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BERNARD· LAHIRE

EL ESPÍRITU
SOCIOLÓGICO

MANANTIAL
Buenos Aires
1. DESCRIBIR LA REALIDAD SOCIAL

Dejamos de estq.r en las gracias literarias de una descripción


de bello estilo.
É. ZOLA,
Le Roman expérimental, 1880
[La novela experimental, 1976]

NATURALEZA DE LA DESCRIPCIÓN

Diversas son las realidades con posibilidades de ser objeto de descrip-


ciones. El acto descriptivo puede referirse tanto a objetos que se dejan ver
inmediatamente como a hechos construidos, organizados y formalizados
por el propio investigador. En ese sentido, es tan posible describir la for-
ma de representación gráfica de un fenómeno aprehendido a partir de
datos cuantitativos (por ejemplo, hablando de la curva en "U" o en for-
ma de campana), como evocar los rasgos característicos de un rostro, un
objeto, un paisaje, una conducta o una secuencia de acciones (verbales y
no verbales).
El sociólogo, al igual que el historiador o el etnólogo, puede elaborar
conocimientos mediatos de la realidad, 1 es decir, puede construir objetos
nunca observados, vistos o "vividos" como tales por nadie y que desde el
punto de vista común carecen de toda visibilidad tales como, por ejem-
plo, índices de repitencia escolar (en determinada etapa del curso acadé-
mico) por categoría socioprofesional, como también tasas de inflación
registradas a lo largo de una década y movimientos lentos y plurisecula-
res de población, etc. Este conocimiento mediato -que permite ir más allá
del horizonte limitado de todas las sociologías fenomenológicas que redu-
cen el mundo social a lo que los hombres han sentido, pensado y dicho
de éste- supone una disociación de la percepción y el conocimiento: es
posible conocer el mundo fuera de la percepción directa e inmediata de
éste a través de la reconstrucción de la realidad a partir de un conjunto
_ de datos recolectados y luego formalizados.

1. K. Pomian, L'Ordre du temps, París, Gallimard, 1984 [trad. cast.: El orden


del tiempo, Asturias, Júcar, 1990].
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Así y todo, voy a privilegiar una definición más común, y tal vez más comporta1nientos, sean,éstos habituales o singulaies. Hay una sola mane-
"literaria" (sin perjuicio de puntuar posteriormente los efectos negativos ra. de entender la lógica de esas prácticas y esa forma es estudiarlas de la
de esa pregnancia del modelo literario de descripción),2 pero que- se ha manera ,más fina, más específica y más sistemática posible.
expandido ampliamente en las ciencias sociales: descripción verbal (oral Al darse por objeto de estudio contextos históricos relativamente sin-
o escrita) de lo que puede observarse directamente (personajes, objetos, gulares, 5 la sociología encuentra 'o vuelve a encontrar las exigencias de
decorados, paisajes, acciones o interacciones, maneras de decir y de una literatura naturalista irispirada a su~vez en una concepción científica.
hacer), es decir, armado con sus cinco sentidos y provisto de las únicas De ahí que Zola haya escrito lo siguiente en un capítulo de su Roman
categorías (científicas, y forzosamente extracientíficas} incorporadas de expérimental consagrado a la descripción:
percepción del mundo social.
Desde ese punto de vista, quien dice descripción dice observación pre- Estimamos que el hombre no puede ser separado de su medio, que es com-
via, esto es, observación directa de los comportamientos. 3 Y quien dice pletado por su vestimenta, su casa, su ciudad, su provincia, y, a partir de ese
observación previa dice, la mayor parte de las veces, fase de memoriza- momento, no notaremos un solo fenómeno de su cerebro o de su corazón sin
buscar las causas o el contragolpe en el medio. De ahí que se apele a nue;tras
ción de una escena, de un personaje, de un objeto, de un lugar o de un
eternas descripciones [... ]. El personaje ya no es ahí una abstracción psicoló-
gesto difícilmente descriptible en el momento mismo de la observación.
gica, y eso es algo que todo el mundo puede ver. El personaje se ha converti-
Ahora bien, en ese proceso de. observación-memorización-descripción, do en un producto del aire y del sol,- como la planta; es la concepción cientí-
intervienen las competencias léxicas del observador. Sin categorías léxi- fica. [ ... ]estamos en el estudio exacto del medio, en la comprobación de los
cas, el ojo del observador no puede encontrar los medios que le permitan estados del mundo externo que corresponden a los estados interiores de los
fijarse con precisión en las realidades observadas y, por consiguiente, personajes. 6
memorizarlas. Por eso, en parte, la calidad de una descripción depende de
la riqueza léxica de aquel que observa, memoriza y describe. Imaginemos Más que interpretar en forma general, aproximativa y abstracta las
un sociólogo que estuviera sumergido en un universo marino pero no conductas sociales, más que proyectar en la cabeza de los hombres móvi-
supiera distinguir entre borda, escotilla, popa, babor, estribor y nudos les o psicologías sumarias, el uso de descripciones precisas y específicas
marineros de todo tipo y color. En un caso así, la descripción del univer- de las conductas en contextos permite, finalmente, desplegar una verda-
so será fatalmente pobre. Previamente, éste deberá, a través de un traba- dera interpretación sociológica empíricamente fundamentada.
jo de observación y escucha profundo (y relativamente largo), aprender a
nombrar las cosas, designar los gestos y discriminar las situaciones. 4
Uno de los grandes objetivos de la sociología consiste en buscar, en las EL LUGAR DE LA DESCRIPCIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES
condiciones de existencia y de coexistencia de los hombres, aquellos ele-
1
1
mentos que permitan dar razón de conductas o de prácticas (aun aquellas Las diferentes ciencias sociales pueden ordenarse a partir de un eje que
que parezcan más "extrañas" y menos "racionales"). Una descripción 1 opone un polo que privilegia la descripción y la narración, a otro pcilo
fina de esas condiciones de existencia y coexistencia (tanto pasadas -pero 1 que preconiza la modelización. 7 Del lado de la descripción-narración,
que persisten en forma de instituciones objetivadas y disposiciones incor-
poradas- como presentes) permite dar sociológicamente razón de los
!
1~
1 5. ~.-C. Passeron, Le Raisonnement sociologique, op. cit.
1! 6. E. Zola, Le Roman expérimental [1880J, París, Garnier-Flammarion, 1971,
2. Véase también infra, capítulo 9: "Sociología y literatura". l pág. 232 [trad. cast.: "La novela experimental", en El naturalismo, Barcelona,
3. M. Maget, Cuide d'étude directe des comportements culturels, Civilisations
du Sud, SAEP, 1953. Nótese, sin embargo, que cuando el autor solicita la pro-
¡ Península, 1976] (el subrayado me pertenece). Entre los novelistas franceses con-
temporáneos, Claude Simon ubicó la descripción en el centro de su proyecto litera-
ducción de relatos detallados de las prácticas, la entrevista permite también hacer !'
i rio. Véase C. Simon, Discours de Stockholm, París, Minuit-, 1986. En 1997, el autor
descripciones de prácticas. Véase infra, capítulo 7: "Lógicas prácticas: el 'hacer' declaraba al diario Le Monde en su edición del 19 de septiembre: "La descripción.
y el 'decir sobre el hacer'". De objetos, de paisajes, de personajes o de acciones. Si no, es cualquier cosa".
4. J. Bazin, "Questions de sens", en Enquéte, anthropologie, histoire, socio- . 7. J.-C. Passeron, Le Raisonnement sociologique, op. cit., y J.-Y. Grenier, C.
logie, Nº 6, 1998, pág. 28. Gngnon, P.-M. Menger {comps.), Le Modele et le récit, París, MSH, 2001.
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vamos a encontrar mayormente la etnografía, la historiografía y el con- sociólogos ganarían si Je aplicaran a su trabajo mayores dosis de espíri-
junto de los denominados case studies. Del lado de la modelización, van tu de historiador.
a estar la economía, la demografía y parte de l.a lingüística, es decir, bue-:- Un examen del lugar que ocupa la descripción en las diversas ciencias
na parte de las ciencias sociales "particulares" que, por decisión teórica, sociales, y sobre todo de la caracterizaeión precisa de los contextos
autonomizan un subsistema de actividad social o una dimensión peculiar sociohistóricos estudiados, pone de manifiesto, por ejemplo, que el soció-
de las actividades sociales. Sobre tal eje, la sociología ocupa una pósición logo se inclina mucho más fácilmente a Jeorizar sobre la base de un esca-
intermedia. Si bien cada disciplina engendra trabajos que, en ·mayor o so volumen de material empírico (y en Particular de descripciones pobres
menor medida, cubren siempre la totalidad del abanico de posibles sobre y de poca extensión), mientras que el historiador duda en abstraer. Este
el eje, cada una de ellas se caracteriza por una tendencia general clara- fenómeno se hace visible hasta en las mejores obras de sociología. Cuan-
mente observable. 8 do, en 1970, Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron escriben La Repro-
A través de la comparación de dos obras, una perteneciente a un duction. Eléments pour une théorie du systeme d' enseignement 13 el libro
sociólogo9 y otra a un historiador, 10 Jean-Michel Berthelot buscó ejem- podría haberse llamado <<Étude sociologique des rapports social~ment dif-
plificar la diferencia entre las tendencias más fuertes de estas dos disci- férenciés a l'université frani;aise dans les années 60". Los títulos y subtí-
plinas. La obra de historia se caracteriza por un "tejido de hechos sin- tulos ?e las obras escritas por historiadores indican con mucha mayor fre-
gulares y comentarios teóricos", en el cuat lo _esencial del t_ext_o_ n_o reside cuencia las coordenadas espaciotemporales del objeto estudiado.14
en el "encadenamiento de las proposiciones". Por otra parte, en la obra _Una parte todavía muy grande de producciones sociológicas se carac-
de sociología analizada "ya no se trata de apuntalar rigurosamente cada teriza por esa estructuración racional de los hechos [ ... ] bajo restriccio-
propuesta por medio de un sustrato empírico, sino de insertarlas en un n_e: débiles. 15 Y es_tá cI:ro que abordar el tema del lugar que la descrip-
orden teórico en el que la coherencia demostrativa valga como prue- c1on ocupa en soc1olog1a necesariamente obliga a tomar partido, no por
ba" . 11 Pero el ejemplo de obra sociológica tomado por el autor, que des- una teoría sociológica en particular, sino por una teoría del conocimien-
graciadamente es bastante representativo del estilo de escritura de t<? s?ciológico (una teoría de lo que significa "probar" o "producir cono-
muchos sociólogos, le da, a cualquier sociólogo dotado de espíritu de c1m1ento en sociología") y, por ende, a tomar distancia de las formas
investigación, ganas de declararse historiador. En verdad, hay derecho a menos empíricas de interpretación sociológica, es decir, de las sobrein-
preguntarse si, al ser "más sensible al agenciamiento de razones y a teo- terp:eta~iones de toda índole. 16 Para evitar toda forma de sobreinterpre-
rizar el funcionamiento actual de las sociedades que a la puesta a prue- tac1on, siempre hay que prestarle particular atención a la materialidad de
ba empírica", 12 el sociólogo simplemente no se sale de su rol (revelán- los objetos, de los gestos y de las situaciones. El imperativo de la des-
dose así como hermeneuta salvaje o filósofo social) y si el historiador cripción fina (grado de fineza que depende precisamente de lo que se está
que "se autoriza en generalizaciones sólo bajo el control minucioso de estudiando) de realidades por lo general simplemente evocadas 0 sobre-
una multiplicidad de hechos y referencias" no termina estando en mejor voladas por los trabajos en ciencias sociales, es un remedio poderoso con-
posición (y mejores disposiciones) para hacer la ciencia de los hechos tra toda inflación hermenéutica.
sociales. Me parece que, sin perder por ello sus ambiciones teóricas, los

8. En etnología, por ejemplo, el consejo que Marcel Mauss le daba a uno de . 13. P. ~ourdieu y J.-C. Passeron, La Reproduction. Éléments pour une théo-
sus alumnos (Pierre Métais) revela el lugar central que ocupa la descripción en esa rte du systeme d'enseignement, París, Minuit, 1970 [trad. cast.: La reproducción.
disciplina. "Nada de teoría. Observar y describir." Citado por Marcel Fournier Elementos para una teoría del sistema de enseñanza, Barcelona, Laia, 1981J.
en "Si je devais réécrire la biographie de Marcel Mauss", en Revue européenne 14. Jean-Claude Passeron escribe que "para un mismo volumen de trabajo
des sciences sociales, tomo XXXIV, 1996, Nº 105, pág. 36. empírico", la sociología "se apresura a hacer equivalentes la mayor cantidad de
9. A. Ehrenberg, Le Guite de la performance, París, Calmann-Lévy, 1991. contextos posibles (o a olvidarlos)" y "marcha a grandes pasos por el camino de
10. A. Rauch, Boxe, violence du xxe. siecle, París, Aubier, 1992. la generalidad comparativa" que su prima historiadora {Le Raisonnement socio-
11. J.-M. Berthelot, Les Vertus de l'incertitude. Le Travail de /'analyse dans logique ... , op. cit., pág. 71).
les sciences sociales, París, PUF, 1996, pág. 134. 15. J.-M. Berthelot, Les Vertus de l'incertitude, op. cit., pág. 140.
12. !bid., pág. 139. 16. Véase infra, capítulo 2: "Arriesgar la interpretación".
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LA IMPOSIBLE EXHAUSTIVIDAD DESCRIPTIVA semánticamente el orden icónico demuestra ser nlucho menos condicio-
Y LA ILUSIÓN REALISTA nante que el orden discursivo.
De igual modo, se debe señalar que en ciencias sociales la descripción
Cuando pretende ser detallada hasta el puntillismo, la descripción estética no tiene lugar de ser. El r.iesgo en· que hace incurrir la proximi-
puede incluso llevar hacia (o estar animada por) cierto positivismo capaz dad entre "descripción sociológica" y "descripción literaria" -riesgo
de darle al observador la ilusión de estar tocando con el dedo "lo real mayor debido a que muchas de las prácticas de descripción literaria pro-
mismo". Ahora bien, ninguna descripción es exhaustiva (y por lo tanto vienen de escritores realistas como Balzac;, Flaubert, Zola o Proust, inte-
definitiva). El sociólogo sólo puede ser resueltamente :;veberi:,no cuando resados en lograr una justa aprehensión del mundo social- es el encierro
reafirma "la infinidad inagotable del mundo sensible o la diversidad en la singularidad literaria de una escena productora de escasos efectos
infinita de lo real".17 Ninguna situación, ningún objeto ni ninguna prác- de conocimiento pero de muchos "efectos de real" , 18 sobre todo en for-
tica se agotan por medio de un número finito de rasg?s. descriptivos: el ma de detalles que provocan ilusiones realistas de tipo ''fue así como
uso de otros interrogantes, de otros intereses de conocnn1ento y de otros pasó", "claro que existió".
ángulos sociológicos, siempre hace posible las descripciones inéditas. Sólo tienen pertinencia sociológica aquellas descripciones basadas en
Socio-logía no es socio-grafía. El estudio sociológico supone imple- un trabajo de observación sistemática de comportamientos cuyo conjun-
mentar un _razonamiento comparativo que s~que a la luz todo lo inva- to_de resultados se le ofrecen al lector; ésas que forman parte de un cor-
riante y específico que -hay en las situaciones -de~cri?_tas en. re!a~ión con pus teórico y metodológicamente construido. Ello supone que el investi-
una serie de otras situaciones. Y nunca hay descr1pc1on soc1olog1ca ence- gador explicite la forma en que se efectuaron esas observaciones; en qué
rrada en su singularidad, sino descripciones hechas a partir de un marco forma se seleccionaron las escenas observadas; a partir de qué construc-
descriptivo, que debe poder ser reutilizable, de un objeto descripto a otro. ción del objeto (desde qué punto de vista de conocimiento) lo fueron; qué
La descripción sociológica debe guiarse siempre por esquemas tnterp~et~­ lugar ocupan las escenas descriptas en la necesaria dispersión-variación
tivos incluso por un modelo teórico. Y aun cuando no puedan sustituir de las situaciones observadas. De no ser así, estaríamos frente a lo que
las t;orías las mejores descripciones siempre están guiadas -de forma podemos llamar ejemplos fabricados a medida, y que -como muchos tex-
más 0 me;os explícita- teóricamente. Sólo el punto de vista teórico (que, tos literarios- producen efectos de real, conformándose con desempeñar
como lo recordaba Saussure, crea el objeto) permite decidir acerca de la el rol de ejemplificación-ilustración del esquema teórico del autor.
pertinencia relativa de las dimensiones de lo social a describir. Y ese mis-
mo punto de vista tiene el poder de "hacer hablar" los elementos de des-
cripción. . . LAS MODALIDADES DE LAS PRÁCTICAS
La idea de descripción fotográfica -que en ciertas oportumdades es
erróneamente presentada como una "descripción ideal" o "per~ecta" En materia de comprensión del mundo social, la descripción fina de
plantea todavía mayores problemas en ciencias sociales en la medida. ~n las prácticas es el único medio de acceder a las maneras de hacer, es decir,
que las categorías del inventario y los rasg~s pertinentes de la.de.scnpcion a las modalidades de las prácticas. Por ejemplo, pasar de una sociología
no son explícitos. En el caso de la fotografta, el traba¡o descnptivo-mter- del acceso desigual al libro a una sociología de las maneras de leer, o de
pretativo queda en manos del lector-observador, que (mentalmente o en una sociología de los estados de desigualdad escolar a una sociología de
voz alta) traducirá a descripciones verbales los rasgos que crea poder los procesos de desigualdad escolar en vías de realización, supone un
desentrañar en la "descripción fotográfica". La paradoja está en que, por acrecentamiento en la descripción de las prácticas.
un lado -dentro de los límites de un encuadre y un enfoque- las fotos Así, por largo tiempo, los historiadores del libro contabilizaron (sobre
parecen mostrarnos todo (es decir, no esconder nada), pe~o, _por otro todo a partir de inventarios posteriores a los fallecimientos) la cantidad de
lado, tampoco nos dicen nada, nunca nos dicen nada de sz mismas. Es libros en poder de los lectores y calcularon sobre esa base las cantidades
sabido cuán plurales pueden ser las recepciones de un mismo texto, pero promedio de libros leídos por cada gran categoría macrosocial de lectores.
De ese modo, los estudiosos pudieron establecer la distribución por géne-

