Está en la página 1de 7

Artículo 2

Derecho al honor, buena reputación, intimidad personal y familiar, voz e imagen

Toda persona tiene derecho:


(...) 7. Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así
como a la voz y a la imagen propias.
Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviadas en cualquier
medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma
gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.
(...)

CONCORDANCIAS:

C.: arts. 2 incs. 1),5),6), 97;


C.P.Ct.: art. 37 inc. 8);
C.C.: arts. 14,15;
C.P.: arts. 130, 131,132,154,155,156,157,164;
Ley26775;
D.U.D.H.: art. 12;
P.I.D.C.P.: art. 17;
C.D.N.: art. 16;
CAD.H.: arts. 11.2,14

Juan Morales Godo

1. Derecho al honor y a la buena reputación

La Constitución se refiere al honor y a la buena reputación, insinuando que se


trata de dos derechos, que tendrían un contenido propio y diferenciado. Al
respecto, asumimos el criterio de que el honor tiene dos facetas: una subjetiva,
que viene a ser la apreciación que tenga la persona de sí mismo; y una
objetiva, que viene a ser la apreciación que tienen los demás de la persona. Lo
que ocurre es que, algunos autores152, asumen que se trata de dos derechos,
resultando que la faceta subjetiva sería el honor, mientras que la faceta objetiva
sería la buena reputación, tal como lo estaría sugiriendo la Constitución Política
del Estado en el inciso que comentamos. Desde nuestro punto de vista, ambas
facetas corresponden al derecho al honor. El hecho de que nuestra legislación
penal haya considerado dos tipos penales distintos para cada una de estas
facetas, es decir, la injuria (subjetiva) y la difamación (objetiva), no puede
constituir argumento para sostener que se trata de dos derechos. En realidad,
es el derecho al honor protegido en sus dos manifestaciones.

Ni en la doctrina, ni en nuestra legislación existe una idea precisa del derecho


al honor; sin embargo, una marcada tendencia doctrinaria, que la resalta el
jurista español Herrera Tejedor153, nos lleva a considerar al honor en sus dos

152
RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo 1, Ed. Fondo
Editorial PUCP, Lima, 1999, p. 245.
153
HERRERA-TEJEDOR, Fernando. Honor, intimidad y propia imagen. Ed. Colex, Madrid,
1994, pp. 76-78.
facetas, objetiva y subjetiva, de tal suerte que interpretamos el inciso en
comentario en el sentido de que la buena reputación forma parte del concepto
de honor, en su aspecto objetivo.

2. Derecho a la intimidad personal y familiar

Arribar a una definición del derecho a la intimidad es una tarea complicada por
la diversidad de contenidos que se perciben en la doctrina como en la
jurisprudencia, no solo nacional sino internacional. No lo ha sido para el
sistema del common law norteamericano ni para nuestro sistema romano-
germánico, por tener un contenido muy amplio, siendo prácticamente imposible
encerrar todas sus posibilidades en una definición.

Es posible encontrar, especialmente en el Derecho norteamericano, algunos


aspectos que conviene destacar. En efecto, comenzó el derecho en comentario
siendo considerado como la "fase del derecho que tiene toda persona sobre su
seguridad personal, (…) más comprensivo a una personalidad inviolada"154;
luego, como "el derecho a ser dejado solo y tranquilo" o "a ser dejado en
paz"155; también, como el derecho "de gozar de la existencia sin que su nombre
o su vida sean explotados para fines comerciales (...)"156; también, como el
"derecho a la felicidad, lo cual incluye estar libre de ataques innecesarios al
carácter, al esta tus social o reputación"157.

