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B) Galaxias
C) Nebulosas
Ejercicio de repaso
Existen principalmente dos tipos de cúmulos estelares. Por un lado, están los que
poseen estrellas bastante jóvenes y calientes que se distribuyen de una forma bastante
irregular. A estos lugares del universo se les llama cúmulos abiertos. Sin duda, el más
conocido de este tipo de cúmulos son las pléyades, grupo de estrellas situado “cerca” de la
constelación de Tauro, situado a una distancia de 400 millones de años luz. A simple vista
podemos distinguir una mancha en el cielo dentro de la que se distinguen muchas estrellas
unidas. En este cúmulo hay importantes cantidades de gas circundante del cual se creía que
procedían las estrellas que forman las pléyades o “Siete Hermanas”. Actualmente, se sabe que
esa nube de gas es simplemente un lugar al que ha llegado el cúmulo de forma casual en su
tránsito por el universo.
Las principales estrellas de las Pléyades son, por orden de mayor a menor brillo,
Alcyone, Atlas, Maia, Electra, Taygeta, Merope y Pleione.
Además de las siete estrellas principales en este cúmulo, hay más de 3.000 estrellas
de todo tipo en un área de tan solo 13 años luz de diámetro.
En el cúmulo NGC 7129 encontramos una nube que demuestra que aún se están
formando estrellas en su interior. Si observamos la imagen con detalle, veremos cómo las
estrellas más cercanas a la imagen, las más recientes, poseen colores más amarillentos y
anaranjados que las más distanciadas de ella, que cuentan con mayor tiempo de vida y, por lo
tanto, de mayor temperatura.
Los cúmulos abiertos de mediana edad suelen contar con el mayor número de estrellas
entre todos los objetos de este tipo. El cúmulo M11 es uno de los que más estrellas contienen
de todos los que se han encontrado en nuestra galaxia.
Es importante señalar que en estos cúmulos puede haber estrellas de varios tipos
(supergigantes, enanas blancas, etc.) e incluso de varias edades, ya que no siempre todas las
estrellas que lo componen se forman a la vez. En esta imagen vemos el cúmulo M103, en el
que podemos observar estrellas frías (amarillas) junto a estrellas muy calientes (blancas) de
una edad diferente.
Al haber tantas estrellas concentradas en áreas muy pequeñas (en 3 años luz “cúbicos”
puede haber más de 1.000 estrellas), las fuerzas gravitatorias que existen en estos cúmulos
son enormes. La mayoría de las estrellas que los forman suelen poseer órbitas más o menos
circulares sobre el centro de gravedad del cúmulo.
En general, los cúmulos globulares son más antiguos que los abiertos. Los de nuestra
galaxia se formaron hace unos 15.000 millones de años, muy cerca del momento en el que se
formó la propia galaxia. Al tener una edad tan avanzada, las estrellas que los componen suelen
haberse convertido ya en gigantes rojas o supergigantes.
La variedad de aspectos de los cúmulos globulares es notable. Hay algunos, como M54
(imagen izquierda), que tienen una elevadísima concentración de estrellas mientras que en
otros, como M55 (imagen derecha), las estrellas están más separadas, dándole un aspecto
más similar a los cúmulos abiertos que a los globulares.
Aunque los cúmulos globulares suelen ser muy antiguos, se han descubierto algunos
formados recientemente. El cúmulo globular más joven conocido es el que muestra la imagen
inferior, denominado NGC 1818. Se calcula que tiene una edad aproximada de 40 millones de
años, algo que sorprende si lo comparamos con algunos cúmulos globulares que se
encuentran en nuestra galaxia y tienen edades de hasta 12.000 millones de años. Este cúmulo
solo es visible en el hemisferio sur.
