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1 Educar La Autoestima de Los Alumnos PDF
1 Educar La Autoestima de Los Alumnos PDF
Profesional
Consejería de Educación,
Independiente Juventud y Deportes
Docente
EDUCAR LA AUTOESTIMA
DE LOS ALUMNOS:
Mejora de las relaciones
profesor/alumno.
Educar la Autoestima de los Alumnos
INSTRUCCIONES
Para superar este curso de modalidad ON LINE es necesario tener en cuenta las siguientes
consideraciones y recomendaciones:
➢ Archivos PDF con texto de contenidos. Realizar una lectura detenida de los mismos.
➢ Videos complementarios. Visionar con atención el video para poder cumplimentar los trabajos
complementarios sobre el video.
RECOMENDACIONES
Evaluación Test:
✓ Puesto que sólo dispone de 30 minutos para contestar todas las preguntas de cada cuestionario tipo
test, se recomienda descargar el PDF que contiene los contenidos necesarios y tenerlo de apoyo y
consulta para contestar las preguntas tipo test.
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Educar la Autoestima de los Alumnos
INDICE
Capítulo 1.- La autoestima
1.1. Definición de autoestima.
1.2. Formación y desarrollo de la autoestima.
1.2.1. ¿Cómo se desarrolla la autoestima?
1.2.2. Etapas de la autoestima.
1.2.3. Escalera de la autoestima.
1.3. Aspectos de la autoestima.
1.4. Clases de autoestima.
1.4.1. Autoestima negativa: indicadores y características.
1.4.2. Autoestima positiva: características.
1.5. Autoestima y educación.
1.5.1. La autoestima en el Centro Educativo.
1.5.2. Aspectos generadores de autoestima.
1.5.3. La autoestima en los alumnos.
Cuestionario de Evaluación.
Capítulo 2.- La autoestima desde un punto de vista cognitivo
2.1. Motivación, interés y objetivos vitales.
2.2. La relevancia.
2.3. “Locus de control” y autodirección.
2.4. El efecto “demonio” y la profecía autocumplida.
2.5. Autopresentación.
2.6. Aplomo y confianza en sí mismo.
2.7. Estrategias para el desarrollo del componente cognitivo
de la autoestima.
2.7.1. Estrategias de reflejo.
2.7.2. Estrategias de dramatización.
2.7.3. Estrategias de modelado.
Cuestionario de Evaluación.
Capítulo 3.- La autoestima desde un punto de vista conductista
3.1. Tratamiento de los problemas de autoestima.
3.1.1. Registro de observaciones.
3.1.2. El contexto.
3.1.3. La frecuencia.
3.2. Modificación de conductas inhibidoras de autoestima.
3.2.1. Refuerzo.
3.2.2. Recompensas y castigos.
3.2.3. Moldeado.
3.3. Tratamiento conductista aplicado a un grupo.
3.4. Objeciones al tratamiento conductista.
Cuestionario de Evaluación.
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Capítulo I. LA AUTOESTIMA
Desde la óptica de la psicología clínica, para lograr la comprensión de un concepto
sobre autoestima es importante señalar que todos los seres vivos cuentan con un
principio que los impulsa a mantenerse en equilibrio. En biología este término se conoce
como “homeostasis” y su equivalente en psicología es el “autoconcepto”.
Delgado Machado (1989) considera la autoestima como la actitud que tiene una
persona hacia sí misma, lo cual es producto de un proceso dinámico en el cual influyen
muchos factores a lo largo de la vida: “En términos psicológicos la autoestima tiene una
significación múltiple al depender de la confluencia de muchas funciones, conscientes
unas, inconscientes otras”. De las conscientes se puede destacar cómo el individuo
percibe la aceptación por parte de los demás y la capacidad de reconocer las propias
virtudes y defectos. Las inconscientes son aquellas experiencias pasadas que se
relacionan con el entorno íntimo y familiar. Por todo ellos se dice que la autoestima de
una persona puede variar de acuerdo con las circunstancias y las personas que la
rodean.
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W. James (1963) define la autoestima como: “El valor de los sentimientos hacia sí
mismo”, los cuales están determinados por el área que va del talento actual a las
potencialidades supuestas.
