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Argumento ontológico

El argumento ontológico para la existencia de Dios es un razonamiento


apriorístico que pretende probar la existencia de Dios empleando únicamente la
razón; esto es, que se basa únicamente —siguiendo la terminología kantiana—
en premisas analíticas, a priori y necesarias para concluir que Dios existe.
Dentro del contexto de las religiones abrahámicas, el argumento ontológico fue
propuesto por primera vez por el filósofo medieval Avicena en El libro de la
curación, aunque el planteamiento más famoso es el de Anselmo de
Canterbury en su Proslogion.

Las principales diferencias entre las distintas versiones del argumento


provienen principalmente de los diferentes conceptos de Dios que se toman
como punto de partida. Anselmo, por ejemplo, comienza con la noción de Dios
como un ser tal que nada mayor puede ser concebido, mientras que Descartes
comienza con la noción de Dios como el ser poseedor de todas las
perfecciones.

Argumento ontológico de Avicena

El primer escrito del que se tiene noticia que recoge una versión del argumento
ontológico es el que aparece en la sección de Metafísica de El libro de la
curación de Avicena (966–1037), que ha venido a conocerse como el
argumento de la contingencia y de la necesidad (Imakan wa Wujub).

En dicha sección, Avicena inicia un profundo análisis de la cuestión del ser, en


el que distingue entre la esencia (mahiat) y la existencia (wujud). Propone que
el hecho de la existencia no puede ser inferido de (o ser tenido en cuenta por)
la esencia de las cosas existentes, y que la forma y la materia no pueden, por
sí mismas, interactuar y originar el movimiento del universo o la progresiva
renovación de las cosas existentes. Por el contrario, la existencia ha de
deberse a alguna Causa o Agente que hace necesaria, imparte, confiere y
añade la existencia a la esencia. Para poder hacer esto, la Causa debe ser
algo existente y coexistir con sus efectos. Dicha causa va a ser identificada con
Dios en la segunda parte del argumento.

En efecto, de acuerdo con Avicena, el universo consiste en una sucesión o


concatenación de seres, cada uno de los cuales confiere existencia al
inmediatamente inferior (jerarquiza, por tanto, el universo) y es responsable de
la existencia del resto de seres por debajo de él. Dado que rechaza la infinitud
de dicha concatenación, afirma que dicha sucesión ha de tener un principio, en
el que sitúa a un único ser cuya esencia es su propia existencia, y que por
tanto es autosuficiente y no necesita de ningún otro ser anterior que le
confiera existencia. Dado que la existencia de tal ser, al que llama Dios,
no es contingente ni dependiente de nada, sino necesaria y eterna por sí
misma, satisface la condición de ser la causa necesaria de toda la
concatenación de entidades que constituyen el mundo eterno de los seres
contingentes. Por lo tanto, el sistema ontológico de Avicena descansa en la
concepción de Dios —que es Causa Primera— como el Wajib al-Wujud
(necesariamente existente), estableciendo una multiplicación gradual de seres
a través de una continua emanación desde Dios a consecuencia de Su propio
conocimiento.

Argumento ontológico de Anselmo de Canterbury

Anselmo de Canterbury.

La versión del argumento ontológico de san Anselmo de Canterbury es quizá la


más conocida de dicho argumento. Apareció en el segundo capítulo del
Proslogion (1078) de dicho autor, en el que, aunque no expone un sistema
ontológico, se muestra muy preocupado por la naturaleza del ser, distinguiendo
entre seres necesarios (aquellos que no pueden no existir) y contingentes
(aquellos que pueden existir, pero no necesariamente).

Anselmo presentó su argumento ontológico como parte de una oración dirigida


a Dios. Comienza con una definición del propio Dios (o una necesaria asunción
sobre la naturaleza de Dios): «Pues creemos que [El Señor] es algo tan
grande que nada mayor puede ser concebido».

A continuación se pregunta si Dios existe: «¿Entonces, acaso no existe tal


naturaleza, pues algo ha llevado al insensato a afirmar en su corazón: Dios no
hay?».

Para contestar a esto, trata primero de mostrar que Dios existe en el


entendimiento:

Mas, indudablemente, este mismo insensato, cuando escucha esto mismo que
estoy diciendo —que hay algo tal que nada más grande puede ser imaginado
—, comprende lo que escucha, y lo que comprende está en su entendimiento,
incluso aunque no comprenda que lo sea; pues una cosa es que algo esté en el
entendimiento, y otra es comprender que una cosa es.

Tras esto, Anselmo trata de justificar su asunción, usando la analogía de un


pintor:

Pues, cuando un pintor imagina de antemano lo que va a dibujar, alberga en su


entendimiento lo que aún no ha hecho pero todavía no comprende que es.
Pero cuando ya lo ha pintado, alberga en su entendimiento tanto lo que ya ha
pintado como el hecho de comprender que ello es. Por tanto, incluso el más
extravagante insensato está obligado a admitir que, al menos en el
entendimiento, existe algo tal que nada mayor pueda ser imaginado, pues, al
escuchar esta afirmación, la entiende, y cualquier cosa que se entiende está en
el entendimiento.

Y, ciertamente, algo tan grande que nada mayor pueda ser pensado no puede
estar únicamente en el entendimiento, ya que si sólo estuviera en el
entendimiento, también podría pensársele como parte de la realidad, y en ese
caso sería aún mayor. Esto es, que si algo tal que nada mayor pueda ser
pensado estuviera únicamente en el entendimiento, entonces esa misma cosa
tal que nada mayor pueda ser pensado sería algo tal que algo mayor sí pudiera
pensarse, algo que no puede ser.

Anselmo da así con la contradicción de la que extrae su conclusión: «Ha de


existir, por tanto, y más allá de toda duda, algo tal que nada mayor pueda ser
pensado, tanto en el entendimiento como en la realidad».

El argumento en estos pasajes, puede ser sintetizado con precisión en su


forma estándar:

1. Es una verdad conceptual (o, por así decir, una verdad por definición)
que Dios es un ser del que nada más grande puede ser imaginado (esto
es, el ser más grande que puede ser imaginado).
2. bDios existe como una idea en la mente.
3. Un ser que existe como una idea en la mente y existe en la realidad es,
en iguales condiciones, más grande que un ser que existe sólo como
una idea en la mente.
4. Así, si Dios existe sólo como una idea, entonces podemos imaginar algo
que es más grande que Dios (esto es, otro ser más grande posible que
existe).
5. Pero no podemos imaginar algo que es más grande que Dios (es una
contradicción suponer que podemos imaginar un ser aún más grande
que lo más grande posible de lo que podemos imaginar).
6. Por lo tanto, Dios existe.

Versión moderna del argumento de San Anselmo

El argumento de Anselmo podría reformularse en las siguientes proposiciones:

1. Dios es, por definición, el mayor ser que puede imaginarse.


2. Hay más grandeza en la existencia total, tanto en la realidad como en el
entendimiento, que solo la existencia imaginaria.
3. Dios debe existir en la realidad, pues si no existiera, no podría ser el
mayor ser que pudiera imaginarse.

