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Gabriel Carmona

Mitología y cuentos de hadas.


Borrador de ensayo sobre La Bella Durmiente.

El siguiente ensayo no consistirá en un resumen de los elementos de la


trama del cuento de hadas de la Bella Durmiente, en ninguna de sus
interpretaciones, o un análisis de los personajes que se encuentran en ellas. Mi
intención tampoco es la de notar las diferencias y similitudes de las distintas
versiones que han aparecido a lo largo de la historia en diferentes culturas y
países. Sería difícil encontrar a alguien en nuestra sociedad occidental que no
haya oído de esta historia anteriormente, aunque sea en parte gracias a Disney, la
compañía que parece un tanto obsesionada con empaquetar las historias más
famosas de la humanidad convirtiéndolas en productos quizás estériles y más
fáciles de vender.

Puesto que esta historia es perenne y ubicua, lo único que puedo ofrecer es
mi propia interpretación analítica de la icónica historia (lejos de ser una única y
correcta interpretación), a la que llegué después de sumergirme en las distintas
facetas de este cuento (un proceso al que le dediqué más tiempo de lo que
originalmente había considerado como necesario, para hablar con absoluta
honestidad por un momento). No querría nunca prometer una visión profunda de la
historia que nadie haya realizado en el pasado y que expandirá los horizonte de
las mentes de quienes la lean, porque no puedo cumplir eso. Sin embargo,
considero que mi experiencia con esta historia ha sido plenamente satisfactoria y
espero poder reflejar al menos un ápice de este nuevo entusiasmo en el presente
ensayo y quizás motivar a alguien a observar el cuento de hadas desde un punto
de vista diferente, desde mi limitada experiencia.

Mi proceso de encuentro con la narrativa de este cuento de hadas y de la


dirección por la que llevaría este análisis que había recibido como encargo
académico empezó mientras buscaba reorganizar las imágenes que previamente
había adquirido en la tarea anterior. Mientras contemplaba su organización bajo
una metafórica lupa, como si buscara la solución a un rompecabezas y ésta se
fuera a revelar en cualquier momento, pensé por un segundo en la pregunta que la
profesora había planteado sobre la historia de la Bella Durmiente: ¿qué podría
estar soñando la princesa de la historia? Casi como si fuera un chiste, aunque uno
quizás no particularmente gracioso, pensé que la princesa, con algo de suerte, al
menos tendría sueños amenos y placenteros, puesto que 100 años es un gran
periodo de tiempo para permanecer dormido.

Este proceso de pensamiento me llevó a recordar cómo Sigmund Freud


planteó que los impulsos humanos más básicos son los de satisfacción (que
incluye elementos como el apetito, el libido y la adquisición de otras necesidades
humanas), que recibe el nombre de Eros, acompañados por los destrucción (los
impulsos quizás más dañinos, agresivos y secretos que deseamos no demostrar
en una sociedad civilizada) con el nombre de Thanatos. Esto me pareció relevante
puesto que esta clase de impulsos inherentes a e intrínsecos de la humanidad
suelen manifestarse de manera recurrente y clara en los sueños, puesto que es a
la hora de dormir que nuestros subconscientes parecen demostrar su mayor
actividad. Quisiera postular entonces que, desde el punto de vista de la psicología
analítica y de la interpretación de los sueños, la princesa durmiente y todos los
súbditos del arquetípico castillo de la historia pueden haber pasado un siglo bajo el
efecto de sueños en que buscarían satisfacer una miríada de impulsos básicos y
quasi-primitivos, destructivos en ciertos casos y recreacionales en otros.

Llegar a esta conclusión del enigma de los sueños de los personajes del
cuento de hadas, que no puedo obviamente respaldar como una única
interpretación válida (pero que sí considero podría tener un cimiento para ser
considerada como sólida), decidí observar esta historia desde el punto de vista de
la filosofía propuesta por Carl Jung, el famoso discípulo de Sigmund Freud. ¿Qué
relación podrían tener los pensamientos de este psicólogo con la historia de la
Bella durmiente? En primer lugar, quisiera ofrecer una el punto de vista en que los
cuentos de hadas, junto a los mitos y leyendas, reflejan profundamente la
identidad del alma humana, por lo que aparecerán en distintas culturas a lo largo
de la historia, como se ha mencionado anteriormente. Esta conexión con el
concepto del alma y el inconsciente colectivo humano (un concepto acuñado por
Jung) puede explicar la existencia de los arquetipos, patrones de personalidades y
de eventos, que se repiten cumpliendo roles similares en historias de orígenes
totalmente diversos.

