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1 CTO Oftalmología
1 CTO Oftalmología
Capítulo 3: Párpados
Alteraciones inflamatorias: se conocen en común como blefaritis. Consisten en una inflamación crónica del borde
palpebral que suele acompañarse de conjuntivitis (blefaroconjuntivitis). Existen dos formas: eccematosa y ulcerosa,
ambas con hiperemia del borde palpebral, madarosis (pérdida de pestañas), y a veces triquiasis (crecimiento de las
pestañas en dirección al globo ocular).
a. Blefaritis anteriores: son la blefaritis eccematosa asociada a dermatitis seborreica. Hay escamas blanquecinas
englobando las raíces de las pestañas, causa madarosis y se asocia a conjuntivitis crónica. La blefaritis ulcerosa es la
inflamación supurada, aguda o crónica, de los folículos de las pestañas. Predispuestos los pacientes con dermatitis
atópica.
b. Blefaritis posteriores: aparecen en pacientes con acné rosácea y pueden mostrar hipersecreción.
c. Orzuelo: infección estafilocócica aguda de las glándulas de Zeiss, Moll o Meibomio. Tiene lugar una inflamación local
que evoluciona a la formación de un absceso, drenando a la piel o a la conjuntiva de manera espontánea. Se trata
con compresas calientes, antibióticos, antiinflamatorios locales y drenaje quirúrgico si se precisa.
d. Chalazión: inflamación granulomatosa crónica de las glándulas de Meibomio, con retención de secreciones. Se palpa
un nódulo duro en el tarso, no desplazable e indoloro a la presión. El tratamiento consiste en corticoides
intralesionales o cirugía si no se resuelve.
Alteraciones en la posición:
a. Ectropión: el borde del parpado se encuentra dirigido hacia afuera. Es más frecuente en párpado inferior. Puede ser
congénito, senil, paralítico o cicatrizal. Al perder contacto el párpado y el punto lagrimal con el globo, el drenaje de
la lágrima se dificulta, apareciendo epifora. El tratamiento es quirúrgico. “párpado caído”.
b. Entropión: el borde del párpado está dirigido hacia dentro. Puede ser congénito, senil, espástico o cicatrizal. Las
pestañas se dirigen hacia adentro (triquiasis) irritando la córnea y llegando a producir úlceras. El tratamiento es
quirúrgico.
c. Ptosis: es la caída del párpado superior por debajo de su altura habitual. Puede ser congénita o adquirida, dentro de
las causas adquiridas: neurógena (por afección del NC III o por afectación simpática del músculo de Müller en el
síndrome de Horner), miógena (en miastenia gravis o enfermedad de Steinert) y traumática (laceraciones del
músculo o de la aponeurosis).
d. Lagoftalmos: es la incapacidad para el cierre palpebral por falta de función del orbicular, es secundaria a la parálisis
periférica del facial. Puede producir queratitis de exposición.
e. Blefaroclasia: formación de bolsas en los párpados superiores por pérdida de la rigidez del septum palpebral por la
edad, con protrusión de grasa orbitaria hacia adelante. Solo se trata por motivos estéticos.
Patología tumoral:
- Tumores benignos:
a. Epiteliales: papilomas, xantelasmas (placas amarillentas bilaterales, cerca del ángulo interno formadas por
células cargadas de lípidos).
b. Vasculares: hemangiomas -> son manchas color rojo brillante congénitas e indoloras formadas por capilares
dilatados que regresan espontáneamente.
c. Nerviosos: neurofibromas en la NF1.
d. Pigmentarios: nevos.
- Lesiones precancerosas:
a. Queratosis senil: en zonas expuestas a la luz solar.
b. Xeroderma pigmentoso: enfermedad hereditaria rara. Aparecen muchas pecas en zonas expuestas al sol,
seguidas de telangiectasias, placas atróficas y tumoraciones verrugosas que pueden derivar en carcinomas.