Esta es una versión reducida del argumento de Anselmo. En rigor, la línea de


razonamientos seguida por san Anselmo sería una reducción al absurdo como
la que sigue:

1. Dios es aquella entidad tal que nada mayor pueda existir.


2. El concepto de Dios existe en el entendimiento humano.
3. Dios existe en la mente de uno mismo, pero no en la realidad.
4. Si Dios existiera en la realidad, sería algo mucho más grandioso que la
existencia de Dios en la mente propia.
5. Con base en (1), se sigue de (4) que Dios realmente debe existir.

Segundo argumento ontológico de San Anselmo

1. Dios es dicho ser tal que nada mayor puede ser concebido.
2. Es mayor ser necesario que no serlo.
3. Dios debe de ser, por tanto, necesario.
4. Si Dios es necesario, debe necesariamente existir.
El argumento cosmológico

El argumento cosmológico es un argumento sobre la existencia de Dios. Es


también conocido como argumento de primera causa sobre la existencia de
Dios, o el argumento del creador primario.

Fue defendido por Tomás de Aquino (1220-1274). Sostiene que todo lo que
existe tiene una causa que, a su vez, tiene otra causa, y así sucesivamente
remontándose hasta llegar a la causa primigenia, o sea, Dios; no admitía que la
serie de causas pudiera ser infinita.

Descripción

El argumento cosmológico o primario es como sigue:

1. Todo tiene una causa.

2. Ninguna causa puede crearse por sí misma.

3. (por lo tanto) Todo es causado por otra cosa (causa y efecto)

4. Una cadena de causa y efecto no puede ser infinita.

5. Debe de existir un inicio o primera causa.

6. La primera causa puede ser definida como Dios al cumplir con su


definición.

Una variación del argumento creado después de la teoría del Big Bang dice
como sigue:

1. Todo lo que tiene un principio tuvo una causa.

2. El universo tuvo un principio.

3. Por lo tanto el universo tuvo una causa (Y la causa incausada es


Dios).

Así, al preguntarse “¿si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios
debería tener una causa?”; en ambos argumentos se indicará que Dios causa
sin ser causado, por ser un ser divino.

Este razonamiento presenta la crítica de ser considerada un tipo de falacia


lógica conocida como "Petición de principio", en que la proposición a ser
probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas. Además
dentro de este razonamiento, se presenta el siguiente razonamiento referente a
Dios:

Causa sin ser causado porque es Dios.

Es Dios, porque es un ser divino

Es un ser divino porque causa sin ser causado.

Falacia lógica conocida como falacia circular, en el caso de que se


presente el razonamiento como prueba de su veracidad).

Pregunta: "¿Cuál es el argumento Cosmológico para la existencia de


Dios?"

Respuesta: El argumento cosmológico, intenta probar la existencia de Dios


observando el mundo que nos rodea (el cosmos). Comienza con lo que es más
obvio en realidad: las cosas existen. Entonces se argumenta que la causa de la
existencia de estas cosas, tiene que deberse a una cosa “una especie de Dios.”
Este tipo de argumentos van en retrospectiva hasta Platón y desde entonces,
han sido usados por notables filósofos y teólogos. Finalmente la ciencia se
encontró con los teólogos en el siglo XX, cuando fue confirmado que el
universo debió haber tenido un principio. Así que actualmente, los argumentos
cosmológicos son aún más importantes para los no-filósofos. Existen dos
formas básicas de estos argumentos, y la forma más fácil de pensar en ellas
puede ser la “vertical” y la “horizontal.” Estos nombres indican la dirección
desde la cual proceden las causas. En la forma vertical, se afirma que cada
cosa creada está siendo causada ahora mismo (imagina una línea de tiempo
con una flecha apuntando hacia arriba desde el universo hacia Dios). La
versión horizontal muestra que la creación debe tener una causa en principio
(imagina la misma línea de tiempo, solo con una flecha apuntando hacia atrás a
un punto de partida en el tiempo).

Lo horizontal es un poco más fácil de entender, porque no requiere de mucha


filosofía. El argumento básico es que todas las cosas que tienen un principio,
tuvieron que tener una causa. El universo tuvo un principio; por tanto, el
universo tuvo una causa. Esa causa, siendo externa a todo el universo, es
Dios. Alguien podría decir que algunas cosas son causadas por otras cosas,
pero esto no resuelve el problema. 1Esto es porque aquellas otras cosas
tuvieron que tener causas, también, y esto no puede seguir al infinito.
Tomemos un ejemplo sencillo: árboles. Todos los árboles comienzan a existir
en algún punto (porque ellos no siempre han existido). Cada árbol tuvo su
principio en una semilla (la “causa” del árbol). Pero cada semilla tuvo su
principio (“causa”) en otro árbol. No puede haber una serie infinita de árbol-
semilla-árbol-semilla, porque no hay serie que sea infinita – no puede proseguir
para siempre. Todas las series son finitas (limitadas) por definición. No hay tal
cosa como un número infinito, porque aún las series de números es limitada
(aunque siempre puede añadirse uno más, siempre estás en un número finito).
Si hay un final, no es infinito. Todas las series tienen dos finales, realmente, - al
final y al principio (¡trata de imaginar un palo con un solo extremo!) Pero si no
hubiera una causa primaria, la cadena de causas jamás habría comenzado.
Por tanto, hay, al principio y al final, una primera causa – una que no tuvo
principio. Esta primera causa es Dios.

La forma vertical es un poquito más difícil de entender, pero es más poderosa


porque no solo muestra que Dios tuvo que causar la “cadena de causas” en el
principio, Él aún debe estar causando que las cosas existan ahora mismo.
Nuevamente, comenzamos señalando que las cosas existen. Después,
mientras que a menudo tendemos a pensar de la existencia, como una
propiedad que las cosas de alguna forma “poseen” – que una vez que algo es
creado, la existencia solo es parte de lo que es – este no es el caso. Considera
el triángulo. Podemos definir la naturaleza de un triángulo como “la figura plana
formada por tres puntos conectados, no en una línea recta, sino por segmentos
de una línea recta.” Nota lo que no es parte de esta definición: la existencia.

Esta definición de un triángulo se mantendría, aún si ningún triángulo existiera


en absoluto. Por tanto, una naturaleza triangular –lo que es – no garantiza que
exista uno (como los unicornios – sabemos lo que son, pero eso no hace que
existan). Porque no es parte de la naturaleza de un triángulo el existir, los
triángulos deben ser hechos para que existan, por algo más de lo que ya existe
(alguien debe dibujar uno en un pedazo de papel). El triángulo es causado por
algo más – lo cual también debe tener una causa. Esto no puede proseguir
indefinidamente (no hay series infinitas). Por tanto, algo que no necesita que se
le de existencia, debe existir para dar existencia a todo lo demás.

