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Carlos Veci Lavín
Carlos Veci Lavín
Quizá lo que más controversia crea y que ha sido utilizado por la mayoría de sus
detractores es la cantidad de afirmaciones que se da por hecho sin necesidad de una
demostración. Dentro de este grupo de afirmaciones estaría la proposición de que Dios
es el ser Supremo o que la realidad es más perfecta que el concepto.
Debe quedar claro que Dios se podría incluir dentro del extenso catálogo de evidencias
mediatas, pues la necesidad de su demostración es indudable. Dios no es evidente, pero
a través del razonamiento puede concluirse metafísicamente la necesidad de su
existencia, por ejemplo aplicando el principio de causalidad, como procedió Santo
Tomás en la elaboración de sus cinco vías.
Los defensores del argumento ontológico, sin embargo, prefieren pensar en que Dios es
una evidencia inmediata. ¿Por qué? Porque Dios es Dios. No es un concepto cualquiera.
Cuando decimos Dios estamos empleando un concepto evidente en sí mismo, de manera
que llegamos a Él sin pasos intermedios. Éste es el método empleado para enunciar el
argumento ontológico, que se puede definir como un razonamiento apriorístico, que
pretende probar la existencia de Dios partiendo únicamente de la razón.
Sin embargo, el filósofo que mejor desarrolló este argumento apriorístico fue el monje
benedictino Anselmo de Canterbury, filósofo escolástico, teólogo y Padre de la Iglesia.
Hasta el punto que suele ser presentado como autor del mismo: “el argumento
ontológico de san Anselmo”.
Este método, que puede calificarse como epistemológico, le sirvió para buscar la
existencia de Dios desde un punto de vista racional. En su Monologio (1076) expuso
diversos argumentos a posteriori para demostrarla basándose en el principio de
causalidad al igual que haría Santo Tomás de Aquino con sus famosas “cinco vías”. En
otra de sus obras, el Prosologio (1078) enunció en el segundo capítulo el argumento
ontológico. Aquí, usando un método a priori, desciende desde Dios a los hombres.
Ya al final del primer volumen había establecido que Dios es algo que no puede ser
pensado mayor2, o dicho de otra forma, el ser mayor del cual no se puede pensar otro
que sea mayor. Vemos ya la noción de Dios como lo más grande, el ser mayor que
pueda ser imaginado, algo que se corrobora con los dictados de la fe.
2º Una vez aceptada esta premisa se puede llegar a través del razonamiento que cuando
una persona oye hablar de Dios comprende que está en su entendimiento, aunque no
entienda bien lo la idea de Dios. Hasta un necio tiene en mente una opinión sobre qué
puede ser Dios. Cuando mencionamos su nombre todos tenemos en la imaginación una
idea preconcebida en aspectos como su aspecto, actitud hacia nosotros o su forma de
hablar, aunque debemos aceptar que nosotros tenemos ciertos límites para conocerlo,
pues su naturaleza escapa de la comprensión humana. Nosotros lo conocemos hasta la
barrera que suponen nuestras limitaciones.
3º Debemos aceptar que lo que existe en la realidad, es mayor que lo que existe sólo en
el pensamiento. Es más perfecta la realidad que el concepto que tenemos en el
entendimiento.
5º Así que no nos queda otra solución que reconocer que Dios existe. Se podrá decir que
la razón nos lleva a creer en Dios, pues si no, caeríamos en el absurdo.
Debe quedar claro que este argumento ontológico tiene validez en cuanto reconocemos
que la existencia es un atributo de la perfección. San Anselmo da por hecho que
1
«Omnimodo maior et melior est, quam quidquid non est quod ipsa. » Anselmo de Canterbury,
Monologio.
2
« aliquid quo nihil majus cogitari possit » Anselmo de Canterbury, Monologio.
cualquier cosa que exista en la realidad es más perfecta que algo que únicamente existe
en nuestro intelecto. También hemos de tener en cuenta que Dios es inmaterial y
necesario, y este argumento le sería perfectamente aplicable, pero no así a realidades
materiales y contingentes. La grandeza de San Anselmo, radica entre otras cosas en que
buscó demostrar la existencia de Dios en unas circunstancias históricas en las que
prácticamente nadie dudaba de su existencia. Pero el objetivo de la filosofía siempre fue
conocer a partir de las causas últimas de la realidad, y los cristianos tenemos una
primera causa que explica el origen y fin de todo: Dios.
El argumento ontológico tuvo predicamento entre los grandes racionalistas del siglo
XVII, Descartes, Spinoza y Leibniz. Incluso un matemático, Kurt Gödel, también
demostró la existencia de Dios a partir de un argumento bastante similar basado en
procedimientos matemáticos.
Una reflexión personal acerca del argumento ontológico como camino para
derrotar al ateísmo y al agnosticismo
Vistos estos razonamientos, parece lógico pensar, que desde un punto de vista
estrictamente ontológico, se llegue a Dios. Todos estos filósofos, pero sobre todo San
Anselmo, que han ido desarrollando caminos para alcanzar a Dios, parten de que Dios
es el ser más perfecto que hay. Basta preguntar a un ateo qué es Dios para los cristianos
para que te conteste que es el Ser Supremo y en quien creen. Hasta un ateo puede incluir
la palabra “Dios” en su lenguaje para referirse a algo que posee unas cualidades
excepcionales o que el cree que alcanza la perfección. Si creemos que Dios es el ser
más perfecto, existe, porque sólo se puede ser perfecto si se “es”. Un ser con unas
determinadas características existe, y debemos reconocer que si nosotros no somos
perfectos, debe haber Alguien que lo sea, porque sino esa idea de perfección no
existiría.
No hace falta tener una inteligencia privilegiada para llegar a este razonamiento, tanto
es así que hoy en día la mayoría de la oposición al cristianismo se desempeña desde el
agnosticismo, que admite la posibilidad de la existencia de un Ser Superior, pero niega
que podamos llegar a Él. ¿No parece sensato que si aseguramos que Dios existe
debiéramos buscarlo? El argumento ontológico es una excelente vía para llegar al Dios
que existe pero que muchos no quieren buscar porque creen inaccesible.
Otro punto de vista sería el del ateísmo, que niega toda existencia de Dios, pero comete
el error, al hacerlo, de creerse una especie de dios. Al final, sus ideas les llevan a adorar
a falsos dioses a los que atribuyen las cualidades que tiene Dios. Acaban adorando a la
ciencia, el placer o la razón. No es extraño encontrar ateos que dicen guiarse únicamente
por la razón y sus dictados. Si esto es así, el argumento ontológico es una magnífica
herramienta a favor de la existencia de Dios. No se puede decir en contra del
cristianismo que la existencia de Dios está solamente basada en la fe, la razón está de
parte del argumento ontológico que demuestra la existencia de Dios.