- Tumores malignos:
a. Epiteloma basocelular: 90% de los tumores malignos del párpado. Se ve como nódulo indurado que se umbilica
y se ulcera.
b. Carcinoma espinocelular: supone el 5% de los tumores. Más frecuente en varones.
c. Adenocarcinoma: puede afectar las glándulas de Zeiss y de Meibomio. Tiene aspecto similar a un chalazión. Se
debe sospechar en casos de reaparición de chalazión posterior a su exéresis quirúrgica.
d. Melanoma: se debe sospechar cuando aumente de tamaño, se vuelva más pigmentado o hiperémico un nevo.
Capítulo 4: Órbita
- Enoftalmos: es el desplazamiento del globo ocular hacia atrás. Es poco frecuente. Puede ser debido a atrofia de la
grasa orbitaria, traumatismo o infección.
- Proptosis/exoftalmos: es el desplazamiento del globo hacia adelante. Se trata de una protrusión anormal de uno o
de ambos ojos debida a la presencia de una masa orbitaria, anomalía vascular o de un proceso inflamatorio.
Oftalmopatía tiroidea: es la causa más frecuente de exoftalmos tanto bilateral como unilateral en adultos. La forma
típica aparece en pacientes con enfermedad de Graves-Basedow. Este síndrome ocular puede a parecer en pacientes
eutiroideos, hipertiroideos o hipotiroideos como signo más precoz de tirotoxicosis incipiente.
En la clínica se distinguen dos formas:
a. Tirotóxica (hipersensibilidad a catecolaminas): exoftalmos moderado depresible, asociado a síndrome hipertiroideo
sistémico, mínimo componente de oftalmoparesia, hay edema del contenido orbitario.
b. Maligna (inflamación orbitaria autoinmunitaria: exoftalmos irreductible grave, la función tiroidea puede ser normal
o baja. Hay oftalmoplejía progresiva, edema, hiperpigmentación palpebral, quemosis, neuropatía óptica y gran
infiltración y fibrosis de grasa.
Se puede asociar a síndrome de retracción palpebral (signo de Dalrymple). El diagnóstico se realiza por los signos clínicos
y por las exploraciones complementarias.
En caso de la oftalmopatía maligna -> se trata con corticoides en bolos para el exoftalmos y las alteraciones de los
músculos extroculares.
Celulitis orbitaria: es una inflamación aguda de los tejidos orbitarios de etiología infecciosa, generalmente propagada
desde los senos paranasales o de infecciones o heridas en la piel ocular. Más frecuente en la infancia. Los gérmenes más
comunes son: Staphylococcus aureus, Haemophilus influenzae y estreptococos. En el cuadro clínico se distinguen dos
formas: la preseptal en la que la inflamación solo afecta al tejido palpebral subcutáneo sin alteración de la motilidad ni
de la agudeza visual. Y la forma orbitaria, más grave, en la que existe compromiso de las estructuras de la órbita.
La celulitis orbitaria constituye la causa más frecuente de exoftalmos en la infancia. Hay exoftalmos unilateral
importante, no reductible, edema palpebral, quemosis conjuntival, alteración de la motilidad ocular, dolor periocular y
alteraciones de la visión. Cuando es una enfermedad grave puede dar lugar a trombosis del seno cavernoso.
El tratamiento consiste en antibiótico terapia intravenosa e ingreso hospitalario.
Tromboflebitis del seno cavernoso: es una complicación grave de infecciones orbitarias y de otras infecciones regionales
(senos paranasales, dientes, garganta, forúnculos faciales).
Clínica: es un cuadro de instauración violenta con exoftalmos rápido, axial y grave, que con frecuencia se hace bilateral.
Asimismo, hay edema palpebral, quemosis, parálisis ocular parcial o total de los NC III, IV y VI. Dolor ocular y regional.
El paciente presenta afectación general grave. Se trata con antibioticoterapia precoz y enérgica, cultivos de nasofaringe,
de conjuntiva y hemocultivo.
Fístula carótido-cavernosa: es la rotura de la arteria carótida interna o de sus ramas dentro del seno cavernoso,
creándose una fístula arterio-venosa con gran aumento de presión en el seno, que se transmite a todas las venas que
llegan al mismo -> causa gran dilatación venosa y robo de sangre de la arteria oftálmica. Es más frecuente la etiología
traumática.