Ahora, aplica este ejemplo a todo lo que hay en el universo. ¿Hay algo en él
que exista por sí mismo? No. Así que, no solo el universo debe tener una
primera causa para comenzar; necesita algo que le de la existencia ahora
mismo. La única cosa a la que no tendría que dársele la existencia, es una
cosa que existe por su propia naturaleza. Es la existencia. Este algo siempre
habría existido, no teniendo causa, no teniendo principio, no teniendo límite,
estar fuera del tiempo, y ser infinito. Ese algo es ¡Dios!

El argumento teleológico
El argumento teleológico o argumento de designio es el argumento sobre la
existencia de Dios que se basa en la premisa de que existiría una evidencia
percibida de un mundo y un universo "diseñado". Se basa en aquellos aspectos
del mundo que al ser complejos, parecen haber estado diseñados; y que en
consecuencia, parecen obedecer un objetivo o una finalidad de un ser
inteligente.

Dentro de las distintas variaciones el argumento básico es como sigue:

 1. X es demasiado complejo como para haber ocurrido al azar.


 2. Por lo tanto X debe de haber sido creado por un ser inteligente.
 3. Dios es el único ser inteligente que ha podido crear X.
 4. Por lo tanto Dios existe.

X normalmente se refiere al universo, el proceso evolutivo, al ser humano, etc.

Historia

Este tipo de explicación estuvo muy presente en la cosmovisión de Aristóteles,


influido por sus estudios de biología. Por ello todo el Universo y sus
componentes principales estaban orientados a conseguir alguna finalidad. Todo
lo que existía, si generalizamos, tenía una finalidad, un propósito.

Este orden regular de los fenómenos naturales, como el cambio de estaciones,


el cambio diario entre día y noche, la reproducción vegetal y animal, etc., hizo
creer que este orden difícilmente podía tener su origen en el azar, a través de
las consecuencias de la suma de cambios azarosos.

Por ejemplo en la antigüedad no era fácil de aceptar que el modelo atomista


que defendía Demócrito y sus seguidores (remplazado actualmente por un
modelo científico), podía generar una naturaleza tan regular y ordenada. Fue
así como Aristóteles y; posteriormente en la Edad Media, los pensadores
cristianos encontraron en esta premisa del orden el fundamento en el cual
podían basar la existencia de Dios.

Actualmente el argumento teleológico para la existencia de Dios, además de


estar presente dentro de la teología y metafísica, se encuentra dentro del
argumento contemporáneo conocido como diseño inteligente.
Pregunta: "¿Cuál es el argumento teleológico para la existencia de Dios?"

Respuesta: La palabra teología viene de la palabra telos, que significa


“propósito” u “objetivo.” La idea es que se necesita un “proponente” para tener
un propósito, y así, cuando vemos cosas destinadas obviamente para un
propósito, podemos asumir que esas cosas fueron hechas por una razón. En
otras palabras, un diseño implica un diseñador. Instintivamente hacemos estas
conexiones todo el tiempo. La diferencia entre el Gran Cañón y el Monte
Rushmore [es un monumental conjunto escultórico tallado en una montaña de
granito situada en Keystone, Dakota del Sur en EE. UU.] es obvia – uno está
diseñado, el otro no. El Gran Cañón fue claramente formado por un proceso
natural, no racional, mientras que el Monte Rushmore fue claramente creado
por un ser inteligente – un diseñador. Si caminamos por una playa y
encontramos un reloj de pulsera, no asumimos la posibilidad de que el tiempo y
las circunstancias al azar produjeron el reloj con la arena movida por el viento.
¿Por qué? Porque tiene las marcas obvias de un diseñador – tiene un
propósito, transmite información, es particularmente complejo etc. En ningún
campo científico el diseño es considerado como espontáneo; siempre implica
un diseñador, y entre más grandioso sea un diseño, más grandioso será el
diseñador. Por tanto, tomando las suposiciones de la ciencia, el universo
requeriría un diseñador más allá de sí mismo (p. ej., un diseñador
sobrenatural.)

El argumento teleológico aplica este principio a todo el universo. Si el diseño


implica un diseñador, y el universo muestra las marcas de un diseño, entonces
el universo fue diseñado. Es claro que cada forma de vida en la historia de la
Tierra ha sido altamente complejo. Un solo hilo del ADN equivale en
información a un volumen de la Enciclopedia Británica. El cerebro humano
tiene aproximadamente 10 billones de gigabytes de capacidad. Además de las
cosas vivas aquí en la Tierra, el universo entero parece diseñado para vida.
Literalmente, cientos de condiciones son requeridas para la vida en la Tierra –
todo desde la densidad de la masa del universo hasta la actividad sísmica,
debe ser minuciosamente afinado para que pueda sobrevivir la vida. La
posibilidad de que todas estas cosas ocurran al azar, está literalmente más allá
de la imaginación. ¡Las probabilidades son de muchas órdenes de magnitud
mayor al número de partículas atómicas en todo el universo! Con todo este
diseño, es difícil creer que simplemente somos un accidente. De hecho, la
reciente conversión al teísmo del gran ateo/filósofo Antony Flew, se basó en
gran medida en este argumento.

Además de demostrar la existencia de Dios, el argumento teleológico expone


las deficiencias en la teoría de la evolución. El movimiento del Diseño
Inteligente en la ciencia, aplica la teoría de la información a los sistemas de
vida y muestra que la casualidad no puede ni aún comenzar a explicar la
complejidad de la vida. De hecho, aún una sola bacteria unicelular es tan
compleja, que sin todas sus partes trabajando juntas y al unísono, no tendrían
el potencial para sobrevivir. Eso significa que esas partes no pudieron haberse
desarrollado al azar. Darwin reconoció que algún día, esto podría ser un
problema, solo por observar el ojo humano. ¡Poco sabía él que aún las
criaturas unicelulares tienen tanta complejidad como para explicarse sin un
creador.

Argumentos en contra de la existencia de Dios

Cada uno de los siguientes argumentos tiene por objeto mostrar que las
características que describen y/o definen a Dios (o a los dioses), posiblemente
no responden a la realidad, al carecer intrínsecamente de sentido, ser
contradictorias en sí mismas, o hallarse en contradicción con hechos científicos
o históricos conocidos. Es decir, que no hay suficientes razones para creer en
un Dios o dioses. No obstante, algunos de estos razonamientos se refieren a
una definición específica de Dios, ya que no todas las religiones definen a Dios
de igual forma.

Argumentos empíricos

Dependen de datos empíricos o demostrables para ejemplificar sus


conclusiones.

 El Argumento de las revelaciones inconsistentes se opone a la


existencia de la deidad llamada "Dios", como se describe en los libros
sagrados (tales como el Tanaj judío, la Biblia cristiana o el Corán
islámico) mediante la identificación de contradicciones aparentes entre
las distintas escrituras, dentro de una misma escritura, o entre la
escritura y los hechos conocidos. Para ser eficaz, este argumento
requiere confrontarse con la llamada infalibilidad o inerrancia bíblica. La
Biblia no es demostración de la existencia de Dios, ya que implicaría un
argumento circular: «Dios existe porque dice en este libro que existe»,
asegura el creyente. «Pero, ¿tal libro lo escribió Dios?», puede
preguntar el ateo. A lo que contesta el creyente: «No, lo escribió el
hombre, pero fue revelado por Dios», lo que supone un nuevo círculo
vicioso argumental.

