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JAY ELLIOT
257 páginas / 16,95 euros
La palabra empresario se queda corta ante alguien como Steve Jobs. Como dice el
autor de este libro, Jay Elliot, que trabajó codo a codo con él durante años, Steve Jobs
es “un visionario genuino, un ejemplo real de ese término que se ha usado
demasiado”. Es también un caso paradigmático de gran emprendedor en la tradición
de Silicon Valley: alguien que empezó muy joven en un garaje y llegó a lo más alto
del mundo empresarial norteamericano y mundial (el trato que le dispensaron en sus
visitas a Japón es una muestra elocuente del prestigio que ha llegado a alcanzar).
De hecho, cuando Jay Elliot y Steve Jobs se conocieron, el primero era un cuarentón
con el aspecto que se le supone a un ejecutivo (traje y corbata), mientras que Steve,
bastante más joven, llevaba vaqueros y playeras. Sin embargo, aquel veinteañero con
aspecto de hippie ya tenía una idea revolucionaria en su cabeza, la del ordenador
personal, un ordenador que pudieran manejar individualmente millones de personas
en todo el mundo. Esto, en un momento, mediados de los setenta, en que las grandes
empresas como IBM sólo pensaban en grandes ordenadores para empresas a precios
prohibitivos.
Así arrancó el camino de Steve Jobs, un camino que le llevó a ser el millonario más
joven de 1982, el mayor accionista individual de Disney o a ser elegido en 2009
director ejecutivo del año por la Harvard Business Review, por haber incrementado
en 150.000 millones el valor en bolsa de Apple en los doce años anteriores. En
definitiva, a convertirse en “el muchacho emblemático del high-tech”.
Pero ésta no es sólo una historia de éxito económico y dinero, sino de un modo de
trabajar y entender el mundo empresarial, así como la relación con los empleados,
algo a lo que no es ajena la influencia budista en el pensamiento de Steve Jobs, que,
en su juventud (en realidad, casi todo lo que ha hecho Steve Jobs lo ha hecho siendo
joven), realizó un largo viaje a la India.
Steve Jobs es, desde luego, un heterodoxo, alguien con “poca educación formal [no
acabó sus estudios universitarios], pero brillante, y con una conversación
increíblemente interesante sobre cualquier tema”. Pero para Jay Elliot no hay
ninguna duda: “Casi nadie piensa en la tecnología como un campo glamoroso; sin
embargo, para mí, al menos, el trabajo nunca ha sido más satisfactorio o
increíblemente emocionante como cuando trabajé con Steve Jobs”.
Y en una carta que le dirige al final del libro, afirma con rotundidad: “El nuevo tipo
de organización empresarial que has creado es el cimiento fundamental de las
empresas del futuro”.
Este libro muestra el camino de Steve Jobs y las características de ese “nuevo tipo de
organización empresarial”, unas características de las que pueden aprender muchos
jóvenes empresarios, pero también mucha otra gente para aplicarlas a su vida
personal.
Los principios de un triunfador
Desde el comienzo de su carrera y a lo largo de los años, Steve Jobs ha aplicado una
serie de principios que han marcado su estilo empresarial:
Sin duda, una de las claves de su éxito ha sido su concentración extrema en todos
los detalles, desde la producción a la distribución, pasando por la presentación en
sociedad del producto. En cuanto a lo último, merece destacarse el anuncio de
lanzamiento del Macintosh, dirigido nada menos que por Ridley Scott en 1984,
calificado por muchos expertos como el mejor anuncio de televisión jamás realizado.
Steve Jobs siempre ha trabajado muy cerca de sus colaboradores. Cerca, en sentido
estricto, físico, practicando una dirección presencial mejor que el habitual recurso al
correo o el teléfono, ya que está convencido de que si se es accesible y se escucha a los
empleados, éstos satisfarán las expectativas. Además, conoce bien a todos sus
empleados.
Es exigente con quienes trabajan con él. Una vez le dijo al autor del libro: “sé que
se quejan de mí, pero más adelante van a ver esto como la mejor época de sus vidas;
sólo que aún no lo saben, pero yo sí”. Y el autor le respondió: “Steve, no te engañes.
¡Lo saben y les encanta!”. Para él, no hay término medio, Se es brillante o se es
incompetente; y, por supuesto, contrata siempre al mejor.
Va más allá del perfil tradicional, intentando averiguar los talentos que subyacen
en cada uno y lo que esa persona podrá aportar a la organización.
Todo lo anterior implica que quien trabaja con él sabe que va a hacerlo en proyectos
innovadores y que va a hacer cosas más interesantes que en cualquier otro lugar.
Esto se lo dijo bien claro Steve Jobs al presidente de PepsiCo, John Sculley, cuando
quiso ficharle para Apple: “¿Quieres pasar el resto de tu vida vendiendo agua con
azúcar o quieres cambiar el mundo?”. Jobs es un maestro de la motivación y, como
dice Jay Elliot, “hay pocas cosas en el mundo de los negocios de más valor que tener
un equipo con gente a quien realmente le importa la compañía y sus productos”.
Caída y retorno
La trayectoria de Steve Jobs ejemplifica, además algo que es distintivo de los grandes
hombres, la capacidad de recuperación, eso que dijo Kipling, “si pierdes, y te lanzas
de nuevo a la pelea”; o en palabras de Martin Luther King: “juzga a alguien por cómo
reacciona ante el fracaso, no ante el éxito”. Un hombre inteligente se recupera pronto
de un fracaso, un tonto no se recupera nunca de un éxito, dice, finalmente, la
sabiduría popular. Steve Jobs, al que nunca han cegado sus numerosos éxitos, supo
también reaccionar positivamente ante el fracaso.
En 1985, con treinta años, se vio obligado a dejar Apple, la compañía que él mismo
había fundado. Se abrió entonces una nueva etapa, en la que dio también muestras de
su genio. Steve Jobs puso en marcha una nueva empresa, NeXT, y compró Pixar, del
imperio de George Lucas. Pixar será una nueva fuente de éxitos, en el campo de las
películas animadas por ordenador. Toy story, el mayor éxito de taquilla fe 1995, fue el
primer eslabón en esa cadena de éxitos en un terreno totalmente novedoso; luego
vendrían otros como Bichos, Buscando a Nemo, Wall-E o Up.
En 1997 Steve Jobs vuelve a Apple. La fórmula oficial fue la adquisición de NeXT
por parte de Apple; pero Steve pronto se hace con todas las riendas, convirtiéndose
en director general interino de Apple. De modo que, en los medios empresariales, la
pregunta fue si Apple había comprado NeXT o, más bien, había ocurrido lo contrario.
La revolución de la tableta
En esta nueva etapa, que llega hasta ahora mismo, Steve Jobs no ha dejado de
innovar tanto en el terreno tecnológico como en el comercial. En este último, ha
acentuado su interés por llegar directamente al consumidor, abriendo numerosas
tiendas Apple en todo el mundo. Esta cadena de tiendas genera anualmente más de
4.000 dólares por metro cuadrado. “Tomando el control de la cadena de valor
empresarial desde el concepto del producto a la manufactura y al punto de venta,
Steve convirtió a Apple en un Disney de alta tecnología. Ésa era exactamente su
meta”.
Pero más importante aún es la nueva serie de productos –iPhone, iPod, iPad- que
están revolucionando la vida de la gente, permitiéndole tener un sinfín de
posibilidades literalmente en la mano y dentro de una pantalla que es una pequeña
tableta. Esta es una historia reciente que sigue abierta. “Como siempre –escribe el
autor del libro- Steve Jobs ha visto hacia el futuro y lo ha hecho suyo”.