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INICIACIÓN A LA ASTRONOMÍA

Unidad Didáctica n.º 3


INICIACIÓN A LA ASTRONOMÍA Unidad Didáctica n.º 3

I Estrellas y constelaciones
A) ¿Qué es una estrella?

B) Evolución estelar

C) Tipos de estrellas

D) Constelaciones y principales estrellas observables

Ejercicio de repaso

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I. Estrellas y constelaciones

A) ¿Qué es una estrella?


Tras ocuparnos de los astros situados cerca de nuestro planeta, nos centraremos
ahora en el resto de cuerpos que existen en el universo, y haremos hincapié en los que son
visibles desde la Tierra. Antes de comenzar, debemos tener muy presentes dos aspectos: por
un lado, hay que ser conscientes de que nuestra perspectiva del universo es muy subjetiva. Lo
primero que pensamos es que el Sol y la Luna son los objetos más importantes del universo y,
como ya dijimos, el Sol es simplemente una estrella más, ni especialmente grande ni
especialmente luminosa. En segundo lugar, debemos tratar de cambiar nuestro sentido de la
proporción de las cosas, ya que las distancias y tamaños de los objetos de los que nos vamos
a ocupar rebasan todos los límites de los cuerpos cotidianos a los que estamos
acostumbrados.

Simplemente estamos sobre uno de los planetas más pequeños del sistema solar que,
a su vez, tiene como centro a una estrella muy corriente dentro de uno de los brazos de
nuestra galaxia, la Vía Láctea, que a su vez es una galaxia más dentro de un cúmulo de
galaxias de los que encontramos millones en esta área del universo. La mayoría de las
estrellas que podemos observar a simple vista se encuentran “cerca” de nosotros, en el mismo
brazo de la galaxia, y algunas de ellas son tan extremadamente grandes que tendremos que
esforzarnos para imaginar sus dimensiones y características.

Las estrellas son enormes esferas de gas incandescente. Están compuestas


principalmente del hidrógeno que, por medio de la fusión de su núcleo, transforman en helio y
otros compuestos. Sus temperaturas son muy variables, y oscilan siempre entre los 2.000 °C y
los 50.000 °C.

Al igual que un trozo de hierro cambia de color según aumentamos su temperatura,


adquiriendo en primer lugar un color rojizo para pasar luego al blanco, si aumentamos más aún
su temperatura, el color de una estrella nos indica la temperatura a la que se encuentra su
superficie.

Cuando observamos, incluso a simple vista, una estrella con un color rojizo podemos
saber que su superficie está “fría” comparada con las que presentan un brillo azulado. Esta
diferencia se puede observar con un simple vistazo al firmamento nocturno. Por ejemplo, y para
irnos familiarizando con los cuerpos celestes, si observamos la constelación de Orión, visible
en la primera mitad del año en el hemisferio norte, veremos que su estrella Betelgeuse es

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mucho más rojiza y fría que Rigel, su estrella principal, que se muestra en un color más
azulado. Hasta que veamos el funcionamiento de las cartas estelares y la forma de encontrar e
identificar estrellas, podemos localizar Orión en posiciones no muy elevadas en el firmamento y
habitualmente cerca del Sur.

Los nombres de las estrellas proceden de los griegos, como es el caso de Sirio, Castro,
Pollux, etc., y de los árabes, como Mizar (el velo), Betelgeuse (el hombro del gigante), Algol (la
estrella del demonio), etc.

Para poder dar nombre a todas las estrellas observables del firmamento, en 1603 se
implantó un sistema que utiliza las letras griegas para referirse a las estrellas llamado
uranometría. Con este sistema, la estrella más brillante de la constelación se denomina α
seguido del nombre de la constelación, la siguiente β y así sucesivamente. Por ejemplo, Rigel
se denomina α Orión y Betelgeuse β Orión. Este método parece solucionar el problema, pero
existen constelaciones con más de cien estrellas identificables, y el alfabeto griego solo cuenta
con 24 letras. Se fueron ideando varios sistemas muy complejos hasta que en la actualidad ya
no se conoce en el ámbito profesional a las estrellas por su nombre, sino por su posición en el
firmamento, medida en función de su declinación y su ascensión recta, términos de los que nos
ocuparemos en la última unidad didáctica de este curso.

Como estamos observando, agrupamos las estrellas en constelaciones porque así se


ha hecho desde la antigüedad y porque de esta forma podremos localizarlas mucho más
fácilmente. Cuando observemos una constelación, deberemos tener en cuenta que sus objetos
en realidad no poseen ninguna relación, y podrán estar unos muy alejados de otros. Otro
aspecto importante y que ya se ha comentado es que cuando observemos estrellas y otros
objetos estaremos mirando hacia el pasado. Cuando digamos que una estrella situada a 1.500
años luz “pronto estallará en una supernova” nos estaremos refiriendo a que la luz de esta
explosión llegará pronto a la Tierra, aunque puede que haya explotado hace cientos de años,
ya que nosotros la estamos observando como era hace 1.500 años, tiempo que la luz ha
tardado en recorrer la distancia que nos separa de ella.

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B) Evolución estelar
El origen de todas las estrellas parece tener su lugar en nubes de gas que vagan por el
espacio, iluminadas débilmente solo por la luz que procede de alguna otra estrella cercana ya
formada. En algún momento, esa nube empieza a hacerse más densa en algunos lugares. Esta
masa, principalmente compuesta de hidrógeno, se encuentra a una temperatura de tan solo 10
K, pero por el efecto de su propia acumulación empieza a contraerse debido a su propia
gravedad, lo que también supone un calentamiento del gas hasta unos 3.000 K. Para llegar a
este punto del proceso de formación de una estrella habríamos necesitado varios millones de
años.

