Bretaña tendrá un rol importante en este orden.

El patrón oro era el sistema monetario de la época. El mismo consistía en que


cada país bajo este patrón mantenía una paridad fija con determinada cantidad de
oro. Este sistema aseguraba el equilibrio automático del balance de pagos si los
países mantenían la paridad cambiaria sin recurrir a devaluaciones o
revaluaciones. Si el país tenía un déficit comercial, el gobierno vendía oro, lo cual
reducía la cantidad de dinero. Esta contracción monetaria disminuía el nivel de
actividad interna y el nivel de precios 4. Ambos efectos contraían las importaciones.

1
En este país había surgido la Revolución Industrial en 1750 aproximadamente
2
Rapoport, Mario, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003),
Editorial Emecé, Buenos Aires, 2010, p.25
3
Ferrer, Aldo, La economía argentina, Fondo de cultura económica, Buenos Aires,
2.010, p.145
4
Acorde a la teoría cuantitativa del dinero, aceptada en la época
Además, la deflación alentaba las exportaciones, todo lo cual volvía a equilibrar el
balance comercial. Lo contrario ocurría en caso de superávit comercial 5.

“Entre 1870 y 1913, el comercio de exportación e importación británico


experimentó importantes modificaciones. En ese período disminuyeron las
exportaciones a Europa y a los Estados Unidos en más de un 8%, mientras que se
incrementó en igual proporción la participación de los países periféricos.
Asimismo, las importaciones de materias primas y alimentos desde los Estados
Unidos y los países europeos fueron reemplazadas paulatinamente por las de las
áreas de nuevo poblamiento y países atrasados 6”.

Estados Unidos se fue industrializando y absorbiendo parte de los saldos


exportables agrarias internamente, saldos que antes Gran Bretaña adquiría. Por
eso, Inglaterra comenzó a sustituir a su antigua colonia 7 por otros proveedores.
Uno de ellos será Argentina.

La inserción de Argentina (así como el de otros países) en el comercio mundial


asumiría las características de una relación cada vez más asimétrica. Los países
periféricos ya no eran sólo fuente de materias primas sino también mercados
donde colocar sus mercaderías y capitales excedentes. El dominio ya no era
político como en el Primer Orden Mundial sino económico. 8 Los ciclos económicos
de los países periféricos estarían subordinados a los de los países industriales.
Cuando Inglaterra tenía una fase de acumulación (déficit comercial, grandes
importaciones), los países periféricos tenían una fase de prosperidad basada en la
importación de capitales británicos. “Por el contrario, cuando en Inglaterra se
necesitaban capitales, atraídos éstos por las mayores tasas de interés ofrecidas
por las instituciones financieras británicas, retornaban a su país de origen,
produciendo situaciones de crisis en la periferia. Gran Bretaña, a través de la baja
o suba de la tasa de interés dispuesta por el Banco de Inglaterra, podía así

5
Cortés Conde, Roberto, Historia económica mundial, Editorial Ariel, Buenos Aires,
2.012, p.128
6
Rapoport, op.cit., p.27
7
EEUU se independizó en 1776
8
Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas, El ciclo de la ilusión y el desencanto, Editorial
Emecé, Buenos Aires, 2.010, p.17
controlar los ciclos económicos en su propio beneficio dada su posición
hegemónica en el comercio y las finanzas internacionales 9”.

9
Rapoport, op.cit., p.30
LA ECONOMÍA PREVIA A LA CRISIS

En 1880, Argentina había hecho grandes avances en el proceso de construir la


infraestructura que el modelo económico que la generación del 80’ quería
consolidar en aras de insertarse en el Segundo Orden Mundial.

Las ideas del modelo económico pensado por los hombres de esta generación se
resumen en tres puntos: la constatación de la necesidad de esta inserción en la
división internacional del trabajo especializándose en nuestras ventajas
comparativa (la tierra, que produciría productos primarios), la urgencia por
solucionar la carencia de capital y mano de obra y la idea expandir la frontera
agropecuaria eliminando al indio y unificando el mercado interno 10.

Mitre inició un auge ferroviario ofreciendo a los extranjeros una garantía mínima de
rentabilidad anual del 7%, una legua de tierra a cada lado de la vía, libre
transferibilidad de las utilidades al exterior y exenciones impositivas 11, que se
extendieron hasta 1.947, año en que Perón los nacionalizó. Los ferrocarriles eran
sumamente necesarios para la agricultura, porque en caso contrario, no había
forma de trasladar las cosechas hasta el puerto de Buenos Aires. No había como
en Estados Unidos una red fluvial que posibilitara este traslado.

Sarmiento, Avellaneda y Roca fueron extendiendo la frontera agropecuaria hacia


el sur, ganando tierras a los indios. La Conquista del Desierto de 1880 efectuado
por Julio A. Roca, ministro de guerra de Nicolás Avellaneda, logró avanzar hasta
Río Negro, derrotando definitivamente al indio con ayuda del telégrafo y del fusil
Remington. Alsina, el anterior ministro de guerra también había hecho lo suyo, con
una actitud defensiva: la zanja de Alsina para impedir que los indígenas
recuperaran tierras, aunque esta estrategia fue burlada más de una vez.