A través de lo expuesto podemos apreciar la diversidad de contenidos, a pesar


de haber mencionado solo algunos aspectos. Sin embargo, a través de las
definiciones mencionadas encontramos que los aspectos de derecho a la
soledad y el control de la información son los elementos reiterativos. Estos
mismos elementos los encontramos en las normas que recogen el derecho a la
intimidad en el sistema jurídico peruano, a pesar de que el artículo 14 del
Código Civil de 1984 solo se refiere a la puesta de manifiesto de la vida
personal o familiar, debiendo interpretarse que la protección alcanza contra las
intromisiones y la toma de conocimiento de hechos que corresponde a la esfera
de la vida privada, aun cuando no se pongan de manifiesto.

En nuestro sistema no existe controversia doctrinaria ni jurisprudencial respecto


a una definición del derecho a la intimidad. Si nos atenemos a las normas
existentes, tanto en el Código Civil de 1984, la Constitución de 1993, como en
el Código Penal de 1991, la definición debe girar en torno a la protección de la
esfera de nuestra existencia que la persona reserva para sí misma, libre de
intromisiones, tanto de particulares como del Estado, así como el control de la
información de esta faceta de nuestra vida. Sin embargo, ello es limitado por
154
WARREN, Samuel y BRANDEIS, Louis. The right to privacy. En: "Harvard Law Review", Vol.
IV, ,N° 5, Massachusetts, 1890.
155
DÍAZ MOLINA, Iván. El derecho a la vida privada. En: "La Ley", Tomo 126, abril-junio,
Buenos Aires, 1967, p. 984.
156
BALLÓN LANDA, Alfredo. El derecho a la intimidad en el Perú. Tesis para optar el grado de
bachiller, Universidad Católica Santa María, Arequipa, p. 147.
157
ZAVALA DE GONZÁLES, Matilde. Derecho a la intimidad. Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1982, p. 43.
cuanto las proyecciones mayores de este derecho están en la posibilidad de
que el ser humano pueda adoptar las decisiones más importantes de su
existencia, libre de interferencias y manipulaciones, con lo que se garantizaría
su libertad y su formación como ser humano.

Es importante señalar que el derecho a la intimidad, al igual que los demás


derechos de la personalidad, pese a su trascendencia e importancia para el ser
humano, no son absolutos y, por lo tanto, es necesario propender al equilibrio
entre los justos intereses individuales y los necesarios intereses generales que
también deben ser protegidos por el sistema jurídico. En ese sentido, debe
tenerse claro que existen limitaciones al derecho a la intimidad, donde este
derecho cede frente a determinadas situaciones consideradas de interés
público, como serían los casos de seguridad nacional, en situaciones de guerra
u otra emergencia pública, de desastre natural, bienestar económico del país,
prevención de desórdenes o crímenes, protección de la salud y la propia
libertad de información, entre otras. Sin embargo, no debe confundirse los
intereses públicos o generales con la curiosidad pública. Se entiende que
estamos frente a un interés público o general cuando el acto o el hecho tienen
trascendencia social.

3. Derecho a la imagen y a la voz

Nuestro sistema jurídico establece el derecho a la imagen y a la voz como


derechos autónomos, diferenciándolos del derecho a la intimidad, aun cuando
un mismo acto pudiera violentar simultáneamente estos tres derechos, como
sería la captación a través de un vídeo con voz, de un acto íntimo.

. Hay necesidad de brindar protección a la imagen de una persona, porque la


misma puede ser captada con mucha facilidad en lugares públicos o privados,
incluyendo recintos íntimos, sin consentimiento de la persona. También puede
captarse la Imagen de la persona en cualquier lugar en actitudes, gestos o
posiciones indecorosos, cuya captación afecta la sensibilidad de la persona,
con mayor razón si estas son divulgadas.

Algunos programas de televisión han tenido y tienen la secuencia conocida con


el nombre de "la cámara indiscreta". Esta secuencia coloca a las personas en
situaciones difíciles, muchas veces ridículas, provocadas expresamente,
mientras la cámara de televisión está captando la imagen y la voz de la
persona. Aquí se presenta un conflicto con el derecho a la imagen, y en
algunas ocasiones pudiera estar transgrediéndose la intimidad de las personas.
En ambos casos, es evidente que debe contarse con el consentimiento expreso
de las personas comprometidas en la secuencia, caso contrario, tanto la
captación como la divulgación acarrearán responsabilidad a los autores.