A partir de este punto los acontecimientos ocurren con mayor rapidez. Unos mil años
más tarde el interior de la nube empieza a calentarse más y más, formando un pequeño núcleo
que emite luz.

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En este punto la temperatura y la presión del hidrógeno van aumentando cada vez más
y empieza a producir reacciones termonucleares en cadena en su interior. A partir de aquí la
evolución de la estrella dependerá de su masa. Todas las estrellas con una masa superior a
0,8 veces la del Sol alcanzarán la madurez, pero las que posean una masa inferior no
producirán la suficiente temperatura para convertirse en estrellas maduras, lo que dará lugar a
los proyectos frustrados de estrellas conocidas como enanas marrones.

A raíz de esto se puede pensar que cuanta más masa tenga una estrella mejor será
para su desarrollo al tener más combustible, pero esto no es así. Si la cantidad de masa
acumulada en este punto es superior a 80 veces la del Sol, la temperatura será tan elevada
que la presión de la radiación no permitirá que la nube se condense.

Por lo tanto, solo las nubes o “protoestrellas” con una masa comprendida entre 0,8 y 80
veces la masa solar conseguirán prosperar. Entre estas protoestrellas existirán tres “tipos”
principales de destinos, dependiendo de su masa. Por un lado, estudiaremos la evolución de
las estrellas con una masa entre 0,8 y 11 masas solares; a continuación, el grupo de estrellas
con masas entre 11 y 50 veces la del Sol y, por último, las estrellas más pesadas, con masas
entre 50 y 80 veces la solar.

Las imágenes que hemos visto hasta ahora de nubes en las que se forman
protoestrellas son simplemente simulaciones, pero el telescopio espacial Hubble ha tomado
algunas fotografías de lugares del universo donde se “están formando estrellas en la
actualidad” (recordemos que en realidad nos está llegando ahora la luz de esa formación). La
primera de las imágenes nos muestra un detalle de la nebulosa del Águila en la que se
aprecian los “pilares” de hidrógeno que formarán las estrellas.

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En la imagen de la izquierda podemos observar el aspecto de una estrella muy joven,


situada en la constelación de Tauro. En ella se aprecia la nube de gas aún no absorbida por la
estrella recién creada. La imagen derecha muestra otra estrella de muy temprana edad también
en la constelación de Tauro.

Una vez que se han formado, las estrellas deben cumplir dos requisitos fundamentales
durante el resto de su vida para continuar existiendo: 1) deben poder irradiar hacia el exterior
todo el calor que producen en el interior, y 2) tienen que mantener una presión equilibrada, de
modo que las capas internas mantengan siempre una consistencia que las permita “sostener”
las capas exteriores. Si alguno de estos dos equilibrios se rompiera, la estrella se destruiría.

Si la estrella se mantiene estable, ocupará el resto de su vida en “gastar” el hidrógeno


para convertirlo en helio. El tiempo que necesitan las estrellas en quemar su hidrógeno
depende, claro está, de su masa. Las estrellas más grandes pueden tardar unos 300.000
millones de años en agotarse, mientras que las estrellas de tamaño mediano o pequeño suelen
necesitar 200.000 millones de años en agotar su hidrógeno.

Estrellas “pequeñas”

En las estrellas de masas comprendidas entre 0,8 y 11 veces la masa solar cuando el
hidrógeno se agota, empieza una fase de combustión del helio, producido como fruto de la
Fusión del hidrógeno. Para la estrella es mucho más costoso quemar el helio que el hidrógeno
y necesita aumentar mucho su temperatura para poder gastar el único combustible que le
queda. Al aumentar la temperatura, lo hace también el peso de la estrella y la presión se hace
cada vez mayor. Como consecuencia de esto, el núcleo de la estrella se empieza a contraer.
En este punto, la estrella puede alcanzar los 100 millones de grados Kelvin. Todo este proceso
de calentamiento provoca una expansión de la estrella (frente a la compresión de su núcleo).
Ya hemos visto que, en el universo, toda expansión implica enfriamiento y toda compresión
produce un calentamiento. Al expandirse su superficie, esta se enfría; mientras, su núcleo se
va comprimiendo y calentando. Cuando ocurre este proceso nos encontramos ante una
Gigante Roja. Por ejemplo, Betelgeuse es una estrella en estado de Gigante Roja, situada a
600 años luz del Sol, y recientemente se ha convertido en la primera estrella de la que se ha
obtenido una imagen de su superficie (la segunda si contamos el Sol) gracias al telescopio
espacial Hubble.

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Existen algunas estrellas que,


además de contener helio en su etapa de
madurez, tienen carbono en grandes
cantidades, lo que les da un aspecto más rojo
aún que el de las estrellas Gigantes Rojas
comunes. Un ejemplo de estrella Gigante
Roja carbónica es Iras 06088 +1909, situada
en el firmamento cerca de la Nube de
Magallanes, visible desde el hemisferio sur.

Este tipo de estrellas pequeñas pasan bastante tiempo en estado de Gigante Roja,
hasta que el núcleo se contrae tanto que arroja al espacio las capas exteriores. En estrellas
bastante mayores que el Sol (siempre dentro del rango de once veces la masa solar como
máximo) se forma una nebulosa planetaria con una estrella enana blanca en el centro. En
estrellas pequeñas, como el Sol, se forma simplemente una enana blanca. Este tipo estelar
posee un tamaño como el de la Tierra, pero una masa como la del Sol, lo que da idea de la
enorme densidad que presenta. Asimismo, su temperatura es muy elevada, de ello su color
blanco intenso. Este es el estado final de estas estrellas que tardan muchísimos años en
agotarse.