La clínica depende de la cuantía de la fístula. Cursa con exoftalmos axial de instauración rápida, pulsátil, con vasos muy
congestivos y dilatación venosa retiniana. Es característico el aumento de la PIO. El paciente refiere dolor, diplopía,
déficit visual y percepción de ruido pulsátil intracraneal.
El tratamiento depende del flujo, en ocasiones se resuelven de manera espontánea y en ocasiones se precisa de cirugía.
Tumores orbitarios:
a. Infantiles: gliomas del nervio óptico (histológicamente benignos de comportamiento maligno por afectar el quiasma,
hipotálamo o 3er ventrículo), rabdomiosarcomas, tumores quísticos y tumores metastásicos (neuroblastoma,
sarcoma de Ewing y nefroblastoma).
b. Adulto: tumores vasculares, linfoides, meningiomas, propagados de senos paranasales o derivados de glándulas
lagrimales.
Frecuencia -> benigno en niño hemangioma y maligno rabdomiosarcoma, benigno en adulto hemangioma cavernoso y
maligno linfoma.
Pseudotumor inflamatorio: es causa de exoftalmos. Es un cuadro inflamatorio orbitario, generalmente idiopático, pero
se puede asociar a enfermedades inmunitarias sistémicas. Se diagnostica por exclusión, una vez descartados el tiroideo,
vascular y tumoral. Se recomienda realizar biopsia orbitaria para realizar su diagnóstico. Es la segunda causa de
proptosis en niños y adultos. Su respuesta a corticoesteroides suele ser muy buena.
Capítulo 6: Conjuntiva
La conjuntiva es una mucosa delgada y transparente que tapiza la superficie interna de los párpados y la cara anterior de
la esclera. Las dos patologías más comunes son la conjuntivitis y las proliferaciones conjuntivales.
El cuadro clínico de la conjuntivitis consiste en sensación de cuerpo extraño, picor o escozor SIN DOLOR NI AFECTACIÓN
VISUAL. Dentro de los signos clínicos se encuentra hiperemia conjuntival, secreción (purulenta, serosa o mucosa) y en
algunos casos respuesta celular como papilas, folículos o flicténulas.
Conjuntivitis infecciosas:
Conjuntivitis bacterianas: la mayoría de las etiologías bacterianas están producidas por estafilococos que dan secreción
purulenta -> S. aureus (el más frecuente), S. epidermidis (saprófito), S. pneumoniae (en niños) y H. influenzae (en niños
<5 años). Dentro de la clínica cursa con secreción purulenta o mucopurulenta con formación de lagañas, así como
dificultad para despegar los párpados por la mañana. Hay hiperemia e inyección conjuntival, sensación de cuerpo
extraño o picor. No duele ni causa disminución de la agudeza visual. El tratamiento ideal sería en base a cultivo y
antibiograma, pero el resultado es tardado, se reserva para casos graves, recidivantes o resistentes. Se usan antibióticos
en colirio y en pomada en la noche (sulfacetamida, cloranfenicol, gentamicina, tobramicina o neomicina-polimixina-
bacitracina).
Conjuntivitis del recién nacido:
a. Conjuntivitis gonocócica del recién nacido: aparece entre el 2-4to día del nacimiento con quemosis y gran
producción de pus. Si no se trata puede llegar a ulceración, perforación corneal con pérdida ocular. Se trata con
eritromicina tópica y ceftriaxona sistémica.
b. Conjuntivitis estafilocócica y neumocócica: cuadro clínico similar pero el pus es más amarillento y hay reacciones
ulceronecróticas. Se trata con antibióticos tópicos de amplio espectro.
c. Conjuntivitis herpética: producida en su mayoría por VHS-II. El niño se contagia a su paso por el canal de parto. Su
clínica suele ser inespecífica, pero en ocasiones aparecen erupciones vesiculares o úlceras palpebrales. Se confirma
con PCR. En citodiagnóstico pueden aparecer células multinucleadas gigantes con inclusiones eosinofílicas (test de
Tzanck).
d. Conjuntivitis de inclusión del recién nacido: es provocada por Chlamydia trachomatis a partir de la infección en el
cérvix uterino materno en el parto. Es la causa más frecuente de oftalmia neonatal en los países occidentales.
