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EL PROCEDIMIENTO PENAL EN EL ECUADOR

Introducción

Toda organización humana produce conflictos entre sus miembros, la mayoría de estos
se resuelven sin la participación del Estado. Sin embargo, cuando estos conflictos se
tornan de índole jurídico penal, el Estado se arroga una potestad punitiva para
resolverlo mediante la aplicación del derecho penal y los procedimiento que de esta
rama se derivan y que en un tiempo y lugar determinado responden a la naturaleza y
esencia del sistema político que rige en ese contexto.

La Constitución de la República del Ecuador, es la norma suprema y prevalece sobre


cualquier otra norma del ordenamiento jurídico. Por lo que se establece que todos los
preceptos constitucionales son de carácter obligatorio; uno de estos preceptos y es el
derecho de todos los ecuatorianos ¨al debido proceso¨, el mismo que instituye como no
podía ser de otra manera, derechos y garantías de la persona y consagra principios que
deben regir el proceso penal, que se constituyen en verdaderas limitantes del poder
punitivo del Estado Este derecho fundamental está garantizado en el Capítulo Octavo,
Derechos de Protección. (Corporación de Estudios y Publicaciones, 2008)

Para profundizar el conocimiento del procedimiento penal en el Ecuador, es necesario


hacer una génesis y dar seguimiento a la evolución del Derecho penal en el país. Un
aporte importante en referencia al tema lo hace el autor Alban (1992), quien considera
los períodos fundamentales en que se divide la historia en nuestro país, así tenemos: el
aborigen, colonial y republicano.

De acuerdo al aporte del autor, la etapa aborigen se caracteriza por la falta de fuentes
documentales para determinar las normas penales que regían entre los pueblos que
habitaban el Ecuador, las mismas que eran consuetudinarias ya que se transmitían
verbalmente.
Antes de la invasión incásica cada tribu tenía sus normas
particulares, por lo que con el incario se unifican esas normas, de
las que se puede destacar su carácter eminentemente público y su
matiz religioso. Por otra parte en el incario se define una
gradación de las infracciones según su gravedad, entre las que
predominan las que afectan al inca, la religión y el Estado,
pasando luego a los delitos contra las personas, los sexuales y
contra la propiedad colectiva. (Albán, 1992)

En general en este período la delincuencia es exigua, pero la existente, era reprimida


con la pena de muerte y otras sanciones de carácter corporal de manera muy severa y en
la mayoría de los casos públicamente.

El Período Colonial marcado por la conquista española se caracterizó por la


introducción
del sistema legal hispánico en las colonias, el mismo que sentó sus bases en el derecho
romano y adoptó elementos del derecho canónico. En este tipo de derecho las leyes
penales se caracterizaban también por la severidad de las penas impuestas. Es
importante destacar la expedición de las Leyes de Indias de 1680, normativa que
pretendía tutelar la población indígena americana, pero que lamentablemente no fue
aplicada y no cumplió con su fin, debido a que los colonizadores consideraban que
ellos debía poner las leyes para los indios, y por tal razón se fueron en contra de varias
políticas especialmente de los sacerdotes españoles quienes buscaban leyes más justas y
equitativas para los indígenas.

Ponce (2013) en su artículo “El Drecho Penal” como producto de su investigación


expone:
Las leyes penales severas que se encontraban dispersas en los
distintos libros como ya enuncie anteriormente los llamados " De
la Recopilación de las Leyes de Indias" pero particularmente en el
libro VII se da un detalle más o menos ordenado de las diversas
leyes penales que regían en América durante la colonia española.
Todas esta leyes en particular las penales, están compuestas de
normas y reglas dedicadas injustamente a juzgar a los indígenas,
negros, esclavos y de manera especial a los mestizos, ya que los
chaperones españoles quedaban fuera del alcance de la ley por
ser considerados impunes, leyes en sí que tenía una drasticidad
inhumana ya que además de tener condenas de prisión eran
obligados a cumplir penas pecuniarias de alto costo. (Ponce,
Anshelo, 2013)
Al hacer un análisis sobre la reseña de Albán (1992) se determinó que la
independencia y los comienzos de la República no implicaron la aparición automática
de un nuevo sistema legal, por lo que continuaron rigiendo las leyes españolas hasta que
se dictaron otras leyes que las reemplacen, lo que en el campo penal recién aconteció en
1837 cuando se aprobó el primer Código Penal ecuatoriano, el mismo que fue
promulgado durante la presidencia de Vicente Rocafuerte, inspirado en las ideas
liberales de dicho mandatario y al parecer del código español de 1822, normativa en la
que se empieza a institucionalizar los principios fundamentales de la Escuela Clásica,
esto es, legalidad de delitos y penas, culpabilidad psicológica, entre otros temas,
manteniéndose eso sí algunas de las viejas tradiciones penales.