B) Galaxias
Las galaxias son conjuntos de billones de estrellas, polvo y gas unidos por el efecto de
la gravedad que dan lugar a los cuerpos más grandes de todo el universo. Todas las estrellas
situadas en una galaxia se comportan como los planetas alrededor del Sol, es decir, describen
órbitas alrededor del centro de la galaxia. Estas órbitas se describen con una velocidad que
depende de la distancia entre la estrella y el centro galáctico. Cuanto más alejada esté la
estrella del centro más lentamente describirá sus órbitas sobre este.
Nuestra estrella, el Sol, forma parte de la galaxia Vía Láctea, y necesita unos 230
millones de años para dar una vuelta completa alrededor del centro galáctico. De esta cifra se
desprende la velocidad a la que el Sol se desplaza por la galaxia, la increíble velocidad de 300
km/s. Si nos detenemos a pensarlo, mientras leemos estas líneas nos movemos a más de
100.000 km/h alrededor del Sol y, además, a 1.000.000 km/h alrededor del centro de nuestra
galaxia.
Toda galaxia tiene tres partes principales; por un lado, encontramos el centro o
protuberancia central de la galaxia, donde se encuentra el centro de gravedad sobre el que
orbitan todos los cuerpos que la componen. Se cree que en multitud de galaxias este centro
galáctico puede estar formado por un agujero negro; a continuación, se encuentran los brazos
de la galaxia, en los que se distribuyen todas las estrellas y demás cuerpos que la forman en
un mismo plano; por último, y orbitando sobre el centro galáctico en un plano distinto a los
brazos, encontramos los cúmulos.
Nuestra galaxia tiene un diámetro de unos 100.000 años luz, un grosor de 1.000 años
luz en la zona central y unos 500 años luz en los brazos. Nuestro Sol se sitúa a 27.000 años
luz del centro galáctico en un pequeño saliente del brazo de Perseo, que se conoce como
brazo de Orión. Los otros dos brazos conocidos, aparte de Perseo, son el “brazo de Sagitario”
y el brazo del cisne. La parte opuesta de nuestra galaxia es muy difícil de observar, ya que está
más allá de la protuberancia central o centro galáctico, repleto de nubes de gas.
Como ya dijimos, dicha zona presentaría un brillo descomunal de no encontrarse tras las
enormes nubes de gas y polvo que se encuentran en las zonas internas de la galaxia. A simple
vista, podemos ver esta parte de la Vía Láctea como cualquier otra.
El Big Bang, como principio de la formación del universo, supuso también el punto de
partida en la formación de las galaxias. Después de la gran explosión, la temperatura del
universo no era homogénea y, por lo tanto, había zonas donde la temperatura era inferior. En
estas zonas la materia se acumuló más fácilmente que en las de temperatura más elevada, y
se formó alguna estructura semejante a los cúmulos. En su interior había suficiente materia
como para permitir la formación de miles de millones de estrellas que estarían unidas
eternamente debido a la implacable fuerza de la gravedad que hace que estos cuerpos tan
pesados en continuo movimiento se atraigan. Todas estas estrellas unidas por la gravedad
formarían una galaxia que, a su vez, permanecería ligada a otras dando lugar a los llamados
grupos locales. Estos grupos formarían enormes estructuras de miles de galaxias, ocupando
áreas del universo cercanas a los 1.000 millones de años luz. Los astrónomos creen que estos
supercúmulos, a su vez, formarían una estructura aún mayor, llamada macrocúmulo. Estas
asociaciones se pueden desarrollar hasta la conclusión de que, en realidad, el universo es un
enorme, aunque no tan complejo, sistema de cuerpos relacionados entre sí, que permanece
unido gracias a algo tan cotidiano y cercano a nosotros como la fuerza de la gravedad.
En realidad, para nosotros existen más galaxias que estrellas. Esta afirmación puede
parecer sorprendente, ya que las galaxias no son más que acumulaciones de millones de
estrellas. En el cielo nocturno, los telescopios más potentes han sido capaces de observar
centenares de millones de estrellas, mientras que cualquier observatorio del mundo es capaz
de observar con claridad cientos de miles de millones de galaxias. La distribución de las
galaxias por el universo no es uniforme. Hay vastas extensiones del universo donde no se han
encontrado datos (ni visuales ni de ondas de radio) que demuestren la existencia de más de
una o dos galaxias, mientras que hay algunas regiones del firmamento, como la constelación
de Coma Berenice, en las que se han encontrado más de mil galaxias en un área del cielo
similar a la de que ocupa la Luna.
