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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES

CARRERA: Licenciatura en Gestión Cultural.

TALLER DE ESCRITURA I (Comisión B)

EJERCICIO 5: Trabajo Práctico.

CÁTEDRA: Prof. Titular Julieta Yelin. JTP: Natalia López Gagliardo.

NOMBRES Y APELLIDOS:

Gabriela Spadoni - Legajo S-4418/1

Guillermo Street – Legajo S-4453/9


TEMA: El rol del gestor como garante de los derechos culturales.

INTRODUCCIÓN

Para el abordaje de la temática seleccionada, es relevante contemplar una nueva


perspectiva acerca del concepto de cultura y gestión cultural.
En la actualidad, es reconocida la importancia que conlleva respetar la
diversidad cultural y fomentarla como un valor intrínseco, tanto para el desarrollo
sostenible, como para la coexistencia pacífica a nivel global.
En este sentido, el ejercicio del rol del gestor cultural al momento de definir,
coordinar y ejecutar políticas, no debe circunscribirse a lograr que sus programas sean
eficientes y eficaces en función de sus objetivos, sino que, por sobre todo, deben
respetar las diferencias, los derechos humanos y puntualmente, los derechos de índole
cultural.
Por tanto, la redefinición de la cultura y su vinculación con el desarrollo
humano es una de las preguntas fundamentales que el gestor debe formularse: ¿Cómo
hacer para ampliar las potencialidades de los ciudadanos, los grupos y las comunidades?

DESARROLLO

Debemos partir de considerar, que el término cultura tiene un carácter


polisémico, al contarya que cuenta con varias acepciones y que su definición, ha ido
mutando a lo largo de la historia.
Una primera distinción en el conocimiento campo científico es la que se
establece entre naturaleza y cultura, consideradas como “opuestos”. La absoluta
creación de la naturaleza sin vestigios de injerencia humana y la cultura, como el mundo
creado por el hombre.
Por otra parte, desde el Iiluminismo, la noción de cultura ha sido asociada a la
civilización y al progreso. El eje principal estaba en la labranza, es decir, el proceso de
cuidado de las cosechas. A lo largo de los años eEsa asociación, a lo largo de los años,
transcurrió como una metaforización donde la atención del crecimiento natural se
extendió a un proceso de desarrollo humano asociando el significado original de
labranza con la idea de cultivar el pensamiento.
Más tarde, en el siglo XIX, la antropología la tomó como objeto de estudio para
establecer las diferencias entre los distintos grupos humanos y validar los diversos
modos de vida existente. Hoy el término es objeto de debate permanente.
Es importante destacar, que un punto de inflexión en las definiciones de
cultura se produjo a partir del reconocimiento efectuado por la UNESCO (1982) al
declarar la importancia en respetar la diversidad cultural y fomentarla como un valor
intrínseco, tanto para el desarrollo como la convivencia plural.
Al respecto, el escritor García Canclini (2005), define al término cultura como
el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado. Un Estado que planifica, que está
presente en el territorio, atento a las necesidades del ciudadano;. qQue ejecuta políticas
que permitan identificar y desarrollar acciones concretas, aunque muchas veces ciertas
intervenciones judiciales vayan en contra (29,43).
Siguiendo este análisis, el término cultura comienza a identificarse con la vida
de un grupo o pueblo -en proceso continuo de resignificación y transformación-, en
lugar de limitarse a las actuaciones intelectuales y artísticas del hombre. Emerge así la
noción de “multiculturalidad”, a partir de la cual, se incluyen múltiples tradiciones
culturales cohabitando una misma sociedad. Las diversas culturas deben ser
reconocidas y respetadas en su identidad, a los fines de evitar enfoques etnocéntricos,
que cuestionen y/o ignoren la diversidad.
Ante el quiebre de los axiomas tradicionales, se torna imperioso conducir a un
replanteo de la educación así como de la gestión en relación con la cultura. Por ello, es
necesario insistir en la relevancia de utilizar un concepto amplio de cultura, que abra el
campo de acción de los gestores culturales al momento de definir, coordinar y ejecutar
políticas, programas y proyectos culturales. Y no sólo esto: dichas acciones deben
contextualizarse en un marco de respeto a las diferencias y los derechos humanos. De
esta manera, no alcanza con que las propuestas se reduzcan a una eficiencia y eficacia
en función de los objetivos. En palabras de Vich:

(...) hay que sostener que el objetivo de las políticas


culturales debe consistir, sobre todo, en el intento por “reorganizar
lo cotidiano”, vale decir, contribuir a la construcción de una nueva
cultura cotidiana, o de una nueva hegemonía. La gestión cultural
debe trabajar, entonces, simultáneamente con las dos definiciones
de cultura: aquella que la define como dispositivo de organización
social y aquella otra que la observa como producción destinada a
simbolizar —y, a veces, retar— dicho estado de organización.
Puesto de otra manera: se trata de apostar por intervenir en la
cultura con elementos de la cultura (2018: 20, 21)

