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PSICOLOGÍA, CIENCIA Y FILOSOFÍA

PA R A L A A S T R O L O G Í A D E L S I G L O X X I
Sumario
Arquetipos planetarios .............................................................................. 11

Luminares ............................................................................................... 21
Luna ........................................................................................................... 23
Sol ............................................................................................................... 39

Planetas personales .............................................................................. 51


Mercurio .................................................................................................... 53
Venus ......................................................................................................... 63
Marte .......................................................................................................... 73

Planetas sociales .................................................................................... 87


Júpiter ........................................................................................................ 89
Saturno ....................................................................................................... 99

Planetas transpersonales .................................................................... 115


Urano ......................................................................................................... 121
Neptuno ..................................................................................................... 133
Plutón ......................................................................................................... 147

Apéndices ............................................................................................... 161


Planetas retrógrados ................................................................................. 163
Correspondencias planetarias .................................................................. 177
Ejercicios .................................................................................................... 199

7
Conclusión ................................................................................................. 213

La autora .................................................................................................... 217


Cosmograma .............................................................................................. 219
Cosmograma Ediciones ............................................................................ 221
Bibliografía ................................................................................................ 223

8
Luminares

b d

La Luna y el Sol iluminan nuestro camino; son las fuentes de


luz de nuestro ser. Constituyen dos pilares psíquicos, ya que
son los centros de la personalidad que nos nutren, dan vida e
impulsan hacia la individuación.

Los luminares personifican la polaridad en el mundo físico y


en nuestra psicología. La Luna es la luz nocturna que rige la
noche, es el principio femenino, el yin, la tierra receptiva, el
elemento agua, el pasado. Representa el arquetipo de la Madre
y simboliza los instintos, el mundo interior, lo receptivo, la
fertilidad, los sentimientos, las emociones, el inconsciente y el
caos. El Sol es la luz diurna que rige el día, es el principio mas-
culino, el yang, el impulso vital generador de vida, el elemento
fuego, el futuro. Corresponde al arquetipo del Padre y simbo-
liza la objetividad, el conocimiento, la conciencia, el mundo
exterior y el orden.

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LOS PLANETAS

Nuestro propósito más genuino viene estimulado por la sin-


gularidad solar que nos mueve hacia el futuro sostenido por el
cordón umbilical lunar que nos aporta el sentido de pertenen-
cia, la seguridad emocional y nuestro lugar de regeneración.
Desde el ahora y desde nuestro presente, unimos ambos prin-
cipios indispensables: de dónde vengo (Luna) y hacia dónde
me dirijo (Sol). La clave está en el equilibrio dinámico para ge-
nerar un desarrollo individual sano, concretando el propósito
en lo cotidiano. Estamos llamados a hacer nuestro propio viaje
del héroe —tal como explica Joseph Campbell— para descubrir
nuestro propósito vital.

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LUMINARES

Luna b

La Luna es el satélite natural de la Tierra y comparte el mis-


mo centro de atracción, el Sol, aunque no orbitan de la misma
manera. Simbólicamente se representa la relación entre los tres
cuerpos celestes como el Sol-espíritu, la Tierra-cuerpo y la Lu-
na-alma en un movimiento que va actualizando constantemente
el vínculo entre la estrella y el planeta azul.

Selene era la diosa lunar en la mitología griega. Su nombre sig-


nifica luz de luna y procede de selas, que significa luz 3. Era re-
presentada como una mujer joven, bella y pálida como la Luna.
En ocasiones, llevaba media luna en la cabeza, y en otras, el ple-
nilunio iluminador. Conducía un carro de plata tirado por dos
caballos blancos o, en otras representaciones, por bueyes. Era
una divinidad fértil y atractiva que tuvo muchos amores e hijos.
Esta divinidad se sustituyó por Artemisa, hija de Zeus, conoci-
da por ser la diosa de la caza y de la música. Era una divinidad
marítima, protectora de las ciudades y de sus puertas. Nació en
la isla de Delos junto a su hermano gemelo Apolo, el Sol, al
que ayudó a nacer y motivo por el cual también se la considera
patrona de los partos y protectora de las madres. Fertilizaba la
tierra y presidía el reino animal y vegetal. Esta diosa lunar tenía
otra fuerza más telúrica, representada con un arco. Su homólo-
ga romana era Diana.

La diosa lunar manifestaba todo el proceso de creación, naci-


miento, vida y muerte. Siguiendo sus ritmos y sus fases se ori-
ginaron los calendarios lunares. Los campesinos utilizaban el
calendario menstrual 4, que tenía —y tiene— trece meses de vein-
tiocho días, es decir, cuatro semanas de siete días cada una. Cada

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LOS PLANETAS

semana representa una fase lunar y nos señala nuevos objeti-


vos. El calendario oficial era el juliano, regido por el Sol.