Avellaneda se ocupó de atraer a los inmigrantes europeos, castigados por la crisis


de 1.873, para que sean la mano de obra de la agricultura en un país con
abundantes tierras y escasez de población. Las ventajas que ofreció el recién
creado Departamento de inmigración fueron pasaje gratis, alojamiento en el hotel

10
Rapoport, op.cit., p.32
11
Ferrer, op.cit., p.172
de inmigrantes, una ley que los encuadraba y el traslado a una colonia del interior,
si se le adjudicaba uno12.

Cuando Roca asumió la presidencia de 1.880, existía una anarquía monetaria


dado que coexistían múltiples monedas locales (no sólo el Banco Nacional o el
Banco de la Provincia de Buenos Aires emitía sino que también hubo ensayos de
otras provincias) sino también extranjeras (el águila estadounidense, la moneda
boliviana, la corona inglesa, el doblón español, entre otras). Estas monedas iban
variando su cotización acorde a la provincia donde se utilizaban hasta un 25% a
veces13.

En cuanto al sistema financiero éste era muy rudimentario al carecer de un Banco


Central.

A nivel nacional, Sarmiento había creado en 1.872 el Banco Nacional que


rivalizaría con el antes creado Banco de la Provincia de Buenos Aires (ex Banco y
Casa de la Moneda que a su vez había reemplazado al Banco Nacional de
Rivadavia, antes Banco de Descuentos). En 1.885 se fundó el Banco Hipotecario
Nacional.

A nivel provincial, además del Banco de Buenos Aires, se habían creado una serie
de bancos provinciales en la década del setenta. En 1.872 se creó el Banco
Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires 14. Sus cédulas serían adquiridas en
una parte importante por capitales belgas, entre otros inversores.

En 1.881, Roca sanciona la ley 1130 de unificación monetaria por la cual se sacan
de circulación las monedas existentes y se crea un patrón bimonetario: el peso oro
y el peso plata, de curso forzoso en el país. “Los bancos de emisión (el Nacional,
el de la provincia de Buenos Aires, el de Córdoba, el de Santa Fe y el Banco
Otero) debían sustituir sus viejas emisiones de billetes por los nuevos pesos
moneda nacional, que valdrían un peso oro. La flamante Casa de la Moneda
acuñaría piezas por valor de uno y cinco pesos 15”.
12
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.21
13
Olarra Jiménez, Rafael, Evolución monetaria argentina, Editorial Universitaria de
Buenos Aires, Buenos Aires, 1.968, p.31.35-36
14
Olarra Jiménez, op.cit., p.33-34
15
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.47
En 1.883 se adopta el patrón oro, abandonándose la plata (una tendencia mundial
en esos años al descubrirse nuevos yacimientos de ambos metales y poniendo en
crisis al bimetalismo16) y se inicia un período de convertibilidad monetaria que será
breve, ya que la paridad cambiaria fija se deberá romper en 1.885, cuando la crisis
de ese año desate una fuga de oro importante. Surgía así una prima del oro.

“La razón que inducía a esperar una alta tasa de retorno del capital era la
posibilidad de poner en producción los enormes recursos potenciales de la Pampa
Húmeda. Como señala Ferns, comentando la opinión de un dirigente británico, en
1.885 se consideraba que un millón de libras esterlinas colocadas en la Argentina
contribuiría a producir más artículos de venta que un millón de libras invertidas en
cualquier otra parte del mundo17”.

“Tal fue la situación que produjo la gran afluencia de capitales extranjeros, los
cuales sumaron alrededor de 710 millones de pesos oro (£ 140 millones) en los
años 1885- 90, a la República Argentina, cuya población era de 3.4 millones de
habitantes en 1890, Aproximadamente.la mitad de dicha suma fue obtenida por
medio de nuevas emisiones en la Bolsa de Valores de Londres, en tanto que los
inversores británicos suscribieron una considerable proporción de las cédulas
hipotecarias. Además, se habían producido inversiones privadas en empresas y
bienes raíces argentinos18”.

Los principales inversores británicos fueron la Baring Brothers (de larga trayectoria
en el país), la Casa Murrieta (de trayectoria más corta pero con amplios vínculos
con sectores locales) y Morgan (esta última desde mediados de los ochenta,
aunque menos vinculada con nuestro país).

Las cédulas hipotecarias tenían una alta tasa de interés y una doble garantía: “las
tierras hipotecadas y el respaldo del gobierno sobre obligaciones de distintos
bancos de origen estatal (...) fue uno de los instrumentos de especulación más
importantes antes de la crisis de 1890. A diferencia de los empréstitos, cuyo

16
Cortés Conde, op.cit., p.127
17
Rapoport, op.cit., p.48
18
Ford, Alec, (1969). Argentina y la Crisis de Baring de 1890. , Tercera Época, Revista
de Economía y Estadística Vol. 13, No. 3-4: 3º y 4º Trimestre, p.144
interés estaba fijado en pesos oro, el de las cédulas estaba determinado en pesos
papel, por lo que cualquier devaluación afectaba a sus tenedores 19”. Cotizaban
tanto en la bolsa londinense para inversores extranjeros como en la bolsa local
para inversores argentinos.