Sin embargo los musulmanes presentan el Corán como prueba empírica


de la existencia de Dios, no tanto por lo que el Corán afirme (que sería
un argumento circular) como por su divina belleza. En este sentido,
cuando a Mahoma se le atribuía algún milagro, él respondía que su
único milagro había sido el Corán.

 El problema del mal se opone a la existencia de un Dios que es al


mismo tiempo omnipotente y omnibenevolente argumentando que ese
Dios no debe permitir la existencia del mal o el sufrimiento en el mundo.

 El argumento del diseño pobre se opone a la idea de que Dios creó la


vida. Recurre para ello a los múltiples ejemplos biológicos que parecen
exhibir un mal diseño, así como a la innumerable evidencia de
adaptaciones como consecuencia de la evolución biológica. Esta viene
regulada por la selección natural y no es resultado del creacionismo o de
un diseño inteligente. Este razonamiento se opone al argumento
teleológico y a otras teorías.

 El Argumento de la no creencia se opone a la existencia de un Dios


omnipotente deseoso de que los seres humanos crean en él. La simple
existencia de seres humanos que no lo hacen, demuestra la incapacidad
de Dios para lograrlo. Esta es una demostración empírica (dado que la
existencia de incrédulos es un hecho observable) de ciertas paradojas
lógicas, como la denominada Paradoja de Russell. Realmente, Bertrand
Russell no buscaba ninguna trascendencia teológica o atea a su
paradoja, sino que la usó como ejemplo de contradicción o reducción al
absurdo de la teoría de conjuntos de Cantor y Frege.16

 El argumento de la parsimonia (o aplicación del principio de la navaja de


Occam) sostiene que, dado que teorías naturales (es decir, que no
recurren a lo sobrenatural) explican adecuadamente el desarrollo de la
religión y la creencia en los dioses,17 la existencia real de tales agentes
sobrenaturales es superflua y puede prescindirse de ella, a no ser que
se demuestre su necesidad para la explicación del fenómeno religioso.

 La analogía de la llamada tetera de Russell, otra paradoja de este


filósofo británico, arguye que la carga de prueba acerca de la existencia
de Dios debe recaer en el teísta más que en el ateo. Este argumento
puede considerarse una extensión del anterior, fundado en la navaja de
Occam. El razonamiento de Russell es el siguiente:

Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira
alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración,
siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como
para ser vista aun por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que,
puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una
presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda
razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera
se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad
sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación
para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara
merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del
inquisidor en tiempos anteriores.

Artículo "Is there a God?" ("¿Hay un Dios?"), de Bertrand Russell

 El hecho de que la carga de prueba recae en el creyente, significa que


deben ser siempre éstos los encargados de probar la existencia de
aquello que defienden, es decir, que, mediante pruebas fehacientes,
deben demostrar al no creyente que se equivoca al no creer. Siguiendo
a Bertrand Russell, del mismo modo los ateos tampoco creen en la
existencia de la "Mosca Voladora Verde de la Constelación de Orión" y
tampoco pretenden probar que NO existe tal insecto. Como ejemplo,
cabría preguntarse: ¿Deben los que creen en fantasmas o en OVNIs
demostrar al mundo su existencia, o deben demostrar su no existencia
los que NO creen en ellos?.

 La falta de apariciones divinas a lo largo de la historia, ya que sólo se


atestiguan en escasos relatos bíblicos de la Antigüedad y ante muy
pocos testigos,18 se ha esgrimido como fuerte evidencia contra la
existencia de Dios. Las nulas pruebas reales de fenómenos
sobrenaturales en el espacio, tras siglos de observación astronómica,
constituyen otra prueba en contrario. La propia ciencia de la lógica
propone: «Todos los cuervos son negros hasta que aparezca uno
blanco», de lo que cabe deducir, por transposición lógica, que Dios no
existe hasta que aparezca. Las pruebas subjetivas, por sentimientos
personales, al estilo de «sentir su presencia y saber que existe», no
sirven como prueba, ni para ser falseadas (en referencia al filósofo
Popper). Uno podría sentirse habitado también por el Diablo o por el
espíritu del pirata Morgan y no habría forma alguna de probarlo.

Argumentos deductivos

 El truco del Boeing 747 definitivo, que aparece en el libro El espejismo


de Dios, de Richard Dawkins, es un contra-argumento del argumento del
diseño. Este afirma que una estructura compleja y ordenada tiene por
fuerza que haber sido diseñada. Sin embargo, un dios que es el
responsable de la creación de un universo tal sería al menos tan
complicado como el universo que él ha creado. Por lo tanto, también ese
dios debe exigir un diseñador, cuyo diseño del mismo modo requeriría
un diseñador, y así, ad infinitum. Se demuestra de esta forma que este
argumento es una falacia lógica, con o sin petición de principio. Este
“truco” muestra que Dios no es el origen de la complejidad, sino que ésta
simplemente ha existido siempre. También afirma que el diseño no
explica la complejidad, que solo la selección natural puede explicar.
 La paradoja de la omnipotencia sugiere que el concepto de una entidad
omnipotente es lógicamente contradictoria, partiendo de la consideración
de cuestiones como: "¿Puede Dios crear una roca tan grande que no
pueda levantarla?" o "Si Dios es todopoderoso, ¿podría crear un ser
más poderoso que él?". Del mismo modo, un dios omnipotente que
deseara saber la posición de todos los átomos en el universo a lo largo
de sus 14 mil millones de años de historia, así como su futuro infinito,
debería poseer una memoria más grande que el conjunto infinito de
estados posibles en el universo actual.
 El problema del infierno es la idea de que la condenación eterna por los
actos realizados en una existencia finita contradice la omnibenevolencia
y omnipresencia divinas.
 El argumento de la voluntad libre (también llamado paradoja de la
voluntad libre o fatalismo teológico) se opone a la existencia de un Dios
omnisciente dotado de libre albedrío -el mismo de que se hallan dotadas
sus criaturas-, debido a que ambas propiedades son contradictorias. De
acuerdo con este argumento, si Dios ya conoce el futuro, entonces la
humanidad está destinada a corroborar dicho conocimiento, por lo que
se hallaría exenta de la voluntad libre de apartarse de dicho plan. Por lo
tanto, nuestro libre albedrío contradice la existencia de un dios
omnisciente. Otro argumento que ataca directamente la existencia de un
dios omnisciente dotado de libre albedrío es que la voluntad de Dios
mismo estaría obligada (y por tanto exenta de libre albedrío) a seguir lo
que Dios conoce de antemano de sí mismo, para toda la eternidad.
 Un contra-argumento del argumento cosmológico (todo tiene una causa
anterior y superior) parte de la suposición de que las cosas no pueden
existir sin haber sido creadas por sus creadores, lo que se aplica a Dios,
generándose así un círculo vicioso de creadores. Esto ataca la premisa
de que el universo es la segunda causa (después de Dios, que se afirma
que es la primera causa).
 El no-cognitivismo teológico, tal como se utiliza en la literatura, por lo
general trata de desmentir el dios-concepto a través de la demostración
de que es imposible de verificar por medio de pruebas científicas.
 El argumento antrópico afirma que, si Dios es omnisciente, omnipotente
y perfecto moralmente, habría creado otros seres moralmente perfectos
en lugar de seres humanos imperfectos.

