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TRABAJO ESCRITO
TRABAJO ESCRITO
Presentado por:
Fernando Bravo, Javier López, Vanesa Hueras, Anderson Martínez, Yuliana Martínez, Juan
Docente:
2019
TABLA DE CONTENIDO
Pag.
INTRODUCCIÓN
1.1 El Ateísmo 4
1.5 L. Feurbach 7
REFLEXIONES TEORICAS 11
REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS 12
INTRODUCCIÓN
existencia de fuerzas sobrenaturales no tiene ningún papel. Pero es posible que algunos
individuos necesiten creer en semejantes fuerzas porque de otro modo son incapaces de entender
cómo es posible que exista un mundo natural, y mucho menos que exista el universo. Creer en
esencia humana son consecuencia lógica de su humanismo radical. Es sintomático comprobar las
pocas páginas que Marx dedica en todas sus obras al problema de Dios. Me parece que la razón
para ello puede hallarse en el hecho de que Marx no se plantea la cuestión de la existencia o no
existencia de Dios. Es decir, que la afirmación marxiana fundamental no será Dios no existe,
sino el hombre existe. Para Marx, Dios no constituye problema, pues no es más que la imagen
El hombre de que habla Marx no es el ser genérico y abstracto descrito por Feuerbach, sino el
hombre concreto, práctico, con necesidades reales: el mundo de los hombres, el Estado, la
2.1 El Ateísmo
Ateísmo”, en nuestra tradición, tiene distintos acentos o “coloraciones”: “No es lo mismo ser
ateo católico, que ser ateo judío o ateo musulmán”, recuerda (Gustavo Bueno, 2007). Como es
sabido, los mismos cristianos eran considerados “ateos” por el estoico Justino en el siglo II,
debido a que negaban la existencia de los dioses paganos. Y también los indios de la escuela
Cärvaka/Lokayata, ya en el siglo VII a.C., han sido considerados “ateos” por los historiadores
del materialismo marxista, debido a que negaban la “teología” ortodoxa de los Vedas.
Sin embargo, es en la tradición filosófica occidental donde tanto el teísmo como el a-teísmo
se perfilan como posiciones filosóficas claras, y no sólo en la “tradición alternativa”, para decirlo
con el historiador escocés del ateísmo James Thrower (The alternative tradition), compuesta de
Generalmente suele designarse al ateo como aquel sujeto que niega la existencia de Dios. Pero
las variantes de ateísmo son tantas como las distintas concepciones sobre Dios y la religión que
existen. Así, alguien puede ser ateo respecto de los dioses politeístas, como Sócrates, «el ateo
que sólo cree en un Dios»; los deístas, en tanto que niegan a Dios su providencia y todas las
cualidades propias de la Teología Revelada, sostienen sin embargo su existencia como arquitecto
del mundo, por la vía de la Teología Natural (cayendo en el fondo en un gnosticismo que apela al
conocimiento de Dios para la salvación). El «ateo simple» podría ser considerado como
«agnóstico» en tanto que es un «creyente vergonzante».
Por nuestra parte, una vez que hemos visto la problemática de la esencia y la existencia de la
Idea de Dios, distinguiremos entre ateísmo existencial, que niega la existencia de Dios, pero no
su esencia (por ejemplo, al modo de Hegel, quien ante la pregunta «¿Existe Dios?, respondía
«Todavía no») y el ateísmo esencial, que en la propia esencia de Dios encuentra la negación de
su existencia.
privativo demuestra que «necesita estar constantemente definiéndose en función del Dios que
rechaza» (Gustavo Bueno, La fe del ateo, Madrid 2007, pág. 19).
Otros tipos de ateísmo sí se vinculan, al negar la existencia de Dios pero no su esencia, al mito
de la felicidad. Es el caso del ateísmo existencial, que se identifica con la felicidad en el
idealismo alemán, donde Dios ha sido sustituido por el hombre, y más concretamente por el
hombre germánico. La nación alemana de Fichte: «la felicidad, tal como Fichte la concibe, sólo
podrá ponerse en el final de un proceso indefinido de la Humanidad [...] que la llevará desde su
estado inicial hasta un estadio final en el que alcanza la libertad o, mejor dicho, el principio de
una libertad cuyo término se le aparecerá siempre como un horizonte visible, aunque
inalcanzable» (Gustavo Bueno, El mito de la felicidad. Ediciones B, Barcelona 2005, pág. 259).
Los hitos del humanismo ateo están representados por aquellos que P. Ricoeur llamó los
«maestros de la sospecha» (Marx, Nietzsche y Freud), herederos y deudores todos ellos, en
mayor o menor medida, de L. Feuerbach, el verdadero punto de partida del camino que recorre el
hombre para liberarse de lo que estos maestros consideraban la presencia alienante de Dios. Por
razones de tiempo y espacio no podemos desarrollar aquí el pensamiento de los cuatro. Nos
ocuparemos sólo de Feuerbach, porque en él están esencialmente contenidos Marx y Freud, y de
Nietzsche, porque en él se aprecia mejor que en ningún otro la semilla de la que ha nacido la
increencia actual, increencia que, como ya indiqué antes, ha dejado de ser un humanismo.