17. M. Weber, Essais sur la théorie de la science, París, Presses Pocket, Ago-
ra, 1992. 18. R. Barthes, "L'effet de réel", en Communications, Nº 11, 1968.
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ro de libros poseídos según esas mismas categorías sociales fundadas nes, escenas, microcontextos) perceptibles por un observador in situ, está
muchas veces en criterios socioculturales o socioeconómicos. Ahora bien, ligada con esas transformaciones de la mirada sociológica. 23
la actitud implementada por una historia de la lectura renovada 19 consis-
te en preguntarse "qué hacen" los lectores con los textos, basándose en la
hipótesis de que éstos se distinguen tanto, y a veces más, por los modos en NI POSITIVISMO NI DISOLUCIÓN DE LO REAL
que se apropian de los textos, como por la cantidad y/o el género de libros
que tienen. El historiador irá entonces en busca de los gestos del lector, _de La descripción es indisociable de una -mirada teórica, interpretativa,
las huellas que deja en los propios textos impresos o en otras producc10- que la guíe y por ende la vuelva "útil, pertinente", pero en sí misma no
nes escritas a propósito de sus lecturas (diarios íntimos, autobiografías y es interpretación o explicación. Si bien, para contrarrestar tentaciones
º
hasta archivos de procesos por brujería). 2 Ese mismo movimiento se positivistas, conviene recordar que la descripción ya es construcción-
observó en el pasaje de una sociología del consumo cultural (basada en el selección, es preciso mantener la distinción operada entre descripción e
estudio de las desigualdades sociales en el acceso a la cultura y articulada interpretación (o teorización). Esta distinción es particularmente impor-
a una teoría de la legitimidad cultural) a una sociología de la recepción (de tante en una disciplina sociológica demasiado acostumbrada todavía a
los usos o de las apropiaciones) de las obras culturales. 21 desniveles interpretativos apresurados o a formalizaciones-teorizaciones
Por otra parte, la sociología de Ja educación_ y de la escuela registró generalizadoras prematuras. Siempre es preferible describir (en sentido
similar desplazamiento de punto de vista desde principios de los años amplio) los hechos en que nos basamos a dar el (presunto) meollo con-
setenta hasta mediados de la década de 1990. Desplazamiento del interés ceptual sustantivado de lo real. Por ejemplo, en vez hablar de la violen-
en conocer análisis macrosociológicos estadísticamente fundamentados, cia simbólica que ejerce el sistema escolar sin citar datos precisos (obli-
que se esfuerzan por dar razón de las desigualdades escolares, haci~ aná- gando así al lector a admitir ciegamente el nexo entre los hechos y su
lisis que concentran más sus esfuerzos en la captura de las modalidades interpretación en términos de violencia simbólica), es mejor empezar por
de socialización escolar (construcción escolar de conocimientos, caracte- describir situaciones precisas y decir, por ejemplo, que "el maestro escri-
rísticas cognitivas de los saberes escolares, interacciones en el aula, eva- bió 'incapaz' en el margen de un examen", que "le puso un O a la tarea
luaciones y decisiones educativas, modalidades de los con1portamientos de un alumno y lo subrayó dos veces", o que "sancionó de tal o cual
escolares, etc.) y en los procesos de producción de desigualdades escola- manera a un alumno por portarse mal", etcétera.
res, privilegiando los métodos de observación y tomando de la etología o La desconfianza en el positivismo no debe llevar a menospreciar el
de la psiquiatría el uso de videos para estudiar prácticas lingüísticas y ges- orden de los hechos empíricamente observables y descriptibles, y a olvi-
tuales en interacción.22 La descripción de situaciones sociales (interaccio- dar la importancia, para cualquier ciencia social empírica, de comenzar
por producir informaciones confiables (verificables) sobre la realidad
social del tipo: "X (y no Y) estaba tal día (y no tal otro) a tal hora (y no
19. R. Chartier, "Du livre au lire", Pratiques de la lecture, Marsella, Éditions a tal otra) en tal lugar (y no en tal otro)". 24 Si el ejemplo banal y abs-
Rivages, 1985, págs. 62-88 y "Le monde comme représentation", en Annales
ESC, Nº 6, noviernbre-dicie1nbre de 1989, págs. 1505-1520.
20. G. Ginzburg, Le Fromage et les vers. L 'univers d'un meunier du XVJe sie-
1
cle, París, Flarnrnarion, 1980 [trad. cast.: El queso y los gusanos. El Cosmos, social de acceso a la Escuela, éstas nada dicen en cuanto a la índole de los hechos
según un molinero del siglo XVI, Barcelona, El Aleph, 1997]. tratados. En este punto, véase la posición tan justa y medida de Maurice Halb-
21. B. Lahire, L'Homme pluriel. Les ressorts de l'action, París, Nathan, Essais wachs según el análisis de Olivier Martin en "Raison statistique et raison socio- 1
& Recherches, 1998, págs. 107-118 [trad. cast.: El hombre plural: los resortes de logique chez Maurice Halbwachs", en Revue d'histoire des sciences humaines, Nº ¡,
la acción, Barcelona, Bellaterra, 2004]. 1, 1999, PUS, págs. 69-101. il
22. Sobre interacciones en clase., véase A. V. Cicourel, "Sorne Basic Theoreti-
cal Issues in the Assessrnent of the Child's Performance in Testing and Classroorn
23. Véase B. Lahire, Culture écrite et inégalités seo/aires. Sociologie de
l"'échec seo/aire" iz l'école primaire, Lyon, PUL, 1993 y-«La variation des con-
iill
Settings", en Langage Use and School Performance, Nueva York, Acadernic Press textes en sciences sociales ... ", en Annales, Histoire, sciences sociales, op. cit.
Inc., 1974, págs. 300-365. Si bien las variaciones estadísticas concomitantes que 24. Queda bien claro que el grado y tipo de precisión en el establecimiento de 11
pueden establecerse entre el medio social originario del niño Y su situación esco- un hecho dependen de lo que el investigador quiera y pueda hacer en función de
1
lar penniten fundar empíricamente una interpretación en términos de desigualdad lo que podernos denominar una "problemática". Por caso, el interés de conocer 11

!.
40 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO

tracto no hace aparecer de inmediato todo lo que entraña esa misma exi- 2. ARRIESGAR LA INTERPRETACIÓN
gencia empírica, para tomar conciencia de eso basta con pensar en la
importancia que tiene establecer que un individuo X perteneciente a tal
confesión o etnia fue asesinado (asfixiado, fusilado, destrozado a mache- La libertad de _opinión (de publicar) sólo puede tomarse
tazos, etc.) en tal época y lugar. sobre los.hechos a expensas de los hechosJ yJ en consecuenciaJ
A veces, el ultrarrelativismo cree poder deducir del carácter construido la no demoStraciónJ la fa,_Jsificación, omisiónJ disminución o
de los "datos", los "hechos" y lo "real" científicamente aprehendible, una exageración de los hechos -la confusión voluntaria de lo ver-
d~dero, de lo probable, etc.- SON la libertad de enunciar opi-
suerte de irrealidad de los hechos (del mundo social podría decirse todo y
nzones
su contrario). Sin embargo, el carácter relativamente arbitrario de cual-
PAUL VALÉRY,
quier descripción no implica la inexistencia o el carácter amorfo de lo real Les príncipes d'anarchie pure et appliquée, 1984
descripto. Preferir una serie de rasgos de descripción en vez de otros es [Los principios de anarquía pura y aplicada, 1987]
cosa de decisión y de construcción. Que para confeccionar otros cuadros
posibles del mundo real se reemplace esa serie por otras, es algo absoluta-
mente innegable. Pero las observaciones y descripciones realizadas a par-
tir de esos rasgos llevan a conocer hechos que· realmente existieron,--y a LOS DERECHOS Y DEBERES DEL INTÉRPRETE
aprehender acontecimientos que tuvieron lugar. Esos hechos ciertamente
no constituyen todo lo real, pero ese real seleccionado y construido puede Tanto en los coloquios a los que asistimos como al escuchar el dis-
ser empíricamente observado, verificado, y aquella interpretación que curso corriente de los investigadores en ciencias sociales, parecería que,
dejara de lado esta fase de constitución sería de muy poco interés. Y enton- en materia de interpretaciones, pasara lo mismo que con los gustos, es
ces, sin el peso de hechos científicamente construidos, se diluiría perdien- deci~, que cada cual pudiera reivindicar el derecho a tener su propia inter-
do toda consistencia. pretación del mundo social y que esa interpretación personal no pudiera
discutirse. Y que aquel que pretendiera querer examinar el valor heurís-
tico o la legitimidad einpírica de una interpretación fuera un enemigo de
la democracia interpretativa y de los derechos fundamentales del hombre
de ciencia para proponer su propia interpretación. No obstante, cuando
un estudioso apela al irreductible derecho a la diferencia interpretativa,
entendido como un derecho despojado de deberes teóricos, metodológi·
coso empíricos, el término "interpretación" constituye una forma de evi-
tar el enfrentamiento de objeciones y de ponerle un prematuro fin al
debate científico, lo cual, en todo caso, es una manera de abrirle camino
a todas las formas de indiferentismo científico.
Sin embargo, a la inversa del modelo igualitarista-democrático (de
hecho demagógico), según el cual la interpretación es lo último que se
pone en tela de juicio, cada especialista en ciencias sociales, al leer textos
científicos (informes, investigaciones, tesis, artículos o libros), ha sentido
que en el mercado real (y no idealizado o restringido al submercado de
1 los productos "1nás puros'') de la producción científica, existen interpre-
.1 taciones plausibles, fuertes o convincentes, y otras que no lo son o que lo
son menos.
1 Tal es la impresión que despierta en primer Iuiar la lectura de inves-
¡ tigaciones realizadas por estudiantes aprendices de sociólogos, historia-
-como en este ejemplo- el día, la hora y el lugar de determinada acción, según los ''' dores o antropólogos, y que ningún docente-investigador -por deber pro-
marcos interpretativos, puede ser fuerte o débil. fesional- se priva de corregir. Los juicios (mayormente) severos que

j
J
4. ESPLENOORES Y MISERIAS DE UNA
METÁFORA: "LA CONSTRUCCIÓN
SOCIAL DE LA REALIDAD"

Lo único eternamente ~uevo es lo eternamente viejo. Lo


único ·inagotable son los lugares comunes.
C. -F. RAMUZ,
]ournal, 11 de abril de 1904

partir de la década de 1960 han sido muchos los trabajos socioló-


L _______ , _ _,,
gicos en francés e inglés que, para abordar el estudio del mundo social,
hilan la metáfora de la así llamada "construcción social de la realidad''.
,Útil por participar en la desnaturalización y deseternización de unos
cuantos hechos sociales {el mercado económico, las diferencias hom-
bre/mujer, las relaciones de dominación, la familia y "los varios proble-
mas sociales") al traer a colación la génesis y las posibles transformacio-
_nes históricas de todos éstos, aun así, la citada metáfora empieza a
volverse embarazosa en la medida en que se convierte en un tic del len-
guaje que nadie interroga y que deviene a veces en el refugio obligado de
todo tipo de lugar común hiperrelativista, antirrealista, antiobjetivista y
-·- -- acrítico. Tal como escribe lan Hacking en The Social Construction of
What?: 1 '"La idea de construcción social ha sido en muchos contextos una
idea verdaderamente liberadora, pero eso que, a primera vista, fue libe-
rador para algunos les per1nitió a muchos otros inflarse de suficiencia, o
sentirse seguros y 'a la moda' de un modo simplemente conformista".2
Cuando la metáfora sugerente se vuelve metástasis molesta, el soció-
logo que no quiera dejarse llevar por malos hábitos de lenguaje o por aso-
ciaciones automáticas de ideas muchas veces impugnables, debe realizar
Un trabajo crítico. En este capítulo voy a ocuparme de cinco lugares co-
munes que considero frecuentemente ligados hoy a una deriva del "cons-
tructivismo sociológico".

!'
l. La obra de Ian Hacking publicada en 1999 por Harvard University Press
fue traducida al francés con el título de Entre science ei réalité. La construction
sociale de quoi?, París, La Découvertei 2001 [trad. cast.: ¿La construcción social
de qué?, Barcelona, Paidós, 2001].
2. Ibid., pág. 9.
94 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 95