Aparece de manera más tardía 10-14 día. Es aguda serosa que después se hace purulenta. Suele haber ataque al
estado general. Aparece una hiperplasia papilar con aspecto de frambuesa. Se diagnostica por frotis conjuntival. Se
trata con tetraciclina tópica y eritromicina sistémica.
La profilaxis de la conjuntivitis neonatal se hace actualmente con eritromicina tópica o cloranfenicol tópico, mucho
menos irritante que el nitrato de plata usado antiguamente.
Conjuntivitis por Chlamydia: puede producir distintos cuadros.
- Conjuntivitis de inclusión (Serotipos D-K) del recién nacido o del adulto (la del adulto es de transmisión sexual. Hay
abundante secreción serosa, hiperemia y formación de folículos).
- Tracoma (serotipos A-C): es una queratoconjuntivitis epidémica de evolución crónica con cuatro estadios: tracoma
folicular (fase activa), tracoma intenso (inflamación significativa), cicatrización tracomatosa y tracoma con triquiasis.
El diagnóstico no cuenta con prueba definitiva. Se puede utilizar la PCR, pero no necesariamente indica presencia de
la enfermedad. La prueba más utilizada es la tinción con Giemsa, pero es poco sensible. La OMS recomienda la
estrategia SAFE -> se trata de una estrategia multidisciplinar que debe dirigirse a toda la comunidad afectada. El
tratamiento de elección es la azitromicina.
Conjuntivitis virales:
a. Fiebre adeno-faringo-conjuntival: producida por adenovirus 3 y 7. Es brusca con malestar general, faringitis y fiebre.
Primero afecta unilateral y después bilateral con hiperemia, secreción serosa y adenopatías submaxilar y
preauricular. No tiene tratamiento específico, se usan antibióticos tópicos para evitar sobreinfecciones.
b. Queratoconjuntivitis epidémica: provocada por los adenovirus 8 y 19. Sin manifestaciones sistémicas, pero con
mayor afección ocular. A demás de hiperemia, inyección conjuntival, secreción serosa y adenopatías, pueden
aparecer edema palpebral, hemorragias y queratitis punteada. El tratamiento es sintomático con compresas frías,
AINE e colirio y antibióticos para evitar la sobreinfección. No se emplean colirios con corticoesteroides.
c. Queratoconjuntivitis hemorrágica: producida por picornavirus. Es de instauración brusca con secreciones serosas,
edema palpebral, quemosis, folículos, hiperemia y formación de petequias. Es muy contagiosa y es necesario
aislamiento de los pacientes. Se usan colirios antibióticos para evitar la sobreinfección bacteriana y AINE tópicos.
Conjuntivitis de etiología inmunitaria:
a. Conjuntivitis alérgica: reacción inflamatoria aguda o crónica de la conjuntiva caracterizada por quemosis, hiperemia
y papilas, provocada por un alérgeno específico, generalmente en primavera. Suele cursar con fiebre, rinitis, asma o
urticaria. Aparece lagrimeo, quemosis, edema conjuntival y palpebral, secreción serosa y eosinófilos en el frotis. El
tratamiento más eficaz es la eliminación del alérgeno. Mejora con antihistamínicos, vasoconstrictores y
corticoesteroides.
b. Conjuntivitis por contacto: utilización de cosméticos, fármacos, lentes, etc. Se trata con corticoesteroides tópicos.
c. Conjuntivitis vernal: inflamación conjuntival bilateral, rara y recurrente. Sus recidivas son frecuentes en primavera y
verano en pacientes con atopia. Tiene mayor incidencia en niños. Existe aumento de IgE y mastocitosis a nivel
conjuntival.
d. Queratoconjuntivitis flictenular: respuesta de carácter nodular y etiología inmunológica. Cursa con aparición de
flictenas, pequeñas vesículas que estallan y tienden a la curación. Se trata con corticoesteroides tópicos.
e. Conjuntivitis papilar gigante: aparición de papilas en la conjuntiva tarsal en portadores de pupilentes.
f. Conjuntivitis químicas: actualmente son raras. Antes la causaba el nitrato de plata de la profilaxis neonatal.