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El telescopio espacial Hubble tomó esta espectacular imagen de la nebulosa de la


Mariposa, procedente del agotamiento de una estrella de tamaño similar al Sol situada a 2.100
años luz, y que provocó una curiosa nebulosa planetaria con enana blanca.

Estrellas medianas

Las estrellas de tamaños comprendidos entre 11 y 50 veces la masa del Sol sufren un
proceso parecido a las anteriores de agotamiento del hidrógeno para formar una supergigante
roja o azul, de la misma forma que en las estrellas pequeñas, con la diferencia de que las
estrellas mayores adquieren un color azulado al ser la temperatura de su superficie muy
elevada, aunque inferior a la del núcleo.

Si la estrella es muy grande (de casi 50 veces la masa del Sol) puede convertir su
helio, una vez agotado el hidrógeno, en hierro, formando una supergigante roja con núcleo
de hierro. Es extremadamente difícil fusionar elementos tan pesados como para formar hierro.
En esas condiciones tan extremas de presión y temperatura estas reacciones nucleares liberan
impresionantes cantidades de energía. Estas cantidades son tan enormes que prácticamente
no se pueden traducir a ninguna unidad que utilicemos habitualmente para medir reacciones
nucleares como los megatones, etc. Estas reacciones alcanzan una potencia tal que “colapsa”
la estrella y esta “cae” sobre sí misma, lo que provoca una onda de choque que expulsa
violentamente la mayoría de la materia de la estrella formando una supernova. En ocasiones,
las supernovas se dan en estrellas de dos veces la masa del Sol.

En estas imágenes observamos tres supernovas en las que se aprecia el material


expulsado por la explosión que adquiere distintos tonos que varían en función de la
composición del material que formaba la estrella destruida.

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En ocasiones, tras la supernova queda intacto el núcleo de la estrella supergigante que


precedía a la explosión. Este núcleo está principalmente compuesto de neutrones, partícula
resultante del choque de un protón (+) con un electrón (‒), por lo que se les conoce como
estrellas de neutrones. Para hacernos una idea de cómo son estos enigmáticos cuerpos,
podemos decir que su tamaño medio es de unos 15 km de diámetro y poseen una masa de
hasta tres veces la del Sol, por lo que la densidad alcanza valores increíbles de miles de
millones de toneladas por centímetro cúbico. Estas estrellas de neutrones giran a velocidades
muy elevadas sobre su propio eje, por lo que emiten muchas señales de radio (prácticamente,
es el único método para detectarlas por su poco brillo). Aun así, se han obtenido imágenes de
estrellas de neutrones, como se muestra en la fotografía inferior.

Estrellas grandes
Las estrellas de mayor tamaño, de unas 50 a 80 veces la masa del Sol, suelen tener un
ciclo parecido a las estrellas “medianas”, y forman una supergigante, una supernova y una
estrella de neutrones. La diferencia radica en que su final no es siempre el mismo que en las
estrellas de 11 a 50 veces la masa solar. Decíamos que las estrellas de neutrones pueden
llegar a tener una masa de hasta tres veces la solar. Si se supera esta cifra, la gravedad de
este pequeño cuerpo (10-15 km) girando a velocidades altísimas hará que la materia se
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contraiga sobre sí misma, de modo que esta fuerza, que en la Tierra es de 9,8 m/s , podrá
alcanzar valores tan altos que ni siquiera la luz pueda escapar de allí formando un agujero
negro.

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En esta imagen obtenida por el telescopio espacial Hubble podemos observar una
región muy interesante de la constelación Leo, llamada NGC 3603, en la que apreciamos
prácticamente todas las etapas de la evolución de las estrellas. Podemos ver nebulosas en las
que se están formando estrellas, estrellas muy jóvenes que aún conservan sus nubes de gas,
estrellas rojas o “frías” y estrellas muy calientes que destacan por su azul intenso. Por si fuera
poco también observamos un cúmulo estelar, cuerpo celeste que estudiaremos en la siguiente
unidad.

C) Tipos de estrellas
Además de los tipos estelares que ya hemos visto (gigantes, enanas, etc.), existe una
forma de clasificar las estrellas mayoritariamente aceptada en el campo de la Astronomía y
basada en el tipo espectral de cada una de las estrellas. Cuando dispersamos una luz a
través de un prisma, obtenemos una banda de colores. En el caso de la luz procedente de las
estrellas, este “espectro” de colores está directamente relacionado con la temperatura a la que
se encuentra la superficie de la estrella. Los tipos espectrales de las estrellas han sido
clasificados por letras, cuya escala de temperatura, ordenada de mayor a menos sería O, B, A,
F, G, K, M, R, N, S. Por lo tanto, las estrellas de clase O serían las más calientes (y más
azules) y las de clase S, las más frías (y rojas). A su vez, cada clase está dividida en subclases
que se designan por medio de cifras (G1, C2…) excepto en el caso de las estrellas de clase O
que se designan por letras minúsculas (Oa, Ob, Oc…). Hay algunos trucos para recordar esta
clasificación, como por ejemplo, usar la frase inglesa “Oh, Be A Fine Girl, Kiss Me”.

