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Religión 1º Bachillerato

TEMA 2

HUMANISMOS
NO CREYENTES

Contenido
1. Introducción.................................................................................................................................2

2. Dios, enemigo del ser humano: los maestros de la sospecha.......................................................2

2.1 Ludwig Feuerbach (1804-1872)..............................................................................................2

2.2 Karl Marx (1818-1883)............................................................................................................3

Diálogo con Marx............................................................................................................................4

2.3 Friedrich Nietzsche (1844 - 1900)...........................................................................................4

Diálogo con Nietzsche....................................................................................................................5

2.4 Sigmund Freud (1856-1939)....................................................................................................6

Diálogo con Freud...........................................................................................................................7

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1. Introducción
En los temas que nos ocupan durante este curso, llamamos “humanismos” a las diferentes corrientes
intelectuales y filosóficas que, desde el siglo XVI, dedican sus esfuerzos a reflexionar sobre el ser
humano, desde la convicción de que éste es libre de dotar a su vida de un sentido y responsable de dicha
tarea.

En este tema nos ocuparemos de los humanismos no creyentes. Para ello, nos acercaremos a algunos
pensadores que proponen una búsqueda de sentido para la existencia en la que no tiene cabida Dios.
Intentaremos comprender su punto de vista para, posteriormente, entablar un diálogo con ellos que nos
permita aprender qué nos puede aportar su pensamiento, pero también qué se puede aportar al suyo desde
una perspectiva creyente.

2. Dios, enemigo del ser humano: los maestros de la sospecha


La expresión “maestros de la sospecha” se debe al filósofo francés Paul Ricoeur, que se refiere con
esta denominación a los primeros filósofos que, a partir del siglo XIX, empiezan a criticar con dureza la
respuesta religiosa del ser humano.

Los maestros de la sospecha son tres: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud. Aquí vamos a
mencionar también a Ludwig Feuerbach, pensador anterior a todos ellos y de enorme influencia en sus
respectivos trabajos, sobre todo en el caso de Marx.

2.1 Ludwig Feuerbach (1804-1872)


Filósofo alemán de finales del siglo XIX, su influencia es decisiva en el pensamiento de Karl Marx,
sobre todo en lo que se refiere a la religión.

Feuerbach plantea la religión como alienación: es algo extraño al ser humano, impropio de él. El
concepto de alienación de Feuerbach lo aplicará posteriormente Marx a su doctrina sobre las relaciones
económicas.

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Según Feuerbach, dentro del ser humano están presentes todos los ideales: la belleza, la bondad, la
perfección, la justicia… Todas ellas son ideas propias del ser humano, nadie las ha puesto ahí, son
propiamente suyas. Sin embargo, el ser humano decide inventar la figura de Dios, un artificio en el que
colocar todos estos grandes ideales, vaciándose a su vez de los mismos.

Dios, por tanto, sería una proyección de todos los ideales más elevados del ser humano, que al
proyectarse fuera de sí mismo se “vacía” de lo que le es más propio, se convierte en un extraño para sí
mismo: de ahí el concepto de enajenación o alienación: el ser humano se vacía de lo que le es más
propio para dárselo a Dios, y en ese tránsito se convierte en alguien extraño a sí mismo.

Feuerbach expone estas ideas en un libro llamado La esencia del cristianismo (1848). Se le puede
atribuir la siguiente frase, que resume brillantemente su doctrina: Dios no creó al hombre, sino que “el
hombre creó a Dios a su imagen y semejanza”.

2.2 Karl Marx (1818-1883)


Filósofo y economista alemán, autor de El Capital y del Manifiesto del Partido Comunista junto a
F. Engels, con quien fundaría el marxismo.

Según Marx, el único motor de la historia han sido las diversas formas de producción: la sociedad
avanza a través de la lucha de clases. Siguiendo a Feuerbach, pero aplicando sus ideas a su doctrina
económica, concibe el trabajo y las relaciones económicas y sociales como alienantes
para el ser humano.

Marx distingue dos grandes clases sociales, enfrentadas entre sí: por un lado, la burguesía, los
patronos, los propietarios de los medios de producción, que en realidad son también los propietarios
del resultado del trabajo. Por otro lado, el proletariado, la clase trabajadora, que no es dueña de su trabajo.
El trabajador es una simple herramienta en manos del patrón, que deja lo mejor de sí mismo (su tiempo,
sus capacidades, su vida…), generalmente en condiciones indignas, en el desarrollo y creación de un
producto que, finalmente, no le pertenece: de ahí la enajenación o alienación: el trabajador se ve
vaciado de lo mejor de sí mismo y se convierte en un instrumento ajeno a sí mismo, al servicio de otro.

Para Marx, la religión es sólo una parte de una superestructura mayor (económica, política, social…),
que es injusta y mantiene el orden establecido. La religión es el “opio

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del pueblo”, porque mantiene tranquilos a quienes la profesan con promesas de una vida mejor,
mientras en la presente siguen soportando la injusticia y la indignidad.