Ahondando en la filosofía de Jung, quisiera mencionar dos de los conceptos


más importantes del corpus de las obras de Carl Jung: la Persona y la Sombra.
Antes de establecer cómo estas dos nociones podrían ser aplicadas al análisis de
la historia de la Bella Durmiente, mi intención es discutir brevemente en qué
consisten dichos conceptos. La Persona es, a falta de mejor palabra, toda
máscara que un individuo usa en distintos contextos y situaciones sociales a lo
largo de su vida. No podría ser caracterizado como una personalidad alternativa,
sino como distintos fragmentos de la personalidad de un individuo que se
manifiestan dependiendo de las características inherentes de su ser y de su alma
que quieren mostrar a otras personas (actuar de cierta manera rodeado de un
grupo de amigos y actuar de una manera totalmente diferente en una situación
profesional podría ser un ejemplo sencillo de cómo vestimos distintas máscaras
cuando queremos ser percibidos de manera aceptable en distintos contextos). Si
la Persona es, entonces, el grupo de características que nuestro inconsciente está
dispuesto a demostrar a distintos grupos de individuos, la sombra, por el contrario,
puede ser visto como cada rasgo de nuestro ser que no queremos reconocer, que
rechazamos y que luchamos para mantener escondidos, con el fin de que no
salgan a la luz.

Quisiera entonces postular que la historia de la Bella Durmiente puede ser


vista como una historia de madurez y de aceptar tu Sombra con el fin de ser un
individuo más completo y funcional. Esta idea es aplicable a las interpretaciones
de la “Preciosa Rosa” y de “Sol, Luna y Talia”, pero no se tomará en cuenta la
segunda mitad en ciertas versiones (que incluye la madre ogro del príncipe)
puesto que es muy claramente otro cuento de hadas que se ha juntado por
razones desconocidas a la historia de la Bella Durmiente.

Un personaje en particular sirve como el cimiento de esta teoría que


quisiera presentar y le da solidez a ésta. El personaje al que ahora estoy haciendo
referencia es el hada malévola (o la última mujer sabia, en otras versiones del
cuento). La décimo tercera hada del reino de la historia no es invitada a la
celebración de la princesa con distintas justificaciones dependiendo de la historia,
puede ser considerada como muy malévola y oscuro desde el punto de vista de
los reyes o en otras es ignorada puesto que los reyes simplemente asumen que
ésta ya ha fallecido (algo que no parecen tener mucho entusiasmo por verificar).

Ésta hada o mujer sabia olvidada y rechazada representa, en mi opinión, la


oscuridad escondida y olvidada del arquetípico e idílico reino de la historia. Ella
castiga ferozmente a la princesa de la historia (con una maldición mortal que luego
es mitigada y convertida en un sueño de un siglo) como respuesta al rechazo a la
que ha sido sometida (sea culpa de la princesa o no) y con esto obliga a que su
existencia sea reconocida por todos en el reino. En esencia, considerando al reino
completo como un personaje vivo y consciente, el Hada (que muchos querrán
simplificar y llamar Maléfica, por la reconocida película de Disney) actúa como la
Sombra rechazada por todos los habitantes del reino, que cumplen el rol de la
Persona.

La princesa, que actúa en cierta manera como Id de la psicología analítica


(actuando impulsivamente) es penetrada por una ruega o una espina de linaza y
sangra. Este evento, el más importante de la historia, podría representar una
primera menstruación o simplemente una entrada a la adolescencia (para no
asignar género a la historia) y una lucha interna por adquirir la madurez y entrar en
el mundo del adulto. La historia continúa con el sueño de 100 años de la princesa
y el reino, lo que representaría el estancamiento de un individuo cuya Sombra y
Persona se mantienen en desbalance. El reino se encuentra funcionalmente en
una estasis puesto que el individuo no ha logrado reconocer su Sombra y tendrá
que esperar en un proceso de análisis personal hasta que la reconozca y pueda
ser un individuo completo y capaz de lidiar con el resto del mundo y con un
incontable número de otros individuos. El bosque de espinas que cubre el reino e
impide la llegada de aventureros que han oído la historia de la princesa representa
una barrera persona y la manera en que un individuo que no ha madurado es
incapaz de establecer alguna relación saludable y correcta (romántica o de
cualquier otro tipo) con otros individuos, hasta que logre desarrollarse
psicológicamente y adquiera madurez (reconociendo su Sombra). En la historia, al
pasar los 100 años del sueño, el bosque desaparece y permite el paso al príncipe,
quien realmente no ha hecho alguna obra heroica para merecer el honor que la
historia le atribuye, pues éste no es el punto. La princesa, o el mismo reino, han
terminado su proceso de madurez metafórico y es ahora capaz de enfrentarse al
mundo, finalizando el cuento de hadas.
De la misma manera que se expresó con anterioridad, no considero que
esta interpretación sea absolutamente correcta, en el sentido de que muchas
disciplinas y filosofías diferentes podrán llegar a conclusiones diferentes. En esto
yace la belleza de los cuentos de hadas y de la mitología, en ser capaces de
funcionar como ventanas que nos permiten ver la esencia del alma humana con
todos sus distintos rostros; y el alma humana es ciertamente compleja y
multifacética. En general, mi única intención con este ensayo es crear curiosidad y
el deseo de explorar más en los lectores.

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