Nuestra legislación, a través del artículo 15 del Código Civil de 1984, reconoce
el derecho a la imagen y a la voz, requiriéndose el consentimiento de la
persona para el aprovechamiento de la imagen y voz, estableciéndose, así
mismo, que no se requiere de consentimiento para la divulgación, cuando se
trata de la imagen de un personaje público captada en una actuación pública,
salvo que esta utilización atente contra el honor, el decoro o la reputación de la
persona.

Haremos mención a dos casos resueltos, uno por el Tribunal Supremo


norteamericano y el otro por la Corte Suprema del Perú. El precedente
norteamericano es el caso Daily Times Democral vs. Graham. Una señorita
paseaba por un parque público, cuando un fuerte ventarrón levantó su vestido,
en el preciso instante en que un fotógrafo de un diario de la localidad pasaba y
observó la escena y, de inmediato, tomó una fotografía de la señorita con el
vestido levantado. Al día siguiente, dando cuenta del inusitado ventarrón, el
diario colocó en primera plana la indicada foto. La afectada señorita, interpuso
una demanda de daños y perjuicios contra el diario y, finalmente, la Corte
Suprema amparó su demanda, con el argumento central de que "aún en
lugares públicos hay ciertas cosas que aunque estén a la vista siguen siendo
privadas".
Es importante señalar que, para el derecho norteamericano, el righ of privary,
comprende -entre otros aspectos- el derecho a que no se utilice la imagen de
las personas sin su consentimiento, máxime cuando se les coloca en
situaciones embarazosas. En nuestro medio, como hemos señalado líneas
arriba, el derecho a la imagen es autónomo.

El caso peruano trata sobre la demanda interpuesta por la conocida artista de


la televisión, doña Gisella Amparo Valcárcel Barreta, quien reclamó
indemnización por haberse utilizado su imagen en una propaganda comercial,
sin su autorización. La Corte Suprema amparó la demanda y fijó una
indemnización a favor de la demandante, con los siguientes fundamentos:
"Que, por su naturaleza los atributos de la personalidad son inalienable s,
figurando entre ellos, el derecho sobre la propia imagen, en virtud del cual se
tutela la intimidad y el decoro; que, consecuentemente, es derecho indiscutible
de la persona el de decidir la oportunidad y condiciones de representación de
su forma corporal, así como el de prohibir su desnaturalización; que este
derecho, tendiente a la protección de la imagen, se traduce en dos valores: uno
moral y otro patrimonial; por el primero, nadie tiene por qué invadir la esfera de
la privacidad, exhibiendo a los demás, sin consentimiento del titular del
derecho, a la efigie o imagen y, por el segundo, solo aquel le corresponde
determinar las exigencias que previamente deben satisfacerse para autorizar
su difusión, coligiéndose -asimismo- que tampoco está permitido procurarse un
provecho económico a expensas de la imagen de una persona sin su
consentimiento y, cuando así hubiere ocurrido, la obligación de asumir el
resarcimiento del daño arrogado es su consecuencia (...)"158.

La jurisprudencia peruana transcrita resulta meritoria ante una tendencia


generalizada de no proteger los derechos extra patrimoniales con la severidad
requerida.
Sin embargo, es notoria la confusión de derechos, especialmente con el
derecho a la intimidad. Como hemos señalado anteriormente, si bien un solo
acto puede comprender la violación de varios derechos, ello no significa que se
trata de derechos autónomos, con sus propios contenidos.
158
BECERRA PALOMINO, Enrique. Derecho a la intimidad. En: "Libro homenaje a Carlos
Rodríguez Past "Ed or. . Cultural Cusco, Lima, 1992, p. 133.
Hacemos una especial referencia al uso de la imagen de determinadas
vedettes del medio peruano, vía internet, con el agravante de colocadas en
situaciones o posiciones sugerentes, algunas de ellas totalmente desnudas, en
que aparentemente se utiliza la imagen de la cara de la artista, pero se le
colocan cuerpos que no les corresponde, sin autorización, ni consentimiento de
ellas. Aquí es evidente que existe un agravio al derecho a la imagen, y en
algunos casos a la intimidad de las indicadas figuras de la farándula limeña.