Los estadios lunares hacen que al arquetipo se le atribuyan


distintos mitos vinculados con cada fase, y se observa la Luna
como una Triple Diosa. La luna creciente se vincula con las
diosas Artemisa y Diana, unas doncellas enérgicas, jóvenes e
independientes. La luna llena, voluminosa y radiante, se rela-
ciona con Selene y Démeter —que también sería Ceres—, las
diosas de la fertilidad y la concepción. El estadio misterioso de
la luna nueva se corresponde a Hécate —aunque a veces se re-
laciona con el cuarto menguante—, ya que representa una face-
ta anciana de la diosa, la mujer sabia, enraizada, que al apagar
la luz hace confrontar lo más oscuro, denso y mágico. Lilith o
Perséfone son arquetipos de la Triple Diosa que conecta con
el inconsciente y nos muestra lo más primario y reprimido de
nosotros mismos. Este estadio lunar es el momento más denso
e intenso, de muerte y renacimiento, de liberación y regenera-
ción del mundo emocional.

A través de los mitos lunares vemos la amplitud de registros


de este arquetipo femenino de fluctuación anímica. Las fases
lunares son análogas a todo nuestro desarrollo vital, es decir,
a nuestra necesidad de proteger, nutrir y conectar con nuestro
mundo interno.

En nuestra carta, la Luna principalmente representará al arque-


tipo de la Madre, o de la persona que haya ocupado el rol ma-
terno, o de las mujeres o individuos con características lunares.
De manera específica, en la carta de una mujer también puede
representarse a ella misma como madre. En un mapa natal fe-

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LUMINARES

menino la Luna podría ser más preponderante que el Sol por su


conexión con los ciclos a través de la menstruación. Estudiar los
ciclos menstruales sería otra forma de tomar conciencia de los
estados emocionales y acompañar el proceso anímico.

También en la carta de un hombre con el Sol en el signo de


cáncer es muy importante observar la Luna, ya que su Sol es
nocturno —energía yin, receptiva—. En este caso la Luna podría
proyectarse y personificarse en mujeres o figuras con energía
femenina. Aunque la Luna sea un símbolo femenino, para la
individuación de un hombre también es necesario desarrollar
su capacidad lunar.

Los principios lunares que se relacionan con nosotros —y que


veremos a través de las siguientes páginas— son la nutrición, la
contención, los cuidados, la protección, la seguridad emocional,
la empatía, la ternura, la proximidad y el amor.

Mutación continua

Durante milenios, la humanidad vivió en armonía, conectada


con la naturaleza y contemplando los procesos de la Tierra. Gra-
cias a esto, se percató de la correlación entre los acontecimientos
y el momento preciso del año —día, mes y fase de cada luna-
ción—. Fue así como se estableció una relación entre la vida y el
cielo. Y lo que sucedió de manera natural fue que los ciclos luna-
res y las estaciones definían y guiaban temas cotidianos como las
cosechas o los rituales paganos, por ejemplo.

Durante los veintiocho días (aproximadamente) de traslación5,


la Luna pasa por distintas fases que muestran su naturaleza cícli-

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LOS PLANETAS

ca. Fase tras fase va marcando y mostrando el ritmo de la vida,


como un reloj en espiral. Es decir, a cada ciclo le sigue otro en
continuum, avanzando en distintos niveles de lo mismo. Estos pe-
ríodos diferentes los podemos percibir en el cielo nocturno a
través del ciclo explicado en cuatro fases. La primera es la de la
luna nueva —en la que no vemos la Luna— y nos indica un nue-
vo inicio, una semilla potencial y el impulso vital de nacimiento.
Después tenemos el cuarto creciente, que es el momento ade-
cuado para enraizar la iniciativa. La tercera fase es la de luna
llena, que es de plenitud, madurez, mayor claridad y conciencia.
Después viene la fase del cuarto menguante, que es de recolec-
ción, obtención de resultados y muestras visibles. Y, finalmente,
cuando la Luna se dirige hacia la fase negra es el momento pro-
picio para desprendernos de lo obsoleto, conectar con lo mági-
co, lo poético, lo desconocido e inefable y descansar para gestar
y dar vida al nuevo ciclo.