Esta tendencia de las galaxias a unirse en cúmulos no es ajena a la Vía Láctea, ya que
nuestra galaxia pertenece a un sistema llamado Grupo Local, formado por alrededor de 40
objetos entre galaxias y nebulosas. A este cúmulo también se le conoce por Cúmulo de Virgo,
pues ocupa la mayor parte de dicha constelación. Si nos detenemos a pensar, vivimos en un
planeta pequeño dentro del sistema solar, en el que nuestra “única” peculiaridad es la
existencia de agua líquida ya que, como vimos, muchos planetas poseen atmósfera. Nuestro
sistema solar está situado en un recóndito rincón de la galaxia que no presenta ninguna
particularidad en especial (podría decirse que estamos en la periferia de la galaxia). A su vez,
nuestra galaxia, a la que pertenece nuestro Sol, así como la gran mayoría de las estrellas que
podemos observar de noche, es simplemente una más dentro de un cúmulo que cuenta con
galaxias mucho mayores a la nuestra. Por si esto fuera poco, el Grupo Local al que pertenece
nuestra galaxia es uno de los más pequeños que se han podido estudiar, ya que cuenta con
solo 40 o 45 miembros, mientras que algunos Grupos Locales están formados por varias
decenas de miles de galaxias.
La Vía Láctea cuenta con varios cuerpos que actúan a modo de satélites, orbitando a
su alrededor. Por un lado, encontramos los cúmulos estelares que estudiamos en el primer
apartado de esta unidad. Además, hay al menos dos galaxias satélites de la nuestra. En 1519,
el explorador Magallanes se percató de dos extraordinarios objetos visibles a simple vista (solo
en el hemisferio sur) que parecen estar siempre en el mismo lugar del firmamento. A estas dos
galaxias se las conoce como las Nubes de Magallanes.
La Gran Nube de Magallanes está situada a 160.000 años luz y posee un diámetro de
30.000 años luz. La Pequeña Nube de Magallanes es sensiblemente menor y está algo más
lejana de nosotros. En ambas nubes se han encontrado muchísimas estrellas variables de
pulsación (ceféidas) de las que hablamos en la unidad didáctica n.º 3. Este suceso puede tener
su explicación en que las nubes son “muy jóvenes” y poseen estrellas muy calientes (tipo
estelar B) propicias a estos repentinos cambios de tamaño y brillo.
Las dos galaxias más grandes de nuestro Grupo Local son la galaxia de Andrómeda
(M31) y la galaxia del Triángulo (M33). Andrómeda (fotografía izquierda) es la galaxia más
cercana a la nuestra y, aunque se trata de un objeto aparentemente poco brillante, el aspecto
que tendría para un observador situado en su vecina M33, la galaxia del Triángulo, sería
increíble. M33 (fotografía derecha) ha sido fotografiada por el Telescopio Espacial Hubble y se
ha podido comprobar la irregularidad de esta galaxia, así como la enorme cantidad de estrellas
“jóvenes” que posee debido a su juventud.
Los principales miembros de nuestro Grupo Local, además de los ya señalados, son:
galaxia del Dragón, galaxia de la Osa Menor, galaxia del Escultor, galaxia del Horno, galaxia de
la Carena, galaxia del León y galaxia de Barnard.
Al igual que ocurrió en el sistema solar, resulta más fácil hacerse una idea de los
tamaños y las distancias de las que estamos hablando si utilizamos un símil. Supongamos que
la Tierra tiene el tamaño de la cabeza de un alfiler. En ese caso, el Sol tendría el tamaño de un
CD de música y estaría situado a 15 m de nuestro “alfiler”. La estrella más cercana, Alfa
Centauro, estaría a 4.900 km de distancia. En esta escala, el diámetro de nuestra galaxia sería
100.000.000 km (¡casi la distancia que hay en la realidad entre la Tierra y el Sol!).
