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Este libro tiene por objetivo identificar la relación que involucran las
características personales y profesionales para que identifiquen a los buenos
docentes; la enseñanza exige e implica el uso intensivo y generalizado de la
labor emocional, sobre todo las positivas que reduzcan la incidencia de los
problemas conductuales y aumenten la motivación de los alumnos para
aprender, ya que el componente afectivo guía la atención del alumno. Es
importante controlar las emociones y establecer relaciones personales que
permitan a los alumnos sentir en confianza hacia los docentes para que lo guíen
en el proceso académico y personal sí es que el alumno no lo permite, pero sobre
todo como docentes se debe tener ciertas habilidades para establecer esas
relaciones sin sobre pasar límites que pudieran perjudicar dicha relación.
Se debe considerar que sí un maestro no está motivado, muy difícil mente podrá
influir en sus alumnos, por el contrario un buen clima de trabajo influirá
positivamente en el sentido de identidad de los docentes dando lugar a la pasión
que se debe tener por la profesión de enseñar, el ser un maestro apasionado
requiere además de entusiasmo concretizar que la acción de enseñar tome en
cuenta los intereses y necesidades de los niños. Tener una preocupación
honesta por favorecer las competencias de los alumnos, ayudarlos a conocerse
a sí mismos, encontrar el gusto por aprender nuevas cosas, a relacionarse con
los demás, en fin, que la afectividad y los lazos emocionales, sean un ambiente
de aprendizaje: el maestro y el alumno participan activamente en su formación y
en el desarrollo de capacidades, de lo anterior depende del análisis que el
docente haga acerca de lo que enseña, cómo lo enseña y por qué; así
conseguirá un ejercicio docente congruente y eficaz, con valores universales,
que ayude a los alumnos a aprender a aprender. A un educador apasionado, le
importa la persona que el aprendiz lleva dentro, sus sentimientos e ideas, pudiera
decirse que conseguir que aprendan es también una cuestión de inspirar al
alumno: si un maestro se encuentra motivado por superarse y alcanzar metas de
toda índole, a través del ejemplo su educando lo percibirá, haciendo referencia
a las características del buen docente discreción y amor pedagógicos,
consciencia vocacional consideramos que efectivamente el amor, la búsqueda
del bienestar del otro, las actitudes de empatía, nos llevan hacia el progreso y a
la calidad humana tan necesaria de forjar en nuestros días.
Es aquí donde cobra relevancia la capacidad del docente para retomar tal o cual
modelo de enseñanza de acuerdo con el contexto y características de los niños,
ya que todas las acciones que se puedan realizar deben partir de su estudio, otro
punto clave es entender y vivenciar a la enseñanza y al aprendizaje, desde el
conjunto de relaciones sociales que se generan, en la cuales se da: una fluidez
movilización de estados emocionales e intelectuales; el tacto pedagógico y la
intuición el docente conoce el interior de su educando. Ello será la base para
planificar coherentemente, al conocer cómo es cada uno de sus alumnos, el
educador podrá saber cuáles son sus estilos de aprendizaje.
El docente se presenta como un ser reflexivo que implica fundamentalmente
compromiso con lo que hace, y que se combina en una serie de factores tales
como el modelo crítico reflexivo forman parte de un movimiento de renovación
curricular y de la enseñanza más amplio que asume la idea del “profesor como
investigador” como eje fundamental de dicho movimiento. Una de las
manifestaciones más significativas de esta corriente innovadora tuvo lugar en
Inglaterra a principios de la década de los sesenta. El modelo se apoya en un
conjunto interrelacionado de ideas, valores y conceptos acerca de la naturaleza
de la educación, el conocimiento, aprendizaje, currículo y enseñanza. Estas
ideas se articulan y clarifican en el proceso. Apoyándose en la psicología
constructivista el modelo crítico reflexivo considera que los sistemas de
pensamiento se aprehenden según construcciones particulares que conducen a
la diversidad y a la divergencia, dado el carácter singular que tiene la
construcción de conocimiento en cada individuo y grupo, dentro del modelo
crítico reflexivo la función docente constituye una compleja práctica profesional
que demanda un proceso permanente de investigación. “Diagnosticar los
diferentes estados y movimientos de la compleja vida del aula, desde la
perspectiva de quienes intervienen en ella, elaborar, experimentar, evaluar y
redefinir los modos de intervención en virtud de los principios educativos que
justifican y validan la práctica y de la propia evolución individual y colectiva de
los alumnos, es claramente un proceso de investigación en el medio natural.