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La siguiente tabla muestra algunas de las principales características de estos tipos


espectrales:

Características
Elementos Temperatura Ejemplos
más abundantes (grados K)
O Helio, oxígeno y 20.000 a 35.000 γ Velas
nitrógeno
B Helio, oxígeno, 15.000 a 20.000 Alnilam (ε Orión)
nitrógeno e La estrella del
hidrógeno centro del
cinturón
A Hidrógeno, helio, 10.000 a 15.000 Sirio y Vega
calcio
F Hidrógeno, helio, 6.000 a 10.000 Porción
calcio
G Hidrógeno, helio, 4.000 a 6.000 El Sol y Capella
algunos metales
(en el Sol
existen millones
de toneladas de
oro)
K Menos 3.000 a 4.000 Aldebarán y
hidrógeno que Arturo (Arcturus)
en las anteriores
M Helio 3.000 Betelgeuse y
Antares
R Carbono y 3.000 Casos
cianógeno
N Carbono 2.000 a 2.500 particulares de
molecular
S Óxido de ≤ 2.000 las estrellas tipo
carbono y
circonio M

El diagrama Hertzsprung-Russell es una distribución gráfica de las estrellas establecida


a principios del siglo XX que pone en relación las magnitudes absolutas de las estrellas con sus
espectros (temperaturas). En la imagen podemos ver una imagen creada por la NASA de este
diagrama con algunos ejemplos de estrellas en cada categoría. Los colores de fondo muestran
el color aparente de dichas estrellas.

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Muchas de las estrellas más conocidas, como Aldebarán, Rigel o incluso la Estrella
Polar, parecen ser un único cuerpo a simple vista. Pero basta con un pequeño telescopio para
darse cuenta de que en realidad están formadas por dos o más astros girando sobre un punto.
Estas estrellas reciben el nombre de estrellas dobles, si están formadas por dos astros;
estrellas triples, cuando cuentan con tres, y estrellas múltiples, en caso de ser cuatro o más
las estrellas que forman el conjunto. Las estrellas dobles pueden ser dobles visuales cuando
en realidad las estrellas no interaccionan entre sí ni están cercanas, pero las observamos
juntas debido al efecto óptico de la perspectiva.

Además, pueden ser dobles físicas, cuando entre ellas sí existe un vínculo real y una
gira sobre la otra formando un verdadero sistema binario. Algunas de las principales estrellas
dobles son Algol y la Estrella Polar. Régulus es una de las más brillantes estrellas triples del
firmamento, mientras que ε Lira es la principal estrella múltiple observable. Estas estrellas no
siempre giran una sobre la otra ya que, en ocasiones, todas lo hacen sobre un mismo centro de
gravedad.

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Hay estrellas que no tienen un brillo constante, es decir, no poseen una magnitud
aparente regular, sino que esta varía periódicamente. A estas estrellas se las conoce como
estrellas variables. La primera estrella variable conocida, situada en la constelación de la
Ballena, pasa de magnitud 3 a 9 y viceversa en un periodo de aproximadamente un año. Esta
estrella, llamada Mira Ceti, parece aparecer y desaparecer del cielo.

Podemos distinguir cuatro tipos de estrellas variables:

a) Por un lado, encontramos estrellas variables de eclipse que, como su propio


nombre indica, están compuestas por una estrella más brillante y por otro objeto al
que se le denomina “compañero”. Este compañero puede ser una estrella menos
brillante (estrella doble), un sistema planetario, un planeta, una nebulosa opaca,
etc.

Cuando la estrella más brillante está situada “delante” del compañero, su brillo
parecerá mayor que en el resto de las posiciones posibles. Si este compañero
fuera otra estrella menos brillante, el máximo brillo se alcanzará cuando ambas
estrellas permanezcan paralelas en el plano, por lo que recibiríamos el brillo de las
dos. Algunas de las principales estrellas variables de eclipses son δ de la
constelación Ballena, β de la constelación Lira y ε de El cochero.

Enlace de interés: Estrellas variables eclipsantes

b) Otras estrellas se dilatan periódicamente (llegando incluso a variaciones de un


10% de diámetro), por lo que su brillo se ve igualmente aumentado o reducido. A
estas estrellas se las conoce como estrellas variables de pulsación. Las
primeras estrellas en las que se observó este efecto estaban en la constelación de
Cefeo, por lo que, incluso en la actualidad, se las conoce como estrellas
Ceféidas. Estas estrellas variables de pulsación, o ceféidas, han ayudado
enormemente a los astrónomos al permitirles comprobar multitud de sus teorías
sobre la formación estelar y las distancias interestelares.

Enlace de interés: Estrellas variables pulsantes

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c) Las estrellas variables accidentales son estrellas que presentan súbitos


cambios de brillo en periodos bastante irregulares de tiempo. Entre este tipo de
estrellas encontramos algunas cuyos cambios de brillo se deben a cambios en el
ciclo vital de la estrella (por ejemplo, cuando pasan de gigante a supergigante).
En otros casos, se trata de nebulosas u otros objetos no brillantes que pasan por
“delante” de la estrella haciendo variar su brillo.

A diferencia de las estrellas variables de eclipse, estas últimas no cuentan con


“compañeros”, sino que se encuentran en lugares favorables para la formación de
nebulosas espontáneas que pueden estar muy lejanas, pero que por el efecto
óptico de la perspectiva parecen pasar delante de ellas si las observamos desde la
Tierra.

d) Las estrellas novas y supernovas proceden de cambios en la luminosidad de las


estrellas debidos a acontecimientos muy dramáticos. Las supernovas, como
vimos, son una de las últimas partes del ciclo de las estrellas de mayor tamaño y
son visibles por periodos muy cortos de tiempo. Las novas no corresponden a
nuevas estrellas, sino a estrellas cuyo brillo es nuevo. Esto puede ser debido a
cualquiera de los efectos que hemos visto (eclipses, pulsaciones, etc.), con la
diferencia de que si una estrella varía de magnitud 10 a 5 (ambas observables) no
se la considera nova, mientras que si varía de una magnitud superior a 20 (25
desde el telescopio espacial Hubble) a una magnitud dentro de observable sí
pertenecería a este tipo de estrellas variables.