Uno de los principales grupos de galaxias que se han podido observar es el cúmulo de
Coma Berenice, que cuenta con más de mil galaxias. Este cúmulo se encuentra a más de 100
millones de años luz, aunque forma parte de nuestro supercúmulo de galaxias.
Quizá el grupo de galaxias del que poseemos una imagen más nítida es el denominado
Stephan’s Quintet. En este cúmulo se puede apreciar la cercanía de las galaxias que lo forman.
Al estar tan cercanas, la gravedad entre ellas irá aumentando, por lo que con toda probabilidad
colisionarán en el futuro (recordemos que estas galaxias se encuentran a 300 millones de años
luz, por lo que en la actualidad ya habrán chocado, aunque recibiremos las “imágenes” dentro
de millones de años). Las dimensiones de estas colisiones galácticas son totalmente
inimaginables, ya que se trata del mayor cataclismo que se puede dar lugar en el universo.
La colisión entre galaxias que sí han podido recoger los instrumentos es la que se ha
producido en la llamada región de Antennae. Las siguientes imágenes muestran a distintos
aumentos cómo estas dos galaxias (NGC 4038 y NGC 4039), situadas en la constelación del
Cuervo, han colisionado. En la fotografía inferior se puede observar con gran precisión la zona
de choque entre ambas, en la cual se han dado tales condiciones que los cuerpos que las
formaban antes del choque se han volatilizado para convertirse en gas. Como siempre ha
ocurrido en el universo, este gas se ha comprimido para volver a formar millones de estrellas
de muy corta edad.
Como hemos podido apreciar en las imágenes, no todas las galaxias son iguales.
Existen tres tipos principales de galaxias: irregulares, elípticas y espirales, que fueron definidas
en 1925 por Edwin Hubble (a quien debe su nombre el telescopio espacial).
Las galaxias irregulares son aquellas que poseen una densidad baja y no han podido
alcanzar una simetría en sus formas. A estas galaxias se las conoce como tipo Irr y suelen ser
muy poco pequeñas, aunque abundantes. Además de las ya comentadas nubes de Magallanes
y la galaxia del Triángulo, un claro ejemplo de este tipo de galaxias es M82, situada cerca de la
Osa Mayor, que probablemente debe sus formas a una enorme explosión de su núcleo.
Las galaxias elípticas (E) son galaxias jóvenes que se forman cuando esta pierde
velocidad en su rotación y se contraen en dirección al núcleo. Dependiendo de la velocidad de
contracción y de rotación, dan lugar a varios subtipos que se encuentran entre el 0 y el 7. Una
galaxia tipo E0 será casi circular, mientras que una tipo E7 tendrá unas formas muy aplanadas.
M60 es un ejemplo de galaxia tipo E1, situada en Virgo. M60 es una de las mayores
galaxias elípticas que se conocen, aunque hay que tener en cuenta que la gran mayoría de las
que conocemos están en nuestro cúmulo, el “cúmulo de Virgo”.
Hasta hace poco tiempo, la galaxia globular elíptica M87 tenía el primer puesto en el
podio de masividad, con una masa de casi 2,5 billones de soles , pero ha sido desbancada por
ESO 146-IG 005. M87 está más cerca de nosotros en distancia, a unos 60 millones de años luz
de la Vía Láctea, en el Cúmulo de Virgo, por lo que también es conocida como galaxia Virgo A.
La diferencia con los 30 billones de soles que tiene ESO 146-IG 005 es grande, pero más si se
la compara con los modestos 200.000 millones de la Vía Láctea o incluso los 1,2 billones de la
cercana galaxia Andrómeda, situada a 2,5 millones de años luz ―y en ruta de colisión con la
Vía Láctea dentro de 3.000 millones de años―. ESO 146-IG 005 es un caso de formación
proveniente de la fusión de muchas galaxias y se ha denominado como “galaxia caníbal”, por
cómo se ve la ruta de colisión que tienen otras galaxias cercanas.