LUGAR COMÚN Nº 1: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL NO ES MÁS QUE ;••·•. ·.•~scoltar; delincuencia, maltrato infantil, etc.). Los investigadores tratan de
UNA CONSTRUCCIÓN SIMBÓLICA Y SUBJETIVA "'. ptar las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de pro-
~:cción; de agravamiento o de recesión del problema social, sus contar-
Decir que la realidad social es un "constructo social e histórico" no os y sus consecuencias, sin inter~ogar radicalmente la definición social
debería llevar a quitarle una onza de "realidad" o de "materialidad". Eso_: d~ ese "problema social".. Hacer la sociología de un problema social con-
sí, el deslizamiento que va de la "construcción" a la "fabricación" (en-eY:', -·~---:~Ístiría esencialmente en describir y anatizar con toda la sistematicidad y
sentido de una historia "fabricada de pies a cabeza") y de la "fabrica, recisión posibles los-contornos, las causas y los efectos de éste.
ción" (a priori tanto material como simbólica) a la "fabricación simbóli- p La crítica muchas veces calificada de "subjetivista" (pero que en defi-
ca" o "subjetiva", a veces es rápido. Por lo tanto, en materia de realidad:·; nitiva no tiene nada de específicamente subjetivista) de esta manera de
social, al mismo tiempo todo se reduciría a simples creencias o simple~ cónstruir el objeto consiste en recordar el rol de las categorías sociales de
representaciones,3 con lo cual se nos bosqueja el retrato de un mundo'' :percepción del mundo que tienen los actores sociales. Los problemas
social sin edificios, sin muebles, sin máquinas, sin herramientas, sin tex~ sociales son definidos como el producto de reivindicaciones y quejas
tos, sin dispositivos, sin instituciones ni estatutos duraderos cuya exis"' rifanifestadas por organizaciones, instituciones y agentes sociales a pro-
tencia es más que improbable. _-:_;: pósito de condiciones juzgadas y presentadas públicamente como proble-
Tomemos como ejemplo el estudio de la construcción pública de lose: -- ~:~::_ffiás. _Por lo tanto, "problema social" es el resultado positivo de un pro-
problemas ~aciales, todo un clásico de las ciencias sociales y ~olíticas nor~-: . ceso de reivindicación pública emprendido por determinados grupos
teamericanas. En ese terreno, por lo general se oponen dos tipos de enfo-· (asociaciones, movimientos, grupos de presión, sindicatos, corporacio-
ques sociológicos de los problemas sociales que sin embargo no tratan d_i:: _·0·es,.-partidos políticos o fundaciones) acerca de la existencia de una situa-
las mismas realidades sociales: uno es el denominado "objetivista" (Y Ción definida como que plantea problemas en el interior de su sociedad.
"realista") y el otro calificado de "subjetivista" (y "construccionista" a:· --Esta segunda vía de análisis permite mostrar que no toda situación vivi-
"constructivista" ). 4 La primera forma de considerar la cuestion consiste da en forma dolorosa, penosa, problemática o que presente efectos colec-
en describir y analizar las condiciones objetivas de existencia de un pro-. tivos vividos como nefastos por algunas personas, devienen en "proble-
blema social (consumo de drogas, alcoholismo, analfabetismo, fracaso - mas sociales" (en el sentido de "problemas sociales públicos, oficialmente
_-reconocidos como tales") o bien son considerados tales en determinada
época y no en otras, y eso sin que las situaciones problemáticas objetiva-
3. Contra cierta psicología colectiva, Marce! Mauss recordó que en el mun:d~ , '""b:it::Ilte mensurables hayan cambiado radicalmente.
social no todo se reduce a representaciones y que operar ese tipo de reducciondr Sin embargo, y contrariamente a lo que piensan los partidarios del
"procede de una abstracción abusiva": "En la sociedad hay algo más que repre- enfoque subjetivista-construccionista, ese enfoque no derriba a su paso el
sentaciones colectivas, por importantes o dominantes que ellas sean; tal como en anterior puesto que de ningún modo trata el mismo objeto: los primeros
Francia, hay algo más que la idea de patria: está su suelo, su capital, su adapta:.. e·studian situaciones e individuos clasificados y los segundos toman esen-
ción· sobre todo están los franceses, su distribución y su historia. Detrás del espí-' :·.cialmente por objeto las condiciones sociales de formalización y recono-
ritu de grupo, en una palabra, está el grupo que merece estudio[ ... ]". M. Mauss~ :-cimiento público de esós tipos de clasificación. Por otra parte, mirándo-
"Rapports récls et pratiques de la psychologie et de la sociologie", Sociologie e_t_ :Jn.bien, es evidente que el término "subjetivista" fue particularmente mal
anthropologie, París, PUF, Quadrige, 1991, pág. 287. Los vibrantes promotore_s, ;·elegido. Valida explícitamente el corte entre la "realidad" y los "discur-
actuales de esta vieja idea están convencidos, sin embargo, del alto grado de nov,e~
sos", entre lo "real" y las "representaciones", cuando estamos frente a
dad y de originalidad de sus afirmaciones.
una realidad social, material y simbólica, clasificaciones (instituciones y
4. Para una presentacíón de los desafíos en torno de estas cuestiones convie~
ne leer a M. Spector y J. I. Kitsuse, "Social Problems: A Re-Formulation", en-.-:\ _agentes clasificadores), todo lo cual es perfectamente objetivable. Esa rea-
I Social Problems, 1973, vol. 21, Nº 2, págs. 145-159; J. Gusfield, The Culture of• Jidad es la de la construcción social del problema, que no debe confun-
Public Problems: Drinking-Driving and the Symbolic Order, Chicago y Londres, dirse con la realidad del problema social evocado por los discursos clasi-
The University of Chicago Press, 1981; S. Hilgartner y C. S. Bosk; "The Rise and __ ,~ fi_catorios. Por lo tanto, se trata de estudiar las fornías públicas de presión
Fall of Social Problerns: A Public Arena Model", en American ]ournal of Socio~ y_ expresión, el funcionamiento de asociaciones, de grupos de presión y de
/ogy, 94, julio de 1988, págs. 53-78 y J. Best (comp.), Images o( Issues: Typifying Otras organizaciones o fundaciones, y el funcionamiento del Estado y de
Contemporary Social Problems, Nueva York, Aldine de Gryter, 1995. los medios, etc. Escribir libros o artículos, dar conferencias, manifestar,
96 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 97

hacer presión ante las autoridaes legítimas, votar un texto de ley, crear ~:"~-:~'::'
.: L.' ~.- _e-'-cond~ctas")
.•---;:····d:
. __ :.•..•.:;:·. se opon~ "una sociología de las representaciones imagi-
una asociación o un movimiento, son prácticas absolutamente materiales 8
_;;_~-_,_
_,~, · rias y simbólicas"._
de construcción pública de un problema social. -;·:::-fr-comparar las "representaciones" de los actores (de hecho, las diferen-
>:"-5 formas en que responden a las preguntas del sociólogo o en las que se
m .
d_ir_igen a otros interlocutores en otras circunstancias) con otros aspectos
LUGAR COMÚN Nº 2: LA SOCIOLOGÍA TIENE QUE ESTUDIAR ,~~el; la realidad no dichos o ho percibidqs por ellos (y no forzosamente
SOLAMENTE LAS CONSTRUCCIONES DEL SENTIDO COMÚN -,_'.i_Íiconcientes) aprehendidos por objetiva_ción estadística, observación
e:tn:ográfica o contextualización hist_órica, parece ser inmediatamente per-
La reducción del mundo social a su dimensión simbólica puede hacer "<.Úbido como una violencia ejercida sobre los actores.9 Porque emprender
que algunos sociólogos decidan, en forma consciente y voluntaria, redu- la,-_interpretación de las representaciones en relación con sus condiciones
cir el programa científico de la sociología al estudio de las concepciones J-e enunciación y, más ampliamente, con las condiciones de vida de quie-
(etnométodos, construcciones simbólicas, representaciones) que los acto: n-~s son los portadores, sería como la búsqueda de "tener la última pala-
res se hacen del mundo social. A propósito del arte, Nathalie Heinich bra" .10 Ahora bien, algunos sociólogos dan la impresión de estar anima-
afirma que "al sociólogo se le ofrecen dos soluciones": "La primera con~ dós por un afán "democrático" que a simple vista parece ser muy
siste en reducir su objeto (el arte) a los marcos epistemológicos de su di§- ~'---:·''correcto" (políticamente), pero no por eso menos problemático. Ese tipo
ciplina (la sociología)" ,s pues parece estar entendido que "hacer sociolo- de afán consiste en evitar ser chocante con los actores o en contradecirlos.
gía" o "construir científicamente su objeto", es "reducir objetos a Da la sensación de que todo el mundo tiene un punto de vista y que todos
marcos epistemológicos" (sin duda, a riesgo de destruir su lógica intrín~ _"_ Ios.,puntos de vista tienen el mismo valor: ¿en nombre de qué podría el
seca o su irreductible autenticidad y, por ende, chocar a los actores, pro- sociólogo defender su punto de vista como más "verdadero" o "mejor
poniendo, de las actividades que realizan, interpretaciones muy alejadas fundado" que el de los actores? Por ejemplo, un sociólogo que se dirigie-
de sus propias representaciones). Sucede como si la sociología forzara o ra a los actores con un discurso del tipo: "Ustedes creen que las cosas son
estropeara algo al construir teóricamente su objeto; como si se pudiera al así, pero en realidad no son así. Piensan que son así, pero en realidad las
mismo tiempo reivindicar el status de sociólogo e ignorar los marcos de cosas son más bien de esta otra manera. Y yo puedo explicarles por qué
la disciplina. llegaron a creer, pensar, imaginar y ver las cosas en la forma que lo
La segunda solución consiste en tomar por objeto "al arte tal como lo hacen", en cierto modo oprimiría a los actores mediante su interpretación
viven los actores" .6 En esta segunda solución -que, como se habrá enten""·-· ,,,,__,,sociológica, ya que, necesariamente, en un momento u otro los haría caer
dido, es la elegida por la autora-, se trata lisa y llanamente de contentar-
se con repetir y comentar, en el mismo registro lexical, las palabras con
que los actores designan sus prácticas, instrumentando así una suerte de 8. Jbid., pág. 29.
hermenéutica del sentido común. Es necesario "darse por objeto decir no 9. El sociólogo "nuevo estilo" sólo puede tener "el afán de no herir los senti-
qué es el arte, sino qué 'representa' para los actores". 7 A una clásica, y mientos establecidos": "Esa preocupación por la admisibilidad del discurso socio-
algo paleontológica (la autora habla de "estadio todavía prehistórico de lógico por parte de quienes' son su objeto no deriva de una voluntad de ecumenis~
las ciencias sociales") "sociología de lo real" ("que constituye la esencia mo o del miedo al conflicto; resulta simplemente de comprobar que una sociología
misma de lo que ocupó a los sociólogos desde el principio -en definitiva que coloque la verdad en la violencia hecha a los actores ya no proviene del tra-
reciente- de su disciplina: estadísticas, encuestas de opinión, observación bajo de investigación sino de una empresa crítica, más cuidadosa de tener razón
sobre los actores que de entender sus razones", ibid., pág. 85. Algunos sociólogos
(o antropólogos) se apuraron un poco en puntuar, como dice Jean Bazin, los
"pecados graves" que acompañarían a toda voluntad de describir e interpretar un
5. N. Heinich, Ce que l'art fait a la sociologie, París, Minuit, 1998, pág. 7. marco de datos más amplio que el que puede describir e i~terpretar el encuestado:
6. !bid., pág. 8. Nótese que el autor hace corno si, hasta ahí, los sociólogos del "el 'etnocentrismo', lo 'políticamente incorrecto', la dominación de Occidente ... "
arte no hubieran tornado en cuenta las afirmaciones de los artistas, cuando en rea- (J. Bazin, "Questions de sens", en Enquéte, op. cit., pág. 14).
lidad no han dejado de hacerlo (a propósito del desinvolucrarniento, por ejemplo), 10. L. Boltanski, L 'Amour et la justice comme compétences. Trois essais de
pero relacionándolos con las condiciones de ejercicio de la actividad artística. sociologie de /'action, París, Métailié, 1990, pág. 55 y F. Dubet, Sociologie de
7. !bid., pág. 24. l'expérience, op. cit., pág. 228.
98 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 99

en falta. Pues, como cualquier otro científico, él tampoco podría expli: '2,:,?::~>:·"--__ ber que la censura construye lGl que para nosotros, que estamos
carie a las personas sus visiones erróneas ni sus ilusiones ("ustedes ven,_~ ·•·(ante sa , 1
_;~-ifr:fa- retaguardia, sera a rea~t a
·d d de1 f~ente,, pero ~s r~"d'1cu1o conc1u1r · d. e
bastón torcido en el agua, pero en realidad es un efecto óptico, porque el ·.>.>.--::¿,- llo' que no hay frente ni batalla, sino solo periodistas y censura. Sin
0
bastón está perfectamente derecho"). Y eso porque "considera a los actó ··.:::to·---b. ego desde un estricto · punto d_e vista
· · ·
construct1v1sta, 1a real"d
1 a d que
res no como víctimas de creencias erróneas sino como manipuladores d ein ar ' · d
::-,<--:.__:>, ___ e_ nos oculta no existe (en to o caso
h s·
oy . i a gun ia existe, sera,
) 1 , d' ·
sistemas de representación coherentes" . 11 El sociólogo ya. no va entonce- ·-:---::º':9,~Y-
nla_na,
s na el día que se recon-struya la im;,;i.gen histórica de lo que pasó la
. , b ..
en busca de la verdad "relacionada con los hechos" ("veracidad exter_ ,.:--- . ra" 1s Lo que V1ncent Descom es cr1t1ca con argumentos tan con-
na"), sino de la "coherencia interna" de los puntos de vista "relaciona vispe . 1 .. d. d h ., 1
;:·, ----:.- tentes es regu armente re1v1n 1ca o por mue os socio ogos contem-
con los sistemas de representación" .12 Para no tomar a los actores pOi vin áneos: "El objeto de una sociología de la experiencia, escribe Franc;ois
idiotas (culturales) y respetarlos, debe mantenerse siempre "/o más cercd b~bet, es la subjetividad de los actores[ ... ] la conciencia que tienen,del
posible de las formulaciones e interpretaciones de los actores" . 13 Ya no sé. undo y de sí mismos, es el material esencial de que dispone el soc1olo-
trata de "explicar" comportamientos y creencias sino sólo de "explicitar:: rt16 de la acción. En ese plano es preciso seguir los postulados de una
los". Darles a los hombres que viven en determinada sociedad los medios-- gociología 'fenomenológica', dado que la única conducta social es la
como para entenderla mejor y así acceder a un poco 1nás de verdad sobre' :nterpretada por los actores mismos que no cesan de explicarse y de jus-
lo que ella es y sobre la forma en que evoluciona parece más una ope_ra~ . . [ ] " 16
t1f1car-se-- ··· ·
ción de dominio (porque implica que saben menos o no saben tanto ni tall Si todos los sociólogos del mundo se convirtieran a ese tipo de cons-
bien como los investigadores) que un emprendimiento de liberación o dé-i trucción del objeto, en el peor de los casos, nos reduciríamos a hacer
elevación. - -".-·comentarios eruditos de afirmaciones no eruditas (hermenéutica del sen-
Si los objetos de estudio del sociólogo se reducen demasiado a las tido común) y, en el mejor de los casos, a análisis sociogenéticos de cate-
representaciones de los actores, lo que se logra es someterse al sentidó gorías del sentido común (las personas "sin domicilio fijo", "los exclui-
común. Tiene razón el filósofo Vincent Descombes cuando declara dos", "los jóvenes de alto riesgo" 1 "los jóvenes de los suburbios", "la
durante una entrevista: "Entiendo la tesis de una 'construcción social de tercera edad", "la violencia escolar", etc.), todo lo cual, mirándolo bien,
la realidad' como un desarrollo patológico de la fenomenología" H Para· es otra manera de someterse al sentido común.
luego proseguir con un comentario que me parece de lo más apropiado: __ _ En la versión más pesimista debe saberse que actualmente algunos
"La realidad tal como está 'constituida' o como es restituida por las prác- autores reivindican a voz en cuello la sumisión completa del sociólogo al
ticas representativas y los discursos narrativos de los agentes históricos- --sentido común. Hacer obra de sociología ya· no sería construir objetos
sería la única realidad, puesto que es la única que ellos reconocen. Pero sino dejar que los actores los definan para luego dedicarse a describirlos
si plantear el problema fenomenológico es legítimo -¿qué vio, entendió y o explicitarlos desde adentro sin discutirlos: "No es llamando a intere-
retuvo la gente de lo que se le había dado?-, también es abusivo rempla- sarse por los objetos, las obras, las personas o las 'condiciones sociales de
zar lo real por lo intencional, la realidad por lo que cada vez se vio, se producción' como el sociólogo hace obra específicamente sociológica
entendió y se retuvo de la realidad, en función de la ideología de la gen- sino describiendo la forma en que, según las situaciones, los actores pri-
te o de las condiciones históricas. Según esta concepción -sigue diciendo vilegian algunos de esos momentos para afirmar su propia relación con el
Vincent Descombes- estudiar cómo habla la gente de un objeto es estu- mundo. En otros términos, no le toca al sociólogo elegir sus "objetos" (en
diar todo lo que hay que saber sobre ese objeto [.,.]. En una guerra hay todos los sentidos del término): lo que le corresponde es dejarse guiar por
un frente y una retaguardia. La retaguardia sólo sabe lo que pasa en el los desplazamientos de los actores en el mundo tal como lo habitan" . 17
frente por intermedio de diarios censurados y de rumores. Y es impar- En la versión menos pesimista, aquella donde el conjunto de sociólo-
gos se convertiría a un análisis sociogenético de los "problemas y las cate-
gorías sociales" producidos por los actores políticos, ideológicos y mediá-
11. N. Heinich, Ce que l'art fait a la sociologie, op. cit., pág. 33.
12. Ibid., pág. 34.
13. L. Boltanski, L'Amour et la justice comme compétences, op. cit., pág. 128. 15. Ibid., pág. 84.
14. V. Descombes, "L'esprit comme esprit des lois. Entretien avec Vincent 16. F. Dubet, Sociologie de l'expérience, op. cit., pág. 98.
Descombes", Le Débat, Nº 90, mayo-agosto de 1996, pág. 83. 17. N. Heinich, Ce que l'art fait a la sociologie, op. cit., págs. 39-40.
100 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 101