Argumentos inductivos

Este tipo de argumentos procede a través del llamado razonamiento inductivo.


 La argumentación ateo-existencialista de la no existencia de un ser
perfecto y sensible parte, de acuerdo con el existencialismo, del aserto
de que la existencia es anterior a la esencia, y de que un ser sensible no
puede ser también completo y perfecto. Esto está explicado en El ser y
la nada, de Jean-Paul Sartre. Según este filósofo, Dios sería un "pour-
soi" (un ser-para-sí, una conciencia), pero sería también un "en-soi" (un
ser-en-sí, una cosa), lo que supone una contradicción en los términos.
Un argumento similar aparece en la novela Grimus, de Salman Rushdie:
«Lo que está completo también está muerto».
 El argumento de la ausencia de razón trata de demostrar que un ser
omnipotente y omnisciente no tendría ninguna razón para actuar de una
manera determinada, en particular mediante la creación de un universo,
dado que no tendría necesidades, querencias o deseos, ya que
conceptos tales son propia y subjetivamente humanos. Esto entraña una
contradicción con el hecho de existir el universo; por lo tanto, un Dios
omnipotente no puede existir. Este argumento es expuesto por Scott
Adams en el libro God’s Debris, que propone una forma de pandeísmo
como modelo teológico fundamental. Un argumento similar se presenta
en el libro de Ludwig von Mises La acción humana. Se refirió a él como
el "argumento praxeológico", afirmando que un ser perfecto debe tener
desde siempre resueltos todos sus deseos y necesidades, y, de tomar
alguna iniciativa en el presente, esto, por sí solo, probaría su
incapacidad, demostrándolo imperfecto.
 El argumento de la "inducción histórica" concluye que, dado que la
mayoría de las religiones teístas a lo largo de la historia (por ejemplo, la
religión del Antiguo Egipto, o la antigua religión griega), tanto como sus
dioses, finalmente han llegado a ser consideradas falsas o absurdas,
todas las religiones teístas, incluidas las contemporáneas, lo son,
siguiendo un razonamiento inductivo. Esto se comprende bien a partir de
la conocida cita de Stephen F. Roberts: «Yo sostengo que tanto usted
como yo somos ateos. Yo únicamente creo en un dios menos que usted.
Cuando usted entienda por qué motivo rechaza a todos los demás
dioses posibles, entenderá por qué motivo rechazo yo el suyo».
 Una prueba biológica, fundada en Darwin, es la comprobación de que el
ADN del chimpancé y el humano tienen más de un 99% de elementos
en común, con el agregado de los numerosos hallazgos, en el registro
fósil, del linaje completo humano, desde el Australopitecus hasta el
Homo habilis, el Homo ergaster, Homo erectus, Homo heidelbergensis,
Homo neanderthaliensis, Homo floresiensis, Homo rhodesiensis y
finalmente Homo sapiens. Conocedor Charles Darwin de la filosofía de
Epicuro, planteaba al respecto: «No puedo llegar a persuadirme de que
un Dios benéfico hubiera creado adrede a los icneumónidos (avispas
endoparásitas) con la intención expresa de que se comieran desde
dentro a las orugas vivas, o de que los gatos jugaran a muerte con los
ratones».[cita requerida]

Argumentos subjetivos

Al igual que los argumentos a favor de la existencia de Dios, los argumentos


subjetivos en contra de la divinidad sobrenatural se basan principalmente en el
testimonio o la experiencia de testigos, o bien en las proposiciones de las
religiones reveladas en general.

 El argumento testimonial da crédito a los testigos personales


contemporáneos y del pasado, que, o bien no creen, o bien dudan de la
existencia de Dios, por la simple razón de que nunca se les ha hecho
visible.
 El argumento del conflicto de religiones aduce que cada una de estas da
una versión diferente de lo que Dios es y de lo que Dios quiere. Ya que
todas las versiones contradictorias no pueden ser correctas, muchas, si
no todas las religiones, deben ser erróneas.
 El argumento de la decepción sostiene que, cuando se le pide, no hay
ninguna ayuda visible de Dios, por lo tanto no hay ninguna razón para
creer que hay un Dios que provee.

Argumentos hinduistas

El ateísmo hindú esgrime diversos razonamientos para rechazar un Dios


creador o Isvará.

 El texto del Samkhya Sutra, de la doctrina Samkhya, afirma que, en su


sistema, no hay lugar filosófico para un Dios creador. También se
argumenta en este texto que la existencia de Isvará no puede ser
probada, y por lo tanto no puede ser admitida. 19 La escuela Samkhya
argumenta en contra de la existencia de Dios por motivos metafísicos.
Sostiene, por ejemplo, que un Dios inmutable no puede ser la fuente de
un mundo siempre cambiante; Dios era una hipótesis metafísica
necesaria exigida por las circunstancias. 20 Los textos de Samkhya tratan
además de demostrar que la idea de Dios es inconcebible y
contradictoria, y algunos comentarios son esgrimidos con claridad sobre
este tema. El Sankhya-tattva-Kaumudi afirma que un Dios perfecto no
puede tener necesidad de crear un mundo, y si el motivo de Dios es la
bondad, la doctrina inquiere si es razonable llamar a existir a seres que,
en el no ser, no padecían sufrimiento alguno. Samkhya postula que una
deidad benevolente debe crear solo criaturas felices, no un mundo
imperfecto como el mundo real.21
 Los defensores de la escuela Mimamsá, fundada en ciertos rituales y en
la ortopraxis, decidieron que ninguna evidencia supuestamente
probatoria de la existencia de Dios era convincente. Argumentan que no
hay necesidad de postular un creador para el mundo, al igual que no
había necesidad de un autor para componer los Vedas o de un Dios
para validar los rituales.22 Mimamsá afirma que los dioses mencionados
en los Vedas no tienen existencia aparte de los mantras que repiten sus
nombres. En ese sentido, el único poder divino emanará de los
mantras.23

El Argumento Moral para la Existencia de Dios

Eric Lyons

En noviembre de 2006, varios científicos ateos y evolucionistas principales en


el mundo se reunieron en La Jolla, California para el primer simposio “Más Allá
de la Fe” (vea Lyons y Butt, 2007), el cual la publicación científica New Scientist
llamó “El ‘festival ateo’” (Reilly, 2007, 196[2629]:7). Se realizó la conferencia
para hablar de la ciencia, la religión y Dios, y específicamente si la ciencia
debería “abolir la religión” (Brooks, 2006, 192[2578]:9). El escritor de New
Scientist, Michael Brooks, resumió la actitud general de los asistentes en las
siguientes palabras: “[L]a ciencia puede enfrentar la religión y ganar” (p. 11).
Los participantes estaban listos para remangar sus camisetas y “comenzar la
pelea” (p. 11). Estaban listos a “Reemplazar a Dios Con la Ciencia”, como
Brooks tituló su artículo.

