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La crisis del capitalismo fue más una reorganización, de acuerdo con Boltanski (2002), la
vieja forma de rentabilidad de capital, la inversión industrial, se ve superada por la mayor
seguridad en la rentabilidad producto de una nueva forma de obtener beneficios, las
inversiones financieras. Viendo así, la aparición de una “nueva representación de la
empresa y del proceso económico” (p. 97). En ese contexto socioeconómico podemos
ubicar el nacimiento de la profesión Gestión Cultural, ligada al discurso de la gestión
empresarial.
Estas personas encargadas de la gestión (no formadas) desarrollan las acciones del estado,
y a través de intercambio de experiencias y seminarios van proporcionando cierta
legitimidad a esa labor. En consecuencia, es necesario formar a las personas en el ámbito
de la gestión, de esta manera aparecen las denominadas nuevas profesiones, término
utilizado por Martinell (2002) para referirse a esas profesiones no planeadas que surgen de
la necesidad de los gobiernos por gestionar los temas públicos en un nuevo panorama
socioeconómico.
La Gestión Cultural no se puede pensar sin la gente, sin la creatividad de la especie humana,
pero personas que han trabajado con personas han existido siempre, en el ámbito
comunitario o individual, fuera de la institucionalidad, y no se les conocía como gestores
culturales ni mucho menos que han desarrollado un proceso de gestión cultural. Es así, que
Gestión Cultural aparece como una noción asociada a las acciones del estado en el ámbito
cultural y de ahí, puede Martinell (2001) afirmar que “la formación de gestores culturales
es un elemento más del amplio y transversal análisis necesario para conocer cómo se han
desarrollado las políticas culturales” (p…)
He tratado de plantear hasta el momento, que la etiqueta Gestión Cultural es una creación
elaborada desde el discurso de la gestión empresarial, “discurso que pretende ser a la vez
formal e histórico, global y situado, que mezcla preceptos generales y ejemplos
paradigmáticos, es el que constituye hoy, la forma por excelencia en la que el espíritu del
capitalismo se materializa y se comparte.” (Boltanski y Chiapello. P 53.)
En este contexto aparece el gestor cultural como sujeto institucionalizado, que irá
desenvolviéndose en diferentes ámbitos de la gestión cultural “corresponde con un
momento en el que los gobiernos de los países latinoamericanos coadyuvaron a instalar un
nuevo balance que privilegió lo privado sobre lo público, y un nuevo esquema de
distribución de costos y de beneficios, donde los primeros se transfirieron a comunidades e
individuos y los segundos se concentraron en grandes empresas, sobre todo
transnacionales.” (Bayardo, 2018. P.18.).
Encuentra uno en las diferentes lecturas, las propuestas de análisis del dispositivo Gestión
Cultural desde diferentes enfoques, la sociología, la economía, la administración, la política.
Creando a partir de cada una de ellas, ideales de formación, de cómo debería ser el gestor
cultural y qué debería hacer, cómo debe actuar, hasta cómo debe pensar. Bayardo (2018)
toma la noción de arenas de acción de José Luis Mariscal, e identifica cuatro arenas de la
gestión cultural: activismo, ocupación laboral, profesión y campo académico. En donde
ocurren procesos de formalización de prácticas culturales anteriores al involucramiento de
la academia, así como tensiones y sintonías entre cada una de esas arenas resolviendo el
asunto en caracterizar los valores que rigen la práctica de la gestión cultural.
Carlos Yáñez (2018) define las distorsiones como un fenómeno producto de las acciones del
ser humano en el contexto del control y organización de la cultura en el sistema capitalista
o lo que conocemos como Gestión Cultural, esas distorsiones no permiten ver claramente
la finalidad del ser humano como gestor cultural, haciendo que el sujeto se acostumbre a
ellas, orientando sus acciones a una visión distorsionada de la realidad. La propuesta de
Yáñez para solucionar esta visión distorsionada es el cultivo del pensamiento crítico, del
sentir pensar, de la reflexión permanente sobre las acciones que el gestor cultural realiza,
de la práctica de un saber fronético.