La razón por la cual se interrumpió la convertibilidad en 1.885, se debió a la


ausencia de un marco institucional sólido en lo financiero y bancario y a la
existencia de intereses poderosos. Nos referimos a los terratenientes y
exportadores que no veían con agrado la estabilidad del tipo de cambio. En
cambio la devaluación, beneficiaba a los exportadores, que verían crecer sus
ingresos en oro al tiempo que sus costos en papel moneda no lo harían e incluso
las deudas hipotecarias de los terratenientes productores de bienes transables se
verían reducidas en términos reales ante al incremento de la prima del oro 20.
Hansen y Pinedo echan la culpa del no sostenimiento de la convertibilidad a la
excesiva emisión mientras que Williams y Ford responsabilizan de esto al
desequilibrio en el balance de pagos, especialmente por los servicios de la deuda
externa. Prebisch corrige el error de Williams, quien sostiene que no hubo
emisiones21. Gerchunoff y Llach sostienen que “las garantías de respaldo no
fueron demasiado estrictas y los bancos de Buenos Aires y el Nacional fueron muy
liberales en la concesión de créditos al sector privado 22”. Ferns cuenta que la
opinión contemporánea la atribuyó “a las inundaciones de 1.884, a la disminución
de la demanda de carne salada y desecada y al hecho de que el ganado que
regularmente se destinaba a la exportación se empleara para abastecer las zonas
fronterizas. También se atribuyó la crisis al inapropiado material rodante del
Ferrocarril Central Argentino que trataba la producción con destino al exterior 23”.

La crisis de 1.885 se dio porque hasta ese momento, entre 1.881 y 1.884, si bien
las importaciones crecieron extraordinariamente, el déficit comercial resultante se
financió con inversiones y empréstitos del exterior. En 1.885, este flujo
19
Rapoport, op.cit., p.50
20
Olarra Jiménez, op.cit., p.45
21
Olarra Jiménez, op.cit., p.43-44
22
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.48
23
Ferns, H.S., Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Ediciones Solar-Hachette,
Buenos Aires, 1.992, p.402
internacional de capitales se detuvo “debido a la pérdida de confianza que se
produjo en el exterior como consecuencia del mayor signo negativo de la balanza
comercial y del sensible aumento de los pagos de intereses y beneficios por los
anteriores préstamos, cuyo cumplimiento empezaba a ponerse en duda (...) El
gobierno argentino llegó a un acuerdo con los banqueros extranjeros y la
confianza se restableció, pero la conversión se suspendió ante la carencia de
metálico, el 13 de octubre de 1.885 y no volvería a reanudarse por más de una
década24”.

El acuerdo mencionado fue hecho por Carlos Pellegrini, ministro de Hacienda


interino. A cambio de un préstamo de 8.400.000 libras esterlinas, el gobierno
nacional se comprometió a no solicitar ninguno más y a depositar cada día parte
de los ingresos de la Aduana para asegurar el pago de intereses y amortizaciones.
Este acuerdo no limitó las deudas que las provincias o los privados podrían
contraer y además volvió a afluir el dinero para obras portuarias y sanitarias 25.

A partir de ese año, coexisten el sistema de papel moneda nacional para las
transacciones internas y el oro o libra esterlina para las transacciones
internacionales.

Respecto al sector agrícola, en 1.878 se había producido la primera exportación


de trigo desde Rosario a Londres, seguido de otras experiencias similares. La
producción cerealera se fue incrementando paulatinamente aunque la mayor parte
se destinaba al mercado interno (al menos hasta 1890) así como tuvo lugar un
nuevo auge ferroviario con Miguel Juárez Celman, sucesor de Julio A. Roca y su
cuñado. El presidente autorizó la construcción de ferrocarriles donde sus amigos
querían que se hiciera. “No menos de 21 compañías de ferrocarriles privados y 3
ferrocarriles del Estado pugnaban por servir a un público de más o menos 4
millones de personas. Esa lucha podría haber tenido alguna consecuencia
benéfica si las compañías ferroviarias se hubieran esforzado en forma seria por
obtener el derecho de prestar servicios” pero no lo hicieron. 26”.

24
Rapoport, op.cit., p.83
25
Ferns, op.cit., p.403
26
Ferns, op.cit., p.410
El sector ganadero, en los ochenta, se vio profundamente modificado por la
aparición del frigorífico. Se comenzó exportando hasta fines del siglo XIX carne
congelada de oveja, por ser este animal más fácil de manejar. La raza ovina
elegida fue la Lincoln, por lo que se dio un proceso de desmerinización. En cuanto
a las vacas, se exportaba ganado en pie hasta 1899, donde Inglaterra cerró sus
mercados a la carne argentina, argumentando un brote de aftosa.

Este presidente realizó una política sumamente expansiva en lo fiscal y el gasto


público creció no sólo por las obras realizadas sino además y particularmente por
el pago de garantías ferroviarias, aunque éstas habían disminuido al 5%, pero
como las inversiones extranjeras en el rubro crecieron extraordinariamente, el
monto de garantías ferroviarias pagadas también.

También sancionó la ley de Bancos Garantidos, basado en la free banking


norteamericana27. La ley estipulaba la creación de múltiples bancos de emisión a
los que se otorgaría la autorización para emitir contra el depósito de oro en la
Oficina de Cambios del Banco de la Provincia de Buenos Aires 28.

Se buscaba con esto hacer frente a las obligaciones externas de Buenos Aires.
Pero las provincias no contaban con ese oro que Buenos Aires presuponía que
tenían y se endeudaron en el exterior de modo excesivo para poder hacerse del
oro y así poder emitir. Pero esta emisión se daría no contra oro sino contra deuda
en oro29. “El crecimiento de la deuda pública entre 1885 y 1889 fue notable. En
ese período, la deuda contraída por las provincias superó los 100 millones de
pesos oro y la de los municipios los 20 millones de la misma moneda” 30. Hacia
1891, la deuda externa era de 879 millones de pesos oro.