En el año 2007—en el simposio “Más Allá de la Fe II”—aparentemente algunos


de los participantes abordaron la idea de un Ser sobrenatural con más cuidado.
Incluso la publicación New Scientist, que cubrió la conferencia por el segundo
año, publicó un artículo drásticamente diferente, titulado: “El lugar de Dios en
un Mundo Racional” (vea Reilly, 196[2629]:7, énfasis añadido). El autor Michael
Reilly reveló detalles de la reunión al registrar lo que un asistente, Edward
Slingerland de la Universidad de Columbia Británica (y fundador del Centro por
el Estudio de la Evolución, Cognición y Cultura Humana), reconoció
abiertamente.

Él anunció: “La religión no va a desaparecer”. Incluso aquellos entre nosotros


que nos jactamos de racionalistas y científicos, dependemos de los valores
humanos—un grupo de creencias distintivamente poco científicas.
Por ejemplo, ¿de dónde viene nuestra convicción que sugiere que los derechos
humanos son universales? “Los derechos humanos para mi son tan misteriosos
como la santa trinidad… No se puede escanear el cerebro y mostrar de dónde
vienen los derechos humanos, no se puede cortar a alguien en mitad y mostrar
sus derechos humanos.

LA MORALIDAD OBJETIVA

¿Por qué la mayoría de gente racional cree en la moralidad objetiva? Es decir,


¿por qué la gente piensa generalmente que algunas cosas son “correctas” y
que otras son “incorrectas”, a pesar de las opiniones subjetivas de la gente?
¿Por qué cree la gente que es “malo” (1) que alguien llegue a alguna casa,
dispare a una persona y robe lo que hay dentro de la casa; (2) que un hombre
golpee y viole a una mujer inocente; (3) que un adulto torture a un niño
inocente simplemente por diversión; (4) que los padres tengan hijos con el
único propósito de abusar de ellos sexualmente? Porque, como el evolucionista
Edward Slingerland señaló, los humanos tienen derechos metafísicos—
derechos que son “una realidad más allá de lo que se puede percibir con los
sentidos” (“Metafísico”, 2001)—y que “dependen de los valores morales”. Lo
cierto es que la mayoría de personas, incluso ateos, ha reconocido que existe
el bien y el mal objetivo.

Antony Flew

Durante la última mitad del siglo XX, se consideraba al Dr. Antony Flew,
Profesor de Filosofía en la Universidad de Reading en Reading, Inglaterra,
como uno de los filósofos ateos más renombrados. Desde 1955-2000, dio
conferencias y escribió extensamente en cuanto al ateísmo. Algunas de sus
obras incluyen, Dios y la Filosofía (1966), Ética Evolucionista (1967), La
Audacia del Ateísmo (1976) y El Ateísmo y el Humanismo (1993). En
septiembre de 1976, el Dr. Flew debatió al Dr. Thomas B. Warren, Profesor de
Filosofía de Apologética Religiosa y Cristiana en la Facultad de Graduación de
Religión de Harding en Memphis, Tennessee. Antes de ese debate de cuatro
noches sobre la existencia de Dios, en armonía con las reglas del debate,
Warren hizo varias preguntas por escrito a Flew, incluyendo las siguientes:
“Verdadero/Falso. Al matar seis millones de hombres, mujeres y niños judíos,
los nazis fueron culpables de un mal moral (objetivo)”. Flew respondió
“Verdadero”. Él reconoció la existencia del mal moral real (objetivo)” (Warren y
Flew, 1977, p. 248). [NOTA: En 2004, Flew comenzó a tomar pasos hacia el
teísmo mientras reconocía la imposibilidad de una explicación puramente
naturalista para la vida. Vea Miller, 2004 para más información].

Wallace Matson
En 1978, el Dr. Warren se reunió con el Dr. Wallace Matson, Profesor de
Filosofía en la Universidad de California en Berkeley, California, para un debate
público sobre la existencia de Dios en Tampa, Florida. Otra vez, según las
condiciones del debate, se permitió que los contendientes hicieran hasta 10
preguntas antes del debate. Una vez más Warren preguntó: “Verdadero/Falso.
Al matar seis millones de hombres, mujeres y niños judíos, los nazis fueron
culpables de un mal moral (objetivo)”. Como Flew, Matson respondió
“Verdadero”: “la moralidad real (objetiva)” existe (Warren y Matson, 1978,  p.
353). Matson incluso reconoció en la posición afirmativa (i.e., “verdadero”) que
“[s]i alguien hubiera sido un soldado durante la Segunda Guerra Mundial, y los
nazis (1) le hubieran capturado y (2) le hubieran dado la elección de unirse a
ellos en sus esfuerzos por exterminar a los judíos o de otra manera ser
ejecutado, tal soldado hubiera tenido la obligación moral objetiva de morir en
vez de unirse a ellos en el asesinato de los hombres, mujeres y niños judíos”
(p. 353). No pase por alto el punto: Matson no solamente dijo que los nazis
fueron culpables de un mal moral objetivo, sino también indicó que una persona
tuviera la “obligación moral objetiva de morir” en vez de unirse al régimen nazi
atroz.

Tan Fácil como 2 + 2

Aunque la moralidad objetiva puede estar fuera del reino del método científico,
todas las personas racionales pueden saber que algunas cosas son
innatamente buenas, mientras que otras son innatamente malas. Antony Flew y
Wallace Matson, dos de los filósofos ateos principales del siglo XX,
reconocieron directamente la existencia de la moralidad objetiva. Aunque
parece que en algunos tiempos el ateo Michael Ruse se ha opuesto a la idea
de la moralidad objetiva (vea Ruse, 1989, p. 268), incluso él admitió en su libro
La Defensa del Darwinismo que “[e]l hombre que dice que es moralmente
aceptable violar a los niños pequeños, está tan equivocado como el hombre
que dice que 2 + 2 = 5” (1982, p. 275, énfasis añadido). De hecho, una de las
razones por las cuales “La religión [i.e., Dios—EL] no va a desaparecer”, para
usar las palabras de Edward Slingerland, es porque los valores morales son
una realidad metafísica (cf. Romanos 2:14-15). Los filósofos Francis Beckwith y
Gregory Koukl lo expresaron muy bien: “Los que niegan las reglas morales
obvias—que dicen que matar y violar son cosas morales buenas, que la
crueldad no es un vicio y que la cobardía es una virtud—no solamente tienen
un punto de vista moral diferente; ellos tienen algo malo dentro de sí
mismos” (1998, p. 59, énfasis añadido).

EL ARGUMENTO MORAL
Se ha declarado el argumento moral para la existencia de Dios en una variedad
de maneras durante los siglos. Una de ellas es la siguiente (vea Craig, s.d.;
Craig y Tooley, 1994; Cowan, 2005, p. 166):

Premisa 1: Si Dios no existe, entonces los valores objetivos no existen.