Jersil (1965) la define como: “Las actitudes que la persona tiene hacía sí misma,
incluyendo sus creencias, convicciones, ideales, aspiraciones y compromisos”.
Coopersmith (1967) la define como: “La evaluación que el individuo hace y mantiene
cotidianamente con respecto a sí mismo, o sea, sus expresiones y actitudes de
aprobación o desaprobación”. Indica la amplitud de la cual el individuo se cree capaz,
importante, feliz y digno.
Y más recientemente:
Gil (1997) la define como: “Respeto que debemos sentir por nosotros mismos y refleja
el juicio de valor que cada uno hace de su persona para enfrentarse a los desafíos que
presenta nuestra existencia”.
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2º.- De la interacción con el medio conoce el “yo personal” como diferente del medio.
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Hacia los 6 años, edad en la que aún los niños dependen exclusivamente de los
adultos para sobrevivir y formarse idea de lo que son, empiezan a ser más consciente
de su individualidad afectiva lo que les permite avanzar en su idea de “lo que somos”, de
“lo que valemos” y de “lo que hacemos”.
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Además de los factores que son determinantes en la infancia, hay otros que
también tienen que ver con la forma en la que la persona desarrolla su autoestima:
➢ Ejecutar tareas importantes para sí mismo.
➢ Lograr estándares morales y éticos.
➢ Tener un alto grado de influencia en las decisiones sobre su propia vida.
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Erikson menciona siete etapas por las que la persona pasa en el proceso de desarrollo
de su vida y en la formación de su autoestima:
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fuente: http://revistaindependientes.com/cronica-revista-independientes/escalera-de-autoestima/
fuente:http://8ymedia.com/lienzo-en-blanco/aumenta-autoestima-cambia-tus-pensamientos-cambiara-
vida/7283/attachment/escalera-autoestima
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C) El niño, o el adolescente, siente respeto por su dignidad como persona. Los padres,
así como otros adultos significativos, se toman en serio sus opiniones o demandas.
Se encuentran dispuestos a negociar las normas de convivencia familiares o
escolares, dentro de ciertos límites. Ejercen autoridad. Se interesan por él
constantemente y están dispuestos a dialogar con él cuando éste quiere hacerlo.
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Cuando la imagen sea negativa y posea poca autoestima, se creerá incapaz para
hacer cosas, y se cerrará en banda ante diferentes planteamientos y posibilidades para
tener éxito.
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E) Deseo innecesario de complacer, por el que no se atreve a decir NO, por miedo a
desagradar y a perder la benevolencia o buena opinión del peticionario.
G) Hostilidad flotante, irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aún por
cosas de poca monta, propia del supercrítico a quién todo sienta mal, todo le
disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.
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La conducta del profesor tiene una gran influencia sobre el alumno. Diversos
estudios han demostrado que cuando el profesor manifiesta explícitamente los aspectos
positivos del alumno, ya se refieran a cualidades físicas, académicas o personales, se
producen mejoras en las autoimagenes de los alumnos.
Es difícil pensar en un profesor que no sea capaz de encontrar, en la personalidad
del alumno, algo digno de ser destacado y alabado. El poner de manifiesto lo positivo
sobre lo negativo (aunque lo negativo se haga explícito), permite ofrecer elementos de
referencia adecuados para asumir las propias deficiencias personales.
El profesor, a través de sus mensajes verbales, ha de ayudar al alumno a verse
con realismo, pero siempre como una persona valiosa y agente de su propio proceso
educativo y no como simple receptor pasivo y sometido a continuas presiones y
descalificaciones como alumno y como persona.
Suele asumirse, con demasiada frecuencia, que como el deber del alumno es
“hacer bien las cosas”, tan sólo debemos actuar cuando éstas no se hacen como se
debe. La consecuencia inmediata es que la utilización de “refuerzos negativos” se erige
como práctica habitual. ¿Por qué dar punto por haber hecho los deberes si ésta es la
obligación? Lo lógico es “quitarlos” cuando no se han hecho. Esta y muchas más
cuestiones manifiestan el inadecuado uso que el profesor hace de la crítica positiva y de
la alabanza.