Formaron parte del sistema de bancos garantidos, el Banco Nacional, los bancos
provinciales y algunos bancos privados.

Esta emisión fue llegando a niveles importantes, sosteniendo el gasto interno y


dando lugar a una ola desenfrenada de compraventas de inmuebles, títulos y

27
Cortés Conde, op.cit., p.137
28
Olarra Jiménez, op.cit., p.48-49
29
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.49
30
Rapoport, op.cit., p.86
acciones. Esto se refleja en la sostenida suba de la prima del oro 31. También fue
alimentando una inflación. Esto beneficiaba a los productores agropecuarios
porque aumentaba los precios de los productos que vendían, mientras los salarios
y demás costos crecían en menor proporción, incrementándose así su tasa de
rentabilidad32. Por eso, se oponían a cualquier medida de financiamiento que no
sea emisionaria, como por ejemplo, reducción de gastos o incremento de
impuestos33.

31
Olarra Jiménez, op.cit., p.51
32
Ferns, op.cit., p.439
33
Ferrer, op.cit.199
LA CRISIS DE 1.890

Las inversiones extranjeras, particularmente británicas se sostuvieron en 1.888,


año en que empezó a sospecharse que la expansión argentina no se mantendría,
que no se podrían sostener los rendimientos de las acciones y títulos nacionales y
que era mejor retirar las inversiones. El grueso de las inversiones británicas
estaba concentrado en títulos públicos, ferrocarriles y cédulas hipotecarias.

La confirmación final de los temores de los inversores extranjeros se dio a


principios de 1.989 cuando “el gobierno tomó la decisión de pagar parte de sus
deudas en pesos papel, lo que implicaba una pérdida sustancial para sus
acreedores. La confianza se perdió definitivamente 34”.

Ese año 1.889 sería el último en que las inversiones británicas ingresaron,
representando entre el 40 y 50% de las mismas fuera del Reino Unido. El nuevo
medio de inversión eran las cédulas hipotecarias. Se prefería la seguridad antes
que las ganancias de capital en empresas o industrias 35.

El retiro de las inversiones extranjeras empezó a darse en junio de 1.889,


provocando que la prima del oro subiera extraordinariamente. Por ejemplo,
cuando ante el fracaso del empréstito de 3,5 millones de libras esterlinas para la
instalación de un servicio de aguas corrientes en Buenos Aires, la Baring Brothers
quedó con la mayor parte de los títulos emitidos en sus manos, al no encontrar
inversores interesados en Londres, precipitando posteriormente la crisis 36.

Los servicios de la deuda permanecieron rígidos y las importaciones también se


mantuvieron inalteradas, dado que la emisión de los bancos garantidos mantenía
el nivel de las mismas.

“El excedente de pagos con respecto a los cobros produjo también una
exportación neta de oro de 36 millones de pesos oro en 1889, en comparación con
la importación neta de 16.7 millones de pesos del año 1888. Una vez que la prima
del oro comenzó a subir, la especulación se dirigió hacia mantener oro, de modo

34
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.51
35
Ferns, op.cit., p.397
36
Ford, op.cit., p.145
que aceleró el aumento de aquélla. Puesto que las entradas de moneda extranjera
constituían el principal generador de ingresos, su disminución trajo aparejado un
movimiento descendente en los ingresos, los beneficios y la actividad en
general37”.

Los bancos y las empresas débiles empezaron a ver deteriorada su situación,


dándose un gran número de quiebras. Además, las ventas de tierras
disminuyeron. A fines de 1889, el mercado inmobiliario vio explotar la burbuja
especulativa.

Cuando estas noticias se conocieron en Londres, los inversores perdieron interés


en los títulos argentinos, más ante la pasividad del gobierno argentino.

El gobierno, en cambio, se veía claramente perjudicado con esta elevación de la


prima del oro. Por un lado, sus ingresos eran en papel moneda depreciado y
además, al caer las importaciones, ahora encarecidas, su principal recurso fiscal
se vería afectado negativamente. Por otro lado, los servicios en deuda eran en
oro, por lo que se encarecía cada vez más, y esto se agravaba porque el gobierno
empezó a comprar oro para poder pagar sus deudas. El gobierno optó por emitir 38.
La crisis se iba agravando con pérdida de reservas, inflación y depreciación del
papel moneda.

En 1.890, nuevas empresas cerraron. En junio de ese año, el Banco Nacional


anunció por telegrama a la Baring Brothers que suspendía el pago del dividendo
trimestral39. Luego declaró que no podía seguir pagando la deuda. La crisis Baring
se había iniciado poniendo en jaque no sólo a la Baring, segunda compañía
financiera inglesa después de la Rotschild, sino a toda la plaza financiera
londinense40.

“Algunos de los principales bancos se declararon en bancarrota y, una vez


fracasados los intentos para ayudarlos, entraron en liquidación. Finalmente, se
otorgó una moratoria general mientras que el premio del oro llegaba a un pico

37
Ford, op.cit., p.160-161
38
Ford, op.cit., pp. 141-142
39
Ferns, op.cit., p.452
40
Olarra Jiménez, op.cit., p.52
máximo del 364% y la cotización de los títulos y acciones de los bancos y
empresas más importantes declinaban en forma espectacular: las del Banco
Nacional cayeron más de un 90% entre agosto de 1889 y junio de 1891, las del
Banco Constructor llegaron prácticamente a carecer de valor 41”.