La Luna rige nuestra feminidad, los ritmos biológicos, la reno-


vación y la muerte. Mircea Eliade comenta que «la muerte de la
Luna no es jamás definitiva… Este perpetuo retorno a sus for-
mas iniciales, esta periodicidad sin fin, hace que la Luna sea por
excelencia el astro de los ritmos de la vida»6. Noche tras noche,
la Luna va cambiando de forma. La mujer, en sincronía con ella,
va mutando su cuerpo a través de sus ciclos menstruales, y en
otra etapa más madura de la vida sigue sintonizada con sus di-
ferentes fases. Con nuestra luna astrológica sucede lo mismo:
vive diferentes estadios que movilizan nuestro estado de ánimo
independientemente de nuestro género.

La Luna nos conecta con los orígenes vitales también a través del
agua. Las fuerzas gravitatorias entre el Sol, la Luna y sus fases so-

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LUMINARES

bre la Tierra producen las mareas. Estos cambios periódicos del


nivel del mar indican de nuevo el efecto del luminar nocturno.
El agua, análoga al mundo lunar, se encuentra en la naturaleza.
Ocupa las tres cuartas partes del planeta Tierra y constituye apro-
ximadamente el 60 % del peso corporal humano. En gran medi-
da somos agua. Según Jean Chevalier, las significaciones simbó-
licas del agua pueden reducirse a tres temas dominantes: «fuente
de la vida, medio de purificación y centro de regeneración»7.

Los ciclos que muestran las fases lunares y que rigen las aguas
también simbolizan la fluctuación que nos lleva a transitar nue-
vos lugares emocionales sin descanso. Aunque no seamos cons-
cientes, interna y emocionalmente estamos mutando: cada dos
días y medio aproximadamente, cuando la Luna cambia de signo
zodiacal, podemos percibir una nueva fase y energía. Si somos
conscientes de ello el proceso podrá ser más fructífero; si esta-
mos sintonizados con las fases lunares podemos sentir mayor
inestabilidad emocional y mostrar un estado de ánimo variable
—popularmente conocido como lunático—.

La capacidad que nos da para absorber los sentimientos de los


demás, como esponjas psíquicas, puede hacernos sentir abruma-
dos por las emociones, llevándonos al llanto y a implicarnos
en exceso en las situaciones cercanas sin ser objetivos con lo
que nos está sucediendo, pudiéndonos llegar a comportar de
manera irracional. Este alto nivel de empatía será un don para
quienes realicemos una actividad contenedora —como la de
un cuidador, terapeuta, psicólogo o cualquier profesión que
requiera de contacto humano—, ya que estaremos capacitados
para sentir y acompañar, aunque tendremos que aprender a dar
lo justo y necesario para evitar sobreproteger a los seres queri-

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LOS PLANETAS

dos y sobrecargarnos nosotros con emociones que no nos son


enteramente propias.

La Luna conecta con nuestro lado inconsciente e irracional,


como cuando estamos en fase de luna nueva, y es por esto que
en esos momentos no solemos tener claridad, no podemos iden-
tificar lo que es y vemos dificultada la comprensión. Lo creativo
de este proceso es sentir la evolución y la riqueza de matices
de nuestro mundo interior. Es gracias a esta sensibilidad que
podemos desarrollar la inteligencia emocional, convirtiendo
en talento algo que hasta el momento podía generarnos mucha
inestabilidad y tristeza a nosotros y a nuestro entorno.

Podemos realizar actividades que permitan expresar estos es-


tados y ajustar lo que sea necesario para aprender a traducir lo
que emana de nuestro interior sin que la corriente emocional se
nos lleve. Es decir, se trata de que busquemos un contexto en el
que podamos encarnar las habilidades lunares de la sensibilidad
y la empatía.

La noche inconsciente

La Luna es análoga al inconsciente, es decir, a eso que no vemos


pero que está y que refleja como un espejo. Cuando la Luna se
encuentra en fase nueva y la noche es rotunda oscuridad no sig-
nifica que lo que no vemos, por no estar iluminando, no exista.
Si únicamente fuéramos luz y nos miráramos en el espejo, no
veríamos nuestro reflejo; faltarían sombras para ver los volú-
menes de nuestro rostro y así reconocernos. Se necesita la luz y
también la sombra para ver, para dar forma. En este plano dual
no hay luz sin sombra.

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LUMINARES

En el Zodiaco, cada símbolo astrológico muestra continuamen-


te el ritmo intercalado día-noche, masculino-femenino y cons-
ciente-inconsciente porque, aunque estamos en proceso conti-
nuo, no podemos estar siempre en fase progresiva. Nuestro Sol
necesita sumergirse en las aguas para ver nuevos sueños y hu-
mectarse, si no, se vuelve estéril. Y es que, desde nuestra parte
solar, diurna, clara y precisa, el proceso inconsciente puede ser
demasiado vago e innecesario. Para iniciar un nuevo día y tomar
la luz del propósito solar primero tenemos que ir hacia dentro, es-
tar receptivos, escuchar el silencio, intimar con el abismo, mirar
más allá de la apariencia y de lo racional, advertir las profundi-
dades del yo, navegar por los sueños, danzar con los monstruos
y morir con ellos. Es de esta manera como podremos fortalecer-
nos, gestar un yo ampliado y volver a nacer.

