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La necesidad de Modelos Pedagógicos propios como símbolo de
resistencia a la occidentalización de la educación para la infancia de
la población indígena en Colombia y América Latina
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un término de moda que se aplica en diferentes contextos y con intereses socio -
políticos totalmente opuestos a su verdadero significado.
Teniendo en cuenta lo anterior, la interculturalidad se abordará desde tres miradas
diferentes. En primer lugar, Walsh, C. (2010, p. 3) menciona en su artículo, lo referente
a la interculturalidad relacional, la cual permite “contacto e intercambio entre culturas,
es decir, entre personas, prácticas, saberes, valores y tradiciones culturales distintas, lo
que podría darse en condiciones de igualdad o desigualdad”. De acuerdo a lo anterior,
esta clase de interculturalidad permite la interacción entre diferentes colectividades lo
que deriva en un mestizaje, donde se perciben sincretismos que hacen parte de la
complejidad histórica de los pueblos indígenas en Latinoamérica. Pero también oculta
las problemáticas que genera la presente y continua colonización, como son: conflictos
de poder y dominación, dejando así relegadas las relaciones individuales.
En segundo lugar, se encuentra la interculturalidad funcional que consiste en reconocer
las diferencias entre culturas y la diversidad con el objetivo de incluirlas en un modelo
hegemónico establecido. Tubino (2005) afirma, que la interculturalidad es funcional al
sistema neoliberal en tanto que permite un dialogo, tolerancia y convivencia entre las
colectividades; pero no irrumpe en las desigualdades sociales existentes. La
interculturalidad funcional, es utilizada como una estrategia para incluir a los diferentes
sectores de la sociedad, que han sido excluidos durante la historia, en un modelo
neoliberal con la finalidad de mantener el estatus quo; esta es una nueva forma de
dominación y control étnico. Por ello, en los años 90 nacen políticas educativas que
permiten la “inclusión” de estos pueblos, entendiendo la educación como una manera
de dominación al servicio del modelo hegemónico imperante.
En tercer lugar, encontramos la interculturalidad crítica, la cual está pensada para lograr
una igualdad social y reconocimiento del “otro” desde abajo. Esta clase de
interculturalidad no se centra en la diversidad de los pueblos y tampoco en la historia
oficial la cual ubica al blanco en la cima de la pirámide social y a los afrodescendientes,
campesinos y pueblos indígenas en la base de esta. La interculturalidad crítica
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comprende que el concepto de diversidad emerge como respuesta a un modelo de
poder jerarquizado impuesto desde la colonización. Siguiendo esta línea, Walsh, C.
(2010) afirma que;
“la interculturalidad crítica se entiende como una herramienta, como un proceso y
proyecto que se construye desde la gente -y como demanda de la subalternidad-,
en contraste a la funcional, que se ejerce desde arriba. Apunta y requiere la
transformación de las estructuras, instituciones y relaciones sociales, y la
construcción de condiciones de estar, ser, pensar, conocer, aprender, sentir y
vivir distintas.” (pág. 4).
La interculturalidad crítica no se ha materializado aún, es un proceso que se debe
iniciar en cada rincón de Latinoamérica partiendo del respeto, la legitimidad e igualdad;
por ello es importante comprenderla para su construcción, pues debe intervenir en
diferentes ámbitos como: “el político, social, ético y epistémico -de saberes y
conocimientos-, que afirma la necesidad de cambiar no sólo las relaciones, sino
también las estructuras, condiciones y dispositivos de poder que mantienen la
desigualdad, inferiorización, racialización y discriminación.” (Pág. 4).
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entre sujetos que pertenecen a diferentes culturas con características específicas, a
diferencia de lo implementado en el aula en la actualidad, donde la educación
intercultural está fundamentada en una mirada eurocéntrica para conveniencia del
Estado, invisibilizando la historia y conocimientos propios de los pueblos originarios de
Latinoamérica.
En los años 80, como resultados de las luchas étnicas, se empieza a relacionar el
término intercultural con la educación; por ende:
“La adopción del término intercultural -utilizado primero en los países andinos-
fue asumido no como deber de toda la sociedad, sino como reflejo de la
condición cultural del mundo indígena, preparando al educando para actuar en
un contexto pluricultural marcado por la discriminación de las etnias indígenas”
(Chodi, 1990, citado en Walsh, C 2010).
Teniendo en cuenta lo anterior, el vocablo intercultural; en primer lugar, cobra un
sentido de lucha política desde el reconocimiento de las culturas indígenas, sus
saberes, sus tradiciones y legado que a lo largo de la historia fueron negados y
subalternizados, y en segundo lugar, la educación intercultural también hace parte de
un aparato ideológico y político, instrumentalizado por la institución educativa; es decir,
responde a una interculturalidad funcional como ya se explicó anteriormente.
En los años 90, emergen distintas reformas en los países Latinoamericanos como
resultado de las luchas indígenas para el reconocimiento de las múltiples culturas;
garantizando así la igualdad y protección los pueblos indígenas ante la ley de cada
país. Pero la verdadera razón de dichas reformas constitucionales responde a las
políticas neoliberales que se empiezan a implementar en la región con el claro objetivo
de incluir en un mercado capitalista, a los “excluidos” por la historia.
De lo anterior, es necesario enfatizar cómo el vocablo interculturalidad ha sido
instrumentalizado por el Estado para sus fines políticos. Es necesario promover un
proyecto intercultural crítico que permita la descolonización de la educación no sólo
para los pueblos indígenas sino también para todas las colectividades de
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Latinoamérica; una educación que permita reconocer que cada sujeto tiene una familia,
unas costumbres, una historia y unos conocimientos propios; para ello se debe
intervenir los contenidos eurocéntricos que se imparten en las aulas de clase, los cuales
desconocen la historia de América Latina y parten de una historia universal que solo
responde a Europa.
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CONCLUSIONES
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Referencias