Enlace de interés: Supernova

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D) Constelaciones y principales estrellas observables


Los hombres hemos agrupado las estrellas observables en las llamadas
constelaciones. Este término, que procede de la unión de cons- (reunión) y stelar (brillar),
hace referencia a agrupaciones de estrellas que pueden o no tener una relación directa en su
posición en el universo. En una constelación podemos encontrar tres estrellas bastante
cercanas y una muy lejana, pero que a nosotros se nos presenta como un cuadrado en el que
todos sus componentes parecen estar situados a la misma distancia.

No se sabe con exactitud cuándo se concibieron los primeros sistemas de


constelaciones, aunque parece que en el año 4.000 a. C. ya se hacían inscripciones
cuneiformes referentes al león o al escorpión como objetos celestes. A la mayoría de las
constelaciones se las distingue mediante nombres mitológicos (Orión, Perseo…) y con
nombres de animales u objetos (Osa Mayor, Cruz del Sur, etc.).

En 1930, la Unión Astronómica Internacional (UAI) definió un total de 88


constelaciones, de las cuales 48 proceden de la antigüedad y 40 han sido introducidas en la
época moderna. En esta descripción de las constelaciones y su posición en el firmamento, la
UAI utilizó las coordenadas (declinación y ascensión recta) del año 1875,0. Esta forma de
expresar un año se debe a que las posiciones de las constelaciones no varían solo con los
años, sino también con los meses. El año 1875,0 equivale a principios del año 1875. El
movimiento de precesión de la Tierra ha hecho que en la actualidad la posición de las
constelaciones haya variado ligeramente, así como las fechas en las que el Sol “recorre” cada
constelación.

Los horóscopos se basan en el tiempo que el Sol “pasa” dentro de una constelación.
Por ejemplo, según la astrología el Sol permanece en la constelación de Virgo del 23 de agosto
al 22 de septiembre, cuando en realidad no es exactamente así. Por otro lado, la astrología se
basa en el “tránsito” del Sol por doce constelaciones, cuando en realidad lo hace por trece.
Todo esto da lugar al Zodiaco, que es la región comprendida dentro de 8° de la eclíptica que,
como vimos, es la línea imaginaria por la que discurren el Sol y los siete primeros planetas por
el firmamento. Estas doce constelaciones responden a historias mitológicas que merecen una
especial atención, ya que gracias a estas creencias se explica el uso de ciertos nombres para
objetos del firmamento.

Según la mitología griega, Aries era el vellocino de oro que Jasón consiguió como
premio; Tauro era el disfraz de toro que utilizó Zeus para raptar a Europa; Géminis, los
gemelos Cástor y Pollux, que tras la muerte de Cástor y ante la desolación que este hecho
produjo en Pollux, fueron colocados por Zeus en el firmamento con el fin de asegurarles la
inmortalidad; Cáncer fue el cangrejo que Hércules usó en su lucha con Hydra; Leo, el león que
Hércules mató en el primero de sus trabajos; Virgo ha sido identificada con Ceres, diosa de las
cosechas; Libra era la balanza con la que Astrea impartía justicia; Escorpión, el animal que
Apolo envió para matar a Orión y aún continúa persiguiéndole al estar ambas constelaciones
colocadas en puntos opuestos del firmamento (cuando el Sol “está” en Escorpión, Orión se ve
por la noche en su punto más alto); Sagitario corresponde al centauro Quión; Acuario
representa a un niño que vierte agua con un cubo y es responsable de las lluvias, y, por último,
Piscis se identifica con el disfraz de pez que utilizaron Venus y Cupido para escapar del
monstruo Tifón.

Los nombres de las 88 constelaciones en latín y por orden alfabético son Andrómeda,
Antlia, Apus, Aquarius, Aquila, Ara, Aries, Auriga, Bootes, Caelum, Camelopardalis, Cancer,
Canes Venatici, Canis Major, Canis Minor, Capricornus, Carina, Cassiopeia, Centarus,
Cepheus, Cetus, Chamaéleon, Circinus, Columba, Coma Berenices, Corona Australis, Corona
Boreales, Corvus, Crater, Crux, Cygnus, Delphinus, Dorado, Draco, Equuleus, Eridanus,
Fornax, Gemini, Grus, Hercules, Horologium, Hydra, Hydrus, Indus, Lacerta, Leo, Leo Minor,
Lepus, Libra, Lupus, Lynx, Lyra, Mensa, Microscopium, Conoceros, Musca, Norma, Octans,
Ophiuchus, Orion, Pavo, Pegasus, Perseus, Phoenix, Pictor, Pisces, Piscis Austrinus, Puppis,
Pyxis, Reticulum, Sagitta, Sagittarius, Scorpius, Sculptor, Scutum, Serpens, Sextans, Taurus,
Telescopium, Triangulum, Triangulum Australe, Tucana, Ursa Major, Ursa Minor, Vela, Virgo,
Volans y Vulpecula.

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Como todos sabemos, estas constelaciones van siendo visibles a lo largo del año. En
España se ven más de sesenta constelaciones en distintas épocas del año, e incluso algunas
se pueden observar durante todo el año, estas son las llamadas constelaciones
circumpolares, por estar cerca del polo norte celeste. Dentro de ellas, las principales son la
Osa Mayor, la Osa Menor, Cefeo y Casiopea.

La constelación Osa Mayor es


probablemente la más conocida.
Recibe numerosos nombres como “el
Gran Carro”, el “Cucharón”, etc.

Según la mitología, Zeus se enamoró


de Calisto, hija de Licaón, y fue
transformada en osa por el dios para
protegerla de los celos de su esposa.

Todas las estrellas de esta


constelación son visibles desde una
zona poco iluminada, aunque Dubhe
es la estrella más brillante de la
constelación con una magnitud de
1,7.