En nuestro inconsciente habitan fragmentos de nuestro ser que


por distintos motivos no pueden emerger. Esto hace que al ne-
garlos en nuestro mundo interior y no escucharlos, se manifes-
tarán como puedan en nuestra vida, y nos harán permanecer en
un estado inmaduro, a merced de nuestras pulsiones primarias
y negaciones de nuestras necesidades más vitales. Todo ello aca-
bará por traernos el caos necesario a nuestras vidas para generar
los cambios y las ampliaciones oportunas de nuestra autocon-
ciencia. Como decía Jung, «no podemos cambiar nada a menos
que lo aceptemos»8.

Necesitamos lo consciente y también lo inconsciente para des-


cubrirnos en toda nuestra completitud. Lo equilibrado, enton-
ces, es que ambos realicen su función. La Luna nos conecta con
el cuerpo, lo material, lo inexplorado y lo sutil. El inconscien-
te nos ofrece la materia prima que, si se libera y se le indica

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LOS PLANETAS

una dirección, deja de someternos y de somatizarse. Además,


nos brinda la posibilidad de renovación y actualización de los
objetivos solares desde nuestra faceta más vulnerable, femenina,
gestadora y mágica. Es por ello que podemos decir que la Luna
alumbra la conciencia.

La Madre

La Luna representa el arquetipo de la Madre dentro de noso-


tros. Ella, con su cuerpo-nave, nos da a luz a través de las aguas
otorgándonos el cuerpo físico. Durante nueve meses, madre e
hijo comparten las profundidades más mundanas y sutiles fu-
sionados, como un único ser, formando un vínculo trascenden-
te sin igual. La madre es vital; la Luna es vital.

En la mayoría de ocasiones, cuando nace un hijo emerge en la


madre un fuerte instinto de protección para defender a su cria-
tura ante cualquier peligro. El bebé únicamente necesita el ca-
lor, el pecho, la voz, el latido, el amor y la seguridad de la madre.
Ella es todo su mundo y con ella se siente protegido y a salvo.

La madre arquetípica está capacitada para diferenciar las ne-


cesidades básicas y primarias del bebé. Ella atenderá su mun-
do anímico y constituirá su fortaleza interna nutriendo con
ternura, empatía y comprensión en un estado simbiótico. Al
satisfacer todas estas necesidades del niño, la madre le aporta
estabilidad emocional. En la cotidianidad se irán originando
hábitos y rutinas funcionales que se volverán referentes y si-
nónimos de seguridad para el ser que está aprendiendo a desa-
rrollarse en la vida.

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LUMINARES

La relación que mantuvimos con nuestra madre —representa-


da por nuestra Luna astrológica— y la atención que recibimos
durante la etapa inicial de nuestra vida erige el primer pilar psí-
quico y define nuestro arquetipo lunar individual. La infancia
conformó nuestro modelo emocional y, en consecuencia, ac-
tuaremos de manera automática, instintiva y reproduciendo las
memorias vividas —fisiológicas y emocionales— que hayan sido
más o menos funcionales para nuestra supervivencia. La luna de
nuestra carta natal —en función del signo y la casa en los que
esté— y los aspectos que presente nos indicará de qué manera
se define nuestra seguridad emocional basada en el recuerdo de
lo vivido en nuestras primeras experiencias. Como dice Bert
Hellinger, «la madre es la conexión con la vida»9.

El contacto materno —lunar— nos condiciona. Si estamos débi-


les emocionalmente por cómo fue nuestra infancia, es probable
que crezcamos en un estado muy vulnerable y que en momen-
tos clave nos falte fuerza y estabilidad emocional. En este caso,
nuestros vínculos personales y profesionales, o nuestra carrera,
se verán afectados. En cambio, si estamos fuertes y nutridos in-
ternamente, también se manifestará en nuestra vida.

Para Winnicott hay dos tipos de madres: «la buena madre» y


«la madre suficientemente buena»10. La primera nutre, pero no
alienta la independencia, mientras que la segunda se correspon-
de con el arquetipo sano de Madre: la que cubre las necesidades
básicas, genera la estabilidad interna y estimula el proceso de se-
paración para que el niño se atreva a salir de la cueva, se exponga
al mundo y haga el proceso de individuación —se dirija hacia su
Sol natal—. También es la que facilita el proceso de «ilusión y
desilusión» para que el niño se adapte al mundo y aprenda con

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LOS PLANETAS

amor a «tolerar resultados de frustración». La Luna es el con-


tenedor del Sol, es el cuerpo, es quien cuida el objetivo solar.
Es a través del vehículo emocional lunar que manifestamos el pro-
pósito solar. En nuestro cuerpo esta nutrición se ve represen-
tada por la linfa, que favorece el proceso digestivo y protege el
cuerpo contra organismos patógenos.