ticos de una época, el encierro en la lógica del sentido común tampoc ·- ~,,,;;;,,'ribi<Jas a través de los diversos discursos "oficiales". De tanto querer apar-
sería menor. Y si bien el constructivismo sociológico es necesario para- ''''''" ''""del terreno de estudios poblacionales, de situaciones sociales vividas,
desnaturalizar y tomar distancia de las categorías, no es suficiente. En: condiciones de existencia y coexistencia, para concentrarse exclusiva-
efecto, mostrar que una categoría social {un problema social, una noción;'- roe;nte en cómo son percibidas, co1,1stituidaS corno problemáticas y lleva-
etc.) no es natural sino que tiene una historia y que su eventual éxito)' c'''''r<la-s a la cima del reconocimi~nto público parte de esas situaciones, condi-
social -cuando accede a ser oficializada por el Estado- tiene condicione; ciones o experiencias, los sociólogos pueden terminar por no ver la
históricas de posibilidad, constituye una manera muy fecunda de produ, exclusión que ellos mismos operan de una enorme parte de la realidad
cir conocimiento en sociología. 18 Posición que pese a todo revela sus lími'i social que no es la realidad de las instituciones y las acciones públicas. Sin
tes cuando se la concibe como desenlace, es decir, como la terminal de,. da:rse cuenta, algunos han politizado sus objetos de investigación, no en el
toda reflexión sociológica. ::.·sentido de introducir sistemáticamente presuposiciones políticas en sus
Como excelente medio para no creer al pie de la letra en las palabras análisis (aunque tampoco eso sea raro), sino en el sentido de concentrar su
comunes y deconstruir un poderoso sentido común resultante de su omni~. , atención exclusivamente en la escena pública y política.
presencia, el enfoque sociogenético o sociohistórico debería ser única~;;~ Veamos el caso de los trabajos sociológicos relativos al "fracaso esco-
mente un previo "deconstructor" en el marco de un proyecto científico d~~, lar". Algunos investigadores son capaces de consagrar toda su energía
"reconstrucción" interpretativa del mundo social. La primera fas.~.-~ ,. ~:profesional no a interpretar las razones efectivas de producción de desi-
determinante para empezar a disolver las ''categorías" o los " proble..: gualdades escolares, sino a poner de manifiesto la construcción histórica
mas" sociales cristalizados y endurecidos por años, décadas y, en cierto$; del problema social. Ahora, la formalización de un problema social en un
casos, por siglos de trabajo de formalización simbólica. Sólo que dete,, "momento dado, que hace decibles y visibles según modalidades particu-
nerse en ese punto equivaldría a adoptar una forma particular de ernpi..:., lares determinadas realidades sociales complejas, no debe hacerle olvidar
risrno y de sumisión a la realidad de las categorías de sentido común. Sin. al sociólogo que esas realidades sociales existen fuera de esos discursos
duda, decir: "Las 'cosas' (nociones, categorías, ideas, representaciones) tan peculiares que son los discursos académicos, políticos o mediáticos.
que creemos naturales, evidentes, son producto de la historia de las insti~ Tras haber sido establecidas las condiciones históricas de aparición, con-
tuciones I1, I2, l3 ... , de agentes o categorías de agentes Ai, A1, A3 ... , de. sagración y luego difusión del problema social denominado "fracaso
los dispositivos jurídicos D1, D2, D3 ... , de los textos Ti, T1, T3 ... , etc.", escolar", sigue sin haberse dicho nada acerca del funcionamiento de nues-
conduce en oportunidades a trabajos interpretativos irrelevantes de inves-, tras formaciones sociales y de la institución escolar, de la forma escolar
tigadores enteramente concentrados en captar concomitancias de fenó:::~· ae "aprendizaje, de las prácticas y ejercicios escolares, de los modos de
menos o los encadenamientos entre acontecimientos. Es la manera que. socialización escolar y popular, de las prácticas lingüísticas y de las rela-
tienen algunos investigadores de manifestar una concepción empirista ciones con el lenguaje y los saberes característicos de los diversos secto-
mediante la práctica de una sociología histórica de escaso aliento inter- res sociales. 19 Tal como dice Jacques Bouveresse: "Con frecuencia, la crí-
pretativo. tica genealógica [... ] ha dado la impresión de ser capaz de decir de dónde
¿Pero qué pasa con las prácticas sociales efectivas en esas reflexiones. viene cualquier cosa y de no saber qué es ninguna". 2 º
que lisa y llanamente reducen sus objetos al análisis de discursos? Al diri-
gir la mirada exclusivamente a la producción de la realidad oficial y públi-
ca, el sociólogo llega a olvidar la existencia de realidades ni dichas ni per-
19. Véase mi crítica de esas formulaciones en "L'Émergence du probli:me
social", Culture écrite et inégalités scolaires, op. cit., págs. 44-48.
20. J. Bouveresse, Rationalité et cynisme, París, Minuit, 1984, pág. 12. El mis-
18. A ese tipo de ejercitación me entregué en L'Invention de l'"illetrisme". mo tipo de crítica puede hacérseles a quienes ya no tratan de explicar las dificul-
Rhétorique publique, éthique et stigmates (París, La Découverte, Textes a l'ap- tades escolares sino simplemente la manera en que viven su fracaso los alumnos
pui, 1999), porque durante casi diez años trabajé los usos sociales (escolares, en dificultades: "Por ejemplo, no se trata de despejar los mecanismos globales de
socioprofesionales y sexualmente diferenciados) del escrito, y aclarando bie_n q~e engendramiento del fracaso escolar, sino de girar hacia la experiencia de un fra-
hacer la historia de una categoría vaga y "válida-para-todo" no era en n1ngun caso que sólo puede ser experiencia de individuos particulares, que construyen su
caso una n1anera de poner en tela de juicio la existencia de dificultades reales con mundo y su subjetividad en una historia particular", F. Dubet, Sociologie de ['ex-
lo escrito. périence, op. cit., págs. 257~258.
----~--- ----

102 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 103

La reconstrucción y la sociogénesis de las formas oficiales de perce· -: contrarrestando nuestras expectativas, reduciendo a la nada
ción y representación del mundo social -que, una vez más, constituyen --c:;:,;¡fros cálculos, es uno de los- momentos capitales del desarrollo histó-
,, 22
hast3 nuestros d ias .
~
versión más útil y fecunda de interpretar el constructivismo sociológic
no deben llevar al sociólogo ni a un legitimismo consistente en estudi la multitud de formulaciones más· o menos claras de esa con-
sólo lo que es oficial en el mundo social {incluso para mostrar su cará-, romántica de la recreación co'ntinua del mundo social, puede
ter histórico), ni a un deconstructivismo desrealizante que dejara al leer a un sociólogo francés:
ante una suerte de nada luego de la empresa deconstructiva de los dis
cursos dominantes sobre la realidad social. ~';>>S;\;;'c···En particular, si renunciamos a sustancializar la rea_lidad social bajo ras-
objetivos que supuestamente le aseguran un sentido de ser permanente,
ero nos esforzamos en considerarla desde el ángulo de una construcción con-
LUGAR COMÚN Nº 3: LAS CONSTRUCCIONES SOCIALES SON >·~nua de los miembros que no tiene otro sentido que el sentido endógeno que
·le es atribuido por las actividades mismas que la construyen, conviene, y sin
CREACIONES INTERSUBJETIVAS PERMANENTES
el menor angelismo, tomar en consideración las múltiples formaciones de sen-
que aseguran, en cada caso particular, la cohesión de esa realidad.23
Pasar de la idea de "construcción social de la realidad"
"reconstrucción·a cada instante, por cada actor, de la· realidad?' es . neg·
cOmo si la "cohesión de la realidad" sólo fuera asunto de "múlti-
el peso de la historia incorporada y objetivada, y desarrollar una visió~
ple~ formaciones de sentido". Ahora bien, la construcción social de la
romántica de la acción como invención, como aventura, como "procesó
·.féálidad se da a ver tanto en dispositivos objetivados y duraderos, inclu-
creativo ininterrumpido de construcción {energeia)" .21 La realidad soc·¡~· ".~:~.:'.:'.':~~-:.·piufiseculares en ciertos casos (pensemos en la historia de la moneda,
sólo sería una formación frágil, efímera, producto de sentidos intersubjé
:dé las sociedades industriales o de la administración pública), como en la
tivos y contextuales; el mundo social sería un gran escenario donde todó: n;~~era de ver las cosas y en Jos acuerdos o las "negociaciones" de senti-
volvería a jugarse a cada instante, donde todo se reinventaría en cadd dó efímeras, locales o microcontextuales. Hasta las maneras de ver las
interacción entre los actores y en contextos singulares.
~0.Sas (las "visiones del mundo" o las "representaciones"} son hábitos
Ahora bien, creo que aquí se podría evitar hacer ingenuamente coni·o mentales y discursivos díficiles de cuestionar. La prueba está en que esas
si a cada momento se volvieran a actuar cosas inéditas, olvidando el pes cóncepciones románticas del mundo social tienen larga vida y también
de disposiciones incorporadas y de dispositivos objetivados. Tal comó \
-·.-·"·~:s·on. pluriseculares.
nos lo recuerdan muchos sociólogos o antropólogos, desde Marx hasta
Lévi-Strauss, pasando por Durkheim, el hecho es que no se inventa e~-·-·
cada generación -y mucho menos en cada interacción- la lengua, el dere,:.·:. LUGAR COMÚN Nº 4: LO QUE HA SIDO CONSTRUIDO
cho, etc., es decir, el conjunto de las instituciones económicas, políticas;·::: POR LA HISTORIA PUEDE SER FÁCILMENTE DECONSTRUIDO
religiosas y culturales heredadas, en su mayor parte sin darnos cuenta, ·y:;
Y RECONSTRUIDO DE OTRA FORMA
con las que, queramos o no, debemos contemporizar. Y así lo escribía::·
Marx en una frase que se hizo famosa del 18 Brumario de Luis Bonaparte
Otro lugar común pretende que lo construido puede deshacerse o
(1852): "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbi, hacerse fácilmente en otra forma. Maravillados por la metáfora de la
trariamente, en las condiciones elegidas por ellos, sino en condiciones.:
construcción, y descubriendo así que el sistema capitalista, la institución
directamente dadas y heredadas del pasado. La tradición de todas la'. matrimonial o la sexualidad son construcciones sociales, los sociólogos
generaciones muertas pesa demasiado en el cerebro de los vivos". E inch.i:... subjetivistas pueden -porque plantearon la construcción como un pro-
so, esta vez con Friederich Engels, en La ideología alemana (1845): "Esa
fijación de la actividad social, esa petrificación de nuestro propio pro~­
ducto en una potencia objetiva que nos domina, escapando a nuestro_".:_ 22. Marx y Engels hablan también de "esa suma de fuerzas de producción, de
capitales, de formas de relaciones sociales, que cada individuo y cada generación
encuentran como datos existentes" (La ideología alemana, 1845).
21. M. Bajtin, Marxisme et philosophie du langage, París, Minuit, 1977, pág. 23. P. Pharo, Le Civisme ordinaire, París, Librairie des Méridiens, 1985, pág.
75 [trad. cast.: El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza, 1999]. 63.
104 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 105
~-;--_';; -

blema de sentido (para Max Weber, un intelectual es aquel "que conci ~~:;;,~.--~:/..s_tía "al contrario· en Ja idea de que ~~a masa enorme de hechos debe-
el mundo como un problema de 'sentido'" 24 )- adoptar un espontaneís :;;:;;.~:l~sthaber sido distint. a como para que nos veamos (naturalmente) lleva-
:~-:-~,:··--r1a"
y un voluntarismo políticos típicamente intelectualistas. a adoptar un juego de lenguaje distinto". 25 Contrariamente a lo que
.i:-:'-:.:::.··d··.··s
•'; o d
._. _ ---é;,intenta hacerle ecir, el filósofo vienés no sólo combatió en forma sis-
Ahora bien, debe recordarse que no hay ninguna paradoja en decir_
la vez que la metáfora de la construcción social de la realidad es una bu:' ·:;'_':\;~m_ática las concepciones intelectualistas o voluntaristas de la acción,
na metáfora para desnaturalizar el mundo histórico y social (lo que e~i ._-:,.~ino-que insistió en la fuerza de las instit~ciones y las costumbres colecti-
te fue hecho y por ende puede ser deshecho; no proviene ni de la natura _:CC':\,-as· ejercida sobre los .individuos sin que éstos, en la gran mayoría de los
leza ni de alguna fatalidad existencial inmutable) y que hay que pens (,casos, deban elegir adoptarlas o rechazarlas, y sin tener posibilidades de
que, por razones objetivas (en el sentido del estado de cosas existente) ;·; Illodificarlas a su gust '· 26
subjetivas (en el sentido de las maneras de pensar y de hacer existente), -:-.:_:~·:_.;:_.~:_---Porque lo históricamente construido es largo de transformar, los acto-
mundo social e histórico se presenta, particularmente a escala de una bio res sociales deseosos de obrar en el sentido de un cambio del estado de
grafía individual, como un mundo cuasinatural, muy difícil de transfü :-:cbs_as existente deben dar prueba de una creeencia cuasi mística en un
mar. Y aquí podría decirse que hasta los actores que están menos al ta - _-:--:·p._Orvenir y en un progreso futuro que sin duda no verán. 27 Se les ha repro-
to del conocimiento sociológico dan prueba de un mayor realism chado mucho a los revolucionarios su forma de mesianismo, pero es posi-
histórico y político al decir que "de todos modos,.siempre hubo rico , ble~pensar que, si bien desde el punto de vista de la explicación científica
pobres, dominantes y dominados, y que las cosas no van a cambiar de u d_e los procesos históricos estaban equivocados, en el fondo eran muy rea-
día para otro", que algunos intelectuales, grandes o pequeños, que van listas desde el punto de vista de las condiciones de éxito de una acción
la idea de convenciones y de instituciones sociales arbitrarias (en el sen·.-- éOlectiva revolucionaria. Para transformar las "construcciones" de este
do de que no tienen nada de natural, de universal o de eternas) a la d' mundo hace falta aprender a inscribir el tiempo corto de la biografía indi-
cierta facilidad de transformación del mundo social. El peso de la hist~" vidual en el tiempo largo de las sociedades. Es preciso poder pensar que
ria objetivada, así co1no el de la historia incorporada, es tal que en cier:: lo que hagamos hoy para orientar la acción en determinado sentido pue-
tos casos se asemeja mucho al peso de los determinismos físicos o natti~ _Qe servirles a los que vengan después para apoyar su acción y facilitar su
rales. La idea de construcción social de la realidad es liberadora desde ef lucha, entre otras cosas. Está clara la necesidad de una buena dosis de
punto de vista de la imaginación, pero no forzosamente realista en 10-:::, creencia ingenua -en el buen sentido del término- en el progreso de la
hechos, ya que puede conducir a la idea de que la deconstrucción y l:i humanidad como para lanzarse a una acción cuyos efectos positivos es
reconstrucción serían fáciles. Si bien el mundo social se construye, n·o ~¡-o_ _:"·:··--poco probable que puedan ser vistos antes de su muerte.
hace a la velocidad con que los niños elaboran arquitecturas con piezas
de Lego. .
Cuanto más lo que se quiere transformar es producto de una historia
de larga duración y se encuentra ampliamente instalado en el mundó
social, más tiempo es necesario para cuestionarlo: se necesita más tiempo_-
(y más energía colectiva) para esperar transformar el modo de produc-·
ción capitalista que para modificar las leyes sobre la inmigración o sobr~_;.
los elementos de una política escolar. -- 25. J. Bouveresse, Le Philosophe et le réel, op. cit., pág. 174.
26. Véase C. Chauviré, "Dispositions ou capacités? La philosophie sociale de
Sirviéndose en oportunidades de la noción de "juego de lenguaje" dé,
\Vittgenstein", Le Moment anthropologique de Wittgenstein, París, Éditions
Ludwig Wittgenstein, y pensando que esos juegos son transformables ¿(- Kimé, 2004, págs, 11-39.
voluntad y que en definitiva remiten a pocas cosas (a "simples" creenciaS · 27. Llevar por largo tiempo, sin ver resultados inmediatos, una causa consi-
o convenciones arbitrarias), los sociólogos seducidos por concepciones' derada legítima, supone muchas veces tener una fe ciega, sin falla, que permite
exclusivamente simbólicas del mundo social olvidan que Wittgensteiil~- liberar una energía social importante, no bajar nunca los brazos, y que puede con-
ducir a sacrificar la vida personal en beneficio de lo que- aparece como una causa
inédita, una misión histórica. Véanse las características del movimiento ATD
24. M. Weber, Économie et société, París, Plon, 1971, pág. 524 [trad. cast::·_ Quart Monde en B. Lahire, "L'inventeur du probleme: ATD Quart Monde et le
Economía y sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1964]. - tournant culture!", L'lnvention de l'"illettrisme", op. cit., págs. 37-70.
106 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO ESPLENDORES Y MISERIAS DE UNA METÁFORA 107