El Código Penal de 1872 fue expedido durante la segunda presidencia de Gabriel García
Moreno y se inspiró en el Código Penal de Bélgica de 1867, el que a su vez tenía como
modelo el Código francés de 1810. Este Código tiene 18 alguna evolución con relación
al de 1837 en cuanto a los conceptos esenciales derivados de la Escuela Clásica.

El Código Penal de 1906 promulgado durante la segunda presidencia de Eloy Alfaro,


cuerpo normativo que en su estructura básica es igual al anterior, pero que introduce dos
importantes reformas acordes a la orientación liberal imperante en el país y que son la
supresión de la pena de muerte y de los delitos contra la religión; y, Código Penal de
1938 expedido durante la dictadura del General Alberto Enríquez, que mantiene la
estructura básica del código anterior derivada de la Escuela Clásica, con algunos toques
modernizadores inspirados en el Código Penal italiano de 1930 y en el argentino de
1922, tales como la relación de causalidad, la imputabilidad, entre otros aspectos.

Es importante destacar que desde su expedición se le han incorporado algunas


codificaciones, la primera en 1953, la segunda en 1960 y la tercera en 1971, cuya
numeración es la que se cita actualmente en trámites judiciales y sentencias. Entre las
principales Reformas introducidas al Código Penal de 1938 se puede destacar las citadas
por Albán (1992):

La tipificación del delito de terrorismo de 19 de diciembre de


1975, mediante reforma al Art.160; La tipificación del delito de
enriquecimiento ilícito de 29 de agosto de 1985, mediante la
inclusión de tres artículos innumerados agregados luego del
Art.296; cuando los reos hubieran permanecido sin sentencia
detenidos por igual o mayor tiempo a la pena máxima a la que
tendrían que ser condenados, serán en inmediata libertad) de 24
de diciembre de 1997; La derogatoria del Art.27 (causa de excusa
cuando se sorprenda en acto carnal ilegítimo a hija, nieta o
hermana) de 21 de julio de 1998.

En la actualidad , se evidencia la necesidad de que el Derecho Penal, empleando como


instrumento los procedimientos penales, construya un sistema que permita a las
agencias jurídicas un ejercicio racional de su poder para contener el del poder punitivo,
que tiende estructuralmente a un ejercicio ilimitado y arrasador de todo espacio social.

Para Zaffaroni (2002) el Derecho Penal debe ser entendido como un instrumento que
permita el perfeccionamiento del Estado Constitucional de Derecho, para lo cual “Debe
sustentarse en el principio de compatibilidad legal, esto es, bajo un irrestricto respeto a
la jerarquía jurídica –vale decir 1º la Constitución, 2º los convenios internacionales, 3º
la ley-, con lo cual se configuraría en un apéndice indispensable del Derecho
Constitucional y en un medio para fortalecer una administración de justicia
constitucional”. (Zaffaroni, 2002)

En el Código Penal (2013) se expone:


Una vez transformada en efectiva la relación hipotética o preventiva que se
establece entre el Estado y sus súbditos cuando la ley tipifica los delitos y señala
las penas no como amenaza propiamente sino como advertencia y límite, se inicia
de inmediato el difícil y delicado camino del proceso penal para juzgar la
conducta ilícita, y el más escabroso aún de la ejecución de la sentencia
condenatoria. Es cuando la trilogía integrada por el delincuente, el delito y la
pena, se torna en sugestivo problema que concita la unánime preocupación de
quienes participan, de una u otra manera, en la expedición de la regla jurídica,
en su interpretación y aplicación, en la defensa del imputado y en la suerte del
reo una vez que se pierde entre los muros, las rejas y las sombras de los
establecimientos penitenciarios. (Ediciones Legales, 2013)

El Derecho Penal Ecuatoriano no podía dejar de lado tan complejo trabajo, aunque hasta
hace poco en nuestro país la justicia era un simple concepto, era solo una utopía, una
aspiración y ante esa lamentable e innegable realidad, el Gobierno Nacional propuso al
país una reestructuración profunda, para lo que fue necesario poner a disposición de las
y los ecuatorianos un nuevo cuerpo constitucional, que reconoce y garantiza el respeto
de los derechos fundamentales de sectores históricamente ignorados.
Si la Constitución Política del Estado reconoce el carácter multiétnico y pluricultural de
la sociedad ecuatoriana, es lógico respetar esa diversidad en la normativa procesal penal
con los límites de la propia Constitución, de ahí que el reconocimiento explícito de las
formas de resolución de conflictos penales con criterios de justicia resulta en el
establecimiento de una medida que pretende la realización constitucional y, al fin de
cuentas, las comunidades indígenas están compuestas por seres humanos con una carga
de valores propias y desarrolladas que son respetadas.