Diálogo con Marx


Por desgracia, hay que darle la razón a Marx en lo siguiente: en no pocas ocasiones la religión, aliada
con el poder político, ha servido para justificar la opresión de los pobres y mantener órdenes injustos.
Cuando la religión deja de ser auténtica, cuando pierde su carácter profético de denuncia de la injusticia y
compromiso con la justicia, se dan estas situaciones.

La crítica de Marx ayuda a denunciar estas situaciones y despertar en el creyente las consecuencias
prácticas de su fe: la construcción de un mundo mejor para todos y más justo.

Como limitación al pensamiento de Marx, se podría decir también lo contrario: no es cierto que
toda religión justifique la injusticia estructural. De hecho, es más bien al contrario: personas
religiosas, creyentes de todas las religiones, se enfrentan a la injusticia continuamente en todo el mundo.
Los ejemplos son tantos y tan variados que no cabrían aquí…

2.3 Friedrich Nietzsche (1844 - 1900)


Filósofo alemán, escribe Así habló Zaratustra, La Gaya Ciencia, Ecce Homo, entre otros. Muy
influido por Feuerbach y Schopenhauer, asume la tesis de éste último de que no podemos conocer el
sentido de la existencia.

Nietzsche niega la existencia de un sentido universal: Dios ha muerto, es la manera cruda


en la que lo expresa. En efecto, todas las religiones ofrecen una propuesta de sentido al ser humano, y este
sentido no es particular para cada uno, sino universal e integrador. Pero, si como dice Nietzsche, no existe
un sentido universal que sirva para todo ser humano, entonces Dios ha muerto.

Para Nietzsche, cada uno construye su propio sentido, cada uno le da el sentido que quiere a
su existencia. Asumir esto implica que el sentido que yo le dé a mi vida puede chocar, ir en contra del
sentido que le dé cualquier otro ser humano. Por eso Nietzsche plantea dos conceptos fundamentales en
su filosofía: el superhombre y la voluntad de poder.

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El superhombre sería el ser humano capaz de asumir esta realidad, construir su sentido y
perseguir sus fines, pasando por encima de cualquier impedimento o adversidad, imponiéndose sobre
el resto mediante la voluntad de poder. Cada uno responde de sí mismo, cada uno decide su lugar en el
mundo, cada uno alcanza sus propias metas.

Frente a esta concepción de la existencia, la religión propone un sistema de referencia


obsoleto e irreal, porque no hay un sentido universal. Además, el cristianismo, según Nietzsche, es una
moral de débiles y esclavos, de borregos, que tienen en cuenta a los demás, que proponen una
salvación colectiva, que ponen la otra mejilla. El superhombre y la voluntad de poder suponen chocar,
luchar, entrar en conflicto con los otros.

Para Nietzsche, el gozo de la vida es la única medida válida de cómo se está viviendo ésta: obtener
mis metas, disfrutar yo. Lo ilustra con el enfrentamiento entre dos mitos griegos: Dionisos contra
Apolo. Dionisos, el dios del vino, de la fiesta, de la orgía y el desenfreno, debe prevalecer frente a Apolo,
dios de la proporción, la moderación, la justa medida.

Diálogo con Nietzsche


El pensamiento de Nietzsche puede ayudar al creyente a replantear la fe y el sentido desde una
opción personal: la fe y el sentido de la existencia no deben venir dados por la sociedad, como antes,
sino que son decisiones personales, responsables. El creyente lo debe ser porque realmente su fe surge de
una opción personal, no porque “ambientalmente” viva en un entorno en el que se da por hecha la
creencia.

En sentido contrario, se puede contestar a Nietzsche desde los siguientes planteamientos:

 La voluntad de poder no lo es todo… no hemos nacido como seres humanos para enfrentarnos a los
demás. Al contrario, dependemos constitutivamente de los demás, nos construimos como
personas en los otros. La necesidad que tenemos de otros seres humanos es algo evidente desde
perspectivas muy distintas, desde la biológica a la antropológica, y por supuesto desde la filosófica y
la religiosa. No sería descabellado contestarle a Nietzsche que lo más genuino del ser humano
no es el enfrentamiento con otros, sino precisamente lo contrario, la capacidad de amar.

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 Además, la experiencia religiosa es una experiencia de liberación, no de esclavitud. Todas


las tradiciones religiosas, algunas con milenios de antigüedad, entienden la experiencia religiosa
como algo que libera al ser humano y le ofrece felicidad y plenitud.

2.4 Sigmund Freud (1856-1939)


Médico y psiquiatra austriaco, escribe, entre otros, (Tótem y
Tabú. Creador del psicoanálisis, se interesa por la hipnosis para tratar
casos de histeria, lo que le lleva al estudio de la psique, es decir, de
todos los procesos psicológicos, conscientes e inconscientes, que
conforman al ser humano.