Proliferaciones conjuntivales:
a. Pinguécula: lesión degenerativa, bilateral, yuxtalímbica, redondeada, amarillenta, elevada, situada más
frecuentemente en la conjuntiva nasal. Es una degeneración de las fibras elásticas subconjuntivales con depósito de
sustancia hialina. A veces se inflama. Su tratamiento es protección con gafas y sustitutos de lágrimas, si no mejor se
requiere cirugía.
b. Pterigión: pliegue triangular de la conjuntiva bulbar que avanza sobre la córnea en el área de la hendidura palpebral,
generalmente del lado nasal, pudiendo llegar hasta el área pupilar. Se considera riesgo la luz UV, irritantes o
sequedad ocular. Suele ser bilateral, relativamente simétrico. Provoca astigmatismo progresivo, y es posible que
afecte la visión si alcanza el área pupilar. Da lugar a irritación pudiendo producir conjuntivitis. Es probable la recidiva
posquirúrgica. El tratamiento es con lágrimas artificiales, protección con gafas y si continúa o presenta ocupación del
eje visual, cirugía.
Tumores conjuntivales:
a. Benignos: nevus (acúmulos de células pigmentadas), angiomas, dermoides (congénitos) y granulomas.
b. Lesiones precancerosas: melanosis (lesión pigmentada y plana que aparece en adultos de forma brusca).
c. Malignos: carcinoma espinocelular (raro), carcinoma in situ y melanoma maligno.
Capítulo 8: Cristalino.
Patología de la acomodación:
a. Fatiga: debido a un esfuerzo excesivo por un defecto de refracción mal corregido, el músculo ciliar se fatiga y, al no
contraerse correctamente, el individuo no ve bien de cerca.
b. Parálisis: ruptura del arco reflejo, generalmente en la vía eferente, lo que provoca una dificultad para la visión
cercana. Puede aparecer en la alteración del núcleo de Edinger-Westphal por toxina diftérica o botulismo.
c. Espasmo: cuando la mirada permanece fija durante varias horas, se produce espasmo, sobre todo en niños y en
amétropes.
Cataratas: una catarata es cualquier opacidad del cristalino, conlleve o no incapacidad funcional. Se produce por una
pérdida de transparencia por degeneración de la cápsula y/o de las fibras cristalinianas en procesos que alteren la
permeabilidad capsular.
a. Catarata congénita: se produce por alteraciones a partir de la 4ta-5ta semana de gestación. Aparecen al nacer o en
los primeros 3 meses. Provocan aproximadamente 10% de las cegueras en edad escolar. Pueden ser hereditarias
(10-25%) que tienen comportamiento familiar y generalmente son bilaterales, por embriopatías causadas por
infecciones intrauterinas sobre todo del primer trimestre (rubéola, toxoplasmosis y citomegalovirus), pueden ser
metabólicas por galactosemia (depósitos de galactosa en el cristalino) e hipocalcemia, tóxicas, carenciales,
cromosomopatías y radiación ionizante. Cuando la catarata es unilateral tiene mal pronóstico visual porque
instaura una ambliopía difícil de tratar. Si es bilateral, es preferible operar pronto porque sino produce ambliopía
grave.
b. Cataratas secundarias: las cataratas pueden aparecer en el curso de enfermedades oculares o sistémicas.
Procesos oculares: inflamatorios (queratitis, coroiditis, iridociclitis), tumorales (tumores coroideos), traumáticos y
degenerativos (desprendimiento de retina, glaucoma, retinitis pigmentaria, miopía degenerativa).
Procesos sistémicos: enfermedades metabólicas (diabetes, hipertiroidismo, hipoparatiroidismo, enfermedad de
Wilson), enfermedades de la piel (poiquilodermia, esclerodermia y dermatitis atópica) e intoxicaciones (plata,
mercurio, hierro, cobre o algunos fármacos).
c. Catarata senil: es la forma más frecuente de catarata y la causa más habitual de pérdida visual reversible en países
desarrollados. Son bilaterales, aunque de desarrollo no necesariamente simétrico. Clínica: se produce una
disminución progresiva de la agudeza visual, sin dolor ni inflamación. Mejora en ambientes poco iluminados y
empeora en contrarios. Los síntomas comienzan con una recuperación de la presbicia, por un aumento en el índice
de refracción del cristalino, por lo que los pacientes refieren que ven mejor de cerca. También es posible que
aparezcan fotofobia, visión de halos coloreados y diplopía monocular. Puede ser nuclear, cortical (por
hiperhidratación) o subcapsular posterior. Se denomina incipiente cuando la opacidad y el trastorno visual son
mínimos, madura si la opacidad es total y el déficit visual es grave e hipermadura si se produce disolución y
licuefacción de las fibras, perdiendo su estructura y apareciendo un color gris homogéneo.