4. Afectación a los derechos al honor y a la intimidad

¿Qué es lo que puede hacer una autoridad pública que toma conocimiento de
que se está editando un programa, para ser propalado en los días siguientes a
través de la televisión, en el que se hace un severo cuestionamiento a su
actuación como funcionario público, acusándosele de haber incurrido en ilícito s
penales?

Como se trata de situaciones vinculadas a su honor y relacionadas con su


actuación como funcionario público, no puede hacer nada judicialmente, sino
esperar la difusión del programa, y si considera que afecta su honor podrá
solicitar la rectificación de lo propalado, demandar civilmente por daños y
perjuicios o denunciar penalmente por delito de difamación. Ello porque la
libertad de expresión está garantizada por nuestra legislación, que no hace sino
recoger las normas de carácter internacional que existen al respecto, en el
sentido que no se admite censura previa y que cualquier responsabilidad que
se derive de la de difusión de hechos que agravian el honor de la persona, será
ex post. ¿Por qué expost? Porque el informador puede hacer uso de la
excepción de verdad, de tal suerte que si demuestra que lo que ha afirmado es
verdad, esta exento de responsabilidad y, esencialmente, porque no se admite
censura previa por ninguna autoridad, como lo hemos indicado. Por esta razón
no son admisibles medidas cautelares que tiendan a evitar la propalación de la
información, como sí ocurre en los casos de intimidad.

En efecto, ¿qué ocurriría si a este mismo funcionario público le editan un


programa, no para cuestionar su actuación como funcionario, sino en el que se
tratan situaciones que corresponden al ámbito de su intimidad, por ejemplo,
relacionadas con su conducta amorosa u opción sexual? En este caso, el
indicado personaje público sí podría acudir al órgano jurisdiccional
pretendiendo se suspenda no solo la futura propalación, sino que se suspenda
la propia investigación y edición. Indudablemente, el camino adecuado para
ello es la medida cautelar innovativa, prevista en el artículo 686 del Código
Procesal Civil, que expresamente confiere este derecho a aquel que estima
vulnerado su derecho a la intimidad.

¿Cuál es la razón por la cual es procedente un pedido de esta naturaleza y no


lo es para los casos de honor? En primer lugar, la violación a la intimidad no
solo se produce con la divulgación de los actos o hechos, sino también por la
simple intromisión o captación de los hechos correspondientes al ámbito de la
intimidad, de tal manera que no se puede considerar que se trata de una
censura previa porque el derecho ya está siendo vulnerado desde el momento
que se coleccionan los datos y se procede a la edición de los mismos. En
segundo lugar, no procede la excepción de verdad porque aun cuando los
hechos capturados y revelados sean ciertos, ello no exonera de
responsabilidad al autor o autores. Por ello es que consideramos que el
legislador procesal concede expresamente la medida cautelar innovativa, como
una posibilidad que puede utilizar el agraviado para suspender la vulneración
del derecho e impedir la divulgación por el medio de comunicación masiva.
Recordemos que la medida cautelar innovativa pretende la modificación de la
situación de hecho o de derecho que viene ocurriendo. En este caso se
solicitaría la cesación de las investigaciones relativas a la intimidad de la
persona y el impedimento de su divulgación.

Como apreciamos, son dos situaciones perfectamente diferenciadas, donde


existen razones de protección tanto para la libertad de expresión que se
privilegia frente al derecho al honor de un personaje público, como para el
derecho a la intimidad frente a la libertad de información.