La oposición pergeñó el 26 de julio de 1.890, un intento de golpe de Estado


conocido como la Revolución del Parque. Aunque esta revolución se frustró, el
gobierno había muerto, como decían los diarios de la época. Juárez Celman
debió renunciar y Pellegrini no lo acompañó 42.

41
Rapoport, op.cit., p.87
42
Ferns, op.cit., p.454
CAUSAS DE LA CRISIS

Hay diversas explicaciones de la crisis según los distintos enfoques de los autores.

Roberto Cortés Conde tiene un enfoque monetarista de la crisis, aplicando el


modelo de las expectativas racionales. El aumento del crédito y de la oferta
monetaria hacía que el público comprara oro por razones especulativas y esto
obligaba al gobierno a vender oro, agotando las reservas y llevando a una
depreciación cambiaria. Ésta sería la causa de la crisis en lugar del pago de los
servicios de la deuda43.

En cambio, Williams, Prebisch y Ford tienen una visión estructuralista que toma
como eje los desequilibrios en el balance de pagos.

John Williams advierte que los excesivos déficits comerciales, al no ser


compensados con un ingreso de capitales extranjeros, provocaban una
depreciación de la moneda que daba lugar a la crisis, tornando imposible los
pagos de la deuda y el sostenimiento del total de las importaciones. La expansión
monetaria en este caso sería una consecuencia de tal depreciación y no una
causa44.

Raúl Prebisch, “estudió las vinculaciones entre los flujos de capital externo y el
nivel de las exportaciones con la actividad interna y el volumen del medio
circulante, desarrollando una concepción analítica de los ciclos económicos 45”. Por
lo tanto, su explicación apuntaría a la existencia de factores cíclicos originados en
el sector externo. La originalidad del autor radica en la distinción que hace entre
los ciclos económicos argentinos y los mundiales. También advierte que las crisis
argentinas comenzaban cuando el Banco de Inglaterra subía sus tasas de interés.

Aldo Ferrer habla de una crisis de crecimiento, en el sentido que las inversiones
efectuadas por los extranjeros requerían un cierto tiempo que los inversores no
estuvieron dispuestos a dar. Por tanto, la crisis se debería a que los capitales se
retiraron antes que maduren las inversiones 46.
43
Ferrer, op.cit., p.219
44
Rapoport, op.cit., p.91
45
Rapoport, op.cit., p.91
46
Ferrer, op.cit., p.219
El ajuste automático del patrón oro suponía que, como ya se vio anteriormente, al
salir el oro (déficit externo), las importaciones caerían logrando el equilibrio de la
balanza de pagos. El patrón oro en nuestro país no se ajustó a la teoría. Y si bien
las importaciones cayeron, los servicios de la deuda siguieron siendo rígidos, justo
en la parte descendente del ciclo económico 47. Como sostiene Ford, los
mecanismos del patrón oro a través de los precios no se daban y por eso toma a
las exportaciones como una variable exógena del modelo, dependiente de la
demanda externa y con precios internacionales únicos al tratarse de productos
primarios. En cambio, las importaciones dependían del ingreso nacional, que a su
vez dependía de las exportaciones y éstas, del nivel de ingreso europeo 48.

Alec Ford coincide con Ferrer49 en que la crisis fue de desarrollo, de acuerdo al
siguiente modelo:

a) “Los fondos que los gobiernos y empresas argentinas obtuvieron en el


extranjero adoptaron en su mayor parte la forma de empréstitos a interés
fijo y, por consiguiente, involucraban el pago inmediato de un servicio fijado
en oro, a excepción de las cédulas (o títulos hipotecarios) cuyo interés se
estipulaba en pesos papel.
b) Los proyectos de inversión financiados mediante los préstamos solicitados
al extranjero -particularmente la construcción de ferrocarriles y.
mejoramiento de las tierras- promovieron una producción creciente de
bienes exportables, pero a causa de su lenta maduración no consiguieron
que el volumen y el valor de las exportaciones aumentaran "pari passu" con
el monto de los intereses de la deuda externa 50”.
c) Mientras los fondos continuaron afluyendo desde el extranjero, no hubo
inconvenientes para pagar las importaciones y los servicios de deuda
externa. Pero una vez que cesó la corriente de préstamos, tuvieron que ser
pagados con las exportaciones solamente, y éstas no alcanzaron para
47
Ferrer, op.cit., p.223
48
Rapoport, op.cit., p.93
49
En realidad, habría que decir que Ferrer coincide con Ford, quien escribió y estudió
sobre el tema antes
50
Ford, A. (1969). Argentina y la Crisis de Baring de 1890. , Tercera Época, Revista de
Economía y Estadística Vol. 13, No. 3-4: 3º y 4º Trimestre, pp. 134-135
cubrir las necesidades de pago porque aún no se habían expandido lo
suficiente, lo que implicaba o bien una baja considerable en las
importaciones, o la suspensión del pago de los servicios de la deuda, o una
combinación de ambas medidas. Generalmente se prefería la primera, pero
1.890 fue la excepción a la regla51.

A largo plazo, una vez terminados los proyectos de inversión (por ejemplo, en
ferrocarriles), la expansión de las exportaciones posibilitaría una expansión
importadora amén de la amortización de la deuda. Si el papel moneda estuviera
depreciado, y por tanto, la prima del oro subiera, el proceso de expansión
exportadora se aceleraría.