Complicaciones: si la catarata no se opera, pueden aparecer las siguientes complicaciones:
a. Iridociclitis: por salida de proteínas del cristalino a través de la capsula.
b. Glaucoma secundario agudo facomórfico: el cristalino capta agua y aumenta el volumen, provocando aplanamiento
de la cámara anterior y cierre angular con aumento de la PIO.
c. Glaucoma facolítico: proteínas cristalinianas que pasan a cámara anterior y producen una obstrucción de la malla
trabecular.
d. Luxación del cristalino.
Diagnóstico: el diagnóstico general de cataratas se hace: a) provocando una midriasis farmacológica y observando a
simple vista si aparece una leucocoria en los estadios avanzados o b) observando mediante oftalmoscopia directa a unos
30 cm, apreciándose manchas oscuras sobre el reflejo rojo del fondo de ojo, o impidiendo ver este reflejo cuando son
maduras. Lo más recomendable es utilizar la lámpara de hendidura lo cual permite ubicar la opacidad dentro del
cristalino.
Tratamiento: el tratamiento es exclusivamente quirúrgico. La técnica más utilizada es la facoemulsificación. Tras
practicar pequeñas incisiones corneales se introduce una sustancia llamada viscoelástico que evita el colapso del ojo y
permite realizar una apertura de la cápsula anterior (capsulorrexis). A continuación, se lleva a cabo la emulsificación del
cristalino y se aspira. Finalmente se aplica un lente en el saco cristaliniano. De este modo, es posible operar las cataratas
mediante incisiones de 1.8 mm. Las complicaciones son raras. Pero dentro de ellas se deben destacar:
a. Ruptura de la cámara posterior: intraoperatoria.
b. Endoftalmitis aguda: posoperatoria. Es rara pero muy grave. Los gérmenes más frecuentes son S. epidermidis y S.
aureus. En caso de Endoftalmitis crónica el germen es Propionilbacterium acnes. El pronóstico visual es muy malo. Se
previene aplicando yodopovidona en el saco conjuntival antes de iniciar la cirugía. La inyección de un antibiótico en
la cámara anterior al finalizar el procedimiento ha demostrado ser muy eficaz para la prevención.
c. Opacificación de la cápsula posterior: a largo plazo, es la complicación más frecuente. Cursa con una pérdida
progresiva de la visión que se manifiesta después de 2-3 años de la cirugía. Tiene tratamiento eficaz y seguro que
consiste en la apertura de un orificio con laser YAG.
d. Descompensación corneal: rara, por daño al endotelio corneal (encargado de bombear agua y mantener
deshidratada la córnea), que puede llegar a hacer necesario un trasplante corneal.
Luxación y subluxación del cristalino: la luxación del cristalino es la pérdida de la posición habitual del mismo. Cuando el
cristalino se desprende por completo de su sujeción zonular, se habla de luxación; y de subluxación, si parte de las fibras
de la zónula conservan su integridad (en estos casos se generan dos imágenes en la misma retina). La subluxación del
cristalino es la causa más importante de diplopía monocular. Esta patología puede ser de dos tipos:
a. Congénita: se denomina ectopia lentis y aparece bien aislada o asociada a enfermedades como Marfan,
homocistinuria, Ehlers-Danlos o síndrome Weil-Marchesani.
b. Adquiridas: son de origen traumático. El cristalino queda desplazado del centro óptico, parcialmente sujeto o
completamente luxado hacia la cámara vítrea o la cámara anterior. Todas las formas cursan con disminución de la
visión y/o diplopía monocular. Un signo típico es la iridodonesis o temblor del iris. Su tratamiento es siempre
quirúrgico.
