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Masacre de Soras

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Para el suceso denominado históricamente como «caravana de la muerte» como represalia a la rebelión de
Túpac Amaru II en el Perú colonial, véase Caravana de la muerte (1783).
La masacre de Soras fue el asesinato masivo en un solo día de entre 109 y 117 personas en diversas
localidades de la provincia de Sucre, departamento de Ayacucho, el 16 de julio de 1984 a manos del grupo
terrorista Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, en represalia a la organización de la población
para su defensa frente a las incursiones senderistas.
La matanza también es conocida como «expreso de la muerte» o «caravana de la muerte» debido a que los
terroristas, unos 30 o 40 individuos armados, secuestraron un autobús de la empresa Expreso Cabanino en
la localidad de Sontococha, y fueron torturando y asesinando a las autoridades comunales y campesinos en
las siete paradas habituales durante su recorrido hasta llegar a Soras, su destino final.
Esta masacre ha sido calificada como la mayor cometida por el grupo subversivo Sendero Luminoso.

Antecedentes
Sendero Luminoso, partido político comunista y posteriormente grupo armado subversivo, había declarado
la guerra al Estado peruano en 1980. Entre sus tácticas de imposición en el departamento de Ayacucho,
lugar donde inició la lucha armada, estaba la captura y posterior «juicio popular» de los dirigentes políticos y
comunales de las poblaciones donde incursionaba. En noviembre de 1983, una columna senderista,
comandada por Víctor Quispe Palomino, alias camarada José, entró en la localidad de Soras, capital del
distrito homónimo, y ejecutó a tres dirigentes locales, calificándolos de soplones.
Conocido el crimen, un destacamento de sinchis, unidad policial de contrainsurgencia, acudió a la zona y
tuvo un enfrentamiento con la columna subversiva, dando como resultado la muerte de un senderista. La
policía peruana conminó a la población de los caseríos de las provincias de Sucre y Lucanas a organizarse
en rondas campesinas para repeler futuras incursiones.