Ésta subió después de la crisis de 1.885: en 1886 la prima del oro fue 100, en
1890 la prima subió a 181, en 1892 fue de 239, y de 257 en 1894. Recién en 1896,
la prima del oro se redujo, según datos de Williams 52. Es decir, que los
exportadores siempre se mostrarían reticentes a cualquier medida que detuviera el
alza del oro.

Ford muestra a través de un extenso análisis que la crisis es de desarrollo en


parte, pero que otra parte de la crisis de 1.890 se explica por la caída de precios
agropecuarios que tuvo lugar ese mismo año y que impidió el pago de la deuda.
Esto es afirmado por Ford, al margen de que reconoce que la administración de
Juárez Celman tomó empréstitos en exceso y que había comportamientos
corruptos en el gobierno y en el comercio. En esta línea, la discrecional política
crediticia del Banco Nacional y de los bancos hipotecarios junto con la política
ferroviaria del gobierno nacional fueron factores que simplemente expandieron la
crisis pero no la provocaron53.

Ferns también sostiene que “el hecho de que el arribo de las inversiones
extranjeras precediera el incremento productivo y físico en un considerable

51
Ferrer, op.cit., p.218-219
52
Ford, A. (1969). Argentina y la Crisis de Baring de 1890. , Tercera Época, Revista de
Economía y Estadística Vol. 13, No. 3-4: 3º y 4º Trimestre, pp. 139-140
53
Ford, op.cit., p.158-160
espacio de tiempo, ayuda a explicar sólo en parte la súbita detención de la
afluencia de capitales que precipitó la crisis Baring de 1.890 54”. Para él los factores
políticos fueron cruciales. Las autorizaciones concedidas para la construcción de
ferrocarriles donde los amigos del gobierno lo desearan, sin relación con las
posibilidades productivas, forzaron a las compañías ferroviarias a dejar de invertir
en locomotoras y vagones, para hacerlo en extensiones de líneas con el fin de
excluir a otra compañía rival u obtener beneficios garantizados de un gobierno
ansioso de complacer a sus amigos fomentando la construcción de ferrocarriles en
regiones donde aquéllos poseían tierras. Esta fiebre ferroviaria, a su vez, empujó a
un aumento del valor de las tierras atravesadas por estas redes. De este modo, el
favoritismo de Juárez Celman socavó la confianza de los inversores extranjeros en
la Argentina y precipitó la crisis de Baring 55.

En oposición a Ferns, Rory Miller duda de que la mala administración del gobierno
de Juárez Celman haya sido la causa primaria de la crisis, aunque los funcionarios
del gobierno pudieron haber contribuido secundariamente con su
irresponsabilidad56. En 1890, afirma Miller, hubo pánico en Europa por razones
totalmente ajenas a la política económica argentina, tales como, por ejemplo, el
fracaso del proyecto de Ferdinand de Lesseps del canal de Panamá y la situación,
cercana a la bancarrota, del banco de depósitos francés Comptoir National
d'Escompte, luego de un intento por controlar la oferta mundial de cobre. Estas
razones ajenas a la Argentina afectaron la confianza de los inversores, haciendo
mucho más dificultoso que a principios de la década de 1880 la obtención de
préstamos para este país. Finalmente, Miller remarca que Baring Brothers cometió
dos errores fatales: imprudentemente intentó monopolizar las concesiones en la
Argentina y lanzó proyectos de inversión demasiado rápidamente, sin asegurar
sus inversiones de capital. Baring  sobrextendió sus negocios, de modo que, aun
sin la ayuda de las autoridades argentinas, igualmente se hubiese producido su
colapso.57. 
54
Rapoport, op.cit., p.48
55
Ferns, op.cit., p.419
56
Miller, Rory, Britain and Latin America in the nineteenth and twentieth Centuries,
London and New York, Longman, 1.993, p.154
57
Miller, op.cit., p.174-178
Por su parte, Carlos Díaz Alejandro sostiene que fue uno de los ciclos de
depresión, típicos de economías exportadoras como la argentina, que
recurrentemente frenaron su expansión económica entre 1862 y 1930 (los otros
ciclos de depresión económica ocurrieron en 1875-1876 y en 1914-1917). Estos
ciclos se iniciaron debido a sequías, cambios en la demanda de mercancías en los
mercados mundiales y fluctuaciones en la inversión extranjera. Estos shocks
exógenos no tuvieron demasiada respuesta por parte de las políticas económicas
internas58.

Díaz Alejandro, Carlos F., Ensayos sobre la historia económica argentina, Editorial
58

Amorrortu, Buenos Aires, 2.002, p.23


SOLUCIÓN DE LA CRISIS

Quien asumió la presidencia luego de la renuncia de Juárez Celman, fue su


vicepresidente Carlos Pellegrini, quien accedió al cargo “una vez que un grupo de
banqueros y hombres de negocios suscribió un empréstito interno por 16 millones
de pesos para afrontar el compromiso con los acreedores extranjeros. Un mes
después se autorizó por ley una emisión de 60 millones de pesos para el Banco
Hipotecario Nacional, el Banco Nacional y la Municipalidad porteña, pero se
cambiaron esos destinos y fueron convertidos en oro y transferidos a la Baring 59”.
En octubre otro préstamo también se envió a Londres.

Pero para arreglar definitivamente el tema se debía renegociar la deuda. Para ello
se envió a Victorino de la Plaza para negociar una moratoria con Lord Rotschild, a
cargo del comité de acreedores.