El hogar

La madre es la primera representación de lo que nosotros con-


sideramos como hogar, casa, cueva, espacio que nos contiene,
área de confort, zona de seguridad y lugar de descanso para re-
generarnos. El hogar podemos verlo como el ombligo de nuestro
mundo, como un santuario, un lugar sagrado donde encontra-
mos la paz y la armonía, y donde nos refugiamos en nuestro
interior. También lo podemos ver como símbolo de la vida en
común, del amor, de la conjunción del fuego y su receptáculo.

El hogar, en su manifestación negativa, puede ejercer de ancla-


je que frena nuestro movimiento hacia el exterior dejándonos
en la zona de confort y de seguridad mientras se congela nues-
tro crecimiento, psicológico y vital. A la Luna también se la
asocia con el automatismo, ya que nos resulta más fácil repetir
los patrones integrados desde la infancia que nos hacen sentir
seguros y que excluyen el riesgo. No obstante, si estimulamos
nuestra singularidad y desarrollo frenamos nuestro crecimien-
to, y en vez de un hogar que nos nutre puede transformarse en
un lugar donde quedemos estancados. La Luna no comprende
la separación, así que puede invadir o no facilitar la necesidad
individual, sino reprimirla. Si la vivimos de modo inconsciente

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LUMINARES

y en repetición continua, podemos castrar nuestra motivación


y volvernos autómatas. Si, en cambio, comprendemos la dife-
rencia entre dependencia —que estanca nuestro crecimiento—
con pertenencia y voluntad individual podemos originar nue-
vos hábitos que alimenten nuestras necesidades actuales.

La Luna también simboliza nuestras raíces, la memoria gené-


tica y ancestral, el compartir experiencias con la familia de la
misma frecuencia emocional o con un clan en el que hay protec-
ción y contención mutua. Cuando el magnetismo de nuestros
orígenes es muy fuerte, puede retrasar nuestra emancipación
hacia lo individual, dejándonos en un estado pre-personal. Con
mesura y en los momentos oportunos, el apego seguro será sano
porque es nuestro cordón umbilical anímico. Ir a nuestra Luna,
al hogar, al mundo privado buscando la estabilidad interna, nos
nutrirá. La Luna astrológica es la plataforma de nuestra seguri-
dad emocional; el lugar de descanso propio, alimento (físico y
emocional) y regeneración para dar forma al nuevo día.

Dependiendo de la configuración lunar de nuestra carta natal,


el significado de la Luna también se puede extender al lugar
de trabajo, al pueblo o a la nación. Es decir, a espacios donde
anidar que transmitan sentimiento de protección y seguridad
emocional a nuestro niño interior. Si tenemos el sentido de
pertenencia muy arraigado, nos involucramos totalmente y de
manera defensiva y protectora, podemos mostrarnos apegados
al clan, poniendo fronteras en cualquier dirección que cuestio-
ne, modifique o haga peligrar el consenso o el funcionamiento
grupal, y con el tiempo tenderemos a la endogamia. De igual
forma, en el plano psíquico individual, si nos quedamos en-
cerrados demasiado tiempo repitiendo patrones y sin nuevos

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LOS PLANETAS

nutrientes, podemos llegar a presentar un pobre desarrollo psí-


quico y emocional.

Las memorias soñadas

La memoria también está íntimamente ligada a la emoción y


al sentimiento. Por ese motivo, si los recuerdos de nuestra in-
fancia son muy recurrentes, pueden succionarnos el presente,
robarnos el ahora y hacernos sentir melancólicos de etapas que
ya se evaporaron. Ya que los recuerdos asociados a emociones
fuertes difícilmente se pueden borrar, si no los gestionamos co-
rrectamente pueden devorar nuestro presente y futuro. Lo más
constructivo sería pensarlos y sentirlos desde un lugar y una
actitud de aprendizaje que nos ayude a nutrirnos en el presente.
Se trata de llegar a comprender qué posibilitaron en nosotros
aquellas acciones y acontecimientos o incluso aquellas ausen-
cias y omisiones que tanto nos marcaron. A menudo vemos
que cuando la energía lunar de una persona está muy activa le
parece que el pasado fue mejor, no quiere avanzar o está en un
estado de melancolía (consciente o inconsciente). La memoria
es magnífica para un uso constructivo como, por ejemplo, re-
capitular y estudiar el pasado con el fin de identificar patrones
y observar la evolución de los acontecimientos.

