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I Estrellas y constelaciones
A) ¿Qué es una estrella?
B) Evolución estelar
C) Tipos de estrellas
Ejercicio de repaso
I. Estrellas y constelaciones
Simplemente estamos sobre uno de los planetas más pequeños del sistema solar que,
a su vez, tiene como centro a una estrella muy corriente dentro de uno de los brazos de
nuestra galaxia, la Vía Láctea, que a su vez es una galaxia más dentro de un cúmulo de
galaxias de los que encontramos millones en esta área del universo. La mayoría de las
estrellas que podemos observar a simple vista se encuentran “cerca” de nosotros, en el mismo
brazo de la galaxia, y algunas de ellas son tan extremadamente grandes que tendremos que
esforzarnos para imaginar sus dimensiones y características.
Cuando observamos, incluso a simple vista, una estrella con un color rojizo podemos
saber que su superficie está “fría” comparada con las que presentan un brillo azulado. Esta
diferencia se puede observar con un simple vistazo al firmamento nocturno. Por ejemplo, y para
irnos familiarizando con los cuerpos celestes, si observamos la constelación de Orión, visible
en la primera mitad del año en el hemisferio norte, veremos que su estrella Betelgeuse es
mucho más rojiza y fría que Rigel, su estrella principal, que se muestra en un color más
azulado. Hasta que veamos el funcionamiento de las cartas estelares y la forma de encontrar e
identificar estrellas, podemos localizar Orión en posiciones no muy elevadas en el firmamento y
habitualmente cerca del Sur.
Los nombres de las estrellas proceden de los griegos, como es el caso de Sirio, Castro,
Pollux, etc., y de los árabes, como Mizar (el velo), Betelgeuse (el hombro del gigante), Algol (la
estrella del demonio), etc.
Para poder dar nombre a todas las estrellas observables del firmamento, en 1603 se
implantó un sistema que utiliza las letras griegas para referirse a las estrellas llamado
uranometría. Con este sistema, la estrella más brillante de la constelación se denomina α
seguido del nombre de la constelación, la siguiente β y así sucesivamente. Por ejemplo, Rigel
se denomina α Orión y Betelgeuse β Orión. Este método parece solucionar el problema, pero
existen constelaciones con más de cien estrellas identificables, y el alfabeto griego solo cuenta
con 24 letras. Se fueron ideando varios sistemas muy complejos hasta que en la actualidad ya
no se conoce en el ámbito profesional a las estrellas por su nombre, sino por su posición en el
firmamento, medida en función de su declinación y su ascensión recta, términos de los que nos
ocuparemos en la última unidad didáctica de este curso.
B) Evolución estelar
El origen de todas las estrellas parece tener su lugar en nubes de gas que vagan por el
espacio, iluminadas débilmente solo por la luz que procede de alguna otra estrella cercana ya
formada. En algún momento, esa nube empieza a hacerse más densa en algunos lugares. Esta
masa, principalmente compuesta de hidrógeno, se encuentra a una temperatura de tan solo 10
K, pero por el efecto de su propia acumulación empieza a contraerse debido a su propia
gravedad, lo que también supone un calentamiento del gas hasta unos 3.000 K. Para llegar a
este punto del proceso de formación de una estrella habríamos necesitado varios millones de
años.
A partir de este punto los acontecimientos ocurren con mayor rapidez. Unos mil años
más tarde el interior de la nube empieza a calentarse más y más, formando un pequeño núcleo
que emite luz.
En este punto la temperatura y la presión del hidrógeno van aumentando cada vez más
y empieza a producir reacciones termonucleares en cadena en su interior. A partir de aquí la
evolución de la estrella dependerá de su masa. Todas las estrellas con una masa superior a
0,8 veces la del Sol alcanzarán la madurez, pero las que posean una masa inferior no
producirán la suficiente temperatura para convertirse en estrellas maduras, lo que dará lugar a
los proyectos frustrados de estrellas conocidas como enanas marrones.
A raíz de esto se puede pensar que cuanta más masa tenga una estrella mejor será
para su desarrollo al tener más combustible, pero esto no es así. Si la cantidad de masa
acumulada en este punto es superior a 80 veces la del Sol, la temperatura será tan elevada
que la presión de la radiación no permitirá que la nube se condense.