Capítulo 9: Glaucoma.
El glaucoma es el conjunto de procesos en los que una presión intraocular elevada produce lesiones que afectan
fundamentalmente al nervio óptico, provocando una pérdida de campo visual que puede llegar a ser total. El aumento
de la PIO puede ser debido a un incremento de la producción de humor acuoso (causa sumamente rara) o a una
disminución de su evacuación -> obstáculo pretrabecular, bloqueo trabecular o bloqueo postrabecular.
Glaucoma primario de ángulo abierto: es una enfermedad crónica, bilateral, aunque generalmente asimétrica, en la
cual se produce una pérdida irreversible de fibras nerviosas del nervio óptico y alteraciones de los campos visuales con
ángulo de cámara anterior y PIO > 21 mmHg. Es la forma más frecuente de glaucoma. La miopía elevada, antecedentes
familiares y la diabetes son factores de riesgo. Se consideran patológicos valores de PIO 24 mmHg. En la exploración de
un paciente glaucomatoso, además de medir la PIO, resulta obligada la realización de un campo visual y la valoración de
la papila, mediante la realización de un fondo de ojo.
Patogenia: la presión de perfusión de los capilares que nutren al nervio óptico es de 27 +-3 mmHg, con lo que bastan
pequeños aumentos de la PIO para que quede dificultada su nutrición y se produzca atrofia de las células de sostén y de
las fibras nerviosas, originándose la excavación papilar glaucomatosa.
La excavación se estima oftalmoscópicamente por la relación E/P o cociente entre el diámetro de la excavación (E) y el
diámetro de la papila (P), valorándose entre 0.1-1. Normal es <0.3, 0.3-0.6 sospechoso y > 0.6 patológico.
Cuadro clínico: la consecuencia funcional de esta destrucción progresiva de fibras nerviosas es la aparición de lesiones
glaucomatosas en el campo visual. Al principio, se producen alteraciones en la zona periférica y en el área perimacular.
Después aparecen el escotoma de Bjerrum (pericentral) y el escalón nasal de Ronne (escotoma periférico nasal), la
reducción del campo a un islote central y a otro temporal, y finalmente queda un islote temporal y amaurosis.
Diagnóstico: es preciso hacer diagnóstico precoz en todo individuo mayor de 40 años o que presente factores de riesgo.
Se debe sospechar al encontrar una PIO elevada o una alteración de las papilas en un sujeto asintomático.
Se puede demostrar la pérdida de fibras nerviosas mediante evaluación de los campos visuales o campimetría, con la
valoración de la excavación papilar, o, recientemente, mediante análisis computarizados de la capa de fibras nerviosas
de la retina (tomografía de coherencia óptica; OCT).
Tratamiento: el tratamiento es inicialmente médico. Se utilizan colirios, al inicio solos y después se pueden combinar.
a. B-bloqueadores: timolol. Disminuye la producción del humor acuoso. Vigilar en pacientes con ICC y bloqueos AV.
b. Análogos de la prostaglandina F2: latanoprost, bimatoprost, travoprost. Una muy buena alternativa en tratamiento
del glaucoma crónico por su alta eficacia y su buena tolerancia sistémica. Se consideran de primera línea y son más
potentes que los b-bloqueadores. Actúan facilitando la salida del humor acuoso a través de la vía úveo-escleral.
c. Agonistas a-2 adrenérgicos: brimonidina o apraclonidina. Son eficaces, disminuyen la producción de humor acuoso
en los procesos ciliares.
d. Inhibidores de la anhidrasa carbónica: dorzolamida. Disminuye la secreción de humor acuoso. Se deben usar
combinados por su baja potencia.
e. Estimuladores adrenérgicos (adrenalina): facilitan la salida del humor acuoso. Producen midriasis moderada
(contraindicados en pacientes con cámara anterior estrecha).
f. Pilocarpina: estimulante colinérgico que produce miosis y actúa aumentado la salida del humor acuoso.
Si el tratamiento médico fuese insuficiente por no controlar la PIO, se intentará abrir una vía de drenaje artificial. Puede
realizarse mediante una trabeculoplastía con láser o bien con una trabeculectomía quirúrgica (más eficaz) -> crea una
comunicación artificial entre la cámara anterior y el espacio subconjuntival, generando una ampolla de filtración.