Lo lunar simboliza el estado reflexivo, la introspección, la apa-


riencia tímida y melancólica, la sensibilidad, la oscuridad y el
mundo onírico cuando descansamos, regenera membranas
psíquicas y viaja hacia las profundidades del Ser. Por lo tan-
to, la Luna es el puente hacia el mundo de los sueños, que son
nuestros portales del alma que reflejan el inconsciente personal.

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LUMINARES

Frédéric Gaussen dice del sueño que es «símbolo de la aventu-


ra individual, alojado tan profundamente en la intimidad de la
conciencia que escapa a su propio creador»11. Cada día al dor-
mir, aunque no seamos conscientes, vivimos dos horas en el
mundo simbólico, soñando. Para Freud el sueño «es la expre-
sión, e incluso el cumplimiento, de un deseo rechazado»12. Para
Jung es «la autorrepresentación, espontánea y simbólica, de la
situación actual de lo inconsciente»13. Parece que el sueño esca-
pa a nuestra voluntad. En Egipto creían que los dioses crearon
los sueños para indicar el camino a los hombres. Las investiga-
ciones analíticas, parapsicológicas y etnológicas han clasificado
los sueños nocturnos como sueños proféticos, didácticos, ini-
ciáticos, telepáticos, visionarios o mitológicos.

Durante el viaje sutil del sueño se van explorando las distin-


tas fases lunares, los estados de creación, de plenitud y de di-
solución. Podemos practicar el sueño dirigido con consignas
específicas y el sueño lúcido. El sueño es reparador y necesario
para el equilibrio biológico y mental, nos muestra problemas
a resolver, sirve de válvula de escape de impulsos reprimidos
durante el día y nos informa de nuestro estado psíquico. De
hecho, más allá de la Luna, a través de los sueños vivenciamos
el resto de arquetipos planetarios que no podemos vivir duran-
te la vigilia. El sueño es un tesoro del inconsciente de enorme
funcionalidad. Cuanto más atendamos y observemos lo que
soñamos más comprenderemos el lenguaje de nuestro incons-
ciente, mayor será el autodescubrimiento y más claro podrá ser
nuestro día solar.

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LOS PLANETAS

El trabajo interno

Las heridas emocionales a menudo se originan en la infancia. Es


en esa edad y escena del pasado donde podemos tener anclado
parte de nuestro dolor y también de la seguridad emocional.
Conectar con lo lunar es hacerlo con la fuente de la vida, con
los orígenes, con nuestro mundo interno en mayúsculas, con la
vulnerabilidad y la seguridad. La Luna es el punto de referencia
que nos puede anclar y propulsar de manera simultánea. Si el
freno para nuestro desarrollo es el vínculo maternal o el hogar,
es necesario sanarlo. Como dice Bert Hellinger, «si tienes a tu
madre bien integrada en ti, ¡brillarás!»14.

Es vital atender las necesidades de nuestra Luna —dadas por su


signo, casa y aspecto— para sentirnos seguros emocionalmente.
Para ello podemos realizar el trabajo de reconexión con la pro-
pia figura materna. De hecho, es sano hacerlo como punto de
partida. Desde la astrología psicológica observamos que la rela-
ción con nuestra figura materna será un reflejo, una represen-
tación de algo propio que puede abarcar desde la armonía hasta
el conflicto interno-externo. El trabajo profundo lo hacemos
con la Luna interna. ¿Qué mejor que darnos lo que necesita-
mos? Cuidarnos primero a nosotros para poder atender mejor
a los demás. Cuando nuestra Luna sea sana, viviremos nuestras
emociones sin generar dependencias, con libertad, sintiendo la
pertenencia a nuestro clan y también con la familia humana.

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LUMINARES

Significados de la luna en nuestra carta natal

• Cómo percibimos la figura maternal.


• El vínculo con la madre o el recuerdo de la madre.
• Nuestra manera de nutrir y alimentar.
• Nuestra vertiente maternal.
• La capacidad de contener que tenemos.
• Nuestro organismo y su funcionamiento.
• La relación que tenemos con el cuerpo.
• La capacidad que tenemos de ser receptivos.
• Nuestra forma de intimar.
• La relación con nuestro pasado y los recuerdos.
• La infancia y nuestro niño interior.
• La manera que tenemos de satisfacer nuestras necesidades.
• Nuestro mundo emocional y su grado de estabilidad.
• La relación con el hogar, la familia, las raíces, el clan y
la pertenencia.
• Los hábitos que favorecen nuestra estabilidad emocional.
• Cómo sentimos y expresamos los sentimientos.
• Lo que nos aporta seguridad emocional.
• Nuestras reacciones automáticas y tendencias repetitivas.
• Nuestro mundo inconsciente.
• Nuestra imaginación, el mundo onírico.