Premisa 2: Los valores objetivos existen.

Conclusión: Dios existe.

Thomas B. Warren expresó el argumento de una manera positiva y más


detallada en sus debates con los ateos Antony Flew (p. 173) y Wallace Matson
(p. 285).

1. Si se puede someter críticamente (como mal moral real) el código y/o


acciones morales de una persona, entonces debe haber algún estándar
objetivo (alguna “ley superior que transciende el límite y el tiempo”) que
es independiente del código moral particular y que tiene un carácter
obligatorio que se debe reconocer.
2. Se puede someter críticamente (como mal moral real) el código y/o
acciones morales de una persona.
3. Por tanto, debe haber algún estándar objetivo (alguna “ley superior que
transciende el límite y el tiempo”) que es independiente del código moral
particular y que tiene un carácter obligatorio que se debe reconocer.

La sociedad que Warren usó como un ejemplo en sus debates fue el régimen
nazi de Adolfo Hitler. En las décadas de 1930 y 1940, la Alemania nazi cometió
el genocidio patrocinado gubernamentalmente de lo que llamaban “razas
inferiores”. De los aproximados nueve millones de judíos que vivían en Europa
al comienzo de la década de 1930, se exterminó a algo de seis millones. Los
nazis asesinaron aproximadamente a un millón de niños judíos, dos millones de
mujeres judías y tres millones de hombres judíos. Los nazis les amontonaban
en vagones de ferrocarril como si fueran ganado, y les enviaban a campos de
concentración. Algunas veces se colocaba cal viva en los pisos de los vagones,
lo cual quemaba los pies de los prisioneros, incluyendo a los niños. Se les
hacía pasar hambre, se les exponía al gas y se experimentaba con ellos como
si fueran animales. Hitler mató a otros tres millones de polacos, soviéticos,
gitanos y gente deshabilitada (vea “Holocausto”, 2011 para información
adicional).

Así que, ¿fueron los nazis culpables de “mal moral real (objetivo)”? Según el
ateo Antony Flew, lo fueron (Warren y Flew, p. 248). El ateo Wallace Matson
estuvo de acuerdo (Warren y Matson, p. 353). Independientemente de sostener
el ateísmo o el teísmo, la gente racional admite que algunas cosas son
realmente atroces. La gente simplemente no piensa que las cosas como la
violación y el abuso de niños probablemente son malas; tales cosas son malas
—inherentemente malas. Así como se puede saber que dos más dos son
cuatro, cada persona racional puede saber que algunas cosas son
objetivamente buenas, mientras que otras son objetivamente malas. Sin
embargo, la razón demanda que el bien y el mal objetivo solamente pueden
existir si hay algún punto de referencia objetivo y real. Si se puede someter
críticamente (como mal moral real) a algo (i.e., la violación), entonces “debe
haber algún estándar objetivo (alguna ‘ley superior que transciende el límite y el
tiempo’) que es independiente del código moral particular y que tiene un
carácter obligatorio que se debe reconocer” (Warren y Matson, p. 284, énfasis
añadido).

¿PROVEE EL ATEÍSMO UN ESTÁNDAR OBJETIVO LEGÍTIMO PARA LA


MORALIDAD?

El reconocimiento de los ateos de que algo es moralmente malo conduce a la


siguiente pregunta: ¿Cómo puede el ateísmo llamar lógicamente a algo atroz,
deplorable, malo o malvado? Según el ateísmo, la humanidad no es nada más
que materia en movimiento. Supuestamente, la humanidad evolucionó de las
rocas y el cieno durante miles de millones de años. Pero ¿quién ha escuchado
de rocas, cieno o minerales “morales”? No se habla de asnos, elefantes o
monos depravados moralmente. No se señala como inmorales a los cerdos
cuando se comen a sus crías. Los dragones de la Isla de Komodo no son
corruptos ya que el 10% de su dieta consiste de dragones pequeños. Las
ballenas asesinas no son culpables de homicidio. No se extermina a las viudas
negras simplemente porque las hembras frecuentemente matan a los machos
después de la cópula. No se procesa a los animales machos por violación
cuando parece que fuerzan la cópula con las hembras (cf. Thornhill, 2001). Los
perros no son depravados porque roban los huesos de otros perros.

El hecho que los seres humanos incluso consideren el tema de la moralidad


testifica a favor de la gran brecha entre el hombre y los animales. Los
evolucionistas ateos han reconocido que la moralidad solamente surge en los
humanos. Según Antony Flew, el hombre es un ser moral, pero “el valor no
existió antes del primer ser humano” (Warren y Flew, p. 248). Flew creía que la
moralidad llegó a existir después que el hombre evolucionó, no antes cuando
supuestamente solamente los animales existían. Aunque George Gaylord
Simpson, uno de los evolucionistas ateos más renombrados del siglo XX, creía
que “el hombre es el resultado de un proceso sin propósito y materialista que
no le tenía en mente”, confesó que el “[b]ien y el mal, lo correcto e incorrecto,
conceptos que son irrelevantes en la naturaleza excepto desde la
perspectiva humana, llegan a ser características reales y apremiantes de
todo el cosmos según un enfoque moral ya que la moralidad solamente
surge en el hombre” (1951, p. 179, énfasis añadido). Los ateos admiten que
las personas (i.e., incluso los mismos “ateos”) tienen “su propio sentido innato
de moralidad” (“¿Tienen Moralidad…”, s.d.). Ninguna persona racional declara
esto en cuanto a los animales. Como el evolucionista Edward Slingerland
declaró, “[l]os humanos”, no los animales, “dependen de los valores morales”
(citado en Reilly, 2007, 196[2629]:7).

La evolución atea no puede explicar lógicamente la moralidad. La moralidad


objetiva real no puede existir si los humanos son los descendientes de
animales. Los profesores en las escuelas públicas “hacen recordar”
frecuentemente a los jóvenes (a quienes no se les permite actuar como
animales en el colegio) que ellos vienen de los animales. Según un libro de
texto de ciencia, “[l]os humanos probablemente evolucionaron de las bacterias
que vivían más de cuatro mil millones de años atrás” (Earth Science, 1989, p.
356).

Cuando me gradué de la secundaria en 1994, se presentó el libro de texto de


Holt, Rinehart y Winston a millones de estudiantes de secundaria en los
Estados Unidos. ¿Qué cosas “maravillosas” aprendieron ellos? Primeramente,
se les informó: “Tú eres un animal, y compartes una herencia común con las
lombrices” (Johnson, 1994, p. 453, énfasis añadido). Supuestamente, el
hombre no solamente desciende de los peces o bestias de cuatro patas;
somos bestias. Charles Darwin declaró en el capítulo dos de su libro, El Origen
del Hombre: “Mi objetivo en este capítulo es solamente mostrar que no hay
diferencia fundamental entre el hombre y los mamíferos superiores en
sus facultades mentales” (1871, 1:34). Más recientemente, Jo Marchant de la
revista en inglés, New Scientist, entrevistó al ambientalista evolucionista, David
Suzuki. Suzuki declaró: “[N]osotros debemos reconocer que somos
animales… Nos gusta pensar de nosotros mismos como criaturas elevadas
por encima de las demás. Pero el cuerpo humano evolucionó” de los animales
(citado en Marchant, 2008, 200[2678]:44, énfasis añadido). No se necesita algo
más que leer el título de Marchant para entender el enfoque de Suzuki sobre la
humanidad. Supuestamente, “Deberíamos Actuar Como los Animales que
Somos” (p. 44, énfasis añadido). Lo cierto es, como Thomas B. Warren
concluyó en su debate con Antony Flew, “la implicación básica del sistema ateo
no permite la moralidad objetiva, sea en cuanto a lo correcto o incorrecto”
(1977, p. 49).