Menos circular aún es la galaxia tipo E5, M59, situada en la constelación de Virgo, que
presenta un aspecto más aplanado que las anteriores, aunque en la imagen ha sido recogida
desde uno de sus laterales y parece ser mucho menos circular de lo que es en realidad.
Una de las galaxias más peculiares que se han observado es NGC 4650A, de tipo E5.
Esta galaxia posee un disco de polvo que probablemente se ha producido por la destrucción de
sus brazos en una gran colisión con otra galaxia en un pasado muy remoto.
M110 es una galaxia del tipo E6, en la constelación de Andrómeda. Se trata de una
galaxia de nuestro propio Grupo Local en la que se ha encontrado mucha actividad referente a
la formación de nuevas estrellas.
Las galaxias elípticas menos circulares son las llamadas E7, y un buen ejemplo de
ellas lo constituye NGC 3115, situada en la constelación de Sextans (el Sextante).
Sin ninguna duda, cuando pensamos en una galaxia lo que en realidad nos
imaginamos es una galaxia espiral. Estas bellísimas galaxias se denominan tipo S y poseen
cuatro subtipos que van desde el Sa al Sc. Las de tipo Sa tienen los “brazos cerrados” y se las
conoce como espirales cerradas, las del tipo Sb son las espirales barradas, y las Sc son las
“abiertas”.
Antes de comenzar a hablar de ellas, hay que señalar que a medio camino entre las
galaxias elípticas más elípticas (E7) y las espirales más cerradas (Sa) hay un tipo muy poco
habitual de galaxias denominadas S0. Estas poseen un disco como las espirales, pero no
poseen brazos (no confundir con las de tipo Sa en las que los brazos existen, pero están
cerrados). Se cree que estas galaxias no suponen una verdadera transición entre las galaxias
que “eran” elípticas y se “están convirtiendo” en espirales, ya que no parece que una galaxia se
pueda transformar de un tipo en otro por sí misma. Lo que sí parece probable es que muchas
(si no todas) de las galaxias elípticas sean el resultado de colisiones de espirales como las que
vimos con anterioridad.
NGC 5128 es una de estas extrañas galaxias que recientemente ha sido fotografiada
por el telescopio espacial Hubble. Las imágenes son quizás algunas de las más espectaculares
que este instrumento ha obtenido hasta ahora y se aprecia perfectamente la densa nube de su
zona interior, probablemente ocupada por un enorme agujero negro.
Como dijimos, las galaxias tipo Sa tienen los “brazos” cerrados. En estas galaxias, la
mayoría de las estrellas de los brazos son de tipo 0 y B (muy jóvenes y calientes), mientras que
las zonas centrales están ocupadas por estrellas supergigantes más viejas y frías. Como es
obvio, es imposible identificar si una galaxia espiral es de tipo Sa, SB o Sc cuando se nos
muestra “ de canto”, ya que no hay ninguna forma de saber si sus brazos están o no cerrados.
La galaxia espiral con los brazos cerrados, o de tipo Sa, más conocida es M104, en
Virgo, también llamada la galaxia del Sombrero, debido a lo peculiar de sus formas. Para
algunos, esta es la galaxia más bella que se ha conseguido fotografiar.
NGC 488 puede ser observada desde la perspectiva perfecta para comprobar la
diferencia en la posición de sus brazos (muy cerrados).
Las galaxias espirales más comunes son las de tipo SB, también conocidas como
“espirales barradas”. De hecho, nuestra galaxia, la de Andrómeda, etc., son espirales barradas.