Por lo tanto, solo las nubes o “protoestrellas” con una masa comprendida entre 0,8 y 80
veces la masa solar conseguirán prosperar. Entre estas protoestrellas existirán tres “tipos”
principales de destinos, dependiendo de su masa. Por un lado, estudiaremos la evolución de
las estrellas con una masa entre 0,8 y 11 masas solares; a continuación, el grupo de estrellas
con masas entre 11 y 50 veces la del Sol y, por último, las estrellas más pesadas, con masas
entre 50 y 80 veces la solar.
Las imágenes que hemos visto hasta ahora de nubes en las que se forman
protoestrellas son simplemente simulaciones, pero el telescopio espacial Hubble ha tomado
algunas fotografías de lugares del universo donde se “están formando estrellas en la
actualidad” (recordemos que en realidad nos está llegando ahora la luz de esa formación). La
primera de las imágenes nos muestra un detalle de la nebulosa del Águila en la que se
aprecian los “pilares” de hidrógeno que formarán las estrellas.
Una vez que se han formado, las estrellas deben cumplir dos requisitos fundamentales
durante el resto de su vida para continuar existiendo: 1) deben poder irradiar hacia el exterior
todo el calor que producen en el interior, y 2) tienen que mantener una presión equilibrada, de
modo que las capas internas mantengan siempre una consistencia que las permita “sostener”
las capas exteriores. Si alguno de estos dos equilibrios se rompiera, la estrella se destruiría.
Estrellas “pequeñas”
En las estrellas de masas comprendidas entre 0,8 y 11 veces la masa solar cuando el
hidrógeno se agota, empieza una fase de combustión del helio, producido como fruto de la
Fusión del hidrógeno. Para la estrella es mucho más costoso quemar el helio que el hidrógeno
y necesita aumentar mucho su temperatura para poder gastar el único combustible que le
queda. Al aumentar la temperatura, lo hace también el peso de la estrella y la presión se hace
cada vez mayor. Como consecuencia de esto, el núcleo de la estrella se empieza a contraer.
En este punto, la estrella puede alcanzar los 100 millones de grados Kelvin. Todo este proceso
de calentamiento provoca una expansión de la estrella (frente a la compresión de su núcleo).
Ya hemos visto que, en el universo, toda expansión implica enfriamiento y toda compresión
produce un calentamiento. Al expandirse su superficie, esta se enfría; mientras, su núcleo se
va comprimiendo y calentando. Cuando ocurre este proceso nos encontramos ante una
Gigante Roja. Por ejemplo, Betelgeuse es una estrella en estado de Gigante Roja, situada a
600 años luz del Sol, y recientemente se ha convertido en la primera estrella de la que se ha
obtenido una imagen de su superficie (la segunda si contamos el Sol) gracias al telescopio
espacial Hubble.
Este tipo de estrellas pequeñas pasan bastante tiempo en estado de Gigante Roja,
hasta que el núcleo se contrae tanto que arroja al espacio las capas exteriores. En estrellas
bastante mayores que el Sol (siempre dentro del rango de once veces la masa solar como
máximo) se forma una nebulosa planetaria con una estrella enana blanca en el centro. En
estrellas pequeñas, como el Sol, se forma simplemente una enana blanca. Este tipo estelar
posee un tamaño como el de la Tierra, pero una masa como la del Sol, lo que da idea de la
enorme densidad que presenta. Asimismo, su temperatura es muy elevada, de ello su color
blanco intenso. Este es el estado final de estas estrellas que tardan muchísimos años en
agotarse.
Estrellas medianas
Las estrellas de tamaños comprendidos entre 11 y 50 veces la masa del Sol sufren un
proceso parecido a las anteriores de agotamiento del hidrógeno para formar una supergigante
roja o azul, de la misma forma que en las estrellas pequeñas, con la diferencia de que las
estrellas mayores adquieren un color azulado al ser la temperatura de su superficie muy
elevada, aunque inferior a la del núcleo.