LUGAR COMÚN N° 5: LA CIENCIA ES UNA CONSTRUCCIÓN SOC!At ción y las condicion~s. soci~les de .produ~ción de "dat~s", no tie.ne
DE LA REALIDAD COMO CUALQUIER OTRA ..· <ilda común con las afirmaciones convencidas y perentorias del per10-
is-la .que trabaja contrarreloj, del ensayista, del ideólogo, del creyente o
_Después de haber reduci~o los objetos de la sociología a las represen~ ~[militante.
tac1ones que los actores sociales se hacen de la realidad social; de hab J.:.<Sí de ningún discurso_puede decirse.que es más verdadero que otro {la
hecho de la sumisión al sentido común la actitud (acrítica) nórmal Y'd' :,_,_:::-':'.:::Ocia no más que el mito, la opinión o la religión), no se entiende por
seable del sociólogo, 28 y de haber asumido la defensa del actor "común~­ '';.:i::>~f~'é tantos investigad_ores en ciencias so'Ciales, como los estudiosos de la
pre~~ntamente despre~iado y dominado por la sociología clásica, cierto - ·i_;::·;.·::;q áteria y de la vida, pasarían tanto tiempo elaborando investigaciones y
soc1ologos, para terminar, le apuntan a la ciencia misma, poniendo e--_ n~-:-b:perímentos, llevando adelante largas y fastidiosas investigaciones empí-
duda su pretensión a la verdad. Partiendo de la idea de que la ciencia e ·:_-:::::r:ícas, criticando sus propias "fuentes" y "datos" ... , en una palabra, fro-
un~ ~ctividad s_ocial (y, en algunos casos, sin vacilar en reducirla a u~~ -__ tándose métodica y reflexivamente contra el "suelo áspero" de la reali-
act1v1dad esencialmente discursiva) de construcción de la realidad cree·-~­ dad. ¿Por qué tantas preocupaciones y complicaciones, como no sea
poder deducir lógicamente de ello que la ciencia (que finalmente n~ serí porque así se dan !os
medios d.e enunciar ~lgunas :erdades científicas fun-
muy distinta de la literatura) construye una versión de la realidad com :dadas en el estudio de la realidad matenal o social? Y cabe preguntarse
cualquier otra, anulando_ con la magia de la similaridad de la expresi_()·_ :t:.:::-.-:_ $l~q~_ienes reducen todo discurso científico a no ser más que efectos de
"construcción social de la realidad"' todas las diferencias objetivabl~s sentido (y de prestidigitaciones), en definitiva no están describiendo su
entre ciencia, opinión, creencia religiosa e ideología. 29 propia práctica, retórica y literaria, de la ciencia.
El nominalismo necesario a toda empresa de construcción científica: como si, después de haber dicho que también la ciencia era una
que no tome la realidad de sus construcciones por la realidad misma dei, construcción social y que tenía una historia, el investigador se sintiera
las cosas, no debería sin embargo llevar a un escepticismo generalizado::- -con derecho a deducir que la ciencia no puede pretender la verdad, o que
sobre el valor equivalente de todas las construcciones "discursivas" del la verdad que produce no difiere de la verdad del creyente (cualquiera sea
mundo. Las construcciones científicas se basan en mayor reflexividad-'; el orden de creencia). La idea misma de verdad sería incompatible con la
mayor explicitación y pruebas argumentativas y empíricas que cualquiei·. de historicidad o con la de condiciones sociales de producción de la ver-
otra construcción menos exigente desde el punto de vista del esfuerzo de dad; tomar conciencia de la dimensión social e histórica de la producción
demostración. El '~grado de severidad empírica", para hablar como Jean--. científica volvería vana cualquier idea de búsqueda de la verdad (incluso
Claude Passeron, 30 que se imponen las ciencias sociales yendo a investi----~' "parcial y temporaria).
gar (en todas las formas que hoy puede revestir la investigación, desde las · Hay quienes llegan a sostener que el actor "común" sabe tanto, inclu-
observaciones etnog:áficas a las grandes encuestas por cuestionario; so más 31 que el sociólogo sobre el mundo social.3 2 Ahora bien, si el actor
P.ª~sando por el .estudio de documentación de archivo o por la investiga- parece más científico que el científico, ¿por qué el Estado sigue pagándo-
cion por entrevistas) y reflexionando sobre las condiciones de la investi- le al científico para que produzca conocimiento científico? Hace algunos

28. Nathalie Heinich escribe: "Ese giro acrítico, arraigado en la tradición nor-
teamericana de la etnometodología, es común a varias tendencias actuales de la 31. "Una sociología de la experiencia invita a considerar a cada individuo
sociología francesa, sobre todo la antropología de las ciencias y las técnicas (Bru- como un 'intelectual', como un actor capaz de dominar conscientemente, en todo
no Latour) y la sociología de la justificación (Luc Boltanski y Laurent Thévenot)" caso en cierta medida, su relación con el mundo'', F. Dubet, Sociologie de l'ex-
(Ce que /'art fait a la sociologie, op. cit., pág. 23). périence, op. cit., pág. 105. O bien: "Por más que 'vean todo en forma exagera-
29. En una de las obras que contribuyeron en Francia a inspirar esas posicio- da', los actores conocen los encadenan1ientos más finos de la acción, las series de
nes .soci~lógicas -Les Crees ont-ils cru a leurs mythes?, de Paul Veyne (París, decisiones y de elecciones, los cálculos y anticipaciones de las acciones de las que
Seu1l, Po1nts, 1983)- [trad. cast.: ¿Creyeron los griegos en sus mitos?, Barcelona, son los agentes y, en parte, los autores; no todos están en el caso de Fabricio en
Granica, 1987] se observará que, en la gran mayoría de los casos, el término "ver- Waterloo. El trabajador social y el portero conocen méjor el barrio que el inves-
dad" es remplazable (y a veces explícitamente remplazado) por "opinión" "con- tigador más atento", ibid., pág. 234.
vicción", "creencia", "ideología" o "interés". ' 32. A. Coulon, L'Ethnométhodologie, París, PUF, Que sais-je?, 1987, pág. 11
30. ].-C. Passeron, Le Raisonnement socio/ogique, op. cit. [trad. cast.: La etnometodología, Madrid, Cátedra, 1988}.
108 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO

años, en el ambiente educativo norteamericano circulaba un chiste referi.. , 5. EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO


do a una situación bastante similar. Un padre negro va a la escuela pri~
maria a la que asiste su hijo y le pregunta a un hombre adulto-con quierÍ:-.
DE MICHEL FOUCAULT
se cruza si es el "docente" de la clase de su hijo. El hombre le contesta
con tono ofuscado que en esa escuela no hay "docentes" y que los adul- ¿Quién {!!cha contra quién? Luchamos todos contra todos.
tos se hacen llamar "personas recurso" (resource persons) o bien "facili-.:,··~ Y en nosotros siempre hay," algo que lucha contra otra cosa en
tadores" (facilitators), justificando ese tipo de vocabulario de la siguien- nosotros.
te manera: "En esta escuela, todos somos, tanto los chicos como los MICHEL FouCAULT,
adultos, sucesivamente docentes y aprendices". Entonces el padre negro~ Dits et écrits, 1976-1979, 1994
le pregunta irónicamente: "Ya que es así, ¿usted aceptaría compartir su
sueldo con esos chicos que le enseñan?". A veces dan ganas de hacerles ef
mismo tipo de pregunta a algunos sociólogos.

¿ES RAZONABLE CRITICAR LOS LUGARES COMUNES? : :Michel Foucault fue sin duda el filósofo francés que más se acercó al
~Í~~ de pensamiento propio de lo~ investigad~re~ en .ciencias sociales
La metáfora de la "construcción social de la realidad" evidentemente (sociólogos, antropólogos e histonadores); 1 .N1 h1stonador .(o decons-
no es responsable de las diversas derivas que mencioné en este capítulo~ -·-·--tiuctor de la historia) del pensamiento ftlosof1co, n1 cornentar1s.ta pr~vile­
Ninguno de los razonamientos problemáticos evocados podía deducirs~ gJádo de un autor o de una tradición, ni teórico puro de lo social, n1 cla-
lógicamente de esa fórmula, en la mayoría de los casos tomada por asalto-,· rificador de conceptos o de problemas, Foucault intentó escapar a
por algunos de sus usuarios, que la han transformado en signo de su per- muchos de los mandatos de su universo intelectual de pertenencia. Por lo
tenencia. Usada hoy a más no poder, la metáfora estaría mostrando algu- - cual vivió las contradicciones inherentes a quien continuaba inscribién-
na tendencia a ser abandonada por todos aquellos que, aun pensando en dose en un campo filosófico pese a adoptar un espíritu que resulta bas-
la misma forma, intentan distinguirse de lo que perciben como demasiado tante fácil calificar de sociológico. En efecto, no sólo quiso tornar por
"común", demasiado "vulgarizado" y demasiado "superado". objeto de reflexión el mundo social -para él la cuestión era estudiar las
En el curso de los veinte últimos años, la sociología francesa permitió- -fOrmas de ejercicio del poder, las imposiciones discursivas de problemá-
sin gran resistencia argumentativa que se instalara ese clima intelectual. ticas, los vínculos entre las formas de subjetividad y las formas de vida
No sé si Max Weber tenía razón cuando decía que la sociología es una social, etc.-, sino que extrajo la principal consecuencia intelectual de ese
ciencia destinada a permancer "eternamente joven" , 33 pero el retorno al tipo de decisión esforzándose en pensar sobre materiales. 2 Al ~ntr~~ en
primer plano, más o menos a los cien años de su nacimiento, de errores esa lógica científica, Foucault rompió con maneras de hacer filosof1cas
de juventud y de algunas ingenuidades tendería a darle la razón al estu- llegando al punto de sentirse en ocasiones ajeno a aquello que común-
dioso en un sentido que sin duda no habría deseado. No porque el con- mente se denomina "la· filosofía". Así fue como escribió que '"la Historia
junto de los sociólogos, ni siquiera en su mayoría, se hayan convertido a de la locura y los textos que le siguen son exteriores a la filosofía, en la
esas "viejas novedades" que se nos presentan como el último grito del manera en que en Francia se la practica y se la enseña" .3 Por tal motivo,
pensamiento sociológico, sino porque, en última instancia, raras han sido
las voces que se elevaron para criticar esas empresas de conquista del
1. Le agradezco muy especialmente a Thomas Bentaoui:l por su relectura crí~
reconocimiento sociológico.
tica de este texto.
2. Eso no significa que Michel Foucault lo haya hecho siempre en forma muy
pertinente desde el punto de vista metodológico. Cualquiera sea la originalidad
intelectual de un investigador, ninguno posee la ciencia -infusa del procesamiento
de materiales empíricos. Dada la formación que había recibido, Foucault carecía
forzosamente de "oficio" en ese terreno.
33. M. Weber, Essais sur la théorie de la science~ op. cit., pág. 191. 3. M. Foucault, .. Réponse a Derrida", Paideia, Nº 11, 1 ºde febrero de 1972,
7. LÓGICAS PRÁCTICAS: EL "HACER"
Y EL "DECIR SOBRE EL HACER"

:;:·\-'¿Gómo es posible ignorar lo que se hace y lo que se sabe? ¿Cómo pue-


;~K:déri desconocerse sin embargo los saberes que se manejan muy bien en la
~tt~i?t~.ética, en acto? ¿Cómo __se puede ser "inculto" respecto a su propia cul-
L,;rUrá~jncorporada? A traves de las respuestas a estas preguntas, lo que se
E ¡~~~a es toda una cultura de la acción, de la reflexividad, del conoci-
5
"-:irilento y de la práctica. 1
:. ><::·'.~/.·y· no, no siempre somos espontáneamente "cor.scientes" 2 de (ni esta-
·.Afos en condiciones de hablar de) lo que somos, <le lo que hacemos y de
.· fó'que sabemos. Y es por eso que las ciencias del hombre y de la sociedad
·,,..e:iisten y tienen sentido. Si los actores fueran conscientes y capaces de
-·liablar de lo que hacen tal como lo hacen, conscientes y capaces de hablar
':· ·:""C·:~~~l(i"'é¡ue saben, los investigadores en ciencias sociales no tendrían ni rol
· rti-·función social específica: buenos instrumentos de grabación bastarían
--__ -~ritonces para constituir un stock de saberes verdaderos sobre el mundo
social.
Pero para salir del simple postulado (y de la mera creencia) filosófico
"no conciencia" de los actores acerca de sus prácticas y de sus sabe-
voy a esforzarme poi- situar en el funcionamiento del mundo social

l. Desarrollo esta teoría de la acción en L'Homme pluriel, op. cit.


2. Es obvio que cualquier actor (nunca reductible a un "autómata"), la mayor
_¡i~ne de las veces es globalmente "consciente" de lo que hace ("sabe" que está
enseñando, comiendo, cocinando, leyendo o escribiendo), pero no puede ser
"~_consciente" de todo lo que hace, de la forma en que lo hace, del conjunto de
gfstos, saberes y saberes-hacer que pone a obrar en su acJividad, etc. Actúa sin
'-t~ner necesariamente conciencia de sí como ser actuante. Acerca de este punto,
Véase J.-P. Sartre, Esquisse d'une théorie des émotions, París, Hermann, 1995,
__ págs. 39-42 [trad. cast.: Bosquejo de una teoría de las emociones, Madrid,
Alianza, 2005].
138 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 139

las razones de esa frecuente "no conciencia" y de la no menos free ,. 'C nto más ligados están la p,ráctica y el saber a tiempos y luga-
distorsión entre lo que los actores hacen y saben, y lo que dicen hac es.- ua relativamente autonomos,
-.' - 'i: -
, , v1s1
son mas · "bl es y d es1gna
· bl es
saber. Es que, después de todo, si nos quedáramos en el orden de los''' B4u~ d . "dd .
~les. Por ejemplo, si en el continuo e act1_v1 a e,s s~ recort~~ sin
rulados filosóficos o de los fundamentos antropológicos no discutid
indiscutibles, encontraríamos tantos filósofos de la conciencia como tad 1ast "prácticas
·:- ·:
laborales" es porque existen fabricas, of1c1nas,
-'· ·
es decir lugares y tiempos que autonom1zan y con e o
ll
no-conciencia (en su mayoría presentes por el lado de la tradicióri---f, e.sas e c., ' . , . h bl d
:.,,~Í;ibles esas prácticas. De igua~ IIJ-anera, s1 h~y e~ factl a ar. e
menológica, de Husserl a Merleau-Ponty). Rigurosamente habland . de esparcimiento" (por mas que en la historia no haya sido
imposible zanjar científicamente la cuestión a través de argumen{- -re1 ~as,
ast,
y el fenómeno siga siendo variable según el grupo social de
. , . l ,
citas filosóficas. En el pequeño juego de oposiciones de autores 0 de ·a) es porque el mundo social separo tiempos y ugares espec1-
diciones, seríamos fatalmente conducidos, con un poco de honesti::- nenc1 ' - - f d 1 .
<- t consagrados a tal efecto (horas cot1d1anas por uera e a JOr-
intelectual, a terminar en empate. Uno puede entonces esforzarse eU. 'men e · lb
"d trabai·o o días no laborables que permiten frecuentar cu es o
componer el problema de la "no-conciencia" contextualizándolO~ a_ e · ·
;:_h-ásios, parques de entretenimiento, centros o asoc1ac1ones cu tura es,
l l
decir, refiriéndolo a sus condiciones sociales de posibilidad.3 ·:'~ ~s-vacacionales, etc.). ,
· se le pregunta qué hizo entre las ocho y las doce de ese dia, y el
tado_ responde: "Estaba trabajando", eso no quiere decir que todo
DE LO INNOMBRADO A LO INSTITUIDO; '' _, efectiva y realmente hizo dentro de ese horario hayan sido estric-
DE LO IMPLÍCITO A LO EXPLÍCITO -__:,_exclusivamente "prácticas labora les" P
que . ero df .. , su act1v1
e 1n1ra "dd a a
- -és---de lo oficial y explícito. Sólo después de muchas otras preguntas
En primer lugar, hay prácticas y saberes que no son catalogado_~; $·:.:precisas evocará eventualmente el hecho de habe.r teni~o un sueño en
entrada, que no son clasificados como prácticas o saberes identificá.b. -:--'ilia relativo a sus próximas vacaciones, conversaciones informales con
como tales; como máximo, apenas si aprendernos a nombrarlos. Puede-- ::~~-~~:_compañeros de trabajo, momentos en que ley~ el diario, fotocopió.o
obvio, pero siempre hace falta recordar que los actores pueden ha.b ---~llenó. formularios personales, etc. Algo de lo mas ?~tural, ¿no? Y s1?
mucho mejor de lo que hacen y de lo que saben cuando tanto sus práctÍ \-:.<y~hibargo ese principio de borramiento de algunas ac_t1v1dades_ (no tan ofi-
como sus saberes han sido designados, nombrados y distinguidos ver "-Cihles) es importante si se quieren entender los motivos de ciertos desfa-
mente dentro del conjunto continuo e infinito de prácticas y saberes. E -~~~.~j_e_S entre lo que los a~tores hacen y l~ q~e dicen hacer cuar:_do ,~e les ~r:­
la habilidad manual del artesano o del obrero que no necesariamente-ti ::~:.~-~(úiil'a qué hacen. De igual manera, s1 bien la escuela ensena frances ,
nombre y un corpus de saberes y de saberes-hacer como el que consdtú ;,'..~::_":matemática" e "historia y geografía", los niños no aprenden en la escue-
el saber médico, hay una gran diferencia. Cuando a unos y otros se les pr la- únicamente esos saberes oficiales. A veces aprenden a aburrirse en cla-
gunta lo que "saben" y lo que "hacen", aquellos cuyos saberes o sus sa · se,- a hacer trampa, a seducir a sus compañeros o a poner a prueba la
res-hacer están objetivados (y por consiguiente claramente identifica autoridad del docente. Según el registro en que los pongamos, los alum-
desde el punto de vista social, y nombrados con alguna autoridad),• t_ ,, neis interrogados hablarán de sus experiencias de sociabilidad o, a la
dran mayor facilidad en "declarar" sus saberes y sus prácticas.
Desde ese punto de vista, las prácticas y los saberes se hacen más vi"·
bles y declarables en la medida que son claramente sostenidos por insti 5. Es sabido que una de las particularidades de los alumnos con dificultad
escolar es seleccionar los aspectos más "externos" de la vida escolar colectiva
(disciplina, reglas o cadenas de actividades) y borrar las dimensiones cognitivas
Cuando se les pide contar una jornada escolar. Ellos evocan "los aprendizajes
3. Sobre un punto -la diferencia entre lo que declaramos y lo que hacemó~' intelectuales y escolares a través de los programas, los comportamientos, las dis-
hoy es posible referirse al trabajo precursor de Irwin Deutscher titulado What·W ciplinas vividas como formas institucionales en vez de ser pensadas como cuerpos
say!What we do. Sentiments· & Acts, Scott, Foresman and Compagny, Glenvi~'Y· de saberes", y creen que "aprender en la escuela es e_scuchar a los profesores,
Illinois, Brighton, Inglaterra, 1973. levantar la mano antes de hablar, hacer los deberes, aprender las lecciones, apren-
4. Tal como lo recordaba Émile Benveniste, la auctoritas posee el poder 41 der lo que hay que saber cuando se es estudiante, asistir a los cursos que se suce-
"hacer existir". Véase É. Benveniste, Le Vocabulaire des institutions indo-euro·~ den a lo largo de la semana", B. Charlot, É. Bautier y J.-Y. Rochex, École et
péennes. 2. Pouvoir, droit, religion, París, Minuit, 1979, pág. 143. .L
savoir dans les banlieues et ailleurs, París, Armand Colin, 1992, pág. 148.
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140 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 141