Al haber tanta variedad de este tipo de galaxias se han dividido en tres subtipos que son el
SBa, SBb y SBc (por eso SB es el único tipo de galaxia espiral que se escribe con
mayúsculas). Estos tres subtipos dividen las galaxias espirales barradas (SB) según la abertura
de sus brazos, siendo SBa las galaxias espirales con los brazos algo desplegados (ya que si
no estuvieran desplegados en absoluto serían tipo Sa) y SBc las que más abiertos los tendría
(aunque no desplegados del todo, ya que estas son de tipo Sc).
Entre las más interesantes dentro de las espirales barradas con los brazos menos
desplegados (tipo SBa y SBb) destacan NGC 1512 (izquierda), en la que se cree que los
objetos luminosos de su zona más externa puedan ser cúmulos globulares de un gran tamaño,
y NGC 4622 (derecha), de la que se ha obtenido otra preciosa imagen gracias al telescopio
espacial Hubble.
NGC 3310 tiene unos brazos más abiertos que las galaxias anteriores, esta galaxia se
puede observar cerca de la Osa Mayor durante todo el año con un telescopio pequeño.
NGC 1073 (izquierda) y 1300 (derecha) son galaxias de tipo SBc con los brazos
(únicamente dos) muy abiertos, aunque no llegan a ser del tipo Sc.
Las galaxias espirales tipo Sc son las que poseen los brazos más desplegados y
separados entre sí. Sin duda la más conocida es M100, que presenta un aspecto majestuoso
potenciado por el intenso brillo azul de las jóvenes estrellas de sus brazos. Se observa
claramente cómo las estrellas del centro, más rojizas, son más antiguas y frías que las
exteriores. Esta bonita galaxia se encuentra en Coma Berenices y pertenece al Cúmulo de
Virgo, en el que también está nuestro Grupo Local.
Otra galaxia de este tipo es la conocida como galaxia del Remolino o Whirlpool Galaxy.
La impresionante imagen obtenida por el telescopio espacial Hubble de esta galaxia habla por
sí sola de la belleza de estos cuerpos.
A modo de resumen, podemos decir que hay dos tipos de galaxias (además de las
irregulares) que son las elípticas y las espirales. Ambas poseen subtipos que se pueden
sintetizar de las dos formas que vemos en estas imágenes. En la segunda de ellas podemos
observar todos los subtipos de cada categoría galáctica y ha sido realizada por el proyecto
2MASS de la Universidad de Massachusetts y el Infrared Processing and Analysis
Center/California Institute of Technology, fundado por la National Aeronautics and Space
Administration (NASA) y el National Science Foundation.
C) Nebulosas
Las nebulosas son enormes aglomeraciones de gas y polvo que parecen brillantes si
las observamos a simple vista que dan como resultado a los cuerpos probablemente más
bellos que podemos observar desde nuestro planeta. Antes de que el avance de los
telescopios lo permitiera, todos los objetos de apariencia difusa eran considerados nebulosas,
por eso incluso hoy en día hay galaxias y cúmulos que reciben nombres como “nebulosa del
triángulo”, galaxia estudiada en esta misma unidad. Existen cuatro tipos de nebulosas, las
nebulosas planetarias, las nebulosas de emisión, las de reflexión y las oscuras.
encuentra en nuestra propia Vía Láctea, donde se han hallado más de mil nebulosas
planetarias.
A pesar de que existen cientos de nebulosas planetarias con una apariencia realmente
espectacular, a continuación veremos cinco de las más atractivas, algunas de ellas visibles con
un pequeño telescopio.
En la imagen inferior vemos la nebulosa de MyCn18, es la más joven recogida por los
instrumentos. La estrella cuya explosión formó esta nebulosa era similar a nuestro Sol en
tamaño, aunque no en composición. Los intensos colores de su zona central son producto de la
enorme temperatura a la que se encuentra esta zona ya que ha pasado “poco” tiempo desde
su explosión.