Si la estrella es muy grande (de casi 50 veces la masa del Sol) puede convertir su
helio, una vez agotado el hidrógeno, en hierro, formando una supergigante roja con núcleo
de hierro. Es extremadamente difícil fusionar elementos tan pesados como para formar hierro.
En esas condiciones tan extremas de presión y temperatura estas reacciones nucleares liberan
impresionantes cantidades de energía. Estas cantidades son tan enormes que prácticamente
no se pueden traducir a ninguna unidad que utilicemos habitualmente para medir reacciones
nucleares como los megatones, etc. Estas reacciones alcanzan una potencia tal que “colapsa”
la estrella y esta “cae” sobre sí misma, lo que provoca una onda de choque que expulsa
violentamente la mayoría de la materia de la estrella formando una supernova. En ocasiones,
las supernovas se dan en estrellas de dos veces la masa del Sol.
Estrellas grandes
Las estrellas de mayor tamaño, de unas 50 a 80 veces la masa del Sol, suelen tener un
ciclo parecido a las estrellas “medianas”, y forman una supergigante, una supernova y una
estrella de neutrones. La diferencia radica en que su final no es siempre el mismo que en las
estrellas de 11 a 50 veces la masa solar. Decíamos que las estrellas de neutrones pueden
llegar a tener una masa de hasta tres veces la solar. Si se supera esta cifra, la gravedad de
este pequeño cuerpo (10-15 km) girando a velocidades altísimas hará que la materia se
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contraiga sobre sí misma, de modo que esta fuerza, que en la Tierra es de 9,8 m/s , podrá
alcanzar valores tan altos que ni siquiera la luz pueda escapar de allí formando un agujero
negro.
En esta imagen obtenida por el telescopio espacial Hubble podemos observar una
región muy interesante de la constelación Leo, llamada NGC 3603, en la que apreciamos
prácticamente todas las etapas de la evolución de las estrellas. Podemos ver nebulosas en las
que se están formando estrellas, estrellas muy jóvenes que aún conservan sus nubes de gas,
estrellas rojas o “frías” y estrellas muy calientes que destacan por su azul intenso. Por si fuera
poco también observamos un cúmulo estelar, cuerpo celeste que estudiaremos en la siguiente
unidad.
C) Tipos de estrellas
Además de los tipos estelares que ya hemos visto (gigantes, enanas, etc.), existe una
forma de clasificar las estrellas mayoritariamente aceptada en el campo de la Astronomía y
basada en el tipo espectral de cada una de las estrellas. Cuando dispersamos una luz a
través de un prisma, obtenemos una banda de colores. En el caso de la luz procedente de las
estrellas, este “espectro” de colores está directamente relacionado con la temperatura a la que
se encuentra la superficie de la estrella. Los tipos espectrales de las estrellas han sido
clasificados por letras, cuya escala de temperatura, ordenada de mayor a menos sería O, B, A,
F, G, K, M, R, N, S. Por lo tanto, las estrellas de clase O serían las más calientes (y más
azules) y las de clase S, las más frías (y rojas). A su vez, cada clase está dividida en subclases
que se designan por medio de cifras (G1, C2…) excepto en el caso de las estrellas de clase O
que se designan por letras minúsculas (Oa, Ob, Oc…). Hay algunos trucos para recordar esta
clasificación, como por ejemplo, usar la frase inglesa “Oh, Be A Fine Girl, Kiss Me”.
Características
Elementos Temperatura Ejemplos
más abundantes (grados K)
O Helio, oxígeno y 20.000 a 35.000 γ Velas
nitrógeno
B Helio, oxígeno, 15.000 a 20.000 Alnilam (ε Orión)
nitrógeno e La estrella del
hidrógeno centro del
cinturón
A Hidrógeno, helio, 10.000 a 15.000 Sirio y Vega
calcio
F Hidrógeno, helio, 6.000 a 10.000 Porción
calcio
G Hidrógeno, helio, 4.000 a 6.000 El Sol y Capella
algunos metales
(en el Sol
existen millones
de toneladas de
oro)
K Menos 3.000 a 4.000 Aldebarán y
hidrógeno que Arturo (Arcturus)
en las anteriores
M Helio 3.000 Betelgeuse y
Antares
R Carbono y 3.000 Casos
cianógeno
N Carbono 2.000 a 2.500 particulares de
molecular
S Óxido de ≤ 2.000 las estrellas tipo
carbono y
circonio M
Muchas de las estrellas más conocidas, como Aldebarán, Rigel o incluso la Estrella
Polar, parecen ser un único cuerpo a simple vista. Pero basta con un pequeño telescopio para
darse cuenta de que en realidad están formadas por dos o más astros girando sobre un punto.