A pesar de la evolución del procedimiento penal en el Ecuador, la parte fundamental de


la justicia no había sido tocada y se planteó un referéndum que tras recibir la aprobación
mayoritaria del pueblo ecuatoriano, permitió romper esa estructura que por décadas
impidió el acceso real de los y las ciudadanas, a una respuesta concreta y oportuna de
esa figura omnipresente llamada justicia.

Para consolidar la transformación de los servicios judiciales, a fin de que en el Ecuador


exista en la práctica diaria una justicia oportuna e igualitaria que era el anhelo general,
hacía falta contar con un cuerpo legal claro y cohesionado, en que se establezca un
nuevo modelo de justicia penal, que a más de superar la caduca dispersión normativa y
tipifique nuevas conductas delictivas, en concordancia con el pacto constitucional, se
base en el respeto de los derechos humanos y mire de manera integral el procesamiento
de los hechos que los vulneran.

Por ello Zuñiga (2014) haciendo alusión a la entrada en vigencia del Código Orgánico
Integral Penal, aporta:

Sin duda es importante incorporar al catálogo de infracciones,


conductas relevantes que no sólo afectan a la sana convivencia
nacional, si no que tienen injerencia regional e incluso global,
convirtiendo a la legislación penal en un instrumento que en
concordancia con la Constitución de la República sea una
herramienta eficaz al momento de combatir la impunidad y la
inseguridad. (Zuñiga, Lady, 2014)

Por las razones antes expuestas, en octubre del 2011, el Ministerio de Justicia, Derechos
Humanos y Cultos, presentó a la Asamblea Nacional el Anteproyecto de Código
Orgánico Integral Penal, propuesta que tras un profundo debate con varios sectores
sociales fue aprobado por el Legislativo. Producto de ese arduo trabajo, el 10 de agosto
de 2014, inicia una nueva etapa en la historia judicial ecuatoriana, con la entrada en
vigencia de un cuerpo penal progresista y vanguardista, con cuya aplicación se busca
sancionar los delitos más graves, y a sus autores, optimizar los tiempos procesales,
garantizar la protección de los derechos tanto de víctimas directas y colaterales, así
como de los imputados, además de la administración de verdaderos procesos de
rehabilitación social que certifiquen a la sociedad la disminución de reincidencia
delictiva y de inseguridad.
El Código Orgánico Integral Penal es un instrumento de transformación radical de la
justicia penal, y contiene una auténtica reforma procesal penal. Cuya finalidad se
expone en el artículo uno del mismo cuerpo legal “Tiene como finalidad normar el
poder punitivo del Estado, tipificar las infracciones penales, establecer el
procedimiento para el juzgamiento de las personas con estricta observancia del debido
proceso, promover la rehabilitación social de las personas sentenciadas y la reparación
integral de las víctimas”. (Ediciones Legales , 2014)

Los cambios en los procedimientos penales fundamentados en este código han dado un
giro al sistema de justicia en el Ecuador, la misma que para ir de la mano con el proceso
de globalización requiere mayor celeridad basada en una justicia imparcial y
debidamente aplicada con procedimientos e instrumentos jurídicos modernos y
visiblemente expuestos en base de lo dispuesto por el pueblo ecuatoriano en consulta
popular; y, fundamentalmente, con la propuesta de modernización los mismos que se
han implementado en favor de la mujer y el hombre ecuatorianos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Albán, E. (1992). Manual de Derecho Penal, Régimen Penal , Quito1992, pp.-38-41 17.
Quito: Corporación Ediciones legales .
Corporación de Estudios y Publicaciones. (2008). Constitución de la República del
Ecuador. Quito: CEP.
Ediciones Legales . (2014). Código Orgánico Integral Penal . Obtenido de
https://www.derechoecuador.com/codigo-organico-integral-penal-
Ediciones Legales. (2013). Código Penal . Quito .
Ponce, Anshelo. (06 de 08 de 2013). Derecho Ecuador. Obtenido de El Derecho Penal:
https://www.derechoecuador.com/derecho-penal-
Zaffaroni, E. (2002). Derecho Penal . Buenos Aires : Ediar.
Zuñiga, Lady. (2014). Ministerio de Justicia, derechos Humanos y Cultos . Obtenido de
COIP: una nueva etapa en la historia judicial ecuatoriana:
http://www.justicia.gob.ec/coip-unanueva-etapa-en-la-historia-judicial-
ecuatoriana/

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