La Osa Menor posee a la


estrella más “útil” del
firmamento. Al estar muy
cercana al norte terrestre,
Polares ha sido utilizada
durante siglos para localizar
el norte geográfico. Esta
estrella está situada a 470
años luz y es ocho veces
mayor que el Sol, aunque
posee un brillo 2.000 veces
superior al de nuestro astro.
Su magnitud es de 2.

La mitología cuenta que el hijo de Calisto, Arcas, estuvo a punto de matar a su madre
pensando que era una osa más. Zeus le transformó en oso y los envió al firmamento. La
esposa de Zeus, Hera, descubrió el hecho y prohibió que madre e hijo se bañaran jamás en el
mar, hecho que “explicaría” por qué la Osa Mayor y la Osa Menor nunca desaparecen bajo el
horizonte.

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Cefeo era el padre de Andrómeda,


a quien estuvo a punto de sacrificar para
salvar su reino de no haber sido por la
mediación de Perseo, quien mató al
monstruo enviado para arrasar el reino. Su
estrella más brillante, Alderamin, posee una
magnitud de 2,2.

Las formas de esta constelación no


son fáciles de ver a simple vista. Lo más
común es observar únicamente la parte
derecha de la constelación al tener una
magnitud muy elevada (poco brillo) las
estrellas de la zona izquierda de la imagen.

La constelación de Casiopea muestra un aspecto muy peculiar, y adopta una forma


semejante a una “W”. Sus estrellas se encuentran en las proximidades de la Vía Láctea y su
principal estrella es Shedir, de magnitud 2,2. Esta forma pasa de verse como una W a una M,
por estar tan relativamente cerca de nosotros. Según la mitología griega, Casiopea, mujer de
Cefeo y madre de Andrómeda, se negó al matrimonio de su hija con su salvador, Perseo. Este
último le mostró la cabeza de la recién derrotada Madeusa, por lo que Casiopea se convirtió en
piedra. A modo de castigo, Zeus la colocó en el firmamento, de forma que en ocasiones
apareciera bocabajo.

Exceptuando estas cuatro constelaciones, el resto solo es visible desde el hemisferio


norte en ciertos periodos del año. En primavera existen grandes zonas del firmamento sin
abundancia de constelaciones que permiten ver numerosas galaxias y objetos no tan comunes
de los que nos ocuparemos más adelante. Además de las constelaciones circumpolares, en
primavera destacan las constelaciones del Boyero (Bootes), Virgo, Leo, el Cuervo (Corvus), el
Dragón (Draco), Hydra, Canes Venatici, Coma Berenices y la Corona Boreal y Cráter.

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La constelación del
Boyero contiene
una de las estrellas
más brillantes del
firmamento,
Arcturus, de
magnitud ‒0,1. Se
trata de la Gigante
Roja más próxima,
con diámetro de
unas 23 veces el
Sol. Se encuentra a
tan “solo” 35 años
luz, por lo que su
desplazamiento
dentro de la
constelación es
muy importante,
llegando casi a 1°
cada 1.600 años.

Virgo posee una enorme estrella llamada Spica, situada a más de 250 años luz que, a
pesar de estar muy distante, conserva un importante brillo que alcanza la magnitud 1, siendo
unas 2.300 veces más brillante que el Sol. En esta constelación se encuentra el mayor cúmulo
de galaxias conocido, el llamado Cúmulo de Virgo, compuesto por más de 3.000 galaxias.

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La estrella más brillante de Leo es Régulus (“el reyezuelo”) y se trata de una estrella
compuesta mayoritariamente de helio, muy “caliente” (20.000 K), situada a 85 años luz y de
una magnitud de 1,3. Denébola también es muy brillante, unas veinte veces más que nuestro
Sol.

La constelación del Dragón (Draco)


forma una larga fila de estrellas que “rodea” la
Osa Menor. Thuban era la verdadera estrella
polar en el año 2700 a. C. En esta
constelación destacan las nebulosas y su
nombre procede del antiguo guardián de la
manzana de oro al que Hércules venció.

Hydra es la constelación más larga


del firmamento, y es visible en ambos
hemisferios al mismo tiempo. Su estrella más
brillante, Alphard, es una gigante roja situada
a unos 100 años luz con una magnitud 2. Al
Minliar al Shuja es una estrella variable con
un periodo de 387 años. Se la puede
observar a simple vista en su máximo, pero
parece “invisible” en su mínimo.

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En verano, el hemisferio norte “mira directamente” al plano de nuestra galaxia, por lo


que esta estación es muy rica en objetos de espacio profundo (galaxias, nebulosas, etc.). Las
constelaciones visibles en esta época del año a simple vista son Águila, Capricornio, Cisne
(Cygnus), Delfín, Ophiuchus, Hércules, Lira, Sagitario, la Serpiente y Escorpión.

La constelación del Águila


posee una de las estrellas más
hermosas del firmamento, Altair
(águila volando), muy cercana a
nosotros (16 años luz). A pesar
de ser solo 1,5 veces más
grande que el Sol, es 10 veces
más brillante (magnitud 0,7).

Según la mitología griega, el


águila recibió un lugar en el
firmamento por ser el animal
que trajo a Ganímedes a la
Tierra.

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Capricornio posee como estrella más brillante a Deneb Algedi, de magnitud 2,7. α
Capricornio es en realidad una estrella doble observable a simple vista desde una zona poco
iluminada. Una curiosidad de Capricornio es que “en ella” se encuentra el objeto más alejado
que se conoce, el cuásar PKS 2000-330, situado a 12.000 millones de años luz, lo que significa
que la luz que emite es la más antigua que llega a nuestro planeta. Este objeto se aleja a una
enorme velocidad de nosotros, debido a la expansión del universo. Este objeto no es visible ni
siquiera para el telescopio espacial Hubble y solo puede detectarse por las emisiones de ondas
que emite.