Estas estrellas reciben el nombre de estrellas dobles, si están formadas por dos astros;
estrellas triples, cuando cuentan con tres, y estrellas múltiples, en caso de ser cuatro o más
las estrellas que forman el conjunto. Las estrellas dobles pueden ser dobles visuales cuando
en realidad las estrellas no interaccionan entre sí ni están cercanas, pero las observamos
juntas debido al efecto óptico de la perspectiva.
Además, pueden ser dobles físicas, cuando entre ellas sí existe un vínculo real y una
gira sobre la otra formando un verdadero sistema binario. Algunas de las principales estrellas
dobles son Algol y la Estrella Polar. Régulus es una de las más brillantes estrellas triples del
firmamento, mientras que ε Lira es la principal estrella múltiple observable. Estas estrellas no
siempre giran una sobre la otra ya que, en ocasiones, todas lo hacen sobre un mismo centro de
gravedad.
Hay estrellas que no tienen un brillo constante, es decir, no poseen una magnitud
aparente regular, sino que esta varía periódicamente. A estas estrellas se las conoce como
estrellas variables. La primera estrella variable conocida, situada en la constelación de la
Ballena, pasa de magnitud 3 a 9 y viceversa en un periodo de aproximadamente un año. Esta
estrella, llamada Mira Ceti, parece aparecer y desaparecer del cielo.
Cuando la estrella más brillante está situada “delante” del compañero, su brillo
parecerá mayor que en el resto de las posiciones posibles. Si este compañero
fuera otra estrella menos brillante, el máximo brillo se alcanzará cuando ambas
estrellas permanezcan paralelas en el plano, por lo que recibiríamos el brillo de las
dos. Algunas de las principales estrellas variables de eclipses son δ de la
constelación Ballena, β de la constelación Lira y ε de El cochero.
Los horóscopos se basan en el tiempo que el Sol “pasa” dentro de una constelación.
Por ejemplo, según la astrología el Sol permanece en la constelación de Virgo del 23 de agosto
al 22 de septiembre, cuando en realidad no es exactamente así. Por otro lado, la astrología se
basa en el “tránsito” del Sol por doce constelaciones, cuando en realidad lo hace por trece.
Todo esto da lugar al Zodiaco, que es la región comprendida dentro de 8° de la eclíptica que,
como vimos, es la línea imaginaria por la que discurren el Sol y los siete primeros planetas por
el firmamento. Estas doce constelaciones responden a historias mitológicas que merecen una
especial atención, ya que gracias a estas creencias se explica el uso de ciertos nombres para
objetos del firmamento.
Según la mitología griega, Aries era el vellocino de oro que Jasón consiguió como
premio; Tauro era el disfraz de toro que utilizó Zeus para raptar a Europa; Géminis, los
gemelos Cástor y Pollux, que tras la muerte de Cástor y ante la desolación que este hecho
produjo en Pollux, fueron colocados por Zeus en el firmamento con el fin de asegurarles la
inmortalidad; Cáncer fue el cangrejo que Hércules usó en su lucha con Hydra; Leo, el león que
Hércules mató en el primero de sus trabajos; Virgo ha sido identificada con Ceres, diosa de las
cosechas; Libra era la balanza con la que Astrea impartía justicia; Escorpión, el animal que
Apolo envió para matar a Orión y aún continúa persiguiéndole al estar ambas constelaciones
colocadas en puntos opuestos del firmamento (cuando el Sol “está” en Escorpión, Orión se ve
por la noche en su punto más alto); Sagitario corresponde al centauro Quión; Acuario
representa a un niño que vierte agua con un cubo y es responsable de las lluvias, y, por último,
Piscis se identifica con el disfraz de pez que utilizaron Venus y Cupido para escapar del
monstruo Tifón.