5. Hacia un derecho general de la personalidad

Como lo habíamos sugerido en una publicación efectuada en el año 1995 159, la


idea de avanzar hacia un derecho general de la personalidad va calando en la
doctrina y en la legislación. De alguna manera lo asumimos en el Perú cuando
en el artículo 3 de la Constitución Política del Estado se señala que la
enumeración de los derechos que se hace minuciosamente en el artículo 2 no
es taxativa, por lo que no deben excluirse otros de naturaleza análoga o que se
fundan en la dignidad del ser humano, o en los principios de soberania del
pueblo. Este texto abierto permite asumir operativamente un conjunto de
derechos no previstos en la normativa, pero sustentados en la dignidad del ser
humano y que demandan protección jurídica.

La base de este gran derecho radica en la dignidad del ser humano, que la
podemos concebir en cualquiera de estas dos principales proyecciones: a) una
dimensión ontológica, como ser dotado de inteligencia, de racionalidad, libertad
y conciencia de sí mismo y, b) dimensión ética, en el sentido de autonomía
moral y esfuerzo de liberación frente a interferencia s o presiones alienante s y
manipulaciones cosificadoras160, tal como lo concibió Kant, al sostener que el
ser humano como persona era un fin en sí mismo, jamás medio para nada;
esta condición de sujeto es lo que marcaba la diferencia con los objetos161. El
pensamiento ético kantiano, basado en la dignidad del ser humano, ha ejercido
gran influencia en la mayor parte de las legislaciones del mundo.

Por interpretación jurisprudencial, en Alemania, conjugando los artículos 1,


apartado 1 de la Constitución Política que señala: "La dignidad del hombre es
159
MORALES GODO, Juan. Derecho a la vida privada y el conflicto con la libertad de
información. Ed. Grijley, Lima, 1995.
160
FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. La dignidad de la persona como valor supremo del
ordenamiento jurídico. En: "Modernas tendencias del Derecho en América Latina". Ed. Grijley,
Lima, 1997, p. 74.
161
LARENZ, Karl. Derecho Civil Parte General Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1978,
p. 45.
inviolable. Respetarla y protegerla es el deber de todo poder del Estado", con el
artículo 2, apartado 1, que consagra: "El derecho de cada uno al libre
desarrollo o desenvolvimiento de su personalidad", se llega a la convicción de
la existencia de un derecho general de la personalidad, que lo definen como:
"El derecho de un particular contra otro particular de su dignidad de hombre y del
desarrollo de su personalidad individual".

La jurisprudencia norteamericana enf1la hacia la consideración de un derecho


general de la personalidad, a través del right of privary, toda vez que bajo el
manto de este derecho se protegen situaciones jurídicas bastante disímiles. Se
incluyen la imagen, el nombre, la identidad y el libre desarrollo de la
personalidad. Como ejemplo de ello, tenemos el precedente Donahue v:
Warner Brothers Pietures Inc., en el que el juez Bratton dijo: "que el derecho
que tiene una persona común de gozar de la existencia, sin que su nombre o
su vida sean explotados para fines comerciales, o con el uso de su nombre o
por la publicación de su retrato o carrera, en la pantalla de los cines, en la
prensa, en periódicos, en boletines, circulares, catálogos o de cualquier otra
manera: debe ser prohibido, a menos que se obtenga para ello previamente su
consentimiento"162. Observamos que existe una intención de protección general
de la personalidad, comprendiendo una serie de derechos átomos, pero en el
trasfondo es la protección de la libertad y la dignidad del ser humano.

Cada vez se toma mayor conciencia en nuestro medio jurídico sobre la


trascendencia de la labor jurisdiccional, convirtiendo a la jurisprudencia en el
camino natural de la evolución del Derecho. La labor judicial de los abogados y
magistrados, permitirá que el Derecho se ponga al día con la población, con la
sociedad, resolviendo las causas considerando los valores y principios que
inspiran la Constitución Política del Estado.

También podría gustarte