Este tipo de propuesta metodológica parece aportar a la reorganización del discurso que
legitima la gestión cultural. El papel de la crítica ha sido el de mostrar las falencias al sistema
capitalista, el cual hábilmente las acepta y se reorganiza en función de nuevas formas de
control, un ejemplo de esto pude observarse a partir del movimiento de mayo del 68, punto
histórico en el cual la crítica parecía consolidada, pero no ocurrió un desmantelamiento del
capitalismo, se reorganizó en función de esa crítica. Por lo tanto, una práctica crítica del
gestor cultural ayudará a la consolidación del discurso de la gestión cultural y su
permanente reorganización, creando nuevas distorsiones.
Víctor Vich (2018), propone que el gestor cultural debe formarse a partir de cuatro
identidades: la de etnógrafo, la de curador, la de militante y la de administrador, las cuales
lo harán un gestor excepcional. Rafel Morales (2018) define las cualidades del buen gestor
cultural asociadas a valores educativos, sociales, transculturales, económicos y de
sostenibilidad y empleo. Martinell (2001) caracterizaba la profesionalidad del gestor
cultural en capacidades genéricas (competencias básicas), que sea capaz de gestionar
cualquier ámbito, el social, el ambiental, etc., de manera activa; y competencias específicas
asociadas al campo de la cultura. Restrepo, Licona, Sánchez (2002) coinciden en definir tres
pilares para la construcción de una Gestión Integral: la creación o recreación; las
comunicaciones y mediaciones sociales; y la administración.
Dentro de este marco, toda gestión cultural (como profesión) está ligada a acciones de
políticas culturales, a esa necesidad del estado, de personas, de capital humano, que
gestionen las políticas culturales. En este sentido, un gestor cultural podría incidir en
cualquiera de los ámbitos del ciclo de políticas públicas: definición del problema,
formulación, Puesta en agenda, implementación, evaluación, etc. En los diferentes sectores
y ámbitos de actuación. Desde el sector institucional, privado o comunitario. Por lo que el
gestor cultural aparece mucho más cercano a la idea de dinamizador de procesos de
políticas culturales, con un movimiento pendular entre lógicas del bien común y lógicas del
egoísmo, por qué no con una actitud crítica de su propia experiencia, actuando como sujeto
histórico.
En el marco de las políticas culturales orientadas a la protección del patrimonio cultural del
país, más específicamente en el programa de arqueología preventiva colombiano, existen
una gran cantidad de informes finales, que son producto de investigación de autorizaciones
de intervención arqueológica expedidas por el ICANH, desde el momento de su
implementación alrededor de finales de la década de los 90.
Estimo que, de ese número de autorizaciones, muy pocos han sido objeto de publicación
en revistas especializadas. Estimación basada en la mera experiencia de mi labor como
arqueólogo en estas autorizaciones, y como profesional que busca literatura de este tipo,
se acostumbra a ir directamente a los archivos del ICANH, para obtener los informes
productos de estas investigaciones, es una forma especializada de consulta, por lo tanto,
aunque sea abierta al público en general, su forma de presentación, la de informe de
investigación, no es la mejor para acercarse a todos los públicos.
Siendo la apropiación social de este tipo de patrimonio uno de los objetivos contemplados
en las normas que rigen el programa de arqueología preventiva, la forma de informe de
investigación no aporta al logro de este objetivo. Más cuando esta apropiación debe
hacerse en los territorios que han sido objeto de investigación, y la ubicación física de estos
se encuentran en la sede principal del ICANH, en Bogotá. Aunque el instituto publica la
revista Colombiana de Antropología, no es suficiente para impulsar la visibilización de la
cantidad de informes producto de investigaciones.
Si los derechos de autor de esos informes no se pierden al ser entregados al ICANH, el cual
debe dar su aprobación para el cierre de licencia, y los investigadores principales siguen
teniendo derechos sobre esa producción científica, podrían, por voluntad propia, disponer
de ella para publicarla.
El objetivo es entonces, crear una revista comunitaria en línea, a partir de la gran cantidad
de informes producto de investigaciones sobre el patrimonio arqueológico colombiano que
se han producido en el contexto del programa de arqueología preventiva en el país. De esta
manera, poder aportar al proceso de apropiación social del patrimonio arqueológico de
Colombia.
BIBLIOGRAFÍA
BOLTANSKI, Luc y CHIAPELLO, Éve. 2002. EL NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO. Ediciones Akal.
Madrid.
LICONA Calpe, Winston. ___. LA GESTIÓN CULTURAL… ¿Y ESO CÓMO SE COME? Artículo para trabajo
en clase.