inversa, de situaciones, prácticas y saberes oficiales. 5 La versión de la' ( no tener) alguna disposición pragmática ("saber arreglárselas" o
0
lidad que se obtenga dependerá de la forma en que se conduzca la e r_ ¡ 0 de buscavidas"). Cuando los saberes y los saberes-hacer no
vista y por lo tanto no hay continuidad natural de prácticas y saberes _.. ~-~vados sino, al contrario, indisociables de los hombres (de los
acto en sus "declaraciones". 6 .; .:1et1
. )- ue los ponen en acción, e1 apren d.1za1e
· se hace un1camente
' · por
Si se les pregunta sobre lo que "aprendieron" y sobre sus "saber~,­ .s ~(ver-hacer/hacer como) y en relación interpersonal. Lo impor-
los actores se referirán con más facilidad a todos los tiempos oficial~ ¡sm . .h " l b t ,,
.es. estar en lo que se ace y no ,Jener a ca eza en otra par e .
explícitos de transmisión de saberes (la escuela y todo ·lugar explíci )~·¡,_ saber aparece entonces· como tal y los propios obreros conside-
mente frecuentado para aprender una actividad o para adquirir una co u
0~-~'\ie--el trabajo que hacen " no es comp l"tea do " . _ .
petencia: aprender danza, fotografía, dibujo, etc.) que a todo lo q /5l ·de reiterarse el análisis a propósito de muchas operaciones de soc1a-
aprendieron sin saberlo (en la frecuentación común de situaciones re ,<-~n .(sobre todo familiares) donde los niños enc~e?tran, ~o _contenidos
rrentes de la vida familiar, amistosa o profesional). hér de los cuales apropiarse, sino formas de actividad, habitas gestua-
En general, conservamos en mente los saberes surgidos de nuestt a
<··_']ingüísticos, etc. Des de 1uego, e1 n1no
·- construye sus " estructuras cog-
aprendizajes explícitos y casi no sabemos hablar de disposiciones cog··· ~~s'.'_gracias a su inserción en esas múltiples formas~ d~ vida soci,71 (y de
tivas, evaluativas, afectivas, y demás, construidas no conscientement~ -- s de lenguaje), pero no se compromete en esas practicas para apren-
0
través de los lazos de interdependencia que nos vinculan a otros a.eta" ''•"'''-~-~~acumular saber" o "construir saberes y saberes-hacer".
Puede ser tan fácil declarar que sabemos leer, escribir y contar, 0 q
somos capaces de resolver una ecuación de segundo grado, como tambi
j 2;'.;E\'demás, los niños siempre pueden constituir disposiciones (1:1-orale·s~ o
·a¡,!turales) "indeseables", dado el lugar que o_cupan_ en la configurac10n
puede resultarnos difícil nombrar las competencias y las disposicio - ddas·relaciones familiares de interdependencia, y sm que nadie lo haya
construidas con independencia de cualquier dispositivo pedagógico ex -- U~rido ni deseado. Angustias, complejos, desalientos o inhibiciones fren-
cito. En ciertas situaciones de socialización, el niño (y más tarde el ad .;>':-;'_;~:.-a determinadas situaciones, baja autoestima, bloqueos mentales y sen-
to) es llevado a construir hábitos, disposiciones, saberes y saberes-haC. .. -Sbdomotores, relación de ansiedad con algún tipo de tareas, etc., pueden
en el interior de marcos socialmente organizados, sin que realmente ha :<,:'·"~~.tr~nsmitirse" y venir a enturbiar o dificultar otras construcciones men-
habido "transmisión" expresa (voluntaria, intencional). ··:, raleS-o corporales. En todos estos casos, se hace difícil hablar de realida-
Por eso, en muchas situaciones de aprendizaje informal de oficios, ·-·--,:des.no sabidas, es decir, de realidades corporales y mentales que se cons-
que se "transmite" no es un "saber", sino un "trabajo" o una "experié. .:'.<-:{i\:iyeron sin que lo supiéramos.
cía", como bien lo demostraron Genevieve Delbos y Paul Jorion ··en·' -
caso de los trabajadores de las salinas: "¿Pero qué ve el niño? Al padre·
la madre trabajando en la ciénaga. Ve gente trabajando, no ve 'saber' MEDIOS Y FINES; ACTIVIDADES PRINCIPALES Y SECUNDARIAS
'conocimientos', ya sean éstos comunicados o abstractos, y en este últini'._
caso por un trabajo específico" .7 Idéntica invisibilidad de "saberes" ha Se borran también con bastante facilidad todas las microprácticas o
en la apropiación de puestos de trabajo por parte de obreros poco califi todos los microsabe-res qú.e entran en los marcos más amplios de las prác-
cadas de una empresa de fabricación y montaje de aparatos de refrigerá-~i ;ticas o de los saberes. Muchas veces, a esas microprácticas y esos micro-
ción. 8 Al escucharlos hablar de la manera en que ingresaron "brutalmen..;: saberes se los considera medios para alcanzar otros fines, elementos
te", sin preparación alguna, a sus puestos de trabajo, podría creerse que- Secundarios y anexos en el marco de actividades consideradas principa-
na se requiere ninguna competencia técnica, sino que sólo se trata de'. '/es: por ejemplo, cuando el encuestado declara haber cocinado y no haber
leído una receta de cocina o cuando dice haber armado un mueble y no
haber leído un folleto con las instrucciones es porque en ambos casos la
6. Y se ve que la simple consideración de esa discontinuidad aleja necesaria~ actividad de lectura se entiende como un medio para alcanzar un fin (pre-
mente de las concepciones más intelectualistas del actor y la acción. '.P~rar la comida, armar un mueble) y por lo tanto tiene estatuto de micro-
7. G. Delbos y P. Jorion, La Transmission des savoirs, París, MSH, 1984, pág; ·_a.C-tlvidad secundaria en el seno de una actividad . principal. 9 Lo mismo,
128. •
8. B. Lahire, La Raison des plus faibles. Rapport au travail, écritures domes_w·
tiques et lectures en milieux populaires, Lille, PUL, 1993, págs. 33w56. 9. Una encuestada declaraba comprar algunas revistas de cocina y jardinería,
LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 143
142 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO

de las grillas de entrevista consistCnte en hablar de las prácticas de


cuando un en,,cuestado declara "haber ido a trabajar", es muy raro'._-.-,
~ª-Y de escritura in.Sertas en el mai-co de las diferentes actividades de
relate espontaneamente que una vez al volante cambió x cant"d 1 d
veces de velocidad, que aceleró y cantidad de veces ' que freno' z cant1
a._":; istencia cotidiana (compras, viajes, relaciones familiares o amistosas,
ornía doméstica, cocina, arreglos domésticos menores televisión
"muchas veces es roto por algunos e~cuestados (sobre ;odo en sec~
de veces, que se detuvo en la luz roja, escuchó la radio y pens,. ,
·-1a reunton
t ranscurr1r1a "'de tra b ajo prevista. Queda claro que la oco
visi
·~:·:populares) que no logran autonomizar esas prácticas: si el tema es
dad de un saber,. ~e '?na ex~eriencia o de una práctica no depende sÓI·..:
sta de mandados,_ terminan. hablandb de compras y gustos alimenta-
su gra~o de leg1t1m1dad, smo también de su estatuto y de su modo
1nserc1on en el curso de la acción. :en. forma autónoma; si se trata de la lista de elementos provistos por
~~uela que los niños tienen que llevar a clase, operan un deslizamien-
A Ja. pregunta "¿qué hizo usted ... ", los actores raramente respan·
esde el escrito a la realidad de la clase, comentando el acontecimien-
descr1b1endo al detalle sus múltiples y, en definitiva, innumerables aCt(
(("¡i;si se plantea el caso del programa de televisión impreso, hablan de los
dades, y por lo general se conforman con mencionar los grandes co
nentes y los principale~ tiempos: levantarse, tomar el desayuno, darse· J :~fbgtamas televisados. De ser así~ el. sociólogo debe recentrar las palabras
dé los encuestados sobre las practicas (de escritura y de lectura) habi-
ducha, p~epararse, sahr para el trabajo, trabajar, almorzar, trabajar,.~
_fÜ-~lmente no señaladas en ese tipo de situaciones. Que algunos de los
d:I trabajo, volver a casa, etc. No entrarán en detalles acerca de sus a·
· cuestados rompan el pacto, y que el encuestador esté obligado a volver
v1dades, a menos que el interrogatorio los obligue a profundizar"en-e
nev;r1os al tema de los actos de lectura y de escritura, muestra cierta
es decir, a cambiar el foco del objetivo: describir qué consumieron en
r~.s,lstencia respecto de esa disociación de la~ prácticas lingüísticas con
~esayuno, decir con precisión por dónde empiezan y por dónde termin
s1 leen el diario o cualquier otra cosa durante ese tiempo socialmente. a '- lªs;jpn a los dominios de práctica en cuyo seno s_e inscriben.
b~ido al "des~yuno", si lo aprovechan para hablar con su mujer Y·-S
h11os, y de que, etcétera.
PRÁCTICAS Y RELATOS DE PRÁCTICAS
Por eso, el sociólogo que estudie las prácticas "comunes" (entendi
como "no literarias") de escritura y lectura debe luchar constantemé
. ·,, :.;y·.·Mediante el uso de las estructuras narrativas que (habitual y cultural-
contra los primeros recortes de las actividades sociales que tienderi
-urente) tienen a su disposición, por lo general, los encuestados hablan de
borrarlas y hacerlas invisibles a los ojos de quienes las ejecutan: se tra;
""""''":{~:~·_cosas que hacen ("en general, hago esto y lo otro ... "), sin entrar en
de microprácticas de corta duración que entran en carácter de activid
,··:::.aeta-1.les técnicos o en las modalidades concretas de sus prácticas. Es más
~es secundarias en marcos de actividad sociales más a1nplios (actividi3.'"
,-~;-:fác:i_l_ que digan "qué hacen" y no "cómo lo hacen", borrando con bas-
insertas en otras actividades) y que son medios que forman parte de :i
º
re~lización de fines extraescriturales. 1 Aun cuando las preguntas estf:
·_jante sistematicidad los "detalles'', es decir, los aspectos que consideran
s.ecundarios con relación a la intriga principal. Sean o no conscientes de
cuidadosamente centradas en prácticas de escritura y de lectura, el piC.t:.
ello, pesa en ellos la coerción narrativa de la selección de lo "principill"
y ·lo "secundario" :11 si quiere ser "comprensible", el narrador siempre
debe organizar su discurso a partir de una línea de intriga principal y
"no para leer" sino "para hacer cosas". Para ella (licenciada en literatura dá --·" :. =.c.:; . <1e1:u de lado los elementos que considere demasiado anexos.
ca), "la verdadera lectura" es la lectura de novelas y ensayos que se basta a sí m··. A los fines del informe verbal de sus actividades y experiencias desti-
ma, que hace que se lea "por leer" y no por razones (fines) extratextuales. Véa nado a otras personas, la coherencia narrativa puede llegar a destruir lo
B. Lahire, Transmissions familia/es de l'écrit et performances scolaires d'éleves _que hace a la lógica (práctica) de las prácticas, sobre todo desde el punto
CE2, Informe de investigación, Ministerio de Educación y Cultura DRE de vista de su encadenamiento, de su sucesión real en el tiempo.
PPSH!Rh6ne-Alpes, septiembre de 1995. ' Cualquier observador que disponga de medios de objetivación de las
. 10. B. Lahire, "Pratiques .d'écriture et sens pratique", en M. Chaudron y F.'~ ~.rácticas puede comprobar que los actores están tomados continuamen-
S1ngl~ (comps.), Identité, lecture, écriture, París, Éditions BPI/Centre Georg
P~mp1dou, Etudes et recherche, 1993, págs. 115-130 y "Écrits hors École";·t~
ré1nterrogation des catégories de perception des actes de lecture et d'écriture" Cíl,-
B. ~eibel (comp.),,L~r~, {aire lire. Des usages de l'écrit aux politiques de lect~r~;,
11. B. Lahire, "L'architecture des textes", Culture écrite et inégalités seo/ai-
res, op. cit., págs. 243-284.
Pans, Le Monde Ed1t1ons, 1995, págs. 137-155.
144 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 145