Las nebulosas de emisión son aquellas que poseen estrellas muy calientes (tipo 0 o
B) en su interior, que excita los átomos de la nebulosa haciendo que esta resplandezca. Debido
a que estas nebulosas “brillan por sí mismas” y no reflejan o filtran la luz de otros cuerpos, es
posible observarlas con telescopios pequeños. Su color predominante suele ser el rojo, debido
a que su brillo procede del calentamiento del hidrógeno (al igual que las estrellas, compuestas
de hidrógeno, muestran este color cuando no están a mucha temperatura). No hay que
confundir a estas nebulosas con estrellas, ya que lo que tienen en común es la composición, y
que en muchas ocasiones las estrellas “nacen” en las nebulosas.
Al igual que ocurría con las nebulosas planetarias, hay decenas de nebulosas de
emisión de gran belleza e importancia. En este apartado recogeremos algunas de las más
interesantes y curiosas. Comenzaremos señalando que existen numerosas nebulosas de
emisión con aspectos muy peculiares, como es el caso de la nebulosa de la Hormiga,
caracterizada por sus “caprichosas” formas.
Una de las nebulosas de este tipo más importante es la nebulosa Trífida (M20)
situada en Sagitario, donde se están formando multitud de estrellas de gran tamaño. La imagen
superior muestra cómo se vería esta nebulosa con un telescopio pequeño. Debajo de esta
vemos un detalle de esta nebulosa perteneciente a la región donde parecen estarse formando
un mayor número de estrellas.
Dentro de nuestra propia galaxia destaca la nebulosa Carina, situada a tan solo 200
años luz. En ella también se aprecian multitud de estrellas supermasivas que calientan el gas
que compone esta nebulosa. En la parte superior izquierda se aprecia una zona de gas más
opaca que el resto. Se aprecia claramente cómo las zonas más frías poseen un color más
“oscuro” mientras que las más calientes llegan incluso a alcanzar el blanco. Igualmente es fácil
identificar la posición de la estrella que suministra calor a esta nebulosa, que hace que la zona
superior izquierda sea más caliente y brillante, quedando la parte inferior menos afectada por
su radiación.
Por último, podemos destacar la nebulosa de la Burbuja, que posee en su interior una
estrella con una masa superior a 40 veces la del Sol. El enorme “viento solar” que provoca esta
estrella hace que el gas adopte esta forma tan esférica. El efecto de esta radiación tan fuerte
se puede apreciar, incluso, en los fragmentos de gas de color verde de la zona superior
izquierda que adoptan formas que recuerdan a la de los cometas.
Además de la nube de las pléyades, de la que ya nos ocupamos en esta misma unidad,
podemos señalar algunas otras nebulosas de reflexión, como Monoceros r2. En esta nebulosa
hay cientos de “protoestrellas” en sus primeros estadios de vida. En la imagen se aprecia
perfectamente cómo el color de las nubes depende del color de la estrella que las ilumina.
NGC 1579 brilla gracias a la luz procedente de la potente estrella, tipo A, llamada LkH
101 que está situada justo detrás de la zona más brillante de la nebulosa.
Por último, las nebulosas oscuras son aquellas cuyo gas no es calentado ni iluminado
por ninguna estrella cercana. Su composición es similar al resto de las nebulosas, pero se
encuentran en regiones del universo donde ningún cuerpo las afecta. Si observamos con
detenimiento, podemos ver zonas de la Vía Láctea que parecen “vacías” cuando, en realidad,
hay millones de estrellas, pero alguna nebulosa oscura se interpone entre nosotros y dichas
estrellas haciendo que nos resulten “invisibles”.
Todas las imágenes reales que aparecen en esta unidad son cortesía de NASA
(National Aeronautics and Space Administration), NSSDC (Nasa’s Space Science Photo
Gallery), JPL/Caltech (Jet Propulsión Laboratory/ California Institute of Technology) y 2MASS
(“Atlas Image [or Atlas Image mosaic] obtained as part of the Two Micron All Sky Survey
(2MASS), a joint project of the University of Massachusetts and the Infrared Processing and
Analysis Center/California Institute of Technology, funded by the National Aeronautics and
Space Administration and the National Science Foundation”).