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APÉNDICES

Correspondencias planetarias

A continuación, encontrarás una serie de tablas con el significado


de los glifos planetarios y las correspondencias de los arquetipos
asociados a cada planeta en todas sus dimensiones.

Los arquetipos se manifiestan a través de nuestros órganos, de


animales, plantas, cristales, colores, etcétera. Emplear estos ele-
mentos para contrarrestar o enfatizar un arquetipo planetario en
nuestro organismo —físico, emocional y mental— es algo que se
practica desde la antigüedad.

Significado de los glifos planetarios

Los símbolos planetarios que sirven para representar los distin-


tos cuerpos astronómicos son los siguientes:

Punto: Símbolo de la Unidad, el Origen.

Cìrculo: Símbolo del espíritu divino, el infinito, el universo como totalidad, el


principio vital, el principio de vida consciente y el espíritu que anima el cuerpo.

Semicírculo: Símbolo de la recepción, la percepción y la sensibilidad.

Flecha: Símbolo de la actividad, el movimiento y la dirección.

Linea vertical: Símbolo de la mente. Principio activo.

Linea horizontal: Símbolo del cuerpo. Principio pasivo.

Cruz: Símbolo del cuaternario espiritual neutro. Encarnación en la materia del


cuerpo y la mente.

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LOS PLANETAS

Luna b

Glifo A menudo se la representa como la Luna de cuarto creciente


—en el hemisferio norte—, que es el punto medio entre las fases
de luna nueva y llena. Mira hacia la izquierda, al pasado.
Se dibuja como un medio círculo que se está terminando de
cerrar como símbolo del alma que evoluciona para que el ser
llegue a completarse.
La ausencia de la cruz —símbolo de lo material— enfatiza su
significado emocional y subconsciente.

Dignidades Domicilio: Cáncer.


Exilio: Capricornio.
Exaltación: Tauro.
Caída: Escorpio.

Día de la semana Lunes.

Pecado capital La pereza.

Verbos Sentir, nutrir, fertilizar, proteger, cuidar, empatizar, amar,


recordar, soñar, reaccionar.

Número 2

Partes del Lado izquierdo del cuerpo.


cuerpo El sistema digestivo, en concreto el estómago.
El sistema reproductivo, el útero, los senos y las glándulas mamarias.
El ciclo menstrual.

Dolencias Problemas digestivos y endometriosis.

Colores Blanco, plateado, ópalo, azul claro, morado claro, gris perla,
azul oscuro, negro, gama de amarillos.

Formas Curvas irregulares.

Material Suave y liso.

Piedras y cristales Piedras blandas como tiza o alabastro.


Piedra lunar, perlas, selenita, ópalo, aguamarina.

178
APÉNDICES

Ejercicios

En este apartado del libro te propondré tres tipos de ejercicios


que te servirán tanto para aprender astrología como para cono-
certe mejor. Antes de empezar con ellos, es importante que te
plantees estas dos preguntas: ¿Identifico en mí las distintas funcio-
nes planetarias? ¿Cómo me relaciono con ellas?

Ejercicio 1: Diario astrológico creativo

El autoconocimiento, el aprendizaje y la evolución conscien-


te se da al contemplar nuestra propia vida. Debemos identifi-
car, comprender y aprender para integrar de manera efectiva.
Acompañar nuestro desarrollo con un diario astrológico creativo
en el que volquemos cada día nuestro estado mental y emocio-
nal nos facilitará la toma de conciencia de patrones que se re-
piten, así como de sus causas y consecuencias. Se tratará de ver
las cosas que nos suceden en términos astrólogicos en lugar de
personalizarlos demasiado. No solo se trata de anotar el estado
en el que estamos, sino de relacionarlo con los arquetipos que
pueda haber detrás. Al anotar los hechos acaecidos también será
importante distinguir la firma planetaria de cada uno. No es lo
mismo haber comido mucho un día por el puro placer venusino
que para compensar una carencia lunar. El diario tiene la fre-
cuencia y las reglas técnicas y de contenido que uno quiera y se
pueda permitir; es un lugar de expresión libre. Puede ser plásti-
co, escrito o una mezcla de ambos.