Pero hay otra razón para la elección de estos dos pensadores: ellos representan dos modelos
diferentes de ateísmo humanista: a uno podríamos calificar de positivo y al otro de negativo. En
efecto, el ateísmo de Feuerbach contiene una buena dosis de ambigüedad, en cuanto que, aun
afirmando en un primer momento que en la religión, y especialmente en el cristianismo, el
hombre se aliena y se despoja de su esencia, acaba, sin embargo, en un segundo momento,
descubriendo en el cristianismo, y especialmente en el protestantismo, una afirmación del
hombre que se oculta bajo el ropaje teológico. El ateísmo de Nietzsche, por su parte, es en
comparación con el de Feuerbach más crítico y negativo, en cuanto que en la religión en general,
2.5 L. Feurbach
Marx critica la religión, en todos sus aspectos, como una fuente de alineación.
Critica a la iglesia en cuanto institución histórica, cuya práctica a través de los siglos no ha
sido en modo alguno, salvo en el cristianismo inicial, liberadora.
Critica a la religión mágica como una superestructura ideológica que interpreta la realidad y
que, en cierto modo, tiende a objetivarla. Cómo el mito es falso, la objetivación que de él se
derive también lo será.
Desde Aristóteles hasta el siglo XX, la reflexión filosófica se preocupo más de la esencia del
hombre que de la vicisitud de su existencia.
· Cree que el hombre crea sus propios valores. Cuando elegimos algo estamos creando el
valor de ese algo. Por eso, para el existencialismo, no hay una moral universal; la moral es un
arte que cada cual crea su propio estilo.
· Presenta un proyecto de vida en el que el hombre tiende a atribuirse o a adquirir los atributos
de la divinidad. Como para muchos existencialistas Dios no existe, esta aspiración es por esencia
una aspiración frustrada.
Sartre refleja en sus escritos la angustia del hombre, su confusión, porque no encuentra en
nada ni en nadie la explicación de su existencia. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace
(…), lo que él proyecta. El primer intento del existencialismo es poner al hombre en posesión de
su ser y hacer reposar sobre él mismo la responsabilidad de su existencia.
Admitir a Dios equivaldría a una especie de suicidio, ya que Dios es la mayor amenaza para
nuestra libertad. Debe rechazarse la noción de Dios como algo irreconciliable con la libertad
humana.
Suprimido Dios, han de suprimirse también los preceptos morales que se suponían divinos,
quedando como prerrogativa del hombre crear su propia moral. Pero todo proyecto humano está
condenado al fracaso. El amor es imposible (…) el hombre es una pasión inútil.
Heidegger se pregunta pocas veces sobre Dios y nunca responde a esta cuestión, porque,
según una de sus expresiones, Dios está siempre oculto para la filosofía.
Para Heidegger, el hombre moderno ha perdido el sentido de lo sagrado y, por eso, si Dios
existe, el hombre es incapaz de encontrarnos. Pero si el hombre no puede encontrarse con Dios,
sí puede encontrarse consigo mismo en la experiencia de la muerte, de la angustia, del tiempo, de
la finitud.
REFLEXIONES TEORICAS
La teología y la filosofía presentan sus diferencias, pero han volcado su atención sobre un
mismo objeto de reflexión que es la religión, en este caso, más allá de dogmatismos. Por una
parte, la filosofía aporta una dirección amplia en donde el planteamiento de las cuestiones sea
crítico. Por otra parte, la teología debe apuntar más a la intensidad y riqueza de las implicaciones
de las vivencias, no sólo en las dimensiones teóricas, sino también en las prácticas, educativas y
celebrativas. La fe y la razón pueden llegar a un encuentro crítico y dialogante cuando se tiene
presupuestos humanos que pueden acceder a lo trascendental.
Los tiempos de cambio hoy nos permiten percibir mejor la falta de transparencia en las
relaciones entre el proyecto ateo-marxista y la Teología de la Liberación. A este respecto, la
cúpula de poder de algunos regímenes socialistas miraron y ven todavía en la Teología de la
Liberación un simple aliado táctico, cuya autoridad moral, como señala Richard, se la ha ganado
con la presencia y práctica dentro del proceso revolucionario. ¿En el futuro podrá ser tomada en
cuenta como un aliado estratégico? Es difícil que esto suceda, si no se operan cambios esenciales
en la teoría y en la práctica del marxismo-leninismo. Pero por otra parte, esta Iglesia de los
pobres «que se dice frágil, sin riqueza y sin poder», desde el momento en que es una ideología,
lleva el fermento del poder en sus entrañas, como se ha demostrado históricamente.
REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
L.FEUERBACH: Das Wesen des Glaubens im Sinne Luthers, en Gesammelte Werke, hrsg.
Von W. Schuffenhauer, vol. 9, pp. 366s (Akademie-Verlag, Berlin, 1970). En adelante citaré
GW. La esencia de la fe según Lutero, en Escritos en torno a La esencia del cristianismo, pp.
23s (Tecnos, Madrid, 1993).
L. FEUERBACH: Grunsätze der Philosophie der Zukunft, GW, vol. 9, pp. 272s. Principios
de la filosofía del futuro, p.39 (Labor, Barcelona, 1976).