te en numerosas actividades que se superponen, se cortan o se entrem -·-.. - " de la historia sobre ella misma; relatos repetitivos que alter-
clan. Cuando se les pide que digan lo que hicieron o vivieron, en la ma :- :·: :-1erre ñamente "tiempos
. . , . per fec t o,
. " (presente, preterito
d e1 d.iscurso
ría de los casos los encuestados realizan (sin saberlo) una formidable--a - -extra · f ) " . d l
·, . ·mperfecto uturo y tiempos e re ato pasa o s1mp l ,, ( d · le, pre-
er1to 1 ' 15
tracción destinada a poner en orden y en forma una experiencia compl ,.. :. erfecto pretérito pluscuamperfecto), que comportan numero-
y hacerla "comunicable". té>.'lillP ' ,.
'::_>._. !'citos acerca de los persona1es, los lugares y los momentos en que
nnp 1 . . .
Hay dos experiencias que permiten tomar conciencia del carácter ré '---.-. vuelven las acciones y que no se concentran en un acontec1m1en-
tivamente arbitrario y opaco del trabajo de puesta en forma simbó}" ,se~rticular sino que muestran una s~rie de acontecimientos sin víncu-
que comúnmente supone dar forma de relato: que los niños con grand ·n p lícitos entre sí, que al oído escolarmente formado le resultan rela-
dificultades escolares no respeten esas formas de relato y la ruptura ¡¡ exp .bl .
usos incomprens1 es e inconexos.
rariamente buscada por algunos novelistas que, haciendo uso de e ·•tos.co_nf ' ., d d l l
•ciL~.2.i.El hecho de que a una porcron del alumna o e sectores popu ares e
recurso, consideran que muestran el aspecto convencional de las estru ~~~~:'::'::~\ifte difícil concentrarse en un acontecimiento o hecho part~cular,
turas narrativas convencionales en que se basa la gran mayoría de.¡ <·5·=-troducir o terminar su discurso, utilizar caídas formales (es decir, ter-
obras de ficción. m, ar la historia no sólo sobre el final "real" de una acción ("final del
•..~,:'_.·_:W./-~,-.--
~a,
'~de las vacaciones", "de la pelea",
.
sino de un final que desanude la
1
...._:·--·-·;fr_úati.ón..narrativa), con frecuencia hace que el oyente o el lect~r esca a-
Relatos de niños de sectores populares .ri~ados se pregunten adónde quieren llegar esos niños y por que cuentan
rifla historia tal.
Cuando en el transcurso de una entrevista se le pide a un alumno jf . .:'.:.·.:;,. Sus relatos no están construidos como pequeños universos autónomos
segundo grado que diga lo que hace por la tarde al volver de la escuela 1 ;:':--a~::·Sentido que a la vez incluyen explícitamente la indicación pre:isa de
ese requerimiento que parece tan sencillo supone en realidad que el niÍi <:;>_:-'·'.- ·jhgares, momentos, personajes, obj~tos ~ el hilo conductor q~e brinde el
sepa ubicarse en el registro de lo recurrente, lo regular, lo habitual 0 I "-inotivo" por el cual se cuenta la h1stor1a (lo cual demandar1a ~entrarse
general: ("En general, tomo la merienda, después hago los deberes, des>1 -en· un acontecimiento y no inventariar hechos raramente enunciados en
pués me pongo a jugar, después como y me acuesto a las ... ") y quepo' orden cronológico, sino muchas veces en función de recuerdos, evocacio-
lo tanto adopte una actitud hasta cierto punto "teórica" y clasificatori· - nes y asociaciones de ideas). Esos relatos no tienen la "forma correcta",
respecto de su propia experiencia. Ahora bien, algunos no logran "sost~­ és. decir, la coherencia escolarmente esperada, e inevitablemente se los
ner" ese tipo de registro y desarrollan discursos relativos a hechos parti~:·.:. ..péfcibe como relatos informes, in~oherentes, incomp:~nsibles. , .
culares, contados en pretérito perfecto y que comportan detalles nÓ;'.:· Esos discursos presentados en íorma de yuxtapos1c1ones no explicitas
correspondientes al tipo de discurso esperado: ("Un día, yo estaba con . de· hechos, que a su vez no son explícitos desde el punto de vista, entre
Fulano, y pasó una cosa así, así, y así. .. ").13 ". Otros, de los lugares, momentos, personajes y objetos, invitan a p_regun-
Los relatos orales y escritos por niños pertenecientes a sectores popu--- tarse por su "razón de ser" (la yuxtaposición hace que no exista ninguna
lares urbanos y escolarizados en la escuela elemental son especialmente: razón para que el discurso se detenga ahí donde el alumno decide termi-
estigmatizados por la institución escolar. 14 Esos relatos de acentos invo~·, narlo), fueron considerados por muchos investigadores como caracterís-
luntariamente faulknerianos, sin cronología ni caída final que permitan: ticos de relatos producidos en la escuela por alumnos de sectores popu-
lares. Una de las particularidades de lo que el sociólogo inglés Basil
Bernstein, especialista en educación, llamaba "código restringido" era "la
incapacidad de circunscribirse a un tema definido durante un enunciado,
12. Fue lo que hice ante treinta nii'íos en el marco de un estudio que dio lugar,
a la redacción de un informe de investigación ("Les Raisons de !'improbable.'_
lo cual facilita la desorganización del contenido de la información" .16
'Heurs' et 'Malheurs' a l'école élémentaire d'enfants de milieux populaires",
Informe de fin de la investigación, FAS, Distrito Rhüne-Alpes y MAFPEN, mar-
zo de 1993) y luego a la publicación de Tab/eaux de (ami/les, op. cit. 15. H. Weinrich, Le Temps, le récit et le commentafre, París, Seuil, 1973 y É.
13. Véase el 4º Retrato: "La situation difficile du 'petit dernier'", en B. Lahire, Benveniste, Prob/Cmes de linguistique générale, París, Gallimard-Tel, tomo 1,
Tab/eaux de familles, op. cit., págs. 91-98. 1982.
14. B. Lahire, Culture écrite et inégalités seo/aires~ op. cit., págs. 243-284. 16. B. Bcrnstein, Langage et classes sociales, París, Minuit, 1975, pág. 40.
146 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO
LÓGICAS PRÁCTICAS: EL "HACER" 147
Si bien ningún acto de palabra puede realizarse sin presupuestos ni"
implícitos, como lo recuerda Erving Goffman, 17 la escuela exige que -er
alumno hable y escriba precisando los momentos, los lugares, los perso~:,
Por el lado de la literatura, y siguiendo la estela de James Joyce,
najes, los objetos y las acciones, a fin de que lo que diga pueda ser enten~:
William Faulkner propone una esc.:ritura caracterizada por sus frases ina-
dido por cualquier persona que no sepa nada de su pasado y del contex'"
to de enunciación inmediato. Numerosos relatos orales de alumnos dé' ,;,;,,;,cav•u'"º (" Quentin, dice .mamá, ten cuidado con ... -Pero sí, por supues-
ta" dice Dilsey"), 19 sus implícitos (los lugares no indicados, los persona-
sectores populares presuponen gran cantidad de cosas: la presencia de un'.-
je~ designados por pronombres, etc.), 2 ~ ~us series de. acci~nes sin otra
auditorio en un contexto inmediato y el conjunto de las experiencias o lqs:
transición que los "y" y los "luego" (clas1camente est1gmat1zados por la
saberes más o menos compartidos por el auditorio. Las modalidades ¿e:
·escuela) y en un orden no forzosamente o demasiado cronológico. 21
sus discursos, en ocasión del relato, resultan de todos esos presupuestos
Faulkner reencuentra también mediante su trabajo de escritura las analo-
a la vez. Cada fragmento de discurso cobra sentido con relación a una.·
gías prácticas, recordando, a la manera de Proust, que el presente de una
situación pasada o con relación a una situación imaginada y en una situa-:
historia está siempre preñado de todo el pasado reactivado por la analo-
ción inmediata de enunciación (uso de gestos, mímicas, entonaciones_,-
""; <gia de las situaciones (una palabra, un ruido, un gesto o un perfume que
deícticos). Es por hacer referencia a lo anterior -lo visible inmediato,~¡:-·
hacen reencontrar sensaciones pasadas: por ejemplo, cuando Benjy oye,
pasado compartido (o utilizado como si se lo hnbiera compartido), el"
"n-boca de unos jugadores de golf, la palabra caddie, vuelven a la super-
saber compartido (o supuestamente compartido)- que el discurso puede ,
ficie todos los sentimientos que tenía respecto de su hermana Caddy.22
funcionar por pequeñas pinceladas aparentemente sin relación entre sf
Faulkner juega con lo implícito, con el encastre de acontecimientos, de
("los pensamientos enhebrados como perlas" de los que habla Bernstein)
,, ,., historias más o menos homólogas, y recupera así las relaciones prácticas
y que no hacen sino indicar, evocar, tocar ligeramente tanto por la mími::-:
con el mundo, la sucesión de los "hacer" y de los "decir" en un orden
ca, el gesto, la entonación, la onomatopeya como por el verbo.
que, privilegiando el desarrollo efectivo de las acciones por sobre su pues-
Subrayando las "elipsis" y "sobreentendidos" propios del lenguaje
hablado, Joseph Vendryes escribía: "Lo que caracteriza el lenguaje habla-
do es que se limita a poner en valor las cimas del pensamiento; éstas emer-
gen solas y dominan la frase, mientras que las relaciones lógicas de las 19. W. Faulkner, Le Bruit et la Fureur, París, Gallimard-Folio, 1988, pág. 29
palabras y los miembros de las frases entre sí o bien están marcadas en for-:-. - [trad. cast.: El ruido y la furia, Madrid, Alfaguara, 2006].
ma incompleta con el auxilio, si cabe, de la entonación y del gesto, o.bien~ 20. "Yo había olvidado el vaso pero podía manos pueden ver dedos refresca-
no están marcadas y deben ser suplidas por la mente" .1 8 Los diferentes dos por el cuello de cisne invisible donde no se necesita el bastón de Moisés el
enunciados verbales que componen los relatos escolarmente sancionados vidrio buscar a tientas atención a no martillado en el cuello fresco y liso marti-
son como las ínfimas partes visibles de icebergs cuya mayor parte perma- llado frescor en el metal el vaso lleno, desbordando sobre los dedos sueño volca-
nece invisible, presupuesta. Mientras se ignoren las partes sumergidas de do con el gusto de sueño en el largo silencio de la garganta", ibid., págs. 207-208.
los icebergs (la situación más global, el pasado, la experiencia vivida, etc.), En su prefacio de 1937, el traductor francés, Maurice Edgar Coindreau, propo-
nía leer de la siguiente manera el inicio de este pasaje que pone en escena a
y se busque una coherencia formal, interna entre los elementos del len_-,
Quentin levantándose de ~oche a beber un vaso de agua: "Mis manos pueden ver,
guaje (las pequeñas partes emergentes del iceberg), sólo podrá mis dedos son refrescados por el cuello de cisne invisible donde no es necesario el
"pobreza", "incoherencia", incluso "patología" en esos discursos. bastón de Moisés para hacer brotar el agua. ¿Dónde está el vaso? Tengo que bus-
carlo a tientas. Cuidado con no hacerlo caer del estante, etc.", M. E. Coíndreau,
~'Préface", op. cit., pág. 15.
21. Tal como escribe Pierre Bourdieu: "Las investigaciones en apariencia más
Véase también S. Michaels, "Narrative presentation: an oral preparation for lite-
formales de Virginia Woolf, de Faulkner, de Joyce o i:le Claude Simon me pare-
racy with the firsr graders", en The Social Construction of Literacy. Studies in
cen hoy mucho más 'realistas' (si esta palabra tiene algún sentido), más verdade-
Interactional sociolinguistics 3,'Universidad de California, Cambridge University
ras antropológicamente, más cercanas a la verdad de Ja experiencia temporal,
Press, 1986, págs. 94-116.
que esos relatos lineales a los que nos habituó la lectura de novelas tradiciona-
17. E. Goffman, Fa<;ons de parler, París, Minuit, 1987, págs. 205-271.
les", P. Bourdieu, Réponses. Pour une anthropologie réflexive, París, Seuil, 1992,
18. J. VendryCs, Le Langage. Introduction linguistique a l'histoire, París, -
pág< 179.
Albin Michel, 1968, pág" 168"
22. W. Faulkner, Le Bruit et la Fureur, op. cit.
148 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 149

ta en coherencia narrativa, da sensación de incoherencia, de confus·i~­ ~·.';.JnisITlOS


las estructuras narrativas, convencioriales y de recordarnos
En efecto, el autor describe las acciones tal como éstas se le aparecen---- ·entre el orden del "hacer" y el orden del "relato del hacer" hay una
.'< . ') 3
personaje que las vive, lo cual le confiere a la situación un aspecto- tota n-:distancra.-
inente deshilvanado (una palabra es "cortada" por una acción que d~:
lugar al 1nismo tiempo, y luego continúa). La descripción de la suces{
de actos y palabras más cercanas a su cronología efectiva (coi110 lo hai PERROS MÁS "PEJlROS" ...
un analista de conversación o un etnógrafo de gran precisión) da a le
un texto cuya coherencia habitual se deshace. Faulkner arroja luz soh' ·rt cada dominio de prácticas existe siempre un polo más "represen-
el carácter arbitrario de las estructuras narrativas clásicas, sobre t¿- iVo" de ese dominio que los otros, un polo en el que se piensa en for-
escolares (con principio, desarrollo y final), que suponen elegir un $O i.:ITiás espontánea cuando se evoca el dominio y que por eso mismo
hilo conductor, la organización textual de un acontecimiento princi¡) ;'.;?i!#f»ide ver el_ ~esto del dominio. _Luc ~oltan~ki,;n_ostr~ qu: en el momen-
(por eso las recomendaciones y evaluaciones escolares de tipo: "No Pé: :f~t((dc formac1on del grupo, los e1ecut1vos mas e1ecut1vos eran aquellos
derse en detalles"' "hablar de una cosa por vez"' "no saltar de un re .:;_4jie poseían las propiedades sociales más escasas ydistintivas (diploma de
a otro", entre otras). Las rupturas faulknerianas con relación a las estr~~ ]iEscuela de Altos Estudios Comerciales, trabajar en marketing, publici-
turas convencionales de la narración fuerzan la refle:xión. sobre los_:pr¡_:. ·~::;·"'ji~t.Oinf.or.mática, tener un Mercedes o un BMW, etc.) y no los estadís-
cipios de puesta en coherencia lingüística del mundo social. :·i:tic.~mente más representativos de entre ellos: "Es posible mostrar fácil-
El autor pone en evidencia las estructuras temporales que mucha·:' To>.;.,.:ll)ente que, así como existen 'rojos' más 'rojos' y 'perros' más 'perros' que
veces son las que usan1os en la vida cotidiana. Y, a través de su traba{ y·:i',~osy-no todos los ejemplares formalmente incluidos en la categoría 'eje-
sobre la forma literaria, da cuenta del incesante pasaje (sin ruptura<'' ,_., /:&~,tivo' constituyen de igual grado 'buenos ejemplos' de la categoría" .24
transición formal en su escritura) de un acto a otro, de un acto a un:· "'::;1:,,~.:Los efectos de enmascaramiento de una parte de las prácticas debidos
palabra, de una palabra a un acto, de una palabra a otra (actos y pal~;, á>la existencia de prácticas-pantalla son también visibles en materia de
bras que se superponen aun sin estar atados por ningún lazo narrativon ::-::prácticas del escrito. Así, en las representaciones comunes, la escuela
que hacemos día a día como si nada. Pero llevándonos a encontrar extra ·logró imponer su concepción de lo que es "leer" y lo que es "escribir". Y
ña su escritura, molestando nuestras estructuras perceptivas, nuestros ......:.:..:p:o.r.que la escuela creó la equivalencia entre los términos "escribir" y
principios habituales de puesta en coherencia de los acontecimientoS.' '-~_redactar" es que hoy algunos encuestados sólo pueden entender la pre-
Faulkner vuelve, al mismo tiempo, extraña la ingenua sensación có"riE.-í "'"~·~:~:ion:ta: "¿Usted escribe?" como "¿usted redacta textos?", ubicando el
tente en encontrar normales y bien fundadas las ficciones narrativas qúe campo de respuestas del lado de las letras, los textos literarios o el diario
aprendin1os, de cierta manera, contándonos a nosotros mismos bajo et> íntimo. Ahora bien, la mayoría de las escrituras caseras (listas, notitas,
efecto socializador de la escuela y de las muchas lecturas que hemO:$.·: recordatorios o cuadernos de gastos) son escrituras atextuales, y en la
hecho. A través de la difusión de esas estructuras narrativas (pero tam~;; mayoría de las veces desprovistas de toda sintaxis (en todo caso insertas
bién, y más lejos en el sisten1a escolar, de las estructuras disertativas;·:..: en.más amplios marcos de actividad). Tampoco es casual que lecturas no
argumentativas, retóricas o lógicas), de esos principios de puesta en cohe.~:· literarias, cortas, a veCes escandidas o discontinuas, documentales o
rencia o de puesta en forma del mundo que la escuela intenta garantizaf:::· .informativas, sean totalmente omitidas por los encuestados si no se pro-
sancionando a quienes no usan las formas esperadas, lo que de algún.· cura rescatarlas a través de preguntas especialmente concebidas con tal
modo se mantiene es el orden simbólico. propósito. 25 Imperceptibilidad de esas prácticas como "verdaderas prác-
Con10 los relatos de los niños de sectores populares, pero en un lugar ,
muy distinto del espacio social y además con legitimidad literaria,
Faulkner impugna los principios de coherencia narrativa que pasaron al
23. Y eso, aun cuando el "relato del hacer", en tanto práctica, sea, por
orden de lo "natural", de la evidencia. Él hace aparecer así el carácter supuesto, también él del orden del "hacer".
artificial de lo que habitualmente pasa por ser la 1nanera de presentar "lo", 24. L. Boltanski, Les Cadres. La formation d'un groupe social, París, Minuit,
real mismo". 1982, pág. 466.
Con mucha finura e inventiva literaria, Faulkner logra encontrar far~ 25. A.-M. Chartier, J. Debayle, M.-P. Jachimowicz, "Lectures pratiques et lec-
mas de decir de otra manera el curso del mundo, de volver ajenas a naso- tures déclarées. Réflexións autour d'une enquete sur les lectures d'étudiants en
150 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS• EL "HACER" 151