La constelación de Cisne es una de las más impresionantes del universo. Posee una
de las estrellas más brillantes (magnitud 1), Deneb, una estrella doble 10.000 veces más
luminosa que el Sol. Situada a 1.000 años luz, se trata de una supergigante con un diámetro de
60 veces el solar. Además de esto, su segunda estrella más brillante, Albireo, es una preciosa
estrella doble que con unos prismáticos muestra una de sus estrellas con un color naranja
intenso mientras que su compañera posee un brillo mucho más amarillo.

Junto a estas estrellas, en Cisne se encuentran numerosas nebulosas que la


convierten en una de las constelaciones más ricas del firmamento.

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Hércules posee una de las estrellas más grandes y frías observables a simple vista. Se
trata de Ras Algethi, su estrella más brillante, con un diámetro de 500 veces el Sol y una
magnitud de 3,4. Si esta estrella dominase nuestro sistema solar abarcaría hasta Júpiter.

Lyra es una pequeña constelación, pero posee objetos muy interesantes como Vega,
que con una magnitud de 0 es la quinta estrella más brillante del cielo. Sheliak es una estrella
doble de eclipse cuyos movimientos se pueden observar con unos prismáticos. En solo 13 días
podemos ver todas las fases de rotación de una estrella sobre la otra. Su nombre se debe al
instrumento musical regalado por Apolo a Orfeo, el músico de los dioses.

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En Sagitario encontramos la mayor concentración de objetos en una sola constelación.


Hay más de 50.000 estrellas y más de 10 objetos del espacio profundo (nebulosas, cúmulos,
etc.) situados entre los más interesantes. Su estrella principal, Kaus Australis, es 250 veces
más brillante que el Sol y posee una magnitud de 2,8; aunque no es la más brillante, ya que
Nunki posee una magnitud de 2,1. En Sagitario se encuentra el centro de nuestra galaxia,
inobservable debido a las nubes opacas que cubren dicho lugar. Arkab es una estrella doble
con periodos fácilmente observables debido a la separación de las dos estrellas que la
componen.

Escorpión es considerada una constelación del hemisferio sur, al igual que Sagitario.
Desde la península ibérica no es posible observar la constelación completa, ya que la parte
inferior suele permanecer muy baja en el horizonte todo el verano. Su estrella principal,
Antares, significa “anti-marte”, debido a que su intenso color rojo rivaliza con el de nuestro
planeta vecino. Se trata de una supergigante roja de un tamaño superior a 500 veces el tamaño
del Sol. Casi todas sus estrellas están situadas en nuestra galaxia y en ella podemos disfrutar
de numerosos objetos del espacio profundo visibles con prismáticos.

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En otoño el hemisferio norte de la Tierra ya no “apunta” hacia nuestra propia galaxia y,


en cambio, lo hace hacia regiones del universo muy ricas en galaxias de todo tipo. Las
principales constelaciones observables en esta época del año son Andrómeda, Acuario, Aries,
La Ballena, Pegaso, Piscis, Piscis Austrinus, y el Triángulo.

El complejo que forman Andrómeda y Pegaso posee numerosos cuerpos interesantes,


entre ellos la galaxia de Andrómeda, visible a simple vista al estar situada a “solo” dos millones
de años luz. La estrella principal de Andrómeda parece formar parte de Pegaso, al estar
situada en el bonito cuadrado que describe esta constelación. Las estrellas de Andrómeda no
son muy brillantes, mientras que Pegaso posee cuatro estrellas con magnitudes muy bajas. Su
estrella principal, Markab, posee una magnitud de 2,5, aunque su estrella más brillante es Enif
que es aproximadamente 5.000 veces más brillante que el Sol.

Otro interesante complejo es el que forman Acuario, Capricornio y Piscis Austrinus.


Esta región dominada por los seres “acuáticos” destaca por sus bellas nebulosas y, en lo que
se refiere a sus estrellas, las más visibles son Sadelmelik (Acuario), 6.000 veces más brillante
que el Sol y Formalhaut, situada a tan solo 23 años luz de nuestro planeta, lo que la convierte
en una de las estrellas más brillantes del cielo con una magnitud de 1. Esta constelación posee
numerosas estrellas dobles observables con un buen telescopio.

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La constelación de la Ballena tiene como estrella más brillante a Menkar (“la nariz”),
gigante roja situada a 130 años luz. Deneb Taitos (“cola de la ballena”) también es una gigante
roja, aunque está aún más cerca, a 56 años luz. La estrella más conocida de la Ballena es Mira
(“la estrella maravillosa”), por ser la primera estrella variable descubierta. Sus variaciones se
pueden observar en aproximadamente un año incluso a simple vista debido a que esta estrella
es 250 veces más brillante que el Sol.

La región de Aries y Piscis no destaca especialmente, excepto por ser la zona en la


que se encuentra el punto vernal, es decir, el lugar donde se encuentra el Sol en el equinoccio
de primavera. Este punto ha ido variando y lo seguirá haciendo debido al movimiento del Sol
por la galaxia y, por lo tanto, de nuestro sistema solar. Las dos estrellas más brillantes son
Hamal (Aries), de magnitud 1,2, y Alrescha (Piscis), de magnitud 4,3.

En invierno, el cielo vuelve a ser espléndido para la observación de constelaciones y


de nuestra propia galaxia, ya que la Vía Láctea muestra en esta época al hemisferio norte de la
Tierra su zona más poblada. En estos meses destacan las constelaciones de Auriga, Cáncer,
Can Mayor, Can Menor, Géminis, Orión, Perseo y Tauro. Si en esta época miramos hacia el
Sur veremos un gran número de estrellas pertenecientes a Auriga, Can Mayor, Can Menor,

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Orión, Géminis y Tauro, las cuales forman el complejo más impresionante y bello del
firmamento.