Los nombres de las 88 constelaciones en latín y por orden alfabético son Andrómeda,
Antlia, Apus, Aquarius, Aquila, Ara, Aries, Auriga, Bootes, Caelum, Camelopardalis, Cancer,
Canes Venatici, Canis Major, Canis Minor, Capricornus, Carina, Cassiopeia, Centarus,
Cepheus, Cetus, Chamaéleon, Circinus, Columba, Coma Berenices, Corona Australis, Corona
Boreales, Corvus, Crater, Crux, Cygnus, Delphinus, Dorado, Draco, Equuleus, Eridanus,
Fornax, Gemini, Grus, Hercules, Horologium, Hydra, Hydrus, Indus, Lacerta, Leo, Leo Minor,
Lepus, Libra, Lupus, Lynx, Lyra, Mensa, Microscopium, Conoceros, Musca, Norma, Octans,
Ophiuchus, Orion, Pavo, Pegasus, Perseus, Phoenix, Pictor, Pisces, Piscis Austrinus, Puppis,
Pyxis, Reticulum, Sagitta, Sagittarius, Scorpius, Sculptor, Scutum, Serpens, Sextans, Taurus,
Telescopium, Triangulum, Triangulum Australe, Tucana, Ursa Major, Ursa Minor, Vela, Virgo,
Volans y Vulpecula.
Como todos sabemos, estas constelaciones van siendo visibles a lo largo del año. En
España se ven más de sesenta constelaciones en distintas épocas del año, e incluso algunas
se pueden observar durante todo el año, estas son las llamadas constelaciones
circumpolares, por estar cerca del polo norte celeste. Dentro de ellas, las principales son la
Osa Mayor, la Osa Menor, Cefeo y Casiopea.
La mitología cuenta que el hijo de Calisto, Arcas, estuvo a punto de matar a su madre
pensando que era una osa más. Zeus le transformó en oso y los envió al firmamento. La
esposa de Zeus, Hera, descubrió el hecho y prohibió que madre e hijo se bañaran jamás en el
mar, hecho que “explicaría” por qué la Osa Mayor y la Osa Menor nunca desaparecen bajo el
horizonte.
La constelación del
Boyero contiene
una de las estrellas
más brillantes del
firmamento,
Arcturus, de
magnitud ‒0,1. Se
trata de la Gigante
Roja más próxima,
con diámetro de
unas 23 veces el
Sol. Se encuentra a
tan “solo” 35 años
luz, por lo que su
desplazamiento
dentro de la
constelación es
muy importante,
llegando casi a 1°
cada 1.600 años.
Virgo posee una enorme estrella llamada Spica, situada a más de 250 años luz que, a
pesar de estar muy distante, conserva un importante brillo que alcanza la magnitud 1, siendo
unas 2.300 veces más brillante que el Sol. En esta constelación se encuentra el mayor cúmulo
de galaxias conocido, el llamado Cúmulo de Virgo, compuesto por más de 3.000 galaxias.
La estrella más brillante de Leo es Régulus (“el reyezuelo”) y se trata de una estrella
compuesta mayoritariamente de helio, muy “caliente” (20.000 K), situada a 85 años luz y de
una magnitud de 1,3. Denébola también es muy brillante, unas veinte veces más que nuestro
Sol.
Capricornio posee como estrella más brillante a Deneb Algedi, de magnitud 2,7. α
Capricornio es en realidad una estrella doble observable a simple vista desde una zona poco
iluminada. Una curiosidad de Capricornio es que “en ella” se encuentra el objeto más alejado
que se conoce, el cuásar PKS 2000-330, situado a 12.000 millones de años luz, lo que significa
que la luz que emite es la más antigua que llega a nuestro planeta. Este objeto se aleja a una
enorme velocidad de nosotros, debido a la expansión del universo. Este objeto no es visible ni
siquiera para el telescopio espacial Hubble y solo puede detectarse por las emisiones de ondas
que emite.