Freud propone un modelo de psique que podría ser


asimilable a un iceberg: lo interesante de un iceberg no es lo que se ve, sino todo lo que se ve. En efecto,
la parte sumergida es mucho mayor que la emergida, y es la parte que desconocemos. Según esta
analogía, para Freud, los procesos de la psique humana son, en su mayor parte, desconocidos para
nosotros, no somos conscientes de que suceden, pero suceden, y de hecho, influyen decisivamente en el
comportamiento de la persona.

Freud divide su modelo en tres grandes partes: ello, superyo, y yo.

 ELLO: totalmente contenido en el inconsciente (es decir, no somos conscientes de que estos
procesos nos ocurren, pero ocurren y determinan lo que somos), es el motor de las acciones a través
de dos pulsiones: sexuales y agresivas (eros y thanatos). El ello funciona según el principio del
placer (lo que me gusta y lo que no, lo que me apetece y lo que no…)
 SUPERYO: mayoritariamente contenido en el inconsciente, aunque seríamos conscientes de una
parte de él. Está formado por nuestros ideales asumidos, los principios morales y las normas por las
que nos guiamos y juzgamos a nosotros mismos. El superyo controla y reconduce los impulsos del
ello, y funciona según el principio del deber (lo que debo hacer y lo que no, lo que está bien o
aceptado y lo que no, lo que se espera de mí y lo que no…).
 YO: parcialmente inconsciente, el yo resuelve la tensión entre el ello y el superyo. En el yo se sitúan
las decisiones conscientes, funciona según el principio de realidad. (es útil o no, es conveniente o
no…).

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Según Freud, un ser humano sano tiene estos tres factores equilibrados. El yo armoniza la relación
entre ello y superyo, y la persona se rige por el principio de realidad. Cuando este equilibrio
desaparece, aparecen enfermedades de la psique:

 Un ello sobredimensionado o un superyo atrofiado harían que la persona se guiase solamente por lo
que en cada momento le apetece, sin desarrollar ningún tipo de empatía ante las necesidades o
sufrimientos de los demás, incapaz, por tanto, de vivir en sociedad. Estaríamos hablando de
psicopatías.
 Un superyo sobredimensionado o un ello atrofiado harían que la persona solo se guiase por el
principio del deber, dejando a un lado sus propias necesidades, esperando siempre complacer a
alguien y haciendo lo que de ella cree que se espera, viviendo la realidad desde la presión, el agobio,
la obligación… estaríamos hablando de neurosis de diferentes tipos.
 Un yo atrofiado que no pudiese mediar entre el ello y el superyo haría que la persona no pudiese
regirse por el principio de realidad, por lo que no habría distinción entre lo real y una realidad
alternativa o inventada. Estaríamos hablando de psicosis, esquizofrenias…

La crítica de Freud a la religión tiene un doble argumento:

 En primer lugar, la religión implica un desequilibrio psicológico. Seguramente influido por


el judaísmo en el que fue educado, todo lo que tiene que ver con la religión para Freud
(preceptos, ritos, mandamientos y normas, doctrinas, moral…) son alimento para el superyo, que
se sobredimensiona. La religión es, por tanto, una enfermedad: una neurosis obsesivo-
compulsiva.
 El ser humano religioso es para él una especie de menor de edad incapaz de madurar: el Dios
de los creyentes, dice Freud, es una proyección ficticia que sustituye al padre
biológico, falible, para evitar la angustia existencial que produce sabernos limitados y
finitos, saber que hay cosas que no podemos arreglar.

Diálogo con Freud


De Freud podemos aprender que la religión no debe suplantar la propia responsabilidad, la toma de
decisiones consciente. Hay que enfrentarse conscientemente a la complejidad de la vida, situarnos en ella
y saber convivir con las dificultades, el sufrimiento, el dolor y la muerte, sin refugiarnos en imágenes
distorsionadas de Dios: Dios no es un “tapa-agujeros” que nos va a sacar de cada

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aprieto que tengamos en la vida, ni actúa caprichosamente ayudando a unos y dejando de ayudar a otros.
La crítica de Freud ayuda al creyente a depurar su imagen de Dios, haciéndola más madura y coherente.

Pero también se le puede contestar en los siguientes términos:

 No es cierto que el ser humano religioso sea una persona enferma. Esto es, sencillamente, un
disparate. El ser humano es religioso por naturaleza, como hemos visto con detalle en cursos
anteriores.
 No todos los creyentes piensan que Dios les protege mágicamente del mal… al contrario, en
religiones como el cristianismo, sin ir más lejos, Dios no crea el mal, sino que lo combate y lo sufre
junto al ser humano. Esto es evidente, por ejemplo, si se mira la vida y la muerte de Jesús de Nazaret.
 Por último, hay religiones como el budismo que no identifican a Dios con esa figura paterna, por lo
que la crítica de Freud es muy limitada en ese sentido, y se puede deducir que tiene mucho que ver
con su propia experiencia personal.

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