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La piel es un límite físico, una barrera que mantiene el cuerpo intacto. Un corte o arañazo
no son las únicas heridas físicas que pueden causar daño. Una mano indebida sobre el
cuerpo, por un motivo incorrecto, también puede dañar.
Podrías decir que no araña; la persona no está realmente herida. No queda marca.
Yo discreparía. Sí queda marca. Cualquier transgresión física es también una violación
de los límites emocionales de una persona.
Más adelante, en el capítulo acerca de la violación de límites, comentaremos distintos
tipos de daño. Por ahora, sin embargo, nos centraremos en dos tipos de límites y en dos
categorías de violación de ellos.
TENEMOS VELOCIDADES DE AVANCE
Y DE MARCHA ATRÁS
Los dos tipos principales de límites que existen son los físicos y los emocionales.
Nuestros límites físicos están definidos por la piel; nuestros límites emocionales, por la
edad, los papeles que desempeñamos, las relaciones que tenemos con los que nos
rodean, nuestras necesidades de seguridad y nuestras elecciones sobre cómo queremos
que nos traten.Yo establezco mi frontera física al elegir quiénes, cómo y dónde pueden
tocarme. Yo decido cuánto dejaré a la gente acercarse a mí. Porque, además de
velocidades de avance, tengo marcha atrás, y puedo alejarme quien invada mi área
personal.
Fijo mi frontera emocional al decidir cómo voy tejar que la gente me trate. Una forma de
hacerlo es ando límites a lo que voy a permitir que la gente me diga. Puedo aceptar
expresiones de enfado sanas de gente cercana; un enfado inoportuno de persona
inoportuna, no. No consentiré que un extraño en un autobús desahogue su enfado
conmigo; me cambiaré de asiento o le pediré ayuda al conductor si es necesario.