Además de anotar la fecha del día, si tenemos mayores conoci-


mientos astrológicos es interesante apuntar también la fase de la

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LOS PLANETAS

lunación y los tránsitos personales en los que estamos. Así po-


dremos aprender acerca del despliegue de esa función planetaria
y acompañarla al tiempo que vamos aprendiendo astrología.

Ejercicio 2: Reflexión, escritura y acción

También podemos utilizar el diario de un modo más reflexivo


y consciente, como si fuera una especie de mentor o entrenador
personal que nos hace las preguntas que necesitamos respon-
der para ayudarnos a tener las cosas claras, establecer plazos e
ir concretando. Todo ello a través de los tres siguientes pasos:

Reflexión
Lo primero será observarnos, reflexionar y recapitular. Es el
momento de hacernos preguntas para trajabar los distintos ar-
quetipos planetarios como, por ejemplo: ¿Qué necesito trabajar
interiormente? ¿Qué tengo en mente que me incomoda o que quiero
resolver? ¿Qué ilusiones profundas quiero plasmar?

Escritura
A medida que vayamos respondiendo interiormente a las pre-
guntas iremos tomando notas, haciendo dibujos o lo que vaya
surgiendo. Escribir permite concentrarse, racionalizar senti-
mientos y ordenar percepciones. Al inicio nos podrá resultar di-
fícil, pero si perseveramos, no tardaremos en ver los frutos que
nos dará el hecho de ordenar nuestra vida. No es lo mismo, por
ejemplo, sentir amor de manera amplia y vaga que buscar uno o
varios términos y colores que lo representen. Además, con este
proceso de escritura quedará un registro de todo el proceso que,
al releerlo más adelante, nos hará recordar y ver con más obje-
tividad experiencias que de otro modo olvidaríamos. También

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APÉNDICES

será muy enriquecedor acompañar los textos con páginas de co-


lor o cualquier cosa que nos nazca libremente.

Acción
En el siguiente paso pondremos en acción las consecuencias de
nuestros descubrimientos. Modificar progresivamente lo nece-
sario para ir integrando con más conciencia cada voz interior.
Vivir cada día con intención. Una vez reflexionado sobre un
planeta concreto o sobre la relación de varios, se trataría de ha-
cer cambios en nuestra vida que permitan su expresión buscan-
do actividades propicias para ello.

Por ejemplo, si queremos ir conociendo e integrando nues-


tra Luna, podemos leer el listado de significados que tiene en
nuestra carta natal y reflexionar sobre qué áreas lunares están
por desplegarse en nosotros. Podemos querer mejorar nuestro
hogar, recapitular nuestra infancia, pensar en nuestra madre o
aprender a cuidarnos mejor. Si nuestra forma de ser es más bien
pasiva, en lugar de querer forzar según qué cambios podemos
desarrollar nuestra sensibilidad a través de la reflexión y la es-
critura para poder estar atentos y aprovechar los momentos en
los que la vida toma la iniciativa —a través de un tránsito plane-
tario— y nos propone y facilita una oportunidad para reconocer
una faceta interior que queremos integrar.

Ejercicio 3: Estimular y desarrollar las funciones planetarias

Puedes hacer este ejercicio con cualquier función planetaria em-


pezando por las preguntas previas que te llevarán a las activi-
dades necesarias para despertar y ejercitar cada capacidad pla-
netaria. Al final puedes imaginar que cada planeta es un dios al

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LOS PLANETAS

que agradecerle la función que te ha dado. Si sientes que tienes


una mala relación con alguno de ellos puedes aprender a hacerle
ofrendas a través de estas actividades y dejarás de tener que vi-
virlo por pasiva a través de otras personas y circunstancias.

Cualidad lunar
Empieza haciéndote las siguientes preguntas:
¿Cómo es y en qué punto está mi relación con la función lunar?
¿Cómo me siento cuando pienso en el simbolismo de la Luna?
¿Me cuesta moverme de la zona de seguridad y confort y siento apego
en mis vínculos, sean sanos o no?
¿Por el contrario, vivo bien la pertenencia y siento que está en equilibrio?
¿Siento desarraigo?
¿Me cuesta cuidarme?
¿Qué necesito para sentirme estable emocionalmente?
¿Cómo me nutro y de qué tengo hambre y necesidad?
Practica las siguientes actividades para ejercitar la cualidad lunar:
Cuida de los demás y de ti mismo.
Haz que tu hogar sea agradable.
Escribe o dibuja tus sueños.
Quédate un rato en la cama al despertarte.
Contempla la luna en el cielo y sus ciclos mensuales.
Lee poesía y despierta tu mirada simbólica a través de las metáforas.
Escucha música relajante.
Disfruta de un baño.
Recapitula y escribe sobre tu pasado e infancia.
Cuida tu alimentación.

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