La constelación de Cisne es una de las más impresionantes del universo. Posee una
de las estrellas más brillantes (magnitud 1), Deneb, una estrella doble 10.000 veces más
luminosa que el Sol. Situada a 1.000 años luz, se trata de una supergigante con un diámetro de
60 veces el solar. Además de esto, su segunda estrella más brillante, Albireo, es una preciosa
estrella doble que con unos prismáticos muestra una de sus estrellas con un color naranja
intenso mientras que su compañera posee un brillo mucho más amarillo.
Hércules posee una de las estrellas más grandes y frías observables a simple vista. Se
trata de Ras Algethi, su estrella más brillante, con un diámetro de 500 veces el Sol y una
magnitud de 3,4. Si esta estrella dominase nuestro sistema solar abarcaría hasta Júpiter.
Lyra es una pequeña constelación, pero posee objetos muy interesantes como Vega,
que con una magnitud de 0 es la quinta estrella más brillante del cielo. Sheliak es una estrella
doble de eclipse cuyos movimientos se pueden observar con unos prismáticos. En solo 13 días
podemos ver todas las fases de rotación de una estrella sobre la otra. Su nombre se debe al
instrumento musical regalado por Apolo a Orfeo, el músico de los dioses.
Escorpión es considerada una constelación del hemisferio sur, al igual que Sagitario.
Desde la península ibérica no es posible observar la constelación completa, ya que la parte
inferior suele permanecer muy baja en el horizonte todo el verano. Su estrella principal,
Antares, significa “anti-marte”, debido a que su intenso color rojo rivaliza con el de nuestro
planeta vecino. Se trata de una supergigante roja de un tamaño superior a 500 veces el tamaño
del Sol. Casi todas sus estrellas están situadas en nuestra galaxia y en ella podemos disfrutar
de numerosos objetos del espacio profundo visibles con prismáticos.
La constelación de la Ballena tiene como estrella más brillante a Menkar (“la nariz”),
gigante roja situada a 130 años luz. Deneb Taitos (“cola de la ballena”) también es una gigante
roja, aunque está aún más cerca, a 56 años luz. La estrella más conocida de la Ballena es Mira
(“la estrella maravillosa”), por ser la primera estrella variable descubierta. Sus variaciones se
pueden observar en aproximadamente un año incluso a simple vista debido a que esta estrella
es 250 veces más brillante que el Sol.
Orión, Géminis y Tauro, las cuales forman el complejo más impresionante y bello del
firmamento.
Perseo era el héroe mitológico que le cortó la cabeza a Medusa y liberó a Andrómeda,
con la cual se casó. Su estrella principal es Mirfak, 4.000 veces más brillante que el Sol y
situada a 550 años luz. La estrella más conocida de la constelación es Algol (la cabeza del
monstruo), que se sitúa justo donde estaría la supuesta cabeza de la medusa. Es un objeto
muy interesante al tratarse de una estrella variable y doble. Es complicado definir la magnitud
de esta estrella, ya que durante casi tres días es de magnitud 2, pero en ese momento “deja de
brillar” durante cinco horas y alcanza una magnitud 5 para posteriormente volver a su magnitud
inicial. La observación de este efecto con un telescopio resulta apasionante.
Cuando hablamos de los meteoritos dijimos que una de las principales “lluvias de
estrellas” es conocida como Las Perséidas, por tener lugar en dirección a esta constelación. El
material que “cae” a la Tierra procede del cometa Swift-Tuttle. Este fenómeno se puede
observar los días 11 y 12 de agosto.
Todas las imágenes reales que aparecen en esta unidad son cortesía de NASA
(National Aeronautics and Space Administration), NSSDC (Nasa´s Space Science Photo
Gallery), JPL/Caltech (Jet Propulsión Laboratory/ California Institute of Technology) y 2MASS
(“Atlas Image [or Atlas Image mosaic] obtained as part of the Two Micron All Sky Survey
(2MASS), a joint project of the University of Massachusetts and the Infrared Processing and
Analysis Center/California Institute of Technology, funded by the National Aeronautics and
Space Administration and the National Science Foundation”).