Es por ello, que el gestor cultural debe ser una persona abierta al cambio, a las
inquietudes que están latentes para disputar nuevas hegemonías. No es un técnico, ni un
burócrata que está analizando resultados. Antes bien, necesita preparación en su
campo para la toma de decisiones.
Requiere, como indica Moreira (2003), tener y/o desarrollar diversas
competencias, que no se reducen a aspectos técnicos, ya sea artes, escritura, edición,
crítica, curaduría, consultoría…Para que un gestor cultural pueda desplegar principios
de acción sustentados en la justicia social, los derechos humanos, y el respeto a la
diversidad debe esforzarse en manifestar determinadas cualidades personales, tales
como:

 conocer sus habilidades y destrezas;


 ser creativo y disciplinado;
 tener claridad en la comunicación;
 distinguir que el poder y la autoridad no surgen del cargo mismo, etc. (22,37)

En relación al último aspecto aludido, es preciso detenernos para clarificar que


la gestión no es viable si se ejerce de arriba abajo; por ello, es sumamente relevante que
el gestor cultural aprenda a reconocer las resistencias sin perder de vista el principio
rector de su labor: promover el desarrollo social y económico a partir de una
democratización de la cultura y multiplicación del arte en los entramados
socioculturales.

A MODO DE COLOFÓN

La emergencia del gestor como garante de derechos culturales se encuentra, aún


hoy, en construcción.
Cuenta con el desafío de acercar la acción y la reflexión con vistas a forjar un
horizonte de expectativas que le señale hacia dónde ir. Necesita tener presente, que al
trabajar con objetos culturales, es vital que se activen nuevos modelos de identidad y se
pueda influir en los vínculos humanos que atraviesan la cotidianeidad. Vínculos que
están entrelazados por un sentido común e igualdad de derechos: dDerechos humanos
que le otorgan derechos culturales. ¿Podrá un Gestor cultural capacitado lograr una
interrelación entre los derechos culturales y la realidad del entorno? ¿Podrá sortear los
desafíos ante un Estado ausente? El escenario complejo que vivimos nos demuestra que
tanto el mercado como las mafias determinan las realidades del día a día, a la par que
establecen un nuevo sentido común, que muchas veces choca contra esos derechos.
Es perentorio, que la profesionalización de la gestión cultural, se instale como
un eje transversal a las políticas de Estado; al igual que desde una perspectiva federal,
de géneros y basada en la diversidad cultural.
El objetivo último de un gestor cultural ha de ser construir nuevas “voluntades
colectivas”,. cConducir a una ampliación de las potencialidades de los ciudadanos,
grupos y comunidades, empoderándolos como protagonistas de su propio desarrollo.
Sabemos que la justicia económica es urgente, pero reconocemos también que
para lograrla es necesaria una visión colectiva para un cambio que nos conduzca a un
nuevo imaginario social.
Queda un largo camino por recorrer: si bien, uno de los ejes troncales de la
gestión tiene como norte el respeto de los derechos humanos - que incluyen a los
derechos culturales - , en la práctica constituye una asignatura pendiente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

-BAYARDO, Rubens (2005): "Cultura, artes y gestión. La profesionalización de la


gestión cultural", En Lucera N° 8, pp 17-21. Rosario: Centro Cultural Parque de
España –AECI.

-DE ZUBIRÍA SAMPER, Sergio, TRUJILLO, Ignacio y TABARES, Marta (1998):


Conceptos básicos de administración y gestión cultural. OEI, Colección Cuadernos de
Iberoamérica.

-GARCÍA CANCLINI, Néstor (2001)¿: Culturas híbridas. Estrategias para entrar y


salir de la modernidad, Buenos Aires: Paidós.
-MARTINELL SAMPERE, Alfons (2001): La gestión cultural: Singularidad
profesional y perspectivas de futuro, Girona: Cátedra Unesco de Políticas Culturales y
Cooperación.

-MOREIRA, Elena (2003): "¿Animadores, administradores o gestores"? Gestión


cultural. Herramienta para la democratización de los consumos culturales, Buenos
Aires: Longseller.

-VICH, Victor (2018): “¿Qué es un gestor cultural?” (En defensa y en contra de la


cultura). Ed. YAÑEZ CANAL, Carlos (ed), Praxis de la gestión, pp 47-54. Bogotá:
Editorial Universidad Nacional de Colombia.

-ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA


CIENCIA Y LA CULTURA (1982). “Declaración de México sobre políticas culturales”.
Conferencia Mundial sobre las políticas culturales: México. https://es.unesco.org
Última consulta 30 de mayo de 2023.

Rosario, 02 de Junio de 2023.

¡MUY BIEN! (9 nueve) Su desafío es simplificar la construcción de las oraciones. El


colofón introduce algunas ideas que no se habían tocado en el desarrollo (tal vez
deberían pasar al desarrollo). Cuidado con las comas y la subordinación.

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