Este comité dividió a la Baring Brothers en dos. Una parte se quedó con los
pasivos y se declaró en quiebra. La otra parte se quedó con los activos para que
renegocie con Argentina la deuda.

Francia colaboró con el Banco de Inglaterra para detener la crisis Baring


comprando con oro la libra esterlina60.

De la Plaza firmó una moratoria en mayo de 1.891, llamada Consolidación


Morgan, un empréstito que sustituía a los anteriores poniendo como garantía los
impuestos aduaneros, que debían enviarse a Londres. Además, debía
nacionalizarse la Compañía de Aguas Corrientes, empresa extranjera en quiebra.
La oposición hizo que no se concretara esta moratoria, por lo que el gobierno de
Pellegrini terminó sin que se pudiera solucionar el tema 61.

Se ha responsabilizado de la Baring a Argentina. Pero como el mismo Ferns ha


demostrado posteriormente, rectificando su posición original, la Baring había sido
imprudente en sus créditos y se había involucrado en un contrato con la Compañía

59
Rapoport, op.cit., p.87
60
Cortés Conde, op.cit., p.131
61
Rapoport, op.cit., p.88
de Aguas Corrientes de Buenos Aires, empresa de la que en realidad eran
dueños62.

En el plano interno, Pellegrini tendrá más éxito para acabar con la crisis de
inflación, a través de la aplicación de medidas ortodoxas.

Se procederá a disolver los bancos garantidos y a liquidar al Banco Nacional, al


que todos acusaban como el mayor responsable de la crisis por su irresponsable
emisión. En 1.891, en su lugar, se crea el Banco de la Nación Argentina, que será
mucho más prudente en su política monetaria 63.

Además, aplicará políticas fiscales contractivas. Respecto del gasto público, será
reducido drásticamente, despidiendo 1.500 empleados públicos, reduciendo a la
mitad el presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores, cancelando ventas
fraudulentas de tierras y reduciendo determinadas obras públicas por ser
costosas.

Respecto de los impuestos, creará algunos impuestos internos al consumo de


determinados bienes y aumentará los aranceles de importación, obligando a pagar
el 50% en oro, estableciendo un impuesto a los depósitos bancarios y
restableciendo los gravámenes a la exportación 64 suprimidos en 1.887.  El
impuesto a los depósitos en bancos extranjeros, el aumento de las patentes de
licencia de compañías de seguros extranjeras, y la prohibición de aumentar los
precios de las compañías de tranvías y de gas, generaron inquietud en el Foreign
Office, pero sus juristas recomendaron una actitud pasiva, alegando que el tratado
de 1825 nada establecía sobre compañías por acciones, compañías de seguros u
otras compañías y que la medida del 2% sobre depósitos se aplicaba a todos los
bancos extranjeros y no sólo a los británicos, además de que esta medida era
similar a otras de Francia y Grecia65. 

62
Rapoport, op.cit., p.88
63
Olarra Jiménez, op.cit., p.54-55
64
Gerchunoff y Llach, op.cit., p.51
65
Ferns, op.cit., p.464
Además creará en 1.890 la Caja de Conversión, aunque ésta recién se pondrá en
funcionamiento en 1.899, cuando afluyan hacia nuestro país gran cantidad de
divisas que sostengan la convertibilidad. La misma se sostendrá hasta 1.914 66.

Cuando Luis Sáenz Peña, en 1.892, asume la presidencia, saca de las


negociaciones externas a De la Plaza, a quien se consideraba amigo de los
intereses británicos y se coloca en su lugar a Juan José Romero, quien acordaría
una nueva moratoria conocida como Arreglo Romero de julio de 1.893 67. “Hubo
una reducción de los intereses de varios títulos, se estableció un único monto a
abonar en cuotas anuales iguales de 1.500.000 libras esterlinas que se estimaba
podían pagarse y se postergaron los pagos de intereses y amortizaciones por
varios años68” (las amortizaciones hasta 1.901 y los intereses hasta 1.898). Se
suspendieron todas las garantías ferroviarias de ahí en adelante.

Desde 1.891 después de muchísimos años de déficit comercial, las exportaciones


superaron a las importaciones, no sólo por contracción de las importaciones
debido a la recesión y a la falta de divisas sino también por expansión de las
exportaciones.

En todo intento de comprender cómo se solucionó la crisis, Ferns argumenta que


los bajos salarios reales pagados a los trabajadores en campos de trigo,
ferrocarriles, mataderos y corrales. Su trabajo “produjo los bienes vendibles que a
la postre permitieron al gobierno argentino y a las compañías ferroviarias
satisfacer a las clases inversoras o a una decisiva parte de ellas. El trabajo vino a
ser una fuerza barata en una época en que la naturaleza se mostró amable 69”.

En 1.894 la producción de cereales aumentó extraordinariamente, siendo dos


veces y media superior a la de 1.891, cuando había alcanzado su máximo. Las
exportaciones se cuadruplicaron en ese período. Pero los bajos precios de 1.890
en adelante, neutralizaron el avance cuantitativo. En realidad, los bajos precios ya
se estaban dando una década antes de 1.880.

66
Olarra Jiménez, op.cit., p.53.57
67
Ferns, op.cit., p.470
68
Rapoport, op.cit., p.88
69
Ferns, op.cit., p.447
Las exportaciones de maíz, que habían llegado a un máximo en 1.890 y se vieron
restringidas por condiciones climáticas adversas en los años siguientes, se
terminaron triplicando en 1.896 cuando el clima se tornó más favorable. Desde
1.896, el volumen de exportaciones posibilitó el incremento de las exportaciones
del que estamos hablando, ya que los precios siguieron deprimidos hasta fines de
siglo.