Asumir la idea de que la crítica negativa espolea la consecución de mejores
resultados es ignorar que el mecanismo del refuerzo de la conducta está mediatizado
por cada situación y por las características particulares de cada individuo y grupo. Así,
siempre produce mejores efectos la alabanza que la crítica. Además, cuando ésta última
se utiliza en público es mejor hacerla sutilmente dirigida al grupo, que no individualmente.
No obstante, si se utiliza a nivel particular, por el efecto de “personalización”, tanto la
alabanza como la crítica tienen sus mayores efectos.
El uso del refuerzo adquiere mayor importancia en cuanto a su influencia en el
desarrollo de un positivo autoconcepto de los alumnos. Horas de trabajo, ansiedad y
expectativas merecen algo más que una simple nota (en la evaluación). El juicio
impersonal de una nota sirve para muy poco, se lograría mucho más si la fría nota de un
examen diese paso al comentario oral (al individuo o al grupo) en donde se resaltasen
los logros alcanzados y las orientaciones para solucionar las dificultades existentes.
Cuando tal práctica se lleva a cabo, el alumno busca con interés el comentario que su
profesor le dirige a él.
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El hecho de que el profesor crea y confíe en el alumno tiene una importancia capital.
Es necesario creer en el valor del otro para poder transmitirle un sentimiento de valía y
de reconocimiento personal que de calidad a la interacción personal entre profesor y
alumno. Son demasiados los alumnos que sienten que sus profesores no creen en ellos,
que no cuentan con ellos, que no les invitan a participar. Ni tan siquiera les preguntan en
clase por aquello de no perder el tiempo, ya que no van a contestar correctamente.
Ahora bien, el modo en que actúan las expectativas del profesor es complejo y está
sujeto a ciertos condicionantes. Puede afirmarse, en general, que cuando están
claramente definidas, puede servir como importante marco de referencia para la propia
autoevaluación del alumno, y puede ayudar a comprender la existencia de un “marco
social” con cuyas restricciones y demandas debemos aprender a convivir. Es igualmente
claro el mensaje al alumno de que él tiene la capacidad suficiente para llevar a cabo la
tarea exigida.
Uno de los mayores problemas que se presentan en este punto es el que se refiere
a lo inconsciente de las conductas del profesor que transmiten bajas expectativas. El
hecho de que el profesor no le dé importa a ciertos comportamientos propios no es
debido a una actitud negativa o mal intencionada, sino a la ignorancia que tiene acerca
de la dinámica del alumno como ser humano. Conductas como, a modo de ejemplo,
esperar menos tiempo para que nos responda un alumno el que no esperamos
respuestas correctas, situar al final de la clase a los alumnos que “no siguen”..., ponen
de manifiesto el carácter trivial que los profesores conceden a la relación
profesor/alumno.
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Hemos visto, a lo largo de esta unidad, que la autoestima viene determinada por el
autoconcepto. Y también que éste último se conforma y elabora a partir de los distintos
juicios valorativos sobre la persona. En este sentido la valoración y actitud que los
educadores tengan respecto al alumno influirá de forma determinante en el autoconcepto
que éste vaya configurando y, por consiguiente, en su autoestima.
La idea o concepto que el individuo forma sobre su propia competencia académica,
personal, etc., se construye al interaccionar con los otros, teniendo como referenciales
significativos a aquellas figuras parentales, orientadoras, formadoras o iguales de su
entorno.
Es evidente, en consecuencia, que determinadas actitudes, conductas y opiniones
del profesor pueden favorecer o entorpecer el desarrollo y consolidación de un nivel
óptimo de autoestima. Siguiendo a Gil (1997), se citan una serie de las conductas y
actitudes que contribuyen a desarrollar y educar la autoestima de los alumnos:
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BIBLIOGRAFIA.
➢ Albaladejo Nicolás, J.J. (1998). Manual de autoestima para docentes. Editorial
de Jaudenes. MURCIA.
➢ Alcántara, J.A. Cómo educar la autoestima. Editorial CEAC. Col Aula Practica.
BARCELONA.
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