EL ATEÍSMO: CONTRADICTORIO O ESPANTOSO

Los ateos no pueden condenar lógicamente a los nazis de maldad moral


objetiva, y al mismo tiempo decir que nosotros surgimos de lo inanimado y los
roedores. No pueden condenar razonablemente a un acosador de niños de ser
inmoral, y al mismo tiempo creer que hemos evolucionado del cieno. La razón
demanda que el bien y el mal objetivo solamente pueden existir si también
existe un punto de referencia objetivo y real. Como Warren declaró, “debe
haber algún estándar objetivo (alguna “ley superior que transciende el límite y
el tiempo”) que es independiente del código moral particular y que tiene un
carácter obligatorio que se debe reconocer” (Warren y Matson, p. 284).

Los ateos se encuentran en un dilema: (1) Deben reconocer la moralidad


objetiva (lo cual fundamentalmente significa que debe existir un legislador
moral, i.e., Dios, Quien trasciende el límite y el tiempo); o (2) deben sostener
que todo es relativo—que ninguna acción en la Tierra puede ser buena o mala
objetivamente. Todo es subjetivo y situacional.

Parece que relativamente pocos ateos han tenido el coraje (o el atrevimiento)


de decir claramente que el ateísmo implica que el bien y el mal objetivo no
existen. Pero algunos lo han hecho. De hecho, algunos de los ateos y
agnósticos principales del mundo entienden que, si Dios no existe, entonces no
puede haber estándar final y soberano de moralidad para la humanidad.
Charles Darwin entendió perfectamente las implicaciones morales del ateísmo,
lo cual presentó como una razón para estar “contento con permanecer siendo
un agnóstico” (1958, p. 94). En su autobiografía, escribió: “El hombre que no
tiene una creencia segura y constante en la existencia de un Dios personal o
de una existencia futura de retribución o recompensa, puede tener por regla
de vida, hasta donde puedo ver, solamente aquellos impulsos e instintos
que son los más fuertes o los que le parecen mejores” (1958, p. 94, énfasis
añadido). Si alguien tiene el impulso de sofocar a un niño inocente, como una
serpiente puede sofocar a su víctima (incluyendo a la gente), entonces, si Dios
no existe, no hay ley moral contra tal acción. Si una persona ahoga
impulsivamente a un anciano amable, entonces, si el ateísmo es verdadero, no
se puede considerar tal acción como buena o mala.

Según Richard Dawkins, uno de los ateos más famosos a comienzos del siglo
XXI, “la vida no tiene propósito superior que perpetuar la supervivencia del
ADN” (1995, 273[5]:80):

Siempre y cuando se transmita el ADN, no importa quién o qué salga herido


en el proceso. A los genes no les importa el sufrimiento, ya que a ellos no les
importa nada… Al ADN no le importa y no tiene conocimiento. El ADN
simplemente existe. Y nosotros bailamos según su música… En el fondo, este
universo que observamos tiene exactamente las propiedades que deberíamos
esperar si no existe el propósito, el mal y el bien, nada más que indiferencia
despiadada (p. 85, énfasis añadido).

Aunque Dawkins no pudo probar que el único propósito de la vida es perpetuar


el ADN, él tuvo razón en algo: si no hay Dios, entonces no hay bien ni mal,
solamente “indiferencia despiadada”. A la evolución atea “no le importa quién o
qué salga herido”.

El filósofo ateo Jean Paul Sartre resumió el ateísmo muy bien en una
conferencia que dio en 1946, titulada “El Existencialismo Es Humanismo”.
Sartre declaró: “Todo es permitido si realmente Dios no existe… [N]o se puede
encontrar nada dentro o fuera de la persona en lo cual se pueda depender”
(1989, énfasis añadido). Sartre reconoció que si Dios no existe, no existen
“valores o mandamientos que puedan legitimar nuestro comportamiento. Por
ende, no tenemos delante de nosotros un reino claro de valores, ningún medio
de justificación o excusa” (1989).

Aunque puedan ser pocos, los ateos como Provine, Sartre y otros rechazan
caminar por el sendero de la contradicción. Es decir, en vez de negar la
premisa, “Si Dios no existe,

CONCLUSIÓN

El argumento moral para la existencia de Dios expone al ateísmo como la


filosofía auto-contradictoria y atroz que realmente es. Los ateos deben rechazar
la veracidad de la primera premisa del argumento moral (“Si Dios no existe,
entonces no existen los valores morales objetivos”) y aceptar ilógicamente la
idea insostenible que la moralidad objetiva de alguna manera surgió de las
rocas y los reptiles, o (2) deben rechazar la segunda premisa del argumento
(“Existe los valores morales objetivos”) y aceptar la idea demente y
completamente repulsiva que el genocidio, la violación, el homicidio, el hurto, el
acoso de niños, etc. no pueden ser condenados como “mal” objetivo. Según el
ateísmo, las personas que cometen tales acciones simplemente están
haciendo lo que su ADN les guía a hacer. Simplemente están actuando según
sus impulsos e instintos crudos que supuestamente evolucionaron de sus
antepasados animales. Además, si el ateísmo es verdadero, no se pudiera
castigar lógicamente a las personas por tales acciones inmorales, ya que “no
existen leyes morales o éticas inherentes” (Provine, 1988, p. 10).

Para aquellos que rechazan a Dios en sus conciencias (Romanos 1:28), la vida
estará constantemente llena de las mentiras contradictorias, ilógicas e
inhumanas de la evolucionista ateísta. Ciertamente, “[d]ice el necio en su
corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1a). Cuando los ateos siguen su filosofía
impía hasta su conclusión lógica, revelan el rostro real del ateísmo como lo que
realmente es: una filosofía corrupta y abominable en que nadie hace lo bueno
(Salmos 14:1b). Por otra parte, cuando los teístas siguen la evidencia hasta el
Creador (cf. Salmos 19:1-4), descubren al Dios que es benévolo (Salmos
100:5; Marcos 10:18) y que demanda que Sus seguidores obedientes hagan
“bien a todos” (Gálatas 6:10).
Romanos 2:15

Argumento moral

Consiste en que el ser humano lleva dentro de el una ley

Romanos 1:28-20 2:14-16

Como probamos bíblicamente esto argumento y como explica esto 4


argumentos en esta 2 cita bíblica

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