“Sin la construcción del ferrocarril nada de esto habría sido posible. Por otra parte,
el aumento registrado por la producción y la exportación de productos ganaderos
quedó empequeñecido ante el incremento en la de los cereales. Fue así como el
crecimiento económico se atribuyó más al pequeño agricultor (con frecuencia
inmigrante) que al acaudalado estanciero 70”.

“Cuando en 1.895 se reanudó la corriente de préstamos, la situación de la balanza


de pagos difería radicalmente de la del período 1881-1890. Ahora, según Williams,
el balance de préstamos, debido a la fuerte carga de la deuda externa, resultaba
negativo, mientras que el saldo de la balanza comercial tenía un signo
crecientemente positivo y compensaba por demás el desnivel financiero 71”.

Es entonces desde 1.895 que la prima del oro comienza a declinar, habiendo
llegado ese año a su máximo, por lo cual se produce una valorización del peso, es
decir, una apreciación cambiaria. Esto perjudicaba a los exportadores y
terratenientes que cobraban en oro sus exportaciones y beneficiaba a quienes
tenían ingresos en papel moneda, por ejemplo, los asalariados. Por eso, los
primeros presionarán al gobierno para que tome medidas que aseguren un tipo de
cambio elevado que los beneficie, como en 1.866, 1.899 y 1.927 72. Será Roca
quien en su segunda presidencia, a través de la Ley de Conversión, ponga en
funcionamiento la Caja de Conversión creada por Pellegrini en 1.890 y establezca
una paridad fija (un peso papel = 0,44 de oro sellado) 73.

70
Ford, op.cit., p.150
71
Rapoport, op.cit., p.89
72
Ferrer, op.cit., p.198
73
Rapoport, op.cit., p.90
CONCLUSIÓN

Tras el análisis acerca de cómo se fue configurando la crisis Baring de 1.890,


podemos afirmar que estamos en un todo de acuerdo con la tesis de Ford, que
postula que la crisis es explicada en gran parte por el defasaje entre las
inversiones realizadas y la maduración de las mismas en términos de
exportaciones. Es decir, que adherimos a la idea de una crisis de desarrollo que
se vio reforzada por la caída de los precios agropecuarios internacionales
imposibilitando el pago de la deuda.

No es que neguemos el imprudente manejo económico del gobierno en lo


monetario, crediticio y fiscal pero no parece ser ésta la causa principal sino que
simplemente reforzó la crisis y la agravó.

Es importante también notar la influencia en la afluencia o no de los capitales


extranjeros en las fases del ciclo económico. El modelo primario exportador tenía
una limitante importante y es que la necesidad de importar (en ausencia de una
industria) depende de la capacidad de importar, dada por las exportaciones (que a
su vez depende sólo de la demanda externa y por tanto de la situación económica
europea) y por la afluencia de inversiones y préstamos desde el exterior que
contribuyesen a ir construyendo los puertos, ferrocarriles, silos, compañías de
seguros, bancos y toda la infraestructura necesaria para poder exportar lo
producido internamente. Y estos empréstitos hacían necesario luego poder
pagarlos con otros empréstitos hasta que las exportaciones crecieran lo suficiente
para cancelar los servicios financieros. Pero esto no ocurrió aún en 1.890 sino
hacia fines del siglo XIX, de ahí el surgimiento de la crisis. El clima y los precios
tampoco contribuyeron a fomentar las exportaciones.

La recuperación vino de la mano de un muy buen clima, bajo costo de la mano de


obra, una mayor demanda y una mayor producción y exportación tras la
consolidación de la red ferroviaria.

Finalmente, hay que recalcar el hecho que las crisis estaban siempre vinculadas a
una depreciación y a una emisión que era alentada por los grupos económicos con
contactos con el gobierno: los terratenientes productores y los exportadores de
productos primarios. Por lo cual, podemos afirmar que tienen un cierto grado de
co-responsabilidad en el desencadenamiento de la crisis Baring, aunque no
tengan la mayor responsabilidad.
BIBLIOGRAFÍA

1- Ford, Alec, (1969). Argentina y la Crisis de Baring de 1890, Tercera


Época, Revista de Economía y Estadística Vol. 13, No. 3-4: 3º y 4º
Trimestre
2- Rapoport, Mario, Historia económica, política y social de la Argentina
(1880-2003), Editorial Emecé, Buenos Aires, 2010
3- Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas, El ciclo de la ilusión y el desencanto,
Editorial Emecé, Buenos Aires, 2.010
4- Olarra Jiménez, Rafael, Evolución monetaria argentina, Editorial
Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1.968
5- Ferrer, Aldo, La economía argentina, Fondo de cultura económica,
Buenos Aires, 2.010
6- Miller, Rory, Britain and Latin America in the nineteenth and twentieth
Centuries, London and New York, Longman, 1.993
7- Ferns, H.S., Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX, Ediciones Solar-
Hachette, Buenos Aires, 1.992,
8- Cortés Conde, Roberto, Historia económica mundial, Editorial Ariel,
Buenos Aires, 2.012
9- Díaz Alejandro, Carlos F., Ensayos sobre la historia económica argentina,
Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 2.002

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