Glaucoma primario de ángulo estrecho: la existencia de un ángulo iridocorneal estrecho predispone al cierre de este,
desencadenándose un ataque agudo de glaucoma, debido a la elevación de la PIO por bloqueo de la malla trabecular.
Patogenia: el ataque agudo se desencadena cuando la pupila está en midriasis media; en esta situación se puede
producir un bloqueo del paso del humor acuoso de la cámara posterior a la anterior a través de la pupila (bloqueo
pupilar). El humor acuoso empujará el iris hacia adelante, lo que taponará la malla trabecular (cierre angular) originado
el comienzo de un ataque agudo.
Cuadro clínico: cuando la PIO 30 mmHg se altera la bomba endotelial necesaria para la trasparencia corneal
originándose edema corneal. La córnea se muestra turbia e impide visualizar el iris. El individuo refiere halos de colores
alrededor de las luces. Cuando supera los 40-50 mmHg se produce dolor intenso que puede irradiarse al territorio del
trigémino. Aparecen blefarospasmo, lagrimeo, inyección mixta y síntomas vagales (bradicardia, hipotensión, náuseas y
vómitos). Si la presión supera 80-90 mmHg se colapsa la arteria central de la retina, provocándose isquemia retiniana,
mucho dolor, disminución de la agudeza visual y dureza del globo al tacto. Si no se resuelve se da una atrofia retiniana.
Tratamiento: el tratamiento de entrada es médico. Se emplean diuréticos osmóticos como el manitol y la acetazolamida,
para disminuir rápidamente la PIO; corticoesteroides tópicos para limitar el componente inflamatorio, y mióticos, como
la pilocarpina, para romper el bloqueo pupilar. Como los factores anatómicos persisten a pesar de resolverse el cuadro
agudo, hay que realizar una iridotomía quirúrgica o con láser para evitar nuevos episodios.
Glaucoma congénito: presenta un incremento de la PIO por anomalía del desarrollo angular que origina alteraciones
morfológicas del globo y afectación del nervio óptico con producción de ceguera irreversible.
En pediatría se considera patológica PIO >18 mmHg. Puede ser de diferentes tipos: aislado (existe una membrana de
Barkan que ocluye la malla trabecular), asociado a anomalías oculares (aniridia, microftalmos, microcórnea), asociado a
anomalías sistémicas (Marfan) y secundario (se produce por una embriopatía rubeólica).
Cuadro clínico: el incremento de la PIO provoca aumento de la excavación papilar, que en inicios es reversible pero
posteriormente no. Se debe sospechar en un niño que acude por edema corneal, lagrimeo, blefarospasmo y fotofobia.
A medida que avanza, crece el diámetro AP del globo (buftalmos). Hay incremento del diámetro corneal o
megalocórnea.
Diagnóstico: se establece con cuadro clínico, alteraciones corneales y papilares y por datos de la tonometría, de la
gonioscopía y de la biometría (medida del diámetro corneal y longitud AP del globo).
Tratamiento: es quirúrgico. El pronóstico suele ser bastante malo. La cirugía es la goniotomía (cortar la membrana que
bloquea la salida del humor acuoso).
Glaucoma secundario: se produce por un aumento de la PIO que se presenta como complicación de otra patología
ocular.
a. Facogénico: luxación del cristalino (puede provocar bloqueo pupilar), facomórfico (durante la maduración de una
catarata esta puede crecer y producir bloqueo pupilar) y facolítico (una catarata hipermadura que libera proteínas
que obstruyen la malla trabecular).
b. Inflamatorio: por uveítis anterior (aumento de la PIO por formación de sinequias).
c. Posquirúrgico: por formación de sinequias anteriores.
d. Traumático: por contusión ocular, recesión angular o quemaduras químicas.
e. Iatrogénico: por administración prolongada de corticoesteroides tópicos o por uso de midriáticos.
f. Vascular: el glaucoma neovascular es por neoformación de vasos de la retina e iris que pueden afectar el ángulo
iridocorneal.