Auriga, también conocida por “El


cochero”, se encuentra sobre la
constelación de Tauro (a quien “monta”
según la mitología). Su estrella más brillante
es Capella, “la cabra” con una magnitud de
0. Las tres estrellas más pequeñas que
forman el “rombo” suelen ser llamadas
como “las cabritillas”, y poseen una
magnitud media de 3, por lo que Auriga es
una de las constelaciones más brillantes del
firmamento.

Tauro es también una bonita


constelación y cuenta con una estrella
principal, Aldebarán, que se encuentra entre
las más brillantes del cielo, con una
magnitud de 0,1. Aldebarán significa “el que
sigue”, ya que esta estrella sigue a las
Pléyades (también conocidas por “las siete
hermanas”) por el firmamento. Las Pléyades
son un asterismo, término que designa
aquellos objetos visibles del firmamento que
han sido agrupados sin llegar a formar una
constelación. Se trata de un conjunto de
estrellas (conocido como cúmulo) que se
aprecia perfectamente a simple vista.
Aunque parezca contar con siete estrellas,
en realidad cuenta con más de 300. Este
número aumenta paulatinamente, ya que se
trata de estrellas muy jóvenes (de unos 80
millones de años) que aún no han absorbido
todo el gas que las rodea. El espectáculo de
observar las Pléyades con unos simples
prismáticos es soberbio.

En la zona de las constelaciones de Can Mayor y Can Menor se encuentra la estrella


más brillante del cielo, Sirius. Se trata de una estrella ligeramente mayor que el Sol, aunque 23
veces más brillante. Su brillo posee un matiz muy azulado y se encuentra a 8,7 años luz. Esta
estrella es visible incluso desde las zonas muy iluminadas de las ciudades. Posee una estrella
“compañera” que corresponde a los restos de una estrella muerta extremadamente densa. Esta
compañera de Sirio, llamada Sirio B, fue la primera enana blanca observada por el hombre.

En Can Menor encontramos a Porción (“perro delantero”). También se trata de una


estrella doble y su compañera es una enana blanca. Estas constelaciones reciben sus nombres
de los perros de caza que utilizaba Orión, su constelación vecina.

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La constelación de Géminis se caracteriza por sus dos estrellas “gemelas”. Se trata de


Castor y Pollux. Para identificarlas podemos recordar que Castor está cerca de Capella y
Pollux, de Porcyon (C-C/P-P). La más brillante de las dos es Pollux, que a su vez es una
estrella doble de magnitud 1,1. Su compañera, Castor, es un complejo sistema de seis estrellas
situadas a 45 años luz. Las seis giran en torno a un centro de gravedad común (no unas sobre
otras) una vez cada 380 años. Debido a esto, la magnitud de Castor varía lentamente, y en la
actualidad es de 2.

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Perseo era el héroe mitológico que le cortó la cabeza a Medusa y liberó a Andrómeda,
con la cual se casó. Su estrella principal es Mirfak, 4.000 veces más brillante que el Sol y
situada a 550 años luz. La estrella más conocida de la constelación es Algol (la cabeza del
monstruo), que se sitúa justo donde estaría la supuesta cabeza de la medusa. Es un objeto
muy interesante al tratarse de una estrella variable y doble. Es complicado definir la magnitud
de esta estrella, ya que durante casi tres días es de magnitud 2, pero en ese momento “deja de
brillar” durante cinco horas y alcanza una magnitud 5 para posteriormente volver a su magnitud
inicial. La observación de este efecto con un telescopio resulta apasionante.

Cuando hablamos de los meteoritos dijimos que una de las principales “lluvias de
estrellas” es conocida como Las Perséidas, por tener lugar en dirección a esta constelación. El
material que “cae” a la Tierra procede del cometa Swift-Tuttle. Este fenómeno se puede
observar los días 11 y 12 de agosto.

La última constelación que


estudiaremos es sin duda la más
interesante del firmamento por
multitud de aspectos. Orión era un
cazador que presumía de poder
derribar con su arco a cualquier
animal. El escorpión le creó más
problemas de lo que él imaginaba
y por eso los dioses decidieron
separarlos en el firmamento. De
hecho, es imposible ver a Orión y
a Escorpión en la misma noche
desde cualquier lugar del planeta.
Su estrella principal, Betelgeuse
(“el hombro del gigante”), es una
enorme Gigante Roja de un
diámetro superior a 400 veces el
del Sol. La intensa estrella azul de
la parte inferior es Rigel (“el pie
del gigante”). Su impresionante
brillo es inimaginable, ya que se
calcula que es 60.000 veces más
brillante que el Sol. Las tres
estrellas situadas en el centro de la constelación se conocen como “el cinturón de Orión” y son
bastante más brillantes que las que forman el arco del gigante. En la parte inferior se encuentra
la nebulosa de Orión, uno de los principales lugares de nacimiento de estrellas observados.

Enlace de interés: Constelaciones

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Todas las imágenes reales que aparecen en esta unidad son cortesía de NASA
(National Aeronautics and Space Administration), NSSDC (Nasa´s Space Science Photo
Gallery), JPL/Caltech (Jet Propulsión Laboratory/ California Institute of Technology) y 2MASS
(“Atlas Image [or Atlas Image mosaic] obtained as part of the Two Micron All Sky Survey
(2MASS), a joint project of the University of Massachusetts and the Infrared Processing and
Analysis Center/California Institute of Technology, funded by the National Aeronautics and
Space Administration and the National Science Foundation”).

EJERCICIO PRÁCTICO DE REPASO.


Ejercicio práctico de repaso de la Unidad didáctica 03
(disponible en la sección “Trabajos”).

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