Hechos
El lunes 16 de julio de 1984 el autobús interprovincial de la Empresa de Transportes Expreso Cabanino S.A.
(ETECSA) que cubría la ruta Lima-Soras fue secuestrado en Sontococha (provincia de Lucanas) por un grupo
de entre 30 y 40 senderistas disfrazados de miembros de las Fuerzas Armadas. En ese mismo momento, los
terroristas asesinaron a 22 pasajeros varones. La ruta que siguió el autobús, que fue la habitual, recorrió
Challapuquio, Badopampa, Doce Corral, Chaupihuasi y Tranca. En cada parada, los senderistas incursionaron
en los poblados y cometieron actos de tortura y asesinatos. En Doce Corral, asesinaron a 30 personas, entre
los que estaban comerciantes cuzqueños que se encontraban en la localidad para realizar unas ventas. En
Chaupihuasi hicieron formar en dos filas a la población que acudió a recibirlos, y masacraron a golpes a 40.
El autobús fue abandonado en Tranca.
Los senderistas finalmente llegaron a pie a su destino final. Entraron al pueblo de Soras con linternas y
tomaron la plaza de armas sin resistencia. En ese lugar asesinaron a 18 personas y escribieron con sangre en
la pared del local municipal «Así mueren los soplones».
El total de víctimas varía según el organismo que ha investigado la masacre. La Comisión Nacional de
Derechos Humanos (COMISEDH) calcula que fueron asesinadas unas 109 personas. Por su parte, la Fiscalía
del Perú da una cifra de 117 masacradas por los senderistas.
Contraofensiva
Tras la masacre, la ronda de Chaupihuasi capturó a cuatro senderistas, que fueron ejecutados
extrajudicialmente por los sinchis.
Asimismo, la población afectada formó una fuerza de 500 hombres y mujeres armados entre los comuneros
de Soras, San Pedro de Larcay y Paico para realizar una contraofensiva, que fue poco exitosa.
Un autobús de la empresa cabanino partió de lima la madrugada del lunes 16 de julio de 1984, con destino a
Ayacucho, muchos pasajeros se bajaron en destinos que estaban en esta ruta hasta que quedaron solo 16
personas dentro del bus, ellos se dirigían exactamente al distrito de Soras. Alrededor de las 2 pm pasaron
por un caserío llamado Pallcca, en Ayacucho, ahí se subieron al vehículo unos 40 senderistas que se
encontraban vestidos de militares y policías, ellos fingieron ser las fuerzas del orden y se pusieron a
inspeccionar el bus. Al poco rato, sin previo aviso y sin necesidad de ser provocados los terroristas mataron
salvajemente a todos los 16 pasajeros utilizando cuchillos, piedras, picos y armas de fuego. Esta matanza no
era la única que cometerían ese día, ni tampoco fue la primera del día, ya habían matado horas antes a 20
personas en el caserío de Pallcca usando la misma modalidad, la masacre recién comenzaba.
Pero, ¿a qué obedecía estos crímenes? ¿Por qué lo hacían? ¿qué cosa querían?
Bueno, esto se trataba de nada y nada menos que de una cruel venganza. Todo comenzó en 1983 cuando
sendero luminoso se instalo en el distrito de Soras, provincia de Sucre, departamento de Ayacucho. Su
intención era enseñar su ideología maoísta y formar bases para su llamada guerra popular. Todo parecía
tranquilo hasta que el amedrentamiento se hizo presente, aquellas que no les gustaba aceptar el
pensamiento comunista, eran amenazados y tildados de cómplices de aquello que llamaban gobierno
imperialista pasaron los mese y las amenazas se convirtieron en injurias. Esto no le gusto para nada a
Olimpio Jauregui quien era el presidente de la comunidad de Soras, el decidió persuadir a toda la comunidad
a cortar cualquier vínculo con los maoístas, sin saber que esta acción le costaría la vida. La madrugada del 26
de noviembre de 1983 el señor Olimpio y otros 2 comuneros fueron secuestrados y llevados a la plaza del
pueblo, los hicieron poner de rodillas y exhibir un cartel que decía “soplón”, llegada las 11 de la mañana le
dispararon a Olimpio y a un campesino más, al tercero le dieron de machetazos. El pueblo de Soras quedo
sumiso pero sus ganas de frenar los abusos seguían presentes, a fines de 1983 los comuneros lograron
capturar a dos militares importantes de sendero luminoso los que entregaron a los sinchis quienes eran las
fuerzas del orden, este hecho hizo desatar la sed de venganza que llevo a sendero luminoso a cometer su
mas grande y demencial masacre de toda su existencia, esto no se lo imaginaba Constantino León, quien era
el chofer de bus y testigo directo de la salvaje ejecución de sus pasajeros. Constantino fue dejado con vida,
de inmediato supo el por que lo obligaron a conducir el bus hacia su destino final en Soras. El ómnibus
encontrándose en el distrito de Chipao provincia de lucanas, partió hacia las comunidades de Challa puquio
y Badopampa, donde los terroristas se bajaron y asesinaron a 18 personas luego el vehículo ingreso el
distrito de Soras. La primera comunidad de este distrito en ser visitada fue 12 Corral en donde los asesinos
usaron machetes picos y enormes piedras con las que destrozaban los cráneos de los comuneros. Solo los
mandos senderistas usaban armas de fuego entre las cuales tenían pistolas y ametralladoras luego de dejar
este lugar, el expreso de la muerte siguió su nefasta ruta hacia el caserío de Chaupihuasi, se bajaron del bus
y fingieron ser una patrulla militar que quería dialogar con la gente, reunieron a la población en la escuela y
mataron a 12 personas, no sin antes violar a las mujeres y ensañarse con su sufrimiento. Entre las victimas
también había niños. Al ver esto un señor llamado Julio Condori logro arrebatar una ametralladora a los
criminales, pero lastimosamente no consiguió hacer que dispare y fue brutalmente herido con una roca en
la cabeza, el bus siguió su camino hasta llegar a la comunidad del distrito de Soras. En la plaza del pueblo los
senderistas volvieron a presentarse como militares que estaban dispuestos a ayudar a la población pero
todo era mentira, convocaron a una reunión con los ronderos en le segundo piso del local municipal, una
vez adentro les apuntaron con las armas para atarlos y ponerlos de rodillas luego uno por uno recibió una
bala en la nuca, era imaginable la angustia de estas víctimas esperando su turno de ser asesinado. El pueblo
de soras aun siente que oye los gritos de dolor 33 años después.
En 1983 los grupos subversivos se establecieron en el distrito de Chungui, provincia de la mar en Ayacucho,
mataron a cuchillazos al presidente de la comuna, ahorcando al juez de paz de distrito, de esta forma
ligando cargos entre los comuneros iniciaron la enseñanza de su ideología en esa jurisdicción, con el tiempo
los terroristas instalaron prácticamente un pequeño régimen comunista y en las comunidades Chungui
cometieron muchas injusticias, hacían trabajar a los pobladores tanto a hombres como mujeres y niños a
pesar que el fruto de trabajo se repartían por igual, aquella persona que se ponía al régimen era declarado
traidor y ejecutado en público, los campesinos solo tenían 2 opciones, pertenecer al partido o ser el
enemigo del partido. Las fuerzas militares al tener conocimiento de la presencia senderista acudieron a los
pobladores de Chungui e instalaron una base desde donde solían enviar patrullas para acaba con ellos, pero
no se sabia quienes eran los terroristas, pues se confundían entre la población o simplemente huían a los
montes y si algún compañero delataba la presencia senderista al final lo pagaba con la muerte, los militares
asesinaban a cualquier persona sospechosa que se niegue a delatar “así mueren los terrucos” decían “y
prohibido llorar por estos, el que llore es un terrorista y debe morir”, esa era la ley. Los comuneros se veían
entre 2 fuegos, no podían apoyar a ningún bando porque uno de los dos les perseguía, así vivieron
martirizados y durante casi 2 años fueron obligados por los terroristas a dejar sus viviendas y vivir en los
montes, sus casitas fueron quemadas. El único trabajo de los campesinos era cuidarse, pues ya no
importaban los bienes materiales, solo importaba la vida que era amenazada por la extrema pobreza y la
tifoidea. A veces cuando incursionaban los militares los terroristas se escondían con los campesinos y si
había algún bebe que hiciera bulla con su llanto se obligaba a la madre a matarlo, algunas mamas los
ahogaban en su pecho, pero si alguno no acataba la orden los subversivos tomaban al niño de los pies y
golpeaban su cabeza contra una piedra o bien lo ahorcaban. Las fuerzas militares decididos a terminar con
todo tomaron posesión de varios caseríos de Chungui y eliminaron a gente inocente acusada de terrorista; a
las mujeres las llevaron a un abismo donde primero las golpearon y violaron antes de arrojarlas al vacío; a
los niños los baleaban y enterraban en varias fosas; a los hombres le sacaron los ojos con cuchillo, les
rebanaron la nariz, los desnudaban, cortaban su pene con machete y finalmente desmembraban su cabeza,
este tipo de ritual maldito lo repetían con todo aquel que encontraban. Los testigos sobrevivientes que
lograron huir de esta masacre aún cuentan con terror esos episodios nefastos que jamás olvidaran. En esta
masacre murieron 1384 personas inocentes

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