ticas de lectura", inmemorabilidad y, también, indeclarabilidad en ·,:.:!teniente de las categorías de ~er~~p~~ón (y designación)_ <:lue hayan
sión de encuestas culturales. Abrir un libro de física para hacer un ej "_"¡orizado en el curso de su soc1ahzac1on (sobre todo familiar y esco-
cio, no es leer; "releer" una clase para rememorarla o, llegado el ca r·frsign-ifica estar en condiciones de imaginar preguntas que realmente
para aprender de memoria determinados pasajes, no es leer; seguir s.ayuden a hablar de lo que hacen y saben.
indicaciones del folleto indicativo de un electrodoméstico no es leer· t,'
. . . ' ' e1
s1gu1endo las consignas de una revista especializada, no es leer; obserV
horarios de ómnibus/trenes en el tablero de la estación, no es leer; mi, LÓGICAS METADISCURSIVAS Y LÓGICAS PRÁCTICAS
nombres de calles o publicidades mientras viajamos en auto o en óm'
bus, no es leer, y así sucesivamente. La escuela llama "lectura" a los act "'Té'Jls posible haber aprendido maneras de decir o de pensar que en apa-
de lectura ubicados en el marco de la enseñanza de la lengua, pero de ~;fÍ-~i;ic_ia nos permitan hablar de nuestras prácticas, aunque sea en forma
de llamarlos así cuando se trata de enseñanza de matemáticas, de hist :':-)q:::iQtalmente inadecuada. Por eso, son pocas las instituciones transmisoras
ria y geografía o de tecnología_ '>:::--_:-:_>de· saberes que no acompañen el trabajo sobre los hábitos, y por ende
Un mínimo de reflexividad sobre las encuestas concernientes a las le '. ~":-·;_. Sobre los cuerpos, con un trabajo de "transmisión" de marcos discursi-
turas estudiantiles 26 muestra claramente, por ejemplo, que los estüdia· ···•.••·•v,os ideológicos (discursos oficiales y temas de discurso prefabricados).
tes más "literarios", aquellos que con mayor frecuencia que los___ derri .- ..Eor:.tje_¡pplo, reconocemos a los profesores de escuela recién recibidos en
leen libros in extenso, son los más favorecidos por ese tipo de encuesta-~ ____ -ei,hecho de que, con el mayor candor, pueden emitir discursos sobre sus
el formato (tipo y uso de impresos) de sus lecturas es el que mejor se pres :_·:-.-Pr~cticas sin vínculos con sus prácticas pedagógicas efectivas. Ese tipo de
ta a rememoraciones acerca de la cantidad de horas dedicadas a leer-: ---·~~~,~discursos contiene todos los lugares comunes pedagógicos de uso actual
la semana o el número de libros leídos. En cambio, los lectores más "cie --- -(i~e. "el niño en el centro del sistema", "la autonomía.del niño", "el des-
tíficos" y algunos otros del mismo tipo, son los peor ubicados en lá: cubrimiento de las reglas por parte del niño") que pueden estar total-
entrevistas para hacer aparecer en las encuestas la especificidad de :s - m.ente desconectados de las prácticas reales.
modo de lectura, que no corresponde al formato clásico (el libro de fic, Todo pasa como si las ideologías pedagógicas o los discursos oficiales
ción legítimo que se lee de principio a fin, a lo largo de varios días, c·o vivieran una vida paralela, autónoma y sin gran relación con las prácti-
secuencias de lecturas lo suficientemente largas como para ser identifica:,·,~ -C_3:_S pedagógicas en acto tal como pudiera discernirlas un observador
bles y del que puede hablarse con amigos después de haberlo leído) externo: disposiciones a creer y disposiciones a actuar relativamente hete-
Sabiendo que hoy los nuevos "herederos" tienen un perfil más bien "ciefi:, ,~,...,~~ogéneas {y, en ocasiones, francamente contradictorias) pueden cohabitar
tífico", es asombroso ver que sigan obsesionados (y dominados)- po dentro de un mismo individuo. 27 Sólo que esos discursos sobre el oficio
representaciones de "lectura literaria" tan alejadas de sus propias prácti no se articulan tanto a esas prácticas {prácticas del oficio) corno a prácti-
cas. Efectivamente, tal como están las cosas, la lectura entrecortada, dis~' cas identitarias colectivas: y de hecho sirven más para crear y mantener
continua, informativa, documental, rápida, técnica, etc., etc., a ojos de Iá<" la ilusión de comunidad o de identidad colectiva (a veces generacional)
mayor parte de los comentaristas-letrados, como también de quienes tié~:'-' que para orientar efectivamente las prácticas de clase. Tomarlos al pie de
nen esas prácticas de lectura, parece ser una "infralectura", una "sublec~ la letra, tomarlos por lo que pretenden ser (y decir) de buenas a primeras,
tura" o una "no lectura". es errarle a su verdadero contexto de pertinencia28 y, por eso mismo, a la
Si verdaderamente se quiere acceder a las prácticas de lectura estu-----
diantiles, se debe constatar la imposibilidad de atenerse a sus primeras--
declaraciones, que además, en ciertos casos, "les juegan en contra". 27. B. Lahire, Portraits sociologiques, op. cit.
Entender que "lo que dicen de lo que hacen y de lo que saben" depende 28. El antropólogo Jean Bazin escribía a propósito de observadores total-
mente externos, que viendo un partido de fútbol ubicados junto a otros especta-
dores, quisieran entender de qué se trata: "Puedo solicitar de ellos no sólo infor-
IpFM [Instituto Universitario de Formación Docente], en E. Fraisse (comp.), Les maciones sobre lo que hacen, sino comentarios inter¡}retativos, apreciaciones,
Etudiants et la lecture, PUF, Politique d'aujourd'hui, París, 1993, págs. 73-98. juicios de valor. Pero explicarle a un tercero todo el interés del fútbol no es asis-
26. Véase B. Lahire, "Formes de la lecture étudiante et catégories scolaires de· tir a un partido, ni tampoco comentarlo por radio, es jugarlo. Es otra acción, no
l'entendement lectoral", Sociétés contemporaines, Nº 48, 2002, págs. 87-107. es el sentido de la primera. Y si emitieran un discurso sobre deportes o religión,
152 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 153

verdadera función que cumplen. En casos así, constatar una diferen-Ci 'i las preguntas que no se debeo hacer y las que sí se deben hacer
cer . l • l. l. f
una contradicción entre los discursos y las prácticas, es, en definiÜ' ";tlo se quiere observar o reg1~:rar a g~ mas que e s1m~ e J~ego o e e:-
señalar la existencia de una doble realidad de la cual los actores no·-~ ..,:·'.I 's categorías de percepc1on dominantes. Puede imaginarse cual
conscientes: los discursos que sostienen y que presumiblemente toni <e._ la stado del conocimiento sociológico sobre las prácticas de escri-
por objeto las prácticas del oficio (maneras de hacer profesionales) ;a. <.el
e e investigador
. ·
se.conformara con la respuesta: " ¡Ay, yo l e tengo
realidad remiten a muy distintas prácticas (identitarias); por su parte --- ór a escribir!'"~ a a ma 1s1ma ) ~ pregu~nta: " ¿ Uste d eser~.b er,,, .
.SI.. 1 . ( l' .
prácticas del oficio no necesariamente tienen palabras y marcos clise~ <-- vistas que segun los encuestados deber1an durar pocos minutos
vos para decirse en la forma más adecuada posible. Por tal motivo-"? tre ···t va a ir rápz·do: ¡yo no escrt_·b o ¡amas.
· • '") , pue d en d urar h oras... L o
sociólogo tiene un rol particularmente delicado que desempeñar: d~ .-s ~ con las prácticas de lectura, tantas veces evocadas a lo largo de
ayudar a los practicantes a decir sus prácticas con la mayor fidelidad a: , texto, y que aparecen cuando se multiplican las preguntas precisas
que realmente son. ···bre situaciones variadas (preferibles a las muy generales).
~l~:'.~_Después es posible ocuparse de elegir el lugar donde va a desarrollar-
":*';_;l~·_entrevista, que puede ser determinante para hacer renacer (o poner
EL TRABAJO DEL SOCIÓLOGO ];uena distancia) las prácticas efectivas. Por ejemplo, los docentes entre-
dos.en el aula están en situación favorable para hablar de sus prác-
Frente a los diversos tipos de problemas que acabo de evocar, algun as pedagógicas. Rodeados de todas las huellas de su actividad pedagó-
sociólogos tenderían a encerrarse en la idea de una fractura radical e irr' _,.c:;-_;,..,.::'jca efectiva (cuadernos de los alumnos, fichas, afiches, entre otros),
ductible entre "lo que se hace" y "lo que se dice de lo que se ha ~t:i.n- mejor dispuestos que en cualquier otra circunstancia, a hablar de
Podrían deducirse entonces dos variantes: o que ninguna encuesta has <·\.:·:.~tls:;prácticas profesionales cotidianas.
da en declaraciones de prácticas o relatos de experiencias (entrevista$::. . 4·::.'.Y'::;;-_·~.~En suma, cualquier diseñador de cuestionarios puede tener el cuidado
cuestionarios) es científicamente pertinente (una cierta radicalidad etn· :-:·:..~-.'.:.~.~:omitir preguntas que lleven al encuestado a abandonar sus lógicas
gráfica) o que únicamente son accesibles y estudiables las puestas en fo --:.'> .'pr:ácticas y pasar a las lógicas discursivas que utiliza cuando se trata de
ma discursivas y que ni siquiera vale la pena hacer otra cosa que un infbf úna presentación más "formal", "pública" u "oficial". A la inversa de
me de los informes de sus actividades que hacen los actores, un relato:_d ::"'.'.·>·.::.;_~¿a_ sociología (muchas veces implícita) de los "valores", las "represen-
relatos, una explicitación erudita de puntos de vista "comunes". En --l:,:'.:··-:-.:.:ta~iones" y las "opiniones", que sigue siendo abstracta en todo momen-
segundo caso, sería posible considerar que sólo una fenomenología..s·ot:i -~~~:~-fÓ. . de su práctica (entrevistas que recogen las cosas que los encuestados
(o una sociología comprensiva) podría haber extraído todas las con ~'.piensan", las "opiniones" o "representaciones" de éstos sobre el tema
cuencias lógicas de la fractura entre el orden del hacer y el orden d que preocupa al sociólogo, teoría que privilegia la "filosofía" de los pri-
decir. Sin embargo, tanto en ésta como en muchas otras materias, segui nieros, sus declaraciones generales, explícitas y sin referencia a ninguna
avanzando (aun sin certezas ni facilidades) es lo único que eventualmer( situación práctica en particular), una sociología que procure entender·las
te puede conducir a encontrar nuevos caminos, nuevas maneras de hace··-- P.rácticas y saberes efectivos debería poner la mirada, a falta de poder
y de empezar a resolver los problemas. La comprobación filosófica y defi observar directamente 'las prácticas (sobre todo en el universo familiar),
nitiva de la absoluta indisolubilidad de ese tipo de problemas lleva a todo. en la enunciación de situaciones, regulares o excepcionales, pero siempre
tipo de perezas empíricas y dimisiones metodológicas. Ahora bien, en l<Í:-· pa_rticulares. Se trata de hacer hablar a los encuestados de situaciones
práctica del oficio de sociólogo, y con todas las imperfecciones que ésta;: prácticas, no de pedirles que "expresen sus representaciones". Claro que,
supone, se puede reducir considerablemente la distancia entre el "orden~~ · una vez más, proceder así supone un buen conocimiento previo de las
del hacer" y el "orden del decir sobre el hacer". situaciones posibles.
En primer lugar, cuanto más se conoce el objeto, más se aprende a; El problema no reside entonces en ignorar lo que sabemos y hacemos,
sino en que no siempre disponemos de buenos marcos (conceptuales y lin-
güísticos) para hablar de lo que hacemos y sabemós. En ese punto es don-
éste también tendría sus propias reglas, no va a ser el mismo según las situacio,; de el sociólogo interviene útilmente, permitiéndoles a los actores recupe-
nes, en familia o frente a un extraño, etc.", J. Bazin, "Questions de sens", en r'ar el dominio de lo que saben y hacen, anulando efectos de "marcos
Enqui!te, op. cit., pág. 33. erróneos", categorías de percepción parásitas y recortes culturales habi-
154 EL ESPÍRITU SOCIOLÓGICO LÓGICAS PRÁCTICAS, EL "HACER" 155

tuales que impiden descripciones adecuadas {entre una serie de des ca del rriundo" en el fondo es la que menos respeta a quie-
acer , ' · .d "'d' l l ,,
ciones virtuales posibles) de lo que se sabe y lo que se hace. Prop ·ones pretenden no querer cons1 erar 1 iotas cu tura es .
nocas1 . l f
marcos más adecuados, evitar y desarmar los efectos negativos de dét etUosa (e irresponsable) por d~sconocer (o n?,. que~er _v~r~,. os e ec-
minadas categorías perceptivas o de las estructuras narrativas, ayuda p ación silenciamiento, ceguera, postergac1on o 1nh1b1c1on que el
e neg ' , . ,. ·
encuestado a "parir" una experiencia que posee en situación prácÜ ·¿r social (particularmente por medio de las categor1as perceptivas
pero que comúnmente no logra formular, es tarea del sociólogo que es -:·-º- · adas) e1· erce sin que ellos lo sepan, sobre los actores.
1or1z ' ,,
dia las prácticas y sus lógicas específicas.
Desde luego, los actores hacen lo que hacen y saben lo que sa
mejor que cualquier otro. Y sin duda son los mejor ubicados para d
lo que hacen y saben. Pero raramente disponen de los medios de perc
ción y expresión que les permitan brindar espontáneamente esas ex"
riencias. Si está bien hecho, el trabajo del sociólogo, que requiere del'c
curso y la confianza del encuestado, consiste en darle a este últimó",
medios para que diga cosas que, sin él, no encontrarían (o les costá,
mucho encontrar) su camino de visíbilización. 2 9 "Parto", "mayéuf-
"trabajo" (de rodeo, de astucia, de condicionamiento) sólo entendibl
se tiene en cuenta el efecto de filtrado de las estructuras culturales de p
cepción y expresión.
Tal corno lo enuncié al comienzo, lo que se juega en estas cuesti
es una teoría de la práctica, de la acción, del conocimiento y de la rffl
xividad. Si, como hacen algunos representantes de corrientes subjetivist.
en ciencias sociales, se pensara que "todo individuo es siempre el ffiéj
ubicado para poner a la vista sus propios saberes a través del informe
la exposición que hace de sus propias prácticas" , 30 no sería pertinell ·
entonces concebir la intervención del sociólogo corno un trabajo o -tY
construccíón complejas.
A decir verdad, el peor de los servicios que puede brindársele a
practicante (cualquiera sea) es hacerle creer que puede decir fácilmente
que hace y que estrictamente no existe ninguna diferencia notable en
esos dos órdenes, haciendo caso omiso de todos los obstáculos cultural
(lingüísticos, discursivos, institucionales, contextuales, etc.) que, obje-
varnente, impiden que ese tipo de tarea enunciativa se 11eve a cabo e-· -
éxito. El "peor de los servicios", porque la posición, en apariencia m ......
generosa y democrática, del sociólogo que les dice a los actores: "Uste
saben decir mejor que yo, y sin necesidad de que los ayude, lo que hac

29. Un ejemplo de relación de confianza y ayuda a la expresión de experieii'.~


cias puede leerse en el excelente libro de Younes Amrani y Stéphane Beaud, Pa'ic
de malheur! Un jeune de cité écrit 21 un socio/ague, París, La Découverte, 2001~::-
30. P. Pharo, Savoirs paysans et ordre social. L'apprentissage du métier d'
griculteur, París, CEREQ, 1985, pág. 17. Véase el capítulo 4 de este libt" _·;-
"Esplendores y miserias de una metáfora: 'La construcción social de la realidad''.'

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